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¡Qué buen discurso!
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Ebook234 pages2 hours

¡Qué buen discurso!

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About this ebook

Tras varias décadas de experiencia en comunicaciones y en la redacción de mensajes y discursos, como escritor fantasma (ghost writer), se presenta este compendio de consejos, métodos, ejercicios, estructuras y ejemplos, para alcanzar el éxito en sus presentaciones personales, ya sea en grupos grandes o reducidos. Un libro esencial para profesionales, políticos, locutores, gerentes y, en general, para su desarrollo personal. Escrito por alguien con más de 50 años de experiencia en comunicaciones, en varios países de América Hispana y reconocido como uno de los más destacados “escritores fantasma” del momento.

LanguageEspañol
Release dateAug 20, 2013
ISBN9781301964208
¡Qué buen discurso!
Author

Alberto E. Goachet

Currently: Author, speechwriter, consultant, president and COO of Cellulose Dominion (Puerto Rico) Inc.

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    Una magnifica guía de como elaborar y decir discursos en forma adecuada
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    5/5
    interesante

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¡Qué buen discurso! - Alberto E. Goachet

Prólogo

"…y entonces me puse de pie, caminé hacia el estrado y, al llegar, miré al público, me cegaron las luces, sentí frío en la espalda, se me nubló el cerebro y, sin decir palabra, di media vuelta y salí del escenario apresuradamente…"

Es posible que más de un lector haya tenido una pesadilla similar. La perspectiva de dirigirse a una audiencia, de pares o de desconocidos, nos puede causar angustia, temores, recelos o desconfianza… en otras palabras: Terror.

No se sienta mal: No es el único.

Pocas personas (por no decir que nadie) nacen con la habilidad de superar temores ante una audiencia. Es una destreza (o si quiere llamarlo: capacidad), que se adquiere, que se fomenta, que crece y se desarrolla con la práctica y que está regida por algunos conceptos y técnicas que no están lejos de su alcance.

Hay quienes, desde niños, tenían una cierta habilidad, ya sea cantar, recitar poemas o realizar alguna destreza que despertaba curiosidad en los adultos. Era entonces que papá o mamá, le solicitaba a su diestro hijo que actuara frente a la familia o los amigos. No importa que estos bostezaran, se aburrieran o se recostaran en sus sillas para resistir el proceso, como si fuera un suplicio no solicitado e injusto. Pero al niño no le importaba y, con el tiempo, se acostumbraba a las audiencias poco generosas, a cambio de un cortés aplauso final, más dedicado al padre o a la madre que a las destrezas de la criatura.

Al pasar los años, esas experiencias le dieron un tipo de fortaleza personal, hasta de cierta indiferencia ante las audiencias hostiles, algo que lo ayudó a convertirse en alguien capaz de presentarse en público sin temor.

Es cierto que esas personas nos llevan algo de ventaja, pero no necesariamente es una ventaja absoluta ni constante.

Porque el arte de la oratoria está compuesta de virtudes y de faltas, de triunfos y de derrotas, de éxitos y de fracasos, de logros y de metas no alcanzadas. Los unos se celebran y reafirman; los otros son lecciones que uno aprende y utiliza en el futuro para hacer las cosas mejor.

Edison decía que él nunca se equivocaba, porque cada fracaso le enseñaba cómo no hacer las cosas.

Este libro no contiene la totalidad de las experiencias y objetivos necesarios para alcanzar el más alto nivel de perfección en oratoria personal. No intenta ser un tratado final ni absoluto.

Es solo una guía de destrezas, conceptos, ideas, ejemplos y técnicas, que le permitirán acercarse cada vez más a una comunicación óptima en su entorno personal o profesional.

De hecho, hasta el nombre es algo genérico, pues pudiera haberse titulado ¡Qué buen mensaje! o quizás hasta ¡Qué buena comunicación!

Porque poder comunicar, saber dar un discurso, transmitir un mensaje, ofrecer una conferencia, hacer una presentación o un brindis y otros eventos más que le van a salir al paso, es algo que le sirve como individuo y como profesional, por tanto es un objetivo primordial de un provechoso desarrollo profesional y de una buena gerencia.

Ya sea en su entorno familiar o social más cercano, en un amplio universo social, en la delicada y vital labor de comunicar sus ideas o sus logros en una situación empresarial o, en su extremo, en el desarrollo de una destreza oral que lo lleve a incursionar en la política, saber expresarse y hacerlo de manera que todos se sientan comunicados, trae consigo muchos beneficios, en su mayoría cuantiosos.

Por eso, notará que en este libro tratamos de empezar por lo más básico y de allí evolucionamos a técnicas y destrezas. Tratamos de proceder en orden, sugiriéndole que su proceso también sea ordenado.

Con esto queremos decir que, si no se siente cómodo aún, no se tire de cabeza sin saber la temperatura del agua ni la profundidad de la piscina.

Ejercítese, aprenda, estudie, analice y, cuando se sienta seguro, láncese.

No le garantizamos un éxito inmediato, pero si una serie de agradables experiencias cuando lo que quiso decir lo dijo bien y su audiencia lo aprecia.

Y recuerde al que dijo "Cuánto más me esfuerzo, más suerte tengo…"

Adelante.

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La Esencia de la Comunicación

Julia Scherba de Valenzuela, Ph.D., profesora asociada de la Universidad de Nuevo México, define comunicación como el acto en el que una persona da o recibe de otra persona (u otras personas) información sobre necesidades, deseos, percepciones, conocimiento o estado.

Esta es una definición reconocida universalmente, aunque no tiene un corolario completo.

Porque una vez transferida (recibida o entregada) el tema o la información comunicada, esta debe causar algún tipo de efecto en el recipiente, ya sea inmediato o integrado a futuras acciones.

Con esto queremos decir que toda comunicación tiene objetivos: Informar, alterar, modificar, superar, obligar, ampliar o algo que produzca un cambio en las actitudes, intereses, opiniones, acciones o conocimiento del o los receptores.

O sea que después de realizado el proceso de comunicar, el receptor ha variado la percepción de sus realidades (porque tiene nueva información) o se apresta a cambiar sus acciones (porque ha recibido una nueva dirección), ya sea consciente o inconscientemente.

Esto nos lleva a definir la comunicación como un proceso con cinco elementos:

De este esquema se da forma al contenido de este libro.

Hablaremos del tema, de cómo componerlo y estructurarlo, de darle forma coherente y comprensible, sencilla y a la vez, abarcadora.

Luego hablaremos del comunicador, más específicamente, de usted: De sus tareas, de su estilo, de sus fuerzas y de cómo superar sus limitaciones.

Nos ocuparemos de las diversas formas de comunicar, o sea el medio, ya sea hablando, escribiendo, dirigiéndose a uno, a pocos o a muchos.

Para terminar con nuestro esquema, trataremos de establecer respuestas específicas de nuestro receptor, ya sea a través del empleo de la información entregada convertida en acción específica o en el cambio de actitudes u opiniones sobre el tema tratado. Este último acápite, sin embargo, no tiene que ser dinámico ni inmediato, pues depende de una serie de otros factores que trataremos en su momento.

Aún así, este mismo esquema le servirá para darle orden y sentido a su proceso personal, adquiriendo una paulatina seguridad y confianza que redunde en una efectiva comunicación.

Porque, al fin de cuentas, la comunicación solo es completa cuando el receptor entiende la comunicación.

O sea que no importa cuán bueno sea su mensaje, si no hay un resultado concreto o específico, amplio o parcial, la calificación final puede variar radicalmente.

Con los ejemplos que hemos de darle, le demostraremos que largos mensajes sin estructura ni objetivo claro, se han perdido en el aire de la locuacidad. Otros, cortos y sencillos, han perdurado a través del tiempo y han producido cambios significativos en el entorno social o histórico.

Quizás lo primero que le estamos aconsejando es que no se preocupe ni establezca un tiempo específico para la duración de su mensaje,

Lo importante no está en el cuánto sino en el qué.

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El Tema

El corazón de un mensaje es su tema. Si es el adecuado, produce un flujo saludable y palpita en cada recoveco lingüístico. Le da coherencia, estilo, profundidad y fuerza, Lo hace vivir.

Pero, al igual que un corazón humano, solo hay uno. No puede haber varios ni deben causar un conflicto el uno con el otro. Tener más de un objetivo no solo es poco saludable, sino que produce mensajes largos, desorientados y sin foco.

Puede que usted tenga que decir varias cosas sobre un tema, pero hacerlo es por una sola razón.

Por ejemplo: Usted podrá anunciar a sus empleados que se van a tomar una serie de medidas para incrementar la producción. Las medidas pueden ser varias, pero el corazón del mensaje será incrementar la producción.

O deberá hacer un brindis para una celebración, el cual podrá tener varias anécdotas, referirse a hechos pasados o a varias otras personas, pero se trata de una celebración.

O va a dar un discurso político para su candidatura a una posición que traerá mayor progreso para el país, llenándolo (sin exagerar) de razones para que voten por usted y no por su oponente, porque usted y solo usted le traerá mayor progreso al país.

Si usted se concentra en un tema, en un solo objetivo, contundente y sólido, tiene ya la mayor parte del trabajo hecho.

No quiere decir que esto sea fácil. Encontrar el tema puede requerir esfuerzo, análisis, estudio y mucha concentración, además de una férrea disciplina para que, cuando lo encuentre, no se aparte de él, no se distraiga y sepa eliminar todo aquello que ensucie la pureza del mensaje central.

Una buena forma de determinar el tema central es hacer una lista de todos aquellos temas que considera apropiados. Imaginemos nuevamente que vamos a dar un mensaje de celebración por un aniversario del matrimonio de los abuelos. Es posible que los temas pudieran ser:

• La Familia

• La Continuidad

• El Amor Imperecedero

• El Respeto

• La Constancia

• El Futuro

Cualquiera de ellos, por sí solo, puede servir de base a su discurso, pero debe hacer el ejercicio de determinar cuál es el más poderoso, el más significativo, el más trascendente, el que más impactará a la audiencia, del que más información tiene. Una vez lo detecta y se abraza a él, notará que todo empieza a fluir con más facilidad. Es como si el caos de las ideas se reacomodan a sí mismas para presentarse de manera ordenada y significativa, con sus propias oportunidades y su flujo natural.

Pero no descarte lo demás, los temas que no escogió. Guárdelos. Porque pueden darle una ayuda en la reafirmación de su tema central, como si fueran órganos de un cuerpo que depende del corazón.

Mi deambular profesional me ha permitido escribir una buena cantidad de mensajes y presentaciones. Aunque he sido locutor y me jacto de una voz medianamente buena, en su mayoría he escrito mensajes para otros; empresarios, profesionales, políticos y uno que otro favor, por amistad, para alguien enfrentándose a un evento personal. En todos los casos fue necesario no solo estudiar a fondo la audiencia y lograr un esquema sólido, sino también analizar a fondo al mensajero, asegurándome que se sintiera cómodo y seguro en su mensaje, en su estilo, en su forma y en su fondo.

Los ha habido cortos y largos, de 3 a 5 minutos y hasta de hora y media. Con gráficas o sin ellas. Con ayuda visual electrónica (teleprompter) o auditiva (apuntador), leídos o a base de notas estructuradas. Cada caso ha planteado un formato propio y distinto. Pero quizás los más complejos han sido los mensajes de presupuesto de un Gobernador a su Legislatura.

He hecho unos 15 de ellos, tras más de dos meses de trabajo en cada uno, reunido con contadores, abogados, políticos y jefes de agencias gubernamentales (ministerios), cada uno luchando por un pedazo importante, que sobresaliera sobre lo demás. Pero el objetivo no era solo el detalle sino, sobre todo, el tema amplio y contundente de la obra proyectada o lograda.

También he trabajado mensajes políticos, tanto de espíritu y estrategia como de barricada. Algunos para

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