Ánima Sola
4/5
()
About this ebook
Antonio Rodríguez, un guatemalteco que ha vivido la mayor parte de su vida en España, regresa a su país natal para cobrar una oportuna herencia que lo salva de la penuria. Sin embargo, mientras se va adaptando de una manera hedonista e irresponsable a una Guatemala que nunca conoció, también, poco a poco, se va adentrando en los dominios de una antigua y enigmática figura, con un grupo de seguidores que le rinden culto realizando acciones tan incomprensibles como sombrías. La insania, lo oculto, los pecados y la bajeza humana parecen confabularse para mermar la suerte y la cordura de Antonio, creándole situaciones que al parecer le quieren demostrar que no se necesita estar muerto para quedar atrapado en un purgatorio. ¡El purgatorio del Ánima Sola!
Related to Ánima Sola
Related ebooks
Las Dimensiones De La Muerte Rating: 0 out of 5 stars0 ratingsLa santa muerte protectora de los hombres Rating: 4 out of 5 stars4/5El bokor Rating: 4 out of 5 stars4/5María Lionza Y Juan José: Sortilegio De Amor Rating: 0 out of 5 stars0 ratingsCulto a San la Muerte Rating: 5 out of 5 stars5/5La Santa Muerte: Conoce los Orígenes, Misterios y Secretos de la Santa Muerte Rating: 3 out of 5 stars3/5La Santa Muerte. El culto de los que oran y los que matan Rating: 5 out of 5 stars5/5La Santa Muerte: La exhumación de la magia y el misticismo de la muerte Rating: 5 out of 5 stars5/5Bandoleros santificados: Las devociones a Jesús Malverde y Pancho Villa. Rating: 0 out of 5 stars0 ratingsMuertos vivientes Rating: 0 out of 5 stars0 ratingsMi roce con el demonio Rating: 4 out of 5 stars4/5Santa Maria del Caribe Rating: 5 out of 5 stars5/5Muñecas y Juguetes del Mal: Casos Reales de Muñecos Diabólicos o Poseídos que Han Aterrorizado al Mundo Rating: 0 out of 5 stars0 ratingsEl Libro de los Espíritus: Principios de la doctrina espiritista Rating: 5 out of 5 stars5/5Duo: "Rogelio" y "El ánima sola" Rating: 0 out of 5 stars0 ratingsMagia Narcos Rating: 0 out of 5 stars0 ratingsEl Misterio del Baron Samedi: Magia blanca y Negra en la Tradición Vudú Rating: 0 out of 5 stars0 ratingsCómo Comunicarse con Espíritus: Efectivas Maneras para Hablar y Conectar con el más Allá Rating: 5 out of 5 stars5/5Maldiciones: Todo Sobre las Maldiciones y Cómo Revertirlas, el Mal de Ojo, Supersticiones, Profecías y más. Rating: 3 out of 5 stars3/5Misa negra Rating: 0 out of 5 stars0 ratingsGuía práctica del espiritista Rating: 4 out of 5 stars4/5El camino de la Santa Muerte Rating: 0 out of 5 stars0 ratingsHistorias Reales de Posesiones: Descubre las Historias más Terroríficas de Posesiones Rating: 0 out of 5 stars0 ratingsEL SELLO REDITUM. Sueños de la Vida Eterna Rating: 0 out of 5 stars0 ratingsIn Nomine Patris Rating: 0 out of 5 stars0 ratings
Mystery For You
La caja de bombones Rating: 5 out of 5 stars5/5Diez negritos Rating: 0 out of 5 stars0 ratingsAventuras de Sherlock Holmes Rating: 5 out of 5 stars5/5La Mentira Perfecta (Un Thriller de Suspense Psicológico con Jessie Hunt—Libro Cinco) Rating: 5 out of 5 stars5/5La sombra sobre Innsmouth Rating: 5 out of 5 stars5/5Cuentos de terror Rating: 5 out of 5 stars5/5El talento de Mr. Ripley Rating: 4 out of 5 stars4/5Ocho asesinatos perfectos Rating: 4 out of 5 stars4/5La lista de invitados Rating: 4 out of 5 stars4/5Obras Completas de Sherlock Holmes: Biblioteca de Grandes Escritores Rating: 5 out of 5 stars5/5La Esposa Perfecta (Un Thriller de Suspense Psicológico con Jessie Hunt—Libro Uno) Rating: 4 out of 5 stars4/5Arsenio Lupin contra Herlock Sholmes: Arsenio Lupin, caballero-ladrón Rating: 5 out of 5 stars5/5Las siete muertes de Evelyn Hardcastle Rating: 5 out of 5 stars5/5La Llamada de Chtulhu Rating: 4 out of 5 stars4/5Estudio en escarlata Rating: 4 out of 5 stars4/5Cristales Sanadores: Evidencia Científica Rating: 2 out of 5 stars2/5La letra escarlata Rating: 3 out of 5 stars3/5El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde (ilustrado) Rating: 4 out of 5 stars4/5Si Ella Supiera (Un Misterio Kate Wise —Libro 1) Rating: 5 out of 5 stars5/5El padre ausente Rating: 0 out of 5 stars0 ratingsLa última jugada Rating: 4 out of 5 stars4/5Relatos de un Asesino Rating: 5 out of 5 stars5/5La dama del velo Rating: 5 out of 5 stars5/5Historia de un crimen perfecto Rating: 5 out of 5 stars5/5Obsesión fatal. Un misterio apasionante perfecto para todos los lectores de novela negra Rating: 5 out of 5 stars5/5El secreto de Tedd y Todd (Precuela de La prisión de Black Rock) Rating: 4 out of 5 stars4/5El Cirujano Rating: 0 out of 5 stars0 ratingsLa chica que se llevaron (versión latinoamericana) Rating: 5 out of 5 stars5/5Entre en… los misterios de la numerología Rating: 4 out of 5 stars4/5La dama de blanco: Clásicos de la literatura Rating: 4 out of 5 stars4/5
Reviews for Ánima Sola
5 ratings1 review
- Rating: 3 out of 5 stars3/5muy buena obra pero tiene un error en donde dice que el lavado estaba lleno de agua y tenía un cable para provocar un apagón... ahí dice lavabo. por lo demás muy buena obra...
Book preview
Ánima Sola - Lester Padilla
Capítulo 1
Para algunos el purgatorio es un punto medio entre el cielo y el infierno, un sitio de purificación y expiación, un limbo en el que prevalece la soledad y la incertidumbre, donde no queda más que esperar y eso es quizá lo que lo convierte en el peor lugar para estar. Para mí el purgatorio es un fuego interior. Descubrí que tal cosa se originó en mis adentros, si no es que yacía allí desde mucho tiempo atrás, cuando me vine a vivir a Guatemala, país en el que espero morir pronto.
Recapitulando mi vida, enfatizando en mis desgracias, creo que caí en la cuenta de que estaba en el purgatorio la primera vez que fui partícipe de una de las tantas festividades de mi país en las que veneran a la muerte. Sí, una de esas innumerables celebraciones que me hacen pensar que la ignorancia siempre ha sido, a través de la historia, la más poderosa de todas las magias.
Mi nombre es Antonio Rodríguez, y aunque he vivido la mayor parte de mi vida en España, específicamente en Burgos, nací en Guatemala. Tuve que regresar a mi país natal para salvarme de la inanición. Allí mi tía Soila acababa de morir y en su testamento, de acuerdo a un abogado guatemalteco que se había puesto en contacto conmigo, yo figuraba como uno de los principales herederos.
Desterrado por la pobreza me subí al avión y miré por última vez la tierra en la que había crecido, con algo de resentimiento, como si la misma tuviera la culpa de mis frustraciones y postergaciones. A estas alturas de mi vida no puedo asegurar, ahora que ya me he acostumbrado a la desdicha, que me arrepiento de haberme ido. Todo lo que alguna vez fui se quedó atrás.
El viaje de tercera clase lo sentí como si hubiese atravesado un agujero de gusano que me transportó a otra época. Cuando me bajé del avión, en el aeropuerto de la capital guatemalteca, el impacto del calor tropical combinado con la humedad se me antojaron como una bofetada en el rostro. De inmediato experimenté dificultades para respirar. Al entrar al edificio me sentí observado por miles de miradas indescifrables de mis paisanos, como si estuvieran evaluando cada uno de mis movimientos. Los únicos que me saludaron con un patoso «Hi!» fueron unos americanos ilusos, a los que aquí se les llama «gringos», de seguro porque me creyeron su compatriota nada más por mi apariencia. Al menos logré estabilizar mi respiración gracias al aire acondicionado, pero no me imaginaba que el lugar al que me dirigía era mucho más cálido, como una sucursal del infierno. Aquel recibimiento extraño y adverso de inmediato me infundió deseos de pirarme de regreso a Burgos, fue como si una fuerza maligna que me había estado buscando por años finalmente me hubiese encontrado.
Cuando vi un letrero con mi nombre en las manos de un tipo rechoncho, calvo, de unos sesenta años, con un bigote que parecía una brocha y ataviado con pantalones de mezclilla y una camisa a cuadros de manga larga, sentí algo similar a un alivio. Era el abogado, Miguel Carranza, que a pesar de su aspecto tosco resultó ser un hombre cordial y respetuoso, al punto que al saludarme con un «buenos días», luego de que yo lo hice con un simple «hola», me hizo sentir como un maleducado.
Cuatro horas en coche, más una hora que nos detuvimos en una fonda algo sórdida para almorzar un guiso a base de trozos de cabeza de cerdo (animal al que curiosamente llaman «coche»), conocido como revolcado, fueron necesarias para llegar al municipio cabecera del departamento en el que nacieron mi madre y mi tía (del que no diré el nombre por cuestiones de seguridad). En la primera etapa del viaje mi acompañante y yo apenas cruzamos palabra. Fue en la segunda cuando nuestra conversación se tornó interesante. Carranza era un tío algo entrometido, como supongo que debe ser todo buen abogado. Con una expresión de pena en su rostro y un tono afable y precavido me preguntó:
—Discúlpeme el atrevimiento, don Antonio, pero... ¿cómo es que usted terminó en España habiendo nacido aquí?
—Verá, Carranza —respondí con serenidad—, mis padres se conocieron en Guatemala mientras ambos trabajaban en la embajada de España, como mi padre se encariñó tanto con el lugar al poco tiempo se sintió lo suficientemente seguro como para casarse con mi madre. Luego nací yo. Justo el día en que cumplí un año ocurrió una tragedia en la embajada que horrorizó tanto a mi padre que tomó la determinación de regresar a Burgos, con nosotros, apenas un par de meses después.
—¿Una tragedia dice? ¿Se refiere a la famosa irrupción de treinta guerrilleros en dicho lugar cuando todavía estaba vigente la guerra civil?
—Esa misma, la del 31 de enero de 1980. Mi padre me contó que todo se puso color de hormiga cuando aparecieron las fuerzas de seguridad y comenzó el enfrentamiento.
—¡Virgen santa! ¿Y ninguno de sus padres resultó herido en esa ocasión?
—No, salieron ilesos.
—Pues déjeme decirle que sus viejos tuvieron mucha suerte ¡Esa vez hasta hubo un incendio! Y si mal no recuerdo murieron treinta y siete personas.
—Así es. Mi madre nunca se olvidó de esa cifra.
—¡Bien dicen que no se sufre por lo que no se sabe!
La última expresión de Carranza por alguna razón me hizo gracia. Algo tenía ese tipo que me inspiraba confianza, era como un Caronte muy simpático que trataba de hacerte el viaje al inframundo lo más ameno posible.
Después de un par de kilómetros mi abogado me miró unos segundos con una expresión de angustia, como si tuviera más dudas, una en especial atorada en el gaznate desde mucho tiempo atrás y que en ese momento, sabiendo que me tenía a la par para resolvérsela, luchaba por salir.
—Y dígame, don Antonio, si se puede saber, ¿por qué cree que su tía, la finísima doña Soila, decidió dejarle la mayor parte de su herencia, tomando en cuenta la gran distancia que siempre los separó y que usted, que yo sepa, no es su único pariente vivo?
—Bueno, cuando nos fuimos a vivir a España mi madre perdió el contacto con todos sus familiares guatemaltecos exceptuando su hermana menor, mi tía Soila. Creo que ella se encariñó conmigo especialmente cuando comenzamos a chatear por Internet. Entre nosotros se formó un lazo especial que siempre nos unió, algo difícil de explicar. Según me contó mi madre, un día que mi tía me cargó en sus brazos, cuando yo apenas tenía nueve meses, la llamé «mamá», y creo que eso fue lo que le caló tan hondo como para que llegara a considerarme