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Expulsados, desterrados, desplazados: Migraciones forzadas en América Latina y en África. / Expulsos, desterrados, deslocados. Migraçoes forçadas na América Latina e na África.
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Expulsados, desterrados, desplazados: Migraciones forzadas en América Latina y en África. / Expulsos, desterrados, deslocados. Migraçoes forçadas na América Latina e na África.

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Causado a menudo por situaciones de guerra o de conflicto armado, pero también por la implementación inescrupulosa de megaproyectos hidráulicos, extractivos, industriales, agrícolas o infraestructurales, el desplazamiento brutal de poblaciones viene provocando, en muchas áreas latinoamericanas y africanas, graves problemas económicos, sociales, culturales y educativos. Los trabajos reunidos en este volumen constituyen un acercamiento múltiple e interdisciplinar a la realidad de las "migraciones forzadas", sus causas y sus consecuencias. Particular atención se dedica a las estrategias de resistencia, sobrevivencia y reorganización de las propias colectividades afectadas por procesos de expulsión o de relocalización.
Causado amiúde por situações de guerra ou de conflito armado, mas também pela implementação inescrupulosa de megaprojetos hidráulicos, extrativos, industriais, agrícolas ou infraestruturais, o deslocamento brutal de populações provocou e continua provocando, em muitas áreas latino-americanas e africanas, graves problemas econômicos, sociais, culturais e educativos. Os trabalhos reunidos neste volume constituem um acercamento múltiplo e interdisciplinar à realidade das "migrações forçadas", às suas causas e às suas consequências. Uma atenção particular dedica-se às estratégias de resistência, sobrevivência e reorganização das próprias coletividades afetadas por processos de expulsão ou de relocalização.
LanguageEspañol
Release dateJun 1, 2014
ISBN9783865278302
Expulsados, desterrados, desplazados: Migraciones forzadas en América Latina y en África. / Expulsos, desterrados, deslocados. Migraçoes forçadas na América Latina e na África.

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    Expulsados, desterrados, desplazados - Iberoamericana Editorial Vervuert

    (2006).

    INTRODUCCIÓN/INTRODUÇÃO

    EXPULSADOS, DESTERRADOS, DESPLAZADOS.

    MIGRACIONES FORZADAS EN AMÉRICA LATINA Y ÁFRICA

    MARTÍN LIENHARD

    Universität Zürich

    Cada día, en algún lugar de nuestra aldea global, hay individuos, familias, grupos o comunidades enteras que toman la decisión de partir hacia alguna de las supuestas tierras de promisión: principalmente América del Norte, Europa y Australia. Lo que los incita a abandonar su lugar de residencia habitual puede ser la pobreza, la falta de acceso a los servicios básicos, la falta de perspectivas económicas y profesionales o la esperanza de poder ofrecer a sus hijos un futuro mejor. En cualquiera de estos casos, la emigración constituye, por lo menos hasta cierto punto, una opción: los individuos, las familias o los grupos en cuestión pueden elegir entre partir o no partir o entre irse ahora o más tarde.

    Para otros, en cambio, irse o no irse no es una opción, sino una cuestión de vida o muerte. Me refiero a las personas perseguidas por motivos políticos, religiosos y étnicos, entre otros. La única solución que les queda, si es que existe, es la huida. Su primer refugio suele ser un país vecino. Si tienen suerte, obtienen –rápidamente o con el tiempo– el status de refugiados; en este caso suelen recibir alguna atención, por modesta que sea, por parte de los países anfitriones.

    Bastante diferente es la situación de los llamados desplazados internos (DI), personas o grupos de personas expulsadas de sus hogares que buscan refugio en alguna zona de su propio país. Hace relativamente poco tiempo que los organismos internacionales han venido prestando atención a esta categoría de desterrados y han empezado a crear los mecanismos necesarios para mejorar su situación y/o para preparar su retorno. En 1998, la ONU emitió unos principios rectores sobre el desplazamiento forzado (guiding principles on internal displacement). En este documento, los desplazados son definidos como

    personas o grupos de personas que han sido forzadas u obligadas a huir o a abandonar sus casas o lugares de residencia habitual a raíz de o para evitar los efectos de un conflicto armado, situaciones de violencia generalizada, violaciones de derechos humanos, desastres naturales o provocados por el hombre, y que no han cruzado ninguna frontera estatal internacionalmente reconocida¹.

    Desde 1998, Migraciones forzadas, una revista internacional, informa sistemáticamente sobre las migraciones compulsivas y los esfuerzos realizados para contenerlas, para mejorar la situación de los desplazados y/o para facilitar su retorno². El concepto de desplazamiento interno, tal como lo definen los textos de las Naciones Unidas, es sin duda una herramienta útil para la organización de la ayuda a los desplazados. Sin embargo, no es siempre posible ni útil distinguir categóricamente entre migraciones forzadas y otros tipos de migración o de desplazamiento. Por eso mismo, hemos otorgado, en este libro, un espacio relativamente amplio a trabajos que exploran y comparan diferentes categorías de exilios, destierros y desplazamientos³. Pensamos que la reflexión que presentan es una contribución útil a los debates en torno a la migración.

    Hoy en día, a nivel mundial, el número de desplazados internos asciende oficialmente a unos 25 millones de personas, mientras que el número de refugiados se estima en unos 9 millones de personas. En Colombia, la violencia ha expulsado de sus hogares a cerca de cuatro millones de personas⁴; la guerra civil en Angola provocó el desplazamiento de entre uno y cuatro millones de personas⁵; la guerra sucia en el Perú desterró a 600.000-1.000.000 de personas⁶; y la guerra civil en Guatemala desalojó por lo menos a 250.000 personas⁷. En Chiapas (México), la reacción de las autoridades indígenas tradicionales a la penetración de las iglesias evangélicas provocó la expulsión de decenas de miles de evangélicos de sus comunidades⁸. Por aproximativas que sean, tales cifras atestiguan, cuanto menos, la magnitud del fenómeno, pero no revelan el hecho de que muy a menudo, las víctimas de actos de expulsión masiva pertenecen a poblaciones que ya cargan con una larga historia de discriminaciones y destierro(s). En las Américas, como se lee en un artículo de la revista mencionada, un desproporcionado número de desplazados internos lo integran indígenas y miembros de las minorías étnicas⁹. En Colombia, las poblaciones más golpeadas por la violencia son las comunidades negras del Pacífico; en el Perú o en Guatemala, el campesinado indígena¹⁰. Poblaciones, por lo tanto, que aún en situaciones de paz (relativa) han sido tratados como parias en sus países respectivos. Como lo muestran varios estudios o reportajes, la mayor parte de los desplazados internos son mujeres y niños: sectores particularmente vulnerables¹¹. Mejor que cualquier estudio, los testimonios presentados por Ricardo Valderrama y Carmen Escalante en su contribución a este volumen dan cuenta del carácter verdaderamente traumático que puede alcanzar un proceso de desplazamiento. El ejemplo transcrito a continuación se refiere a la situación vivida por los campesinos de lengua quechua del departamento de Huancavelica (Perú) en el contexto de la guerra sucia entre el grupo insurrecto Sendero Luminoso y el ejército peruano:

    Pero mi hijo, el que nunca se movía de la comunidad, ahora vive en Huancavelica, desde el día que se fue, sigue soltero, no tiene oficio, ni encuentra trabajo formal; trabaja ayudando a amontonar arena en la playa de los ríos. Tal vez gana diez soles, tal vez no gana. En vano amontonan esa arena; cargando la arena a los carros, apenas encuentra con qué llenar su estómago. Hasta ahora no encuentra ningún trabajo que sea formal. Desde la vez que mataron a mi marido, ya son muchos años que vive en Huancavelica; cuando vuelve es apenas por unos momentos. Cuando vuelve, es como que alguien le estaría expulsando. Es ausente, abajo [en la ciudad de Huancavelica]. Camina de cuarto en cuarto, cargado de su camita (llora). Vamos, le digo. Ya no regresa ni a comer. Desde esa vez mi hijo está ausente, caminando. Si esa vez no pasaba nada aquí, hoy mi hijo estaría trabajando la chacra, haciendo cualquiera cosa, tendríamos comida y mantención (Dorotea Otañe Vda. de Sedano, Pachaqlla, 1998).

    Como ya se dijo, la ONU reconoce como desplazados internos a las personas o grupos de personas que han sido forzadas a abandonar sus lugares de residencia por motivos de guerra, situaciones de violencia generalizada, violaciones de derechos humanos, catástrofes naturales o desastres provocados por el hombre. Las causas del desplazamiento son, en efecto, muy numerosas. Además, como lo muestran varios de los trabajos incluidos en este volumen, la indicación de una causa genérica –por ejemplo la guerra– no basta para explicar la dinámica concreta de un fenómeno de desplazamiento. Así, refiriéndose a Colombia, Fernán González afirma que el fenómeno del desplazamiento evidencia la lucha por el control de los corredores estratégicos que permiten el acceso al tráfico de armas, la exportación de drogas de uso ilícito o el fácil desplazamiento desde las zonas de refugio hacia las zonas de conflicto¹².

    En América Latina y en África, amén de otras regiones del planeta, la guerra y sus corolarios no son las únicas causas de las migraciones forzadas. El propio progreso técnico-económico resulta responsable del destierro de enormes contingentes humanos. Es el caso, en particular, de la construcción de grandes instalaciones hidráulicas: así, la represa de Itaparica, en el nordeste de Brasil, provocó el desplazamiento de unas 120.000 personas¹³. Sólo parte de la población afectada fue indemnizada o reubicada. Efectos análogos suelen tener la extracción de petróleo o de madera, la creación de zonas industriales, los megaproyectos agrícolas (por ejemplo para la producción de soja¹⁴ o de combustible), la construcción de complejos turísticos y la realización de grandes obras infraestructurales como autopistas, puertos o aeropuertos. A menudo, también, los proyectos de remodelación urbana –como la rehabilitación del centro histórico de Salvador da Bahia, en Brasil– llevan a la expulsión, generalmente sin o con escasa compensación, de miles de personas. Según John Horgan, cada año, 10 millones de personas –un número enorme– han sido desarraigadas por proyectos de desarrollo¹⁵.

    Aunque los desplazamientos forzados constituyen una realidad difícil de ignorar, los gobiernos de algunos países que cuentan con decenas o centenares de miles de desplazados internos se han mostrado reacios o lentos para reconocer la existencia del fenómeno¹⁶; a menudo, además, tienden a ignorar, por principio, a los desplazados que optan por quedarse en las ciudades donde se refugiaron. A veces, como sucedió en el Perú de los años 1990, el gobierno propugna el retorno de los desplazados, pero, al hacerlo en el marco de una estrategia contrainsurgente, no ofrece a los retornados garantías de ningún tipo. A la migración forzada le sucede, entonces, un retorno igualmente forzado. A menudo, los retornados se encuentran con que no existen, en sus lugares de origen, los recursos para satisfacer sus necesidades básicas; a veces, también, su reinstalación les hace correr peligros serios –por ejemplo, como sucede en Angola, por la existencia de minas anti-personales¹⁷.

    No hace falta enfatizar que el desplazamiento masivo de poblaciones va provocando, forzosamente, situaciones extremadamente difíciles en términos sociales, económicos, culturales y educativos. En Colombia, por ejemplo, el sistema gubernamental de ayuda está altamente formalizado […]; las personas sólo pueden ser registradas si fueron desplazadas durante el año anterior; la ayuda humanitaria sólo se brinda por tres meses (prorrogables por tres meses en casos especiales); y la ayuda actual está sujeta a la disponibilidad de fondos¹⁸. En África, los desplazados internos acaban, a menudo, poblando campamentos de refugiados u otras zonas en un país vecino¹⁹. En estos campamentos, como lo explica José Eruesto, angoleño que estuvo refugiado en Zambia, se van perdiendo las tradiciones ancestrales, la interacción entre viejos y jóvenes y la práctica de la agricultura o la pesca²⁰.

    Aunque no han escaseado políticas de reubicación de los desplazados internos²¹, es evidente que muchos de los desterrados terminan instalándose, por cuenta propia, en los barrios periféricos de las ciudades. Según informaciones del gobierno angoleño, casi un millón de personas desplazadas por la guerra retornaron a sus aldeas en el interior, pero, cuando se observa la creciente sobrepoblación de la ciudad de Luanda, estas informaciones resultan poco creíbles. Para muchos campesinos andinos, en el Perú, el retorno a las aldeas arrasadas durante la guerra sucia de los años 1980-2000 no constituía una opción realista, motivo por el cual preferían asentarse en las ciudades²². En Colombia, la persistencia de la violencia armada es un obstáculo permanente a la relocalización o al retorno de los desplazados. En suma, es patente que muy a menudo, las poblaciones rurales o periféricas expulsadas de su hábitat tradicional no han tenido otra opción que la de instalarse en los cinturones de miseria de las ciudades, a menudo en la capital de sus países respectivos. Al no encontrar en los espacios urbanos marginales verdaderas perspectivas de futuro, muchos desplazados se deciden, finalmente, a emigrar –igual que otros compatriotas suyos– hacia alguna de las ya mencionadas tierras de promisión, donde se mezclan con los que emigraron por motivos básicamente económicos.

    Cuando hablamos de migraciones forzadas, de poblaciones desplazadas o, todavía, de grupos humanos amenazados de expulsión o de destierro, estamos enfatizando, con razón, la violencia que sufren los desterrados. Cabe notar, sin embargo, que los desplazados, lejos de ser meras víctimas de determinados procesos, son también sujetos históricos. En este sentido, nos pareció importante indagar en la actuación de los propios colectivos desplazados, sus estrategias y prácticas de resistencia y de sobrevivencia, sus esfuerzos por recrear, en donde sea, una vida política, social y cultural propia, como lo muestran, por ejemplo, las Comunidades de Población en Resistencia en Guatemala²³ y las Comunidades de Paz en Colombia²⁴.

    Como cualquier otro fenómeno sufrido o protagonizado por seres humanos, las migraciones forzadas son un asunto multifacético y complejo. Entre sus causas figuran grandes problemas políticos, económicos, sociales, étnicos y religiosos, pero en su dinámica intervienen factores de otra índole: mentalidades, sensibilidades, anhelos, proyectos. Ninguna disciplina o práctica es capaz, por sí sola, de abarcar todas las dimensiones o facetas del fenómeno del desplazamiento forzado ni, por lo tanto, de determinar la mejor manera de hacer frente a sus efectos a corto, mediano o largo plazo. La interdisciplinariedad, tal como la entendemos, nos parece ser un instrumento idóneo para alimentar el diálogo múltiple que se necesita para abarcar, en la medida de lo posible, la complejidad de la cuestión de los desplazamientos. Por eso mismo hemos reunido en este volumen investigaciones o ensayos que provienen de la experiencia directa con los desplazados, de las ciencias sociales y de los estudios literarios o culturales; les agregamos, todavía, entrevistas con tres artistas –un cineasta (Juan Lozano, Colombia), un fotógrafo (Sérgio Santimano, Mozambique) y una actriz-bailarina (Isabel Lunkembisa, Angola), que enfrentan la problemática del desplazamiento en sus trabajos.

    Un último punto. Al ser el resultado de un simposio científico, Expulsados, desplazados, desterrados pretende cumplir con las exigencias de una publicación académica. Creemos y esperamos, sin embargo, que este volumen, por la diversidad de enfoques presentes, podrá ser de interés no sólo para los estudiosos universitarios, sino también para quienes trabajan, en el terreno, con poblaciones desterradas o relocalizadas.

    __________

    ¹ Daniela Vono de Vihena, Tratamiento gubernamental e internacional del desplazamiento forzado en Colombia, Migraciones forzadas, 12, enero de 2002, p. 44.

    ² La citaremos con la sigla RMF.

    ³ Véanse en particular los artículos de José Carlos Sebe Bom Meihy, Juan Tomás Ávila Laurel, Hugo Carrasco, Nelvina Barreto, Jesús Morales Bermúdez y Julio Ramos.

    ⁴ Marco Alberto Romero, El año de los derechos de las personas desplazadas en Colombia, RMF 29, enero de 2008, p. 58.

    ⁵ Steve Utterwulghe, Resolviendo los conflictos de las personas desplazadas internamente (PDI) en Angola, RMF 12, enero de 2002, p. 28.

    ⁶ Francis Deng, representante del Secretario General de Naciones Unidas para el tema del desplazamiento interno, en su informe de 1996 (Diana Ávila, América Latina: desplazados en Perú, ¿concluyendo su proceso?, RMF 16/17, noviembre de 2003, p. 31).

    ⁷ Cecilia Bailliet, citando el Comité de los EE. UU. para los Refugiados (1998), habla de 250.000 DI (Asunto pendiente: la cuestión de los desplazados internos en Guatemala, RMF 7, abril de 2000, p. 7). Probablemente, su número fue mucho mayor, porque miles de desplazados internos (DI) permanecieron en el anonimato debido al temor a la persecución (Julie de Rivero, Reinventando comunidades: el reasentamiento de refugiados guatemaltecos, RMF 11, octubre de 2001, p. 9).

    ⁸ Véase, en este volumen, el artículo de Jean-Pierre Bastian.

    ⁹ Eric Mooney, Donde no hay voluntad, no hay camino posible: responsabilidad nacional por el desplazamiento interno en las Américas, RMF 18, septiembre de 2003, p. 43.

    ¹⁰ En el Perú, según la Comisión de Verdad y de Reconciliación, un 75% de las víctimas de la violencia de 1980-2000 fueron campesinos quechuas. Véanse también, en este volumen, las contribuciones de PCN-Proceso de Comunidades Negras, Aline Helg, Ricardo Valderrama/Carmen Escalante y Andrés Cabanas.

    ¹¹ Henda Ducados, Género, raça e classe – a feminização da pobreza: a estratificação do sector informal em Luanda, (16/05/2007); Daniela Vono de Vihena, Tratamiento gubernamental e internacional del desplazamiento forzado en Colombia, RMF 12, enero de 2002, p. 42. Véase también, en este volumen, el artículo de César Pastor.

    ¹² Véase su artículo en este volumen.

    ¹³ John Horgan, El proyecto de presa de Itaparica en el nordeste de Brasil: modelos y realidad, RMF 4, abril de 1999, pp. 22-25. Hay muchos otros ejemplos. La construcción de la represa binacional de Yacyretá (entre Paraguay y Argentina) damnificó a 30.000 personas. Las comunidades indígenas de Mbokajaty, Pacito, Abiaru, Pindoty’i, Tekoa Miní y Katupyry perdieron su principal sustento económico: la pesca (Este martes, afectados por la represa de Yacyterá se manifestarán, (9/08/2009). En la zona del Alto Bío-Bío, en el sur de Chile, la Central Hidroeléctrica Ralco y otros proyectos más van desplazando a la población nativa pehuenche (Equipo Nizkor, El proyecto de la Central Hidroeléctrica Ralco, (11/03/2008). Véase también, en este volumen, el artículo de João Paulo Borges Coelho (represa de Cahora Bassa en Mozambique).

    ¹⁴ Véase, en este volumen, el artículo de Lilibeth Zambrano.

    ¹⁵ Según John Horgan (El proyecto de presa de Itaparica en el nordeste de Brasil: modelos y realidad, RMF 4, abril de 1999, p. 22), cada año, 10 millones de personas son desarraigadas por proyectos de desarrollo.

    ¹⁶ En América Latina, Colombia reconoce el fenómeno con la ley 387, también México desde hace poco, mientras que en Perú y Guatemala, los gobiernos prefieren considerar que con el fin de las guerras respectivas, el problema de los desplazamientos se ha resuelto (Erin Mooney, Donde no hay voluntad, no hay camino posible: responsabilidad nacional en el desplazamiento interno en las Américas, RMF 18, septiembre de 2003, p. 43).

    ¹⁷ En ciertas áreas de Angola, por ejemplo, los retornados se encuentran con minas anti-personales (Cecilie Winter, Nina M. Birkeland, Angola: ¿de los planes a la acción? (RMF 16/17, mayo de 2003, p. 35).

    ¹⁸ Amelia Fernández, Roberto Vidal, ¿Colombia: el final del desplazamiento o el fin de la atención?, RMF 16/17, noviembre de 2003, p. 24.

    ¹⁹ Véanse, en este volumen, la entrevista a Sérgio Santimano y los artículos de Nelvina Barreto y Juan Tomás Ávila Laurel.

    ²⁰ José Eruesto, El deterioro de las culturas en los campamentos de refugiados, RMF 14, julio de 2002, p. 20.

    ²¹ Véase, en este volumen, el artículo de César Pastor.

    ²² Finn Stepputat, Nina Nyberg Sørensen, Desplazados internos y medios de subsistencia móviles, RMF 14, julio de 2002, p. 36.

    ²³ Véase el artículo de Andrés Cabanas en este volumen.

    ²⁴ Véase, en este volumen, la entrevista a Juan Lozano, autor de la película Hasta la última piedra.

    DESPLAZADOS INTERNOS.

    RETOS SIN SOLUCIONES, SOMBRÍAS PERSPECTIVAS

    EN EL AÑO 2008

    CÉSAR PASTOR ORTEGA

    Ex funcionario del ACNUR

    Introducción

    No habían pasado ni tres días del nuevo año (2008) y el tema de desplazados y refugiados llenaba no sólo las páginas de los periódicos, sino también las web de un sinnúmero de organizaciones humanitarias y de agencias de información. En enero de 2008, la comunidad entera veía a través de la televisión el horrible drama que afectaba a la población de Kenia. Decenas de miles de personas eran víctimas de la represión de la policía, a la par que sufrían agresiones, despojos, incendios y vandalismo, llevados a cabo por diferentes grupos armados con machetes y flechas. Se estima en más de 250.000 el número de personas que huyeron de esa violencia buscando, al interior del país o en dirección de Uganda o Tanzania, seguridad y protección. La mayoría de ellas perdieron así, devorada por el fuego y el robo, su empobrecida economía y se convirtieron en los primeros desplazados y refugiados de 2008.

    Antes de las fiestas de fin de año nadie había pensado, mucho menos la población de Kenia, que en algún momento, la demora y el resultado de las elecciones presidenciales iba a dar lugar a la peor de las confrontaciones políticas en el país. La extrema violencia que se observó no sólo fue la expresión de los problemas políticos electorales, sino también, en menor medida, de las rivalidades étnico-políticas existentes entre dos grupos que se disputan el poder desde años atrás.

    Mientras hablamos aquí de las IDPs (Internally Displaced Persons), la situación y la suerte de cientos de miles de desplazados y refugiados en Kenia siguen sin una solución duradera. Desafortunadamente, en la mayoría de los países, los intentos de mediación o de negociación política no han encontrado una solución definitiva al problema de desplazados.

    Definición

    Hay muchas definiciones del término de desplazados. El desplazamiento de personas y comunidades en sus diferentes formas ha sido una realidad en la historia de la humanidad. Sin embargo, para fines del tema que nos ocupa –las personas comúnmente llamadas expulsadas, desterradas o desplazadas–, la definición más apropiada es la utilizada por el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, ACNUR. De acuerdo con esta definición, el término personas desplazadas internamente (IDPs) se refiere a todas aquellas personas que, forzadas a huir de sus hogares para escapar del conflicto armado, la violencia generalizada, las violaciones de los derechos humanos o los desastres naturales o provocados, se ven obligadas a abandonar sus hogares, sus comunidades, sus pueblos y su región, para establecerse en otra zona, en el interior del mismo país de origen¹.

    Países afectados

    La mayoría de los desplazados internos en el mundo se encuentra actualmente en el África. En Sudán, la República Democrática del Congo, Angola, Chad, Mozambique y, en grupos residuales, en Liberia. En América Latina, el mayor número de desplazados se encuentra en Colombia; sin embargo, podemos también mencionar los casos de Guatemala, El Salvador, México y el Perú. En el Medio Oriente y Asia, las guerras en Irak y Afganistán no sólo crearon miles de refugiados, sino también miles de desplazados internos. Por otra parte, el tsunami del año 2004, que afectó a más de un millón de habitantes de Sri Lanka, la India, Bangladesh, Indonesia y Tailandia, forzó a cientos de miles de personas a desplazarse al interior de sus respectivos países.

    Causas

    En el estudio presentado por el representante del Secretario General de las Naciones Unidas a la 49a sesión de la Comisión de Derechos Humanos (CDH) de ese organismo, se identificaron seis causas de desplazamiento²:

    •Conflictos armados y luchas internas.

    •Violencia comunitaria.

    •Violaciones sistemáticas de los derechos humanos.

    •Reasentamientos forzados.

    •Desastres naturales.

    •Desastres ecológicos.

    Sin embargo, entre otras causas de desplazamiento se pueden añadir igualmente: los efectos del cambio climático, de la mundialización, la discriminación, la identidad, y también la religión, etc.

    Cambio climático y mundialización

    Las repercusiones económicas y ecológicas de las nuevas formas de producción son muy preocupantes en algunos países o regiones del África, Asia y América Latina. Los cambios climáticos de los últimos años en el África, por ejemplo, se dejan sentir con mayor gravedad por sus efectos negativos, debido a que las sequías y/o las inundaciones duran más tiempo, las fuertes lluvias son más frecuentes. A la larga, esto genera una presión constante sobre los pauperizados recursos y los hombres, que en la mayoría de los casos se ven obligados a abandonar sus comunidades y zonas de asentamiento. El secretario ejecutivo, Yve de Boer, de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (UNFCCC, siglas en inglés), ha señalado que: En el 2010, casi 50 millones de personas podrían verse desplazadas debido al cambio climático, la desertificación y la deforestación³.

    Problema étnico, identidad y discriminación

    Durante los últimos años se ha podido observar que los conflictos étnicos han sido una de las causas que originaron algunos desplazamientos masivos en el África. La confrontación étnica, que terminó en el genocidio entre los grupos étnicos hutus y tutsis en Ruanda y Burundi en 1994, es bastante comentada. No obstante la existencia, en la actualidad, de una convivencia más o menos pacífica entre estos grupos, el resentimiento y los recuerdos siguen presentes en la memoria de cada comunidad. A pesar de las duras lecciones aprendidas del pasado sobre el impacto negativo que provocó el genocidio, la reconciliación no ha llegado a su fase final de un perdón total. Hay todavía mucho que hacer para evitar otros conflictos étnicos muy preocupantes en esa parte, como también en otras partes de África, por ejemplo en el norte de la República Democrática del Congo y en la región de Darfur (Sudán); a ellos hay que sumar el conflicto político entre los loua y los kikuyos en Kenia y recientemente el desalojo violento de la población de Zimbawe en África del Sur. En lo que se refiere a África del Oeste, la pacificación y la presencia de las Fuerzas de Paz de las Naciones Unidas, por el momento, están dando resultados positivos de convivencia étnica y política en Liberia, Sierra Leona y Costa de Marfil.

    Hay que añadir de igual forma que en algunos países de América Latina, el elemento étnico sigue siendo aún un factor que agudiza y provoca confrontaciones sociales, que resultan en ciertos desplazamientos internos. La discriminación y la marginación de las poblaciones autóctonas en países con gran componente indígena, aun si no son muy abiertos, generan un cierto malestar psicológico social en algunos grupos humanos, que a la larga puede desembocar en desplazamientos internos. Los términos indio, cholo y negro utilizados en algunos países, son nominativos despectivos usuales en el vocabulario de cierta población blanca o mestiza, que de alguna manera delata la existencia de conflictos sociales todavía no resueltos en la memoria de ciertos grupos de poder.

    Los problemas políticos actuales en Bolivia, por ejemplo, están creando una situación muy delicada, compleja y explosiva entre dos regiones económicas del país y con un componente étnico diferente. Una crisis política que puede transformarse en una confrontación étnica y social de cierta gravedad y generar, con gran probabilidad, un desplazamiento de población al interior o al exterior del país.

    El caso de Guatemala de los años 1980 fue, en América Latina, el ejemplo más visible de una persecución étnica. En ese país, la población guatemalteca de origen maya fue en cierto tiempo discriminada y marginada. En esos años, esa población fue castigada severamente por los grupos de poder, entre otras razones por haber heredado tierras muy ricas productivamente que ésos ambicionaban y por mostrar un escaso interés en occidentalizarse y adaptarse a un sistema socio-cultural ajeno a su cosmovisión.

    La historia del éxodo de la población guatemalteca de los años 1980 y 1981 está aún presente en la memoria del pueblo. Fue a raíz de la represión militar cuando muchos de los llamados hombres de maíz dejaron sus raíces y sus aldeas en llamas, para desplazarse al interior del altiplano de Guatemala, mientras otros se refugiaban en el estado de Chiapas, en México. Famosa por su crueldad, la política de tierra arrasada y de las aldeas modelo no ha sido borrada de la historia política de Guatemala y queda como el episodio más inhumano llevado a cabo en contra de la población maya.

    La religión

    La religión como factor que origina el desplazamiento hace su reaparición en los últimos años como uno de los condimentos que sazona los apetitos agresivos de algunos grupos fundamentalistas y radicales en diferentes regiones del globo, en particular en África y Asia, pero también en América Latina. Por ejemplo, hace años atrás, en el estado mexicano de Chiapas, comunidades enteras se desplazaron a causa de los conflictos religiosos entre la población de un mismo grupo étnico.

    Es preocupante en la actualidad que en muchos países, los conflictos religiosos estén tomando más y más actualidad. La creencia religiosa hoy se usa como forma de opresión, marginación y violencia de un grupo contra el otro, en particular contra las mujeres, que son las víctimas de ciertas interpretaciones de los libros sagrados. Los resultados de estos conflictos, como se ha visto, han originado persecución o castigos y han desembocado en movimientos de desplazados.

    Cifras

    Registrar todos los tipos de desplazamientos y contar con una información ajustada a la realidad constituye todavía un problema en los países en donde existe el fenómeno del desplazamiento interno. Las estadísticas sobre personas desplazadas no siempre muestran la realidad completa del fenómeno; por una parte, por la inexistencia de registros o bases de datos fiables en algunos de los países afectados; y, por otra, debido al desconocimiento de muchas situaciones de desplazados en una región o en un mismo país. Por razones geográficas y de seguridad, muchos grupos de desplazados no son contabilizados y a veces ni son conocidos, sobre todo aquellos que se encuentran en las zonas alejadas de los medios de transporte y de comunicación, o fuera de la presencia de organizaciones humanitarias.

    Un factor importante por considerar en cuanto a las cifras es el hecho de que el desplazamiento interno se presenta como un proceso dinámico y cambiante. El número de desplazados aumenta y disminuye constantemente en el mundo. Por ejemplo, las situaciones políticas y las intensas lluvias que afectaron Kenia, el Chad y otras regiones del mundo recientemente, incrementaron el número de desplazados más allá de 400.000 personas.

    Es importante agregar aquí que muchas de las cifras utilizadas por diferentes organismos internacionales u ONGs no siempre se basan en registros oficiales, uno, por la complejidad de prepararlas, dos, por la falta de recursos humanos y económicos, y tres, por el problema político y de seguridad que implica la recolección de datos. Los datos manejados en cada operación de protección y de asistencia provienen en muchos casos de listas que han sido preparadas por cada organización en particular para los fines relacionados a sus roles y actividades.

    El Centro de monitoreo de desplazamientos internos estima en 25 millones las personas desplazadas internamente en el 2005. Alrededor de 5 millones se encuentran en Sudán, y habría hasta 3,7 millones en Colombia. En el mundo, entre el 70 y el 80% de estos desplazados son mujeres y niños, sin embargo, el ACNUR cuenta entre la población protegida y asistida un número no mayor de 12.794.400⁴.

    Características de la población desplazada

    La mayoría de los desplazados, en particular en los países en desarrollo, está constituida por poblaciones de origen rural. Esa población está compuesta mayormente por campesinos pobres, marginados económicamente. Las personas que han trabajado con los desplazados internos en Europa, Asia y África, a menudo encuentran que éstos son minorías étnicas, religiosas, tribales o lingüísticas, confrontados con mayorías étnicas; como es el caso de los kurdos en Turquía e Irak, los chechenos en la Federación Rusa, los kosovares albaneses en la ex Yugoslavia, los tamiles en Sri Lanka, los karen y kareni en Myanmar y los cristianos y animistas del sur de Sudán. Estas minorías étnicas buscan autonomía o independencia de los gobiernos que sirven los intereses del grupo étnico dominante.

    No obstante, en las guerras civiles de las Américas, los desplazados internos no son minorías étnicas en búsqueda de independencia; provienen principalmente de las mayorías rurales y pobres, como fue el caso de El Salvador y Honduras, y como es el caso actual de Colombia.

    Números significativos también pertenecen a grupos indígenas, como en Guatemala durante los 80 y en Perú, donde según reportes, el 70% de los desplazados internos provienen de comunidades nativas⁵.

    Cabe mencionar como la característica más saltante de la población desplazada actual la presencia de un mayor número de mujeres, ancianos y niños y, en muchos casos, de menores no acompañados. Es decir, buena parte de la población desplazada se integra a la lista de una población vulnerable, con necesidades de protección y asistencia específica.

    Vulnerabilidad

    Un desarraigo violento, como ha sido la mayoría de los casos de los movimientos de desplazados y refugiados, afecta a las personas en general y a ciertos grupos en particular, como son los niños, mujeres, y ancianos, volviéndolos mucho más vulnerables a todo tipo de abusos, entre ellos a violaciones de sus derechos humanos y de sus derechos de personas. Es increíblemente dolorosa la situación y la vida de los desplazados en muchas operaciones de asistencia y en regiones pauperizadas en el mundo. La mayoría de ellos huyen con casi nada, con la ropa puesta y tal vez con algunos pequeños enseres de cocina, herramientas agrícolas y, los que tienen suerte, con algunas semillas. La falta de un lugar seguro donde asentarse en su región u otra o en el país de origen les hace deambular de un lugar a otro hasta perder las energías o la esperanza. El constante movimiento y el peligro de ser acosado en cada momento ponen en riesgo a la familia, a los niños y en particular a las mujeres que, en muchos casos, son explotadas de diversas formas.

    La vulnerabilidad que genera el desplazamiento desemboca casi siempre en un empobrecimiento gradual de las personas, de las familias y las comunidades. A su vez esa situación genera efectos físicos degradantes, morales y psicológicos, negativos para la condición humana, muchas veces irreversibles.

    Asistencia humanitaria a los desplazados

    Es responsabilidad de los gobiernos nacionales proveer asistencia humanitaria y protección a los desplazados internos; sin embargo, por razones políticas, sociales y económicas, se ha visto que los gobiernos nacionales no han sido capaces de asistir a los desplazados. En la mayoría de los casos de desplazamiento interno, han sido las agencias y organizaciones humanitarias las encargadas de atenuar y suministrar una asistencia inmediata, coordinando en algunos casos con los gobiernos u organismos nacionales. La búsqueda de soluciones duraderas a nivel político y económico, como el retorno, ha sido una de las principales preocupaciones de la ONU y de la comunidad internacional.

    En muchos casos, la comunidad internacional, en sus operaciones de apoyo y asistencia, ha tratado de beneficiar no únicamente a la población desplazada, sino también a la población receptora o aledaña; por ejemplo, en el caso de la reintegración de los desplazados internos en Liberia, se siguió el sistema de Community Based Approach, asistencia comunitaria, en diferentes sectores, llámese salud, educación, servicios comunitarios, agricultura (distribución de semillas y herramientas), etc. Este sistema favoreció la reintegración sin dificultad a los desplazados y refugiados a sus lugares de origen, evitando así la discriminación al interior de cada comunidad.

    Es importante subrayar aquí que a fin de evitar sustituir el rol del gobierno, las agencias y los organismos humanitarios, en actividades relacionadas con la búsqueda de soluciones durables, el suministro de asistencia, tareas de protección y de seguridad, etc., se coordinan con el gobierno central o con entes nombrados por los gobiernos nacionales, privilegiando a las autoridades locales por su cercanía a los lugares de asentamiento de los desplazados, organizaciones de desplazados/retornados y grupos locales de desarrollo.

    Protección de los desplazados internos

    La primera responsabilidad de los gobiernos nacionales es la protección de los desplazados internos. No obstante, es preocupante que en la mayoría de los casos de desplazamiento interno, los gobiernos nacionales, que deberían ser los primeros responsables en el manejo de una situación semejante, tanto a nivel de la protección como de la asistencia humanitaria, no están presentes, y más aún, no son proactivos en buscar soluciones durables. Algunos se han desentendido del tema, o simplemente se muestran incapaces por razones internas de atender y resolver esta tragedia humanitaria que afecta a la población nacional y, por consiguiente, a millones de personas desplazadas en decenas de países en el mundo.

    Sin embargo, podemos decir también que hay casos muy esperanzadores. Casos específicos de solución durable o legislación específica para situaciones de desplazamiento se están dando gracias a los esfuerzos de algunos de los gobiernos afectados, en particular en América Latina. El PAM (Plan de Acción de México), adoptado por veinte países latinoamericanos en noviembre de 2004 (UNHCR/ El impacto de la solidaridad regional, 2007), es un excelente ejemplo⁶.

    Si bien es cierto, de manera general, que hay principios jurídicos rectores que protegen a los desplazados internos, todavía no existe ningún organismo de la ONU con un mandato específico ni las herramientas jurídicas necesarias para establecer convenios internacionales específicos, como es el caso de la protección y asistencia a refugiados asignado al Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR). La protección de los desplazados, en el mejor de los casos, se basa en normas que señalaremos más adelante y en normas constitucionales y leyes nacionales que benefician a toda la

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