Nadie Menos
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About this ebook
Una mirada distinta sobre lo que mal llamamos violencia de género. La violencia, lejos de ser una cuestión de género, es una cuestión de personas. Vivimos en una sociedad que tiene personas violentas, tanto hombres como mujeres.
Nadie Menos es una novela de corte actual, basada en hechos realesm que cuenta la vida de Mario y Alsacia en un relato cómico por momentos y dramático por otros. El autor intenta echar luz sobre lo que realmente pasa detrás de lo que tan de moda se ha puesto y hemos llamado violencia de género. Profundiza sobre el abuso de las leyes, por parte de inescrupolosos abogados que llenan los escritorios de jueces con denuncias falsas, logrando el efecto contrario de invisibilizar a los casos reales de miles de personas que necesitan el apoyo de la justicia frente a los hechos de violencia sufridos
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Book preview
Nadie Menos - Galo del Moral
A mi hijo,
porque todo lo que hago, lo hago por él.
Y a quienes no se dejan engañar tan fácilmente.
Prólogo
En el momento en que recibí la propuesta de escribir el prólogo para Nadie Menos dije sí sin dudarlo. Mario y Titín están dentro de mi corazón hace tiempo y me siento afortunada de compartir con ellos mi vida. Soy fiel a mis valores cuando brindo apoyo a la lucha por la justicia, por una sociedad mejor, por un presente mejor, cuando acompaño dando lo más innato en mi al cuidar, proteger y amar, algo que, aunque se atraviesen momentos difíciles, vale la felicidad cuando ese amor y ese cariño son correspondidos.
Sentí acertada la idea de Galo, de plasmar en un libro la triste vivencia de Mario y Titín que han padecido en el día a día. He compartido con ellos muchas de esas situaciones y los vi fortalecer su relación, los vi disfrutar a pesar de aquellas complicaciones, los vi seguir adelante y dejarse querer. Le agradezco a Mario no darse por vencido, es un orgullo ver a ese papá presente y enfocado en el bienestar de su hijo. Le agradezco a Titín que es un sol, un pequeño gran amigo que todo lo ilumina con sus risas, sus preguntas, sus juegos, sus cariños, sus picardías, su ternura y su valentía.
Es un camino difícil el que toca recorrer cuando una de las partes necesita la agresión y la guerra constante como combustible para vivir. Por supuesto que para una pelea hacen falta dos personas dispuestas a pelear; el tema es lo que sucede cuando una de las partes no está en la misma sintonía, entonces el otro no encuentra la reacción esperada y le da rienda suelta a todos los medios a los que puede acudir para así al fin hacerse notar por la otra parte. Allí aparece la denuncia falsa y la difamación, el daño que le causa a los demás y en muchos casos, el atropello a los hijos y a los derechos que tienen como niños que son. El abuso que se hace de las denuncias falsas sólo para demostrar el poder y amedrentar al otro, sacar ventajas o impedir que los papás vean a sus hijos que hasta reestablecer el vínculo pueden pasar meses. El uso de los hijos como moneda de cambio y que terminan siendo los rehenes. Lamentablemente, en el contexto actual, existe un sector privilegiado que se ve favorecido por la Ley de Violencia de Género. Nos vemos bombardeados por los medios y las redes sociales donde pareciera que las víctimas son solo mujeres a manos de los hombres cuando en realidad la violencia es ejercida por personas independientemente de su género. En esta situación el hombre está siendo estigmatizado.
Por otro lado, ¿Dónde quedan los niños y sus derechos? Se da por sentado que el hombre debe aguantar porque es hombre o porque los hombres no lloran; ¿Por qué un hombre tiene que soportar que se dañe a sus hijos? En mi opinión, a los niños debe dárseles la posibilidad de crecer en un hogar sano y eso, a veces, implica vivir con papá.
Es tiempo de pujar para que la justicia se agilice en este tema. Todos publicamos el bienestar que sentimos al quitar de nuestras vidas personas tóxicas, pero nos olvidamos de los niños que también son alcanzados por aquellos abusos, impidíendoles muchas veces ver a un padre, limitándoles el acceso a la comunicación, manipulándolos con mentiras.
Cuando alguien esgrime el derecho a la igualdad, como es mi caso, eso implica reconocer que otros también tienen derechos y hay que respetarlos. Con lo cual para exista igualdad hay que dejar el paradigma de que la víctima es solo la mujer. El hombre también lo es. Esta obra que Galo del Moral ha creado, da la posibilidad de exponer y mostrar que el hombre también es víctima y de crear conciencia de esta realidad, que empiecen a hablar del tema, a denunciar, a defenderse, a proteger a sus hijos porque también existen hombres sanos, personas de bien, que quieren vivir sus vidas tranquilos y criar de la mejor manera y con las mejores posibilidades a sus niños. ¿Qué ejemplo le daríamos a un hijo si nos dejamos avasallar, maltratar, agredir, difamar, abusar sin defendernos?
Espero que disfruten tanto como yo la lectura de este libro y que se animen como Mario a cambiar las cosas.
Caro
Al mentiroso cuando lo descubren se enoja o se hace la víctima y desata la ira para destruir al que lo descubre. Hay que ir con la verdad y con la frente en alto, y recordar que cuando te maltratan el problema lo tiene el otro; la gente de bien no va por el mundo destruyendo la vida de los demás
Introducción
Nadie Menos nace en medio de un torbellino de noticias e información que nos llega por los diversos medios de comunicación y redes sociales, y que se nos mete hasta por los poros, sobre lo que se llama violencia de género. Es indudable, el tema está en el tapete en estos momentos en el que mi libro sale a la luz. Claro está, lo primero que debo hacer es aclarar y reafirmar que, efectivamente existen muchas mujeres que son violentadas por malvados y viles hombres, que son abusadas, violadas, golpeadas, agredidas psicológicamente. Esta situación existe, es triste y es real. Y son necesarios todos los mecanismos que el estado pueda poner a disposición para detener estos atropellos. Lo que debemos comprender, es que también hay hombres avasallados y violentados por mujeres también malvadas y viles, y la sociedad no parece tenerlo en cuenta en estos días, al menos no en la misma medida. Es un tema tabú. Usted no se enterará por estos mismos medios de los miles de casos que hay, pero si empieza a hurgar, verá que los hay y son muchos. Si hablamos de violencia de género, sobreentendemos que se trata de un hombre violentando a una mujer. Tal vez sea porque la palabra violencia
es de género femenino, y el término agresor
es masculino; o tal vez porque las cuestiones culturales que así lo indican, están muy arraigadas dentro nuestro. El caso es que hay también hombres violentados. La violencia por tanto no es de género. Este enfrentamiento que se nos ha ofrecido abiertamente, para ser agregado a los que ya tenemos en nuestra sociedad, nos está metiendo en un barro del que no será fácil salir. Lo que hay en nuestras sociedades son personas violentas, hombres y mujeres que se aprovechan de la violencia física y psicológica; y personas violentadas que deben ser defendidas a través de los mecanismos que el estado debe proveer, sin importar su género. Tanto debe tomarse en cuenta, una denuncia de violencia realizada por una mujer, como la que realice un hombre. Esto, mi querido lector, aunque le parezca increíble, no sucede.
También hay un sinnúmero de denuncias que son falsas en el ámbito de la violencia familiar o la violencia de género. Denuncias que son llevadas adelante sin fundamento, sin filtro alguno, sin pruebas, y que son tomadas por el sistema judicial que se encuentra inmerso y atrapado en medio de todo este torbellino que se ha puesto de moda. Dan rienda suelta a pedidos de restricciones con demasiada facilidad, impidiendo que padres o madres que nada han hecho para merecerlo, sean separados temporalmente de sus hijos, o perjudicando el normal desenvolvimiento de la comunicación filial. Y esto es gravísimo. No digo que las restricciones no sean necesarias, lo son. Hay hombres y mujeres realmente violentos y peligrosos que necesitan ser alejados, es imperioso que así sea. Simplemente digo, que se están utilizando las denuncias de violencia de género, para complicar la vida del otro sin que ese otro haya hecho nada. Póngase por un instante en los zapatos de ese otro. Eso genera mucha más violencia. Entiendo también a los jueces a los que le cae un pedido de restricción, y que están atrapados dentro de este torbellino. Bueno pues a buscarle una salida mejor y sobre todo más justa. No podemos meter dentro de la misma bolsa a todo el mundo, para facilitarle la vida al sistema judicial.
Y si tenemos muchos de estos casos de denuncias falsas, ¿Qué ocurre con los casos verdaderos donde la víctima necesita ayuda urgente? Bueno, no tenga dudas que quedan tapados, demorados, enmarañados en la pila de expedientes de un juzgado. Aquí la otra gravedad del tema.
Las crónicas de Mario y Alsacia son sólo un ejemplo, de toda esta situación. Es un caso nada más, del atropello de una mujer hacia un hombre, del constante empuje de abogados que ven un gran negocio detrás de todo esto, entregando un dulce fácil a sus representados a cambio de dinero fresco, de jueces asustados e influidos por la moda reinante, de gente que mira para el costado, de facilismo, del no te metas
. De la injusticia en general. Venga, lo invito, creo que se va a entretener, y tal vez se indigne un poco. La idea es que sirva para entender la otra parte de nuestra realidad.
Capítulo 1
El Avión de las 6:05 hs.
Y allá va, el avión de las 6:05, cargado de ilusiones, de sueños y vaya a saber de qué otras cosas más. Venga mi querido lector, déjeme contarle la historia de un tipo de bien, valga decir, de los normales, de los comunes, de los muchos que caminan por allí, ¿vió? y de su hijo el bailarín que, para preservar la identidad de los protagonistas, vamos a llamar Mario y Titín. Sí, porque esta mi querido lector, es una historia real, tan real, que merece ser contada.
Y allá va el avión de las 6:05. Titín salió medio dormido como cada mañana y saludó a su padre.
- hola Pá... Esbozó
- Hola hijo, ¿otra vez dormido? Al menos, ¿pudiste desayunar hoy?
Titín meneó la cabeza. Y alzando los ojos papá repitió lo de cada mañana:
- hijo, tenés que desayunar. Decile a tu madre que te levante más temprano. Hay que desayunar para tener energía para empezar el día. ¿Sí?
Titín asintió. El camino era el de todos los días. El tránsito insoportable, un trayecto adornado de bocinas, autos mal estacionados, combinados con el apuro y la intolerancia de la gente. Eso era algo que no cambiaba nunca. Titín alzó la vista y vió que el día pintaba gris. El invierno estaba a pleno a mitad de agosto y el sol apenas atravesaba las densas nubes.
- Ayer empezamos el Taller de Los habitantes del mar
, le comentó a