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Julia Jones: Los Años Adolescentes (Libro 4): Caos
Julia Jones: Los Años Adolescentes (Libro 4): Caos
Julia Jones: Los Años Adolescentes (Libro 4): Caos
Ebook123 pages1 hour

Julia Jones: Los Años Adolescentes (Libro 4): Caos

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About this ebook

Finalmente Julia ha encontrado el amor verdadero con Ky. Todo en la vida de Julia es perfecto... claro, hasta que algo terrible sucede. 

No os estropearé la historia, pero este es el libro más dramático de la serie hasta ahora. Hacedme saber si os gusta. 

LanguageEspañol
Release dateMar 1, 2020
ISBN9781507185315
Julia Jones: Los Años Adolescentes (Libro 4): Caos

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    Julia Jones - Katrina Kahler

    Ojalá...

    Mi mente daba vueltas con imágenes enloquecidas que daban vueltas incansablemente una y otra vez dentro de mi cabeza. El aplastante pánico era tan intenso que me resultaba difícil respirar. Jadeando en busca de aire, sujeté la silla delante de mí, temerosa de derrumbarme justo allí y en aquel preciso instante. Pero quizás eso no sería tan malo. Seguramente cualquier escape de la culpa en la que me veía inmersa solo podía ser bienvenido.  

    Consciente de que era completamente culpa mía, eso lo hacía mucho más difícil de soportar.  

    Era mi culpa.  

    Mía. 

    Yo había provocado esto. Y ahora no había nada que pudiera hacer excepto rezar.  

    Desesperadamente, quería huir... escapar a otro mundo donde el desastre dejara de existir. 

    ¿Por qué, oh, por qué? 

    Ojalá pudiera rebobinar la serie de sucesos. Cogerlos, dar marcha atrás, y darle a play una vez más. Crear una nueva realidad, una muy diferente a la confusión y la desesperación que tenía que pasar. 

    Ojalá.

    Doce horas antes...

    Los días habían pasado en una bruma. Estaba en un estado de pura felicidad y nada podía eliminar la felicidad que me envolvía. A veces me detenía a reflexionar sobre las pasadas semanas, y tenía que recordarme a mí misma que el sueño que estaba viviendo era de verdad mi realidad. Por primera vez desde que podía recordar, me sentía segura, a salvo, y verdaderamente feliz.

    La visión del hermoso rostro de Ky era lo que se me venía a la mente en el mismo instante en que abría los ojos cada mañana, y mis últimos pensamientos del día eran para él antes de quedarme dormida por la noche. Era como un feliz sueño sin final, y me maravillaba por cómo mi vida parecía haber dado una vuelta completa desde que él se había convertido en una parte tan cercana a ella.

    Mientras me daba la vuelta en la cama y miraba por la ventana abierta hacia el oscurecido cielo más allá, visualicé una vez más en mi mente la maravillosa sonrisa que nunca cesaba de provocar las deliciosas chispas que siempre surgían cada vez que le veía. Justo ese día, Becky me había preguntado con su habitual modo inquisitivo qué era lo que más me gustaba de Ky. Y mi respuesta había sido sencilla. Sin ningún tipo de vacilación respondí, sabiendo instantáneamente qué era lo que más atesoraba.

    Su sonrisa. Esa hermosa, preciosa, traviesa, maravillosa sonrisa suya que, desde el momento en que me veía cada mañana en el instituto, iluminaba instantáneamente sus increíbles facciones. Y todas las veces, sin fallar, las mariposas en mi estómago hacían su pequeño baile, y las familiares descargas de placer eléctrico pasaban entre nosotros.

    Esos pensamientos solos eran suficientes para provocar que una sonrisa salvaje se formara en mi propia cara, y la emoción que sentía ante la mera idea de sus dulces labios sobre los míos cuando me besó para despedirse esa misma tarde me enviaba a tal frenesí que pensé que nunca más iba a ser capaz de quedarme dormida.

    Dándome la vuelta una vez más, una imagen del rostro de Millie se me vino bruscamente a la mente, y me recordó el mensaje de Facebook que había recibido poco tiempo antes, diciéndome que había llegado a casa esa noche y estaba deseando quedar durante el fin de semana.

    Tenían que haber pasado unos tres años desde la última vez que viera a la chica a la que una vez había llamado mi mejor amiga. Sabía que debería estar emocionada porque fuera yo la primera persona a la que quisiera visitar después de sus largas vacaciones en el extranjero. Pero, aunque terriblemente excitada, también estaba nerviosa e insegura.

    ¿Serían las cosas iguales entre nosotras? ¿Seguiríamos llevándonos bien como solíamos hacerlo? ¿Le seguiría gustando?

    En realidad no pensaba que yo hubiera cambiado tanto, ¿pero y ella? Y mi mayor miedo... ¿qué pensaría ella de Ky?

    Detalles...

    Echando la vista atrás a los sucesos de ese fatídico día, recuerdo lo feliz que estaba cuando me desperté esa mañana, con el sol de la mañana entrando por mis cortinas abiertas y cayendo delicadamente sobre mi rostro. Me encantaba despertarme así, con el calor del sol creando un brillo interior dentro de mí cuando sus rayos pasaban por toda mi habitación y descansaban suavemente sobre mi cama. El verano se acercaba rápidamente, y yo estaba emocionada por la anticipación de lo que traería. Apenas podía esperar a que el instituto acabase. Ky y yo teníamos muchos planes y sabía que sería un verano para recordar.

    Esa mañana, sin embargo, había otra razón para la sonrisa instantánea que se había formado en mi cara tan pronto como recordé mis planes. Había estado esperando durante tanto tiempo, y finalmente el día había llegado. Aunque la idea de ver a mi mejor amiga de nuevo había creado una ansiedad interna la noche anterior, lo cual era algo que no había esperado, había decidido apartar todos los pensamientos tontos y concentrarme simplemente en la alegría de volver a ver a Millie. Y eso era todo lo que había hecho falta. La ansiedad había desaparecido, y en su lugar apareció una excitación nerviosa.

    Justo entonces me sentía más ansiosa que nunca. Y eso se debía a lo que llamaba mis ondas cerebrales, y que había ocurrido justo la noche antes.

    ¡Sé lo que puedo hacer! Hacerle a Millie un regalo de bienvenida a casa.

    El pensamiento había entrado en mi mente de repente mientras estaba sentada mirando la foto suya que guardaba, enmarcada en un marco plateado rectangular en la estantería que recorría la pared junto a mi cama. Solo era una vieja foto, una que había sido tomada varios años antes, pero esa simple foto capturaba nuestra amistad completamente.

    Yo tenía mi brazo colgando flojo por encima de los hombros de Millie, y estábamos sentadas una junto a la otra en el escalón más alto delante de mi casa. Mi madre había tomado la foto cuando no estábamos mirando, pero la imagen era un claro indicio de la íntima amistad que una vez compartimos, y yo definitivamente la consideraba mi fotografía favorita de todas las que nos habíamos hecho juntas. Los brillantes ojos de Millie estaban arrugados en los rabillos y su rostro levantado ligeramente hacia arriba, su boca abierta de risa. Yo la miraba feliz, mi propia amplia sonrisa capturando también el momento especial. Era uno de tantos recuerdos característicos, pero esa foto en particular capturaba la imagen bellamente.

    Yo sabía exactamente qué tipo de marco de fotos compraría como regalo para mi amiga. Tenía en mente un estilo de doble cara, donde en un lado pudiera insertar una copia de mi foto favorita, y el otro lado lo dejaría vacío, preparado para insertar el selfi que planeaba hacernos esa misma tarde. Visualizaba en mi mente a las dos imitando esa pose exactamente, con mi brazo por encima del hombro de Millie mientras las dos nos sentábamos a disfrutar de la compañía de la otra una vez más.

    ¡Va a ser igual que en los viejos tiempos! había dicho Millie en su mensaje la noche anterior, y yo estaba convencida de que mi idea era el perfecto regalo de bienvenida a casa.

    Sin embargo, había una pequeña duda irritante que seguía apareciendo sin piedad en el fondo de mi cabeza. Aunque había intentado sacudírmela, había permanecido en su sitio y continuaba molestándome.

    Ky estaba en mi vida ahora y nuestra relación era mucho más que un inocente capricho de la infancia. No era simplemente un romance de colegio que implicaba quedar en el colegio y algún que otro fin de semana. Era mucho, mucho más que eso, y yo solo esperaba que Millie lo entendiera.

    Pero seguramente que había espacio en mi vida para los dos: mi mejor amiga y el chico de mis sueños, del que me había enamorado profunda e irremediablemente.

    Suspirando pesadamente, intenté borrar de nuevo la preocupación que se cernía sobre mis pensamientos. La razón de por qué estaba sintiendo tal sensación de temor se me escapaba.

    Yo había aprendido anteriormente a escuchar a mi intuición, pero esa mañana estaba demasiado preocupada y me levanté rápidamente, después de recordar que necesitaba reclamar el cuarto de baño antes que mi hermano. Si esperaba más, seguramente llegaría allí él primero y entonces yo nunca tendría tiempo para todo lo que había planeado.

    Ky, siendo la persona maravillosa que era, había accedido a reunirse conmigo en el centro comercial local para ayudarme a elegir el

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