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Vivir una vida sana con dolor crónico
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Vivir una vida sana con dolor crónico

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About this ebook

This is a culturally sensitive Spanish translation of Living a Healthy Life with Chronic Pain. Chronic pain includes many types of conditions from a variety of causes. This book is designed to help those suffering from chronic pain learn to better manage pain so they can get on with living a satisfying, fulfilling life. This resource stresses four concepts: each person with chronic pain is unique, and there is no one treatment or approach that is right for everybody; there are many things people with chronic pain can do to feel better and become more active and involved in life; with knowledge and experimentation, each individual is the best judge of which self-management tools and techniques are best for him or her; and, the responsibility for managing chronic pain on a daily basis rests with the individual and no one else. Acknowledging that overcoming chronic pain is a daily challenge, this workbook provides readers with the tools to overcome that test. A Moving Easy Program CD, which offers a set of easy-to-follow exercises that can be performed at home, is also included.
LanguageEspañol
Release dateSep 29, 2016
ISBN9781945188022
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    Vivir una vida sana con dolor crónico - Sandra LeFort

    necesarios.

    CAPÍTULO 1

    Visión general del manejo personal

    NADIE QUIERE VIVIR CON DOLOR CRÓNICO. Desgraciadamente, cerca del 30 por ciento de la gente en todo el mundo padece condiciones de dolor crónico, muchas de las cuales no tienen una causa identificable. Escribimos este libro para ayudar a la gente a explorar formas sanas de manejar y vivir con su dolor crónico, y para que puedan disfrutar de vidas más gratificantes y satisfactorias.

    Esto puede parecer un concepto extraño. ¿Cómo puede vivir una vida más sana y feliz cuando le está doliendo algo? Para contestar esta pregunta necesitamos analizar qué ocurre con la mayoría de los problemas de salud crónicos. Independientemente de que sea una enfermedad cardiaca, diabetes, depresión, o cualquier otra de una multitud de enfermedades, éstas enfermedades que causan dolor crónico también pueden causar fatiga, pérdida de la fuerza y resistencia físicas, sufrimiento emocional, y una sensación de impotencia o incluso de desesperación. Una manera sana de vivir con dolores crónicos es trabajar en manejar los problemas físicos, mentales y emocionales que causa la enfermedad o condición. El desafío es aprender a funcionar lo mejor posible incluso con las dificultades que puede presentar el dolor. El objetivo es lograr hacer las cosas que quiera hacer, conseguir placer de la vida, y ser tan sano como sea posible. Eso es de lo que trata este libro. Antes de seguir adelante, hablemos acerca de cómo usar este libro. NO es un libro de texto; de hecho puede pensar en él como un manual o libro de ejercicios más que como un libro tradicional. NO necesita leer todas las palabras de todos los capítulos. En vez de eso, le sugerimos que lea los dos primeros capítulos y luego revise al índice o la tabla de contenido para poder encontrar la información específica que necesite. Lea las secciones que sienta que son más relevantes para su situación. No dude en saltar de una parte a otra y en tomar notas en el mismo libro.

    No encontrará ningún milagro o cura instantánea en estas páginas. Lo que encontrará son cientos de consejos e ideas para hacer que su vida sea más fácil. Estos consejos vienen de médicos, psicólogos, fisioterapeutas, enfermeras diplomadas, y otros profesionales de la salud que se especializan en trabajar con gente que tiene dolores crónicos. También son de la gente como usted que han aprendido a manejar de manera positiva su propio dolor crónico.

    Por favor dese cuenta que hemos dicho manejar de manera positiva. Si tiene dolor crónico, no hay manera de evitar el manejarlo, pero hay diferentes maneras de abordarlo. Si elige no hacer nada más que sentarse y ver la televisión todo el día, esa es una forma de manejarlo. Si tan solo confía en los medicamentos para manejar su dolor, ese es otro estilo de manejarlo. Pero el estilo de manejo que proponemos en este libro es diferente de estos dos enfoques. Este libro le enseña a hacer un manejo personal positivo a base de ser proactivo hacia su dolor, y de trabajar con los profesionales de cuidados de su salud. Creemos que si adopta este estilo de manejo positivo, vivirá una vida más saludable.

    En este capítulo comenzamos por hablar de la importancia de convertirse en una persona proactiva para poder hacer su propio manejo personal usando las habilidades de manejo personal presentadas en este libro, que le ayudarán a vivir con éxito cada día con su dolor crónico. Estas habilidades son útiles no solo para el manejo del dolor crónico sino para el manejo de cualquier enfermedad crónica. Estas son buenas noticias porque la gente a menudo tiene más de una enfermedad crónica. Aprender estas habilidades esenciales en el manejo personal le permitirá manejar con éxito no solo una enfermedad sino toda su vida entera. Después de presentar las cosas básicas del manejo personal, entonces seguiremos con definir el dolor y trataremos las diferencias entre dolor agudo y crónico. También citamos los problemas más comunes que experimenta la gente con dolor crónico y proporcionamos una lista de recursos para que pueda aprender más sobre el dolor.

    Entender su papel en el manejo del dolor crónico

    La primera responsabilidad de cualquier persona proactiva en el manejo del dolor crónico es entender su condición. Esto significa más que simplemente aprender sobre el dolor y lo que puede hacer al respecto. También significa observar cuidadosamente cómo el dolor crónico y su tratamiento afectan a su salud física y mental y cómo afecta a aquellos a su alrededor. Con experiencia, usted y su familia se convertirán en expertos.

    Su segunda responsabilidad como una persona proactiva es comunicar su situación única, experiencias, y preferencias al médico y a los demás en su equipo de cuidados de salud. Necesitan saber cómo se encuentra y cómo le afecta el dolor en todos los aspectos de su vida. En otras palabras, para manejar su condición eficazmente debe de ser una persona observadora que se comunica abiertamente con sus proveedores de cuidados de salud.

    Cuando usted tiene una condición dolorosa, toma más consciencia de su cuerpo. Los síntomas más pequeños que antes ignoraba pueden ahora causarle preocupaciones. Por ejemplo, puede preguntarse si este dolor en su brazo es una señal de un ataque al corazón, o si este dolor en su pierna es una señal de que debe de parar de hacer ejercicio. ¿Está el dolor extendiéndose a otras partes del cuerpo? ¿Significa algo más serio ese dolor de su espalda? No hay respuestas sencillas ni alentadoras a preguntas como estas. Ni hay siempre una forma segura de diferenciar las señales serias de los síntomas menores, temporales que se pueden ignorar.

    Aunque el dolor crónico puede ser impredecible, es útil estar al tanto de los ritmos naturales de su condición en particular. Las enfermedades crónicas a menudo experimentan altibajos en intensidad. Los síntomas no siguen una trayectoria invariable. La mayoría de las veces, el dolor crónico también es así, aunque a veces se sienta como que es un camino cuesta arriba y el pronóstico sea desalentador. En general, debe de preguntarle a su médico si los síntomas son inusuales o severos. También debe de contactar con su médico si los síntomas ocurren después de empezar una nueva medicación o un plan de tratamiento nuevo.

    A lo largo de este libro damos ejemplos específicos sobre las acciones que hay que tomar si tiene ciertos síntomas. Sin embargo, no debe de confiar tan solo en la información que hay en este libro. La colaboración con su proveedor de cuidados de salud es fundamental. El manejo personal no quiere decir ir a por todo solo. Consiga ayuda o pida consejos siempre que esté preocupado o inseguro.

    Piense en el manejo personal de la siguiente manera: tanto en el hogar como en el mundo de los negocios, los gerentes dirigen el espectáculo. Pero no lo hacen todo solos. Los gerentes trabajan con otras personas, incluyendo asesores, para poder hacer el trabajo. Lo que les hace gerentes es que son responsables de tomar decisiones y asegurarse de que esas decisiones se llevan a cabo.

    Su trabajo como gerente de su dolor crónico es muy parecido al de cualquier gerente. Recoge información y trabaja con un asesor o equipo de asesores que consisten en su médico y otros profesionales de la salud. Una vez que le han dado sus mejores consejos, depende de usted acabar lo que ha empezado.

    En este libro, describimos muchas habilidades y herramientas de manejo personal para ayudarle a abordar los problemas de vivir con su condición. No esperamos que los use todos. Escoja los que quiera. Experimente. Póngase unos objetivos. Lo que haga puede no ser tan importante como la sensación de confianza y control que viene de hacer algo de manera proactiva con éxito para ocuparle de su situación.

    Siempre que probamos unas habilidades nuevas nuestros primeros intentos pueden ser torpes, lentos, y pueden tener pocos resultados. Cuando ocurra esto, a menudo es más fácil volver a las viejas costumbres que seguir intentando dominar las tareas nuevas y a veces dificultosas. La mejor forma de dominar las habilidades nuevas es a base práctica, perseverancia y una evaluación analizada de los resultados. Tenga esto en cuenta siempre a medida que desarrolla habilidades de manejo personal eficaces para su condición.

    Habilidades para el manejo personal

    A lo largo de este libro examinamos las maneras que hay de romper el ciclo del dolor crónico, ilustrado en la figura 1.2 en la página 11, y superar los sentimientos de impotencia física y emocional. Un primer paso en la dirección correcta es darse cuenta de las habilidades esenciales para el manejo que necesita aprender para poder vivir una vida más sana y más satisfactoria con dolor crónico. La tabla 1.1 ilustra estas habilidades tan importantes.

    La habilidad más importante de todas quizás sea aprender a responder regularmente a su dolor crónico para poder solucionar los problemas diarios asociados con su condición. Después de todo, vive con su condición las 24 horas del día; su proveedor de cuidados de salud lo ve tan solo una pequeña fracción de ese tiempo. Esto quiere decir que usted es el principal responsable del manejo de su dolor (véase capítulos 4 y 5.)

    Las personas proactivas con más éxito son gente que piensa que su dolor crónico es un viaje o camino en su vida. A veces este camino es plano y liso, y puede viajar por él con muy pocos problemas. Otras veces el camino es duro, y debe de ir más despacio para pensar en cual va a ser el siguiente paso, o para descansar.

    Para sortear este camino uno debe de usar muchas estrategias. Los mejores en el manejo personal son la gente que ha aprendido tres tipos de habilidades:

    Tabla 1.1 Habilidades para el manejo personal

    Resolver problemas y responder a su condición día a día

    Mantener un estilo de vida saludable que incluya el manejo del estrés, hacer ejercicio regularmente, alimentación saludable y buenos hábitos del sueño

    Manejar los síntomas comunes

    Tomar decisiones acerca de cuándo debe buscar ayuda profesional y qué tratamientos debe probar

    Trabajar eficazmente con su equipo de cuidados de salud

    Usar medicamentos de forma segura y eficaz, y a la vez reducir los efectos secundarios

    Buscar y usar recursos en la comunidad

    Hablar acerca de su condición con familiares y amigos

    Participar en actividades del trabajo, de voluntariado y sociales

    Habilidades para lidiar con el dolor crónico. El dolor crónico, como cualquier otra enfermedad de la salud, requiere que se adapte y haga cosas nuevas para lidiar con él. Esto puede incluir practicar técnicas de relajación y reducción del estrés de forma regular, controlar sus niveles de dolor para poder llegar a un equilibrio entre la actividad y el descanso, y aprender ejercicios específicos y desarrollar un programa de actividad física. Su condición puede querer decir que quizás tenga que hacer visitas más frecuentes a su proveedor de salud. Puede que tenga que tomar medicamentos o tener tratamientos diariamente. Todas las enfermedades con dolor crónico se benefician de tener un manejo personal a diario.

    Habilidades para continuar con una vida normal. El dolor crónico no quiere decir que la vida pare. Sigue habiendo tareas domésticas que hay que hacer, amistades que hay que mantener, trabajo que hay que hacer (bien tenga un trabajo o sea voluntario), e importantes relaciones familiares que cuidar. Puede que simplemente tenga que aprender nuevas habilidades, o adaptar la forma en la que hace las cosas, para poder mantener en su vida las cosas que necesita o quiere hacer.

    Habilidades para tratar con sus emociones. Cuando le diagnostican con una enfermedad con dolor crónico, su futuro cambia. Con estos cambios vienen cambios en los planes y cambios en las emociones. Muchas de las nuevas emociones son negativas. Pueden incluir enfado (¿Porqué yo? No es justo), miedo (Me da miedo mover el cuerpo por si acaso me duele), depresión (Ya no puedo hacer nada, así que ¿qué sentido tiene el intentarlo?), frustración (No importa lo que haga, no cambia nada. No puedo hacer lo que quiero hacer), o aislamiento (Nadie me entiende. Nadie quiere estar con alguien que siente dolor todo el tiempo). Andar por el camino del dolor crónico significa aprender habilidades para lidiar con estas emociones negativas.

    El manejo personal supone usar las habilidades para manejar el trabajo que supone vivir con su dolor, seguir haciendo sus actividades diarias normales, y lidiar con sus emociones con éxito para poder empezar a disfrutar de una vida más sana y feliz.

    ¿Qué es el dolor?

    El dolor es una parte de estar vivo. Es casi universal, algo que todos compartimos como seres humanos. Al mismo tiempo, es una experiencia extremadamente personal, individual y subjetiva. La experiencia de una persona no es igual que la de otras personas. A través de la historia de la humanidad, el dolor se ha considerado como un misterio inescrutable. Debido a que no podemos ver el dolor de una persona, parece invisible. Pero cuando sentimos dolor nosotros mismos, es muy real.

    Los humanos siempre han intentado entender el dolor. Los antiguos griegos describían el dolor como una pasión del alma, una emoción como la tristeza o la pena. Esta idea del dolor como una emoción se llama teoría del dolor como sentimiento y prevaleció hasta el siglo.

    En 1664 un famoso filósofo y científico francés, René Descartes, desarrolló un nuevo concepto del dolor. Descartes creía que había lugares especiales en el cuerpo, llamados receptores del dolor, que mandan impulsos de dolor a través de la vía del dolor que va directamente a un solo centro del dolor en el cerebro. También creía que la mente y el cuerpo eran completamente independientes y que el uno no afectaba al otro. Según Descartes, el dolor era puramente físico, y era un proceso directo y simple. A esto se le llamó la teoría de la especificidad del dolor,y persistió durante 300 años.

    Pero no fue hasta finales del siglo XIX que los científicos comenzaron a usar observación y experimentos para estudiar el dolor. La idea de Descartes de que el dolor era puramente físico no se ajustaba a los hechos. Pero el progreso era lento. Entonces, en 1959, dos científicos, el Dr. Ronald Melzack de McGill University y el Dr. Patrick Wall de Oxford University, se plantearon resolver el puzzle (o misterio) del dolor. Se conocieron mientras trabajaban en Massachusetts Institute of Technology (MIT) en Cambridge, Massachusetts. Juntos desarrollaron nuevas ideas acerca del dolor y las llamaron teoría de la compuertaSus ideas revolucionaron la investigación sobre el dolor.

    Nuevas ideas sobre el dolor

    Las terminaciones nerviosas por todo nuestro cuerpo son sensibles a los tipos de estímulos que pueden causarnos daño y señalizar peligro. Estar expuesto a cosas como el calor, el frío, la presión, o sustancias químicas causa patrones particulares de impulsos nerviosos o eléctricos. Si los estímulos son lo suficientemente fuertes, estos impulsos nerviosos viajan por los nervios hasta la médula espinal y hacia arriba, al cerebro.

    Digamos que se acaba de dar un golpe en un dedo del pie. En pocos nanosegundos las terminaciones nerviosas en el dedo de su pie que responden a la presión mandan un patrón de impulsos nerviosos a través de la ‘autopista de los nervios’; los nervios de sus dedos del pie, del pie, de la pierna, de los glúteos (las nalgas) y hacia arriba por la médula espinal en su espalda. La médula espinal es una súper autopista para los nervios, que conecta con su cerebro. Es su cerebro el que pregunta: "¿Cómo de peligroso es esto en realidad?" Tan solo cuando el cerebro piensa que el patrón de los impulsos nerviosos es peligroso es cuando se siente el dolor. En otras palabras, el dolor no está en su dedo del pie, aunque eso es lo que parece. El dolor lo produce su cerebro para decirle a usted y a su cuerpo que se pongan en acción.Ya que esto es tan importante, merece la pena repetirlo: todo el dolor está 100% en nuestro cerebro.

    Melzack y Wall dijeron que hay una estación de transmisión en la médula espinal que influencia el flujo de impulsos nerviosos al cerebro. A esta estación la llamaron ‘compuerta’. Piensa en ella justo como en una compuerta que usted puede abrir o cerrar para ir a su jardín trasero. Cuando los impulsos nerviosos de su dedo del pie llegan a la compuerta pueden ocurrir dos cosas:

    Si la compuerta está abierta, los impulsos entran y siguen hacia arriba por la médula espinal al cerebro. Si el cerebro siente ‘peligro’, experimentará dolor.

    Si la compuerta está cerrada o parcialmente cerrada, entonces solo algunos, o incluso ningún impulso nervioso, viajarán hasta el cerebro. El cerebro entonces puede interpretar las señales como un poco de peligro, no lo suficiente como para preocuparse, o incluso ningún peligro en absoluto. Entonces experimentará un dolor mínimo o ningún dolor.

    La compuerta se puede abrir o cerrar de una serie de maneras, incluyendo por medio del cerebro mismo. El cerebro puede mandar mensajes eléctricos por vías nerviosas para cerrar la compuerta y bloquear o reducir el flujo de impulsos nerviosos al cerebro, o mandar mensajes que hagan justo lo contrario. Muchos factores pueden abrir o cerrar la compuerta.

    Algunos de estos factores surgen de nuestra mente. Incluyen nuestras experiencias pasadas, lo que hemos aprendido sobre el dolor en nuestra cultura y medio ambiente social, nuestras expectativas acerca de lo que pueda pasar, nuestras creencias sobre el dolor, y nuestras emociones. Por ejemplo, un estado de ánimo positivo, distracciones, y respiraciones profundas y relajadas pueden actuar para cerrar la compuerta o cerrarla parcialmente mientras que las emociones fuertes como el miedo, la ansiedad, y anticipar lo peor, pueden abrir la puerta.

    La investigación sobre la teoría de la compuerta ha explicado muchas cosas. Nos dice que el dolor viene de muchas interacciones y cambios de información a diferentes niveles en nuestro sistema nervioso: en miles de millones de células nerviosas, la médula espinal y el cerebro. Nuestros cuerpos físicos, nuestros sentimientos y emociones, nuestros pensamientos y creencias y otros factores, están involucrados con la experiencia del dolor. Y todo el dolor se produce en el cerebro. La mente y el cuerpo están completamente conectados. Influyen el uno al otro todo el tiempo.

    Pero la historia no termina ahí. La teoría de la compuerta sobre todo explicó lo que pasa cuando los impulsos nerviosos viajan a la médula espinal. Pero ¿qué es lo que está pasando dentro del cerebro? Las respuestas vienen de varias fuentes: de los estudios de imágenes avanzados del cerebro, de los estudios sobre el vínculo entre el dolor y la genética, de la investigación del sistema inmune y de nuestra respuesta al estrés, y la última teoría del Dr. Melzack, la teoría neuromatriz.

    Resulta que por lo menos siete (y probablemente más) zonas del cerebro están activas cuando experimentamos el dolor. Algunas de estas regiones del cerebro controlan nuestras emociones, nuestros pensamientos (o función cognitiva) y el procesamiento de sensaciones corporales. Estas sensaciones corporales incluyen los estímulos que pueden causar que sintamos dolor, así como cosas como el toque ligero, la visión, el oído, y otras sensaciones corporales. Estas zonas del cerebro están conectadas las unas con las otras a través de una red compleja extendida de células nerviosas y elementos neuroquímicos. El Dr. Melzack llamó a esta red neuromatriz. El objetivo de la neuromatriz es organizar la gran cantidad de información que entra en el cerebro para que podamos sentir nuestro cuerpo como una sola unidad entera. El cómo se desarrolla esta red en primer lugar es sobre todo debido a nuestra genética. Pero después de eso, muchas cosas afectan la forma en que la red cambia para influenciar cómo sentimos nuestro cuerpo.

    Mire la figura 1.1. Puede ver que la información de por lo menos tres fuentes diferentes entra en la red del cerebro. Nuestros pensamientos y emociones, sean positivos o negativos, influencian la actividad de la red. Los impulsos nerviosos de todo nuestro cuerpo (nuestra piel, músculos, tejidos, nuestros ojos, orejas, etc.) tienen un impacto en la red. Toda esta información la procesa la red para producir un patrón de impulsos nerviosos. Si el cerebro piensa que este patrón significa que nuestro cuerpo está en peligro, entonces pueden pasar una serie de cosas.

    Sentimos dolor – su localización, su fuerza, y cómo se percibe (agudo, leve o ligero, ardiente, horrible, etc.)

    Tomamos acción para proteger el cuerpo. Piense en cuando se da un golpe en su dedo del pie. Empieza a dar saltitos, levanta el pie, se frota el dedo. Puede que quiera sentarse y decidir no andar hasta que el dolor se sienta mejor. A menudo, las acciones son inconscientes como cuando tensa los músculos o aguanta la respiración. Los movimientos incluso pueden ocurrir cuando estamos dormidos.

    Nuestro cuerpo libera elementos neuroquímicos a través del sistema nervioso y del cerebro que intentan regular el estrés causado por el dolor. Esto incluye las hormonas del estrés que preparan nuestro cuerpo para la acción, las hormonas de nuestro sistema inmune que luchan contra la inflamación, las hormonas relacionadas con el sexo como el estrógeno, las sustancias parecidas a la morfina, como las endorfinas que disminuyen el dolor, y otras.

    Probablemente la cosa más difícil de comprender es que el dolor no es una lesión. Es la evaluación que hace nuestro cerebro del peligro. Es por eso que no hay una relación exacta entre cómo de fuerte es el estímulo, la cantidad de lesiones que causa si es que causa alguna, y la cantidad de dolor que sentimos. Así que dos personas pueden pasar por la misma situación que potencialmente produce el mismo dolor pero pueden tener experiencias muy diferentes. Una de las personas puede tener un dolor intenso mientras que la otra persona puede sentir un poco de dolor o malestar. O puede que la misma persona experimente dolor extremo en una situación pero no en otra, incluso cuando la cantidad de daño al tejido corporal es exactamente igual o incluso cuando no hay ningún daño. Eso es porque nuestro sistema nervioso central y nuestro cerebro procesan información activamente y evalúan el significado que tiene para cada uno de nosotros en este momento y lugar en particular – ¿hay peligro o no?

    Figura 1.1 El dolor y el cerebro

    Así que, el dolor es algo muy complicado. Sigue habiendo necesidad de hacer mucha investigación antes de encontrar todas las respuestas. Pero no tenemos que esperar hasta entonces para tomar acción y manejar nuestro dolor. La ciencia respalda el importante papel de los pensamientos, las emociones y las sensaciones físicas al experimentar dolor a cualquier nivel del sistema nervioso y del cerebro. Por eso este libro hace hincapié en las formas en las que puede usar su mente y su respiración para regular sus pensamientos y emociones. Estas técnicas pueden ayudar a cerrar la compuerta en la médula espinal e influenciar la compleja red de células nerviosas del cerebro. Este libro también hace hincapié en que participar en actividades físicas normales y en ejercicios, no supone un peligro para usted. De hecho, aumentar su actividad puede cambiar la manera en que su cerebro procesa información acerca del movimiento y sensaciones físicas. Las buenas noticias son que puede aprender a calmar su sistema nervioso, reducir estrés, y volver a entrenar a su cerebro para que pueda vivir una vida más sana y feliz.

    ¿En qué se diferencia el dolor agudo del dolor crónico?

    Simplemente no existe una definición completamente satisfactoria del dolor crónico. Una confusión común es que el dolor crónico es simplemente como el dolor agudo, excepto que el dolor crónico persiste. Pero el dolor agudo y el dolor crónico son diferentes en algunas maneras muy importantes. Entender estas diferencias, que están detalladas en la tabla 1.2 en la página 11, es esencial para que pueda enfrentarse a y manejar su dolor crónico. También es importante que su familia comprenda estas diferencias, porque un sistema de apoyo bien informado es una parte importante del éxito con el manejo personal del dolor.

    El dolor agudo

    Todos hemos experimentado alguna vez dolor agudo. Sea el golpe en el dedo del pie del que hablamos en la página 7, un dolor de garganta, un dolor de diente, o las consecuencias de una operación quirúrgica; estos son dolores que tienen una causa identificable y normalmente desaparecen una vez que nos hemos curado. El dolor en estas situaciones es una parte muy importante del mecanismo de defensa del cuerpo porque nos avisa del peligro y del daño. Tiene un valor de supervivencia. Prestamos atención al dolor. Tomamos acción y hacemos lo que podemos para aliviarlo.

    Se han estudiado extensamente los mecanismos biológicos del dolor agudo y se comprenden bien. Una lesión o una enfermedad abre la compuerta en la médula espinal (véase página 7) para permitir a las señales nerviosas a ir al cerebro. Al mismo tiempo, el cerebro y la médula espinal sueltan unas sustancias que hacen que comience el proceso de cura y nos ayudan a sobrellevar el dolor (véase figura 1.1 y página 9).

    Es importante entender que, debido a que el dolor agudo tiene una función de supervivencia, nuestro enfoque hacia su manejo es muy diferente al enfoque hacia el dolor crónico. En las etapas iniciales, el dolor agudo puede estar conectado con la ansiedad y el dolor. Nos preguntamos: ¿Cuál es la causa del dolor? ¿Cuánto va a doler? ¿Desaparecerá el dolor?Pero una vez que comprendemos la causa y buscamos tratamiento, y comenzamos a sentirnos mejor, nuestra respuesta emocional a menudo disminuye.

    El cerebro también da instrucciones al cuerpo para que proteja la zona lesionada. Los músculos pueden tener espasmos. Inconscientemente podemos mantener los músculos tensos. Si duele lo suficiente, paramos, descansamos, y conservamos energía para poder curarnos. Si, por ejemplo, hemos tenido una operación quirúrgica, o sentimos los dolores y achaques de la gripe, el estar demasiado activo puede desacelerar el proceso de cura. Descansar es lo mejor. A medida que el dolor disminuye y la curación aumenta, los mecanismos protectores disminuyen. Gradualmente aumentamos nuestra actividad y volvemos a la normalidad.

    Cuando estamos lidiando con el dolor agudo, nuestro papel y el papel de nuestro proveedor de cuidados de salud son claros: nosotros vamos al médico para que nos dé un diagnóstico y consejos de cómo tratar nuestra enfermedad. En casi todo, seguimos sus consejos. No solemos discutir acerca de si necesitamos una operación quirúrgica para una apendicitis o si debemos de tomar antibióticos para una infección de pecho severa. Como resultado de esto, nos curamos y el dolor normalmente desaparece.

    ¿Pero qué pasa si el dolor no desaparece? ¿Qué pasa si la red del cerebro sigue interpretando los impulsos nerviosos como peligrosos incluso si no lo son?

    Dolor crónico

    Hay muchas maneras de clasificar el dolor crónico. En este libro, hablamos acerca de dos tipos principales de dolor crónico. Uno es el dolor asociado con una enfermedad crónica. Los ejemplos incluyen dolor de la artritis o angina. En estos casos, el dolor es un síntoma de un proceso de enfermedad generalmente bien conocido, y el manejo médico del dolor es a menudo específico a la enfermedad que está causando el dolor.

    Tabla 1.2 Diferencias entre el dolor agudo y el crónico

    El otro tipo de dolor crónico es el dolor idiopático. Idiopático quiere decir que no hay ninguna causa conocida para el dolor. Algunos ejemplos de dolor idiopático incluyen dolor musculo-esquelético (como el crónico de cuello, hombros y zona lumbar), lesiones de latigazo cervical, fibromialgia, síndromes de dolor crónico regional, lesiones por esfuerzo repetitivo, dolor postquirúrgico, dolor de miembro fantasma, dolor pélvico crónico, dolor neuropático o neurálgico, y dolor central que persiste después de un derrame cerebral. Otros ejemplos son los dolores de cabeza persistentes y el dolor de las enfermedades crónicas poco comprendidas como el síndrome de colon irritable, la enfermedad de Crohn, y la cistitis intersticial. Al principio, estos dolores pueden haber sido desencadenados por sucesos como una lesión en el trabajo, una pequeña caída, un procedimiento quirúrgico, o un virus. A veces el dolor puede venir de nada en particular. En cualquier caso, estas enfermedades empezaron con un dolor agudo que debía haber desaparecido, pero nunca lo hizo. Como tal, el dolor crónico se define como un dolor que dura más de tres a seis meses, que va más allá del tiempo normal para curarse y recuperarse.

    A diferencia del dolor agudo, el dolor crónico puede variar considerablemente en intensidad, y a menudo es impredecible. Algunos días el dolor es leve y otros días es muy intenso. Puede afectar solo a una zona del cuerpo o se puede sentir en varias zonas. Una vez que el dolor ha persistido más allá del tiempo normal necesario para curarse, ya no nos avisa de un posible peligro o daño. Pero la red del cerebro malinterpreta el patrón de impulsos nerviosos y sigue mandando señales de que el cuerpo está en peligro. Sin embargo, los tejidos lesionados ya se han curado por completo, o tanto como se van a curar. En estas circunstancias, el dolor ya no tiene ningún valor de supervivencia. Pero aún así hay que manejarlo.

    Los mecanismos que resultan en dolor agudo (véanse las páginas 7–8 y la figura 1.1) se amplían y exageran con el dolor crónico. Curarse debería de calmar el sistema nervioso. En cambio, las células nerviosas siguen funcionando aunque no hay daño a ningún tejido. Y nuestro cerebro sigue interpretando estas señales como ‘peligro’. El dolor, las reacciones a las acciones, y las reacciones al estrés se siguen volviendo más fuertes. Imagínese que pone el termostato a 68 grados pero su caldera no para de encenderse hasta que la casa llega a los 85 grados y sigue subiendo. Algo no va bien. Puede ser que esté roto el termostato, los cables, o la caldera… o quizás sea una combinación de las tres cosas. El dolor crónico es así – es una perturbación de un sistema interactivo complejo que incluye miles de millones de células nerviosas, nuestro sistema de respuesta al estrés, y nuestra constitución genética individual.

    Cuando el cuerpo se ve bombardeado con señales nerviosas intensas persistentes que se interpretan como dolor, nuestro sistema nervioso finalmente pierde la capacidad de responder con eficacia. Como resultado, hay zonas de la médula espinal y el cerebro que cambian fundamentalmente con el tiempo. Estos cambios causan que algunas personas se vuelvan más sensibles a las señales más débiles del cuerpo. Desarrollan una hipersensibilidad incluso a estímulos leves que normalmente no causarían dolor. Para otros, el dolor que en principio estaba localizado en una parte del cuerpo parece que se extiende a otras partes, causando un dolor generalizado. Eso es porqué la gente no se acostumbra a tener dolor crónico, porque cambia.

    Cosas que aprender acerca del dolor

    El dolor está 100% en el cerebro. Su cerebro piensa que está en peligro y quiere que usted actúe.

    No hay ningún único centro del dolor en el cerebro. Hay miles de millones de células nerviosas en la médula espinal y muchas zonas del cerebro, que están involucradas con el dolor.

    No hay un solo camino para que los impulsos nerviosos viajen al cerebro para que los interprete como dolor. Hay varios caminos. Algunos van arriba al cerebro desde la médula espinal y otros bajan desde el cerebro a la médula espinal.

    El sistema nervioso central y el cerebro son plásticos. (A esto se le llama neuro-plasticidad.) Esto quiere decir que nuestro sistema nervioso central y cerebro están cambiando y adaptándose a nueva información todo el tiempo.

    Podemos influenciar nuestro sistema nervioso y nuestro cerebro.

    Se piensa que al menos 350 genes, y probablemente más, están involucrados en la regulación del dolor.

    Nuestro sistema inmune y sistema de respuesta al estrés están muy involucrados con la regulación del dolor.

    Cuando su cerebro piensa en ‘peligro’, nuestros cuerpos quieren protegernos. Esto funciona con el dolor agudo porque paramos, descansamos y dejamos que comience el proceso de cura. Con el dolor crónico, los mecanismos protectores como el tensar los músculos y limitar el movimiento funcionan contra nosotros. El proceso de cura ya ha ocurrido.

    Otro descubrimiento es que la gente con dolor crónico puede tener un aumento de alguno de los elementos neuro-químicos y una disminución en otros. Por ejemplo, algunas personas tienen un exceso de liberación de cortisol que por sí misma puede producir la destrucción de tejidos y más dolor crónico. Otros tienen una cantidad reducida de endorfinas, serotonina (importante para la regulación del sueño y de los estados de ánimo), y otros elementos que ayudan a regular las respuestas de estrés e inmunes. Es como si el cuerpo no pudiera mantenerse al día con la demanda de elementos neuro-químicos. Las buenas noticias son que hay cosas que puede hacer para aumentar los niveles de estos elementos neuro-químicos tan útiles, incluyendo el hacer ejercicio, relajación y meditación, pensar en positivo, e incluso simplemente reírse. El ejercicio puede jugar un papel importante en el manejo del dolor crónico. Tome nota de que, a diferencia del dolor agudo que al principio requiere descanso, cuando tiene dolor crónico necesita estar activo. El ejercicio puede ayudar al cerebro a reinterpretar los movimientos del cuerpo como seguros y no peligrosos.

    Comprensiblemente, la respuesta emocional al dolor crónico es diferente que la respuesta al dolor agudo. En un sentido muy real, el dolor crónico es una forma de estrés crónico y puede estar asociado con continua tensión, ansiedad, fatiga, y una serie de emociones difíciles como la frustración y la ira. Esto puede llevar a sentimientos de impotencia, desesperación, y depresión. Inevitablemente surgen preguntas agobiantes: ¿Por qué yo? ¿Por qué persiste este dolor?¿Qué es lo que tengo en realidad? ¿Cómo puedo explicar esto a los demás si yo mismo no lo puedo entender? ¿Qué me depara el futuro?Todas estas preguntas y preocupaciones son muy reales. Pero el camino hacia delante es buscar soluciones sobre cómo manejar su dolor, no lo que lo ha causado, porque puede que nunca sepa lo que lo ha causado. Aprenda tanto como pueda sobre su enfermedad y cómo manejarla. En vez de obsesionarse con su dolor, sea amable con usted mismo, y tome la decisión de disfrutar de la vida incluso con el dolor crónico.

    Esto nos trae a la relación que debe de haber entre usted, la persona que tiene el dolor, y sus proveedores de cuidados de salud. La colaboración y la asociación son los pilares para un cuidado eficaz. Los profesionales de los cuidados de salud pueden ser expertos en las enfermedades, pero usted es el experto en su propia vida, y usted es el experto en su experiencia diaria con el dolor crónico. Debido a que es responsable del manejo diario de su condición, los consejos y cambios en el estilo de vida que le propongan los profesionales de la salud deben de estar basados en sus necesidades.

    Si está interesado en explorar los conceptos acerca del dolor más allá esta breve introducción, revisa los muchos recursos que proveemos al final de este capítulo y otros capítulos de este libro. Las fuentes que mencionamos en la sección de lecturas recomendadas en este capítulo son lugares estupendos para encontrar más información sobre este tema tan importante. También encontrará más información en cuanto a estrategias para cerrar la compuerta y volver a entrenar el cerebro en los capítulos 4 y 5.

    Síntomas del dolor crónico

    A diferencia del dolor agudo, donde se espera una recuperación completa, el dolor crónico generalmente lleva a más síntomas y a veces a la pérdida de la capacidad de funcionar. Con el dolor crónico, mucha gente asume que los síntomas que están sufriendo son debidos al dolor mismo. Mientras que el dolor crónico puede definitivamente causar fatiga, restricción de los movimientos, depresión, y otras cosas por el estilo, no es la única causa. Lo que es más, cada uno de estos síntomas pueden alimentarse los unos de los otros. Por ejemplo, la depresión causa fatiga y los músculos apretados y tensos causan limitaciones físicas, y ambas pueden llevar a falta de sueño y más fatiga. La interacción de estos síntomas hace que la enfermedad de dolor crónico empeore. Se vuelve un círculo vicioso, como ilustra la figura 1.2, que no para a menos que encontremos una manera de romper el ciclo.

    Los problemas que causa su dolor crónico son parecidos (véase figura 1.2) bien sea causado por una enfermedad conocida como la artritis o bien sea idiopático como el lumbago o el latigazo cervical. Por ejemplo, la mayoría de la gente con dolor crónico experimienta fatiga y pérdida de energía. Los problemas con el sueño son comunes. Es más, cuando parte del cuerpo duele, nuestra respuesta natural es tensar los músculos en la zona para hacer un esfuerzo por proteger o guardar la zona de sufrir más daños. Normalmente la gente no se da cuenta de que está haciendo esto. La tensión muscular causa una restricción de nuestros movimientos y finalmente resulta en una debilitación de los músculos por falta de uso. Esto puede llevar a una incapacidad física para algunos. La tensión muscular también puede causar una respiración poco profunda e ineficaz haciendo que nuestro cuerpo no reciba el suficiente oxígeno para funcionar eficientemente. Esto puede hacer que la fatiga empeore.

    Figura 1.2 El círculo vicioso: dolor crónico y síntomas

    Otros componentes importantes del dolor crónico son el estrés, la ansiedad, y el miedo. Es común el miedo al movimiento. También lo es el miedo al futuro. Las preocupaciones pueden desgastarnos y llevarnos a tener emociones tan difíciles como ira, frustración, y sentimientos de impotencia. Estas emociones a su vez pueden traer síntomas de tristeza, lo que puede llevar a la depresión. Los sentimientos de tristeza o desánimo son normales cuando estamos lidiando con un problema como el dolor crónico. Puede ser muy duro mantener una disposición alegre cuando su condición está molestándole continuamente y es improbable que desaparezca por completo. Sin embargo, si estos sentimientos de tristeza duran más que unas cuantas semanas, puede que haya un desequilibrio en los elementos químicos del cerebro que a menudo se asocian con la depresión. La depresión está conectada con la fatiga, y cuanto más deprimido y cansado se sienta, más dolor sentirá. Más dolor lleva a más estrés, lo que a su vez lleva a más depresión y fatiga. Y así continua en ciclo.

    La misma condición de dolor crónico, diferente respuesta

    Alfredo tiene dolor crónico de la parte baja de la espalda (lumbago). Tiene dolor la mayoría del tiempo y debido a ello, tiene dificultades para dormir. Se cogió la jubilación anticipada debido a su dolor y ahora, a los 55 años de edad, se pasa los días sentado en su casa viendo la televisión o tumbado descansando. Evita la mayoría de las actividades físicas debido a su dolor, debilidad y fatiga. Alfredo no le presta mucha atención a su dieta. Se ha vuelto muy irritable. Incluso parece demasiado problemático cuando recibe la visita de sus nietos, a los que adora. La mayoría de la gente, incluyendo su familia, no disfruta ya de su compañía.

    Julieta, de 66 años de edad, también tiene dolor crónico de la parte baja de la espalda (lumbago). Cada día consigue andar varias cuadras a la biblioteca local o al parque. Cuando el dolor es severo, practica técnicas de relajación e intenta distraerse. Ha aprendido a planear sus actividades alrededor de su condición para poder seguir haciendo cosas que le gustan, como encontrarse con sus amigas para tomar un café y visitar a sus nietos. Incluso consigue cuidar de sus nietos a veces cuando su hija tiene que hacer recados. Su marido está sorprendido de cuanta pasión tiene por la vida.

    Tanto Alfredo como Julieta viven con la misma enfermedad y similares problemas físicos. Sin embargo su capacidad de funcionar y disfrutar de la vida son muy diferentes. ¿Por qué? En parte, la diferencia está en la actitud de cada uno hacia su dolor crónico. Alfredo ha permitido que se marchiten sus capacidades físicas y emocionales. Julieta ha aprendido a tomar un papel activo en el manejo de su dolor. Aunque tiene limitaciones, ella es la que controla su vida en vez de dejar que el dolor la controle.

    Una buena actitud no puede curar su dolor crónico. Pero una actitud positiva y ciertas habilidades de manejo personal pueden hacer que sea mucho más fácil vivir con el dolor. Muchas de las investigaciones muestran que la experiencia del dolor, el malestar, y la incapacidad pueden modificarse por las circunstancias, creencias, pensamientos, estado de ánimo, y la atención que le prestamos a los síntomas. Por ejemplo, se ha demostrado que tener excesivos pensamientos negativos y enfocar la atención en el dolor es un contribuyente muy fuerte del aumento de los niveles de dolor e incapacidad en la gente con dolores de cuello, hombros, y espalda, artritis, diferentes tipos de dolor neuropático, y dolor fantasma. Lo que ocurre dentro de la mente de una persona es tan importante como lo que ocurre en el cuerpo de la misma.

    Puntos importantes a tener en cuenta al ocuparse del dolor crónico

    Usted no tiene la culpa. No es responsable por causar su dolor o no poder curarlo. El dolor crónico lo causa una compleja combinación de factores genéticos, biológicos, medio ambientales, y psicológicos. Pero aunque no sea su culpa, usted es el responsable de tomar acción para manejar el dolor.

    No lo haga solo. Uno de los efectos secundarios del dolor crónico es el sentimiento de aislamiento. Por mucho apoyo que los amigos y familiares le den, muchas veces no pueden comprender la lucha con la que tiene que lidiar cada día. Sin embargo, hay otros que conocen de primera mano lo que es vivir con una condición crónica igual a la suya. Y muchos están sobrellevándola con éxito. Conectar con estas personas puede disminuir la sensación de aislamiento. Ellos pueden ayudarle a entender lo que puede esperar y le pueden dar consejos prácticos de cómo manejar los síntomas y sentimientos. Contactar con ellos incluso puede darle la oportunidad de ayudar a otros a aprender a sobrellevar su condición, de ayudarle a apreciar sus virtudes, e inspirarle a tomar un papel más activo en el manejo de su dolor. El apoyo puede venir de leer un libro, un artículo, o un folleto acerca de cómo vive alguien con dolor crónico. O puede venir de hablar con otros por teléfono, de asistir a grupos de apoyo, o incluso de contactar con ellos por internet a través de las páginas web dedicadas a una enfermedad en particular.

    Usted es más que solo su dolor. Cuando tiene dolor crónico, demasiado a menudo el dolor se vuelve el centro de atención. Pero usted es más que su dolor, usted es una persona. Es esencial que cultive las partes de su vida que disfrute. Los pequeños placeres diarios le pueden ayudar a equilibrar sus esfuerzos para manejar síntomas y las emociones incómodas. Encuentre maneras de disfrutar de la naturaleza cuidando plantas o viendo la puesta de sol. Dese el gusto del contacto humano o una comida suculenta. Busque compañía con familiares o amigos. Enfóquese en sus habilidades y virtudes en vez de en sus discapacidades y problemas. Celebre las pequeñas mejoras. Si el dolor crónico nos enseña algo es que hay que vivir cada momento por completo. Su dolor supone poner límites legítimos a las cosas que puede hacer, pero hay muchas maneras de mejorar su funcionamiento, sentido del control y disfrute de la vida.

    La enfermedad puede ser una oportunidad.Tan raro como pueda sonar, los desafíos como el dolor crónico pueden aportar oportunidades para el crecimiento personal. El dolor puede hacerle reevaluar lo que realmente es importante en su vida, cambiar las prioridades, e ir en nuevas direcciones que quizás nunca había considerado antes.

    David tiene dolor crónico de la cadera y la pierna después de un accidente de coche. Ha tenido cuatro operaciones quirúrgicas pero después de 15 años todavía siente dolor. Durante este tiempo, se ha involucrado con un grupo de apoyo para sobrellevar su situación. Ahora es el director de la asociación nacional de dolor crónico. Siente que antes del accidente nunca hubiera pensado que tenía la habilidad de ser un líder. Dice que el dolor crónico le ha enseñado a ser persistente y trabajar hacia un objetivo. Para él saber que estoy involucrado en ayudar a otros es clave.

    El dolor crónico a menudo requiere un cambio en el estilo de vida. Para hacer algunas de las cosas que les gusta hacer, la gente que tiene dolor crónico tiene que ser más inteligente y más sabia al escoger las actividades a las que se quieren dedicar. Puede que decidan pasar más tiempo profundizando en las relaciones con la familia y amigos, o puede que retomen un pasatiempo del que solían disfrutar antes. Por ejemplo, Mónica ha tenido fibromialgia durante tres años. Le encanta la música y aprendió a tocar la guitarra cuando era más joven, pero hace años que no la ha tocado porque ha estado demasiado ocupada. Después de recibir su diagnóstico, comenzó a tocar la guitarra de nuevo y ha descubierto una red de amigos completamente nueva en la ciudad donde vive y en internet. Siente que su vida es más rica gracias a la música y a sus nuevos amigos. Así que, aunque el dolor crónico es una condición difícil de padecer y puede cerrar muchas puertas, usted, como Mónica, puede escoger abrir alguna puerta nueva.

    Recursos en internet

    Video explicativo sobre Dolor Crónico. Sociedad Española del Dolor (SED) YouTube 5:02

    Dolor crónico. Universidad de Valladolid (UVa) audiovisuales UVa 7:23

    Sugerencias de lecturas complementarias

    Para aprender más acerca de los temas de los que habla este capítulo, sugerimos que explore los siguientes recursos:

    Butler, David, y G. Lorimer Moseley. Explicando el dolor. Editorial: NOI Group, 2010.

    Caudill, Margaret. Controle el dolor antes de que le controle a usted. Paidós Ibérica S.A., Ediciones, 2000.

    Cousins, Norman. Anatomía de enfermedad o la voluntad de vivir. Editorial Kairós, 2005.

    Kabat-Zinn, Jon. Vivir con plenitud las crisis: Cómo utilizar la sabiduría del cuerpo y de la mente para afrontar el estrés, el dolor, y la enfermedad. Editorial Kairos, 2005.

    Sobel, David, y Robert Ornstein. Manual de la salud del cuerpo y la mente. Editorial Kairos, 2000

    Weil, Andrew. Salud con la edad: Una vida de bienestar físico y espiritual, 3ra Edición. Vintage Español, 2005

    CAPÍTULO 2

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