LA REVOLUCIÓN RUSA EN LA AVIACIÓN
Cuando los bolcheviques llegaron al poder, hace 100 años, Rusia era uno de los países más atrasados de la región, especialmente en términos económicos y tecnológicos. Aunque bajo el comando el Zar Nicolás II, el país intentaba con dificultad desarrollarse industrialmente.
Una ciencia que despuntaba en el mundo, la aeronáutica, llamaba la atención en todos los países, y también en Rusia. Todavía en 1904, el ingeniero e investigador Nikolay Zhukovsky creó en Kuchino, en los alrededores de Moscú, el Instituto de Aerodinámica. Cuatro años después, surgía el Aeroclub de Rusia, creado en medio de un estado convulsionado socialmente que dominaba gran parte del Imperio Ruso. La primera escuela de pilotaje nació todavía en 1910, en el mismo año en que fue construido el primer biplano producido con tecnología rusa, en los alrededores de San Petersburgo. El modelo acabó sin volar, porque, todavía durante la fase final de la construcción, perdió la competición para el francés, Farman MF.11, que obtuvo el contrato con la fuerza aérea imperial.
El primer proyecto exitoso ruso fue el Ilya Muromets, desarrollado por el legendario ingeniero Igor Sikorsky, que más tarde creó el helicóptero del mismo nombre ya como ciudadano norteamericano. El modelo de Sikorsky, designado Ilya Muromets No.107, era propulsado por cuatro motores Argus AS I de 100 HP cada uno. Algo sin precedentes para la época, un prenuncio de la grandiosidad de los proyectos rusos de ahí en adelante. Concebido como un avión comercial, el modelo se convirtió en el primer bombardero pesado ruso y sus variantes (S-22, S-23, S-24, S-25, S-26 y S-27) pasaron a
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