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Poemas: en blanco y negro: El poeta que vivía en la nada
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Ebook143 pages44 minutes

Poemas: en blanco y negro: El poeta que vivía en la nada

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Cuando la libertad no evoluciona, la esperanza se convierte en angustia y la felicidad huye espantada. Los versos entonces fluyen del alma y los sonetos son los músicos, componiendo con el corazón una triste y apagada melodía desencadenada. Frank Spoiler.

LanguageEspañol
PublisherFrank Spoiler
Release dateSep 12, 2017
ISBN9781536551167
Poemas: en blanco y negro: El poeta que vivía en la nada

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    Poemas - Frank Spoiler

    Enamorado él, risueña, ella

    Enamorado de su estela, Juan, inclina la cabeza y finge seducirla mientras cree que ella no lo observa.

    Fiel a sus quince años, a su hipocresía o a su no existencia, como el imberbe que es o cómo el adonis que nunca podrá ser.

    La mira, la adora ¡la venera! pero, allí sigue, fiel a sus quimeras, un necio recio y firme como las piedras.

    Tal vez jugándose a una carta que ella lo sepa y lo quiera.

    II

    Pasión de ilusiones efímeras, juventud que se le quiebra.

    Absurdas montañas de prejuicios, bastas y burdas ríen y se noquean...

    Ellas y ellos caminan mientras versean

    y sueñan... senderos donde se ocultan, abrazan o besan.

    Enamorado él, risueña, ella, ambos se quieren, miman y observan... caminan juntos de la mano, aman, suspiran o gozan y, sin desprenderse el uno del otro... se retroalimentan y veneran.

    Siénteme en tus adentros y vive

    No te rompas, amor y sigue conmigo,

    los dos, abrazados y queriéndonos.

    Viviendo como adolescentes

    lo que nos perdimos de mayores, al hundirnos.

    Seamos libres nuevamente,

    libres de besarnos, amarnos y acariciarnos

    hasta el fin del fin de  los tiempos, sin rompernos.

    No te rompas ni huyas amor, soy tu pensamiento, aquel para el cual naciste y soñaste en el invierno.

    Seré tus alas, tú, mi nave, mi bastión, bandera y sustento... Eres el cuerpo para el cual fui diseñado, ayer,  mañana, en tu descontento.

    No corras a esconderte ni te asustes

    cuando presientas que mi yo es eterno,

    por esa misma razón te sentirás  mía cuando en tu despertar me sientas bien pegado a tu costado y mi carne en el fondo de tus adentros.

    Ella, mi abnegada, querida y loca obsesión

    La besé con la dulzura que me daba el deseo,

    y la ame con la salvaje calentura que me proporcionaba la pasión.

    La devoré a besos, con hambre, con lujuria,

    y con todo el amor que latía desbocado en mi corazón

    cuando con ansias y devoción la llevaba al cielo.

    Las estrellas fueron mudas testigos de cómo mi carne

    circundaba sus entrañas satisfaciendo sus ganas

    y dejando que la locura habitara ella sola su incertidumbre,

    recibiendo suspirando mis caricias sobre su cuerpo,

    siendo ella mi abnegada, querida y loca obsesión.

    La pesadilla de lo incierto

    Jamás me recuperé, caí hacia un abismo ingrato

    y me hundí sin remedio en la pesadilla de un futuro incierto.

    ¿Fue acaso una casualidad que resurgiera como vomitado

    de entre una maraña de pensamientos postreros?

    Tal vez... o quizás no, ¿por qué no pudo ser solo sueños de un iluminado?

    Pero, eso no es lo peor, lo son esas malditas cadenas gruesas y oxidadas

    que me sujetan de las extremidades...

    Aunque  aún son peores las que me atan el alma y me devoran con sus obscenidades.

    Nunca me recuperé... me aislé tras un refugio de vanidades,

    Esperando quizás la voz que como a Lázaro dijera; levántate y ven...

    ¡Iluso soñador! ¡Maldito perezoso envuelto en versos

    y cubierto en gruesos goterones de letras huecas como borrones!

    II

    Maldita la hediondez de tus pesadillas, tu olor a rancio, a fracaso,

    A la eterna humillación de querer ser generoso y humano

    Y quedarte a tientas, a gachas, esperando una evolución que,

    Por deseada, se quedó a las puertas, negra y oscura  y siempre cerrada.

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