Lecturas Estivales
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About this ebook
Escrito durante el verano 2018-2019. Para poder leer mientras uno busca la calma del verano, escritos de corta duración y que muestran el pensamiento que he tenido durante todo este verano. Una amplia selección de Poemas y cuatro obras de teatro, incluyendo De nihilo et voluntate (obra de un solo acto publicada en Philosophia Vulgaris N°1).
Felipe A. Matti
Philosophy student at U.C.A (Pontificia Universidad Católica Argentina). Right now: Pannaturalist, Vitalist and believer in God but nontheless in the importance of the seek of truth. Mission: Merge Philosophy and Literature, create a friendly environment where people can philosophically inquire its beliefs and surroundings, and to avoid any sort of difficult terminology and language where only someone who is guided and knowledgeable of the subject's terms could understand. We are here to think and be thought, hence we are always trying to uncarry that burden which is to face the question "How important are we? And why am I here? What is nature, how dominant am I in this realm, in this reality?". Things like this, are what befuddles the human being since he was asked "So, how was your day?".
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Lecturas Estivales - Felipe A. Matti
Palabras
Sobre la portada y su significado, el título y las obras seleccionadas en esta publicación:
El arte, la pintura y la fotografía:
El arte es sobre todo un estado del alma. Si creo desde el corazón, casi todo funciona. Si lo hago desde la cabeza, casi nada.
Marc Chagall – Sobrevolando la ciudad.
Me valgo de lo siguiente antes de proseguir en mi osadía expresiva: Es menester que se sepa que no soy más que un entusiasta del arte, es decir, no tengo ninguna clase de noción profesional así como tampoco forense, ni que soy perito de aquella hermosa voz de las musas. Sin embargo, el arte es aquél ejercicio que cualquier mente precoz, sensible y agotada de pensamientos hace; y lo hace de por sí como una empresa que emana de su propia alma o espíritu. De tal índole es el ejercicio, que el arte se ha vuelto un patrimonio de suma importancia que promueve a otra mente a que también se vuelque sobre ella misma; el arte es una voz la cual llama y evoca a todo espíritu y alma que la contemple, en una perturbación que solamente se retira como si fuese la contracorriente de una ola, que acaricia la boca de una cosa turbándola por lo bajo con ese movimiento circular de tan confusa fuerza.
Hemos sido muchas veces cómplices de aquél pensamiento en el cual se ha puesto al hombre siempre como expectante, público de una obra magna, que se enfrenta a él y éste la imita tras comprenderla. Podemos establecer muchos ejemplos, uno podría decir que la naturaleza es aquella obra y el hombre sin participar de lleno es solo el público. Luego muchas veces se ha entendido a la naturaleza como el orden, y de esa manera podemos ora estirar y ampliar el rango del espectáculo ora achicarlo y disminuirlo hasta que el hombre es partícipe y expectante de su propio orden, obra, arte, naturaleza.
Ahora ¿Qué pasa cuando damos a algo tan magna cualidad que se vuelve todo? El hombre se ha encontrado con una intensión más fuerte que cualquier brida, que lo impulsa a comprender la simetría y a pensarla como modo o medio para descifrar si algo es bello o no – formosa- todas las cosas que son bellas es decir formadas estarían al servicio de la geometría. Me he detenido a pensar eso por un tiempo, intentando ver en la naturaleza aquél orden que - en mi hipótesis - encontramos por doquier, y me he frustrado al ver que mi ojo la busca y teniendo por sí un deseo voraz de satisfacerse la ha encontrado en aquello que, sufriendo una más minuciosa inspección, no lo tiene.
Me refiero a una simetría que se asemeje a lo perfecto, a aquello que supuestamente somos capaces de dibujar en nuestra mente; donde las razones geométricas son esos conceptos casi tan puros (según creemos) como aquél aire de las montañas, el cual ni bien queremos insuflarlo nos vemos por algún motivo expuestos a nuestra vulnerabilidad y nos debilitamos; ciertamente porque eso mismo buscamos, esto es, ser partícipes de la perfección.
¿Habrá osadía más grande que utilizar una regla? Tal soberbia es propia del hombre, sin duda. Nos frustramos, enfurecemos incluso, cuando un niño busca dibujar los ejes cartesianos solamente con un detenido movimiento de la muñeca; dejando rastro de aquél pulso que con pequeños saltos no permite que la recta sea tal. Sumergido en la ciudad bonaerense he tenido la oportunidad de apreciar algo que no muchos hacen, quizás por esa idiosincrasia argentina que defenestra todo lo suyo al compararlo con un ideal perfecto de otras cosas, las cuales son nóminas; quizás será que los argentinos somos los más grandes matemáticos habidos y por haber solo que derrochamos esa oportunidad conmovidos por una opulencia perdida. Buenos Aires es el zenit de la arquitectura, de la perfección simétrica. Caminando por San Telmo, Recoleta, y demás barrios en donde la mano y la razón optan por trabajar en conjunto (e manera que hemos cumplido a la perfección casi todos los primeros aforismos de Francis Bacon) me he percatado que es toda la capital argentina una gran labor en función a la simetría. Entonces, al ver muchos artistas detenidos en las calles con suma observancia, yo mismo he sido público de quienes lo eran de la obra de otra persona (que a su vez, en función de confundirte más a ti lector, era público de otra obra). Al verlos con detenimiento, me fijé siempre en el método que utilizaban para apercibirse de lo que tenían en frente. La mayoría tomaba asiento, muchas veces son solemnidad dado que el sol irradiaba fuertemente sobre ellos (es curioso, pero pocas veces optaban por hacerlo bajo la lluvia), y era infalible que en algún momento sacarán de algún bolsillo o mochila ,o lo que fuere, una regla.
¡Oh! Poderoso espíritu, que todo lo juzgas,
Que todo con tu hambre devoras;
Osada, Osada es tu impaciencia,
Pululante que busca por siempre aquella,
La nómina de la perfección,
Una torpe mano que batalla contra tu pasión.
Una regla que buscaba imitar a aquella otra primera con la que se diagramó eso que en frente buscaba el artista representar. Muchos otros, teniendo noción de lo dificultoso que sería imprimir aquél arte vivo, hogar de espíritus, mentes, vida quieta corroída por aquella impulsada en movimiento continuamente; optaban por tomar una cámara fotográfica y osar de la facilidad que les resulta un simple click.
Sin embargo hubo siempre un acto curioso, en tanto la pintura del artista se detenía casi improvistamente. Todas las reglas eran subsecuentemente quitadas, casi como olvidadas, del estuche de las herramientas. Era enterrada, habiendo cumplido su objetivo, no siendo más objeto útil. En tanto el artista necesitaba dedicarse a una estatua, a alguna figura concreta. Por ejemplo a Hefestos y Poseidón que gobiernan por sobre el edificio de la aduana frente a los diques de Puerto Madero. El uso del lápiz se hacía prácticamente vital, cada giro, cada músculo, incluso el estridente o el martillo pretendían viveza absoluta; no había lugar para esa cordura que es el imaginado metro.
¿Alguna vez se habrá alguien atrevido reglar el cuerpo del hombre?
Por supuesto, pero claro que eso ha sucedido. Y nos ha regalado la mente los más divertidos monstruos, similares a un rompecabezas que debemos estimar y con esmero formar nuevamente. Aquello es totalmente curioso, cuando uno busca la perfección