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Lecciones de Aikido
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Lecciones de Aikido

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En el combate con su adversario es donde el practicante de aikido se reconoce, conoce y vive; se comprende por ello que el aikido no es solamente un arte marcial. El alumno no debe adquirir únicamente la técnica de combate, también debe abrir la mente a conceptos desconocidos hasta ahora para él: en realidad aikido deriva de la unión de tres palabras: «camino» «armonía» y «energía». Después de las indispensables nociones sobre indumentaria ya se puede comenzar: uno se da cuenta rápidamente de que no es ni el dueño absoluto de su cuerpo ni su esclavo. Un texto claro y detallado, escrito por un estudioso apasionado y practicante de aikido será su guía; con numerosas fotografías a las que se hace continua referencia en el texto y que ponen de relieve las características de los movimientos y su tratamiento progresivo. Fabio Ceresa practica aikido desde 1989, siguiendo a varios maestros y profundizando así sus conocimientos en los diversos estilos. Actualmente estudia en la A. S. Yamato Milano con el maestro Guglielmo Masetti.
LanguageEspañol
Release dateJul 15, 2016
ISBN9781683250883
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    Lecciones de Aikido - Fabio Ceresa

    GLOSARIO

    INTRODUCCIÓN

    Este manual presenta un arte marcial fascinante, un arte que lleva en sí los valores y la riqueza de un mundo antiguo y de una cultura refinada, y que al mismo tiempo persigue valores y objetivos modernos profundamente éticos y morales: el aikido. Se trata de un arte marcial japonés; de este hecho derivan dos importantes consideraciones: la primera es que el practicante, simulando un combate, utiliza el aikido como un medio para expresarse y para relacionarse con la realidad que le rodea; en esencia se reconoce, conoce y vive en el combate con su adversario. La segunda, pero no menos importante consideración, es que siendo una disciplina japonesa, el aikido es el producto material y cultural de un tiempo, de una realidad y de un patrimonio cultural diferentes al nuestro.

    La verdadera dificultad en el aprendizaje del aikido no está en la correcta ejecución de las técnicas o en la práctica en el dojo (lugar donde se estudia el Método), sino en la capacidad para comprender y aceptar un pensamiento y una cultura, una realidad, en definitiva, diferentes a las nuestras. El alumno, en efecto, debe abrir la mente y sondear conceptos desconocidos para él, abstractos, casi mágicos.

    El hombre occidental, tan acostumbrado a creer en lo que ve y siente y a obtener resultados satisfactorios como resultado de su propia capacidad, es invitado en el dojo de aikido a escuchar aquello en lo que no cree, a creer en lo que no siente, a vivir la práctica no en función del resultado, sino a recorrer la senda en función de sí misma. En el aspecto mental es animado a cambiar, a modificarse, a abandonar sus habituales puntos de referencia, a partir sin excitación para un viaje que profundizará en la búsqueda del Ki (la Energía Vital) en el interior de sí mismo y de la realidad que la rodea.

    En efecto, por la dificultad para aceptar este cambio las artes marciales japonesas que han establecido contacto con Occidente han sido modificadas y adaptadas a nuestra mentalidad, tanto que se han convertido en muchos caso en deporte. El objetivo principal de este último no es la búsqueda del espíritu y del gesto marcial en sí mismo, sino la competitividad exacerbada típica de nuestro mundo: la «victoria», en la cual el elemento dominante es la primacía de uno en detrimento de otro.

    En el aikido, al contrario, se ha intentado mantener las características del arte marcial originario; mediante la elección de los maestros que al difundirlo han preferido mantener el espíritu arquetípico, dejándolo fuera del circuito de las disciplinas marciales más conocidas.

    De esta manera, el aikido ha mantenido sus peculiaridades técnicas y filosóficas, excluyendo de su práctica la competición; el objetivo era y es la búsqueda de un crecimiento total y permanente y no un éxito momentáneo como puede ser la victoria en una competición. El objetivo del aikido es estratégico: en este arte marcial se busca el equilibrio correcto y la gestión de la energía dinámica que discurre entre los polos contrapuestos, en cuyo interior se distingue la realidad.

    La palabra aikido en realidad significa el camino (Do = Camino) a través del cual se aprende a armonizar (Ai = Unión, Armonía) la energía (Ki = Energía) y también todos los aspectos de la realidad en la que existimos.

    La raíz filosófica y espiritual de la cual procede gran parte de la cultura oriental se diferencia de manera profunda de la occidental. En esta última (nacida de la mezcla de tres elementos fundamentales —la espiritualidad judaica, la filosofía helenística y el pragmatismo latino— que confluyen en el cristianismo), la realidad se percibe basada en dos líneas diferentes y contrapuestas: bien/mal, cuerpo/mente, espíritu/carne, alto/bajo, día/noche, bonito/feo, lleno/vacío, etc. Tomando conciencia de esto, la cultura occidental da un sentido positivo a uno de los dos términos de la pareja, atribuyendo, por el contrario, sentido negativo al otro.

    De esta manera, Occidente persigue una forma utópica en la que sólo existe el bien, que puede ser el placer pero no el dolor, cultiva la ignorancia respecto a la potencia benéfica de la luz, busca lo bello rechazando y condenando lo feo, cree que existe sólo lo lleno desconociendo el vacío. En definitiva, lo óptimo se caracteriza por la conquista de una de las dimensiones específicas de la realidad, en la esperanza de la completa desaparición de la otra.

    Lo absurdo de este pensamiento se halla evidentemente en obviar el hecho de que uno de los aspectos de la realidad es identificado por la existencia de su contrario. ¿Cómo definir la luz en ausencia de la oscuridad, lo lleno sin lo vacío, el bien sin el mal?

    De ello nace el tiempo mismo:

    — la frustración surge del encuentro con una realidad que aúna inseparablemente los dos polos opuestos;

    — una fuerte esperanza en un mundo ultraterreno constituido exclusivamente por un paraíso con cosas bellas, buenas, luminosas, etc.

    En la cultura de

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