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Más economía para andar por casa
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Más economía para andar por casa

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Un libro construido por cuatro de las principales voces de la radio española (un economista y tres periodistas de pura cepa, más un destacado viñetista) que pretende, como ya hizo con su primera parte, acercar al público general conceptos de economía que tanto nos preocupan y nos pueden hacer la vida más fácil o todo lo contrario.
¿Qué ocultan expresiones como «la presión de los mercados» o «hemos salido de la recesión, pero aún queda mucho por hacer para salir de la crisis»? ¿Tiene algo de bueno todo lo que nos está pasando? ¿La piedra filosofal de la salida de esta etapa es la exportación? ¿Es verdad que en Europa rige el neoliberalismo?
Estas son sólo algunas de las materias en las que este trabajo entra de lleno. Por las páginas de esta obra desfilan las preferentes, la deuda subordinada y los productos híbridos. Aquí se descubre qué quiere decir factoring y business angels, qué son los fondos éticos y los fondos buitre, o si es tan buena idea crear una agencia de calificación de la Unión Europea.
En definitiva, estamos ante un nuevo volumen que se entiende desde la primera hasta la última página y que explica términos y aspectos complejos de una forma transparente y sin las habituales e incomprensibles pedanterías con que nos martirizan a los ciudadanos de a pie. Nunca antes la economía fue tan fácil, amena y práctica.
LanguageEspañol
PublisherLid Editorial
Release dateApr 1, 2014
ISBN9788483569320
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    Más economía para andar por casa - VV.AA

    Colección Viva de LID Editorial Empresarial, S.L. Sopelana 22,

    28023 Madrid, España - Tel. 913729003 - Fax 913728514

    info@lideditorial.com - LID EDITORIAL.COM

    No está permitida la reproducción total o parcial de este libro, ni su tratamiento informático, ni la transmisión de ninguna forma o cualquier medio, ya sea electrónico, mecánico, por fotocopia, por registro u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito de los titulares del copyright. Reservados todos los derechos, incluido el derecho de venta, alquiler, préstamo o cualquier otra forma de cesión del uso del ejemplar.

    Editorial y patrocinadores respetan íntegramente los textos de los autores, sin que ello suponga compartir lo expresado en ellos.

    © Olvido Macías Valle, Carlos Rodríguez Braun, Ignacio Rodríguez Burgos y Pedro Pablo González Vicente 2014

    © José Antonio Naranjo Alfaro 2014, del prólogo

    © Javier Ruiz Taboada 2014, del epílogo

    © Puebla & Rodríguez Braun 2014, de las ilustraciones

    (las viñetas de las páginas 51, 71, 83, 113, 137, 157 y 177 fueron

    publicadas en ABC entre enero y febrero de 2014)

    © LID Editorial Empresarial 2014, de esta edición

    EAN-ISBN13: 9788483569320

    Directora editorial: Jeanne Bracken

    Editora de la colección: Nuria Coronado

    Edición: Maite Rodríguez Jáñez

    Realización ePub: produccioneditorial.com

    Corrección: María Aldave

    Diseño de portada: El Laboratorio

    Fotografía de portada: © iStockphoto.com/sandramo

    Primera edición: abril de 2014

    Te escuchamos. Escríbenos con tus sugerencias, dudas, errores que veas o lo que tú quieras. Te contestaremos, seguro: queremosleerteati@lideditorial.com

    «El hombre doctrinario, en cambio, se da ínfulas de muy sabio y está casi siempre tan fascinado con la supuesta belleza de su proyecto político ideal que no soporta la más mínima desviación de ninguna parte del mismo. Pretende aplicarlo por completo y en toda su extensión, sin atender ni a los poderosos intereses ni a los fuertes prejuicios que puedan oponérsele. Se imagina que puede organizar a los diferentes miembros de una gran sociedad con la misma desenvoltura con que dispone las piezas en un tablero de ajedrez. No percibe que las piezas del ajedrez carecen de ningún otro principio motriz salvo el que les imprime la mano, y que en el vasto tablero de la sociedad humana cada pieza posee un principio motriz propio, totalmente independiente del que la legislación arbitrariamente elija imponerle. Si ambos principios coinciden y actúan en el mismo sentido, el juego de la sociedad humana proseguirá sosegada y armoniosamente y muy probablemente será feliz y próspero. Si son opuestos o distintos, el juego se­rá lastimoso y la sociedad padecerá siempre el máximo grado de desorden».

    Adam Smith, Teoría de los sentimientos morales

    Índice

    Más economía para andar por casa

    Portada

    Portada interior

    Créditos

    Cita

    Prólogo

    Advertencia de los autores

    01. Familia

    02. Vivienda

    03. Empleo

    04. Seguros

    05. Impuestos

    06. Banca

    07. Inversión

    08. Economía

    Epílogo

    Índice alfabético

    Los autores

    Contraportada

    Prólogo

    Hasta hace pocos años la gente no prestaba atención a la información económica que aparecía en los periódicos. Las páginas salmón eran un coto en el que sólo se adentraban los más avezados. El gran público evitaba perderse en los vericuetos de unos textos que se asemejaban más a un galimatías que a otra cosa; el lector común pasaba del deporte a los crucigramas y, como mucho, leía los titulares económicos antes de detenerse en las necrológicas.

    Hoy las cosas han cambiado radicalmente. La crisis ha conseguido que la prima de riesgo o los minijobs se conviertan en términos casi familiares para todos. Eso sí, no siempre bien empleados: yo he sido testigo de cómo un sabelotodo, apoyado en la barra de un bar, disertaba acerca de la situación del país y señalaba a las hipotecas pit lane como las culpables de todos los males del siglo XXI. En realidad, quería decir subprime, pero entre el histórico desconocimiento de otras lenguas del que hacemos gala los españoles, el exceso informativo con el que nos bombardean a diario y las copas que el individuo llevaba encima incluso entendí que aquel hombre liara el término económico con el deportivo; peor hubiera sido que confundiese a Montoro con Fernando Alonso, pensé.

    Un día vi en la redacción de la radio como mi compañera y paisana Olvido Macías, brillante periodista, madre de familia numerosa y muy seguida para sus cosas, no paraba de hacerle preguntas a Carlos Rodríguez Braun. Todo su afán era conocer cómo influirían las noticias económicas que cada día daba el profesor con lo que era la realidad financiera de su hogar. Tanto insistió mi amiga que entre los dos decidieron escribir el primer volumen de Economía para andar por casa, y para ello contaron con dos periodistas excepcionales: Ignacio Rodríguez Burgos, jefe de la información económica en Onda Cero, y Pedro Pablo González Vicente, experto en el tema.

    El libro resultó un éxito inmediato. Las dudas de Olvido coincidían con las de la mayoría de los españoles, y las explicaciones de los expertos resultaban claras y comprensibles para todos. No peco de exagerado si digo que descubrieron un nuevo estilo, una manera más ligera y educativa para llevarnos de la mano por el confuso mundo de la economía: le habían quitado la chaqueta y la corbata para ponerla en chándal.

    Ahora llega a mis manos este Más economía para andar por casa. Lógico, si tenemos en cuenta el éxito del primero y la cantidad de cosas que aún quedaban por explicar. Y vuelven a dar en la diana: está perfectamente estructurado, es fácil de leer y contiene conocimientos que de otra forma nos resultarían imposibles de entender. Puede decirse que lo han escrito por aclamación popular, porque el lector pedía más; pero en vista de lo visto, no les extrañe que acaben escribiendo más volúmenes de esta serie, porque hay materia y brillantez para ello.

    Estoy seguro de que disfrutarás con su lectura y, lo que es más importante, te servirá para que tu dinerito, sea mucho o poco, te cunda algo más.

    José Antonio Naranjo Alfaro

    Advertencia de los autores

    Agradecemos a nuestros compañeros José Antonio Naranjo Alfaro y Javier Ruiz Taboada por el prólogo y el epílogo, respectivamente. A José Manuel Puebla, por los dibujos de las viñetas. A Carlos Herrera, por presentar el libro. A Begoña Gómez de la Fuente, por sus comentarios y correcciones. Y al equipo de LID Editorial.

    O.M.V.

    C.R.B.

    I.R.B.

    P.P.G.V.

    01

    Familia

    ¿Por qué las familias hemos de pagar la deuda que han creado políticos y entidades financieras?

    Hay una respuesta evidente: la hemos de pagar porque nos obliga el Estado. Sin embargo, conviene reflexionar sobre por qué nos obliga y qué responsabilidad tenemos los ciudadanos en todo esto. El Estado nos obliga porque el sistema financiero está regulado y sostenido por instituciones públicas, en particular los bancos centrales. Suele alegarse que la deuda pública debe poder aumentar para rescatar a los bancos, aunque no para todas las entidades y en todas las circunstancias. El argumento más utilizado es que si no existiera esa posibilidad, todo el sistema financiero estaría en riesgo y podría colapsar. Otras opiniones, en cambio, apuntan en otra dirección y sugieren que precisamente el amplio y profundo intervencionismo público en la moneda y la banca es lo que provoca o prolonga las crisis bancarias.

    El papel de los ciudadanos, por su parte, es claro: nadie nos obligó a participar en la llamada burbuja y a endeudarnos en exceso. Así, cuando la burbuja se pincha y los bancos o cajas se arruinan y hay que rescatar algunas instituciones y recapitalizar al conjunto del sistema, podríamos concluir que los ciudadanos debemos pagar porque hemos sido responsables, al menos en parte, del desaguisado. Ahora bien, no hay que olvidar que el dinero y el crédito no responden puramente a impulsos del mercado, sino que están regulados por las autoridades, que de hecho inundaron la economía con liquidez e inflaron la burbuja; como apuntábamos en el libro anterior, si los bancos centrales rebajan artificialmente los tipos de interés hasta cero, no es razonable decir que el auge de la deuda que esa medida provoca es culpa de la gente.

    ¿La nómina de los políticos se ajusta conforme a la realidad económica del país?

    No, y no tendría por qué hacerlo. A menudo pensamos que los problemas económicos dependen de lo que ganan nuestros gobernantes, y las opiniones varían desde quienes piensan que ganan poco hasta quienes piensan que ganan demasiado. Muchos piensan, también, que su formación es muy mediocre. Sin embargo, nuestros problemas no dependen de lo que los políticos ganan ni de sus credenciales profesionales y académicas, sino de lo que hacen. Y sería complicado cambiar su retribución según la realidad económica del país. En realidad, puestos a ajustar su sueldo, se podría hacer como en la empresa privada: conforme a los resultados de su propia gestión. Se planteó hace tiempo en Nueva Zelanda, por ejemplo, que el sueldo del gobernador del Banco Central subiera si la inflación bajaba, y al revés. ¿Qué sucedería si los sueldos de los políticos sólo pudieran subir si los impuestos bajaran?

    ¿Los ricos son ricos porque saben más que los pobres?

    En primer lugar, y aunque parezca paradójico, no existen los ricos en el mismo sentido en que existen las personas de baja estatura o de raza blanca, porque la riqueza no es una circunstancia natural que no puede cambiar. Al contrario, la gran mayoría de los ricos no han nacido ricos, de tal manera que con el tiempo y las circunstancias, tanto personales como institucionales, las fortunas de las personas cambian. En segundo lugar, la riqueza no es cuestión de sabiduría. Si así fuera, los más listos serían siempre más ricos que los menos listos, y resulta evidente que no es así.

    Ahora bien, en situaciones de competencia, sí es verdad que hay algo que las personas deben saber para hacerse ricas: lo que los demás quieren. En efecto, como en el mercado no se puede obligar a que la gente pague (es la gran diferencia con el Estado), entonces la única forma de lograr que lo haga es ofrecerle algo que quiera comprar, desde una chaqueta de Zara hasta un partido de fútbol de Messi. Los que saben ofrecer cosas que el público desea, y a un precio que esté dispuesto a pagar, pueden hacerse ricos o incluso multimillonarios. Pero no olvidemos nunca que es una riqueza acumulada libremente, y que además está siempre al albur de la opinión pública: si esta cambia, las fortunas de un Bill Gates o un Cristiano Ronaldo también lo harán.

    ¿El ahorro es una buena estrategia para crear riqueza?

    El ahorro es indispensable para crear riqueza. Imaginemos qué hubiera pasado si no hubiese habido nunca ninguna persona que hubiese separado algunos recursos para poder multiplicarlos en el futuro: jamás habríamos salido de las cavernas. El ahorro posibilita la inversión y por ende el crecimiento. Pero las personas que ahorran no son siempre las mismas personas que invierten, con lo que se necesita un sistema financiero que canalice esos fondos, y sobre todo lo que se necesita es criterio: las personas y los países no se enriquecen simplemente ahorrando e invirtiendo, sino ahorrando e invirtiendo bien, que es algo muy diferente.

    ¿Es lo mismo ahorrar que ser austero?

    La austeridad tiene mala prensa, lo que ya indica que no puede ser lo mismo que el ahorro, que suele ser elogiado. Pero conviene distinguir entre dos visiones de la austeridad. Una es la del diccionario, que se refiere a la sobriedad, la sencillez, el rigor e incluso la mortificación de los sentidos y las pasiones. Esto, que puede ser virtuoso, no tiene nada que ver con el ahorro, que también puede serlo. Unos monjes pueden ser muy austeros y no ahorrar nada; quien ahorra, por su parte, no se limita a sacrificar el consumo presente de unos recursos, que también, sino que lo hace para aumentar su riqueza y su consumo en el futuro.

    El otro sentido de la palabra austeridad, que ha vuelto a ponerse de moda con la crisis, es la reducción del gasto público, también conocida como recortes, y este es el sentido en que se utilizan esas palabras en el lenguaje político común, un sentido que siempre es negativo. El político que está en el poder sostiene que no le gustan los recortes, pero que debe hacerlo por responsabilidad; el que está en la oposición critica siempre duramente la austeridad e invita a aumentar el gasto público. Aquí hay dos puntos llamativos. El primero es que, en realidad, y a pesar de lo que se nos dice, el gasto público no ha caído de modo radical: los recortes y los ahorros han correspondido fundamentalmente a los ciudadanos y los empresarios privados. El segundo es que si el ahorro, la reducción de deudas y el recorte de los gastos para ajustarlos a los ingresos son todas cosas buenas cuando las hace una persona ¿por qué van a ser malas cuando las hace el Gobierno?

    ¿Qué es la Ley de Desindexación?

    Es una ley que desliga los precios de los servicios públicos del Índice de Precios de Consumo (IPC) desde el 1 de enero de 2014 y crea un nuevo índice de referencia, especialmente para el sector privado. Tiene que ver con servicios prestados por o regulados por el Estado, como los transportes, las telecomunicaciones, el agua, la energía o el correo. El nuevo índice de referencia se llamará Índice de Precios de Consumo a Impuestos Constantes. El método para calcularlo es descontar al coste de la vida el coste que supone la subida de los impuestos o el incremento de los precios de los servicios públicos. El nuevo índice, que cuenta con un tope del 2% y un suelo del 0%, tiene en consideración la inflación en nuestro país comparada con la de la eurozona, y la competitividad de nuestra economía.

    ¿Hay que trabajar más para hacerse rico?

    Evidentemente, no: hay millones de personas que trabajan mucho y no se hacen ricas. Ahora bien, la mayoría de los ciudadanos prospera gracias a su trabajo, aunque no se vuelvan millonarios, y sobre todo no podrían mejorar su condición de otra manera. Asimismo, la mayoría de los ricos trabajan, incluso trabajan mucho, porque los ricos no lo

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