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El Secreto de la Vainilla
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El Secreto de la Vainilla
Ebook65 pages59 minutes

El Secreto de la Vainilla

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Mediante impresiones personales, se expone la historia de la vainilla, su leyenda y su ciencia, la condición actual de su cultivo en México y su futuro. Es un libro para jóvenes que disfrutarán lectores de todas las edades.

LanguageEspañol
Release dateNov 2, 2010
ISBN9781452355849
El Secreto de la Vainilla

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El Secreto de la Vainilla - Salvador Lozano

El Secreto de la Vainilla

por Salvador Lozano

Ilustraciones de Brenda Hernández Araujo

Smashwords Edition

Copyright 2008 Salvador Lozano

Todos los derechos reservados conforme a la ley.

This ebook is licensed for your personal enjoyment only. This ebook may not be re-sold or given away to other people. If you would like to share this book with another person, please purchase an additional copy for each recipient. If you’re reading this book and did not purchase it, or it was not purchased for your use only, then please return to Smashwords.com and purchase your own copy. Thank you.

A Delia y María.

1

La leyenda de Xanat

Cuando yo era niño, una o dos veces al mes mi madre hacía un pastel ligero que llevaba unas gotas de extracto de vainilla. En cuanto destapaba el frasquito, el aroma del condimento se esparcía por la cocina, escapaba por la puerta y le avisaba a toda la casa que mamá estaba cocinando su postre favorito.

A veces mi hermano y yo —si no estábamos jugando con nuestro perro Pirata o navegando en un barco de sillas por el mar de la sala— nos sentábamos a observarla cocinar. En más de una ocasión la oí decir, mientras dejaba caer las negras gotitas sobre la harina: Siempre hay que usar vainilla genuina, no cosas artificiales.

Yo no sabía entonces qué quería decir mi madre, ni me imaginaba de dónde provenía aquel líquido oscuro que ella tanto apreciaba y que le otorgaba a sus postres un aroma y un sabor tan apetitosos.

Andando el tiempo, he aprendido algunas cosas acerca de la vainilla. Entre ellas, ésta: que muchísimas personas de todo el mundo están de acuerdo con mi madre, y que en sus pasteles, helados, flanes, refrescos y perfumes sólo usan vainilla genuina, obtenida de su fuente natural.

Y ya averigüé cuál es esa fuente. La vainilla se obtiene del fruto de una planta originaria de México. Su cuna es la región del estado de Veracruz donde hoy se asienta la ciudad de Papantla, que con justa razón ha ganado fama como la ciudad que perfuma al mundo. Dicha región sigue produciendo hoy en día la mayor parte de la vainilla mexicana.

He aprendido también un poco de su historia y de la gente que la cultiva. Y aprendí su leyenda.

Supongo que te gustan las leyendas. A mí nunca deja de maravillarme cómo visten los pueblos toda clase de seres de la vida real con el ingenioso tejido de esas narraciones fantásticas. Hay leyendas de constelaciones, ríos, volcanes, reyes antiguos, animales, plantas y mil cosas más. Cada estrella y cada persona pudieran tener su leyenda.

Esta es una de mis favoritas, la leyenda de Xanat.

Había una vez una princesa que se llamaba Xanat. Bueno, unos dicen que se llamaba Xanat, y otros que Tzacapontziza, es decir, Lucero del Alba. Yo prefiero Xanat, por dos motivos. Primero, que Xanat es una palabra bonita y sencilla, que quiere decir flor en la lengua totonaca, la lengua que los habitantes de la tierra de la vainilla hablaban cuando llegaron los españoles. Segundo, que en esta lengua la vainilla se llama caxi xanat, flor recóndita. Ya verás por qué.

Como sucede a menudo con las princesas de leyenda, Xanat fue desde pequeñita muy hermosa. Tan hermosa, que sus padres decidieron que no podrían entregarla en matrimonio a ningún mortal. Así que la consagraron al servicio de la diosa Tonoacayohua, señora de la agricultura y la subsistencia. Las jóvenes a ella consagradas tenían que mantenerse solteras y castas de por vida.

Desde entonces, la princesa no tuvo mayor ocupación que llevarle flores y otras ofrendas a la diosa de la que dependía la vida misma de su pueblo.

Sólo que, para cumplir con sus deberes, Xanat tenía que recorrer los campos y bosques cercanos al templo de su señora. Y así sucedió que un día, cuando Xanat andaba cazando tortolitas para la diosa, un joven príncipe de nombre Zkatan-Oxga, que quiere decir Venadito, la vio y se quedó prendado de ella.

Zkatan-Oxga sabía muy bien que Xanat le estaba prohibida y que aun fijar sus ojos en ella podría costarle la cabeza. El voto de castidad de las muchachas consagradas a Tonoacayahua era rigurosísimo, y violarlo se castigaba nada menos que con el degüello.

Pero el deseo fue más poderoso que la prudencia. El mancebo empezó a ir con frecuencia a los parajes que recorría Xanat, para espiarla escondido entre los arbustos y malezas.

Una mañana ya no pudo contenerse. Salió de repente al encuentro de la princesa, le confesó su amor y, tomándola del brazo, la llevó hacia las profundidades de la selva. Xanat, debo decirlo, lo siguió de buen grado, quizá impresionada por la osadía y vehemencia del príncipe.

No se habían internado mucho en lo espeso de la selva cuando apareció ante ellos un monstruo terrible que, vomitando fuego, los obligó a desandar sus

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