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Otra vez juntos: Mudanza a Texas
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Otra vez juntos: Mudanza a Texas
Ebook155 pages3 hours

Otra vez juntos: Mudanza a Texas

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About this ebook

Cuando las trillizas Keene levantaron el campamento y se trasladaron a Texas, no tenían ni idea de lo que se les venía encima.
El rancho turístico que habían heredado era una ruina, y además, la gente del pueblo mostraba una actitud totalmente hostil hacia ellas, solo por ser las hijas del "depravado" Will Keene. Dani Keene, "la más lista de las hermanas", estaba dispuesta a conseguir lo que quería, costase lo que costase. Todo lo que necesitaba eran algunos jornaleros musculosos que pusieran las cosas en marcha. Pero solo se presentó un hombre: Jack Burke. Jack era un vaquero delgado, altísimo y muy sexy, la respuesta a las oraciones de Dani... en todos los sentidos. Pero ella no podía dejar de pensar que era demasiado bueno para ser real...
LanguageEspañol
Release dateFeb 22, 2018
ISBN9788491707561
Otra vez juntos: Mudanza a Texas

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    Otra vez juntos - Ruth Jean Dale

    Editado por Harlequin Ibérica.

    Una división de HarperCollins Ibérica, S.A.

    Núñez de Balboa, 56

    28001 Madrid

    © 2000 Betty Duran

    © 2018 Harlequin Ibérica, una división de HarperCollins Ibérica, S.A.

    Otra vez juntos, n.º 1097 - marzo 2018

    Título original: The Wrangler’s Woman

    Publicada originalmente por Harlequin Enterprises, Ltd.

    Todos los derechos están reservados incluidos los de reproducción, total o parcial. Esta edición ha sido publicada con autorización de Harlequin Books S.A.

    Esta es una obra de ficción. Nombres, caracteres, lugares, y situaciones son producto de la imaginación del autor o son utilizados ficticiamente, y cualquier parecido con personas, vivas o muertas, establecimientos de negocios (comerciales), hechos o situaciones son pura coincidencia.

    ® Harlequin, Harlequin Deseo y logotipo Harlequin son marcas registradas propiedad de Harlequin Enterprises Limited.

    ® y ™ son marcas registradas por Harlequin Enterprises Limited y sus filiales, utilizadas con licencia. Las marcas que lleven ® están registradas en la Oficina Española de Patentes y Marcas y en otros países.

    Imagen de cubierta utilizada con permiso de Harlequin Enterprises Limited. Todos los derechos están reservados.

    I.S.B.N.: 978-84-9170-756-1

    Conversión ebook: MT Color & Diseño, S.L.

    Índice

    Portadilla

    Créditos

    Índice

    Prólogo

    Capítulo Uno

    Capítulo Dos

    Capítulo Tres

    Capítulo Cuatro

    Capítulo Cinco

    Capítulo Seis

    Capítulo Siete

    Capítulo Ocho

    Capítulo Nueve

    Capítulo Diez

    Capítulo Once

    Epílogo

    Si te ha gustado este libro…

    Prólogo

    Todas las cosas interesantes ocurrían en el Centro Comunitario Elk Tooth. La pintoresca construcción de madera que estaba en un pequeño pueblo del estado de Montana servía para celebrar fiestas, banquetes de boda, reuniones políticas, programas estivales para los jóvenes y galas.

    Tilly Collins, quien desde hacía muchos años se convertía en Papá Noel cuando llegaba diciembre, había acudido a todos los actos desde cincuenta años atrás, pero nunca había visto que la gente estuviera tan triste como en aquella ocasión. Y era comprensible: un pueblo tan pequeño como Elk Tooth no quería despedirse de tres de las mujeres más guapas de Montana, y tampoco de su sonriente abuela.

    –¿Te apetece una vaso de ponche, Tilly?

    Mason Kilgore, un hombre de mediana edad que trabajaba como fotógrafo y como gerente de la cámara de comercio, le tendió un vaso de papel. Tilly lo aceptó con una sonrisa.

    Mason movió la cabeza con incredulidad y dijo:

    –No me gusta nada que las chicas y tú os vayais. Me voy del pueblo dos semanas y mira lo que pasa.

    –A nosotras también nos ha sorprendido –admitió Tilly–. No teníamos ni idea de lo que pasó con el despreciable padre de las trillizas después de que las abandonara. Esa herencia ha caído del cielo.

    –No puedo culparlas por querer tener un rancho de vacaciones, pero, ¿en Texas? –dijo Mason.

    –Incluso en Texas –asintió ella–.Es la única cosa decente que Wil Keene ha hecho por sus hijas.

    –¿Cuándo os marcháis?

    –Mañana por la mañana. Ya hemos mandado todo lo que necesitamos. Las chicas y yo nos iremos en coche con un remolque para caballos. Dani no iría a ningún sitio sin su caballo.

    –Lo comprendo. Ese Appalosa vale mucho dinero y ella lo sabe.

    Tilly vio a Danielle al otro lado del salón.

    Era la mayor de las trillizas de veinticinco años y era conocida como la más lista de las tres, la hermana ingeniosa, de lengua afilada y con gran ética acerca del trabajo.

    Dani estaba hablando con el dueño del rancho en el que había trabajado durante varios años. Sus ojos pardos brillaban con inteligencia y el cabello castaño le caía sobre la espalda. Iba vestida con unos vaqueros y unas botas, la ropa de la zona.

    Dani Keene era guapa e inteligente y su abuela no era la única que lo sabía.

    –¿Cómo se lo ha tomado Toni? –preguntó Mason–. Sé que ha estado saliendo con un chico de la familia Barnes, pero no sé si era algo serio.

    –Al menos no por parte de ella –dijo Tilly. Sabía que Antonia estaba buscando la manera de dejar a Tim Barnes. Era conocida por ser la buena de las trillizas, y el hecho de que no quisiera herir los sentimientos de Tim lo demostraba. Nunca se había interesado demasiado por él porque no era un cowboy.

    Toni estaba con Tim Barnes junto a la puerta. Había tanta dulzura en ella que era lo primero que la gente sentía al verla, mucho antes de fijarse en su atractivo.

    –En realidad, lo que más pena te da es que se vaya Niki –dijo Tilly.

    –Nunca volveremos a tener a alguien como ella en este pueblo –dijo Mason con tristeza–. Lo que nosotros perdemos, lo gana Texas.

    Tilly comprendía cómo se sentía. Niki había trabajado cinco años para Mason, tanto en su estudio de fotografía como en la oficina de la cámara de comercio. Era conocida como la guapa de las trillizas y había ganado el concurso de Miss Elk Tooth durante tres años seguidos, y ni siquiera había sido ella la que se había inscrito. Mason lo había hecho por ella. Era posible que pudiera seguir siendo Miss Elk Tooth, pero Niki rechazó el título cuando se lo ofrecieron por cuarta vez.

    Era fácil ver a Niki aunque hubiera mucha gente. Siempre estaba rodeada de hombres. Era más alta que sus hermanas, tenía el cabello oscuro y largo hasta la cintura. Era la única que había heredado los ojos azules de Wil Keene en lugar de los ojos pardos de su madre, y nadie sabía de dónde había sacado esos bonitos pómulos y esas piernas esbeltas.

    Nicole Keene era la mujer más guapa de Elk Tooth y para rematar, la más modesta.

    –Supongo que no hay nada que se pueda hacer –dijo Mason, y se puso en pie–. Será mejor que vaya a ver si mi mujer está lista para irse a casa. Buena suerte en Texas, Tilly.

    –Gracias, y buena suerte para ti también –lo miró hasta que desapareció entre la multitud. Creía que irse a Texas iba a ser una buena aventura. Solo esperaba que allí, sus nietas encontraran la felicidad, la seguridad, y el amor, que no habían encontrado en Montana.

    Las trillizas Keene y la abuela terminaron de cargar el Jeep Cherokee un día borrascoso de marzo. Después de enganchar el remolque del caballo y meter dentro al Appaloosa de Dani, miraron con nostalgia la pequeña casa que había sido su hogar durante mucho tiempo, desde antes de que su madre se muriera en un accidente de caballo cuando ellas tenían siete años.

    Toni suspiró y se retiró el pelo de la cara.

    –Es hora de irse –dijo con voz quebradiza–. Me da un poco de pena dejar esta casa. ¿Creéis que los nuevos dueños serán tan felices aquí como lo fuimos nosotras?

    –Por supuesto –dijo Niki y le dio un abrazo–. Es solo una casa vieja. Mientras estemos juntas, no importa dónde vivamos. Además, en Texas tendremos una casa mejor.

    –Supongo –contestó Toni con los ojos llorosos.

    Dani sonrió a sus hermanas.

    –Sabía que las dos os pondríais muy tristes –bromeó–, así que decidí hacer una cosa. ¡Esperadme aquí! –se dirigió al corral que había en la parte de atrás de la casa.

    Sus hermanas miraron a la abuela y ella se encogió de hombros. Tilly no tenía ni idea de lo que tramaba Dani, pero confiaba en que sería algo para alegrar el momento de su partida.

    Dani regresó con un tablón de madera.

    –Mirad esto –dijo, y leyó lo que había escrito en letras negras–. ¡Rumbo a Texas!

    Toni frunció el ceño.

    –No lo entiendo.

    –Porque te dormías en clase de historia –le dijo Niki–. Los antiguos pobladores ponían carteles como este en la puerta cuando levantaban el campamento y se dirigían a la Tierra Prometida. ¡Rumbo a Texas!

    Toni se rio.

    –Nunca pensé que Texas fuera la Tierra Prometida –protestó.

    –Pues lo es –dijo Dani–. Nos ha tocado una vida de lujo, chicas, y lo único que tenemos que hacer es ir a buscarla. Sacad el martillo del bolsillo de mi abrigo y ayudadme a colgar esto en la puerta.

    Colgaron el cartel y después se acercaron a la abuela para contemplar la casa por última vez antes de subirse al coche.

    –¡Rumbo a Texas! –dijo Dani mientras daba la vuelta al Jeep–. ¡Eh, si a los pioneros les fue bien, a nosotras también!

    Capítulo Uno

    Las mejores barbacoas del estado de Texas eran las que servían en el Sorry Bastard Saloon, en Hard Knox. Allí se reunía la gente de la zona y aquel sábado de marzo el local estaba lleno de jóvenes cowboys, Jack Burke entre ellos.

    Hasta hacía poco, el Sorry Bastard también tenía las camareras más guapas de Texas, pero tras algunos matrimonios ya no quedaban las mismas.

    –¡Hey! –uno de los cowboys se acercó a la barra y le gritó a Jack–. ¡He dicho que por favor me pases la salsa picante!

    –Ah, lo siento –Jack le dio la salsa y después se comió el último pedazo de sándwich que le quedaba–. Estaba pensando.

    –Sí –dijo el cowboy–, como todos, seguro que pensabas en que los Keenes van a venir para abrir el Bar K. Es una lástima que tu padre y tu abuelo ya no puedan comprar el sitio. Justo cuando estaban a punto de hacerlo, va Wil Keene y estira la pata.

    Todo el mundo que había a su alrededor asintió. La gente conocía a Wil Keene, pero nadie se llevaba bien con él, sobre todo los Burke del rancho XOX. Wil se había comportado como un canalla, pero sus vecinos lo soportaban solo debido a quién era su esposa.

    La señora Elsie Knox era una mujer muy apreciada por ser una persona amable. El pueblo Hard Knox recibía su nombre por sus antepasados. Nadie sabía por qué una mujer como ella había esperado a su príncipe azul durante muchos años y después se había casado con un hombre del norte como Wil Keene. Pero así fue, y todos trataron de llevarse bien con el forastero.

    Todo fue bien hasta que la señora Elsie, nadie la llamaba señora Keene, murió. Entonces, todos se ensañaron con Wil Keene como una bandada de buitres decididos a deshacerse de ese personaje molesto.

    Lo más rápido era comprarle las tierras. Los tres rancheros cuyas tierras colindaban con el Bar K le hicieron las mejores ofertas confiando en que no podría rechazarlas, entre ellos, el padre y el abuelo de Jack. Pero Keene solo se mofó de ellos.

    No había nada que la gente del lugar pudiera hacer, aparte de

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