CHINA, UN GIGANTE CON ALAS
China asumió una nueva posición global al colocar en servicio activo, a principios del 2017, el caza de superioridad aérea Chengdu J-20. El país de cultura milenaria ganó relevancia internacional no solo por detener el único avión de combate de quinta generación producido, y en actividad, fuera de los Estados Unidos, o por haber concebido la aeronave en menos de una década, sino especialmente por consolidarlo con el desarrollo de una industria aeronáutica líder en menos de 30 años.
Con el rápido crecimiento económico chino a partir de mediados de la década de 1980, las autoridades locales pasaron a dar prioridad a diversos segmentos considerados estratégicos. El avance de la industria de alta tecnología electrónica, sobre todo de semiconductores, ocurría en paralelo con la expansión del mercado de aviación civil. En términos de escala de transporte aéreo, China se mantuvo consecutivamente como el segundo mercado del mundo en los últimos 12 años, aproximándose de los Estados Unidos.
Vista por Occidente como un enorme mercado de mano de obra de bajo costo unido a mil millones de potenciales consumidores, China se benefició de esa percepción extranjera. Pequín vislumbró en esa visión internacional la posibilidad de cambiar su historia. Con las grandes inversiones provenientes del exterior, el país inició uno de los más grandes proyectos industriales ya realizados y hoy surge como un actor capaz de rivalizar con protagonistas de esa industria, como Airbus, Boeing y Lockheed Martin.
La evolución de la industria aeronáutica china demuestra el interés que el país proyecta para el sector aeroespacial. China actualmente dispone de una compleja y bien estructurada industria y centros de investigación avanzada, lo que podrá garantizar su ingreso, ya en la próxima década, al selecto grupo de los gigantes del sector.
HISTORIA
El origen en la era Mao
Con fuerte influencia política y cultural, el líder chino Mao Tsé-Tung fundó la República Popular de la China en 1949 y, apoyado por la entonces Unión Soviética, dio inicio a un embrionario pero robusto proceso de industrialización, todavía basado en tecnologías y procesos provenientes de Rusia y sus aliados. El resultado no demoró en aparecer y el país fue capaz de desarrollar armas nucleares en 1964. Apenas dos años antes, Pequín había obtenido la licencia para producir el MiG-21, rebautizado Chengdu J-7.
Con la muerte de su dictador, en 1976, China inicia un amplio programa reformista y promueve una apertura económica. Una de las bases de la industria china en la época fue la ingeniería inversa, aplicada tanto a modelos occidentales como a aeronaves soviéticas. Aun sin haber generado ninguna innovación relevante, el proceso rindió aprendizaje industrial, asegurando a los ingenieros chinos el acceso a tecnologías de producción y materiales.
En la década de 1980, con la aproximación entre Washington y Pequín, McDonnell Douglas envió la producción de componentes a China. Al mismo tiempo, miles de fabricantes de electrónicos, vestuario, energía, entre otros, corrían para constituir unidades productivas en el territorio del gigante asiático atrás de mano de obra barata en un mercado consumidor interno de mil millones de personas casi completamente inexplotado.
Con el rápido crecimiento económico, el gobierno chino pasó a crear centros de investigación nacionales, invirtiendo en tecnología independiente. Aunque muchos afirmen que la mayor parte de la base de conocimiento provenga de estudios externos, el hecho es que China ha creado una red industrial capaz de concebir cualquier proyecto, por más audaz que sea.
En el sector aeronáutico,
