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Cóndor el Aire-Operación Anorí
Cóndor el Aire-Operación Anorí
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Cóndor el Aire-Operación Anorí

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Descripción analítica e histórica de la Operación Anorí, que culminó con la baja en combate de los hermanos Manuel y Antonio Vásquez Castaño, fundadores del Eln, situación que condujo al grupo terrorista al borde de la extinción, como consecuencia de la asfixiante presión del Ejército colombiano, coyuntura política desaprovechada por el Estado colombiano, debido a las ambiciones politiqueras y la carencia de visión estratégica del entonces presidente de la república Alfonso López Michelsen, para continuar un esfuerzo similar sostenido en el tiempo y generar condiciones sociopolíticas favorables a la pacificación del país.
Como siempre ha sucedido a lo largo de la historia, la Cancillería colombiana se quedó corta y no inició acciones penales internacionales, pese a la demostrada incidencia del dictador cubano Fidel Castro en las guerrillas del Eln y la comprobada ligazón de esta agrupación delictiva con el movimiento católico internacional Golconda, promotor de la Teología de la Liberación y el terrorismo comunista contra la institucionalidad.
Desde el punto de vista académico, Condor en el Aire, constituye el primer y mas claro ejemplo de publicaciones sobre temas militares en torno a la historia de la guerra del Estado colombiano contra las guerrillas marxistas-leninistas, como lo reconoció en documento enviado al autor por Douglas Porch, catedrático de la Universidad de la Armada de Estados Unidos ubicada en Monterrey California.
En 280 páginas complementadas con ilustraciones históricas, la obra recoge los análisis de los documentos originales que resumen la evolución de la ofensiva militar de Anorí; el testimonio permanente del mayor general Hernán Hurtado Vallejo para octubre de 1973, época de los hechos, coronel comandante del Comando Operativo No. 10 adscrito a la Cuarta Brigada del Ejército Nacional,unidad encargada de conducir las operaciones de contraguerrillas que ubicaron, cercaron y destruyeron la estructura terrorista encabezada por los hermanos Manuel, Antonio y Fabio Vásquez Castaño, que se había trasaladado del departamento de Santander al de Antioquia, con el fin de instaurar una estructura clandestina, que permitiera al Eln abrir comunicaciones hacia los océanos Atlántico y Pacífico.
Desde el punto de vista militar, el libro consolida un acumulado de experiencias tácticas en guerra irregular, pero en particular, altas dosis de genuino liderazgo en la conducción de tropas en cumplimiento de misiones de localización y destrucción de focos guerrilleros dentro de una zona específica de combates.
Además del análisis especializado de los pormenores de la Operación Anorí, Cóndor en el Aire, concluye cuáles fueron las razones por las cuáles, el Eln sobrevivió después de una ofensiva militar tan exitosa.
En primer lugar porque al politiquería y falta de carácter del entonces presidente Alfonso López quien ordenó retirar las tropas regulares del cerco contra los remanentes del grupo terrorista, permitieron que los terroristas huyeran y se reorganizaran en otra zona.
En segundo lugar por la doble moral de un ejecutivo ruso al servicio de la petrolera Manessman, quien desde Arauca, suministró cincuenta millones de dólares a los cabecillas del grupo terrorista.
En tercera medida, la bien articulada red de monjas y sacerdotes católicos imbuidos por la teología de la liberación, que continuaron el trabajo clandestino de adoctrinamiento de masas y reclutamiento de nuevos guerrilleros para el Eln. Y por último, que sobrevivieron las guerrillas urbanas del Eln infiltradas en los sindicatos petroleros y algunas universidades públicas.
Leer esta interesante obra equivale a navegar por la accidentada historia de violencia política de Colombia durante las últimas cinco décadas.

LanguageEspañol
Release dateMar 1, 2017
ISBN9781370921362
Cóndor el Aire-Operación Anorí
Author

Luis Alberto Villamarin Pulido

Luis Alberto Villamarín Pulido, natural de Fusagasugá - Cundinamarca, coronel retirado del Ejército colombiano, con 25 años de experiencia militar (1977-2002), más de la mitad de ellos dedicado a las operaciones de combate contra grupos narcoterroristas en Colombia, y después de su retiro del servicio activo, profuso investigador de temas relacionados con la geopolítica del Medio Oriente, el Asia Meridional y el continente americano; el terrorismo internacional islámico y comunista, historia y proyección estratégica de grupos islamistas como Al Qaeda, Isis, Hizbolá, el conflicto árabe israelí y la Primavera Árabe, así como la amenaza nuclear del régimen chiita de Teherán.Sus obras Narcoterrorismo la guerra del nuevo siglo, Conexión Al Qaeda, Primavera Árabe: Radiografía geopolítica del Medio Oriente, ISIS: la máquina del terror yihadista, el Proyecto Nuclear de Irán y Martes de Horror (atentados terroristas del 9-11), son referentes para el estudio, conocimiento de la complejidad política, geopolítica y geoestratégica del convulso Medio Oriente.Algunas de sus obras han sido traducidas a inglés, francés, alemán, portugués y polaco. Su libro En el Infierno traducido a inglés como In Hell, es base para una película en Hollywood-California, y los demás textos son utilizados como material de estudio en diversas universidades del mundo.

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    Cóndor el Aire-Operación Anorí - Luis Alberto Villamarin Pulido

    TABLA DE CONTENIDO

    BREVE BIOGRAFÍA DEL AUTOR

    NOTA DEL AUTOR

    CAPITULO I

    CAPITULO II

    CAPITULO III

    CAPITULO IV

    CAPITULO V

    CAPITULO VI

    CAPITULO VII

    CAPITULO VIII

    CAPITULO IX

    CAPITULO X

    CAPITULO XI

    EPILOGO

    BIBLIOGRAFÍA

    OBRAS DEL AUTOR

    BIOGRAFÍA

    Luis Alberto Villamarín Pulido, natural de Fusagasugá-Cundinamarca, coronel de la reserva activa del Ejército colombiano, con 25 años de experiencia militar, más de la mitad de ellos dedica do a las operaciones de combate contra grupos narcoterroristas en el país.

    Distinguido entre sus compañeros de armas en quehaceres operacionales y académicos castrenses, pues, además de ser un brillante comandante de tropas en el campo de batalla, ha plasmado su visión investigativa en 33 libros y más de 1000 artículos de su autoría, relacionados con el complejo conflicto colombiano, el terrorismo internacional, la geopolítica, la defensa nacional y la historia patria.

    Miembro de la Sociedad Bolivariana de Colombia, la Academia de Historia del Huila y la Academia Colombiana de Historia Militar; este oficial lancero, paracaidista y contraguerrillero rural ha recibido los galardones Latino Literary Awards 2003 por el libro La Silla Vacía en Los Ángeles-California; Verdadero Orgullo Hispano 2006 por la obra Delirio del Libertador, en Elizabeth New Jersey; y Premio Internacional de Literatura, Jairo Hoyos Salcedo 2009 en Washington D.C, por el texto Complot contra Colombia.

    Algunas de sus obras han sido traducidas a idiomas inglés, portugués, alemán, francés y polaco. Su libro titulado En el Infierno es base para una película en Hollywood-California, y los demás textos son utilizados como material de estudio en prestigiosas universidades del mundo, tales como Harvard en Estados Unidos, Complutense en España, Autónoma de México y Los Andes de Colombia, para la elaboración de tesis de pregrado, post grado, maestrías o doctorados en temas afines a sus escritos.

    Ha sido entrevistado como analista especializado para programas de opinión en estaciones de radio y televisión de diversos países, de manera individual o como participante en paneles de expertos internacionales en asuntos estratégicos atinentes al terrorismo, los conflictos armados, la guerra de guerrillas, la geopolítica, la defensa nacional y la seguridad hemisférica.

    El Instituto Colombiano de Ciencia y Tecnología de Colombia (Colciencias) avaló su registro en el CVLAC en las especialidades de Ciencias Militares, Ciencias Políticas y Ciencias Sociales, en la base de datos que agrupa a los investigadores científicos de Latinoamérica y el Caribe.

    NOTA DEL AUTOR

    Dada la trascendencia del contenido y la inexplicable discreción que se guardó para no publicar a tiempo los detalles de la ofensiva militar de 1973 en Anorí contra el Eln, no es descabellado afirmar que este texto se debió publicar a mediados de la década de los setenta, porque es la mayor coyuntura histórica que tuvo a su disposición el Estado Colombiano para explotar el debilitamiento del durante la primera etapa de vida del grupo terrorista.

    La Operación Anorí que arrasó más de la mitad del grupo terrorista en las montañas antioqueñas, fue el epílogo de la acción del foco guerrillero impulsado desde La Habana por la dictadura cubana, y, dirigido en Colombia por los hermanos Fabio, Manuel y Antonio Vásquez Castaño.

    Visto dentro del rigor de las ciencias políticas, ni los gobiernos de turno ni el Ejército Nacional aprovecharon las enseñanzas, ni la amplia autopista de posibilidades que dejó la ofensiva militar contra el Eln en Anorí, para derrotar en los campos político y militar los reductos de las guerrillas comunistas, que por no haber desaparecido del panorama político nacional, cuatro décadas después configuran aún la más grave agresión contra la estabilidad institucional y el futuro de Colombia como Estado-Nación.

    Al desconocimiento y desaprovechamiento de los éxitos militares logrados por el Ejército en Anorí en 1973, se añadió otro error histórico, producto de la miopía estratégica de un vasto sector de la dirigencia política de turno, que en cada coyuntura avizora los réditos que pueda rescatar para su beneficio personal sin tener en cuenta la proyección del país.

    Tal fue la actuación de Álvaro Escallón Villa a la sazón gobernador del Departamento de Bolívar, quien con el visto bueno del entonces presidente Alfonso López Michelsen en asocio por mezquinos intereses politiqueros con el dirigente liberal Jaime Castro Castro, el entonces promotor de acción comunal Oswaldo Utria acompañados por algunos estudiantes de medicina de una universidad de Cartagena.

    Por evidente deseo de protagonismo mediático y rampante ignorancia de los objetivos nacionales y de la doctrina de Defensa Nacional, estas personas facilitaron en 1974, la tabla de salvación al reducido y maltrecho remanente del Eln en las estribaciones de la Serranía de San Lucas al Sur de Bolívar, hacia donde se replegaron los terroristas que sobrevivieron en Anorí.

    En aquella ocasión, igual que en desafortunados eventos subsiguientes de la lucha contra el terrorismo comunista en Colombia, se impuso a nombre de la paz el desconocimiento de la legitimidad del Estado, compaginado con la complaciente y progresiva cesión de la soberanía nacional e implícita deshonra del Ejército Nacional.

    A cambio de nada se otorgaron bonachonas cesiones a los terroristas del Eln, ornadas con el poco claro argumento de la supremacía del poder civil sobre el estamento militar.

    Cóndor en el Aire es el compendio de las acciones tácticas de la ofensiva contraguerrillera, después bautizada para efectos académicos con el nombre de Operación Anorí.

    Fue una brillante campaña militar de contraguerrillas, conducida y ejecutada en forma magistral por tropas del Comando Operativo No. 10 (CO-10), inspiradas por el liderazgo, talante, inteligencia y ejemplar abnegación del entonces coronel Hernán Hurtado Vallejo; complementado por la diligente asistencia, apoyo, cooperación y coordinación permanente del brigadier general Álvaro Riveros Avella comandante de la Cuarta Brigada.

    Sin duda la ofensiva militar en Anorí, hace parte de la historia castrense universal. En el campo de batalla fueron definitivos los aciertos de las unidades empeñados en combate para destruir la resistencia armada, que presentaron contra el Estado colombiano, hombres y mujeres curtidos en actividades delictivas, experimentados, sanguinarios y astutos.

    Es probable que si el Ejército hubiera decantado mejor las enseñanzas y aplicaciones táctico-estratégicas derivadas de esta operación, de seguro se hubieran golpeado en otras partes del país, otros remanentes del Eln, incipientes núcleos de las Farc y el Epl existentes en Colombia durante la década de los setenta.

    Pero la acción militar solitaria, por efectiva que sea, es insuficiente para resolver un conflicto tan complejo. Es necesario que los dirigentes políticos de turno revisen con seriedad y objetividad, ¿cuál ha sido el papel de la clase política a lo largo del prolongado conflicto, que ti ende a proyectarse sin límite?, en la medida que se disimule el compromiso integral del Estado en todos los cam pos del poder nacional.

    En la práctica se enfrenta el problema con visión unilateral y calculada, al propiciar limitadas soluciones militares, manipuladas en concepción a pesar del sacrificio de los soldados, para defender y sostener una casta política ajena a auténticos objetivos nacionales, que solo busca cuidar sus intereses políticos personales o de grupo, frente a una agresión estratégica que contiene elementos políticos, sociales, económicos y culturales encaminados a lograr un solo objetivo:

    La toma del poder político para implantar una dictadura comunista totalitaria similar a la cubana. No sobra decir, que mientras persista la corrupción en todas las esferas del Estado, será imposible eliminar la pobreza estructural de millones de campesinos colombianos, anímica ya atávicamente predispuestos para engrosar las cuadrillas de los grupos terroristas.

    La ofensiva militar en Anorí, en su conjunto de acción contra un grupo terrorista específico, puntualiza el oportuno debilitamiento causado por el Ejército Nacional a las envalentonadas guerrillas del Eln, hasta convertirlas en un miserable grupo de bandoleros al borde de la extinción, que sobrevivió debido a tres factores:

    En primera instancia, a la componenda política escenificada en el Sur de Bolívar con el visto bueno de la presidencia de la república, anomalía que aún no ha sido juzgada en su verdadera dimensión.

    Como segunda medida, se debe a la inacción del Estado colombiano para recuperar en los ámbitos social y político, el Nordeste Antioqueño, el Magdalena Medio Santandereano y el Sur de Bolívar, lo cual hubiera evitado el paulatino acercamiento del grupo de Fabio Vásquez Castaño hacia el Sur del Cesar.

    Y en tercer lugar, a la bien estructurada red de sacerdotes y monjas pertenecientes al Eln, enclaustrados de manera clandestina dentro de algunas comunidades religiosas, quienes aprovecharon el púlpito para reclutar adeptos y fortalecer menguadas redes logísticas subrepticias, que posibilitaron la proyección de nuevas cuadrillas del Eln hacia Arauca, donde por coyuntura la extorsión a las multinacionales petroleras oxigenó el replanteamiento de la estrategia político-armada del grupo terrorista. De lo contrario con absoluta certeza, hoy en 2012 el problema sería diferente. Quizás estaría resuelto.

    CAPITULO I

    NACIMIENTO Y CRECIMIENTO DEL ELN

    Caldo de cultivo

    La vida política colombiana de la década de los años sesenta durante el siglo XX, fue agitada y convulsionada. La herencia de sangrientas luchas intestinas entre liberales y conservadores, marcó un hito que por circunstancias del orden mundial de la época y la situación inter na del país, invitó a sectores definidos de la juventud colombiana, a participar en el diseño del Estado y la forma de gobierno, a partir de las acciones armadas con cariz comunista, con el fin de reeditar los logros de Fidel Castro y el che Guevara en Cuba.

    La Juventud Comunista (Juco) captó muchos adeptos y se convirtió en la fuente de gestación de ideó-logos para las organizaciones armadas de izquierda, ya que muchos de sus integrantes viajaron a Cuba y la Unión Soviética, países donde fueron entrenados por funcionarios oficiales como cuadros político-militares, capacitados para dirigir guerrillas móviles rurales y urbanas.

    Para completar el complejo entorno de aspiraciones políticas diversificadas, el populista y oportunista Movimiento Revolucionario Liberal (MRL) encabezado por Alfonso López Michelsen, que albergó en su seno por igual a liberales izquierdistas y militantes comunistas irrumpió en el escenario nacional como una propuesta ágil e innovadora.

    El MRL fue preconcebido según la demagógica exposición de su jefe e inspirador para cambiar el viejo modo de vivir en Colombia, en abierta rebeldía contra los acuerdos bipartidistas del Frente Nacional, que en la búsqueda de la paz entre liberales y conservadores, previó la alternación del gobierno durante cuatro periodos de cuatro años cada uno. Igual que los demás grupos terroristas que han delinquido en Colombia desde 1964 en adelante, el Eln originó parte de sus estructuras en el Partido Comunista Colombiano.

    Los fundadores del Eln Víctor Medina Morón, los hermanos Manuel, Antonio y Fabio Vásquez Castaño, José Ayala, Heliodoro Ochoa, Heriberto Espitia, José Merchán, Ricardo Lara Parada y Luis Rovira, primero militaron en el Partido Comunista y dentro de esa organización política, estructuraron en sus mentes y espíritus el virus de revolucionarios armados, que en concordancia con sus proyectos los llevaría a la toma del poder político por medio de la violencia, producto de la teoría de la combinación de todas las formas de lucha.

    Los avezados creadores del Eln fueron expulsados del Partido Comunista, porque según los criterios del Comité Central, los inspiradores del Eln constituían un grupo disímil integrado por seudo-revolucionarios aventureros y extremo-izquierdistas.

    En menos de cuatro años, los creadores del M-19 y el Epl sufrieron similar experiencia discriminatoria por parte de los dirigentes comunistas colombianos, cuyo propósito era tener a las Farc como único ejército sujeto a las directrices del Partido Comunista.

    El espejo cubano

    Algunos de los creadores del Eln viajaron en 1961 a Cuba, como integrantes de la Brigada José Antonio Galán.

    De regreso a Colombia en 1963 y ya convertidos en jefes terroristas se fusionaron con el MRL, sindicalistas petroleros de Barrancabermeja, miembros de organizaciones campesinas politizadas y células izquierdistas de estudiantes de la Universidad Industrial de Santander.

    Eduardo Franco Isaza antiguo jefe de las guerrillas liberales de los años cincuenta y comienzos de los sesenta en los Llanos Orientales, Jefe del Movimiento Obrero Estudiantil Colombiano (MOEC), pretendió asumir la dirección del naciente Eln con la anuencia de Fidel Castro, quien estaba convencido que el Moec era un grupo sólido que asimiló los lineamientos políticos de la revolución cubana.

    Pero, Fabio Vásquez Castaño campesino quindiano de origen liberal y luego activista de la Juventud Comunista, cuasi analfabeta, víctima de la común orfandad que produjo la violencia bipartidista de la década anterior, enceguecido por el ansia de vengar con sangre la muerte de su padre, no aceptó la propuesta del Moec, y tomó las riendas del grupo armado, donde impuso su carácter férreo, implacable y extremista.

    Bajo la estricta orientación de Fabio Vásquez los campesinos e intelectuales recién incorporados al Eln, recibieron entrenamiento de guerrillas en el Cerro los Andes en la periferia de San Vicente de Chucurí.

    El entusiasmo de Fabio Vásquez para invitar a los demás compañeros a realizar acciones armadas fue contagioso y peligroso a la vez.

    Así estipuló como regla primordial para purificar al Eln, el asesinato de compinches y campesinos señala-dos a su arbitrio, como traidores de la revolución.

    El general Hernán Hurtado Vallejo, comandante de las tropas que golpearon con mayor contundencia al Eln en 1973, puntualizó rasgos característicos de la personalidad de Alejandro:

    —Resulta curioso y extraño que una persona de un nivel cultural tan bajo, hubiera sometido a su voluntad a sacerdotes como Camilo Torres, Manuel Pérez, José Antonio Jiménez, Domingo Laín, y Luis Carlos Zabala; o, a médicos, a estudiantes universitarios, y a tantas otras personas que continuaban a su lado, pese a ser testigos excepcionales de los fusilamientos y desmanes ordenados por Fabio Vásquez Castaño contra sus compañeros de andanzas—

    Sin duda el consecuente complejo de inferioridad producto del escaso nivel académico y cultural, era suplido por Alejandro mediante la obsesiva aplicación del código de terror interno, utilizado por los cabecillas para mantener la cohesión y disciplina dentro de las cuadrillas, como aún sucede en el Eln.

    Tanto la vestimenta de Fabio Vásquez como las actitudes que asumía contra quienes dirigía o contra la población civil, semejan más un bandolero del estilo de Chispas, Tarzán, Desquite, Sangrenegra, Tirofijo o Charronegro, que a las del líder marxista-leninista que pretendió encarnar.

    El número de integrantes del Eln en San Vicente de Chucurí aumentó en proporción directa a la presencia de la cuadrilla inicial.

    Entretanto Juan de Dios Aguilera dirigente sindi cal de la Federación de Trabajadores Petroleros organizó las redes urbanas del Eln en Barrancabermeja, debido a la simpatía que despertó el grupo armado dentro de esa organización obrera.

    Desde esa época los sindicatos petroleros han sido vitales para la subsistencia del Eln.

    Entorno social, político y económico del área

    Como ya se anotó, Fabio Vásquez ingresó al Eln empecinado en vengar la muerte de su padre, asesinado por conservadores en el Viejo Caldas. Como militante liberal ingresó al MRL que tenía contactos con dirigentes comunistas interesados en promover grupos terroristas.

    Inmerso en las instrucciones de Alfonso López su antiguo jefe político para derrocar el sistema bipartidista del Frente Nacional, Fabio Vásquez se dirigió hacia el área rural de Miraflores-Boyacá con el fin de organizar un grupo armado debido a que el Partido Comunista tenía adoctrinada la población civil de esa región, pero la idea no fructificó allí.

    Un grupo de jóvenes aventureros incorporados a la misma cuadrilla, realizó el análisis socio-político, para decidir si asentaban un embrión del grupo armado en los Llanos Orientales, en el Tolima o en el Sur de Bolívar.

    Ante las dificultades financieras, los guerrilleros se desplazaron hacia San Vicente de Chucurí, donde organizaron las primeras células subversivas.

    Pese a su limitada educación, Alejandro dedicó muchos esfuerzos para convencer a los campesinos que la verdadera lucha no era entre liberales y conservadores, sino de campesinos sin distingo de color político, contra el gobierno de turno.

    Terreno abonado

    Desde comienzos del siglo XX y como consecuencia lógica de la Guerra de los Mil Días, San Vicente de Chucurí soportó el peso de la violencia fratricida, debido a que en esa región sucedieron diferentes enfrentamientos entre rebeldes liberales y tropas conservadoras leales al gobierno del presidente Marroquín.

    Casi tres décadas después en 1929, cuando el liberal Enrique Olaya Herrera rompió cuarenta años de hegemonía conservadora en la presidencia de la república, surgieron en Colombia brotes insurreccionales de campesinos y artesanos del norte del Tolima, autodenominados los bolcheviques del Líbano.

    Los rebeldes tolimenses extendieron su radio de acción hasta el Chucurí santandereano, dirigidos por el Partido Comunista Colombiano, inclinado a multiplicar los logros de la revolución bolchevique de Rusia en 1917.

    Aunque no fructificó la revolución obrero-campesina tolimense, quedó sembrada la semilla de la inconformidad y la invitación al alzamiento armado de campe sinos, estimulados por los promotores de la combinación de las formas de lucha para alcanzar el poder político.

    Diecinueve años después de ocurridos los brotes de rebelión inspirados por los bolcheviques del Líbano, se agudizaron los problemas de la enquistada violencia bipartidista, con ocasión del caudillo liberal Jorge Eliécer Gaitán.

    Las familias Meneses, Flórez, Ochoa y Rodríguez Bautista residentes en la vereda La Fortuna de San Vicente de Chucurí, que ya integraban redes clandestinas pro-subversivas, organizadas en las zonas rurales por el Partido Comunista, para construir a largo plazo la revolución agraria armada, se vincularon al llamativo proyecto rebelde.

    La protesta liberal derivada de la muerte de Gaitán se centraba en el rechazo abierto contra el régimen conservador de Ospina Pérez, Laureano Gómez y Urdaneta Arbeláez. Encasilladas en argumentos anti-oligárquicos y antigubernamentales, dichas familias prestaron apoyo a las guerrillas liberales dirigidas por Rafael Rangel. Con el paso del tiempo la agitada vida política y social chucureña, fue escenario del empalme entre los remanentes bolcheviques y los rebeldes liberales gaitanistas.

    Hasta aquel ambiente de ebullición revolucionaria llegaron las consecuencias de la huelga de las bananeras, materializadas con el fortalecimiento de los sindicatos de empleados ferroviarios y petroleros asentados en Barrancabermeja, donde surgieron las primeras comunas integradas por desplazados de la violencia, dirigidos o enviados desde las ciudades por los comisarios del Partido Comunista, con el fin de construir sus redes de apoyo.

    Convencidos que la muerte de Gaitán fue ordenada por el régimen conservador de Ospina Pérez, el Partido Comunista, los gaitanistas del área, los embriones revolucionarios que años más tarde constituirían el Eln, organizaron en el Chucurí las estructuras logísticas útiles para apoyar cualquier tipo de guerrilla que se levantara en armas contra el gobierno nacional.

    La versión de Gabino sintetiza el proceso de cómo evolucionó el núcleo inicial de apoyo al naciente movimiento terrorista:

    —El Eln nació rodeado por gente que lo acompañaba. Por eso motivo pasamos seis meses en la clandestinidad. Los campesinos nos apoyaban con remesa e información, pero el aporte cubano al proceso fue muy importante—

    —Primero por la experiencia que vivieron allí los compañeros. Segundo, porque Cuba necesitaba en ese momento para su futuro socialista, que se desarrollaran y fortalecieran otros procesos revolucionarios en América—

    —Por eso, los cubanos contribuyeron bastante al desarrollo de la lucha armada latinoamericana, capacitando hombres, prestando su territorio para la formación y manteniendo relaciones con todos los movimientos insurgentes de América Latina, que se estaban creando en Colombia, concretamente con el Moec, el Fuac, las Farc y el Eln, entre otros. En el país entero se respiraba ambiente de conflicto—

    En conferencia dictada en 1973 a los alumnos de la Escuela Superior de Guerra, el brigadier general Ramón Rincón Quiñónez, entonces comandante de la Quinta Brigada del Ejército, afirmó:

    —La aparición en el departamento de Santander de politizadas organizaciones de labriegos, conocidas como ligas campesinas, manipuladas y orientadas desde Barrancabermeja, dieron pie para que en la región occidental del departamento, en el área comprendida entre La Paz, la Serranía de los Cobardes y el río Magdalena hubiera inestabilidad política y crecientes síntomas de conflicto armado, ya que existía influencia comunista en los sectores de San Vicente de Chucurí, Cerro Los Andes, Yarima, Papayal, San Rafael de Lebrija y línea del ferrocarril—

    Visión estratégica a un corazón geopolítico

    Los cabecillas del entonces incipiente Eln tuvieron varias razones para escoger el departamento de Santander, como el epicentro para cometer las primeras fechorías.

    En la región subsistían rezagos de las guerrillas liberales de Rangel, pero no existían cuadrillas de bandoleros similares a las que asolaron los departamentos de Valle, Quindío, Tolima y Huila, que pudieran confundir al campesinado acerca de los ideales del Eln en contraste con los bandoleros sin Dios ni ley.

    La topografía de la región bifurcada por el río Magdalena, pero unida por intereses políticos, sociales, económicos y culturales coincidentes.

    Alberga un corazón geopolítico que enmarca condiciones óptimas para conducir la guerra de guerrillas, con relativa probabilidad de prolongada supervivencia, debido a que allí confluyen los límites de los departamentos de Antioquia, Bolívar, Santander y Cesar.

    Por lo tanto, ocurren inconsistencias entre las jurisdicciones políticas, administrativas y militares, las cuales dificultan la concreción de planes integrales cívico-militares para combatir los grupos narcoterroristas que gravitan en la zona.

    A largo plazo los cabecillas del Eln pretenden controlar un vasto y rico territorio, con eje de despliegue estratégico de la Serranía de San Lucas, en una especie de imitación de lo que significó la Sierra Maestra para la dictadura cubana.

    Las razones: Desde la intrincada serranía se puede proyectar el control intimidatorio clandestino en lo geográfico y lo humano del comercio sobre los ríos Magdalena y Cauca, a la par con la intimidación y el chantaje contra los mineros del nordeste antioqueño en Caucasia, Nechí, El Bagre, Segovia, Amalfi, Anorí y Remedios.

    En ese entorno geopolítico, Barrancabermeja puerto petrolero enclavado en el corazón del Magdalena Medio, es el polo urbano que atrae comunidades flotantes en busca de fortuna laboral.

    En la calurosa ciudad los sindicalistas infiltrados por el Eln y las Farc dentro de la refinería de Ecopetrol están

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