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Una Vida Cristiana Más Profunda
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Ebook94 pages1 hour

Una Vida Cristiana Más Profunda

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El libro devocional más conocido de Andrew Murray revela a los lectores cómo pueden vivir completamente dentro de la voluntad de Dios y así recibir plenamente las bendiciones prometidas a sus hijos. Este libro es una llamada desafiante a la santidad personal y un reconfortante recordatorio de la abundante bondad de Dios.
LanguageEspañol
Release dateNov 16, 2018
ISBN9781547540419
Una Vida Cristiana Más Profunda
Author

Andrew Murray

ANDREW MURRAY (1828-1917) was a church leader, evangelist, and missionary statesman. As a young man, Murray wanted to be a minister, but it was a career choice rather than an act of faith. Not until he had finished his general studies and begun his theological training in the Netherlands, did he experience a conversion of heart. Sixty years of ministry in the Dutch Reformed Church of South Africa, more than 200 books and tracts on Christian spirituality and ministry, extensive social work, and the founding of educational institutions were some of the outward signs of the inward grace that Murray experienced by continually casting himself on Christ. A few of his books include The True Vine, Absolute Surrender, The School of Obedience, Waiting on God, and The Prayer Life.

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    5/5
    WOW!!! Gracias por traducir ese oro. Necesitamos al precioso Espíritu Santo YA.

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Una Vida Cristiana Más Profunda - Andrew Murray

CrossReach

CONTENIDO

1. Una comunión diaria con Dios

2. Privilegio y experiencia

1. El gran privilegio de los Hijos de Dios

2. La poca experiencia de muchos de nosotros

3. El motivo de la discrepancia entre los dones de Dios y nuestra pobre experiencia

4. La restauración — ¿Cómo se logra eso?

3. ¿Carnal o Espiritual?

4. Afuera y adentro

1. ¿Estás preparado para dejar el desierto?

2. ¿Cómo nos invita Dios?

5. Una bendición asegurada

6. La presencia de Cristo

7. Una palabra para los siervos

Consagración

1. Una comunión diaria con Dios

La primera y más importante necesidad en nuestra vida cristiana es una comunión con Dios. La divinidad que existe en nosotros viene de Dios y ésta depende completamente de Él. Así como necesitamos aire cada vez que respiramos o, así como el sol emana su luz cada nuevo día, de esa misma manera necesitamos a Dios y estar en constante comunicación con Él para fortalecer nuestra alma.

Cuando el maná cayó del cielo, Dios indicó que debía ser recolectado y consumido el mismo día, ya que al siguiente se pudriría y criaría gusanos.  Del mismo modo, cada día necesitamos esa Gracia nueva, que al igual que el maná, proviene del cielo; el cual obtenemos al esperar únicamente en Dios, por lo tanto, hay que comenzar cada día postrándonos ante Dios y dejar que Él nos toque.

Tomemos tiempo para conocer a Dios y hacer que nuestro primer acto de devoción sea estar ante Él en oración o adoración. Lo importante es que sea Dios quien tome el lugar principal; postrarnos ante Él con fe, en humildad y adoración para así recordar con el corazón que: Dios ES, que Dios está cercano a mí, que Dios es amor y que desea ansiosamente comunicarse conmigo. El Dios Todopoderoso, el que obra en todo y en todos, está deseando obrar en mí y así darse a conocer. Tómate tu tiempo, hasta que sepas que Dios está muy cerca:

cuando finalmente hayas dado a Dios su lugar de honor, gloria y poder, debes procurar la humildad y así poder ser lleno del Espíritu para que tu humildad abunde. Como creatura, es una bendición no ser nada y que por el contrario Dios sea todo, ya que como pecadores no somos dignos de estar ante su presencia, sino que debemos humillarnos ante Él. Como santos, debemos permitir que Dios nos abrume y nos permita ser cada vez más humildes, mansos, pacientes y así entregarnos completamente ante su bondad y misericordia para que entonces Él nos exalte. Tómate tu tiempo para humillarte ante Dios

Una vez hecho, acepta y valora tu posición en Cristo Jesús.  Dios no se deleita en nadie más que Su Hijo amado, sólo Cristo le satisface junto a aquellos que se acercan a Él. Entra en Su santa y divina presencia, con esa valentía que da la sangre de Cristo da, sabiendo que eres acepto ante Dios porque por medio de Su Hijo estás dentro del velo. Recuerda que tienes un acceso directo al corazón y al amor del Padre para así alcanzar el gran objetivo de la comunión con Dios: poder tener más de Él en nuestra vida y que Él pueda ver más de Cristo en nosotros. Guarda silencio ante Dios y deja que Él te bendiga.

Cristo al ser una Persona viviente es capaz de amarte de manera personal e incondicional y, asimismo, Él espera cada día esa respuesta individual de tu amor. Busca su rostro con confianza y deja que Su amor brille en tu corazón y di que le amas.  Recuerda que Él se ofrece como tu Salvador personal y te protege del poder del pecado, así que no preguntes ¿puedo dejar de pecar si me mantengo cerca de Él? en cambio, pregunta ¿puedo evitar pecar si Él se mantiene cerca de mí? Entonces verás cuán seguro es confiar en Él.

Cristo no sólo está presente en nuestras vidas de un modo personal al mismo tiempo que nos otorga su poder, sino que también estamos hechos a su imagen. Él está en nosotros, de manera que su esencia y semejanza pueda ser vista en nosotros. Al postrarte ante Dios, podrás obtener un sentido de la grandeza y la bendición que Él lleva a cabo en tu vida a diario; es allí donde es necesario decirle: «Padre, estoy aquí para obtener esa semejanza de Cristo tanto como pueda» y esperar su respuesta: «Hijo mío, de Cristo te doy lo que tu corazón esté dispuesto a recibir». Así, el Dios que se reveló y perfeccionó a Cristo en carne, también se revelará en ti y te perfeccionará en Él. El Padre ama al Hijo y Él también se deleita formando la imagen y semejanza del Hijo en ti. Esa obra bendita será completada siempre que esperes en Dios y mantengas comunión con Él.

Por otra parte, la semejanza con Cristo consiste en dos cosas principales: Su muerte y Su resurrección (Rom.  6:5). La muerte de Cristo fue la consumación de Su humildad y obediencia, dándole Su vida entera a Dios y es por esto que mediante Cristo Jesús somos muertos al pecado.

A medida que profundizamos con humildad y dependencia, al entregarnos completamente a Dios, el poder del sacrificio de Cristo obra en nosotros, justificándonos mediante éste. Es así como le conocemos en el poder de Su resurrección, en la victoria sobre el pecado y en toda la alegría y el poder de una vida resucitada.

Por lo tanto, cada mañana, «presentaos a Dios como los que están vivos de entre los muertos». Él mantendrá la vida que dio y nos otorgará la gracia de vivir como resucitados

y todo esto sólo puede ser posible mediante el poder del Espíritu Santo, ese mismo Espíritu que mora en ti.

Confía en Dios. Él glorificará a Su Hijo en ti a medida que aumentará la influencia de Su Espíritu en tu persona. Mientras esperas sentir la presencia de Dios cuando vas a Él en oración, recuerda que el Espíritu Santo ya está en ti y éste revela las cosas de Dios. Una vez en Su presencia, permite que la unción del Espíritu sea tal, que tu vida entera pueda ser espiritual en todo momento.

Al meditar en Su maravillosa salvación, al buscar la plena comunión con el Gran y Santo Dios y esperar que Él revele a Cristo en ti, sentirás cuán necesario es renunciar a todo para recibirle a Él, ya que, si buscas siempre Su gracia, entonces sabrás lo que significa vivir completamente para Dios como lo hizo Cristo y sólo el Espíritu Santo mismo puede enseñarte lo que significa un rendimiento total de una vida entera para Dios.

Espera entonces que Dios te muestre en este ejercicio todo aquello que desconoces y permite que cada acercamiento a Dios y cada momento de comunión con Él, sea acompañado por una rendición nueva, definida y completa para que así sea Él quien obre en ti.

Al igual que en todas las Escrituras y la vida espiritual, en este caso el punto clave también ha de ser: «Por la fe». Cuando vayas a Dios, ve con una profunda y silenciosa fe a Él, el Invisible, que está tan cerca, que es tan santo, tan poderoso, tan amoroso. Como resultado de esa fe profunda y tranquila, todas las bendiciones y poderes de la vida celestial se encuentran tanto a tu alrededor como en ti, así que simplemente ríndete con total confianza ante la Santísima Trinidad para

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