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Kitzur Shulján Aruj Vol. 1: La Guía Clásica Para La Vivencia Cotidiana De La Ley Judía
Kitzur Shulján Aruj Vol. 1: La Guía Clásica Para La Vivencia Cotidiana De La Ley Judía
Kitzur Shulján Aruj Vol. 1: La Guía Clásica Para La Vivencia Cotidiana De La Ley Judía
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Kitzur Shulján Aruj Vol. 1: La Guía Clásica Para La Vivencia Cotidiana De La Ley Judía

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Entre los libros escritos por Rabí Shlomó Ganzfried, un sitial de excelencia le corresponde a esta obra, el Kitzur Shulján Aruj, publicada por vez primera en Ungvar en 1864. Ello se debe a su extraordinaria difusión y la necesidad de un libro de estas características que llenó la falta de una obra que respondiera a todos los planteos cotidianos que pudieran presentarse a cualquier individuo, orientándolo en el curso de toda su vida por el camino de la Torá y los senderos de la Ley Judía de una manera que resultara útil a cada cual.
El Kitzur Shulján Aruj es infaltable en el hogar judío, y su difusión alcanzó proporciones monumentales. En 1908, unos 45 años tras su primera impresión, el yerno de Rabí Shlomó, Rabí Guershón Wolf Banet, escribió que en ese momento había en el mundo entre 400.000 y 500.000 ejemplares del Kitzur (sólo en vida del autor llegaron a imprimirse cerca de 250.000 ejemplares). Desde entonces, se reimprimió cientos de veces más, totalizando millones de ejemplares, algo inédito para una obra rabínica además de la Torá misma.
LanguageEspañol
PublisherBookBaby
Release dateMar 1, 2016
ISBN9789879107744
Kitzur Shulján Aruj Vol. 1: La Guía Clásica Para La Vivencia Cotidiana De La Ley Judía

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    es un excelente libro para conocer y poner en practica las leyes judias

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Kitzur Shulján Aruj Vol. 1 - Shlomo Ganzfried

Capítulo 1: Al Despertar por la Mañana

1 He puesto a Di-s delante de mí siempre (Salmos 16:8) es una norma fundamental de la Torá y de las virtudes de los tzadikím (personas justas) que marchan ante Di-s. Porque la persona, al encontrarse sola en su casa, no se sienta, mueve o actúa de la misma manera en que lo haría de encontrarse ante un gran rey. Tampoco su conversación y vocabulario en compañía de los miembros de su familia y parientes es como el que emplearía en presencia de un rey, cuando ciertamente cuidaría que todos sus movimientos y diálogos fueran refinados y correctos.

Cuánto más entonces, ciertamente, llegará de inmediato a experimentar reverencia y sumisión por temor a Di-s, y sentirá vergüenza ante El, cuando reflexione en que el gran Rey –el Santo, bendito sea, Cuya gloria llena todo el universo (Isaías 6:3)– Se alza sobre él y observa sus acciones, como fuera dicho (Jeremías 23:24): ‘Si alguien se escondiera en sitios ocultos, ¿Yo no lo vería?’, dice Di-s; ‘¡Si Yo lleno los Cielos y la Tierra!’

2 También al estar acostado en su lecho reconocerá ante quién yace, y tan pronto como despierta debe recordar las bondades que Di-s tuvo para con él, devolviéndole el alma que él había entregado cansada, y Él se la restituyó renovada y refrescada a fin de que adorara a Di-s con todas sus capacidades, y Lo sirviera el día entero. Pues en eso consiste todo el hombre, como expresa el versículo (Lamentaciones 3:23): Son nuevas cada mañana, grande es Tu fidelidad. Esto enseña que cada mañana la persona constituye una nueva creación, por lo que agradecerá a Di-s de todo corazón. Mientras todavía yace en su lecho {no bien despierta [SAH, 1:5]} dirá: Modé aní lefanéja, Mélej jái vekaiám, shehejezárta bi nishmatí bejemlá; rabá emunatéja Doy gracias a Ti, Rey viviente y eterno, pues Tú has restituido mi alma dentro de mí con misericordia. Grande es Tu fidelidad. (Y pese a que sus manos aún no están [ritualmente] limpias puede decirlo, pues en esta frase no se menciona el Nombre de Di-s). Entre las palabras jemlá (misericordia) y rabá (grande) hará una breve pausa.

3 Iehudá ben Teimá dice (Avot 5:23): Sé intrépido como el leopardo, ágil como el águila, rápido como la gacela y fuerte como el león, para cumplir la voluntad de tu Padre Celestial.

Intrépido como el leopardo significa que el individuo no debe avergonzarse de las personas que se mofan de él porque sirve a Di-s.

Ágil como el águila [célebre por su excelente vista], alude a lo que sus ojos ven. Es decir, [se insta a la persona a] que sea ágil para cerrar sus ojos y no ver el mal, pues con ello comienza la transgresión; el ojo ve, el corazón ansía, y los órganos de la acción consuman el pecado.

Rápido como la gacela se refiere a las piernas: Que sus piernas corran hacia el bien.

Fuerte como el león alude al corazón, porque el vigor para servir al Creador está en el corazón.

Dijo, entonces, que el hombre fortalecerá su corazón para servirlo, y se impondrá a su Inclinación al Mal para vencerla como el poderoso que se impone a su enemigo para vencerlo y derribarlo al suelo.

4 Por lo tanto la persona debe fortalecerse como el león, e inmediatamente al despertar (y recitar la frase Doy gracias...) {y aguardar un poco [–pues es muy insalubre levantarse súbitamente– SAH, 1:6]} se levantará con agilidad para servir al Creador –bendito y exaltado sea– antes de que su Inclinación al Mal lo venza con pretextos y excusas para que no lo haga, y lo aventaje y seduzca –en el invierno [diciendo]: ¿Cómo te levantarás ahora, tan temprano por la mañana, cuando hace tanto frío?; y en el verano: ¿Cómo te levantarás de la cama cuando todavía no está satisfecho tu sueño?, u otros argumentos similares–, porque la Inclinación al Mal sabe muy bien cómo atrapar a la persona con toda suerte de celadas para evitar que se levante.

Por lo tanto, toda persona sensible que tema y tiemble ante la palabra de Di-s debe sobreponerse a su Inclinación al Mal y no prestarle atención; aun de resultarle difícil por razones de pesadez física y pereza, pondrá como objetivo suyo cumplir la voluntad del Rey de reyes, el Santo, bendito sea. {Que no diga: Continuaré en mi lecho y estudiaré, sino que se levantará y vestirá, pues está escrito (Amós 4:12): Prepárate, Israel, al encuentro de tu Di-s [SAH, 1:1]}. Reflexionará en que, si alguien lo llamara para alguna transacción en la que ganaría dinero o cobraría una deuda, o para salvar su fortuna de un desastre –por ejemplo, si se desató un incendio en la ciudad o algo similar–, ciertamente se levantaría de inmediato, ágilmente, en razón del apego que siente por su fortuna, y no mostraría pereza. Del mismo modo, se levantaría con celeridad y no perezosamente por temor a ser denigrado, o para hallar gracia en sus ojos, si debiera ir para servir a un rey. Cuánto más entonces al tratarse del servicio del Rey de reyes, el Santo, bendito sea, que se debe poner cuidado en levantarse con rapidez y diligencia. Quien hace de esta práctica un hábito, luego de cuatro o cinco veces no la hallará difícil, [como dicen nuestros Sabios (Iomá 38b):] Quien viene a purificarse, es [Divinamente] asistido.

5 Si uno es capaz de despertar y levantarse a la medianoche para recitar la plegaria de Tikún Jatzot [lamentándose por la destrucción del Gran Templo y el exilio de la Presencia Divina], cuánto mejor –como fuera dicho (Lamentaciones 2:19): Levántate, clama en la noche al comienzo de los turnos...–, tal como el Santo, bendito sea, Se lamenta a esas horas –como fuera dicho (Jeremías 25:30): Di-s ruge desde Sus alturas, y desde la morada de Su santidad eleva Su voz, ruge por Su Santuario y dice (Berajot 3a): Ay de los hijos que a causa de sus pecados destruí Mi casa, quemé Mi santuario, y los llevé a exilio entre las naciones–.

Si no le es posible levantarse a la medianoche {que lo haga al comienzo de la tercera vigilia [SAH, Segunda Versión, 1:3] o} al menos se esforzará por hacerlo antes del alba, como dijo el rey David (Salmos 57:9): Despertaré al alba – ‘soy yo quien despierta al alba y no es el alba quien me despierta a mí’. {Quien no puede levantarse a la medianoche cada noche, que lo haga cuando pueda, y cuando no, lo hará algún tiempo antes del alba [SID]}.

Se puede recitar Tikún Jatzot aun después de la medianoche, y luego hay que dedicarse al estudio de la Torá {Oral [SAH, 1:8]}, cada cual conforme su capacidad. Una lección de Mishná tiene prioridad a cualquier otro estudio (con ello la persona se hace acreedora al alma, la neshamá, pues mishná tiene las mismas letras hebreas que neshamá). Si no está en su capacidad hacerlo, recitará Salmos y Maamadot [secciones de la Torá preestablecidas para cada día], y estudiará libros de musar (ética judía). Es mejor poco con concentración que mucho sin ella.

Rabí Jiá enseñó (Tamid 32b): Todo el que estudia Torá de noche – la Presencia Divina está frente a él, como fuera dicho (Lamentaciones 2:19): ‘Levántate, clama en la noche al comienzo de los turnos; derrama tu corazón como el agua frente al Semblante de Di-s’, o sea, que la Presencia Divina está ante ti entonces. También dijeron nuestros Sabios (Zohar I, 136): Quienquiera estudia Torá de noche es llamado Servidor de Di-s, como está escrito (Salmos 134:1): ‘[Bendecid a Di-s, vosotros,] todos los Servidores de Di-s, quienes se alzan en la Casa de Di-s por las noches’ (véase adelante, el Capítulo 71).

En las noches más cortas, cuando es difícil levantarse tan temprano, el esfuerzo se pondrá al menos en hacerlo con suficiente tiempo como para prepararse para ir a la Sinagoga y rezar junto con la congregación.

6 No deben recitarse de memoria aquellos capítulos de los Salmos y demás secciones de la Torá, los Profetas y las Escrituras, que no son conocidos por todos con fluidez. Incluso quien sepa decirlos de memoria, debe cuidarse de no hacerlo. La persona ciega, sin embargo, tiene permitido hacerlo.

7 Debe reprocharse a aquellos que recitan las súplicas de los Maamadot que concluyen con las palabras Bendito eres Tú, Di-s, Quien escucha la plegaria {y también a los impresores, [pues nadie tiene la fuerza de instaurar nuevas bendiciones luego de finalizada la era del Talmud – SAH, 46:6]}. Más bien, se las debe concluir diciendo Bendito es Aquel que escucha la plegaria, omitiendo el Nombre de Di-s.

Capítulo 2: El Lavado de Manos por la Mañana

1 Dado que cuando la persona se levanta de su lecho a la mañana es como si fuera una nueva creación para servir al Creador, debe santificarse y lavar sus manos empleando un recipiente, tal como el Sacerdote lavaba sus manos cada día del Kiór (la fuente del Gran Templo) antes de su servicio. Este lavado se apoya en las Escrituras, como fuera dicho (Salmos 26:6-7): Lavaré mis manos en pureza y caminaré alrededor de Tu altar, Di-s, para hacer oír en voz de gratitud....

También hay otra razón para este lavado: Durante el sueño, cuando el alma sagrada parte de la persona, un espíritu de impureza viene y se posa sobre su cuerpo. Luego, cuando despierta de su sueño, este espíritu de impureza abandona todo su cuerpo, excepto sus dedos, de los que no se retira {por completo, [SAH, Segunda Versión, 4:2]} hasta que no se derrame agua sobre ellos, 3 veces [sobre cada mano,] alternándolas (véase el inciso 3).

Está prohibido caminar 4 amot [codos; 1,92 metros] sin haberse lavado las manos, salvo en casos de extrema necesidad. {Quien es escrupuloso en sus acciones, que lave sus manos de inmediato, aun si seguirá acostado [SAH, 1:7]. Si no dispone de suficiente agua como para lavarse 3 veces [cada mano] –como corresponde– cuando madruga, Di-s lo libre de quedar ocioso del estudio de la Torá hasta despuntar el día. [En ese caso] que las lave un poco o limpie con cualquier cosa que limpia [SAH, Segunda Versión, 1:7]}.

2 La primera prenda a vestir será el talít katán ("pequeño talít"; véase el Capítulo 9), para no caminar 4 amot (1,92 metros) sin tener puestos los tzitzít. {Los cuidadosos acostumbran dormir con el talít katán puesto [SID]}. Pero como las manos todavía están [ritualmente] impuras [hasta después de su lavado], no se recitará la bendición correspondiente.

3 El lavado de manos por la mañana se realizará así: [Es recomendable, pero no imprescindible, que el recipiente a usar tenga 2 asas]. Se toma el recipiente con la mano derecha, se lo pasa a la izquierda, y se vierte primero agua sobre la mano derecha; luego se toma el recipiente con la mano derecha y se vierte agua sobre la mano izquierda. {El zurdo lo hará al revés [RTT, Oraj Jaím 4:6]}. Así se procederá 3 veces [alternadamente]. Conviene lavar las manos hasta la muñeca, pero en circunstancias de apremio basta con hacerlo hasta donde los dedos se unen a la mano.

También se lavará el rostro {y los pies [SAH, 4:21]} para honrar a su Creador, como fuera dicho (Génesis 9:6): Pues a imagen del Señor creó al hombre. Se enjuagará asimismo la boca –por la secreción que hay en ella–, pues se debe pronunciar el Gran Nombre Divino con santidad y pureza. Luego se secarán las manos {–esto, en el lavado ritual de la mañana, no es imprescindible [SAH, 4:7]–} y se cuidará de secar bien el rostro {para evitar que se cuartee la piel [SAH, 4:20]}.

4 Las manos deben lavarse [dejando caer el agua usada] únicamente hacia un recipiente {y es mejor que éste sea despreciable [SAH, ibíd. 8]}.

Está prohibido derivar provecho del agua del lavado {y no se la dejará pasar la noche dentro de la casa [SAH, ibíd. 9]} en razón del espíritu maligno que se posa en ella. Debe derramarse por donde no camine la gente.

5 Antes del lavado [ritual] no se deben tocar la boca, la nariz, los ojos, los oídos, el ano, {los genitales, el agua preparada para el lavado de manos [SAH, Segunda Versión, 4:2], la ropa [SAH, 1:7],} los alimentos, ni el sitio en el que se practicó una sangría, pues el espíritu maligno que se posa en las manos antes del lavado ritual daña estas cosas. {No es necesario preocuparse por el contacto con las comidas por parte de los no-judíos [que no lavan ritualmente sus manos], y se hizo costumbre mostrarse flexibles en cuanto al contacto de los pequeños que no han llegado a la edad de educación; quien se cuida de lo que toca un pequeño [antes de lavarle ritualmente las manos] desde el día de la circuncisión de aquel, es llamado santo [SAH, Segunda Versión, 4:2]}.

6 Es bueno cuidar que el lavado [ritual] de las manos por la mañana sea realizado específicamente: 1) con agua, 2) contenida en un recipiente, y 3) vertida por la fuerza humana, como en el lavado [ritual] de manos antes de una comida (véase el Capítulo 40).

En circunstancias extremas, sin embargo, cuando no se dispone de agua adecuada y la persona desea orar, puede lavar sus manos desde cualquier cosa y con cualquier clase de agua, incluso sin que sea vertida por una fuerza humana, y recitar la bendición [Barúj...] al netilat iadáim ([Bendito...] lo concerniente al lavado de las manos) {–el Admur HaZakén escribió lo mismo en SAH [4:3], pero en SID escribe: Debe cuidarse, sin excepción, de todo detalle que invalidaría el lavado de manos de realizarse éste para comer [pan], pues no se puede recitar la bendición por la mañana por ningún lavado que no sirva para la comida [SNI]}.

Si se tiene cerca un río, es preferible sumergir en éste las manos 3 veces {y conviene que posteriormente vuelva a lavarse como corresponde [de un recipiente] [SAH, 4:12]}, o hasta en la nieve. {Conforme la opinión citada antes, de SID, dado que el lavado en nieve no sirve para antes de la comida [SNI 8], no se puede recitar la bendición}.

Si no se dispone de agua en absoluto, se limpiarán las manos con lo que sea y se recitará una bendición que concluye con las palabras ...al nekiut iadáim (...lo concerniente a la pulcritud de las manos) y con esto basta para orar {de SID se desprende que no se debe recitar esta bendición}. Más tarde, cuando tenga oportunidad de encontrar agua y el recipiente apropiados, se lavarán nuevamente las manos como corresponde, pero sin volver a pronunciar la bendición.

7 Está escrito (Salmos 103:1): Bendice, alma mía, a Di-s, y todas mis entrañas a Su santo Nombre. Y dado que la persona debe bendecir a Di-s con todas sus entrañas, le está prohibido hacerlo antes de evacuar sus intestinos de excrementos y orina.

Por la mañana, al levantarse, probablemente precise hacer sus necesidades, al menos orinar, por lo que no se recitará la bendición por el lavado [ritual] de manos en el momento de lavarse sino luego de haberse aliviado {mas, si no precisa hacer sus necesidades ni lo hará hasta después de mucho tiempo, se recitará la bendición de inmediato [SID]}. Luego se lavarán las manos una vez más y entonces se recitará la bendición [Barúj...] al netilat iadáim ([Bendito...] lo concerniente al lavado de las manos), [Barúj...] ashér iatzár... ([Bendito...] que... ha formado...), las Bendiciones de la Torá y Elokái, neshamá... (Di-s mío, el alma...). {El orden, en el Sidur del Admur HaZakén, es: al netilát iadáim, ashér iatzár..., Elokái, neshamá..., Bendiciones Matinales, y luego las Bendiciones de la Torá}.

8 En todos estos casos es dudoso si corresponde o no el lavado ritual de manos: Si una persona

1) se levantó y lavó sus manos como corresponde cuando todavía era de noche, y posteriormente permaneció despierta hasta despuntar el día, o

2) posteriormente se volvió a dormir siendo aún de noche,

3) durmió durante el día el tiempo de 60 respiraciones [profundas] (que es aproximadamente 1/2 hora), o

4) permaneció despierta toda la noche y no durmió siquiera el tiempo de 60 respiraciones.

Por lo tanto, se deberán lavar las manos 3 veces alternadamente como se explicó antes, en el inciso 3, pero no se recitará la bendición.

{Si se durmió circunstancialmente el tiempo de 60 respiraciones, se tocará alguna de las partes del cuerpo que usualmente están cubiertas para verse obligado a recitar la bendición al netilát iadáim conforme todas las opiniones [SID]}. {Para el cuarto caso mencionado antes, el Admur HaZakén escribe en SID que no se precisa lavar las manos 3 veces, sino únicamente 1 como preparación para la plegaria, sin recitar la bendición al netilát iadáim ni Elokái, neshamá... [SNI]}.

9 Estas son las situaciones que requieren el lavado de manos con agua {pero no es necesario verterla sobre ellas 3 veces [SAH, 4:18]}:

1) Al levantarse de la cama [después de dormir].

2) Al salir del baño o de la Casa de Baños.

3) Después de cortarse las uñas o el cabello.

4) Tras quitarse los zapatos {con las manos [SAH, ibíd.]}.

5) Después de tener relaciones maritales.

6) Después de tocar un piojo {solamente si hay allí transpiración [SAH, 97:3]} o despiojar sus ropas –aun sin haber tocado un piojo–.

7) Después de lavarse la cabellera {solamente si se rascó la cabeza [SAH, 164:2]}.

8) Después de tocar partes del cuerpo usualmente cubiertas {o los pies [SAH, 4:18]}.

9) Después de salir del cementerio, acompañar un cortejo fúnebre, o estar bajo un mismo techo con un cadáver.

10) Después de practicarse una sangría.

Capítulo 3: El Vestido y el Andar

1 Está escrito (Mijá 6:8): Caminarás con pudor ante Di-s. Por lo tanto, la persona debe actuar con recato en todas sus actitudes.

Se cuidará mucho, al ponerse o quitase la ropa que está [directamente] sobre la piel, de no dejar su cuerpo al descubierto. En cambio, se la pondrá o quitará mientras todavía yace en su lecho, cubierto {a menos de que se esté en la Casa de Baños, o al bañarse en el río; en estos casos, lo hará lo más cerca posible del agua [SAH, Segunda Versión, 2:2]}. Que no diga Estoy en un lugar privado y en la oscuridad, ¿quién me verá?, porque La gloria del Santo, bendito sea, llena el universo (Isaías 6:3), y ante El La oscuridad es cual luz (Salmos 139:12). El recato y el pudor llevan a la persona a ser sumisa ante El.

2 No se deben seguir los hábitos de los no-judíos ni imitar sus vestimentas, peinados o similares, como fuera dicho: No vayáis en las normas del gentil (Levítico 20:23), Tras sus costumbres no marcharéis (ibíd. 18:3), y Cuídate, no sea que te veas entrampado en pos de ellos (Deuteronomio 12:30).

No se ha de vestir una prenda usada específicamente por ellos como símbolo de ostentación –como ser trajes de funcionarios de alto rango–.

El Talmud (Sanhedrín 74a), como ejemplo, declara que al judío le está prohibido asemejarse a ellos siquiera al atarse el calzado; si la práctica de aquellos fuera el atarlos de cierto modo, y la judía hacerlo de otro, o si la costumbre de aquellos fuera usar cordones rojos y la del judío negros –pues el color negro manifiesta humildad, sumisión y recato–, al judío le está prohibido cambiar. De todos estos ejemplos aprenderá la persona su aplicación según el lugar y momento: El judío no debe usar la prenda diseñada para alarde e indecencia; más bien, confeccionará su vestimenta de modo que sugiera humildad y recato. Así declara el Sifrí: No digas Puesto que ellos salen con púrpura, también yo lo haré, o Puesto que ellos salen portando armamento, también yo haré lo mismo – pues todas estas prácticas son materia de arrogancia y soberbia, y no es ésa la herencia de Iaacov; su hábito es el recato y la humildad, y no dejarse influenciar por los arrogantes.

Del mismo modo es con cualquier costumbre o estatuto del que pueda conjeturarse el menor indicio de culto idólatra; el judío debe evitarlo. Así, no se afeitará ni dejará crecer su cabello como ellos, sino que se distinguirá de ellos en su vestimenta, lenguaje y demás prácticas, tal como se diferencia de ellos en sus criterios y concepciones. Así dice Di-s (Levítico 20:26): Y os separé de los pueblos.

3 No ha de vestir ropas costosas –pues semejante práctica conduce a la arrogancia– ni muy gastadas o sucias {o invertidas, con las costuras interiores hacia afuera [y si es un hombre versado en la Torá, debe sacársela de inmediato y ponérsela como corresponde, para que la gente no diga Cuán detestables son los estudiosos de la Torá – SAH, 2:2]}, para no hacerse despreciable a los ojos de sus semejantes. En cambio, usará ropas moderadas y limpias.

La persona siempre debe vender hasta las vigas de su propia casa con tal de comprar calzado para sus pies (Shabat 129a).

4 Puesto que en la Torá encontramos que la derecha tiene preferencia –en cuanto a [diferentes rituales:l el servicio del Templo, el pulgar de la mano y del pie de los miluím (véase Levítico 8:23), en la purificación del metzorá (ibíd. 14:14) y en el precepto de jalitzá (Deuteronomio 25:9, según Iebamot 104a)– también al vestirse y en las demás actividades {cuando se lava o unta [SAH, ibíd. 4]} se dará prioridad al lado derecho por sobre el izquierdo. {Conviene tomar ambos extremos de la ropa con la mano derecha, y vestir primero el lado derecho y luego el izquierdo [SAH, ibíd. 3]}. Al sacarse los zapatos u otras prendas, se quitará primero el izquierdo (pues ése es el modo de honrar al lado derecho).

Solamente en cuanto al anudado, el izquierdo es más importante –pues sobre ese lado ceñimos los tefilín (véase el Capítulo 10, inciso 3)–, por lo que, al anudar algo, el lado izquierdo tendrá prioridad –por ejemplo, en el caso de zapatos que requieran anudado, se calza el derecho pero no se lo anuda, luego el izquierdo, se anuda éste, y por último se anuda el derecho–. Lo mismo es válido para cualquier otra vestimenta.

5 La persona cuidará de no ponerse dos prendas al mismo tiempo, pues esto provoca olvido (Sefer HaKavanot).

6 Está prohibido caminar 4 amot (1,92 metros) o pronunciar palabras sagradas con la cabeza descubierta {y en el presente, por recato, está prohibido caminar o siquiera permanecer sentado con la cabeza descubierta; no obstante, es suficiente con colocar las manos sobre la cabeza, mientras no se pronuncie el Nombre Celestial [SAH, ibíd. 6]}. También se debe acostumbrar a los pequeños a cubrirse la cabeza, para que tengan temor a Di-s, como encontramos acerca de Rav Najmán bar Itzjak: Los astrólogos dijeron a la madre de Rav Najmán bar Itzjak: ‘Tu hijo será ladrón’. Ella no le permitió jamás descubrirse la cabeza, y le decía: ‘Cubre tu cabeza, a fin de que esté sobre ti el temor al Cielo’ (Shabat 156b).

7 Está prohibido caminar con postura arrogante y cuello estirado {incluso menos de 4 codos [SAH, ibíd. 5]}, como fuera dicho (Isaías 3:16): Y ellas caminaban con sus cuellos estirados.... Sin embargo, no se inclinará la cabeza en exceso, sólo moderadamente, para poder ver quién se aproxima y por dónde se está pisando. También de su modo de caminar puede distinguirse si una persona es sabia e inteligente o tonta y necia. Así dijo el rey Salomón en su sabiduría (Eclesiastés 10:3): También con la manera en que un tonto camina su corazón le falla, y dice a todos: necio es él – a todos informa sobre sí mismo, que es un necio.

8 El varón debe cuidarse de no caminar entre dos mujeres, ni dos varones dejarán que una mujer camine entre ellos. Análogamente [hombres y mujeres tomarán este recaudo] en cuanto a perros o cerdos, {palmeras datileras, y hay quienes incluyen serpientes [SAH, Shmirat Guf veNéfesh, 9]}.

Capítulo 4: Conducta en el Baño; la Bendición Ashér Iatzár

1 La persona debe acostumbrarse a defecar por la noche y por la mañana, porque este hábito conduce a la vitalidad y al aseo. Si no lo logra, que camine 4 amot (1,92 metros), se siente, se pare y vuelva a sentarse hasta evacuar, o que aparte sus pensamientos de toda otra cosa. Quien se contiene de defecar transgrede la ordenanza de No os hagáis repugnantes (véase Levítico 11:43) {por dictamen rabínico, mas no cuando es por respeto a las demás personas –por ejemplo, cuando se demora buscando un sitio recatado para hacerlo–, o se está en un lugar de interrupción [prohibida] en la plegaria, inclusive en las Bendiciones del Shemá [SAH, Segunda Versión, 3:11]}.

Si también se contiene cuando siente necesidades de orinar, transgrede además la prohibición de No habrá en ti estéril (véase Deuteronomio 7:14).

2 Se debe ser recatado en el baño; no exponerse sino hasta haberse sentado, e incluso entonces cuidarse de hacerlo sólo lo necesario para no manchar la ropa, tanto de noche como de día.

Si se defeca en un lugar abierto –sin paredes–, se cuidará de orientar el rostro hacia el sur y la espalda hacia el norte, o viceversa {lo mejor es que el rostro esté orientado al sur [SAH, ibíd. 6]}, pero está prohibido hacerlo hacia el este o el oeste {por respeto a la Presencia Divina, que se encuentra en el oeste (Babá Batrá 25a) con el semblante dirigido al este (Tosafot, ibíd.) [SAH, ibíd.]}.

Si [en el lugar] hay una pared, se puede defecar en cualquier dirección, mientras su espalda se oriente a ésta. En cambio, está permitido orinar en cualquier dirección.

Está prohibido defecar ante otra persona {y hay que alejarse, para hacerlo, hasta que aquella no pueda ver las partes del cuerpo que se exponen [SAH, 3:12]}, incluso no-judía. Sin embargo, está permitido orinar –aun de día– en presencia de gente, si se tiene necesidad, pues es peligroso reprimirse. No obstante, se volverá a un lado al hacerlo {incluso una mujer frente a su hijo pequeño [SAH, Segunda Versión, ibíd. 5]}.

3 No se debe defecar de pie ni esforzarse más de lo necesario {tampoco hacerlo rápido y con impetuosidad [SAH, 3:13]}, no sea que cause la ruptura del esfínter anal. Tampoco se debe salir apresurado del baño antes de confirmar que no se precisa más. Al orinar de pie, se debe cuidar de no salpicar el calzado o la ropa, así como esmerarse en no sostener con las manos el órgano circuncidado (véase el Capítulo 151, inciso 3).

4 Está prohibido pensar en temas de Torá en el baño (como se explicará más adelante, en el Capítulo 5, inciso 2). Por lo tanto, al estar allí conviene pensar en temas comerciales y cuentas para no llegar a meditaciones de Torá o –Di-s libre– pensamientos pecaminosos.

En Shabat, cuando no se debe pensar en negocios, se reflexionará acerca de cosas inusuales que se vieron o escucharon.

5 Se debe cuidar de limpiarse bien {y, de ser posible, hacerlo con agua [SAH, 3:25]}, pues de quedar la más ínfima suciedad en la boca del ano {donde resultaría visible al estar sentado [SAH, Segunda Versión, 3:5]} está prohibido pronunciar cualquier cosa sagrada (véase el Capítulo 5, inciso 3).

[Los varones] no deben limpiarse usando la mano derecha {únicamente si se lo hace directamente con los dedos [SAH, Segunda Versión, 3:9]}, pues con ella se ciñen los tefilín. Por esta misma razón tampoco deben limpiarse con el dedo mayor de la mano izquierda, sobre el que se ciñe la correa de estos. La persona zurda se limpiará con la mano que es su izquierda, la derecha de las demás personas [diestras].

6 Tras cada evacuación u orina –siquiera una gota–, se lavarán las manos con agua y se recitará la bendición [Barúj...] ashér iatzár... ([Bendito...] que... ha formado...).

Si se orinó o evacuó y se olvidó recitar esta bendición, y luego de orinar o defecar nuevamente se recordó no haberlo hecho antes, se recitará la bendición sólo una vez.

Quien toma un laxante que induce a la diarrea y sabe que precisará evacuar varias veces, no recitará la bendición sino hasta después de terminar de hacerlo.

Capítulo 5: Pulcritud del Lugar Empleado con Propósitos Sagrados

1 Está escrito (Deuteronomio 23:14-15): Cubrirás tus heces, pues Di-s, tu Señor, anda en medio de tu campamento... tu campamento será sagrado y no se verá en ti desnudez (lit.: cosa impúdica). De esto infieren nuestros Sabios (Berajot 25a) que dondequiera Di-s, nuestro Señor, anda con nosotros –o sea, cuando estamos abocados a algo sagrado, por ejemplo el Recitado del Shemá, la plegaria, palabras de Torá u otras cosas por el estilo– el campamento debe ser sagrado: No debe haber allí excremento sin cubrir, ni verse desnudez alguna frente a quien recita o reza.

2 Incluso está prohibido meditar acerca de cosas sagradas en un sitio en el que hay excrementos, orina o cualquier otra cosa hedionda, hasta tanto no sean cubiertos –como fuera dicho (Deuteronomio, ibíd.): Cubrirás tus heces– o se derrame sobre la orina, de una vez, un reviít (86 mililitros) de agua, sin importar si ésta estaba originalmente en un recipiente y se le echó el agua encima, o si el agua estaba en el recipiente antes. (Si la orina estaba en una batea destinada a ese uso, la mezcla con agua no servirá, como se explicará luego, en el inciso 13). Para la orina de dos veces se requieren dos reviít de agua (172 mililitros), y así sucesivamente.

Aun si la orina fue absorbida por la tierra o la ropa, mientras perdure un resabio de su humedad {suficiente como para que de poner encima la mano ésta se humedezca al grado de humedecer otra cosa que se toque [SAH, 82:2]}, se debe derramar agua allí {pero no hace falta un reviít sino que basta con humedecerla con agua [SAH, 77:2]; y en Shabat, se secarán las manos en la prenda, de modo que el agua pase de éstas a ella [SAH, 302:21]} (véase más adelante, el Capítulo 80, inciso 32).

3 De haber algún excremento sobre el cuerpo –aun cubierto por la ropa–, está prohibido hablar de cosas sagradas, como fuera dicho (Salmos 35:10): Todos mis huesos dirán: ‘¿Di-s, quién es como Tú?’, por lo que el cuerpo entero debe estar limpio. {Sin embargo, si no hay heces propiamente dichas sino apenas mera suciedad de éstas, y está seca habiendo desaparecido su hedor, está permitido hacerlo [SAH, 76:5]. Lo mismo es válido para las heces que se encuentran sobre la cara interior de la ropa, dado que su mal olor no se percibe. No obstante, es muestra de devoción cambiarse para las plegarias. Pero si se adhirió excremento a la suela del calzado, pese a que está cubierta, está prohibido hablar de cosas sagradas [SAH, 76:2]}. Hay autoridades más flexibles en esta cuestión, pero lo correcto es seguir la opinión estricta. {Lo mismo es válido para el semen que pudiera estar sobre el cuerpo, pese a que, en rigor de la ley, no tiene en absoluto el mismo rango que las heces [SAH, 76:4]}.

Todas las opiniones coinciden, sin embargo, en que de haber el más ligero asomo de excremento en la boca del ano {que resultaría visible de estar de pie o sentado [SAH, 76:6]}, el hecho de estar cubierto carece de valor –pues en su sitio original, su inmundicia es excesiva–. (Para el caso de alguien enfermo de hemorroides, véase Maguén Avraham, Capítulo 76, subinciso 8 –citando a Responsa Radbaz, III:315–. Sus palabras finales, "semejante persona no tiene enmienda, son un error del copista, y debe decir no precisa enmienda". Véase Iad Efráim. Véase adelante, el Capítulo 165, inciso 10).

4 Debemos cuidarnos de no pronunciar cosa sagrada alguna dondequiera se sospecha de la presencia de excrementos u orina, hasta tanto no inspeccionar el lugar. Tampoco se debe rezar en una casa si hay inmundicia en el altillo.

5 En el caso del excremento o la orina de un niño, si otros de su edad son capaces de consumir un kazáit (25,6 gramos) de cereal, incluso cocido, en el tiempo en que un adulto come la medida de un pras –de 4 a 15 minutos– (en Migdal Oz, del Gaón Iaavetz, se especifica que es cuando cumple un año), debemos alejarnos de ésta [para recitar cosas sagradas]; y es preferible y adecuado hacerlo del excremento de un bebé de ocho días {e incluso desde el día de su nacimiento, si resulta sencillo, pese a que no está prohibido en ese caso [SAH, 81:2]}.

6 Es necesario tomar distancia del excremento humano –aun cuando no tenga olor fétido– y también del del gato, la comadreja o el pavo [para decir cosas sagradas] {así como del excremento blando de un burro que llega de un viaje [SAH, 79:8]}. De los excrementos de otros animales, bestias o aves, probablemente no emana olor y no hay necesidad de alejarse de ellos. Sin embargo, de emanar, debemos alejarnos, así como de los despojos malolientes de un animal muerto, de cualquier otra cosa hedionda a causa de su putrefacción, de un corral de gallinas, como también de aguas estancadas malolientes. Se debe guardar distancia del agua usada para remojar lino o cáñamo –que ordinariamente despide mal olor– como si se tratara de excrementos.

7 El excremento lo suficientemente seco como para desintegrarse bajo un rodillo es considerado polvo, siempre y cuando no despida mal olor. Pero si se hubiera congelado por el frío reinante, dado que puede recuperar su estado original en tiempos cálidos, sigue considerándose excremento.

El excremento tapado por la nieve se considera cubierto.

8 ¿Qué distancia se debe tomar? Si el excremento está a espaldas de la persona, ésta debe alejarse 4 amot (1,92 metros) desde donde deja de percibirse el olor {y si no es de alguno de los mencionados en el inciso 6, basta con alejarse [una distancia menor,] hasta que desaparezca el hedor [SAH, 79:8]}. Aun si esta persona en particular no percibe su olor, debe alejarse la misma distancia que como si lo sintiera. Si no despide olor del todo, basta con alejarse 4 amot (1,92 metros).

Si el excremento se encuentra frente a la persona, debe alejarse de éste hasta no poder verlo; incluso de noche {o si es ciega [SAH, 79:1]}, debe tomar la misma distancia que, si fuera de día, le impediría divisarlo.

Si el excremento está de costado, debe actuarse con el mismo rigor que como si estuviera adelante {en opinión del Admur HaZakén, si está realmente a un costado debe alejarse 4 amot [SAH, 81:3]; si está de costado hacia adelante, es como si estuviera adelante, y de costado hacia atrás es como si estuviera detrás [SAH, 79:1]}; deberá girarse para que quede atrás.

9 Si se encuentra excremento en una casa en la cual está orando una congregación, aun si está detrás del Oficiante y alejado de él más de 4 amot (1,92 metros) desde donde cesa el olor, éste deberá guardar no obstante silencio y esperar a que sea retirado o cubierto, pues es imposible que algún miembro de la congregación no se encuentre dentro de los 4 amot desde donde deja de percibirse el olor, y éste tiene prohibido escuchar y prestar atención a lo que dice el Oficiante. {De encontrarse el Oficiante en Psukéi deZimrá –Versos de Alabanza–, cuando con su recitación no exime a los demás, puede continuar normalmente si se encuentra más allá de 4 amot, y en el caso de orina sin olor, todos pueden alejarse 4 amot y el Oficiante continuar, sin importar qué parte de las plegarias esté recitando [SAH, 79:3]}.

10 Quien oró y luego descubrió que en el lugar había excrementos, si su existencia era de sospecharse y esta persona fue negligente y no inspeccionó {los 4 amot a su alrededor, el único perímetro que tiene el deber de inspeccionar [SAH, 81:3]}, debe repetir la Shemoné Esré –dado que ésta ocupa el lugar de un sacrificio, se le aplica el versículo (Proverbios 21:27) El sacrificio de los perversos es abominación–.

Lo mismo es válido para la Lectura del Shemá que es un precepto bíblico y no presenta el dilema de recitar una bendición en vano: Deberá repetir el Shemá, pero sin sus bendiciones [previas y posteriores]. {Según el Admur HaZakén, las Bendiciones del Shemá son como el Shemá mismo [SAH, 185:5]}.

No se precisa repetir las demás bendiciones que se recitaron allí, incluso las del Birkat HaMazón –Agradecimiento Después de las Comidas–.

Pero si sobre el lugar no recaían sospechas de la existencia de excrementos –de modo que no actuó con negligencia–, incluso su obligación de recitar la Shemoné Esré estará cumplida, post-facto.

Si se encontró orina, incluso en un sitio donde podía sospecharse su existencia, también habrá cumplido post-facto su obligación de Shemoné Esré {pero si sabía de su existencia, y transgredió leyendo el Shemá o la Shemoné Esré, debe repetir su recitado [véase Léket Tziuním veHearot 76:11]}.

11 Quien despide una ventosidad por el ano tiene prohibido pronunciar toda palabra sagrada mientras no se disipe el olor. Si fue de otro, también deberá esperar; pero si está ocupado con el estudio de Torá, no precisa hacerlo por el olor despedido por otro.

12 En el caso de un baño (retrete) exterior, aunque tuviera paredes {y éstas son exclusivamente del baño [SAH, 83:1]} y no hubiera en él excrementos, es menester alejarse de él {4 amot (1,92 metros). Y si lo tiene delante, hasta donde deje de verse, incluso si se retiraron de él los excrementos [SAH, ibíd.]}.

Por lo tanto, en el caso de una silla con un agujero bajo la cual se coloca un orinal para evacuar en éste, aun de retirarse el orinal y cubrir el agujero con una tabla, la silla conserva su definición de baño, y [para decir palabras sagradas] se la debe retirar de la habitación o cubrirla totalmente. Sin embargo, si se trata de una silla destinada a sentarse y es cubierta con un almohadón para este fin, y únicamente cuando hay necesidad se retira el almohadón y se la utiliza como retrete –tras lo cual el almohadón es devuelto a su lugar–, se puede ser más flexible.

13 Si un orinal o bacín están hechos de loza o madera, tienen la ley de un baño –aun si están limpios y no tienen mal olor–; ni siquiera derramando agua en ellos o invirtiéndolos altera su condición {pero si están destinados también a otro uso –por ejemplo, verter en su interior agua usada–, no son como un baño. Y lo mismo sucede si cada vez que se orina se echa en su interior un reviít (86 mililitros) de agua [SAH, 87:2]}. Ponerlos debajo de la cama es inútil a estos efectos (pues nuestras camas no sirven de división). Deben retirarse de la casa o cubrirse {o hay que alejarse de ellos [SAH, 87:4]}.

Si son de metal o vidrio, están bien lavados y no tienen mal olor, no hace falta alejarse de ellos.

El hocico de un cerdo, como hurga entre los excrementos, tiene la condición de un orinal hediondo; aun si emerge de un río, el lavado no modifica su status.

14 También está prohibido hablar o pensar cualquier materia sagrada en una sala de baños [en esto se incluye todo lugar donde la gente se baña]. {Para apartar a otro de una transgresión, se puede hacerlo incluso en la Lengua Santa, el hebreo, y aun diciendo claramente que está prohibido obrar de esa manera [SAH, 85:4]}.

Asimismo, está prohibido mencionar en un lavatorio o en lugares sucios los Nombres privativos de Di-s –aun en lengua secular (como Gott en alemán, Boga en polaco y ruso, [Di-s en español, o en cualquier otro idioma]–, así como saludar allí a un amigo diciendo ¡Shalom! –pues éste es un Nombre de Di-s, como fuera dicho (Jueces 6:24): Y [Guidón] lo llamó [al Altar] ‘Di-s Shalom’. {En la habitación intermedia de la Casa de Baños –donde algunos están vestidos y otros no– está permitido. También está permitido pensar en temas de Torá y dar un dictamen halájico sin explicar sus razones, mas no lo está la Lectura del Shemá, la plegaria, y la verbalización de palabras de Torá [SAH, 84:1]}. En cuanto a una persona cuyo nombre es Shalom – algunas autoridades prohíben llamarlo allí por su nombre, y otras lo permiten pues con ello no se alude al concepto de paz sino simplemente al nombre de aquella persona; y así es la costumbre, ser flexible. La persona temerosa de Di-s, no obstante, debe adoptar la postura más estricta. {En opinión del Admur HaZakén, dado que en disputas rabínicas se sigue la postura más flexible, ésa es la práctica [SAH, 84:1]}.

15 Está prohibido hablar palabras de Torá o de materia sagrada en presencia de la desnudez, sea propia o ajena, siquiera la de un niño o una niña pequeños {pero hay quienes lo permiten hasta los nueve años, y ésa es la opinión prevaleciente [SAH, 75:7]} (salvo al cumplir el precepto de la Circuncisión, cuando está permitido recitar una bendición frente a la desnudez del pequeño. {Hay quien dice que no obstante ello el mohel –circuncidante– no debe sostener el órgano del niño con su mano durante la bendición [SAH, 75:7]}).

Aun si la persona cierra los ojos para no ver la desnudez {o es ciega, o es de noche [SAH, 75:9]}, con ello no basta pues la tiene adelante; de modo que girará su rostro y cuerpo a un lado para no tenerla de frente.

16 Para el varón, es considerada desnudez toda parte del cuerpo femenino habitualmente cubierta [por recato] de la que quedó al descubierto [al menos] un téfaj (8 centímetros) {–hay quien dice que aun menos de un téfaj de su muslo también lo es, incluso en la propia esposa, y conviene tomar en cuenta esta opinión [SAH, 75:1]–}, así como también el cabello al descubierto de una mujer casada –que habitualmente está cubierto–, indistintamente de si es su esposa u otra mujer. Para otra mujer, esto no se considera desnudez [y ésta puede decir palabras sagradas en su presencia].

También la voz de una mujer cantando se considera desnudez {sea ésta soltera o casada, incluso su propia esposa; pero su voz al hablar no es desnudez [SAH, 75:6]}. No obstante, en circunstancias de apremio –cuando el hombre escucha a mujeres cantar y no puede impedirlo–, no desistirá por ello de recitar el Shemá, las plegarias, o estudiar Torá; que se empeñe en concentrar su plena atención en los temas sagrados que lo ocupan y no les preste atención.

17 Si [nada separa su corazón de sus genitales y] su corazón ve su propia desnudez {y análogamente si ve la de otro hombre –por ejemplo, ambos están cubiertos con una misma prenda– [SAH, 74:1]}, pese a que su desnudez está cubierta –como ser, cuando viste una bata–, está igualmente prohibido recitar cualquier texto sagrado. Se deben vestir pantalones que se ajusten al cuerpo, ceñirse un cinturón o colocar los brazos sobre la bata, a fin de hacer una separación entre su corazón y su desnudez. La mujer no precisa hacer esta separación {pero si están desnudas, está prohibido. Y si está sentada –de modo que su parte íntima no es visible– está permitido [SAH, 74:5]}.

Capítulo 6: Las Bendiciones, y Responder Barúj Hu uBarúj Shemó y Amén

1 Antes de recitar cualquier bendición se debe saber qué bendición se precisa decir, de modo que al mencionar el Nombre de Di-s –que es su parte principal– se sepa cómo se la concluirá.

Está prohibido hacer otra cosa mientras se recita una bendición. Tampoco se lo hará apurado sino, más bien, pensando en el sentido de las palabras. {Hay autoridades que sostienen que incluso post-facto no se cumplió el deber si no se pensó en ello y, tratándose de una duda en materia de bendiciones, post-facto se observa la alternativa menos severa [por lo que no se la debe repetir (véase el inciso 6)]. Las palabras que constituyen el núcleo de una bendición son Barúj (Bendito), el Nombre de Di-s, Maljut (el concepto de soberanía, Rey) y la cuestión con la que está relacionada –como ser boré prí haadamá (que crea el fruto de la tierra) o shehakól niheiá bidvaró (por cuya palabra todo fue llamado a ser). Lo mismo es válido para las bendiciones [previas al cumplimiento] de un precepto. La conciencia del significado de las demás palabras del texto en las bendiciones extensas, sin embargo, no entorpece tanto [su cumplimiento], pero en aquellas que se inician con Barúj (Bendito) y concluyen con Barúj, su falta en la apertura y cierre impide cumplir el deber de su recitado [SAH, 185:2]}.

Así dice el Sefer Jasidím: Cuando la persona lava [ritualmente] sus manos [y dice la bendición] o recita la bendición por las frutas, o ante el cumplimiento de un precepto –bendiciones éstas corrientes en boca de todos–, deberá dirigir su atención a bendecir en Nombre de su Creador, quien fue generoso en Su bondad para con ella y le proporcionó las frutas o el pan para disfrutarlos, o le ordenó cumplir el precepto. Que no haga como aquel que actúa por hábito, pronunciando con su boca palabras sin reflexión. Fue por esto que despertó la ira de Di-s y nos envió [Su palabra] por medio del Profeta Isaías (29:13) diciendo: Debido a que se acercó [a Mí] este pueblo [solamente] con su boca, con sus labios Me ha honrado y su corazón está distante de Mí, su reverencia a Mí fue como mero hábito de la gente. Dijo el Santo, bendito sea, a Isaías: Mira cómo los actos de Mis hijos son meramente externos y adhieren a ellos como un hombre que se apega y practica una tradición de sus ancestros; vienen a Mi casa y oran ante Mí las oraciones instituidas como una mera costumbre de sus padres, mas no de todo corazón. Limpian sus manos y recitan la bendición sobre el lavado, luego parten el pan y recitan la bendición HaMotzí, beben y bendicen, cual mero hábito. Pero cuando lo hacen, no tienen la sincera intención de bendecirme. Por ello, se encendió Su ira y juró por Su gran Nombre eliminar la sabiduría de sus Sabios que aun conociéndolo Lo bendicen por costumbre, mas sin concentración, como está escrito a continuación (ibíd. 29:14): He aquí, pues, que Yo haré aún más... y la sabiduría de sus Sabios se perderá. A ello se debe que nuestros Sabios nos advirtieran tanto al respecto, diciendo: Haz las cosas en nombre del Creador, etc. (Nedarím 62a). Hasta aquí las palabras del Sefer Jasidím.

En consecuencia, es apropiado que la persona se acostumbre a recitar las bendiciones en voz alta, pues ello estimula la concentración.

2 Cuando se pronuncia una bendición, la boca debe estar libre de saliva y vacía de toda otra cosa ajena, pues fue dicho (Salmos 71:8): Cólmese mi boca de Tu alabanza [y habiendo otra cosa no estará llena de ella].

3 Está prohibido pronunciar el Nombre de Di-s en vano. Quienquiera lo hace, viola un Precepto Positivo –como está escrito (Deuteronomio 6:13): A Di-s, tu Señor, temerás, y también está escrito (ibíd. 28:58): Si no cuidarás... para temer al Nombre glorioso y temible–. Esto es parte del concepto de temor a Di-s: No mencionar Su gran Nombre salvo a modo de alabanza o bendición siempre que sea requerido, o cuando se estudia Torá.

Al pronunciar el Nombre de Di-s, la persona debe sentir temor y sus extremidades han de estremecerse {–tendrá en mente el significado de su modo verbalizado (A-donái, un término vinculado a Adnut, Señorío), y el de su modo escrito (Havaiá, o sea, que El fue, es y será). Y cuando mencione el Nombre E-lohím, meditará en que El es enérgico y vigoroso, y Suyo es el dominio en los [planos] superiores e inferiores [SAH, 5:1 y 3]–}, y no ha de pronunciarlo –Di-s libre– en vano.

Esto es cierto no sólo del Nombre Inefable (el Tetragrámaton), sino de todos los Nombres asociados a Di-s, bendito sea; no sólo está prohibido pronunciarlo en vano en la Lengua Santa (hebreo), sino incluso en cualquier otro idioma.

Quien maldice a su semejante, o a sí mismo, empleando el Nombre de Di-s o uno de Sus nombres alusivos (esto es, los adjetivos empleados para alabar al Santo, bendito sea, como ser: Grande, Poderoso, Temible, Fidedigno, Magnífico, Poderoso, Intrépido, Fuerte, Clemente, Misericordioso, Celoso, Lento para la ira y Magnánimo en la benevolencia) en cualquier idioma, se hace pasible de la pena de azotes. Dada la tendencia transgresora de nuestros tiempos, mucha gente es descuidada y suele decir en su lengua local: Di-s lo castigue o cosas similares, violando así un Precepto Prohibitivo de la Torá. Si alguien maldijo a otro sin usar el Nombre de Di-s o alguna alusión a El, o si la maldición se infería de otra cosa que se ha dicho –por ejemplo, Que aquella persona no sea bendecida por Di-s o una declaración similar–, pese a que no corresponde la pena de azotes se ha cometido una transgresión. {En adición, si lo hizo cara a cara, ello constituye Aflicción Verbal, [una trasgresión de por sí,] además de violarse la prohibición de maldecir a cualquier judío aun en su ausencia [SAH, Onaá uGneivat Dáat, 28]}.

También está prohibido escribir Su Nombre, bendito sea, en una carta, en el idioma que fuere. Muchos escriben equivocadamente Su Nombre en alemán [–la lengua local del autor de esta obra–], o escriben la palabra adieu (adiós), que en francés significa con Di-s. Esto está terminantemente prohibido, pues la carta será arrojada posteriormente con los desechos. Esta mención frecuente del Nombre de Di-s, y en especial cuando lleva a su deshonra –Di-s libre–, causa pobreza a los judíos. Se debe aplicar ingenio y denuedo para derogar esta práctica.

Cuando se acumula saliva en la boca, primero se la deberá escupir y luego pronunciar el Nombre de Di-s, y no a la inversa. Lo mismo al besar la Torá; se escupirá toda la saliva antes, y no después. Cuando se desee mencionar a Di-s, se dirá HaShém, y no como erróneamente hace la gente, Adoshém –pues no es honroso referirse de ese modo al Altísimo–.

4 La persona debe cuidarse de no pronunciar jamás –Di-s libre– una bendición en vano, o de llevarse a sí misma a recitar una bendición innecesaria. {Hay autoridades que sostienen que si se escucha a otra persona recitar una bendición que también uno mismo debe decir –pese a que no se tuvo en mente la intención de eximirse con ella de su propia obligación– ya no precisa hacerlo. Su opinión debe tenerse en cuenta y se pondrá cuidado de no caer en la posibilidad de una bendición en vano [SAH, 213:4]}.

Quien recitó una bendición en vano, o en alguna otra cuestión pronunció el Nombre de Di-s sin necesidad, dirá a continuación: Barúj shem kevód maljutó leólam vaéd (Bendito sea el nombre de la gloria de Su reino por siempre jamás).

Si inmediatamente luego de pronunciarse el Nombre de Di-s [en una bendición, habiéndose dicho únicamente Barúj atá A-donái,] se cayó en la cuenta de que esta bendición era innecesaria, se concluirá [lo comenzado diciendo] lamdéini jukéja que [desde Barúj hasta jukéja] es un versículo completo (Bendito eres Tú, Di-s; enséñame Tus decretos; Salmos 119:12), constituyendo de esta forma lo dicho en un modo de estudio [de Torá] y no [una mención] en vano.

Si también comenzó a decir la palabra E-lohéinu, y se dio cuenta inmediatamente luego de decir E-lohéi –antes de terminarla con el sufijo nu–, concluirá diciendo Israel avínu meolám veád olám –que también constituye un texto versicular (Bendito eres Tú Di-s, Señor de Israel, nuestro Padre, por siempre y para toda la eternidad) en I Crónicas 29:10–. De todos modos, también en este caso dirá Barúj shem kevód maljutó leolám vaéd.

5 Si alguien recitó la bendición por el agua y [antes de beberla] oyó que había un cadáver en la vecindad –y la costumbre es derramar el agua del vecindario de un muerto (como se mencionará más adelante, en el Capítulo 194) porque es considerada peligrosa–, dado que ya recitó la bendición beberá un poco de ésta para que aquella no resulte ser en vano. No precisa preocuparse de peligro alguno, pues "Quien observa una mitzvá no sabrá de adversidad" (Eclesiastés 8:5; véase más adelante, el Capítulo 109, inciso 9). Tras beber un poco, derramará el resto.

6 En todas las bendiciones (salvo en la de Gracias Después de las Comidas, el Birkat HaMazón, a explicarse más adelante –con la ayuda de Di-s– en el Capítulo 44, inciso 11), ante la duda de si se la recitó o no, no se la debe decir de vuelta.

7 El Rey David instituyó que toda persona recite diariamente al menos 100 bendiciones. Una insinuación a tales efectos [la constituye el versículo]: "[Estas son] las palabras del hombre [–David–] elevado a lo alto (al)" (II Samuel 23:1). El valor numérico de la palabra hebrea al es 100. Esta práctica encuentra sustento en la Torá, cuando dice (Deuteronomio 10:12): "Y ahora, Israel, ¿qué (ma) es lo que Di-s, tu Señor, requiere de ti, sino temer a Di-s...". [En Menajot 43b esto se interpretó así:] No leas ma (qué) sino meá (cien), las 100 bendiciones que persiguen el objetivo de temer a Di-s, amarlo y recordarlo constantemente a través de las bendiciones que se recitan.

Las maldiciones que se encuentran en el libro de Deuteronomio (28:15 a 61) totalizan 98; luego se declara (ibíd. 28:63): También, toda enfermedad y toda plaga..., con lo cual suman 100. Y las 100 bendiciones que recitamos cada día nos protegen para salvarnos de aquellas maldiciones.

En Shabat y Festividades, así como en los días de ayuno, cuando [por modificaciones en las plegarias o ausencia de comidas] nos faltan del total de esas 100 bendiciones, se lo compensa prestando atención a las que recita el Oficiante al repetir las Shemoné Esré [de la mañana y la tarde] y a las pronunciadas por quienes son llamados para la lectura de la Torá y el Maftír, respondiendo Amén a continuación; y [en Shabat y las Festividades] también con las recitadas sobre los alimentos. {Quien dispone de frutas, no cumple con su deber meramente escuchando las bendiciones que recitan otros a menos que esté ayunando; y en Iom Kipur se puede oler fragancias y completar con ello la suma de 100 bendiciones [SAH, 46:1]}.

8 Al escuchar a cualquier persona recitar una bendición, cuando se la oye decir Barúj atá A-donái (Bendito eres Tú, Di-s) dirá: Barúj Hu ubarúj Shemó (Bendito es El y bendito es Su Nombre); y cuando aquel concluye la bendición se debe decir Amén. El significado de Amén es Verdad. En mente se tendrá que La bendición pronunciada por aquél es verdad, y yo creo en ella.

En el caso de aquellas bendiciones que también incluyen un pedido –tal como en las bendiciones de la Shemoné Esré desde Atá Jonén... (Tú agracias...) hasta ...hamajazír Shejinató leTzión (...quien restituye Su Presencia a Tzión), y en la bendición de Sim Shalom (Impón paz...)–, al decir Amén se tendrán en mente dos cosas: 1) Que la bendición es verdadera, y 2) Que sea Su voluntad que su contenido se cumpla (en hebreo, ieamnú) rápidamente.

En el [recitado del] Kadísh, que no es sino una plegaria para el futuro, se tendrá en mente sólo la súplica de que se cumpla prontamente.

9 Si quien escucha [la bendición recitada por otro] se encuentra [en sus propias oraciones] donde está prohibido hacer una interrupción {para cuestiones que no son de mitzvá, aun de tratarse de un lugar en el que está permitido hacerla para responder Amén –por ejemplo, en Psukéi deZimrá– [SAH, 124:8]}, no dirá Barúj Hu ubarúj Shemó.

Asimismo cuando se escucha a otra persona recitar una bendición que también uno mismo precisaría decir [en ese momento] para eximirse de su propia obligación, o sea, que el escucharla de aquel se considerará como si uno mismo la hubiera recitado –como, por ejemplo, las bendiciones [que el Oficiante dice en representación de cada persona de la comunidad] sobre el shofar [en Rosh HaShaná (véase el Capítulo 129, inciso 14)] o sobre la Meguilá [el Rollo de Ester, en Purím (véase el Capítulo 141, incisos 11 y 12)]–, no se dirá Barúj Hu ubarúj Shemó, pues constituye una interrupción en medio de la bendición {y si lo hizo es posible que incluso post-facto no cumplió con su deber [SAH, ibíd. 2]}.

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