Cariño, esta noche no me duele la cabeza
4/5
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About this ebook
A practical and often humorous book that gives easy-to-follow advice on how to turn up the heat in a marriage. Between kids, a job, housework, church, and family ties, the desire for intimacy in marriage can drop to the bottom of the list for many wives. With biblical insight, the author shows women how intimacy can once again become a positive light in their marriage, filled with great benefits both personally and relationally.
Sheila Wray Gregoire
Sheila Wray Gregoire has become “the Christian sex lady” as she talks sex all day, all the time on her Bare Marriage podcast and BareMarriage.com blog, the largest single-blogger marriage blog on the internet. She's also an award-winning author of nine books and a sought-after speaker who loves encouraging couples to go beyond Christian pat answers to find real-life solutions. And she knits. Even in line at the grocery store.
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Cariño, esta noche no me duele la cabeza - Sheila Wray Gregoire
«En el estilo típico de Gregoire, Sheila aborda un tema delicado con claridad, gracia y humor. Cariño, esta noche no me duele la cabeza hará felices a muchos maridos… ¡y a sus esposas también!»
—DR. SCOTT TURANSKY
Cofundador del Centro Nacional para la Crianza Bíblica de los Hijos
Autor de Say Goodbye to Whining, Complaining, and Bad Attitudes in You and Your Kids
[Dígale adiós al lloriqueo, a la queja y a las malas actitudes en usted y sus hijos]
«Sheila Wray Gregoire es optimista, favorable, sincera y divertida, a la vez que revela y ofrece soluciones para los problemas reales, que las parejas casadas enfrentan en su dormitorio. En lo que respecta a la intimidad sexual, Cariño, esta noche no me duele la cabeza es uno de los libros más poderosos y prácticos del mercado de hoy día».
—GINGER PLOWMAN
Conferencista y autora de Don’t Make Me Count to Three! [¡No me hagas contar hasta tres!]
«Cariño, esta noche no me duele la cabeza es más que un título llamativo. Este libro ofrece ayuda práctica, intuitiva, para cualquier pareja que quiera mejorar la intimidad emocional y sexual, y debería ser la lectura recomendada de cualquier pareja joven que se está preparando para el matrimonio. El ingenio de Sheila le permite abordar un tema delicado, de una manera que invita a las parejas a analizar los inconvenientes y obstáculos para tener una vida sexual rica y gratificante, y les muestra el matrimonio como Dios lo ha diseñado».
—DENISE MACDONALD, M.Div.
Terapeuta, Consejera familiar
Para Susan, Jill, Karen, Lori y Janet,
que fueron mis consejeras sabias mientras
nos reíamos en la camioneta, cuando este libro nacía,
destino a la Conferencia Bautista de Muskoka.
Título del original: Honey, I Don’t Have a Headache Tonight: Help for Women Who Want to Feel More In the Mood
, © 2004 por Sheila Wray Gregoire y publicado por Kregel Publications, una división de Kregel, Inc., P.O. Box 2607, Grand Rapids, MI 49501. Traducido con permiso.
Edición en castellano: Cariño, esta noche no me duele la cabeza, © 2008 por Sheila Wray Gregoire y publicado por Editorial Portavoz, filial de Kregel Publications, Grand Rapids, Michigan 49501. Todos los derechos reservados.
Ninguna parte de esta publicación podrá reproducirse de cualquier forma sin permiso escrito previo de los editores, con la excepción de citas breves en revistas o reseñas.
A menos que se indique lo contrario, todas las citas bíblicas han sido tomadas de la versión Reina-Valera 1960, © Sociedades Bíblicas Unidas. Todos los derechos reservados.
EDITORIAL PORTAVOZ
P.O. Box 2607
Grand Rapids, Michigan 49501 USA
Visítenos en: www.portavoz.com
ISBN 978-0-8254-1287-5 (rústica)
ISBN 978-0-8254-0496-2 (Kindle)
ISBN 978-0-8254-8193-2 (epub)
Realización ePub: produccioneditorial.com
Contenido
Cubierta
Portada
Elogios
Créditos
Prólogo
Reconocimientos
Introducción
Capítulo 1: Mi esposo es de otro planeta
Capítulo 2: El matrimonio y la santidad
Capítulo 3: El matrimonio y la energía
Capítulo 4: «Sáname… y seré sana»
Capítulo 5: R-E-S-P-E-T-O
Capítulo 6: Nunca me traes flores
Capítulo 7: ¿Quién lleva los pantalones en esta familia?
Capítulo 8: Espejito, espejito
Capítulo 9: ¡Enciende mi fuego!
Algunos recursos útiles
Notas finales
Prólogo
Tengo unos amigos que están remodelando una casa. Durante el día, van a su trabajo de tiempo completo, y por las noches, quitan empapelado, limpian ventanas y arrancan alfombras viejas. Cuando llegan a su hogar, están muertos de cansancio, lo cual no les deja mucho tiempo para la intimidad. En realidad, no les deja mucho tiempo para cenar, lavar la ropa, pagar las cuentas y atender todas las demás obligaciones.
Así que el sábado pasado, después de todo un día de remodelación, se fueron a su casa, se ducharon y mencionaron cuán agotados estaban. Imagine la sorpresa de ella cuando su esposo le echó «esa mirada». Usted sabe «esa mirada», los ojos que dicen: «Oye, muñeca, tengo deseos de volverte loca de pasión. ¿Qué tal si llevamos esto al dormitorio?»
«Pensé que estabas cansado», le dijo ella, intentando no sonar demasiado extrañada por su repentino arranque de energía. «Además, me duele todo el cuerpo». Ella examinó sus archivos mentales para ver qué otras excusas serían apropiadas sin lastimar el ego de él.
¿Alguna vez se ha sentido así?
Usted quiere tener relaciones sexuales. Y recuerda, en la lontananza, que solía gozar del sexo. Pero ahora la cama parece llamarla con otro propósito: o sea, dormir.
Entre los niños, el trabajo, las tareas de la casa, la iglesia y las obligaciones comunitarias, las relaciones familiares y todo lo que hay bajo el sol, el sexo pasa a ser lo último en la lista de «cosas para hacer», si es que llega a formar parte de ésta. No es exactamente romántico. Y, según su marido, no es algo que la nomine a usted para el Premio Nobel de la Paz.
Entonces, ¿qué hizo mi amiga el sábado pasado?
Bueno, mantuvo una conversación breve, pero seria, consigo misma (todo en su cabeza, por supuesto), en la que sopesó sus opciones y las subsiguientes consecuencias. Luego hizo lo que Sheila recomienda en el libro que está sosteniendo en sus manos. Le dijo a su esposo que «sí».
Ella se sacó cualquier otra idea de la mente, para poder «entrar en calor». Y sucedieron las cosas más asombrosas. No solo «entró en calor», sino que se acercó más a su marido, lo pasó bien y pudo dormir mejor. Y al día siguiente, ¡su esposo trabajó como un superhéroe en su casa y en la casa que remodelaban!
«Todo lo que puedo decir es ¡hurra!
», me dijo mi amiga (y dicho sea de paso, también me dio permiso para contar esta historia). «Ojalá pudiera recordar todos estos beneficios cuando mi mente diga: ¡No, no, no. No te acerques!»
Sé que me he sentido así. Si bien me encanta el aspecto físico del sexo cuando le digo que «sí» a mi esposo, lo que realmente me gusta es cómo me hace sentir emocional, relacional y hasta espiritualmente. Hay algo increíble que le sucede a mi matrimonio y a mi fe en esos momentos de intimidad.
Pero debo admitir que hay ocasiones en que simplemente ni siquiera me importan los fabulosos beneficios del sexo. A veces estoy demasiado «agitada para agitarme», tomando prestada una frase del psicólogo cristiano, Dr. Kevin Leman.
Si a usted le sucede lo mismo, tiene entre sus manos el libro indicado. En muchos matrimonios, el sexo puede ser una fuente de tensión, frustración, ansiedad, estrés y conflicto. Pero Sheila nos muestra que el sexo no tiene por qué ser así. Con un profundo conocimiento bíblico, sensibilidad, esperanza y hasta algo de humor, ella desafía a las mujeres a ver el sexo bajo una luz diferente: una luz positiva llena de grandes beneficios, tanto personales como relacionales.
Como directora ejecutiva de la revista Marriage Partnership, recibo miles de cartas de esposas frustradas que están hartas de ser acosadas por sus maridos respecto al sexo. Es bueno contar con un recurso para recomendar que sea sincero, directo y que no provoque culpa.
Si quiere superar los obstáculos que hacen que su apetito sexual sea débil —ya sea su imagen corporal, su forma de vida ajetreada, su necesidad de respeto o su pasado— no está sola… y hay esperanzas. ¡No se rinda todavía! Ha dado el primer paso valiente de leer el libro de Sheila. El resto de la historia de la intimidad en su matrimonio está lleno de promesas.
—GINGER KOLBABA
Reconocimientos
Las mujeres de la Iglesia Bautista Parkdale de Belleville, Ontario, han pasado los últimos cuatro meses evitándome. Todas sabían que yo estaba escribiendo un libro sobre sexo, así que tan pronto como terminaba el servicio de la iglesia, se apartaban de mí como las aguas del Mar Rojo.
Cuando finalmente pude interceptar a algunas amigas y hacerles preguntas, recibí algunas respuestas muy interesantes; desde risitas tontas hasta silencio e incluso la mención a toda voz, en el frente de nuestro santuario, de una que se «¡Pinta el cuerpo con chocolate!». A todas las mujeres que ruboricé y a las tantas más que no pude, les agradezco por contarme sus historias, ya sea a través de correos electrónicos o en persona. Sé que no fue fácil, pero las historias hacen que este libro sea mucho más rico. También aprecio mucho a las mujeres del Campamento Pioneer que se reían conmigo hasta la medianoche, intercambiando retos sexuales y soluciones (y especialmente la historia de los pechos ambulantes).
También quiero agradecer a mi esposo, Keith, cuyo permiso me aseguré de conseguir antes de embarcarme en esta empresa. Después de todo, una cosa es escribir un libro sobre cómo ser padres y otra muy distinta es escribir un libro sobre sexo. Él no quiso estar al frente de la iglesia, ni atender el parto de ningún bebé en nuestra propia ciudad, para que la gente no anduviera por ahí pensando yo sé lo que hiciste, ja, ja, ja, ja. Por eso no incluí nada sobre nosotros, que pensara que fuera demasiado personal, en el libro. Además, mi enorme gratitud para Keith, por los sacrificios que hizo en sus horarios de trabajo a fin de darme más tiempo para escribir. Es el marido más comprensivo que podría imaginar.
Estoy en deuda con mi tía, Alison Froese, quien me presentó la obra de Leanne Payne hace unos años. Sus libros dieron forma a gran parte de mi manera de pensar sobre identidades sexuales, sanidad e integridad.
Muchas gracias a Susan Douglas, Karen Dorey, Lisa Wood, y, como siempre, a mi madre Elizabeth Wray y a mi suegra Cheryl Gregoire, quienes cuidaron de mis hijas en innumerables ocasiones cuando estaba intentando terminar mi libro. Su aliento, en palabras y actos, hicieron que mi vida fuera mucho más fácil (y que la vida de mis hijas fuera mucho menos aburrida).
A todos en Kregel y especialmente a Dennis Hillman, muchísimas gracias por creer en mí para mi primer libro, y por confiar en mí también con respecto a este. Son un grupo de gente maravillosa, alentadora, con la cual es un placer trabajar. Gracias a Stephen Barclift y a Cheryl Dunlop, por su trabajo de edición, y a la incansable Janyre Tromp, por sus rápidas respuestas a un sinnúmero de preguntas, muchas de las cuales ni siquiera tenían que ver con su campo de acción. A Janet Kobobel Grant, mi agente, gracias por conseguirme este proyecto.
A mis hijas, Becca y Katie, gracias por todos los besos y abrazos, y por dejar que mamá trabajara cuando debía hacerlo. Aún sigo tratando de ver cómo les explicaré este libro. Ustedes conocen todo acerca de To Love, Honor, and Vacuum [Amar, honrar y pasar la aspiradora] ¿Qué pensarán de este? Tal vez haya llegado el momento de tener esa conversación…
Y finalmente, me gozo por tener un Salvador tan maravilloso, que puede sanar nuestro pasado y hacernos de nuevo como una novia de blanco brillante, aun en este aspecto tan personal de nuestras vidas. Cuán increíble es que Él haya hecho que los cónyuges se acoplen de este modo y que, por medio de esta unión, cuando estamos celebrando juntos nuestro amor, podamos además procrear. Mi oración es que cuando las mujeres lean este libro, Dios pueda liberar su sexualidad, permitiendo que todas experimenten el amor verdadero cuando hagan el amor, con una buena dosis de diversión y también de risas. Ojalá esto nos ayude a fortalecer y a edificar grandes matrimonios que resistan cualquier cosa y eviten que nuestra sociedad se derrumbe.
Que Dios le bendiga.
Introducción
La mayoría de nosotras está de acuerdo en que el sexo es divertido. Pero el chocolate también es genial, y comerlo a la luz de las velas en un baño de espuma es sumamente relajante al final del día, cuando los niños han estado vomitando, la lavadora se volvió a descomponer o los adolescentes nos han estado llevando la contraria.
Si bien el sexo puede ser maravilloso, para muchas mujeres no siempre vale la pena el esfuerzo. Y a diferencia de nuestros queridos cónyuges, para nosotras significa un esfuerzo. Para nosotras la excitación sexual no es algo que nos llega automáticamente. Cuando les echamos un vistazo a nuestros maridos mientras se desvisten, por lo general, no solemos pensar «¡bravo!». Más bien, miramos cómo se quita la ropa y pensamos: «Espero que no me deje la ropa para lavar allí». Nosotras tenemos que preparar nuestra lista de cosas para hacer, asegurarnos de que todos tengan qué ponerse mañana, y mantener la casa de alguna manera habitable antes de siquiera considerar la posibilidad de hacer el amor. Para nosotras, hacer el amor es fundamentalmente algo cerebral. Tenemos que estar con el debido ánimo antes de poder pasarlo bien, pero demasiadas cosas conspiran para que no estemos de ánimo.
Entonces, ¿qué hacemos? Intentamos con total desesperación que nuestros maridos tampoco «estén de ánimo»; una causa perdida, ya que la mayoría de ellos estaría de ánimo aunque tuviera 40 grados de fiebre y urticaria por todo el cuerpo. Nada los distrae de la tarea en cuestión.
De todas maneras, nosotras perseveramos. Vea si puede identificarse con Andrea.
La noche de evasiva de Andrea
Son las diez y media de la noche, finalmente el bebé se tranquilizó, los niños mayores están en la cama, y Andrea acaba de recoger los juguetes y la ropa de las escaleras, después de lavar los platos y alimentar a las mascotas. Rápidamente, pone la ropa lavada en la secadora para que mañana su hijo mayor pueda ir a la escuela con algo que combine. Todo lo que ella quiere ahora, más que nada, es desplomarse en la cama, entre las sábanas, ¡y dormir!
Sube las escaleras, camina por el pasillo hacia el dormitorio… y allí está Gerardo, esperándola con esa mirada en los ojos. Andrea sabe que ahora debe empezar con el patrón de la evasión. Le da un rápido beso en la mejilla, refunfuña para demostrar cuán agotada está, y empieza con la letanía de las cosas que tiene que hacer mañana, con la esperanza de que Gerardo comprenda que no lo está rechazando, sino que solo quiere descansar. Mientras tanto, tal vez oírla quejarse lo distraerá de su objetivo principal de esta noche.
El romance es lo último que pasa por la mente de Andrea. Este hombre que la estaba esperando en el dormitorio no la ayudó esa noche cuando los niños peleaban, salvo para gritar: «¡Más vale que paren ya!», con una voz lo suficientemente fuerte como para hacer tambalear los cimientos de la casa. No la ayudó con los platos, ni siquiera cuando el bebé lloraba para que lo levantara en ese preciso momento. (Andrea se está convirtiendo en una experta lavando los platos con una sola mano). En lugar de eso, se retiró al estudio para revisar algunos papeles antes de encender el televisor para ver el partido. Sí, arropó a los niños, pero sólo después que Andrea los bañara. Francamente, en este momento ella no se siente muy cercana a él.
Así que se pone el camisón de franela más grande que pudo encontrar y se encarama bajo las cobijas. Impávido, él se acerca a ella y la abraza, esperando algo más. Y ahora, llega el momento crucial. Él quiere empezar a besar. Ella quiere empezar a roncar. Pero ¿cómo hace para dejarlo plantado sin dar lugar a una pelea? Por cierto, no tiene energías para una discusión esta noche.
«Sencillamente estoy muy cansada, cariño, ¿está bien? No es que no te ame, simplemente necesito dormir», dice Andrea mientras le da la espalda. Gerardo no dice nada, pero unos minutos más tarde profiere un largo suspiro y se levanta de la cama. Andrea se pregunta si él espera que ella lo siga para saber qué anda mal. Ella conoce la rutina; ya han pasado por lo mismo muchas veces. Si ella no va buscarlo, Gerardo se quedará despierto hasta las dos de la madrugada, y mañana estará enojado con ella. Pero si ella va a buscarlo, terminarán hablando sin parar sobre su vida sexual, tendrán una gran discusión, probablemente ella no pueda dormirse por espacio de por lo menos dos horas, y de todos modos ambos estarán enojados al día siguiente. ¿Qué es peor? Ella vota por dormir ahora y dejar las recriminaciones para después.
Mientras se queda dormida, sin su esposo al lado, piensa que lo que realmente le molesta es que siempre tiene que idear cómo hacer para apagar los instintos sexuales de su marido. Ni siquiera tiene tiempo para darse cuenta de si ella quiere estar «encendida», porque él siempre lo está. Y ella sabe qué vida miserable le toca vivir si lo rechaza rotundamente, así que siempre tiene que tratar de darle la impresión de que no está interesada, para que él no se lo proponga de entrada. Lo peor es si ella lo besa demasiado cuando él regresa a casa, y él lo toma como una señal de que ella está interesada en hacer algo esa noche. Entonces, él se enoja incluso más si ella está demasiado cansada, y la relación de ellos empeora.
Andrea ama a Gerardo, pero está cansada de estos juegos. Ella quisiera que él la dejara en paz y le diera algo de tiempo. Antes de tener a los niños, ella realmente disfrutaba del sexo, pero ahora es simplemente una más de las cosas que tiene que hacer. Y eso no