EL “PADRE” DEL ESPIRITISMO MODERNO
En el cementerio parisino de hay una sepultura que es objeto de peregrinación para los espiritistas de todo el mundo. En ella descansan los restos de, más conocido como (1804-1869), pseudónimo elegido por este pedagogo francés cuando un “espíritu guía” le reveló, en el transcurso de una sesión espírita, que ese era su nombre en una vida pasada en la que ejerció como druida en la Galia romana. Cinco años después de los sucesos desencadenados en Hydesville, Allan Kardec tuvo conocimiento de las hermanas y e l recién inaugurado movimiento espiritista en Estados Unidos. Sin su aparición en escena, la práctica del espiritismo no habría dejado de ser lo que realmente es: un entretenimiento social que se puso de moda en aquella época. Porque Kardec, que hasta entonces había escrito manuales de gramática, contribuyó a d otar de un corpus doctrinario que otorgó un status de filosofía a l o que no era más que un simple pasatiempo. Considerado fundador de espiritismo moderno, Hippolyte León inició su incursión en el espiritismo y, seducido por su discurso, comenzó a e scribir los primeros textos reflejando sus comunicaciones con el “Más Allá”. (1857), (1861) o (1864) son algunas de las numerosas obras en las que Kardec compila las presuntas revelaciones recibidas en las comunicaciones espíritas. Esta serie de textos, soporífero ayuno intelectual, constituyen hoy el catecismo básico del espiritismo moderno.
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