CRÍMENES EN CASTELLÓN UN LUGAR DONDE, APARENTEMENTE, NUNCA PASA NADA
e gustaba leer con un mapa al alcance de la mano. . Más tarde, las novelas policíacas despertaron mi curiosidad y hacía lo mismo: leía y consultaba los mapas. Recorrí las calles de Barcelona desde las letras de y el estómago de Pepe Carvalho. Descubrí que la literatura palpable (pisable en mi caso, permítanme la palabra) era la que más me gustaba. Me deleitaba visitando los lugares que los personajes de las novelas leídas habían transitado, los bares en los que habían bebido, los restaurantes en los que habían comido y los callejones en los que habían asesinado a alguien. Kurt Wallander, del genial , me puso en las manos un mapa de Suecia; , uno de Edimburgo. Aquellas novelas me hicieron conocer otros lugares mientras leía y también después de leer. No visité la supuesta isla del tesoro de , pero recorrí la cara siniestra de.
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