Discover millions of ebooks, audiobooks, and so much more with a free trial

Only $11.99/month after trial. Cancel anytime.

Nuevo Comienzo: La invitación de Dios a disfrutar de una vida grandiosa
Nuevo Comienzo: La invitación de Dios a disfrutar de una vida grandiosa
Nuevo Comienzo: La invitación de Dios a disfrutar de una vida grandiosa
Ebook268 pages4 hours

Nuevo Comienzo: La invitación de Dios a disfrutar de una vida grandiosa

Rating: 0 out of 5 stars

()

Read preview

About this ebook

Si usted tuviese la oportunidad de mejorar su vida, ¿lo haría? Solo es cuestión de tomar una decisión.Cuando nos encontramos atrapados por hábitos, comportamientos y actitudes perjudiciales es difícil que lleguemos a convertirnos en la persona que Dios ha creado y quiere que seamos. Doug Fields, pastor docente de Saddleback Church, opina que nunca es tarde para un nuevo comienzo. A través de relatos personales y un estilo de escritura joven, Doug reta a los lectores a reconocer que incluso cuando dicen que quieren a Dios en sus vidas, en realidad no tienen deseo alguno de cambiar. Lo cierto es que están atascados. Él dice, «No es cuestión de esforzarse más, sino de recurrir al poder transformador de Dios y de rendirse totalmente a Cristo. La edad no importa; los nuevos comienzos son para cualquiera.» Algunos de los temas incluidos son:Afrontado el problema del orgulloDefiniendo el éxitoViviendo con culpabilidadDebatiendo conflictosEncontrando amistades verdaderasSuperando el desalientoAfrontando el rechazoCombatiendo la ira
LanguageEspañol
PublisherZondervan
Release dateMar 11, 2014
ISBN9780829776867
Nuevo Comienzo: La invitación de Dios a disfrutar de una vida grandiosa
Author

Doug Fields

Doug Fields has been a leader in youth ministry for over 30 years. In addition to being a youth pastor at two churches for 11 and 20 years, Doug is the founder of Simply Youth Ministry, the co-founder of Downloadyouthministry.com, the author of more than 50 books, and is currently working with Youth Specialties & Azusa Pacific University (HomeWord’s Center for Youth/Family). More information about Doug is available at www.dougfields.com.

Read more from Doug Fields

Related to Nuevo Comienzo

Related ebooks

Christianity For You

View More

Related articles

Reviews for Nuevo Comienzo

Rating: 0 out of 5 stars
0 ratings

0 ratings0 reviews

What did you think?

Tap to rate

Review must be at least 10 words

    Book preview

    Nuevo Comienzo - Doug Fields

    :: INTRODUCCIÓN

    UNA INVITACIÓN A UN NUEVO COMIENZO

    Cuenta la historia sobre una fábrica que se incendió, la cual pertenecía al gran inventor Thomas Edison, quien también la administraba. Eso sucedió el 9 de diciembre de 1914.

    Mientras la fábrica se quemaba, por el aire volaban grandes géiseres de fuego verdoso debido a la combustión de los químicos de laboratorio. Los departamentos de bomberos de ocho ciudades aledañas acudieron al lugar del siniestro, pero el edificio estaba destruido. Gran parte del trabajo de Edison se destruyó en el proceso.

    Muchos amigos y admiradores, que suponían que Edison estaría devastado, le enviaron mensajes de condolencias y apoyo. A uno de ellos él le respondió: «Tengo sesenta y siete años, pero no soy tan viejo como para no disfrutar un nuevo comienzo».¹

    Al cabo de tres semanas las fábricas de Edison estaban restauradas en cierto grado de orden. Muy pronto estaban trabajando en dos turnos. La velocidad de la recuperación, según dijo un observador, fue casi tan espectacular como el desastre.

    ¿Podría ser que las osadas palabras de Edison reflejaran el deseo de tu corazón de tener un nuevo comienzo? Tal vez el fuego no haya destruido el trabajo de toda tu vida, pero estás listo para un nuevo comienzo. Quizá estés cansado de cómo andan las cosas y sientes que es tiempo de algo diferente, algo mejor y más satisfactorio. O puede ser que hayas pasado por otros motivos de dolor que te han hecho retraer, y ahora estás frustrado, temeroso, desanimado o preocupado. O tal vez te sientes atrapado en hábitos, comportamientos y actitudes dañinas que te impiden convertirte en el hombre o la mujer de Dios que deseas ser. Cualquiera sea el caso, te sientes atascado y un nuevo comienzo te suena atractivo. Sabes que Dios te está llamando a una vida más abundante de la que estás viviendo ahora, pero no estás seguro de cómo volver a empezar.

    Si ese es tu sentir, este libro es para ti. No importa qué edad tengas ni cuánto tiempo hayas sido creyente, los nuevos comienzos son para todos. No te rindas. No entres en pánico. Y no te des por vencido. Sigue intentándolo en este peregrinaje al que Dios te ha llamado. La buena noticia es que no estás solo. Sentirse un poco atascado es normal. La mala noticia es que la mayoría de las personas bajan los brazos, se conforman con la segunda opción que sea mejor, no comienzan de nuevo, se quedan atascados. Por favor, no permitas que eso te suceda a ti. Comencemos de nuevo. Yo estoy contigo en esto. Juntos, en las páginas que siguen, veremos algunos de los problemas más comunes y más desalentadores de la vida, cosas que nos mantienen trabados y minimizan nuestra habilidad de volver a empezar. Cuando termines el libro habrás explorado muchos pasos realistas y prácticos que puedes dar para mejorar el trabajo que Dios quiere hacer en tu vida. Veamos qué sucede cuando te mantengas avanzando en la fe y haciendo lo posible a la vez que le confías a Dios lo imposible.

    ¡Estoy entusiasmado con las posibilidades de cambio que tienes!

    —Doug Fields

    :: CAPÍTULO 1

    DESATASCADO

    Un notable gángster llamado Mickey Cohen, allá por la década de 1950, controlaba la mayor parte del crimen organizado en Los Ángeles. Muchos escucharon acerca de sus atrocidades, pero pocos conocieron su historia de fe.

    Un día Mickey se enteró de que un joven evangelista llamado Billy Graham estaba organizando reuniones de avivamiento en el coliseo de Los Ángeles. Los californianos del sur acudían en masa a escuchar al famoso predicador y Mickey tenía curiosidad. Sabía que estaba llevando una vida miserable y que desesperadamente necesitaba ayuda, así que decidió concurrir a la cruzada.

    Durante la reunión Mickey sintió que, junto con miles de otras personas, Dios lo llamaba al altar para aceptar el perdón de sus pecados. Él admitió que necesitaba esa nueva vida en Cristo de la cual hablaba Billy Graham.

    Buenas noticias, ¿verdad? Pues bien, seis meses más tarde, cuando Billy Graham regresó a Los Ángeles, se reunió con Mickey y descubrió que nada había cambiado en su vida. El gángster seguía vendiendo drogas y oprimiendo a la gente. Pero en su mundo interior, más allá de sus acciones externas, se seguía sintiendo desdichado.

    Billy le advirtió que no era posible ser un pandillero cristiano. Pero él sentía que no podía volver a empezar. Cuando Billy lo presionó para saber la verdad del problema, él admitió que no podía dejar su orgullo, riqueza y placeres para seguir los caminos de Dios.

    Al final, Mickey nunca cambió. Tristemente murió siendo el notorio criminal que siempre había sido.

    Aunque es posible que nunca oyeras hablar de Mickey, quizá seas un poquito como él. Sé que yo lo soy. Esta es la asombrosa verdad: como cristianos, todos tenemos un poco de Mickey Cohen dentro de nosotros. Queremos a Dios en nuestras vidas y todas las cosas buenas que él promete, pero también queremos lo que queremos, aunque sea dañino.

    En una palabra: estamos atascados.

    Nuestras tendencias tipo Mickey Cohen

    Aquí va mi confesión: aunque he sido un seguidor de Cristo durante muchos años, todavía hay aspectos de mi vida en los que me siento atascado.

    ¿Sabes a qué me refiero con «atascado»? No hablo de sentarme en medio de dos amigos grandotes en un vuelo a campo traviesa (¡yo lo hice!). Hablo de tener malos hábitos que me frenan espiritualmente y que al parecer no puedo controlar, pecados recurrentes que nunca terminan de irse por completo, rasgos positivos de carácter que a estas alturas ya debiera haber desarrollado, pero que todavía no aparecen en mi vida. Ansío con toda desesperación avanzar y hallar una madurez superior en mi relación con Cristo, pero parece como si algo siempre me estuviera impidiendo el volver a comenzar.

    Yo no diría que las cosas grandes son las que me tientan. Mañana no voy a salir corriendo para robar un banco o asesinar a alguien o vestirme de mujer para salir a bailar en busca de un hombre. (En realidad no siento ni la más mínima tentación en esos aspectos y, dicho sea de paso, los zapatos de las mujeres me dan dolores en los pies). Pero hasta como pastor comprendo que solo basta una mala decisión para ser parte de los titulares de un escándalo. (Estoy seguro que has leído algo sobre algunos de mis colegas). De manera que considero que un ejemplo de estar atascado está más relacionado con mis malos pensamientos (los que sé que no debería pensar después de treinta años de seguir a Jesús), o con las palabras estúpidas dichas livianamente que en ocasiones salen de mi boca (¡debiera saberlo mejor!). En síntesis, la persona que quiero ser (la que de veras quisiera ser), bueno, esa… todavía no la soy. Me siento empantanado en algunos aspectos de mi vida. ¿Te sientes identificado? Adivino que sí.

    Cada vez que nos sentimos atascados, estamos en buena compañía. Incluso el apóstol Pablo —uno de nuestros «héroes de la fe»— admitió que tenía repetidas luchas con el pecado (Romanos 7:15-19)… ¡y él escribió la mitad del Nuevo Testamento! Quería hacer lo bueno, pero simplemente no podía. Y a menudo, cuando trataba de no hacer lo malo, se veía haciéndolo de todas maneras. De hecho, a veces hasta hacía las cosas que más aborrecía.

    Eso es estar atascado.

    Estar «atascado» puede ser un problema para nosotros y los que amamos. Puede minar nuestra esperanza y hacernos sentir como fracasos espirituales. Nos puede robar el gozo. Puede quitarnos la vitalidad, la confianza, el contentamiento. Peor aun, las cosas que nos mantienen atascados al final pueden crecer hasta destruirnos. Sin embargo, estar atascados nunca es parte del plan de la vida abundante que Jesús prometió en Juan 10:10. Dios desea que siempre estemos avanzando para que podamos descubrir la plenitud de la vida que él vino a darnos. Y como personas que le seguimos, nosotros también deseamos avanzar. Queremos toda la plenitud de vida que Dios nos ofrece. Queremos un nuevo comienzo con Dios, ¡hoy mismo!

    Yo he venido para que tengan vida,

    y la tengan en abundancia.

    —JESUCRISTO (JUAN 10:10)

    ¿Tienes la sensación de que tal vez haya cosas en tu vida que te impiden vivir la vida que Dios planeó? Si es así, no es demasiado tarde para lo nuevo. La Biblia es clara respecto a que podemos liberarnos del lugar en donde nos quedamos atascados y comenzar de nuevo. Y a Dios le encanta darnos la salida. Toda la creación es acerca de un nuevo nacimiento, nueva vida, nuevas relaciones con él. Dios ve lo nuevo por delante de nosotros y desea que seamos libres para llegar a ese lugar; en otras palabras, ¡él quiere darnos un nuevo comienzo!

    Mira el nuevo comienzo que le prometió a Isaías: «¡Voy a hacer algo nuevo! Ya está sucediendo, ¿no se dan cuenta? Estoy abriendo un camino en el desierto, y ríos en lugares desolados» (Isaías 43:19). Esa es una tremenda promesa, una que yo creo que Dios continúa haciéndonos hoy.

    No obstante, es posible que aquí estés levantando una bandera de precaución. Estás pensando: Espera un momento, amigo. Tú también admitiste que a veces te sientes atascado. ¡Estás en el mismo lodo que yo! ¿Cómo es posible que me puedas dar esperanza o brindar alguna respuesta? ¿Por qué debo escucharte? ¿Cómo me puede ayudar tu libro?

    Buenas preguntas. Por ahí ya hay bastantes libros, pero muchos son de autores que intentan convencernos de que no estamos atascados. Dicen que somos fuertes, astutos, hábiles y completamente capaces de resolver nuestros problemas por medio de la determinación y las agallas, con algún entusiasmo añadido. Sus mensajes declaran con énfasis: «¡Puedes lograr todo lo que crees!». Las implicaciones son que si tan solo pudiéramos lograr reunir suficiente poder interior, o reorganizar nuestras personalidades con la técnica espiritual adecuada, entonces inevitablemente estaríamos en la posición de ser las personas perfectas que queremos ser. Dios estaría muy feliz con nosotros —y, óyeme, hasta nosotros mismos estaríamos felices— si solo lo intentáramos con más ahínco.

    ¡Sin embargo, sorpresa! Estoy aquí con un mensaje opuesto: somos unos pecadores pobres, patéticos y miserables. Realmente somos gente atascada. Y lo que es peor, nunca lograremos mejorar lo suficiente como para ser perfectos. Nuestra habilidad de comenzar de nuevo no proviene de nuestras fuerzas ni determinación ni pensamiento positivo. Ni tampoco el poder para cambiar proviene de nuestra «luz interior», alguna clase de conciencia-de-Jesús o de varitas luminosas trascendentales. La realidad es que el cambio solo viene porque todo lo podemos en Cristo que nos fortalece (Filipenses 4:13). Somos libres para cambiar, es cierto, pero no mediante nuestro poder limitado. Los cambios verdaderos y perdurables vienen del poder ilimitado de Dios. Todo lo demás es un arreglo temporal.

    Por eso es que escribo este mensaje. Estamos juntos en esto. Sí, yo también tengo tiempos en que estoy atascado al igual que tú. que soy un candidato que necesita el poder transformador de Dios. Pero también sé cómo sintonizarme con Dios para acceder a su poder prometido y experimentar un cambio que perdure. Y eso es lo que te quiero decir por medio de este libro.

    Estas son las buenas noticias: Dios sabe que para nosotros es fácil quedarnos atascados. Él está plenamente consciente de que todos somos miembros honorarios del «Club de los Atascados», y a pesar de todo nos ama y desea transformarnos. La transformación de vidas es el negocio de Dios. Él se interesa en personas reales que tienen defectos y que son desordenadas, y nos invita a comenzar de nuevo y a vivir vidas plenas que progresan. Y lo mejor de todo es que los nuevos comienzos están disponibles más de una vez. A veces nos desatascamos, solo para volvernos a atascar luego de un tiempo. Está bien. Dios no exige que caminemos sobre la cuerda floja de la perfección. Su gracia se brinda continuamente y siempre está al alcance. El plan de Dios es algo que todos podemos ver y decir: «Sí, puedo hacerlo».

    Entonces, ¿estás listo a aferrarte a un nuevo comienzo para tu vida? ¡Avancemos!

    Pero, espera… primero necesitamos lidiar con Mickey Cohen. Como ya dije, hay un poquito de Mickey en cada uno de nosotros.

    El señuelo del «Club de los Atascados»

    Déjame pintarte un cuadro. Semana tras semana vas a la iglesia con una desesperada necesidad de un nuevo comienzo para tu espíritu. Sin embargo, sientes como si estuvieras en un molino, sigues yendo y yendo… pero no llegas a ninguna parte. Eres un seguidor de Jesús —tú sabes que lo eres— y aun así te sientes reseco y sediento, desesperado por la presencia de Dios. Así que hoy llegas a la iglesia, esperando disfrutar una estimulante experiencia de adoración o un mensaje de Dios solo para ti, alguna influencia exterior que desate un nuevo comienzo espiritual. Pero nada ocurre y te vas tal cual viniste.

    ¿Cuál es el problema? ¿Por qué no puedes cambiar? ¿Por qué yo no puedo cambiar? A veces no es más que un mal día en la iglesia, pero otras veces el fondo del asunto es que sencillamente nos gusta estar en el Club de los Atascados. Cualquiera que sea nuestro pecado, hay algo atractivo en él que nos hace querer aferrarnos. En otras palabras, somos iguales que Mickey.

    No obstante, ¿qué dice la Biblia acerca de esos pecados a los que nos aferramos con tanta tenacidad? Segunda de Corintios 7:1 expresa:

    Purifiquémonos de todo lo que contamina el cuerpo y el espíritu,

    para completar en el temor de Dios la obra de nuestra santificación.

    Lee este versículo una vez más y fíjate si puedes identificar la palabra clave en el pasaje. ¿Cuál crees que es? Vuelve a mirar, yo te esperaré. Yo creo que es todo. ¿Alguna vez hiciste una lista de «todo» en tu vida, esos aspectos problemáticos que contaminan tu carácter y te roban la plenitud de la vida? Tómate un momento para identificar solo uno de estos. Tal vez sea orgullo, glotonería, lujuria, despilfarro, ira, preocupación, vestirte como el otro sexo (espera, ya eso salió dos veces en un capítulo), culpa, depresión, conflicto; ponle el nombre que quieras. ¿Realmente quieres desatascarte? Antes de responder precipitadamente… ¡piénsalo! Yo haría lo mismo. Hmmm

    97808297768_0018_004.jpg ¿De veras extrañaríamos ese sentimiento de poder que viene al controlar las vidas de los demás? Ah, decimos que no queremos ser controladores, pero de vez en cuando se siente bien…

    97808297768_0018_004.jpg ¿No nos gusta al menos un poquito de esa adrenalina que corre cuando estallamos en ira?

    97808297768_0018_004.jpg ¿Realmente nos queremos librar de la lujuria y las fantasías sexuales excitantes que vienen con ella?

    Hay algo de comodidad en estar atascado. Es como ponerte un viejo par de jeans que «te quedan bien» y no querer deshacerte de ellos aunque sabes que están viejos, sucios, fuera de moda y manchados. Te los pones por hábito y lo haces sin darte cuenta. Lo mismo sucede con estar atascado: a veces sencillamente se siente bien. Sin embargo, estar atascado nos agota, nos hunde. O, como mínimo, nos impide comenzar de nuevo. Una de las cosas más locas acerca de esto es que el mismo lodo en el que caemos —llenos de un fango asqueroso que destruye nuestras vidas— es en verdad increíblemente difícil de dejar atrás. De hecho, ¡muchas veces ni siquiera queremos dejarlo atrás!

    Nuestras preguntas y reservas acerca del cambio parecen sinceras pero, ¿podría ser que sean simples excusas para engañarnos? ¿Alguna vez te encontraste diciendo algo como lo siguiente?

    97808297768_0018_004.jpg «Sé que se espera que lea la Biblia y ore, pero ahora estoy muy ocupado. No tengo tiempo de ser el cristiano que quisiera ser. ¿Qué debo hacer?».

    97808297768_0018_004.jpg «Me encantaría enseñar en una clase de Escuela Dominical, pero si alguna vez alguien supiera lo que hago a veces, nunca me dejarían volver a enseñar. ¿Cómo puedo dejar este pecado?».

    97808297768_0018_004.jpg «Sé que debiera ser un padre más amoroso, pero, ¿has pasado un tiempo con mis hijos? Mira, chico, ¡lo que ellos necesitan es una buena paliza! ¿Cómo puedo dejar de gritarles?».

    97808297768_0018_004.jpg «Realmente debiera ser más amable con mi esposo, pero yo soy así. Él tiene que entender que se casó conmigo: soy lo que soy. ¿O habrá una mejor forma de manejar este matrimonio?».

    97808297768_0018_004.jpg «Me siento tan infeliz. Sé que Dios me ama, pero siempre creo que mi vida es un gran error. No puedo hacer nada bien, y me siento culpable por eso. ¿Realmente es esta la vida abundante que Dios prometió?».

    Entonces, ¿cuál es la respuesta? ¿Cómo encontramos un nuevo comienzo si no sabemos cómo cambiar (o, para ser francos, ni siquiera queremos hacerlo)?

    La clave para un nuevo comienzo empieza con algo que quizá nunca antes hayas pensado. Se llama santificación. Ese es un gran concepto teológico, pero no dejes que te apabulle, porque si lo entiendes, puede convertirse en un gran amigo. Para explicarlo por medio de una imagen con la cual te identifiques, la santificación es casi tan sencilla como tomar una siesta.

    Cómo conciliamos el sueño

    Piensa en dormir. Si alguna vez has estado con niños, sabes que cuando alcanzan cierta edad tienen la tendencia de resistirse a dormir.

    Los padres dicen: «Ve a dormir».

    Los niños responden: «Pero no tengo sueño».

    En realidad los niños tienen algo de razón en esto. El sueño es una de esas cosas etéreas e incontrolables en la vida. Ninguno de nosotros quiere ir a dormir por pura determinación. Simplemente no podemos decidir dormir y luego quedarnos dormidos. Algo así como: «Está bien… ahora me quedo dormido». Click. Zzzzzzz.

    La clave es la cooperación. Siempre les aseguré a mis hijos que aunque no sintieran sueño, si tan solo cooperaban y hacían ciertas cosas para entregarse al sueño, enseguida se quedarían dormidos.

    ¿Sabes qué cosa les animaba a hacer? Los hacía acostarse sobre un colchón mullido, apagar las luces y cerrar los ojos; y luego los obligaba a escuchar algún sermón mío… ¡y de seguro vendría el sueño! Y siempre venía. Noche tras noche.

    No podemos controlar el sueño, pero tampoco estamos desahuciados en el proceso. Cooperamos con el sueño, es decir, nos sometemos a las condiciones que nos llevarán hasta allí para que el sueño pueda venir, cambiándonos de osos soñolientos a ositos bien descansados. Esa es una imagen de cómo opera la santificación. No podemos controlar el cambio, pero podemos cooperar con Dios. Entonces él puede hacernos volver de nuestros caminos a los suyos. Eso es la santificación.

    Santificación (sujeto): el acto o estado de ser purificados y liberados del pecado.

    La santificación siempre es algo bueno. Significa que no importa lo atascados que estemos, Dios siempre nos recibe a un nuevo comienzo con el potencial de un cambio. Dios nos ama demasiado como para dejarnos atascados en el lodo. Él quiere que seamos la persona que tenía la intención que fuéramos cuando nos creó. Dios no quiere tan solo refinar nuestros modales: quiere cambiar nuestro carácter de adentro hacia fuera.

    ¿Qué hay en un nombre?

    Dios, a través de toda la Biblia, se revela con diferentes nombres. Uno de los nombres que más me gustan es Jehová M’Kiddish. Eso significa: «Yo soy el Dios que te santifica», o dicho de otro modo: «Yo soy el Dios que te libra del pecado». Y eso es exactamente lo que sucede. El apóstol Pablo nos dice: «Por lo tanto, si alguno está en Cristo, es una nueva creación. ¡Lo viejo ha pasado, ha llegado ya lo nuevo!». (2 Corintios 5:17).

    Vuelve a leer esa última parte… lo viejo ha pasado, ha llegado ya lo nuevo. ¡Ese es el nuevo comienzo que queremos! Y la buena noticia es que un nuevo comienzo no está reservado exclusivamente para el momento en que

    Enjoying the preview?
    Page 1 of 1