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Los mejores refranes de la lengua castellana
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Los mejores refranes de la lengua castellana

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Los refranes constituyen sentencia de carácter didactico o moral transmitidos oralmente durante siglos. En su origen fueron considerados como la expresión popular de la sabiduría divina. A lo largo de los años han sido conservados en colecciones escritas que han llegado hasta la actualidad, sin perder ni un ápice de su vigencia en nuestro lenguaje cotidiano.
LanguageEspañol
Release dateFeb 8, 2017
ISBN9788494637247
Los mejores refranes de la lengua castellana

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    Los mejores refranes de la lengua castellana - VV. AA.

    Z

    PRÓLOGO

    Refrán

    Según el diccionario de la rae (Real Academia Española) se trata de una sentencia de carácter didáctico o moral que se transmite oralmente a través de los siglos. El refrán es un producto connatural de todos los pueblos, consta generalmente de dos partes: la primera presenta la situación y la segunda saca las conclusiones de tipo didáctico. Es de destacar gramaticalmente la ausencia frecuente, la posición o el tiempo inusitado del verbo, para provocar el tono característico intemporal del refrán. Consecuencia de su función aleccionadora, su temática es tan amplia como la vida.

    Refranero castellano

    Las lenguas romances son muy ricas en refranes y entre ellas destacan los creados por la lengua castellana. Quizás la más antigua que posee ninguna lengua vulgar sea en opinión de polígrafo Menéndez Pelayo, la que ordenó el marqués de Santillana y señor de Hita y de Buitrago (1398-1458) cuyo título es este: Iñigo López de Mendoça, a ruego del rey don Juan, ordenó estos refranes que dicen las viejas tras el fuego e van ordenados por la orden del a,b,c. Su paternidad ha sido discutida en alguna ocasión, aunque sin fundamento. Consta de setecientos quince refranes y fue impresa en Sevilla en 1508, y numerosas veces reeditada a partir del siglo XVI y siguientes.

    Por influjo renacentista se produjo en la España del siglo XVI una gran afición al refrán y a los refraneros o recopilación de los mismos, ya que se consideraron la expresión popular de la sabiduría divina.

    El conde de Viñaza cita ya una impresión (perdida) del refranero del Marqués de fines del siglo XV. La inquietud del ser humano del Renacimiento quedó reflejada en dichas cortas máximas y pronto adquirieron categoría literaria, en las que quedó clara, a pesar de su raigambre popular, su ascendencia clásica. Todo un Erasmo de Rotterdam estimuló su búsqueda y redacción con sus

    Adagios.

    En el siglo XVI, salió a la luz en Zaragoza (1549) a cargo del aragonés Pedro de Vallés, el Libro de los refranes compilados por el orden a,b,c., cuyo título es un eco de el del marqués y también de Erasmo que ordenó los refranes latinos, y dándoles una definición propia los distinguió de otras modalidades semejantes, pero variadas.

    En 1555, Hernán Núñez, catedrático de la universidad de Salamanca dio a la luz en dicha ciudad a sus Romances o proverbios en romance con un número que rebasó los ocho mil, recopilados de varias lenguas, seguidos de sus equivalencias.

    Juan de Mal Lara continuó en 1568 en Sevilla una tarea semejante en una obra con el título de Filosofía vulgar, primera parte (desgraciadamente una segunda no llegaría a publicarse). Su autor se declara seguidor de Erasmo y glosa más de un millar de refranes, destacando una notable erudición y agudeza, cumpliendo con creces lo que vaticina en el título. Su preámbulo anuncia lo que en época moderna se entiende como folklore.

    En 1915 se publicaría una nueva recopilación de Refranes glosados, que en realidad no era sino una obra de mediados del siglo XVI a cargo de Sebastián de Horozco. Contiene más de tres mil artículos de inusitado interés. Otro catedrático de Salamanca y también humanista, Gonzalo de Correas, ordena un riquísimo Vocabulario de refranes y frases proverbiales y otras fórmulas comunes de la lengua castellana, publicado en 1906 y reeditado en 1924. El Romanticismo, debido a su exaltación por lo popular, volvió a poner de moda el estudio de los refranes.

    Las grandes compilaciones modernas de refranes se iniciaron en el siglo XIX, como la sacada la luz en diez volúmenes entre 1874-1878 con el título Refranero general español, dirigido por Sbardi, que redactó también una interesante monografía sobre el género. Pero también hay que citar nombres como los del propio Machado, Montoto, Cejador, y sobre todo, Francisco Rodríguez Marín (1855-1943) discípulo de Menéndez Pelayo, al que sucedió en la dirección de la Biblioteca Nacional y cuya aportación en una moderna colección ha sido extraordinaria. Digno de mención también es el Refranero español de Martínez Kleiser (1945).

    Desde que Berceo iniciara la singladura de la lengua castellana, la mayoría de las obras y autores más sobresalientes de ella recogieron refranes. Así el Arcipreste de Talavera, La Celestina, La lozana andaluza, el Diálogo de la Lengua, el Quijote, como su empleo por Mateo Alemán, Quevedo, etc. No debe despreciarse tampoco, el papel primordial que desempeñan los refranes en obras misceláneas como la Floresta general, de Melchor de Santa Cruz.

    Algunos ejemplos consignados por el Marqués de Santillana han quedado como proverbiales:

    Una golondrina no hace verano; A boda ni bautizo no vayas a ser llamado; A caballo regalado no le mires el dentado; A Dios rogando y con el mazo dando; A falta de pan, buenas son tortas; El que la sigue, la consigue; En casa de mujer rica, ella manda y ella grita; El que no llora, no mama; etc.

    Estos refranes nada tienen que envidiar a las grandes colecciones medievales en otras lenguas como las de Jaume I,

    Guillem de Cervera, Sem Tob, Llull, etc.

    Francesc Lluís Cardona

    Doctor en Historia y Catedrático.

    A

    A abad sin ciencia y sin conciencia, no le salva la inocencia.

    * *

    A abril alabo si no vuelve el rabo.

    * *

    A asno lerdo, arriero loco.

    * *

    A balazos de plata y bombas de oro, rindió la plaza el moro.

    * *

    A barba muerta, obligación cubierta.

    * *

    A bestia comedora, piedras en la cebada.

    * *

    A borrico desconocido, no le toques la oreja.

    * *

    A buen bocado, buen grito.

    * *

    A buen capellán, mejor sacristán.

    * *

    A buen comedor, quitárselo de delante.

    * *

    A buen empezar, buen acabar.

    * *

    A buen gato, buen rato.

    * *

    A buen hambre, no hay pan duro.

    * *

    A buen señor, buena demanda.

    * *

    A buenos ocios, malos negocios.

    * *

    A caballo regalado, no le mires el dentado.

    * *

    A cada pajarillo le gusta su nidillo.

    * *

    A cada puerco le viene su San Martín.

    * *

    A cada santo le llega su día.

    * *

    A cada santo su candela.

    * *

    A cada uno le place aquello con que nace.

    * *

    A cada uno su gusto le parece el mejor del mundo.

    * *

    A cántaro roto, otro al puesto.

    * *

    A cara honrada, no hay puerta cerrada.

    * *

    A cara sinvergüenza, todo el mundo es suyo.

    * *

    A carne dura, diente de perro.

    * *

    A casa de tu hermana, una vez a la semana.

    * *

    A comer, sé tú el primero; a pelear, ni el postrero.

    * *

    A cualquier dolor, paciencia es lo mejor.

    * *

    A chico pie, gran zapato.

    * *

    A diente cogen la liebre.

    * *

    A Dios se dejan las cosas, cuando no tienen remedio.

    * *

    A Dios rogando, y con el mazo dando.

    * *

    A donde acaba el novio, empieza el marido.

    * *

    A donde te quieren mucho, no vayas a menudo.

    * *

    ¿Adónde vais? A la guerra. ¿De dónde venís? De la guerra.

    * *

    A embestida de hombre fiero, ¡pies para qué os quiero!

    * *

    A enemigo que huye, puente de plata.

    * *

    A falta de caballos, troten los asnos.

    * *

    A falta de manos, buenos son pies.

    * *

    A falta de pan, buenas son tortas.

    * *

    A fuerza de duros se ablanda lo más duro.

    * *

    A gran chatera, gran pechera.

    * *

    A grandes males, grandes remedios.

    * *

    A gusto de los cocineros comen los frailes.

    * *

    A hijo malo, pan y palo.

    * *

    A hombre de dos caras, rayo que lo parta.

    * *

    A la aguja, buen hilo, y a la mujer, buen marido.

    * *

    A la boda del herrero, cada cual con su dinero.

    * *

    A la culpa sigue la disculpa.

    * *

    A la chita callando, hay quien se va aprovechando.

    * *

    A la fea, el caudal de su padre la hermosea.

    * *

    A la gallina y a la mujer, le sobran nidos donde poner.

    * *

    A la guerra, con la guerra.

    * *

    A la hija mala, dineros y a casarla.

    * *

    A la hija muda, su madre la entiende.

    * *

    A la justicia y a la inquisición, chitón.

    * *

    A la larga o a la corta la mentira se descubre.

    * *

    A la larga, el galgo a la liebre mata.

    * *

    A la leña tuerta, se le busca la vuelta.

    * *

    A la luz de la tea, no hay mujer fea.

    * *

    A la mala costumbre, quebrarle la pierna.

    * *

    A la mano cerrada, siempre le llaman puño.

    * *

    A la mona, aunque la vistan de seda, mona se queda.

    * *

    A la muerte, ni temerla ni buscarla, hay que esperarla.

    * *

    A la mujer bella y honesta, casarse poco le cuesta.

    * *

    A la mujer casta, Dios le basta.

    * *

    A la mujer hay que traerla bien amada, bien comida y bien vestida.

    * *

    A la mujer ventanera, tuércele el cuello si la quieres buena.

    * *

    A la mujer y a la bestia, nada se les presta.

    * *

    A la mujer y a la burra, cada día una zurra.

    * *

    A la mujer y a la cabra, soga larga, soga larga.

    * *

    A la mujer y a la guitarra, hay que templarla para usarla.

    * *

    A la mujer, ni todo el dinero ni todo el querer.

    * *

    A la mula vieja, alíviale la reja.

    * *

    A la ocasión la pintan calva.

    * *

    A la que tenga más de treinta, no la pretendas.

    * *

    A la sombra de los buenos, viven los malos sin freno.

    * *

    A la vejez viruelas.

    * *

    A la vejez, cuernos de pez.

    * *

    A la vejez se apoca el dormir, y se aumenta el gruñir.

    * *

    A largos días,

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