OVNIS Y LA “MIMETIZACIÓN TRANSITORIA”
Hace treinta años, empleé por primera vez en un artículo (OVNIS: La cara visible de una realidad oculta, diario Huelva Información, 15-11-88) el concepto de “mimetización transitoria” para referirme a esa capacidad camaleónica que poseen las entidades extrahumanas a la hora de irrumpir en nuestro mundo, utilizando diferentes disfraces según la época. De ese modo, se camuflan o se adaptan mejor a las creencias compartidas en ese momento por un determinado colectivo humano, logrando así una manipulación más eficaz. No hay que pasar por alto que la experiencia suele ser asimilada e interpretada por el testigo según los elementos culturales propios de su contexto (es más fácil que hoy adquieran el disfraz de extraterrestres debido a que vivimos en una era tecnológica y espacial y la idea del visitante forma parte de nuestra cultura gracias a la ciencia-ficción y a las expectativas surgidas en torno a la ciencia del siglo XX).
Al manifestarse, esas entidades elaboran una determinada imagen visual con la que poder obtener exitosamente sus maquiavélicos propósitos, ejerciendo un control casi hipnótico sobre la mente del individuo. En el fondo, nos quieren hacer creer que son lo que realmente no son. Sus ropajes ocultan su verdadera naturaleza, que nada tiene que ver con viajeros del espacio exterior. Asistimos, pues, a un “gran teatro cósmico” en todo su esplendor. Y me temo que no formamos parte del público que asiste a la función para contemplarla cómodamente sentado. Somos, nos guste o no, actores totalmente inmersos en una fantástica representación dramática, cuyo desenlace, por ahora, desconocemos.
OBJETIVO OVNI
Para algunos aventajados ufólogos, la inteligencia que se oculta detrás de los ovnis estaría encargándose de llevar a cabo un sistemático plan, aparentemente sutil, que tendría como fin deconstruir nuestros obsoletos esquemas lógicos y nuestra errónea concepción
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