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X de Sodoma: Duología completa
X de Sodoma: Duología completa
X de Sodoma: Duología completa
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X de Sodoma: Duología completa

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About this ebook

Jonna nació un Terminante.
Desde el momento que nació su planeta reaccionó violentamente a él; sólo el toque de los rayos del sol sobre su piel casi destruye el mundo. Su destino fue sellado desde su nacimiento y fue exiliado del resto de la humanidad. Jonna nació un Terminante; conectado a su planeta y con el poder de juzgar y escoger el destino final de su mundo. Han nacido Terminantes en toda la galaxia, pero se creía imposible que naciera uno en el planeta de origen.
El conteo ha comenzado porque el Terminante de La Tierra ha nacido, y el día de juzgar ya está cerca.

LanguageEspañol
PublisherK.R. Columbus
Release dateJun 15, 2012
ISBN9781476378381
X de Sodoma: Duología completa
Author

K.R. Columbus

Born August 4, 1982 in Mayagüez, Puerto Rico, K.R.Columbus [Kemuel Ríos Colón] is a prolific Puerto Rican Science Fiction and Fantasy author, with more than twenty novels, and young adult books sold all around the world. With novels that have reached the top 50 charts in England and Australia. Before becoming a writer, he trained to be a sumo wrestler for four years. Currently lives in Puerto Rico reading good books, drinking coffee, enjoying rare music, and obscure Cinema. To contact the author – antiquarianage@gmail.com

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    X de Sodoma - K.R. Columbus

    X de Sodoma – Duología Completa

    Por Kemuel Ríos Colón

    Copyright 2012 Kemuel Ríos Colón

    Smashwords Edition

    This ebook is licensed for your personal enjoyment only. This ebook may not be re-sold or given away to other people. If you would like to share this book with another person, please purchase an additional copy for each recipient. If you’re reading this book and did not purchase it, or it was not purchased for your use only, then please return to Smashwords.com and purchase your own copy. Thank you for respecting the hard work of this author.

    1ra Edición Copyright 2012 Kemuel Ríos Colón

    Este libro está disponible en inglés bajo el titulo -

    Sodom’s X – The Complete Duology by K.R.Columbus.

    Otros libros por Kemuel Ríos Colón

    (Títulos y fechas pueden cambiar en cualquier momento)

    X de Sodoma (Duología)

    1 - Una canción para el Fin

    2 - El Mundo Termina por Ti

    Duología Completa

    Los Tesoros de Shamarkanda (Serie)

    1 - Vagantes a Shamarkanda (verano 2012)

    Aposento del Rey Montañés (Otoño 2012)

    Seremos Como Dioses (Serie)

    1er Testamento - Sueño Vestigial (invierno 2012)

    (Esta colección incluye la duología completa el libro 1 – X de Sodoma – Una Canción para el Fin y X de Sodoma – El Mundo Termina por Ti.)

    -Esta lista de música es para aquellos que deseen crear una banda sonora no oficial de la duología para su deleite personal. (Apoyen a los artistas y bandas que les gusten comprando sus álbumes y productos.)

    Anthem of our Diying Day por Story of the Year -Tema de la Duología-

    Let the Flames Begin" por Paramore -Tema de los terminantes-

    Lonely in Gorgeous por Tommy heavenly6 -Tema de la fiesta de Julián-

    Animal Instinc por The Cranberries -Tema de Jonna-

    I'm with You por Avril Lavigne -Tema de Alaias-

    Fiction – (Dreams in Digital) por The Orgy -Tema de Julián-

    Arise por Flyleaf -Tema de Parini-

    We're not Alone por Coldrain -Tema de amor de Deria y Diuro-

    Taking Back Control por Sparta -Tema de Deria-

    In the Shadows por The Rasmus -Tema de Deliah-

    Pale por Within Temptation -Tema de Namay-

    Lying is the Most fun por Panic at the Disco! -Tema de amor de Jonna y Rongo-

    Famous Last Words por My Chemical Romance -Tema de Ícaro-

    If Only por Hoobastank -Tema de Rongo-

    Never Alone por BarlowGirl -Tema de amor de Namay y Deliah-

    Joga por Bjork –Tema de Diuro-

    Por Kemuel Ríos Colón

    -MAPAS E ILUSTRACIONES-

    -SOMORRA-

    1 – Escotilla de embarque olvidada.
    2 – Enfermería y cuartos médicos.
    3 – Catedral principal.
    4 – Zona de Cuarentena.
    5 – Dormitorios principales.
    6 – El Templo.
    7 – Área de los baños
    8 – Salones de clase.
    9 – Muelles de embarque principal
    10 – Pasillo secreto de Rongo.
    11 – El Ojo del Cielo
    12 – El Parque Carnaval.
    13 – Dormitorios de los Parleros.
    14 – Muelle de acople escondido.
    15 – Área de restaurantes y comedor
    16 – Torre de observación.
    17 – Centro de Comunicaciones.
    -Hablo a su vergüenza. ¿Qué no saben que juzgaremos ángeles?, que los santos juzgarán este mundo…
    -La Biblia

    Capitulo Uno

    -Jonna; El Terminante-

    Hay algo que cuelga en los vestigios de nuestra existencia, un sentir suspenso que nos llena al ser queridos y amados por algún alma. Se podría decir que tal sentir estuvo presente en el día que Jonna nació; sí, fue amado, pero los eventos que transcurrieron después de su nacimiento marcaron por siempre su vida, y las vidas de aquellos que le amaban.

    -¿Qué nombre le pondrás?- Pregunta la enfermera.

    -Jonna; justo como su tío. Sabes, él murió en la guerra santa.

    -Ese es un buen nombre, un nombre fuerte.- La enfermera le asegura a la orgullosa madre mientras le entrega el recién nacido.

    Jonna nació justo al mediodía. Un pequeño bebé regordete con suficiente energía en su cuerpecito para sobrevivir el mundo. Esto pensó su madre en el momento que el niño fue colocado en sus cansados brazos. Por un largo momento siente el peso del recién nacido.

    -Dejadme verlo, abre las cortinas para poder verle con mejor claridad.- Ésta dijo en un hilo de voz temblante.

    Con el sonido de la voz de su madre el bebé comenzó a reír, tan hermoso era aquel reír que la enfermera dio un giro para ver mejor al bebé, mientras su mano toma la sedosa esquina de las cortinas.

    -Qué risa tan placentera, será divertido tenerle cerca cuando uno se encuentre en apuros. Poniendo a todos felices con su sonrisa, yo…

    Antes de terminar su línea de pensamiento la enfermera aló las cortinas. Mucho antes que la luz tocara el bebé algo horrible ocurrió con el mundo. En el momento que el primer hilo de luz penetró el cuarto el bebé comenzó a llorar, a gritar con tanto dolor que su madre no pudo aguantarlo, era como si la piel del bebé súbitamente se hubiese tornado tan caliente como el fuego. El bebé rodó hasta el suelo sobre una frisa y cayó con un sórdido sonido que liberó terribles gritos provenientes de la madre y enfermera. En una situación normal esos gritos hubieran sido porque el bebé cayó al suelo, pero no esta vez. Los gritos y suspiros que escaparon de sus labios estaban allí por otra razón. Porque en el momento que la luz tocó la desnuda piel del bebé está comenzó a mancharse; haciendo nacer un tatuaje. Antes que el tatuaje fuese terminado sobre la espalda del bebé la enfermera ya había marcado el símbolo de Dios sobre su frente, pero nunca estaría lista para lo que sabía se aproxima.

    -¡No! ¡Noooo!- Cubriendo su dolor con sus manos la madre gritó, terminando aquello con un chillido de desesperación. -¡Noooooooo! ¡Maldita yo por recibir esta maldición, este sortilegio! ¿¡Por qué yo entre todas las madre!? ¿¡Por qué yo!?

    Su pregunta no estaba dirigida a Dios, ni a nadie en lo alto. En realidad aquello ni era una pregunta; aquello era un clamor de suma desesperanza para si misma; la que sus sueños ahora yacían roto en sólo un instante.

    Sólo tomó un segundo para que aquel tatuaje se plasmara permanentemente en la espalda del bebé; sobre sus hombros desnudos ahora estaban las marcas de un terminante; dos hermosas alas negras con un triangulo en el centro, y dentro del triangulo El Ojo que Todo lo ve.

    Ambas mujeres se petrificaron donde estaban, habían escuchado historias sobre los terminantes nacidos en otros mundos, los cuentos de su propósito y qué esperar ante su nacimiento. ¿Pero qué harían ahora? El bebé no les dio tiempo para pensar o hacer nada, porque en aquel instante el bebé agarró con su mano la mera tela de lo invisible, y como si tomara del vacío ellas vieron una red de luz ser expulsada de su minúscula mano. Una vibración siguió aquella red de luz. Jonna había tocado la vida y energía del planeta, porque en aquel momento aquella leve vibración comenzó a ser imitada por el mundo entero. Era como si todas las partículas que forman la existencia estuvieran súbitamente horriblemente inestables.

    La Cemíca es una composición de materiales muy resistente que es utilizada para construir. Con la Cemíca se construye casi todo. Este material se siente como una mezcla de la cerámica con el plástico. La Cemíca amplifica la luz, y si es necesario puede mantener un edificio caliente o frío dependiendo de las especificaciones impuestas sobre el material antes de su construcción. Que un edificio de Cemíca reaccione a un terremoto es algo insólito, después de todo la Cemíca es el material más estable construido por la mano del hombre, pero decir que en aquel momento reaccionó es bajarlo de categoría en proporciones infinitas.

    Los edificios se mecían y temblaban tan terriblemente que las mujeres paralizadas no sabían si el fin había llegado.

    (¿Qué puedo hacer? Debo salvar mi vida, debo hacerlo de alguna manera.) Esta pregunta estaba en la mente de la enfermera mientras la mirada de la madre se perdía en la lejanía de la inestable ciudad, y al irse su mirada un poco después su mente la siguió.

    Fue como si su mente se hubiera ido, la madre se veía en paz, sí, pero esta paz era una paz inquietante.

    Como si una bala perdida le hubiese alcanzado la cabeza una respuesta vino a su mente.

    Parándose como un árbol apunto de caer la madre jaló las cortinas con todas sus fuerzas; anillos de cortina volaron en todas direcciones. Justo cuando lo peor estaba apunto de comenzar ella colocó la cortina sobre el desnudo cuerpecito del bebé. Para la madre aquella cortina tomó eternidades en tocar la piel de su bebé.

    Un gran suspiro fue escuchado, no fue la enfermera la que suspiró, ni la madre; fue La Tierra misma la que suspiró. Justo en el momento que el mundo se calmó la enfermera comenzó a sollozar justo en el momento que gritos y clamores fueron escuchados provenientes de los otros cuartos del hospital.

    Un acontecimiento como éste nunca había ocurrido en la historia de La Tierra, terremotos sí, pero el sentir de vacío y desesperanza que prosiguió fue demasiado grande; algo que no se podía limpiar; era como una mancha de sangre.

    En el momento que la cortina fue colocada sobre él, su mundo fue dividido, él ya no les pertenecía a ellos, ni ellos a él; porque sus muertes fueron marcadas por su llegada. Debajo de la cortina el bebé no conocía el destino que se le había impuesto sobre sus hombros; algo más grande que él. Un destino que le separaba del mundo como un velo eterno. Bajo la cortina el bebé ríe al creer que todo es un juego, algo que al terminar culminaría con una lluvia de besos y abrazos.

    Sonríe Jonna, sonríe por los días que vendrán, por los años que se arrastraran sobre tu existencia.

    Los días vinieron y los años se arrastraron. Aquel día bajo la cortina fue el primer y el último de sus días bajo la luz del día, y bajo la calidez de su madre.

    El gobierno se encargó de Jonna; le otorgaron un lugar donde vivir, comida, una educación con los mejores maestros virtuales; pero nada más.

    ¿Y qué del amor? Sí. ¿Qué del amor?

    Déjenme contarles un pequeño secreto. No importa cuan sola esté una persona en este mundo, el mundo siempre encuentra una manera de proveer a ese individuo con una saludable dosis de amor. Algunas veces las cosas no salen como deben y algunos no tienen lo suficiente, pero el amor siempre está allí, el sentir primordial, bajo capas y capas de protección. Siempre estará allí.

    El encargado de cuidar de Jonna era un joven llamado Ícaro Valentin; y tenía sólo veinte años cuando tomó el trabajo; ahora casi tiene treinta y seis. Ícaro fue seleccionado porque él es un enfermero especializado en cuidar niños; y también porque su madre está a cargo de Enkidu; el programa que preteje a Jonna. Aparte de ser su hijo, Elizabeth Valentin sabe otra cosa sobre Ícaro que le ganó el trabajo; que él es un joven muy gentil y bondadoso, que sabe cómo tratar a su prójimo. ¿Qué mejor persona para este trabajo?

    Para enfrentar la verdad cara a cara, ella tenía sus dudas en los primeros años del proyecto, pero al ver crecer a Jonna vio que había tomado la mejor elección. Aunque en parte esté arrepentida.

    -Hijo, no te encariñes con él, si lo haces estás destinado al dolor. Ya sabes cual es el futuro de ese niño.

    Su voz fue escuchada sólo por el viento, y eso la hizo feliz. Ahora, después de dieciséis años La Tierra todavía se encuentra a salvo al igual que Jonna. ¿Pero por cuánto tiempo?

    ………….

    Nadie les vio venir de las profundidades del espacio, ningún sistema de seguridad planetaria captó su nave al entrar en la atmósfera de La Tierra. Durante la noche una solitaria nave infiltró La Tierra y aterrizó exactamente sobre Enkidu; el edificio secreto donde mantienen a Jonna. Para los pocos que vieron aquella nave les parecía un templo, porque todo su diseño parecía haber sido esculpido en piedra. Todas sus formas eran sublimes con todas las líneas de ensamblaje brillando en colores saturados azul y púrpura.

    Ya era demasiado tarde cuando Elizabeth Valentin y su equipo se percataron de lo que sucedía. Sin esperar mandó tropas para proteger la escotilla principal de Enkidu; pero para entonces ya era demasiado tarde.

    Llegaron como adiestrados por serpientes y entrenados por sombras.

    -Deténganse allí, esto es un edificio privado del gobierno.- Gritó uno de los guardias con un arma lista para disparar a las figuras blancas que se acercaban por el pasillo.

    En medio segundo los guardias que ella había enviado estaban gimiendo de dolor al pie de la escotilla principal que lentamente se estaba abriendo por si misma. Aquella escotilla lleva a las profundidades del complejo subterráneo de Enkidu, donde sin percatarse Jonna era prisionero.

    Sin ninguna otra opción a su disposición Elizabeth decidió abrir las escotillas hacia las profundidades, para poder interceptarlos a mitad de camino; después de todo ella había estado esperándoles por los últimos dieciséis años. Antes que dijera cualquier palabra sus dos visitantes hablaron en unísono.

    -No pueden encerrarle por siempre; por cosas así se paga…un precio.

    -Sabemos lo que estamos haciendo, no le hemos estado escondiendo. Hemos estado protegiéndole de lo que le espera afuera de este lugar.

    -¿En serio?- La figura bufa. -¿Y por qué no le dejan juzgar esto por si mismo? Ya saben cual es su destino, estamos aquí para asegurarnos que pueda cumplir su cometido, su destino. Ese es nuestro designio, nuestro propósito.

    -La Sociedad de los Terminantes.- Ella saborea sus propias palabras.

    -Eso es cierto…- Bufan las figuras.

    En donde ella estaba parada no se podía ver bien a los parleros de La Sociedad de los Terminantes, pero ella sabía que estaban vestidos con trajes blancos que cubrían completamente sus esbeltos cuerpos, mientras en sus cabezas llevan corvinas máscaras de Cemíca con el diseño en el centro de un triangulo con El Ojo que Todo lo ve. En el área donde la boca se supone está la máscara se torna un pico de cuervo.

    Nadie está seguro si los parleros son seres humanos, algo está horrendamente mal con la forma que se sienten sus presencias; dan la impresión de estar sobre poblados; como si cada cuerpo poseyera una legión de seres. Estar frente a éstos uno se siente débil y minúsculo ante tanto poder y grandeza. Conocer a un parlero es como conocer a una criatura salvaje; algo sin domesticar. Pero Elizabeth sabía que tenían que ser seres humanos, después de todo no existen otros seres en esta área del universo que estén infectados con el Virus del Jardín del Edén.

    -¿Se lo llevaran ahora, sin preámbulos ni preparaciones?

    -Sí, ese es el propósito de nuestra visita.- El parlero principal le contesta.

    -Tengo órdenes de mantenerlo aquí a salvo, pero por lo que veo no hay manera de detenerlos. ¿Verdad?

    -Lo que desean mantener a salvo no es a él o a ella…

    -Es un joven.- Ella añade con su frente fruncida.

    -El punto es, que lo que su gente protege no es al terminante.

    -Ese punto es obvio y de más en esta insolente conversación. Ni siquiera nos hemos presentado formalmente.- Ella murmuró mientras mira a las figuras, con braveza pero muy asustada.

    -Los nombres no serán necesarios, ésta será la última vez que nos veremos. Esta noche él vendrá con nosotros.

    -Él no sabe nada.- Ella dijo en terror pero firme de voz.

    -¿No sabe nada? ¿Y en qué fundación le retienen aquí? ¿Qué putrefactas mentiras le han contado sobre su existencia?

    -Conoce tan poco… lo único que le dijimos era que el mundo fuera de esta institución no era para él.

    -Cruel y sin escrúpulos. No me extraña que allá nacido en este mundo.- La criatura dijo.

    -No todos somos crueles…- Ella añadió; fatigada por su presencia colectiva.

    -No. Después de todo él no es uno de ustedes.

    -¿Podemos por lo menos dejarle saber esta noche? Mi hijo le puede contar. El le tiene mucho cariño.

    -Amor…el amor es algo que su mundo tiene a su favor, pero no les salva de la balanza. Díganle, díganselo con la mayor de las gentilezas. ¡Desembarcamos a media noche!

    No tuvo tiempo de decir más, en el momento que la criatura gritó medianoche sus blancas figuras se desvanecieron en un aletear de blanco; como el sacudir de un paño.

    …………

    Jonna creció y llegó a ser algo grueso, extremadamente pálido, pero fuerte. Sus rizos color azabache le tornan más pálido de lo que en realidad es por naturaleza.

    Al despertarse aquella noche Jonna vio que su vida era diferente, algo había cambiado. Al frotarse los ojos él notó dos cosas que afirmaban la diferencia, la escotilla de sus aposentos estaba completamente abierta; y esa es una escotilla que nunca está abierta. La otra cosa es Ícaro se encontraba sentado en una silla en frente de su cama sus ojos estaban rojos y rebosando de lágrimas a las que trataba de retener. Jonna le había visto llorar antes muchas veces, pero él sabía que esta vez era diferente, y la diferencia se estaba amontonando en su pecho como un objeto pesado. Mucho antes que el otro le dirigiese una sola palabra, ya él sabía que algo andaba mal.

    -Buenos días Jonna.- Ícaro dijo entre rasgados respiros.

    Era claro que Ícaro estaba tratando de esconder su dolor, pero no había nada que podía hacer; aquel dolor se filtraba por sus poros como si fuera sudor, de la misma manera que no existe un cáliz que pueda contener el mar.

    -Tenemos que hablar…

    -¿Por qué lloras?- Le pregunta Jonna.

    -Alguien ha venido a recogerte.

    -¿Alguien de afuera? ¿Es mi madre?

    -No, son unos enviados de una escuela.

    -Una escuela… ¿Voy a ir a una escuela en el exterior? ¿Pero cómo? No puedo tocar la luz del sol.

    -No conozco mucho sobre ella Jonna, pero es una escuela especial; no se encuentra en La Tierra.

    -No está en La Tierra…- Sostuvo su aliento.

    Las palabras se repetían dentro de su ser, profundamente y con verdad, hasta el punto que entendió porque Ícaro lloraba. Él ya conocía la verdad, pero su corazón le jugaba trucos, trucos que ocultan la verdad. Trucos que le ciegan.

    -¿Vienes conmigo, verdad?- Jonna pregunta con fútil velo.

    -Jonna, no puedo; sólo pueden tomar gente como tú a donde van.

    -¿Gente como yo?- Un dedo dividió las arenas de su alma.

    Los insignificantes espacios que le dividen súbitamente se tornaron inmensos en el momento que la pregunta deja sus labios atrás, fue como si un gran evento que siempre había estado allí en secreto se hubiera revelado por un presente al que no se puede detener. Pero como sea, una parte de si no podía reunir las piezas de información que se le estaban dando, no podía tomarlas y unirlas por si mismo para formar la imagen completa. Todos los años perdidos en escondite, las muchas preguntas sin respuestas y lo inevitable de todo el caso estaba apunto de ser desmoronado por unas cuantas palabras, y él en su desnuda humanidad sólo teme mientras los segundos se conglomeras entre la pregunta y la inevitable respuesta.

    -Nunca te he mentido Jonna. Una vez te conté que eras especial, alguien diferente al resto.

    -Sí, pero no comprendo. Tú eres especial también.- Dijo al acercarse y poner una mano en la cara velluda de Ícaro.

    -Jonna, cuando naciste llegaste a este mundo con un don especial; naciste unido a La Tierra. No sabemos cómo, ni por qué, pero ya a pasado antes en otros mundos. Sea sólo un toque del sol y morirías; eres tan sensitivo a nuestro sol que te puede matar, y en ese proceso destruirías a La Tierra y a todos los que habitamos en ella.

    -Por eso es que mi madre me abandonó.

    Junto al significado de estas palabras Ícaro podía ver un torrente de memorias sin fundamento, una vieja cinta de película que constituye su vida, actuando la oculta y sin contar historia sobre su madre. Ya habían hablado de ella, y sobre su padre en el pasado, pero después de todo no eran nada más que sombras en una falsa trama llena de agujeros y eventos mal escritos.

    Aquella película comenzó a derretirse, a desvanecerse lentamente ante un telón en negro lleno de colores opacos y luces al máximo furor. Lentamente pero cierto aquella película estaba siendo reemplazada por el frío y oscuro sentir de la verdad.

    -Jonna, no sé mucho sobre tu madre, y lo que te dije de ella, me lo dijo a mí la mía. Eso ya lo sabes.

    -Lo, lo sé.- Jonna tartamudea al tomar un espacio hacia atrás antes de sentarse en su cama.

    -No tengo todas las respuestas, pero sé que los parleros sabrán mucho más sobre ti de lo que nosotros sabemos.

    -¿Habrá otros como yo? ¿Cómo nos llaman?- Jonna preguntó, con miedo a la respuesta.

    -terminantes

    -¿Y cuándo nos…yo, me iré?

    -Esta noche…

    ………….

    Ícaro ya se había ido cuando Jonna comenzó a empacar sus pertenencias, era fácil hacerlo; tenía pocas pertenencias, después de todo, sus cosas le pertenecen al gobierno de alguna forma u otra. Con sus ojos un poco hinchados y con una expresión estoica tomó su ropa interior y la dobló lo mejor que pudo para guardarla en su mochila. Sólo tomó unos diez minutos, diez largos minutos llenos de fatiga, reinados por su rota disposición.

    -Ya es hora de partir a la oficina principal; allí esperaras con Elizabeth y su hijo.- Era sacrilegio escuchar a un soldado referirse a Elizabeth sin honoríficos y rangos, pero aquella era la única manera que Jonna le podía entender, porque él no sabía nada de rangos militares.

    En el momento que los dos toscos guardias vinieron a buscarle, él se encontraba en frente de la escotilla principal de su cuarto; aquella escotilla que nunca estaba abierta para él. Aquella escotilla sólo se habría para Ícaro, y aquella escotilla era el limite de su reino. Ahora se encontraba en el borde de lo que se encontraba allí y era algo temible. Era casi como si las paredes quisieran tragarle con su lenta respiración; tratando de tragar su alma.

    Vestido con un abrigo de temperatura regulada con manguillos largos color carmesí, y con unos pantalones Cargo color crema Jonna puso sus manos contra su frente y respiró profundamente. Sintiéndose pequeño y muy vulnerable Jonna se abrazó el pecho al comenzar a caminar a través de la escotilla; un soldado le acompañaba en cada esquina. Los soldados siguieron caminando sin darse cuenta que Jonna se había detenido ante la escotilla. Sólo al llegar a la escotilla percibieron que el no les seguía, y con miradas vacantes le observaron.

    Respirando una bocanada de aire frío Jonna sintió su aliento fallecer, y como si estuviera conectado a sus brazos y piernas comenzó a sentirse débil. Frotándose las manos caminó como un esclavo, como un prisionero que está cerca de su fin, aguantándose a las pocas memorias que lentamente estaban convirtiéndose en su única esperanza.

    A Jonna siempre le han gustado los abrigos de uno o dos tamaños más grandes de su tamaño habitual, el espacio extra le hace sentir cómodo y libre, pero esta noche esto le trae poco consuelo.

    -Sólo síguenos, y no te alejes.- Dijo uno de los guardias al ver a Jonna mirar a ambos lados del pasillo.

    El pasillo era largo y construido de Cemíca color crema, adornada con líneas de luz azul en las esquinas de los muros. El pasillo se sentía desolado y vacío; como un hospital sin sus pacientes.

    Después de un rato los soldados decidieron caminar detrás de Jonna; no podían dejarlo vagabundear, y con aquella nueva posición Jonna comenzó a caminar. Si alguien le hubiera visto hubieran dicho que no caminaba, sino que se tambaleaba pisada por pisada hacia su destino. Y aunque los soldados no podían verlo, y más importante sentirlo, para Jonna aquella caminata era como ser arrancado del vientre de su madre, tripa, por tripa y así volviéndose más y más frío en el proceso.

    Su derredor no cambió mucho al llegar a la escotilla de la oficina central; que se abrió lentamente al detectar a Jonna. En su interior él podía ver a Elizabeth leyendo unos papeles ópticos, mientras su hijo mira a Jonna; su mirada era fría, y en su estado actual esto fue desastroso para el joven terminante.

    -Vamos, entra.- Uno de los guardias dijo antes de marcharse.

    Su mirada se quedó en aquellos soldados, él nunca les había visto antes, pero utilizando la lógica él sabe que siempre han trabajado en Enkidu; ese pensamiento le frisó la mirada en una lejanía incierta. Pero él sabía que no debía guardarles rencor, él conocía lo que se esperaba de un soldado por lo que había aprendido en los monitores de partículas aceleradas que cargaba en su ropa; ellos son una parte del todo, como un brazo es parte de un cuerpo. Él sabe que ellos sólo deben cumplir con su trabajo como el cuerpo manda; eso es lo que escogieron, eso es lo que son. Sólo herramientas de la institución.

    -Entra Jonna…- Elizabeth le dijo.

    -Estoy listo lady Elizabeth.

    -Lady… ¿Cuántas veces tengo que decirte que dejé de ser una Lady hace mucho?

    -Es sólo como me gusta llamarla, y como sea, es algo que va bien con su nombre.

    -¿En serio? Veo que mi hijo te enseñó historia antigua. ¿Qué pensaste de ella?

    -Sin punto en sus mejores partes…- Jonna sacude su cabeza hacia la izquierda por un momento cuando un mechón de pelo le cae ante los ojos.

    -¿Por qué?

    -¿Cuál es el punto de recordar la historia, si las futuras generaciones no trabajan para mejorar los eventos que serán recordados en ella?

    -Es todo parte de la naturaleza humana… recordamos, y sermoneamos recordar, pero es todo una farsa, porque es raro que en realidad aprendamos de nuestros errores. ¿Cómo la mujer que se casa con el mismo tipo de hombre abusivo una y otra vez?… no podemos hacer nada al respecto, quizás lo llevamos en nuestra sangre.- Su voz se tornó distante.

    -Madre…- Ícaro la presiona con su voz, dando a ver un punto que sólo ella puede entender, un sutil tono en la conversación, un significado oculto sobre aquel comentario.

    -Sí…sí, lo siento. Por favor Jonna, toma asiento.- Ella le ofrece.

    Lo que prosiguió fue nada más que un largo y arduo adiós, no por falta de importancia, o por algo que faltó mencionar, pero era lo único lógico que se podía hacer. Jonna pasó casi todo ese tiempo jugando River City Ransom y Valis 3 en la pantalla de su abrigo. La mayoría del tiempo ellos ni se daban de cuenta que estaba jugando video juegos, tocando los botones de presión en su camisa o dando comandos con sus ojos, mientras hablaba con Elizabeth sobre la apariencia de los parleros y qué se esperaba de él, de vez en cuando perdía su vista sobre Ícaro.

    -La verdad es, que hay mucho que no sabemos sobre La Sociedad de los Terminantes, o de su mundo, en realidad es mejor así. Aquí en Enkidu estabas soñando, atrapado en un largo sueño sin esperanzas de despertar; por lo menos ahora despertarás. Cuando dejes La Tierra despertarás.

    -Temo que el sueño es el presente, y que lo que pasé aquí era la realidad… ¿Pero quién soy para juzgar mi propia existencia?- Al Jonna decir esto Ícaro le miró fugazmente, pero luego volvió su vista a una pieza de papel óptico que a leído ya cientos de veces.

    Capitulo Dos

    -El exterior Interior-

    La primera cosa que Jonna pensó al ver el representante de La Sociedad de los Terminantes era que ya se encontraba en el punto de no regreso. La verdad todavía tenía problemas en tratar de entender lo que aconteció aquella noche. Y le molestaba la idea que lo que fue su vida ya no existe, con tiempo él tendrá que llegar a términos con su nueva vida. Las cosas estaban cambiando.

    La figura de blanco realizó una reverencia ante Jonna; lleno de admiración; los otros en la oficina sólo pudieron especular sobre esto. En aquel momento Ícaro miró a su madre con preocupación. Desde aquel punto en adelante sabían que las partes que tenían que actuar en la vida de Jonna habían terminado, y que desde aquel instante La Sociedad de los Terminantes se encargará del resto. ¿Pero dejarán de existir en su vida? No importa que piense la gente, Ícaro y su madre siempre estarán en su mente, y quién sabe cuantas veces le susurrarán en la penumbra de la noche que lleva a los sueños, en aquellos momentos que las paredes parecen decir y repetir…soledad y murmullo, cantándole nanas de cuna llenas de enfermedad y nostalgia.

    -¿Estás listo Jonna?- La figura enmascarada preguntó.

    -No, pero partiré con usted.

    -Bien. La línea de embarque está lista. Zarpáremos a tu voluntad.

    Su voluntad no era nada en aquel momento; porque Jonna en aquel momento era sólo un espejismo de si mismo caminando por sueños que se encuentran a punto de desvanecer. Entonces ocurrió. Fue como si alguien le hubiera roto la cabeza con un ladrillo de información, estos eventos eran los cuales él había estado esperando toda su vida. Quizás no de esta manera, pero en lo profundo de su interior él ha estado esperando por esto. Ícaro le había dado amor incondicional; aunque bien pagado, aquel amor es algo que Jonna guardará en lo más profundo de su corazón por toda su vida. El problema es que las cosas han cambiado y estos sentimientos de frío en sus brazos se están transformando en un cosquilleo, en la premonición de un evento advente.

    Viendo que ya era hora, y que el partir no podía esperar más por su virginidad de ser, Jonna puso sus ojos sobre Ícaro y al romper aquella conexión miró al parlero en blanco.

    -Ni la noche, ni el mundo esperarán por mí, es mejor que zarpemos en estos instantes.- En el momento que Jonna dijo esto su visión fue cegada por un torrente de luz.

    Aunque sus acompañantes no pudieran notarlo, aquel momento fue el más difícil que Jonna había tenido que enfrentar en toda su corta vida, el otro momento había ocurrido hace unas horas; pero aquel acto condujo a éste.

    Se sentía casi desnudo, pero en aquel momento entendió que lo había estado desde su nacimiento. Lo único, que aquella noche notó que estaba desnudo por primera vez, como Adán y Eva ante el árbol; donde ellos notaron lo chocante de su desnudez por vez primera. ¿Pero quién culpa a los ciegos por estar ciegos?

    Podía sentir las legiones a su espalda sin poder verles, preguntándose que esconden aquellas máscaras. ¿Eran humanos? ¿Les importa el destino final de la humanidad? En realidad ya no importaba, él está en sus manos, y aprenderá todo lo que pueda sobre ellos, lo que tengan que enseñar; sea una bendición o una maldición.

    Salir de aquel cuarto fue fácil, como entrar en un sueño, pero al llegar a la línea de embarque y ver que Ícaro no corrió tras el, Jonna sintió su pecho pesado y perturbado. La línea de embarque era como un cordón umbilical hecho de un material parecido a la fibra óptica. Parado en frente de la línea vio como la escotilla circular se abrió para dejarle entrar; como si fuese una peculiar válvula. Desde aquella posición Jonna vio como el cordón umbilical conecta a Enkidu con el Templo-Nave.

    ¿Por qué no le habían escoltado por el pórtico principal? Elizabeth sabe muy bien por qué; atentos de asesinato. El caso con los terminantes es que su existencia desafía a toda religión y creencia de la antigüedad; sus vida son el fin de muchas creencias que creían los antiguos. Pero para aquellos que tenían que cambiar no era tan fácil. ¿Cuán lejos llegarías para defender tus creencias, tu religión? Para algunos, hasta el fin es la única respuesta. Elizabeth ya había monitoreado más de cuatro mil atentos contra la vida de Jonna; todos éstos, provenientes de habitantes de La Tierra, de gente que se supone, ni saben de su existencia como un terminante.

    Un secreto es algo demasiado corrosivo como para mantenerse guardado adentro de ti, un secreto te consume el cerebro y comienza a crear agujeros en tu vida, hasta que un día como cualquier otro, sin mucha lógica, todos éstos explotan y se derraman por todos lados; así lastimando a muchos inocentes. Esto sucedió con la enfermera que vio a Jonna nacer; a veces sin ayuda, pero muchas veces por el exceso de alcohol en la sangre. De ninguna manera digo que fue una mujer maligna al cometer este acto, ni con malas intenciones. El punto es que al ver a Jonna nacer ella vio morir todos sus sueños, el quizás se volvió una posibilidad tan mínima que se convirtió más pesada que el secreto, y eventualmente ésta no vio razón en guardarle.

    Todos en la tierra tiene una leve idea de lo que es un terminante, lo que hacen, pero que te digan no es lo mismo que tener que confrontar el problema. Así cuando estos secretos llegaron a ciertos oídos, nacieron intenciones erróneas y una bomba lenta pero segura fue preparada para terminar con la solitaria vida de Jonna. Sea por el fanatismo que puede crear la religión, o el contar en reversa del reloj de tu vida llegando a su fin, al final muchos enemigos aparecieron y siguieron tratando de extinguir su flama; todo esto sin que Jonna supiera que su vida se encontraba en peligro.

    Él se imaginaba que algo andaba mal, la naturaleza y el secreto de su forma de vida eran contrastes fuertes cuando les comparaba con las muchas vidas que podía ver en los monitores. Así él unió cabos y puentes sobre acantilados de información, hasta que Ícaro confesó la verdad de su existencia; en aquel momento sólo pudo escuchar y completar la imagen en su mente. Pero aquella verdad todavía no se había concretado dentro de si, la verdad de su propósito y de lo que tendrá que hacer cuando el futuro se vuelva un ahora.

    Antes de entrar en la línea de embarque Jonna miró al pasillo blanco con luces azules y luego a los parleros de La Sociedad de los Terminantes; le observaban con muda admiración, como si estuvieran esperando que él musitara algo lleno de significado o dolor. Pero Jonna no estaba listo para derramar tales delicias sobre extraños, por lo menos todavía no. Con eso Jonna tomó sus primeros pasos dentro de la línea y siguió caminando, sintiendo la atmósfera del túnel, mirando las luces opacas de la ciudad más allá de la línea de embarque como un colorido telón detrás de la noche.

    Justo cuando estaba apunto de embarcar y pisar el Templo-Nave, aspiró profundamente y luego dejó que su mano tocara el material de la línea cordón; sintiendo su material y como temblaba contra el viento.

    -¿Cuánto tiempo tomará este viaje?- Preguntó Jonna.

    -Sólo unas cuantas horas para que las computadoras en el Templo-Nave hagan las calculaciones necesarias para llegar a nuestro destino; el resto del viaje será instantáneo. Si así lo deseas puedes dormir durante el viaje.-

    -Dudo que pueda dormir. ¿Podremos hablar, bueno, sobre ser un terminante?

    La figura tomó un momento para pensarlo, caminó hacia el Templo-Nave y luego mira hacia Jonna. –No estaría bien que yo te hable sobre eso, ese es el propósito de la escuela; por eso fue construida. Pero si así lo deseas te puedo hablar del lugar donde fue construida.

    -Eso sería agradable.

    Al llegar al Templo-Nave Jonna se sorprendió con la arquitectura utilizada en su construcción, no era nada como las naves de cerámica metálica de La Tierra; el Templo-Nave parecía una obra de arte esculpida de una piedra negra con venas rojas. Jonna no atacó la funcionalidad de lo que veía, pero si se preguntó cómo funcionaba, y al ver el diseño se preguntó cómo será la apariencia de la escuela de terminantes.

    Su aposento en el Templo-Nave era pequeño, casi del tamaño de un cuartito para guardar escobas. Con cuidado se abrió el abrigo y se desbotonó sus pantalones después de quitarse los zapatos. Se sentó en la cama y descansó su espalda contra la pared mientras observa el techo; el diseño de todo le recuerda a un baño Turku, o un viejo teatro.

    En el momento que descansó su cabeza en la cama, la escotilla se abrió y entró el mismo parlero que le escoltó al Templo-Nave; todavía tenía su máscara puesta. Moviendo sus ojos de la arquitectura hacia la criatura en blanco Jonna levantó su torso y se puso las manos entre las piernas.

    -¿No puedes respirar oxigeno?- Jonna le preguntó.

    -¿Eh?- Le había tomado desprevenido.

    -¿Qué si no puedes respirar oxigeno?

    -¿Lo preguntas por la máscara?

    -Sí, es que me gustaría ver tu cara.

    -No, no, totalmente negativo.

    -¿Por qué? Después de todo confié mi vida a ustedes.

    -¿Qué? ¿Es qué prefieres estar allá? Ellos te tenían cautivo.

    -Puede ser, pero no conocía la diferencia hasta que se me dijo.

    -Sé que sabias, los terminantes son buenos leyendo las verdaderas intenciones de los demás; los motivos detrás de las cosas.

    -¿En serio? Me gustaría saber más de los otros como yo.

    -Muy pronto estarás con ellos allá reunidos, tan humanos como son y todo lo que esto conlleva. Las contestaciones a tus preguntas vendrán con el tiempo, y esas respuestas no serán tan extravagantes como piensas. Es una forma fácil de solucionar las cosas, me refiero a los problemas de tu vida.

    Dándose cuenta que podría sacar más información con tan sólo hablar del yelmo de la criatura, Jonna volvió a intentarlo.

    -Ahora, devuelta a tu yelmo-máscara.

    -Puedo respirar sin ningún problema, el punto es que no puedes ver mi cara hasta el momento que seas parte de la comunidad de la escuela. Ahora mismo eres una parte que pronto se integrara al resto.

    -¿Hay algo espantoso adentro de esa máscara?

    -Quizás, la verdad me gustaría saberlo. No somos como los humanos, no juzgamos a las personas por su apariencia, se juzga por sus actos. El juicio ocurre con su verdadero ser.

    -Desearía que todos fuesen de esa manera, la última vez que vi a Elizabeth me comparó con un cerdo.

    -¿Por qué un cerdo? Características porcinas no son parte de tu anatomía…bueno, un poco sobrepeso, pero eso es algo común en la mayoría de los terminantes.

    -¿En todos?

    -En la mayoría, la razón es que llevan vidas sedentarias que no dejan mucho lugar para nada más. Pero te tengo que admitir con dolor que si he visto terminantes delgados, pero sus historias son crueles y llenas de dolor. ¿Te molesta?

    -¿Qué?- Jonna preguntó con una sonrisa picara.

    -Estar sobrepeso.

    -¿Querrás decir gordo? Decir que una persona es sobrepeso es apuntar el dedo y decir que es una enfermedad o algo malo.

    -Pero es que puede llegar a enfermarte.

    -Bueno, en mi caso yo me ejercito mucho; aunque parezca un becerro. Creeme no me dará un ataque al corazón en buen tiempo.

    -Tiempo, eso me acuerda de algo. En camino a la escuela tenemos que parar en otro planeta.

    -¿Para recoger otro terminante?

    -Sí, creemos que es una joven.

    -¿Puedo ir con ustedes?

    -Si así lo deseas puedes venir, pero tienes que protegerte.

    -¿El sol de su planeta puede afectarme?

    -No, sólo el sol de La tierra, es una regla, un principio.

    -Comprendo. ¿Ella sabe que vamos en camino?

    -No, pero está muy cerca de destruir su planeta. No ha llevado una vida muy placentera.

    -Si puedo ayudar en cualquier cosa les ayudaré.

    -Entendido.

    Pensando por un momento Jonna se dio de cuenta que todos se referían a su destino como una escuela, pero eso no estaba bien.

    -¿Cuál es el nombre de la escuela? Después de todo todas las escuelas tienen nombre.

    -Eso es muy cierto, pero en esencia no es una escuela; es un lugar parecido a una escuela. Cuando lleguemos la verás como un campamento muy elaborado. Sobre el nombre, eso es otra cosa de la que no puedo hablar aún. Lo sabrás cuando llegues allí.

    -Ah, sabes, me ibas a hablar sobre tu mundo según recuerdo.

    -¿Mi mundo?- El parlero se perdió en sus pensamientos.

    Aquello fue como si Jonna hubiese dicho algo que lo mandó a las profundidades de su mente, porque la figura no le contestó hasta mucho después.

    -No, no es mi mundo, no es el mundo de los parleros, es tu nuevo mundo. La escuela fue construida en un mundo dedicado a los terminantes; Yharr. Mi planeta se encuentra muy lejos.

    -Yharr…

    -Sí. Hace mucho tiempo antes que la humanidad existiera una criatura de lo antiguo llamada YharrAVeda vagó por el vacío del universo comiendo del vacío y dejando atrás un rastro de soles recién nacidos. YharrAVeda, siendo una criatura de fuego y agua perduró hasta que el agua en si misma tomó poder sobre el fuego.

    Como atrapado en un trance Jonna puso mucha atención a la historia, sintiendo la voz residual de aquel extraño parlero, escuchándole como si su voz fuese un ronroneo totalmente creado para aquel cuento, y como si fuese transportado allí por su mente y con maravilla vivió lo que se le contaba.

    -Un gran bufido ensordecedor fue escuchado en el vacío, y todo terminó cuando el pulsante corazón de fuego fue dejado en las profundidades de aquellas aguas, los huesos petrificados de la criatura ahora son los continentes, por siempre sumergidos bajo un pie de agua; siendo cuna para un sin numero de criaturas que imitan el resplandor y la gloria de la luz, en un mundo de oscuridad perpetua.

    -¿Penumbra perpetua?- Jonna preguntó, casi sabiendo la respuesta.

    -YharrAVeda nunca tuvo la oportunidad de crear los soles que le alumbrarían en aquella parte del universo, y así quedó en penumbra eterna. La única luz que se puede ver desde la superficie es la luz de millones de estrellas que murieron hace miles de años, convirtiéndose en nada más que polvo de estrellas. Lo que es extraño es que todo ser vivo que vive allí tiene luz fosforescente, pequeñas luces que apuntan hacia la escuela.

    -Eso es muy raro…

    -Sí, lo es. Es raro, pero es la verdad. Cuando lleguemos te contaré la razón de esto.

    Aquel cuento quedó esculpido en su cabeza, una pintura inmortal de algo en contra de una reunión de sueños olvidados que nunca fueron suyos, todos éstos pintados con perpetuas tonalidades de negro, y que en algún instante fueron matizados con luces de colores saturados en azul y púrpura. Cerrando sus ojos Jonna se sumergió en aquel mundo como si viviera en aquel retrato mental de tan añeja antigüedad. Éste se vio siendo parte de aquel oscuro mundo que es Yharr, y en silencio sonríe y llora por YharrAVeda que en sus sueños le otorga un hermoso y perdurable regalo de luz vestigial.

    Aunque Jonna se halla quedado dormido la figura en blanco se quedó observándole, tomando nota de las sombras, que como juguetes yacen esparcidas por el cuarto. Por un fugaz instante la figura acercó su yelmo a Jonna y con sus manos hace una señal; un signo que algún día Jonna descubrirá significa adiós.

    -¡Ícaro!

    Como repetido de las muchas noches que pasó en La Tierra, Jonna se despertó una hora más tarde, solo en su cuarto y agarrando sus cobijas con el nombre de Ícaro todavía mojando sus secos labios. Su mente estaba atrapada en el momento que Ícaro le contó de su verdadera identidad; en el momento que él le dijo que él era un terminante.

    -terminantes

    -¿Y cuándo nos…yo, me iré?

    -Esta noche…- Dijo Ícaro.

    -No, no me puedo ir esta noche...no, ¡no puedo dejarte!.- Contestó Jonna, su voz quedándose atrás casi en pedazos.

    Fue como si toda su existencia hubiese sido detenida en aquel momento, tenía que dejar a la única persona que le importaba, tenía que dejar a la persona que lo besaba al dormir en la noche; la única persona que estaba allí para cuidarle. No, no había manera que Jonna dejara a Ícaro; no existía posibilidad que él haría tal cosa.

    Saliéndose de su cama Jonna se arrodilló ante Ícaro y rozó su cara contra la panza del otro hombre, sus lágrimas mojando la camisa de enfermero de Ícaro. No, no había manera de decir adiós, las ataduras eran demasiado fuertes y profundas.

    Mirando desde las alturas a Jonna allí de rodillas, Ícaro supo lo que tenía que hacer, mirándole ahí entendió que tenía que descuartizar lo que yace entre ellos.

    -Tienes que irte Jonna, tienes que hacerlo por este mundo y por las decisiones que tomarás.

    -¿Por qué? ¿¡Por qué no me puedo quedar aquí contigo?!

    -Hay muchas razones Jonna, algunas más importantes que otras. Este lugar es una prisión; te tienen aquí porque no puedes vivir allá fuera, porque te tienen miedo.- Él apuntó a las paredes de Cemíca; refiriéndose al mundo.

    -Ya lo sabía.

    -Yo soy uno de ellos Jonna.- Ícaro le dijo mientras le agarra por los hombros bruscamente.

    -¿Qué?- Él no quería escuchar.

    -Jonna, dije, que soy uno de ellos.

    -No lo…- Jonna comenzó pero fue interrumpido.

    -Jonna…me están pagando para que te cuide. Me pagan dinero para que te ame. Recibo un cheque por el tiempo que pasó aquí encerrado contigo. Soy un enfermero, esto es nada más que un trabajo muy difícil que he tenido que soportar por los últimos dieciséis años.- Diciendo esto Ícaro le sacude violentamente; fue gentilmente pero para sus ojos parecía un maltrato; para Ícaro fue como si le estuviese matando.

    Jonna se alejó de él al fin. -¿No me amas?- Jonna miró penetrantemente a aquel hombre en el cual veía a un padre, hermano y mucho más de lo que puede llegar admitir.

    -¿Cómo te puedo amar cuando tu vida está ligada a mi destino? Un berrinche de tu parte y mi vida terminaría con la de este orbe. ¿Qué no lo comprendes?

    Temblando y sintiéndose vulnerable Jonna se acurrucó junto a su cama mientras un diferente tipo de lágrimas le cortaron la cara. Inhalando entre cortado comenzó a llorar, sus ojos siendo pórticos de dolor mientras Ícaro se estaba destruyendo así mismo lentamente con cada palabra que salía de sus labios.

    -No te creo, no creo una palabra.- Aunque no crea sus palabras, las lágrimas de su cara decían lo contrario, y el temblar de sus manos eran testigos del herir de aquellos vocablos.

    Ícaro sabía muy bien que tenía que finalizar aquello, él sabía que tenía que terminarlo sin ningún rastro de compasión; la compasión descubriría la mentira. Aunque se sintiera roto y rasgado en mil pedazos, como un cuerpo en la esquina de una calle oscura, Ícaro sabía que el momento era ahora, éste era el momento que todo caería en su sitio o se derrumbaría como arena. Aquel era el momento de matar.

    Levantándose de la silla Ícaro se acercó a Jonna y le apuntó con el dedo, como si fuese un viejo y oxidado machete. -No me importa lo que pienses, o lo que creas, nunca lo hice. Estoy encabronadamente cansado de estar cautivo en esta prisión, viendo tu maldita cara. Quizás con los tuyos encuentres a alguien que te entienda. Lo único que me arrepiento de tu partida es que no recibiré un cheque al fin de mes como siempre. ¡Así que vete al carajo y no me vuelvas a hablar!

    Con cada palabra Jonna se puso más y más frío, como si el velo que le cubría hubiese sido arrebatado de repente. No le dio tiempo de responder, porque en aquel momento Ícaro le dio la espalda y se levantó de su butaca y se fue.

    Chocándose y tambaleándose afuera del piso Jonna se agarró de la camisa de Ícaro; implorándole.

    -¡Lo siento! ¡Perdóname por las cosas que he hecho! ¡Por favor perdóname!

    -¡¡Déjame!!- Sin pensarlo mucho Ícaro le empujó hacia el suelo y corrió hacia la escotilla a la que cerró detrás de su sombra.

    Jonna terminó frente de la escotilla, dándole cantazos con sus puños, llorando ante la desesperación de su alma, mientras trata de entender aquel horrible dolor que le posee. Lágrimas fluyeron de sus ojos hasta que éstos se tornaron rojos, y su cuerpo se puso frío; más y más frío con cada momento que pasaba.

    Como en aquel entonces Jonna llora acostado en la cama del Templo-Nave de La Sociedad de los Terminantes, llorando hacia la desesperación, agarrando sus cobijas hasta estar llenas de estática.

    -Ícaro- Jonna susurra.

    Si Jonna hubiese visto lo que pasó con Ícaro al dejarle allí, si él hubiese visto lo que pasó en realidad nunca le hubiera dejado; nunca. Al cerrar la escotilla Ícaro fue confrontado por su madre Elizabeth, que al ver los ojos de su hijo supo lo que había hecho. Entendió lo que había tenido que hacer. Con el cariño que sólo una madre puede dar sostuvo a su hijo en el momento que se convirtió en nada más que un muñeco de trapo.

    -Fue hermoso, no tuviste compasión y eso fue perfección absoluta. ¿Pero no crees que fuiste demasiado lejos?

    -Hice lo que fue necesario…

    Aquel día Elizabeth Valentin perdió a su hijo en el servicio, le tomó casi diez minutos levantarse del suelo, pero al levantarse una parte de si ya había muerto. La parte que murió de si fue la parte que tuvo que matar

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