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1 Timoteo
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Ebook474 pages8 hours

1 Timoteo

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About this ebook

Uno de los mejores comentarios del Nuevo Testamento disponibles en español, escrito por uno de los grandes pastores de nuestro tiempo. Un excelente recurso para la preparación de sermones, el estudio personal y la vida devocional
LanguageEspañol
Release dateSep 2, 2011
ISBN9780825486333
1 Timoteo
Author

John MacArthur

John MacArthur is the pastor-teacher of Grace Community Church in Sun Valley, California, where he has served since 1969. He is known around the world for his verse-by-verse expository preaching and his pulpit ministry via his daily radio program, Grace to You. He has also written or edited nearly four hundred books and study guides. MacArthur is chancellor emeritus of the Master’s Seminary and Master’s University. He and his wife, Patricia, live in Southern California and have four grown children.

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    Me gusta como McArthur prueba las escrituras con ls escrituras, siempre he estado de acuerdo en que no hay mejor comentario para la biblia que la propia biblia. Es interesante leer y escuchar testimonios pero no es bíblico poner nuestras experiencias encima de la palabra de Dios.

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1 Timoteo - John MacArthur

Título del original: The MacArthur New Testament Commentary: 1 Timothy © 1995 por John MacArthur y publicado por The Moody Publishers, 820 N. LaSalle Boulevard, Chicago, IL 60610. Traducido con permiso.

Edición en castellano: Comentario MacArthur del Nuevo Testamento: 1 Timoteo © 2012 por Editorial Portavoz, filial de Kregel Publications, Grand Rapids, Michigan 49501. Todos los derechos reservados.

Todos los derechos reservados. Ninguna parte de esta publicación podrá ser reproducida, almacenada en un sistema de recuperación de datos, o transmitida en cualquier forma o por cualquier medio, sea electrónico,mecánico, fotocopia, grabación o cualquier otro, sin el permiso escrito previo de los editores, con la excepción de citas breves o reseñas.

A menos que se indique lo contrario, todas las citas bíblicas han sido tomadas de la versión Reina-Valera © 1960 Sociedades Bíblicas en América Latina; © renovado 1988 Sociedades Bíblicas Unidas. Utilizado con permiso. Reina-Valera 1960™ es una marca registrada de la American Bible Society, y puede ser usada solamente bajo licencia.

EDITORIAL PORTAVOZ

P.O. Box 2607

Grand Rapids, Michigan 49501 USA

Visítenos en: www.portavoz.com

ISBN 978-0-8254-1561-6 (rústica)

ISBN 978-0-8254-6486-7 (Kindle)

ISBN 978-0-8254-8633-3 (epub)

Realización ePub: produccioneditorial.com

Dedicatoria

A Jim Rickard, mi fiel amigo,

que siempre encuentra una manera de impregnar de aventuras lo rutinario de la vida.

Gracias por incluirme

Contenido

Cubierta

Portada

Créditos

Dedicatoria

Prólogo

Introducción a las epístolas pastorales

1. Verdadero hijo en la fe

2. Cómo tratar a los falsos profetas

3. Testimonio personal de la gracia salvadora de Dios

4. Cómo pelear la buena batalla

5. Entregados a Satanás

6. La oración evangelística

7. El plan de Dios para las mujeres en la iglesia

8. Llamados a guiar a la iglesia

9. Cualidades de un guía espiritual: Primera parte

10. Cualidades de un guía espiritual: Segunda parte

11. Llamados a servir a la iglesia

12. La conducta en la iglesia

13. La apostasía de la fe

14. Cualidades de un ministro excelente: Primera parte

15. Cualidades de un ministro excelente: Segunda parte

16. Confrontación del pecado en la familia espiritual

17. El cuidado de las viudas en la iglesia: Primera parte

18. El cuidado de las viudas en la iglesia: Segunda parte

19. Restauración del oficio bíblico de anciano

20. El empleado cristiano concienzudo

21. La patología de los falsos maestros

22. El peligro del amor al dinero

23. El hombre de Dios: Primera parte

24. El hombre de Dios: Segunda parte:

25. El uso de las riquezas

26. El empleo de la verdad

Bibliografía

Índice de palabras griegas

Índice temático

Prólogo

Sigue siendo para mí una provechosa experiencia espiritual el predicar de forma expositiva a través del Nuevo Testamento. Mi propósito es tener siempre una profunda comunión con el Señor en el conocimiento de su Palabra, y con esa experiencia explicarle a su pueblo lo que un pasaje significa. Como dice Nehemías 8:8, me esfuerzo por [ponerle] el sentido de modo que realmente puedan oír a Dios hablar y, al hacerlo, le respondan.

Es obvio que el pueblo de Dios necesita comprenderlo, lo que exige conocer su Palabra de verdad (2 Ti. 2:15) y el permitir que esa Palabra more en abundancia en nosotros (Col. 3:16). La fuerza propulsora dominante de mi ministerio, por lo tanto, es contribuir a que la Palabra viva de Dios se avive en su pueblo. Es una aventura placentera.

Esta serie de comentarios del Nuevo Testamento refleja ese objetivo de explicar y aplicar las Escrituras. Algunos comentarios son principalmente lingüísticos, otros son mayormente teológicos y algunos son principalmente homiléticos. Este es esencialmente explicativo o expositivo. No es técnico desde el punto de vista lingüístico, pero trata acerca de la lingüística cuando eso parece útil a la interpretación apropiada. No es teológicamente extensivo, sino que se concentra en las doctrinas principales en cada texto y en cómo se relacionan con toda la Biblia. No es primordialmente homilético, aunque cada unidad de pensamiento por lo general se trata como un capítulo, con un claro bosquejo y un flujo lógico de pensamiento. Casi todas las verdades se ilustran y aplican con otros pasajes. Después de establecer el contexto de un pasaje, he tratado de seguir fielmente el desarrollo y el razonamiento del escritor.

Mi oración es que cada lector comprenda plenamente lo que el Espíritu Santo dice a través de esta parte de su Palabra, de modo que su revelación pueda morar en la mente de los creyentes dando como resultado una mayor obediencia y fidelidad, para la gloria de nuestro gran Dios.

Introducción a las epístolas pastorales

Primera Timoteo, junto con 2 Timoteo y Tito, pertenece al grupo de los escritos de Pablo conocidos como las epístolas pastorales. Se les llama así porque estaban dirigidas a dos de los amados hijos de Pablo en la fe, Timoteo y Tito, que tenían tareas pastorales. Timoteo estaba a cargo de la iglesia de Éfeso, y Tito de los creyentes de la isla de Creta. Junto con Filemón, fueron las únicas cartas de Pablo dirigidas a una persona.

Las epístolas pastorales dan un valioso aporte para entender el corazón del querido apóstol. Revelan un aspecto diferente de él que lo que exponen sus otras epístolas, mostrando sus relaciones personales con sus amigos y compañeros más allegados. Como son las últimas cartas que se escribieron, ellas solo nos informan de los años finales de su ministerio, después de su liberación del primer encarcelamiento en Roma registrado en Hechos. Él persevera en la misión de su vida hasta su triunfante conclusión que declara en 2 Timoteo 4:7: He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe.

Las epístolas pastorales también son importantes debido a la abundancia de información que tienen respecto a cuestiones prácticas de la vida y organización de la iglesia. En realidad, Pablo declara que su propósito al escribir 1 Timoteo era que Timoteo supiera cómo [debía conducirse] en la casa de Dios, que es la iglesia del Dios viviente, columna y baluarte de la verdad (1 Ti. 3:15). La adoración pública, la selección y los requisitos de los pastores, la vida y el ministerio público del pastor, cómo confrontar el pecado en la iglesia, la función de las mujeres, el cuidado de las viudas y cómo usar el dinero están entre los temas analizados. Además de la abundancia de información práctica que tienen, las epístolas pastorales, como analizaremos más adelante, también enseñan acerca de importantes verdades doctrinales con relación a las Escrituras, la salvación y el Salvador.

PATERNIDAD LITERARIA

Hasta que surgió la destructiva alta crítica en el siglo XIX, la paternidad literaria paulina de las epístolas pastorales no se puso en tela de juicio en la iglesia (salvo por obvios herejes como Marción). En realidad, el testimonio de la iglesia primitiva de que Pablo escribió las epístolas pastorales es tan fuerte como el de cualquiera de sus inspirados escritos, salvo en el caso de Romanos y 1 Corintios. Hay referencias a ellas en los escritos de varios de los padres de la iglesia del segundo siglo, entre ellos a Ignacio, Policarpo y Clemente de Roma. Las incluye el canon de Muratorio, una lista de libros canónicos de finales del siglo segundo. En el tercer siglo, escritores como Orígenes, Clemente de Alejandría y Tertuliano citan pasajes de esas epístolas y se las atribuyen a Pablo. Por último, el historiador de la iglesia Eusebio, escribiendo a principios del siglo IV, incluye las epístolas pastorales con las genuinas epístolas paulinas. (Para una relación detallada de la evidencia histórica de la autenticidad de las epístolas pastorales, vea William Hendricksen, New Testament Commentary: Exposition of the Pastoral Epistles [Comentario del Nuevo Testamento: Exposición de las epístolas pastorales] [Grand Rapids: Baker, 1981], 29-33; Homer A. Kent, hijo, The Pastoral Epistles [Las epístolas pastorales], edición revisada [Winona Lake, Ind.: BMH, 1982], 24-33.)

A pesar del claro testimonio de las epístolas mismas (cp. 1 Ti. 1:1; 2 Ti. 1:1; Tit. 1:1) y la prueba de la iglesia primitiva, muchos modernos eruditos de la crítica niegan que Pablo escribiera las epístolas pastorales. En vez de esto, ellos proponen que un devoto seguidor de Pablo las compuso en el segundo siglo, posiblemente utilizando algunos fragmentos genuinos de los escritos de Pablo. Como prueba ofrecen cinco evidencias.

En primer lugar, sostienen que las referencias históricas en las epístolas pastorales no se ajustan a la cronología de la vida de Pablo dada en Hechos. Eso es cierto, y está reconocido por quienes defienden la paternidad literaria paulina. Sin embargo, para que haya un válido argumento contra la autenticidad de las epístolas pastorales, los críticos tendrían que probar que a Pablo nunca se le permitió salir de la cárcel de Roma como se registra al final de Hechos. Como Hechos no registra la ejecución de Pablo, esto es obviamente un argumento del silencio. El punto de vista de que Pablo fue liberado de su primer encarcelamiento en Roma encuentra apoyo en el resto del Nuevo Testamento y en la tradición.

La narración de Hechos pone en claro que no hubo ninguna acusación válida presentada contra Pablo. Tanto el procónsul romano Festo (Hch. 25:14-21) como Herodes Agripa (Hch. 26:32) lo reconocieron. A la luz de esto es correcto suponer que el curso normal de la justicia romana habría resultado en su liberación’ (Donald Guthrie, New Testament Introduction [Introducción al Nuevo Testamento], Downers Grove, Ill.: InterVarsity, 1990], 623). En las epístolas que escribió durante su primer encarcelamiento, Pablo expresó su segura esperanza de que sería puesto en libertad (Fil. 1:19, 25-26; 2:24; Flm. 22). Esto está en marcado contraste con la espera de su inminente ejecución en 2 Timoteo 4:6. Además de eso, muchos en la iglesia primitiva creían que Pablo estuvo en España (cp. Ro. 15:28). Por ejemplo, Clemente de Roma, escribiendo a los corintios unos treinta años después de la muerte del apóstol, observa que luego de predicar en el este y en el oeste, [Pablo] ganó su ilustre fama gracias a su fe, después de enseñarle justicia al mundo entero, y llegó al límite extremo del oeste, y sufrió el martirio bajo los prefectos (The First Epistle of Clement to the Corintians [La Primera Epístola de Clemente a los corintios] V, vol. 1 de The Ante-Nicene Fathers [Los padres prenicenos] [reimpresión; Grand Rapids: Eerdmans, 1973], 6). El límite extremo del oeste no era Roma, el centro del imperio, sino su frontera occidental en España (cp. Kent, Pastoral Epistles [Epístolas pastorales], 45-46). Tal visita no habría sido posible si Pablo no hubiera sido liberado.

Después de su liberación, Pablo predicó durante algunos años antes de que fuera arrestado otra vez (probablemente debido a la persecución desatada por Nerón) y finalmente ejecutado. Fue durante ese período de libertad entre sus dos encarcelamientos en Roma que sucedieron los hechos mencionados en las epístolas pastorales.

En segundo lugar, los críticos argumentan que la herejía mencionada en esas cartas era el muy conocido gnosticismo del segundo siglo. Aunque hay similitudes entre la herejía de la que hablan las epístolas pastorales y el gnosticismo, también hay diferencias importantes. A diferencia de los gnósticos del segundo siglo, los falsos maestros en las epístolas pastorales estaban todavía dentro de la iglesia. Y a diferencia del gnosticismo del segundo siglo, la herejía que enseñaban tenía elementos judíos (1 Ti. 1:7; Tit. 1:10, 14; 3:9). Es cierto que en 1 Timoteo 4:1-5 Pablo combate el ascetismo, y los gnósticos eran ascetas. Pero los gnósticos no inventaron el ascetismo, y Pablo también advierte sobre este en Colosenses 2:20-23. Los gnósticos negaban la resurrección del cuerpo, y Pablo menciona tal error en 2 Timoteo 2:18. Sin embargo, desde el principio hubo quienes negaron la resurrección física, y Pablo se opone a esta herejía en 1 Corintios 15. En resumen, no hay características de la herejía de la que hablan las epístolas pastorales que no existieran cuando Pablo vivía.

Otro argumento contra la paternidad literaria paulina es que la estructura organizativa de la iglesia en las epístolas pastorales está muy bien desarrollada para ser de la iglesia del primer siglo. Los críticos dicen que las epístolas pastorales adoptaron el modelo de organización de la iglesia del segundo siglo. Sostienen ellos que Timoteo y Tito corresponden a los obispos del segundo siglo, con ancianos y diáconos subordinados a ellos. En cambio, el liderazgo de la iglesia en el Nuevo Testamento tenía solo ancianos y diáconos. Esto, sostienen ellos, da a las epístolas pastorales una fecha después de la terminación del Nuevo Testamento. Tal argumento no da explicación a Tito 1:5 y 7, donde los términos presbuteros (anciano) y episkopos (obispo) se refieren a las mismas personas. Tampoco es cierto, como algunos sostienen, que Pablo no tenía interés alguno en la organización de la iglesia. Hechos 14:23 dice que en su primer viaje misionero él y Bernabé constituyeron ancianos (Fil. 1:1). Argumentar contra una fecha del segundo siglo es el enfoque del escritor en las características que se esperaban de los ancianos y los diáconos. Para el segundo siglo estas habrían sido de seguro bien conocidas (D. A. Carson, Douglas J. Moo y Leon Morris, An Introduction to the New Testament [Introducción al Nuevo Testamento] [Grand Rapids: Zondervan, 1992], 364).

Algunos sostienen que Pablo no pudo haber escrito las epístolas pastorales porque no tienen los grandes temas de su teología. Pero ese argumento no considera el carácter de esas cartas. Se les escribieron a dos de los más cercanos compañeros de Pablo que ya estaban profundamente impregnados de su teología. Además de eso, como se observó antes, estas epístolas tratan mayormente asuntos prácticos de la vida y organización de la iglesia.

Las epístolas pastorales tienen las características esenciales de la teología de Pablo. No hay presentación más clara de la inspiración de la Biblia en ningún otro pasaje de la Biblia que en 2 Timoteo 3:15-17. Y Tito 3:5-7 es una de las declaraciones más vívidas y contundentes de la doctrina de la salvación en todos los escritos de Pablo. Las epístolas pastorales enseñan la deidad del Señor Jesucristo (Tit. 2:13), su obra mediadora (1 Ti. 2:5) y su sacrificio expiatorio (1 Ti. 2:6). Debido a esa evidencia (y mucho más que pudiera citarse), el comentarista William Hendricksen acertadamente comenta: Uno se queda maravillado de que este argumento se siga repitiendo (Pastoral Epistles [Epístolas pastorales], 18).

El último y más convincente argumento (para quienes niegan que Pablo escribió las epístolas pastorales) contra la paternidad literaria paulina viene del vocabulario. Los críticos señalan que más de una tercera parte de las palabras griegas en las epístolas pastorales no aparecen en las otras diez epístolas de Pablo. De esa tercera parte, más de la mitad de las palabras no aparecen en ninguna otra parte en el Nuevo Testamento. Estas estadísticas, sostienen ellos, agrupan las epístolas pastorales y las ponen aparte del resto de los escritos de Pablo, que señalan a un autor que no es Pablo.

Tal argumento no considera las circunstancias en las que se escribieron las epístolas pastorales. A diferencia de otros escritos de Pablo, que (salvo Filemón) estaban dirigidos a las iglesias, estas cartas se escribieron a personas. Además de eso, su tema era diferente. La mayoría de los demás escritos inspirados de Pablo está consagrada a la enseñanza de la doctrina y a corregir errores. Es obvio que Timoteo y Tito no necesitaban ese tipo de instrucción. Diferentes circunstancias exigen un vocabulario diferente; por seguro un pastor hoy día utilizaría un vocabulario muy diferente cuando le escribe a un amigo cercano que cuando le predica a su congregación. Resumiendo este punto, Donald Guthrie observó las razones siguientes para el vocabulario diferente de las epístolas pastorales:

Lo diferente del tema sin duda da respuesta a tantas nuevas palabras. Asuntos que no se habían tratado anteriormente inevitablemente producen numerosas nuevas expresiones.

Se deben considerar las variaciones debido a los avances de la época, ya que el estilo y el vocabulario siempre se afectan producto de esto.

El aumento del vocabulario debido al cambio de ambiente pudiera dar respuesta al aumento en el empleo de palabras clásicas.

La diferencia en los destinatarios, cuando se compara con las anteriores epístolas dirigidas a las iglesias, son sin duda diferencias en estilo, de la misma manera que inevitablemente difieren la correspondencia pública y privada. (The Pastoral Epistles [Las epístolas pastorales], edición revisada [Grand Rapids: Eerdmans, 1990], 240).

Los críticos también plantean que dos tercios de las palabras que aparecen en las epístolas pastorales, pero no en el resto de las epístolas de Pablo, se encuentran en escritos de los cristianos del segundo siglo. De esto deducen que también las epístolas pastorales datan del segundo siglo. Sin embargo, la mayoría de las palabras que tienen en común las epístolas pastorales y los escritores del segundo siglo también se encuentran en otros escritos anteriores al 50 d.C. No se puede argumentar que Pablo no las habría conocido (Carson, Moo, y Morris, Introduction, [Introducción] 361).

Los riesgos de decidir la paternidad literaria basándose en el vocabulario llevó al lexicógrafo del siglo XIX Joseph Henry Thayer a advertir del monumental juicio equivocado de algunos que han puesto en tela de juicio la paternidad literaria basándose solamente en el vocabulario (Greek-English Lexicon of the New Testament [Léxico griego-inglés del Nuevo Testamento, reimpreso; Grand Rapids: Zondervan, 1970], 689). Como observa acertadamente Homer Kent: El testimonio uniforme de la historia antigua debe tener más peso que la variedad de vocabulario. (Pastoral Epistles [Epístolas pastorales], 67; cp. Guthrie, Pastoral Epistles [Epístolas pastorales], 21.) (Para un análisis exhaustivo del argumento del vocabulario, vea Guthrie, Introduction; Pastoral Epistles [Introducción: Epístolas pastorales] (sobre todo el apéndice); Hendricksen, Pastoral Epistles [Epístolas pastorales]; y Kent, Pastoral Epistles [Epístolas pastorales]).

Ninguno de los cinco argumentos propuestos por los críticos es válido. Además, hay serias dificultades con el punto de vista de que un autor seudónimo (un falsificador piadoso) escribiera las epístolas pastorales. (Para un análisis del asunto de la seudonimia, vea Carson, Moo, y Morris, Introduction, [Introducción] 367ss.)

En primer lugar, a pesar de los reclamos de los críticos, la iglesia primitiva no aprobó los falsificadores piadosos. Pablo advirtió del peligro de los falsos maestros que decían provenir de él (2 Ts. 2:2) y tomó medidas para autenticar sus cartas (cp. 2 Ts. 3:17). Tertuliano, el padre de la Iglesia escribió de un líder de la iglesia que fue expulsado de su cargo por falsificar un documento en nombre de Pablo, aunque lo hizo por amor a Pablo (On Baptism XVII [Sobre el bautismo en el siglo XVII], vol. 3 de The Ante-Nicene Fathers [Los padres prenicenos] [Grand Rapids: Eerdmans, 1973], 677).

La falsificación de las cartas personales no era una práctica común en la iglesia primitiva. Carson, Moo y Morris advierten que no debemos acercarnos a las epístolas del Nuevo Testamento como si fuera algo común para los primeros cristianos escribir cartas en nombre de otra persona. Hasta donde alcanza nuestro conocimiento, no hay tal tipo de carta emanando de los cristianos de ningún lugar en el período cercano al Nuevo Testamento (Introduction, [Introducción] 368). La hipótesis del falsificador piadoso levanta un gran número de problemáticas preguntas: ¿Por qué habría falsificado tres cartas que tienen tanto en común? ¿Por qué no inventó un itinerario para Pablo que encajara en lo que el libro de Hechos recoge acerca de su vida? ¿Y cómo engañó a la iglesia primitiva para que aceptara los detalles históricos de las epístolas pastorales si nunca sucedieron? ¿En cuál situación histórica específica en el segundo siglo encajan las epístolas pastorales? ¿Cuán probable es que un devoto seguidor de Pablo describiera a su maestro como blasfemo, perseguidor e injuriador… el primero de [los pecadores] (1 Ti. 1:13, 15)? ¿No habría sido el colmo de la hipocresía incluir advertencias con relación a los engañadores (cp. 2 Ti. 3:13; Tit. 1:10) cuando él mismo era uno?

La evidencia es clara. Pablo el apóstol escribió las epístolas pastorales, como siempre ha sostenido la iglesia (hasta hace poco). (Para más información acerca de Pablo, vea el capítulo 1 de este tomo.)

FECHA, LUGAR Y OCASIÓN DEL ESCRITO

Luego de su liberación del primer encarcelamiento, Pablo volvió a visitar algunas de las iglesias principales en las que había servido, entre ellas Éfeso. Entonces fue a Macedonia, dejando a Timoteo para que tratara algunas problemas en la iglesia de Éfeso (1 Ti. 1:3). Desde Macedonia, Pablo escribió esta carta, dando a Timoteo instrucciones adicionales que lo ayudaran a llevar a cabo su misión. Por este mismo tiempo (63-64 d.C.), le escribió a Tito, que estaba desarrollando su ministerio en la isla de Creta. Al ser arrestado otra vez debido a la persecución desatada por Nerón, Pablo escribió su última carta (2 Timoteo) mientras estaba en la cárcel esperando la ejecución (ca. 66 d.C.).

BOSQUEJO DE PRIMERA TIMOTEO

I. Saludos (1:1-2)

II. Instrucciones con relación a la falsa doctrina (1:3-20)

A. La falsa doctrina en Éfeso (1:3-11)

B. La verdadera doctrina de Pablo (1:12-17)

C. La exhortación a Timoteo (1:18-20)

III. Instrucciones con relación a la iglesia (2:1—3:16)

A. La importancia de la oración (2:1-8)

B. La función de las mujeres (2:9-15)

C. Los requisitos de los pastores (3:1-13)

D. La razón de la carta de Pablo (3:14-16)

IV. Instrucciones respecto a los falsos maestros (4:1-16)

A. La descripción de los falsos maestros (4:1-5)

B. La descripción de los verdaderos maestros (4:6-16)

V. Instrucciones con relación a las responsabilidades pastorales (5:1—6:2)

A. La responsabilidad con los miembros que pecan (5:1-2)

B. La responsabilidad de las viudas (5:3-16)

C. La responsabilidad de los ancianos (5:17-25)

D. La responsabilidad de los esclavos (6:1-2)

VI. Instrucciones respecto al hombre de Dios (6:3-21)

A. El peligro de la falsa enseñanza (6:3-5)

B. El peligro del amor al dinero (6:6-10)

C. El carácter y la motivación de un hombre de Dios (6:11-16)

D. El uso apropiado de las riquezas (6:17-19)

E. El empleo apropiado de la verdad (6:20-21)

Pablo, apóstol de Jesucristo por mandato de Dios nuestro Salvador, y del Señor Jesucristo nuestra esperanza, a Timoteo, verdadero hijo en la fe: Gracia, misericordia y paz, de Dios nuestro Padre y de Cristo Jesús nuestro Señor. (1:1-2)

El gozo supremo de cualquier padre es ver crecer a su hijo hasta convertirse en una persona adulta. Para eso ora, trabaja y espera. Lo mismo es cierto en el reino espiritual. No hay gozo mayor para un padre espiritual que engendrar un verdadero hijo en la fe y guiarlo a la madurez.

Pablo deseaba, como debe desearlo todo cristiano, reproducir en sus hijos espirituales sus virtudes de semejanza a Cristo. Trataba de guiar a otros a Cristo, luego alimentarlos hasta la madurez, para que pudieran repetir el mismo proceso. Describe ese proceso a través de cuatro generaciones en 2 Timoteo 2:2: Lo que has oído de mí ante muchos testigos, esto encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros. Reproducirse a sí mismo era el objetivo principal en la vida del apóstol.

Es asombrosa la forma en la que Dios lo usaba para producir genuinos hijos espirituales. Aunque muchos de sus compañeros, como Bernabé, Silas, Juan Marcos, Apolos y Lucas no eran sus descendientes espirituales, muchos otros lo eran. Dionisio, Dámaris, Gayo, Sópater, Tíquico, Trófimo, Estéfanas, Clemente, Epafras, los corintios (1 Co. 4:15) y muchos otros, que probablemente incluyera a la mayoría de los que se mencionan en Romanos 16, fueron con toda probabilidad el fruto de los esfuerzos evangelizadores del apóstol. A algunos los alcanzó personalmente, otros fueron salvos a través de su predicación pública. Aun otros fueron alcanzados indirectamente a través de aquellos a quienes el propio Pablo había alcanzado.

De todos esos que fueron salvos antes de encontrarse con Pablo, y de los que fueron fruto de su trabajo, solo a dos les da el título de verdadero hijo en la fe. Uno es Tito (Tit. 1:4), y el otro es Timoteo. Esa descripción excepcional estaba reservada para esos hombres importantes en la vida del apóstol. De los dos, Timoteo es quien más refleja a Pablo. Pablo escribió acerca de él:

Espero en el Señor Jesús enviaros pronto a Timoteo, para que yo también esté de buen ánimo al saber de vuestro estado; pues a ninguno tengo del mismo ánimo, y que tan sinceramente se interese por vosotros. Porque todos buscan lo suyo propio, no lo que es de Cristo Jesús. Pero ya conocéis los méritos de él, que como hijo a padre ha servido conmigo en el evangelio. (Fil. 2:19-22)

Por esto mismo os he enviado a Timoteo, que es mi hijo amado y fiel en el Señor, el cual os recordará mi proceder en Cristo, de la manera que enseño en todas partes y en todas las iglesias. (1 Co. 4:17)

Timoteo era el favorito de Pablo, su hijo espiritual, el reflejo más genuino del apóstol.

Esta carta a Timoteo (al igual que la segunda) es ante todo una carta de un hombre en el ministerio a otro, del amado mentor a su más querido discípulo. Por lo tanto, la debemos comprender primero desde el punto de vista de lo que estaba ocurriendo en la vida de Pablo y de Timoteo, y de la situación en Éfeso. Solo entonces podemos aplicar sus verdades a nuestra propia época.

EL AUTOR

Pablo, apóstol de Jesucristo por mandato de Dios nuestro Salvador, y del Señor Jesucristo nuestra esperanza, (1:1)

Pablo es sin duda un nombre conocido para cualquier estudiante del Nuevo Testamento. Pablo (Pablous en latín) era un nombre común y corriente en Cilicia, en la que estaba ubicada su ciudad natal de Tarso. Significa pequeño y pudiera indicar que fue pequeño desde que nació. No era un hombre de estatura sobresaliente o de señalada apariencia. Un escritor del siglo segundo lo describió como un hombre pequeño de estatura, con cabeza calva y piernas encorvadas, con su cuerpo en buen estado, con cejas tupidas y nariz un poco en forma de gancho, lleno de cordialidad; por ahora parecía un hombre, y ahora tenía el rostro de un ángel (citado por R. N. Longenecker, Pablo, el apóstol, en Merrill C. Tenney, ed., The Zondervan Pictorial Encyclopedia of the Bible [La Enciclopedia Ilustrada de la Biblia de Zondervan] [Grand Rapids: Zondervan, 1977], 4:625). Sus adversarios en Corinto que querían humillarlo decían de él: las cartas son duras y fuertes; mas la presencia corporal débil, y la palabra menospreciable. (2 Co. 10:10)

Cualquiera que haya sido su estatura física, su estatura espiritual es insuperable. Fue único en la historia de la redención, responsable de la difusión inicial del mensaje del evangelio por todo el mundo gentil.

Ese hombre excepcional nació en el seno de una familia judía (Fil. 3:5) y tenía ciudadanía romana (Hch. 22:25-28). Su nombre hebreo era Saulo, parecido al del más destacado miembro de su tribu de Benjamín, el rey Saúl. El Nuevo Testamento se refiere a él como Saulo hasta su primer viaje misionero (Hch. 13:9), a partir del cual se le llama Pablo.

Tenía una educación tradicional y ortodoxa. Se describió a sí mismo como circuncidado al octavo día, del linaje de Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo de hebreos; en cuanto a la ley, fariseo (Fil. 3:5). Estaba fanáticamente comprometido y era un devoto celoso del judaísmo. En Gálatas 1:14, se describió a sí mismo como que en el judaísmo aventajaba a muchos de mis contemporáneos en mi nación, siendo mucho más celoso de las tradiciones de mis padres. Su ardiente celo se ve en su disposición a participar en el asesinato de Esteban (Hch. 8:1), y su ulterior persecución de la iglesia (Hch. 8:3; 9:1-2; 26:9-11).

Estaba en camino a Damasco para llevar a cabo sus persecuciones cuando su vida cambió de repente, de forma espectacular y para siempre. El Cristo resucitado y glorificado se le apareció a él y a sus aterrorizados acompañantes. Todo en poco tiempo: quedó ciego, recibió la salvación y el llamado al ministerio, y poco después fue bautizado (Hch. 9:1-18). Luego de un período de solitaria preparación en el desierto nabateo (Arabia) cerca de Damasco, regresó a esa ciudad y comenzó a proclamar el evangelio. Después de levantar hostilidad entre los líderes judíos y gentiles con su valiente predicación (Hch. 9:22-25; 2 Co. 11:32-33), escapó y fue a Jerusalén. La iglesia en aquella ciudad estaba naturalmente dudosa de si debía aceptar al que los había perseguido con tanta violencia. Con el tiempo, gracias a los esfuerzos de Bernabé, Pablo fue aceptado. Después llegó a ser uno de los pastores de la iglesia de Antioquía (Hch. 13:1ss). Mientras predicaba allí fue que el Espíritu Santo lo envió a la obra de su vida como el apóstol de los gentiles (Hch. 22:14-15; 26:16-18).

El verbo apostellō, del que se deriva el sustantivo apostolos (apóstol), significa enviar con la encomienda de hacer algo como el representante personal de alguien, preparado con credenciales (Kenneth S. Wuest, The Pastoral Epistles in the Greek New Testament [Las Epístolas pastorales en el Nuevo Testamento griego], vol. 2 de Word Studies in the Greek New Testament [Estudios de la Palabra en el Nuevo Testamento griego] [Grand Rapids: Eerdmans, 1978], 22). Pudiéramos traducir apostolos como enviado o embajador, alguien que va en una misión llevando las credenciales del que lo envió.

Un apóstol en el Nuevo Testamento era uno enviado a llevar el evangelio a los pecadores. En el más amplio sentido, muchas personas fueron llamadas apóstoles. Bernabé (Hch. 14:14), Epafrodito (Fil. 2:25), Andrónico y Junias (Ro. 16:7), y Jacobo el hermano del Señor (Gá. 1:19) llevaban el título, aunque no estaban entre los doce escogidos por el Señor. Son lo que 2 Corintios 8:23 llama mensajeros [apóstoles] de las iglesias.

En su uso neotestamentario más restringido y común, apóstol se refiere a un apóstol de Jesucristo. Esos apóstoles incluían a los doce originales (suprimiendo a Judas y añadiendo a Matías después de la deserción de Judas) y Pablo. A diferencia de los apóstoles de las iglesias, estos hombres fueron comisionados por Cristo mismo. Fueron escogidos personalmente por Él (cp. Lc. 6:13; Hch. 9:15), y aprendieron el evangelio de Él, no de otros hombres (cp. Gá. 1:11-12). Los apóstoles de Cristo fueron testigos de sus palabras, de sus hechos, y en especial de su resurrección Hch. 1:21-22). Pablo podía ser contado entre ellos, ya que se encontró con el Cristo resucitado en el camino a Damasco, y en otras tres ocasiones (Hch. 18:9-10; 22:17-18; 23:11).

Los apóstoles de Cristo fueron también dotados por el Espíritu Santo para recibir e impartir la verdad divina. Fue a ellos a quienes Jesús dijo: Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho (Jn. 14:26). Ellos también tenían el poder para echar fuera demonios y sanar a los enfermos, realizando esas señales, prodigios y milagros que constituían las señales de apóstol (2 Co. 12:12; cp. He. 2:3-4). Según Efesios 2:20, son el fundamento sobre el cual se edifica el resto de la iglesia. Desde su nacimiento la iglesia estudió la doctrina de los apóstoles (Hch. 2:42).

Aunque Pablo también emplea la palabra Jesucristo, los otros escritores apostólicos (Pedro, Santiago y Juan) usan esta palabra exclusivamente. Una explicación posible es que los demás apóstoles conocieran primero al hombre Jesús, y solo más tarde comprendieran que Él era el Cristo divino. Por otra parte, la primera vez que Pablo se encuentra con Él fue como el Cristo resucitado y glorificado.

Pudiera parecer innecesario que Pablo subrayara su autoridad apostólica a Timoteo, quien de seguro no se lo cuestionaba. Sin embargo, Timoteo afrontaba una situación difícil en Éfeso, y necesitaba todo el peso de la autoridad apostólica de Pablo respaldándolo. Esta carta, al ser leída y hecha cumplir en la iglesia, fortalecería la mano de Timoteo.

El empleo de epitagē (mandato) en vez del vocablo más acostumbrado thelēma (voluntad) acentúa más aun la autoridad apostólica de Pablo. Pablo tenía un mandato directo de Dios el Padre y de Jesucristo de llevar a cabo su ministerio. Ese mandato incluía la redacción de esta carta, que pone sobre Timoteo y la iglesia una pesada carga de obedecer sus mandatos. Epitagē se refiere a un mandato real que no es negociable, sino obligatorio. Pablo, Timoteo y la congregación de Éfeso estaban todos bajo las órdenes del Soberano del universo. Pablo pudo también haber escogido este término más fuerte debido a los falsos maestros de Éfeso, que probablemente ponían en duda su autoridad.

Las órdenes de Pablo venían de Dios nuestro Salvador y Jesucristo, nuestra esperanza. Alguien ha dicho muy bien que el cristianismo es una religión de pronombres personales. No adoramos a una deidad remota e impersonal, sino a Dios nuestro Salvador y a Jesucristo nuestra esperanza. Al vincular a Dios el Padre y a Jesucristo como el origen de su encomienda divina, Pablo alude a la deidad de Cristo. Jesús se vinculó a sí mismo muchas veces con Dios el Padre en los Evangelios (cp. Mt. 11:27; Jn. 5:17-18; 10:30; 17:1-5, 11, 21-22). La deidad de Cristo pudiera haber estado bajo ataque en Éfeso (cp. 1 Ti. 3:16).

Dios nuestro Salvador es un título que aparece solo en las epístolas pastorales, aunque tiene raíces en el Antiguo Testamento (cp. Sal. 18:46; 25:5; 27:9; Mi. 7:7; Hab. 3:18). Dios es el libertador del pecado y de sus consecuencias; es la fuente de la salvación, y quien la planeó desde la eternidad (cp. 2 Ts. 2:13). La idea liberal de que el Dios del Antiguo Testamento es un Dios iracundo y vengador a quien el amable y amoroso Cristo aplacó, es tanto falsa como blasfema.

El plan de salvación de Dios el Padre fue ejecutado por Jesucristo, nuestra esperanza. Tenemos esperanza para el futuro gracias a lo que Cristo ha hecho en el pasado y está haciendo en el presente. En Colosenses 1:27 Pablo dice: Cristo en vosotros, [es] la esperanza de gloria. El apóstol Juan escribió:

Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es. Y todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él es puro (1 Juan 3:2-3).

No había duda de que había algunos en la iglesia de Éfeso que trataban de quitarles a los creyentes la esperanza de la salvación. Pablo responde subrayando ambos aspectos de la obra de Cristo (cp. 1:11, 14-17; 2:3; 4:10) en sus escritos a Timoteo, para que él pudiera hacer frente a estos ataques.

EL DESTINATARIO

a Timoteo, verdadero hijo en la fe (1:2a)

El nombre Timoteo significa el que honra a Dios. Le pusieron el nombre su madre y su abuela, Eunice y Loida, que sin duda eran devotas judías antes de que fueran creyentes en el Señor Jesucristo. Le enseñaron a Timoteo las Escrituras desde niño (2 Ti. 3:15). Su padre era un griego pagano (Hch. 16:1), y pudiera haber muerto antes. Como el hijo de una madre judía y un padre griego, Timoteo tenía credenciales que le daban acceso a ambas culturas.

Timoteo era el discípulo, amigo, colaborador y querido hijo espiritual de Pablo. En la época en la que se escribió 1 Timoteo, había estado con Pablo por unos quince años como el compañero constante del apóstol. Se quedó detrás en Berea con Silas después que la persecución obligó a Pablo a irse para Atenas (Hch. 17:13-15), pero luego se unió a Pablo allí (cp. Hch. 17:15). Estuvo con Pablo en Corinto (Hch. 18:5), Pablo lo envió a Macedonia (Hch. 19:22), y acompañó Pablo en su viaje de regreso a Jerusalén (Hch. 20:4). Él estaba con Pablo cuando este escribió Romanos (Ro. 16:21), 2 Corintios (2 Co. 1:1), Filipenses (Fil. 1:1), Colosenses (Col. 1:1), las epístolas a los tesalonicenses (1 Ts. 1:1; 2 Ts. 1:1), y Filemón (Flm. 1). Servía con frecuencia a Pablo en la solución de problemas en las iglesias. Pablo lo envió a Corinto (1 Co. 4:17), Tesalónica (1 Ts. 3:2), Filipos (Fil. 2:19), y ahora a Éfeso.

Gnēsios (verdadero) se refiere a un hijo legítimo, uno nacido de un matrimonio. Es lo opuesto de nothos, que significa bastardo o hijo ilegítimo. Timoteo era un hijo gnēsios de Pablo, mientras Demas era un nothos. La fe de Timoteo era genuina. El empleo de teknon (hijo) en vez de huios nos dice que Pablo engendró espiritualmente a Timoteo. Como en la fe es anarthrous (sin el artículo definido) en griego, pudiera traducirse en fe. En ese sentido, Pablo estaría diciendo que Timoteo es su hijo en la esfera de la fe. La traducción en la fe pudiera referirse al cuerpo objetivo de la fe cristiana. Ambos sentidos son posibles y consecuentes con el uso de Pablo en otras partes.

La frase verdadero hijo en la fe da una idea del carácter de Timoteo. Pablo pone a Timoteo como ejemplo de lo que es un verdadero hijo en la fe. Se comprueba así su autenticidad, y se llama

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