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Atlanta es Al

Por: Pedro Ortiz Periodista


Martes 14 de Agosto del 2012

Lo vi por primera vez a ratos amarronado, en otros momentos verde, en un Sony Trinitron de doble perilla, medio cuadrado y rebelde, que un to muy querido haba logrado traer de EE.UU. en plena dictadura militar. La pelea ya llevaba minutos de iniciada, y mi to y mi padre seguan luchando con la antena de conejo, mientras apretaban unos botones extraos, entre maldiciones y no pocas risas. Ese es mi recuerdo ms antiguo de Muhammad Al, tumbando a Foreman en Zaire despus de ocho rounds infernales, aguantando los martillos que el pelado Earnie Shavers pareca tener en cada guante o perdiendo con Leon Spinks, un novato al que la fortuna le regal un ttulo increble. Al es uno de mis dolos, dueo de una grandeza deportiva y moral que trascendi los encordados. Un boxeador estupendo, un lder irrepetible. Por eso, aunque Carl Lewis gan su noveno oro, Michael Johnson se convirti en el amo de los 400m y el vley peruano no gan un solo partido, los Juegos de Atlanta los recordar porque me permitieron ver al deportista ms grande de todos los tiempos. En la ceremonia inaugural, con la mirada ida y la mano izquierda temblorosa, Al apareci de la nada, en lo ms alto del Estadio Olmpico, para recibir la antorcha y encender el pebetero. Verlo ah, con el Parkinson que haba inutilizado sus movimientos, hizo de ese momento uno de los ms conmovedores en la historia de los Juegos modernos. Pese a ello, sent que el corazn se me encoga. A mi alrededor pasaba lo mismo. No era el nico que lloraba.

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