Orfandad, Libídine Y El Niño Uraniano Que Aprendió a Escribir
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Orfandad, Libídine Y El Niño Uraniano Que Aprendió a Escribir - Ricky Padilla-Del Valle
© 2019 Ricky Padilla-Del Valle
Todos los derechos reservados. Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida, distribuida o transmitida de ninguna forma ni por ningún medio, incluyendo fotocopias, grabaciones u otros métodos electrónicos o mecánicos, sin el permiso previo por escrito del editor, excepto en el caso de citas breves incorporadas En revisiones críticas y ciertos otros usos no comerciales permitidos por la ley de derechos de autor.
ISBN: 978-1-54-393924-8
Para aquellos que, por ser sobresalientes, los entierran con expectativas metafísicas, inalcanzables y quiméricas.
Para aquellos que cuando se miran al espejo, luchan contra códigos primitivos al intentar definirse a través de filtros eclesiásticos, dogmáticos y divinos.
Para aquellos que ya no sienten ser suficientes, los que lloran, se deprimen y aún sobreviven, los vulnerables de corazón y las víctimas del alma.
Y para ustedes, a quienes escribí y nunca abrieron sus cartas.
Definiciones
Orfandad
condición de huérfano.
pensión que reciben algunos huérfanos.
Libídine
lujuria.
Uranismo
homosexualidad masculina.
Prefacio
La vida durante el tiempo libre a mediados de mi segundo año en bachillerato fue pesada, turbia, ambivalente y densa. Había transcurrido un semestre que finalizó en la salida del hogar donde crecieron todas mis memorias, viví intensas experiencias, recibí las mejores enseñanzas, disfruté de increíble confianza, encontré variadas opciones de amor; en fin, ese era un lugar cálido. Es cierto que tenía una familia fragmentada desde hace algunos años atrás. La tristeza humedecía las metálicas puertas donde habitaban nuestros afectos, y oxidaba los cerrojos de los cuartos en donde residían prisioneros el desamor y el abandono. A pesar de esto, en las afueras de este hogar hacía frío; quizás lo vi venir, quizás no.
Decisiones.
De esas grises preguntas y respuestas que tienen sentido solo dentro de tí mismo, de tu realidad y fantasía.
Terminé en otros hogares de extraños negocios como por un tiempo en lo que mejoras
, pero exigente en sí mismo de un protagonismo social diluido por la demonstración de intereses de verdadero amor. Me enamoré de esa última ilusión y utópicamente determiné ser distinto y confié; pues aquello de valor que una vez poseía, ya estaba destruido. Y a eso me refiero la exclusividad del amor de un padre, la ternura y la cubierta emocional del ser/estar que solo mamá da. Por ser habitante de un planeta dinámico pensé que ese invierno de familia era temporal. No lo es.
Errores.
Son el peso de las posibilidades que tuvimos antes de actuar, y qué gran peso es este.
Incontables veces salí y entré al museo de las personas que acomodaron sus vidas para la exhibición pública de victorias forzadas y segundos y terceros lugares justificados. Para ellos, yo significaba pechos inflados de orgullo y cargaba un potencial de trofeos, medallas, espiritualidad, sanidad, paz, etcétera. Mientras que yo solo observaba los podios hechos a base de arena en los que me paraba a recibir reconocimientos. No recuerdo que fueran totalmente merecidos, ni mucho menos haberlos sentido así. Me halagaban diciendo Ejemplo de Superación
. Me otorgaban cintas de valor como si polímeros de proteínas fibrosas con pigmentos confirieran importancia y esencia. La misma pasión del amor que tenía por ellos, la familia adoptiva, se convirtió en una increíble fuerza moral de reestructuración social/familiar. No fue aceptada la remodelación.
Cambios.
Esos que ocurren en sistemas biológicos cuando la muerte de un estado organismal se transforma en la vida de otro.
Lo dejaron afuera, otra vez. Enero y el nuevo semestre llegaron más fríos que nunca y las ayudas