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Genios de la Estrategia Militar Volumen VII Erwin Rommel El Zorro del Desierto
Genios de la Estrategia Militar Volumen VII Erwin Rommel El Zorro del Desierto
Genios de la Estrategia Militar Volumen VII Erwin Rommel El Zorro del Desierto
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Genios de la Estrategia Militar Volumen VII Erwin Rommel El Zorro del Desierto

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La huella que Rommel trazó en la historia con su espada se ve realzada ahora por el vigor expresivo de su pluma. Jamás jefe militar alguno ha escrito un relato de sus campañas capaz de compararse al de Rommel en realismo, interés humano y valor documental. Ocultos en diversos lugares y recuperados posteriormente, la mayor parte de los documentos que forman sus memorias aparecen reunidos en el presente volumen.
El mariscal ofrece, con estilo inimitable, un cuadro gráfico de sus operaciones y métodos de mando. Ningún otro ha conseguido describir como él el dinamismo de la Blitzkrieg y el avance incontenible de las fuerzas acorazadas. La sensación de movimiento y de vigor resulta electrizante en multitud de pasajes. Rommel parece llevar consigo al lector en su coche de mando.
Los grandes comandantes suelen ser pésimos escritores. Además de carecer de la habilidad necesaria para explicar sus actos, tienden a mostrarse obscuros acerca de sus reacciones internas, y al relatar lo que hicieron, apenas si nos hablan de su período de gestación. Napoleón fue excepcional en este aspecto, pero la brillantez de sus relatos se ve empañada por una absoluta falta de escrúpulos y por su tendencia a falsearlo todo. Igual que César, no piensa sólo en el colorido de su prosa, sino también en los posibles efectos propagandísticos de aquélla.
Por el contrario, el estilo de Rommel es admirablemente objetivo, concreto y gráfico. Al redactar su diario experimentó, al igual que otros hombres famosos, el deseo de situarse claramente en una época determinada de la historia. Pero al tiempo que demuestra un deseo muy natural de justificación, se subordina siempre al candente interés de las lecciones militares, derivadas de sus campañas.

LanguageEspañol
Release dateDec 6, 2018
ISBN9781370615322
Genios de la Estrategia Militar Volumen VII Erwin Rommel El Zorro del Desierto
Author

Ediciones LAVP

Editorial colombiana especializada en libros de geopolítica, estrategia, historia militar, defensa nacional y análisis político internacional

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    Genios de la Estrategia Militar Volumen VII Erwin Rommel El Zorro del Desierto - Ediciones LAVP

    Erwin Rommel

    El Zorro del desierto

    Ediciones LAVP

    Tel 9082624010

    New York City USA

    www.luisvillamarin.com

    ISBN: 9781370615322

    Smashwords Inc

    Todos los derechos reservados. Esta publicación no puede ser reproducida ni en todo ni en sus partes, ni registrada en o transmitida por un sistema de recuperación de información, en ninguna forma ni por ningún medio sea mecánico, foto-químico, electrónico, magnético, electro-óptico, por reprografía, fotocopia, video, audio, o por cualquier otro medio sin el permiso previo por escrito otorgado por la editorial.

    Erwin Rommel el Zorro del desierto

    Quien fue Erwin Rommel

    Introducción

    Cómo fueron recuperados los documentos de Rommel

    Advertencia

    Primera Parte Francia en 1940

    Capítulo I La ruptura a través del Mosa

    Capítulo II El cerco se cierra

    Capítulo III La ruptura por el Somme

    Capítulo IV Persecución hacia Cherburgo

    Segunda Parte Victoria en África

    Capítulo V Causas y efectos de la derrota de Graziani

    Capítulo VI Primer período de la guerra en África

    Primeras lecciones

    Capítulo VII la ofensiva inglesa durante el verano de 1941

    Capítulo VIII la campaña de invierno 1941-1942

    Tercera parte: Siguen las victorias Mayo-septiembre 1942

    Capítulo IX Gazala y Tobruk reagrupación de fuerzas

    Capítulo X Persecución en Egipto

    Capitulo XI La iniciativa cambia de bando-el obstáculo de el Alamein

    Ojeada retrospectiva

    Quién fue Edwin Rommel

    El general y estratega militar alemán Erwin Johannes Eugen Rommel apodado El Zorro del Desierto por su desempeño como mariscal de campo en la Wehrmacht de la Alemania nazi durante la Segunda Guerra Mundial, nació en Heidenheim an der Brenz el 15 de noviembre de 1891 murió en Ulm el 14 de octubre de 1944). Sus padres eran por tanto gente conocida y respetada en su entorno social. Erwin Rommel tuvo cuatro hermanos: Manfred murió siendo niño; Helena se dedicó también a la enseñanza, en Stuttgart; Karl sirvió en la Primera Guerra Mundial como piloto y resultó lisiado al contraer la malaria estando de servicio en el imperio otomano; y Gerhardt siguió una carrera como cantante de ópera con moderado éxito.

    Erwin Rommel fue un oficial muy condecorado durante la Primera Guerra Mundial e inclusive fue distinguido con la medalla Pour le Mérite por sus acciones de valor y habilidad táctica en los campos de batalla en el frente italiano. En 1937, Rommel publicó un libro clásico de tácticas militares, titulado La infantería al ataque, basado en sus experiencias durante la Gran Guerra.

    En ardorosas batallas en la Segunda Guerra Mundial, Erwin Rommel se distinguió como comandante de la 7ª División Panzer durante la invasión de Francia en 1940. Igualmente, su liderazgo de fuerzas alemanas e italianas durante la Campaña en África del Norte al frente del Afrika Korps lo distinguieron con la gran reputación de ser el más hábil comandante de tanques de la guerra y el apodo de Zorro del Desierto. La mayor base militar del ejército alemán, el Cuartel Mariscal de Campo Rommel en Augustdorf, se llama así en su honor. A sus virtudes militares se sumaban sus condiciones personales.

    Entre las tropas británicas que lo combatían, Rommel adquirió fama por su caballerosidad, razón por la que la campaña norteafricana se conoce también como «la guerra sin odio». Luego de una exitosa campaña en el Africa, Rommel fue enviado por orden de Hitler a comandar a las fuerzas alemanas que se enfrentaron a los Aliados en la invasión de Normandía en junio de 1944.

    Es preciso anotar que aunque siempre se mostró contrario al antisemitismo y la ideología nazi, el general Erwin Rommel apoyó la toma del poder por parte de los nazis y el liderazgo político de Adolf Hitler, pero su conocimiento del Holocausto sigue siendo materia de debate entre los historiadores.

    Según algunos historiadores europeos, Rommel estuvo implicado en el atentado del 20 de julio de 1944 para asesinar a Hitler. Debido a su estatus como héroe nacional, Hitler quiso deshacerse de él de manera discreta en lugar de ejecutarlo como al resto de implicados. Por eso, se dice que a Rommel le dieron la oportunidad de cometer suicidio a cambio de que su reputación se mantuviera intacta y de que su familia no fuera perseguida después de su muerte, o por otra parte encarar un juicio que resultaría en su desgracia y ejecución. Rommel eligió el suicidio con una píldora de cianuro. Así, al mariscal se le concedió un funeral de Estado y se dijo a la opinión pública que había sucumbido a las heridas sufridas por el ametrallamiento de su coche en Normandía.

    Debido a su liderazgo, inteligencia, habilidad estratégica y coraje en el campo de batalla, Rommel se convirtió en una leyenda tanto en la propaganda nazi como en la de las fuerzas aliadas, así como después de la guerra en la cultura popular porque muchos estudiosos de las ciencias militares lo describieron como un hombre apolítico, un comandante brillante y una víctima del Tercer Reich.

    Pero como suele suceder en estos temas, tal semblanza de Rommel ha sido calificada por otros escritores como un mito. La reputación de Rommel como conductor de una guerra limpia fue usada interesadamente en el rearme de Alemania Occidental y en la reconciliación entre antiguos enemigos: Estados Unidos y Reino Unido por un lado y la República Federal de Alemania por el otro.

    Varios de los antiguos subordinados de Rommel, en particular quien fuera su jefe de personal Hans Speidel, jugaron un papel clave en el rearme de Alemania y en la integración del país en la OTAN durante la posguerra. Durante su adolescencia comenzó a interesarse por todo tipo de actividades deportivas, especialmente el esquí y la bicicleta. Sus notas mejoraron de manera muy apreciable, consiguiendo graduarse con buena nota. Junto con un amigo suyo llamado Keitel (construyó un modelo de planeador a tamaño natural; consideró la idea de estudiar ingeniería, pero ante la oposición de su padre se alistó en el ejército. Presentó solicitudes en regimientos de artillería e ingenieros, pero en ambos le comunicaron que no había plazas disponibles. Así que se presentó a infantería y se incorporó al ejército el 19 de julio de 1910 como integrante del 124º regimiento de infantería con el rango de «aspirante» (cadete).

    Rommel fue ascendido a cabo en octubre y a sargento en diciembre. En marzo de 1911 fue trasladado a la Kriegsschule (escuela de guerra) de Danzig. Allí conoció a Lucie Marie Mollin, hija de un terrateniente prusiano que se encontraba en Danzig estudiando idiomas. Completamente enamorado, empezó con ella una relación formal que les conduciría al matrimonio unos años después, en 1916, durante un corto permiso durante la Primera Guerra Mundial. El matrimonio produjo bastante malestar en la familia de la novia, ya que eran católicos y no vieron el enlace con buenos ojos. En 1928, Erwin y Lucie tuvieron a su único hijo, Manfred Rommel, que con los años sería secretario de Estado y alcalde de Stuttgart.

    Erwin Rommel en la Primera Guerra Mundial

    Durante los dos años que transcurren desde su nombramiento como teniente hasta el inicio de la Primera Guerra Mundial, Rommel se dedicó a la instrucción de tropa, en calidad de comandante de pelotón. En esta labor se destacó por su entusiasmo, su capacidad didáctica y dedicación intensa al entrenamiento de las tropas bajo su mando. No fumaba, no consumía bebidas alcohólicas, no asistía a bailes ni locales de alterne y no se le conoció otra relación sentimental diferente a Lucie. Sus compañeros durante dicho periodo lo definieron como un oficial, sociable pero reservado, con mayor tendencia a escuchar que a hablar y muy independiente a nivel intelectual.

    En marzo de 1914 Rommel fue destinado como comandante de pelotón, en un programa de intercambio de instrucción militar entre las armas, con una batería del 49º regimiento de artillería, estacionado en Ulm. Con el estallido de la Primera Guerra Mundial, Rommel recibió la orden de regresar a su regimiento el 31 de julio de 1914, de donde fue enviado pocos días después hacia la frontera francesa.

    El regimiento de Rommel estaba adscrito al XIII Cuerpo de Wurtemberg, bajo el mando del general Von Fabeck. Este cuerpo formaba parte del V Ejército alemán, cuya misión era actuar como el extremo interior del «rodillo» que el Plan Schlieffen esperaba lanzar sobre Bélgica y Francia. La zona de acción del regimiento de Rommel quedaba enfrente de las Ardenas meridionales como se puede inferir de lo escrito en su libro de memorias, que se reproduce completo en este texto.

    La primera acción de guerra de Erwin Rommel ocurrió en la frontera franco-belga en la localidad de Longwy. El 22 de agosto de 1914 su pelotón ocupó posiciones de combate en el frente de batalla. Rommel salió a hacer una exploración del terreno acompañado por dos soldados y un suboficial. Localizó un grupo de entre quince soldados franceses. Rommel aprovechó la sorpresa y abrió fuego contra las tropas francesas causándoles varias bajas.

    El 24 de septiembre de 1914, mientras actuaba como enlace en solitario, se enfrentó con una patrulla francesa de cinco soldados que realizaban un reconocimiento del terreno. Sin dudarlo, Rommel abrió fuego contra ellos y abatió a dos antes de que franceses antes de que se le agotara la munición. En lugar de recargar su fusil, cargó a la bayoneta contra los tres restantes, poniéndolos en fuga, aunque sufrió una herida de bala en el muslo. Por esta acción recibió la Cruz de Hierro de segunda clase, y más tarde escribiría en sus memorias una célebre frase: «En combate cercano, la victoria es del que tiene un cartucho más en el cargador»

    En hora de la madrugada del 29 de enero de 1915, pese al frío invierno, Rommel se infiltró con toda su sección tras las líneas francesas, aprovechando un tramo desenfilado de alambrada que había descubierto en una de sus salidas de exploración. En esta acción, la unidad de Rommel capturó cuatro casamatas francesas en un asalto por sorpresa, y procedió luego a defenderlas durante todo el día contra los continuos intentos de contraataque por parte de un batallón francés. Perdió una de las casamatas, pero la recuperó mediante una nueva carga a la bayoneta por sorpresa. Al final del día, Rommel ordenó la retirada cuando evidenció que ninguna otra unidad de su batallón aprovechó la brecha abierta en la línea defensiva francesa. Toda la operación le costó tan sólo doce bajas entre muertos y heridos. A raíz de ello, recibió una severa reprimenda de su oficial en jefe por tomar iniciativas temerarias en el campo de batalla, pero fue más tarde premiado con la Cruz de Hierro de primera clase.

    En octubre de 1915 Rommel fue trasladado al recientemente creado WGB en el que recibió el mando de una compañía. Pasó casi un año sin más actividad, estacionado en los Vosgos, durante el cual se casó con Lucie. Aunque Rommel no llegó a vivir los dramáticos momentos de la guerra de posiciones en Francia,en esa época ya denotaba gran independencia en la toma de decisiones.

    Aunque se haría famoso (sobre todo posteriormente) por sus arriesgadas y veloces acciones, en este periodo muestra un enorme interés por las fortificaciones y atrincheramientos, obligando a sus hombres a cavar trincheras tan pronto como se estacionaban en alguna parte. Entendía y así lo escribió en sus memorias, que esa era la única forma en que la infantería en posición estática podía sustraerse al efecto de la artillería. Prueba de ello, es que su sección tuvo la menor cantidad de muertos y heridos de su regimiento en todo ese periodo.

    El 27 de agosto de 1916, Rumania declaró la guerra a las denominadas potencias centrales (Alemania. Austria y Turquía). El WGB fue trasladado a dicho frente, integrado en el Alpenkorps. El WGB no era un batallón tradicional; estaba formado por seis compañías de fusileros en lugar de cuatro, más seis compañías de ametralladoras. Por tratarse de una unidad de combate en la montaña, se esperaba de sus mandos que pudiera operar independientemente si la situación lo requería, y tenía una formación muy flexible: normalmente no combatía como una sola unidad cohesionada, sino que era dividida en dos o más grupos tácticos independientes (Abteilungen) según las circunstancias. Ese era el destino ideal para Erwin Rommel, quien se encontró casi desde el principio al mando de grupos independientes, a veces sólo su propia compañía, a veces varias, en alguna ocasión incluso controlando todo el batallón.

    El ejército rumano intentó casi siempre una defensa estática, ubicando posiciones fortificadas en lo alto de cimas abruptas o cerrando pasos de montaña. La respuesta más empleada por Rommel consistía en infiltrarse tras las líneas rumanas con sus fuerzas, aprovechando los accidentes del terreno, tendiendo una línea telefónica de campaña tras de sí. Si conseguía pasar inadvertido, lanzaba un ataque sorpresa al amanecer, a veces coordinado con fuego de cañón o de ametralladora. Cuando se ubicaba detrás de las líneas enemigas, nunca dudaba en atacar, sin importarle la inferioridad numérica: afirmaba que la sorpresa y el efecto psicológico al encontrarse el enemigo en zonas consideradas seguras requería de las tropas una gran moral y calidad, para reponerse y plantar cara de forma efectiva, calidad que no Rommel creía existiera en el caso de los rumanos.

    Ejemplo de lo acertado de su planteamiento es la conquista y posterior defensa del conjunto de posiciones fortificadas alrededor del monte Cosna, del 10 al 18 de agosto de 1917. Para dicha acción Rommel recibió el mando de tres de las compañías de fusileros y dos de ametralladoras.

    Durante el asalto inicial el día 10 recibió un disparo en el antebrazo izquierdo, a pesar del cual se mantuvo al mando hasta que los rumanos cesaron en sus intentos de contraataque. Los días 19 y 20, con el enemigo detenido y ya totalmente extenuados, Rommel y sus hombres se lanzaron al asalto de las últimas posiciones rumanas, capturándolas.

    Después de los éxitos contra las tropas rumanas, Rommel combatió por primera vez en el frente italiano el 26 de octubre de 1917 en la batalla de Caporetto, en la que tuvo un papel muy destacado. Su batallón fue asignado como unidad de reserva para apoyar una penetración realizada por dos batallones bávaros. Sin embargo, el asalto pronto quedó atascado frente a las líneas italianas. Rommel, con dos compañías, se infiltró tras las líneas enemigas y tomó a bayoneta las posiciones de una batería italiana. En los combates subsiguientes, Rommel avisó a su comandante de batallón, Sprösser, junto con más de mil prisioneros italianos, informando que había conseguido romper las líneas.

    Al recibir la noticia, su comandante le envió cuatro compañías más, con la orden de sostener la brecha. Rommel, con seis compañías bajo su mando, prosiguió su infiltración en territorio italiano, emboscando en la carretera hacia el Monte Matajur una columna de refuerzo. Sorprendidos totalmente, los italianos apenas ofrecieron resistencia, siendo capturados 2000 hombres soldados y 50 oficiales de la 4ª brigada de Bersaglieri, con todo su armamento e impedimenta.

    Rommel prosiguió el avance con menos de una compañía de infantería, a marchas forzadas durante el resto del día y durante la noche. Al amanecer del 29 de octubre de 1917, Rommel localizó un enorme campamento de la brigada Salerno. Con dos oficiales y algunos soldados, Rommel se plantó en el centro del campamento informando a los italianos que estaban totalmente rodeados y tenían 15 minutos para rendirse. Sorprendidos y atónitos, los oficiales italianos no se dieron cuenta del engaño y se rindieron, aumentando la lista de prisioneros en 1.500 hombres y otra cincuentena de oficiales. Tan osadas acciones acciones en Italia significaron para Rommel el otorgamiento de la codiciada medalla Pour le Mérite en octubre de 1917.

    Cuando Rommel finalmente escaló el monte Matajur (1.643 ms.n.m.) y lanzó las bengalas acordadas para señalar su avance con éxito, llevaba junto con sus exhaustas tropas más de 50 horas de actividad ininterrumpida, marchando a lo largo de más de 19 km en un terreno montañoso, capturando en el proceso unos 150 oficiales, 9.000 hombres y 81 cañones de distinto calibre, con muy pocas bajas propias. Cinco regimientos italianos fueron borrados del orden de batalla por una fuerza que nunca llegó a sumar más de seis compañías.

    Estimulado por la evidente baja moral de los italianos, Erwin Rommel desató una intensa persecución de las fuerzas enemigas en fuga. Cruzó las heladas aguas del Piave apenas unos días después junto con seis hombres, en plena noche, y con esas pequeñas fuerzas atacó Longarone, obligando a rendirse a la numerosa guarnición. Una vez hubo cruzado el resto de su grupo táctico, consiguió nuevos éxitos en la zona de Longarone, repeliendo un último y desesperado ataque nocturno por parte de los italianos, en el que estuvo a punto de ser arrollado y hecho prisionero. El 31 de diciembre de 1917, Rommel recibió un nuevo destino, ayudante de campo en un Estado Mayor (General Kommando 64). Para su disgusto estuvo el resto de la guerra en cumplimiento de para él, tediosas funciones administrativas.

    De la Primera a la Segunda Guerra Mundial

    Tras la capitulación alemana de 1918 se firmó el Tratado de Versalles, mediante el que los gobiernos de los países Aliados trataron de evitar que Alemania mantuviera la capacidad militar para desatar una nueva gran guerra. En el entorno militar, ningún oficial alemán dudaba que antes de la capitulación de 1918 aún era posible librar la guerra. Las únicas tropas enemigas que habían pisado suelo alemán desde la fallida ofensiva rusa de 1914 habían sido tomadas como prisioneros. La conmoción que causó la rendición prácticamente incondicional de Alemania, unida a la desmovilización forzosa, generó resentimientos entre los comandantes de diversos niveles, quienes no tardaron en unirse en masa a los Freikorps, pero Rommel siguió[o en el ejército alemán y jamás hizo parte de este grupo de militares alemanes resentidos.

    El plan de desmovilización y reorganización diseñado por su comandante en jefe, el general Hans von Seeckt, redujo en efecto las fuerzas armadas alemanas a 100.000 hombres liderados por 4.000 oficiales. Se conservó en activo a todo oficial que hubiera demostrado disciplina, capacidad formativa, valor y decisión en el terreno, ya que ese pequeño ejército de la República de Weimar debía convertirse, en cuanto fuera posible, en el núcleo de mando de un nuevo ejército alemán.

    El plan secreto de Von Seeckt, conocido y aprobado por todos los oficiales que permanecieron en el ejército, consistía en producir una sobrecualificación en todo el escalafón: entrenar a todo el personal de forma que pudiera cubrir las responsabilidades correspondientes a un rango por lo menos dos veces superior al que ostentase. De esa forma, cuando llegara el momento, se podría iniciar de nuevo el reclutamiento, ascender a los miembros del ejército preexistente y organizar rápidamente un ejército de un tamaño muy superior. Rommel era, en ese contexto, el oficial ideal.

    En 1919 Rommel recibió el mando de una compañía con la que fue destinado a la cuenca del Ruhr hasta 1921, realizando tareas de mantenimiento del orden. De ahí fue trasladado al 13er Regimiento de Infantería en Stuttgart. Ejerció como Capitán hasta el 1 de octubre de 1929, cuando fue destinado como instructor a la Academia de Infantería de Dresde.

    En sus clases, Rommel solía emplear los ejemplos que más a mano tenía: sus propias acciones durante la guerra. Desempolvó sus diarios de campaña, con multitud de esbozos y mapas hechos a mano por él mismo, y los utilizó en sus clases, repasando cada acción una y otra vez, resaltando los aciertos y los errores, animando a sus alumnos a sacar sus propias conclusiones. Es bien conocido un incidente en el que, revisando los inicios del Plan Schlieffen en clase, preguntó la opinión sobre cierta parte del mismo a uno de sus alumnos. Cuando el aludido empezó a recitar la respuesta, Rommel le interrumpió, diciéndole «ya sé lo que opinaba el Estado Mayor General al respecto. Le estoy preguntando lo que opina usted».

    Así, Rommel siguió como oficial instructor durante cuatro años más. El 1 de abril de 1932, Erwin Rommel fue ascendido a mayor y nombrado como comandante del 3er Batallón del 17º Regimiento de Infantería, una unidad de tropas de montaña. Fue al mando de este batallón cuando se produjo el primer contacto entre Adolf Hitler y Rommel: Durante la Pascua de 1935 Hitler debía presidir un acto castrense en el que el 3er Batallón formaría frente al Führer. Rommel recibió aviso de que un pelotón de las SS se formaría entre su batallón y Hitler, haciéndose responsable de su seguridad. Rommel lo tomó como un insulto, alegando que si el Jefe del Estado no se sentía seguro frente a sus propios soldados, no tenía ninguna intención de hacerles formar. Finalmente, tras la intervención personal de Heinrich Himmler y Joseph Goebbels, las SS no se formaron y Hitler felicitó a Rommel por su batallón.

    El 15 de octubre de 1935, con el rearme alemán funcionando a plena potencia, Rommel fue ascendido a teniente coronel y trasladado como instructor a la Academia de Guerra de Potsdam, época en que estuvo temporalmente a cargo de la instrucción de las Juventudes Hitlerianas. Duró poco en el cargo; su jefe directo, Baldur von Schirach, pretendía militarizar la organización, a lo que Rommel se negaba. Argumentaba que el objetivo debía ser educativo, persiguiendo más la forja del carácter que la consecución de habilidades militares. Al recibir la negativa de Schirach, Rommel le indicó ácidamente que si tanto deseaba entrenar soldados, debería empezar por convertirse él mismo en uno. Como era de esperarse a los pocos días Rommel fue relevado de su cargo como instructor jefe de la Hitlerjugend.

    En 1937 Rommel publicó el único libro que escribió: Infanterie greift an (La infantería ataca). Pronto se repitieron las ediciones, se tradujo a varios idiomas y se convirtió en manual de lectura obligatoria en varias academias militares de muchos países en el mundo. El lector más influyente sobre el destino de su autor fue, sin duda, el propio Hitler.

    Rommel fue ascendido a coronel después de la publicación del libro. El 9 de noviembre de 1938, al finalizar el periodo de tres años como instructor en Potsdam, recibió el cargo de director de la Academia Militar Teresiana de Wiener Neustadt. Sin embargo, Hitler le seleccionó poco después para dirigir el Führer-Begleit-Bataillon, el batallón de la guardia personal de Hitler, con la misión de escoltar al Jefe del Estado. A raíz de su nuevo nombramiento, Rommel pasaría a tener trato casi a diario con Hitler. El 1 de agosto de 1939, Rommel fue ascendido a mayor general y destinado al Cuartel General del Führer como jefe de Seguridad.

    Rommel y la Segunda Guerra Mundial

    La intervención de Rommel en la campaña inicial de Hitler en Polonia fue escasa en cuanto a resultados, pero enormemente influyente en los años posteriores. Cumpliendo con sus funciones de Jefe de Seguridad del Führer, Rommel pasó mucho tiempo conviviendo con Hitler.

    Debido a que la campaña en Polonia fue tan corta como exitosa, Rommel no llegó a conocer entonces la obstinación irracional de Hitler, sus ataques de rabia histérica, o su decisión de sacrificar cualquier cosa con tal de conseguir sus objetivos, incluyendo a sus soldados o la propia Alemania. Por lo tanto, hasta cuando pudo verlo por sí mismo años después, a raíz de la batalla de El Alamein, en 1942, Rommel se formó, lamentablemente, una imagen limitada de quién era su comandante en jefe.

    Al término de la campaña de Polonia, Rommel quedó de nuevo agregado al Estado Mayor de Hitler. Este profesaba mucha simpatía al dinámico general que tan poco se parecía a los oficiales prusianos, de ascendencia noble la mayoría, que tanto abundaban en el Estado Mayor General y a los que el Führer despreciaba. Un día le preguntó en una conversación casual qué era lo que más le gustaría. Rommel no lo dudó ni un instante y contestó: «El comando de una división blindada».

    El 15 de febrero de 1940 Rommel tomó el mando de la 7ª División Panzer, en Bad Godesberg, reemplazando al general Georg Stumme. Era la primera vez que ostentaba el mando de una unidad de blindados. Inmediatamente puso manos a la obra y pasó los meses siguientes entrenando intensivamente con su nueva unidad, conociendo a sus oficiales y preparándolos para el tipo de guerra que tenía intención de ejecutar.

    En 1940, sólo tres meses antes de la invasión a Francia, Rommel asumió el comando de la 7ª División Panzer, que se recordaría como la División Fantasma, debido a la velocidad y sorpresa que constantemente lograba, hasta el punto de que inclusive el alto mando alemán perdió la pista de dónde se encontraba Rommel, para ejecutar la invasión de Francia y los Países Bajos. Pese a ser la primera vez que Rommel comandaba una división Panzer mostró considerables habilidades en esta operación, repeliendo un contraataque del ejército británico en Arras y provocando el caos en las comunicaciones, suministros y las columnas de refuerzos aliadas al atacar en sitios que los Aliados consideraban seguros y a muchos kilómetros del frente.

    La 7ª División Panzer fue una de las primeras unidades alemanas en alcanzar el canal de la Mancha el 10 de junio de 1940 y ocupó el vital puerto de Cherburgo. Como recompensa, Rommel fue promovido y nombrado comandante de la 5ª División Ligera, más tarde reorganizada y renombrada como 21ª División Panzer y de la 15ª División Panzer, que fue enviada a Libia a principios de 1941 para ayudar a las derrotadas y desmoralizadas tropas italianas que en la segunda guerra mundial fueron aliadas de los alemanes, formando el Deutsches Afrikakorps, unidad operativa mayor al frente del cual Rommel logró su mayor fama como estratega militar.

    Es necesario resaltar que lo largo de la campaña de Francia, Rommel desarrolló con creces la nueva táctica de la Blitzkrieg y se distinguió por dirigir a sus hombres desde la primera línea para hacerse una idea en tiempo real de la situación, asumiendo numerosos riesgos y estando varias veces a punto de morir en combate.

    Debido al nuevo nombramiento en el teatro de operaciones del Norte de África, Rommel pasó la mayor parte de 1941 organizando y volviendo a formar a las maltrechas tropas italianas, que habían sufrido una serie de derrotas a manos de la Commonwealth británica, entonces bajo las órdenes de Richard O'Connor.

    En respuesta a la presión británica, en la primavera de 1941 Rommel lanzó una ofensiva que empujó a los Aliados fuera de Libia, pero no pudo penetrar en Egipto y, sobre todo, dejó tras sus líneas el importante puerto de Tobruk que, aunque cercado por tierra por las tropas del Eje, todavía resistía bajo las órdenes de un general australiano, Leslie Morshead. El comandante en jefe aliado Archibald Wavell lanzó dos ataques para levantar el cerco de Tobruk, pero ambas fracasaron.

    Tras el fracaso aliado, mediante la Operación Crusader, una nueva gran ofensiva para liberar Tobruk, tuvo éxito y permitió a los británicos reconquistar la Cirenaica. Pero, cuando la ofensiva aliada se detuvo Rommel contraatacó. En una clásica Blitzkrieg (guerra relámpago), El «Zorro del Desierto» flanqueó a los británicos en Gazala, rodeando y reduciendo al núcleo fuerte en Bir Hakeim y forzó una retirada rápida. Tobruk, asediada y aislada, era ahora todo lo que había entre el Afrikakorps y Egipto. El 21 de junio de 1942, tras un rápido, coordinado y fiero ataque combinado, la ciudad se rindió junto con sus 33.000 defensores. Solo en la caída de Singapur, un poco antes en ese mismo año, se capturaron más tropas británicas y de la Commonwealth. Las tropas aliadas habían sido derrotadas. En unas pocas semanas habían sido empujadas de vuelta a Egipto.

    La ofensiva de Rommel fue detenida en El Alamein, a sólo 100 km de Alejandría. Rommel perdió la Primera Batalla de El Alamein debido a que los aliados tenían una mejor fuente de abastecimientos que los alemanes, a que los servicios de inteligencia británicos pudieron descifrar con la máquina Enigma las comunicaciones secretas alemanas y a que, como el mismo Rommel admitiría: «la gran habilidad estratégica del general Claude Auchinleck, quien tomó el mando directo de sus tropas, detuvo nuestro avance. Empeñándose sobre las tropas italianas, forzaba a las divisiones acorazadas alemanas a intervenir en inferioridad numérica y de material, lo que aprovechaba tácticamente para desbaratar nuestros ataques».

    El virtuoso general aliado Auchinkleck fue reemplazado por motivos políticos, entonces Harold Alexander tomó su lugar, nombrando a Bernard Montgomery como comandante del ejército. En ese momento, la situación de los abastecimientos era cada vez más insostenible para el Afrika Korps pero de todas formas, el audaz Rommel trató de romper las líneas enemigas, por última vez en la batalla de Alam el Halfa pero no lo consiguió.

    Con las fuerzas británicas de Malta interceptando sus suministros en el mar y las grandes distancias que debía cubrir en el desierto, Rommel no podía mantener indefinidamente la posición de El Alamein. A pesar de ello, hizo falta una gran batalla, la Segunda Batalla de El Alamein, para derrotar a las fuerzas germano-italianas y obligarlas a retirarse. Fue entonces cuando Hitler intervino y desautorizó por primera vez a Rommel en combate: el Führer revocó la orden de retirada y ordenó al ejército alemán permanecer en sus posiciones y resistir hasta el último hombre.

    La orden fue una sorpresa para Rommel, que no obstante la acató y suspendió la retirada. Sin embargo, esto significaba condenar su ejército a la destrucción, por lo que 24 horas más tarde decidió insubordinarse y volvió a ordenar la retirada. No sufrió medidas disciplinarias por ello, pero en el espíritu de Rommel quedó para siempre una mala impresión de su comandante en jefe.

    Tras la derrota en las batallas de El Alamein, las fuerzas de Rommel se limitaron a tender emboscadas al ejército británico que les perseguía y no volvieron a plantear lucha abierta hasta que llegaron a Túnez. Incluso ahí, su primera batalla no fue contra el VIII Ejército británico, sino contra el II Cuerpo estadounidense, que había desembarcado en Marruecos y Argelia durante las semanas anteriores en lo que se conoció como la Operación Torch. Rommel infligió un duro revés a las fuerzas estadounidenses en la batalla del paso de Kasserine.

    Volviendo una vez más a enfrentarse a la Commonwealth en las antiguas defensas fronterizas francesas de la Línea Mareth, Rommel no pudo retrasar más lo inevitable. Ultra fue un poderoso factor que precipitó la caída de sus fuerzas. El 6 de marzo de 1943, tras librar una última batalla, Rommel fue evacuado. Sus hombres se convertirían en prisioneros de guerra pocos meses después.

    Tras su evacuación de Túnez, Rommel pasó un tiempo encerrado en una villa de Alemania. Su estancia allí era secreto de Estado, ya que la propaganda oficial seguía hablando de él como si estuviese aún al frente de sus tropas en África, para mantener la moral. Al consumarse la rendición en Túnez (13 de mayo de 1943), Rommel fue transferido temporalmente al Cuartel General de Hitler como «consejero militar», sin mando efectivo salvo un paso fugaz por Grecia.

    El desembarco aliado en Sicilia ocurrido el 10 de julio y el derrocamiento de Mussolini dos semanas después, convencieron a Hitler de que Italia estaba a punto de rendirse y le impulsaron a intervenir militarmente. El Führer llamó a Rommel para darle el mando del nuevo Grupo de Ejércitos B, formado alrededor de Múnich, que empezó a cruzar los Alpes pocos días después.

    Desde agosto hasta noviembre, Rommel dirigió lo que de hecho era un ejército de ocupación en el norte de Italia. No se ha acusado a Rommel de ningún crimen de guerra o contra la humanidad en este difícil periodo de pre guerra civil, a pesar de las órdenes de Hitler de reprimir brutalmente a los partisanos.

    Rommel recibió en noviembre de 1943 la orden de trasladar su Grupo de Ejércitos B a Francia y fue nombrado responsable de defender la costa francesa. Consternado por la situación con la que se encontró y el lento ritmo de trabajo, sabiendo que disponía de escasos meses antes de la invasión, Rommel revigorizó todos los esfuerzos de fortificación a lo largo de la costa atlántica, el Muro Atlántico. Bajo su mando, el ritmo de trabajo se aceleró significativamente, se colocaron millones de minas y miles de trampas antitanque, así como obstáculos en las playas y los campos.

    Rommel concluyó que para sostener el Frente Occidental cualquier movimiento ofensivo resultaría imposible debido a la superioridad aérea aliada. Argumentó que los tanques habían de estar dispersos en pequeñas unidades y deberían mantenerse en posiciones bien fortificadas, situadas tan cerca del frente como fuese posible, de modo que no tuvieran que moverse demasiado y no se apelotonasen cuando comenzara la invasión.

    Opinaba que la invasión debía ser detenida en las playas. Sin embargo, su comandante Gerd von Rundstedt decidió que no era posible detener la invasión cerca de las playas a causa de la enorme potencia de fuego de la flota aliada y pensó que los tanques deberían estar formados en grandes escuadrones tierra adentro, cerca de París, donde permitirían a los Aliados adentrarse en Francia y entonces acabar con ellos. Cuando se pidió a Hitler que eligiese un plan, vaciló y situó los tanques en un punto intermedio. Entonces, los tanques quedaron demasiado lejos para lo que Rommel propugnaba, y fuera del alcance de la idea de Von Rundstedt. A pesar de todo, el plan de Rommel estuvo a punto de llevarse a cabo.

    Durante el Día D, unidades blindadas de la 21ª División Panzer llegaron a penetrar hasta la costa entre las localidades de Luc-sur -Mer y Lion-sur-Mer, interponiéndose entre la 3ª División de Infantería británica en el este (Playa de Sword) y la 3ª División de Infantería canadiense en el oeste (Playa de Juno), aunque fueron finalmente rechazadas. La supremacía aérea de los Aliados entorpeció enormemente el despliegue de las unidades acorazadas alemanas de reserva destinadas a contraatacar el desembarco, como la 12ª SS División Panzer Hitlerjugend y la División Panzer Lehr (130. Panzer-Lehr-Division), dando parcialmente la razón a las tesis de Rommel sobre el posicionamiento de las reservas blindadas.

    Rommel y el complot contra Hitler

    La presunta implicación de Rommel en el complot y su opinión sobre el mismo han sido tema de intenso debate a lo largo de los años. Lo que está más allá de toda duda es que los dos hombres clave del complot del 20 de julio, el doctor Carl Friedrich Goerdeler y el General Ludwig Beck, habían puesto sus ojos en Rommel para que los apoyara. Necesitaban desesperadamente una figura de gran renombre que pudiera contrarrestar ante al pueblo alemán la sombra de cualquiera de los lugartenientes de Hitler que intentara ocupar su lugar, y también les hacía falta un militar de prestigio y alto rango que pudiera unir bajo su mando al ejército, enfrentándose a las SS si fuera necesario. Rommel era ambas cosas. A pesar de sus enemigos en el OKW, era una figura ampliamente respetada en el ejército, e inclusive en las Waffen-SS, y además era la figura más popular en Alemania después del propio Hitler.

    Los conspiradores tenían dos contactos con Rommel: uno era Karl Strolin, alcalde permanente de Stuttgart y antiguo amigo y camarada de armas de Rommel durante la Primera Guerra Mundial; el otro, era el teniente general Hans Speidel, quien siendo ya parte del complot había sido nombrado jefe de Estado Mayor de Rommel en Francia. Strolin visitó a Rommel en febrero de 1944 para informarle de la conspiración. También le reveló en ese momento la existencia de los campos de exterminio.

    Strolin declararía después que Rommel desconocía la intención de asesinar al Führer y creía que lo que se haría con Hitler era capturarle y encerrarle para ser juzgado posteriormente. El 17 de mayo de 1944 Rommel asistió a una reunión de altos cargos militares del Frente Occidental en la que el general von Stülpnagel habló abiertamente del complot para matar a Hitler. Según numerosos testimonios, principalmente de Speidel y de Lucie, la esposa de Rommel, el mariscal se opuso al magnicidio, prefiriendo una acción más suave por la que Hitler dimitiese o fuese depuesto pero no asesinado.

    Pero, el éxito del desembarco aliado en Normandía, el 6 de junio convenció definitivamente a Rommel de que era imposible que Alemania ganara la guerra. El 12 de junio se entrevistó con el Generalfeldmarschall Gerd von Rundstedt y le explicó que la guerra en el Oeste no podía ganarse militarmente. El 26 de junio se entrevistó en persona con Hitler, por última vez. Ese mismo día Claus von Stauffenberg comenzó los preparativos para el atentado del 20 de julio.

    El 9 de julio, los conspiradores hicieron un último intento por ganarse a Rommel para su causa. Cesar von Hofacker, emisario de Von Stülpnagel, informó al mariscal del atentado inminente contra el Führer. Existen opiniones contradictorias sobre si Rommel dio por fin una respuesta afirmativa o si prefirió no implicarse. En cualquier caso, el 13 de julio Rommel redactó una versión ampliada y actualizada de su informe del 12 de junio sobre la imposibilidad de ganar la guerra contra los Aliados Occidentales y se la envió al Generalfeldmarschall Günther von Kluge, sustituto de von Rundstedt. Von Kluge no lo enviaría a Berlín hasta días después del atentado, lo cual aumentaría los rumores contra Rommel.

    Desde que se inició el desembarco de Normandía, Rommel ejercía su cargo como jefe del Grupo de Ejércitos B, visitando un cuartel general

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