Contraataque

Capítulo 1 (Todos los soldados)

El capitán marine espacial Bill Defry restregó su mano furiosamente sobre su corto cabello negro y después tronó sus nudillos sobre su enorme mano derecha. Decidió que realmente odiaba a estos reclutas sabelotodo, especialmente los recientemente transferidos de otras ramas militares, quienes no sabían casi nada sobre los trajes de combate. 

Déjame aclararlo. No me importa si las piernas de la armadura tienen doble articulación, gruñó. Nunca notarás la diferencia gracias a las placas de polarización gravitacional. Sentirás que estás parado derecho, ¡incluso si tus pies forman un ángulo extraño con el piso cuando estés parado!

Los reclutas de la naval espacial eran lo peor. Primero, odiaban abandonar sus naves y asumían como su trabajo hacerle la vida un infierno a Bill. Segundo, trabajaban con maquinaria compleja a diario y creían que eran expertos con cualquier equipo de combate. Tercero, pasaban la mayor parte de su tiempo en media ge, e incluso aquellos provenientes de mundos de alta ge, para decirlo amablemente, estaban fuera de forma. Finalmente, ser transferido a las fuerzas especiales de combate de los marines estaba de moda; todo recluta de padres con alto rango quería la gloria de usar un traje y pelear cuerpo a cuerpo con los aliens. Se estaba reemplazando la calidad de los reclutas por la cantidad.

Señor, registré cincuenta horas en el simulador, dijo la adorable pelirroja, hija del Gran Almirante Stines, pero fue abruptamente interrumpida por la respuesta de Bill.

Realmente no me importa si jugaste o no videojuegos, niña. También me importa un comino quién sea tu papi. Si vas a pasar el entrenamiento, seguirás el programa. De otra manera, te degradaré a soldado raso y te mandaré a empacar, contestó Bill.

Un robot metálica en forma de araña hizo un clic metálico audible para hacer notar su presencia y después saludó a Bill, aunque eso ya era una hazaña por sí mismo. Bill se quejó para sus adentros y se volvió para saludar. El robot Al parecía una araña ya que consistía en una espera negra con ocho brazos negros serpenteantes de tres metros que terminaban en manos de cuatro dedos engañosamente frágiles a la vista. Un anillo de sensores alrededor de la parte de arriba de la esfera completaba la ilusión.

El robot Al era probablemente el mejor sargento que podía pedir. Sin embargo, era un miembro del temible Colectivo Al, cuya lealtad era únicamente a su propia causa. El grupo activista de robots con inteligencia artificial quería la igualdad con sus creadores y estaban dispuestos a matar por ello. El Colectiva se había aliado temporalmente con los humanos terrestres para enfrentar la nueva amenaza a su igualdad y habían enviado este robot a Bill para ayudar a combatir a la nueva amenaza alienígena. Era posiblemente el robot más letal en cualquier lugar existente, capaz de terminar una vida humana en milisegundos.

Bill se estremeció ligeramente, después recuperó su compostura rápidamente.

Sargento, reporte, ordenó Bill.

Señor, la voz electrónica femenina sedosa y de alguna manera extraña contestó, toda la inteligencia actual muestra que esta base de entrenamiento sigue siendo secreta. Su idea de encriptar los nombres de la bases usando simples juegos de palabras ha mostrado ser efectiva.

Superficie simplemente parecía un buen y confuso nombre para este planeta. Cuando los suministros son enviados al planeta Superficie, ni siquiera tenemos que encriptar la señal, considerando que los aliens no dependen del análisis y la comparación computacional. Con una señal sin encriptar, el enemigo asumirá que la transmisión no es de importancia militar. Simple lógica, Sargento, contestó Bill, una pequeña sonrisa agrietaba su cara normalmente inexpresiva.

Una gota de sudor brotó del nacimiento de su cabello y Bill se limpió con su mano derecha, regresando el sudor a su ahora cabello rubio. Pudo sentir el residuo un poco resbaladizo del tinte adhiriéndose a su palma y eso lo irritó. Repentinamente, el frio pasó por su enorme cuerpo como una ráfaga de viento rompiendo el inmóvil ambiente caliente y seco. Bill miró más allá del Sargento, hacia el titilante calor que hacía bailar y ondear a las lejanas montañas rosas contra las planicies del desierto rojo, todo horneado bajo un despejado cielo teñido de rojo. Se sintió exhausto y no sabía si se debía al calor árido o al firme tirón de la una y media gravedad de la Tierra que jalaba cada hueso, articulación, músculo y tendón de su cuerpo incesantemente.

Sargento, vayamos a caminar. Cabo, continúe el entrenamiento.

El Sargento siguió pacientemente a Bill fuera del patio de entrenamiento y se detuvo cuando Bill se volteó.

Sargento, sé que usted no interrumpiría una sesión de entrenamiento por algo tan tonto como ese supuesto reporte de inteligencia. Esas son noticias viejas, así que dígame la vil realidad, dijo Bill, tirando sus codos hacia atrás en un esfuerzo por relajar sus enormes hombros.

Correcto como siempre, Capitán. Sus ocasionales destellos de inteligencia me sorprenden continuamente, contestó el Sargento.

Si eso es sarcasmo Sargento, entonces es obvio que no está satisfecho con su rango actual. Siempre puedo usar otra cafetera automática. ¿Cuál es su reporte?

Mis disculpas Capitán, realmente subestimé su potencial para ciertas reacciones y para otras obviamente lo sobrestimé, respondió el Sargento, su femenina voz cantarina carente de emoción. "Señor, he recibido inteligencia preocupante del Colectivo. Esta información ha sido enviada al Comando Central como por orden de usted. Parece que los aliens han desarrollado su propio