LOS PÁJAROS Y SU VUELO

“Estudiar la anatomía de las alas de un pájaro junto con los músculos pectorales que las mueven”, anotó Leonardo Da Vinci en su cuaderno. “Hacer lo mismo con el hombre para demostrar la posibilidad de que él pueda sustentarse a sí mismo en el aire batiendo alas”.

EXTRAVAGANTES VUELOS TEATRALES

Durante más de dos décadas, comenzando alrededor de 1490, en Milán, Leonardo investigó, con un grado no común de esmero, el vuelo de los pájaros y la posibilidad de crear máquinas que permitiesen a los humanos volar. Produjo más de quinientos diseños y 35.000 palabras diseminadas en una docena de cuadernos sobre esos asuntos. En su trabajo combinó su curiosidad por la naturaleza, sus habilidades de observación y sus instintos en ingeniería. También fue un ejemplo más de su método de utilizar analogías para descubrir patrones de la naturaleza. Entretanto, en ese caso, con la utilización de analogías fue todavía más lejos: ella lo aproximó, más que todas las otras investigaciones, al universo de la teoría pura, incluyendo la dinámica de fluidos y las leyes del movimiento.

El interés de Da Vinci por máquinas voladoras comenzó con el trabajo en los espectáculos teatrales. Desde los primeros días en el atelier de Verrocchio hasta los últimos en Francia, Da Vinci se dedicó a ese tipo de espectáculo con gran entusiasmo. Sus pájaros mecánicos fueron empleados por primera, y última vez, como distracción para la corte, así como los dragones alados y las otras criaturas voladoras imaginarias creadas por él para deleite y espanto de sus plateas.

Fue en espectáculos como esos que Da Vinci vio por primera vez dispositivos ingeniosos que hacían a los actores subir, bajar y flotar como si estuviesen volando. Brunelleschi, su antecesor como artista ingeniero en Florencia, era el “maestro de los efectos”