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Los adverbios en -mente del español de hoy y su función semántica de cuantificación
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Ebook295 pages7 hours

Los adverbios en -mente del español de hoy y su función semántica de cuantificación

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Estudio basado en el estructuralismo funcionalista que pone de relieve el hecho de que la función de cuantificación va más allá del posible significado de cantidad del adverbio modificador. Este estudio adopta los postulados teóricos del estructuralismo funcionalista y su método analítico que parte de las unidades de lengua para llegar a los hechos de habla, los cuales pueden justificarse por las unidades mismas.
LanguageEspañol
Release dateJun 1, 2014
ISBN9783865278470
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    Los adverbios en -mente del español de hoy y su función semántica de cuantificación - Silvia Beatriz Kaul de Marlangeon

    1999.

    CAPÍTULO I

    ESTADO ACTUAL DE LA CUESTIÓN:

    DEL ADVERVIO EN GENERAL,

    DE LA CATEGORÍA ADVERBIO,

    DEL ADVERBIO EN -MENTE EN PARTICULAR

    1.Del adverbio en general

    El común denominador de la mayor parte de los estudios sobre el adverbio es el énfasis en su heterogeneidad. La heterogeneidad que se advierte en tal categoría o que se le atribuye proviene de las siguientes actitudes:

    1)partir de la clase de los adverbios para definir su categoría u homologar clase con categoría. Ello ha traído aparejado:

    2)atar el concepto de adverbio a una tradición gramatical difusa, no siempre pertinente como pauta teórica,

    3)priorizar su función sintáctica,

    4)definir el adverbio por exclusión, como categoría residual,

    5)identificar complemento circunstancial con adverbio.

    La primera cuestión implica en rigor las cuatro restantes.

    Coseriu (1978, 50-79) ha establecido la distinción entre categorías verbales o partes de la oración o del discurso¹ y clases verbales. Este autor ha demostrado que las categorías sustantivo, adjetivo, verbo y adverbio son universales, lo que no implica ninguna generalidad histórica, pues no se definen en el plano de una lengua determinada, sino del lenguaje en general. Lo que sigue es una síntesis del pensamiento de este autor. Dichas categorías, que corresponden al nivel de la teoría en que se definen los conceptos de la sustantividad, la adjetividad, la verbalidad y la adverbialidad, son modos significativos determinados de antemano para ciertas funciones discursivas. Estos modos de ser de las palabras en el discurso no son algo físicamente observable sino sólo pensable; se dan en la actividad lingüística concreta. Únicamente en el hablar se puede afirmar que tal palabra corresponde a tal o cual categoría. Es decir, las categorías son valores, significados, no formas, que pueden darse en palabras, oraciones o expresiones. Por lo contrario, la lengua como sistema no involucra ninguna palabra concreta. De una lengua determinada sólo puede describirse cómo se presentan sus esquemas formales o categorías idiomáticas idiosincrásicas.

    Son siempre las categorías semánticas las que justifican los esquemas y no a la inversa. La falta de precisión en la delimitación de las categorías (y la consiguiente confusión de éstas con clases) deriva de la gramática tradicional que estableció convencionalmente clases de palabras como categorías, según diferentes criterios (unas veces morfológicos, otras sintácticos, otras semánticos, o una mezcla de ellos).

    1.1.Relación entre categoría y clase

    Si se clasifican las preposiciones, conjunciones, artículos, pronombres, interjecciones en unidades paralelas con sustantivos, adjetivos, verbos y adverbios, se confunden categorías verbales con clases de palabras.

    Juzgamos indispensable continuar con el pensamiento de Coseriu (op. cit.): Las clases correspondientes a las categorías verbales no pueden constituirse sobre la base de significado léxico, sino sobre la base del significado categorial. Si se indica con F la forma física, con L el significado léxico y con C el significado categorial, las palabras abstractas pueden constituirse:

    a)como puras formas F (por ejemplo: claro);

    b)como formas léxicas FL (por ejemplo: claro bañado de luz) independientes del significado categorial;

    c)como formas categoriales FC (por ejemplo: claro adjetivo y claro adverbio), y

    d)como FCL (por ejemplo: claro bañado de luz, adjetivo y claro con claridad, adverbio).

    Estas palabras (claro en el ejemplo) pueden quedar constituidas como FC (por ejemplo, adverbio) porque la categoría otorga la estructura conceptual que correlaciona a sus miembros por tener todos el mismo modo significativo o categorial de ser, luego de lo cual pueden admitir clases o clasificaciones.

    Baste un ejemplo para demostrar que no se puede homologar categoría y clase: existen en la lengua clases de palabras que no tienen significado categorial, no son partes del discurso, por lo contrario, constituyen de por sí textos enteros, por ejemplo, , no empleadas para afirmar o negar.

    1.2.Crítica coseriana a la crítica de la concepción semántica de las categorías verbales

    Bosque (1993, 35 y ss.) critica la concepción semántica de las categorías gramaticales derivada de la filosofía aristotélica porque no ayuda en la determinación de las clases sintácticas de palabras: "Los sustantivos designan objetos físicos, como casa, pero también procesos, como envejecimiento; estados, como inocencia; o acciones como destrucción". Al respecto Coseriu (1978, 62-63) opone la siguiente argumentación frente a este tipo de críticas:

    "Y es también motivo de varios equívocos que se comprueban en la crítica y teoría de las categorías verbales, como las de afirmar que ‘independientemente de la forma, palabras como hambre, sueño, huida, conversación, deberían considerarse como verbos, porque designan procesos’; que palabras como rapidez, belleza, grandeza ‘designan cualidades sin ser adjetivos’, o que en lumière du soleil y lumière solaire se dice ‘lo mismo’ con el nombre soleil y con el adjetivo solaire; que el sustantivo puede significar ‘cualidad’, por ejemplo, belleza y ‘proceso’, por ejemplo, llegada; que verdure-verdoyer marche-marcher expresan ‘la misma noción’, etc. En todas estas afirmaciones, que quisieran ser objeciones contra la índole semántica de las categorías verbales, se confunde, por un lado, el ‘significar’ con el ‘designar’ y, por otro, el significado léxico con el significado categorial, el qué con el cómo de la significación. Y ellas carecen de fundamento, justamente porque las categorías verbales no corresponden a diferencias con respecto al qué, sino con respecto al cómo: a diferencias en el modo de la concepción in der Weise der Erfassung. Si así no fuera, habría que preguntarse seriamente si las palabras acción y verbo (que ciertamente significan acción y verbo) deben considerarse como verbos, y por qué las palabras cualidad y adjetivo (que más que ninguna otra significan cualidad y adjetivo) no son adjetivos".

    1.3.Vicios de las clasificaciones tradicionales

    Moreno Cabrera (1991, T I, 386 y ss.) explica que desde Dionisio de Tracia hasta la actualidad, las clasificaciones que se han hecho sobre las partes del discurso han estado viciadas por dos factores principales:

    a)tomar como base de referencia una sola lengua e intentar transplantar a toda costa la clasificación obtenida a todas las lenguas posibles;

    b)adoptar un punto de vista lógico, psicológico y no puramente lingüístico.

    Esto ya lo había advertido Coseriu (1978, 57) cuando explica el error de partir de una lengua para establecer generalidades históricas, porque la universalidad de las categorías pertenece al lenguaje en general: los significados categoriales no pueden definirse en el tal o cual lengua determinada, ya que corresponden al plano del habla en cualquier lengua.

    2.De la categoría adverbio

    El hecho de que numerosos autores consideren el adverbio como el habitual cajón de sastre del resto de las categorías o el pariente pobre de la lingüística, se ha visto compensado recientemente por las declaraciones de otros de que el adverbio está de moda² o que los adverbios después de pasar por un prolongado olvido, siguen atrayendo cada vez mayor interés en la lingüística actual³.

    Para el desarrollo de este tema seguiremos en lo fundamental el artículo Adverbes, Pro-adverbes et morphèmes, à la lumière de la thèorie des parties du discours d’Eugenio Coseriu de Dietrich (1991-92) sobre el adverbio, basado en la teoría de las partes del discurso de Coseriu.

    2.1.Definiciones del adverbio como categoría idiomática de la lengua española. Diferentes posturas

    En primer término, nos circunscribiremos a las definiciones del adverbio para la lengua española pues nuestro objeto de estudio está dentro de esta categoría idiomática. La falta de unanimidad en dichas definiciones es producto de la heterogeneidad de los criterios que pretenden definir el adverbio en una lengua dada, sean de orden ora morfológico, ora sintáctico, ora semántico. La postura tradicional ha sido tener en cuenta el criterio morfológico o la invariabilidad del adverbio; así, para Nebrija (1492) el adverbio y las interjecciones eran una misma cosa: partezillas. Para la Gramática de la Real Academia Española (1931, 131): El adverbio es una parte invariable de la oración que sirve para calificar o determinar la significación del verbo o la del adjetivo, y a veces, la de otro adverbio. Observemos que esta característica morfológica de la invariabilidad se complementa con una distinción de tipo sintáctico. En el punto [169] la Gramática Académica (ib.,133) realiza una división de los adverbios por su forma, en simples y compuestos, y por su significación, en adverbios de lugar, de tiempo, de modo, de cantidad, de orden, de afirmación, de negación y de duda. Queda evidenciado, pues, que tanto la definición cuanto la clasificación están fundadas sobre la base de criterios heterogéneos.

    Entre los autores que ponen de relieve el criterio sintáctico en la definición del adverbio del español mencionamos a Bello, Gili Gaya, Alarcos Llorach, Alcina Franch y Blecua, Marcos Marín, Barrenechea, Kovacci.

    En 1847 Bello (1977, 47) decía: El adverbio es un signo de orden inferior: modifica modificaciones. Esta ubicación del adverbio en un sistema jerárquico coincide con la posición de estudiosos del inglés o el francés: según lo señalado por Guimier (1991b, 29-33), Harris (1972) [1796] define los adverbios como atributos de atributos o atributos de segundo orden; Jespersen (1924), en su teoría de los rangos, sitúa los adverbios como elementos de rango terciario y Guillaume (1971/4), como palabras que tienen un régimen de incidencia externa de segundo grado (los verbos y los adjetivos son las palabras cuyo régimen de incidencia externa es de primer grado). Gili Gaya (1961, 99) establece: Los adverbios son también dependientes, no del substantivo, sino del adjetivo o del verbo.

    Estas definiciones funcionales del adverbio son importantes pues revelan sintácticamente (como categorías idiomáticas) su modo de ser categorial: atributo o propiedad de segundo orden.

    Alarcos Llorach (1994, 128) define:

    "En sentido estricto, adverbio designa una clase de palabras invariables en su significante y a menudo indescomponibles en signos menores, destinadas en principio a cumplir por sí solas el papel de adyacente circunstancial del verbo. Esta función no impide que además, dentro de un grupo unitario nominal, se presente el adverbio como adyacente de un adjetivo o de otro adverbio distinto".

    Alcina Franch y Blecua (1975 y 1983, 700) definen:

    La clase de los adverbios tiene justificada su existencia funcionalmente por estar constituida por palabras que actúan como términos terciarios con relación a verbos o adjetivos (términos secundarios) y a otros adverbios o, en términos de la Psicomecánica del lenguaje de Guillaume, por ser incidentes de segundo grado.

    La Gramática Académica (1931, 131) señalaba esto mismo al decir que el adverbio sirve para calificar o determinar la significación del verbo o la del adjetivo, y a veces la de otro adverbio.

    Marcos Marín (1972, 215) define: El adverbio es un modificador de modificadores; un dependiente de otro dependiente (es decir, de un adjetivo, verbo, u otro adverbio; Jespersen: palabra de tercer rango); y agrega: Los adverbios pueden dividirse en dos grupos, según su significación: conceptuales y pronominales.

    Las tres últimas definiciones de Alarcos Llorach, Alcina Franch y Blecua, y Marín, aunque con matices en la consideración de otros criterios como los morfológicos y los semánticos, tienen como punto común el de poner de relieve el papel funcional del adverbio.

    Agregamos la de Barrenechea (1986, 21-22):

    Aunque tengan funciones privativas (modificadores directos de adjetivos, de sí mismos o de construcciones exocéntricas equivalentes), ellas [las funciones] no caracterizan a toda la categoría, pues sólo un número reducido son capaces de llenarlas. Los adverbios tienen en cambio la función fundamental de ser modificadores circunstanciales del verbo, pero la comparten con el sustantivo en conexión directa, y con el adjetivo y el sustantivo en conexión indirecta. Por consiguiente será necesario referirse a dicha función con una indicación que elimine las categorías sustantiva y adjetiva por la imposibilidad del adverbio de figurar en otros tipos de modificadores verbales. Definición: Los adverbios son las palabras que tienen las funciones privativas de modificadores directos de adjetivos, de sí mismos y de construcciones exocéntricas equivalentes, y la función no privativa de modificador de verbo, sólo con carácter de circunstancial.

    Definición similar a la que adopta Kovacci (1990, 95):

    "Tienen las funciones privativas de atributo de adjetivo y de atributo de otro adverbio o de construcciones equivalentes (adjetivas o adverbiales):

    Este traje es sumamente caro.

    Viniste demasiado tarde.

    Salió muy de mañana.

    Sin embargo, estas funciones son propias sólo de ciertos adverbios (en general los terminados en -mente y los de cantidad). En cambio, los adverbios tienen una función no privativa pero fundamental (pues la cumplen todos): la de circunstancial. Y si bien la comparten con el sustantivo y el adjetivo, los adverbios quedan identificados por no cumplir otras funciones de aquéllos en el predicado".

    Hay que destacar en estas últimas dos definiciones, la adopción de criterios rigurosos con el punto de vista morfosintáctico, excluyendo cualquier otro para atenerse a la función o relación de los constituyentes entre sí y con la construcción en la que están incluidos.

    Por lo contrario, Álvarez Martínez (1992, 11) contempla todos los criterios en su definición del adverbio:

    El adverbio es una ‘parte de la oración’, es decir, desempeña una función sintáctica en ella, no manifiesta variación de género, ni de número, por lo que no puede ir acompañado por el artículo. Sí admite, sin embargo, diferentes grados (gradación). Su función característica es de complemento circunstancial o aditamento, aunque también puede encontrársele como complemento de un adjetivo o de otro adverbio, y como elemento nuclear o central de una frase nominal. En cuanto al significado, el adverbio sitúa en el tiempo, en el lugar, e indica el modo o la cantidad. Además, permite expresar la conformidad, la duda o la no conformidad con lo enunciado.

    Bosque (1993, 127) sostiene:

    "No es ninguna novedad que la clase de los adverbios es la peor definida en las gramáticas, por lo que tampoco es de extrañar que la ausencia de detalle –y hasta de coherencia en no pocas caracterizaciones del adverbio– salte inmediatamente a la luz en cuanto se intenta dibujar sus límites. Probablemente no es casualidad que la única ‘parte de la oración’ a la que la gramática académica no dedica un capítulo es el adverbio, y tal vez tampoco lo

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