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Luces radioactivas
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Luces radioactivas

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About this ebook

La pequeña ciudad de Lago Elliot nunca volverá a ser la misma.

Atrapados en una repentina tormenta, Zoe, una estudiante de último año de la secundaria de Lago Elliot y sus cinco amigos se refugiaron en la abandonada mina de uranio. En los próximos días, la audición de Zoe se agudiza drásticamente, más allá de lo que cualquier ser humano normal puede detectar. Le cuenta a sus amigos, sólo para descubrir que los otros cuatro también han sufrido de cambios en sus sentidos. Sólo Kieran, el chico nuevo de Escocia, no fue afectado.

Convirtiéndose en súper héroes, el grupo trata de detener los extraños sucesos que se están desarrollando en su pequeña ciudad. Asaltos, robos, desapariciones y asesinatos empiezan a suceder muy cerca de casa. Eso deja pensar el equipo que alguien conoce su secreto—alguien que los quiere a todos muertos.

Un incrédulo grupo de héroes. Un traidor entre ellos. Algunos sueños están escritos con sangre. 

LanguageEspañol
PublisherBadPress
Release dateAug 1, 2016
ISBN9781507121610
Luces radioactivas
Author

W.J. May

About W.J. May Welcome to USA TODAY BESTSELLING author W.J. May's Page! SIGN UP for W.J. May's Newsletter to find out about new releases, updates, cover reveals and even freebies! http://eepurl.com/97aYf   Website: http://www.wjmaybooks.com Facebook:  http://www.facebook.com/pages/Author-WJ-May-FAN-PAGE/141170442608149?ref=hl *Please feel free to connect with me and share your comments. I love connecting with my readers.* W.J. May grew up in the fruit belt of Ontario. Crazy-happy childhood, she always has had a vivid imagination and loads of energy. After her father passed away in 2008, from a six-year battle with cancer (which she still believes he won the fight against), she began to write again. A passion she'd loved for years, but realized life was too short to keep putting it off. She is a writer of Young Adult, Fantasy Fiction and where ever else her little muses take her.

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    Luces radioactivas - W.J. May

    Capítulo 1

    Zoe

    Odiaba la mina. Al igual que una cripta que atraviesa el horizonte el lugar siempre me hacía estremecerme. Había sido cerrada años atrás y la entrada había sido bordeada. Me atormentaba con su imagen de película de terror.

    Esta noche los vehículos cubrían la descuidada hierba del campo que rodea el pozo. Detrás de las llamas naranjas y amarillas de la fogata, los espíritus azules bailaban sobre ella, como si la mina les hubiera permitido escapar. Un presentimiento permanecía en la boca de mi estómago. El sonido de la música, el parloteo y las risas apenas disminuían el sentimiento.

    Me desplacé alejándome del fuego y dejando caer mi cabeza contra la parte posterior de una silla de jardín. Nubes amenazadoras crearon grandes huecos en el punteado cielo brillante.  Llover o no llover, ese es el dilema.

    Heidi sacudió su mano de un lado a otro frente a mi rostro. —Tierra llamando a Zoe. Tierra llamando a Zoe. Regresa a Lago Elliot. La fogata de la escuela te está perdiendo.

    Incluso con mis ojos elevados al cielo, pude escuchar la sonrisa en su voz. Sonreí y giré mi rostro hacia mi mejor amiga, un último escalofrío recorrió mi columna vertebral. —La mina me da escalofríos.

    Heidi se inclinó sobre su silla y me empujó con su codo. —Escuché que en los sesentas o setentas, la mitad de los mineros terminaron con alguna enfermedad tóxica por el uranio. La mayoría con cáncer.

    Rylee, mi otra mejor amiga, sacudió su cabello oscuro sobre su hombro y puso los ojos en blanco. —Sólo ustedes dos llegan con la manera número uno de acabar con el estado de ánimo. La gran C.

    —No es como si fuéramos a entrar. —Saqué mi lengua y traté de mantener las esquinas de mi boca levantadas. Pretendiendo copiar la sacudida del cabello de Rylee, giré mi cabeza dramáticamente y dejé que mis recientes enderezadas trenzas rubias giraran alrededor. Ni de cerca como el de Rylee, suave y sexy. Miré a Heidi, incapaz de imitar la acción—. Sigo sin creer que te dejaste el cabello demasiado corto.

    — Lo doné. Valió totalmente la pena.

    —Sí, estoy de acuerdo con eso, pero había sido mucho tiempo desde tercer grado.

    Rylee se acercó y tocó la parte trasera del cabello de Heidi. —La parte afeitada de atrás es increíble.

    Me faltaba el valor para hacer algo tan atrevido. —Es increíble.

    —Es lo que quería desde que lo vi en la revista—dijo Heidi.

    Nuestra pequeña duendecilla. El nuevo corte se llevó un poco de su apariencia inocente—haciéndola parecer más grande. Me gusta.   Representa el cambio de nuestro último año de secundaria. Estamos creciendo.

    —...pero pintándolo de color platino—susurró Rylee—. Te apuesto a que tu mamá tuvo un ataque cuando llegaste a casa.

    Heidi sonrió un poco. —Ella estaba bastante en contra.

    —Entooooonces...—Rylee se enderezó en su silla, provocando que su pecho resaltara. Oh oh, pose de caza. Rylee está a la caza de un hombre caliente. Rylee presionó su perfecta mano con manicura sobre su vientre plano. —Brent dijo que hay un chico nuevo en la ciudad.

    Me puse de pie y me dirigí hacia Brent, quien había estado sentado en silencio sobre el muñón de un árbol tocando su guitarra. La enorme mina silueteada detrás de él. Se veía como la boca de un monstruo tratando de devorarlo a él y a su alrededor. Deja de ser un gato asustado. Giré mis ojos al cielo para aclarar mi activa imaginación y me enfoqué en Brent.

    Se sentó con su cabeza agachada mientras tocaba a través de la música a todo volumen que provenía de las bocinas. A la luz del fuego, su cabello castaño parecía rubio rojizo. Como si sintiera mi mirada, levantó la suya. Una sonrisa se formó en sus labios y sus ojos parecían brillar por el reflejo de las llamas bailarinas.

    —¿Dónde está Seth?—Me di cuenta que el Sr. Limpio, nuestro quinto compañero del crimen aún no había aparecido.

    —Está trayendo carne fresca. —Brent continuó tocando mientras la música del estéreo sonaba detrás de nosotros. Se las arregló para hacer que su composición sonara perfectamente afinada y aún así totalmente diferente a la canción de rock que estaba sonando.

    —Ohhh... ¡Amo los hot-dogs y las hamburguesas!—Heidi se sentó al lado de Brent—. Rematado con malvaviscos para s´mores, por supuesto.

    —No, tonta, no es comida. Por cierto, lindo cabello rapado. —Brent agitó la parte trasera de su cabeza—. Hay un nuevo chico en la ciudad. Es de Inglaterra o Irlanda, de algún lugar al otro lado del océano.

    Rylee, siempre hermosa y alegre, levantó su cabello negro en una cola de caballo y luego lo dejó caer perfectamente en su lugar. —Alto, caliente y guapo, espero.

    —Como yo ¿no?—Brent se rió.

    —¿Cómo es que nadie sabía que iba a venir?—Rylee jugó con sus llaves del auto, un pequeño punto verde brilló mientras oprimía un botón en ellas—. Esta ciudad es tan pequeña. Todos debieron haber hablado de eso durante las festividades del verano. —Ella empezó a pasearse alrededor del fuego, explorando a la pequeña multitud.

    —Creo que fue una decisión de último minuto. Estoy seguro que vas a descubrir todos los detalles cuando lo devores. —Brent se rió y tocó dos ruidosas «boom chikka bings» recalcadas con una palmada en su guitarra.

    Heidi cubrió con su mano su sonrisa. Fingí toser. Ambas sabíamos cual sería la respuesta de Rylee.

    Ella hizo su conocido puchero de bebé. —No devoro hombres. Simplemente me aburro.

    —Deja de hacer puchero. No funciona. —Sonreí. Sólo Rylee podía ser Rylee—. Siempre tenemos que unir las piezas después de que rompes el corazón de un pobre chico. —Me incliné hacia adelante, pretendiendo recoger un millón de piezas invisibles de un corazón roto en el suelo. Rylee había salido con cada chico de nuestra clase, además de un grado o dos arriba de nosotros, desde que empezó la secundaria. Ella no era vaga. Cada chico decente en la ciudad sólo quería ver si podía ser el Sr. Correcto—. ¿Qué tal si esta noche le das al chico nuevo la oportunidad de tomar un respiro? ¿No convertirlo en tu siguiente conquista en este momento?

    —¿Conquista?—Rylee elevó sus cejas.

    —Ya sabes—dijo Heidi con sarcasmo—. ¿Qué haces todo el verano con los vacacionistas?

    —Lo entiendo. No te gusta competir. —Rylee se encogió de hombros—. Me imagino que ustedes piensan que es divertido.

    —No cuando perdemos todo el tiempo—suspiré—. Es algo difícil competir contra tu cabello negro de medianoche y tu perfecto cuerpo voluptuoso. Haces que los chicos del verano emigren hacia ti. —Heidi y yo no teníamos oportunidad, incluso cuando Rylee no trataba de obtenerlos. No estoy celosa. ¿Cómo podría luchar contra la naturaleza? Ok, tal vez estoy un poquito celosa.

    De pronto un fuerte estallido irrumpió en el aire. Brinqué y me di la vuelta para ver de dónde provenía el sonido. Sobresaltados al principio, todos alrededor del fuego se rieron cuando se dieron cuenta de que el sonido venía de arriba.

    —Eso no sonó bien. —Brent colocó la guitarra en su estuche que permanecía en el suelo.

    —Tal vez sólo fue de paso. No hay pronóstico de lluvia—dijo Rylee.

    Heidi apuntó hacia el otro lado de la fogata. —Bueno, si empieza a llover, estamos en el lugar incorrecto. Todos van a hacer una carrera loca a sus autos y nosotros tomamos el lugar más alejado. Estamos como a un kilómetro de distancia.

    —Genial. —Hice una mueca. Mojarme significaría que mi cabello alaciado se volvería rizado y, peor aún, el temido frizz.

    Brent tomó el estuche de su guitarra. —De ninguna manera voy a dejar que mi bebé se arruine. La compré en una tienda de antigüedad en Alemania. Cargué con ella por las últimas dos semanas en Europa.

    —Vamos a estar bien. No va a llover. El cielo...—Rylee se detuvo y levantó la mirada—. Wow, ¡esas son unas nubes negras malditamente enormes!

    Como si se burlara de ella, el cielo se iluminó con un relámpago en zigzag, seguido inmediatamente por el sonido de un trueno que sacudió el suelo. Enormes gotas cayeron, haciendo que el fuego siseara en protesta. Todos empezaron a tomar sus sillas, la comida y sus pertenencias. Por encima de los quejidos de las chicas, alguien gritó que lo siguieran a la bolera y continuaran la fiesta ahí.

    Brent tomó los brazos de Heidi y Rylee. —Vamos. Podemos estar en la mina hasta que la tormenta se detenga. Está más cerca que nuestros autos. —Soltó a las chicas, colgó el estuche de su guitarra sobre su hombro y empezó a correr hacia la mina.

    Me estremecí. La idea de ir a la escalofriante, vieja y abandonada mina no me sonaba al mejor plan. Permanecí al lado del candente fuego, empapándome.

    Podía sentir mi cabello rizarse contra mi cuello. —Será mejor que nos unamos a él. Todos ustedes entregaron sus celulares en el bote para el consejo estudiantil del juego planeado más adelante. Probablemente soy la única que no lo hizo. —Sostuve mi mano sobre mis ojos para protegerme un poco de la lluvia.

    Rylee sonrió. —Esto debería ser interesante. —Tomó la manga de Heidi y empezaron

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