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¿Qué futuro imaginamos?: Veinte años después del muro de Berlín
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Ebook102 pages1 hour

¿Qué futuro imaginamos?: Veinte años después del muro de Berlín

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De la caída del muro de Berlín al día de hoy han transcurrido más de veinte años. El objetivo de este pequeño libro consiste en pensar la evolución que se ha llevado a cabo en el campo del pensamiento durante este período. Se estudian tres ámbitos: el discurso político, el social y el utópico. Este sugerente libro puede ayudar a comprender mejor los signos de los tiempos y a aventurar, con acierto, los itinerarios de construcción del futuro.
LanguageEspañol
Release dateMay 1, 2013
ISBN9788497435475
¿Qué futuro imaginamos?: Veinte años después del muro de Berlín

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    ¿Qué futuro imaginamos? - Francesc Torralba

    PROEMIO

    El 9 de noviembre de 1989 cayó el muro de Berlín. Esa fecha adquirió un valor histórico: representaba el final de la lucha ideológica entre dos modelos contrapuestos que se habían articulado a lo largo del siglo XIX: el marxismo-leninismo y el capitalismo liberal. Algunos intelectuales llegaron, incluso, a augurar que la historia había llegado a su fin. Era el año que se cumplía medio siglo de la invasión alemana de Polonia y del inicio de la Segunda Guerra Mundial, quizás el evento más violento y mortífero que ha sufrido la humanidad, debido a la inhumanidad del hombre para con el hombre, evento que generó crueldades de todo tipo, la muerte de millones de inocentes, vejaciones de pueblos y de razas y negaciones de las libertades y de los derechos más básicos, con unos cincuenta y cinco millones de muertos y un inmenso número de heridos, con una destrucción terrible en todos los niveles… Sólo debemos pensar en los devastadores efectos de las dos bombas atómicas lanzadas sobre Japón. Como consecuencia de todo ello, emergió un mundo dividido en dos grandes bloques ideológicos que mantuvieron sus enfrentamientos aunque fuera bajo la denominada forma de la guerra fría.

    En una memorable y famosa carta del 27 de agosto de 1989, con motivo de la conmemoración de los cincuenta años del inicio de la guerra mundial, el Papa Juan Pablo II lanzaba una llamada a Europa, para que se percatara que el respeto a Dios y el respeto al hombre son inseparables y que constituyen un principio absoluto de referencia para que estados y bloques superen sus antagonismos. Recordaba que Europa está llamada a exportar, no la guerra, sino la paz, porque el humanismo y la liberación que emanan de su herencia cristiana fecunden todavía los pueblos europeos y los otros pueblos del mundo, y añadía: "la verdadera civilización no radica en la fuerza, sino que es fruto de la victoria sobre nosotros mismos, sobre las potencias de la injusticia, del egoísmo y del odio, que pueden desfigurar al hombre".

    Veinte años después de aquel evento, estamos convencidos que todavía tiene sentido proyectar utopías, esperar un mundo mejor, más justo y solidario, más digno y pacífico. Muchos interpretaron la caída del muro como la hecatombe de la última consciencia utópica de la humanidad y como el inicio de la globalización del capitalismo desbocado. Dos años después de aquel suceso, Juan Pablo II publicó Centesimus annus, en conmemoración de los cien años de la encíclica Rerum Novarum de León XIII (1891). En aquella encíclica social identificaba las contradicciones internas del marxismo-leninismo, pero también las estructuras de pecado que dimanan de un capitalismo sin alma.

    En este libro, que me complace presentar, se recogen las conferencias que se celebraron el día 3 de julio de 2009 en el Comú de Sant Julià de Lòria (Principado de Andorra) durante la sexta edición del Seminario de la Cátedra de Pensamiento Cristiano de nuestro Obispado que dirige, desde el primer año de su creación, el Dr. Francesc Torralba. Los tres ponentes invitados trataron la cuestión desde distintos ángulos. El M. H. Sr. Joan Rigol, expresidente del Parlament de Catalunya, estudió la evolución que ha experimentado la política en los últimos años a partir de un título muy sugerente: De la descomposición de las ideologías a la política espectáculo; el Dr. Arcadi Oliveres, presidente de Justícia i Pau en Cataluña, disertó sobre Las desigualdades en el mundo y en Europa veinte años después de la caída del muro de Berlín, y, finalmente, el Dr. Francesc Torralba expuso una conferencia que tenía por título Utopías, contrautopías y quimeras. La esperanza que no se rinde.

    Aprovechando la ocasión que me brinda este proemio, me gustaría realizar unas breves reflexiones, a modo de introducción, sobre la temática del citado seminario, apostillando algunos pensamientos que se reflejan en la Doctrina Social de la Iglesia, uno de los tesoros que la Iglesia ofrece al mundo entero.

    Juan Pablo II, dos años después de la caída del muro de Berlín publicó, como indicaba anteriormente, la encíclica social Centesimus annus. En el epígrafe 35 escribe: Queda mostrado cuán inaceptable es la afirmación de que la derrota del socialismo deja al capitalismo como único modelo de organización económica. Hay que romper las barreras y los monopolios que colocan a tantos pueblos al margen del desarrollo, y asegurar a todos —individuos y naciones— las condiciones básicas que permitan participar en dicho desarrollo. Este objetivo exige esfuerzos programados y responsables por parte de toda la comunidad internacional. Es necesario que las naciones más fuertes sepan ofrecer a las más débiles oportunidades de inserción en la vida internacional; que las más débiles sepan aceptar estas oportunidades, haciendo los esfuerzos y los sacrificios necesarios para ello, asegurando la estabilidad del marco político y económico, la certeza de perspectivas para el futuro, el desarrollo de las capacidades de los propios trabajadores, la formación de empresarios eficientes y conscientes de sus responsabilidades.

    Con gran lucidez, Juan Pablo II identificó los peligros que se podrían derivar de la caída del muro de Berlín. Intuyó algunas interpretaciones precipitadas del fenómeno y, adelantándose a su tiempo, vio como la derrota del comunismo-leninismo no podía dejar como único modelo de organización económica al capitalismo desbocado, sino que defiende un sistema que respete, por un lado, la libre iniciativa, pero, por el otro, la equidad y la justicia social. Veinte años después, esta visión todavía tiene más consistencia.

    En el epígrafe 42 escribe Juan Pablo II: "¿Se puede decir quizá que, después del fracaso del comunismo, el sistema vencedor sea el capitalismo, y que hacia él estén dirigidos los esfuerzos de los países que tratan de reconstruir su economía y su sociedad? ¿Es quizá éste el modelo que es necesario proponer a los países del Tercer Mundo, que buscan la vía del verdadero progreso económico y civil?

    "La respuesta obviamente es compleja. Si por «capitalismo» se entiende un sistema económico que reconoce el papel fundamental y positivo de la empresa, del mercado, de la propiedad privada y de la consiguiente responsabilidad para con los medios de producción, de la libre creatividad humana en el sector de la economía, la respuesta ciertamente es positiva, aunque quizá sería más apropiado hablar de «economía de empresa», «economía de mercado», o simplemente de «economía libre». Pero si por «capitalismo» se entiende un sistema en el cual la libertad, en el ámbito económico, no está encuadrada en un sólido contexto jurídico que la ponga al servicio de la libertad humana integral y la considere

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