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Generación emergente
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Generación emergente

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La generación emergente Cómo llegar a las nuevas generaciones que alcanzarán al resto del mundo Este libro escrito desde el punto de vista totalmente latinoamericano aborda temas difíciles para los líderes cristianos de hoy. Presenta el dilema de la iglesia de América Latina ante la tormenta cultural que ha empezado. Postmodernismo, la nueva cultura juvenil y el lugar estratégico en que la iglesia latinoamericana se encuentra hoy, son algunos de los temas desafiantes que este libro controversial trata con estilo fresco y fácil de entender.

LanguageEspañol
PublisherZondervan
Release dateOct 14, 2010
ISBN9780829782271
Generación emergente
Author

Junior Zapata

Junior Zapata estudió en la Universidad de París, en México y los Estados Unidos. Es autor de los libros «La Generación Emergente» y «Agorafobia» con los cuales ha agitado la imaginación de miles de líderes en todo el continente. Es director del Colegio América latina, uno de los colegios cristianos más grandes en Latinoamérica.

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    Si sentís el dolor,la miseria, y podés ver y empatizar con el sufrimiento de esta generación que no ha conocido el corazón del Padre aún, es obligación deleitarse en estas páginas.

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Generación emergente - Junior Zapata

Capítulo 1

Generaciones

Un suceso generacional

Aquellos que nacimos antes de 1974 un día nos fuimos a dormir, y al día siguiente, amanecimos en el futuro. Despertamos en un mundo radicalmente diferente al que dejamos la noche anterior.

Salimos medio despiertos y medio dormidos a la calle. Vemos cosas que ni en sueños hemos observado. Vemos personas correr bulliciosamente por todos lados hablando un idioma que no entendemos, usando herramientas que nunca hemos visto, vestidos con una moda diferente pero con un aire de la nuestra.

Bienvenido al futuro.

Encontramos una especie rara de humanos que antes llamábamos adolescentes. Esta nueva especie nos es desconocida. Son muy raros. ¡No sabemos si nosotros somos los humanos y ellos otra cosa, o si ellos son los humanos y nosotros nos hemos convertido en algo más! Es muy complicado.

Nos encontramos en esta nueva cultura que tiene una nueva familia, un nuevo idioma, una nueva religión. Tiene su propia tecnología, su propia moda, su propio gobierno. Sus propios alimentos, su propia economía y su propio arte.

Lo que esta generación conoce del universo es radicalmente diferente de lo que nuestros reformadores conocían hace quinientos años, y es distinto a lo que nos enseñaron en nuestros cursos de Ciencias Naturales hace veinticinco años.

Nuestros ancestros en la fe, aquellos que abrieron nuestros ojos a una genuina libertad espiritual en los siglos dieciséis y diecisiete, no sabían del átomo. Nosotros aprendimos apenas hace unas cuantas décadas que el átomo era la parte más pequeña e indivisible en la creación, y que era el fundamento básico de toda materia.

Bueno, pues esta generación está aprendiendo algo diferente. El átomo no es la parte más pequeña e indivisible. Está compuesta por otras partículas aun más pequeñas que permanecen unidas por un compuesto que todavía no logran determinar. Lo que conocemos del universo creado está cambiando mientras lees este libro. Y recuerda que lo que sabemos del universo afecta lo que creemos y lo que hacemos.

Nos encontramos en el mismo planeta, pero en otro mundo. Conocemos el lugar, pero no el tiempo. Y nos detenemos en medio de la calle, rodeados de las multitudes de personas y de las multitudes de medios. Alzamos la cabeza al cielo y gritamos: «¿¡Dónde estoy!? ¡Quiero que regresen mis tiempos!»

Te tengo noticias: Ya tuvimos nuestros tiempos. Ahora son los tiempos de alguien más, de otra generación.

En la orilla, el sol del ocaso se reflejaba en los charcos semejantes a pulidos espejos de agua. La gruesa corriente arrastraba un manto rojo, reflejo del cielo pintado por el sol. A lo lejos, las ciudades se distinguían. Columnas de humo subían señalando la presencia de las grandes fortalezas.

El rostro del viejo, con sus elegantes pómulos esculpidos lentamente por el viento durante los años en el desierto, apuntaba sus ojos al otro lado del río con una mirada de nostalgia. El viento, jugando río abajo con la corriente de agua, acariciaba la cabeza del anciano peinando sus mechones color de nube. Como bandera al aire, su pelo bailaba al ritmo agresivo del bullicio del río.

«Es embriagante», dice el viejo en silencio mirando al «otro lado» como si memorizara la escena para la eternidad. Toma aire. El dulce aroma a abundante miel destilando como leche materna del corazón de la tierra más bella que sus ojos habían visto llena los sentidos del viejo líder, noble bohemio del desierto con porte de roble.

Con mirada de triste soñador, recoge un poco de arena y juega con ella entre los dedos. Se la lleva a la boca y la acaricia con sus labios. Él sabía que no podría tocar la tierra del «otro lado». Se tendría que conformar con esto. Lanzándola al aire, la observa caer y dice: «Así es mi vida».

El «otro lado» evoca sentimientos encontrados. A sus espaldas está el desierto, cementerio donde yace la generación antigua. Al frente, está la oportunidad de la nueva generación.

Mira hacia atrás y suspira. Mira hacia delante y llora. Como agua extraída de una roca las lágrimas ruedan al suelo y pesadamente salpican con arena las sandalias del viejo. Se siente un hombre «de otro tiempo», pero está en este tiempo. Es de otra generación, pero está en esta generación. Ahora, tiene que presentarle un nuevo desafío a una nueva descendencia.

Detenido solo por el poderoso caudal de un río indomable, el futuro les espera al otro lado con la tranquilidad del ojo de una tormenta que esconde detrás su verdadera fuerza.

De su generación solo quedan el viejo y unos cuantos más. El más cercano a él es su aprendiz, Josué, un hombre vigoroso tallado por la mano del desierto, con piel de olivo y corazón de guerrillero.

Moisés, volteando el rostro, se quita el pelo de la cara y mira de reojo a la nueva generación. Siente la adrenalina correr por sus venas, llenando de vigor su cansado cuerpo, abatido por la batalla contra el desierto. Siente el fuego de la fuerza juvenil que tenía cuando enfrentó al hombre más poderoso del mundo para anunciarle la liberación de su pueblo. Hoy, le toca tomar con nobleza la mano de esta generación y ayudarle a cruzar las fronteras del futuro para que entren a una nueva libertad.

Difícil pero no imposible.

Acercándose para hablarle a la joven generación, Moisés, con su profunda y grave voz, le comenta con suavidad a Josué que solo espera que le entiendan. Tranquilo viejo, piensa Josué sin decir nada, solo vos podés contar esas historias. Son las palabras de Dios, recordónos lo que pasó. No se nos debe olvidar, y entre las piedras, sigue caminando detrás de Moisés, pisando la larga sombra del viejo roble como lo había hecho por cuarenta años.

Parado delante de esta nueva generación, Moisés empieza a hablar. Las miradas de la multitud perforan el impetuoso corazón del viejo. Prendidos a cada palabra que sale de los blanqueados labios pulidos por el viento, los ojos sedientos de la mocedad beben las historias que el viejo cuenta.

Las leyes que leía no eran nuevas, solo las estaba repitiendo, volviendo a enseñarlas por primera vez a una segunda generación.

Emocionados por el futuro, no conociendo el pasado, Moisés sabe que no tiene mucho tiempo para recordarles los mandamientos de Dios y transferir a toda una generación la historia de la liberación divina.

El reto de tomar de la mano a la nueva generación y ayudarle a cruzar las fronteras del futuro es el terrible desafío que enfrentó Moisés y es el terrible desafío que hoy enfrentamos nosotros.

Esa era una generación como la que hoy en día tenemos. No tenía una identidad espiritual. El mundo era joven para ellos. No tenían pasado. No conocían el poder que había liberado a sus padres.

Deuteronomio describe un suceso generacional. Moisés se paró al lado del Jordán y le recordó al pueblo de Israel lo que tenían que hacer para recibir la tierra prometida. Un hombre fiel de una generación hablando a la próxima generación.

La Biblia se refiere a las «generaciones» más de doscientas veces, haciendo énfasis repetidamente en la responsabilidad que tiene la generación adulta con relación a la joven. En la mayoría de estas referencias la implicación es la transferencia de verdades.

La generación anterior, a la que se le había dado la Ley, ya no existía. Una nueva generación había surgido, a la cual Dios quería darle las herramientas para tomar el futuro, la tierra que él les había prometido. Entonces Moisés utiliza más de quince veces el término «te acordarás», concepto esencial para una generación al borde del futuro.

Los traductores griegos llamaron a este libro «Deuteronomio» porque esta palabra significa literalmente «Segunda Edición». Y se necesitaba una segunda edición de la Ley. No para hacerle enmiendas, sino para contextualizarla. Esta nueva generación solo había «oído» de la Ley, pero no conocía la historia y el propósito. Para ellos, Egipto tal vez era un país vacacional lejano donde sus padres habían pasado un tiempo. Ellos no tenían contexto, por lo tanto estaban completamente desarmados ante los retos que en breve iban a afrontar. Sin conocer el pasado nunca lograrían sobrevivir en el

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