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El arte del pensamiento positivo
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El arte del pensamiento positivo

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El hombre es un ser vivo provisto de una mente cuya función es general pensamientos que influyen en el funcionamiento del cuerpo. Este obra reúne enseñanzas que harán reflexionar al lector sobre la importancia de librarse del miedo: el miedo a la enfermedad, el miedo a envejecer, el miedo a la muerte, el miedo al olvido, el miedo a al locura, a través de técnicas que permitan la purificación del corazón y de la mente. Un libro que ofrece al lector una refrescante inmersión en el purificante torrente del pensamiento, guiándolo hacia su total autorrealización.

LanguageEspañol
Release dateJan 10, 2013
ISBN9781939048783
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    voy a comenzar a leerlo pero parece que tiene buena pinta.

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El arte del pensamiento positivo - Acharya Shri Mahaprajna

El presente volumen se concentra en un análisis detallado de los siguientes tres temas:

El arte de pensar

Los principios que rigen el cambio de corazón

Liberarse del temor

El arte de pensar

El hombre es un ser vivo provisto de una mente y el pensar es una función de la mente. También otros animales poseen una mente; sin embargo, su cerebro no está tan desarrollado y, en consecuencia, su poder de pensamiento es limitado. No obstante, la mente influye en el cuerpo mucho más. Un estudio sobre la mutua interdependencia entre el cuerpo y la mente revela que cuando el pensamiento de un hombre es positivo y constructivo, su cuerpo también se mantiene en perfectas condiciones. Por otro lado, el pensamiento negativo o destructivo resulta en el mal funcionamiento del cuerpo. Todo pensamiento que surge de la decepción o del apego es negativo, mientras que el razonamiento es siempre positivo y constructivo.

El pensamiento constructivo ayuda a mejorar las relaciones sociales y humanas y, por consiguiente, se despeja el camino hacia el desarrollo y el progreso. Los sentimientos negativos originan acritud en las relaciones sociales y humanas, obstruyendo así el camino hacia el progreso.

La práctica del preksha dhyana sirve para erradicar las emociones negativas y promover el pensamiento positivo.

Cambio de corazón

La evolución de nuestro mundo consiste en la evolución para el cambio. Sin cambio, no puede haber desarrollo. Si bien el hombre ha alcanzado un enorme éxito al cambiar el ambiente externo, su éxito con respecto al ambiente interior es limitado.

Un cambio total de corazón tiene lugar sólo si existe una transformación interior. La transformación interior se da en tres aspectos: la transformación de la emoción, la transformación del pensamiento y la transformación química del cuerpo. Es el sentimiento lo que da lugar al pensamiento y no al contrario. A igual sentimiento, igual pensamiento. A un cambio en el sentimiento, sucede un cambio paralelo en el pensamiento. Si la mente experimenta una transformación y el pensamiento cambia, la química corporal también experimenta un cambio. Eso marca el inicio de un cambio total de corazón.

La técnica para transformar el sentimiento, los pensamientos y la química del cuerpo es compleja. Es una técnica que consiste en transmutar la señal endocrina, en purificar el corazón y la mente.

Seis son los principios básicos de este cambio:

concentración

ecuanimidad

conciencia

liberación del apego

liberación de las falsas ilusiones

liberación del temor

Existen cuatro fuentes principales del temor:

falta de vitalidad

el complejo del miedo

constantes pensamientos de temor

secreción de las hormonas que producen el miedo

Existen cinco reacciones al temor:

enfermedad

vejez

muerte

falta de memoria

locura

Todos los medios para liberarse del temor (y la forma en que esos medios se emplean en la técnica del preksha dhyana) se describen aquí. Ya he hablado detalladamente sobre el arte de pensar, las técnicas para producir una transmutación de la mente y algunos medios para liberarse totalmente del temor. En este proceso de arremolinar los pensamientos he sido bendecido por la inspiración del Acharya Sri y del experto editor Muni Dhulheraj. Es mi deseo que este libro ofrezca al lector una refrescante inmersión en el purificante torrente del pensamiento.

Balotra (Rajastán) Acharya Shri Mahaprajna

1-9-1983

EL ARTE DEL PENSAR

Cómo pensar (1)

René Descartes, el famoso filósofo francés, decía: Pienso, luego, existo. La palabra pienso prueba que ‘existo’. Existo porque pienso.

Si fuese a ponerlo en términos dialécticos, diría que existo y, como poseo un cerebro desarrollado, entonces pienso.

El pensar no caracteriza al cerebro, es solamente una función y, por lo tanto, no puede ser un aspecto característico. Nuestra existencia y nuestra conciencia rebasan el pensamiento. El pensar es meramente un centello de luz, no toda la flama. La liberación del pensamiento es una total iluminación.

A través de la práctica de la meditación (dhyana) adquirimos un nivel superior de conciencia que rebasa el pensamiento y el punto donde comienza la experiencia directa. En presencia de la experiencia directa, el pensamiento pierde su raison d'etre (razón de ser) y llega a su fin de manera espontánea. Entonces todo se vuelve transparente como el cristal, porque hay una percepción directa. Vemos las cosas tal y como son. No existe necesidad alguna de pensar. Donde hay una percepción directa, no hay pensamiento, y donde el pensamiento se impone, no puede haber percepción.

Existen tres formas de experimentar: saber, ver y pensar. Alguien preguntó:

—¿Tu sirviente realizó la tarea que le fue encomendada?

El amo respondió:

—No lo sé. Debo averiguarlo y se lo haré saber.

El pensamiento resulta irrelevante cuando un suceso concierne a otra persona.

A otra pregunta:

—¿Tiene este y este otro artículo en su casa? —el amo respondió:

—No lo sé. Veré si está ahí.

Aquí tampoco hay espacio para el pensamiento. La primera pregunta evocó la respuesta lo averiguaré y la segunda produjo la respuesta veré. El saber (averiguar) y el ver no requieren de un pensamiento. La necesidad de pensar surge sólo cuando no es posible el saber ni el ver. Cualquier cosa oculta que no es evidente y sobre la cual no es posible decir algo con certeza requiere del pensamiento.

El pensar es una función de la conciencia cerebral. Por lo tanto, es un mero rayo de luz, no la total iluminación. Cuando, en la claridad de la percepción, adquirimos una visión directa, todo pensamiento sigue siendo rebasado.

El objetivo del dhyana-sadhna (práctica de la meditación) es ayudar a que el sadhak (practicante espiritual) alcance la experiencia directa. Si hay una experiencia directa, el pensamiento llega a su fin y surge el conocimiento en su total plenitud. No obstante, mientras el individuo esté atado a su cuerpo, mientras esté atado a la conciencia cerebral que lo angustia totalmente y mientras la conciencia trascendental despierte en él, el pensamiento será utilizado y no será posible suprimirlo del todo.

Existen dos tipos de personas que están libres del pensamiento. Aquel que ha adquirido la percepción directa, no recurre al pensamiento; y tampoco lo hace un idiota. El que ha sido ilustrado no tiene que pensar porque claramente percibe aquello que es. El idiota o el tonto no saben cómo pensar; simplemente son incapaces de pensar.

El amo dijo al sirviente:

—Aquí hay dos latas de aceite vegetal. Oculta este aceite en algún lado del jardín.

El sirviente se llevó las latas y regresó más tarde diciendo:

—Amo, he ocultado el aceite en el jardín. Ahora, ¿dónde pongo las latas vacías?

El amo respondió:

—¡De qué hablas! ¿Cómo y dónde ocultaste el aceite?

—Amo —dijo el sirviente—, hice un hoyo cerca de un árbol, vertí el aceite dentro y lo cubrí con la tierra. Está perfectamente oculto, ningún extraño podrá descubrirlo. Ahora, ¿qué hago con las latas?

El hombre que no sabe cómo pensar, aquel que carece por completo de la facultad de pensamiento, es un perfecto idiota. Puede verter el aceite dentro de un hoyo, pero nunca podrá utilizarlo. Puede ocultar el aceite, pero no sabe dónde ocultar las latas.

Así pues, dos tipos de hombres disfrutan de la libertad del pensamiento: el ilustrado y el ignorante. ¡Qué oposición! Y, sin embargo, semejante discrepancia ocurre. Sólo dos tipos de personas permanecen impasibles ante el honor o la desgracia: las que son completamente sabias (que se han liberado de todas las pasiones), y las que son perfectamente idiotas. Uno se pregunta cómo es que las dos pueden tener algo en común. En una persona que está libre de toda pasión, todas las disparidades desaparecen. Toda su actitud experimenta una transformación. Por otro lado, un idiota no posee la capacidad para diferenciar entre el honor y la desgracia. Simplemente no puede distinguirlos. Por lo tanto, al igual que el sabio —pero por una diferente razón— permanece sin afectación. ¡Qué ironía! ¡Qué notable coincidencia!

El pensar es un factor importante en la vida. Por un lado, reconocemos la importancia del pensamiento; por el otro, practicamos la meditación para adquirir una condición que está libre del pensamiento. ¿No estamos, por lo tanto, atrapados en una paradoja, en una irracionalidad?

Sin embargo, no debemos perder de vista el hecho de que aunque nuestro principal objetivo es liberarnos por completo del pensamiento, eso no es posible por el momento. Es una gran utopía pensar que un hombre puede trascender el pensamiento en el momento en que comienza a practicar la meditación. En todo caso, durante la meditación, el flujo de pensamientos se vuelve más poderoso. Aun los pensamientos que comúnmente no entraban en la mente surgen durante la meditación. Desde el momento en que una persona adopta la postura de la meditación o del kayotsarg (relajación con autoconciencia), los pensamientos remotos que nunca antes la habían atribulado, se agolpan en la mente. En ese momento, resalta el recuerdo de las cosas ya olvidadas y el practicante espiritual se ve asaltado por toda clase de pensamientos que lo desconciertan, a tal grado que incluso considera la idea de abandonar por completo la meditación. Sin embargo, el acrecentado flujo de pensamientos es inevitable en ese momento, ya que el estado de meditación les brinda una excelente oportunidad de surgir. Si un hombre está en un estado de tensión, todo mundo lo evita, y los pensamientos no son la excepción. Pero si un hombre está en un estado de kayotsarg, si se sienta relajado, si todas las tensiones desaparecen, los pensamientos dicen para sí: Ahora, ésta es una excelente oportunidad. No hay peligro. Y así, sin vacilar, entran a la mente. Mientras el estado de relajación continúe, éstos surgirán sin temor.

La meditación es un proceso que da lugar a un total desapego de los vínculos de una persona. La aplicación es semejante tanto en la entrada como en la salida. Un practicante espiritual acoge tanto a los que llegan como a los que se van. Aquellos que no están bien versados en la meditación se aferran a la idea de que nunca podrán desvincularse mientras vivan. Ese apego resulta muy doloroso.

En el momento en que un hombre comienza a practicar la meditación, se ve asaltado por distintos pensamientos. Que el practicante espiritual no sea perturbado por este flujo de pensamientos. Por el contrario, que lo observe y lo conozca; es decir, que observe los pensamientos que surgen sin ninguna interferencia. Conforme su percepción madura, el flujo de pensamientos se irá debilitando. De igual manera con el despertar de la conciencia, su habilidad para vivir la experiencia directa madurará y el flujo de pensamientos se debilitará cada vez más. Esperar que el pensamiento desaparezca repentinamente, que cese desde el primer día, es algo irreal. Por lo tanto, resulta imperioso que todo practicante espiritual aprenda a pensar acertadamente. Aquel que, adoptando el espinoso camino de la práctica espiritual, aun desea conducir su vida sin la menor fricción, sin enredarse ni verse lastimado por las penosas espinas, deberá aprender a pensar adecuadamente. Deberá dominar este arte a toda costa.

La pregunta esencial es: ¿cómo piensa un hombre?

El pensar es un arte. Rara vez uno se topa con un verdadero pensador. Pero el hombre que sabe cómo pensar, encuentra un camino llano.

Un faquir, en medio de una discusión, dijo:

—Ciertamente he aprendido algo de todo tipo de personas.

Alguien preguntó:

—¿Qué has aprendido del ladrón?

El faquir dijo:

—En cierta ocasión viví en la casa de un ladrón. Por las noches, el ladrón salía a robar. A su regreso, le preguntaba:

—¿Pudiste conseguir algo?

él respondía:

—Nada. Vengo con las manos vacías; pero mañana puede ser un día fructífero.

Al segundo, y de nuevo al tercer día, le hice la misma pregunta y me dio la misma respuesta:

—No pude conseguir nada hoy, he regresado con las manos vacías; pero espero obtener algo mañana.

así transcurrió todo un mes. Todo el mes, el ladrón no pudo conseguir nada. Y pensé: El ladrón sale a trabajar todas las noches y se pasa en eso de siete a ocho horas. Pierde su sueño y, sin embargo, no obtiene nada para mitigar sus penas. Durante todo un mes no ha sido capaz de obtener nada, pero no ha perdido la esperanza. Siempre dice: ‘si no fue hoy, ya obtendré algo mañana’. El ladrón ha mostrado una paciencia ejemplar. Aun y cuando regresaba a casa con las manos vacías, nunca le dio espacio a la desesperación. Así que del ladrón aprendí a nunca perder la esperanza en el camino de la devoción. Mientras estemos comprometidos en un buen trabajo, no debemos nunca abandonar la esperanza.

Pero qué extraña e incomprensible es la disposición del hombre. Una persona comprometida en un buen trabajo pronto se desilusiona, mientras que el malévolo nunca abandona la esperanza. Los ladrones, predadores y delincuentes nunca desesperan.

Éste es un hecho. Después de pensarlo mucho, he llegado a la conclusión de que el malvado domina la fe mejor que el bondadoso. Para tener fe en la bondad, debemos tener mayor devoción. Es la ausencia de fe lo que evoca la desesperación. La fe y la malicia parecen tan ligadas entre sí, que el hombre se deja seducir por la maldad y, en ese sentido, su fe se fortalece por sí misma. No se requiere de mucho esfuerzo en ese aspecto; sin embargo, para fortalecer la fe en el camino hacia la bondad, sí se requiere de un tremendo esfuerzo.

¿Qué es el pensamiento apropiado y qué hacer para pensar apropiadamente? Es muy importante saberlo, porque un hombre con un enfoque negativo rechazaría incluso la verdad factual, mientras que un hombre provisto de un pensamiento positivo puede acceder a la verdad y, por lo tanto, puede encontrar una solución a sus problemas.

Existen dos formas de pensamiento: negativo y positivo. Es muy frecuente que un hombre se entregue al pensamiento negativo; no piensa positivamente. El enfoque negativo invariablemente terminará en desesperación, pérdida de entusiasmo, sensiblería, menosprecio y desviación del deber. En resumen, el pensamiento negativo significa el principio del fracaso en la vida.

La clave del éxito se encuentra en el pensamiento constructivo y positivo. Y sólo ese hombre es capaz de pensar de manera constructiva, quien ha comprendido la importancia de la meditación, quien ha aprendido a mantener su corazón puro, cuya mente es capaz de concentrarse y quien está libre del apego.

Tanto los pensamientos constructivos como los negativos poseen ciertos indicadores por los cuales los conocemos. Antes que todo, debemos determinar si nuestra visión es parcial o total, si es integral o distorsionada, porque un hombre provisto de una visión holística e integral puede pensar constructivamente; sin embargo, el pensamiento de un hombre afligido por una visión parcial será siempre distorsionado.

En ausencia de una visión total de cualquier situación dada, el pensamiento basado en una visión parcial sigue siendo parcial y, por lo tanto, inadecuado. Una visión holística es una experiencia necesaria para tener un pensamiento adecuado y equilibrado. Al ser confrontados con una opinión positiva o integral, muchos conflictos son resueltos, mientras que una visión confusa da lugar al prejuicio y al surgimiento de muchos problemas innecesarios.

Algunos viajantes se detuvieron a descansar bajo la refrescante sombra de un árbol de mango. Se recostaron para platicar. Uno de ellos dijo:

—Cuando venía para acá, vi una lagartija roja en un árbol.

De inmediato, otro de ellos lo contradijo:

—Debes haber tenido una alucinación, porque yo también vi la lagartija, y era verde.

El primer caminante dijo:

—Debes haber visto otra criatura en otro árbol, porque lo vi con mis propios ojos y puedo asegurar que era una lagartija roja.

El otro protestó:

—No estoy mintiendo. Eres tú el que se equivoca. Era una criatura verde la que se encontraba trepada en el árbol.

Los ataques y contraataques prosiguieron hasta que, poco a poco, la discusión subió de tono y ambos se liaron a golpes. Uno de sus inteligentes compañeros intervino:

—¿Por qué discuten por nada? Yo también seguí la misma ruta detrás de ustedes. Ambos tienen razón. Esa criatura en el árbol era tanto roja como verde. Una visión total no da lugar a una contradicción. Es sólo un enfoque parcial y unilateral lo que evoca el problema. Esa criatura que observaron era un camaleón. Cuando pasó el primer caminante, había adquirido un tono rojizo, y cuando pasó el segundo, cambió a verde. Ya saben que un camaleón cambia continuamente de color. Ambos están en lo correcto.

El mundo en que vivimos es como un camaleón. Todo aquí cambia de un momento a otro y el hombre no es la excepción. ¿Cuántos rostros adopta un hombre en el curso de un solo día? Pareciera que el hombre es una imagen de Dios que se manifiesta de muchas maneras. La persona que uno vio por la mañana como un modelo de tranquilidad e impasibilidad, al mediodía se muestra tan frenética y agitada como si fuese un monstruo despiadado. En el curso de un día un hombre adopta mil formas distintas. Se presenta en miles de formas diferentes. Sólo una vez durante el día y una vez más durante la noche, el mar ostenta sus mareas. Sin embargo, el pensamiento del hombre ostenta miles de mareas en un solo día. Surge una continua elevación y caída. Ninguna constancia o estabilidad, sólo una inconstancia que nace de la perversión. Tal situación requiere de un profundo análisis, lo que significa una indagación de la proyección del pasado y el presente. A menos que ambas proyecciones se unifiquen, no será posible conocer al hombre por completo.

Para conocer y vivir la realidad, es necesario investigar la trascendencia del pasado y el presente. Esto, en sí mismo, constituye un enfoque holístico, una opinión aislada, a diferencia de la opinión distorsionada y que se basa en la percepción de una parte única. En el enfoque holístico no hay lugar para la controversia; pero un enfoque impresionista que se basa en una visión unilateral y que es falseado por el prejuicio, inevitablemente da lugar a la disputa y el conflicto. El sano enfoque del pensamiento es el enfoque constructivo y positivo, la opinión holística o integral.

Chelna, la reina del emperador Shrenik, se encontraba durmiendo. Era la época fría de invierno, terriblemente fría. Mientras dormía, las siguientes palabras escaparon de sus labios:

—¡Me pregunto que estará él haciendo ahora!

El emperador se despertó. Al escuchar estas palabras todo su ser enardeció. Se sentía orgulloso del carácter de su reina. Y pensó: La reina en quien puse mi mayor confianza está murmurando entre sueños ‘me pregunto qué estará él haciendo ahora’. ¿De quién habla? ¿Tendrá un amante secreto? ¡Oh Dios!.

Su mente se encontraba muy confundida. Concibió una enorme desconfianza hacia su propia reina y de inmediato proyectó un odio extremo hacia ella.

La mañana sorprendió al emperador desolado y enfurecido. Hizo llamar a su hijo y primer ministro, Abhay Kumar, y le dijo:

—¡Quema este palacio sin demora! Saldré a ver a Lord Mahavir.

Abhay Kumar estaba sorprendido por la orden del emperador. Y pensó: Quemar el palacio, reducir en cenizas a la reina Chelna sin previo aviso, ¡qué tipo de mandato es ése! Por un lado, era una orden de su padre; por el otro, el crimen más atroz, ¡quemar viva a su propia madre! Sabía muy bien las consecuencias de no obedecer las órdenes del rey. Se encontraba en un dilema.

El emperador Shrenik llegó al lugar de reunión con Mahavir y le rindió tributo. En su discurso, Lord Mahavir habló sobre las mujeres castas y fieles. De manera casual, Mahavir dijo:

—La reina Chelna es la más casta y fiel de todas las mujeres. Es muy devota y dedicada a la verdad.

El emperador no podía creer lo que escuchaba. Y le dijo a Mahavir:

—Honorable señor, ¿cómo es eso? Dice usted que la reina Chelna es la mujer más virtuosa, sin embargo, anoche estas palabras escaparon de sus labios mientras dormía: ¡Me pregunto que estará él haciendo ahora!. ¿Estas palabras simbolizan su virtud o todo lo contrario?

Lord Mahavir dijo:

No conoces el verdadero significado de esas palabras. La reina Chelna vino aquí ayer a rendir su tributo. Después, de camino al palacio, se encontró con un eremita Jain que meditaba bajo un árbol. Se encontraba desnudo y hacía demasiado frío. La reina no se detuvo y, después de hacer una reverencia, prosiguió su camino. Mientras dormía, una de sus manos quedó fuera de las sábanas. Debido al frío extremo, su mano se entumeció y se puso tan inerte como si no tuviera vida. La reina quería levantar su mano, pero no podía. Entonces, la reina exclamó: ¡La mano se expuso al frío por un momento y hay que ver cómo se puso! Casi ha muerto y se ha quedado completamente paralizada. ¡Admiro al eremita que medita a la intempeie sin ropa! ¡Me pregunto qué estará él haciendo ahora!.

El emperador se quedó pasmado al escucharlo. Partió de inmediato. Pensó: Si el palacio fue incendiado, tal y como lo ordené, se habrá hecho una gran injusticia. Caminó de prisa. En el camino se encontró con Abhay Kumar y ansiosamente le preguntó:

—¿Obedeciste mi orden?

—Sí, señor. ¿Cómo podría desobedecer tus órdenes?

El emperador dijo:

—Abhay Kumar, se ha cometido una gran injusticia.

Abhay Kumar dijo:

—¿A qué te refieres?

El emperador le relató toda la historia.

Abhay Kumar dijo:

—¡Señor, no te preocupes! Encendí el fuego, tal y como lo ordenaste, pero le tomará todo un día alcanzar el palacio.

El emperador respiró con gran alivio.

Sería obvio ver, a partir de esta historia, cómo el pensamiento distorsionado puede provocar una terrible calamidad y cómo un hombre podría cometer una gran injusticia. Dios sabe cuántos conflictos comunitarios, nacionales, tribales y sociales surgen de una opinión distorsionada. La esposa dice algo. El esposo no presta total atención. Y por un mal entendido, surge una crisis familiar que lleva a veces a terribles consecuencias.

El esposo insiste en que lo escuchó con sus propios oídos, pero sus oídos no son infalibles. Dice que lo vio con sus propios ojos, pero sus ojos no son los ojos de Dios. Muchos de nosotros hemos visto cómo un hombre es traicionado por sus ojos y oídos. ¿Qué estupideces no comete el hombre a partir de una visión parcial? Muchas injusticias se comenten por impaciencia e impulsividad.

Para tener un pensamiento adecuado y equilibrado, una visión constructiva y positiva, se requiere desarrollar, primero, una opinión integral. Ningún individuo debiera permitirse ser persuadido por una visión distorsionada y nunca debiera tomar ninguna decisión en ninguna materia sin antes obtener toda la información.

En una ocasión, en China, se llevaba a cabo el alistamiento obligatorio de reclutas. Alguien se acercó a Mao Tse-Tung y dijo:

—Es bueno que te hayas roto una pierna. Eso te salva del reclutamiento.

Mao Tse-Tung contestó:

—Tú lo has dicho, pero yo no puedo decirlo, porque no tengo frente a mí todo el escenario sin el cual no es posible determinar si es bueno o malo.

Sólo cuando todo el escenario aparezca frente a uno, podremos determinar si un suceso en particular es bueno o malo. No se puede llegar a esa conclusión a partir de una visión parcial. Si un hombre toma una decisión a partir de una visión parcial, de alternativas mal concebidas y de sentimientos pueriles, invariablemente surgirá el conflicto y la guerra. Un hombre debe, por lo tanto, desarrollar una visión holística.

La opinión positiva y constructiva debe ser expuesta. Sin embargo, su principio fundamental es el desarrollo de un enfoque ho- lístico. Si se activa este principio en la vida, la opinión constructiva comenzará a madurar por sí misma.

Cómo pensar (2)

¡El verano ardiente! ¡El sol abrasador! En la temporada de calor, nuestro cerebro también se calienta. Sin embargo, para tener un pensamiento adecuado, debemos tener un cerebro fresco, puesto que un cerebro exaltado entorpece el pensamiento. También provoca muchos problemas innecesarios que invariablemente resultan en una acción excesiva. La señal principal de una buena salud es que nuestros pies permanecen calientes y el cerebro fresco. Sin embargo, con la mayoría de las personas sucede lo contrario: el cerebro se calienta y los pies se enfrían. Si el cerebro se mantiene tranquilo, un hombre puede vivir muchos años. Si se establece en la tranquilidad, entonces vive con entusiasmo.

Los científicos modernos se encuentran ocupados en desarrollar una nueva técnica que le permitiría al hombre vivir quinientos o incluso hasta mil años. Ésta es la técnica de la refrigeración, del congelamiento. Un hombre es congelado y durante diez años permanece inerte. Después es expuesto al calor y revive. Los científicos experimentaron con hormigas y las congelaron vivas. Las hormigas murieron y se enfriaron. Después de diez minutos fueron calentadas y revivieron; reiniciaron su actividad. A veces podemos ver cómo las moscas y las hormigas caen en agua fría y parecen estar muertas, pero una pequeña aplicación de calor las hace resucitar.

Si un hombre pudiera ser congelado, podría vivir muchos años. Sin referirnos a todo el cuerpo, si tan sólo el cerebro pudiera mantenerse fresco, la longevidad del hombre aumentaría en gran medida. Entre la juventud sucede muy a menudo la muerte a destiempo, siendo la principal razón el calentamiento frecuente del cerebro. Un joven se exalta demasiado pronto y con demasiada frecuencia. La constante exaltación destruye las células cerebrales.

Las células de nuestro cerebro constituyen el principio de nuestra vida. Mientra estas células estén vivas y activas, un hombre seguirá con vida aun cuando su corazón deje de latir. Se ha observado que un hombre que había sido declarado muerto por los médicos apareció vivo después de un tiempo. En ocasiones, un hombre muerto que está siendo trasladado en un féretro al panteón y que está siendo colocado sobre el piso para su cremación, con leños a su alrededor listos para ser encendidos, revive y se despierta bostezando, ya en la hoguera, haciendo que los bloques apilados se dispersen. La gente lo confunde con un fantasma, pero, en realidad, nunca murió. Estuvo vivo todo ese tiempo. Sólo el médico lo había declarado muerto. Efectivamente, su cerebro estaba activo, no había muerto, y mientras el cerebro siga vivo, no se puede decir que un hombre ha muerto aunque exista una falla en el corazón o en las pulsaciones.

El cerebro es el escaño, la base fundamental de la vida. Mientras más fresco esté el cerebro, más plena será nuestra vida y más constructivo nuestro pensamiento. De hecho, un cerebro fresco es el principal requisito para tener un pensamiento íntegro, constructivo y equilibrado. A partir de esta perspectiva, el segundo criterio para tener un pensamiento adecuado depende de si el pensar se está realizando en un estado de frenesí o en un estado de tranquilidad. La agitación vuelve defectuoso el pensamiento. El pensamiento realizado en un estado de confusión nunca será provechoso, adecuado, equilibrado ni constructivo. Sólo puede ser constructivo si la mente no está agitada. El pensamiento se debe basar en hechos ya que el pensamiento factual puede tener alguna utilidad. Cuando el hecho se vuelve secundario y la emoción es la que impera, el pensamiento nunca puede ser práctico ni sano. El pensamiento de un individuo que no practica la meditación y que no tiene control sobre su mente, cuya mente no está tranquila ni equilibrada, siempre será abrupto y emotivo. Esa persona es incapaz de pensar adecuadamente.

El amigo de un político le dijo:

—Me encontré hoy con esta persona y está hablando mal de ti.

Al escuchar esto, el político estalló y dijo:

—Deja que gane esta elección y me convierta en ministro, entonces le daré a ese hombre una lección por insultarme.

Eso es a lo que lleva el pensamiento emotivo. Ese político debió haber confirmado primero si esa persona efectivamente lo había insultado o no. De lo contrario, uno puede escuchar un embuste y exaltarse por nada. ¿Quién no ha presenciado terribles estallidos de ira o de orgullo? Y también estamos familiarizados con los efectos adversos de éstos. Un sirviente no acata nuestras órdenes de inmediato y nuestro orgullo se siente herido. En un estado de exaltación a veces decimos y hacemos cosas terribles. Nos complacemos en abusar y golpear al sirviente y, algunas veces, lo despedimos. Todo esto en el frenesí del orgullo herido. Nunca nos detenemos a pensar por un momento por qué un hombre siempre debe obedecer a otro. Después de todo, no siempre es algo obligatorio. Obedecer es bueno, pero algunas veces es mejor no hacerlo. El amo posee la facultad de pensar, y también el sirviente.

Un amo dijo al sirviente:

—Ve y riega el jardín.

El sirviente dijo:

—¡Amo, está lloviendo a cántaros! ¿Para qué regarlo ahora?

El amo dijo:

—¡Eres un tonto! Si está lloviendo, ¿por qué no usas un paraguas?

¿Qué debe hacer el sirviente? El amo que le ordena ni siquiera se detiene a pensar en que regar las plantas bajo la lluvia es completamente inútil. ¿Por qué debe el sirviente obedecer una orden tan estúpida?

No todos los que dan órdenes son necesariamente sabios y se dan muchas órdenes estúpidas. A veces estas órdenes pueden resultar en una enorme injusticia. Y sin embargo, el amo se indigna si alguna de sus órdenes no es acatada de inmediato. Por supuesto que después él también tendrá que enfrentar las consecuencias. En un estado de frenesí, todo pensamiento se distorsiona. Existe entonces poco entendimiento entre los hombres. Un cerebro sobrecargado es el principal responsable del deterioro de una relación entre marido y mujer, entre hermano y hermano, y entre amo y sirviente. Con esta pared de frenesí entre ellos, los hombres nunca podrán entenderse entre sí ni podrán ver a la otra persona tal y como es; todo lo que podrán ver será el color de su frenesí. El hombre al frente parecerá ser la viva imagen de su indignación. El pensamiento frenético nunca podrá ser justo. Así pues, uno de los criterios del pensamiento equilibrado es practicar el desapego. ¿Cómo es posible esto? ¿Es posible pasar por alto la indignación y el orgullo? La mayoría de las personas

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