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t'el ingeni~ro Enrique

D, Flie$S .:onstituye una destacada contri- SITARIA


bución a la ensCn;¡.n1,a y estudio de esa
importante rama dc la Ingeniería que es la
Estabilidad de las Construcciones, En ella
desarrolla el primer curso de Estabilidad~ taJ
como lo dicta en su cátedra de la Facultad
de Ingeniería de la Universidad Nacional de
Buenos Aires.
Siguiendo la escuela de Timoshenko,
parte del principio del parafelogramo y sobre
él construye todo el edificio de la Estática a
través de una sucesión de secuencias rigu ro-
, ,,ncllte encadenadas. de sencilla deducción,
Dc los diez capítulos que componen la
' ,b!;>, 10$ tres primeros se destinan al estudio
¿ l' Ivs ~istemas planos y espaciales de fuer-
:1. ,1 5: sigile /:1 cuarto con Geometría de masas,

para rc.Ji l dr , ('1] el quinto, el estudio de las


fuerzas Jislri!.>uidas, Los capítulos sexto,
séptimo y octavo, estudian todo lo referente
al equilibrio de cuerpos vinculados, sistemas
de retkulado y sistemas de aJma Bena. El
principio de los trabajos virtuales y los
sistemas planos sujetos a cargas móviles
cierran el ciclo de Estabilidad, primer curso.
La abundancia de ejemplos prácticos
relativos a cada uno de los temas desarrolla-
d os, cons ti tuye mi efica;r; o;;omplemento de
los conce ptos teóricos enunciados Y1 que,
además de poner en evidencia sus respectivos
Gunpos de aplicación, facilita considerable-
rrtC llll' ~11 asimiladón por parte de los estu-

dLlmes, a quienes, sin duda, la obra está


prin ci p~ !me n ie destÍJ1,lda,
Además, el ingenie ro Aiess, al eviden-
ciar, un;1 vez más, sus conoddas condiciones
didácticas, hace un valioso aporte en benefi-
cio de la tarea que desarrolla el equipo de
colaboradores que lo acompaña en la Cáte- "
dra de Est;¡bilidad , primer curso. í
Esta obra se completa con Estabilidad
11, del mismo autor que cubre las temas de la !
asignatura tal como se dicta en la Facultad
de Ingenierí:t de , la Universidad de Suenos
,,
Aires y en la Escuela Superior Técnica del
Ejército. Cubre, también, temas de los cursas

1
de la Universidad Tecnológica,
F ERNANDO M, L OPEZ
PROve-CTl~TA II!e-C,ANI CO
,
INGEN IERO CIVIL

Enrique D. Flie'ss
Profesor titulor de Estabilidod de la Facultad
de Ingeniería de la Universidad de Buenos Aires,
V de la Escue la Superior Técnica del Ejército . .
Jefe del Depa rtomento Técnico del Institulo
del Cemento Portlond Argentino.

E S t a b I• I I• d ad
primer
curso

Todas las dl'fecno~ 'L'SC'v~{los par H~. 1910 ) ED IT ORIAL KAPELUSZ S.A .. Molo'"''
ED I TORIA l 312. Buenos A"lls. Hucho el rleiJ<'rs'to qu,-, IlS ta blecc la lev 11 .123.
:ac......E L e B z Publicado en mayo de 1963. Tercera ed ició n. enero de 1910.
More n o 372 • Bu. nos A lr•• LIBRO OE EDICION ARG ENTI NA. Prinwd i n Ar!l'-'nttl13.
,.-
iNDIa oaHDAL
"
2.2.
2.2.1.
' 2.2.2.
Fue rue no c:oncurrentet en al plano
Reduc:c:ián da ,i.tal%llls no c:on<:UJTentel
Polígono funio:ul ...
..
44
4S
2.2.3. Propiedades da loa polígonos funieulllrel 47
2.2.4. Polígono funicular qua pa.. por tres puntal dados d a l plano
"
índice general.
2.2.5.

. 2. 2.6.
2.2.1.
Aplic:aci6n del polígono funicular a la determinación gr' fica del
momento de una fue rza con respecto a un punto
Pares da fuer. . . .
Equilibrio de a¡atem as no conc:urrentlll .
.
61

6S
2.2.8.
2.2.9.

2.2.10.
c._ particulares de polígol1Ol funiculares
Determinación an.alític:a de la resu~tante de un eistema de fuerz.s
no concurrente. .
Cato. elpec:i.lel de reduc:d.6n de sll~llUIs de luan.. no coo-
current... P..... Equilibrio
..
6S

76
2.2.11. Condicione. an.líticas, nltl;:e18rial y .uficientel para e l equili-
xv brio de un sistema da fuer%81 no conc urrent.. 76
2.2.12. DellCompoaicióo de si,temal no concurrantes. SoIuc:i6n rr'fka
de Culmann . 80
1. Conceptos fundamenta les. 2.2. 13. Detcompo,id6n de .i.em.. no coneu rrentlll. Soluei6n gráfico-
n u m6rlca da Ritter . 82
1.1. Introducci6n 2.2.14. Duc:ompoeición de elltama, no concurrent.... Solución anatítka 'S
1.2. Fuerza. Concepto . 1 2.2.15. Ca_ particul.rft de detCOmpotlieión de un. fuerza en t ...
1.3. Fuerza. Repre.eou.ei6n 2 componentes . .6
l.". Siltema, de fuer". 4 2.2. 16. Aplicac:l6n del polígono funicular. un c:uo particul.r d. d lll-
1.5. t - princ:ipiOtl de l. Estática 4 c:ompolicl6n de una fuerza en dOl componentes 91
Ui. Momento Mtático de una fuerza 10 23. ~rUII puale1as an al pl.no 93
1.7. Rept'eHn~i6n vectorial del momento d. una fuen:a 12 2.3.1. ReducciÓD da ,inemal ru:. fuaml ~ew . 93
1.8. Teorema d. VarienoD 12 2.3.2. Deec:ompotlición (Eq'uilibrio ) de Mm. parelal•• 97
1.9. Pu.. d. fuerza. . 14 2.3.3. Determinación an.lític. de la resultante de un si.tema de fuer_
1.10. Rnultl.Dte de un par . 17 z .. paralel... Equílibrio 99
1.11. R eprl..ntaci6n vectorial de los JlIU'8' de fuerZQ l. 2.3.4. Condiciones ana Utk.. para el equilibrio de un eiltema da fuar-
1.12. Trtll laci6n d. fuerUI . 19 ... paralelas . 101
1.13. Compollici6n d. una fuerza con UD ~r . 20 2.3.5. Centro de fuerza, paralelo '. 193
1. 14. R epnMntación amlllítica d. lu fuenat . 21
1.15. Si¡no d. 1., fue rzaa . 23
1.16. Proyección de un par IObTe un eje coordenado 24
1.17. a,.prulón analiticll del momento de un. tuerza fQpeeto de un 3. Sistemas espaciales de fuerzas.
p~.. 24
3.!. Fuarus coocurrentel en e l "p.cio ' . 109
3.1.1. Composición ITMica de fuerza. concurrant.. an al elpaeio 109
2. Sistemas planos de' fuerzas. 3.1.2. Equilibrio y delCOmpolición de fuerzas concurrentes en el elpa-
clo. Solución ITMica 111
2.1. FuerZl. concurrentes en el plano 27 3.1.3. Compo.lción analítica de fuerzea concurrentel en e l especia . 112
2.1.1. Reducción de .iltemal de fuerza. concurrente. 27 3,1.4. Momento da un. fuerzá respecto de un eje . 115
2.1.2. Deaeompolici6n de una fuerza eD dOll direcciODet concurrent.. 3.1.5. Exprea¡ón analítica del momanto da u na fUlrza rupeeto de
con I U punto de aplicación . . 29 _.. m
2.1.3. Detcompollici6n de una fuena en trel component.. 32 3.1.6. DelCOmpotlici6n d. u na fuerza en tres direccionn concurrentes
2.1.4. Equilibrio d. fuerzas concurrent.. 13 a un punto de su recta de aeci6n y no copl.n..... con la mi.ma 122
2.1.5. Reducción de si.temas. Soluci6n analítica . 34 3.1.7. Condiciones ana lític., neeeuries y IUfidentel per. al equilibrio
2.1.6. Druc:ompoeici6n de fuerz... Soluci6n analítiCII 39 d. u.n aUtemll da tuerzas concurrentes en el e.pacio 128
2. 1.7. Equilibrio da sistemu de fuerus conC'UITentel. Condicione. 3.2. p _ da luarua en el aspacio . 133
analítiCIIs nee_ri.. y suficientes . 40 3.2.1. Tr..x.eI6n de parM de f uerzo . 133
VD fNDJCS GENERAL

3.U . Campoaiei6n d, pare. que ac:t{¡an en plaDot no JMrelaloe 135 5. Fuerzas distribuida&.
3.2.3. RllpreMnac:i6n vec:tori, ¡ de ¡0tI pll.ret ~ fueno . 136
3.2.4. Compoaici6n analítica de pIIr" d, fueml 137 5. 1. GanaTalid ad .. 24 1
3.2.5. Condicione. an.tític.. d, equilibrio d, ,ilt'mII' d, JMre. In
5.2. F ueru dinr lb uida normal mente a u na superficie. Concepto de intan-
,1 ••s-do . 13. lidad da carca . 24 1
33. Fulrz.. ¡MInll!!I•• en _1 eapaeio 141 5.3. F uarUl paralal.al d iltri!)uid .. a lo larto da una línea . 243
3.3.1. Rnultante de un _¡nema d. fueuu paralela. en 81 "pido 141 5.4. R esu ltanta d. una fu.ua distribuida sobre u na lín.a .
3.3.2.
24'
R.ducc:i6n de _¡nema. d, har_. paralela. en el " Plldo. &alu. S.S. Cu rva fu nicular. Trnado Crilico por punto. y ta ncen ta, . 247
ei6n analítica. 1421 U . Datenninac:iOO a na lítica da la c u rva fu nicula r . 24.
3.3.3. Centro d, fuen.. Pfll"llela. en ,1 ..pacio .
1'" 5.7. Eeua ci6n d iferencial da la curva funicula r da una carCI dilltribui·
3.4. Fuen.. no ooncUI'Tllnt•• In ,1 eapaclo 147 da, para llla 2S7
3.4. 1. ReducciÓD d, ,¡,tem.1 d. fuerza. no concurrente, e n el Kpflcio 147 5.8. T a n. iOO da la cu rva funic ular 25'
3.4.2. Reducelón d, ,IHlrnl. de fuerza. l.padaleJI, Soluei6n I"alítica
3.4.3. Condidonl' analític.. , nec ••• riat y .uli~ient• •• par. ,1 equili-
brio d. un ,¡eterna do fuenp, l»paci.1el no concurrente.
'"
158 6. Equilibrio de cuerpos vinculados.
3.4.4. o..compoaición d. ~ fu.u. en tal. componenUl. en ,1 a. pacio 161
6.1. Lot , i. t . m .. ple no. vi nculado. 261
6.1. 1. G an. ra li dad.. . 261
4. Geometría de las masas. 6.1.2. Cha pa.; concepto 261
6.1.3. Gr.d o. da libertad 262
-u . B«ricantrot . 165 6.1.4. Da.pla za m ien to. d e u na chapa 265
4. 1.1. c.nttoe de m.... 165 6.1.5. Vineu lOl 268
4.1.2. Determinaci6n cráfica del momento e,tá tico con r" PKto a un 6. 1.6. El aq uilibrio da le chapa v;nculede. R eatei_ d. v inculo 273
Ija de un conjunto diacreto da mata. plano 169 6.1 .7. Dat.rmina.c:iOO de 1" reaa:iones de vínculo en .ine ma, da una
4.1.3. ConjuntOl cOTltinuo. de masas. Baricentro 172 chepa. Solución CrlÍfica . 2 77
4.1.4. Baricentrot de línea, y IUperliCift . 173 6.1.8. Determinad 6n de las feateionet da vínculo en un . i.tema. de
4.1.5. Determinaci6n de bancentro. de línea. 177 une chepa.. Solución analíti cl 280
4.1.6. Determinación de baric:entrOl de la .uperficie d e 1.. figura. 6. 1.9. ¿'d.na; . dnami licu 286
mIr., important" . 182 6. 1c:0. Ca de nas ·&em6t iCIII d. dos cha pea. Determi nad 6n d. laJ reec:-
4.1.7. Teorema. de Peppus 18. ~on" d e v ínculo 28.
4.2. Jilnmantoa de " gundo orden de .u~rficles 191 6. 1. 11 . A7co e tr.. erticuladoll8l 2. 7
4.2.1. Definldon.. 191 6. 1. 12. Cadena. cinem á tica. da tres chapa. 303
4.2.2. Momento. de le¡undo orden de IUperficiM con re. pacto a ej.. 6. 1.13. Cad en.. cinarrúitic.... da más d e tr. . cha pu 308
pal1llelOl 104 6. 1.14. Caden .. cinemá tica. cerradas 309
4.2.3. Momento. de inlrcia y redice de giro polare. 1.7 6.2. 1.01 ai u . m .... e.pacie l.. vinculado- 32 1
4.2.4. Momento- da "gundo orden con relpect:o a ejes de un mi.- 6.2.1. G radOl de liberta d da u n .ólido e n a l IIIpKiO 32 1
mo origen.
·4.2.5.
4:2.6.
Ej.. principal.. de inereia •.
Momento. de "l[UIldo orden r..pecto da eje. oblicuOl
'"
201
204
6.2.2.
6.2.3.
6. 2.4.
Vincull ci6n d e .ólidOl e n el a.pacio
El .6li do ilOn ' t ice mente su. tentado
"Dettr minación de 1.. reaee iones de vínculo . n el espacio. Solu-
323
326

4.2.7. Determinación de momento. da inercia de ligur" de contorno c\6n .n"lítica . . . . . . . . . . . . . . . 330

4.2.8.
Irre¡ular
Momento- de inercia de figura. geométrica.
2"
212
6.2.5.· Detetmi naci6n " á fic'. da 1.. r. aa:ionet de vínc ulo en e l " pacio 333

4.2.9.
4.2.10.
Radiol de giro · .
Determinación del momento cenmfullO de l triángulo re.pacto
21' 7. Sistemas de reticulado.
de un par de ej_ ortollonel..
4.2.11. Determinaci6n del momento centrifullO de una . uperficia de ' .1. LoJ tI.tem u de retlculado en a l plano 337
•contorno uTe¡ular 22~ 7. 1.1. DefinicioOft 337
4.2.12. Determinación erifiu uacta del momento de inercia de una 7. 1.2. S ina ma. da r.t ic ulado. Su " ne ración 338

4.2.13.
fi¡u ... lleométriu compuesta
IntafP"ltación cráfiu da 1.. f6rmula. parII &iro de aje.. Cir_
7.1.3. Condici6n da ri llid u . R .laci6n a ntra a l n6 mero d. berta. y
de v'rtic..
,..
cunflfOCia de Mobt J 7.1.4.
1.1.5.
Diltin tOl tipoa de ret icu l.dOl ptuo.
Determin,¿ón de ufuenos e n buTa.. M étodo de Culmazm
".
>47

o.termin~¡6n d. . .fuerzoll ~ barraa. M"todo d. Ritter
7.1.6.
'.1.7. Utiliud6n d.1 polílono funieular pan. la aplicaci60 de 10. ""- '''' 9.1,3, OeeplUlllmiento. infinit"imol d, chapill ricidu '88
9.1.4. Dia,rlma de Williot-Mohr . '9'
7.1.8.
7.1.9.
todo. d. Culmann y Rin,r .
Determinaci6n analítice d. Jot ..fuerzo. en Mrral de reticullldo.
Determinaci6n d, 10Ii ,lfuenot: lDediante ,1 diavama d. Mu:-
'"
". 9.1.5. Corrimilnto. clebidos a rotaciones infinit"imal. Elaeion... D ia·
trama. can..ianos de corrimiento. '0'
7. 1.10.
w.II-Cr.~ .
El método d. Henneberg o d. f.lM potiei60
"9
'66
9.1.6.
9.1.1.
CompotieiÓl'l d. f'otacione. infinitésima.
Datcompoaic:ión 4e rotaeiones infinitésim.. en rotacion.. como
502

ponente.
7.2.
7.2.1.
Loe ,¡.ternas de retieulado eJp&Ci.ln
o.neuei6n d. lo. retieuladoll e.pacieln
"9
360
9.1.8. Rotacionll y tradaeion.s, compOlicion.1 y d • .compolleion..
vatlas . .
'09

7.:U.
7.2.~.
Condición d. ri¡idea: d.1 anillo d, bu.
C6pu l .. d. (onfiCUlación ,imple. Cúpula d. Schwedler
371
378
9.1.9. '"
Corrimientol relativos. Variación de diuanc:ia entre dOl puntOI '13
9.1 .10. Dalplaz.mientos relativol de chipa. rígidas SI'
7.2.4. o.terminaci6n d. los • • fuerzol en le. barre. d. loa retieuledo. 9.1.11 . Dalplazamiento. de cadena. cinemática. de un ¡rado d e libertad SI'
elpllcia¡... Solución general enalític• . 380 9.1.12. Determinación de polos en cedene. cinem6.tic .. de un ,rado
7.2.5. Determinación d. 101 e.fuerzos en barras d, reticuledoe a.pe· da liberta d 520
da l... Soluciones ¡¡rUie.. y lI"'fico-numérica 382 9.1.13. Extensión de l dia¡rama de WiUiot_Mohr al calO de cadenal
7.2.6. Método de Henn eberg o de f.lo polición 382 cinam6tlc.. de un (Tado de libertad 522
7.2.'. Determinaci6n d. "fuerzas an barra. en e8'0I ..pecia¡" '84 9.1.!~. Trazado da diagramas cartesianos de corrimientOI da puntos da

8. Los sistemas de alma llena.


9.1.15.
9.1.16.
caden .. dnel'l'liticltl .ujetal a desplazamiento.
Articulaciones relativas entre chape. no conteeutivas
.

Variación de di.tancia entre p'untos de una cadena dnemitica


'"
52'1

8.1.
8.1.1.
Sil~mq pi_o. ~
DlfinieiOrlell
alma ll.a 380
389
9.1.17.
de un ¡rado di libertad
ea- pilrticulare. en Ja detenninación de polo. y trazado de
dlagram •• da Corrimientos '
'"
53'
8.1.2. DIt."runación de 101 elfuerso. etu..cteriltieol '02 9.1.18. Datanninad'lm ' de polos en cadanOll cinemática. clrreda. di un
'O,
8.1.3.
8.1.4.
8.1.5.
Diarram•• de esfU8!':ZOI earacteri.ticol
lA vi,a limpie da eje I'ICtilmeo
Relacionel Inalítie.. entre la. funcionll qu. dafinen loa dil-
......
'97 9.2.
(Tado de liberUd
Trabajo virtual
- ,:.
..
'"
,..,
,O<

."
9.2.1. Dnplazamientos virtuales
,",mal de p, Q y'" M

...
9.2.2 . Trabajo da una fuerza
8.1.6. lA viga c:on voladiRn 9.2.3.
8.1.7.
8.1.8.
lA vi,1 e mpotradl
Leo viga G.rber o en Canti1evar, rec:tiUn... • 30
9.2.4 .
9.2.5.
Trabajo de un par da fuenal
Trabejo de dos fuerzas opuestas '"
El prineipio de loa trabajos virtual.. 'SI
8.1.9. lA viga . imple l ujeta I 11 acei6n d. pllrII -1-37 ~.2.6. Aplicación del principio de 101 tra~ jos virtualal a le determi-
8.1.10. TTan.mi.i6n indirecta di ear¡.. 4'0 neeión de incóiOita. HtátiCU en sistemas ..titleamente d..
8.1.11. Tnu:ado de diagrama. de cazw.ct8rÚ1tieu J)IU'I CUI" mm.., terminados SS4
eoneentTad.., y distribuida . .42
8.1.12. Pórtieoa. DefinieioDlH 4.2
8.1.13. M6todo (fifico para el traudo de dial"lm.. da ear.ctlrietie..
en p6rtlcOl . . . . ..., 10. Sistemas planos suje~os . a cargas móviles.
8.1.14. M6todo ¡r6fleo-num6rico pua el traudo de dlapm.. de e.- 10.1. Taorla de 1.. líneas de influencia ..O
.57
8.1.15.
racteritth:'1 en p6rtiCOl .
M6todo analítico (o num érico) para , 1 uu.do de dlacram-' de
10.1.1.
10.1.2.
Definiciones
Influlncia da una carga uniformemente di_tribuida.
'69
S72
earectad.tica. en pórtico. .66 10.1.3. Influencia de una caria que varía linealmente 57.
8.2_ SI,tem.. _paeial_ de alma llana • 69 10.1.4. Influancia de un s istema de cargas concentradas paralela. 57.
8.2.1. Conf'ptoa I8nenl... . . . . . . 4.0 .10.1.5. Influencia d e eara:at trAnsmitid .. en forma indirecta S78
U.2. Truado de 101 dia¡:nuna de eanct.arllticu 472 10.1.6. Influencia de un .istema móvil de cargas concentradas 580

I
10.1.7.
10.2.
Influencia de una carga distribuida móvil
Datarmineeión analítlea de líneas de influencia
'"
589
9. E l J)rineípio de 109 trabajos virtualea. 10.2.1. Con.id"acionel generalH 589
10.2.2. Linle, da influencia de reacciones de vínculo externo 590
9.1 Complltnefltoa de cinem6tka plana . 433 10.2.3. Llnaa de influenc:ia de esfuerzos .. n barras de raticu lado 595

l. 9, 1.1.
9.1.2.
De.plaumiento de un punto material. CorrimJantOl
De.pluatnieotol finito. de ebaPQ ri¡Pd..
48'
4..
10.2.4. Unea. de influenc:ia de esfuerzos característico. eo ,i.temat da
alma llene ; 608
iNDICE OttNERAL xo

10.3. Método cinemática pa ra el trazado d e linea, de inf lue nc ia de magni-


tude. estática. 614
l(j.3.1. Con. ideracione. generales 614
lÓ.3.2. Líneas de influencia de reacd ones de vínculo eXterno 616
10.3.3. Líneas de influencia de eduerzos e n barras de raticulado 619
10.3.4. L ínea, de influenci" de esfuerzo . cuacterílt iébi en sistema. d8
alma llena 622 .,
10.3.5. Líne o.s de influencia de ¡,,, componentes de reacción en un
empatell miento 627
loA. D iegram"s envolventes 631
10.4.1. ConCflptos ¡ enerale. 631
1004.2. D iagramll. envolv;;lnt es d e momento. flexores y esfuerzo de coro
te en vigas simplemente apoyed". 632
10.4.3. Diagramas envolvente. de momantol f1exore. y esfuerzos de
corte en ~ igas 8mpotrada. 644
10.4.4. Diagramas envolventel de M_",. y Q .. ",. pltra una viia con
e x tremo. en v o!ildio:o 648

I ndiC$ alfabético 655


..6LODO

Lo dicho no ell, por cierto, critica al autor. Dejo constancia, simple-


mente, de la encrucijada en que se halla todo maestro en su afán de ser
eficaz. Es decir si, para bien de la cátedra, ha de hacer prevalecer el
interés de los más o el de los mejores.
Con verdadero afán de ser útil, con una minuciosidad extraordinaria,
e! ingeniero Fliess desarrolla un sinnúmero de CB80S particulares, tratando
Prólogo. de facilitar al máximo el proceso mental de sus alumnos, y por cierto que
10 lOl1ra, dadas sus relevantes dotes de expositor.
UJoIBERTO MEoLl.

El autor, en una de las primeras páginas de BU libro, al enunciar


Los principios de la Estática, expresa:
"Para la resolución de los distintos problemas que 8Ut'gen del estudio
de la Estática es posible 8e~uir distintos cmrunos. Es así que Meati, si-
~uiendo la ffflCUela italiana, desarrolla previamente la teona de los vecto-
re8 ruciles y luoAo. estableciendo que la equivalencia lisica de dos sistemas

de fuerzas aplicadas a un mismo cuerpo ríllido corresponde a la equiva-


lencia ¡leométrica de los dos sistemaa de vectores aziles que los repre-
sentan, resuelve en forma eleJjante los distintos problemas que 8é plantean.
Partiendo de los principios de la mecánica clásica, como ser el prin-
cipio de los trabajos virtuales o el principio del paraleJollra:n0 de las
fuerzB3, es posible construir tOiJo el edificio de la Estática y resolver todos
sus problemas. Nosotros partiremos de este último principio, siguiendo
con ello a Timoshenko."
. El ingeniero FIi8S$ ha sido un eficaz colaborador mio en la cátedra
de la que hoy es, merecid8m~nte por cierlo, uno de sus profesores titula-
res. Ha hecho a mi lado su carTera doc:ente y, en los sucesivos carp
desempeñados por él -ayudante de cátedra sl iniciarse, jefe de trabajos
prácticos después y, por último, profesor adjunto antes de ser nombrado
tituls:r-, ha ~stado en inmediato contacto con los discípulos y ha podido
por ello palpar las dificultades que el común de los estudiantes encuentra
para la asimilación de los conceptos que se le transmiten. Esto, mn duda,
debe haberlo impulsado a adoptar el procedimiento que indica, partiendo
del principio del paralelollramo de 1M fuerzas, es decir recorriendo desde
su origen todo el camino del desarrollo de la mecánicB, con evidente bene-
ficit; de los más, si no del menor. número de los mejor dotados.
-_.,-----

pertinente de Teoría de Estructuras, en io que respecta El aistemlJ8 sujetru


a cargas lijas, 30n comWle8 El todos los cursos. Faltaría únicamente com-
pletar la Presente obra con 101!J capítulos relativos a Resistencia de Mate-
1
riales' que inlevan el pro~ama de 183 distintas carreras, erc1uida Inge.
niería Civil. ElJo, muy probablemente, será objeto de otr~ publicaci6n.
..,
j
P refa e i o. Este libro lo dedico El mis alumnos, y es mi mayor deseo que pueda
&erles de utilidad para la comprensi6n de los conceptos fundamentales de
la Ciencia de lrur Construcciones, y que pueda servir de base para el estudio
de los temas que de aquéllos se deriv8l1. Si así fuera, se habrá cumplido
La presente obra no pretende ser original. Es simplemente un resu- el prop6sito que me gui6 al escribirlo.
men ordenado de las clases que dicto en el primer curso de Estabilidad, Quieto dejar constBrlcia de mi r6COn~rniento al in~niero Roberto
a los aJUtrtnolJ de Ingeniería Civil de la Facultad de InAeniería de la Uni- Meali, Jefe de Trabajos Prácticos de la Cátedra a mi car~, por su esmero
versidad de Buenos Aires. en la revisión de loo originales y las valiosas su¡lerencias efectuadas, así
Comprende dos partes. En la primera de ellas se estudia el .equili- como también a mis ex alumnos señores Germán Hugo Ger y Enrique
brio del cuerpo rígido, libre y vinculado. La segunda corresponde a la Riquelme por la prolija ejecución de las fi~uras.
Teoría de Estructuras, limitada a los sistemas &státiCBmente determina- ENRlQu& D. FLlBSS.
dos, y en la misma 116 contempla la determinación de ·reacciones de vínculo
interno, tanto para los sistemas sujetos a la acción de cargo fijas como
para loa solicitado" por cargas móviles..
Pllrll. el trazado de líneat de influencia se han considerado las solu-
ciot1e$ ariaJíticas y las que resultan de la aplicación del Principio de los
Trabajos Virtuales, analizando diversos.casos parlicu18rt!l$.
Se ha dedicado especial atención a la reaoluci6n de cadenas cerradas,
tanto en 10 que .se refiere a la determinación de reacciones de vínculo
como al establecimiento de la ubicación de polos, por ser ternas escasa-
mente tratados en la biblioAz"aiía. especializada.
El trazado de diagramas envolventes para casos simples, así como
también el de la circunferencia de 'Mohr para casoo especiales, se han
d8$lflTOllado en detalfe para facilitar su &studio y comprensión a los re-
cién iniciados.
Si bien la presente obra responde, como 'l.ueda dicho, al programa
del curso de Ingeniería Civil, se adapta también a }os programas corres-
pondientes a 1M restantes carreras, en cuyos planes se incluye la asigna-
tura Estabilidad l. En efecto, los capítulos relativos al equilibrio de s61idos
libUJ5 y vinculado«, el correspondiente a Geometria de las masas y la parte
"
, 1

actúan. Piremos así Que fuerza es toda acci6n que tienda a modificar el
Miado de reposo de un cuerpo.
4 observaci6n nos dice que en la naturaleza las fuerzas se manifies-
tan de diversas maneras. Si suspendemos de un hilo un cuerpo pesado y
1. Conceptos fundamentales. luego lo soltamos, observamos que el cuerpo cae. En este caso la fuerza
que pone en movimiento al cuerpo es la fuerza de gravedad dirigida hacia
abajo. Otros ejemplos de fuerzas lo constituyen la fuerza centrifuga, la
presión que ejerce el viento sobre un tejado, o la presión del agua contra
1 . l. Introducción. las paredes del recipiente que la contiene.
ConsideremOl (fig. 1.1) una esfera apoya-
da sobre una superficie plana y empujémoala ho-
Mecánica es la parte de la Fisica que se ocupa del estudio del equi- rizontalmente. La esfera tenderá a desplazarse.
librio y movimiento de los cuerpos. El análisis del equilibrio queda reser- Ha modificado su estado de reposo por efecto
vado a la Estática; la Cinemática estudia el movimiento desde un punto de la accioo exterior, moviéndose en el sentido en
de vista exclusivamente geométrico, mientras que la Dinámica lo hace que la hemos ejercido. Ello nos permite estable-
considerando las relaciones entre el movimiento de "los cuerpos y las cau- Fil. 1.1. cer que para que una fuerza quede perfecta-
sas que 10 provocan. mente definida es necesario conocer cuatro parámetros: intensidad de la
Nos ocuparemos del primer aspecto, es decir, de la Estática, estu- fuerza, punto de aplicación, dirección y sentido.
diando las condiciones que rigen el equ:ilibrio de los cuerpos sólidos, con- El primer parámetro, es decir, la intensidad de una fuerza se esta-
siderando a estos como rígidos ' e indeformables. En realidad, en la Na- blece por comparación con un patrón, que se considera como la unidad
turaleza no existen cuerpos absolutamente rígidos, constituyendo estos de fuerza. Los dos patrones de medida que se utilizan corrientemente er_
una concepción lógica sin existencia real Todos los cuerpos de la Natu- la técnica son el kilogramo y la libra. El primero representa el peso de
raleza se deforman en mayor o menor grado bajo la acción de las fuerzas un cubo de platino (kilogratna-pstrón) que se conserva en los archivos de
que los solicitan, pero, en el caso de los materiales usuales en las estruc- la Oficina de Pesas y Medidas de Breteuil (París), y es de uso común en
tura:!!, las deformaciones que sufren (dentro de ciertos límites) son peque- los países que han adoptado el sistema métrico decimal. La libra corres-
ñas y pueden no ser tenidas en cuenta sin mayor error. ponde al peso de un cilindro, también de platino, depositado en la Torre
Admitiremos en lo que sigue la hipótesis de la rigidez, que supone de Londres y se denomina libra-patr6n-imperial. Se la utiliza en los EE.
invariable la distancia entre dos "puntos de un cuerpo cuando éste se UU. de América y paises del British Commonwealth. La relación que
encuentra sometido a la acción de fuerzas. El estudio de las deforma- existe entre ambos es 1 libra = 0,454 kg.
ciones de los' cuerpos cargados corresponde a otros capítulos de la Esta- En el ejemplo de figura 1. 1 la recta m - m define la dirección en que
bilidad de las Estructuras. la fuerza tiende a mover a la esfera, y el sentido de la misma será igual
al sentido del movimiento impresc..
Como veremos más adelante, también es posible definir una fuerza
estableciendo su ir1tensidad, su recta de acción y su sentido.
1 . 2. Fuerza. Concepto. Siendo la fuerza, como hemos visto, una magnitud dirigida será por
consiguiente, una magnitud vectorial.
A los efectos dél estudio de los distintos problemas que se presentan
en la Estática, es necesario introducir la noci6n de un elemento fundamen-
tal: la noción de fuerza.
1 . S. Fuena. Representación.
No intentaremos definir una fuerUl, sino que daremos un concepto
de ~a misma. En la Naturaleza, las fuerzas se ponen de manifiesto por sus Siendo la fuerza una magnitud vectorial, será posible representarla
efectos sobre los cuerpos o sistemas de puntos materiales sobre las que mediante un vector. Para ello, establec~emos una &SCa1a de fuerzas, a
3 Jl'VJ:RZA. REPRESENTACIÓN , • CONC2PT()S I'UNDAM!NTALES

[sed/" de fuer~(fI~ ti kg/ cm 1 .4. Sistemas de fuerzas.


11
Sobre un CUI!TpO rígido pueden actuar simultáneamente más de una
fuerza. El conjunto de las mismas se den omina sistema de fuerzas. Tal el
caso de la figura 1 .5, donde actúan las fuerzas P I; P2; P I y p •• aplicadas
en los puntos A , 8 . e y D. Existen distintas clases de sistemas de fuerzas.
p
Una primera división permite establecer los sistemas planos de fuerzas y

m 7'- ____
,
P,
Fil. 1.2 Fir. 1 , 3.
m
kg(cm y consider amos (fig.l.2) IIt' fuerza P(kg) actuando sobre un
cuerpo rígido en el punto A. según la recta m - m y con el sentido indi-
Fill:. 1.4. Fi¡. 1.S.
cado. Si leemos en la escala dada la intensidad P de la fuerza, tendremos
una cantidad de centímetros, que constituirán la longitud de un determi- los sistemas de fuerzas en el espacio. Un sistema de fuerzas, decimos q ue
nado segmento dirigido. Dicho segmento, llevado a partir del punto A es plano, cuando todas las rectas de acción de las fuerzas que lo constitu-
sobre la recta ro - m, con una flecha indicando el correspondiente sen- yen se encuentran conten idas en un mismo plano. Cuando las rectas de
tido, constituye el vector que representa la fuerza P . acción no pertenecen a un mismo plano, y tienen direccion es cualesquiera
en el espacio, decimos que el sistema de fuerzas es espacial. Cada una de
Ahora bien, la fuerza no constituye un vector libre, como veremos a
estas clases de sistemas de fuerzas puede subdividirse en dos sub-clases:
continuación. Sea un disco (Iig. 1.3), en condiciones de girar alrededor fuerzas cxmcurrentes, fuerzas no concurremes. Un sistema de fuerzas es
de un eje O, que a su vez se encuentra suspendido de un punto fijo M ·concurrente, sea en el plano o en el espacio, cuando todas las r ectas de
mediante un hilo inextensible. Si aplicamas en el punto A una fuerza acción de las fuerzas que lo integran pasan por un mismo punto. En caso
horizontal de intensidad P , la misma tenderá a hacer girar e1 disco alrede- contrario, es decir si las rectas de acción de las fuerzas no concurre n a un
dor de O en el sentido de las agujas del reloj. Si, en cambio, la fuerza P punto, el sistem a será no concurrente". Los sistemas de fuerzas no concu-
actúa con la misma intensidad e igual dirección y sentido, pero aplicada rrentes en el espacio, se denominan sistemas Gausos de fuerzas.
en B , el sentido de rotación que imprimirá al disco será el opuesto. Y, Como caso particular de los sistemas concurrentes tenemos los siste-
finalmente, si la aplicamos en O , el efecto será un desplazamiento del mas de fuerzas parale las, tanto planos como espaciales. Son aquellos en
disco alrededor de M . Como vemos, e1 efecto de P varía con el punto de que las rectas de acción de las fuerzas componentes son paralelas, y su
aplicación, es decir que una fuerza aplicada a un cu erpo rígido no es un punto de concurrencia es el punto impropio d~ la dirección común a todas
vector libre. En cambio, el vector representativo de urta fuerza s1 constitu- las fuerzas.
ye un vector libre. Consideremos (fig. 1.4) la fuerza P actuando sobre
un cuerpo rígido según la recta de acción ro - ro y con el sentido ind icado
en la figura. Diremos que la fuerza está representada por el vector O A .5 . Los principios de la Estática.
paralelo a m _ ro , y de igual sentido que P y cuyo m6dulo es igual a la
P ara la resolución de los distintos problemas que surgen del estudio
intensidad de P. Dicho vector puede ubicarse en cualquier posición en el de la Estática, es posible seguir distintos caminos." · Es así Que MEOLI
plano de la figura , pero debe entenderse perfectamente que no es una
imagen de la fuerza, sino que sólo representa su intensidad y dirección. .. En el callO de lo. arterna, plano., esta def"mid6n se refie..... silUro" con...
tituidos por más de do. fuena ...
s LOS PRtNClP10S DE LA ESTÁT1CA s • CONCEPT08 PUNDAME.NTALU

siguiendo la escuela italiana desarrolla previamente la teoría de los vecto- prinCipio que acabamos de enunciar, nos da la d ir ección de la recta de
res axiles, y luego, estableciendo que a la equivalencia física de do. sistemas acción de la resultante R , su sentido y la longitud del segmento O Q ,
de · fuerzas aplicadas a un mjsmo cuerpo rígido, corresponde la eq uivalen~ leída en ·Ia escaia adoptada, la intensidad de la misma.
cia geométrica de los dos sistemas de vec:.tores axiles que loa representan, La construcción del paralelogramo de fuerzas, que en la figura 1. 6 b
resuelve en forma elegante los distintos problema. que se plantean. hemos efectuado a partir de un punto cualquiera O, puede realizarse lle-
P artiendo de 105 principios de la m ecánica clásica como ser el princi- vando los vectores representativos de las fuerzas componentes, d irecta-
pio de los trabajos virtuales, o el principio del paralelogramo de fuerzas, mente sobre las rectas de acción de las fuerzas com ponentes. Ello puede
es posible construir, ~aso a paso todo e l edüicio de I~ Estática y resolver observarse en la figura 1 .6 c.
todos sus problemas. Nosotros partiremos de este 6.1timo principio, siguien- Cuando se trate de hallar la resultante de dos fuerzas concurrentes, al
do con ello a TIMOSHENKO. aplicar el principio del paralelogramo de fuerzas no es necesario proceder
El principio del paralelogramo de fuerzas se debe a Stevinius, quien a la construcción del mismo, siendo suficiente la construcción de 10 que
en 1586, lo utiliz6 en sus trabajos. pero sin enunciarlo formalmente. Se- se denomina triánAulo de fuerzas, como surge de la figura 1 .7. En ella,
gún MACH el primero en enunciarlo en forma clara y precisa fue NEW1'ON, hemos Hevado a partir de un punto cualquiera O el vector O M represen-
en sus "Principia PhilosophilE naturalis", a unque también en el mismo tativo de la fuerza P 1 Y por su extremo M el vector M Q, representativo
año ( 1681) Jo enunciaran independientemente VARIGNON en una M emoria de la fuerza P 2' El vector defiuido por el origen del primero y el extremo
presentada a la Academia de P arís y el Padre BERNARDO LA.MI, en un del segundo, corresponde a la diagonal del paralelogramo de fuerzas y
breve apéndice a su TrBité de Méchanique. constituye el vector representativo de la resultante de P I y P,. Trazando
Consideremos (fig. 1 .6), un cuerpo rígido y dos fuerzas P I y P I apli- por el punto A de co~ currencia de las fuerzas
cadas' al mismo punto A de dicho cuerpo. El e nunciado del principio del una recta paralela a la dirección del vector
paralelogramo de fuerzas o primer principio de la Estática dice: representativo de la resultante, queda defini-
"El efecto de dos fuerzas P , y P 1 , aplicadM a un mismo punto de da la recta de acción de esta última, cuya in-
.. un cuerpo ríAido, es equivalente al de una única fuerza Ullmada resultan- tensidad es igual a l módulo del vector O Q,
.. te, aplicada en el mismo punto y cuya intensidad y dirección quedan y cuyo sentido coincide con el de este último .
.. definidas por la diaADnal del paraleloArarno que tiene por lad08 105 vec- Queremos destacar expresamente que el vec-
.. tares representativos de las fuerzas componentes." tor OQ no es la resultante de P I y P I sino
únicamente el vector representativo de la
misma. Es un vector libre, mientras que la

l,.
J;2ZQ Fil[. 1.7.
resultante es un vector aplicado en A, cuya
recta de acción es paralela a la dirección
OQ, y cuya intensidad y sentido conciden
con los del vector O Q. De la observaci6n del triángulo de fuerzas dedu-
I O cimos que el vector representativo de la resultante se obtiene como .sum a
vectorial o .suma Aeométrica de los vectores representativos de las fuerzas
I (d) (b) (e)
componentes.
Fil[. 1. 6. Consideremos ahora el caso en que el ángulo que forman las rectas
de acción sea pequeño (fig. 1 .8 a). El correspondiente triángulo' de fuer-
En la fi gura 1 .6a tenemos dos fu erzas, PI y P I aplicadas en el zas resulta muy a largado (lig. 1 .8 b), y en el límite, cuando ambas rectas
puñto A . A partir de un punto O cua'¡quiera hemos llevado dos segmen- de acción se superpongan y los sentidos de las dos fuerzas sean los mismos,
tos O M Y O N , cuyas longitudes representan en la escala adoptada el vector representativo de la resultante será un vector cuya dirección coin·
(4 kg / cm), las intensidades de P I y P I r espectivamente. Dichos 8_eg~ cida con la de las componentes y la intensidad sea la suma de las fuerzas
mentos corresponden a los vectores representativos de las dos fuerzas, con componentes (fig. 1 .8e) . Análogamente, cuando las rectas de acción
los sentidos dirigidos de O a M y N respectivamente. Construido el coinciden y los sentidos de las fuerzas son opuestos, el vector representa-
paralelogramo O M Q N, la diagonal O Q del mismo, de acuerdo con el tivo de la resultante se obtiene como diferencia de los vectores represen-
• LOe PRINCIPIOS DE LA. &STÁTICA 1 8 CON(2PTQS F U NDAMENTALES

e::;
"ParlJ que dos fuerza! .se equilibren es necesario que .sean opuesta.!"
entendiéndose por fuerzas opuestas aquellas que teniendo la m isma rec:·
, M Q ta de acción, son de igual intensidad y sentidos cont rarios.
Los sistema'! constituidos por dos fuerzas en equilibrio se denominan
"> 0 '# O M Q
a;sten:"Jl nul"".
rb)
(P,J (p,J Consider em os nuevamente el caso de dos fuerzas concurrentes a un
rO)
(e) punto A (fig. 1 . 10 ). El 29 principio de la Estática nos dice que para
Fig. 1.8. equilibrar el s ist ema, bastará que en A actúe una fuerza opuesta a la re-
sultante R , denominada equiJibrante. Ea el correspondiente triángulo de
tativos de las fuerzas componentes (fig. 1.9). Generalizando diremos fuerzas, la equilibrante tendrá sentido contrario a la resultante R, Y en
que la resultante de dos fuerzas concurrentes cuyas rectas de acción son consecuencia se t endrá que e l triángulo de fuerzas será cerrado, coinci-
coincidentes, se pbtiene directamente como suma algebraica de los vecto- die ndo el o rigen de la p rimera fue rza con e l extremo de la equilibrante.
res representativos de las componentes. El terce r principio de la E stática, evidente por sí mism o, e l;Cpresa que:
EI ·principio del paralelogramo de fuerzas nos dice que siempre es El efecto d e un sistema de (uerza.s dado, sobre un cuerpo rí~ido no se
posible reemplazar dos fuerzas concurrentes por s u resultante, o, en otras modifica, .si a dicho .sistema se agrega o quita un ·sist ema de Juerza.s nulo.
palabras, que ambos sistemas son equivalentes. Como corolario de ello
Basándonos en el tercer principio de la E stática,. d emostrarem os e l
se tiene que la única posibilida.d de que dos fuerzas concurrentes se en·
teorema de la transmisibilidad de una fuer za, cuyo enunciado es el si·
guiente:
Si una fuerza actúa .tabre un cuerpo rígido, es po&ible desplazar su
punto de aplicnción sobre su recta de acción sin que resulte alterado su
-R efecto. Para demostrarlo, consideremos el Cl.1erpo rígido de la filtura l . 11 a,

13 --~
A P,
-t}- PAP'8P"

-8 --
,~
(d) lb) (e)

~
'
Fi¡. 1.11 .

en el que actúa la fuerza P a plicada en el punto A . Apliquemos ahora en


-R el punto B, ubicado sobre la recta d e 'acción de P, dos fu erzas P' y P",
"> opuestas, y de igua l intensidad y recta de acción que P (lig. 1. 11 b).
Por tratarse de un sistem a de fuerzas en equilibrio (siste ma nuJo) , la exis-
tencia del mismo no altera en nada e l efecto de P. Considere mos ahora el
Fil. 1.9. Fil. 1.10. conjunto de las fuerzas P y P" que también constituyen un sistema nulo
ya que P y P" son opuestas. En virtud d e l tercer principio de la Estática
cuentren en equilibrio es que su resultante sea nula. Cuando las dos fuerzas
podemos e liminar a mbas fuerzas sin que se altere la acción del sistem a, y
tengan la misma recta de acci6n, como su resultante se obtiene por la
. obtenemos así actuando sobr e el cuerpo rígido únicamente la fuerza P',
suma algebraica de ambas fuerza s, es evidente que para que la resultante
aplicada en e l punto B. Como P' y P eran igual ~ en intensidad y sentido
sea nula, la intensidad de las dos fuerzas debe ser la m isma y sus sentidos
y actuaban sobr e la misma recta de aC(:iÓn. hemos obtenido com o relul·
contrarios. Esta conclusión puede generalizarse en el 29 principio de la
tado una translaci6n de la fuerza P del punto A al punto B . Como e l pun-
Estática, que reza:
to B lo hemos ele¡ido arbitrariamente sobre la recta de acción de P , queda
s LOS PRINCIPIOS DE LA ESTÁTtCA , 10 CONCEPTOS FUNDAMENTALES

con ello demostrado que es posible desplazar una fuerza aplicada sobre un
zas Pl Y p . actúan respectivamente en los puntos A y B, en virtud del
cuerpo rígido, sin que su efecto se altere en absoluto.
teorema de la transmisibilidad de las fuerzas, es posible deslizar ambas
Destacamos que el teorema de la transmisibilidad de una fuerza es
a lo largo de sus respectivas rl!(:tas de acción hasta aplicarlas en el punto
aplicable únicamente al caso de los cuerpos rígidos, y Que pierde validez
cuando se trata de cuerpos deforma bies. El ejemplo que desarrollaremos
e, de intersección de éstas, y en base al primer principio de la Estática,
reemplazarlas por su resultante. Si el punto de intersección no pertenece
a continuación permite apreciar perfectamente lo que acabamos de enuo.
al cuerpo rígido, la construcción indicada es válida, pues podemos imaginar
ciar. Sea (fig. 1 . 12) un conjunto de dos cuerpos elásticos (deformables),
la existencia de una prolongación del cuerpo que contenga al punto de
que los visualizaremos como dos resortes suspendidos, uno a continuaci6n
intersección.
óel otro, de un punto fijo O. Si en el punto A, aplicamos una fuerza P di·
El cuarto principio de la Estática, sumamente importante por sus
o o aplicaciones en los distintos problemas de la técnica, es el denominado
principio de la acción y reacción. Su enunciado dice que toda acci6n im-
plica existencia de una reacci6n, de il1ual intensidad y sentido contrario.
Sea la esfera de fi,gura 1.14, que se encuentra apoyada sobre un
plano. La esfera está sujeta a la acción de la gravedad, es decir de una
A' A"
------ir fuerza P cuya intensidad es igual &1 peso de la esfera, dirigida hacia abajo
y aplicada en su centro de gravedad. La esfera apoyáda se halla inmó-
--------~-- vil, es decir, en equilibrio. Si suprimimos el pia-
8' ób P no de apoyo, es evidente que la esfera caerá. Para

q¿~
lb) __ 8" evitarlo, debemos aplicar en el punto de apoyo
(CI una fuerza opuesta al peso P; tal que equilibre
Fi g. 1.12. a este último. Aplicada esta fuerza, la esfera se
encontrará nuevamente en e<jUilibrio, por estar
rigida hacia abajo, el resorte superior experimentará una deformación, des-. sujeta a la acción de un sistema nulo. Este he-
plazándose e l punto A de .\8, y pasará a ocupar la posición A', mientras que cho nos permite inferir que la existencia del pla.
el resorte inferior no habrá experimentado ' ala rgamiento alguno, transla· I I no de apoyo equivale a una fUerza denominada
dándose e l punto B a la posición B'. Si ahora aplicamos la fuerza P en el reaooi6n, opuesta a la fuerza actuante que es la
punto B ', el resorte infe rior se deformará incrementándose su longitud de Fil. 1 . 14. acción. El plano de apoyo constituye 10 que de-
Ab. D e l caso (b) se pasa al (e) simplemente deslizando la fuerza P a lo nominaremos vínculo, y cuyo estudio exhaustivo
largo de su recta de acción de A á B. Este deslizamiento no puede reali· realizaremos más adelante. La fuerza opuesta a la acción que es capaz de
zarse sin modificar el efecto físi~ de la fuerza sobre el cuerpo, en este desarrollar el vínculo, se denomina reacción de vínculo, y su determinación
caso deformable. para los distintos casos que se pueden presentar constituye el objeto de
Si las dos fuerzas actuantes sobre un cuerpo rígido no se encuentra~ un capítulo especial de la Estática.
aplicadas a un mismo punto, tal el caso de la figura 1.13, en que las fuer·

1 .6 . Momento estático de una fuerza.


Sea (lig. 1.15) una fuerza P aplicada a un cuerpo rígido y un punto
8 cualquiera O, coplanar con P y perteneciente al mismo cuerpo rígido.
P, Definiremos como momento estátioo, o simplemente momentO de la fuerza
P respecto al punto O, al producto de la intensidad de P por la distancia
normal d, entre la recta (te acci6n de P y el punto 0, momento que desig-
naremos con M y cuya expresión es
FiC. 1 . 13.
M= P .d. [ 1.1]
, MOMI!:NTQ ESTÁTiCO DE UNA nrl:RZA 11 12 CONCEPTOS FUNDAMENTALES

Estando P medida en kg ( 6 t) Y la distancia d en m 6 cm, la unidad = P.d. En consecuencia, para que sea nulo el momento de una fuerza
resultante para el momento M será el producto de las unidades en que se existen dos posibilidades:
miden P y d, es decir: kiffi, kgcm, tm o t em, se¡¡6n el caso. Lo corriente
a) Que la intensidad de la fuerza valga cero y
es expresat P en kg y d en m, y, en consecuencia, medir M en kgm
(kilográmetros). b) Que la distancia al centr,o de momentos sea nula.
Al punto 0, con respecto al cual tomamos momento, le denomina. Este último caso sf(; .presenta .c.u ando el centro de momentos pertenece
remos centro de momentos y ,l a distancia d, brazo de la fuerza o brazo a la recta de acción de la fuerza de la que tomamos momento.
de palanca, indistintamente.
De la observación de la figura 1.15 Y sobre
la base de la definición de momento estático, .7. Representación vectorial del momento de una fuerza.

~
deducimos que el valor numérico del momento
/
de una fuerza respecto de un punto es igual al El momento de una fuerza respecto a un punto depende de la inten-
doble del área de la superficie del triángulo que '). sidad y sentido de la fuerza, así ~omo también de la distancia al centro
tiene por base un segmento de longitud igual 8 de momentos, es decir, <;:ue son necesarios tres parámetros para definirlo.
la intensidad de la fuerza y por altura la distan- A Podemos por ello considerarlo como una magnitud vectorial, y represen-
cia al centro de momentos, es decir el brazo de P tarlo mediante un vector normal al plano definido por la recta de acción
palanca. 8 de la fuerza y el centro de momentos.
Consideremos el caso de figura 1.16, en don- Sea (fig. 1.17) la 'fuerza P y el
/
de dos fuerzas P 1 y P I actúan sobre un cuerpo centro O de momentos, contenidos en
rígido aplicadas en los puntos A y B respecti- Fi,. 1 . !S. /"4 .,--------,7 el plano :t. El momento de P respecto
vamente. Si tomaÍnas momentos de cada una de IMI " IPx di de O, podemos representarlo mediante
las fuerzas respecto del centro O, las intensidades respectivas serán un vector normal al plano :t, aplicado

[1. 2)
p~ , I
en O) cuyo .módulo sea igual al valor
absoluto del producto P .d Y cuyo sen-
tido sea tal que un observador ubicado
y por otra parte observamos que dichos momentos tienden a hacer girar en la dirección del vector con los pies
el cuerpo rígido alrededor de O, con sentidos de giro opuestos. Es decil Fi¡ . 1 . 17. en el punto O vea girar la fuerza P
que los momentos tienen signo. de izquierda .8 derecha, es decir, en el
Convendremos en' asignar a los momentos signo positivo (+) cuando sentido de las agujas del rejo;. Al cambiar la posición del punto O, cen-
el sentido del giro coincida con el sentido de las agujas del reloj (dex- tro de momentos, manteniendo constante la fuerza p) varíá la intensidad
I
del momento, pudiendo o no variar su signo. En consecuencia, el vector
I"
trorso o dextr6giro), y negativo ( - )
/ representativo del mismo o vector mOmento variará al cambiar el centro
cuando ocurra en sentido opuesto (si-
nistrorso o sinistr6giro). de momentos, constituyendo un vector aplicado en este último.
La representación vectorial de los momentos resulta muy práctica
Definido el momento de · una
para la resolución de diversos problemas, porque facilita en grado sumo
fuerza con respecto a un punto como
los distintos pasos que conducen a la solución. .
el producto P. d, cualquiera sea la
posici6n del punto de aplicaci6n de la
fuerza sobre su recta de acci6n, el va·
lar del momento no cambia. Lo mis- 1.8. Teorema de Varignon.
Fil. 1 . 16.
mo ocurre si el centro de momentos
se desplaza sobre una recta paralela a la recta de acción de la fuerza . E l teorema de Varignon se refiere al momento de dos fuerzas con-
El momento de una fu~rza respecto a un punto lerá igual a cero currentes con respecto a un punto, contenido en el plano de las mismas y
cuando sea nulo uno de los dos factores que definen al producto M ::;: su enunciado es el siguiente:
, TOOUMA D.& VÁRlGNÓN 13
14
"El moment o de la re5ultante de d03 fuerzas" concurrentes, con res-
y comparando la [ 1. 7] con ~ as dos primeras de las [1.. 3] resulta final-
" pecto a un punto contenido en el plano de las mi5mas, es igual a la suma
.. algebraica de los m oment os de las fu erzas compone';tes, con respecto al
mente
.. mi5mo punto." A A A
Para demostrarlo, consideremos (fig. Sup DAQ = Sup OAM + Sup DAN [1. 8)
1.18) las dos fu erzas P , y P 2 aplica-
d as al punto A y contenidas en el pIa- A' Ahora bien, hemos visto en 1.6 que el valor numérico del momento
no de la figura, y tomemos momentos de una fuerza respecto a un punto es igual al doble del área de la super-
de ambas con respecto a l punto O, co- ficie del triángulo que tiene por base a un segmento igual a la intensidad
planar con P , y P 2' M' de la fuerza y por altura a la distancia al centro de momentos. Precisa-
Tracemos la recta s-s coplanar con N' mente los triángulos DAQ, OAM Y OAN tienen respectivamente por bases
P , y P~ y normal a la recta AO , y a los vectores representativos de R , P I Y P , Y por alturas las correspon-
proyectemos sobre ella el origen y ex- dientes distancias a D. En consecuencia, si en ~a [1.8] multiplicamos am-
tremo de los vectores representativos Q' bos miembros por dos, tendremos
de las dos fu erzas' componentes y de su
resultante R , obteniendo los puntos A';
[1. 9)
M' ; N ' y Q' . Consideremos ahora los
t riángulos DAM , DAN y OAQ. SUS F i,. 1. 18.
respectivas superficies valdrán .que es lo que Querlamos demostrar.
I gual demostración podemos efectuar en el caso en Que los signos de
A los momentos de las dos fuerzas sean contrarios.
Sup OAM % DA . A' M '
u
Sup OAN = 1f.z OA.A' N' [1. 3)
A .9 . Pares de fuerzas.
Sup OAQ = lIz OA.A'Q '
Al sistema constituido por dos fuerzas de igual intensidad, sentido
D e la observación de la fi gura 1.18 se tiene contrario y rectas de acción paralelas, se 10 denomina par de fuerz&J
( fig. 1 . 19 ). Al producto de la intensidad P de una de las fuerzas por la
A ' Q' = A' M ' + M'Q' [1.4) distancia d Que separa a ambas rectas de acción -lo denominaremos mo-
y por ser mento del pM. Los p ares de fuerzas serán positivos o negativos según
tiendan a hacer girar el cuerpo rigido sobre el Que actúan en el sentido
M ? Q' A' N' [1. S)
de las agujas del reloj o en sentido opuesto, respectivamente.
resulta Los pares de fuerzas Quedan definidos por su momento (en intensi-
dad y signo), por lo Que diremos que dos pares serán iguales cuando ten-
A ' Q' = A' M ' + A' N' [1. 6)
gan igual momento. D e ello deducimos Que, Quedando definido el par por
su momento, es decir por el produoto P .d, el par no variaré: si modi-
R eemplazando la [1.6] en el segUndo miembro de la tercera de las
[I .3J se tiene ficamos la distancia d que separa las fuerz as y simultáneamente variamos
la intensidad de éstas de modo Que el producto se mantenga constante:
A
Sup OAQ = Y, OA ( A' M ' + A' N ' ) = Ello constituye la l ' propiedad de los pares, de suma importancia por
[1. 7J sus aplicaciones a la resolución de diversos problemas de ~a técnica, como
= Vz DA.A' M ' + 1f2 DA . A ' N' , veremos m.6:s adelante.
, PARZ8 DZ J'~" . ,. 1

en los puntos M y N (fig. 1.21) Y


giremos el brazo M N de un ángulo q¡
de modo que el punto N pase a ocupar
la posición N'. Apliquemos, tanto en
d
M como en N', sistemas de fuerzas
I
en equilibiio, de intensidad P y de
!-----O;d--''l:P-t rectas de acción normales a M N'. En
virtud del 3.r· principio de la Estática,
al agregar ambos sistemas nulos, no
Pi¡. 1.19. Fig. l. :10. se altera el efecto del sistema actuan-
te; es decir, del par de {ueu8S. Po-
La 2' propiedad de los p~res consiste en que el momento de un par dernos ahora reemplazar en M a P y
de luerzlUi respecto de un punto cui!lquiere: de .su plano es constante, e Fil. 1.21. -P' por su resultante R, y tranala-
i~ua1 al momento del par. dando P' (aplicada en N') y - P
Para demostrarlo, consideremos el par de figura 1.20, aplicado a un (aplicada en N) al punto de intersección de sus rectas de acción M', po-
. cuerpo rígido y un punto cualquiera O de su plano. Al estar constituido dem09 componerlas obteniendo como· resultante la fuerza -R, que es
el par de fuerzas por dos fuerzas paralelas de sentido contrario, constitu- opuesta a R. Tenemos así actuando sobre el cuerpo rígido las fuerzas
ye un caso particular de dos fuerzas concurrentes (punto de concurren- (-1" y JY) en M y N', respectivamente, y el sistema nulo .(R ¡-R), que
cia impropio), y siendo O un punto coplanar con ambas, si tomamos mo-- podemos eliminar sin que el sistema se altere. Como P, por hipótesis, es
mentos del sistema respecto de O, podemos aplicar el teorema de VA· igual en intensidad a P y por construcción también son iguales las dis·
RIONON. Llamando M al momento deJ sistema respecto de O (es decir,
tancias MN y MN', las fuerzas P' y -P constituyen un par de igual' in·
el momento del par respecto de O) , tendremos:
tensidad y signo que el par primitivo, pero girado, con respecto a éste
un ángulo (JI.
M = P .d 1 + (-P.ds ) [1.10]
Sucesivas rotaciones del brazo del par en su plano nos perriüten ubi·
pe..., carla en cualquier posici6n en este último, hecho que nos conduce a la 4'
propiedad de los pares de fuerzas, cuyo enunciado es el siguiente: E s po:
[1.11] sible transladar un par de fuerzas en su plano sin que su efecto se rno-
düique.
luego, reemplazando este valor en [1.9] Esta translaci6n de los pares de fuerzas en su plano es conceptual.
mente aná.loga a la translaci6n del punto de aplicación de una fuerza a lo
[1.12] largo de su I"ecta de acci6n y tiene validez únicamente cuando se refiere
al efecto que tiene ' sobre la condici6n de equilibrio del cuerpo, pero no es
que es precisamente el valor del momento del par. Y como el centro de aplicable cuando se trata de analizar su efecto en puntos interiores de s{)..
momentos elegido es un punto cualquiera, queda con ello demostrado que lidos deformables.
el momento de un par de fuerzas respecto de un punto cualquiera de 8U Demostraremos a continuaci6n que para sumar dos pares de fuerzas
plano es constante, independiente del centro de momentos elegido e igual basta proceder a la suma algebraica de sus respectivos momentos, suma
al momento del par. que nos da el momento del par resultante. Consideremos los pares P ; - P
La 3' propiedad de los pares reside en el hecho que es posible girar y Q ; -Q de figura 1.22, cuyos brazos son respectivamente d l y d 2 •
su brazo de pelanca de un ángulo cp cualquiera alrededor de uno de sus En virtud de las propiedades de los pares, que acabamos de enunciar,
extremos, sin que el efecto del par se modifique.
podemos transladar el par P .dl hasta que el punto M coincida con el
Consideremos, para demostrarlo, el par de fue.rzaa P ; -P aplicadas S y la recta de acción de P se superponga con la de Q. Por la l ' propio-
,. RESULTANTE DS UN PAR 17 18 CONCEPTOS F UNDAMENTALES 1

dad de los pares, modificamos el brazo del par hasta el valor d " variando Al tratar en detalle los sistemas de fuerzas paralelas, veremos que la
consecuentemente la intensidad de P de modo que su momento se man- resultante de un par puede asim ilarse a Wla fu erza de intensidad infini·
tenga constante. L lamando X· -8 la nueva intensidad de las fuerzas que tamente pequeña, cuya recta de acción coincide con la recta impropia del
constituyen el pr1mer par tenemos: plano.

Q
5
N . 1 ) . Representación vectorial de los pares de fuerzas.
'{' 4- p Q
(b)

I1Y (d)
, 5 T
H emos visto e n 1.7 que el momento de una fuerza respecto de un
punto puede representarse como un vector aplicado en el centro de mo-
mentos, de módulo igual a la intensidad del momento y dirigido según la
normal al plano definido por la fuerza y el punto.
El par de fuerzas admite una representación similar, pero en este
-Q caso, como el momento de un par con respecto a un punto cualquiera es
independiente de la posición del mismo e igual al p roducto de la intensi.
Fi¡¡:. 1. 22. dad de la fu erza por el brazo del par, el vector representativo de este úl·
timo será normal al plano del par y podrá estar aplicado en un punto
[1.13J cualquiera del plano, es decir, no será ya un vector aplicado sino un vector
de donde libre. Su intensidad será igual al momento del par y su sentido responde.:
[1.14J rá a 1a convención establecida e n 1 .7, es
decir, que un observad,,;,r ubio
cado en la dirección del vector momento ve girar el par en sentido posi.
Sumando ahora las fuerzas aplicadas en S y T obtenemos un tivo, es decir, de izquierda a derecha.
nuevo par cuyo brazo vale d , y cuyas fuerzas constitutivas son
Utilizando la representación vectorial de los pares, 'Ia demostración de
Q + P .d,/d , y -(Q + P.d ,/ d 2 ). E l momento del nuevo par será
que el momento resultante de dos pares es igual a la suma algebraica de los
[I.ISJ momentos de los pares componentes,. es inmediata. Consideremos los dos
pares coplana res de figura 1 .23, que representamos Por sus vectores mo-
es decir, que la suma de los pares componentes es igual a la suma algebrai- mentos M , y M 1 • P or tratarse de vectores libres, podemos suponerlos
ca de sus respectivos momentos.

H,
l . 10 . Resultante de un par.
H -P'
. La resultante de un par es nula. En efecto, los pares de fue rzas, al
estar constituidos por dos fu erzas cuyas rectas de acción son paralelas, A O
constituyen un caso particular de los sistemas de fuerzas concurrentes, es d
decir, aquéllos en que el ,punto de concurrencia es el punto impropio de
la dirección común a ambas rectas de acción. D ado que las intensidades P P'
de sus fuerzas componentes' son iguales y sus sentidos contrarios, al com-
ponerlas en el punto de concurrencia impropio, se anulan mutuamente
constituyendo un sistema con resultante nula. Fi,. 1 . 23. Pie- 1 .24.
12 TRASLAo6N DE FUERZAS 19
2. CONCEPTOS FUNOAMENTALES

aplicados ambos en un punto Q. y al tener ambos vectores el mismo eje, y luego desplazamos el par en su plano hasta hacer coincidir la fuerza -p
podemos sumar algebraicamente sus intensidades obteniendo el vector del mismo con la fuerza P. Ambas fuerzas, por ser opuestas, se anularán
,urna

M = M1. + MI. [1.16]

representativo de "un par que yace en el plano normal al eje del vector, es n
decir, el plano de los dos pares componentes, y cuyo m6dulo es igual a la
suma de los módulos de los vectores componentes.

. 12. Traslación de fuerzas. Fig. 1 .25. Fig. t .26.

Hemos visto en 1.5 que una fuerza que actúa sobre un cuerpo rígido y quedará sólo la fuerza P transladada paralelamente' a sí misma de la
tiene perfectamente definida su recta de acción, y que el desplazamiento distancia d'.
de su punto de aplicac,i ón a lo largo de la misma no altera su efecto. To-
da translación de una fuerza que significa modificar su recta de acción
original, trae aparejada una alteración en el efecto correspondiente. Con~ 1 .13. Composición de una fuerza con un par.
sideremos ahora (lig. 1.24) una fuerza P actuando sobre un cuerpo rí~
gido, y apliquemos en un punto cU8tlquiera O dos fuerzas opuestas p' y En este problema pueden presentarse dos casos:
_PI , de igual intensidad que la fuerza primitiva y paralelas a la misma.
Evidentemente, por tratarse de un sistema nulo, la aplicación del mismo al a) la fuerza y el par son coplanares;
cuerpo rígido no altera en nada el efecto que sobre éste producía la fuer~ b) la fuerza y el par pertenecen a planos distintos.
za P. Si ahora consideramos el sistema formado por P y -P', vemos
que las mismas constituyen un par de momento M = P . d, siendo d El primer caso lo hemos tratado en 1 . 12 .
la distancia que media entre la recta de acción de P y el punto elegido En cuanto al segundo, consideremos (fig. 1.26) un par de momento
O. En consecuencia, el sistema primitivo (fuerza P) es equivalente a otro M que actúa en un plano 1( y una fuerza P, aplicada en ,el punto S
sistema constituido por una fuerza p' de intensidad igual a P, aplicada del plano, pero que no pertenece al mismo. El par M lo podemos ima'gi-
en O y un par de momento M=p.d. nar constituido por las fuerzas P' y -P', separadas por una ,distancia d
Inversamente, si tenemos actuando sobre un cuerpo rígido una fuerza tal que cumpla la condición M = p' . d, yacentes en el plano. Des-
P y un par de momento M , coplanar con P, la composición de ambos placemos el par en su plano hasta hacer coincidir el origen de una de las
conduce a una translación de la fuerza, paralelamente a sí misma de una fuerzas, la P' por ejemplo, con el punto S. Podemos ahora componer P
distancia d', igual al cociente entre el momento del par y la intensidad con P' por ser fuerzas concurrentes en S, obteniendo la resultante R,
de la fuerza. Para demostrarlo, consideremos la fuerza y el par de la fi- con lo que el sistema queda reducido a dos únicas fuerzas -P' y R, no
gura 1.25. Por la primera propiedad de los pares podemos modificar su coplanares. Es decir, mientras que la composición de una fuerza y un par
brazo de modo que se cumpla copl~na~es da origen a una translación de la fuerza paralelamente a sí
misma, cuando ambos elementos no pertenecen a un mismo plano, se ob-
M tiene como resultado d~ la composiciÓn un sistema equivalente constituido
<1'_
p' por dos fuerzas no coplanares.
14 RBPRESENTAClÓN ANwnCA Da LAS PU&lUAI 21 22 CONCKPT08 FUNDAMENTALES

I . 14 . Representación analítica de las fuerzas. Ubicado un punto de la recta de acción de una fuerza, el A por
ejemplo en figura 1.28. el argumento de la misma nos establece su recta
H emos visto que una fuerza quedaba definida cuando se conocían sus de acción y su sentido, quedando completamente definida la fuer2Q por
cuatro parámetros: punto de aplicación, intensidad, dirección y sentido.
Por el teorema de la transmisibilidad de las fuerzas, sabemos que es posi-
ble deslizar el punto de a plicación de una fuerza sobre su recta de acción
+z
sin que se altere su efecto. Ello permite definir una fuerza mediante s610
tres parámetros: su recta de acción, su intensidad y su sentido. por cuanto
el punto de a plicación puede ser un punto cualquiera de su recta de
acción. Conocido un punto de la recta de acción y adjudicando un sentido
a la misma, si 'llamamos argumento c:p de aquélla al ángulo que forma su P,
P,
dirección (con el sen~ido supuesto), con un eje orientado elegido por con-
vención, la fuerza queda rá definida si se conocen estos tres nuevos pará-
metros: intensidad, un punto de la recta de acción y a rgumento. FifC. 1 .28.
En ' 10 que sigue, y siempre que trabajemos en el plano, utilizaremos
el tercer parámetro: su intensidad. Consideremos ahora el vector repre-
el par de ejes coordenados ortogonales z - y, orientados como m uestra
sentativo de la fuerza aplic3do en A (fig. 1.29) Y proyectémoslo sobre
la figura 1 . 27 a y que d erivan de considerar la terna izquierda (figura
ambos ejes coordenados. Siendo P la intensidad de la fuerza y llamando
1. 27 b).
p ~ y P~ a sus proyecciones sobre los ejes coordenados tendremos:

+z o z P" = P.cos IJI.


[1 . 17)
P, = P.sen cp

o El signo de cada una de las proyecciones resulta del correspondiente


signo del cos cp o bien del sen <p. Según el cuadrante e n que se halle
+y y J(
ubicada la fuerza, corresponderá uno u otro signo a las proyecciones de
(~) (b)
la misma. En el cuadro siguiente hemos resumido las distintas posibilida-
des ·de signo de las p royecciones de una fuerza, según el valor de su ar-
Fi¡. 1.27. gumento T:

El semieje positivo de las y lo orientamos hacia abajo, por cuanto


<p P, P,
es la d irección en que actúan en la naturaleza las fuerzas derivadas de la
- I I
acción de la gravedad.
,
A efectos de definir el argumento de una fuerza, conforme con los ejes
coordenados adoptados, diremos que es el ángulo q ue la ,dirección de la
O < <p <-
2 + +
fuerza forma con el semieje positivo z medido en sentido contrario a las
,
agujas del rel~j, ~ ~icho de otra manera, el á ngulo que es necesario girar 2
< cp<Jt - +
a los ejes, e'1 sentido contrario a las agujas del reloj para que el semieje 3,
positivo z coincida con la d irección de la fuerza.
Jt <<p< 2
- -
En la figura 1 .2 8 he mos representado fuerzas de distintos a rgu- 3
-,
mentos. 2
<'P< 2:t + -
15 EJ. • SIGNO OE u.s FUERZAS 23 24 1

E n la figura 1 .29 he mos ubicado a las proyecciones ortogonales de


P e n un punto A de su recta de acci6n, y vem os que las m ismas pue- l . 16. Proyección de un par sobre un eje coordenado.
den consider arse como lados de un pa·
ralelogram o de fuerzas que t iene por re- / Las expresione.s [1. 17] nos dfcen que :la proyección de una fuerza ~
sulta nte a P ; es decir, q ue el módulo de I bre un eje será nula cuando lo sea su intensidad, o bien .i I U recta de

m
z _ __-..._",.,I""',...,,,I' -__-t0
las proyecciones es, e n este caso, igual + o '- acci6n es normal al eje.
al de las componentes según dos direc- I l~} Consideremos ahora el caso de un par de fuerzas proyectado sobre
ciones parale las a los ejes. . :
p
!/ un eje. Por estar constituido el par por d os fuerzas de igual intensidad,
En consecuencia, conocidas las pro- A sentidos contrarios y ser paralelas sus rectas de acción, resulta evidente
yeccianes o rtogonales de una (uerza, la s(P' ,...----- -
que las dos proyecciones resultar án de igual va lor absoluto y de sentido
intensidad de la mism a queda definida : _P_ p_,___ ___ _ contrario, por lo que se anularán. En consecuencia, la proyección de un
por la expresi6n par sobre un eje es siempre nula
1
IPI .:;:;; V p ~ + p; [ 1.18 ] 1
se d educe de 1 o
y su ar gumento ,

~1
+y 1 1 I J
sen 1 I I I
q>=TP¡
P,
' p'''"
}
[ 1.19] - t-------~===~
~
'===!:::::
--1-----
eo, <¡> = ¡p"¡ , F i,. 1 . 2~.
,
1
1
P, pi
4 _ _ __ _
quedando determjnado el sentido q> por los signos de P, y p ••
ty
1. 15 . Signo de las fuerzas. F i¡. 1.30.

A los efectos de faci lita r la solución e interpretación de los resulta- 1. 17 . Expresión analítica del momento de una fuerza respecto
dos de distintos problem as, es necesario ad judicar s igno a las fuerzas. de un pUnto.
Cuando se trate de fue rzas verticales u horizontales, el signo será el de
sus proyecciones sobre el eje y y z respectivamente. Así, en la figura 1 .30, Sea (fig. 1 . 31) la fuerza P y un punto M . Si descomponemos,la
la fu erza P , ' será positiva, la p ~ negativa y la p . tam bién negativa. Si, fuerza P en sus componentes norma les P w y P" de acuerdo con e'l t eo-
en cambio, la dirección de la fuerza no coincide con ninguno de los ejes rema de VARION ON, su momento respecto de M será igual a la suma
coordenados, como en e l caso de la fuer za p . de la figura 1 . 30, exist e dua~ algebraica de los momentos de "'P. y P, respecto del mismo punto M.
'idad de signo según sea e l eje sobre el q ue se la proyecte. Si consideramos La dista ncia de cada una de las componentes al centro de momentos
la proyección p ", su signo será negat ivo, y en cambio si la proyectamos es igual a la diferencia de coordenadas entre el centro d e momentos y un
sobre el eje y, su signo será positivo. En consecuencia, es necesario es· punto cualquiera de la recta de acción de la fuerza, que se supone como
tablecer a pr iori e l eje sobre el cual se considera rá la proyección de la punto de aplicación de la misma. Tendremos así
fuerza a efectos de establecer su signo. La elección del' eje, denominado
[1.20]
eje director, es convencional, y adoptaremos en lo que sigue, el eje Z .ro-
mo eje director. P or consiguie nte, el signo de la fu erza P., de acuerdo con
Se afecta del signo (-) a l segundo término del segundo m iembro
la convención que adoptam os, es negativo.
de la expresión [1 . 20] para que exista concordancia en los signos de los
17 EXPU:SIÓN ANAÚTICA DEL MOMENTO USPEC'ro DB UN PUNTO 25

" O /

~
/
y.
Z. Y,
H /
IZ
Pz
A
PY .

+y

Fi.¡. 1.31.

momentos. En t¿t~~o, el primer término e~tre paréntesis re~~1ta positivo,


por aer %M > %.t Y sie~d~ f If positiva, tam~¡é~ lo es el pr~ucto de am-
bos, existiendo concordancia de signos por cuanto el momento de PII res.
•. •• •..< '.~" '1 •
meto de M es PositivO. ~n cambio, el segundo parént~~ls tiene SIgnO ne-
g.Hvo por ser y Ii < Y.A, ~.1.!.w.ientras que p ~ es posi~j~a. Por tanto el pro-
du~o de ambos té~~~s ~~rá negativo, siendo fl~esario afectarlo del
signo (-)
.
para que r~u1te
,,~'hl,-
' positivo, por cuanto, ~ino
¡r.:". 1"
surge, de la figura
1.31, el momento de P ~ r~.~~ecto de M es posi~ivo.
Por consiguiente, la expresión [1.20] nos d a en valor y signo, el mo.
mento de una fuerza respecto de un punto, en función de sus componentes
sobre ~~ 4!recciooes ortogonales.
J :
28 SISTEMAS PLANOS 08 P11EltZA.1 2

la compondremos 8 $U vez con la fuerza p. , lo que "nos dar' una nueva


resultante R " que lo será también de las tres primeras fuerzas. Luego,
componiendo esta última resultante con P4' obtendremOs R., que será
la resultante del sistema buscada.
Esta resultante la hemos hallado construyendo sucesivamente tres
2. Sistemas planos de fuerzas. paralelogramos de fuerzas. Ello no es necesario, en general, sieñ60 posible
simplificar la construcci6n, extendiendo el concepto de triánguÍé! tie fuer·
zas, tratado en 1 .5 para el caso de dos fuerzas concurrentes, al de poJípzo
de fuerzas, cuando el número de fuerzas componentes es superior a dos.
Para ello trabajamos con los vectores representativos de las fuerzas, vec·
2 . l . Fuerzas concurrentes en el plano. tores libres. Llevando los mismos uno a .continuaci6n del otro, figura 2. 1

Hemos visto (1.4) que los sistemas de fuerzas se dividen en dos


grandei'l grupos: sistemas planos y sistemas espaciales, y que cada uno de
ellos comprende dos subgrupos: fuerzas concurrentes y fuerzaa no concu-
rrente!. En el presente capítulo nos ocuparemos de los sistemas planos,
com enzando por aquello! constituidos por fuerzas concurrentes a un punto
propio, dejando para otro capítulo el estudio de los sistemas de fuerzas
paralelas; es decir, concurrentes al punto impropio de sus direcciones
comunes.
En el estudio de los sistemas de fuerzas, sean planos o espaciales, se
presentan dos problemas principales: el de la reducción del sistema y el de
8U equilibrio (o descomposición). Reducir un sistema de fuerzas significa
reemplazarlo por otro equivalente y que esté constituido por el menor (al
número posible de elementos.
Fic.2.1.
En ciertos casos será posible reducir el sistema a una única fuerza,
la resultante, o bien a un par; en otros no cabe hablar de resultante única,
reduciéndose entonces E)I sistema a dos fuerzas, o a una fuerza y un pat.
b, el vector definido por el origen del vector representativo de la primera
fuerza y el extremO del de la última, constituye el vector representativo
de la resultante del listema, como surge de inmediato del análisis de la
figura 2. 1 b. En efecto, en la misma hemos construido los sucesivos
2.1 . 1. Reducción de' siuem.as de {uenas concurrentes. triángulos de fuerzas A o,A 1,A2 i Ao.A2,A1 y Ao,A3'~' En el primero de
ellos, el vector AoA, es representativo de la resultante de las dos prlmeras
Para proceder a la reducción de los sistemas de fuerzas concurrentes fuerzas; es decir, Rl y también lado del segundo triángulo de fuern •. En
es necesario componerlas, a efectos de hallar su resultante. consecuencia, el vector AoAI será representativo de la resultante de laa
El caso de dos fuerzas concurrentes 10 hemOl tratado al discutir el fuerzaS' ·puPt,;y P I, y, por las mismas razones, el.vector AoA. lo será de la
primer principio de la Estática; es decir, el principio del paralelo¡ramo. resultante total del sistema.
Pasemos ahora al caso de sistemas de más de dos fuenas concu· En la construcción del polígono de fuerzas, el orden en que se lleven
rrentes a un mismo punto de un cuerpo rigido. Consideremos el sistema los vectores representativos de las mismas puede ser cualquiera. En la
de la figura 2 .1 a. constituido por las fuerzas PI' P" P, y P4> concu- figura 2.1 b, S8 ha permutado el orden de dos de los vectores sin que el
rrentes al punto O. Para hallar gráficamente la resultante del siste- resultado se a ltere.
ma, aplicaremos sucesivamente la regla del paralelogramo. determinando Una vez determinado el vector representativo de la resultante del
primeramente la resultante Rl de las fuerzaS p .1 Y . P I' Hallada R., sistema, ésta queda definida, por cuanto se conoce au intensidad y .u
3. SISTJ';MAS PLANOS DE FUERZAS 2
2.
el punto A de un cuerpo rígido y se pide hallar sus componentes según las
dirección debiendo, evidentemente, pasar su recta de acciÓn por el punto
rectas de acción (1) y (2), concurrentes en A. Ubicado el vector repre-
O, de concurrencia de las fuerzas que constituyen el sistema.
sentativo de P, tracemos por sus extremos dos rectas paralelas a las rectas
Consideraremos ahora dos casos particulares: cuando todas las fuerzas de acción dadas. El punto de intersección N nos definirá dos vectores
concurrentes tienen la misma recta de acción; es decir, son coHneales, la MN y NQ, cuyos módulos corresponderán a las intensidades de la"ll com-
resultante del sistema se obtiene por simple suma algebraica de las fuerzas ponentes buscadas P 1 y P2> Y cuyos sentidos serán tales que la ·s uma geo-
componentes; el segundo caso particular se presenta cuando, al construir métrica de los mismos nos dé el vector representativo de P. "

el polígono de fuerzas, el extremo del último vector coincide con el


En el problema de la deL
origen del primero. Evidentemente, el vector representativo de la resul·
oomposición de una fuerza en
tante será nulo y no habrá resultante (fig. 2.2). En este caso se dice
dos componentes, aparte del
que el sistema se encuentra en equilibrio. Llegamos así a dos posibilida.,
caso tratado en el párrafo an':~
des en 10 que se refiere al polígono de fuerzas: . (2)
p terior, pueden presentarse otras
a) Polígono de fuerzas p
abierto. --!:N-:--'P,?--Q tres posibilidades, según se 00-
2 nozcan:
b) Polígono de fuerzas ce. ' ... (1)
a) la dirección de una de
rrado.
4, las' componentes y la
En el caso a), el sistema intensidad de la res-
Fig.2.3.
admite una resultante, y en el tante;
caso b), el sistema se encuen-
tra en equilibrio. b) la dirección e intensidad de una de las componenres;
La segunda posibilidad nos c) la intensidad de ambas componentes.
Fig.2.2.
conduce a establecer la siguien_ Posibilidad a). Sea una fuerza P (fig. 2.4) aplicada en el punto A
te condición ~ráfica. para el equilibrio de un sistema de fuerzas concu- de un cuerpo rígido, y se pide descomponerla en una componente de inten-
rrente$: . sidad P I y en otra que actúe según la recta (2). Para resolver el pro-
Para que un sistema de fuerzas concurrentes en el plano se encuentre
en equilibrio, es condición necesaria y suficiente que su poIí~no de
fuerzas sea cerrado.
, N N N
\ A p, .
La condición es necesaria, pues de no ser cerrado el polígono, existi-
ría una resultante, y, por 10 tanto, no podría haber equilibrio; y es ¡>ufi-
ciente por cuanto el equilibrio de un sistema . exige que el mismo sea H 11 H
nulo, bastando para ello, en sistemas concurrentes, que la intensidad de (2)
P
la resultante sea cero. ,,
, (2)
Q (2)
Id) lb) (e)
2.1.2. Descomposición de una fuena en dos direcciones concurrentes con Fig. 2.4.
su punto de aplicación. .
blema, trazamos por uno de los extremos del vector representativo de P ,
El problema de la descomposici6n de una fuerza en dos componen- el N por ejemplo, una recta paralela a la recta de acción que es dat.o
tes cuyas rectas de acci6n, conocidas, concurran al punto de aplicación de del problema. Luego, por el otro extremo trazamos un arco de circunfe-
la fuerza dada, tiene su solución gráfica impUcita en el principio del pa- rencia cuyo radio, en la escala de fuerzas adoptada, represente la inten-
ralelogramo de fuerzas. En efecto, sea Ja fuerza P (fig..2.3) aplicada en si~d de la segunda componente P t • Pueden presentarse tres casos:

J
FUERZAS CONCURRENTES EN EL PLANO 31 32 SISTEMAS PLANOS OS FUERZAS · ,
19 ) que la recta corte el arco de circunferencia (fig. 2.4 a) ; Posibilidad e) . . Dada una fuerza p . aplicada en el -punto A de un
29) que la recta sea tangente al arco de circunferencia (fig. 2.4 b) y cuerpo rígido, se pide-hallar dos componentes de la misma cuyas inten-
39) que la recta sea exterior al arco de drcunferencia (fig. 2.4 e). sidades sean Pl y P s •
Este caso también conduce a dos, una o · ninguna solución, como
En el primer caso existen dos soluciones. En efecto, el vector NQ,
veremos de inmediato. Tracemos por los extremos del vector represen-
completa, con P I ' un triángulo de fuerzas que tiene por resultante a P,
y, en consecuencia, soluciona el problema. Pero el punto R define un tativo de P (fig. 2.6 a) arcos de circunferencia cuyos radios., en la
vector NR, que también es solución, por cuanto completa, con otra escala de fuerzas adoptada, sean iguales respeCtivamente a las intensida-
fuerza cuya intensidad es PI' un triángulo de fuerzas cuya resultante des de las. componentes P t Y P I' cuyas direcciones buscamos. Si la
es P. En cada caso, las condiciones particulares del problema permiti- suma de las longitudes de ambos radios es mayor que la longitud del
rán establecer cuál de las dos soluciones es compatible con aqu"éllas. segmento MN, que corresponde al vector repre~ntativo de P, ambos
En el segundo caso la so- arcos de circunferencia se cortarán en dos puntos, Q y R, que definen
lución es única, pues existe un los vectores MQ y QN, el primero y MR y ' RN, el segundo, que
solo vector NT, definido por constituyen las dos soluciones posibles del problema. En efecto, los
el punto de tangencia de la rec. P, vectores MQ y QN configuran, Con el vector representativo de P,
ta con la circunferencia, que un triángulo de fuerzas, que tiene por resultante a P, por lo que son
da origen a un triángulo de solución del problema, ~urriendo lo mismo con los vectores MR y RN.
fuerzas cuya resultante es P. P Si, en cambio, la suma de las longitudes de 'los radios de los dos
Finalmente, ai la recta resulta arcos de circunferencia es igual a la longitud del segmento MN, (fig.
exterior a la circunferencia, el 2.6b), ambas circunferencias resultan ser tangentes, y el punto de tan-
problema no tiene solución, lo gencia T estará ubicado sobre el vector representativo de P. En con-
que surge de la figura 2.4 C, en
Fig. 2.5 . secuencia, los vectores MT y TN, constituirán la única solución ~el
forma evidente.
problema y las componentes buscadas serán colineales con P.
Posibilidad b). Dada la fuerza P (fig. 2.5), descomponerla en la Finalmente, si la suma de las longitudes de los radios de los dos arcos
componente P I . de la que se conocen su intensidad y dirección, y otra de circunfer>encia es menor que la Idngihtd del segmento· MN (fig. 2 . 6 c),
componente P 2 • La solución es inmediata: en efecto, llevando por uno de las mismas no se cortarán, y el problema no tiene solución.
los extremos del . vector representativo de P el vector representativo
de P t , . el vector QN . definido por el extremo de PI y el extremo de P,
es representativo de la componente buscada, ya que completa, oon P 1 , el
2·1. S _ Descomposición de una fuerza en tres componentes.
triángulo de fuerzas que tiene por resultante P.

1J11+1t3 1> ¡P I IRI+Ip;.I =IPI 1p,1+1"q 1< 113 I La descomposición de una fuerza en tres componentes concurrentes
M
<-----
H r, =1P,1
M
-"L=JAI
a su punto de aplicación constituye un problema indeterminado.
Supongamos la fuerza P aplicada al punto A de un cuerpo rígido
(fig. 2.7), y tres rectas concurrentes en A, y que se pide hallar las
componentes de P, cuyas rectas de acción sean las rectas dadas. Si, por
p
" el origen y extremo del vector MN, representativo de P, trazamos rectas
paralelas a dos de las dadas, las (1) y (2), por ejemplo, cualquier recta
paralela a la (3) conduce a una soh.icion del problema. En efecto, consi-
deremos la paralela (3'). Sus puntos de intersección T y S con las
rectas (1) y (2) defin~ los tres vectot-es MT, TS y SN, que con·
(a ) (b ) (e ) forman un polígono de fuerzas que tiene a P por resultante. Lo mismo
Fil. 2.6 ocurre con los puntos de intersección con (1) y (2) de cualquier qtra
1 FUII:RZ.U OONCURlUtNTU llN JU.. PLANO 33 34 SISTEMAS PlJoNOS DE FUERZAS

paralela a (3) , y en consecuencia, existen infinitas ter nas de fuerzas necesario que las tres fuerzas concurra n a un mismo punto. En efecto.
concurrentes en A " y que tienen por resultante a P, por lo que la solu- sean las fuerzas P1' P" Y P J de figura 2.8. La resultante de dos de
ción del problema es indeterminada. ellas, por ejemplo P , y P 2' pasará por el punto A de intersección de
sus rectas de acción, y será equivalente, en sus efectos, al conjunto P,.
P 2' " En cOl1secuéncia, el equilibrio del sistema se reduce ahora al equili-
brio de dos fuerzas: Pa y R 1 _ t , y, en virtud del segundo principio d e
la Estática, para que dicho equilibrio sea posible, es necesario que ambas
fuerzas sean opuestas. Para que ello ocurra, P 3 debe tener necesaria-
H mente la misma recta de acción que R I _ 2 , y, en consecuencia, concurrir
en A con P, y P~ Además, para que exista equilibrio, es necesario
que una de las fuerzas (la P 3 en estt> caso) sea opuesta a la resultante
de las otras dos. Generalizando este concepto, diremos que, en un sistema
de fuerzB8 concurrentes a un mismo punto de un cuerpo rí~ido, cualquierlil
de las fuerzas del sistema es siempre opuesta a la resultante de las res-
2) tantes fuerzas.

Fi¡. 2.7.
2. 1 .5. Reducción de sistemas. Solución analítica.
Si en lugar de ser tres, las componentes incógnitas fueran cuatro o
más, subsiste la indeterminación, como es fácil de ver. En 2. 1 . 1 nos hemos ocupado de la reducción de sistemas de fuerzas
concurrentes, utilizando procedimientos gráficos. R esolveremos, ahora, e,
problema de hallar la resultante de un sistema de fuerzas concurrentes ~
2.14. Equilibrio de fuerzas concurrentes. un punto, en forma analítica.
Consideremos, figura 2.9, el sistema de dos fuerzas concurrentes en
El equilibrio de dos fuerzas, como hemos visto anteriormente, para A, P1. Y P 2 , Y hallemos su resultante R aplicando el principio del
que sea posible, exige que ambas sean colineales, de igual irttensidad y paralelog¡-amo de fuerzas, llevando los vectores representativos de lAS do:;
sentido contrario; es decir, opuestas. componentes a partir de A Si proyectamos las fuerzas P, y P 2 sobre
Consideremos ahora el caso de tres fuerzas coplanares actuando sobre a mbos ejes coordenados, vemos que la suma de sus proyecciones resulta
un mismo cuerpo rígido. Si el sistema debe encontra.rse en equilibrio, es igual a la proyección de la resultante; es decir:

-z Q' ¡11' A' A' Q' = (A' M ' ) + (M' Q'), y (2,1]

I
A" Q" .= (A"N") + (N" 0").
I
I
Pero, de acuerdo con [1.14 J, las expresiones [2.1] pueden escribir-
'A A" se en la forma siguiente

N' R a-I = Reos !:PE = PI cos!:Pt + P.,. cos cp" • }.


[2,2]
Q" R~ = Rsen!:pB = P , sen <p¡ + P sen cp"
2 ,
Q
expresiones que nos dan las proyecciones (o componentes según paralelas
o. los ejes coordenados que paSan por A) de la resultante R, en funci ón
Fi¡, 2.8. FI¡.2.9. de las fuerzas que constituyen el sistema. Si en lugar de dos fuerzas, se
..
PuutZAS CONCURRENTES IU\I EL PLANO 35
3' SJSTJ!;.MAS PLANOS nI'; FUERZAS 2
"ata de un sistema constituido por n fuerzas, la. expresiones ~2 .2J
generali%.an, transformándose en
R. = RcosqlR
.
= l:, P, cos qlt ,
Ahora bien, la resultante R, necesariamente de·be pasar por el pun-
to A, de concurrencia del sistema. Por otra parte, podemos suponerla
descompuesta en dos componentes, una, R', normal a la recta OA, y,

. [2.3J

1
la otra, coincidente con la misma, que llamaremos R ". Conforme con el
R . = R sen qlR = l:P,
, sen qlt
, enunciado de VARICNON, el mo-
mento de R respecto de O será
iguat a la suma algebraica de los
Siendo R . Y R . componenj:es ortogonales de R, la intensidad de momentos de sus componentes
esta última se obtiene de la expresión

[2.4J
, respecto del mismo punto, pero
como R" concurre a 0, su mo·
mento es nulo con respecto a di·
cho punto.
y el correspondiente argumento de En consecuencia, se tiene

[2.7J
[2.5J
En esta ecuación son conoci·
R' dos M ~ y d; luego, podemos des-

--- ---
En consecuencia, la resultante de un sistema de fuerzas concurrentes N' pejar la intensidad de la compo.-
. queda definida por las ecuaciones [2.3] i es decir, mediante dos ecuacio- nente R'. Sabemos que su recta
A' de acción es normal a d, por hi.
nes de proyección.
Es posible, sin embargo, definir la resultante de un sistema de fuerzas pótesis, y su sentido surge del sigo
concurrentes de otras dos maneras: mediante una ecuación de proyección Fill;. 2 . 10 . no M:, según la . convención es-
sobre un eje y una ecuación de momentos respecto de un punto cual- tablecida en 1.6 .
quiera, o por dos ecuaciones de momentos, respecto de dos puntos. Como Si a partir de A llevamos el vector representativo de R ', y por su
veremos de inmediato, en el primer caso quedan excluidos aquellos ejes extremo A' trazamos una paralela a la recta OA, de acuerdo con el
que resulten normales a la recta determinada por el punto de concurrencia principio del paralelogramo de fuerzas, el extremo del vector represen·
del sistema de fuerzas y el centro de momentos elegido, y para la segunda tativo de la resultante R será un punto de dicha recta.
posibilidad, los centros de momentos no deben encontrarse alineados con Proyectemos ahora el sistema de fuerzas sobre un eje arbitrario z-z ,
el punto de concurrencia de las fuerzas. y supongamos que la suma de las proyecciones de las fuerzas sobre dicho
Justificaremos, a continuación, la resolución del problema de la deter- eje sea el segmento dirigido A" M. Por lo que hemos visto anterior.
minación de la resultante de un sistema de fuerzas concurrentes, mediante mente, el segmento A" M coincide con la proyección de la resultante
una ecuación de momentos y una ecuación de proyección. del sistema, sobre el eje z·z; es decir,
Sea el sistema de fuerzas P" concurrentes en A, de la figura 2 .10,
y tomemos momentos del sistenÍa de fuerzas, respecto de un punto cual-
quiera O. Por ser O coplanar oon el sistema de fuerzas, de acuerdo A" M = R. = i P I COS IV' • [2.8J
con el teorema de V ARlGNON, si llamamos M ~ el momento genérico de •
una fuerza p . , respecto del centro O, y M O el momento de la resul-
tante, respecto del mismo punto, tendre';os: r Si por el punto M, extremo de'! vector representativo de R ., levan-
tamos una normal, sobre la misma debe encontrarse el extremo del vector

M ', - l:, M', [2.6J representativo de la resultante R. En consecuencia, el punto M ', deter·
minado por la Intersección de dicha normal con la paralela a OA trazada
I'UItRZAS CONCURRENTES EN ltL PLANO 37 38 2

por A', corresponde al extremo del vector representativo de R, que- mento de R" respecto de M es nulo, resulta M ;' = R'.d , de donde
dando con ello determinadas su intensidad y su dirección. H emos defi- podemos despejar R ' en función de los dates conocidos. Si por A lleva-
nido así la resultante del sistema de fuerzas concurrentes mediante una mos el veetor representativo de R ' , con el sentide que corresponda según
ecuación de proyecci6n y otra de momentO$. sea el signo de M ~, y por el ex-
Si hubiéramos elegido un eje z-z normal a la recta AO (lig. 2.11) tremo del mismo trazamos una
el problema resultaría indeterminado. En efecto, al proyectar el sistema paralela a la recta M A, sobre
sobre el eje Z-%, la stiffla de las proyecciones de las fuerzas componentes dicha paralela debe encontrarse
nos da una proyecci6n de la resultante R coincidente en intensidad y el extremo deo!. vector representa-
tivo de R . .Suponiendo ahora
N descompuesta R en la direcci6n
N A Y en la normal, por iguales
N' consideraciones negamos a M~ =
~\ = R: .d,. L le vando por A ed

~
\ R" _ ..4 0 vector representativo de R ~,
A' --A \ Fi¡.2 . 13. calculado mediante la expresi6n
anterior, y trazando por su extre-
R' \ mo una paralela a NA, sobre la misma debe encontrarse el extremo del
R~ _-
--- - H " vector representativo de R. En consecuencia, el ' punto S, intersección
H
de las paralelas a MA y NA, trazadas por los puntos A' y A", respec-
tivamente, nos define el vector AS, representativo de la resultante R, la
que Queda así definida mediante dos ecuaciones de momentos.
Existe otra forma de justificar 10 anterior. Sea el sistema p . concu-
F il. 2.11. F i,. 2 . 12. rrente en A, de figura 2. 13, cuyos momentos, respecto de los centros M
y N suponemos conocidos, y admitamos que dichos momentos tengan
direcci6n con la componente R I obtenida mediante la ecuaci6n de mo- signos opuestos. Para definir la resultante es necesario conocer su inten-
mentos, lo que surge de inmediato del análisis de la figura y nos faltaría sidad, su recta de acción y su sentido.
un .elemento para definir la resultante. Supongamos ccnocida la recta de acción de la resultante, que nece-
Demostraremos a continuaci6n que es posible definir la resultante sariamente debe pasar por A, y admitamos que corta a la recta NM,
de un sistema de fuerzas concurrentes mediante dos ecuaciones de mo- determinada por los centros de momentos en el punto Q, ubicado entre
mentos respecto a dos puntos del plano de las fuerzas. M y N, debido a qÚE! los momentos son de signo contrario. Deslicemos
la resultante sobre su recta de acción hasta aplicarla en 'Q; y descom-
Sea el sistema de fuerzas p . concurrentes en A (fig. 2. 12), y tome- pongámosla en la componente R ' , normal a NM, y en R " , coinci-
mos mom~ntos de las fuerzas respecto a los puntos M y N. Tendremos dente con esta última recta. Por ser nulos los mom~tos de R" respecto
de M y de N, tendremos:

[2,9] M~, = ~ M m _ R'.(QM) •


,
M ~ = ~ M7 =
, R ' . (QN)
} [2,10]

Si suponemos descompuesta la resultante R, en una componente


R ' normal a la recta M A, Y en otra R" dirigida según M A, de es decir, que el punto de intersecci6n de la recta de acci6n de la rl!Sut·
acuerdo con el teorema de V ARIGNON y teniendo en cuenta que el ma- tante con la recta determinada por los centros de momentos, divide al
J'U~RZA S ' CONCURnNTES EN EL PLANO 39 40 2

segmento NM e n dos segmentos, QM y QN, proporcionales respec~ MediaJ;lte esa, mismas ecuaciones puede resolverse el problema de
t ivam ente a los momentos d el sistema respecto de M y N, que son la descomposici6n de una fuerza en dos componentes concurrentes a un
datos del problema, el que queda resuelto una vez conocido Q. P a ra punto de su recta de acción. En efecto, proyectando la fuerza P y sus doe
ubicarlo, procedemos de la ma nera siguiente: componentes inc6¡nitas sobre dos ejes coordenados ortogonales %, y, te-
P or los puntos M y N trazamos normales a NM, y llevamos
nemos las ecuaciones siguientes (que se corresponden con las [2.2]):
sobre las mismas, a partir de M y de N , en sentidos contrarios y en
una esca la cualquiera, los segmentos M~ M y N' N, proporcionales res~
+ P~ COS'P2,
pectivamente a

~
. y

k M~
p.

P,
=
=
P.cos!:p

P.sen'JI
=
=
P I cos !:PI

P I sen ?>1. + P ,sen'JII .


}
[2.12]

Uniendo M con N ', el punto de intersección de dicha recta con Este sistema de dos ecuaciones nqs permite reso\yer el problema de
NM será el punto Q buscado. En efedo, por semejanza de triángulos la descomposici6n de una fuerza en dos componentes, ,,~ cualquiera de las
tenemos cuat!:9 posibilidades enunciadas y resueltas gráficamen;e en 2.2. .
,,' , ",.
Cuando se conocen las direcciones de las fuerzas y se buscan sus
MQ MM' intensi.dades, en ias ecuacióries [2.12] aparecerán Co~ó incógnitas única·
NQ NN' [2 . 11] men.t e ' P I y PI' siendo conocidos los restantes élementos que apareceq
en laS ~ciones por cuanto son ~tóS· del problema P, CP. 'JIl Y !:p,;.
Si se conoce la intensi~d ~! ';1 Y la direc~i6n de P I , las inc~:
U niendo Q con A , queda ubicada la recta de acción de la resultante nitas resultan en ~te caso 'l'l y p . 1 l. En cambio, ~o se dan com9
siendo ·de inmediata determinación la intensidad y el sentido.
E sta construcción es aplicable también cuando el signo de los mo-
mentos respecto de M y N es el mismo. En este caso, los segmentos
mentos '1
dato las intensida,des de a mb.as co~I3S~~¡;ttes. las inc6,gp.itas son loe ar~
y Wt de las mismas; fi.n,{l,~ente, si una ~.~ las componen:~
está to~1f.nente definida; es decir, si, ~l ~jemplo, se co~.ocen I P I I Y 'PI'
MM' y NN' se llevan con el mismo sentido, resultando el punto Q las inc6gnitas serán · I p . I y ~. . .
,' 1, •
intersección de la recta MN con la M ' N ', exterior al segmento MN , Es · evidente que el hecho de disponer de solamente dos ecuaciones.
cerno es lógico que ocurra, por cuanto al ser los momentos de igual signo, hace qu~ ~f problema de la descomposición de una fuerza en tres compo.-
la resultante debe estar ubicada de un mismo lado de los centros de nente9 aincurrentes a un punto ~ 'su recta de acci6~' resulte indetermína~
momentos. ~ ..' -"
do, por ~uanto estaremos en pre!ien.9.ia de ~ p,r obJema de tres inc6gnitas.
S i los centros de momentos elegidos estuvieran alineados con el
punto A de concurre ncia de las fuerzas. no podría dete rminarse la resul·
tanteo En efecto, como es fácil ver en la fi gura 2, 12, las componentes R '
y R: coincidirían y no pod ríamos definir la resultant e; y en el caso de 2. L 7. ~~~qibriO ~~ sistemas de ~ concurrentes. Con~ones~:
la figura 1, 13, el punto Q coincidiría con A , y quedaría indeterminada Uticaa
l'"
Dce
• , .,
i84 r. suficientes. . .-
la recta de acción de la resultante.

Vimos en 2. 1. 1. que la condici6n gráfica de equilibrio de un sistema


2 1. 6 . D escomposición de fuenas. Solución analítica. de fuerziii ~Có~currentes a un punto consiStía en que su poti¡óno de fuer·
zas ·f~erii"cerrad·o . Veremos a continuadó"ñ que las condiciÓrt~¡~n~líticas,
Al t rat ar el p ro~lem a de la reducción de sistemas de fuerzos, hemos n·e cesaria·s y r~u'ii~ierites, que d ebe cumPlff un sistema de (Ü~fZ88 concu~
visto que para encarar su solución disponíamos solamente de dos ecuacio- rrentes pa~·· eh'iMntr~rse en equilibrio, són' d.os, y que existen ~~.l~~Óe¡,~
nes, y que esas ecuaciones podían ser: dos ecuaciones de proyección, una distintas de eiPresarlas:
, - ,. .
mediante dos ~Uaciones de proyecci&i''sJb;~li¡!Os
{ I ·-~ , ~,

de proyección y otra de momentos, o bien dos ecuaciones de momentos. ejes no coincidentes


.j
ni paralelos; meéiiante
.:.-..
una ecuación de momentos' y
1 FUltRZAS CON~ aH m;. PLANO 41 42 2

una de proyección sobre un eje que no sea normal a la recta determinada pedo de M, y la suma de los mismos es nula, por el teorema de V ARlG-
por el centro de momentoS y el punto de · concurrencia .de las fuerzas; o NON también será nulo el momento de la resultante con respecto al mismo
bien, mediante dos ecuaciones de momentos respecto de dos puntos no punto. Si esto ocurre, caben las dos posibilidades siguientes:
alineados con el punto de concurrencia
del sistema. a) la resultante es nula, y en consecuencia el sistema se encuentra
z en equilibrio;
1,r. caso. Sea el sistema de fuerzas
P, concurrentes en A, de la figura b) existe resultante, y, en tal caso, de acuerdo con lo establecido
2.14. Supongamos que, proyectadas R en 1.6, la misma debe pasar por M.
las fuerzas sobre el eje z. la suma de
sus proyecciones resulte nula; es decir, z o o
R

~P ¡ COS<p i = O. [1. 13) R N R
,
De cumplirse esta condición, se
presentan dos posibillidades: R
a) la 'resultante ~la; es decir, Fig. 2'. 14 . y
el sistema se encuentra en equilibrio;
b) existe resultante, y en tal caso su dirección es normal al eje z.

Queda excluida la posibilida'd de que el sistema se reduzca a un par. y y


En efecto, si bien el par cumpliría la condición de proyección' nula sobre
el .eje, la naturaleza del sistema (concurrente en A) -exige la concurren- Fig.2.U. Fig.2.16.
cia de la resultante con las fuerzas componentes, condición que no cumple
el par.
Si proyectamos el sistema sobre el eje z , por ejemplo, y encontra-
Si proyectamos ahora el sistema sobre el eje y, y la suma de las mos que la suma de las proyecciones es nula, caben las dos posibilidades
proyecciones es nula, se presentan las mismas posibilidades anteriores: analizadas al estudiar el caso 19, es decir, resultante nula, o bien resul~
a) resultante nula; b) resultante normal al eje y. tante normal al eje z.
Si, simultáneamente, se cumplen las condiciones de nulidad de Si el sistema cumple simu1táneamente las condiciones de proyección
proyecciones del sistema sobre los dos ejes, se excluyen automáticamente nula y momentos nulos, evidentemente queda descartada la posibilidad de
las posibilidades b), por cuanto la resultante, de existir, no puede cumplir existencia de resultante, porque la misma, pasando necesariamente por A
simultáneamente la condición de perpendicularidad a dos ejes normales. por tratarse de un sistema concurrente, no puede, simultáneamente, tener
En consecuencia, la única posibilidad que le resta al sistema es la de dos rectas de acción, una normal al eje z y la otra pasando por M. 'En
encontrarse en equilibrio. consecuencia, para que un sistema de fuerzas concurrentes en un punto se
Diremos entonces que, para que un sistema de fuerzas concurrentes encuentre en equilibrio, es condición necooaria y sulicifmte que la suma
se encuentre en equilibrio, 68 necesario y suficiente que la suma de las de las. proyecciones del sistema sobre un eje .sea nula, y que simuItánea~
proyecciones de las fuerzas que constituyen el sistema sobre dos ejes no mente sea nulo el momento del sistema respecto de un punto, siempre que
coincidentes. ni paralelos sea nula. el punto no se encuentre sobre la normal al eje trazada por el punto de
concurrencia de las fuerzas. Si ello ocurriera, al cumplirse la primera con-
2'J caso. Consideremos el sistema de fuerzas P., concurrentes en
dici6n; es decir, suma de momentos respecto de A igual a cero, de no
A, t;le la figura 2.15 y el punto M. Si tomamos momentos del sistema res~
existir equilibrio, la resultante, debiendo pasar por A, necesariamente
FUERZAS CONCURRENTES EN n. PLANO 43 SIS'I'EMAS PLANOS DE FUUZAS 2

ser ía normal al eje z, y la ecuaCión de proyección sobre este eje, de ser


L", M", = O•
nula, no impondría ninguna nueva condición, por cuanto la de perpen·
dicula r idad ya estaba impuesta implícitamente por la condición de mo--
mentas.
"
L, M"; = O. } [2.16]

3~ ' caso. Si to~amos momentos .del sistema P i de la figura 2 . 16


respecto del punto M , y la suma de los mismos es nula, es posible:
2.2 . Fuerzas no concurrentes en el pI.ano.
a)que la resultante sea nula; es decir, que el sistema se encuentre
en equilibrio;.
2.2.1. Reducción de sistemas no concurrentes.
b) que la resultante exista, y en tal cáso debe necesariamente pasar
por M . En la reducción de sistemas concurrentes analizada gráficamente en
2.1.1, nos limitábamos a construir el polígono de fuerzas, obteniendo asi
Si, al tomar momentos con respecto al punto N , la suma resulta el vector representativo de la resultante del sistema. Como necesaria-
cero, las posibilidades son las mismas que antes, pero, en este caso, de mente ésta debía pasar por el punto de concurrencia, la recta de acción
existir resultante, debe pasar por N. de la misma se obtenía trazando por este úl~imo una pa ralela al vector
Si las dos condiciones se cumplen simultáneamente, quedan excluidas representativo de la resultante.
las posibilidades b), por cuanto, debiendo la resu ltante pasar por A , da- Tratándose de sistemas de fuerzas no concurrentes, el simple trazado
das las condiciones del problema, no puede simultáneamente pasar por del polígono de fuerzas no es suficiente para definir la resultante, por
dos puntos no alineados con A. En consecuencia, para que un sistema de cuanto no se conoce ningún punto de su recta de acción.
fuerzas concurrentes a un punto se encuentre en equilibrio, es oondición Un primer procedimiento para hallar la resultante de un sistema de
necesaria y suficiente que la suma de Jos momentos del sistema respecto fuerzas no concurrentes, consiste en determinar' la resultante de dos cua-
de dos puntos no alineados con el de concurrencia, sea nula. lesquiera de ellas por aplicación del principio del paralelogramo de fuer-
Si los centros de momentos elegidos se encuentran alineados con el zas. deslizar dicha resultante parcial hasta el punto de intersección de su
punto de concurre ncia de las fuerzas, la nulidad de los momentos con
respecto a dichos centros no asegura el equilibrio, por cuanto el sistema P,
puede reducirse a una r~sultante cuya recta de acción contenga a los tres
puntos, siendo de hecho nulos sus momentos respecto de los mismos.
R esumiendo, diremos que' un sistema de fuerzas concurrentes estará R ¡.2
'
en equilibrio siempre que se verifique cualquiera de los sistemas de dos N
ecuacianes siguientes:

L" P i cos epi O• P,

L P , sen epi - O } [2.14]

Fi¡.2.1 7 .
T

" -P ; cos '4'. = O ,


~ (ó ~ p¡ sen epi = O) , recta de acción con otra cualquiera de las fuerzas, componerla con la

~ M '¡" = O
} [2 . 151 misma, y, procediendo en forma similar con las restantes fuerzas, llegar a
obtener la resultante buscada. Sea, por ejemplo, el sistema P " P~ , p .,
y p . de la figura 2.17.
, PUZR%AS NO CONCURREHUS EN EL PLANO

La resultante de P, Y P 3 pasará por el punto de concurrencia A.


45
. alBTEMAS PLANOS DE PUERZAB ,
de las mismas, v su dirección e intensidad estarán dadas en el polígono no, tracemos la paralela 1 al rayo polar 1, hasta cortar en A la recta
de fuerzas por su ve<:tor representativo R ••I ' La resultante de p~ y de acción de la fuerza P I' Por dicho punto, tracemos una paralela JI al
R', I pasará evidentemente por el punto B, en que ambas concurren, y rayo polar 2, hasta cortar la recta de acción de la fuerza P I en B. En
su vector representativo en el polígono de fuerzas será R M • Finalmente, forma similar tracemos las sucesivas paralelas a los restantes rayos pola-
componiendo esta última con p. I la resultante, que a la vez será la res, hasta obtener la última paralela v al rayo polar 5. La rectas 1,
resultante total del sistema, pasará por C. punto de concurrencia de n .. v, se denominan lados del polígono funicular y el conjunto, polí.
R ¡.I Y p., quedando definidas su intensidad y dirección por el vector Aono funicular del sistema de fuerzas P I ... p •. Prolongado el primero
R •.• _ R. y último lados del polígono funicular, su intersección es un punto de la
Cuando se trata de sistemas constituidos por gran número de fuer zas, recta de acción de la resultante del sistema, la que queda completamente
esta forma de operar resulta un tanto laboriosa. Salvo en casos espe- definida por cuanto su intensidad y dirección corresponden a las del vec-
ciales, la determinación de la resultante de un sistema de fuerzas no tor representativo de la misma, MT, en el polígono de fuerzas.
concurrentes se efectúa mediante el trazado de un polígono funicular. Para demostrar lo anterior, consideremos en el polígono de fuerzas al
triángulo MNO. En éste, podemos admitir a la fuerza PI como resul·
tante de las fuerzas MO y NO, cuyas rectas de acción son los lados
2.2.2. Polígono funicular. 1 y n del funicular, paralelos a las mismas y concurrentes en A con la
recta de acción de PI' Análogamente, P I puede considerarse como re-
Sea el sistema de fuerzas no concurrentes de la figura 2.18. Fija- sultante de N O y O Q, cuyas rectas de acción aon los lados n y III
da una escala de fuerzas cualquiera, tracemos el polígono de fuerzas lle- del polígono funicular, que concurren en B con la recta de acción de PI
vando. uno a continuación del otro, los vectores representativos de las y, en forma similar, podemos considerar a P, y p. como resultantes,
respectivamente de QO y OS la primera y de SO y OT la segunda, siendo
l!ls correspondientes rectas de acción, los lados lit y IV del funicular
M para el primer sistema y IV Y V para el segundo, concurrentes en
e y D con las rectas de acdón de sus respectivas resultantes P a y p •.
Luego, podemos reemplaz~r el sistema P"" p. por uno equivalente
I cuyas rectas de acción son los lados 1, JI .•• v del poUgono funicular. Aho-
R ra bien, las fuerzas NO y ON, por ser opuestas, constituyen un sistema
A ,, U m
2
nulo, ocurriendo 10 mismo con OQ. y QO y OS Y SO, por lo que es
,, P, P, R 3 posible eliminarlas del sistema sin que el efecto se altere. Se tiene así
P, ,, 8
, o
,,
Q que el nuevo sistema, equivalente al dado, se reduce a dos fuerzas cuyas
,, , rectas de acción son los lados I y v del funicular, y sus intensidades y sen·
, ,, PJ 5 tidos corresponden a los vectores MO y OT del pdlígono de fuerzas.
P, ,, ,,
PJ
5 Al ser equivalentes ambos sistemas, tendrán la misma resultante que,
[ evidentemente, pasará por el punto E de concurrencia de las fuerzas cu·
yas rectas de acción son los lados 1 y v del funicular, y su recta de acción
será paralela al vector MT, representativo de la intensidad de la misma.
T
Para el trazado del poligono funicular de figura 2.18, el polo O y el
Fi¡'.2.18 .
punto de arranque fueron elegidos arbitrariamente. Si, manteniendo el
fuerzas P 1 • • • P f . Elegido un punto arbitrario 0, que denominaremos mismo polo, J:lubiéramos partido de otro punto para el tra:tado del primer
polo del polígono funicular, proyectemos, desde el mismo, el origen y ex- lado del funicular, habríamos llegado a un polígono paralelo y si, en cam·
tremo de los vectores representativos de las fuerzas, obteniendo los seg- bio, hubiésemos cambiado de polo eligiendo otro punto para el trazado de
mentos 1 .•. S. llamados rayOB polares. Por un punto cualquiera del pIa- los rayos polares, el polígono funicular resultaría deformado con respecto
al primero. Sin embargo, en cualquier caso habríamos llegado a la misma
• lI1JERZAI NO CONCOkR&N'BS EN aL PLANO 47 4. SISTEMAS PLANOS DE PmRZAS ,
resultante, por cuanto para un mismo sistema plano de fuerzas, la resultan- demostrar en Oa inisih~ forma que el lado M' M" es paralelo a 0 10 2 , Y
te es única. como M' es común a ~os cuadrivértices M M' N N' Y M'M" Q Q', queda
con ello demostrada la segwlda propiedad de los polígonos funiculares.
Es fácil observar que, si el polo del segundo polígono funicular se
2.2.3. Propiedades de los polígonos funiculares. ubica sobre o en la prolongación de cualquiera de los rayos polares del
primer polígono funicular dicho rayo polar será común para ambos polí.
De las consideraciones del último párrafo del apartado anterior, sur- gonos de fuerzas.
ge de inmediato una primera propiedad de los polígonos funiculares, cuyo
enunciado es el siguiente:
Al deformar el polígono funicular de un mismo sistema de /Uf1t'zas,
variando la posición del polo y del pf.mto de arranque, el luAar Aeométrioo
de los puntos de· intersección de los lados Mtremos es una recta que
coincide con la recta de acción de la resultante del sistema. Si así no fue-
ra, es decir, si el lugar geométrico de las intersecciones de los lados extre-
mos no fuera una recta sino una curva cualquiera, como el vector repre-
sentativo de la resultante en el poligono de fuerzas es siempre el mismo
.(fig. 2.18), Y por quedar definida la recta de acción de la resultante por
la paralela a este último .vector trazada por el punto de intersección de
los lados extremos oel funicular, según lo hemos demostrado en 2;2.2.,
. existirían tantas resultantes del sistema como puntos de intersección y,
como de éstos existen infinitos, por ser infinito el número de polígonos fu~
niculares de un mismo sistema de fuerzas, llegaríamos al absurdo de que
un sistema plano de fuerzas admite infinitas resultantes.
La segunda propiedad de los PQlígonos funiculares dice que los lados .
hotn6lop (o correspondiente8) de dos poli¡1onos funicularfMf cualesquiera
de un mismo sistezna plano de fuerzas, se oortan en puntos de una recta
denominada eje pols:r, que as paralela a la recta determinada por los polos
d€! los respectivos poliAonos funiculares.
Para demostrar lo anterior, consideremos el sistema de fuerzas de la
figura 2.19 y, construido el polígono de las mismas, tracemos con polos
arbitrarios 0 1 y O~ los respectivos polígonos fw1iculares 1, 11 ••• IV Y r', Fil. 2 . 19.
Ir' •.. IV. Hallemos las intersecciones M y M' de los pares de lados ho-
mólogos 1, r' Y 11, Ir' respectivamente. Estos dos puntos definen una recta Como consecuencia tendremos, que en los dos polígonos funiculares
M M', qUe de acuerdo con el enunciado anterior constituye el eje polar. resultarán paralelos entre sí los lados que cOfrespondan a dicho rayo polar,
Consideremos los cuadrivértices completos M N M' N' y AB O. O". y el eje polar también será paralelo a esos lados.
En los mismos, los lados M N, M N', M' N, M' N' y N N' son respecti- En el ejemplo de figura 2.20 a, el segundo polo O 2 que se ha ubi-
vamente paralelos, por construcción, a los lados AO}, A0 2 , BOlo B0 2 y AB. cado sobre el segundo rayo polar, y trazado un segundo funicular con
Estamos pues ante dos cuadrivértices completos que tienen cinco pares de dicho polo, resultan paralelos entre sí los lados 11 y u'. El eje polar, tam-
lados paralelos y, en consecuencia, el sexto para M M' Y 0 1 O 2 también bién paralelo a estos lados, queda definido por las intersecciones M y T
resultará paralelo. Es decir que los parés de lados homólogos 1, l' Y 11, n' de otros dos pares de lados homólogos.
se cortan en puntos de una recta paralela a la recta definida por los polos. Como también es posible variar el punto de arranque del segundo
Considerando ahora el cuadrivértice completo M' M" Q~Q, podríamos polígono funicular, tendremos tantós polígonos funiculares (para el polo
so SISTEMAS PLANOS DIl FlJI.RZAS 2 1
O~ ) como puntos de arranque consideremos, todos ellos paralelos entre si.
y cada uno de estos funiculares nos determinarán, conjuntamente con el
4. primer funicular, ejes polares, todos ellos paralelos entre sí, y paralelos
8 los lados 11 y u', Es evidente que uno de estos ejes polares coincidirá
con JI, _ 11', tal como lo muestra la figura 2.20 b.
Procediendo a la inversa, dado un polígono funicular de un sistema
de fuerzas, podemos trazar un segundo polígono funicular del mismo sis·
tema sin necesidad de ubicar previamente su polo ni trazar los rayos po-
tar:es. En la figura 2.20 e, para el mismo sistema de fuerzas analizado
anteriormente y con el mismo polígono de fuerzas de polo Oh hemos t ra-
zado el funicular 1, II . . . IV. Elegida arbitrariamente una recta como eje
polar se determinan los puntos ·s, b, c y d en que las prolongaciones de los
lados I ... IV del funicular cortan a dicho eje polar.
Trazando ahora el lado l' del nu'evo funicular, el mismo debe nece·
sariamente pasar por s, y cortar a la.. recta (le acci6n de la fuerza Pi en M'.
Por dicho punto debe pasar el segundo ledo del nuevo funicular, y como
también . debe cortarse sobre el eje polar con el lado II del primer funi·
cular, dicho ledo Ir será la recta bM', que prolongada corta a la recta de
acción de P I en N'. Por dicho punto pasa el tercer lado del segundo funi.
cular, que por las mismas razones anteriores estaré dado por la recta eN'.
Mediante iguales consideraciones determinamos el cuarto y último lado
del segundo funicular. Como se ve, no ha sido necesario conocer a priori
la posición del polo del segundo funicular. Si quisiéramos determinarlo,
bastaría trazar por O,. en el polígono de fuerzas, una paralela al eje polar
adoptado, y luego, paralelamente a uno cualquiera de los lados del nuevo
funicular, el correspondiente rayo polar (en el ejemplo el rayo 3U ) . La
intersección de ambas partes define el polo buscado.
En determinados casos, se requiere que el polígono funicular de un
cierto sistema de fuerzas,' pase por dos puntos determinados del plano.
Este problema puede reso lverse utilizando precisamente la segunda pro·
piedad de los polígonos funiculares. Sea por ejemplo el sistema P, ... P 1
de figura 2 . 21, y se pide trazar un polígono funicular del mismo cuyo
primer lado pase por el punto A y cuyo cuarto lado pase por el punto B .
Con polo arbitrario O trazamos un primer polígono f,;,nicular. haden.
do pasar el lado 1 por el punto A. En general, el cuarto lado no pasará
por B. Si ello ocurriera, de hecho el problema estaría resuelto. Elegimos
como eje poJar una recta coincidente con el lado 1 del primer funicular, y,
en consecuencia. el primer lado del funicular buscado coincidirá con dicha
recta. Además, sobre la misma se deben cortar los lados del funicular
trazado, con los correspondientes del funicular buscado. Prolongado el
lado IV hasta cortar al eje polar en K, y uniendo ~te punto con el B,
dicha recta constituye el lado IV' del funicular que cumple las condiciones
Impuestas, es decir, que su primer y cuarto lados pasen por A y B respec·
2 "UntAS NO CONCURRENnS EN EL PLANO
" " l15ftMAS PLANOS DE PUElUAS 2

ti~amente. :ara completar el trazado tenemos dos caminos a seguir: o re<:tas concurrentes en M' que pasan por A y B. en su intersección ten-
bien determmamos el polo O' y los correspondientes rayos polares 1', 2' dremos el polo O' del funicular buscado, Que se completa en la forma co-
etc. en la forma conocida, o sino, prescindimos de la determinación de O' nocida. .
y utilizamos la propiedad segunda del polígono funicular. En figura 2.21, Al resolver el problema anterior, hemos trazado por A y B, dos rectas
el trazado dellunicular pedido se ha realizado utilizando ambas soluciones. arbitrarias, imponiéndoles la sola condición de que se corten sobre la recta
de acción de la resultante. Existen infinitos pares de rectas que pasando

}j'

R
Fi¡. 2 . 22.

por A Y B cumplen con dicha condición y, como cada par de ellas conduce
Fir·2 .21.
a un polígono funicular distinto, deducimos que, para un mismo sistema
de fuerzas, existen infinitos polígonos funiculares que pasen por dos pun-
Es posible, sin embargo, trazar un polígono funicular que pase por tos dados.
dos puntos establecidos, sin recurrir al eje polar. Sea por ejemplo el sis-
La tercera propiedad de los polígonos funiculares se refie re precisa~
t~ma de fuerzas de figura 2.22, en el que se desea trazar un polígono fu-
mente' a Jos polos de estos infinitos polígonos funicul~res que pasan por
Olcular cuyos lados extremos (primero y último) pasen por los puntos
dos puntos dados, y su enunciado dice: el lugar geométrico de los polru
A y B respectivamente. Para resolver el problema, trazamos con polo
de los inlJ'nitos polígonos funiculares de un mismo sistems de fuerzas que
arbitra~io O un polígono funicular cualquiera del sistema de fuerzas, y
determinamos su resultante R , en la forma conocida. plisan por dos puntos dados, es una recta que, pasanqo por el polo de uno
cualquiera de e1l0s, es paralela a la recta determinada por los dos puntru.
Dos réctas cualesquiera que se corten en un punto de la recta de
acci6n de R pueden considerarse como lados extremos de un polígono Para demostrarl~, consideremos el sistema de figura 2.23 Y los pun-
funicular del sistema. ~n consecuencia, trazando por A y B dos rectas tos A y B , coplanares con el mismo. Utilizando cualquiera de los proce-
dimientos explicados en párrafos anteriores, trazamos un polígono funicu-
,rectas cualesquiera que se corten en M', por ejemplo, las mismas serán
los lados extremos de un polígono funicular del sistema, dado que cumplen lar que pase por A y B , cuyo polo será el punto O'. Ubicada la resultante
la condición impuesta. Trazando ahora por el origen y extremo del vector R del sistema, tracemos por A y B dos rectas cualesquiera que se corten
representativo de la resultante, en el polígono de fuerzas, paralelas a las !!Obre la resultante en el punto U , y, en ~J polí¡ono de fuerzas, dos para-
, PUEJtZAS NO CONC'URRENTK8 E.H 1!.L PLANO

le'las a las mismas por los puntos M y S respectivamente. Estas dos últi.
" SISTEMAS PLANOS DE F UVlZAS 2

mas determinan el punto O", Uniendo A con B y O con 0", quedan que hubiéramos elegido sobre dicha recta de acción nos habría condu-
formados los cuadrivértices completos AUBT y MO'SO", que tienen cin· cido a dos lados extremos de un funicular pasante por A y B cuyo polo
co pares de lados paralelos, por construcción, a saber: estaría ubicado sobre la recta O' O", Quedando así demostrada la tercera
propiedad de los polígonos fun iculares.
Hemos visto que por dos puntos dadOs pasan infinitos polígonos fu-
niculares de un mismo sistema de fuerzas. Cuando uno de los puntos de
pasaje impuestos es impropio (definido por una direccción), la determi-
1

/V.
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I/,
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e,,~
II
/ ·íÓ
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R /'
,
P /¡i' P,
Fia:. 2.23.
Fi,.2 24.

AT 1/ MCY
BT 0'5 nación del polo de uno cualquiera de los funiculares que cumple n la con-
1/ dición impuesta se simplifica e normemente. En efecto, sea el sistema de
AU 1/ O"M
fuerzas de figu ra 2.2 4, Y se pide trazar un po'lígono funicular ,cuyo primer
BU 1/ 0" 5 lado pase por el punto A y el último por el punto impropio de la recta
UT 1/ M5 m - m , B ....
Si el último lado del funicular ha de pasar por el punto impropio de
En consecuencia, el sexto par t ambién seré paral~lot es decir 0'0" // AB. m·-m, necesariamente debe ser paralelo a dicha recta, y también lo será el
Ahora bien, los lados AU y BU, por cortarse sobre la resultante del cuarto rayo polar. Construido el polígono de fuerzas, por el extremo del
sistema y por ser paralelos a MO" y SO" del polígono de fuerzas, pueden vector representativo de P I trazamos una paralela a m-m y, sobre la
ser considerados como lados extremos de un poiígono funicular que pasa misma elegimos un punto cualquiera O que adoptamos como polo del
por A y B Y cuyo polo es OUt ubicado sobre la recta O' O". que por lo funicular. Una vez trazados los restantes rayos polares comenzamos la
que acabamos de ver. es paralela a Ila recta AB. Dado que tanto O' como construcción del polígono funicular haciendo pasar el primer lado por A.
O" son polos de funiculares que pasan por A y B Y siendo U un punto El último lado pasará por el punto impropio B "" porque al ser paralelo al
cualquiera de la recta de acción de la resultante. cualquier otro punto cuarto rayo polar, también lo será z, a la recta m-m. Cualquier otro punto
2 PUBRZAS NO CONCU'RU1fl'ES EN EL PLANO 55 56 2

que hubiéramos elegido como polo, siempre que estuviese ubicado sobre el 2.2.4. Polígono funicular que pasa por tres puntos dados del plano.
cuarto rayo polar, conduciría 8 un fun icular que cumple con las condicio-
nes im puestas. En efecto, por la tercera propiedad de los polígonos funi-
Para un mismo sistema plano de fuerzas, existe un único polígono
culares. el lugar geométrico de los polos de los fun icula res que pasan por funicular que cumple la condición de pasar por tres puntos dados. Sea el
dos puntos dados, es una recta paralela a la recta definida por estos últi- sistema de fuerzas de figura 2.26 Y se pide trazar un polígono funicular
mos, y que pasa por uno de los polos, recta que, en el caso analizado,
coincide con el cuarto Tayo polar por cuanto el eje polar también es
paralelo a la recta m-m por ser B impropio. <D

1
11/
u
fU'

{jI"
</
i
i
10 /
i
.1
</
8~

Fil. 2.25 .

Un caso particular se presenta cuando los dos puntos por donde debe eje pol"r
pasar el funicular son impropios. En el sistema de figura 2 . 25 la condi-
ción impuesta es que los lados I y IV pasen por .10s puntos A ", y S "" im-
propios de las d irecciones m-m y n-n respect ivamente. Ttázado el co- Fig.2.26.
rrespondiente polígono de fuerza, es evidente que en éste los rayos polares
1 y 4 deben ser paralelos a las direcciones m - m y n-n respectiva mente, del mismo cuyos primero, tercero y quinto lados pasen respectivamente
por los puntos A, S, y C.
y en la intersección de ellos tendremos el polo de todos los polígonos fu-
Para resolver el problema trazamos primeramente con polo 0 0 arbi-
nicular~s del sistema dado que pasan por A .. y B oo, En efecto, cual-
trario, un polígono funicular cualquiera lo, 11(" • • , Vo haciendo pasar
quiera sea el punto de arranque, el primer lado del funicular, por ser
su primer lado por A. Salvo coincidencia, los lados tercero y quinto
paralelo al primer rayo polar, también resultará paralelo El. m-m, y en no pasarán ni por B ni por e, Adoptando el lado lo como eje polar,
consecuencia pasará por A .. , ocurriendo lo mismo con eol (¡Itimo lado, determinamos el punto S en que el lado Il.Io corta al mismo, y uniendo
que pasará por S "" En este caso los infinitos polígonos funi culares dicho punto con el punto B, obtendremos el tercer lado de un poltgono
resultarán paralelos entre sí. el polo será único y el eje polar será la recta funicUlar que pase por A y B, Salvo coincidencia, la tercera condición no
impropia del plano. se cwnplirá. El polo 0 1 del funicular así obtenido será el punto de in-
PUtRZA.S NO CONCURRENTJ!.S EN EL PLANO
" ,
tersección del primer rayo poJar (paralelo al eje polar) con la paralela al
"
al lado m' trazado por el ext remo del vector representativo de P t. y el
lugar de los polos de los infinitos polígonos funiculares del sistema dado
que pasan por A y B , será una recta trazada por 0 1 y paralela a la rec-
ta AB. De entre esos infinitos polígonO'!; funiculares, habrá uno que, ade-
más, pasa por e, y que será la solución buscada. Para determinarlo,
tracemos ahora un polígono funicular cuyo primer lado pase por A y el
quinto por e, utilizando el m ismo eje polar. P or construcci6n el primer
lado del funicular trazado ya cumple con una de las condiciones. H allada
la intersección del lado V G con el eje polar (punto T), uniendo este
punto con el e, la recta así determinada es el quinto lado (V") de un
funicular que pasa por A y e, cuyo polo O 2 lo obtenemos en la inter-
sección del primer rayo polar con una paralela al ·lado V" trazada por el
extremo del vector representativo de P~. Y el lugar de los polos de los
infinitos funiculares que cumplen la condición de que sus primer y quinto
lados pasen respectivamente por A y e será una recta paralela a la AC F i e· 2 .27 .
trazada por O 2 • De estos infinitos polígonos funiculares habrá uno que,
además de pasar por A Y e, lo hará por B y el polo O de dicho polí- dada por' 0" Finalmente el polo O · buscado estará e~ la interseccibn d"
gono funicular será precisamente la intersección de las paralelas a AB y las paralelas a AB y BC trazadas por 0 1 '1 O, respectivamente.
AC trazadas por 0 1 y O 2 respectivamente. Ubicado el polo O y com- En el trazado de funiculares por tres Pl,I,P.tps prefijados pueden pre-
pletados los rayos polares, trazamos el funicular buscado de lados 1, JI ..• sentarse tres casos particulares: que uno, dos o lC?S tres puntos sean im-
••• V, que constituye la soluci6n del problema ~r~pios.
El trazado de un polígono funicular que pase por tres puntos dados Si por ejemplo, en el sistema de figura 2.28 se requiere el t razado
puede realizarse sin recurrir a los ejes polares, utilizando resultantes par- de un polígono funicul~; 'que pase por A, B Y e"", se procede en~ forma
ciales. E n el sistema de la figura 2.27, donde se p ide trazar un funicular similar al caso en que los tres puntos son P"i9pios, determinando primera-
cuyos lados 1, IU Y v pasen por A, B y e respectivamente, se han de- ni~nte un polígono funicular que pase por 4 y B , .sea mediante' ejes po-
terminado las resultantes parciales R 1.2 y R u de los grupos de fuerzas lares o bien utilizando resultante parciales. ' D eterminado el lugar de los
comprendidos entre los lados del funicular a los que se les ha impuesto poJos de 109 infinitCll funiculares que pasnn p~r A y B, es deCir lo para-
condiciones, es decir 1-111 y III-V. I~[á a AB trazada por 0 1, como el último lado debe pasar por e .. debe
r~lulta r pa ralelo a la recta m-m que define la dirección de este último
Trazadas por A y B dos rectas cualesquiera que se corten en un
Pt.Wto. Trazando por el extremo del vector representativo de p. un
punto S de la recta de acción de la resultante R ¡,I. las mismas puede~
rayo polar paral~lo a m - m, su intersección con la paralela a AB tra-
considerarse como lados extremos de un funicular de P 1 Y P" que pasa
zada por 0 1 , deJ~¡'mina el polo O b~!ido.
por A y B. Y cuyo poJo será el punto 0 1 de intersección de los rayos . ¡~ l.
En el caso de figura 2.29, en que !Oe pide que los lados JII y v del
polares para.lelos a los mismos, trazados por el origen de P I Y extremo de
funicular pasen f,espectivamente por los puntos~.. y C"" el problema se
P, respectivamente. en el polígono de fuerzas. El lugar. de los polos de resuelve de la manera si,iuiente. Como la:s lados IJI y v deben ser parale-
los infinitos funiculares que cumplen la condición de pasar por A y B los a las djre~iones ~:" m y n-n ,re.s pectivamente, también lo serán los
será una recta paralela a la AB trazada por O H y uno de dichos polOS correspondientes rayos pelares. En 'doñsecuencia, trazando en el polígono
conducirá a un funicular que cumple la condici6n de pasar tam bién por !1e (uerzas una paralela a m-ni"· pO! el origen del vector representativo
C. R epitiendo el procedimiento con R 3 •• , obtenemos un polo O 2 de un de P, y otra a n--n por el extremo !!el representativo d e P •• JIU intersec-
funicular que pase por B y C, y el lugar geométrico de los polos de los ci~n nos determina el polo O buscado. En efecto, una vez completado los
infinitos funiculares que pasan por B y e será la paralela a BC traza- r¡¡ros polare5 de polo O, si comenzamos el trazado haciendo pasar el pri~
",
FUERZAS NO CONCURRENTES EN EL 'PLANO 59 60 SISTEMAS PLANOS DE P'UDZAS 2

Construido el polígono de fuerzas correspondiente al sistema de figura


2.30, al Que se le impone la condición de que sus lados I, IU Y v pasen,
respectivamente por los puntos A "", B ", Y C"" 'las paralelas a rn-m y
n-n, trazadas por el origen de P , y el extremo de P t en el polígono de
iv"
Ifl,

P, P4 P,
ro.. O,

~ ,,-.

~
:/~ p,
O,
~~
~

Pi&". 2.28.

mer lado por A, de hecho los lados Ul y v cumplirán las restantes con-
Fig.2 30 .
diciones impuestas la pglígono funicular.
Finalmente, si los tres puntos por donde debe pasar el polígono fu-
fuerzas, definen un polo 0 , correspondiente a un funicular que pasará
nicular son impropios, el problema sólo tiene solución si ·los rayos po-
por A", y B ., pero no por C"" por cuanto el quinto rayo polar no re.
lares paralelos a las direcciones que definen los puntos impropios concu-
sulta paral.elo a s-s. Análogamente, las paralelas a n-n y $-S, trazadas
rren a un mismo punto, que en tal caso será el polo del funicular buscado.
por el origen y extremo de P s y P. , determinan un segundo polo O . ,
correspondiente a un funicular que pasará por B"" y Coo ' pero no por
A ", por cuanto, el rayo primer polar correspondiente a este polo no re-
sulta paralelo a la dirección m-m. Finalmente operando en forma seme-
v. y

jante con las para·lelas m-m y s--s trazadas por el origen y extremo
de P, y p. respectivamente, obtenemos un tercer polo Da Que define
un funicular QUe pasará por A ", y C"'. pero no por B oo , por análogas ra-
zones. Surge de inmediato que el problema tendrá solución, solamente si
los tres polos coinciden en un único punto, que será el polo del funicular
buscado. Tal situación se presentará cuando las paralelas a las direccio-
fU
, nes dadas, trazadas en el polígono de fuerzas por donde corresponda en
P, IV
cada caso, sean concurrentes, lo que se verifica en figura 2.30 si se esta-
blece que el lado nI" del funicular debe pasar por B'", impropio de la
P, direcci6n n'-rr .
De lo expuesto surge Que un polígono funicular queda definido cuan-
do se le impone el cumplimiento de tres condiciones, tales como obligar a
tres de sus lados a pasar por puntos determinados. Es evidente Que dos de
Fil!. 2.29.
dichas condiciones pueden ser impuestas a un mismo lado, pero no las tres.
, "UXRZA!I NO CONCURRENTES ~ U. PLANO
"
., IItSTBMAS PLANOS DI: I'UBRZAS ,
Si consideramos el caso de un sistema de fuerzas simétrico respecto Demostraremos a continuación que el momento de P con respecto
de un eje, tal como el de la figura 2.31 en Que el eje de simetrla es el y_y a A. está dado por el producto del segmento 3, leído en la escala de lon-
dicho sistema conducirá a un polígono de fuerzas que también tendrá u~ gitudes,. por la distancia h, leída en la escala de fuerzas.
eje de simetría, el z- z, nerma! al y-y. Si elegimos como polo un punto Por construcción, 'los triángulos MQV y OST son semejantes, y en
consecuencia se tiene

[~c. long. ct cr;:.,


Q [se. fuerzas ~ ~

;~'
d
P,
z Oz A

P, '''"
p
Fia·2 . 31 .

Fil. 2.32.
ubicado sobre el eje de simetría del polígono de fu erzas, ello equivale a
imponer dos condiciones a l funicular. En efecto, de hecho el polígono fu-
nicula r resultará simétrico respecto del eje y-y, de modo que si lo ha- MN OH
cemos pasar por un punto determinado, el A , por ejemplo, por razones [2.17]
QV ST
de simetría deberá pasar por su simétrico A'. La tercera condición esta-
blece la ubicación del polo sobre el eje z-z. pero dH == h Y QV = 6 Y. por otra parte

d P
2 .2 . 5 . Aplicación del polígono funicu lar a la determinación gráfica del
MN_
Ese. Long
y ST = --:::~=-­
Ese. Fuerz.
[2.18]
momenlo de una fuerza con respecto a un punto.

, La determinación del momento de una fuerza con respecto a un pun-


Luego, reemplazando en [2 . 17) Y transponiendo términos resulta

to, puede efectuarse en forma gráfica, utilizando el polígono funicular, co-


mo veremos a continuación.
Pd = 6. h. Ese. Long. X Ese. Fuerz. [2.19]

Sean la fuerza P y el punto A que dista d(m) de la recta de pero Pd == M. yen consecuencia
acción de P (fig. 2.32), Y se pide hallar gráficamente el momento de P
respecto de A. Supongamos que la escala del dibujo sea a mlcm, Y. adop- M=6(cm) .h(cm).a m/cm.~kg/cm. [2.20]
tando una escala de fuerzas ~ kg/ cm, construyamos el vector representa-
tivo de la fuerza P. Con polo O tracemos un polígono funicular de P y
prolonguemos sus dos únicos lados hasta cortar una recta paralela a P Esta expresión también puede interpretarse diciendo que el momento M
trazada por A. Llamemos b (cm) el segmento intersecado por esta úl- está dado por el producto del segmento 6 ' "leido en la escala de longitu-
tima recta con los lados extremos del funcular. Trazand9 ahora por O, des por la distancia polar leída en la escala de fuerzas. De ello deduci-
polo funicular, una normal al vector representativo de P, la distancia mos que la distancia polar no es una longitud sino una fuerza. El produc-
OH, se denomjna distancia polar, la que en 10 sucesivo designaremos h. to de h por ambas escalas se denomina también escala de moment06.
2 FUERZAS NO CONCURRENTES EN aL PLANO 63 . ,
En este caso el momento de P respécto de A estará dado directamente 2 . 2.6 . Pares de fuerzas.
por 3(cm) leído en esta última escala.
La construcción gráfica anterior es aplicable cuando se trata de de- . Al trazar el poligono funicular de un sistema de fuerzas puede suce-
terminar el momento respecto de un puntó cualquiera de un sistema de der que e n ~I correspondiente polígono de fuerzas, el extremo del vector
varias fuerzas. En efecto, construido el polígono funicular del mismo, con represntativo de la última fuerza coincida con el origen del de la prime-
polo 0, y ubicada ~a resultante, (fig. 2.33), se prolongan los lados ex- ra, como en el caso de la figura 2.34. Si ello ocurre, evidentemente, el
tremos y por el .centro de momentos M se traza una paralela a dicha re- vector representativo de la resultante será nulo y, ademas, el primero y úl-
sultante. El segmento a determinado sobre la misma por los lados extre- timo rayo polar también coincidirán, por lo que el primero y último lados
mos del funicular, leído en la escala de momentos, nos da el momento del poligono funicular resultarán paralelos.
buscado. Al determinar la esca1a de momentos, la distancia polar a consi-
derar, h, es la distancia nOfmal del polo al vector representativo de R.
El mismo funicular nos permite también determinar el momento de
parte de las fuerzas constituyentes del sistema, con respecto a· cualquier
punto. Asi en la figura 2.33, hemos determinado el momento respecto
de M de las fuerzas PI y P 2, trazando por dicho punto una paralela a
I
P,
U
P,
..
,
O
la resulta nte R l.t de estas últimas, que determina, en su intersecci6n con ·13
la prolongaci6n de los lados 1 y III del funicular, el segmento 6, que,
leído en la correspondiente escala de momentos, nos da el valor buscado. 13
En la nueva escala de momentos, la distancia polar a considerar será h 1 •
medida normalmente desde el polo O al vector representativo de la re-
sultante R M •
Fic. 2.34.

En el parágrafo 2.2.2, cuando justificamos la construcci6n del polí-


i gono funicular, vimos que es posible reemplazar el sistema dado por otro
i P, equivalente, constituido por dos únicas fue~zas, cuyas rectas de acci6n son
precisamente, los lados extremos del poligono Junicular y, cuyas intensi-

'.
u
-- ! ~
fR\:,~2~?t.
h O .
dades y sentidos están dados por el primero y último rayos polares, leídos
en la escala de fuerzas.
.
En el ca.a que estamos analizando, los lados extremos del funicular
!\
Ii
,
J son paralelos por ser coincidentes los correspondientes rayos polares. Estos
/ . ó últimos, interpretados como vectores representativos de fuerzas, tienen
signos contrarios, por lo que el sistema equivalente al dado estará consti-
ó, !\ tuido por dos fue rzas de igual intensidad, sentido contrario y rectas de
I \ acci6n paralelas, es decir, un par de fuerzas. Existe otra forma de justi-
R ! \ ficar lo anterior, y es la siguiente: el polígono funicular nos da, en la in-
tersecci6n de sus lados extremos, un punto de la recta de acci6n de la

,,.\ resultante del sistema considerado y, por otra parte, el correspondiente po..
ligona de fuerzas nos determina el vector representativo de la misma. Si
el poligono de fuerzas es cerrado, la intensidad de la resultante será nula
y si. al mismo tiempo, los lados extremos del funicular resultan paralelos,
Fig.2 . 33 . se cor.tarán en el punto impropio de su direcci6n común. Tendremos así
,
2 FUBRZAS NO CONCURRENTES EN EL PLANO
" 56 SISTEMAS PLANOS D& J'UUZAa 2
que el sistema se ha reducido a una fuerza de intensidad nula y cuya rec-
de acción dichos lados extremos. En general, al elegir el polo en la loona
ta de a"cción es la recta impropia del plano, es decir, a un par de (uerzas
I conforme a la interpretación de este último elemento que hemos dado en 1.
indicada, los lados extremos del funicular suelen no coincidir, reduciéndose
entonces a dos fuerzas paralelas (fig. 2.35 b) que es necesario componer
1 para obtener la resultante del sistema. Como resulta mucho más limpie
I
=+ 2.2 . 7 . Equilibrio de sistemas no concurrentes.

En el parágrafo anterior nos hemos ocupado de los sistemas cuyo po-


lígono de fuerzas es cerrado y cuyo polígono funicular resulta abierto. SI
en el caso de figura 2.34, al trazar el polígono funicular, el primero y últi- (o)
mo lados hubiesen coincidido, evidentemente el sistema se habría reduci-
do a dos fuerzas opuestas, constituyendo un sistema nulo, es decir, en
equilibrio. E~lo nos permite enunciar la siguiente condición gráfica para
el equilibrio de un sistema de fuerzas no concurrentes en el plano:
E s condici6n necesaria y suficiente para que un .!istema plano de
fuerzas no concurrentes se encuentre en . equi~ibrio, que tanto el poIíAono
de fuerzas como el polígono funiculBr, resrilten cerrados.
La condici6n es necesaria, porque de ser abierto uno de los poligonos
y cerrado el otro, el sistema se reducirla a un par o bien a una resultante, ( b)
y es suficiente, porque de ser cerrados ambos poligonos, el sistema equi-
valente es nulo, es decir habrá equilibrio.

2.2 .8 , Casos particulares de polígonos funiculares. Fili·2.35.

determinar la resultante mediante un funicular en la forma corriente, sal-


En los parágrafos a nteriores hemos analizado tres casos posibles en vo casos especiales conviene siemp're e1egir como polo un punto que no
lo que se refiere a polígonos funiculares y de fuerzas: se enc~entre en las condiciones lndicadas al principio.
a) poTíAono funicular abierto y poligono de fuerzas abierto.
.<, b) poliAono funicular abierto y políAono de fuerzas cerrado.
e) políAono funicul8r cerrado y polígono de fuerzas C8rrsdo, 2.2 .9. Determinación anaHtica de la resultante de un sistema de fuerzas
no concurrentes
En el primer caso, el sistema se reducía a una resultante; en el se-
gundo a un par de fuerzas y en el tercetO, el sistema se encontraba en equi- Sea el sistema de fuerzas no concurrentes de la figura 2. 3§. del que
librio. se pide hallar la resultante R. Consideremos un punto cualquiera A. Con~
Existe, sin embargo, una cuarta posibilidad: que en el polígono funi- forme a td"'establecido en 1.12., el sistema dado será equivaie~te a otro
cular el primero y último lados coincidan y el polígono de fuerzas sea constituido #or fuerzas P~,P; y P; iguales a lu P 1 ,P1 y P J en direc-
abierto (fig. 2.35a). Constituye, en realidad, un caso especial del a), y ción y sentido pero aplicadas en A y a un sistema de pares MI, M 1 Y
ocurre si el polo se elige sobre la recta determinada por el origen del vec- M I, cuyos momentos sean iguales a' los productos PI • dI, P1 • d, Y
tor representativo de la primera fuerza y el extremo del de la última.· En PJ. d J respectivamente, siendo d I. dz Y d . las correspondientes distan-
este caso el sistema se reduce a una úniC'8 resultante cuya recta de acci6n cias de las rectas de acción de las fuerzas al punto A elegido. El sistema
I coincide con los lados extremos del funicular y cuya intensidad está dada de fuerzas p~ éofii::urrentes en A, admite tina resultante, cuyas proyec~
.1 por la difetencia de las intensidadeS de las fueczas que tienen por rectas dones sobre ambos ejes coordenados tienen IÍfexpresión
, P\lERZAS NO CONCURRENTES EN EL PLANO


.7 .. SISTEMAS PLANOS DI!: FUERZ,,"S

diente del punto que se elija como centro de reducción. En efecto, cual-
2

R' = R.cas CJla = ¿ Pi COS <PI


quiera sea el punto elegido al proyectar las fuerzas sobre ambos ejes ~
. [2 . 21]
ordenados. sus proyecciones no cambian, manteniéndose constante su suma
R' = R .sen ep. = ~ PI sen ep .
1 Y. en consecuencia, la intensidad y dirección de R .
Por tanto, la resultante de un sistema de fuerzas no concurrentes que-
y cuya intensidad es da definida mediante tres condiciones, que hemos expresado e n forma de
dos ecuaciones de proyección sobre dos ejes y una ecuación de momentos
respecto de un punto cualquiera del plano. Las dos primeras ecuaciones
R'= yR'.2+R'l [2.22]
nos determinan la intensidad y dirección de la resultante y la tercera nos
quedando definidos su dirección y sentido por permite ubicar un punto de su recta de acción, Escrita la ecuación de mo-
mentos en la forma indk,ada en 1 . 17. se tiene
R' 1
,en ~R= ¡R~I I
R , = L• P • . cos ep, =
[2.23]
R'. r 1: R ,
"" ~" = IR;¡ J

Por otra parte, siendo los pares MI ,M, Y M ¡ coplanares, su suma alge- R. = i P I.sen ep i = L V, [2.24]
braica nos dará el par resultante M, conforme al teorema de Varignon.
Es decir, que hemos reducido el sistema primitivo a una fuerza R' apli-
cada en A y un par de momento M. Pero, de acuerdo con 1. 12.; este M R =±P. [",n ep ¡ (z~ - z¡)-
sistema es equivalente a una única fuerza R !5!!!!!! R' ubicada a una dis-
tancia de A, que llamaremos d. tal que cumpla la condición R.d = M. •
Dicha fuerza será la resultante del sistema de fuerzas dado, y es indepen- - c"," !p¡(y" - y ¡)] = ~ M,

A los efectos prácticos de la determinación de la resultante de un sis-


z o tema de fuerzas, una vez establecida la intensidad y direcci6n de la
misma mediante las dos primeras de las ecuaciones [2.24], s610 es nece-
sario calcular las coordenadas de un punto de su recta de acei6n. que será
paralela a la direcci6n de R. Para determinar dicho punto, llamemos
Z R e y R a las componentes horizontal y vertical de R, Y de acuerdo al
teorema de Varignon, tendremos:

[2.25]

ecuaci6n de la recta de acción de la resultante. Supongamos ahora que la


resultante se desliza sobre su recta de acción hasta aplicarse en un punto
de esta última que tenga una de sus coordenadas igual a la correspon-
diente del punto elegido como centro de momentos. En la figura 2.37
y
el punto considerado es el M, teniéndose

Fig. 2.36.
YII = y(.
2 70 SISTEMAS PLANOS DE FUERZAS ,
"
FUERZAS NO CONCtIRRENTl:S EN JtL PLANO

En consecuencia, para dicho punto la [2.25] se transforma en z Ri o


I
[2.26] I
1
y, finalmente, la restante coordenada que fija la posición de M será I
I
I
I
I
[2.27] I
t··
L
I
I
I
con lo que queda completamente determinada la resultante del sistema I
I
de fuerzas *. I
I

• La determinación de la re,ultante de un ,istema plano no concurrente sobre


"
_ _ ''}-..
II
la base de d os ecuaciones de proyección y una ecuación de momentos resJ><:K:to de un ---1-. ' R" I
punto c ua lquiera, puede justificaue además en 1111 dos formas siguientes. IR"'"""'"
1-" "\ ,5.
z R, O z O
:R
Ry dz
S R,
Q y
dy :
Ry
R, I R Fi¡::.2.37.
T
Las tres ecuaciones de condición que definen la resultante de un sis-
Rv tema de fuerzas no concurrentes, pueden plantearse también en forma de
y dos ecUaéiorieg de momentos respecto a dos puntos cualesquiera del plano
y
y una ecuaci6n de proyección sobre un eje, siempre que este último no sea
normal a la re~ta definida por los puntos con respecto a los que se toman
1, Fir. A. Fi,. B.
,, Suponramot (fi¡. A) que en el ,i.tema dado !le conoce la .uma de ,1."
proyeecio-
momentos. En efecto, si en. el sistema de fuerzas P ; de la figura 2.37, su-

nes lobre dos ajes; R r = r R¡ COI CIIi; R.= r R , um CII¡ I Y IU momento respecto de
pero como R, pesa por S, su momento 'Jerá nulo, restando en consecuencia M; =
Mf da un punto c ualquiera S. Conocid.. R r y R., la. intensidad de R 18 obtiene = R • . d" de donde
de I R I =-yR;+R; y su ar¡umento CIIR · de cosCIIR-=R./IRI. Si con cen- M'
tro en S trazamos una circunferencia de radio r = M ! / R, cualquier l'6cta. tan¡ente d,= --,_o
R.
a la misma puede ler la recta de acci6n de una fuerza de intensidad R cuyo momento
respecto de S sea precisamente M :. D e entre esas infinita, rectas tangente, existen Análogamente, si aplicamos R en un punto de su recta de acci6n ubicado IObre
dos que cumplen con la condición de que su argumento sea j¡ual. al de la resultante la horizontal de S, por las milmas consideradones anteriores Ue¡amos a
buscada. Y, de amb.. , la recta de acció n de la resultanta será aquella que conduzca
a un momento respecto de S del mismo si¡no que M ! .
La otra forma de dem01trar el problema es la siguiente. SUpOngam01, (fig. B),
aplicada la resultente, de la que 8e eono<:en IUS componentes R~ y R" en un punto Luego, , i por S truam01 una vertical y une horizontal, y lobre las mismas ubi_
de su recta de acción ubicado sobre la vertical del punto S, con respecto al cual .e camos los puntos T y O a las distancia, d . y d~ , dichos puntol pertenecersn a la
COROca . u momento. E,t. momento lerá igual a la luma de los momento. de R # y R" ~ecta de acdón d. R, la que en esta forma' queda completamente definida.
2 FUERZAS NO CONCURRZN,T ES M ItL PLANO 71
" IUS'ttMAS PLANOS DE :ruQlz.a ,
ponemos conocidos los momentos del sistema respecto a los puntos A y de exponer, su intensidad R' debe ser tal que su momento respecto a A
B, Y la proyección del mismo respecto al eje z, tendremos o B sea igual M~ o M : luego

• M"
M" = l: _ IM:I
• • IR' I AS
[2.29J

M' = l: M'
• [2.28J
quedando definido su sentido conforme al signo de los momentos. Lle-
• •, vando a partir de S e1 vector representativo de R' y trazando por su ex-
tremo una paralela a AS, sobre la misma de be encontrarse el extremo del
vector representativo de R. Para ubicar el extremo de dicho vector, dis-
" R t coscp" " H.
R. - l: = .l:
;
ponemos de la tercera ecuación de condición, es decir la ecuación de pro-
yección del sistema sobre el eje z, que nOI da el valor de ijl componente
de R en dicha dirección, o sea R . . Llevado a partir de S el vector re-
Tracemos ahora con centro en A y B, dos circunferenciasc!lYPS ~~~ presentativo de R. la intersecci6n de Ila vertical trazada por su extremo
dios f , y f t , representen respectivamente, en una escala cualquier~1 lo§ con la paralela a AB trazada por Q nos define el extremo del vector
momentos M; y M~, q~e supondremos del mismo signo. Uniendo A .c0"" representativo de la resultante. Queda así demostrado que es posible de-
B y <trazando una de las dos tangentes comunes exteriores a ambas c;~r­ finir la resultante de un sistema de fuerzas no concurrentes en base a dos
cunferencias, dichas rectas se cortarán en un punto S, que será un punto ecuaciones de momentos y una ecuación de proyección sobre un eje.
de la recta de acción de la 'resJ,lltante buscada. En efecto, por el punto }; Cuando los signos de los momentos respecto a A y B son contrarios,
pasan las rectas de acci6n de las .i tÚinitas fuerzas cuyos momentos respeC- la tangente común a considerar es una de las dos interiores, ron puntos de
to de A y B son precisamente,~: M: y MS. Para demostrarlo, conside- tangencia en r;y~' que determinan, en su int ersección con AB, el
remos una cualquiera de ellas, y d~compongámosla en una compon~nte punto S" como perteneciente a la recta de acci6n de la resultante, El
,dirigida según AB y otra paralela a los segmentos b.( y a", determina- resto del razona miento es, para este caso, similar al que acabamos de
dos por los centros de las circunferencias y los puntos de tangencia con las exponer *.
mis~.as, de la recta que define ~ $: De acuerdo con el teorema de Vadg-
non, }os momentos de la fuerza .q~e estamos considerando con respect~ a • E l posible jUl tificar q ue la ruu ltante d e un . istem e pla n o d e fuerz:a. n o con_

A y !J.es decir M; y {v.r:.


~eián iguales a la suma de los ~?ment08
CUrTent" queda d e finida madia nte una ecuación de proyecci6n itQbrfl un e je y dos
IICuadones de mome ntOl nI'Plleto d e d ~1 puntos cuale squie ra, e n la forma . icuiente :
de las componentes, respecto a los mismos puntos. De estas componentes,
la q~e actúa según A!1 tiene momento nulo respecto a ambos P.~tos, o z O
sea:·que los momentos de' s¡stema · rpspecto a A y B serán igwi.r~· a los
mo~entos de la co~ponen~~ parai~l~ a la dirección AT' (o BTúj . .$i ·con-
sideramos a las rectas AS · Y T' S como lados de un funicular :Qe dicha ,,
~mponente, su md~'~.f!~O respe~ta: de A y B estará dado pOr .~Oj ~men­
'A
tos b.( y ~B leídos ~,!l)a correspondiente escala, por ser precisa~~nte pa-
ralelos a qa componeóte y estar intersecados por los lados' extremos del
R Ir
funicular, con lo q~e queda demostrado que por S pasa una fuerza para- d'y d"y,,
lela a AT' (o BT") cuyos' momentos respecto de A y B so~ igua.l.es (los R, R 'B
momentos del sistema respecto de -los mismos puntos. Entre las ".irifinitas
S
fuerzas que pasan por S · 'y cuya componente en la direcc;:i6n ~di~ada
'cumpla con la condición establecida hábrá una que es la resultante bus- y
~~d'a. Para determinarla, supongámosla descompü~sta en una componente
U
R según AS y otra R' normal a dicha ·dirección. Por 10 que acabam:Qs Fi¡. C .
PUKRZAS NO CONCUltRENTES EN EL PLANO 73

Si en 'lugar de adoptar como eje de proyección el z, se hubiese ele-


"nitas fuerzas cuyos momentos respecto de
SISTEMAS PLANOS OE FUERZAS

A y de B son, respectivamen-
2

gido un eje normal a la recta AB, la proyección de la resultante sobre di- te M ; Y M: . Una de ellas, evidentemente, será la resultante del siste-
cho eje sería idéntica a la componente R ', quedando por ello indetermi- ma. Por el punto S, definido por la intersección de AC con Ti. T 3 , pa-
nada aa resultante R del sistema. san también infinitas fuerzas cuyos momentos respecto de A y e son res-
Existe una tercera posibilidad, en lo que se refiere al planteo de las pectivamente M~ y M; , una de las cuales corresponderá a la resultante
ecuaciones de condición, para la determinación de la resultante de un sis- del sistema. Pero como dicha resultante, por 10 Que acabamos de ver,
tema de fuerzas no concurrentes. Es posible definir dicha resultante me-
diante tres condiciones de momentos respecto de tres puntos cualesquiera, z o
siempre que los mismos no se encuentren alineados, como lo demostrare-
mos a continuación.
Supongamos conocidos los momentos del sistema P i de la figura
2 . 38, respecto de los tres puntos A, B Y C. Tendremos así

M R - L" MR,

M'
• L" M', r2 ,30J

M'
• i M',

Con centro en A, B Y e tracemos tres circunferencias cuyos radios r l;


r z y r 3 representen en la escala correspondiente, los valores de M:, M:
y M~ respectivamente. Unamos A con B y A con C -y tracemos las
tangentes comunes a las circunferencias, exteriores o interiores según co-
rresponda, de acuerdo a los respectivos signos de los momentos.
De acuerdo con lo Que hemos demostrado antes, el punto L, intersec-
y
cián de la~ rectas AB y T I T " pertenece a las rectas de acción de inH-
1,
,I
! Sea el , istema de la figura e, y suponga mos conocido. ·. us momentos respecto
Fig.2.38. ¡
de 101 puntol A y B Y I U proyección sobre el eje JI, es dedr;
también debe pasar por L, la: 6R¡éá: posibilidad que le resta es que su rec-
1. :I:Mt -= M: ta de acci6n sea LS. Conocida la recta de acción de R, el cálculo de su
intensidad es inmediato: En efecto, considerando el punto e por ejemplo,
J
:I:M!= M:
se debe tener
R . = :I: R ¡ cos q¡.
(Mi!
Suponiendo aplicada la resultante en un punto de su recta de acci6n ubicada so- IRI = [2,31 J

.
bre la vertical d e A, por ser nulo el momento de R v respecto de A resulta
M JI.= R . d',
Por un rllZonamiento análoKo llegamos a que M: = R~ d;. En consecuencia,
quedando el sentido fijado por el signo de M;.
d"

En el caso tratado en figura 2.38, se ha supuesto que los tres momen-


tos eran del mismo signo, por Jo que se trazaron las tangentes exteriores
si wbre llls venicales de A y B, Y a partir de dichos puntos llevamos las distllncla s
d~ y d ; dirigidas en forma tal que conduzcan a momentos de R respecto de A ~ B comunes. Si, por ejemplo, los momentos respecto de A y B tuviesen el
del mi smo signo que M: M: y respectivamente, los puntos S_ y T. a sí determina- mismo signo, y el con respecto a e, diStihto, para los círculos de centros
A y e correspondería trazar la tangent¡; interior, llegándose a que en tal
dos d e finen la recta d e acci6n de R, la que de esta manera, queda completamente
de tenninada. caso la recta de acción buscada sería la-Lf .
, FUE:RZAS NO CONCU'RRENTES EN EL PLANO 7S
76 SISTEMAS PLANOS DI PUXRZAS 2

La determinación de la resultante en base a tres ecuaciones de mo- ello ocurriese, en la fig. 2.38 los puntos L y S coincidirían en un mismo
mentos, puede justificarse también en la forma siguiente. punto de la recta A, B, e, resultando. indeterminada la recta de acción
Se conocen para el sistema P , (no indicado en figura 2.39) sus mo- de 1a resultante.
mentos respecto a los puntos A. B Y e, que son respectivamente iguales a
los momentos de la resultante respecto a los mismos puntos: M~ M~ Y
M~. 2.2.10. Casos espet:iales de reducción de sistemas de fuerzas no concu-
Consideremos las rectas AB, Be y CA en figura 2.39. Podemos su- rrentes. Pares. Equilibrio.
poner las mismas como rectas de acción de tres componentes de la resul-
tante R', R" Y R "' . por constituir un sistema equivalente a la misma, Si al plantear las ecuaciones [2.24] nos encontramos que las dos de
las sumas de sus momentos respecto de los tres puntos A, B Y e serán proyección son nulas, siendo distinta de cero la ecuación de momentos;
respectivamente iguales aMi M ~ Y M X. Ahora bien, al considerar el
es decir, si se tiene
momento del nuevo sistema resp~to de cada uno de los puntos A, B Y e
se anulan los momentos de las componentes que concurren al pWlto con- H, = O
siderado. Por ejemplo, para e se anulan los momentos de R" y R '" , re-
sul.tando en consecuencia
VI
MI
= O
= ME } [2.33]

M~ = R' .d' j M : _ R" .d" M~ = R'" .d'" (2.32] el sistema se reduce 9 un par de fuerzas, y en tal caso la tercera ecuación
conduce a un valor constante cualquiera sea el centro de momentos
o elegido, valor que será precisamente el momento del par. Por tanto,
~M = Ms = Clo .
También se reducirá el sistema a un par de fuerzas si en lugar de
plantear dos ecuaciones de proyección y una de momentos, planteamos
tres ecuaciones de momentos respecto a tres puntos no alineados, y para
las tres la suma de los momentos son iguales entre sí en valor y signo. De
estar alineados los tres centros de momentos, el sistema podría reducirse
también a una resultante, cuya recta de acción sería paralela a 'la recta
, definida por los puntos elegidos como centros de momentos. Queda dicho
I
en el parágrafo 2.2.10. que en este caso la resultante no queda definida.

.l Cuando plantearlas las tres ecuaciones [2.24] o .tres ecuacionés de


momentos respecto de tres puntos no alineados, o bien dos ecuaciones
de momentos y una ecuación de proyección sobre un eje que no sea
normal a la recta definida por los centros de momentos, las tres ecua-
ciones resultan iguales a cero, el sistema de fuerzas considerado se en-
y
contrará en equilibrio, como lo justificaremos a continuacl"n.

Fig.2.39.

De estas expresiones se deducep de inmediato las intensidades de R', 2.2.11 . Condiciones analíticas, necesarias y suficientes para el equilibrio
R" y R '" , y su sentido surge del ~igno de los correspondientes momen- de un sistema de fuenas no concurrentes.
tos. Conocidas las tres componentes de R, ésta queda tota1mente defi-
mda. Las condiciones analiticas, necesarias y suficientes, que debe cumplir
Es evidente que si los tres centros de mameMos se encuentran ali- un sistema plano de fuerzas no concurrentes para estar en equilibrio, son
neados, no puede determinarse l.a resultante del sistema. En efecto, si tres, y pueden ser expresadas de tres modos distintos, a sa.ber:
2 FUERZAS NO CONCURRENTES EN EL PLANO 77
78 SISTEMAS PLANOS PI!: FUERZAS 2
B) dos ecuaciones de proyección sobre dos ejes no coincidentes ni
paralelos y una ecuación de momentos respecto de un punto cual- que el sistema se reduzca a un par de fuerzas, por cuanto el momento de
quiera, nulas. un par respecto de un punto cualquiera es constante, e igual al momento
b) una ecuación de proyección sobre I!" eje y dos ecuaciQ1wS de del par.
momentos respecto de dos puntos cualesquiera, nulas, siempre Caso b)
que el eje de proyección no sea normal a la recta determinada Si en el sistema de fuerzas de figura 2.40 b tomamos momentos de
por los centros de momento. las fuerzas que lo constituyen, respecto del punto A, y su suma es cero,
e) tres ecuaciones de momentos respecto a tres puntos no alinea- e!; decir
dos$ nulas. •
¿ M il _ Mi = O (2.36]
Mediante tres ecuaciones de proyección sobre tres ejes no es posible
establecer el equilibrio de un sistema de fuerzas, por cuanto, como vere- es posible que
mos más adelante, la tercera ecuación de proyección es consecuencia de 1Q De existir la resultante, necesariamente debe pasar por A, por
las dos primeras. cuanto el momento del sistema es igual al momento de la resultante, y
Caso a) este queda expresado por el producto de dos factores: R . d, llamando
d a la distancia de la recta de acción de R al centro de momentos. ' Para
Consideremos un sistema de fuerzas no concurrentes P I (fig. 2.40 a)
y proyectémoslo sobre el eje z. Establecida la suma de las proyecciones
que dicho producto sea nulo es' necesario que lo sea uno de los factores, y
de las fuerzas sobre dicho eje encontramos que su suma vale cero, es como R no es cero, ya que admitimos la existencia de la resultante, debe
serlo d.
decir
f = H. =o (2.34] 2 9 El sistema se encuentra en equilibrio. Queda excluida la posibi1i~
, dad de que el sistema se reduzca a un par de fuerzas, por cuanto el mI>
Si ello ocurre, existen tres posibilidades: mento de un par respecto de un punto cualquiera no puede ser nulo,
19 De existir resultante, necesariamente debe ser normal al eje z, Si al tomar momentos respecto de B resulta nula ·la suma de los
por cuanto su proyección debe ser nula. mismos, caben las mismas posibilidades, es decir, que R pase por B o
29 El sistema se reduce a un par de fuerzas, dado que la proyección que exista equilibrio.
de un par sobre cualquier eje es siempre nula, De cumplirse simultáneamente la nulidad de momentos respecto de
3 9 El sistema es nulo, es decir, se encuentra en equilibrio. A y B, es necesario o bien que el sistema se encuentre en equilibrio o que
Si proyectado el sistema; sobre el eje y, la suma de las proyecciones la resultante pase por A y B.
de las fuerzas es nula, las posibilidades para la resultante son las mismas Ahora bien, si al proyectar el sistema de fuerzas sobre un eje resulta
anteriores, con la única diferencia de 'que, de existir resultante, necesaria~ nula la suma de las proyecciones, es posible que el sistema se encuentre
mente debe ser normal al eje y, en equilibrio o que la resultante sea normal al eje, Si se cumplen simul~
Si simultáneamente el sistema cumple con las condiciones táneamente las tres condiciones, no siendo el eje perpendicular a A B , la
única posibilid~d que le resta al sistema es la de encontrarse en equilibrio,
f H¡ - O 1
v, : J
por cuanto, de existir resultante, por las dos primeras condiciones debería

~ O
(2.35] pasar por A y B, y por la tercera, ser normal al eje de proyección, lo que
es imposible, por cuanto una fuerza no puede tener más de una recta de
acción.
queda automáticamente descartada la posibilidad de la existencia de una
Caso c)
resultante, por cuanto una fuerza no puede tener una recta: de acción que
Por lo expuesto al tratar el caso b), si al tomar momentos del siste-
sea normal a dos ejes no coincidentes, En consecuencia, un sistema para el
ma respecto de los puntos A y B, las sumas de los mismos resultan nulas
que se cumplan las condiciones [2.35] sólo puede reducirse a un par o
simultáneamente, es posible o bien que el sistema se encuentre en equili.
bien encontrarse en equilibrio. ' Finalmente, si planteada la ecuación de
brio o que la resultante, si existe, pase por dichos puntos (fig. 2.40 c).
momentos de todas las fuerzas del sistema respecto a un punto cualquiera
Planteada una tercera ecuación de momentos respecto de un punto e, si
del pilano, su suma resulta igual a cero, queda descartada la posibilidad de
resulta nula simultáneamente con las anteriores, evidentemente la única
2 FUItRUS NO CONCURRENTES EN EL PLÁNO 79 80 SISTEMAS PLANOS DE PUDZAS 2

Z O posibilidad es que el sistema se encuentre en equilibr io, pues es imposible


R que la resultante pase simultáneamente por A, B Y C.

oA No es posible establecer el equilibrio de un sistema de fuerzas me-


diante tres ecuaciones de proyección. En efecto, al discutir el caso a),
P, vimos que si se cumplían simultáneamente las condiciones de proyecci6n
nula respecto de dos no coincidentes, o bien el sistema se encontra,ba en
R equilibrio o se reducia a un par de fuerzas. Si proyectamos el sistema sobre
un tercer eje y la suma de las proyecciones es nula, siempre existe la posi~
P, bilidad de que el sistema se reduzca a un par de fuerzas, por cuanto, como
se sabe, la proyecci6n de un par siempre es nula. En consecuencia, la ter-
(a) cera ecuación de proyección no implica imponer al sistema ninguna nueva
condición.
y

z O 2.2. 12. Descomposición de sistemas no concurrentes. Solución gráfica


R de Culmann.

Il Hemos visto que tanto para 1a reducción como para el equilibrio de


sistemas planos de fuerzas no concurrentes, disponíamos de tres ecuacio-
nes de condiCiÓn. Como consecuencia de ello, siempre será. posible resolver
problemas que involucren la existencia de tres incógnitas. De ahí que sea
factible la descomposición de una fuerza en tres componentes, pero no así
en cuatro o más, por cuanto ello conduciría a un problema indeterminado.
A Discutiremos a continuación la solución gráfica del problema de la
( b)
descomposición de una fuerza en tres componentes coplanares, conocida
con el nombre de 'problema de Culmann.
z O Dada una fuerza P, si se pide descomponerla en tres componentes
coplanares, de acuerdo con la ubicación de las rectas de acrión de estas
últimas, pueden presentarse los cuatro casos siguientes:
a) Las tres rectas de acción concurren a un punto de la r~a de
A acción de la fuerza dada.
b) Las tres rectas de acción concurren a un punto que no pertenece
a la recta de acció~ de la fuerza dada. .
IJ c) Dos de las rectas de acción de las componentes incógnitas concu~
B rren a un punto de la recta de acción de la fuerza dada y la ter~
cera no.
(e) d) Las cuatro rectas de acción forman cuadrilátero.
El caso a) conduce a un problema indeterminado, por tratarse en rea~
lidad de un caso de fuerzas concurrentes a un punto, y para el que sólo se
Fig. ./ . 40 .
dispone de dos ecuaciones de condición, siendo tres las inc6gnitas.
, ,
1 1..
FUERZAS NO CONCURRI!.NTES EN E.L PLANO

El caso b} no tiene sentido, por cus"nto, conforme


... ,<

principio de") 'pa-al 'Í"" ' ..


81
" alSTBMAS PLANOS DI: FUDZA..I

... + ... [2.38)


ralelogramO. siempre las componentes deben concurrir a un punto con-la P (-P,) -
resultante.
En el caso e), el problema se reduce a descomponer la fuerza P en Esta última igualdad establece que la resultante de P y (-PI) es
las dos componentes 'cuyas reatas de acción concurren con P, siendo nula igual a la resultante de P I y P I' Procediendo gráficamente (fig. 2 . 41)
la tercera corilPonente. Esto último puede demostrarse aplicando el teo- determinamos el punto A , intersección de las rectas de acción de P y
rema de Varignon. En efecto si tomam~ m pmentCl!S del sistema respecto de la componente PI ' por donde pasará la recta de acci6n de ~a resultan-
del punto de concurrencia, como el momento de P respecto de dicho pun- te de ambas, .y luego el punto B, intersección de las rectas de acción de
to de.be ~er igual a la suma de los momentos de ~as tres componentes in- las componentes P~ y P" por donde, a su vez, pasará la recta de acción
c6gnitas, resulta que el momento de la componente no concurrente debe de su resultante. Como, de acuerdo con la ecuaci6n [2 .38] ambas resul-
ser cero, por serlo el momento de P y los momentos de las dos restantes ~nt~s son idénticas, su recta de acción será evidentemente la definida por
componentes. Y al ser nulo el momento de la tercera componente, nece- los puntos A y B. Esta recta se denomina recta auxiliar de Culmann.
sariamente debe ser cero su intensidad, por cuanto la misma no pasa por Éstamos ahora en condiciones de descomponer a la fuerza P en la com-
el centro de momentos. ponente PI y en otra que tiene por recta de acción la recta auxiliar de
Queda, en consecuencia, como único posible, el caso en que las cua- Culmann (8), que es lo que se ha efectuado en el po1igono de fuerza.
tro rectas de acción formen cuadrilátero. de ligo 2.41.
Sea la fuerza P (fig. 2.41), R descomponer en tres componentes cu- Como la componente auxiliar p . concurre a un punto con ·Iaa com-
yas rectas de acci6n sean (1), (2) , y (3) . Si llamamos P ,', P~ y P s a las !)Onen'.:es P, y P" es posible descomponerla en estas últimas direcciones,
componentes buscadas, podemos escribir la siguiente ecuación vectorial con lo que queda resuelto el problema . Del pqlígono de fuerzas surge
también el cumplimiento de la ecuaci6n vectorial [2 .38]. En efecto,
-+~ -+ -+ puede observarse en el mismo que la fuerza P. es resultante de P I y P,
[2.37)
P = PI + ·P: + P, y ta mbién de P y la fuerza opuesta a P " es decir (-P.,.) .
de la que se tiene En l a ecuación [2.38] hemos transpuesto al primer miembro la fuer-
za PI ' pero pacida habérselo hecho sea con la P, o la P, . En uno u otro
caso habríamos obtenido las resultantes de P y (-P2 ) o de P y (-P, )
en el prime r miembro, circunstancia que, interpretada gráficamente, nos
habría conducido a determinar las intersecciones de P con (2) o- (3), se.
gún el caso. (puntos e y F de figura 2.41). Ello nos permite deducir que
\ existen tres rectas auxiliares de Culmann s, a' y á', que son en realidad
\A las tres diagonales del cuadrilátero formado por las cuatro rectas de acción.,

\
_.r-
(d";, o
0
- Cualquiera de e llas puede utilizarse indistintamente para resolver el pro-
blema, conduciendo al mismo resultado.
Si, en lugar de buscar las componentes de P según las tres rectas de
acción dadas, se pidiera equilibrar dicha fuerza mediante tres fuerzas que
p actúen según dichas rectas, eJ problema se resolvería en la misma forma,
(2) bastando cambiar el sentido a las componentes, con lo que se obtendrían
las equilibrantes pedidas.
Pc,,¡
P, 2 . 2 . 13. Descomposición de sistemas no concurrentes. Solución gráfico-
(J)
P, numérica de Riuer.

En 2 . 2.10 vimos que la resultante de un sistema no concurrente que-


TiC. 2.41 . daba definida mediante tres ecuaciones que establecieran la igualdad en-
[ , F U ERZAS NO CONCURRrNTES EN E L PLANO

tre los m omentos de la m isma respecto a tres puntos no alineados y los


83 .
ejemplo el A -en figura 2.43, al tomar momentos de P y con respecto al
2

momentos del sistema respecto de los mismos puntos. Si el elemento ca- mismo del sistema inc6gnito, se anularán ·Ios momentos de las dos com-
necido es la resultante y se pide hallar sus componentes según tres rectas ponentes cuyas rectaS de acci6n concurian a dicho punto, P 1 y PI en eSte
de acción determinadas, al p lantear una ecuación de momentos respecto a caoo.
un punto cualquiera A (lig. 2 . 42 ), la misma contendrá tres incógnitas:
las intensidades de las componentes según las tres rectas de acción dadas. '"
Planteadas otras dos ecuaciones de momentos respecto de otros dos (J)
puntos B y e, no alineados con A , ellas nos permiten com pletar un sis-
te ma de tres ecuaciones simultáneas entre las tres incógnitas, Que nos re-
Euelven el problp.mA . PArR el ca...a de figura 2.42 e l ~¡!ltemR !leríA, llA-
mando P" p~ y p .• las intensidades de las componentes incógnitas:

P ,.d, + P, .d , + P , .d.• P .d

+ P ".d.~ + P" . d ~
}
(2)
P ,.d; - P ,d ' [2.39]

P , .d ;' + P ! .d~' + P • . d ~' = P .d"

Fi¡. l . 43 .
I, d"J La primera ecuación será, en consecuencia,

,
[2 ..40]

~; ~ ¿~~(J)
1-.".2: (2)
que nos pennite despejar directamente la intensidad de la componente P ,

IP.d l
IP,I = d,
[2 .41]
p
Fig. 2.42. El sentido de la misma se r@(luce en base a la sicuiente consideración:
Como el momento de la componente P a respecto de A debe ser
La resolución de un sistema de tres ecuaciones con t res incógnitas es igual al de P respecto del mismo punto, tanto en valor absoluto como en
siempre laborioso, sea que se 10 encare por determinantes o bien por eli- signo, el sentido de la componente p $ deberá ser tal que dé un momento
minación o sustitución, respecto de A del mismo signo que -P. En el caso presente, el momento
Si en la matriz del sistema [ 2: 39] fu eran nulos todos los coeficientes, de P respecto de A es negativo, por cuanto tiende a producir un giro en
salvo los correspondientes a la diagonal principal, el sistema se transforma- sentido opuesto al de las a¡ujas del reloj. En consecuencia, el sentido de
ría en un sistema de tres ecuaciones independientes con una incógnita ca- P , será el indicado en fi¡ura 2 . 43, por cuanto tiende a producir Wl 'giro
da uno, de solución inmediata. del mismo signo que P.
Ello es lo que se persigue con el método de Ritter. EHiiendo ahora como centro de momentos el punto B , intersección
Si elegimos com o primer centro de momentos a l. punto de intersec_ de las rectas de acción de los componentes P, y p,. obtenemos una ecua-
ción de las rectas de acción de dos de las componentes incógn itas por ción semejante a [2 . 40], en la que aparece ~o incélhita la intensidad
Pt1UtZAS NO CONCURRJ:NTES EN JU. ' PLANO

de p.. Finalmente, tomando momentos respecto a e, intersecci6n de


as . SISTltMAS PLANOS DI! P1.IERZAS

b) Una ecuación de proyec<:i6n sobre un eje y doslecuaciones de mo-


.las rectas de acción de Pl y p,.al anuJarse los momentos de estas com- mentos respecto de dos puntos, siempre que ' los mismos no defi-
ponentes se obtiene en base a las mismas consideraciones efectuadas para nan una recta normal al eje.
permite despejar el valor de l~ jntensidad de PI' El sentido de estas com-
e) Tres ecuaciones de momentos respecto de tres puntos no aH-
ponentes se obtiene en base a las mismas consideraciones efectuadas para neado~ .
) determinar el sentido de P ,.

l
I 2.2. i4. :pescomposición de sistemas no conq.ilTentes. Solufi~n analítica.
Desarrollaremos en detalle solamente el primer caso, por cuanto los
dos restantes son fáciles de plantear en base a los elementos dados en
2.2.10.

El problema de ,~ pescomposición de una fuerza en tres componentes


- La primera ec:uaci6n establece que la proyecci6n de P lobre el eje
debe ser igual a la suma de las proyecciones de las componentes incógni-
%

puede encararse tambj~!1 desde un punto de vista analítico. En efecto, sea tas. En consecu.encia
el sistema de figur~ ~: H donde se pide q~~Ia:r ,las componentes de P se-
gún las rectas de ~cción (1), (2) Y <~l! que llamaremos respectivamente
Pcos<pp = P,.COS<PI+PI . COSqJ2+PS 'cos<p~ [2.42]

Proyectando ahora sobre el eje y, se tiene análogamente:

o P sen (f!p = PI.sen<p,+ P t. sen(f!z + P 3 . sen CJl3 . [2.43]

La rtercera ecuación será de momentos respecto a un punto cualquie-


ra. Para plantearla. debemos elegir un punto de la recta. de acción de la
fuerza P y de cada una de las componentes incógnitas, y adoptar un cen-
J (3) tro de momentos. ·Para simplificar el planteo adoptaremos como centro
I de momentos el origen de coordenadas y como puntos de aplicación de las

I
I (1)
fuerzas, los puntos en que sus respectivas rectas de aCción cortan el eje z.
En esta forma, se anularán los momentos de Ia;s componentes horizontales
y ademós, será n nulas las coordenadas del centro de momentos. T endre-
mos en consecuencia:
(2) p P.sen(f!I'(- z A) = P , .sen¡p,(-zlI ) ·+
[2 . 44]

l Pi&:. 2.44. -
+ P':l.sen qJ2(-Z(')+P~.sen CJllI(-ZIJ) .

Les ecuaciones (2.42], (2.43] y [2.44] constituyen un sistema de


PI' P I Y P I ' Referidas P y las rectas de acción (1), (2), Y (3) a un tres ecuaciones simultáneas con tres incógnitas, que nos resuelven el pro-
sistema de ejes coordenados z. y, se tienen conocidos la intensidad de P blema. Si al despejar los valores de P I , P t Y P~, alguno de ellos resulta
y su argumento <P. así como también 108 argumentos de ·Ias tres compo- de signo negativo, significa que el sentido que te corresponde es contrario
nentes incógnitas, las que, para definirlos, supondremos positivas, siguien- al supuesto al establecer los correspondientes argumentos.
do la convención de signos para fuerzas establecida en 1.15. Las in-
cógnitas son las intensidades P,; P ~ Y P 3 de las tres incógnitas. Para
establecer su valor, disponemos de tres ecuaciones de condición, que, de 2 .2 . 15 . Casos particulares de descomposición de una {uena en tre5
acuerdo con lo. visto en 2.2.10., es posible expresarlo de tres maneras componentes.
distintas:
a) Dos ecuaciones de proyección sobre dos ejes no coincidentes ni Al aplicar" los procedimientos de Culmann o de Ritter a la. descompo-
paralelos y una ecuación de momentos respecto de un punto. sidón de una fuerza en tres componentes, pueden presentarse algunos
, PUERtAS NO CONCURRENTES EN u. PLANO

casos particulares, según sea Il a posición relativa de las rectas de acción


87 .. •
tltTPIAS PLANOS DE Funz.u

Si nos proponemos hallar las tres ~omponentes de P por el procecli.


2

de las componentes. miento de Culmann. podrl.amos ad6ptat como recta ·auxiliar la definida por
Si dos de las rectas de acción de las componentes incógnitas son pa- los puntos de intersección de lil teda de acci6n de P con la recta (1 J,
ralelas, como ocurre con las rectas ( 1) y (2) de figura 2.45, el procedi. por una parte, y por li otra por Ja intersección de las rectas (2) y (3).
Pero. los dos puntos as!. determinados son impropios, y, en consecuencia la
p recta auxiliar de Culmano resulta sét la recta impropia del pláno. Debe-
p., mos entonces descomponer P en una componente cuya recta de acción es
d,

P,
(1) i e
p

P,
())
(3)
(2)

Fía:. 2.45.
.,¡ (Ji
miento de Ritter, aparentemente no podría aplicarse para determinar la
componente según (3). En efecto, de acuerdo con el procedimiento de Fia:.2 ."6.
Ritter, para determinar e l valor de P l deberíamos tomar momentos con
respecto a l punto de intersección de las rectas de acción (1) y (2). Como impropia y otra paralela a sí misma . La componente impropia es un par,
dicho punto es impropio, por ser paralelas las rectas, tal operación es im- y la componente P1 resulta ser igual en· intensidad y sentido a P. La in-
posible. El problema se r esuelve determinando primeramente, una de las tensidad del par es igual al momento de P respecto a un puntó cualquie-
componentes restantes, P, o P z , indistintamente, en la forma habitual. ra de la recta de acción de P I' Este caso ha sido tratado en 1 . 12 ., al
Conocida dicha componente, la P , por ejemplo, se adopta como centro hablar de translación de fuerzas. En cuanto a P I y P~ , para detenninar-
de momentos el punto (A) de intersección de la recta de acción de P las debemos descomponer la componerrte impropia (par de fuerzas) en
con la recta (2), con 10 que aparecen .en la ecuación los momentos de P 1' (2) y (3), que son paralelas. Es evidente que las mismas, al tener por re-
conocido, y de P I ' incógnita, resultando, por ser cero el momento de P: sultante la componente impropia, que es un par de fuerzas, debe a su vez
, constituir otro par equivalente. Luego, sus intensidades serán iguales al
[2 . 45] cociente del par por la distancia que separa ambas rectas de acción; es
de donde decir, si
M = P.d [2.47]
IP, 1= [2.46]
resulta

.,¡ Otro caso particular se presenta cuando una de las rectas de acción
de las componentes incógnitas es paralela a la fuerza conocida, y las dos
I P, I = I p.1 = 1:' 1- IP: I [2.48]

rectas de acción restantes son paralelas entre sí (lig. 2.46). En este caso
la componente P , es igual en intensidad y sentido a la fuerza P , y las El sentido de las mismas será tal que conduzca a un par de igual sig-
componentes P, y Pa forman un par de fuerzl\ls cuyo momento es igual no que el del momento P .d.
en magnrtud y signo al momento de P con respecto a un punto cualquie- Aplicando el procedimiento de Ritter, para determinar la componen-
ra de la recta de acción de P " . Ello puede demostrarse aplicando tanto el te P I tomariamos momentos respecto del punto B, intersección de las
procedimiento de Culmann como el de Ritter. rectas de acción (1) y (3). Tendríamos así
2 90 SlSTI!.MAS PLANOS D& FUERZAS 2

par puede considerane como una fuerza de intensidad infinitamente pe-


12.49] queña, cuya recta de acción es la impropia del plano.
Aplicando el procedimiento de Culmann elegimos como recta auxiliar
y tomando mOpl,e nto respecto de A, obtendríamos (a), la determinada por el punto (A) de intersección de las rectas de

.,. [~,§Qj

~
Evidentemente resulta I Pz I = J P, J Y, ~n cu¡¡nto a 10$ sentid~
P,
'
respectivos, de ~a figura surge: de inmediato que deben ser ,"ontrarios. En
cori~enCi~ !?~ ~ P , forman~. ~ar d~ '!'N~rza~ . . p
P~r~ ~~~~¡:minarla rest~nte COPlpon.~nte, no pod~~ Jomar mOn:J.m- d
tos res~~to de~ ~~to de !p.trrsección d~ .t~.~ rectas de a,~%!.6n de p '. y foz" // " A
~r ser' i,?P~Opl0. Ha h~f~m~, en camJ;>lo, .f.~specto de ~; iqt~rsecCI~.~
fe recla de Pff=:WR ?e P con la P 3'
$f!: • /
/
P,
'"
T~emos , a~/ pp.r
ser nulo el momep.tp R~ P respect,o de C: (2)

Fi¡.2.47.
[2··m
de donde
acción (1) Y (2) Y el M . , definido por la intersección de 1a recta de ac-
¡.p 2 1 ción de P con la recta impropia del plano. Descomponiendo P en la
y finalmente
componente auxiliar P_ y en la componente impropia, resulta evidente
- 1 1.
I
l E',~ ~::- r.·
'4
d
' J2 .53] que
1P.I = I P I [2.55]

.g ,e ro reemplazando el valo~ p'.e


.
p~
.
dadQ J?OI lij [2.49] se tiene coincidiendo además sus sentidos, y que, por otra parte, la componente im-
propia resulta ser un par de momento
.[2.54] M = P .d. [2.56]
l' ~ '!_,

, D escomponiendo ahora P_ en las direcciones (1) y (2), en el poti-


En cuanto ~ s~ptido de PI' la [2 . ~2~ Des ,dice qu~ su momento J,f!~ gono de fuerzas se obtienen las intensidades y sentidos de P I y P I ' Si
peet'? 8g ~ ~~~ ~ oP':Iesto @I de P~ , 'Qi~~i .resulta ~I sentido ~?~.
¿1.'! utilizamos el procedimiento de Ritter, tomamos momentos en primer tér-
cado en fi,sura '!Z .'6, es decir, coincidente CO,O el ~e f' .
"" .'!' .1 "H':! . ; " ' n :(' ,'.' , mino respecto del punto A , intersección de las rectas (1) y (2), tenién-
En ciertas circunstancias, p-uede presentarse ~ .J?,r:oplema de d~. dose, como componente impropia, el par
R3~~r~' ~~f~~~za P, , e~ ~r~s com,Fnent;;·.~~ 'dé '~~r.~j rectas de ~éCi?'ñ
~~f~R R!9Plas y la. terC'er.~ Impropl~. Es~e problema, ,eg!"o 10 vererno~ .~_e P.d = M. [2.57)
l~fRSfJlato, es equivalente a~ de ~e~componer una ~y.,~rz~ en dO$~~We:r
nentSf de rectas de acci6n~ prop,~as, y en un par. Conocida la componente impropia, tomando momentos respecto de los
~ ro ," ., _ •
o.

Sea, por ejemplo, la fuerza P, de figura 2.47, de ,la q~e se pide ha- puntos 8 y C obtenemos respectivamente:
tt.a~ sus componentes s~~ún;l~~' rectas propias (1) Y (2) Y rect~ j~pro­1,' _ P.d + P • . d" _ O [2.58]
piS .del plano. Si se hubIese establecido que la tercera componente fuera
unl· par,
" le,," -< , : •
el problema no y8jf.a.' por cuanto sabemos que la resultante de un [2.59]
-- .." "", '
, .2
FUERZAS NO CONCUllRltNTU aN aL PLANO
" SISTEMAS PLANOS DI: PUERZAS

rectas pueden interpretarse como lados de un funicular de R , que, s' su


2

q ue nos conducen a
vez, serán ladOs extremos del polígono funicular del sistema constituido
¡poi _ 1,2'..:.<!...1
d"
[2 .60J por las dos componentes incógnitas.

Q Q
I P l 1 = ~d'·d
I [2 .61J ,
d' 1 i
I
En cuanto a los sentidos de P , y p . se obtienen e n la forma cono- I
cida, es decir, teniendo en cuenta que, de acuerdo con las [2.58 ] Y [2.59] I
N' U
d eben conducir a momentos respecto de B y e que sean opuest os a los
de P respecto de los mismos -puntos.
.----
1/'
A.I
N I 1
------
2.2. 16 . Aplicación del polígono funicular a un caso particular de
-- -- --
1/
I
I
I

descomposición de una fuerza en dos componentes. R


lA p
En algunos problemas, puede presentarse el caso de tener que des- 5 (2)

P,~
componer una fue rza en dos componentes, de una de 'Ias cuales se conoce
un punto de su recta de acción y de la otra este último elemento. Cuando (d)
el punto de intersección de las rectas de acción de la fuerza dada y de la T ] o ,b¡
componente cae dentro de los límites del dibujo, la soluci6n es inmediata ~ R J
mediante un simple polígono de fuer zas, por cuanto la recta de acci6n de
V
la segunda componente queda definida por dicho punto de intersecci6n y
el punto que es dato del problema. Si, en cambio, dicho punto de inter- F ig.2.48.
sección es inaccesible, el problema se resuelve' sea por aplicaci6n de la Este último polígono funicular por corresponder a un sistema de dos
proposición de Desargues o bien mediante un polígono funicular . fuerzas debe constar de tres lados y, como el segundo lado o lado inter-
Sea, la fuerza R, a descomponer en la componente cuya recta de medio debe cortarse con los ·lados ~xtremos sobre las rectas de acci6n de
acci6n es la recta (2) y en otra que pase por el punto A . las fuertas, evidentemente será la recta A B de figura 2.48 b. Si por el
En figura 2.48 a, hemos resuelto el problema aplicando la proposi- origen y extremo del vector representativo de R trazamos dos rectas pa-
ción de D esargues. Para ello construimos el triángulo AMN, siendo A ralelas respectivamente a los lados 1 y 111, en su intersección definen un
el punto dado y M y N puntos cualesquiera de la recta de acción de punto O que será e l polo del polígono. funicular de P 1 Y P I' Trazando por
R y P I respectivamente, y por un punto cualquiera N' de esta última dicho polo una recta paralela al lado II, dicho rayo polar d eberá pasar por
trazamos dos rectas p arale-Ias respectivamente a NA y NM. Por el pun- el origen del vector r epresentativo de P 2 • cuyo extremo coincide en V
t o M " en que la última paralela corta a la recta de acción de R traza- con el extrem'p:',..4~1 vector representativo de R. Trazando por V una
mos una paralela a MA , y su intersección A' con la paralela a NA tra- pa ra lela a i~' d1ie';tErón 2, su intersección con el rayo polar :2 d~ermina
zada por N' nos define un punto que, unido con el A, determina ~a rec- el punto T , siendo el vector V-T representativo d e PI' El punto T
ta de acción de la componente P t. L as intensidades y sent idos de ambas es a la vez, eX'tremo del vector representativo de P-¡ , por ser el punto
componentes, se obtienen del correspondiente polígono de fuerzas. de concurrencia de P I y el rayo polar 2. Como el origen de P , en el
Para resolver e l problema mediante la aplicación del polígono funi_ polígono de fuerzas debe coincidir con el origen del vector representativo
cular, se procede en la forma que muestra la figura 2. 48 b. P ara ellQ se de R, el vector T -S será representativo de P I' Por lo tanto la paralela
trazan dos rectas (1 y tII) que se corten sobre la recta de acci6n de la fuer- a T-S trazada por A , será la' recta de acción de P IJ quedando así re-
%8. a descomponer, haciendo pasar una de ellas por el punto A . Dichas suelto el problema planteado.
• PUlRfAS PARALI.L/o.S BH EL PLANO
" 94 SISTEMAS PLANOS Dlt PUER%AS 2

Descomponiéndolas ahora en sus componentes originarias. Q y -Q


2 . .3. Fuerzas paralelas en el plano. pueden elimiIJarse por constituir un sistema nulo, y restan las fuerzas ca-
lineales Pl y p~. cuya resultante R viene dada por la suma algebraica
de las mismas, siendo su recta de acción paralela a la dirección común de
2 .3. l. Reducción de sistemas de fuerzas paralelas. las componentes.
La recta de acción de ,la resultante divide al segmento AB en qos
Los sistemas de fuerzas paralelas constituyen un caso especial de los segmentos AL y LB, inversamente proporcionales a las intensidades de
sistemas de fuerzas concurrentes, en que el punto de concurrencia es el p 2 Y P ,l respectivamente. En efecto, los trián'gulos M LA Y M Mil S son
punto impropio de la dirección de las fuerzas. semejantes por construcción, y en los mismos se verifica:
Si se trata de hallar la resultante de un sistema de dos fuerzas para-
lelas. por razones obvias. no es aplicable directamente el principio del pa-
ralelogramo de fuerzas. La solución gráfica del problema se obtiene me-
• LA
M I/ S
=
ML
MM"
[2.62]
diante el trazado de un polígono funicular o bien en la forma que expli-
camos a continuación. Análogamente, en los triángulos MLB y MM'T. semejantes, se tiene
Sean ,l as fuerzas paralelas P~ y P 2 de figura 2.49 aplicadas en los
puntos A y B respectivamente de un cuerpo rígido, y se pide hal~ar su LB ML
resultante. Aplicando en A y B dos fuerzas opuestas Q y -Q, dirigidas M 'T - MM '
[2.63]
según la recta AB, en virtud del tercer principio de la Estática, el efecto
del sistema P I' P 2 no se altera. Componiendo ahora Q y -Q con P, Y
P~ respectivamente, se obtienen las resultantes R , y R 2 y, en virtud del
Dividiendo miembro a miembro ambas e;x:presiones resulta
teOrema de qa transmisibilidad de las fuerzas, es posible desplazar sus
LA.M'T MM
puntos de aplicación sobre sus rectas de acción hasta el punto M de
LB.M"S
- ._--
MM"
1

[2.64]
intersección de las mismas.

Pero M'T = M "S por ser represerrtativos de las intensidades de


Q y ~ respectivam e nte. Ade m ás MM' = P Il. Y MM" = P" luego
reemplazando y simplificando en [2.64). se tiene

[2.65]

La expresi6n [2.65] nos conduce a la siguiente construcción gráfica


simple para hallar un punto de la recta de acción de la resultante de dos
-Q fuerzas paralelas.
- - - - - L---- - -- B
Q
Si en el sistema de figura 2.50 nevamos sobre la recta de acción de
A R1 \
I
P I el vector representativo de p z • y viceversa, y ,luego unimos' el origen
R, P, P, de PI con el extremo de P"l . y el origen de esta última con el extremo
R=R+P,
de la primera, resultan formados los triángUlos semejantes LUS y MM'S.
en los que se verüica que

LL' LS AS [2.66'
=
Fil. 2.49. MM' SM SB
\
,
P ero LV _ P I Y MM'
1IUU%A1 PAR.UZLA.S EN llL PLANO

= P I. luego, reemplazando en [ 2.66]


" .. 8IS1'ZMAS PLANOS DB FtJBRZAS

acción coincidía con la recta impropia del plano. Ello surge de inmediato,
2

por extensión del prc>blema de la composición de dos fuerzas paralelas de


AS P,
[2,67] ~tidos contrarios. En efecto, sea el sistema de figura 2,. 52 , constitl~ido
SB P, ~r las fuerzas I P I I ">
I P11 . de sentidos contrarios,: befinida su resul-
Es decir, que el punto S así determinado, divide la distancia AH tante R mediante la construcción explicada en párrafos anteriores, supon-
., entre las rectas de acción de las componentes, en dos segmentos invena· gamos que aurilente 'Ja intensidad d.e p; ri)antenlén'dose constante la de
mente proporcionales a las intensidades de '¡as mismas. En consecuencia ~l' Evidentemente, el punto S, qJe define"ia posición de la resultante
de acuerdo con [2.65], S será un punto de la recta de acción de la re- es~~ c~sÓ: pasando a ocupar la posici6~
áé desplazará hilcia la ' izqu'i"e.rda,'en
sulta nte_~ c;l.~l sistema, la que de este modo queda completamente deter-
S' , A medi,d a que 8umenta"ls "intensídad de P t tanto más se alejará ' la
minada. En_efl}cto, su re<:ta de acd6n será paralela a la dirección común r~t.a de acción de R. En el iimite, cuando J P II = I P I 1, ~as rectas
de las componentes, porque debe pasar por el punto de concurrencia de MlJ y 'M'L resultará n paralelas y su punto de intersección S será im~
ambas, en este c;aso impropio, y su intensidad estará dada por la suma de :ai¿pio. E;kdeCir tiue la recta de acción de la resultante pasará Por el puna
las intensidades de las componentes, coincidiendo 8U sentido con el de to" Ímpropio ' S .. y como, además, debe concurrir al punto común de las
éota& rectas de-acción de P l y P 2 que es impropio, contendrá dos puntos im:
propios" siendo, en oonseéu-encia, la recta impropia del plano. Por otra
De ·la construcción anterior surge que, siempre, la resultante de dos
parte, al tender a iguiil.ars~ ~~s intensidades de las componentes, su ~ d'¡fe-
fuerzas paralelas del mismo sentido queda ubicada entre las rectas de
rencia, que como dijérQmos antes, nos da la ffitensidad de la resJlta nte,
acción de las componentes y más cerca de la mayor d e ellas; que su direc-
tiende a un valor infir\ita'!lente pequeño. P_éro si Ip ¡ I = IP; I, el sis--
ción y sentido coinciden con I~ de éstas y que su intensidad es igual a la
suma de las intensidades de las componentes. tema constituye un p a't de fuerzas, con lo que queda demostrado que la
Si ambas componentes tienen sentidos contrarios, la recta de acción .resultante de un par puede asimi~rse a úna fuerza de intensidad , infini-
de la resultante será exterior a las componentes. En efecto, repitiendo la tamente pequeña, cuya recta de acción coincide con la recta impropia
de1 plano.. ''", "
construcción anterior en el caso de figura 2.50, como las dos fueuas
La determinación de la resultante de dos fuerzas paralelas mediante
tienen sentidos contrarios, las re<:tas definidas por el origen del vector
el trazado de un polígono funiéular es inmediata y no ofrece mayor difi_
representativo de una, y extremo del de la otra, no resultaD cruzadas,
sino que se cortan fuera de la zona comprndida entre a m bas re<:tas de "
acción. En este caso, como surge del análisis de la fi gura 2.5 1, la resul-
tante se halla ubicada del lado de la componente de mayor intensidad,
tiene su mismo sentido, y su intensidad es igual a la diferencia de tés
intensidades de las componentes.
En 1 .10 expresamos que la resultante de un par de fuerzas podía
-,
asimilarse a una fuerza de intensidad infinitamente pequeña, cuya recta de

L M P, Fig.2.52.
S A8 M
A
M'
L' • Suele expresa"", que la resultant e de un par el una fuerza de Intensidad caro
P, y cuya rec:ta da aeei6n coincide con le ·iecta.- impropie del plano. EJta definición el
L' R err6~e., por cuanto ,i al .¡atema .. reduce ' a .una fuera de inten.idad cero; conatituy.
S H' un ,¡.tema nulo cuyo momento respecto de un punto cualquiera tam!)!in debe ter
R L nulo. Eeta no .. el cuo de un par por cuanto el momento de un par .. ·tOn.tant. 'corr ~
11 P,
Po ~ a cualquier punto. P or otra parte, el par~ eonltitu)"e un ,i,lam. i,....c:luclibf... '
y q mtll'pratllción como una fuera infinitamente pequeña actuando te&Íln la reCtI"
Flt:. 2.50. Fic,2. 51. impropia del plano .. al lOto objeto de f.cilitar la relOlucibit de ciarto. problama..
cu~c!o. P~F: lp, ~~¡; ~o
"
entraremos en su detalle, haciéndolo en cambio al
98 SISTEMAS PLANOS Olt PUERtAS 2

'1 equilibrio de una fuerza mediante dos que le sean paralelas, se soluciona
tratar;. le... ~~~~~ de sistemas de m ás de dos fuerzaa pa ralelas. gráficamente mediant e la utilización del polígono funi cular. .
~~ ~, ,,~~ ~ ~nstituido por más de dos fuer~s paralelas, 8U re-_
Sea, por ejemplo, la fuerza R de figura 2.54, Y se pide hallar sus
\':1,l.~t~ p.\1ede h.§ll~rse mediante la ~p~icaci6n reit~ada de 101 proced~.
rn.i.~,~O! .!Dt~mf.nt@ descriptos. Parl
e11Q se determinaría primeramen::
componentes P I y P~, cuyas rectas de acción son las paralelas ( 1) y (2).
Para resolver el problema trazamos con polo O un polígono funicular
~ ~ ,:~.,,"t~t~ {le dos fuerzas ~1~u iera. Luego se compondrá dicha.
-1 cualqu iera de R . Por ser el sistema incógnito p " P, equivalente a R ,
resul~nte P8!cial con otra de la~ ~~e.rzas y así suce.iyamente, hasta com-,
poner la resultante de las primeras~ 0-1 fuerzas coo la fuerza de orden n . los lados extremos de un fu nicular de P" P, deben cortarse sobre un
que será, ia resul~te del sist~~. -· ..' punto de la recta de acción de su resultante, en este caso R . En canse--

t
,
p,
P,
1

s
•u
m
q
2/1ST
T
1 4
1
J o
VI
P,
2
D,
Dl
Il
'- /
J
/
'-
'-
,I
,,
" Ir. /
V
R
a,
'l R
,
/ 6 (2)
'- /
-'-
"
~l
/
/ Fig. 2.54 .
q Il P. P,
,"
J? cuencia, los lados I y 111 del funicular trazado pueden considerarse como
lados extremos del funicu lar del sistema incógnito. El lado 11 o interme-
Fig.2 .53. d io de este funicular, debe concurrir con el lado 1 en un punto de la recta
de acción de P " y con el Jada III en otro de Ja recta de acción de p •.
Esta ma nera de proceder es larga Y. engorrosa por 10 que resulta más
En consecuencia, será la recta sr. Trazando por O una paralela a dicho
expeditivo, en el case de varias fuerza~ ·~.ralelas, el trazado de un polígl>
lado inte rmedio, la misma constituirá el 29 rayo polar, que deberá pasar
no funicular de las mismas, cuyos lad~ ·~Xltremos en su intersección,_defi-
nen un punto de I~ recta de acción d~ 1,.
'resuli:ant~, L a intensi<&-,d .y sen-
por el extremo del vector representativo de P , y por el origen del de p .
" tido de la misma 'se obtienen del polígohO de fuerz~s que, en eS.i:~ ole ase, e n el polígono de fue rzas. Por 10 tanto, su intersección con el vector repre-
degenera en una l recta, ya que ~os 'véCto~Js iepresEtntativos de t'O<tAs ¡as sentativo de R definirá los vectores representativos de las componentes
fÚ"erzll:~ cbrhpoñzeíites tienen ·Ia misma'. dir~~,ci9,:,. En IJI. figura 2 . 5~-; ha buscadas. las que quedan perfectamente individualizadas, por cuanto en el
proce8fdó a determinar la resultante del , siSt~a ele fuerzas dado ~~e­ polígono de fu erzas, los . rayos polares se suceden en el mismo orden de se-
diante un polígono funicular. "; La sébdll~z del proc~imiento. por> ótra cuencia en que a pa recen los correspondientes lados e n el polígono funicu-
parté ' detallado en 2.2.2 al tratarse la }~ucci6n ¡:le siirtemas no ooncu- lar _ Así, por ejemplo, si los lados I y 11 d el polígono funi cular se cortan
r·rentes, exime d e mayores comentario& : ! , .,". .1." sobre la recta de acción de P I' e n el polígono de fuerzas los rayos pola-
~.;¡-
res respectivamente paralelos, es decir, el 1 y el 2, pasarán por el origen
y extremo del vector representativo de P ,. Si se hubiese planteado el
2 . .!1. 2 . Descomposición (Equilibrio) de fuerzas paralelas. problema inverso, es d~ir, si se pudiera equilibrar R media nte dos fue r-
, • '. (u' ,',:~
zas cuyas rectas de acción fueran ( 1 ) Y (2) , la construcción gráfica ha-
El problema de 'la descomposición de una fuerza en dos componentes brla sido la misma, siendo necesario únicamente cambiar el sentido a las
cuyas rectas d e aCción sean paralelas a la misDtá:~" el problema inverso d~t componentes P I y P I para obtener las correspondientes equilibrantes.
• ' .... ~ . .",,', , .'1
3 PUERZAS P4RAU'.:LAS EN EL PLANO
" 100 SlII'TEMAS PLANOS DI: PUUU.S ,
Si las rectas de acción de las componentes inc6gnitas estuvieran ubi-
dad de plantear dos ecuaciones de proyección sobre dbs ejes no coinciden-
cadas a un mismo larlo de la resultante R . tal el caso de figura 2.55, el
tes queda excluida, po~ cuanto una seria consecuencia de la otra.
problema se resuelve en forma" semejante. Trazado un funicular de R , se
determinan los puntos S y T en que sus lados 1 y 111 cortan respectiva- Por lo tanto, la resultante de un sistema de fuerzas paralelas queda-
mente 8 las rectas de acción de las componentes buscadas. La recta sr rá detenninarla analíticamente si se cumple cualquiera de los dos .istemas
constituye el lado II intermedio del polígono funicular de P, y P I ' cuya de ecuaciones sj¡uientes:


R.OO8 qlll I,P,.coscp,
,.
q
, , [2 . 68]
R MA = ~Mt

m
T
J o • ,
/ / o bien
/ ,/ •
DI / MA = l:Mt
/ / • , I
I!
I
·5
!
I
/
/

• [2.69]

M' = l:Mf
R
(t) !2)
• ,
Fig. 2 55.
Al resolver problema. relativos a sistemas de fuerzas paralelas con-
paralela trazada por O nos define sobre el vector representativo de R las viene orientar el s istema de ejes de referencia en forma que uno de ellos
componentes buscadas. En este caso, como es lógico, ambas tienen sen- coincida con la dirección común de las fuerzas. En esta forma las expre-
tidos contrari~, correspondiendo a P , por ser más próxima a R el mayor iliones [2.68] y [2.69] se simplifican en el primer caso y adoptan la for-
valor absoluto y el mismo sentido que 'la resultante. ma siguiente, en el supuesto de haber orientado el eje y paralelamente a
las fuerzas: ,
I R _ R, = •
~Pj

1, 2.3.3. Determinación analítica de la resultant.e de un sistema de fuerzas • J,


paralelas. Equilibrio. [2.70]

Por ser los sistemas de fuerzas paralelas casos particulares de los sis-
temas de fuerzas concurrentes, sólo deberán plantearse para los mismos
dos ecuaciones de condición.
donde z,¡ es la abscis'a del punto A , centro de momentos adoptado, Z B la
Estas ecuaciones de condición podrán plantearse en forma de un'a abscisa de un punto cualquiera de ~a recta de acción R y z, la corres-
ecuación de proyección respecto de un eje, siempre que el mismo no sea pondiente a las rectas de acción de cada una de las fuerzas componentes.
normal a la dirección común de las fuerzas, y una ecuación de momentos
La primera de las [2.70] nos dan la intensidad y sentido de R. Su
respecto de un punto cualquiera del plano, o bien dos ecuaciones de m o-
direcci6n es conocida por coincidir con la del sistema, y la segunda ecua-
mentos respecto de dos puntos cualesquiera, siempre que los mismos no
ción tiene, como única incógnita ~~, quedando asi completamente deter-
definan una recta paralela a la dirección común del sistema. La posibili-
minada la resultante.
3 PUER%AS PARALELAS EN EL PLANO 101 10' SISTEMAS PLANOS DE .. unZAS ,
Si se utilizan dos ecuaciones de momentos respecto de dos puntos A Caso b-2: También en este caso el sistema se reduce a una resulta nte úni·
y B. las [,2.69] toman la forma siguiente: ca. E n efecto, se tienen dos fuerzas paralelas, de distintas in.
tensidades, sentí.d os y rectas de acción, que compuestas nOs dan
R(z .. -z¡¡:) - il, P ;(ZA -ZI) la resultante buscada.

[2.71] Los casos a y b en sus posibilidades 2, se contemplan analítica-



~ P ¡(ZB-Z¡)
mente mediante las ecuaciones [2.70] o [2.71] .
R(ZB -z¡¡:) = Si, tanto las expresiones [2.70] como las [2.71] resultan nulas, las
mismas establecen el equilibrio del sistema considerado. En efecto, en el
sistema de dos ecuaciones simultáneas, donde las incógnitas son la intensi- primer caso, si al proyectar el sistema de fuerzas sobre un eje paralelo
dad de R y la abscisa ZR de su recta de acción; resuelto el sistema a su dirección común, la suma de las proyecciones de las fuerzas es
queda definida la resultante R. nula. la intensidad de la resultante debe ser cero, y, necesariamente, el
sistema debe encontrarse en equilibrio por cuanto, al ser nula la suma de
los momentos del sistema respecto de un punto cualquiera, queda excluida
2.3,4, Condiciones analíticas para el eqüilibrio de ún sistema de fuerzas la ~sibilidad de que el sistema se reduzca a un par. En el segundo caso,
paralelas, es decir, si se han plante&do dos ecuaciones de momentos respecto de dos
puntos A y B , y las mismas son simultáneamente nulas, necesariamente
El caso más gefieral de los sistemas de fuerzas paralelas es aquél en debe existir equUibrio. En efecto, por ,la condición de momeqto nulo res-
que existen fuerzas de sentidos contrarios. Halladas 'las resultantes de las
pecto de' A, o bien la resultante es nula a pasa por A , Por la segunda, a
fuerzas de uno y otro sentido, pueden presentarse los ciultls aiguientes:
R es nula o pasa por B . Como A y B no definen una recta paralela a
a) Lu rectas de acción de las resuItantC$ parcis/811 cojn41den, la dirección común de las fuerzas, queda excluida la posibilidad de exis-
tencia de una resultante y, en consecuencia, el sistema debe encontrarse en ,
b) Las rectas de acci6n de ÚlS resultantes parcis/es ha coinciden.
equilibrio.
Cada uno de estos dos casos admite a su vez dos posibilidades: Finalmente, si en las [2,70] , la ,ecuación de proyección es nula pero
la de momentoo es distinta de cero, el sistema se reduce a un par de fuer-
1) Las dos resultantes tienen la misma intensidad. zas. En efecto, todo par de fuerzas tiene momento distinto de cero res-
2) La intensidad de las' dos resuLtantes es distinta. pecto de un punto cualquiera del plano, pero su proyección sobl'e cual-
quier eje es nula. D e haberse planteado las condiciones [2 .71], el sistema
1, Como los sentidos de las dos resultantes parciales son siempre con- se reduce a un par de fuerzas en el caso en que ambas ecuaciones tengan
trarios, el aná'lisis de los casos a) y b) en sus dos posibilidades nos condu- el mismo valor numérico e igual signo. Ello es evidente, por cuanto los
ce a las siguientes concIuliones: puntos elegidos como centros de momentos son arbitrarios, y el momento
de un par de fuerzas e's constante cualquiera sea el centro elegido.
Caso ...1: El sistema se encuentra en equilibrio, por cuanto se ha reduci-
do a un sistema de dos fuerzas opuestas, es decir, nulo. Resumiendo, diremos que un sistema general de fuerzas paralelas en
el plano, interpretado analíticamente, presenta las siguientes posibilidades:
Caso b-I: El sistema se reduce a un par de fuerzas. En efecto, el siate-
ma se ha reducido a dos fuerzas de igual intensidad, sentidos a) El sistema admite resultante si se cumple
contrarios y cuyas rectas de acción son paralelas, condiciones

~Mt :
éstas que definen el par de fuerzas.
Caso ...2: El sistema admite una resultante, por cuanto las dos resultan- a bien 00 } [2.72]
tes parciales son fuerzas co1ineales que, sumadas algebraica-
mente, nos conducen a la resultante del sistema.
~, MI' .,..
3 F11K1lZAII PARALItLAS EN EL PLANO 103 104 StsntMAS PLANOS DE PUPZA@ 2

b) El sistema se reduce a un par de fuerza s cuando formados los triángq'ps semejantes AMe y BNC , en Ir que sE! veri-
fica que
ip, =
1
o} o bien

~M t

= ¿M:= C'·· [2.73]
AC
Me - -
BC
NC
<.
'
[2 . 76]
• • •
l:Mt -F O 0, lo q~~ ~ 10 mismo
• d, d,
e) El sistema se encuentra en equilibrio si
m, - ~

tp,~>
[2.77]


l:Mt

::} o bien

l:Mt

[2.74]
de donde, P:4?,~ I.~ [ ~. 75]

e~
m,
m, [2 . 78]

decir qu.e S. ~s un punto, ~.e la recta de se,ción de la resu~~Il.~~ ~~ 1@!


fue(~as. act~az:1d9 en la. ~~eva dirección: Como el ángulo gir~g!=l l*W
2.!J. 5 . Centro de fuerzas paralelas. las f'1erzas pa.ralel~s se eliIV:6 arbitrariam7.~te. queda. ,con. eHo demostrarlo
que, al girar las fu erzas alrededor de su PW1to de apllcacI6n de un á ngulo
Sean las fuerzas para lelas P I y P 2 , de figura 2 .56, aplicadas en c~rqúlera. su resultante gira et m ismo ' ~gulo alrededor de un punto,
los puntos A y B de un mismo cuerpo rígido. Su resultante será una ~fi~~ado con los puntos alrededor <Ie' lo~ f'~~\~S giran las fuerzas compo-
fuerza de intensidad R ' = P I +
PI ' pa ralela a sus componentes y cuya nentes.. Dicho punto se denomina centrQ ~ ff,1~rzas paralellU .
recta de acción se encuentra ubicada a distancias tales de 'las mismas . "- ii CQnc~~w. de c~n~o de f1:'~rzas ~a~~i!~i ' se exti~!1?~ también al
que cumplan con la condición S~,S:P de sis tel\\~ c~z:tstrtwdos por cualquier H~ffi~ r? de fuerzas Ra~alelas.
En efecto, conslo.e~eW,9s el sistema 1J.l , .. f .. de figura 2. 57, y mtl!emos
PI
- dI
[2.751 Rr:imeramente e l c~I"\~.o C I de la~ f':l~rzas P I y P s , por donde Pasará
la resultante R I , s -de' ~ mism~
La recta de acción de la resultante corta la recta AS en un punto Siendo R l.S equiválet\te al sistema f . . 1J PI' estamos en conc~icio­
C. Si ahora giramos las fuerzas un ángulo (l cualquiera, alrededor de nes d~. ~~Ilar . en la form~' ~onocida, el centro el. correspondiente ~! ~ig..
sus puntos de aplicación, la resultante, evidentemente. también girará el tem~ ~Z;¡StitU1~O por R l. 2 y PI ' En forma semeJa?te ~allamos el ~~~~o
mism o ángulo, porque debe
ser paralela a sus componen- d,
1, tes. El giro de la resultante
ocurre alrededor del punto e 8
mencionado. En efecto, cual-
quiera sea :la dirección d e las
fuerzas paralelas, la recta de
acción de . la. resultante deb.e
ocupar una posición tal que
c umpla co n la co ndición
[2.75].
Si por e trazamos la rec-
ta MN, normal a la nueva. di-
P, R
rección de las fuerza s, quedan Pia;. 2 . 56.
, 106 SISTEMAS PLANOS DI!: PUERZAS ,. ,
mos hecho actuar las fuerzas del sistema, y si, además, elegimos como
.Il centro de momentos al origen O de coordenadas, tendremos.
IV' l'
IQ •
P, R(-YR) = ~ P. (-y,)

A,
e
y
P,
R
R ('-ZR) =

~P.(-.,)

} [2.79]

I
Il
A,
y o

'~
z

,
P. J O
Y, Y, Y,
4
Il .t3 .~ A Y,
R P, A
z
Fig.2 . 58.
-i-<>c
Ca. correspondiente a R ', 3 y P4. que será el centro
fuerzas praralelas dado.
e del sistema de P,
A, P,
z '"
~
z,
Esta forma de proceder resulta un tanto laboriosa, por lo que es más
simple determinar el centro de fuerzas paralelas en la forma siguiente.
Teniendo en cuentá que el centro de un sistema no varía, cualquiera P, P,
Il Y
sea el ángulo que giren las fuerzas que 'lo constituyen, hagamos actuar
primeramente las fuerzas aplicadas en los puntos dados, en una dirección Pi &". 2.59 .
determinada, y hallemos su resultante mediante el trazado de un polí-
gono funicular. Giremos ahora 90 '" todas las fuerzas del sistema, y Cada una de las [2. 79} representa 1a ecuaciÓn de una recta (recta
determinemos nuevamente su resultante. Si se utiliza para el trazado de acción de la resultante) , paralela respectivamente ·a cada uno de los
de los polígonos de fuerzas la misma distancia polar, los rayos polares ejes coordenados, cuya intersección corresponde al centro de fuerzas pa-
del segundo polígono de fuerzas serán norma'les a los del primero. En ralelas del sistema dado, cuyas coordenadas serán
consecuencia, su cqnstrucción no será necesaria, siendo suficiente trazar
un polígono funicular cuyos lados sean resp~ctivamente ortogonales con •
¿p,z¡
los del primero. Ello es lo que se ha efectuado en el caso de figura 2.58.
Zo = -'~;;--
Determinadas 'Ias dos resultantes, su intersección nos define el centro de R
fuerzas paralelas del sistema dado. [2.80]
El centro de fuerzas paralelas puede también determinarse analítica-
mente. Supongamos un sistema de fuerzas paralelas, aplicadas en los pun-
Yo =
tos A l de figura 2 . 59, referidos a Ids ejes coordenados z, y y 'hagámoslo R
actuar según la dirección de ambos ejes. La segunda de las ecuaciones
[2.70] nos definía una coordenada i:1e un punto de la recta de acción de Si aumentamos la intensidad de las fuerzas en forma proporcional, la
posición del centro de fuerzas paralelas no varía. En efecto, aumentar pro_
la resultante. Si la aplicamos para Cada una de las ,direcciones en que he-.
porcionalmente la intensidad de las fuerzas del sistema significa multipli-
FUERZAS CONCUtlRENTES EN EL ESPACIO 107

cai" la intensidad de cada una de ellas por un mismo factor constante. Di-
cho factor aparecerá n veces, tanto en el numerador como en el denomi-
nador de los segundos miembros de las expresiones [2.80] que definen el
centro de fuerzas paralelas y, en consecuencia, puede eliminarse por sim-
plificación, quedando dichas expresiones sin modificar.
Si to!=las las iuerzas del sistema tuviesen la misma intensidad P, las
expresiones [2.80] tomarían la forma siguiente: /

PLZ ¡ P~y ¡

-";;--
nP
= n
Yc = -";;--
nP
= n
[2.81]

es decir, que · las coordenadas del centro de fuerzas paralelas se obtendrían


como promedio de las correspondientes coordenadas de los puntos de apli-
cación de las fuerzas del sistema.

1
110 SISTEMAS 'ESPACIALES DE FUERZAS ,
El procedimiento explicado puede ex-
U

:iJ
--- / tenderse 8'1 caso de un número cualquiera
/ \ ..
de fuerzas concurrentes en el espacio. Bas.
s ':PJ \ / ; ta para ello hallar primeramente la resul·
3. Sistemas espaciales de fuerzas. I'f--. 'f ,
A 1<, P, 1 o ~
tante de tres cualesquiera de ella5, y luego
componerla con otra. La nueva resultante
,.o. r W hallada se compone a su vez con otra de
' R l/' P, las fuerzas hasta hallar 13 resultante total
i1 -- .....S/
del !liS'tems.
3 . 1. Fuerzas concurrentes en el espacio. (~) N (b ) p]
La determinación de la resultante de
Fig, 3. l . un sistema constituido por un número
En el espacio, el menor número de fuerzas que pueden integrar un cualquiera de fuerzas se simplifica si se
sistema concurrente es tres, por cuanto, si se tratara de s610 dos, sus utiliza un polígono espacial por cuanto, en tal caso, basta llevar, a partir
rectas de acción definirían un plano, y se estaría en el caso de un sistema de un punto cualquiera, uno .a continuación del otro, los vectores repre-
plQne.. En lo que sigue, para el tratamiento anaHtico de 103 problemos sentativos de las componentes, quedando definido el vector representa-
inherentes a sistemas de fuerzas en el 'espacio, adoptaremos una terna tivo de la r esultante 'POr el orige~ del representativo de la primera fuerza
izquierda de ejes ortogonales, tales como los indicados en la figura 1.27, y el extremo del de la última.
Prácticamente, si se desea proceder en forma gráfica a ha llar la re-
sultante de un sistema de fuerzas concurrentes en el espacio, es necesario
g. l . 1, Composición gráfica de fuerzas concurrentes en el espacio.

Sea un punto A de un cuerpo ógido, figura 3 . 1, al que concurren


tres fuerzas PI' P I Y P" no coplanares, de las que nos proponemos
hallar su resultante R. Si, consideramos dos de ellas, las P , y P I por
~jemplo, al ser coplsnsres, podemos aplicar el principio del paralelo-
gramo de fuerza s, y determinar su resultante R ,.I. Trabajando ahora en
el plano definido por esta última y la tercera componente PI ' en forma
análoga podemos hallar su resultante que, a la vez, es la resultante total
del sistema dado. Vemos en la figura que la resultante R constituye
R1,
la diagona l del paralelepípedo constituido con aristas iguale. a los vecto- ,,,
re!, representativos de las. fuerzas componentes.
,
Observando en la figura 3.1 la secuencia A, M, N , T, vemos que '-.'
en la misma aparecen unos a continuación de otros los vectores repre- T,
sentativos de las fuerzas PI' P 2 Y P B , Y que el vector representativo
de la resultante R queda definido entre los puntos A y T ; es decir, entre - (A) :
¡--
t.J--,
,
el origen del vector representativo de P, y el extremo del de P I'
respectivamente. ----:--: /(o. R'!
En consecuencia, para hallar la resultante de tres fuerzas concurren- (P.J) I I
tes en el espacio, no es ne(:esario construir el parale lepípedo d e fuerzas, ,,
equivalente al paralelogramo del caso de fuerzas en el plano, sino que es :A)
suficiente construir un polí~no espacial de fuerzas (figura 3, 1 b), lIe
vando uno a continuaci6n del otro, orientados, los vectores reJ?resenta-
tivas de las fuerzas componentes. F ig.•\.2 .
FUERZA8 CONC11RRENTES EN EL ESPACIO 111 112 81S1'&101A8 BSPAaA:i.:ts DE PUERZAS 3

trabajar en método Monge, con las proyecciones de las fuerzas sobre dos va; Precisamente, la forma indicada ·para descomponer una fuerza en tres
planos ortogonales. Como la resultante de las proyecciones de un sistema cOmponentes, si bien conceptualmente es simple, prácticamente resulta su-
de vectores sobre un plano es igual a la proyección de la resultante del mamente laboriosa.
mismo, el problema se reduce a hallar las resultantes de dos sistemas con·
aurrentes p'1anos, que constituirán las proyecciones buscadas. Conocidas
éstas, mediante el simple abatimiento del plano proyectante de la icnogra· 3. 1.3 . Composición analítica de fuerzas co~currentes en el espacio.
fía de R, Y su desp!"oyección, 'Se obtiene la intensidad de la misma. En
la figura 3.2 se ha ilustrado, mediante un ejemplo, 'la composición grá- Sea, figura 3.3, una fuerza P aplicada en O y I1évemos a ta'rbr -de
fica de un sistema constituido por tres fuerzas concurrentes, dadas por su punto de aplicación el vector representativo de ltt J!1isma. COnsi9e--
sus proyecciones orto e icnográficas . La sencillez del procedimiento, que remos ahora la tema izquierda x, y, z y !hagamos eoincidir su O'rtgen con
constituye una simple aplicación de métodos de Geometría Descriptiva, ~i p"bnto de aplicación de P . Si llamamos a, ~ y y los á'n"gulos que la
nos exime de mayores comentarios al respecto. "cii"r&d6n de la fuerza (con el sentido de la misnia) torma con 'los ejes
coo~denados x, y, z respectivamente, las proyecCioneS de P sobre cada
uno de ellos tendrán 1as siguientes expresiones:
3. 1 . 2 . Equilibrio y descompos ición de ruerzas concurrentes en el espacio.
Soluci6n gráfica. p. = P .cos a
Si dado un sistema d e fuerzas concurrentes en el espacio construimos
su polígono espacial de fuerzas, y encontramos que el extremo del último
Pi
p.
P.cos l}

= p . cos y
} [3.1]

vector representativo de las fuerzas coincide con el origen del representa-


Los tres cosenos se denominan coseno.s directores de la direcci6n de la
tivo de la primera, resulta entonces que el vector que representa a la re--
sultante es de in~ensidad cero. E l sistema equivalente al dado será nulo y, fuerza, y entre los tres debe cumplirse la relación:
en consecuencia, habrá equi'l.ibrio. Es decir, que la condición gráfica para
que un sistema de fuerzas concurrentes en el espacio se encuentre en equi- cor a + cos' ~ + cos 2
y = (3 . 2]
librio es que su polígono espacial de fuerzas sea cerrado.
Conocidas las proyecciones de Wla fuerza sobre tres ejes coordenados or-
Observando la figura 3.1 a, vemos que los planos STA1N, TVNW togondles, la misma queda completamente definida. En efecto, de.la obser-
y STUV, cuya intersección determina el punto T , extremo del vector re--
vación de la figura 3.3 surge que dichas proyecciones son, a la vez, sus
presentativo de R, son paralelos respectivamente a los planos determi-
componentes según tres direcciones ortogonales, siendo el vector repre-
nados dos a dos por las direcciones de las fuerzas, y pasan por el extremo
sentativo de P la diagonal del pá ralelepípedo rectángulo, en este caso,
del vector representativo de la tercera. En consecuencia, dada une fuerza R
construido con aristas iguales a los vectores representati~os de las tres pro-
y tres dire.cdones concurrentes con la misma, si se pide hallar las com-
yecciones.
ponentes de aquélla según estas tres últimas direcciones, bastará trazar
z De figura 3. 3 se t iene:
por el extremo del vector representativo de R tres planos, parsh!los res-
pectivamente a los planos deter minados dos a dos por 'las t res direccio-
nes dadas. La intersección de cada plano con una de las direcciones, ~ " , [3 . 3]
definirá el extre mo de un vector, que será representativo de la intensidad P
de la correspondiente componente. y y
No obstante, como veremos más adelante, existen otros procedimien-
tos para descomponer una fuerza en t res componentes concurrentes en el [3.4]
P, x
espacio a un punto de su recta de acción, de más simple aplicación que el
descripto. No debe olvidarse que, tratándose de fuerzas en el espacio, no
¡:¡, /
/
/
de donde, reemplazando (3.3] en (3.4]
es posible operar con ellas como en el caso de sistemas planos de fuerzas, Y
siendo necesario ~ir a los procedimientos de ·Ia Geometría Descripti- Fig. 3.3 .

FtlUZA8 CQNCURRZ.N1'ZS EN' EL Il$PAClO 113 114 SISTEMAS ESPACIALES DE FUERZAS 3

Es decir que, darlas las proyecciones de una fuerza sobre tres ejes coorde-
narlos ortogonales, la misma queda completamente definida, por cuanto su
intensidad se obtiene mediante la expresión [3 . 5] Y su dirección se esta-
blece calculando sus cosenos directcres mediantes las expresiones

P,-
coo a -
lPT
P,
coo~ - [3.6J
lPT
P
cos y =
Vi
y
El sentido de P depende del signo relativo de sus cosenos directores que
permiten establecer el octante en q ue se halla ubicarla la fuerza. A fin de
facilitar la ubicación de 18 fuerza en los distintos octantes, se ha confeccio-
Fig. 3.4.
nado el cuadro siguiente, en el que se indican los octantes según el sentido
de 108 correspondientes semiejes, y los respectivos signos de los cosenos XI = P I.cos a l Y1 = P l'COS~, ZI = PI.cos Y1
directores.
_n.. • y • ~. ~p ro. y
Xt = P , .cos a, Y, = P I .cos ~1 Z, _ P , .cos Y.

[3.7J

, 1 + +
+
+
+
+ +
+
+
+
3 + + x ,. == P,. .cos a. j Y. = p •. cos ~II j Z. = p •. cos Y.

,
4 +
+ +
+ +
+ +
+ Tenemos ast, actuando segUn la dirección de cada eje, n fuerzas co-

• 7
+ +
axiles, que sumadas algebraicamente nos conducen a tres fuerzas aplica-
d a da~ en A que actúan según los ejes coordenado.o¡, y CUyA!! expresiones
son 'las siguientes:
8 + + •
X = ¿P• . cosa;
Consideremos ahora el caso de figura 3.4, donde se trata de un sis-
tema de n fuerzas P I , concurrentes a l punto A, no coplanares, de las
y
• [3.8J
= ~ P i .Cos ~.
que se pide hallar la resultante R.
De las fu erzas dadas se conocen su intensidad P , y sus cosenos direc- •
tores : ces ah cos~" COSYI, que cumplen la condici6n de que la suma de z= ~Pi. COSYi
sus cuadrados es igual a la unidad. P ara hallar analíticamente la resultan-
te del sistem a, seguiremos un razonamiento análogo al empleado para ha- Estas tres fuerzas constituyen un sistema equivalente a l dado y, por
llar la resultante de un sistema concurrente en el plano. Haciendo coinci- carácter transitivo, su resultante también lo será. En consecuencia, com-
dir el origen de coordenadas con el punto de concurrencia de las fuerzas y poniendo estas tres fuerza~ obtendremos una única fuerza que será la re-
proyectando cada una de ellas sobre los tres ejes resulta: sultante del sistema dado.
,
J'UERZAS CONCVRRENTE:S EN EL ESPACIO 115 116 SISTEMAS ESPACIALES DE FUERZAS 3

Esta resultante queda completamente definida mediante tres e<:uacio- El momento de una fuerza respecto de un eje será milo cuando lo
Des de proyección sobre los tres ejes coordenados. En efecto, las [3.8] sea uno de los dos factores del segundo miembro de la expresión {3 . 12].
nos definen sus tres componentes: Si P' es nula, o P es cero o es normal al pla no de proyección Y. en
consecuencia, es paralela a l eje. En cambio, si la distancia di es cero,
R" ~P; .cosal P' Y. en consecuencia también P, cortan al eje. Descartando el caso en

[3.9] z

R~ = ::E P • • COSYi I
I
Determinadas las componentes, la intensidad se obtiene de ,p
[3.10] ._. e
O
y la dirección mediante los cosenos directores, cuya expresión es la s i-
guiente:
x
R. d,
COS UR
TRI y I A

COS ~R -
R,
TRI
R.
1 [3.11]
I

Fig. 3 . .5 .
005 y~ =
TRI J que P sea nula, las restantes posibilidades que se presentan para P, se
resumen en una única: el momento de una fuerza respecto de un eje será
nulo cuando el eje y la recta de acción de la fuerza sean coplanare.s.
3. 1.4 . Momento de una fuerza respecto de un eje.
Entre el momento de una fuerza respecto de un eje y el momento
de la misma fuerza respecto de un punto cualquiera de dicho eje existe
En el espacio, el momento de una fuerza respecto de un punto cual- una relación. que demostraremos a continuación. Sea, figura 3.6 la fuer-
quiera se define en la misma forma que para los sistemas planos, por cuan. :ta P, un eje e y un punto O del mismo. El momento de P respecto
to la recta de acci6n de la fuerza y el centro de momentos definen un de O será igual al producto de la intensidad de P por la distancia de
plano que contiene a ambos. O a su recta de acci6n, es decir:
Consideremos ahora, figura 3.5, una fuerza P y un eje cualquiera e,
no coplanar con la recta de acción de P,
Se define como momento de la fuerza P respecto del eje e, al mo- [3.13]
mento de la proyección de P sobre un plano normal al eje, con respecto
a l punto en que el eje corta al) plano de proyección. Si sobre la recta de acción de P llevamos, a partir de un punto
Por comodidad, en el caso de figura 3.5 hemos elegido un eje normal cualquiera, el vector representativo de la misma, de acuerdo con lo esta·
al plano x y, en consecuencia, este último constituye el plano sobre el blecido en 1.6, e l valor numérico del momento de P respecte de O
que se debe proyectar la fuerza. Llamando P' a la proyección de P se estará dado por el doble del área de la superficie del triángulo ·MNO.
tiene: A su vez, y conforme a lo que acabamos de ver, el momento de P res-
[3.12] pecto del eje e tiene por expresión:
l . F U ERZAS CONCU RREN TES EN EL ESP ACiO 117 lIS STSTEM,\S ESPAC IAL ES DE f' U E~ ZAS 3

M f, = P'.d [3. 14] ,


y su va lor numé rico será igual a l doble del área de la superficie del
triángulo M ' N' O, q ue tiene por base la proyección del vector répre~en ­
MP" /
tativo P sobre el plano rr, normal a e, y por altura la d istancia entre

-- M,
OH /
O y la recta de acción de P', /
Si adoptamos la representación vectorial para a mbos momentos,
tendremos los vectores M ;' y M~ , normales a los planos definidos por
O y las rectas de acción de pi y P respectivamente, y cuyas direcciones
--•
cY.n ._
- ~Mx
~H
P I
.h
I

forman un ángulo cp igua l al ángulo diedro de los p lanos mencionados.


P or otr a part e, se tiene: X
Y
área M ' N ' O = área MNO .cos <p [3. 15 ] /
/
/
0, lo que es 'lo mism o: Fi g. 3 7 .

1 Si tenemos por ejemplo, fi gura 3.7, una fuerza P en el espacio y


..!..P' .d ='2 P .d¡ cos<p [3. 16]
2 tomam os momento de la mism a respecto del origen de coordenada:;, este

es decir
momento podemos. representarlo vecto rial mente por el vector nor- M:. ,
mal al p lano determinado por la recta de acción de "P y 'e l punto O ,
M~ = M ; cos cp . [3 . 17] de intensidad igua l a P. d., .siendo d la distancia de O a ' P , y cuyo
sentido será tal que responda a la regla establecida en 1 .7. E st e vector
En consecue ncia, el momento de una fuerza respecto de un eje, es momento forma, con respecto a los tres ejes coordenados, los ángulos U.l/,
igual a la proyección sobr e d icho eje, del m omento de la misma fuerza ~.l1 Y y" . Proyectándolo sobre los tres ejes t endremos:
res{lecto de un punto cualquiera del eje.
M ., = M ';. COS 1l.lI

[3 .1 8]

M ,= M ~. COS Y.\J

Pero, de acuerdo con la [3. 17], estas expresiones cor responden pre-
cisamente a los momentos de P resp.ecto de los ejes x, y z. E n conse-
cuencia, tenemos que los momentos de una fuerza P respecto de tres
ejes ortogonales constituyen precisamente las componentes según dichos
JI ejes del vector momento de la misma fuerza respecto del punto de con-
currencia de 10s ejes.
El teorema de V arignon, demostrado e n 1 .8, puede extenderse a l
caso del momento respecto de un eje, de dos fuerzas concurrentes y de
su result ante. En efecto, sea e l sist ema de figura 3.8 constituido por las
fuerzas P , y P~ aplicadas en A , y sea R su resultante. Consideremos
Fil:. 3. 6 . un eje e cualq uiera del espacio, y un plano 1t norma l a l m ism o.
FUERZAS CONCURRENTES EN EL ESPACIO 11' 120 S ISTltMAS UPACIALU DE FUI!:RZAS 3
Proyectado el sistema de fuerzas sobre el plano, obtenemos un nue· de los momentos de la primitiva resultante y la tercera fuerza respecto
vo sistema concurre~te en A'. Si O es el punto en que el eje cort a al del mismo eje. Aplicando sucesivamente este concepto con todas las nue-
plano, de acuerdo con el Teorema de Varignon, el momento de R ' res- vas resultant es parciales, diremos que el momento de un sistema de fuer-
pecto de O será igual a la suma algebraica d e los momentos de P ; y P ~ zas concurrentes y no coplanares respecto de un eje cualquiera del espa-
respecto del mismo punto, es decir cio, es igual a la suma algebraica de los momentos de las componentes
respecto del mismo eje. Analítica mente, su expresión es
M ¡¡. =M í".; -rM ·;., [3.19]
M 1/' -- ~ M ¡~ [3 . 22 ]
,
'::"

Pero, p or definición de mOmento de una fu erza respecto de un eje, se


t iene que Si, en cambio, estableciéramos, para un sistema de fuerzas concu-
rrentes y no coplana res, los momentos no ya respecto de un eje sino de
,. M ,' = M ~,; M ~; = M ~,. i [3.20]
un punto del espacio, con respecto al mismo, el momento de la resultan-
te del sistema se obtendría como suma geométrica o vectorial de los mo-
mentos de las COmponentes. E llo resulta evidente si se adopta la repre-
Reemplazando las igualdades [3.20] en [3. 19] resulta sentación vectorial de los momentos. En efecto, como las rectas de acción
de las fue rzas que constituyen el sistema no son coplanares, los p lanos
d efinidos por cada una de e'lIas con el punto elegido como centro de mo-
M~ = M ;', + M j., [3.2 1]
mentos no son coincidentes y. en consecuencia, los ejes de los vectores
representativos de los momentos constituirán una radiación de rectas, y
E s decir, que el momento de la resultante de dos fuerza s concurren· al no ser colinea les, no será posible sumarlos algebraicamente, pero sí
t es respecto de un eje cualquiera de:l espacio, es igua l a la sum'a algebrai- geométricamente.
ca de los mome ntos de las componentes respecto del m ismo ej e.
Si e n lugar de tratarse de sólo dos fu erzas concurrentes, tuviéramos
un sistema de n fuerzas concurrentes y no coplanares, podemos extender ,'j . 1.5 . 'Expresión :lnalit ica del momcmo de una ruerza respecto de un eje.
a este caso los conceptos anteriores. En efecto, si tomamos dos cuales-
quiera de las fuerzas, por lo que hemos visto, la suma de sus momentos Consideremos, figura 3,9, la fuerza P aplicada en A, y descomo
es igual al momento de su resultante: Considerando ahora esta resultan· pongámosla e n sus componentes según los ejes coordenados, Pi> P, Y P,.
te una tercera fu erza, ambas admitirán, a su vez, una nueva resultante Conforme al teorema de Varignon. el momento de P respecto de cual·
quiera de los eje!> será igual a la suma algebraica de los momentos de
cuyo mOmento respecto del eje elegido será igual a la suma algebraica
sus componentes. En este caso, y con respecto a cualqu iera de los tres
ejes, siempre habrá una componente paralela al eje con respecto al que
e
R se toma momentos y, en consecuencia. su momento respecto del mismo
.. , será nulo. L lama ndo x, y , z a las coordenadas' de A , y teniendo en
cuenta la convención de signos establecida en 1 . 17, se tiene
A
.p. M, = p •. y- P~ . z

,o A"~'
_ -, : M. p .. ,z - Pz' 1C [3.23J
p; R'
M, = P~. x - P,.y

e xpresiones que determinan los momentos de P respecto de los tres


Pig. 3.8 .
ejes coordenados los que, a su vez. constituyen las proyecciones sobre di-
FUUZAS CONCURRENTES EN EL ESPA.CIO 121 122 SISTEMA.S ESPACIA.LES DE FUERZAS J

z
1M" I = Jo; M , ) ' + (L M,)' + (L M,)'
--- ----- COS (lN = cosYJI =
L M,
l M ~1
[3.26]
Pz - P;;
/
F
---
-------- Pz - - ""__-,P, ,
I

:
3 . 1. 6 . DCKOIll¡)()Sidón d e una fuerza en tres dircedopes concurrentes ..
--- !t- / I ""- , un punlO de su rcela de aCf~!ín y no co))lanares con la Illi ~ ma,
-!.. --. __._.A - P !.l //
1 P I."
P.
- __ .Y._ L\ I ,,"
>y
¡ Al tratar en 3.1.2 el equilibrio y descomposición de fuen as concu·
O --1--'.i" I Trentes en el espacio, enuncia mos un procedimiento para proceder a la
I I descomposición de una fu erza en tres en el espacio y anunciamos la exis·
tencia de otros, más simples, de los que nos ocuparemos a continuaci6n.
x Tres son if's procedimiento9 que consideraremos:
a) Procedimiento Arálico de Culmann.
---- b) Procedimiento Arálico-numérieo de Ritter.
e) Procedimiento analítico.
F¡g. 3 9 .
a) Procedimiento Ará/ieo de Cu/mann.
chos ejes del vector representativo del momento de la fuerza con respec· Supongamos, figura 3.10 una fuena P aplicada en A y tres direc·
to al origen de coordenadas. ciones (1) , (2) Y (3), concurrentes en A y no eoplanares. Se trata de
El momento de P respéCto de O queda perfectamente definido me· hallar las componentes de P cuyas rectas de acción sean precisamente
diante las cuaciones (3,23). En efecto. siendo M , . M , Y M z represen- las rectas dadas. Para resolver el problema se procede en forma similar
tables mediante tres vectores ortogonales, dirigidos según x, y, z; com- que e n el problema de Culmann en el 'plano. La fuena dada y una de
poniéndolos resulta las direcciones. la (1) por ejemplo, definen un plano, el ¡¡ en la figura
3.10. Las otras do~ direc.
[3 - 24] ciones determinan un segun·
do plano, ¡¡', cuya intersec·
expresión que nos da la intensidad del momento, buscada. ción con el plano ti define
La dirección del eje del vector representativo del mismo se obtiene la re!=ta (El), que pasa p~r A
de las expresiones que nos dan sus cosenos directores: y es coplanar con P y (~.,
'p or una part~ y, por la otra,
M, M, con (2) y (~). En come-
cos (l.l( = cos ~JI =
1M; I
COS YM =
1M; I
[3.25] cuencia, será posible des-
componer P en las direccio-
nes (1) y (l!) y, a su vez, la
y que deben cumplir con la condición de Que la suma de sus cuadrados componente según (El) en
valga la unidad. ,a~ direcciones (2) y (3),
Si en lugar de una fuerza se trata de un sistema de n fuerzas concu- que constituyen conjunta·
rrentes en A, y no eoplanares. el momento de su resultante respecto de O mente con la componente
queda definido por las expresiones: Fi,_ 3 . 10, segúri (1) la solución del
PUUZAS CONCURRENTES EN EL ESPACIO 12' 124 SISTaMAS UPAClA.LU DE pmUll:AS
,
problema. Prácticamente, es necesario trabajar en proyección Monge, que uno de ellos se a nulen los momentos de dos de las componentes inc6gni-
es lo que se ha hecho en el problema de la figura 3.11. En el mismo, taso P a ra ello, y conforme a lo establecido en 3.1.4, bastará elegir ejes
una vez determinada la proyección icnográfica de la intensidad de P, me- que sean coplanares con las rectas de acción de dos de las componentes
diante un simple abstimiento del plano proyectante de su recta de acción, incógnitas o, en otras palabras, que cada eje corte a dos de las direcciones
incógnitas. En la figura 3. 12, se trata de descomponer la fuerza P apli-
cada en A, en las direcciones ( 1), (2) Y (3), mediante tres condi.ciones

P'
N

I ,
;r;,
e', I '

-----;-~~: '
2' (1) \(J)
F ig.3.12 .

(A) de momentos respecto de tres ejes. Para ello, consideremos un plano


(Pi cualquiera :n: y llamemos T T r, T I y T p a las trazas sobre dicho pIa-
Fig.3.11. no de las direcciones (1), "(2) Y (3) Y de la recta de acción de P,
respectivamente.
se pasa a su proyección ortográfica. Luego se determinan las trazas icno- Como hemos d icho antes, los ejes con respecto a los cuales tomare-
gráficas de los planos definidos por P y ( 1), Y por (2) y (3). Su inter- mos momentos deben cortar cada uno de ellos a dos de las direcciones de
sección será la traza icnográfica de la rect3. intersección de ambos planos, las componentes incógnitas. Por razones de simplicidad, adoptaremos co-
la que, a su vez, es la recta de acción de la componente auxiliar. Luego mo ejes las rectas definidas por las trazas dos a dos de las tres direccio.
se procede a descomponer, tanto en icnografía como en ortografía, P en nes; es decir, las rectas el> 6z y el ' Tomando momentos respecto de ea
( 1) y (a), y esta última en (2) y (3). por jemplo, se anularán los correspondientes a 'las componentes P I y P,
cuyas rectas de acción (1) y (2) son coplanares con 6 1 por cortarse con
la misma en los puntos T I Y T , respectivamente.
b) Procedimiento gráfico numérico de Ritter.
Como, de acuerdo al teorema de Varignon extendido al espacio, 8$

E st e procedimiento consiste en plantear tres ecuaciones de momento debe tener:


respecto de tres ejes cua lesquiera, entre la fu erza P y sus tres componen- [3,21]
tes incógnitas, cuyas rectas de acción son las rectas dadas.
De proceder en esta forma, se llegaría a un sistema simultá neo de resulte, en consecuencia, que
tres ecuaciones con tres incógnitas. P or ello, y procediendo en forma aná-
loga al caso plano, se eligen los ejes en forma tal que con respecto a cada
PUItRZAS CONCURRENTES ItN EL I!SPACIO 125 ... J

La igualdad [3 . 28] debe cumplirse tanto en intensidad como en


sentido. De acuerdo con la definición de m omento de una fu erza respec~
to de un eje, para ca lcular el primer término de la expresión [3.28] de-
bemos proyectar la fuerza P sobre un plano normal a ~. Esta proyec-
ción --que denominaremos P'- puede ser descompuesta en dos com-
ponentes, una de ellas contenida en el plano lt que llamaremos P; y
otra normal al mismo, P ~. . De acuerdo a lo visto en 3. 1 . 4, el momento
de P' respecto de l punto de intersección del eje e. con el pla no nor-
mal al mismo será igua l a la suma de los momentos respecto de dicho
1
punto de sus componentes P; y P~_. Tenie ndo en cuenta que p ~ y e.
son coplanares - pues ambos están contenidos en el plano-- el momento
-r-.-._.
buscado será igual al 'producto de P:.
por la distancia de su recla de 2· 1
acción al punto en que el plano normal al eje e" corta a éste, o sea la I J.
1
d istancia que med ia e ntre 8 " y la traza de P sobre el p la no n , es
1
decir d~ en 'Ia figura 3. 12. R azonando en forma similar para la compo-
nente incógnita P" , la [3.28] toma la expresión siguiente:

P ~. . d ~ = P ~ .d ~ [3 . 29]
de donde

[3.30]

FI~·. J . !J .
En las expresiones anteriores P; es la componente norma l al pIa-
no ¡f de p ;¡ , proyección de P :¡ sobre un plano normal a ea . Conocido partir de un punto c u ah~u iera, su vector representativo que, descompuesto
el valor de P,; , una si mple desproye<:ción sobre la dirección de p .~ nos en una componente horiwnta! y otra normal. nos permite obtener el va-
permite obtene r esta última, mediante cuyo abatimiento se determina el lor de P ,.
va lor de p ., . En cuanto a l sentido, el mismo será ta l que conduzca a un Observando los triángulos seme jantes LKT;' y A '(A )r,: si l1e rna-
momento de P" respecto de e.1 de igual signo que el momento de P mes oS la longitud del segmento ( A ) T ,: y h la altura del punto de ":O fl-
respecto del mismo eje. Operando en forma semeja nte con los ejes currencia A so~re e l plano icnográfico, t ene mos
e, y e~ , obtenemos las dos restantes componentes incógnitas.
p Px
Para proceder prácticamente es necesario recurrir al método de
Monge, que es lo que se ha efectuado en figura 3.13, donde nos hemos li-
, - h
[3.321
mitado a las construcciones necesarias para determinar la componente de donde
de P según la dirección ( 1) . El eje con respecto al cual se toman mo-
mentos es el e" dete rminado por las trazas icnográficas de las rectas
P, - p!'c
, [3.33]
(2) y (3). Tomando momentos resulta
Operando e n forma semejante con la componente incógnita P ,. y
[3.31] llamando s , a la longitud del se~mento de su recla de acción compren-
dido entre el punto de concurrencia A y su traza icnográfica, llegamos 3

Si abatimos el plano proyectante de P alrededor de su proyecClon


icnográfica, podemos ubicar sobre la recta de acción abatida de P , y a
p ,' - - [3.34]
FUERZAS CONCURRENTES EN EL ESPACIO 127 128 SlSTEMAS ESPACIALES DE FUItRZAS 3

Reemplazando las (3.33] y [ 3.34 ] en la (3.31 ], resulta


3 . 1. 7 _ Condiciones analíticas necesarias y suficientes para el equilibrio
h , h de un sistema de fuerzas concurrentes en el espacio.
,
P .-.d, = Pl-d
s,
r3.35J
Para que un sistema de fuerzas no coplanares que concurren a un pun.
Simplificando y despejando P 1 : to cualquiera se encuentre en equilibrio, es necesario que cumpla con tres
condiciones. Estas tres cond iciones de equilibrio, necesarias y suficientes,
pueden ser expresadas en las formas que se expresan a continuación:
[3.36 J
a) Mediante tres condiciones de nulidad de proyección del sistema
sobre tres ejes.
Esta última' expresión nos da la intensidad de la componente bus-
b) Mediante dos condiciones de nulidad de proyecci6n del sistema
cada ( P I en este caso), en función de P y cuatro distancias de determina·
sobre dos ejes, y una condición de-nulidad de momentos respecto
ción simple e inmediata. Expresiones similares, obtenidas eligiendo como de un tercer eje. En este caso el eje con respecto al cual se
ejes de momentos las rectas determinadas por las correspondientes trazas, toman momentos no puede ser cualquiera, como veremos al ana-
nos permiten calcular las dos componentes restantes. E n cuanto al signo
lizar en detalle el caso.
de P " 10 determinamos en base a las consideraciones siguientes: la com-
ponente P ~- está dirigida según el sentido de las z negativas, es decir, ha- c) Mediante dos condiciones de nulidad de momentos respecto de
cia abajo. Como tanto la traza de P como la- de P , están ubicadas del dos ejes, y lUla condición de nulidad de proyecci6n sobre lUl ter·
mismo lado del eje con respecto al cual tomamos momentos, es evidente cer eje. Este último eje no puede ser cualquiera.
que ambas componentes normales, deben tener el mismo sentido p!U'a que d) Mediante tres condiciones de nulidad de momentos respecto de
sus momentos resulten del mismo signo. En consecuencia, la componente tres ejes. Los ejes no pueden ser cualesquiera, como se verá al tra-
normal de P I estará dirigida según las z negativas, y el sentido corres· tar más adelante el caso.
pondiente a P I será el indicado en la figura 3. 13.
z ", /1
e) Procedimiento atraJítico. " / 1
z· " / ¡
P ara hallar a nalíticamente las componentes de una fuerza según tres r--- ----,"'--_J _
I
direcciones no coplana res y concurrentes a un punto de su recta de I / '1 1 ---,
acción utilizaremos las expresiones [3.9], que establecen la igualdad entre :q/ \ :
la proyección sobre tres ejes de la resultante de un sistema de fuer zas I I
/ I I
y la suma de las correspondientes proyecciones de las fuerzas que lo com· ( I \
ponen. En el caso que nos ocupa, se conocen las proyecciones de la re--
sultante, siendo incógnitas las proyecciones de las componentes. T ene- \ \"
m os asi: O)'{/~_-t-~;J'L__~\f--.",J(
\ I /
P.cQSa
= P .cos
1 (1,
+ Pz.cos + PS.casa3
(12 J. 1 /

P . COS
P .cosy
~
= P'1 .cos
=
~,

P I.cos y,
+ Pz . cos ~¡ + P a.COS ~ s
+ P .cos YI + P .cos Y3
2 3
} [3.37J
y
I
- - - \- - -_ I ~__
\
\ /
I
/A'
/ )
J(. I
- - - __ l

E n este sistema de tres ecuaciones las incógnitas son las intensidades ('~/
p,. P 2 Y Pa de las componentes, calculables por cualquiera de 'Ios pro- \/
cedimientos conocido$. ,}o"ir. 3. '1 ~.
FUERZAS CONCURRENTES EN EL ESPACIO 129 130 SISTEM AS ESPACIALES DE FUERZAS 3

Justificaremos a continuacián cada una de las posibilidades indicadas. de encontrarse en el plano 1t'. normal al eje y que pasa por A. El cum-
Caso a): Tres condiciones de nulídad de proyección sobre tres ejes. plimiento simultáneo de 1as [3.39) Y [3.40] , impone que la resultante, de
Consideremos, figura 3.14, un sistema P i no coplanar y concurrente a un exis~ir, tenga por recta de acción la AA', definida por la intersección de

punto del espacio A. Supongamos que, elegida la terna x , y, z, y proyec- los planos 1t y re:' •
tadas las fuerzas sobre cada uno de los ejes, al establecer la suma de las 2 9; Ei sistema se encuentra en equilibrio.
correspondientes proyecciones resulte:
Finalmente, si además de cumplir con las condiciones ~
• X¡ = O Y

·
2:, X , = 2:, · p ¡ .cosal =O
f, Y I = O, el sistema cumple también con la condición de que ±, Z ¡ =
= O, evidentemente, la única posibilidad que le resta es la de encontrarse

2:, Y, - ·,
2: p¡ .COS~ 1
=O [3.38J
en equilibrio, por cuanto, de existir resultante, para que su proyección so-
bre un eje cualquiera no perpendicu-Iar a AA' sea nula, es preciso que ella
misma sea nula.
2:•, z, =

2:, P ; .COSY I = O Caso b) Dos condiciones de' nulidad de proyección sobre dos ejes y
una condici6n de nulidad de momentos con respecto a un tercer eje.
Por tratarse de un sistema concurrente, en ningún caso puede reducir_ Consideremos el mismo sistema de la figura 3. 14 Y supongamos que
para el mismo se cumplan las condiciones .
se a un par de fuerzas. En consecuencia, si se cumple que

• "
¿Xi = O
2:
, X, = O [3.39J ,
• Y,
2:
existen las posibilidades siguientes: , - O [3.41J

19 De reducirse el sistema a una resultante, esta debe ser normal al "


eje Xj es decir, debe estar contenida en el plano 1t normal a di- 2:
, M, = O
cho eje, que pasa por A"
, El cumplimiento simultáneo de las dos primeras ecuaciones [3.41],
29 El sistema se encuentra en equilibrioj es decir, su resultante es
ya analizado en el 'tas6 a), impone a la resultante, de existir, la condición
nula. Si simultáneamente se cumple también que
I
.':)
de que su recta de acción, además de pasar por A, sea la intersección de
los planos normales a los ejes x é y" La tercera de las [3.41] no impone
[3.40J al sistema ninguna nueva condición. En efecto, el cumplímiento simultá-
neo, de las dos condiciones anteriores, obliga a la resultante, en caso de
existir, a que" su recta de acción sea paralela al eje z, por lo que de hecho
las posibilidades para el sistema de fuerzas son las siguientes: resulta coplanar con el eje, de modo que, cualquiera sea su intensidad, S\1
19: Si existe resultante, su recta de acción, además de pasar por el momento es nulo respecto al mismo. En consecuencia, el eje con respecto
,) al cual se toman momentos del sistema, no debe cortar la recta de inter-
punto de concurrencia A, debe ser normal al plano x yj es decir, estará di-
sección de los planos que, pasando por e-¡ punto de 'concurrencia del siste-
rigida según el eje z. En efecto, por cumplirse que :fX¡
, = O, vimos ma, sean normales a los ejes con respecto a los cuales se proyecta el siste-
que la resultante, de existir, necesariamente debía estar contenida en un ma, y como caso particular, no debe ser normal al plano definido por los
plano normal al eje x. Además, por razones semejantes, el hecho de que otros dos ejes.

se verifique t, Y¡ = O, impone a la resultante, de existir, la condición


Si como eje de momentos elegimos el ¿ (Hg. 3.14), el cumplimien-
to simultáneo: de las ecuaciones:
FUERZAS CONCURRENTES EN EL ES PACIO 131 SISTEMAS ESPACIALES DE F U ERZAS 3

• X, = O
:E
, .fo M , = O

[3 .42J
O [3 . 43J
O

:EZ
, O
asegura el equilibrio del sistema, por cuanto, para que se cumpla la terce-
ra condición, L• M I: = O, es necesario que la resultante sea nula ; es de- El cumplimiento de la pr imera ecuación supone una de 'las posibi~
, lidades siguientes:
cir, que exista equilibrio conforme a 10 est a blecido en 3 . 1 .4 al definir el
momento de una fuerza respecto de un eje. 19 El sistema se encuent ra en equilibrio (resultante nula ) .
Caso e) Dos condiciones de nulidad de momentos respecto de dos 29 D e ex istir resultante, la misma, ade más de pasar por el punto A
ejes y una cond ición de nulidad de proyección respecto de un te rcer eje. de una concurre ncia del sistema, d ebe cortar el eje X; es decir. debe

z
ser copla na r con el mismo.
E l cumplimiento de la segunda ecuación; es decir,
.
~ M~ = O, ¡m-
o
plica las mismas posibilidades para el sistema, pero en este caso la res ul~
tante, de ex istir, debe ser coplanar con el eje y.
Si se cpmplen simultáneamente a mbas condiciones, de no haber equi~
librio, la única posibilidad pa ra la resultante es que su recta de acción, ade-

más de pasar por A , pase por 0 , punto de intersección de los ejes IC é y.
Fiflll lmente, si se cumple además de las anteriores, la condici6n de
proyección nula del sistema sobre el eje z. evidentemen te la única posibi-
hdad que le resta es la de encontrarse en equilibrio. E s evident e que el
eje sobre el cual se establece la condición de proyección no puede ser nor-
R
ma l a la recta definida por el punto de concurrencia de "las fue rzas y el
'tJ7'---L-i-_~~x
/ punto común a a m bos ejes con respecto a los cua les se t oman momentos
,,/ /
/ (punto O ). E n efecto, de serlo, resultaría nor mal a la rect a de acción de
una posible resultante q ue hiciera cumplir al sistema con las dos cond icio-
------ nes de momento. En tal caso, de hecho se cumpliría la cond ic ión de pro-
yección nula, sin imponer al sistema ninguna nueva condición.

Caso d ). T res condiciones de nulidad de momentos respecto de tres


ejes. Supogamos que en el caso de la fi gura 3 . 15 tomamos momentos
F ig. 3 . 15.
del sistema dado, respecto de los tres ejes x , y, z , y encont ra mos que se
cum plen las condiciones
R efiriéndonos al sistema de figura 3 . 15, si tomamos momentos del
sistema P I respecto de los ejes x é y Y luego proyectamos el mismo
bre el eje % y encont ra mos que se cumple que
PUERZAS CONCU~NTU EN EL ESPACIO 133 134 SlsnJIIAS U PAOALES DE FUERZAS ,
• sin que se a lte ren las condiciones de equilibrio del cuerpo rígido sobre
~ M, = O el que actúa. Veremos a continuación, que si un par de fuerzas actuando
sobre un cuerpo rígido se desplaza paralelamente a si m ismo, es decir,
L M, = O [3.44] se traslada a un plano paralelo al suyo, su efecto sobre el cuerpo rígido
no se altera.
P ara demostrar 10 anterior, consider emos un par de momento M .
~ M, = O actuando en un plano tI cualquiera (fig. 3.16) materializado por las
fuerzas paralelas P y - P , separadas de "una distancia d tal que se
E l cumplimiento simultáneo de las dos primeras ecuaciones [3 .44] ya cumpla M = P .d. Suponga mos apl icadas dichas fuerzas en los puntos
ha sido analizado al tratar el caso anterior. Conduce, como se ha visto a A y B I respectiva mente J' consideremos un segundo plano l'T , paralelo
las dos posibilidades siguientes:
2P
19: El sistema se encuentra en equilibrio.
29: Si existe resultante, la misma, además de pasar por A , debe
hacerlo por O, intersección de los ejes con respecto a los cuales se to-
ma n momentos.
La cond ición de momentos nulos respecto del eje z, concurrente
en O con los dos restantes, no impolle ninguna nueva condición a l sis-
tema. E n efecto, si existe resultante, por las dos primeras condiciones, la
misma debe pasar por O, y, en consecuencia, es coplanar con el eje z ,
y de hecho su momento es nulo respecto' de dicho eje. En consecuencia,
para establecer el equilibrio de un sist!!mfl de fuerzas no coplanares y
concurrentes, mediante tres ecuaciones de momentos respecto de tres
ejes, dos de ellos pueden ser cualesquiera, pero el tercer eje debe ser tal
que no resulte coplanar con la recta que, pasando por el punto de con-
currencia de las fuerzas, corta los dos primeros ejes. En el caso de la -2P
figu ra 3 . 15, si la tercera ecuación de momentos se establece respecto de Fil' 3 . 16,
un eje tal como el r, que no corta la recta OA , de ser nula la suma
de los .momentos del sistema con respecto al mismo; es decir, si al anterior y ubicado a una distancia cualquiera dei mismo. Ap liquemos
en los puntos A ' Y B ' del plano ;{ , separados de la misma distancia d
~M; = O, [3 .45]
y ubicados en e l mismo plano horizontal q ue contiene a A y B , dos
queda asegurado el equilibrio, por' cuanto, necesariamente, la resulta nte sist emas nulos de fuerzas, constituidos cada uno por dos fuerzas opuestas
debe ser nula para que se cumpla [3 , 45J. p y - P para le las y de igual intensidad q ue las fu erzas aplicadas en los
puntos A y B del p lano J'[. Las fuerzas P aplicadas en A y B ',
coplanares por ser paralelas, admiten una resultante de intensidad 2 P ,
paralela a las componentes y de igual sentido que éstas, aplicada, por
3 . 2 . Pares de fuerzas en el espacio. razones de simetría, en M , punto medio de la 'distancia A B ', Análo-
gamente, las fuerzas - P aplicadas e n B y A' , admiten a su vez una
resultante de intensidad -2 P aplicada también en M, Y de su misma
.3 ,2 . 1 , Transladón de pares de fuenas. dirección y sentido. Las dos resultantes 2 P Y -2 P constItuyen un sis-
tema nulo, restando solamente una fuerza P aplicada en A l y otra -P
Al estudiar en 1 ,9 las propiedad~s de los pares de fuerzas, vimos en B ', separadas de la distancia d. Estas fuerzas constituyen un par
que es posible trasladar arbitrariamente en su plano un par de fuerzas de momento M = P .d , que actúa en el plano 1(' y equivalente al par
2 P~RES DE FUERZAS EN EL ESPACIO 135 ' 36 SISTEMAS ItSPAClALltS DE F UERZAS ,
de momento M actuante en el plano ¡'[. H em os trasladado así el par M rinen un plano q ue es normal a dicha recta por construcción. Lo m ismo
de un p lano a otro paralelo, sin que su efecto se alterara. ocurre con la resultante - R de las fuerzas - P , y - Pt- aplicadas en B ,
Como consecuencia de lo anterior, si sobre un cuerpo rígido actúan por idénticas razones. En consecuencia R y - R actua rán en planos
pares de fu erzas M ¡ , ubicados en planos paralelos cualesquiera, su efecto paralelos y, a su vez, 'Se encontrarán en el mismo plano vertical, por
será igual a l de un único par, denominado par resulta nte, que actúa e n cuanto sus respectivas direcciones qued an definidas por las diagonales de
u n plano cualquiera, paralelo a los anteriores, cuya intensidad es igual a dos para le logramos de fue rzas antimét ricos. Como evidentemente sus
la suma algebraica de las intensidades de los pares componen tes, y cuyo intensidades son iguales, las mismas constituyen un pa r d e fuerzas, de
signo será el que resulta de dicha suma; es decir: intensidad M il = R .d, que es e l yar resultante de los pares M , y M I '
L a demostración anterior puede extenderse al caso de un número
cualquiera d e pares que actúan en planos d istintos, no paralelos. En tal
,[3.46] caso, para hallar e l par resultante del sistema de pares dado, se halla pri-
meramente el par resultante de dos cualesquiera, en la forma explicada,
Luego se compone dicho par resultante parcial con otro de los pe.res·
del sistema, y así sucesivamente hasta hallar el par resultante total.
3 . 2 2 . Composición de pares que actúan en p lanos no parale los.

Consideremos dos pla nos cualesquiera :t y 1(', que se cortan según


~. 2 . 3 . R epresentación vec:torial de los pares de fuerzas.
la recta M N, figura 3 . 17, Y supongam os que sobre los mismos actúen
los pares de fuerzas M , Y M 2 respectivamente, negativos ambos, con-
fCorme con la convención que hemos arloptadÓ. EÚjamos sobre la r ecta En el parágrafo 1 . 11, vimos que un par de fu erzas puede represen-
de intersección de los planos, dos puntos cualesquiera ·A y B separados tarse mediante un vector libre, de módulo igual a la intensidad del
una distancia d. Al par M , podemos suponerlo constituido por dos ' f~er­ m omento del par, dirigido según una normal al plano d e este último y
zas actuantes en el plano ;r, normales a MN , Y a plicac;l.as en los pun- cuyo sentido responde a la convención adoptada . .
tos A y B , fuerzas que llamaremos P , y - P , y que cumplen la
Esta forma de representar los pares, facilita enormemente el operar
condición
con pares en e l espacio. Así, por ejemplo, para ha lla r e l par r esultante d e
M, d os pares que actúan en planos no paralelos, tales los M , y M , de la fi-
[3.47 ]
d gura 3. 18, bastará llevar a partir de un punto cualquiera del espacio, los
vectores representativos de dichos
I Análogamente, el par M 2 podemos jma- pares normales respectivamente a ,J
ginarlo constituic;l.o por oos fuerzas p~ ' y I P, los planos Jt y :It' en que éstos
l' - P 2 , actuantes 'ahora en el plano re' nor- II!/ '" A
I
I
actúan, y dirigidos conforme con
la convención adoptada. Compo-
1
males a M N Y aplicad as también en A
", ' p. '' ,,I niendo dichos vectores, obtendre-
y B , tales que s"atisfag~n la condición lid'
,I mos un vector resultante, que será
I
I M, I representativo del par resultante
,[
"
I
P,
d
[3.4.8J
< " ."
I
,)
,..:'RI : buscado. E ste par actuará en un
plano w, norma'l a la dirección
,
Componiendo las fuerzas a plicad as en
'f?Ñ'"
~!..- N
d el vector representativo d e M 11 Y
su sentido será tal que un obser-
A , obtendrem os una resultante R , ubi- vador ubicado según M ., vea gi-
cad a en un plano ;Jorma l a la recta M N , rar al par en el sentido d e las agu.-
por cuanto sus co ~.ponentes P , y p . de- Fl¡. 3.17. Fil;. 3 .18. jas del reloj.
, PARES DE I'UE.RZAS EN EL ESPACIO 137 138 SlsnMAS UPAClALU DE FUERZAS 3

Si se tratara de un sistema constituido por un número cualquiera siguientes, similares a las establecidas en 3 . 1.4 para el momento de una
de pares actuantes en planos no paralelos, el problema de hallar el par fuerza respecto de un punto en el espacio - fórmulas [3.18]-:
resultante se simplifica si se trabaja con los vectores representativos de
los pares. En efecto, como los pares pueden trasladarse en su plano y a
M. - M.cosaJl
planos paralelos sin que su efecto se altere, los correspondientes vectores
representativos podrán deslizar a lo largo de su recta de acción o trasla-
darse paralelamente a si mismos. E n consecuencia, eligiendo un punto
arbitrario del espacio, y llevando al mismo los vectores representativos
M,
M.
-
-
M . COS~Jf

M . cos y.,
} [3.49)

de los distintos pares del sistema, podremos componerlos en la forma vista


para el caso de fuerzas concurrentes a un punto del espacio, y hallar así E stas expresiones representan también -ver [3 . 17]- los momen~
el vector representativo del par resultante, que yacerá en un plano normal tos del par M respecto de los ejes x, y, z. D e ello se deduce que un
a dicho vector. par de fue rzas en el espacio queda definido cuando se conocen sus mo-
mentos respecto de tres ejes. En efecto, elevando al cuadrado ambos
miembros de las [3.49] Y sumando, por ser cos a ~ +
cos ~~ +
cos y1:= 1
3.2.4. Composición analítica de pares de fuerzas. se tiene:

[3.50)
Sea, figura 3. 19, un par de momento M que actúa en un plano
cualquiera :t . Dicho par lo podemos representar por un vector M , nor.
mal al mismo, aplicado en un punto cualquiera del plano 1(. Considere- La dirección y sentido del vector M resultan de sus cosenos direc-
mos ahora una terna de ejes ortogonales x. Y. z, y traslademos a su tores, deCinidos por las expresiones:
origen O el vector M. lo que es lícito, por cuanto ello significa trasladar
el par M a un plano paralelo al :it y Que pase por O. Proyectando el M.
vector M sobre los t res ejes coordenados, llegamos a las expresiones COS Q.II =
IMT
z M,
cos ~.II - [3.51)
IMT
M.
,, cos YII :=
\
) ,, H
IMT
,,
Si en lugar de un único par, se tratara de un sistema de pares M I , las
proyecciones del par resultante se obtendrían mediante las siguientes
expresiones :

I
, Jl
'3 M:

= ~M',
Ma, • '
JI
= ~M
• •
[3.52)

Fil. 3 . 19. M'


• - j:M
, ,
i
2 PARES DE F U ERZA S EN EL ESPACIO ' 39 140 S ISTEMAS ESPACIALES DE FUERZAS ,
donde M; , M ; Y M ; const ituyen los momentos de los pares compo- S i al tomar momentos respecto del eje y encontram os que
nentes respecto de los tres ejes coordenados.
Finalmente. el módulo del vector representativo del par resultante, [3 .56J
que a la vez corresponde a la intensidad del momento del mismo, resulta
de la expresión las posibilidades son similares; es decir,
[3. 53J a) E l par es copla nar con el eje y o yace e n un p lano para lelo al
m ismo.
y su d irección y sentido quedan definidas por b) El s istema se encuentra en equilibrio.
D e cumplirse si multáneamente las cond iciones [3.551 y ( 3.56] las
COSIlJ/
posibilidades para el sistema son las siguientes:
M

a) El par resunante, de existir, yace en el pla no xy, o en uno


paralelo a éste.
M'
COS ~JI


TM.T ¡ [3 .54J b) E l sistema se e ncuentra en eq uilibrio.

M~
i
I
Finalmente, si establecida la condición de mom entos respecto del
eje z, la misma resulta nula, es decir :
= TM,;T
[3 .57J

ello implica necesariamente:


:i . 2 . 5 . Cundiciones :lIla lílicóls de eq uil ibr io de sislemas de pilreS en el
8) E l par resultante es coplanar con e l eje z o yace e n un plano
espm;io.
para le lo a l mismo.
b) E l sistema se encuentra en equ ilibrio.
Es evidente que para que un sistema de pares en el espacio se en·
cuentre en equilibrio, es necesario que el par resultante sea nulo. Para S i la condición (3.57 ] se cumple simultáneamente con las anteriores,
que ello se cumpla, es necesario y suficiente que la suma de los momentos la única posibilidad que le resta al sistema es la de encontrarse en equi.
de los pares componentes, respecto de tres ejes, sea nu la. Considerem os librio; es deci r, par resultante n ulo, por cuanto, al imponer las dos prime-
un sistema de pares aplicados a un cuerpo rígido, Que actúa n en planos ras condiciones la necesidad de q ue el par resultante, de ex istir, sea ca--
cualesquiera, y supongamos que, tomando momentos respecto de l eje x, pla nar con x é y, de hecho q ueda excluida la posibilídad a) contem·
se verifique: piada en ·l a tercera cond ición de momen tos n ulos.
P or consiguiente, par a q ue un sistema de pa res en el espacio se en·
o [3.55J cuent re en equil ibrio, es condici6n necesaria y su fic iente que se cum pla
simultá neamente que

Si e llo se cumple, ex isten dos posibilidades en lo que al par resultante Z M'• = O
se refiere: •
a) E l par es coplanaf con el eje x o yace en un plano paralelo a l ·•
Z M' =

O [3 .58J
m Ismo.

b) El par resultante es nu lo: es decir. hay equilibrio. ZM •' - O

3 .. UItRZAS PARALELAS EN EL ESPACIO 141 142 81STl.MAS ESPAClALES DE PUERZAS 3

conocida, nos conducen también a la resultante R del sistema. Si, en


3 . 3 . Fu erzas paralelas en el espacio. cambio, las intensidades son iguales, al ser contrarios sus sentidos, el siso
tema se habrá reducido a un par de fuerzas.
Un procedimiento práctico para la determinación de la resultante de
3.~. 1 . Re:.uhame de un sistema de fuerzas paralelas en el espacio. un sistema de fuerzas paralelas en el espacio es el que justificaremos a
continuación. Sea el sistema P l ' P 2 Y P, de la figura 3.20, Y refité-
moslo a una tema de ejes coordenados ortogonales K , y, z, orientada
Análogamente al caso de sistemas de fuerzas paralelas en el plano,
en forma que uno de los ejes, el z por ejemplo, esté dirigido según la
los sistemas de fuerzas paralelas espaciales constituyen un caso particular
dirección común de las fuerzas. Supongamos haber determinado su re-
de los sistemas de fuerzas concurrentes en el espacio.
sultante R y proyectemos esta última y el sistema componente en los
Si sobre un· cuerpo rígido actúa un sistema P i de fuerzas paralelas planos ortográfico y de perfil, es decir, xz é yz respectivamente. Siendo
espaciales, para hallar su resultante R es necesario componer primera- las fuerzas y su resultante paralelas al eje z, se proyectarán en ambos
mente dos cualesquiera de las fuerzas componentes, operando en el p lano planos en verdadera magnitud y, además, la proyección de la resultante
definido por sus rectas de acción, y utilizando cualquiera de los procedi- resultará ser la resultante de las proyecciones.
mientos descriptos en 2.3. 1 para la reducción de sistema planos para- Si ahora abatimos ambas proyecciones alrededor de los ejes x é y,
lelos. Hallada esta primera resultante parcial, se la compone con otra de las mismas se dispondrán sobre las trazas icnográficas de los planos pro-
las fuerzas, lo que permite hallar una segunda resultante parcia l, que 10 yectantes, y constituirán dos sitemas planos de fuerzas paralelas, ortogo-
será de las tres primeras fuerzas consideradas. Procediendo en for~a si- nales entre sí. Las rectas de acción de las dos resultantes abatidas, se
milar con las restantes fuerzas, se llega a una última resultante que- será cortarán en un punto, que es la traza icnográfica T~ de la resultante R
la resultante buscada del sistema. del sistema, como es dable observar en la figura. En consecuencia, para
Cuando el sistema se compone de fuerzas de distintos sentidos, halla- hallar la resultante de un sistema de fuerzas paralelas en el espacio, bas-
das las resultantes de ambos sentidos en la forma indicada, pueden pre- tará considerar un plano normal a la dirección común de las fuerzas y
sentarse los siguientes casos: determinar las trazas sobre dicho plano de las rectas de acción de las
1) Las dos resultantes tienen la misma recta de acción. fuerzas. H alladas las trazas, se abaten las fuerzas alrededor de las mis-
mas sobre el plano considerado, en dos direcciones normales entre sí, y
2) Las rectas de acción de ambas rt>sultantes no coinciden. se determinan las resultantes de los dos sistemas abatidos, mediante el
En ambos casos se pueden presentar las dos posibilidades siguientes: trazado de polígonos funiculares.
a) Las intensidades de ambas resultantes son las mismas. La intersección de las rectas de acción de las resultantes así deter-
minadas será la traza sobre el plano considerado de la resultante del sis-
b) Las dos resultantes son de distinta intensidad. tema; la intensidad y sentido se obtienen de la suma algebraica de las
Analizaremos a continuación las distintas posibilidades que pueden fuerzas componentes.
presentarse.
Cuando las dos resultantes tienen la misma recta de acción e igual
intensidad, al ser sus sentidos contrarios, constituyen un sistema nulo y, !I.3.2. R educción de sistemas de fuerzas paralelas en el espacio. Solución
en consecuencia, existe equilibrio. Si, en cambio, las intensidades difieren, analítica.
constituyen un sistema colineal, cuya suma algebraica nos dará la resul-
tante R del sistema. Consideremos el mismo sistema de fuerzas de figura 3.20, referido
En el caso en que las rectas de acción de ambas resultantes sean a la tema JC, y, z, y ~n que se ha hecho coincidir al eje z con la
distintas, así como también sus intensidades, el sistema se habrá reducido dirección común de las fuerzas.
9 dos fuerzas para lelas de sentidos contrarios que, compuestas en la forma Si tomamos momentos del sistema respecto del eje x, de acuerdo
3 FUERlAS PARALELAS EN EL 'ESPACO 143 '44 SISTaMAB 'ESPAClAlZS DE ' UUZAS 3

con el teorema de Varignon, llamando y la distancia genérica de la Si suponemos aplicadas las fuerzas en las trazas icnográficas de sus
recta de acción de cada una de las fuerzas al eje x, tendremos: rectas de acción, los valores de Xli e Yn dados por las [ 3.59] Y [3,60]
corresponden a las coordenadas en el plano icnográfico de la traza de la
[3.59] resultante R. Vemos, pues, que es posible deCinir la resultante de un
sistema de fuerzas paralelas en el espacio, mediante dos ecuaciones de
Procediendo ahora a tomar momentos respecto del eje y I se tiene: momentos respecto de dos ejes y una ecuación de proyección respecto de

R .xl =
.
l:P;
, .x¡ [3 .60]
un tercero, es decir mediante el sistema de ecuaciones


M"R = :l:Mf
,
Las expresiones [3 59] Y [3.60] corresponden a las ecuaciones de
dos p lanos, paralelos a los planos xz é yz respectivamente, cuya int er-
sección define la recta de acción de la resultante R del sistema. Resta
a hora determinar su intensidad y sentido, para lo cual proyectamos el
sistema sobre el eje z que, por ser paralelo a la dirección común de las
R =
,

M'• - :l:Mf
l:P,
) [3.62]

fuerza s, conduce a que las mismas se proyecten en verdadera m agnitud. Si establecidas, para un sistema de fuerzas paralelas en e l espacio, las
R esulta así: tres condiciones [3.62], encontramos que 'la tercera de ellas, es decir, la
condici6n de proyecci6n sobre un eje es nula, evidentemente queda des-
R=f, p i ; [3 . 61]
cartada la posibilidad de que e l sistema se reduzca a una resultante;
tampoco el sistema podrá estar en equilibrio por cuanto las dos primeras
ecuación que nos da la Intensidad y sentido de la resultante como suma
ecuaciones tienen un valor perfectamente determinado. En consecuencia,
algebraica de las componente!!.
la única posibilidad que le resta al sistema es la de r educirse a Wl par
z de fuerzas.
Finalmente, si las tres condiciones son nulas, es decir si se cumple


, = O
l:M:

, P,
P,
P' ,
l:M[
,

-
;¡: P , - O
O
) [3 . 63]

,
p. PJ~' P,'"

R" p;' el sistema de fuerzas paralelas en el espacio se encuentra en equilibrio.
Pj'
R P,
O
3.3 . .3. Centro de fuerzas paralelas en el espacio.

El concepto de centro de fuerzas paralelas, establecido en 2.3 . 5 par a


los sistemas planos de fuerzas paralelas, se extiende al caso de fuerzas
paralelas en el espacio, como veremos a continuación.
Consideremos, figura 3.21, el sistema P I' P t , p. , aplicado en los
puntQS A l, A 2 Y A l ' respectivamente, cuyas coordenadas respecto del
Fig.3. 20. sistema de ejes elegidos, sean Xi, y" z¡ . Supongamos conocida la re-
3 FUERZAS PARALELAS EN EL ESPACIO 145 146 SIS'I'EMAS ltSPACIALES DE FUERZAS 3

sultante de dos de las fuerzas, las PI y p . por ejemplo, resultante que consideremos la terna de ejes x, y, Z, y supongamos actuando el sis-
llamaremos Rl. a Y que estará aplicada en el punto e', centro de fuer· tema en dirección paralela al plano JC, y. De acuerdo con el teorema de
zas paralelas en el plano definido por las rectas de acci6n de ambas fuerzas. Vadgnon, el momento del sistema de fuerzas respecto de un eje cual-
Hagamos girar las direcciones de las dos fuerzas un mismo ángulo cp quiera debe ser igual al momento de su resultante. Luego, si considera-
en dos planos paralelos, en torno a sus puntos de aplicación, con lo que mos un eje cualquiera de dicho plano, perpendicular a la dirección común
resultan nuevamente paralelas. de las fuerzas, y llamamos Xi, Y ¡ , Z j , las coordenadas de los puntos
z de aplicación de las fuerzas, tomando momentos del sistema respecto del
eje elegido se tiene:
zR.R = ~
. p¡.z¡ , [3.64J
,
donde ZR es la distancia al plano x y de un punto cualquiera de la recta
de acción de la resultante. La [3.64] es la ecuación de un plano paralelo
al xy, que contiene a la recta de acción de R.
Haciendo actuar ahora las fuerzas paralelamente al plano xz, y
tomando momentos respecto de un eje contenido en el mismo, normal a
la dirección de las fuerzas, resulta:

[3.65J
x
ecuación que corresponde a un plano paralelo al xz, y que también
y contiene la recta de acción de R. Finalmente, haciendo girar las fuerzas
hasta disponerlas paralelas al plano yz y tomando momentos respecto
de un eje del mismo, normal a la dirección de las fuerzas, se tiene:
Fill:.3.21.
[3.66J
La resultante R~" del nuevo sistema paralelo, deberá pasar por C'
para que cumpla con la relación [2.63] , que define la posición de la ecuación de un plano paraleto al yz, y que también contiene la recta
resultante de dos fuerzas paralelas planas. En consecuencia, como R'.3
de acción de R.
deberá encontrarse en el plano definido por P 1 y P , en su nueva posición
y ser paralela a las mismas, en ddinitiva habrá girado alrededor de e' Estos tres planos se cortan en un punto de coordenadas Xiii, YR, ZR,
el mismo ángulo <p que las componentes, y en un plano paralelo al por donde pasan las resultantes del sistema de fuerzas dado, cuando actúa
plano en que giraron aquéllas. en las direcciones establecidas. En consecuencia, será el punto por el cual
Considerando ahora la resultante de P , y R " aplicada en C y pasará la resultante, cualquiera sea la dirección en que actúe el sistema
repitiendo el razonamlento anterior, llegamos a que "la misma habrá girado de fuerzas paralelas aplicadas a los puntos dados; es decir, el centro de
el ángulo <JI alrededor de C disponiéndose en una dirección paraleta fuerzas paralelas.
a la de las fuerzas, una vez giradas, dicho ángulo <p. Este punto C· cons- Llamando ahora Xc , Ye , Zc , a sus coordenadas, y recordando que,
tituye el centro de fuerzas paralelas en el espacio, y es independiente de
la dirección en que actúen las mismas.
por tratarse de fuerzas paralelas, se tiene que R ~ f Pi , las tres ecua·

ciones anteriores nos conducen a las coordenadas cartesianas del centro
Interesa en ciertos casos conocer las coordenadas cartesianas del cen-
tro de un sistema de fuerzas paralelas en el espacio. Para determinarlas, de fuerzas paralelas, cuyas expresiones son
• FUERZAS NO CONCURRENTES EN r;L ESPACIO 147 148 SISTr;MAS ESPACIALES ., FUERZAS 3


¿p, -1>, -P,
i,
X, =
• Xi
1 P,

I
~
:¡: P, -1>,

I
;'."

I P, f
:¡: P , . y¡ PJ
y, = [3.67] P, 1>, e "
'";>
" =
~P I
i ~ l

~p ¡ . Z¡

:¡: P ,
• • 1
L /'

Fig. 3.23 .
./

7
al que, por razones de simplicidad, supondremos constituido por s6lo tres
fu erzas, P, , P 1 Y p , . aplicados a un cuerpo rígido, y sean A" A 1 Y A "
3 . 4 . Fuerzas no concurrentes en el espacio. respectiva mente, puntos de sus rectas de acción.
Elijamos un punto O perteneciente al mismo cuerpo rígido y al que
en 10 sucesivo denominaremos centro de reducción, y apliquemos al mismo
3.4 . l . Reducción de ~ isle mas de fuenas no concurrentes en el espacio. dos fuerzas opuestas, paralelas a P , y de su misma intensidad. La fuerza
PI' que suponemos aplicada en A l y la-P " que lo es en O, constituyen
Los sistemas de fuerzas no concurrentes en el espacio, como su nom- un par de fuerzas. Llamando d , la distancia del centro de reducción a
bre lo indica, son aquellos sistemas aplicados a un cuerpo rígido en que la recta de acción de P I ' el momento de dicho par será
las rectas de acción de las fuerzas que lo constituyen pertenecen a planos [3.68]
distintos. Se los suele denominar también sistemas "gausos", nombre que
proviene de la corrupción del término francés "'gauche" con que se deno- y lo representaremos mediante un vector de módulo M" normal al plano
minan las superficies no desarrollables. definido por O y la recta de acción de p ,. y orientado conforme con la
Tratándose de sistemas no concurrentes en el espacio, no cabe hablar convención adoptada. (Por razones de claridad no se han representado
de una resultante del mismo, en el sentido con que, a l tratar en 1.5 el pri- en la figura los vectores momento).
mer principio de la Estática, definiéramos la resultante de dos fuerzas Conforme con lo establecido en l. 12, el sistema constituido por la
concurrentes. En efecto, si analizamos las fuerzas actua ntes sobre el fuerza P , a plicada e n O y el par de momento M, " es equivalente a
~ó lido del ejemplo de figura 3.22, donde las mismas actúan según aristas la fu erza P , cuya recta de acción pasa por A l ' Operando en forma
no concurrentes, vemos que sus recta; similar con las restantes fuerzas, tendremos, en definitiva, un sistema equi-
de acción no concurren a un punto ce- va lente al dado, constituido por tres fuerzas p ,. P 2 Y P3 concurrentes
múr., por lo que es imposible la aplica- en O y paralelas a las dadas, y tres pares' de momentos MI.
Mí Y M! .
cIón del parale.logramo de fuerzas que Estamos e n condiciones ahora de componer las tres fuerzas P" P 2
nCl! per.mitiría hallar la resultante, en Y p . aplicadas en el centro de reducción, hallando su resultante R . que
pasos ·sucesivos. en 10 sucesivo denominaremos resultante de reducci6 n •. P rocediendo en
En con'secuencia, es ~ecesario reem- --.---ceneulmente, en los tratados de la materia ~ acoltumbra a denominar la
plazar el sist!ims. por otro equivalente, y relul tante ui determinada corno resultante de trulllción del . i. tema. Entendemol que
tal de, ianación e. err6nea, pOr cuento no el posible trtuladar una fueua paralelamente
del que see factible hallar su resultante. - -.k::.._ P, a lí misma ain que IU efecto le altere. Preferimos emplear la flxprflli6n re.ultante de
Para resolver el problema, consi- reduedÓn. por entender que con ello se expresa lo que realmente le realiza : rHmpla-
d ! re~os e! sistema de la figura 3.23, :ur cade fueua por un .htflma equiv';lente. Y preciumente, una da lu acepciones
Fi,. 3.22.
del té rmino redueci6n .. "reemplazar una cosa por otra qua le Ma ~uiY8lanta".
, l"VERZAS NO CONCURRENTES EN El- ,aPACIO
'" ". SISTEMAS ESPAClALES PE l'UERZAS 3

forma aná loga con las vectores momento, representativos de los pares M " cida con el vector resultante de reducción y que el vector momento de
M~ Y M~ I obtendremos un vector momento resu ltante, representativo reducción quede ubicado en el plano x z. Si proyectamos el vector
del par de reducción del sistema, que denominaremos M. momento de reducción sobre la resultante de reducción, obtendremos un
Si variamos el centro de reducción, la resultante de reducción no vector momento que llamaremos M *. Demostraremos a continuación,
varia, pero sí el par de reducción, que podrá diferir tanto en intensidad que cualquiera sea el centro de reducción adoptado, la proyección del
como en sentido y en la dirección del eje de su vector momento. En efec- par de reducción sobre la resultante de reducción es constante; es decir,
to, el vector R lo hemos obtenido como resultante de los vectores repre- constituye otro invariante, que por su naturaleza denominaremos invariante
sentati vos de las fuerzas componentes, supuestas aplicadas en O en el escalar *.
caso analizado. Si como centro de reducción elegimos otro punto cua l- En . efecto, elijamos otro punto cualquiera O' , que por comodidad
quiera del e&po.cio, el polígono vcctoriol que nos define R , seró el de dibujo lo hemos ubicado sobre el eje 1C, Y reduzcamos el sistema a
m ism o. En ca mbio, al variar el centro de reducción, las distancias de éste dicho punto. Para ello, una vez reducido el sistema al punto O, bastará
a las rectas de acción de cada una de las fuerzas cambiarán, mod ificán- aplicar en O' dos fuerzas R y - R, paralelas a la resultante de reduc-
dose con ello las intensidades de los pares, así como también los planos ción f'n O. La fuerza R aplicada en O y su paralela - R, que lo es
en que actúan. en O', constituyen un par de momento M, = R. d que actúa- en el
Podemos decir entonces que la resultante de reducción es un inva· plano z x y cuyo vector momento será normal a dicho plano. Por tra-
riante del sistema de fuerzas espaciales, que por su naturaleza d enomina- tarse de vectores libres, podemos aplicar en O' los vectores momentos
remos invariante vectorial. M y .1\1" cuyo vector resultante M' constituirá el vector momento del ·
par de reducción del sistema respecto del punto O'. Si ahora proyec-
Consideremos ahora un sistema cualquiera de fuerzas espaciales P"
tamos el vector momento M' sobre la dirección de R, dicha proyec-
y supongamos que, elegido como centro de reducción el punto O (fig.
ción coincidirá con la proyección del vector M aplicado en O' sobre la
3 . 24) resultan ser R y M respectivamente la resultante y e l par de
dirección de R. En efecto, la recta que une los extremos de los vectores
reducción.
M y M ' es, por construcción, paralela al vector M r, el que, contenido
Elijamos una terna ortogonal, haciendo coincidir su origen con el en el plano x y, es normal a la dirección de R. Por tanto, el plano que
centro de reducción O. Y orientemosla en forma ta l que e l eje z coin- siendo paralelo al 1C y conte nga la recta mencionada, definirá, e n su in ter-
sección con R . el extremo del vector proyección que, en consecuencia,
z será el mismo tanto para M~ como para M.
En consecuencia, la proyección del vector momento de reducci6n
sobre la dirección de la resultante de reducción es constante al variar el
centro de reducción. En cambio, sí varía la componente del vector mo-
R R
mento de reducción normal a la dirección del vector resultante. Ello
/1. -- - - - H puede observarse en figura 3.25, donde un sistema de fuerzas P I se ha
reducido primeramente a un punto O', ubicado sobre el eje 1C, Eligiendo
un segundo centro de reducción O" sobre el mismo eje, por lo dicho, la
resultante de reducción será la misma que para O', así como' también
o~ ______-,~~________~X la componente del vector momento de reducción en la dirección de R.
es decir M·. Lo único que varía es la componente de M normal a la
dirección de R, siendo esta variación lineal. En efecto, la reducción del
d M, sistema a O" se obtiene, una vez conocidos los elementos resultantes de
la reducción a O', aplicando en O" un sistema nulo constituido por dos
fuerzas R y - R , paralelas a la resultante de reducción. El momento
-R
a El producto esc:al.r de dos vectores es igual al producto dal módulo d* uno
de ellos por e l coseno del ángulo que forman sus direccio nes; es dec:ir, la proyecd6n
Fig. 3.24. da uno lobre e l otro. y as una mar¡nitud escalar.
• PUltRZAS NO CONCURRENTES EN EL ESPACIO 1S1 SISTEMAS ESP,\CIA.l.JtS DE FUERZAS 3

del nuevo par es igual al producto de la intensidad de R por la distancia


entre O' y O" .
Como la intensidad de R es constante y d varía linealmente tam-
bién le,.. hará M'. que además podrá llegar a cambiar de sentido' como
puede observarse en figura 3.25 para el centro de reducci6n O''''. Si
,. M' puede cambiar de sentido, evidentemente habrá un punto que tomado

---- --
, /1' ,,
I ,
I 1 '" ¡ /1 -/1"
R t-------,q- -- --t"7( - --¡ R
I ' 1
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'R ..... _- O 'O"
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-_-_ic_.JI'f"'"".--l-~'-----"
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I
-R
---__ /1.
i
----
'1 Fig. 3.26.

Fir;. 3.25.
Para determinar e l eje central de un sistema de fuerzas en el espacio
como centro de reducción conduzca a un par resultante de reducción, cuyo se procede en la forma siguiente. Consideremos, figura 3.26, un sistema
vector momento sea paralelo a la dirección de la resultante de reducción, P I reducido al centro O . Conocidos la resultante de reducción y el corres-
por anulación de la componente M ' normal a esta última dirección tal pondiente par resultante, hagamos coincidir una terna de ejes con el
el punto O de la figura 3.25. Si, una vez hallado el punto para el cu~l se centro de reducción y orientémosla en forma tal que el eje z coincida
cumple lo anterior, consideramos llucellivOI centros da reducción ubicadOI con el vector representativo de la resultante de reducción, y que e l vector
sobre la recta de acción de la resultante de reducción correspondiente a momento quede ubicado en el plano yz. Proyectando este último sobre
O, cualquiera sea el punto considerado, como el momento de R res- la dirección de R y sobre su normal obtenemos los vectores momento
pecto del mismo es siempre nulo, para dichos puntos la recta de acción del MO y M'. Por definición de eje central cualquier punto del mismo que
vector momento de reducción coincidirá con la del vector resultante de consideremos como centro de reducción, nos conducirá a que la proyec-
reducción. El lugar geométrico de dichos puntos se denomina eje central ción M ' del vector momento sea nula. En consecuencia, bastará hallar
del sistema de fuerzas. un punto tal que, con respecto al mismo, el momento de R aplicado en
Definiremos, en consecuencia, como eje central de un sistema de fuer- O tenga e l mismo valor absoluto que M' , y su vector representativo
zas en el espacio, al lugar geométrico de los puntos que tomados como tenga la misma dirección y sentido contrario. En el caso de figura 3.26,
centro de reducción dan origen a un vector momento paralelo al vector como M' está dirigido según e l eje y, el par que lo anule deberá actuar
resultante de reducción. en el plano normal; es decir e l z %. Luego el nuevo centro de reducción
En tal caso, el plano en que actúa el par de reducción es normal a debe[á estar ubicado sobre el eje J{, y a una distancia d de O tal que
la dirección de la resultante, y al conjunto de ésta y el par se lo suele se cumpla
denominar torsor de fuerzas. IM'I = IRI· d [3.69J
4 FUERZAS NO CONCURRENTES EN EL UPACIO 153 154 SISTEMAS ESPAClALItS DE FUERZAS 3

El nuevo centro de reducción 0' . que es a la vez un punto del eje punto cualquiera. D eterminadas las trazas sobre el plano xy (icnográ.
central del sistema queda Hbjcado a la derecha de O. sobre la rama fica) de cada una de las rectas de acción de las fuerzas, apliquemos en
pOsitiva del eje .1:, por cuapto. el vector reprE:sentativo del momento de las mismas los vectores representativos de las fuerms y descompungamos
R respecto de O' debe eStar dirigido según el semieje positivo y para cada uno de eltos en una componente normal al plano xy y orra según
q\:" anule el vector M '. - . . la proyección de la correspondiente recta de acción, Estas componentes
Un sistema de fuerzas en ~l ~Sp~!;ip' p~ede reducirse a dos fuerzas las denominaremos respe"ctivamente componente vertical y componente
no concurrentes. En efecto, consiperemos en la fi gura 3.27 un sistema horizontal H emos reemplazado' ~í el sistema dado por otros dos siste-
cualquiE!!'a que, una vez reducid" al punte: O, nos conduce a una resul- mas que en conjunto le son equivalentes: un sistema plano, constituido
tante de reducción R y al corres~2Il:~H~~te pa~ resultante M, represen- por las componentes horizontales, y otro de fuerzas paralelas en el espacio.
formado por las componentes verticales.
111-11
z

/?o d
-p x

Fi,. 3 . 27.

tado en la figura por su vector momento. Consideremos ahora el


plano 11', normal al vector momento, en que actúa el par, y supongamos
a éste formado por dos fuerzas P , de intensidad cualquiera, y sepáradas Fil, 3 .28.
por una distancia d tal que se cumpla la c~~dici6n M = P . d. Aplicando
una de las fuerzas en '0, podemos comPonerla con R, obteniéndose
Determinamos ahora, mediante el trazado de un polígono funi cular
asl un nuevo sistema. equivalente al anterior, constituido por las fuerzas
(omitido en la figura), la resultante de las componentes horizonta les,
R ' -resultante de ~ 'y p- y - P , no coplanares. .
que denominaremos R A , Y luego, por abatimientos según las d irecciones
Como el par M puede ser repr~sentado por infinitos conjuntos. de JI: é y, yen la forma explicada en 3 . 3.1, la traza T ., de la recta de
dos fuerzas paralelas óe igual intensidad y sentido contrario y, ' además, acción de la resultante de las componentes verticales R ~. La intensidad
el RJ~90 en que actúa ~i par puede desplazarse paralelamente a si mismo, y sentido de esta última, por tratarse de fuerzas paralelas, resultan de la
existir'á n infinitos sistemas de dos fuerzas no"coplanares equivalentes al suma algebraica de las componentes.
sistema, dado. Conocidas R . y R " , procedemos a reducirlas al origen O. La
Para proceder gráficamente a la reducción de un sistema de fuerzas reducción de la primera de ellas nos conduce a una fuerza R~ aplicada
en el espacio se ope;a de la . forma siguiente. En la figura 3.28 · hé~os en O y a un par de momento M . = M I:: = R ~ . d I, c uyo vector mo-
representado en perspectiva, y referido a una terna de ejes, un sistema mento estará dirigido según el eje % y será la componente, según dicho
constituido por tres fuerzas P , . P I Y p.~:; Como centro de reducción eje, del vector momento de reducción del sistema. Su sentido se obtiene
adoptamos el origen de coordenadas, aunque podríamos haber elegido otro de a plicar la convención adoptada.
4 FUERZAS NO CONCURRENTU E N El,. ESP ACIO 155 15' S'STEM~S ESP"CIAI..~ DE FUERZ","S 3

R h , que y ace en el p lano x y . admite las componentes R " y R , Pero, por otra parte, la resultante de reducción se obtiene como resultante
según los ejes x é y, que a la vez serán las correspondientes compo- de un sistema de fu erzas P ; aplicadas en O. P or consiguiente, podemos
nentes de la resulta nte de reducción. escribir
Operando ahora con R ~ , su reducción 8 O da origen a un par de R. ~ p;
" .cos 0: ;
momento M h = M I li = R r . d 2 , cuyo vector momento, ubicado en el
,
plano xy es normal al plano definido por O y la recta de acción de R, - ~ p; .cos ~ ; (3 . 71]
R <. Y a una fuerza R , aplicada en O . E sta última constituye la com- ,
ponente R z de la resultante de reducción y en cuanto a M,,", sus dos
componentes M I y M u lo son también del par r esultante de reducción.
R" = ,
L P ; . COSY I

Conocidos R r- , R" , R~ Y M~ , M il . M~ , por simple composición geo-


métrica, obtenemos M y R , par y resultante de reducción del sist ema. T ambién, el vecto r momento resultant e de reducción se o bt iene como
sum~ geomét ricá de los vectores momento, representativos de los pares,
P rácticamente se opera en proyección M onge y una vez conocidas
originados por la reducción al centro O de las distintas fuerzas que cons-
las tres componentes de R y M según los ejes coordenados, basta hallar
tituyen el sistema. En consecuencia, tendremos qUe··su proyección sobre
sus proyecciones icnográficas, lo q ue es inmed iato, para luego, abat iendo
los tres ejes será igual a la suma de las proyecciones de los pares com-
los respectivos planos proyectantes, obtener por composición de aq uéllas
ponentes, es decir
con las com pon entes verticales, R y M en verdadera m agnitud.
M. = ~, M f

M, = ~, M r (3.72 ]
3. 4 .2 . R educción de sistemas de fu erzas esp aciales. Solución a nalítica.
M, =
.
~ Mt
La solución gráfica de los probletl\8s relativos a sistemas de fuerzas
no concurrentes espaciales resulta un t anto laboriosa, siendo necesario Estas tres últimas ecuaciones, además de representar las proyecciones so-
recurr ir en gene ra l a la r epresentación Monge y operar efectuando abati- bre los tres ejes del vector momento de reducción, corresponden a los
mientos, 'tanto de rectas como de pla nos proyectantes. P or ello, es mucho momentos respecto de los t res ejes del 's istema dado.
más simp le encarar la resolución de los distintos problemas mediante p ro- En consecuencia, para reducir un sistema de fuerzas espaciales a un
ced imientos a nalíticos. punto, basta establecer las tres ecuaciones de p royección [3.71] y las
Dado un sistema de fuer za P I y e legido un centro de reducción, e n tres condiciones de momentos respecto de los tres ejes [3.72] . L as mis-
el caso más general, el sistema equivale a una resultante de reducción y mas nos dan los valores de las proyecciones de la resultante de reducción,
a un par de reducción, R y M respectivamente. que a la vez son sus componentes según los ejes coordenados, y las tres
Si hacemos coincidir el origen de una terna de ejes coordenados con compone ntes del vector momento resultante, según los mismos ejes.
el centro de reducci6n, y proyectamos sobre los mismos los vectores repre- L a intensidad de la resultante de reducción se obtiene de la expresión
sentativos de R y M t endremos:
(3. 73 ]
M. = M . cos aN direcci6n y sent ido
Los cosenos directores de la m isma, que definen 'u
M, M .COS~ M se obtienen de
R,
cosaR =
M< = M .COSYN TRI
[3 .70]
R. = R .cosa u R,
COS~R = (3 . 74]
R , = R . cos ~R
TRI
R ._
J COS yR =
R . = R . COS Y R TRI
4 FUERZAS NO CONCURRENT1!S EN ltL ESPACIO 157 ". SISTEMAS ESPACIALES DR PUElt%AS 3

Análogamente, el par resultante de reducción resulta de la expresión Caso d) Si las sumas de las proyecciones del sistema sobre tos tres
ejes son nulas, y también lo son las sumas de los momentos respecto de
[3.75] tres ejes, en consecuencia son nulos tanto el par como la resultante de re-
ducción, y por ende el sistema se encuentra en equilibrio, 10 que justifi~
quedando definida la dirección y sentido del vector momento por sus caremos a continuación, al tratar de 'las condiciones necesarias y suficien-
cosenos directores: tes para el equilibrio de un sistema de fuerzas espaciale!t no concurrentes.

M.
ces a ...
TMT 3.4.3 . Condiciones analític:as, ne<esarias y suficientes, para el equilibrio
M. de un sistema de fuerzas espaciales no concurrentes.
cos ~..,. = [3.76J
TMT Sea un sistema de fuerzas P i , espaciales y no concurrentes, y eli~
M, jamos un centro de reducción arbitrario O, haciéndolo coincidir con el
COS YM
TMT origen de una terna de ejes coordenados x, y, z. Supongamos que, pra..
yectando el sistema sobre el eje x, encontramos que la suma de las pra..
Considerando las ecuaciones [3 :7 1] y [3.72], pueden presentarse yecciones 6$ nula; es decir,
para las mismas, los siguientes casos:

a) R .. # O b) R~ # O e) R r= O d) R z= O
I, P , .cosa. = R,. =O [3.77]

R v:¡l: O R ,,# O R ,= O R v= O
Si ello se cumple, existen las tres posibilidades siguientes:
R ~# O R ,.:¡I: O R ::= O R z= O
a) La resultante de reducción se encuentra en plano zy.
M~:¡I: O M~= O M ,,.. O M .. = O
M ,:¡I: O M v= O M ,:¡I: O b) El sistema se reduce a un par de fuerzas.
M,= O
M~,# O M .. = O M z>F O M ,= O c) El sistema se encuentra en equilibrio.
Si proyectando el sistema sobre el eje y encontramos que, además
Caso a) Constituye el caso general. Cuando al establecer las seis de la [3.77], se cumple para el mismo
ecuaciones de cond ición resultan todas ellas distintas de cero, el sistema
de fu erzas se reduce a una única fuerza aplicada en el centro de reducción, •
la resultante de reducción, y a un par resultante o, lo que es equivalente, I, PI. COS~ ( = Rv =O [3.78]
a dos fuerza s no copian ares.
las posibilidades del sistema son las siguientes:
Caso b) Cuando son nulas las condiciones d.e momento respecto de
tres ejes, 'pero las de proyección tienen un valor determinado, el sistema a) La resultante de reducción es normal al plano x y; es decir,
se reduce a una i:mica fuerza, la resultante de reducción, que pasa precisa. está dirigida según el eje z.
mente por el centro de reducción elegido, para el que, además, se anula
b) El sistema se reduce a un par de fuerzas.
el par de reducción. También el sistema se reduce a una única fuerza,
cuando en el caso a) la resultante de reducción pertenece al mismo plano e) El sistema se encuentra en equilibrio.
que el par de reducción. En tal caso, es posible la composición de R y Finalmente, si proyectando el sistema sobre el eje z simultánea~
M , obteniéndose una única fuerza como sistema equivalente. mente con las [3.77] y [3.78] se cumple
Caso e) En este caso, en que las tres proyecciones de la resultante
de reducción son nulas, el sistema se reduce a un par de fuerzas, cual~ ¿• P,.COSYI _ R. _ O [3.79]
quiera sea el centro de reducción adoptado. •
4 Pu.RZAS NO CONCURUNnS BR :u. UPAClO
", 1'0 SISTEMAS ESPACIALES DE FUERZAS 3

evidentemente queda descartada la posibilidad de que al reducir el siste- En consecuencia, es condici6n nllcesaria y suficiente para que un
ma a un punto cualquiera, exista una resultante de reducci6n. En efecto, sistema de fuerzas espaciales no concurrentes se encuentren en equilibrio
el cumplimiento de las [3.77] Y [3.78] obligaría a la misma a ser para- que sean nulas las sumas de las proyecciones del mismo sobre tres ejes, y
lela al eje z, pero la [3.79] le exige que, de existir, debe ser normal a que los momentos del sistema respecto de Tos mismos ejes también sean
z, condiciones éstas imposibles de cumplir simultáneamente, salvo que nulos.
la resultante de reducción sea nula. El equilibrio de un sistema de fuerzas espaciales no concurrentes
Resumiendo: si 'l as sumas de las proyecciones sobre tres ejes de un puede establecerse también de las siguientes maneras:
sistema de fuerzas espaciales no concurrentes son simultáneamente nulas, }9: Mediante seis condiciones de nulidad de momentos respecto de
el sistema se reduce a un par de fuerzas o bien se encuentra en equilibrio.
seis ejes cualesquiera, de los cuales tres pueden ser concurrentes a un punto.
Tomando ahora momentos del sistema respecto del eje %, si la
suma de los mismos es nula, es decir si 29 : Mediante cinco -condiciones de nulidad de momentos respecto
de cinco ejes y una condición de nulidad de proyección sobre un eje.
[3.80] 39: Mediante cuatro condiciones de nulidad de momentos respecto
de cuatro ejes, y dos condiciones de nulidad de proyección, sobre dos ejes.
puede ocurrir:
Discutiremos a continuación los tres casos indicados.
a) El sistema se reduzca a un par de fuerzas, cuyo vector momento Consideremos un sistema de ejes concurrentes, y hagamos coincidir
sea normal al eje x. su origen con el centro de reducción de un sistema de fuerzas espaciales
b) El sistema se encuentra en equilibrio. n9 concurrentes. Si al tomar momentos del sistema respecto de dichos
ejes encontramos que las sumas de los mismos son nulos, ello significa
Si tomamos momentos respecto del eje y, y simultáneamente con que, para el centro de reducci6n elegido, el sistema se reduce a una resul-
la [3.80], se cumple tante, siendo nulo el par de reducción o se encuentra en equilibrio.

~M¡
• •= M il = O [3.81]
Si, elegido un cuarto eje no concurrentes con los anteriores, la suma
, de los momentos del sistema respecto del mismo es nula, las posibilida-
des del sistema son:
existen las siguientes posibilidades para el sistema:
a) Si el sistema admite resultante de reducción, la misma, además
a) El sistema se reduce a un par de fuerzas, cuyo vector momento de pasar por O , centro de reducción, corta el nueve eje.
es normal al plano xy, y por lo tanto tiene la dirección del eje z, por
cuanto debe simultáneamente cumplir con la condición de ortogonalidad b) El sistema se encuentra en equilibrio.
con los ejes x é y. Si con respecto a un quinto eje, coplanar o no con el anterior, la
b) El sistema se encuentra en equilibrio. suma de los momentos del sistema también es nula, ello implica~ o bien
el equilibrio del sistema o sino, si el sistema admite resultante de reduc-.
Finalmente, si además de cumplir el sistema con todas las condi· ción, la misma aparte de pasar por O, centro de reducción, y cortar el
ciones expuestas, al tomar momentos del mismo respecto del eje z, resulta cuarto eje, se apoya también en el quinto eje. En caso que los dos últi-
mos ejes fueran coplanares, la resultante de reducción pasaría por el

~Mw
•= = [3.82] punto de concurrencia de ambos.
, M. O ;
Finalmente, si elegido un' sexto eje, la suma de los momentos del
sólo resta la posibilidad de que el sistema se encuentre en equilibrio, por sistema respecto del mismo resulta nula, sólo resta la posibilidad de equi-
cuanto, de reducirse a un par, el cumplimiento de la [3.82] exigiría al librio, salvo que los tres últimos ejes fueran concurrentes, pues de ser así,
mismo que su vector momento fuera normal al eje z; es dedr, paralelo el sistema podría admitir una resultante de reducción que pasaría por el
al plano xy, 10 que es imposible, por cuanto las condidones impuestas punto de concurrencia de los ejes, siendo de hecho nulos los momentos
anteriormente exigían que fuera ortogonal ' a dicho plano. respectivos.
4 PUERZAS NO CONCURRENTES EN EL ItSPACIO 101 162 Sl8~AS ltSPAClALEB DE II'UERZAS 3

, El segundo caso, es decir, cuando el equilibrio se establece mediante En consecuencia, dada una fuerza, definida en el espacio por las

!I cinco condiciones de nulidAd de momentos respecto de cinco ejes y una


condición de nulidad de proyección sobre un eje, se justifica de la manera
coordenadas de un punto de su recta de acción, por su intensidad y los
cosenos directores que establecen su dirección, y seis rectas cualesquiera
siguiente: Establecidas las cinco condiciones de nulidad de momentos en el espacio, de las que se conocen -las coordenadas de un punto de las
respecto de cinco ejes, las posibilidades del sistema, por lo visto en el caso mismas y los correspondientes cosenos directores, si se pide hallar las
anterior, se reducen a: componentes (o equilibrantes) de. la misma según las seis rectas dadas,
.' las únicas incógnitas del problema serán las seis intensidades de las com·
a) Si el sistema admite una resultante de reducción, la misma pasa
ponentes. Estamos, pues, ante un problema de seis incógnitas, resoluble
por el centro de reducción y corta los dos ejes restantes.
mediante el planteo de seis ecuaciones de condición entre la fuerza dada
b) El sistema se encuentra en equilibrio; es decir, la resultante de y las seis componentes incógnitas. F)stas ecuaciones de condición, pueden
reducci6n es nula. plantearse como ecuaciones de proyección o de momentos respecto de
ejes, con las mismas posibilidades vistas al analizar las condiciones de
Si ahora proyectamos el sistema sobre un eje cualquiera, siempre
equilibrio de un sistema de fuerzas no concurrentes en el espacio.
que no sea normal a la dirección de la resultante de reducción en caso
de existir la misma, y encontramos que la suma de las proyecciones es Para que el problema tenga solución es condición indispensable que
nula, evidentemente el sistema se encuentra en equilibrio, porque dicha a lo sumo cinco de las seis rectas de acción d~ las componentes (o equi.
suma de proyecciones es igual a la proyección de la resultante y, si esta librantes) incógnitas sean cortadas por un mismo eje. De no ser así, es
proyección es nula, debe serlo también la resultante de reducción. decir, si el eje corta las seis rectas de acción;, los momentos de las com·
ponentes respecto de dichó eje resultarían nulos, lo que sólo es posible si
Finalmente, consideremos el caso en que, planteadas cuatro condi.
la fuerza a descomponer también se apoya sobre el eje.
,~ iones de momentos, tres con respecto a los tres ejes que p~s.m por el
:entro de reducción y una respecto de un cuarto eje, todas ellas resultan Esta condición general conduce a las siguientes condiciones particu.
nulas. lares, a ser satisfechas por las rectas de acción de las componentes incóg.
nitas, para que el problema de la descomposición tenga solución:
Evidentemente, las posibilidades que se presentan para el sistema
son dos: equilibrio o, de existir resultante de reducción, la misma pasa 19: A un punto propio o impropio no pueden concurrir más de tres
por el centro O y corta el cuarto eje. Si proyectado el sistema sobre un rectas de acción. En efecto, de concurrir cuatro, por el punto de concu·
quinto eje, la suma de sus proyecciones es nula, podría ocurrir, aparte del rrencia siempre es posible trazar un eje que se apoye en las dos restantes
equilibrio, que la resultante de reducción, además de pasar por O y cor. rectas de acción.
tar el cuarto eje, fuera normal al quinto. Finalmente, si elegido un sexto
eje, la suma de las proyecciones del sistema es nula, la única posibilidad 2 9: No más de tres rectas de acci6n pueden ser coplanares. De ser
que le resta al sistema es la de encontrarse en equilibrio cuatro las rectas coplanares, las trazas de las dos restantes sobre dicho
plano definen una recta que se apoya sobre las seis rectas de acción.
3 9: A 10 sumo cuatro de las rectas de acci6n pueden pertenecer a
3.4.4. Descomposición de una fuena en seis componentes en el espacio. la misma serie reglada. Si pertenecieran cinco, la sexta recta de acción
cortarla a la superficie reglada en un punto por donde pasarla una gene-
Hemos visto que en ,los problemas relativos a sistemas de fuerzas ratriz que se apoyarla sobre las seis rectas.
espaciales no concurrentes, es posible plantear seis ecuaciones de condi·.
ciÓn. En c.o nsecuencia, sera posible resolver problemas que impliquen Existen dos casos particulares de descomposición de una fuerza en
la existencia de seis incógnitas. seis componentes, cuya solución gráfica es simple.
Uno de los problemas más importantes relativos a sistemas de fuerzas En el primero de ellos se trata de descomponer una fuerza R (fi~
en el espacio es el de hallar las componentes (o equilibrantes), según gura 3.29) en seis componentes, tres de las cuales concurren a un punto
seis direcciones no concurrentes, de una una fuerza o sistema de fuerzas A. y las tres restantes yacen en un mismo plano, que en el caso de la
espaciales. Como veremos más adelante, este problema se presenta en figura hemos supuesto coincidente con el plano zy. Para resolver el
el estudio de los sólidos espaciales vinculados. problema se determina primeramente la traza del plano determinado por
4 FUERZAS NO CONCURRENTES EN JU.. ESPACtQ 163 164 SISTEMAS ESPACIALES DI: FUERZAS 3

1 \
/ !
I
/ \
x Fig. 3.30.

\ La componente según q la descomponemos en las direcciones (6),


(j, (ó! CB y CA concurrentes en C. Hallando luego la resultante de CB y n,
concurrentes en B, la descomponemos en las direcciones . (4), (5) Y
Fig. 3.29. BA. Finalmente, componiendo las componentes m, CA y BA. con-
currentes en A , descomponemos su resultante en las direcciones (1), (2)
la fuerza a descomponer y el punto de concurrencia A , de tres de las Y (3), con lo que el problema queda resuelto.
componentes incógnitas, con el plano en que yacen las tres componentes
restantes, el xy en el caso que nos ocupa. Dicha traza, que llamaremos
r. contiene la traza T R de la fuerza R. Determinada a continuación
la recta m definida por A y T R, que será coplanar con r y con la recta
de acción de R, será posible descomponer esta última en las direcciones
'I. r y m. Halladas las componentes de R según estas direcciones, se
descompone la componente según m en las direcciones (1), (2) y (3),
I concurrentes cbn ella en A, Y luego la componente auxiliar según r, se
I descompone en las direcciones (4), (5) y (6), lo que es posible por ser
I las cuatro coplanares y no concurrentes.
! Un segundo caso particular lo constituye el de figura 3.30, donde
se trata de descomponer una fuerza R en seis componentes, de las que
tres concurren a un punto A , dos a un punto B y la sexta pasa por
un punto e. El problema se resuelve descomponiendo primeramente R
en tres direcciones concurrentes a un punto D de su recta de acción y
que pasen por A, B Y e. direcciones que llamaremos m, n y q,
respectivamente.
16. 4

sas componentes del sistema. Es decir, un punto material tal que cumpla
las condiciones siguientes:

M - l;, ....
4. Geometría de las masas. •
M .%fi= , m,.x, ~
[4 .3]
" D4·Y,
M .Ya = ~
4. 1. Baricentrol. ,
M .zo
" Jn¡, .:z,
= l:
,
4. 1 . l . Centros de masaJ.
donde %0. Yo, %0 son las coordenadas respecto de Jos tres planos zy.
Consideremos, figura 4. 1, un conjunto de puntos Al, A t . Al , ' ..• u é ya' del centro de masas G . y M la masa total del sistema.
Al. cuyas coordenadas genéricas con respecto a una terna J ( . y . z son En consecuencia, la posición del centro de masas de un conjunto
x" Y" Z¡. Supongamos que cada punto posea una masa mi. Al conjunto discreto queda definido por las expresiones:
de puntos materiales Al de masa mi. lo denominaremos en 10 sucesivo
conjunto discreto de masas. "
~m;.JI:¡
,
Definimos como momento estático o de primer orden de la masa mi ro -
respecto del plano xy, al producto de la masa mi por su distancia Z'i
al mismo, el decir
"
l;m,
, 1

S? = m;.", . [4.1] ~ml.Y'
Yo= [4 .4]
" m,
l;
Análogamente, los momentos estáticos de la masa mi respecto de los ,
planos y% y %X tendrán las expresiones siguientes:
"
~m,.:I;
. . sr- = mi·Y' [4-2]
ro - "
S;- = m¡.JI:,¡ l;
, m,
Se define como centro de Si todas las masas son coplanares, estando ubicados los puntos ma·
masa del conjunto discreto a teriales sobre el plano zy por ejemplo, en las e1Cpresiones [4.3], por ser
un punto material G cuya J nulas todas las coordenadas XI, se anulan los términos que las conten-
masa es igual a la suma de .... ...1(1__ _ gan, resultando como expresiones que definen en este caso el centro de
las masas que componen el masaa, las si¡uientes:
sistema, y cuyo momento es- "
M = l;""
,
tático respecto de cada uno
de Jos tres planos JI: y % Z y " [4_5]
J

zy es igual a la suma de Jos -<


M .:lo - l:ml.z¡
,
y
momentos estáticos respecto •
de dichos planos, de las ma· Fil. 4 . 1.
M.yo - l:ml.Y¡
, .
BAlUCI!:NTROS 161 168 GItOMI!:TRÍA DI!: LAS MASAS

Los' proouctos m ¡.z¡ y m¡.Yi se definen como moment03 está. Si, con respecto 8 los planos :u é yz, las distancias se miden en
tiex» o de primer orden de la masa, mi respecto de ios ejes y y direcciones que formen ángulos cualesquiera con los ejes normales a di·
z respectivamente. Las coordenadas del centro de masas, en este caso, chos planos se llega, para las dos restantes coordenadas del centro de
serán: masas, a expresiones correspondientes con la {9. 4 J, teniéndose en definitiva

' ¿m¡.z¡
,
- •
~m ¡ JC~
" •
¿mi
, [4.6]
x', =
·
Lm,
1
¿• m, .y ,
,
, •
y, = ¿m¡y ;
• , [4.10]
Lm. y',-
• "
Lm.
,
En lo anterior hemos supuesto que las dista ncias, t a nto a los planos
como a los ejes coordenados, se medían normalmente a los mismos. "
¿mi Z;

Si, en el caso de toma r momentos estáticos de un sistema de masas
respecto de un plano, el xy, por ejemplo, conviniéramos en medir las ", = •
Lm.
distancias en una dirección que (armara un ángulo <p con respecto al eje •
z, la distancia de un punto genérico tendría por expresión

%~ =
.
cos <p
[4.7]
Expresiones que definen el centro de masas, en una forma má¡ general que
las [4 , 4 J, por cuanto contemplan la posibilidad de que las ' distancias a
los planos coordenados se midan en direcciones cualesquiera.
Para conjuntos d iscretos de masa, ubicados en un mismo plano, si ,
Si en la tercera de las expresiones [4-4] dividimos ambos miembros las distancias a tos ejes coordenados se miden e n direccioneS a rbitrarias,
po' cos <p, resulta las expresiones a que se llega son sim.~~ares.
Consideremos ' las ecuaciones (4 . 5] y admitamos, por un momento,
'u = I
t l714-'-'-
coo ~
conocida la posición del centro de masas. Si los ejes con respecto a los
[4.8]
" «), ~
cos CJl .i l714 cuales tomamos momentos estáticos pasan por dicho cen'tro 'de masas, las
distancia Zo é Y,a serán iguales a cero, con lo que se an~ la r án los miem·
bros izquierdos de las dos últimas ecuaciones [4.5], resultando con ello:
Pero, de acuerdo con la [4.7], y llamando

, '. "
~m¡. z, = O

resulta finalmente
z" =


cos q> , •

¿m¡.y¡
• - O } [4.IIJ

¿m¡ .z,

-. --
.'

[4.9]
es decir, la suma de los momentos estáticos de un conjunto plano dIscreto
de masas respecto de un eje cualquiera que pase pc;r su centro de masas,
es nulo.
1 BARICENTROS 169 170 (lEOMETRÍA DE LAS MASAS

Análogamente, si en las [4.3), Íos planos respecto de las cuales -se


toman momentos estáticos pasan por el centro de masas, resultarán ¡gua. z T o
les a cero las tres coordenadas de este último, es decir Xo. Y a , %(1 . En
consecuencia, tendremos que
Afm,) F, .. lA" / /8

y, \ ' y, " /
A2 (m.l) F,
"
~m l .Xi
, = O n , /
'LF¡
AJfm~ ) F, ,/11
"
~m ; .Y t = [4.12]
, O A 4 (m.¡) F, ¡/
/ 1': 1': r.
"
, z¡. =
km,. '"
.~~- [h
O

es decir, que la suma de Jos momentos estáticos de un conjunto discreto Y


de masas espaciales, respecto de un plano cualquiera que pase por el
correspondiente centro de masas, es nula. o
Fig. 4 . 2.

4 . 1.2 . Determinación gráfica del momento estático con respecto a un Supongamos aplicadas en los puntos A ¡ fuerzas F I paralelas al
eje de un conjunto discreto de masas plano. eje z, de un mismo sentido, qUe puede ser cualquiera, por 'cuanto las
masas tienen el m¡'smo signo, y cuyas intensidades sean proporcionales a
las masas m i •
En los desarrollos posteriores nos ocuparemos fundamentalmente de
conjuntos de masas ubicados en un mismo plano. Por ello interesa espe~ Sea T un punto cualquiera perteneciente al 'e je z. Si nos propo~
I cialmente la determinación de los momentos estáticos de masas y de nemas hallar el momento estático' del sistema de fuerzas F i respecto de
T, basta construir con polo O un polígono funicular del sistema dado,
"I magnitudes asimilables a ellas, no sólo por métodos analíticos sino tam-
y trazar luego por T una paralela a la dirección · común de las fuerzas.
bién utilizando procedimientos gráficos.
El segmento intersecado sobre dicha recta por los lados extremos del
La deter~inación gráfica del momento estático de una masa o de polígono funicular, leído en la correspondiente escala de momentos, nos
un conjunto discreto de masas respecto de un eje cualquiera de su plano, da el momento buscado.
I se efectúa utilizando una de las aplicaciones del polígono funicular. En
J, el "capítulo 2, al tratar en detalle el polígono fun icular, vimos que, para
Ahora bien, la expresión del momento estático del sistema respecto
de T, tiene por expresión
determinar el momento de una fuerza respecto de un punto, bastaba
I, trazar un polígono funicular de la misma, e intersecar con los lados extre- "
mos de aquél una paralela a la fuerza trazada por el centro de momentos.
Mr = ¿Fi
, .Yi [4.13]
El momento estático resultaba de leer el segmento así determinado en la
escala correspondiente. Dicho procedimiento se extendía al caso de un donde Y. corresponde a la distancia genérica del punto T a la recta de
Ji sistema de varias fuerzas, para -el que la paralela trazada por el centro
de momentos lo era a la resultante del sistema. Y particularmente, en el
acción de cada fuerza. Pero, por otra parte, dicha ordenada también re-
'presenta la distancia genérica de cada uno de los puntos A i en 'que están
caso de un sistema de fuerzas paralelas, se trazaba una paralela a la direc- aplicadas las masas m i al eje z. y, además, las intensidades F I corres~
ción común de las fuerzas. ponden a las magnitudes de las masas m i ' En consecuencia, podemos
Sea el conjunto de masas discretas m i aplicadas en los puntos A ¡ escribir
de figura 4.2 y sea z ' el eje. con respecto al cual se desea calcular el 11 "
1:, P I .Yi .¿. l:, m l. YI [4 .1 4J
momento estático del conjunto de masas.
BAJUCENTROS 112 cal.OMETR í A DE LAS MII.SAS 4

E s decir que el segmento b, leído en la escala correspondiente, nos Conviene, por razones de simplicidad, suponer el segundo sistema de
da el valor numérico del momento estático del conjunto de masa m, fuerzas ideales con dirección normal al primero. En tal caso no es nece-
respecto del eje z. Al determinar la escala, qUe como sabemos es igual sario el trazado de un segundo polígono de fuerzas, por cuanto los lados
al producto de la escala de fuerzas por la escala de longitudes por la de ambos polígonos funiculares resultan perpendicula res,
distancia polar h, debe tenerSe presente que, en este caso, la escala de
fuerzas no es tal sino una escala de masas, en la que hemos representado
en el polígono de fuerzas, mediante los vectores p,.
las masas mi.
4.1,3 . Conjuntos continuos de m asas. Blu'icentro.
La construcción de la figura 4, 2 permite también interpretar las
ecuacione!; {4 . 4 J. Si prolongamos el primero y ú ltimo lados del 'polígono
funicular, su intersección define el punto M . Si por dicho punto traza· El concepto de centro de masa que hem.os definidos en 4. 1 . 1. es
mas un eje paralelo a la dirección de las fuerzas ideales F , , el segmento independiente de la naturaleza de las masas que integran el sistema.
que sobre el mismo intersecan los lados extremos del funicular, es nulo Las masas son entes representables por magnitudes escala res y, en conse-
y, e n consecuencia, también será nulo el momento estático del conjunto cuencia, el concepto de centro de masa se generaliza al extenderlo a
de masas respecto de dicho eje. otras magnitudes, también representables por escalares, aunque su natu·
raleza difiera. Tales, por ejemplo, las longitudes, las superficies y los
Ahora bien, las ecuaciones [4. 11] nos dicen que, con respecto a un
volúmenes,
eje cua lquiera que pase por el centro de masas de un conjunto discreto,
el momento estático de este último es nulo. Además, el 'eje n·n puede
Si consideramos los cuerpos materiales como conjuntos continuos de
masas ele mentales distribuidas en el volumen de los mismos, el concepto
interpretars'e como recta de acción de la fuerza resultante de las fuerzas
de centro de masas adquiere capital importancia. En este caso las masas
ideales P j • representativas de las masas mi, resultante cuya intensidad
será evidentemente igual a la masa total del sistema; es decir,
mi , que suponíamos aplicadas en puntos materiales Al , se transforman
en elementos diferenciales de masa, dm, distribuidas en el volumen del
cuerpo considerado, transformándose las ecuaciones generales [4.4] que
• definían las coordenadas del centro de masas, en las siguientes:
P It ' = ~Fj
, = Lm¡
, [4.15]

De todo ello se deduce que el eje non pasa por el centro de masas del fxdm
Xf; = ~
sistema.
Si consideramos que en la construcción de la figura 4.2, que nos ha
llevado a determinar un eje que pasa por el centro del conjunto de f y dm
masas, las fue rzas ideales qUe representan las masas mi se llevaron en
y,, = "fdm [4.16]

una dirección arbitraria, deducimos que, llevando dichas fuerzas en otra


f zdm
dirección, obtendremos, mediante el trazado del correspondiente polígono ZI; = 'fd m
funicular, otro eje que también pasará por 'el centro de masas. Surge
de inmedi!'lto que este último, por pertenecer a a mbos ejes, debe eneon·
trarse necesariamente en la intersección de los mismos. que corresponden a las coordenadas del cen t~o de masa' de un conjunto
continuo,
E s decir, que la determinación del centro de masas de un conjunto
discreto plano. puede efectuarse como si se tratara de hallar el centro Ahora bien, si un cuer po material t iene un volumen V y su densi-
de un sistema de fuerzas paralelas, de intensidad igual a la intensidad de dad es y, variable de punto a punto, la masa aplicada en cada uno de
las masas componentes, y aplicadas precisamente en loa puntos materia- ellos será:
les en que estan últimas actúan. dm = yd V [4 . 17]
1 173 17. G&OMI:TIÚA DE LAS MASAS

La masa total del cuerpo tendrá por expresi6n; dF. ubicado al mismo nivel que el anterior y a igual distancia z. pero
sobre el segundo cuadrante. Las fuerzas representativas de ambas super-
M = f yd m = fvydV [4.18] ficies elementales. tendrán igual intensidad, y por ser paralelas y del
mismo sentido, su resultante tendrá por recta de acci6n el eje de simetns.
transformándose "las expresiones (4.16] en Extendiendo !I razonamiento al conjunto de sistemas constituido cada uno
de ellos por dos fuerzas elementales, llegamos a la conclusión de que la
fvxydV
r, _
f ,·y d V r o
Svy yd V
y, [4.19]
fvyd V

z, _ SvzydV
f vy d V

Particularmente, cuando la densidad sea constante 8 través de todo el


dF
volumen, y desaparece de las expresiones [4.19], que en tal caso defi-
nen el punto G como centro de volumen, coincidente entonces con el
centro de masa. y 2dr
Considerando ahora los pesos de cada una de las masas elementales,
tendremos un sistema de infinitas fuerzas paralelas de dirección vertical, Fil. 4 .3. Fig.4.4.
de intensidades dP = ~ d m , siendo ~ la aceleraci6n de la gravedad.
, La resultante de dicho sistema de fuerzas paralelas, que constituye el resultante total, que representa la superficie de la figura, tiene por recta

I
"
peso del cuerpo pasará por el centro de ~ravedad, coincidente con el cen-
tro de masas del sistema y que, a la vez, es el centro del sistema de fuerzas
de acción el eje de simetría. Y, como dicha resultante debe pasar nece-
sariamente por el baricentro de la figura, éste se debe encontrar sobre
paralelas. Al centro de gravedad se lo designa también como baricentro el eje de simetria.
del sistema de masas, denominación que se extiende a los centros de Si se tratara de una figura que ~dmite un centro de simetría, el
masas, de superficies y volúmenes, aunque impropiamente. baricentro de la misma coincide con este último. En efecto, por el centro
de simetria pasan infinitos ejes de sirnetria y, corno, por 10 visto anterior-
mente, el baricentro siempre se encuentra sobre un eje de simetría, es
4. I .". Baricentros de líneas y superficies. evidente que si la figura admite infinitos, el baricentro debe coincidir
con el punto común a todos ellos, es decir, con el centro de simetría.
Existen ¡iguras que, si bien no poseen centro de simetría, admiten
Cuando una figura plana o una línea también plana, poseen un eje un centro de figura. En tal caso, el baricentro coincide con este último.
de simetría, su baricentro pertenece al mismo. En efecto, consideremos En efecto, consideremos la superficie de figura 4.4 y tracemos dos diA-
la superficie de figura 4 . 3, simétrica respecto del eje y. De acuerdo con
metros cualesquiera de la misma. Como se sabe, e:l centro de figura
lo visto en 4.1.2, el baricentro de la figura se hallará sobre la recta· de
coincide con el punto de intersección de los diámetros. Ahora bien, sobre
acción de la resultante de un sistema de fuerzas paralelas, de dirección
cualquiera, cuyas intensidades correspondan a las masas componentes. uno cualquiera de los diámetros supongamos dos elementos de super-
En este caso, el sistema se compone de infinitas fuerzas de intensidad ficie d F, ubicados a uno y otro lado del centro de figura y a igual
dF (dF = "Superficie elemental), qUe supondremos actuando en la d irec- distancia del mismo.
ción del eje y . A cada elemento de superficie dF ubicado al ni"el y, El centro de masa de estas dos masas parciales elementales, queda
y a una distancia z del eje de simetría, corresponderá otro elemento ubicado entre ambas y a igual distancia de cada una de ellas (concepto
BARICENTROS
/
175 176 GEOMETRíA DE LAS MASAS ,
de centro de fuerzas paralelas). Es decir, sobre el centro de figura. Para Hallados los bari_
F,
cualquier otro par de masas elementales, ubicadas sobre el mismo o dis- C, r, centros parciales G l •
tinto diámetro, el razonamiento es análogo, con lo que llegamos a que C, , G~ ,.. G. Y las áreas
el centro de masa, es decir, el baricentro de la figura, coincide con el C C de las distint~s superfi-
centro de la misma. ' cies, suponemos aplica-
C,
En el caso más general de una figura de contorno regular que no das en aquéllos fuerzas
C,
PI, F~ ... F 8 propor-
admita ni centro ni ejes de simetría, existen procedimientos gráficos deri- c, cionales a las superfi.
vados precisamente de las consideraciones analíticas que definen al bari-
centró, que permiten su determinación en forma relativamente simple. 1 cies parciales, y parale-
las a una dirección cual~
En otros casos es necesario dividir la figura en figuras parciales, cuyos ,' Quiera. Trazarlo con
haricentros son fáciles de determinar, para luego hallar el baricentfo de polo O un funicular de
la figura total como centro de fuerzas paralelas, de intensidad igual a t; 4 ~ l
las superficies parciales en que se ha dividido la figura, aplicadas en los F, r, F,
dichas fuerzas, sus lados
extremos definirán un
baricentros de estas últimas. Cuando la figura se divide en sólo dos figu_ Fig. 4 . 6. punto de la recta de ac-
ras parciales, tal el caso de la figura 4 .5, el procedimiento se simplifica. dón de la resultante F 1/.
En efecto, los baricentros de las superficies parciales se conocen, pues, que contendrá el baricentro G de la figura. Haciendo actuar ahora las
por tratarse de figuras con dos ejes de simetría se encuentran en la fuerzas en otra dirección, que en este caso por comodidad se ha supuesto
intersección de los mismos. Trazando el funicular de las fuerzas ideales, normal a la anterior, la nueva resultante también contendrá el baricentro
representativas de las superficies parciales, que se suponen aplicadas en G que, en consecuecia, se encontrará en la intersección de las rectas de
los respectivos haricen- acción de ambas resu ltantes. .
tras, la intersección de , r . En el caso de figura 4. 7, la superficie grisada puede considerarse

~
r- como diferencia de dos superficies: un rectángulo mayor de perímetro
sus lados extremos nos de- \ I
\ I F¡ ABCD, de área F I Y haricentro O" y otro menor, interior, de contorno
termina la recta de acción C, ~ A' B' C' D', área F, y haricentro O ~ . El área de este segundo rectángulo
de la fuerza ideal resul- I \
tante, F R, recta que, co- I e
\" es un área sustractiva ya que, restándola de la del rectángulo mayor,
mo sabemos, contendrá el "----- -- O obtenemos el área de la figura dada. Como abstracción, podemos ima-

baricentro de la figura.
_--- - G. - - --_ m ginar el rectángulo interior como una figura de área negativa. Para hallar

Pero, por otra parte, como Fig. 4.5.


el baricentro coincide con
el centro de dichas fuerzas paralelas, y éste se encuentra alineado con los
correspondientes pU!l.tos de aplicación, la recta que une los baricentros
parciales define, en su intersección con la recta de acción de F R, el bari-
centro de la figura.
e
Cuando se trata de hallar el haricentro de una figura de contorno F,
irregular, tal el caso de la figura 4.6, se procede a dividir la figura en

~
superficies parciales mediante rectas paralelas a una dirección cualquiera,
en forma tal que las figuras parciales resultantes sean asimilables a super-
o
f J Z
ficies cuyos baricentros sean de fácil determinación, así como también
sus correspondientes áreas. Así, en el caso que nos ocupa, las figuras O
extremas superior e inferior, puede~, sin mayor error, asimilarse a superw
ficies delimitadas por arcos de parábolas, y las restantes a trapecios. Fi¡. 4 .7.
~l
177

barÍCentro total, bastará suponer aplicadas en los baricentros pa rciales,



y actuando en una dirección cualquiera, fuerzas proporciona"les a las res... 'A
pectivas áreas . En este caso, la fuerza ideal representativa del á rea del ,,
rectángulo interior, será de sentido contrario a la restante, por cuanto la
resultante de a mbas debe corresponder al área de la superficie darla. Una
,,,
vez hallarla, mediante el trazado del correspondiente polígono funicular,
la recta de acción de la resultante F It, el baricentro total queda deter- ,,
8"~§
-----1,'8'
,,
minarlo por la intersección de dicha recta con la definida por los bari- ,
centros pa rdales. r' M , Zi
-¡,
,
4. I .5. Determinación de baricentros de líneas. Z el N e IN ' ai o
/
/
Nos ocuparemos a continuación de la determinación gráfica del bario
centro de algunas líneas, y de la justificación analítica de los procedi.
,, /
/

, /
mientas empleados.
,,, /
/

a) Barioentro de una poligonal regular (figura 4.8). , /


/

, /
Sea la poligonal regular de cuatro lados A.B-C.D-E , de la que se
pide ha llar el baricentro. Como la línea admite un eje d e simetría, el ,,, /1,l/'/
,, _ ,,
/
baricentro debe pertenecer al mismo. Hagamos coincidir con dicho eje /
/

de simetría el semieje positivo z de un par de ejes coordenados, cuyo lL-__


origen O coincida con el centro de la circunferencia de radio r , ins- /[' [
N /
cripta en la poligonal. Por el punto en que dicha circunferencia corta
Fia·4.8.
el eje z (punto N), tracemos una normal y llevemos ·sobre ésta, y a
partir de N, un segmento igual al semidesarrollo de la poligonal, cuyo
De la figura tenemos, para el lado Be:
extremo determina el punto N". Unamos N" con O y por el extremo
E de la poligonal tracemos una paralela a z, la que, en su intersección
con N " O. determina un punto E'. Proyectando ahora E' sobre el eje z,
m, = BC
[4.21]
dicha proyección es el punto G, baricentr? de la poligonal. .J"t = MO.cosUt _ r .cos Ut
Para justificar la construcción indicada, consideremos un lado cual· y, en conaecuenCÚlt
quiera de la poligonal, el B C por ejemplo. Su baricentro, por razones
de simetría, será el punto M , punto medio de Be. Análogamente, los [4.22]
baricentros de los restantes lados de la poligonial se encontrará n en los
puntos medios de los mismos. Como el baricentro G de Ja poligonal Pero Be. COI n, = B" e = B' N'; por razonamientos análogos para los
se encuentra sobre el eje z, para definirlo bastará conocer su abscisa z. restantes ladol de la pOligonal, y considerando que r = NO, lIe¡camos a
Para hallarla, planteamos una ecuación de momentos del sistema de masas
respecto del eje y, cuya expresión será: •
~mt.J"t = AB.NO . [4.23]

M.zo •
= ~mj.zi [4.20] Además, la masa total M que ap~e en [4.2~] es, en este caso, igual a
IIARlCENTROS 18' GEOMETRfA DI!: LAS MASAS

la longitud del desarrollo de la poligonal, que llamaremos S. En conse- A
cuencia, reemplazando valores en la [4.20] se tiene :

S.Zo = AE . NO [4.24]
de donde
z, _ AE.NO
[4.25]
5

Volviendo a la construcción de figura 4.8, en los triángulos semejantes o


NON" y GOE ' se tiene:

NN" NO
""G"E' = GO [4.26]
/

Pero, N N" =1/2 S, por construcción, y GE' =


N' E = lh AE. Además
GO = Z(l. Luego, reemplazando en [4.26] y despejando Z o resulta:

'hAE.NO AE .NO
Zo = [4.27]
lh.S S
y
expresión idéntica a la [4.25], que justifica la construcción empleada. Fi¡, 4 ,9,

del a rco de circunferencia. Ahora bien, llamando d a al ángulo al centro


b) Barjoentro de Wl Breo de circunferencia (fig. 4.9).
del elemento de arco, se tiene:
Consideremos el arco de circunferencia AMB, de radio r y ángulo
central 2 (lD' Haciendo coincidir el semieje positivo z de un par de dS = r.da [4.29]
y
ejes coordenados de origen O con el eje de simetrla del arco, el bari~
centro de éste se encontrará sobre dicho semieje. Trazando por M una
normal a z y llevando sobre la misma el semidesarrollo del arco, obte· [4.30]
nemo$ un punto M il . Uniendo O con M" y trazando por el extremo
B del arco una paralela al eje z, su intersección con OM" determina R eemplazando las [4. 29J Y ~ 4. 30J en la [4 . 28] resulta
un punto B',. que proyectado sobre el eje z define el punto G, bario
centro del arco.
Para definir analiticamente la posición del baricentro, nos basta s610
fijar su coordenada Z Q , por cuanto sabemos que, por razones de sime-
Zo = [4.31 ]
tría, el mismo debe encontrarse sobre el eje z. La expresión de la abs-
Pero, z = r . cos a, luego
cisa ZQ es
fzd5
z, - --5-- [4.28]

donde dS es un elemento de arco, Z su abscisa y' S la 'longitud total [4.32]


1 BARlCENTROS 181
lB' GEOM&TRíA DE LAS NASAS ,
e integrando el numerador Pero, por semejanza de triángulos, se tiene

= 112 AC
=
r sen el¡,
[4.33]
A'C'
A ' B' = %AB } [4.39]

En los triángulos seme jantes MM"O y G8'0 tenemos Reemplazando las [4.39] en la [4.38] resulta:

A' B' B' A" \


MM" MO A' e' = C' A"
[4.40]
= [4.34]
GB' GO
relación que se cumple sólo si el punto A" se encuentra sobre la bisec·
Pero MM" = 1f2 S , por construcción. Además MO r y GB' = = triz del ángulo e' A' B'.
= M' B = r. sen Ct Q • Luego, reemplazando en la -[4.341 se llega a En A" podemos suponer aplicada una' masa igual a la suma de las
masas aplicadas en B' y e'; es decir~ AB + Be. Luego, el barí-
IhS , [4.35]
centro buscado debe encontrarse sobre la recta A' A" , bisectriz del án-
r. sen <lQ
= z, gulQ 'c' A' B ' , por cuanto en el punto A' actúa la masa Be.
de donde Mediante un razonamiento análogo llegamos a la conclusión de que
2r 2 .senao r sen Cto el baricentro G debe encontrarse sobre la recta B ' B", bisectriz del
z, = [4.36] ángulo A' B' e', y también sobre la recta C' C", bisectriz del ángulo
S a.,
A'C' B'. En consecuencia, el baricentro del perímetro de un triángulo,
se encuentra en la intersección de las bisectrices de los ángulos del trián-
Llegamos así a una expresión idéntica a la [4.33J , que justifica la
gulo cuyos vértices son los puntos medios de los lados del triángulo dado,
construcción gráfica utilizada.
punto que a la vez constituye el centro de la circunferencia inscripta en
el triángulo interior.
c) BBricenfro del perímetro de un triángulo (figura 4.10).
4 . 1.6 . Determinación de hariccntros de la superficie de las figuras más
En el triángulo de la figura 4.10 el imponantes.
baricentro del lado AB coincide con su B
punto medio C' y , análogamente, los de La determinaci6n del baricentro de la superficie del cuadrado, círculo
los lados BC y CA con sus puntos me- y potígonos regulares es inmediata, por cuanto, por tratarse de figuras
dios A' y B' respectivamente. En con- C 8" con simetría central, coincide con el centro de simetría. Igualmente simple
secuencia, en dichos puntos podemos su- ._ ."1>-._ . es la determinación del baricentro del rectángulo y paralelepípedo, que
· , G" ........;::
poner aplicadas masas iguales a las lon- A './ _":f:t:;;../ admiten centro de figura, coincidiendo el baricentro con éste que, a la
gitudes de los lados c9rrespondientes. ./ /"/ e" r vez, queda determinado por la intersecci6n de dos diámetros cualesquiera,
Ahora bien, el centro de las masas apli- ,¿=_____~=-----J. por ejemplo las diagonales.
cadas en C' y B' se encuentra sobre la 4 - 8' e Nos oel'paremos a continuación de la determinación del baricentro
recta C' B', Y será un punto A" tal del triángulo, trapecio, sector circular y superfiCie delimitada por un arco
que para el mismo se cumpla Fig. 4.10. de parábola, por tratarse de las superficies que más aplicaci6n tienen en
el estudio de la Estabilidad de las Estructuras.
AH .C' A" = AC.H' A" [4.37]
a) Baricentro de la superJicie del triángulo (figuras 4.11 Y 4. 12).
o sea
AB B' A" Consideremos en el triángulo de la figura 4.11 una faja de espesor
[4.38]
AC = CA"· infinitésimo, paralela a una de las bases, la AB, por ejemplo. La super-
\

BARI~NTROS 183 1" GEOMETRIA DE LAS MASAS 4

fide de dicha faja podemos suponerla concentrarla a lo largo de su línea Pero, por semejanza de triángulos, se tiene Que
media, es decir. admitir una línea pesarla, cuyo baricentro G l le encon-
trará ubicado en el punto medio de su longitud. Repitiendo el razona- b, =b ..!!.... [4.42]
h
miento para una sucesión de infinitas fajas paralelas a la anterior, el de donde
conjunto de sus baricentros constituirán el lugar geométrico de puntos
equidistantes de Jos lados A e y A B del triángulo; es decir, la mediana bh'
[4 .43]
ce'. Sobre dicha mediana podemos imaginar distribuida el área de la 3
superficie del triángulo, cuyo baricentro será, en consecuencia, un punto y reemplazando en [4.41]
de la misma. Repitiendo el razonamiento para una sucesi6n de fajas de
F ; _ bh !
Y, - - 3 - ' [4.44]
e z o
.7 Pero, para el triángulo F = V2 bh , por lo que, reemplazando en la ante-
/ !I rior y despejando y:; resulta finalmente:
¡
I
y', = 3-.
3 h [4.45]
A' h
Es decir, Que el baricentro de la superficie de un triángulo se encuen-
tra ubicado a 2 / 3 de la altura, medidos desde un vértice, o bien, a 1/ 3
de dicha distancia, medida a partir de la base considerada.
A b) B aricentro d e la super/jde del trapecio (figs. 4.13 Y 4 . 14).
!I
Fij(.4. 12.
P ara la determinación del baricentro de la superficie de un trapecio
Fie:. 4 . 11.
existen diversos procedimientos gráficos, aparte del planteo general ana-
lítico. Nos ocuparemos de sólo dos de ellos, ambos gráficos. Del pri-
espesor infinitésimo paralelas a los restantes lados 'del triángulo, llegamos mero, porque si bien no es común utilizarlo en el caso del trapecio, es
a la conclusión de que el baricentro del mismo debe encontrarse también de aplicación general para determinar el baricentro de la superfiecie de
sobre las dos restantes medianas. En consecuencia, el baricentro buscado un cuadrilátero cualquiera, y del segundo, por cuanto es el que utiliza-
se hallará en la intersección de las medianas. remos en lo sucesivo, en los casos
en que se presente este problema.
Interesa conocer a qué distancia de la base se encuentra ubicado el A
_ _ _-,._ _",,8
baricentro del triángulo. Para determinarla consideremos, figura 4.12, p;; Sea el trapecio de la figura
" / ... 7
""~// N " ...... / 4. 13, que suponemos dividido en
un par de ejes coordenados cuyo origen haremos coincidir con uno de
A... M ...( I dos triángulos mediante el tra-
los vértices, disponiendo el eje z paralelo a la .base opuesto.
/ /~~ r.G'\ I,
~ ... ..:::-¡. zado de la diagonal Be . Elba-
Supongamos una faja de espesor dy y ancho b~, ubicada a una / ,," N ~~G, ricentro del triángulo ABC se-
//,," I --_
distancia y del vértice. Dicha faja puede, sin mayor error, asimilarse a //' I -___ rá el punto O , ubicado en la
un rectángulo de superficie dF = b rdy. C~ -- O intersección de dos de las media-
La distancia del baricentro de la figura al eje z resulta definida nas, conforme con lo visto ante-
por la expresi6n Fig. 4 . 13.
riormente. Análogamente, en el
triángulo BCD, su barice~tro
F .y~ =
J..,G y.dF = l'
G b, ydy. [4.41] O , se e ncontra rá en la intersección de las correspondientes medianas. El
baricentro O del trapecio, considerado ahora como centro de lu masas
1 185 \86 GEOMETRfA OS LAS MASAS

aplicadas en los puntos G, y G. , se debe encontrar sobre la recta deter- b,
b, ,
minada por éstos, y para el mismo se debe cumplir la relación

(4 .46]

donde F , Y F I son, respectivamente, las masas aplicadas en G , ;¡ G s • h


y corresponden a las áreas de los triángulos ABe la primera, y BCD
la segunda.
Por tratarse de dos triángulos de base común, sus áreas serán pro-
porcionales a las respectivas alturas y, por ende, a los tercios de las
e ,
b M D
mismas. Como los segmentos G,N y G 2 N también son proporcionales
al tercio de las correspondientes alturas, resulta, en consecuencia, que F I
Fii. 4.14.
Y F I serán proporcionales a G , N y G 2 N respectivamente. Luego,
reemplazando en [4 . 46] y trasponiendo términos, resulta
secci6n un punto K. Trazando ahora por este último punto una paralela
~ las bases del tra'pecio, dicha paralela, en su intersección con la mediana
G,G G,N F,
- ---= (4 .47] define el baricentr~ G buscado.
G,G G,N F,
Para justificar la construcci¡ón . ant~:ior, dividamos el trapecio me·
diante la diagonal BC en los triángulos ABC y BCD. De utilizarse
Pero, por otra parte, se tiene también que:
para la divis ión la otra diagonal, la demostración sería semejante. Como
se sabe, los baricentros r~spectivos G ) y G~ . se encuentran ubicados
G,N G,N
G, M - G,M
(4.48] a d istancias de las bases igtlales a los tercios !se la altura h del trapecio.
Trazando por cada bariceñtro una recta paralela a las bases, ¿Úcha9 rectas
interseca rán el lado BD precisamente en los puntos S y. T. Supon-
por lo que resulta finalmente
gamo~ actuando sobre dii;}las rectas dos fuerzas F ) Y F 1 , proporcionales
a las áreas de los triáz:¡gulos ABC y BCD respectivamente. La resul·
G,G G, M F, tante de dichas fuerzas ideales, F R . pasará por el baricentro buscado, el
(4.49 ]
G, G = G,M
~
F, .9ue quedará d etermina40 por la intekcción de la recta de acción de
~~uélla con la mediana N M .
En consecuencia, bastará llevar sobre G, G r y a partir de G t , un Por tratarse de dos triángulos 4e igual altura, sus áreas resultan pro-
segmento GiG = G1M, cuyo extremo define el baricentro G buscado. porcionales a las correspondientes bases b, y b~ . Llevando a partir de '
Este procedimiento, como dijéramos, es aplicable también al caso general
de un cuadrilátero cualquiera, ya que, en las consideraciones efectuadas,
B un segmento B B' = b l , podemos imaginar a A B Y B B' como
vectores representativos de las fuerzas F I y F~ respectivamente. Si
no se ha tenido para nada en cuenta el paralelismo de los lados AB y ~legimos el p~to ' ¡S como polo del polígono de fuer~~s ABB', los rayos
CD. En cambio, el método que explicaremos a continuación, sólo es polares resultan se~ AS, BS y B'S, y la poligonal ASTC será el
licito emplearlo para la determinación del baricentro de la superficie del correspondiente pOlígono funicular. En efecto, eF primer lado AS es
trapecio. paralelo al primer rayo polar por coincidir con éste. Lo mfsino ocurre
Sea el trapecio de Ia figura 4.14. Su barlcentro debe necesariamente con el segundo lado ST con respecto al segundo rayo polar. 'E~ cuanto
encontrarse sobre la mediana M N del mismo, por constituir éste un al tercer lado, consideremos los triángulos:;"BB ' S y CDT, Ambos son
elemento de simetría oblicua. semejantes por tener, por construcción, "40s lados paralelos y de igual
Dividiendo uno de los lados no paralelos, por ejemplo el B D, en long¡tud (B8' y PC; BS y TD). ·y · consecuentemente, los lados
tres partes iguales, quedan determinados los puntos S y T. Uniendo A S8' y ex resultan ser también paralelOs. Y como SB' es el tercer
con S y C con T, dichas rectas prolongadas determinan en su inter- raro polar, C T será el tercer lado del ~1igono funicular de las fuerzas
BARlCltNTROII ,.7 188 (lEOMlITRfA DE LAS MASAS 4

P I Y F" cuya resultante F" pasará por el punto K, intersección en consecuencia, un arco de circun-
de los lados extremos AS y CT , quedando con ello justificada la cons- ferencia de radio r = %. h. Pode-.
trucción utilizada para determinar el baricentro. mos admitir que el á rea de la su-
En ciertos problemas práv perficie del sector se encuentre con-
tieos, interesa a!gunas veces ce- centrada a 10 largo de dicho arco,
nocer la distancia del baricen. asimilándolo a una linea pesada,
tro del trapecio a una de sus con 10 que la determinación del
h baricentro del sector circular se re_
beses, la mayor por ejemplo.
Para hallarla, aplicamos la ex· duce a la determinación del corres-
o pondiente a l arco de circunferencia
presi6n que establece que la su-o e 1--__---.:6"-,_ _~ o A' M' B' , problema resuelto en
ma de los momentos estáticos
4.1.5b) .
de un sistema de masas respec-
to de un eje, es igual al mo- d).Baricentro de la superficie
y delimitada por un arco de parábola
mento estático de la masa total 8
respecto del mismo eje. Consi-
Fig. 4.15. (figura 4.17).
deremos el trapecio de la figura 4.15, del que queremos conocer la dis- Sea la parábola de la figura
y 4 . 17 que, referida a los ejes x, y,
tancia de su baricentro a la base mayor. Hagamos coincidir el eje z de
un par de ejes , coordenados con la base mayor, y dividamos el trópetlo responde a la ecuación
F;ig. 4 . 16.
en dos triángulos parciales ABe y BeD mediante una diagonal. Loa yl = 2pz [4.52)
baricentros de los trláhgul0s quedan ubicados así: el del ABe a %. h
desde la base mayor, y el de Be D a 113. h desde 'la misma base. En Consideremos la superficie delim ¡tada por dicha parábola y una
consecuencia, Ilómahdo F , Y F : las áreas de las superficies de los dos recta normal al eje z ubicada a una distancia I del vértice de la misma.
triángulos y F il ia superficie del trapecio, resulta E l baricentro de la superficie considerada se encontrará sobre el eje z.
por cuanto constituye un eje de simetría y su distancia a l vértice; es de-
[4.50) cir, su abscisa Zo, debe cumplir la relación:

Zu F = J zd F . [4.53)
Pero, F H=%.(bl+b~) hj F I= II2.b~.h y F :=lh.bl.h. En con-
secuencia, reemplazando en [4.50], y despejando Yo: r Llamando b la base del
~ !;egmento parabólico y I la
('(b, + b,) flecha de · la parábola, el
Yo 3(b 1 +b~) . h [4.51] área valdrá
6
'2
F = Y,.~.f. [4.54)
c) Baricsntro del sector circular (fig. 4.16).
z
Sea el sector circular AM B de centro O y radio r, del que se Consider emos ahora
pide hallar el baricentro: Para ello, consideremos en el mismo un sector una superficie elemental,
elemental que, sin mayor error, podemos asimilar a un triángulo de base 6 normal a l eje z, de espesor
'2 d z y altura 2 y. El momen-
d S Y altura r. El baricentro de dicho triángulo se hatla ubicado a % r
to estático de dicha faja r~s­
del centro O del sector. Asimilando ahora la superficie del sector a una
pecto del eje y será
sucesión de infinitos sectores elementales, sus respectivos baricentros se y
encontrarán a % r de O . El lugar geométrico de dichos barkentros será,
Fig.4.17. zdF = 2yzdz . [4.55]
190 4
189
La superficie total generada por la línea al girar del ángulo a . será
Pero, de [4. S2] resulta y = V2iii. Reempluando este valor y el de
igual a b suma de las superficies elementales generadas por los infinitos
P dado por la [4 . 54], en la [4.53] e integrando se tiene : elementos de línea dS; es decir:

F = faxdS . [4.59]
zQ.2h .b . / = 2v"2P [' zl/l.dz = Ysv'iP I~/I . [4.56]
Siendo a constante puede salir fuera de la integraL Por otra pal'te
f rdS representa la suma de los momentos estáticos respecto del eje z
Considerando que %.b = V2Pf
(ecuación [4.52]), reemplazando de los infinitos elementos dS. suma que, conforme con la definición de
en [4.56] y despejando Zo, resulta finalmente baricentro, será igual al producto de la longitud S de la línea por la
distancia r o de su baricentro al eje z. En consecuencia, podemos escribir:

zo=0/5/. [4.57] F = a f xdS = axoS . [4.60]

Pero a Xo corresponde al arco "recorrido por el baricentro de la línea,


arco que llamaremos SQ . En consecuencia, 1"esulta
4.1.7. Teoremaa de Pappus.
F = sQ . S [4.61]
Los teoremas de PapPu!l, denominados también teoremas de Guldin
que es lo que queríamos demostrar.
por algunos autores, se refieren al área lateral y volumen de satidos de
El segundo teorema de Pappus se refiere al volumen que engendra
revolución. El primero de ellos permite calcular el área de la superficie
una superficie al girar alrededor de un eje de su plano, siendo su enun·
lateral de sólidos de revolución y su enunciado es el siguiente:
ciado el siguiente:
l · r . Teorema do Pappus. El área do la superficie engendrada por
29 T~ema de Pappu~.
una línea plana que ~ira alrededor de un eje coplanar sin cortarlo, etJ
igual al producto de la lon~itud do la línea por la lon~jtud del arco des- El volumen en~endrado por una superficie que ~jra alrededor de un
crito por su bat-ioentro. eje de su plano, sin cortarlo, es j~ual al producto del área de la superficitJ
por la longitud del Brco descrito por su baricentro.
Para demostrar el enunciado z
anterior, consideremos, figura 4.18, En efecto, consideremos, figur~ 4.19, una superficie F contenida
en el plano xz, que gira alrededor del eje z un cierto ángulo a. Un
una línea A B ubicada en el pla-
elemento dF de la misma, al girar, engendrará un volumen elemental
no xz, que gira alrededor de.J
d'V = a.x .dF, siendo ti el ángulo girado y x la distancia del elemento
eje z un cierto ángulo a, gene-
de superficie al eje de rotación z. Al girar la superficie, los infinito"!
rando una superficie. Sea d S un elementos dF, de la misma engendrarán un volumen cuya expresión será:.
elemento infinitésimo de la longi.
tud de la línea y x su distancia v = fdV = · faxdF = afxdF . [4 . 62]
al eje z. Al girar la línea, el ele-
mento dS generará una superficie Pero fxdF corresponde a -la suma de los momentos estáticos de los ele-
elemental, cuya área será igual al mentos de superfiéie respecto del eje z, suma que, de acuerdo con la
producto de cLS por la longitud definición de baricentro, es igual al momento estático de la superficie
del arco recorrido; es decir, y x total respecto del mismo eje, es decir:

dF = a.x . dS. [4.58] Fi¡. 4 . 18. fzdF = zoF [4 .62]


, M OMENTOS DE SEGUNDO ORDEN DE SUPERFICIES
'9' '9' GEOMETRfA DE LAS MASAS

donde Xq es la distancia a l eje z z Integrando esta expresión sobre toda, la superficie, t endremos el momento
del baricentro G de la superficie de segundo ord en de la superficie respecto de los ejes considerados
y F el área de esta última.
Lu ego, reemplazando en la
[ 4 .62 ] resulta: J~ = J" zy.dF [4 .67]
v = uxa P [4 . 64]

P ero, aJeo es la longitud del denominado corrientemente momento cen trí/u~ de la superficie. Algunos
arco o recorrido por el baricentro G , autores acostumbran llamar producto de inercia al momento centrífugo,
longftud Que llamaremos So , te- pero, e n 10 que sigue, adoptaremos la primera denominación.
niéndose fin a lmente: Siendo las superficies magn itudes positivas, e l momento centrífugo
[4.65] Fi,. 4.19. tendrá un signo que dependerá de los signos de las coordenadas de los
elementos de s uperficie; es decir, que será función de los semiejes positi.
vos adoptados. Así, por ejemplo, el momento centrífugo de la superficie
de la figura 4 . 21 a, es positivo, por cuanto tanto las ordenadas y como
4 .2 . Momentos de segundo orden de superficies. las abscisas z de los infinitos ele me ntos de superficie dF , son positivos.

+~'
- ~------r-------? o
-z +Z
4 2 . l . Definiciones.

Sea la superficie de la figura 4.20 a, Y dos ejes cualesquiera .z. y


de su plano. Consideremos un elemento dF de superficie, cuyas distan-
cias a los ejes indicados sean z é y. Se define como momento de se·
gundo orden del elemento de supedicie respecto del par de ejes .z, Y.
al producto del á rea de la superficie elemental por las distancias a ambos
,., .y lb , .y

ejes, es decir:
[4.66] Fig. 4.21.

En ca mbio, si el semieje z lo orienta m os hacia la izquierda, las abscisas


z son todas negativas y, en consecuencia, también 10 serán los productos
z y, y por e nde e l momento centrífugo de la superficie.

y Supongamos ahora que e n la fi gura 4.20 8. hacem os girar el eje y


alrededor de O hasta superpone rlo con el eje z, es d ecir, la situación
de la figura 4.20 b. L A distancia z del elemento d F a l eje y coincidirá
con la distancia y a l eje le, por cuanto ambos ·ejes son coincidentes y,
en consecuencia, la expresión [4 .67 ] se transforma e n
(a) (b)
Fig. 4 . .20. [4.68]
2 MOMENTOS DE S!tGUNDO ORDUf DE SUPE1U'IC1%S '93
'94 GEOMETRÍA DE LAS MASAS 4
que define el momento de inercia de 18 superficie respecto del eje z. Es
de donde
decir que el momento de inercia de una superficie respecto de un eje cual-
quiera de su plano es igual a la integral del producto del elemento dife-
rencial de superficie por el c uadrado de su distancia al eje. = V~. [4.72]
El momento de inercia es siempre positivo. En efedo, cualquiera
sea el signo de la distancia. del elemento de superficie al eje considerarlo, Despejando el valor del momento de inercia de la [4. 71] tenemos
su cuadrado será siempre positivo y, en consecuencia, el momento de
J = F.i '¡ [4.73]
inercia, ya que las superficies son positivas. Excepcionalmente, podrá su-
ponerse negativo un mome nt o de inercia, al considerarla como elemento
es decir, que el momento de inercia de una superfi cie respecto de un
sU!'f:radivo para fa cilitar el cálculo del momento de inercia de una figura eje puede concebirse como el producto de su á rea, supuesta concentrada
compuesta, como se verá más adelante. en un cierto punto ubicado a una distancia del eje igual al correspon~
Consideremos ahora en la figura 4 . 20 b un punto O y sea () la diente radio de giro, por el cuadrado de dicha distancia.
distancia al mismo del elemento dF de superficie. Se denomina momento
de inercia polar del ele mento dF respecto del punto O , al producto
de dF por el cuadrado de la distancia (), es decir: 4 .2.2 . Momentos de segundo orden de superficies con respecto a ejes
paralelos.
[4 .69 ]
Supongamos la superficie de la figura 4.22, referida a un par de
y la integral de esta expresión nos daré el momento de inercia polar de ejes ortogonales z, y, de origen O , Y consideremos otro par de ejes
la superficie respecto del pWlto O . qUe se suele llamar polo. Zo, Yo, paralelos a los anteriores y cuyo origen coincida con el bari~
centro G de la superficie. Llamemos a y b las distancias que sepa-
ran respectivamente a los ejes Zo é Yo.
[4 .70]
Llamando z é Y las coordenadas de un elemento de superficie
,,. dF respecto de los ejes z, y, el momento centrífugo de la s uperficie
P or análogas razones que las aducidas en el caso del momento de respecto de este par de ejes tendrá por expresión
inercia, el momento de inercia polar siempre es positivo.
El momento de inercia es el producto de una superficie por el cua- J~!I = fzydF. [4.74]
drado de una d istancia; en consecuencia, estando medidas las áreas de
las superficies en cm - (o m 2 ) y las distancias en 'c m (o en m), la Pero, de la figura 4.22 Se tiene:
unidad resultante para el momento de inercia (y, en general, para los
momentos de segundo orden), será cm:' (o m ').
Sentado lo a nte rior, establezcamos el cociente entre el momento de
y

z
= b + Yo
= a+ Zo
}. [4. 75 1

inercia de una superficie y el área de la misma. E stando medida la p ri-


mera magnitud en cm'. por ejemplo, y la segunda en cm ! . el cociente Multiplicando entre sí ambas E!xpresiones resulta:
entre ambas resulta rá medido en cnr ; es decir, será una magnitud que
podremos interpretar como el cuadrado de una cierta longitud, que llama- zy = YoZo + ab + ayo + bzo . [4.76]
Temas radio de Airo de la superficie respecto del eje considerado, e indi~
:aremos con i . es decir Introduciendo la expresión de zy dada por la [4.76] en la [ 4.74] ,
y separando integrales se llega a
j2 _ J [4.71]
F J~~ = fz oYodF+abfdF+afYo
, .dF+bfzo.dF. [4 .77 ]
2 MOMItNTOS DI!: SEGUNDO ORDEN DE SUPltRFICll!S
'9' GWMETRfA Plt LAS MASAS 4
Pero pero, por definici6n de radio. de giro, 1 / F = ;"3 . En oonsecuencia
fz" y"dF = J~".Q;fdF=F; fy".dF = O y jzo .dF=O [4 .81)

por representar las dos últimas integrales el momento estático de la expresión que define el radio de giro de una superficie respecto de un eje
superficie respecto de ejes baricéntricos. Reemplazando en la [4.77] en funci6n del correspondiente a un eje baricéntrico paralelo al dado.
llegamos a La expresi6n [4.81] ( interpretada gráficamente, nos dice que el radio
[4 .78) de giro de una superficie respecto de un eje puede obtenerse como la
hipotenusa de un triángulo rectángulo, cuyos catetos correspondan: uno
al radio de giro respecto de un eje baricentro paralelo a l dado, y e l
Es decir, que el momen- otro a la distancia que separa ambos ejes (figura 4.23) .
to centrífugo (o. en general, ~Z~r- __' -__________40
Como consecuencia resulta que, dada una superfici e y un eje cual-
e l momento de segundo or-
quiera de su plano, el radio de giro ne la misma r especto del eje consi-
den) de una superficie res- ó
y derado es siempre mayor que la distancia del baricentro de la superficie,
pecto de un par de ejes cua-
al mismo eje.
lesquiera, es igual al momen- -~¿"'--_.....l-1--t-rI
to centrífugo respecto de un
par de ejes baricéntricos, pa-
ralelos a los anteriores más
el producto del área de la z, z, G
0- -
supe rficie por las distancias dF
que separan a los ejes.
d
....
Particularmente. cuando
los pares de ejes son coin- Y
z V· z
cidentes, el momento centrí- Fi,. 4 22. z z
fugo se transforma en el
momento de inercia, y la expresión [4.78] toma la forma genérica d
zo z·
1 = l o + F.d J [4 .79)
Fi,.4.23. Fi,. 4.24.

r donde 1 es el momento de inercia respecto de un eje cualquiera, l o el


correspondiente a un eje baricéntrico paralelo al anterior y d la distancia
que separa ambos ~jes. La expresión [4.79] se conoce ron el nombre de
Teorema de Steiner, cuyo contenido reza:
Deduciremos a continuación, la expresión del momento de inercia
de una superficie respecto de un eje cualquiera en función del momento
de inercia de otro eje, paralelo al anterior pero que no sea baricéntrico.
Para ello consideremos la superficie de la figura 4 .24 y los ejes z y r,
El momento de inercia de una superficie respecto de tltl eje cual- paralelos entre .sí y separados de una distancia d. Supongamos cono-
quiera de su plano, es i~uaJ Jil momento de inercia de 18 misma respecto cido l . . Si d F es un elemento de superficie, con la notaci6n de la figura,
de un eje baricéntrico paralelo al anterior más el producto del á rea de se tiene:
la superficie por el cuadrado de la distancia que separa ambos ejes. [4 . 82)
Dividiendo la expresión (4. 79] por el área de la sección F, se tiene:
pero y' = y + d. Luego, elevando al cuadrado y reemplazando en
[4.82], resulta:
[4.80)
J~. = fy' dF + 2df ydF + d' fdF. [4 .83)
, MOMENTOS DE SEGUNDO ()RT I!:N DE IUfl'¡¡,qnC1E8 19. GEOM&1llfA DII LAS MASAS 4

Siendo fydF = S •• momento estático de la superficie respecto del El radio de giro polar i,. =
V!P I F puede interpretarse como el
eje ., Jy ' dF =
J. y fdF = F I se tiene: radio de una circunferencia con centro en el polo, lugar geométrico de
puntos en los cuales puede suponerse concentrada el área de la super-
J. , = J. + 2dS. + Pd ' [4.84] ficie que, multiplicada por dicho radio elevado al cuadrado, nos da el
momento de inercia polar.
Dividiendo la expresión anterior por F, Y recordando que S. = F .Yo.

r se llega a la siguiente expresión del radio de giro respecto del eje z' en
funci6n del correspondiente al eje z: z O
z
[4 .85]
h

4.2. "'. Momentos de inercia y radios de giro polares. O'

d
En 4.2 . 1 definimos al momento de inercia polar de una superficie
como la integral de los productos de los elementos de superficie dF por
V' V
sus respectivas distancias a un punto del plano denominado polo. Consi-
deremos ahora la superficie de la figura 4 .25 Y el par' de ejes coordenados
Fi¡. 4 . 25. Fil. 4.26.
s, y. El momento de inercia polar de la misma respecto del polo O,
origen de coordenadas, será:
Sea ahora la superficie de la figura 4.26 Y el par de ejes baricén-
[4 .86] tricos ortogonales %, y. Conocidos los momentos de inercia de la super-
I ficie respecto de ambos ejes, queda determinado el momento de inercia
Pero, de la figura se tiene polar respecto del origen de los mismos, mediante la expresión

[4 .87]

luego reemplazando en [4.86] Supongamos otro polo O'. Y ubiquemos un segundo par de ejes

T,, es decir
[4.881
ortogonales t"'. y', paralelos a los anteriores y cuyo origen coincida con
O'. De acuerdo con el teorema de Steiner tenemos:

f .· - J. + F.b '
I
I Dividiendo la [4. 89J por F se llega a
[4.89]
f" . = f ,,+ F.a l } [4.91]

I Sumando miembro a miembro las {4.91] resulta


I [4.90]
I
[4.92]
expresión que nos permite calcular el radio de giro polar partiendo de
los radios de giro correspondientes a dos ejes orto¡onales que pasen por De acuerdo con la [4.89], J•. + Jr' = +
J,.. y J. J,, ::: J,.. Ade_
el PulO. más, de la figura resulta a 2 bl + = d 'l. . siendo d la distancia que
, '00 •
MOMENTOS DE SEGUNDO ORDEN DE Sl1PZRP'ICIU

separa am bos polos (uno de ellos, baricentro de la figura).


'"
En conse-
o
cuencia, reemplazando en [4.71] se tiene: A.,( J . tX"-
i 'r '
] po = JI' + F .d ~ ; [4.93J

expresión que nos dice que el momento de inercia polar respecto de un


f polo que diste una distancia d del baricentro, es igua l al momento de
inercia polar baricéntrico más el producto del á rea de la superficie por
el cuadrado de la distancia que separa ambos polos. Este enunciado
puede considerarse como una extensión del T eorema de Steiner al caso
de los momentos de ine rcia polares.
Si se tratara de dos polos, nin-
guno de los cuales fuera baricéntrico,
caso de la figura 4 . 27, la expresión a Y,
-
G
I
I ~ Fig. 4.28.

que se llega es semelante a la [4.84 }, I Integrando sobre toda la superficie, resulta


como veremos a continuación. Con
la notaciÓn de 'a figura y teniendo
:0
presente la r4.84] resulta:
J. = fy 1
d F ; J~ = fz ' dF .; J".. = fzydF. [4 .97J


d • G iremos ahora los ejes, manteniéndolos ortogonales, un ángulo a,
J•. = J~+ 2aS#+ F a ~}
. O· de modo Que pasen a ocupar la posición z'. y'.
z [4.94J
= J,+ 2bS. + Fb . Con respecto a 105 nuevos ejes, las coordenadas de d F , en función
h de z é y resulta n:
Sumando miembro a miembro,
, teniendo en cuenta la [4.89] y re-
cordando que S. = F 'YG Y S, =
y'
z' = z.cosa + y.sena }
[4 .98J
y' = y.cosa - z.sena
= F . Zo, reJi ulta finalmente Fia·4 .27.

Los momentos de segundo orden respecto de los ejes z'. y ' será n
[4 .95]
J~, - fZ"dF

}
como expresión del momento de inerda polar respecto del polo O', en
función del correspondiente al p.o.io o. '. J. , - fy " dF (4 .99J
] .'1" - f z'y'dF

4.2.4. Momentos de segundo orden con respecto a ejes de un mismo R eemplazando en las [4.99] los valores de z' é y' dados por
ori$en. las [4 .98] se tiene:

Sea la superficie de la figura 4.28 Y consideremos un par de ejes JI" = J zI.cos'o.. dF + fr.sen ' a.d F + 2fzYsenacosadF)
coordena<;tOs z , y j de origen O. P ara un elemento"de superficie d F ,
d o' J. , = fyl. cos1a.dF+fz2 .senza.d F - 2fzysenacosadF [4.100]
de coor<;te,nadas z. y, se tiene:
J ~" , = f y l.sen a.coso.d F - f Zl sen a.cosa d'F +
,~ J" = y " dF ; dI, = zl dF dJ~ = zydF . [4 .96J (cos! a - sen! o) f zy . dF
2 MOMENTOS Dl!; SEGUNDO ORDEN DE SUPERFICIES 201 202

es decir, de acuerdo con las [4.97], Y teniendo en cuenta que Derivando la correspondiente expresión de J%. e igualando a cero,
tenemos:
2 sena cosa ::::: sen2a y cos !.- sen ~ a = cos2a:

JII' = JII ·coS z (l+J= .sen l a+J~~ .sen2(l } '\";O =0


) [4,105]
Iz' = J. . . cos" a+J" .sen ! a - l .... . sen2a l- [,,4.101]
de donde
] z'~' = J z.v cos 2(1+ 1f2(l~ - JII)sen2a .~ (1
(J1I-]z)sen2al -2Jr,¡ cos2o. , =0 [4,106]
Estas expresiones nos dan los momentos de segW1do orden de la
y finalmente
sup.erficie respecto de los ejes ortogonales 2', y', en función de los
correspondientes a los ejes z, y. [4,107]
Si en la segunda ecuación de las [4.101] hacemos (l = 45" resulta :
Existen dos valores del ángulo 2 (11 que satisfacen la [4.107] y
[4,102] que difieren entre sí de 1800 • En consecuencia habrá también dos valores
de donde a" que difiriendo 900 también la satisfacen. Los ejes qüe corres-
Jr~ = . %(]" + } /I ) - J~~. [4,103] ponden a estos dos últimos valores de a , serán, pues, ortogonales, sien-
do J r' máximo para uno de ellos y mínimo para el restante.
expresión que permite calcular el momento centrífugo respecto de dos Dichos ejes se denominan ejes principales de inercia, y los ~omentos
ejes ortogonales en función de tres momentos de inercia. de ihercia correspondientes, momentos princip8Ies de inercia.
Analizando las ecuaciones (4.101], vemos que las mismas son fun· La determinación del valor de los momentos principales de inercia
ción de a. Variando el ángulo que forman entre sí los dos pares de ejes, en función de los momentos de segundo orden, correspondientes a un
variarán los momentos de segundo orden. En lo que respecta a los mo- par de ejes ortogonales, se efectúa del modo siguiente:
mentos de inercia, nunca podrán anularse, ni admitir valores negativos, Recordando que
pero sí alcanzarán valores máximos o mínimos. En cambio, los momentos
oos' a = lh(1 + cos2a)¡ sen 2 a = V2(1-cos2a) [4,108]
centrífugos, que pueden ser negativos, podrán tener valores nulos.
Aquellos pares de ejes para los cuales el momento centrífugo se y reemplazando estos valores en la segunda de las [4.101] se tiene:
anula, se denominan ejes conjuAados de inercia. Existen infinitos pares
de ejes conjugados de un mismo origen, y en tre ellos un par ortogonal. J.' = lh(].+J, )+'h.(]. - J JI)cos2a .-Jcrsen2a [4.109]

y tel;liendo en cuenta la [4.107]

4 .25 . Ejes principales de inercia. J". = 1f2(]. +J,) ~tg2aJ=


+ lh.(]. -Jr)cos2a [1- J.-J,
= '!.(J. +J,) + '!.(J.-J,)c,,"'a(1 +,.'2a) _ [4,110]
Se denominan ejes principales de inercia el par de ejes conjugados
ortogonales. Para dicho par de ejes, los momentos de inercia alcanzan = l¡'2(J. + Jr) ± lh(],, - JJI) VI + tg 13 2 a
valores máximos o mínimos.
Reemplazando el valor de tg2a dado por la [4.107], y teniendo
Consideremos la segunda de las expresiones [4.101], que nos da
en cuenta los dos signos del radical se lIega a:
el valor de '-'J~ en función de a. La función de J:: , pasará por un máximo
(o mínimo) cuando

=0 [4,104]
f
( J,

J,
-
-
J",b. = '!.(Jd J,) + '!. v(J. - J, )' + 4 J;'
Jmíu = '!.(J. +],) - '!. V(J. -],)' + 4 J ;'
} [4,111] (

)
\ •
,,
2 MOMENTOS DE SWUNOO ORDEN DE SUPERFICIES 203 204 <lEOMEmÍA DE LAS MASAS 4

que corresponden a los valores de los momentos principales de inercia. Se tiene as!:
Si en la tercera de las [4. 101] reemplazamos el valor de tg 2 a dado
por la [4.107] , tenemos: 1 11'11' - [4.117]
2J~1I
J~ - J, Reemplazando en la anterior tg 2 a por su valor dado por la [4.114] se
J 1,2 - J~II • -77:;:::::;;;:=- + [4.112]
llega a
y l + tg' 2u 2

es decir Que el momento centrífu~ respecto de un plU" de ejes principB.


1 1'"2' = +V4 J;,+ (J, J, )' (máximo)

le$ de 1nfilrcis es nulo. Se deduce de ello, que estos ejes constituyen el


único par de ejes conjugados ortogonales, entre los infinitos pares que
pasan por un punto. Veamos ahora para qué pares de ejes el momento
Jl~2 ~
- -v'4J~+ (J~ 1'1 ) 2 (mínimo)

expresiones de los momentos centrifugas máximo y mínimo en función


1 [4.118]

centrífugo alcanza valoras extremos. Para ello, !igualemos a cero la pri- de los momentos de segundo orden respecto de un par de ejes ortogonales.
mera derivada de la tercera ecuación de las [4.101]. Tendremos:
Si una figura admite un eje de simetría, el mismo es, a la vez, eje
principal de inercia. En efecto, sea el caso de figura 4.29 Y considere-

[
dJ •. wJ Q ~ = -2 J:ll sen2(l~+ (];- JII )Cos2(l2 = O [4.113] mos el par de ejes coordenados z, y, ha-
d (l. ... ciendo coincidir el eje y con el eje de si-
metri9. A cada elemento de superficie dF
de donde ubicado a una abscisa z y ordenada y, le
z _z corresponderá su simétrico, de igual ordena_
[4.114] da que el anterior, pero de abscisa -z. En
consecuencia, a cada producto zydF, que
representa el momento centrífugo elemental
expresión que se satisface para dos valores de 2 a que difieren 180°, y
le corresponderá otro producto -zy dF. y,
y por ende, para valores de a que difieren 90°. Por otra parte, siendo z o al establecer la 's uma de todos ellos, es de-
cir, la integral extendida a la superficie, se
1
tg2 a~ ----
tg 2 al
[4.115] anularán mutuamente los productos, resul-
tando con ello nula la integral. Como . esta
integral representa el momento centrífugo
{t ,y fI~ diferirán entre sí 45°; es decir, que el par de ejes para los y respecto del par de ejes ortogonales dados,
cuales el momento centrífugo es máximo o mínimo, bisecará el ángulo al ser nulo, los ejes serán conjugados y,
que forman entre sí los ejes principales de inercia. Fig. 4.29. como sólo existe un par de ejes conjugados
ortogonales que son .precisamente los ejes
Calcularemos a continuación los valores máximo y mínimo del mo-
principales de inercia, queda así demostrado que cuando una figura ad-
mento centrífugo. P ara ello, expresemos en la tercera de las [4.101] mite un eje de simetría, el mismo es, a la vez, principal de inercia.
cos 2 (l Y sen 2 a en función de tg 2 (1, recordando para ello que

tg ,2 0
.sen2a '= 4 .2 .6 . Momelllo~ de segundo orden l"e.spt:clO de eje.; obUcum.
-v' 1 + tg ~ 2 a [4.116]
cos2a =
Vl +tg 2 2a
1 } Sea la superficie de la figura 4.30 y consideremos un par de e;e:5
ortogonales z, y, y, con el mismo origen, dos ejes u y v, que formen
2 MOMENTOS DE SMUNDO ORDEN DE SUP1tRl"ICIES 205 206 GWM&TRIA DE LAS MASAS

con el eje z los ángulos a y ~ respectivamente. De la figura tenemos:
4.2 . 7 . Determinación de momentos de ' inercia de figuras de contorno
v _ y.cosa-z.sena
u _ z.senp - y.cosp } [4.119J
irregular.

Nos ocuparemos en primer término de la determinación de los mo-


Por otra parte, sabemos que J .. =fv1.dF; J.= fu 1dF y J.. ~ = mentos de inercia de figuras de contorno irregular; es decir, aquéllas cuyo
= f uvd F. Reemplazando en éstas los valores de u y v dados por las contorno no responde a ley alguna.
[4.119], resulta: El problema se puede
resolver por métodos numé-
~ ------------_. ricos o gráficos, como vere-

J" = J~ cos fl ~+J~ sen ~ p-J :, sen2p


} [4.l20J
~ .... -_. \ - ------- ._---

fj ....... -------
mos a continuación.

\ ~ 0- _ '
.. a) Solución numérica .
J,,~ = J~, (senacos(3 + senpcosa) - J, ('osucos(3- J~ senn;sen(3. F. ~.
Para calcular el momen-
to de inercia de la superficie
Cuando u y v son ejes con- z o de la figura 4.31 respecto
jugados. el momento centrífugo
y. y.
, del eje z indicado en la
respecto de los mismos es nu lo. z
misma; comenzaremos por
Si, dado un eje cualquiera u , dividirla en fajas paralelas a
queremos conocer la dirección u la dirección del eje, de redu-
Fil. 4 . 31.
del eje conjugado, es decir, el
cido espesor. y en forma que
ángulo ~ que forma con el eje
las superficies resultantes sean tales que la determinación de su baricentro
de las Z I bastará para eIlo ha- sea posible en forma simple, y cuyas áreas sean fáciles de calcular. Es
cer igual a cero la tercera de las
así que las dos superficies parciales extremas, en el caso que nos ocupa,
ecuaciones [4.120]. Y despejar
pueden sin mayor error asimilarse a sectores parabólicos, y las restantes
el va lor de tg ~.
a trapecios. 2stos, a su vez, pueden reemplazarse por rectángulos de igual
Una vez igualada a cero la área. por cuanto, dada su pequeña a ltura, la diferencia de ubicación de
v
expresión de I Vfl . dividiéndola los baricentros es despreciable.
por cos a cos ~ y s implificando,
Calculadas las superficies parciales F i
y determinadas las distancias
,
llegamos a Fil. 4 . 30.
Yl de cada baricentro al eje z. se establecen los productos F i . yf
I cuya
suma nos da el momento de inercia buscado; es decir.
[4.l21J

Finalmente, despejando tg ~: [4.l23J

I~ - tga I z, El momento de inercia calculado mediante la expresión [4.123] es


= }q tga 1,
[4.l22J
sólo aproximado. En efecto. el momento de inercia de la figura es igual
a la suma de los momentos de inercia de las figuras parciales en que se
expresión que d.efine la dirección ~. conjugada de la a. la ha dividido. La expresión exacta del momento de inercia de una faja
2 MOMENTOS DI!; SJroUNDO ORDEN DI!: SUnRJt1CJES 207 208 GlWME1"RfA DE LAS MASAS 4

genérica, respecto del eje z, es, de acuerdo con el Teorema de Steiner,


la siguiente:

donde ¡ t, es el momento de inercia de la faja respecto de su propio eje


baricéntrico paralelo al dado, F I su área e Yi la distancia de su bari- Elv Ev
","
centro ,al eje z •
-<E
En consecuencia, la expresión exacta del momento de inercia de la 1lE
vv "lB "o.
figura respecto del eje z será: <i
~

"
• • • .... ....
~

J~ = '1:.1; - 'l:.J'
1 a, + };Fi
1
yf [4.125] e e e
.;: .;: "

Ahora bien, cuanto mayor sea el número de {ajas en que se ha divi-
'"
dido la figura; o bien, cuanto menor sea la altura de cada una de ellas, o ;;
----+
,,'".
~-
'< '<'
cuanto más alejado se encuentre el eje z del baricentro de cada faja,
,,-
• " I
tanto menor será el valor relativo del término J h frente al de J=. En I
consecuencia, si la figura se divide en un número suficiente de fajas para·
lelas de reducido espesor, J~, será despreciable, y la fórmula [4.125]
puede reemplazarse sin mayor error pol" la [4.123}.

b) Solución gráfica de Culmann.


El procedimiento gráfico de Culmann para la determinación de mo--
mentas de inercia, consiste en la interpretación gráfica de la fórmula apro-
ximada [4. 123]. Dividida la superficie (figura 4.32) en fajas paralelas
a la dirección del eje respecto del cual se desea calcular el momento de
inercia, y determinados los correspondientes baricentros, aplicamos en los
mismos y paralelamente al eje, fuerzas F¡ cuyas intensidades correspon-
dan a las ·áreas de las fajas respectivas. Si en una escala de fuerzas
","
a cm ~ / cm llevamos vectores representativos de dichas fuerzas, y con polo
O, y la distancia polár h , trazamos un primer polígono funicular I, '"
11, ... , VI, la intersección de dos lados consecutivos, el I y n, por ejem-
"" •
plo, con el eje respecto del cual se busca el momento de inercia, determi-
....' ~ c>
na un segmento Al , A:!, que en la escala correspondiente representa el ~

momento estático F , Yl de la fuerza con respecto al eje. Supongamos


ahora aplicadas en los baricentros nuevas fuerzas, cuyas intensidades co-
"',
rrespondan a los respectivos momentos estáticos F , y " y tracemos un o
polígono funicular de las mismas I', 11' ... VI'. Para el trazado de este "'- ",-
segundo polígono funicular usamos como polígono de (uerzas directa-
mente los segmentos A ,A" A tA .• , .", AA, determinados sobre el eje
MOMENTOS JlK SEGUNDO ORDEN DK SUPutrlcms
'09 210 GWM.E'I1ÚA DE LAS MASAS 4

por la intersección con el mismo de los sucesivos lados del primer funicu- p.,o [4.129]
la r, por cuanto dichos segmentos representan, en una cierta escala, los
momentos estáticos que corresponden precisamente a las intensidades de y además
las nuevas fuerzas ideales. AH.Ese.Longitudes = y, . [4.130]
Trazado el nuevo funicular, dos lados consecutivos del mismo deter-
minan sobre el eje un segmento, ~ A~ por ejemplo, que en la escala En consecuencia, reemplazando en [4.128] resulta :
correspondiente representa, a su vez, el momento estático de la nueva
fuerza aplicada en el baricentro, es decir F:
.Y1 •
nI = F'YI
'h . -".-;;';'-'-'--;;;-;-
y,
[4.131]
Pero, por ser F~.= F1'Yl' el segmento A~ A~ leido en la escala Ese . Mom. Est. Ese.Long.
correspondiente, representa el valor F 1 Y~ y, en consecuencia, el segmento de donde
intersectado entre el primero y último lados del segundo funicular sobre
el eje dado, A: A~ = 3 (cm), representará en la escala correspondiente,
F, Y ~ = Q,2. Esc.Mom.Est. X Esc.Long. [4.132]

f. F , y ~ La esca la de momentos de inercia ~rá igual a la escal9. de


Ahora bien, la expresión [4. 132] representa el momento de inercia
iuerzas en que se han representado las (uerzas ideales F [. multiplicada con respecto a z, de la 'Superficie de la primera faja en qu~ dividiére.mos
por la escala de longitudes y por la distancia polar h, del segundo polí- la figura. Dicho momento de inercia está dado por e l área de la super-
gono funicu lar. Pero la escala de fuerzas indicada es, a su vez, la escala ficie encerrada entre los dos primeros lados del polígono funicular y el
en que leiamos los segmentos A l A 2 , etc, determinados por el primer eje %, leido en la escala correspondiente. Evidentemente, si queremos
polígono funicular; es decir, una escala de mamemos estáticoI igual al hallar el momento de inercia total, bastará sumar las áreas de los suce-
producto de la escala de fuerzas en que se representaron los vectores F , : s ivos triángulos formados con el eje z por dOI lados. consecutivos del
multiplicada por la escala de longitudes y por la primera distancia polar polígono funicular. En otras palabras, de acuerdo con el procedimiento
h 1 • En consecuencia, reemplazando esta segunda escala en la primera, de Mohr. el momento de inercia de una figura respecto de un eje de su
resulta, en definitiva: plano, se obtiene determinando el área de la superficie comprendida en·
___ o
tre el polígono funicular del sistema de fuerzas representativas de lal
Escala J = Esc.F.Esc.L .h •. h ! [4.126] superficies parciales, el primer lado del mismo y el eje respecto del cual
se calcula el momento de inercia. Dicha área, debe leerse en la denomi-
Esta escala 'Se suele denominar escala de Culmann. nada escala de Mohr, que surge de reemplazar la escala de momentos
En consecuencia, en el caso de la figura 4.32, el momento de inercia estáticos de la expresión [4. 132] por sus escalas constituyentes, tenién-
de la superficie respecto del eje z dado será igual a: dose en consecuencia :
___ o

J. = lI(cm). [a./p .h~.h! : . ] . [4.127] Escala de Mohr = 2Ese.F X Esc.L X h [4.1331

donde h es la distancia polar del único poHgono de fuerzas utilizado.


c) SoIudón ~ráfica de Mohr.
Finalmente, I1amando n al área de la superficie encerrada entre el fu-
Consideremos la misma superficie de la figura 4.32. Una vez tra- nicular, su primer lado y el eje z, el momento de inercia buscado será
zado el poHgono funicular con polo O, de las fuerzas F I , representa-
tivas de las superficies parciales en que se ha dividido la figura, prolon-
[4 . 134]
guemos los dos primeros lados del mismo hasta cortar el eje z, con res-
pecto al cual se busca el momento de inercia. Queda determinado así el
triángulo AA, Al ~ rayado en la figura, cuya superficie n, tendrá un El método de Mohr, lo mismo que el.de CulmanD, en la forma que se
área ha aplicado, conduce a resultados aproximados, por cuanto se desprecian
[4.128] en el mismo los momentos de inercia de cada una de las fajas respecto
2 1Il0MWTOS DE SWUNOO OROEN 01': SUPBRP IClU 2" 212 GJtoMnRÍA. PI!. lAS MASAS

de sus propios ejes baricéntricos.. El error cometido está dado por el ár ea mas en detalle al considerar el momento de inercia de un rectá ngulo
d e la superficie comprendida entre el polígono funicular y la curva ins- respecto de un eje no baricéntrico, el momento de inercia del rectángulo
cripta en el mismo y tang'e nte a éste en los puntos en que las rectas que elemental, respecto del eje z está dado por la expresión:
dividen la superficie, cortan los sucesivos lados del funicular. En efecto,
a medida Que a umenta mos el número de fajas en que se divide I~ figura, ' ¡... 6 z ( Y 2i
. - ' )
o = 3""' Y li [4.135]
se incrementa el número de lados del polígono funicular. En el límite,
pa ra infinitas fajas de espesor infinitésimo, el polígono funicular, como
El momento de inercia total de la figura será igual a la suma de los
veremos en capitulas posteriores, se transforma en una curva denomlnada
correspondientes a los rectángulos elementales en que se la ha d ividido,
curva funicular, inscripta en el primero. E l área encerrada entre la curva
fun icular, e l eje con respecto al cual se calcula el momento de inercia es decir:
y la primera tangente, que en este caso corresponde al prime r lado del

J. = V3~Ó.z.(y:,- y :, )
, [4.136]
polígono funicular, le ída en su correspondiente escala, nos da el momento
de inercia buscado, esta vez en forma exacta. Como en la práctica la
curva se sustituye por e l polígono funicular, la diferencia de áreas nos El procedimiento de Baumann consiste en trazar una figura (fig.
da e l e rror cometido, que será tanto menor cuanto mayor sea el número 4.33 b), e n la que las coordenadas de cada punto de s u contomo sean
de fajas en que se divida la figura. z' = z de la figura dada, e y' = y'¡. En consecuencia, dividiendo la
nueva fi g ura en fajas verticales de ancho A z, resultará n rectángulos
elementales de ancho A z y altura (y;. - y:¡). cuyas superficies ten-
d) Solución ~raficonumérica de Baumann.
drá n un área
Sea la figura de contorno irregular de la figura 4 .33 a de la que se [4.137]
pide calcular el momento de inercia respecto de un cieltto eje de su plano.
H agam os coincidir con dicho eje el eje z de un par ortogonal, y divi-
damos la figura en fajas de ancho Ó. z, paralelas a l eje y . Por ser Ó. z
reducido, las fajas, sin mayor error, pueden' asimilarse a rectángulos ele· reemplazando en (4.137] resulta:
mentales. de base Ó. z y la a ltura (Yll - Y 2¡ ), donde y, ! é y ,¡ corres·
ponden a las ordenadas extremas del rectángulo elemental. Como vere· [4.138]

En consecuencia, el área de la segunda fi gura corresponde, en la es-


cala q ue resulte, al triple del momento de inercia buscado, es decir,


J" = YJl:Ó.F
, i = 1/3 F . [4 . 139]

4.2 . 8. Momentos de inercia de figuras geométricas.

Para la determinación de momentos de inercia de figuras geomé-


tricas, son de aplicación los procedimientos gráficos y graficonuméricos
(d) analizados en e l parágrafo anterior. Sin embargo, tratándose de figura s
geométricas simples como el rectángulo, triángulo, sector parab6lico, etc~
(bl es prefe rible emplear la solución analítica, reservando los procedimientos
Fii. 4.33. gráficos para el caso de figuras compuestas.
, MOMENTOS DI!: UGUNDO ORDEN DI!: SUPERFIClEI 21. •
a) Momento de iner-cia del rectán~ulo. En el caso particular del cuadrado, donde b = h = a = lado del
cuadrado. la f6rmula [4.143], se transforma en
Para el rectángulo, interesa principalmente conocer el valor de su
momento de inercia respecto de ejes paralelos a cualquiera de las bases, [4.144)
por cuanto, conocidos éstos, es fácil pasar al
correspondiente a un eje de dirección cual- z O
Además, para el eje baricéntrico orientado en una dirección cual·
quiera, mediante las fórmulas de giro de
ejes [4.101] o bien dividiéndolo en trián- dyl I h f, quiera, el .momento de inercia no cambia, siendo igual siempre a o A1 12.
r
- ....
En efecto, consideremos el cuadrado de la
gulos parciales. Comenzaremos determinan. _.-
z,
G
figura 4.35 y los ejes z, y baricéntricos.
do el mome~*o de inercia de un rectángulo
h Para ambos, el momento de inercia valdrá
de base b y altura h, respecto de un eje
1/ 12.a 4 ; es decir, 1.= 111 '
ooincidepté con una de las bases. Sea para z
ello el rectángulo de la fig~ra 4.34 Y con- b Si deseamos conocer el momento de
l' I O
sideremos una faja elemen!a! ¡;le ancho b I inercia respecto de un eje z' que forma un
Y
altura d y Y ordenada y, medida desde la ángulo cualquiera a con z, aplicamos la
base del rectángulo. La superficie elemen- segunda de las [4.101]. Pero, teniendo en
Fia. 4.34. cuenta que 1== 1", resulta
tal tendrá por área

dF = b.dy [4.140) Fig. 4.35,

y el momento de inercia de la misma respecto de % es decir, que para el cuadrado, el momento de inercia con respecto a
cualquier eje baricéntrico es constante e igual a 0 4 / 12.
[4.141)
b) M omento de inercia del triángulo.
Integrando entre O y h (límites de variaci6n de y), se tiene : En el caso del triángulo, interesa fundamentalmente conocer los mo-
mentos de inercia respecto de ejes que, siendo paralelos a una de las
1= = ¡l b,y ' .dy = V3 b.h' . [4.1421 bases, coincidan con ella, sean baricéntricos o pasen por el vértice opuesto
a la base considerada. El momento de inercia respecto de cualquier otro
• eje paralelo a una de las bases se obtiene una vez conocido el correspon-
Conocido el momento de inercia respecto del eje % coincidente con diente a un eje baricéntrico paralelo, por aplicación del teorema de Steiner.
una de las bases, mediante la aplicación de la fórmula derivada del teo_ Sea el triángulo de la figura 4.36 Y z un eje paralelo a una de las
rema de Steiner, podemos calcular el correspondiente a un eje baricén- bases que pase por el vértice opuesto. Consideremos una faja elemental
trico paralelo a las bases. En efecto, la distancia del baricentro del rec- de espesor d y, a una distancia y del eje considerado, y sea b ll su
tángulo a ·las bases es V2 h. En consecuencia ancho variable. El momento de inercia del trián~lo respecto de z será:

[4.143)
J. =1 10
b". y · .dy [4.146)
El teorema de Steiner nos permite determinar el momento de iner-
cia del rectángulo respecto de un eje cualquiera paralelo a las bases. pero, por semejanza de triángulos, b" = blh . y; luego, reemplazando
Para ello bastará sumar al valor dado por la [4.143], el producto del
área del rectángulo (bh) por el cuadrado de la distancia d que separa b h' [4.147)
el eje considerado del eje paralelo baricéntrico. h'4=
2 MOMENTOS DE SEGUNDO ORDEN DE SUPERPICIES 2lS 2" GEOMETRiA DE LAS MASAS 4

Aplicando el teorema de Steiner, y teniendo en cuenta que el bari- c) Momento de inercia de un trapecio.
centro del triángulo dista del vértice 2!J. h, obtenemos el momento de
inercia respecto del eje Zo, baricéntrico y paralelo al anterior: La determinación del momento de inercia de un trapecio se obtiene
por división de la figura en triángulos parciales, o triángulos y rectángu-
b.N~
los según el caso, de bases paralelas al eje dado. Por ser .muy simple la
-36 [4.148] solución, no entraremos en el detaUe del desarrollo, limitándonos a indicar
las expresiones del momento de inercia d'! un trapecio de bases b' y b"
Finalmente, considerando el eje z'. coincidente con una base y Y altura h, respecto de ejes coincidentes con las bases.
paralelo a los anteriores, que dista del baricentro V3. h, por aplicación
del Teorema de Steiner obtenemos el correspondiente momento de inercia: l , = ~(b' + 3b") (z = base mayo,) }
12
[4.150]
l.· _ b.h'~ + 1f2b.h(1J3.h)l! _ b.h·
[4.149] l , = ~ (3b' + b") (z = base menor)
36 12' 12

siendo b' la base mayor y b" la base menor.


En el caso de la figura 4.37 en que el eje con respecto al cual se
desea conocer el momento de inercia no es paralelo a ninguna de las d) M omento de inercia del círculo.
bases del triángulo, se procede a dividir la figura en triángulos parciales
de bases paralelas.al eje" dado. La determinación del momento de inercia del círculo respecto de
un eje baricéntrico se simplifica por la circunstancia de admitir un centro
de ~¡m .e tría. En efecto, con respecto a cualquier eje que pase por el cen-
z O e tro dIO simetría, .el momento de inercia es siempre el mismo. Luego, si para
el círculo de radio r de la figura 4 . 38, trazamos el par de ejes ortogo-

d ll y

h
<
A'

l ~
G
B'
- ",
"'=> ...... '\
-~
C'
"
6 A B
J'

Fig. 1.36. Fig. 4.37. z

En el ejemplo de la figura 4.37 resultan los triángulos parciales


A' CC'; A' BB'; BA' e' y BB' A. Se determinan luego los momentos
de inercia de cada uno de los triángulos respecto del eje z, y la suma de
tos momentos de inercia parciales nos dará el momento de inercia buscado.
Para los triángulos A' BC' y A' CC' se aplica directamente la fórmula
[4.149). En cambio, para el B A' B' corresponde utilizar la [4. 1471 Y
en el BAB' la [4.148], aplicando luego en este último la fórmula deri-
vada del teorema de Steiner.
Fil. 4.38.
, MOMENTOS DE SEGUNDO ORDI!:N DE SUPERFICIES 217 218 (lEOMtrll:fA DE LAS MASAS 4

nales Z I y, baciendo coincidir su origen con el centro O del círculo. Consideremos un rectángu lo elemental, normal al eje z. de a ltura
tendremos J: = J, . 2 y Y base d z. Su momento de inercia respecto del eje z será:
Recordando que J,. = J~ +
J. resulta finalmente: 1
dJ1 = 12 (2 y) ~ dz [4.157J
J: = J. = Y2 JI' [4.151]
y el momento de inercia total
Es decir, que el momento de inercia de un círculo respecto de un
eje baricéntrico cualquiera es igual a la mitad de su momento de inercia J~ = 2f3j:'y dZ. s [4 . 158J
polar respecto del centro.
Para hallar el momento de inercia polar I consideremos un elemento. Pero como y ' = 2 pz, resulta en consecuencia
de superficie delimitado por dos círculos concéntricos separados d Q Y
dos radios que formen un ángulo central da. El área del elemento [4.159J
de superficie será, si Q es el radio correspondiente al baricentro del
elemento: Integrando y teniendo en cuenta que y~ (2 pz) ~/I ,
dF = Qda.dQ. [4.152J
J~ = 4 Iy '
15 [4.160J
El momento de inercia polar de la superficie elemental, respecto de
O será Pero como para z = f resulta y = lh b, reemplazando se tiene
dI,. = Q" dQ . da [4.153J
finalmente

y el de la super~~cie total del círculo Iz = 3~ Lb " . [4 . 161J

[4 . 154J Con respecto al eje y. el momento de inercia del rectángulo ele-


mental será
[4 . 162J
Integrando se tiene, (inalme!lte,
y para la superficie total
I,-
- -2-·
l't(' [4.155J
Ir =J:'2 Y .Z 1 d%. [4.163]
Recordando la [4.1511, y teniendo en cuenta que r = 112 D. se
lleg~ ~ b Recordando que y " = 2 pz,

J, = [4.156J
Ir = 2 V'iP J:'z~/O dz =
64

como expresi6n del momento de inercia de un círculo respecto de un


, - o,., .
eje cualquiera que pasE!: Eor su bancentro. = [417v'2P.Z T/1 J: . [4.1641

Finalmente, teniendo en cuen-


e) Momento de inercia del se~mento parabólico. ;::....- - - - "f- - --1. ta que V.. b 2 = 2 pi J resulta
Sea el segmento parabólico de la figura 4.39,'. ,-,.
cuya parábola límite
responde a la ecuaci6n y'2 = 2 pz.
,
Fig. 4.39. Ir = 217 bl' [4.165J
2 MOMENTOS D8 SEGUNDO ORDEN PE SUPERFICIES 219 220 (lEOMETRIA DE LAS MASAS 4

como expresión del momento de inercia de un segmento parabólico res- MP = (h/2) + (h/6); la que cortará en Q al eje Z(/. El segmento
pecto de un eje tangente en su, vértice. N Q, en la escala del dibujo, corresponde al radio de giro buscado.
Con respecto al eje Yo , baricéntrico y normal al %, el momento
de inercia se obtiene, por aplicación de la fórmula derivada del teorema b) TriánAulo.
de Steiner:
Para un eje baricéntrico paralelo a una base, el momento: tie inercia
J "0 = 217 bf' - 2/3 bf(3/5 f)~ - 1~5- bf' • [4.166] del triángulo vale J %, = bh3 / 36. Como su área es F = .Y2 bh, se tiene

'2 2bh ' h' [4. 168]


4.2 . 9. Radios de giro. 'o = ""3'6bi1 -18
Conocida la expresión del momento de inercia de una figura respecto es decir, que io es media proporcional entre un tercio y un sexto de la
de un eje, la obtención del correspondiente radio de giro es inmediata altura del triángulo.
por la aplicación de la fórmula [4.711. Determinaremos a continuación Para determinar io gráficamente, se lleva sobre una normal a la
los radios respecto de ejes baricéntricos paralelos a las bases de las figu- base y a partir de la misma un segmento M P = (h/3) (h/6). Luego +
ras analizadas en el parágrafo anterior. (lig. 4.41) se traza urlil semicircunferencia de diámetro MP, que cor-
tará el eje %0 en un punto Q. El segmento N Q, leído en la escala
del dibujo, nos da el valor de io.
a) RectánAulo.
Siendo para el rectángulo, y con respecto a -un eje paralelo a la base, e) Círculo.
J= bli' / 12, Y su área F = bh, resulta
Para un eje baricéntrico cualquiera, el momento d@ inercia de la
superficie del circulo es
bh' h'
[4 . 167] n D'
12bh - 12 J ~a = --g::r- [4.169 ]

La [4. 167J nos dice que para el rectángulo, y con respecto a un


eje baricéntrico paralelo a una base, el radio de giro es medio propor- Siendo su área F = 1f4 re D ' , resulta:
cional entre da mitad y un :;exto de la altura. Esta propiedad permite
la determinación gráfica del ~adi~ .de giro baricéntrico en (arma simple. ., 4D' D'
Bastará para ello, figura 4.40, trazar la semicircunferencia de diámetro
es decir
"= 64D ' 16; [4.170]

jo = V4D. [4.171]

d) Sector parabólico.
h
Con la notación y ejes de la figura 4.39, Y recordando que para el
sector parabólico F = 2/3 b. f se tiene:

., 3.1.b' b'

,1" h P L::=,=~b=:::;;I'
'" - 2.30.f.b 20 i." - 0,224 b
[4.172J
., 3.S.b.ta 24.1'S
Fig. 4.40. Fig. 4.41. "a - 2.175.f.b. - 350 ir" = 0,263 t
2 MOMItNTOS DIt SEGUNDO ORDEN DIt SUPBRFIC!E8 GEOMETIÚA DE US MASAS

un rectángulo de espesor dy, de base b , . paralelo al eje z. Siendo
el área del mismo dF =
b .. dy, el momento centrifugo elemental será:
4 . 2 . 10. Determinación del momento centrífugo del triángulo respecto
de un par de ejes ortogonales. dJ., = y .b, . %b,..dy [4.174]

pero, por semejanza de triángulos b, = b/ h(h - y). Luego, reempla-


Interesa conocer la determinación del momento centrifugo de UD zando en [4.174) e integrando entre O y h, se tiene:
triángulo respecto de un par de ejes ortogonales cualesquiera, por cuanto
la determinación del momento centrifugo de un polígono se reduce en
última instancia, por descomposición en triángulos. 8 la determinación [4.175]
del de la figura 4.42.
Consideremos el caso más general, es decir, un triángulo cualquiera J., - [4.176]
y un par de ejes ortogonales de origen arbitrario. La forma más simple
para determinar el momento centrífugo en forma exacta es mediante la Conocido J." la obtención del momento centrífugo con respecto a
expresión [4.103], en la que intervienen tres momentos de inercia: dos un par de ejes baricéntricos paralelos a los catetos, es inmediata. En
respecto de los ejes dados, y un tercero respecto de un eje a 45° con efecto, de acuerdo con la fórmula [4.78] tenemos, siendo z (} = b/3 e
los anteriores, y cuya determinación no ofrece dificultad. y(} =h/ 3 :
El planteo analítico del problema, es decir, la resolución de la integral
[4.177]

J., = f zydF [4 . 173]

es, en general, complejo, Conduciendo a una integral de superficie cuyos 4 . 2 . 11 . Determinación del momento centrifugo de una superficie de
límites de integración son las funciones que definen las Tectas que cons- contorno irregular.
tituyen los lados del triángulo. Sin embargo, existe un caso en que la
integración es sencilla, y del que nos ocuparemos a continuación. La determinación del momento centrífugo de una superficie de con·
Supongamos el triángulo rectángulo de la figura 4.43, Y el par de torno irregular puede efectuarse numérica o gráficamente.
ejes coordenados z, y, de origen coincidente con el ángulo recto, y con El procedimiento numérico es similar al empleado en 4.2.7 para
respecto a los cuales se pide hallar el momento centrífugo. Consideremos la determinación del momento de inercia de una figura de este tipo
respecto d'~ un eje cualquiera. Consideremos la superficie de la figura
b 4 . 44 y los ejes z, y, con respecto a los cuales se pide hallar el momento
o centrífugo. Se divide para ello la figura en fajas paralelas a la dirección
de uno de Jos ejes, el z por ejemplo. Luego se determinan los bari-
centros y se calculan las áreas F, de dichas fajas. Conocidas las distan-
h cias Z¡ é Y. de cada baricentro a los ejes, se ~stablecen los productos
F •• z ¡ . y ¡, cuya suma algebraica -nos da el momento centrífugo buscado;
es decir,
J., =
. \
~ F •. z •. y , . [4.178]
,
v v
En esta expresión las coordenadas de cada baricentro se introducen
Fil. 4.42. Fill:. 4.43. con el signo que les corresponda. Por otra parte, el resultado a que se
, MOMENTOS DI!. SEGUN(JO ORDEN DE SUPERF1C¡U . 22' 22. GItOMEnfA DE LAS MASAS

llega es sólo aproximarlo, por cuanto, análogamente a lo que ocurre en


'1 1,

'" ,,' ",.


I
I
el caso de los momentos de inercia, su aplicación prescinde de considerar
los momentos centrífugos de cada Caja respecto de sus propios ejes bati.
~ céntricos paralelos a los. dados. El error cometido será tanto menor cuan-
~ I
I to mayor sea el número de fajas en que se haya dividirlo la figura.
oS¡

,. ",,' ","
La solución gráfica corresponde a la extensión del método gráfico de
Culmano, aplicado en 4.2 . 7 para la determinación de momentos de iner-
.;, cia, al caso de los momentos centrífugos. Una vez dividida la figura en '

"" fajas paralelas a uno de los ejes (figura 4.44). se suponen aplicadas
en los respectivos baricentros fuerza s ideales F i , de intensidad igual al
área de cada faja , y dirigidas paralelamente a uno de los ejes, el z por
ejemplo.
,," ElE
00
Trazado un polígono funicular de estas fuerzas ideales, con polo 0 1

----- ,,"~~
/'
0 "'"uv
~
1"1'<:!l.vri
':.i0.
,
y distancia polar h ¡ , prolongando dos lados consecutivos hasta cortar
el eje z, sus intersecciones con el mismo definen segmentos, A, A 2 , por

k:;:: -::; /" " • ¡:.


" " '-i"~
ejemplo, que, en la escala correspondiente, representan los momentos está-
ticos de las superficies F i respecto del eje z . es decir F i Yi .

" ~¡I <::" <:: <::


Si aplicamos en los baricentros parciales nuevas fuerzas ideales
v , ",,'
F~ =F , y ¡ . actuando ahora en la dirección del eje Y. y trazamos un
/ segundo polígono funicular de polo O 2 y distancia polar h 2 , prolon-
~ ,¿o gando dos lados consecutivos del mismo hasta cortar el eje y. el seg-
mento así determinado sobre este último corresponderá al momento está-

"" " " ~


" ~ tico d e la fuerza ideal P; es decir, F ~ z¡ . Pero, F'¡ = F ¡y ¡. de donde

'.". '" " ~~ [4.179]

'\\ JI
~

/ "- "- ",'" ...... , ..."


La suma de los segmentos así determinados corresponderá al mo-
mento centrífugo buscado, es decir :
",'"
<5

'<3' "',j.:, \.\ \

\ ,," 0$

0$
\
\
t:,f.y _,y
rlf:¡_,f
1
'n't¡, :.1
~
~
\.
Este segmento suma se obtiene por la intersección del primer~ y
último lados del segundo funicular con el eje y; es decir, A; A ~ . en' la

""
t:Ii"y ~ .Y

'-.... ./
\ figura 4.44, cuya longitud será 1) (cm).
La escala en que debemos leer dicho segmento será la misma que
en el caso de la determinación de los momentos de inercia, es decir:
, _ _ _ o
Escala J=~ Esc.Fuerzas X Esc.Long. X h , X h 2
'J'~
, MOMENTOS DE SEGUNDO ORDEN DE SUP.ERt>IClU 225 226 OEQMETJÚA DS LAS MASAS

En consecuencia, de acuerdo con la figura 4.44 resulta


J

\ J.. [4.180J

I
"/
4.2.12. Determinación gráfica exacta del momento de inerda de una
figura geométrica f;:ompuesta.

Los métodos de Culmano y Mohr, aplicados a la determinación de


momentos de inercia de figuras geométricas, conducen a resultados exac-
tos si se introduce el concepto de radio de giro, como veremos a cont!-
nuación. Sea la superficie de la figura 4.45, formada por dos rectángulos
dispuestos en forma de L. Se pide determinar su momento de inercia
respecto del eje z - z, paralelo a uno de los lados de la figura. Deter-
minamos primeramente los baric:entros de los rectángulos parciales, y
luego calculamos sus respectivas áreas, que llamaremos F ¡ Y F t . Si
aplicamos el método de Culmann en la forma descripta en 4.2.7 b, el
resultado no será exacto, por cuanto se estarán despreciando los mamen·
tos de inercia de los rectángulos parciales respecto de sus propios ejes
baricéntricos. Otro tanto ocurrirá, de aplicar el método de Mohr.
Recordando la expresión [4.73), vemos que ésta nos dice que el
momento de inercia de una superficie respecto de un eje puede inter-
! pretarse como el producto del área de la misma por el cuadrado <;le una
cierta distancia denominada radio de giro, o sea, que se supone la super-
ficie concentrada en un punto, que dista del eje una distancia igual al
radio de giro. En el caso de nuestro problema, si conociéramos los radios
de giro de cada rectángulo parcial respecto del eje z - z, podrÍamos
'" . " ó'
.....<11...
suponer aplicadas las dos fuerzas ideales F¡ y F . a distancia~ 9.~ Z-2 '>:
iguales a sus correspondientes radios de giro. En esta forma, la aplicación F~:
de los procedimientos de Culmann o de Mohr, nos conducirá a re~i.iltados I
exactos, por cuanto ' ambos permiten calcular gráficamente la expresión i
1~
• • c..'
~ F, Yi que, en este caso, se transforma en ~ F; í~ que, de acuerdo con
, ,
la [4.73], corresponde a la eJtpresión exacta del valor del momento de
inercia.
Para determinar el radio de giro de los rectángulos parciales res-
pecto del ej~ '''i _.z ' necesitamos conocer los correspondientes a sus pro-
pios ejes baricéntricos, por cuanto, conocidos ' éstos, los correspondieriiés
a z - z, se obtienen como hipotenusas de triángulos rectángulos cuyos
catetos sean los radios de giro baricéntricos y tá"s distancias que sepa¡~n
ambos ejes, conforme con los establecidÓ¡'en (4.81]. ';lr
, MOMENTOS DE SEGUNDO ORD!':N DE SUPERFICIES 227 22. GEOMETRfA OE LAS MASAS 4

Como se viera en 4.2.9, la determinación gráfica del radio de giro


de un rectángulo es simple, y se reduce a la construcción de una media ·
proporcional, por lo que no entraremos en mayores detalles. 4 . 2.13 . Interpretación gr:ífica de las fórmulas para giro de ejes. Cir·
Determinarlos en la figura 4.45 los radios de giro baricéntricos io cunferencia de Mohr.
é io, ' y construidos los triángulos rectángulos NQT y N/O'T' • su;
hipotenusas QT y Q'T' corresponden a los radios de giro buscados. Existen construcciones gráficas que permiten determin'ar los momen-
Haciendo centro en T y T' Y rebatiendo sobre las verticales MT y tos de inercia y centrífugos de una superficie correspondientes a cualquier
M' T', obtenemos los puntos N 1 y N~ ubicados a distancias de z _ z eje o pares de ejes que pas~n por un punto dado del plano. Dichas cons-
precisamente iguales a los respectivos radios -de giro, en los que supon- trucciones permiten determinar las direcciones de los ejes principales de
dremos ahora actuando las fuerzas ideales F 1 y F: . inercia y además, para un eje cualquiera, la dirección conjugada del mismo.
Puede observarse en la figura 4.45 que, para el rectángulo ¡,oferior, afta Mohr * desarrolla seis con's trucciones gráficas, entre el1as la conocida
el punto N; coincide prácticamente con el N', es decir que en este de la Elipse de Inercia, debida a Cauchy y Poínsot. Nos limitaremos a
caso, en que la altura del rectángulo es reducida con respecto a la dis- encarar sólo una de ellas, la más práctica y simple, y que es debida a Mohr,
ta~cia de su baricentro al eje conside rado, es posible sin mayor error, aunque algunqs autores la designen erróneamente como Círculo de Land,
considerar la fuerza ideal aplicada en el baricentro de la figura. y otros Círculo de M ohr-Land.
Completada la construcción de Culmann, el momento de inercia bus- Sea, figura 4.46, una superficie F cualquiera, un punto a de su
cado será igual a la longitud del segmento A~ A~ del segundo poUgono plar:o, y un par de ejes z , y , arbitra rios, orientados en la form a que
funicular, leído en la correspondiente escala, es decir muestra la figura y cuyo origen coincida con a.
Si d F es un elemento de superficie su momento centrífugo respecto
. cm' de z,y será
J" = a(cm).a.~ 2 .h,.h2 --. [4.181]
cm dJ" = zydF . [4.[83]

La aplicación del método de Mohr, también contemplada en la figu- Llamando (1 la distancia de d F a O , y a y 13 los ángulos que
ra 4.45, nos lleva a leer en la escala de Mohr el área Q encerrada entre forman el radio vector í}" eoh los ejes y y z respectivamente, resulta
el primer polígono funicular, su primer lado y el eje z - z considerado;
es decir,
[4.182]
z
y =
Q.sen a
Q.sen~ } [4.184]

y reemplazando en [4.183]
El error a que conducen los métodos de Culmann y Mohr, cuando
las fuerzas ideales representativas de las áreas parciales en que se divide dJz~ = Q 2 .sena.sen~dF = dJ,,_ .sena.sen~. [4.[85]
la figura se suponen aplicadas en los respectivos baricentros, surge clara-
ment-e de la figura 4..45. En efecto, en la misma, aparte de la construc- Tracemos ahora una circunferencia cualquiera, de centro C, diáme-
ción exacta que acabamos de desarrqllar, hemos efectuado, superpuesta, tro 2 R Y que pase por a. Dicha circunferencia cortará los ejes z, y
la correspondiente a considerar las fuerzas F t y F , aplicadas en los en los puntos B y D, respectivamente. Prolongando el radio vector
baricentTos de cada rectángulo. Para ~l procedimiento de Culmann, se hasta cortar en E la circunferencia, y uniendo E con D, el ángulo
obtiene en el segundo polígono funicular, como intersección de sus lados E DB será igual a 13, por ser inscripto en la circunferencia y abarcar el
extremos con el eje z-z , A ; A ~', cuya longitud a' (cm) es menor que arco BE D, abarcado también por el ángulo B a E igual a 13. Proyec-
a(cm). La diferencia entre ambos, segmento Aa (cm), leído en la tando E sobre la cuerda B D, se tiene
escala correspondiente, nos da el error cometido.
En el método de Mohr, el área a considerar será R~ Al A~ S', Y el EA = ED.sen~ [4 . [86 1
error cometido estará representado por el área correspondiente a la diferen-
cia de superficies, es decir R R' S' A; A, SR, leída en la escala de Mohr. * O. MOHR. "Abhendlungen RUS yero Gebiete dI!' Techni, chen Ml!Chanik". 1925
W. Ernet & Sohn.
, MOMENTOS DE UGUNDO ORDEN DI; SUPERFICIU
". 230 GEOMETRfA 1IE L AS MASAS

Despejando sen el. sen ~ de ( 4.188 ) Y reemplazando en [4. 18S]


. resulta
e' dF
---.h [4. 189 ]
2R

I ntegrando para toda la superficie, obtenemos como expresi6n de su


momento centrífugo respecto de z, y

_fh Q
JZ/I -
' dF
2Rp
[4.190]

I magine mos ahora aplicada en E una masa ideal t,' dF / 2R. El


producto h. Q2 dP / 2 R puede interpretarse como el momento estático de
dicha masa ideal respecto de la cuerda BD . A otr€! e lemento de supe r·
{ide d P' le corresponderá una m asa ideal (J' ! dF' / 2 R aplicarla en H ;
es decir, que la circunferencia trazada será el lug3T geométr ico de un con-
junto de puntos materiales de m asa igual Q1 dF ¡j 2R, conjunto que ad-
mitirá un baricentro P , ubicado a una distancia P M = h" de la cuerda
B D, tal que cumpla la condición

f" (l ' dF . h= h"f (l 1 dF [4.191]


2R ,. 2R

Reemplazando esta expresión en [4.190] resulta

[4 . 192]

es decir, que el momento centrífugo de la superficie respecto del par de


ejes dados es igual a la distancia del punto P , a la cuerda determinada
F ig. 4 .46. por la intersección de los ejes con la circunferencia, siempre que dicha
distancia se lea en a na escala igual a J" / 2 R, siendo ] 1' el m omento
Trazando ahora el diámetro DD ' y uniendo D ' con E , el á ngulo de inercia polar de la figura con respecto al origen O de los ejes, y 2,R
ED ' D será igual al (t, por estar ambos inscriptos en la misma circun- el diámetro de la circunferencia.
ferencia y abarcar el mismo arco E D . En consecuencia, re'lulta
Esta circunCerencia se denomina "Circunferencia de M ohr' y el pun-
ED = 2R .sen a . [4.187] to . P, polo de la circunferencia o punto principal de inercia.
D e las consideraciones efectuadas para la determinación de P, sur-
Reemplazando la [4.187] en la [4.1861 y llam a ndo h la distan- ge que la posición del mismo depende de la circunferencia que se trace,
cia EA, se llega a pero no del par de ejes considerados. En consecuencia. una misma cir-
EA h= = ~ R .sen a.senp . [4 . 188] cunferencia nos permitirá determinar el momento centrífugo r especto de
2 MOMENTOS DE SEGUNOO ORDEN DE SUPERFICIES 231 GEOMETRfA . DE LAS MASAS 4

cualquier par de ejes del mismo origen que los utilizados para el trazado, nuevamente la circunferencia en un punto B , la recta O B define la
momento centrífugo que estará dado por la distancia del polo P a la dirección conjugada de inercia del eje z. Para una figura determinada
cuerda correspondiente al par de ejes considerado. y un punto dado O existen, como se sabe, infinitos pares de ejes conju-
Supongamos ahora que e n la figura 4.46 mantenemos invariable la gados de inercia. Entre ellos, un par será ortogonal, constituyendo los ejes
posición del eje z, y hacemos girar el y en torno a O. El punto D se principales de inercia. Para determinarlos, bastará trazar el diámetro que
desplazará sobre la circunferencia y, cuando y se superponga con z, D contenga P, y unir con O los puntos en que el mismo corta la circun-
coincidirá con B, Y la cuerda B D se transformará en la tangente en ferencia. Dichas direcciones serán las de los ejes principales de ine.rcia,
B a la circunferencia. Pero, cuando . y y z coinciden el momento cen- con respecto a los cuales los momentos de inercia alcanzan valores máximo
trífugo se transforma en el momento de inercia. Por otra parte, la dis- y mínimo.
tancia h p del polo a la cuerda se transforma ahora en la distancia h J • Analicemos ahora el caso de la figura 4.48. Construida la circun-
del mismo a la tangente en B a la circunferencia. En consecuencia: ferencia de Mohr para un par de ejes cualesquiera z ,y', determinare-
mos el eje y , normal a z. Si ahora, manteniendo la ortogonalidad de

"
. 2R
[4.193] los ejes, los giramos alrededor de O hasta que el eje z coincida con un
diámetro (fig. 4.48b), el eje y resultará tangente en O a
la circun-
ferencia. Por otra parte, el punto P perm~necerá invariable, y los ~o-
Por consideraciones análoias. Ileiamos a que:

[4.194]

Consideremos ahora la circunferencia de Mohr de la figura 4.47*,


p
El momento centrífugo respecto del par de ejes z, y, está dado por
f
la longitud del segmento P M, leído en la escala correspondiente. Si el z, A I~,~, O
par de ejes es tal que la cuerda
definida por los mismos pasa por z e 11
J, J,
el polo, evidentemente la distancia
PM se a nula y, en consecuencia, el
momento centrífugo con respecto a
dichos ejes es también nulo. T a l el
caso de los ejes z - z'. Ahora bien,
sabemos que si para un par de (d) (b)
ejes el momentó centrífugo es nulo, Y,
y
los ejes son conj ugados de inercia.
Luego, para determinar la dirección y
Fi&". 4.48.
conjugada de inercia de un eje cual-
quiera. bastará determinar el punto
en que el eje dado corte la cin;;un- mentas de inercia respecto de los ejes z é y estarán dados respectiva-
ferencia (A). Uniendo dicho punto z, mente por los segmentos AM y MO. Además, el punto 'principal de
z· inercia P se encuentra ubicado sobre la normal a z trazada por M ,
con el polo y prolongando la rec-
ta AP así determinada hasta cortar Fig. 4.41. Y a una distancia igual, en es~ala, a J c~ . En este c~so. sobre el diámetro
de la circunferencia,"'~ a patir de O, aparece, en p'r imer término, el mo-
• Tanto en este fig ura como en las subsiguiente" hemos prescindido de repra- mento de inercia respecto ~~ y, y a continuación el relativo a z. Si hu-
tentar 111 superficie corraspondiente, por resultar innecel-&rio para 1011 fine, perteguidos. biésemos girado los ejes hasta.. hacer coincidir el ejp. y con el diámetro
, MOMENTOS DE SEGUND9 ORDEN Da SUPERFICIES '33 '34 GEOMETRfA DE LAS MASAS 4
de la circunferencia, la situación se hubiese invertido, apareciendo en pri- forma tal que el signo del producto de las coordenadas del pold cor res~
mer término 8 partir de O. el momento de inercia respecto de z. ponda al signo del momento centrífugo.
Como consecuencia, surge la siguiente regla práctica para el trazado La circunferencia de Mohr puede construirse sobre cua lquiera de
de la círcunferencia de Mohr, cuando se conocen los momentos de inercia los semiejes, positivos o negativos. En la figu ra 4.49 se ha procedido a
y centrífugo respecto de dos ejes ortogonales: A pa rtir del punto sobre la construcción de la circunferencia para los cuatro semiejes, determi-
el que se desea trazar la circunferencia, se lleva sobre uno cualquiera nándose en las mismas las direcciones principales de mercia, para una
de los ejes el momento de inercia correspondiente al otro Y, a continua- superficie cuyos momentos de segundo orden con respecto al par de ejes
ción. el restante, en una cierta escala. Con d iámetro igual a la suma z,y, respondan a las siguientes características: J. < J. y Jo. < O. En
de ambos momentos de inercia, es decir, el momento de inercia pola r, y los cuatro casos el polo se ha ubicado en for ma tal que el signo del pro-
con centro sobre el eje considerado, se traza una circunferencia, que será ducto de sus coordenadas correspondr. al signo de J=•.; es decir, negativo.
la circunfere ncia de Mohr buscada. E l polo de la misma se encontrará I nteresa conocer la forma de deter mina r el signo del momento cen~
sobre la vertica l del punto que separa los segmentos representat ivos de trífugo respecto de un par de ejes, en la circunferencia de Mohr.
am bos momentos de inercia y a una distancia del eje igual,. en escala, Consideremos para eIlo la circun ferencia de Mohr de la fi gura 4.50,
al momento centrífugo. La ubicación del polo en el cuadrante que corres.. construida sobre el eje z del par de ejes coordenados z, y. Sea . z' y'
ponda se efectua riÍ conforme con el signo del momento centrífugo, e n

-y

y"

Fig. 4.50.

un par de ejes cualquiera concur rentes en O, con respecto a los cuajes


queremos conocer el momento cent rífugo. T razada la cuerda Be, de-
terminada por las intersecciones de los ejes z' y' con la circunferencia
de Mohr, la distancia P M = h,. del polo P a la misma, nos da el valor
absoluto del momento centrífugo buscado, restando s610 determinar su
Fii. 4 . 49. signo. P ara ello, consideremos el elemento de superficie d F que, por
2 M OMENTOS DE SEGUNDO ORDEN DE SUPERFICIE! 235 236

estar ubicado entre dos semiejes de igual signo, t endrá con respecto a P a ra el trazado de la circunferencia de M ohr, se requiere conocer
z ' y ' un momento centrífugo elemental positivo; es decir, tres momentos de segundo orden: dos momentos d e inercia y un mo-
mento centrífugo respecto de un pa r de ejes o bien tres momentos de
dj." " > O. [4.195] inercia respecto de tres ejes cualesquiera. Analizaremos a continuación
los distintos cases posibl es.
Ahora bien, de acuerdo con la [4.189]
a) Se conocen le» momentos de inercia respecto de dos ejes aftolOnates
Q' dF y el momento centrifugo respecto del mismo par de eies.
dJ ~·II·= ~.h [4 . 196]
Es el caso más simple. Supongamos, figura 4 . 51 , el par de ejes z, y
de origen O, y admitamos conocer J=, J_ y J=/I . siendo por ejemplo
que se interpreta como el momento estático de la masa ideal QNdF / 2R
J= > J,, ; J ,~ < O. T racemos por O una circunferencia cualquiera de
aplicada en D (figura 4.50) con respecto a la cuerda Be , Siendo la
diá metro 2 R, Y por los puntos en que 'Ia misma corta los ejes z é y.
masa ideal eminentemente positiva, en la [4.196] los signos de d J,,~ y
h se corresponderá n. Por otra par,te, vimos que las distancias del polo,
baricentro del sistema de masas ideales, a las cuerdas determinadas por
pares de ejes leídas en la escala jp / 2R. corresponden directamente a
momentos centrífugos. Luego, h, en la escala dII' / 2R , será directa·
mente el momento centrífugo elemental, es decir, d I :" . P or ser este últi·
mo valor positivo, también lo será h. Como P, polo de la drcunfe rencia,
resulta ubicado del lado opuesto a n con respecto a la cuerda en, h ,
te ndrá signo cont rario a l de h j es decir, será negativo, resultando en
consecue ncia
l n ' < O. [4 . 197]

En este caso, los dos semiejes que determinan la cuerda B e son


positivos. Si uno de ellos hubiese sido negativo. habría inversión de sig-
nos. En afecto, el momento centrífugo elemental dJ:"" hubiera resul- v
t ado negativo y, e n consecuencia, también lo sería la distancia h. En
cambio hl" por encontrarse ubicada del lado opuesto de la cue rda, sería Fig. 4 .5 1.
positivo, y con él el momento centrífugo J" /I "
En el caso analizado, en que J=. , > es negativo, aparte de que los dos las t a ngentes e la misma. Además, unamos A con B . Por tratarse de
semiejes que determinan la cuerda son del mismo signo, resulta n el polo un par de ejes ortogona les, resulta J,> = J~ +f " de donde b escala de
P y el origen O ubicados del mismo lado de la cuerda. Lo mismo ocurre +
la circunferencia resulta ser J= JN/ 2R. P ara defin ir totalmente la
para el pa r de ejes z" ,y". donde, con respecto a la cuerda B 'C' deter- circunferencia de M ohr es necesario ubicar su po lo p , Sabemos que
minada por los mismos, el polo P y el origen O resultan ubicados de éste se debe encontrar a distancia: de las tangentes en A y B a la cir-
un mismo lado. P a ra este p a r de ejes, el momento centrífugo también cunferencia, iguales, en la escala resultante, a J, y J~ respectiva mente.
es negativo. En cambio, para el par de ejes z' y", la situación es dis- Además, la distancia de P a la cuerda AB , en la escala resultante,
tinta, por cuanto la cuerda Be' determinada por los mismos, separa el debe ser igual a J=_ .
polo P d el origen O. En tal caso e:1 momento centrifugo será positivo. En consecuencia, llevando sobre el diámetro y a partir de A un
Como regla general para la determinación del signo de los momentog segmento AM tal que en la escala de la circunferencia represente J~ ,
centrífugos tendremos: para semiejes del mismo signo cuando polo y el segmento M B resulta igual, en escala, a f /l ' Levantando por M una
origen resultAn separado!; por la cuerda correspondiente, el momento cen- normal a AB sobre la misma y 3 una distancia PM que en la escata
trifugo será positivo, y si quedan ubicados de un mismo lado, negativo. corresponda a f /#/I ' se encontrará ubicado el poto P . F alta aún definir
2 MOMENTOS DE SEGUNDO ORDEN DE SUPERPlCIES 237 ,,, (lEOMETRfA lllt LAS MASAS 4

a qué lado de AB debe llevarse M P. Para ello recordemos la regla


general enunciada anteriormente. El CÍrculo ha sido trazado para dos
semiejes positivos (semiejes que establecen el signo .de J:II )' En conse-
cuencia, siendo I ZII < O por hipótesis, polo y origen deben encontrarse
de un mismo lado de la cuerda, por lo que M P deberá llevarse hacia
arriba.

b) Se conocen tres momento.s de inercia, dos respecto de un par de ejes


ortoflonaJes, y el tercero respecto de otro eje cualquiera, del mismo
oriAen·
--~

Supongamos, figura 4.51, que se conocen los momentos de inercia


respecto de los ejes z, y, y Vi es decir, J: , J~ y ]" . Siendo z é y
ortogonales, la determinación de la escala se efectúa en la misma forma
que en el caso a). Conocida la escala de la circunferencia de Mohr,
ubicamos sobre el diámetro AB el punto M, como antes. El polo P
debe encontrarse sobre la normal a AB trazada por M. Si trazamos
ahora una recta paralela a la tangente en e a la circunferencia, y a una
distancia de ésta tal que en la escala correspondiente represente el tercer
momento de inercia conocido J.. , la intersección de dicha paralela con
la normal trazada por M. define el polo P buscado, lo que es evidente.
Fig. 4 52.
e) Se ~nocen los momentos de inercia respecto de tres ejes no ortolfonales.
N con N' , la intersección de las rectas así determinadas define el punto
Sean los ejes z, y, v de la figura 4.52, concurrentes en O, con P, polo de la circunferencia de Mohr. Para justificar lo anterior, tro-
respecto a los cuales se conocen los momentos de inercia J: , J. y Jn. cemos por P rectas normales a las tres tangentes; dichas normales deter-
Trazada la ·circunferencia de diámetro 2R, que pasa por O. ésta minarán sobre las tres tangentes los puntos J, R Y Q y sobre las
cortará los ejes dados en los puntos A, B Y c . paralelas a las mismas, los puntos]' R ' Y Q'. Ahora bien, por cons-
No siendo ningún eje ortogonal a alguno de los restantes, no nos es trucción tenemos
posible determinar directamente la escala, por cuanto descon~cemos Jp •
En consecuencia, nos encontramos ante un problema con dos incógnitas:
la escala de la circunferencia de Mohr, y su polo P.
JJ'.K - J.
RR'.K .
QQ'.K -
J.
J.
}. [4.198)

El problema se resuelve ubicando primeramente el polo. Conocida


la posición de P, la escala se deduce de inmediato. Por otra parte, po, semejanza de triángulos, se llega a
Para ubicar el polo, adoptemos una escala cualquiera de momentos
de inercia K. Tracemos por los puntos A, B Y e, en que los tres JJ' RR ' QQ'
ejes cortan la circunferencia, las correspondientes tangentes a la misma, RP = QP [4.199)
JP
y luego tres rectas paralelas a éstas, ubicadas a distancias tales que en
la escala K adoptada, correspondan a los tres momentos de inercia Despejando J1', RR' y QQ' de las [4.198) Y reemplazando
valores en la [4.199) resulta
conocidos. ''''
Determinemos los puntos M y N, de intersección de las tangen-
tes, y M' Y N', intersección de las paralelas. Uniendo M con M' y J. J. J. K, [4.200)
RP =
-
JP QP

"
2 MOMENTOS DE SEGUNDO Otl:DitN !lE SUP1!:Rf'¡CLES 239 24. OWMETRfA DE LAS MASAS

Luego P resulta ser el polo buscado y la escala de la circunferencia minan sobre éstas y sus paralelas 10$ puntos R, R' ; J 1'; Q y Q' .
de Mohr es, en consecuencia, K ,(cm' / cm). Por construcción tenemos

J. = K.RR '
d) Se conocen los momentos d e inercia respecto de dos ejes no
nales, y el oorrespondiente momento centrj{u~.
o rto~o­
J. - K.QQ'
J~ - K.JI'
}. [4.201]

E n este C2.W, los elementos conocidos son J~ , J. y J~. , pero, al no


ser ortogonales los ejes, no es posible determinar a priori la escala de
la circunferencia de Mohr, por no conocerse JI'.
Además, por semejanzas de triángulos, se llega •
El proble ma se resuelve en forma semejante al caso anterior. Tra- RR' QQ' J1' [4.202]
zada una circunferencia cualquiera (figura 4.53) , y las tangentes a la RP = QP - JP
misma en los puntos en que corta los ej.:!s, se elige una escala de momen-
tos de segundo orden, a rbitraria, K. Ubicada la cuerda AS , se trazan Despejando RR', QQ' Y J], de las [4.201], reemplazando sus
paralelas a esta última y a las dos tangentes, a distancias ta les que en valores en [4.202] y simplificando se llega finalmente a
la escala. adoptada correspondan a los valores de J:, y de ambos mo-
mentos de ine rcia respectivamente. Se determinan luego los puntos de J. J. J", [4.203]
intersección A ' y S ' de las paralelas, que unidos con los puntos A y RP = QP = JP
S respectivamente, determina n dos rectas que se cortan en un punto P
que será el -polo de la circunferericia de Mohr. El punto P así determinado cumple con la condición de que sus
distancias a las dos tangentes y a la cuerda AS. en la escala K , co-
En efecto, trazando por el punto P, así determinado, rectas norma-
rresponden a J; . J_ y J:" respectivamente. En consecuencia, será el
les a las ta ngentes en A y S Y a la cuerda AS, las mismas deter- polo buscado. La escala de la circunferencia de Mohr resulta ser

K, ( : ' )

Fig. 4.53.
,UERZAS DISTRIBUIDAS s
'" concentradas de intensidad infi~
nitamente pequeña y paralelas
entre sí.
Sea A un punto de la su-
5. Fuerzas d istribuidas. perficie, y Ó F un entorno muy
pequeño del mismo. Si Il Q es
la resultante de las fuerzas infi-
nitésimas que actúan en el en-
torno considerarlo, se define co-
5. 1. Generalidades. mo intensidad media de carga en
el mismo, al cociente óQ/Ó.F.
Al estudiar el equilibrio del sólido libre sujeto a la acción de fuerzas, Fil'. S.l. Si hacemos F carla vez
hemos supuesto que éstas actuaban concentradas en pun.tos materiales. más pequeño, tenderá a confun-
Ello en la naturaleza no se cumple. Todas las acciones, tanto exteriores dirse con A y, en el límite, cuando ÓF ~ O, resultará
como mutuas entre s6lidos, se ejercen a través de superficies. Tomemc8
como ejemplo el caso clásico de una esfera apoyarla sobre un plano.
Teóricamente el contacto entre ambos se establece a través de un punto, [5. 1]
el de tangencia. La esfera transmite al plano sobre el que se apoya una
fuerza igual a su peso con lo que, teóricamente, resultaría, para el plano que se denomina intensidad de la fuerza distribuida o intensidad de
de apoyo, una fuerza concentrada. Pero, en realidad, la esfera, cualquiera carp en el punto A.
sea el material que la constituye, no es absolutamente rígida. Se deforma Por ser el resultado del cociente entre una fuerza (kg 6 t) Y una
bajo la acci6n de su peso propio y, al deformarse, el contacto se esta- superficie (cm 1 6 m! ), la unidad que corresponde a la intensidad de carga
blece a través de un círculo, tanto mayor cuanto mayor sea la deformación es kg/ cm 1 , kg/m t , t / m l ó t/cm l , indistintamente segOn el caso.
sufrida por la esfera. En consecuencia, el peso de aquélla se transmitirá El concepto de intensidad de carga en un punto es el siguiente: si
al plano de apoyo no ya por un punto sino sobre una superficie. distri- para un punto A, la intensidad de carga es de q(kg/m ' ), ello signi-
buido en la misma según una ley determinada que no es del caso detallar fica que. si en un entorno de A cuya superficie fuera de 1 mI. la inten-
por escapar a los alcances de la presente obra. sidad de carga se mantiene constante e igual a q, la carga total actuante
En el caso indicado, por la pequeñez de la superficie de contacto, a !Obre dicho m' sería de q kg.
los efectos prácticos, puede admitirse, sin mayor error, que el peso de la Si en una ~ala cualquiera (Clkg/m')jcm, llevamos en cada pun-
esfera actúa como una carga concentrada. to de la superficie cargada una ordenada representativa de la correspon-
diente intensidad de carga q, variable de punto a punto, el lugar geo-
La acción del viento sobre una estructura, la presión del agua en
métrico de los extremos de dichas ordenadas será una superficie que se
un dep6sito, constituyen cargas distribuidas sobre superficies.
denomina superficie de CBr~a, y el volumen comprendido entre la super-
ficie de car ga, el plano sobre la que actúa y las ordenadas del contorno
cargado, recibe el nombre de sólido de carga.
, Cuando la intensidad de carga se mantiene uniforme sobre toda la
5 .2. Fuerza distribuida normalmente a una superficie. Concep- superficie en la que actúa, la carga se denomina unif orme, uniformemente
to de intensidad de car'ga. distribuida o también carga OOtlstante. Un ejemplo de carga uniforme lo
constituye la presi6n del agua sobre el fondo de un depósito: en cada
Consideremos un plano l't, figura 5. 1, sobre ' el que actúa una carga punto actuará una car-ga cuya intensidad será igual a la carga hidros--
distribuida normal al mismo. tética; es decir, a la altura del agua, que es constante.
Cuando las fuerzas distribuidas actúan en forma continua sobre la A la intensidad de carga se la suele denominar también car~a espe-
superficie, podemos imaginarlas como un conjunto de infinitas fuerzas cifica.
3 PUERZAS PARALELAS A LO LARGO DE UNA ÚNU 243 244 FUERZAS DISTRIBUIDAS s
Los casos más comunes de cargas distribuidas superficia lmente son q (x) d P = q (s) . ds. dI. Por razones de simetría, la resultante de las
los que corresponden a cargas uniformemente distribuidas y aquéllas cuya dos fuerzas elementales actuará sobre el eje M N Y su intensidad será
variación en una dirección responde a una ley lineal. ' Al primer caso, 2.q(K).d F. El razonamiento anterior puede repetirse para cada par
aparte del ejemplo citado, corresponde en general el peso propio de las de e lementos de superficie situados sobre la faja considerada y dispuestos
estructuras y el peso de las cargas útiles. simétricamente respecto de M N. La resultante total de las fuerzas ele-
Co mo ejemplo del segundo tipo de carga tenemos la presión ejercida mentales que actúan sobr e la faja se encontrará aplicada en el punto T
por un líquido sobre las paredes de los depósitos. En este caso. en cada y s u intensidad será
punto la presi6n ejercida será igual a la carga hidrostática, la que varia
linealmente con la profundidad, siendo máxima en el fondo y nula en dP = J:' q(s )d s .dJ = q(s)l.ds [5 . 2]
la superficie.
de donde
dP
= q(s).1 = p(s ) . [5 . 3]
d,
5 .3. Fuerzas paralelas distribuidas a lo largo de una lín~.
En esta expresión, p(s) se define como la intensidad de esrAs en
Supongamos, figura 5 .2, una superficie DA-B e . sobre la que actúa e l punto T de una carga distribuida a lo largo de la línea M N .
una carga distribuida de intensidad constante e n la dirección y y variable P ara una carga distribuida a lo largo de una línea, el concepto de
según una ley a rbitraria q (x) en la dirección x. Admitamo's, además, intensidad de carga en un punto es similar al correspondiente a una
que la superficie cargada _admite un eje de simetría M N , y que el ancho ca rga distribuida sobre una superficie. E n efecto, siendo p(s) el r esul-
tado del cociente de una fue rza dP (kg) Y una longitud d ( m) , la unidad
z
en que se mide resulta kg/ m; t / m; kg/ cm 6 t / cm indistint amente, in ter-
pretándose en la forma siguiente: si la intensidad de carga correspondiente
a · un punto se m antuviera constante sobre la longitud de un metro, sobre
dich a longitud .actuari~ una carga cuya resultante tendría una intensidad
de pkg.
Cuando la intensidad de carga se mantiene constante a lo la rgo de
la línea, la carga se denomina uniforme. uniformemente distribuida o
también car ga constante. E s el tipo de carga que se presenta mós a me-
nudo, y corno ejemplo de la m isma tenemos el peso propio de una viga.
Otro tipo de carga que se suele presentar es aquél cuya variaci6n
responde a una ley linea 1.
I
dP ~
r--- V FJI') --Y
IJI) dz
Fig. 5 . 2.
j. Z l' z
o
de la misma sea l. Consideremos una faja de ancho d s, norma l al eje
de simetría y ubicada a una a bscisa x cualquiera. A 10 largo de dicha
faja la intensidad de ca rga q (x) = q (s) se m a nte ndrá constante.
[];:j d7!~ z ¡--L-

R
{
z.

Ubiquemos sobre la faja considerada, do \ elementos de superficie !I


dF = ds . dl . simétricos respecto del eje M N . La fuerza e lem ental
actuante sobre cada elemento de superficie tendrá una intensidad igual a F ig.5.3. Fi¡. 5.4.
4 RESULTANTI!; DE UNA FUERZA SOBRE UNA LINEA 245 s
246 PUERZAS DISTRIBUIDAS

Si, adoptada una escala cualquiera (kg/m)/cm, llevamos en coin- y, el área de la misma será dF = ydz. y el á rea de la superficie del
cidencia de cada punto (figura 5.3) una ordenarla Que represente en dicha diagrama resu~ta
esca la la correspondiente intensidad de carga, los extremos de las mismas
configurarán una línea denominada lÍnea de car~a. La superficie com- [5.6]
prendida en tre la línea de carga, la línea cargada y las ordenarlas extre-
mas, se denomina diaArBma de carga. Por otra parte, sabemos que el baricentro de la superficie de la
figura representativa del diagrama de cargas, será un punto material G
en el que se supone concentrada la superficie total y cuyo momento está·
tico respecto del eje y cumpla la condición
5.4. R esultante de u na f u erza distribu ida sobre u na línea.

Una fuerza d istribuida sobre una línea constituye un sistema de infi· [5.7 ]
nitas fuerzas paralelas de intensidad infin itésima. En consecuencia, su de donde

j " y.z.dz
resultante será una fuerza paralela a la dirección del sistema, que debe
satisfacer las condiciones de equivalencia de dos sistemas de fuerzas para-
lelas. Como se ha visto, la resultante de un sistema de fuerzas paralelas ZC) = -=-!:",,-- [5.8]
queda definida por una condidón de proyecci6n sobre un eje y \Jna con. ily.dz
dición de momentos respecto de un punto cualquiera del plano.
Supongamos, fi gura 5.4, una carga distribuida sobre una longitud 1 ,
Si K es la escala del d iagrama de cargas de la definici6n de l
cuya intensidad variable sea p(z). Para un punto ubicado a una abscisa
mismo se tiene
z, la fuerza elemental será d P = p(z)dz, y la resultante R del sis-
y. K = p(z) [5.9]
tema de infinitas fuerzas elementales será tal que responda a las siguien-
tes ecuaciones de condiCl6n
y reemplazando la [5.9] en [5.4] y [5.5] resulta
R
=1' p (z)dz
[5.4] R _ K ¡ 'YdZ
R .zll
=1' p(z)zdz .
. fo ' yZdZ
[S .1 0]

L a segunda de las [5.4] define la abscisa de un punto de la recta z,-


d. acción de R .L'Ydz
JIp (z) z dz
[S . S] Finalmente, comparando las [ 5 .9 ] con las [ 5.6] y [ 5.8 ] se t iene:
Z.
IIp ( z )dz

Consideremos nuevamente el d iagrama de la . figura 5.4, con pres-


R

ZR
=
=
K .F

Zo
}, [5 . 11]

cindencia de lo que representan sus ordenadas, es decir, supongamos la


figura del diagrama, donde a cada abscisa z corresponde una ordenada E s decir, que la intensidad de la resultante de una fuerza distribuida
y. Dicha figura admite un baricentro, y su superficie tiene por medida sobre una línea es proporcional al área del diagrama de carga, y su recta
una cierta área. Considerando una faja elemental de ancho dz V altura de acci6n pasa por el baricentro del mismo.
5 CIJRVA FUNICULAR. TRA.ZADO GRÁnco 247 II'UZRZAS DISTRIBUIDAS 5

Z8S. .Resulta imposible el trazado de la curva funi cular oartiendo de


fue rzas elementa les. Par~ resolver el problema recordemos que, al estu~
5.5. Curva funicular. Trazado gráfico por puntos y tangentes. díar el polígono funicular de un sistema plano de fuenss, vimos que dos
lados cualesquiera del mismo constituyen los lados extremos del polígono
Sea la curva plana A B de la figura 5.5, sobre la que actúa una funicular de las fuerzas comprendidas entre los mismos.
fuerza distribuida normal que responde a una ley cualquiera. Esta fuerza P or otra parte, en S . 1 . 4 llegamos a la conclusión de que la resul·
distribuida puede suponerse constituida por una sucesión de fuerzas ¡nfi. tante de una (ueue distribuida pasaba por el baricentro del diagra ma
representativo de esta última, y que su intensidad era proporcional al
á rea de su superficie.
Análogamente, si dividimos el diagrama de carga mediante rectas
M M ' , N N ' normales a la línea car gada y prolongamos las mismas has-
ta corta r e n M I y N , la curva funicular, las tangentes a la misma
en dichos puntos constituirán los lados extremos del funicular de la!
cargas distribuidas entre las líneas en que se ha dividido la carga, y que
se denominan línces divisorias de carAs, o simplemente divisoria.s de
carta. La intersección de dichas tangentes eKtremas nos darán puntos de
las rectas de acción de las correspond ientes resultantes parciales que, a
su vez, pasarán por los baricentros de los d iagramas parciales en que ha
resultado dividido el diagrama total de carga.
Trazando por el polo de la curva de fuerzas paralelas a dos tangentes
parcia les extremas, la intersecci6n de dichas paralelas con la curva de
fuerzas determinará el origen y extremo del vector representativo de la
L correspondiente resultante parcial.
o D el a nálisis de la figura, y como consecuencia de lo expuesto, resulta
R R que si se supone la fue rza distribuida dividida en cargas parciales me-
diante divisorias de carga, el funicular de las resultantes parciales resul·
tará circunscripto a la curva funicular, correspondiendo los puntos de
tangencia a los puntos en que las divisorias de carga cortan los lados del
polígono funicular.
En resumen, para trazar la curva funicular de una fuerza distribuida
sobre una línea, el procedimiento a seguir es el siguiente:
Fil[. 5.5.
19 Se divide la fuerza distribuida mediante divisorias de carga nor·
nitamente pequeñas. Si construimos un polígono de fuerzas, éste consis.- males a la línea cargada, en cargas parciales.
tirá también en una sucesión de fuerzas infinitamente pequeñas, trans- 29 Se hallan las intensidades de las cargas parcia'les y los baricentros
formándose en una curva de fuerzas. Trazado el correspondiente polígono . de los diagramas parciales.
funicular, por ser infinito el número de sus lados, degenerará en una 39 Se t raza un polígono funicular de las resultantes parciales, cuyas
curva denominada curva funicular. rectas de acción pasan por los baricentros de los diagramas parciales.
El primero y último lados de dicho polígono funicular de infinito 49 Se determinan 'los puntos en que las divisorias de carga cortan
número de lados coincidirán con las tangentes extremas a la curva funicu- los lados del funicular. Dichos puntos serán los de tangencia de la curva
lar, y su intersecci6n definirá un punto de la recta de acción de la resul- funicular.
tante de la fu erza distribuida, cuyo vector representativo estará dado
59 Conocidos las tangentes y los correspondientes puntos de taDgen·
por la cuerda determinada por el origen y el extremo de la curva de fuer;.
cia. se completa gráficamente el trazado de la curva funicular.
, DETERMINACIÓN ANALfTICA DE LA CURVA FUNICULAR 24. 250 FUJ!.RZAS DISTRIBUIDAS 5
Si conocidos dos lados con-
secutivos del funicular de las I mente a dicha tangente extrema. Es decir, que la ordenada de un punto
cualquiera S de abscisa ;¡¡ ~e la curva funicular será:
cargas pardales, resultase neceo ,
sario conocer una tangente inter-
media y su correspondiente pun_
'" S' \ N:'" Y. = f(,). (5.12]

to de tangencia a efectos de Considerando una variable auxiliar ;, la fuerza elemental actuante


.facilitar el trazado de la curva
funicular, se procede de la forma S
--N a una distancia ~ de B será

siguiente: Se considera la recta


de acción de la resultante par-
1<", R~ \ dP = p«) d, , [5.13]

cial como nueva divisoria de car- ", r, p unto del af1 enci"

Q,
N,
ga (figura 5.6). 'Halladas -las re-
sultantes de las cargas distribui-
i
. inrermedid
das parciales así determinadas, R""
prolongadas sus reatas de acción Fil:'. 5.6.
hasta cortar las dos tangentes ex-
tremas, los puntos de intersecci6n definen una recta que será tangente
extrema a la curva funicular de cada una de las nuevas cargas parciales,
y cuyo punto de tangencia lo determina la intersección de esta tangente
intermedia con la divisoria de cargas.
En esta forma, para trazar la curva funicular de una fuerza distri-
buida basta solamente dividir la misma en unas pocas fuerzas parciales.
Trazado el correspondiente polígono funicula~ en la forma descrita, es
posible hallar el número de tangentes intermedias y sus correspondientes
puntos de tangencia necesarios para el fácil trazado de 1a curva buscada.

5 . 6. Determinación analítica de la curva funicular.

Cuando se conoce la función que representa la ley de variación de


la intensidad de una fuerza distribuida sobre una línea, así como también
la curva a que corresponde este última, es posible establecer la ecuación
de la curva funicular.
Consideremos la fuerza distribuida sobre una recta de la figura S. 7
Y sea P = p(z) la función de carga. Hagamos coincidir el origen O de
un par de ejes coordenados con el extremo B de la línea cargada y el
semieje positivo z con esta última. Supongamos por un momento cono-
cida la curva funicular Al Bl correspondiente a la fuerza distribuida y
sea A z Bl su tangente extrema en 8 1 ,
La curva funicular trazada responde a una cierta función cuya expre-
sión trataremos de determinar, suponiendo la misma referida precisa. . Fig. 5.7.
• DETERMINACI6N ANALfnCA DE LA CURVA FUNICULAR 252 FUERZAS DISTRIBUIDAS 5

donde p(~) es la misma función de carga pez) que da la variación de


la intensidad de la fuerza distribuirla. Peco YA. =JAr" dy', y además
El polígono funicular de dicha fuerza elemental estará constituido
'.
por las dos tangentes consecutivas m t, m' en el punto T' en que la [5.18]
recta de acción de dP corta la curva funicular. Dichas tangentes, pro- de donde
longadas, determinan sobre la vertical de la sección S - S ubicarla en la
abscisa z, y para la cual queremos determinar en la ordenada Y o, un
[S .19]
segmento dy.
De acuerdo con lo visto al estudiar, en el capítulo 2, el polígono fu-
En consecuencia, por la (5.17] resulta:
nicular, el segmento dy. en una cierta escala, representa el momento de
dP respecto de un punto cualquiera ubicada sobre la vertical de S - S.
es decir, que porlemos escribir: Fig.S . 8. [5,20]

dy = p(;)(z - ,) d, [5.14] Finalmente, reemplazando en [5.16] Y teniendo en cuenta la [5.15]


se llega a la ecuación de la función representativa de la curva funicular
En consecuencia, el segmento 5 , S 2 = yo(z) se obtendrá integrando referida a la recta A 1 B':
la [5.14] entre O y z, es decir:

y, (z) = ,f p(;)(z - ,) d, . [5.15]


y(z) = -z
. l
f.'
o o
pm (1 - , ) d , - f.' p( ; )(z - ,) d, [s.21J

Veamos a qué ecuaciones conduce la expresión [5.21] para los casos


Conocida la función de carga peS) para cada caso particular, la más comunes de cargas distribuidas: carga uniformemente repartida y
[5.15], una vez integrada, conduce a una fundón de z que ~erá la ecua- carga de variación lineal.
ción de la cl,lrva funicular correspondiente, referida a la tangente extrema
en B , . En ciertos casos interesa conocer la ecuación de la curva funicu- a) CarBa uniformemente repartida (fig. 5 .8).
lar no ya referida a la tangente extrema, sino a la reota .A, B " deter-
mino.da por la intersección de 111 curva funicular con las verticales de 106 Si la carga es uniforme
extremos de la línea cargada. Para ello, bastará efectuar un simple cam-
bio de eje. p(z) = p(;) = p = Cte. [5.22]
Refiriéndonos siempre a la figura 5.7, tendremos:
Luego la [5.15] se transforma en
y(z) = y,(z) - y , (z) . [5.16]
[5.23]
Llamando 1 la longitud cargada e Y", el segmento Al A 3 c1eter-
minado sobre la vertical de A por la curva funicular y la tangente en
y la (5.20] conduce a
B, a la misma, resulta:

[s.17J [5.24]
6 DETERMINACIÓn ANALfnCA PI'; LA CURVA FUNICULAR '54 FUltRZAS DISTRIBUIDAS 5

En consecuencia, reemplazando valores en la [5.21] llegamos a Cuando la carga es uniformemente distribuida, el procedimiento se
simplifica. En efecto, la vertical trauda por D debe pasar por el bari·
y(z) = (f1h1 -V:zZ )p =
2 2
1f2P(zl-z 2 ) [5.25]
centro del diagrama parcial de carga. Como éste, siempre es de ordenada
constante, y por elto está representado por un rectángulo; el baricentro
queda ubicado sobre la vertical del punto medio de la base, ACo en este
ecuación de una parábola de segundo grado. caso. En consecuencia, el punto D resulta ubicado en el centro del seg-
mento A' e". El razonamiento se repite para Jos puntos E y E'. los
La ordenada máxima de esta parábola corresponde a la abscisa para que se encontrarán en los puntos medios de los segmentos A' D Y De'
la cual se anula la primera derivada de la función: respectivamente.
dy(z) Por consiguiente, no será necesario, en el caso de la carga uniforme,
= 1/:zp(1-2z) =0 [5.26] determinar los baricentros de tos diagramas parci81~ sino que será sufi-
dz
ciente ir tomando los puntos medios de los segmentos de tangentes, y
de donde unirlos entre sí, lo que nos dará una tangente intermedia. El correspon-
z = '021". [5.27] diente punto de tangencia se encontrará en 'Ia 'jntersección de la tangente,
En consecuencia: así determinada, con la vertical trazada por la intersección de las tangentes
extremas consideradas.
pI'
Ymi . = V2 p( V2 [2 - % 12) = S' [5.28] Finalmente, para el trazado de la curva funicular correspondiente a
una carga uniformemente distribuida, por tratarse de una parábola de
segundo grado, le serán aplicables todas las construcciones gráficas des-
Por una propiedad conocida de la parábola de 29 grado, las tangentes
arrolladas para la construcción de este tipo de curva, en cuyo detalle no
extremas a un arco de la misma se cortan sobre la ver;tical del punto medio
de la cuerda correspondiente, y definen sobre dicha vertical un segmento entraremos por ser suficientemente conocidas.
cuya longitud, medida desde la cuerda, es igual al doble de la flecha de
la parábola, es decir, de la ordenada cuyo valor es p1 2 / 8. Ello conduce b) Car~a variable linealmente (figura 5.9).
al siguiente procedimiento para el trazado de la curva funicular de una
carga uniforme, sin necesidad de recurrir a la construcción de un polígono Supongamos la carga distribuida cuya intensidad verle linealmente,
funicular. figura 5.9, siendo nula para el extremo derecho de la longitud cargada
Trazada la cuerda A' B ' (se ha elegido una cuerda inclinada, pu- y alcanzando su valor máximo p en el extremo opuesto. Haciendo coin- '
diendo ser de dirección cualquiera sin que por ello se modifique el pro- cidir el origen de un sistema de ejes coordenados con el extremo de ord~
cedimiento) que será nuestro eje de referencia, se calcula la ordenada nada nula, el valor de la ordenada genérica del diagrama de carga será:
máxima de la parábola, pP/ B. Este valor, en la escala adoptada, se
lleva a partir del punto medio de A1 B~, en la dirección en que actúan z
las cargas. Se obtiene así el punto C ' , vértice de la parábola. Dupli- p(z) = ¡p. [5.29]
cando el segmento ce', obtenemos el punto C", donde se cortarán
las tangentes extremas, e" A' y e" B'. Por otra parte, correspondiendo En consecuencia, introduciendo dicho valor en la [5.15] y [5.20]
e' a la ordenada lPáxima, la tangente en dicho punto a la curva funicular se llega, luego de integrar, a las expresiones
debe ser paralela al eje de referencia. Luego, trazando por C ' una para-
lela a A' B ' , obtenemos la tangente en e~ a 'la curva funicula.r. Si pz'
q,uisiéramos hallar mayor número de tangentes, aplicaríamos el proce- y.(z)=6T
dimiento descrito en 5.5, considerando como divisorias de carga a las [5.30]
verticales trazadas por los puntos D, de intersección de la tangente inter-
media con las tangentes extremas.
6 DETE.RMlNACI6N ANAÚTlCA os LA CURVA FUNICULAR 256 FUERZAS DISTRIBUIDAS

'"
que, reemplazadas en la [5.21], nos dan la ecuación de la curva funicular En la figura 5.9 se ha indicado la construccián gráfica de esta pará.
buscada: bola, por tangentes. Sabemos que las tangentes extremas a la curva fwlicu-
p lar se cortan .sobre la vertical que pasa por el baricentro del diagrama de
y(Z) = Yl(Z) - Yo(Z) =-61 (z[2 - r). [5.31] carga$. Además, dichas tangentes extremas definen, sobre las verticales
de los extremos de la Unea cargada, segmentos de recta que, en una cierta
La ecuación [5.31] corresponde a una parábola cúbica. escala, representan los momentos estáticos de la resultante de la c~rga
distribuida oon respecto, a los extt;emos de la misma.
Para el caso de un diagrama triangular de cargas, la resultante de
la fuerza distribuida será

R = t.hpl' {S.32]

y su recta de acción quedará ubicada a una distancia del extremo A de


la carga igual a 1/ 3, por cuanto el baricentro de un triángulo queda
ubicado a un tercio de la altura, medido a partir de la base.
Los momentos estáticos de la resultante respecto de los puntos A
y B valen
M .I.= 1;6 pJ2
[5.33]
M. = V3 pP

En consecuencia, llevando en una escala cualquiera, a partir de A' y B' ,


segmentos A' A" Y B' B ", respectivamente iguales a M A Y M ., y
uniendo A" con B ' y B " con A', las rectas así determinadas consti-
tuirán las tangentes extremas a la curva funicular, 'las que se cortarán en
un punto en, por donde pasará la reota de acción de la resultante R
de la fuerza distribuida.
Una vez halladas las tangentes extremas, si se desea conocer mayor
número de tangentes, basta considerar la recta de acción de R como
divisoria de cargas, hallar los baricentros de las dos cargas distribuidas
parciales en que ha resultado dividido el diagrama, y continuar el trazado
en la forma conocida.
Cuando no interesa conocer la escala de la curva funicular, no es
necesario determinar previamente los momentos M A Y M B' La circuns-
tancia de Que las t angentes extremas se corten sobre la recta de acción de
R y ésta pase por el baricentro del diagrama de carga, facilita el trazado
de la curva funicular. Bastará para ello trazar dos rectas cualesquiera
y que se corten sobre la vertical del baricentro del diagrama. Estas rectas
serán tangentes a la curva funicular en los puntos de intersecci6n de las
mismas con las venticales de los extremos de la Unea cargada (puntos
A' y B'). Luego se completa la construcción :m la forma conocida. Este
procedimiento no es exclusivo para la carga triangular, sino que se ex-
Fi¡. 5.9. tiende a cualquier tipo de carga. Además, si a posteriori se deseara cono-
cer la escala en que corresponde medir las ordenadas de la curva funicular
7 ZCUACl6N DIF'XUNClAL DE LA. CURVA FUNICULAR
FUERZAS DISTJUBUIDAS ,
con respecto al eje de referencia Al B ' • bastará para ello tener en cuenta gulos rayados, semejantes, tenemos, teniendo en cuenta que dP y d(dy)
que el segmento A' A " = m(cm) representa el momento estático de R tienen sentidos contrarios
respecto de A, es decir, 'le pP . En consecuencia, la escala resulta ser
d(dy) dP
.pl'
1/c¡
---;¡;- - - ---¡;- . [5 . 36]
Escala y _ [5.341
m(cm) Pero, d(dy) =d 2 y Y además, dP = p(z)dz. En consecuencia,
reemplazando en [5.36] resulta:
e) Ca:r4a trapecial (figura 5.10).
d' y p(z)
Constituye también una carga dz' - ----
h
[5.37]
cuya intensidad varia linealmente.
En este caso, ambas ordenadas ex- expresión que corresponde a la ecuación diferencial de la curva funicular
tremas del diagrama de carga tie- de una carga distribuida, paralela,
nen un valor determinado, siendo
la expresión de la fW1ci6n de carga
Fi¡.5,10.
la siguiente:
z
p(z) - 1'2+ (PI-p')T' [5 . 35]

La ecuación de la curva funicular es, en este caso, también de tercer


grado, es decir, una parábola cúbica. y las construcciones gráficas deri·
vadas de ello son las mismas que las descritas para el caso de la carga
triangular, por lo que no entraremos en mayores detalles.

5 ,7. Ecuaci6n diferend ... 1 de la curva funicular de una carga


(O)
distribui<hl, p~a1ela.
h
Sea (figura 5.11 a) A" B' la curva funicular de una carga distri·
buida normal a la línea AS, Y cuya intensidad varíe según una función
FI¡.5.11.
p(z) , y M un punto cualquiera de la misma, de coordenadas z, y.
Consideremos en M dos tangentes sucesivas.,que serán lados del funicu· Para integrar la ecuaci6n düerencial es necesario conocer, en cada
Jar de la fuerza infinitésima dP = p(z)dz cuya recta de acción pasa por caso, la función p(z) que define la ley de variación de la fuerza distri·
M . Imaginemos ahora dos entornos de 'longitud dz, a la derecha e iz- buida. Cuando se trata de una carga uniformemente distribuida, p(z)"=
quierda de M, magnificados en la figura 5. 11 b, donde M M o y MM J¡ = =p e j , , se tiene
corresponden a las dos tangentes sucesivas mencionadas, Construido el
:: = - : f d~ = - ( ~z + el)
polígono de fuerzas de la carga distribuida, que en este caso degenera en
una recta, si por su polo O trazamos paralelas a las tangentes M M o y
MM1, estas determinarán sobre el vector representativo de R un vector
infinitésimo, representativo de d P . De la comparación de los dos trián- y - - ( ~ J,dz + C. J d< ) = - ( ~{ t c. z + e,)
1 [5.38)
• TENSiÓN DB LA CURVA nnUCULAK
". 260 FUERZAS DISTRlBUlDAS
,
expresi6n de una parábola de segundo grado, donde C[1 y C. son cons- tangentes sucesivas en M cons-
tantes de integración que se determinan en base a las condiciones iniciales tituyen, como sabemos, los lados
del problema, como veremos a continuación. del funicular de dP. Al des-
Supongamos que se pida la curva funicular referida a la recta A' B' arrollar en el capitulo 2 la t~
Y. además, que los extremos de la misma se encuentren a un mismo nivel ría del polígono funicular, vimos
y que el origen de coordenadas coincida con B '. En tal caso, llamando 1 que dos lados consecutivos del
la longitud de la línea cargada, se tiene, como condiciones iniciales: mismo constituyen las rectas de
para %=0 y z=1 ,' , y=O. acción de dos fuerzas que eQui.
Haciendo z = O en la segunda de las [5.38] se tiene: libran la fuerza que, pertenecien-
"- te al sistema dado, pasa por la
[S .39] Fil. 5 . 1'2. intersección de dichos lados. Por
y para z = 1. en que también y= O:
extensi6n al caso de la curva
funicular, tenemos que las dos tangentes consecutivas serán las rectas de
acci6n de dos fuerzas que equilibran a dP. cuyas intensidades y sentidos
pI'
--+C1I = O [5.40] serán las de sus vectores representativos en el polígono de fu erzas, obte-
2h nidos trazando por el polo O paralelas a las direcciones de las tangentes
de donde sucesivas. Como en el límite las direcciones de ambas tangentes coinciden
pI en una, que será la tangente a la curva funicular en el punto considerado,
-2h' [S .41]
la paralela a la misma trazada por O nos define en el polígono de fuer·
zas, y para cada punto, una fuerza T, denominada tensión de la curva
Reemplazando en [5.38] Y teniendo en cuenta la [5.39], resulta funicular. Esta tensión T, variable de punto a punto, ah;anza su valor
finalme.nte máxim o para una o ambas tangentes extremas. El valor máximo corres-
y=-
p,'
( 2'h-2'h
PI,) =2'h(lz-
P zl) [5.42] ponderá a ambas tangentes extremas en el caso en que los rayos polares
extremos estén simétricamente dispuestos con respecto al vector repre-
senta tivo de la resultante R. En caso contrario, el valor máximo de T
expresión semejante a la [5.25}. salvo la constante de proporcionalidad corresponderá a una u otra de las tangentes, según sea la ubicación del
h. que corresponde a la distancia polar del polígono de fuerzas, y qué polo.
corresponde a la escala en que deben interpretarse las ordenadas y, de Es dable observar en la figura que la proyección horizontal del vector
la curva funicular. En efecto, si en el polígono de fuerzas variamos h , representativo de 1.8 tensi6n T, cualquiera sea el punto considerado, es
distancia polar, cambian las tangentes extremas a 'la curva funicular y, constante e igual en intensidad a la distancia polar, de donde se deduce que
como consecuencia, para un mismo eje de referencia, la curva correspon- la proyección horizontal de la tensión de la curva funicular es constante.
derá a una. parábola de distinto parámetro.
Si el diagrama de cargas respondiera a una variación lineal, la inte-
gración de la [5. 37J conduciría a una ecuación de tercer grado, represen-
tativa de una parábola cúbica.

5.8. Tensión de la curva funicular.

Sea la curva funicular de la figura 5.12 correspondiente a una carga


distribuida según una ley arbitraria. Considerando un elemento d P de la
misma y su recta de acción, ésta corta la curva en un punto M . L as dos
,., EQUILIBRIO DB cur;RPOS VINCULADOS ,
lo que sigue, nos ocuparemos del estudio del equilibrio de chapas o si.
temas de chapas, vinculadas entre sí y cargadas en su plano.
Definiremos como vínculo toda condición geométrica que limite la
posibilidad de movimiento de un cuerpo.
6. Equilibrio de cuerpos vi nculados. En el caso de la figura 6. 1, el punto A está unido mediante una
barra rígida al punto B el que, a su vez, se encuentra vinculado con
tierra mediante una articulación. Como la distancia AB es invariable,

6 . l . Los sistemas planos vinculados. z o


1
1
6. 1.1. Generalidades. IY'
1
1
Se define como 8istema de puntos materiales un conjunto de pun.
1
tos materiales vinculados entre sí por la condición de rigidez. Los mismos L.!:.._
pueden encontrarse situados en un plano o bien configurar un cuerpo A'
sólido en el espacio; en el primer caso constituyen un sistema plano de
puntQ9 rruderiales o más simplemente un sistema material plano, y en el
segundo, un siMema material eqpaciaJ. F i¡. 6.1. Fig. 6.2.

En los capítulos 2 y 3 analizamos el equilibrio del cuerpo sólido libre,


el punto A está obligado a moverse sobre una superficie esférica de radio
sujeto a la acci6n de fuerzas. Ahora bien, en la naturaleza no es conce-
AB, siendo ésta su única posibilidad de movimiento. E n consecuencia,
bible un cuerpo rígido en estado de reposo sin que se halle vinculado a
la barra AS . que en lo sucesivo denomina remos biela, constituye un
tierra, sea directamente o bien por intermedio de otro cuerpo rígido. vinculo para el punto A.
T ales cuerpos se denominan vinculados, y de su equilibrio nos ocuparemos
en el presente capítulo, comenzando por los sistemas materiales p lanos.
6 . 1.!. Grados de libertad.

6 . 1. 2 . Chapas; concepto. Se define como grados de libertad de un sistema de puntos mate-


riales el número de coordenadas libres que posee.
La mayor pal"1te de los elementos estructurales utilizados en cons- Para aclarar conceptos consideremos, fig"ura 6.2, el sistema más
trucciones IOn d e una configuraci6n tal que admiten un plano de simetría. simple que se puede concebir; es decir, un punto material A. Suponga-
Su sustentaci6n también simétrica, y las fuerzas exteriores que los soli- mos que el punto material se desplaza en un plano y pasa a ocupar una
citan, se encuentran, en general, dispuestas simétricamente respecto de nueva posici6n A ' . Para dejar perfectamente determinada la posición
dicho plano. En consecuencia, cada sistema de dos fuerzas ubicadas simé- final d el punto, bastará conocer las coqrdenadas z', y' de esta última
tricamente respe<:to del plano de simetría, admitirá una resultante que con respecto a un par d e ejes. Es decir, que el número de coordenadas
actúa en el mismo, por lo que la .t otalidad de las fuerzas actuantes puede libres que posee es dos; luego, un punto material en el plano tiene dos
reemplazarse por un sistema equivalente que actúa en el plano de sime- coordenadas libres y, en consecuencia, posee dos ~r8dos de libertad.
tria del cuerpo. De ahí que, a los efectos prácticos, podamos reemplazar Consideremos ahora una chapa qpe sufre un desplazamiento cual-
el cuerpo rígido por un conjunto de puntos materiales planos, coincidente quiera en su f:ilano, figura 6.3.
con el plano de simetria y cargado con el sistema de fuerzas mencionado. Una vez cumplida la traslaci6n de la chapa, los puntos A y B de
Este sistema plano de puntos materiales recibe el nombre de chapa y, en la misma pasarán a ocupar las posiciones A' y B'. Conocida la posición
LOS SISTEMAS PLÁNOS VINCULADOS 263 264 EQUILIBRiO DE Cln:RPOS VlNClJLADOS 6

final de dos de los puntos de la chapa, queda perfectamente definida la hacerlo manteniendo el punto A sobre la
nueva posición de ésta. En efecto, cualquier otro punto que oonsideremos,
z o recta de ecuación Z A = e j , · Hemos res-
el e, por ejemplo, al estar ligado a los aqteriores por el vínculo de la
rigidez, sus distancias mutuas se mantienen a través de las transforma~
ciones planas, oon 19 que quedará perfectamente definida su posición una
vez oonocida la de los puntos A y B.
Q ZA " Clt
tringido así un gTado de libertad, por cuan-
to la chapa no puede ocupar cualquier po-
sición en el plano, ya que sólo le está per-
mitido desplazarse paralelamente al eje y

z o
QO °8
lA
y alrededor de A. En otras palabras, he-
mos impuesto a la chapa una condici6n de
vínculo. Si ahora fijamos el punto A , es
decir, imponemos que deba cumplirse
,
, [6.2)
z
,.) y

O
, a la chapa s610 le resta como posibilidad
I ZA - CII de movimiento una rotación en torno del
,, punto A. En efecto, cualquier otro punto
, l/,. que consideremos, el B por ejemplo, al
, O
estar ligado al A por el vínculo de la ri-
'" gidez no puede alterar su distancia d al
A, mismo y, por tanto, se desplazará sobre un
I
I arco de circunferencia de centro en A .
y
\
\
,
I
Como todos los puntos de la chapa deben
describir circunferencias de centro A t el
Fig.6.3. \../ único movimiento posible de la chapa será
lb> una rotación en torno de dicho punto.
La posición final de cada uno de los dos puntos oonsiderados queda y
R esultan así restringidos para la cha-
definida por dos coordenadas. No obstante, la posición final de la chapa Fi,.6.4. pa dos grados de libertad, habiéndosele
exige el conocimiento de s610 tres de ellas. En efecto, fijada la posición impuesto a la misma dO$ condiciones de
final del punto A' por sus coordenadas z~, y~, el hecho de que ambos vinculo.
z O
puntos se encuentren sujetos a la condición de rigidez, implica la inva- Una chapa a la cual se le han fijado
ys _CfI
riabilidad de la distancia d entre ambos; hace que sólo sea necesario
fijar una de las dos coordenadas del punto B' , ya que la otra resulta
,
I ~
I
I
I
las coordenadas de un punto y que, en
consecuencia, posee solamente un grado
/

,:YA
determinada por la expresión de la condición de rigidez / de libertad, se diCe que se encuentra ar·
lB .
, , ticulada., constituyendo el punto fijo una
[6.1) articulación a tierra alrededor de la cual
,
I
,
A
_3~ __
puede girar.
Consideremos finalmente la chapa de
Luego, para determinar la posición final de una chapa que se ,4es-
plaza en su plano, sólo es necesario fijarle tres coorden~das. En !=onse- ,
I
la figura 6.5, a la que hemos fijado el
cuencia una chapa en el plano posee tres grados de libertad, por tener ,I punto A. De acuerdo con 10 expuesto,
tres coordenadas libres. podrá girar en torno del mismo, y otro
Fijando una coordenada de un plano cualquiera de una chapa, por punto cualquiera de la chapa, el B por
Y ejemplo, estará obligado a desplazarse so-
ejemplo el :l'A en la figura 6 . 4a, ésta, al desplazarse, está obligada a
FiC· 6.5. bre un Brco de circunferencia de centro A .
. LOS SISTEMAS PLANOS VINCULADOS 265 ". ItQUJUBJUO OB CUBRPOS VINCULADOS

Si a este segundo punto le imponemos además la condición de que Sf:: mismos se cumplen las [6.3] y, además., por la condición de rigidez,
desplace sobre la recta de ecuación YII = Cte. ; es decir, le fijamos su resulta AB = A' B'. En consecuencia, ambos triángulos serán congruen-
coordenada Yo, el punto resultará inmóvil, al no poder desplaza rse simul- tes y, como de acuerdo con la hipótesis, el segmento AB luego del des-
táneamente sobre el arco de circunferencia de centro A y la recta de plazamiento pasa a ocupar la posición A' B', análogamente, el triángulo
ecuación YII = C te. . La chapa resulta así con dos puntos fijos y, en A O B ocupará la posición A' Of B " , permaneciendo fijo el punto O.
consecuencia, fija ella misma, por cuanto cualquier otro punto que consi- Cualquier otro punto de la chapa en su posíción primitiva vinculado a
deremos, el C. por ejemplo, al estar ligado ~ los anteriores por el vínculo los anteriores por la condición de rigidez, pasará a su nueva posición
de la rigidez, resulta fijo. H emos restringido de esta manera a la chapa describiendo un arco de circunferencia de centro O . En el caso particu-
sus tres grados de libertad e impuesto tres condiciones de vinculo. lar de que los corrimientos de los puntos A y B sean paralelos (figura
Llegamos así a la conclusión de que, para fijar una chapa a tierra, 6.6 b), las normales trazadas por los puntos medios de los segmentos
es necesario imponerle tantas condiciones de vínculo como grados de AA' y B B ' también resultarán paralelas eatre sí, y su punto de inter-
libertad posea. sección O será impropio.
En consecuencia, podemos interpretar una traslación como una rota-
ción en torno de un polo impropio, lo que nos conduce a la siguiente
6 . 1 .4 . Oesl)lazamientos de una chapa. generalización:
Todo desplazamiento de una chapa. en su plano es una rotaci6n en
Los desplazamientos que puede experimentar una chapa en su plano torno de un polo, propio o impropio.
son rotacionas o traslaciones. Sea la chapa de la figura 6.7 que experimenta una rotación de inten-
Se dice que una chapa experimenta una rotaci6n cuando todos sus sidad O en torno del polo O. Un punto cualquiera A de la misma,
puntos se desplazan sobre arcos de circunferencia de centro común, deno- como consecuencia de la rotación sufrida por
minado centro o polo de rotaci6n. En cambio, la chapa sufrirá una tras- la chapa a la que pertenece, pasará, descri-
laci6n si el desplaza miento es de biendo un arco de circunferenciii, a ocupar
una nueva posición A'. E l vector AA' = a
naturale za tal que todos sus pun-
constituye el corrimiento del punto A y 10 de-
~os se desplazan en una misma
dirección; es decir, experimentan
, ,,
fine, en intensidad, dirección y sentido. Supon-
gamos ahora que la intensidad de la rotación
corrimientos paralel~.
Consideremos la chapa de la , 9 '
, es infinitésima. En tal caso, la cuerda AA' ,
el arco AA' y la tangente AA", se confun-
figura 6.6(8) Y dos posiciones cua- ' <i
,1 den y, siendo esta última normal al.radio AO,
lesquiera de la misma. Sean A, B '1.0 se tiene que, para rotaciones infinitésimas, los
y A' , B ' las posiciones respectivas o (d >
corrimientos que experimentan los puntos de
de dos puntos de la chapa. Si por la chapa resultan normales a las rectas deter-
T
los puntos medios S y T de los Fig. 6.7.
minadas por los puntos y el polo de la rotación.
segmentos AA' y B8' trazamos
En consecuencia, si para una chapa que experimenta una rotaci6n
las normales, las mismas se cor-
tarán en un punto O. En los infinitésima se conocen los corrimientos infinitésimos de dos de sus pun-
triángulos AOA' y 80B', isós- tos, qUeda con ello perfectamente determinado el polo de la rotaci6n. En
celes por construcc.ión, se tiene efecto, si en la chapa de la figura 6.8 se conocen los corrimientos infini-
tésimos al Y ~ de los puntos Al y A a, como en cada caso el corri-
OA = OA'; OB = OB'. [6.3] miento ocurre en la dirección normal a la recta definida por punto y
polo, trazando por cada punto la recta normal a la dirección del corri-
lb '
Consider~mos
ahora los trián- miento respectivo, como el polo debe encontrarse sobre ambas normales,
gulos AOB y A'O B '. Para los se hallará en su intersección O
LOS SISTEMAS P~NOS VINCULADOS

'"
268 EQUILIBRIO DE CUERPOS VINCULADOS

Es decir que, al imponer a una cha-
pa la dirección del desplazamiento de
dos pW1tos cualesquiera de la misma le .!!.. 6 . 1.5 . Vínculos .

,, ,'
estamos imponiendo dos condiciones de -'--'---.!!.
vínculo, por cuanto se le han restringido Hemos definido en 6. 1 . 2 como vínculo toda condición geométrica
dos grados de libertad. I \ A2 que limite la movilidad de un cuerpo. Veamos ahora cómo ello se mate-
Si a un tercer punto de la chapa, co-
mo ser el A 3 de la figura 6.8, le impo-
'--*--l
I
I O d,2
rializa en la práctica.
Ante todo distinguiremos dos clases de vínculos: absolutos y rela-
nemos la obligación de que su desplaza- d:'q~, tivos. Se denominan vínculos absolutos aquellos que limitan la movilidad
miento ocurra en una dirección determi- de un cuerpo respecto de la tierra, y vínculos relativos los que implican
nada, pueden presentarse dos posibili- una limitación de movimientos con respecto a otro cuerpo. Ambas clases
Fi¡. 6.8.
dades: de vínculos se denominan también vinculas externos y vinculas internos,
a) La normal a la dirección del desplazamiento trazada por A 3 . respectivamente. Nos ocuparemos en el presente parágrafo del primer
no concurre a O. tipo de vínculos, dejando la consideración de los vinculos internos para
cuando nos ocupemos de las cadenas cinemáticas constituidas por varias
b) La normal a la direcci6n del desplazamiento, trazada por A s chapas, que serán objeto de un estudio especial.
pasa por el punto fijo O.
La vinculación de una chapa a tierra tiene lugar por medio de dis-
En el primer caso (dirección n-n para el desplazamiento), por per- positivos especiales, denominados dispositivos de apoyo o simplemente
tenecer A s a la chapa y tener ésta un punto fijo a tierra en O, estará apoyos.
obligado a desplazarse según la dirección normal a A I O. Pero, al mismo Existen tres tipos de apoyos para sistemas planos:
tiempo, por la condición impuesta a A 3 , ésté cebe desplazarse ségún
otra dirección (la n-n). Como ambas no coinciden, el punto quedará a) Apoyo simple o de primera especie, denominado comunmente
inmóvil.' En consecuencia, queda descartada la posibilidad de movimien- apoyo móvil. Restringe un grado de libertad.
to de cualquier otro punto de la chapa, por estar vinculado con los ante- °
b) Apoyo doble de se~unda especie, que también recibe el nombre
riores por la condición de rigidez. De ahí que, al obligar al punto A s a de apoyo lijo o articulación. Restringe dos grados de libertad.
desplazarse según la dirección non, la chapa resulte inmóvil; es decir, se
c) Apoyo triple o de tercera especie o empotramiento. Restringe
le han restringido sus tres grados de libertad, imponiéndosele, en conse-
tres grados de libertad.
cuencia, tres, condiciones de vínculo.
, Si, en cambio la dirección del movimiento impuesta al punto Al De acuerdo con el número de grados de libertad que restringe cada
fuera la m-m, nos encontraríamo!l en el caso b), por cuanto su normal tipo de apoyo, para fijar una chapa a tierra será necesario sustentarla en
trazada por A , concurre a O. En este caso la chapa no queda fija, ·por alguna de las formas siguientes: .
cuanto la dirección m-m coincide con la dirección del desplazamiento 19) Con tres apoyos de primera especie.
que puede experimentar A 3 como consecuencia de una rotación infini-
tésima de la chapa en torno de1 punto fijo O. Si bien se le han impuesto 2"') Mediante un apoyo de primera especie y uno de segunda.
tres condiciones de vinculo, no se han restringido los tres grados de liber- 3 9 ) Utilizando un empotramiento.
tad que poseía la chapa. Se dice entonces que existe un vínculo aparente,
Los apoyos de primera especie o apoyos .móviles están constituidos
definiendo como tal a toda condición de vínculo impuesta a un punto de
por una pieza de acero (figura 6.9 a) de forma triangular, que se articula
una chapa que .no altere las pooibilidades de desplszamiento del mismo.
por su vértice en un punto de la chapa a la que sustenta, apoyando su base
en tierra con interposición de un tren de rodillos de acero. El punto A
de la chapa, articulado al apoyo móvil, está obligado a desplazarse en la
1 LOS SISTEMAS PLANOS VINCULADOS
". 270 EQl1ILlBRlO DE CUERPOS VINCULADOS 6

dirección non, paralela al plano de rodamiento, pero está impedidO' de ha- similares a ·Ios móviles, con la única dife-
cerlo en la dirección normal. DesignaremO's en le que sigue cerne dirección rencia de que la base del cuerpo de apoyo
del apoye móvil a la de su planO' de redamiento. El apoyo móvil restringe se encuentra rígidamente vinculada con la
un grado de libertad por cuanto ebliga al punto A, y con él al conjunto -tierra (figura 6.10). En esta forma el pun-
de puntos materiales que cenfiguran la chapa, a desplazarse en la direc- te dende se halla aplicadO' el apoye, se
ción de su planO' de rodamiento. A la chapa le restan así des grados de encuentra fijo, resultando, en censecuencia,
liberltad, que se materializan precisamente en este desplazamiento y en restringides dos grades de libertad a la cha-
la posibilidad de rotación en torno del punto A. (a) pa, restándole une selo, materializadO' por
Los vínculos de primera especie pueden estar constituides también una rotación en terne al punto en el que se
por bielas, entendiéndose por tal una barra articulada a tierra Por une articula. A los efectes práctices de dibujo
de sus extremes (figura 6.9 b) y a la chapa por el opuesto.' Para despla- se le representa indistintamente en la forma
zamientos infinitésimos, el punto A está obligado a desplazarse en la indicada en la figura 6.10 b ó c. Final-
dirección n-n, normal a la dirección AB de la biela; es decir, que se mente, el apoyo de tercera especie fija un
reproduce la situación analizada para el apoyo móvil. punto y una dirección, cen le que evidente-
mente la chapa queda fijada a tierra. Tal
el caso de la figura 6. 11 a dende, para la
sección erlrema de la chapa representada,
se ha fijadO' el punto A de la misma y la
dirección n-n. Es decir, que otro punto B
de la sección, al encontrarse fijo A, debe
A A Fig. 6.10 • necesariamente desplazarse en la dirección
'ñ-- -----n ñ-- • --ñ normal a A B pero, a su vez, se 1e ha im-
puesto la condición de desplazarse en dirección n-.n, no coincidente con
" (a)
'8 la anterier. En consecuencia, se haUa impedido de meverse. Al tener la
(b) chapa des puntos fijos, come los restantes se hallan vinculados cen éstos
por la condición de rigidez, ·Ia chapa resu1ta inmóvil. En la práctica se
lo representa en las formas indicadas en figura 6. 11 b, c y d.
El apoyo de segunda especie puede lograrse también disponiendO'
dos bielas concurrentes a un punte, como muestra la figura 6.12. En
este caso, la existencia de la biela AB ebliga al punte A a desplazarse
en la dirección non, normal a AB, mientras que la presencia de la
segunda biela A e exige que su desplazamientO' ocurra en la dirección
A m-m, normal a AC. Al nO' coincidir ambaf' lIireccienes, el desplazamientO'
n

- - -
(e)
(d)
A
Fig. 6.9.

A los efectos prácticos, y por facilidad de dibuje, los apoyos móviles


y las bielas se representan en las formas indicadas en da figura 6.9 e y d,
-- Ii--
(a) (b) (e)
respectivamente. (d)
Los apoyos de segunda especie e articulaciones, e apoyos fijos, son
Fig.. 6.11.
LOS SISTltMAS PLANOS VINCULADOS J:QUILlBRIO DE: CUERPOS VINCULADOS

del punto A resulta imposible, quedando éste chapa de la figura 6.15, sustentada me-
en consecuencia, fijado a tierra. diante tres apoyos de primera especie
El empotramiento de . una sección d e una aplicados en los puntos A , B Y e dis-
chapa puede materializarse también en la fo rma puestos en forma tal que las normales a
que muestra la figura 6.13 a y b, es decir, sea los mismos concurran a un punto O.
mediante un apoyo fijo y otro móvil, aplicados Supongamos por un momento que no
en dos puntos de la secci6n, o bien mediante tres exista el apoyo e y que la chapa se
bielas, dos concurrentes a un punto y la tercera encuentre sustentada únicamente por Jos
articulada a un segundo punto. apoyos móviles A y B . La existencia
Ana lizadas las distintas posibilidades de del apoyo móvil en A obliga a este pun-
sustentación de una cha pa, veamos en qué casos
se presentan vínculos aparentes. Supongamos 8 e Fig.6. 15. to a desplazarse en la dirección m_m o,
lo que es lo mismo, el desplazamiento
primeramente una chapa sustentada mediante Fig. 6.12.
de A es consecuencia de una rotación infinitésima de la chapa en torno
un apoyo fijo, y otro móvil (figura 6.14). de un polo ubicado en un cierto punto de la normal a m-m trazada por A.
De existir únicamente el apoyo fijo en A, el punto B estaría obli.
Otro !tanto ocurre con el punto B , obligado a desplazarse según non, lo
gado a desplazarse según la dirección non, normal a AB. Si ahora apli-
que equivalo II suponer un:;¡ rotación en torno de un polo ubicado sobre
la normal a aquelIa dirección. La simultaneidad de ambos desplazamien-
tos supone la existencia de un polo común de rotación, el que, necesaria-
mente, debe encontrarse sobre la intersección de las normales a las direc-
ciones de los dos apoyos móvil~s, es decir, el punto O. Lo anterior nos
permite concluir que dos apoyos móviles equivalen, desde el punto de vista
de la sustentación de una chapa, a un apoyo fijo o articulación ubicado
en el punto de intersección de las normales a sus correspondientes direc_
.0' ciones. En este caso el apoyo fijo o articulación se denomina ficticio.
Sentada la existencia, en el caso considerado, de un apoyo fijo fic-
Fi,. 6. 13. t icio en O , la chapa podrá experimentar rotaciones infinitésimas en torno
al mismo, y el punto e se desplazará en la dirección P-P. normal a eo.
camas en B un apoyo m6vil cuya dirección coincida con n-o, no esta- Luego, si colocamos en e un apoyo móvil cuyo plano de rodamiento
mos imponiendo a la chapa ninguna nueva condición, por cuanto el apoya coincida con la dirección p-p, este último vínctilo resulta ser aparente
móvil permite al punto B desplazarse precisamente en la dirección im-
puesta por la existencia del vínculo en A .
, por cuanto permite al punto en Que está apli-
cado desplazarse en una dirección ya impues-
I
La chapa no se encuentra fija y estamos, I ta por las condiciones de vínculo existentes
pues, ante un caso de vínculo aparente.
-+_.
en la chapa.
~s decir que, cuando en una chapa su!#ten- ,I En el caso de la figura 6,16, donde la
tada en la forma antedicha la normal a la I chapa se encuentra sustentada mediante tros
direcci6n de un apoyo m6vil pasa por un I
'8 apoyos móviles de una misma dirección, ~­
apoyo fijo, existe vínculo aparente.
Cuando 'A !lustentac:i6n de la chapa
se verifica mediante tres apoyos móviles,
,, '
bién existe vínculo aparente, por cuanto las
normales a la direcci6n de los apoyos con-
existirá vínculo aparente si las normales ,. O.I curren a un punto impropio. En este caso
a las direcciones de los mismos concurren a el desplazamiento posible de la chapa es una
un punto. En efecto, sea el caso de la Fig.6.14. Fil. 6. 16. traslación.
1 273 •
Cuando una chapa se encuentra sus-- quiera sea la dirección, intensidad y sentido de la resultante del sistema
tentada a tierra mediante un número de de fuerzas aplicado, para que exista equilibrio s610 es necesario que su
condiciones de vínculo igual al de sus gra- recta de acción pase por el punto fijo de la chapa. Tal el caso de la
dos de libertad, se dice que se encueritra figura 6.19. Es decir que, para asegurar el equilibrio de la chapa, sólo es
iSOlJtáticamente sustentada, o también, que necesario imponer al sistema de fuerzas el cumplimiento de una condición.
el sistema es iSOltático. Cuando el número La expresi6n analitica de esta condición surge de la siguiente considera-
de condiciones de vínculo es mayor que el 8 ci6n: Si la resultante del sistema debe pasar por A (figura 6.19), su
de los grados de libet1tad, el sistema es momento con respecto a dicho punto debe ser nulo y, por el principio
hipere.stático, o bien se encuentra hiperes- Fir· 6 . 17. de equivalencia, también será nula la suma de los momentos del sistema
táticamente suStentado. Las condiciones de fuerzas respecto de dicho punto. En conscuencia, debe tenerse:
de vínculo en exceso sobre la cantidad necesaria y suficiente reciben el
nombre de vínculos superabundantes o SUperfIU08. Tratándose de siste- •
mas planos constituidos por una (mica chapa, o bien de cadenas cinem'~ l:,Mt=O. [6.4]
ticas de más de' una chapa, el número de condiciones de vínculo que •
posean en exceso sobre las necesarias, determinan el ~rado de hiperestati- Refiriendo a un par de ejes coordenados y llamando %¡, y¡ Jas
cidad del sistema. Así por ejemplo, la chapa de la ,figura 6 . 17 constituye coordenadas de un punto cualquiera de la recta de acci6n de cada una
un sistema hipereSltático de segundo grado, por cuanto al mismo se le 'han de las fuerzas que constituyen el sistema, y Z A ' y... las correspondientes
impuesto cinco condiciones de vínculo, en tanto sólo son necesarias y sufi- al pWlto de articulaci6n a -tierra, la expresi6n antetiot:" toma la forma:
cientes tres, existiendo dos condiciones superabundantes.
Finalmente, si el número de condiciones de vinculo de un sistema es •
inferior a tres, se dice que se encuentra hipoetáticamente sustentado. l:P,.senql¡(z ... -Z¡)-l:p•. cos!p¡(y... - y¡) = O, [6.5]
• •
que estab1ece la condici6n que debe cumplir un sistema de fuertes apli-
c:ado a una chapa con un grado de libertad, para asegurar el equilibrio
6 . I .6 . El equili.brio de la chapa vinculada. Reacciones de vinculo. de la misma.
Supongamos ahora que a la chapa en las condiciones anteriores le
quitamos el apoyo fijo (figura 6.20). Evidentemen-
Consideremos la chapa de ,l a figura 6. 18 a la que hemos suprimido te con ello rompemos nuevamente el equilibrio, ya
dos grados de libertad mediante la imposici6n de dos condiciones de víncu- que la chapa, por efecto de la resultante R, ten-
lo materializadas por un apoyo fijo aplicado en A. Supongamos que derá a desplazane en la direcci6n de ésta. Para res-
sobre la misma actúa un sistema de fuerzas P i , cuya resultante sea R. tituir ~I equilibrio, salvo que coloquemos nuevamente
Por efecto del sistema aplicado o de su equivalente R, la chapa tenderá el vínculo, sólo nos resta aplicar en A una fuerza
a girar en torno a la arti- opuesta a R, que constituirá con esta última un
culaci6n a 'tierra y no se en- sistema nulo y, en consecuencia, en equilibrio. Esta
contrar4 más en equilibrio. fuerza se denomina reacci6n de vinculo, y su exis-
La única posibilidad de que tencia deriva del cuarto principio de la Estática.
una chapa con un grado de Como la direcci6n de R puede ser cualquiera, tam-
libertad, sujeta a la acción bién lo será la de la reacción, es decir que un apoyo
de un sistema de fuerzas, se fijo es capaz de reaccionar en cualquier direcci6n.
Fir. 6 . 20.
encuentre en equilibrio, es A El vínculo y la reacción a que da origen su
que la resultante R del existencia no coexisten. Para que la reacci6n de vinculo se manifieste
mismo pase por el polo de es necesario quitar este último, acci6n ésta que se denomina ponar en
rotaci6n de la chapa. Cual· FiK,.6.18.. Fir. 6 . 19. t!lVidlJnCia 14 reaoci6n.
'" ". •
Reemplacemos ahora el apoyo fijo de la figura 6.19, por dos apoyos se encontrará más en equilibrio. Para restituido, es
móviles concurrentes en A, uno horizontal y ·otro vertical, y suponp- necesario aplicar en A una fuerza -R. opuesta
mos eliminado el primero de ellos (figura 6.21). a la resultante de las fuerzas exteriores. Se logra así.
La chapa resulta con sólo una condición de víncu- un sistema nulo, es decir, en equilibrio. Dicha fuerza
lo, quedándole dos grados de libertad Descom- -R constituye la reacción de vínculo del apoyo m6-
R vil, que resulta ser normal a la dirección del mismo.
pongam:os la resultante R, cuya recta de acción
pasa por A, en dos componentes: una horizon- A Como consecuencia se deduce que un apoyo móvil
tal H y otra vertical V. Esta última se absor- es capaz de reaccionar únicamente en su dirección
bida por el apoyo móvil, mientras que la primera normal. Si el apoyo de primera especie estuviera
tenderá a desplazar la chapa según su dirección. constituido por una biela, la reacción tendrla la di-
con lo que no se encontrará más en equilibrio.
Para que éste sea posible es necesario que la com-
ponente horizontal H sea nula o, en otras pala-
-1 Fi,. 6 . 22.
rección de esta última. 10 que es evidente.
Consideremos ahora la chapa de la figura 6.23,
cargada con un sistema de fuerzas de resultante R,
bras, que la resultante de las fuerzas exteriores, Y a la que hemos impuesto tres condiciones de' víncu-
Fil", 6.21.
además de pasar por A, sea normal a la direc- lo ~¡,aterializadas por un apoyo móvil aplicado en A y uno fijo en B.
ción del apoyo móvil. Vemos así que, para que' exista equilibrio, en este Cualquiera sea la direcci6n, intensidad y sentido de R , la chapa siem-
caso, es necesario imponer al sistema de fuerzas d04 condicio~: UDa de pre se encont¡'ará en equilibrio, por cuanto las condiciones de vínculo im-
concurrencia y otra de perpendicularidad. puestas aseguran su inmovilidad, al restringir la totalidad de sus grados
de 'libertad. En consecuencia, para asegurar
La condición de concurrencia al punto A puede expresarse mediante
el equilibrio de la chapa, no será necesario
la [6.4], mientras que 'la ortogonalidad con la dirección del apoyo con-
imponer al sistema de fuerzas ~xteriores ac-
duce a una condición de proyección nula sobre dicha dirección.
tivas ninAuna condici6n.
Es decir que el equilibrio de la chapa queda ase¡urado si se cumplen El análisis de las consideraciones an-
simultáneamente las condiciones siguientes:
teriores nos permite llegar a la siguiente
conclusión :
• En toda chapa sujeta a la acción ·de
l:Mt - O

~H.


- O } [6 .6]
Fil". 6 . 23.
un sistema de fuerzas cua{quiera, el tnímero
de condiciones que es necesario imponer a
éste para aseAurar el equilibrio de aquélla
es jAuaI al número de Arados de libertad que posea la chapa.
Si la chapa es libre, es decir, si no se encuentra vinculada a tierra,
donde H ¡ corresponde a la proyección horizontal de una fuerza ¡ené- tiene tres grados de libertad. Si sobre la misma actúa un sistema de
rica. Las expresiones [6.6] desarrolladas conducen a: fuerzas, el equtibirio exige el cumplimiento de tres condiciones, que son
las condiciones generales de equilibrio de un sistema plano de fuerzas,
~ P, . sen <P,(ZA - z¡) - ~P, .cos<PI(Y..t - y,) == 0 analizadas en el capítulo 2. Si sólo se le ha impuesto una condición de
, , vínculo, canto" que el número de grados de libertad se reduce a dos, el
} [6.7] equilibrio exige que el sistema de fuerzas cumpla con dos condiciones.
Si posee dos condiciones de vínculo, restándole sólo un grado de libertad,
el sistema de fuerzas exteriores debe cumplir una única condición para
asegurar el equilibrio de la chapa y, finalmente, si esta última se encuen-
cuyo cumplimiento simultáneo asegura el equilibrio de la chapa. tra isostáticamente sustentada, es decir, si el número de grados de liber-
Supongamos ahora suprimido el apoyo móvil (figura 6.22). La ~d es cero, el sistema de fuerzas puede ser cualqui.e ra, sin que sea nece-
chapa, sujeta a la acción de un sistema de fuerzas de resultante R. no asrio que cumpla ninguna condición para que el equilibrio de la chape.
• '" 278

trazamos paralelas a las direcciones AM y B M. 'Ia intersecci6n de las
mismas define un punto 3. que determina los v~ores 1-3 y 3-2.
6 . 1 . 7 . Determinación de las reacciones de vínculo en .istemas de una representativos de 185 irrtensidades de las dos reacciones de vínculo bus-
chapa. Solución gráfica. cadas. El sentido' de los mismos debe sef' tal que (orman con el vector
representativo de R un polígono cerrado, ya que el sistema debe encon-
Nos ocuparemos en lo que sigue únicamente de sistemas iSMt6.tica- trarse en equilibrio.
mente sustentados, es decir, de aquellos sistema. en que el número de Si la sustentación de la chapa la constituyen tres apoyos m6viles
condiciones de vinculo sea igua1 al número de grados de libertad que (figura 6.25), la determinación gráfica de las reacciones de vinculo se
poseen; es decir, .tres para los sistemas constituidos por 'una sola chapa. efectúa de la manera siguiente:
Consideremos primeramente una chapa sustentada mediante un apo- hallada la resultante R de las
yo fijo aplicado en A y otro m6vil en B (figura 6.24), no existiendo fuerzas exteriores activas, y
vinculo aparente, y supongamos que sobre la misma actúe un sistema de R puestas en evidencia las reac-
fuerzas PI de resultante R. Si ponemos en evidencia las reacciones ciones en Jos tres vínculos, que
de vínculo eliminando los apoyos, nos encontramos que la correspon- denominaremos R A.' R B Y
R e. el equilibrio de la chapa
exige que el sistema constitui-
do por las fuerzas eJCteriores
activas y reactivas se halle
también en equilibrio. El pro-
R, blema se reduce entonces a
3 equilibrar R mediante tres
fuerzas cuyas rectas de acción
pasen por los puntos de la cha-
pa en que se hallan aplicados
los apoyos móviles, y cuyas di-
R 2 recciones sean nonnales a laa de
Fil. 6 . 25.
estos últimos. Aplicando el pro-
cedimiento de Culmann, hallamos primero el punto M de intersección
Fil:. 6.24. de dos de las rectas de acción de las reacciones incógnitas, y luego el
determinado por la recta de acción de R y 18 recta de acción de la ter-
diente al apoyo móvil debe necesariamente ser de direcci6n normal al cera reacci6n (punto N). Definida en esta forma la recta de acción de
mismo; mientras que la desarrollada por el apoyo fijo, apa:rte de pasar la componente auxiliar, se procede en la forma conocida, cuidando sola-
por éste, puede ser de direcci6n cualquiera. Por otra parte, llamado R.t mente en el poligono de fuerzas de dar a los vectores representativos de
Y R B a la, dos reacciones de vínculo, tenemos que éstas y R . deben las fuerzas los sentidos que conduzcan a un polígono cerrado, por cuanto
constituir un sistema en equilibrio para que resulte asegurado el corres- lo que S8 busca son equilibrantes y no componentes. ..J
pondiente a la chapa. Pero, por lo visto en el capítulo 2, para que
tres En este caso, la determinaci6n de las reacciones de vinculo puede
fuerzas que actúan en un mismo plano puedan equilibrarse entre sí, ea efectuarse encarando la solución desde un punto de vista distinto si bien
necesario que concurran a un punto. Como las rectas de acci6n de R y el procedimiento operativo es el mismo, reduciéndosl', en última instan-
de la reacci6n R B del apoyo móvil resultan impuestas por las condicie> cia, a la aplicación de1 procedimiento de Culmann.
nes del problema, el punto de concurrencia obligado es M. intersección Hemos visto que, a los efectos de la sustentación de una chapa, dos
de dichas rectas de acción. La recb!- de acci6n de R A' :reacci6n en el apoyos m6viles son equivalentes a un apoyo fijo aplicado en el punto de
apoyo fijo, resulta de unir M con A. S~ en una escala cualquiera, intersección de la. normales a las direcciones de loa primeros. En con-
llevamos el vector 2-1, representativo de R, Y por su origen y extremo leCUencia, la. apoyos móviles A y B de la chapa de la figura 6.26
LOS SISTEMAS PLANOS VlNCULADOS
'" "O •
de reducci6n M • . Ello equivale a determina r 'Ias componentes de la
reacci6n cuyas rectas de acción sean la recta impropia del plano y dos
rectas ortogonales (paralelas a UD par de ejes coordenados) que pasen
por el baricentro de la sección de empotramiento, La componente según
la recta impropia del plano es un par de fuerzas cuyo m omento, en inten-
sidad y sentido, está dado por el momento de R Ir respecto del baricentro
G de la secciÓn de empotramiento (figura 6.27). Las restantes compo-
nentes tienen por resultante una nueva fuerza R s , esta vez aplicada en G .

6 . 1.8 . Determinación de las reacciones de vinculo en un sistema de una


K\ cha pa. Solución analítica.

. Fi¡¡;. 6 .26.
La determinación a na'litica de las reacciones de vínculo de una chapa
isostáticamente sustentada conduce a la aplicación de las condiciones de
equivalen a un apoyo fijo fictici o aplicado en M. Determinamos ahora
equilibrio de un sistema plano de fuerzas. En efecto, puestas en evidencia
las reacciones de vínculo en M y e en la forma vista anteriormente y
las reacciones, las mismas, juntamente con las fu erzas exteriores activas,
luego la reacciÓn M la descomponemos en dos componentes de direc-
constituyen un sist ema plano de fuerzas que debe encontrarse en equili.
ciones AM y BM, que constituyen las reacciones de vínculo en Jos
brio. Ahora bien, en el capítulo 2 vimos que las condiciones analíticas
apoyos A y B . necesarias y suficientes para el equilibrio de un sistema de fuerzas no
Supongamos ahora el caso de una chapa vinculada a t ierra mediante
concurrentes en el plano eran tres. En consecuencia, la aplicación de las
un empotramiento, es decir, un vínculo de tercera especie.
mismas c:onducirá a la solución del problema de la determinaciÓn de las
Sea la chapa de la figura _ _ .",
reac:ciones de vínculo siempre que el número de inc:ógnitas involucradas
6.27, empotrada en tierra en /,,. sean también tres. .
su sección S-S, y sobre la I ¡:¡
que actúa un sistema de fuer- I Veamos si ello se cumple efect ivamente para las chapas isostática-
I mente sustentadas.
zas de resultante R . I
La reac:ci6n de vínc:ulo en un apoyo móvil, según hemos visto, debe
Cualquiera sea R, la I I
chapa se e ncontrará en equi-
librio. Además, por encontrar-
se rígidamente vinculados a
\ -d-----I~;;--'\
pasar por el punto en que se enc:uentra aplicado el apoyo y, además, su
recta de ac:ción debe necesariamente ser normal a la direcci6n del apoyo.
En consec:uencia, si suponemos que la reacción, c:onsiderada como incóg-
tierra, todos los puntos de la \ , '-,
/'
I nita, tiene sentido positivo, quedan con ello establecidos dos de lo!! tres
parámetros nec:esarios para definirla: un punto de su recta de acción y
secciÓn de empotramiento,
chapa y tierra constituyen un --------------
PI. 6 .27.
/'
el argumento (figura 6.28a). S610 resta por conoc:er la intensidad, es
decir, que la determinación de la reacción de vínc:ulo en un apoyo móvil
conjunto continuo de puntos
mate riales ligados entre si por involucra la existencia de una incóAnita.
la condiciÓn de rigidez. En consecuencia, para que exista equilibrio nece- En cambio, para un apoyo fi jo, la reacciÓn puede tener c:ualquier
sariamente la reacciÓn de vínculo debe ser una fuerza opuesta a la resul- dirección, ya que s610 se le impone la condición de que su rect a de acci6n
tante de las fuerzas exteriores activas, cualquiera que ella sea. pase por el punto donde se encuentra aplicado el apoyo fijo. Se conoce,
En la práctica inte resa conocer el valor de la reacciÓn en la sección en consecuencia, solamente un parámetro: UD punto de su recta de ac:ci6n,
de empotramiento S-S. P ara e110 será necesario reducir la fue-rza R. siendo incógnitas su argumento y su intensidad. Es decir, que la deter-
a l baricentro G de aquélla, es decir, descomponerla en una fuerza de minaci6n de .la reacción de vínculo en un apoyo fij o involucra la exis-
dirección paralela a R • • cuya recta de acción pase por G y en el par tencia de dos incógnitas. :!stas pueden ser las indicadas, o bien, lo que
LOS SISTJ:MÁS PLANOS VINCULADOS
'81 282 ,
es más corriente, las componentes de la reacción de vínculo según dos los elementos que disponemos, por cuanto el planteo de las condiciones
direcciones ortogonales, una vertical y otra horizontal, que se acostumbra de equilibrio conduce a sólo tres ecuaciones.
a indicar con los símbolos V y H, respectivamente, con los subíndices Considerado gráficamente el problema, como es 16gico, tampoco tiene
indicativos del ,,"poyo a que correspondan (figura 6.28 b).
, ',- soluci6n. En efecto, las reacciones de vínculo en un apoyo fijo, como
sabemos, pueden tener cualquier dirección. Si R es la resultante de las
-,-- ----,/,----,\', - - , -
o z .1

f'' V'
(d ) \
y
(b )
I
¡
Fig. 6.28.

La reacci6n de vínculo en un empotramiento implica la existenc.ia Fig. 6.29.


de tres inc6gnitas. En efecto, 'hemos visto que la misma puede tener cual-
quier recta de acción, intensid'a d y sentido. En consecuencia, para defj- fuerzas activas exteriores, cualquier par de rectas que pasando por A Y
nirla, será necesario conocer tres parámetros: un punto de su recta áe B se corten sobre R pueden ser rectas de acción de las reacciones bus.-
acci6n, ~ii argumento y su intensidad. Pueden también elegirse como cadas, cuyas intensidades y sentidos se obtienen en el polígono de fuerzas
"
incógnita~ ~I par de empotramiento y las intensidades de las componentes
trazando paralelas a dichas rectas por el origen y extremo del vector
según dOI!' qirecciones ortogonales. representativo de R . Existiendo infinitos pares de reat~s que cumplen
De ló ~nterior surge que la determinaci6n de las reacci9nes de víncu- con dicha condición, el problema tendrá infinitas soluciones, es decir,
lo de una chapa isostáticament~ sustent8aa, sujeta a 1~\i.~ci6n de un . será indeterminado.
sistema cualquiera de fuerzas. ' constituye sie~pre un rrobJ~ina de tres
La determinación de las reacciones de vínculo en sistemas estática~
incógnitas y que, por lo tanto, ¡:)qctrá ser resuelto mediant'é- ia utilizaci6n
mente indeterminados, requiere el conocimiento de la deformación expe-
de las concJidones de equilibriQ' de los siste~ planos <d~' fuerzas no
rimentada por la chapa por efecto de las fuerzas que la solicitan, y es
concurrentes.
objeto del tercer curso de Estabilidad de las Estructuras.
Se dice que u~a chapa es está,~icamente d~ferminada cuando las in~
c6gnitas que implica.. la existencia ' de los vincuios pueden deter~inarse Analizaremos a continuación el planteo de las ecuaciones que resuel-
r,( ,.
mediante las ecuaciones derivadas de la aplicación de las condiciónes de ven el problema de la determinación de las reacciones de vínculo en una
equilibrio de " rb~;' ~istemas
. ¡. •
plan"a~'
'
d~,. fuerzas. chapa isostáticamente sustentada mediante un apoyo fijo y otro móvil,
Cuando el nú~ero de inc6gnitas supera a p':es, se dice que la chapa y sujeta a la acción de' un sistema de fuerzas PI. (figura 6.30).
es $Státi~'te in4et~rminada, por cuanto. al ser mayor el número dé Refiriendo el sistema a un par de ejes coordenados z, y, y puestas
inc6gnitas qu~ ~I de ecuaciones que se pueden plantear, la soiución del en evidencia las reacciones de vínculo, elegimos como incógnitas las com-
problema eS: i~determir¡ada. T.al el caso de 'í; chapa de la figura 6.29 ponentes Ha Y V . de la reacción en A, Y la reacci6n en B que, a
fijada a tierrá co~ ~~ ~&<>y~ fijos. ' los efectos del planteo de lasl ecuaciones, supondremos pcNIitWIIS. Una
La reacción 4e un apoyo fijo implica dos incógnitas. En consecuen~ vez resueltas las ecuaciones, si los valores resultantes están afectados del
cia, la deteTmina~i6n 'de 'l as reacciones de vínculo del caso planteado signo (-), ello signüica que los sentidos reales de las reacciones son
conduce a un problema de cUatro incógnitas, impOsible de resolver con contrarios Q 108 supuest08.
. , <" ,'\' :
\.OS SISTltMAS PLANOS VINCULADOS 283 '84 EQUILIBRIO DI: CUERPOS VINCULADOS 6

Con el objeto de simplificar la ecuación de momentos, elegimos como


centro de momentos el punto A , por cuanto, con respecto al mismo, se
o anulan los momentos de H . y Ya . En consecuencia se tiene:

P,

+ l:p¡
, [sen Ql¡ (ZA - z . ) - COSQl; (Y,¡ -Y¡)] = O. [6.9]

La resolución del sistema constituido por las [6.8} y [6.9 ] con-


A viene comenzarlo por esta última ecuación, por cuanto se trata de una
ecuación independiente con una sola incógnita: R~. Despejando su va lor
y reemplazá ndolo en las '[6.8], las mismas se transforman también ee
ecuaciones independientes, obteniéndose así directamente los valores de
H Q y V".
Si, en lugar de adoptar como' incógnitas las componentes Ha y V.
Fie:.6.30. y de la reacción R u , hubiésemos elegido su argumento y su intensidad,
las ecuaciones (6 . S) tomarían la forma siguiente:
Al analizar, en ~ capítulo 2, las condiciones analíticas de equilibrio
de los ' sistemas planos no concurrentes, vimos que las mismas podían ser
expresadas en tres formas distintas, utilizando: R Il ' cosCfl,¡ + R • . COSCflIl + l:•, P i .cos ep. = O
\.....~~ .. a) dos condiciones de nulidad de proyecciones sobre dos ejes, y una
condici6n de nulidad de momentos respecto dI:! un punto cualquiera del
plano.
R • . sen CfI,( + R" . sen ep, + 2:•, p¡. sen CflI = O } [6. 10]

b) dos condiciones de nulidad de momentos respecto de dos puntos La ecuación de momentos es idéntica en este caso a la [6.9], ya
cualesquiera del plano y una condición de nulidad de proyecciones res- que en la misma no interviene R " . Al reemplazar ahora en las [6. 10J
pecto de un eje que no sea normal a la dirección definida por Jos dos el valor R ~ obtenido de la ecuaci6n de momentos, no se obtienen ya
puntos. ecuaciones independientes sino un sistema de dos ecuaciones simultáneas
e) tres condiciones de nulidad de momentos respecto de tres puntos con dos 'incógnitas que, resueltas, nos dan los valores de la intensidad de
no alineados. R~ y de su argumento.
Para el planteo de las ecuaciones que conducen a la determinaci6n De utilizarse como incógnitas H " y Ya, el valor de la reacción
de las reacciones de vínculo, podemos utilizar C"uúlquiera de las t res posi- se obtiene eJe la 'expresi6n :
bilidades. En cada caso, y conforme con la disposición de los apoyos,
convendrá utilizar un,,: u otra forma. En general, tratándose de sistemas [6. 11]
d'e una chapa, se utiliza la solución a), que es lo que harerpos a conti- y su dirección de:
nuación. Con la notación de la figura 6.30, proyectando el sistema de V.
fuerzas exteriores activas y reactivas primeramente sobre el eje z y
tg q¡,¡ = .-¡:¡; [6. 12]
luego sobre el y, tenemos:
quedando así completamente definida R •.
H. + R~ . ¿os cp. + L,• p • . cos epi = O

}
Consideraremos ahora el caso de una chapa empotrada en la secci6n
[6.8] S-S (figura 6.31). Adoptaremos como incógnitas las dos componentes
• de la reacción de emP.Otramiento paralelas a los ejes coordenados cuyas
V. + R 6 .senep¡, + ~P
, I .senep¡ = O
rectas de acción pasan por el baricentro G de la sección de empotra-
285 286 EQUILIBRIO DE CUERPOS VINCULADOS 6
LOS SlSTEMAS PLANOS VlNCULAOOS

J
z o
6. 1 .9. Cadenas cinemáticas.

Consideremos, figura 6.32 a, dos chapas S I y s,. Cada una de


Y, P, ellas posee tres grados de libertad y las dos, en conjunto, seis.
P, Y¡
Vinculemos entre sí ambas chapas, mediante una articulación Al,!,
denominada articulación ndativa o articulación intermedia, indistintamen~
11, te (figura 6.32 b).
G z¡ Si a la chapa 5 1 le imponemos tres condiciones de vínculo, por
ejemplo un apoyo fijo en A y otro móvil en B (figura 6.32 c), quedará
z. inmóvil, y el punto A", en que se articulan ambas chapas, considerado
como perteneciente' a la chapa SI' estará fijo. En consecuencia, 'la única
Ve posibilidad de movimiento de la chapa 5 2 será una rotación en tomo de
Y
A l,!. Si queremos fijarla a tierra, bastará con imponerle una condición
Fig. 6.31.
de vínculo, por ejemplo, un apoyo móvil en. C. Es decir que, para fijar a.
miento, y la componente según la recta impropia del plano, ~s decir, el tierra el conjunto de las dos chapas articuladas entre sí, sólo ha sido nece-
par de empotrnmiento M~ . Con la notación de la figura, se tiene: sario imponerle cuatro condiciones de vínculo, o sea, las mismas poseen
a) Ecuaciones de proyección: cuatro grados de libertad, dos menos que consideradas separadamente.
El sistema constituido por dos chapas articuladas recibe el nombre

LP,
, .COSqJ¡ +H. = O de cadena cinemática de dos chapas.


LP¡
, .sen<p, + V~ = 0 } [6'.13) El conjunto de las dos chapas consideradas independientemente po--
seía seis grados de libertad, y el hecho de articu'larlas entre sí le ha res-

por ser nula la proyección del par de empotramiento sobre ambos ejes.
b) Ecuación de momentos:
Eligiendo como centro de momentos el baricentro G de la sección
de empotramiento:
s, 5,
(a ) ,
[6~14) (b)

Las tres ecuaciones obtenidas son independientes, con una inc6gnita cada
una, y nos permiten despejar directamente los valores de H e , V e y M • .
La reacción R . queda definida mediante las expresiones siguientes que
nos dan su intensidad y dirección: 5,
8

·tg <p. =
v,
H.
} [6.15].

Fig. 6.32.
V (d ¡
2.. EQI1ILIBRIO DE CU!:RPOS VINCULADOS

tringido dos. De ello inferimos que una articulación relativa entre dos y para fijarla a tierra será necesario imponerle n +
2 condiciones de
chapas restringe dos grados de libertad. Esta articulación constituye un vínculo.
vinculo intemo, .8 diferencia de las articulaciones a tierra Que son vínculos La ubicación de los vínculos en las distintas chapas de una cadena
e~tertlO!. Si recordamos que las articulaciones externas también restrm· cinemática no puede ser arbitraria. En efecto, consideremos el ejemplo
de la figura 6.34. Por tratarse de
una cadena de dos chapas, debe-
mos fijarla a tierra mediante cua-
tro condiciones de vínculo. Si apli-
camos, por ejemplo, dos apoyos
fijos en la chapa SI' Ila cadena
no quedará fija, por cuanto, si bien
la articulación Al.! será fija, la
la chapa S: es susceptible de gi-
rar en torno de la misma. Por otra
Fi¡::. 6 .33. Fi¡::. 6.34. parte la chapa S,. al estar fijada
a tierra mediante cuatro condi-
gen dos grados de libertad, podemos expresar, generalizando, que cual- ciones de vínculo, resulta hiperestáticamente sustentada, y las reacciones
quier articulación aplicada a una chapa, gea de vínculo externo o interno, correspondientes no serán determinables mediante 'las condiciones de equi-
restTin., dos grados de libertad. librio de los sistemas planos no concurrentes. En consecuencia, al distri-
Sea ahora la cadena cinemática de la figura 6.33 constituida por buir entre las distintas chapas los vínculos, debe cuidarse que ninguna
tres chapas articuladas entre sí. El conjunto de las tres chapas, sin articu- resulte con un número de condiciones de vínculo superior a tres, es decir,
lar, posee 3.3 = 9 .grados de libertad. Una vez articuladas entre sí. para al número de grados de libertad que posee, considerada independie~te­
fijar el conjunto de las chapas S~ y S:, es necesario, como hemos visto, mente. Por otra parte, no deberán existir vínculos aparentes, problema
imponerles cuatro condiciones de vinculo, En esta forma, el punto A1,I éste del que nos ocuparemos en detalle al analizar la determinación de
en que se articulan entre sí las chapas SI y S~ , queda fijo y la única las reacciones de vínculo de las cadenas cinemáticas.
posibilidad de movimiento de S~ es una rotación en tomo de Al .• . n La articulación relati-
En consecuencia, para fijarla a tierra sólo ser,á necesario imponerle I va entre dos chapas de una
una condición de vinculo, 11n apoyo móvil en D . por ejemplo. Vemos 11 cadena cinemática puede
así que el número de grados de libentad se ha reducido, de 9 que poseían también concebirse en la
las tres chapas independientemente, a 5. Ello, por otra parte, surge de forma que muestra la figu-
considerar las restricciones que significa la introducción de las articula- S, S, ra 6.35; es decir, mediante
ciones relativas AI ,I y Au en: el sistema. En efecto, vimos que cada
Q dos bielas. En este caso la
articulación restringe 2 grados de libertad. Al introducir dos articu1a- i\
articulación relativa será
ciones, e l número de grados de libertad del sistema será
ficticia y . se encontrará. en
,=9-(2.2)=5. [6.16] Fig. 6.35. el punto de intersección ~e
la prolongación de las bie-
Generalizando, para una cadena cinemática de n chapas existen las. En efecto, supongamos por un momento que la chapa S1 se encuen-
n - 1 articulaciones intermedias. Como cada chapa posee tres grados tre fijada a tierra. La existencia de la biela M N obliga al punto N a
de libertad y cada articulación intermedia restringe dos, el número de desplazarse según n-n, normal a . M N y el punto R , por la pre-
grados de libertad de una cadena cinemática de n chapas resulta ser sencia de la biela QR, deberá forzosamente hacerlo en la dirección r.r.
Ahora bien, desde el punt~ de vista de los grados de libertad que restrin-
g = 3.n-2(n-l) = n+2 [6 . 17] gen, úna biela y un apoyo móvil ~son equivalentes.' Por otra parte, según
1 LOS SISftMAS PLANOS VlNCULADOf 289 290 6

vimos en 6. l. 5, dos apoyos móviles equivalen a \1110 fijo ficticio, apli~ Por ser los casos 19 y 29 equivalentes desde el punto de vista del
cado en el punto de' intersección de sus normales, y análogamente. dos problema de la determinación de las réacciones de vínculo, DOS limita-
bielas son ~uivalentes a un apoyo fjjo aplkado en el punto de concu· remos a desarrollar los casos 19 y 39:
rrenda de las m ismas. En consecuencia, el punto A ,,'2 . intersección de Consideremos la cadena cinemática de la figura 6. 36, donde la chapa
las rectas M N Y QR .. será el polo de rotación de la chapa 5 2 •. es Sl se encuentra vinculada con tierra por un ,apoyo fijo aplicado en A
decir una articulación a tierra. Si la chapa S, no se ~'nc'~entra fija, dicha
articulación se transforma en relativa entre ambas chapas.
Si las dos bielas son p~ralelas, la articulación, relativa ficticia se encon-
trará ubicada en el punt~ impropio de la dirección común a aquéllas.
En tal caso, el desplazamiento relativo de las chapas será una rotación
de polo impropio, es decir, una traslación.

6, 1 , 10 , Cadenas cinemáticas de dos chapas. Detenninación de las reac-


ciones de vínculo. ,
A
Las cadenas cinemáticas. constituidas por dos chapas articuladas e~v,e (a)
s1 poseen, como hemos visto, cuatro grados de libertad, siendo necesario,
en consecuencia, para fijarlas en tierra, imponerles cuatro condicion~: 'de
vínculo. .' Av
Como dichas condiciones de vínculo deben estar distribuidas entre R, R¡
-T N
las chapas que constituyen la cadena ~n forma tal ?ue ninguna de e llas
resulte con más de tres condiciones de vínculo, ~~sten s8Io dos posibi-
lidades de sustentación: .
a) imponiendo tres condiciones a una chapa y una a la restante;
b) mediante d~ _c ondiciones de vínculo en cada chapa.
(b)
Nos ocuparemos a continuación del análisis de la primera forma de
sustentación, dejando para el parágrafo siguiente el estudio de la ·~~d.ena
cinemática de dos chapas con dos condiciones de vínculo en cada" una Fig. 6.36.
de ellas, sistema que recibe él nombre de arco a tres amculacioneS.
Es posible imponer a una chapa tres condiciones de vínculo de tres y uno móvil en B. A su vez, la chapa S 2' articulada a la S1 en A 1.2' po-
formas 'distintas: ' . . . ':,\ '. ' see un apoyo móvil en C. La chapa S, se encuentra solicitada por
un sirrtema de fuerzas PI cuya resultante es R ¡ , y la ,chapa SI por
19 ) Mediante un apoyo fijo y WlO móvil, o bien, 10 que es equiva- un segundo sistema p ¡ de resultante R ¡ . Previamente a la determina-
lente, mediante tres bielas, dos de ellas ~plicadas
. 1 1 1 : _
en un pWlto, ción de las reacciones de vínculo es necesario analizar si existe vinculÓ
29) Utilizando tres apoyos móviles, Cui~s. ~ormales no concurran a aparente pues, de ser así, nos encontraríamos ante un problema indeter-
un mismo púnto, o bien lo que es equivalente, mediante tres bielas no minado. La chapa SI se encuentra isostáticamente sustentada, por cuan-
concurrentes. ". , to la normal al apoyo móvil ap1icado en B no pasa por la articulación
fija existente en A " En cuanto a la chapa S 2' también se encuentra
3 9 ) Empotrando l.a chap;&- isostáticamente sustentada dado que el punto 'A 1.2 es fijo por pertenecer
LOS SISTEMAS PLANOS VINCULADOS 291 292 ItQUILJBRlO DE CUl!:~POS VINCULADOS 6

a una chapa fija (la SI) y, .por otra parte, la normal a'l. apoyo m6vil del sistema aplicado en SI' obtenemos una nueva resultante . R~ cuya
aplicado en e no pasa ¡;>or AJ¡~ . En consecuencia, no existe vínculo recta de acci6n pasará por M, punto de intersección de las rectas de
-a parente. acción de las primeras, y cuya intensidad, dirección y sentido derivan del
Determinaremos primeramente en forma gráfica las reacciones de
vínculo.
El procedimiento general a seguir consiste en suponer sucesivamente
cargada una de las chapas y descargada la restante y determinar las
reacciones de vínculo parciales correspondientes a cada estado de carga.
J
.
polígono de fuerzas. Una vez obtenida R;,
el procedimiento para obte-
ner las reacciones R .( y R B es similar al explicado para la chapa simple
con tres condiciones de vinculo, por 10 que no entraremos en mayores
detalles. El polígono de fuerzas formado por R J , · Ri. R A' R B Y R fJ
es, como corresponde a un sistema en equilibrio, cerrado.
Por el principio de 'S uperposici6n de efectos, las reacciones definitivas se
Para determinar analíticamente las reacciones de vínculo, una vez
obtienen como suma geométrica de las reacciones parciales así determi-
referido el sistema a un par de ejes coordenados (figura 6.. 37), ponemos
nadas. Para aplicar el procedimiento indicado es necesario establecer
en evidencia las reacciones adoptando, en '10 que respecta a la corres-
previamente cuál de las dos chapas se supone cargada en primer término.
pondiente a la articulación fija aplicada en A, sus componenteS según
En efecto, al no existir simetría en las condiciones. . . de sustentaci6n de
los ejes coordenados, Ha Y V <t •
aquéllas, el proceso de la determinaci6n de las reacciones de víncUlo se
simplificará o complicará según por qué chapa se comience. Nos encontramos ante un problema cuya resolución significa la deter~
minaci6n de cuatro valores inc6gnitos: H", V .. , R~ y R e , 10 que exige
Analizando la cadena cinemática vemos que la chapa S" por en-
el planteo de cuatro ecuaciones entre las inc6gnitas mencionadas.
contrarse vinculada directamente con tierra mediante tres condiciones de
vínculo, no requiere de la colaboración de 'la chapa S. a los efectos de Tratándose de un problema de equilibrio, podemos plantear las ecua·
su sustentación. En otras palabras, si suprimiéramos del sistema la chapa ciones que derivan de las condiciones necesarias y suficientes para el
S 2' las condiciones de la chapa S I no resultarían alteradas. En cambio, .. . equilibrio de un sistema plano de fuerzas no concurrentes. Disponemos,
en consecuencia, de tres ecuaciones a plantear entre las fuerzas eX!terio-
la chapa S~ sí requiere la colaboracián de Ss , por cuanto dos de las tres
condiciones de vínculo necesarias para su sustentación derivan de la exis- res, activas y reactivas, que solicitan el sistema. Pero, por otra parte, al
tencia de la articulaci6n relativa A ,.~ . que constituye un punto fijo. De estar en equilibrio el conjunto del sistema, de~ también encontrarse en
ahí que, una vez cargado el sistema, la chapa S , no transmita ninguna
acci6n a la S 2' mientras que esta última sí lo hace a la primera. z
En consecuencia, por razones de simplificaci6n de procedimientos, o
conviene suponer descargada primero la chapa S,.
P,
Hallada la resultante R ¡ de las fuerzas que solicitan a la chapa S; ,
se determina el punto N en que la normal al apoyo m6vil e corta la
recta de acci6n de R ¡ . El punto A l.! , a los efectos de la sustentaci6n
de la chapa en consideraci6n, se comporta como un apoyo fijo y, en con·
secuencia, es capaz de reaccionar con una fuerza -T, que debe concu· s,
rrir a N, por cuanto debe constituir con R e Y R J un sistema de equi-
librio (figura 6.36 b). Descomponiendo el vector representativo de R ¡
según paralelas a las dir~cciones e N y A l .• N, obtenemos los vectores \\
representativos de R e Y T. La reacci6n en e así obtenida será defi· e
nitiva por cuanto, por -las razones expresadas antes, las fuerzas que soli-
crtan a la chapa S I no influyen sobre el valor de la misma. Cambiando
el sentido a T obtenemos una fuerza que corresponde a la acci6n que
transmite la chapa 5 2 a la SI.' Componiendo T con R 1, resultante Fig. 6.37.
/

LOS SISTEMAS PLANOS VINCULADOS 294 EQUILIBRIO DE CUERPOS VINCULADOS



equilibrio cada una de sus partes. Esta consideración es la que nos conduce En consecuencia tendremos:
a la cuarta ecuación que, conjuntamente con las tres anteriores nos resuel-
y en el problema.
Col'!-sideremos las fuerzas exteriores, activas y reactivas, que actúan
1) Ha
.
+ l:p, "
, .cosq>, + ~ _. p ¡ .COS q>¡ +
sobre la chapa 5 , (figura 6.37). Las mismas admiten una resulta nte. + R b.coSq>b + R c.cosll'c = O
Lo mismo ocurre con las fuerzas aplicadas en la chapa S • . Ahora bien, .
2) Va +
• •
l:p •. senq>,+ ~ P ¡ .sen q>¡+
como el sistema de las fuerzas exte- , -,
riores debe estar en equilibrio, tam- A'.2 +R&.senq>b + R e. sen q>c = O
bién deben encontrarse en equilibrio
las mencionadas resultantes parciales. 3)

~ Pi. [sentp, (z ... - z, ) - cosq>,(y.. - y,)] +
Para que ello sea posible es necesa- • [6.18]
rio que tengan igual intensidad, la + "
~ PJ. [senq>J(z ... - z, ) - COS'P, (y" - Y,)] +
misma recta de acción y que sus sen- -,
tidos sean contrarios. Pero, para as~­ + Rb. [sen q>B(Z ... - %0) - COSCllB(Y" - Yo)] +
gurar el equilibrio de la cadena d - Fig. 6 . 38. +Rc. [sen q>c(Z .. - %0) - cos q>c(Y ... - Yo)] .= O
nemática, dichas resultantes parcia.
les deben cumplir una condición: que sus rectas de acción pasen por la •
articulación relativa Al.: entre ambas chapas. Tal el caso de las fuerzas 4) ~PJ .(sentp¡ (zD -
-, z, ) - cOSfJl¡(YD - y ¡ )] +
T y - T de la fi gura 6.38. De no ser así, y si sus rectas de acción
correspondieran a las- de las fuerzas TI y -T, de la figura 6.38, las 't
mismas 1:enderían a originar una rotación relativa entre ambas chapas, Como puede observarse, la cuarta ecuación contiene únicamente a
lo que es imposible por cuanto el sislema debe ser fijo. R " como incógnita, lo que permite despejarla de inmediato. Conocido
En consecuencia, la cuarta condición a cumplir por las fuerzas exterio- el valor de R . e introducido en la 1:ercera ecuación, es posible despejar
res activas y reactivas es que la resultante de las fuerzas que actúen a la directamente R &. Finalmente, introduciendo los valores así calculados
izquierda o a la derecha de la articulación relativa pase por esta última en las dos primeras ecuaciones, la determinación de H .. y Va es in-
o, ~n otros términos, que su momento respecto de la misma sea nulo. mediata.

El planteo de la: condiciones generales de equilibrio lo haremos Analizaremos a continuación el caso 3 9, es decir, el correspondiente
a una cadena cinemática de dos chapas, una de las cuales se encuentra
utilizando dos ecuaciones de proyección sobre los ejes coordenados y
empotrada en su sección extrema, y la otra vinculada a tierra mediante
una ecuación de momentos respecto de un punto cualquiera del plano. un apoyo móvil.
Con el objeto de simplificar las ecuaciones elegiremos _como centro Para "-a solución gráfica del problema se procede en la forma si-
de momentos para e1 planteo .de la tercera condición el punto A, por guiente (figura 6.39a): siendo A ,,= un punto fijo de la chapa S" se
cuanto con respecto al mismo se anulan 'los momentos de Ha Y V ... comportará a los efectos de la sustentación de S~ como una articulación
La cuarta ecuación, como dijéramos, será una ecuación de momentos fija a tierra. Si R¡ es la resultante de las fuerzas exteriores activas apli.
respecto de D i!S!5! A l" de las fuerzas exteriores activas y reactivas apli- cadas en Sz. la reacción en A1.,'J deberá concurrir al punto N de inter_
cadas a la izquierda o derecha de dicho punto, indistintamente. En el sección de las rectas de acción de ~¡ y R b . Luego, descomponiendo
caso -analizado, tomaremos momentos de las fuerzas aplicadas sobre la el vector representativo de R ¡ en direcciones paralelas a BN y Au.N,
chapa S2 ' es decir, a la derecha de A,,2 , pues conducirá a una ecua- obtendremos los vectores representativos de R b y-T. Llamando T a
ción con una sola incógnita: R e . Si tomásemos momentos de .las fuer· la ,fuerza opuesta a esta última reacción, obtendremos la acción que la
zas aplicadas sobre la chapa S" las incógnitas serían tres: H .. , Va Y chapa S, transmite a la Sl Que, compuesta a su vez con R, resultante
R~, Y la ecuación resultante no sería independiente.
de las fuerzas activas aplicat!as en la 'l1tima de Qas chapas mencionadas,
LOS SISTEMAS PLANOS VINCULA&OS
'" .
, EQUILIBRIO DK CUERPOS VINCULADOS

nos dará la resultante total R;. La recta de acción de esta última resul·

tante pasará por el punto M . y su intensidad, dirección y sentido resul·
tan de componer en el polígono de fuerzas los vectores representativos
de T y R i . FinaJmente, la reacción del empotramiento será una fuerza
R. , de igual intensidad y r~cta d"e acción que R: ' pero de sentido con·
trario. El valor del par de empotramiento estará dado por el momento
de R . respecto de A, es decir, M . = R e.d. Para determinar analíti-
camente las reacciones de ytnculo en el caso analizado, una vez referido
el sistema a un par de ejes c,oordenados, ponemos en evidencia las reac-
ciones, eligiendo como incógnitas para la reacción oe em~tfamiento. el
A"z par de empotramiento y las dos componentes de aquélla, p¡¡¡ralelas a los
\ I ../ ' T
\ I ...,"'.. ejes coordenados y pasantes por A (figura 6.39b).
\f... ........ En el caso analizado, la reacción de vínculo en B es vertical, es
1I ft decir, paralela a l eje y, con lo que su proyección sobre el eje z será

I
/ I
I nula. Las ecuaciones de equilibrio que resuelven el J:;!roblema son las
siguientes: ."

.
I
I

1-~~_lR•• -Ri "


1) H.+ kP , .COScp.+~p¡ .cosqJ;
I " .. ..,. .
= O

• •
2) V.+ ~Pi . sencp,+ ~P j .senqJ l+ R R = O
l ' _+1

• +
(o) ¿Pi . [sen cp¡(z,t -
, Z¡) - COSCP¡(YA - Y¡)]
[6.19]

4)

L PI ' [sen CP/ (ZD - Z¡) - COS (P¡(YD - Y¡)] +
~ ~

11.

En las mismas se ha elegido, como centro de momentos para el plan-


teQ de la ecuación general "~e momentos, el punto A. por·I~~anto, con
respecto al mismo, se anulan los ~omentos de H . y V •. Por 9tra parte,
Ve (b) en las ecuaciones de proyecci6n só'bre los ejes, no aparece el par ae empo-
tramiento, por cuanto su proyecci6n es nula.
Par"~ simplificar la resolución del sistema de ecuaciones conviene
!I comenzar po~ la última ecuación, que nos' p~n:nite despejar directamente
R~, valor que, introducido eri la 3), conduce"cÚrectamente al valor de M •.
Las dos primeras ecuaciones son independ"ientgj en H . y V •• por )0
¡ti¡. 6.89. que 8U resolución es inmediata. "'"" .
LOS SISTEMAS PLANOS VINCULADOS
'07 29. ,
girar en torno del punto B, polo de la rotaci6n. Como consecuencia de
la misma, el punto C está obligado a desplazarse en la direcci6n non,
6 . 1 . 11 . Arco a tres articulaciones. normal a Be. Ahora bien., e pertenece también a la chapa S1 y, por
lo dicho, está otiligado a desplazarse en una direcci6n perfectamente esta-
blecida. Pero la existencia del apoyo fijo en A , obliga al punto e a
Al enunciar en el pará-
grafo anterior las distintas for; desplazarse también según la normal a AC, resultando, en consecuencia,
mas en que podían distribuirse fijo. Es decir, que a Jos ~fectos de la sustentación de la chapa 5 1' la Sz
las condiciones de vínculo en se comporta como una biela de dirección se, o también como un apoyo
una cadena cinemática cons- m6vil aplicado en e y de dirección normal a Be. Igual razonamiento
tituida por dos chapas articu_ podemos hacer para la chapa S 2' para cuya sustentación la existencia.
ladas entre si, mencionamos de la S, equivale a un apoyo móvil aplicado en e, de direcci6n m-m
el caso en que estuvieran apli- (d) normal a Ae. En última instancia tenemos que en el punto e e~isten
cadas dos condiciones a cada aplicados dos apoyos móviles ficticios, equivalentes a uno fijo, también
una de las chapas, constitu- ficticio, coincidente con 'C, por lo que este punto resultá fijo.
yendo una estructura denomi- Al estudiar la chapa simple isostáticamente sustentada mediante un
nada arco a tres articulacio- ,n apoyo fijo y otro m6vil vimos que, si la n~rmal a este último pasa por
nes. El nombre deriva del el la articulación fija, existe vínculo aparente. En consecuencia, en el arco
hecho que, efectivamente, di- ~ __~ ____~__ _ ~4 _ _ ~ a tres articulaciones, para que exista vínculo aparente, es necesario que
cha estructura posee tres ar-
ticulaciones: dos de ellas ab- el apoyo m6vil ficticio a que equivale la existencia de una de las chapas
solutas. constituidas por arti- con respecto a la otra pase por la articulaci6n absoluta de esta ú1tima.
culaciones fijas en tierra o por Para que ello sea posible es necesario que las tres articulaciones se en-
lb )
dos apoyos móviles en cada cuentren alineadas, como muestra la figura 6.40 b. Del análisis de la
chapa ~n cuya caso las arti- Fil:. 6.40. misma surge que e'l punto e, común a las dos chapas, es móvil, por
culaciones resultan ficticias- cuanto existen aplicados al mismo dos apoyos móviles ficticios, de direc-
y una tercera que vincula ambas chapas entre sí, o articulaci6n relativlt. ciones coincidentes, permitiendo asi desplazamientol de e en la direc-
En 10 que sigue nos limitaremos al análisis del taso en que las articula- ci6n de los mismos.
ciones absolutas estén constituidas por apoyos fijos, ' por cuanto los corres- En consecuencia, se deduce la siguiente condici6n: para que en un
pondiente!! desarrollos, tanto gráficos como analíticos, son directamente arco a tres articuladones no exista vínculo aparente es necesario que 1M
aplicables al caso en que se utilicen como vinculos apoyos m6viles o articulaciones no se encuentren alineadas.
bielas. Consideremos el sistema de la figura 6.40 a, sujeto a tierra me-
diante una articulaci6n fija en A y otra en S. Para la determinaci6n gráfica de las reacciones de vinculo de un
En primer término analizarem~ si el sistema se encuentra isostáti- arco a tres articulaciones, se procede de la manera siguiente: Supuesta
camente sustentado, y qué condiciones se deben cumplir para que no descarlitada la chapa S 2 del sistema de la figura 6.41, equilibramOs la
exista vínculo aparente. resultante R¡ de las fuerzas exteriores activas aplicadas en S, con dos
Cada una de las chapas del sistema de la figura 6.40 a consideradas fuerzas: una, de dirección es, es decir, normal al apoyo m6vil ficticio
independientemente, posee dos condiciones de vínculo directNJ a tierra, aplicado en e a la chapa S" y la otra, definida por el punto A y el
es decir, una menos de las necesarias para estar fijas. Evidentemente, de intersección M de las rectas de acci6n de R ¡ Y la reacci6n en el
para cada una de las chapas la condici6n de vinculo restante debe resultar apoyo m6vil ficticio en e. La primera de ellas actúa en el apoyo fijo B
de su vinculaci6n a la otra chapa. En efecto, consideremos el punto e , y la segunda en el aplicado en A, Y corresponden respectivamente a las
articulaci6n relativa, como perteneciente a la chapa S 2' El único gradc reacciones de vínculo parciales R ~ y R ~ , originadas exclusivamente por
de libertad que posee esta última chapa se traduce en la posibilidad d \. las fuerzas aplicadas en la chapa S 1. encontrándose descargada la S2'
LOS SISTI!.MAS PLANOS VINCULADOS
". 300 EQUIUBRIO D& CUe:JIPOS VINCULADOS 6

sidad, dirección y sentido de las mismas. . Trazando por A y B para-


lelas a dichos vectores obtenemos las rectas de acción de las reacciones
buscadas, con 10 que queda completamente resuelto el problema de su
determinación.
Las intersecciones de las rectas de acción de R . y R . con las corres-
pondientes a R¡ y R J determinan respectivamente dos puntos E y F,
que deben encontrarse alineados con la articulación relativa C. En efec_
to, la resultante de R . y R ¡ debe pasar por E, Y la de R ~ y R J debe
hacerlo por F. Por otra parte, el equilibrio del sistema exige que las dos
resultantes deben tener la misma recta de acción, igual intensidad y sen-
tidos contrarios y, además, deben pasar por C. En consecuencia, la única
posibilidad de que e1lo se cumpla es que E, e y F se encuentren sobre
una misma recta. La intensidad y sentido de la fuerza T, resultante de
las fuerzas que actúan a la izquierda de la articulación e, están dados
en el polígono de fuerzas por el vector 2 - 4, correspondiendo el vector
opuesto 4-2, a la resultante - T de las fuerzas que actúan a la derecha
de C. Dichas fuerzas corresponden a la reacción interna de la articula-
ción relativa e, cuya interpretación es la siguiente: T es la fuerza que
es necesario aplicar a la chapa S ~ para mantenerla en equilibrio bajo la
acción del sistema P i si suprimimos la chapa S" , Análogamente, - T
es la fuerza que corresponde aplicar a la chapa SI si se suprime la S"

J
Fi¡¡:;. 6.41.

Determinadas estas primeras reacciones parciales, descargamos la chapa


S, y suponemos cargada la S •. Descomponiendo ahora la resultante R ¡
de las fuerzas exteriores activas aplicadas en 5 t en 'las direcciones AN
s, s,
y B N obtendremos dos componentes que, cambiadas de signo, corres-
ponden a las reacciones parciales en A y B, R ;' Y R ¿' respectivamente,
originadas por e l sistema P i ' cuando suponemos cargada la chapa S, y
descargada la S,. Trazando ahora en el polígono de fuerzas, por el ex- A
tremo del vector representativo de R; una paralelA al vector represente-
tivo de R:', y por e l origen de este último otra paralela al de le prim'!ra,
obtene mos los vectores representativos de las reacciones parciales corres-
pondientes a cada apoyo, ubicados uno a continuación del otro. De esta
manera podemos sumarlos geométric3mente. obteniendo así los vector ~s y
representativos de las reacciones totales R4 y R" que nos defin_~ n la ¡nten- Fi¡¡:;. 6.42.
LOS 8tSTZMAS PLANOS VINCULADOS 302 EQUILIBRIO DE CUERPOS VlNCVLAD08

La determinaci6n a nalítica de las reacciones de víncuto es simple,
y se reduce al planteo de cuatro condiciones de equilibrio, las mismas z o
utilizadas en' la resoluci6n de las cadenas cinemáticas estudiadas en el
parágrafo anterior. e
Consideremos el sistema de la figura 6.42, referido a un par de ejes __ .J.R~i:"-_"7C::::::~.:¡::::~ I?i
coordenados. Ponemos en evidencia las reacciones eligiendo como incóg- ----_.~-~-

nitas las componentes de reacci6n según las direcciones de los ejes coor- s,
denados, y planteamos dos ecuaciones de proyecci6n sobre los mismos, y B R
dos ecuaciones de momentos. Una de estas últimas corresponde a la :..~ 8
ecuaci6n general de momentos en que interviene la totalidad de las fuer-
zas exteriores activas y reactivas, y para la que elegimos como centro
de momentos el punto A, por anularse con respecto al mismo los mo-
mentos de H. y V • . Igualmente podría haberse elegido el punto B.
La ecuaci6n restante es la que establece el equilibrio relativo entre ambas
chapas, y expresa que la suma de los momentos de las fue rzas que actúan A.
a uno u otro lado de la articulación e debe ser nula con respecto a la
misma. En consecuencia, teridremos:

1)
-
,
.
1J.+ ~Pi .COS<Pi+~PJ . Cos<p¡ + He _
-, O
Fi¡. 6.43.
y

• •
2) V/I +~ P j.sencpi + ~PJ .senCPJ + V,;::: O
, -, Al pla ntea r las cuatro ecuaciones de .equilibrio, elegimos como centro
3)
•~P, . [sen cp¡ (z,,- - z¡} - coup¡(y" - y , )] + de momentos para la condición general de momentos al punto B Y.
, además, t eniendo present.e el Teorema de Varignon, reemplazamos los
[6 .20]
sistemas p ¡ y PJ por sus respectivas resultantes R ¡ Y R , .
+ l:p,.[sen q¡¡ (z", -
... z, ) - cos q¡J(Y" - YJ)] + Como consecuencia de ello, las ecuaciones se simplifican, por cuanto,
+ V b(z .. - z". )-Hb(YA-YB );::: O al ser iguales las proyecciones de R , y R ¡ , sus proyecciones se anulan
mutuamente. Además, la suma de los momentos de d ichas resuttantes,
4)
..~, PJ. ( sen qlJ(zo - z, ) - cos ql¡(YC - y ¡) 1 - es nula respecto de cualquier punto del plano, por la razón indicada. En
consecuencia, la expresión d e las ecuaciones de equilibrio será la s iguiente:

1) Ha + Hb = O
Va + V =
L as ecuaciones 3) Y 4) constituyen un sistema particular de dos 2) b O
ecuaciones con dos incógnitas: H b y V b . Resueltas las mismas e intro-
ducidos los va lores obtenidos en las 1) y 2), es posible despejar direc- 3) l: M~ V •. (zB-z .. ) - H /I '(Y B - Y") ;:::0
ta mente Jos valores de H. y V •. 4) ~M f V A,(z c - z .. ) - H • . (y c- Y .. )+
Consideraremos a continuación, para el arco a tres articulaciones, e1
estado particular de cargas. constituido por un sistema de fuerzas PI
+ R j [sen cpl( z~ - z¡) - COSq¡ i (Y~ - Y ¡ )] ;::: O
aplicado en la chapa S I (figura 6.43) Y otro P I en la chapa S 1 ' cuyas
respectivas resultantes tengan la misma recta de acción, igual intensidad Discutiremos a continuaci6n las ecuaciones [6.21] con el objeto de
y sentidos contrarios. llegar a alguna conclusi6n respecto de las reacciones de vínculo.
304 KQUILmRlO DI!: Ct1E.RPOS VINCULA.DOS

De las 1) y 2) obtenemos respectivamente:

} [6 . 22]
S3
Si ello ocurre, existen las siguientes Posibilidades para las reaceioo_
de vinculo:
a) Que R.. y R. constituyan un par de fuer%8&
o
b) Que ambas reacciones tengan la misma recta de acción, igual
intensidad y sentido contrario. En este caso la recta de acción resultarla
M------------
------, , S2 \/-----
ser la que pasa por A y B.
e) Que las dos reacciones sean núlas.
s, S3
La tercera ecuación nos dice que el momento de R. respecto de B
B
es nulo, con lo que queda descartada la posibilidad a)., por cuanto el A 'w.---
momento de un par es constante con respecto a un punto cualquiera de
su plano. Finalmente, la ecuación 4) expresa que el momento de R.
respecto de e debe ser opuesto al de R¡ respecto del mismo punto. (e) S2
Como este ú1.timo momento no ea nulo, queda así descartada la posibi.
lidad e). En consecuencia, cuando un arco a tres articulaciones se encuen. s, S3
tra cargado en forma tal que las resultantes de las fuerzas que actúan
en una y otra chapa tengan la misma recta de acción, igual intensidad y
sentidos contrarios, las reacciones de vínculo estarán a su ve.t constituidas
por dos fuerzas de igual intensidad, sentidos contrarios y cuya recta de
acción común queda determinada por los puntos en que se encuentran
aplicadas las articu'laciones fijas. Esta conclusi6n se extiende tambim
al caso en que los dos sistemas de fuerzas se reduzcan a sendos pares
de fuerzas, opuestos. s, 53

6. 1 . 12 . Cadenas cinemáticas de tres chapas.


A

Las cadenas cinemáticas de tres chapas requieren, para su sustenta-


ción, c~nco (Xmdiciones de vínculo, distribuidas en forma tal que ninguna
(e)
de las chapas posea más de tres condiciones absolutas.
De acuerdo con la distribución de los vínculos entre las tres chapas,
s, 53 7
pueden presentarse los cinco casos siguientes (figura 6.44):
a) Tres condiciones de vínculo en una chapa extrema. una en la cen- A
tral y otra en la restante.
b) Dos condiciones de vínculo en una chapa extrema, dos en la cen-
tral y una en la restante. ,"
306 EqUILIBRIO DI!: CUERPOS VINCULADOS 6
1 LOS SISTEMAS PLANOS VINCULADOS 30S

e) Tres condiciones d,e vínculo en una chapa extrema, ninguna. en El caso e) es de resolución un tanto ·más laboriosa por cuanto no
la central y dos en la restante. existe en la cadena cinemática ninguna chapa que posea tres condiciones
de vínculo directas a tierra. Por esta razón, desarrol1aremos en forma
d) Tres condiciones de vínculo en la chapa central y una en cada detallada la determinación de las reacciones de vínculo, mediante un
una de las extremas. eje~plo. Sea la cadena cinemática isostáticamente sustentada de la figura
e) Dos condiciones de vínculo en cada chapa extrema y una en la 6.45, en la que las chapas Sl. S, Y Sa se encuentran solicitadas por
central
La resolución gráfica del caso a), es similar a la correspondiente al
caso a) del parágrafo 6.1.10. En efecto, la chapa S , se encuentra fijada
en tierra mediante la articulación N y el apoyo móvil D: Halladas las
reacciones D y N originadas ¡por el sistema de cargas aplicado en la
chapa Sa , la segwtda de ellas, cambiada de sentido, corresponderá a la
acci6n ejercida por dicha chapa ' sobre la ~. Compuesta con la resul-
tante de las cargas que actUan en ésta, obtenemos una nueva resultante
que origina reacciones en e y M. Esta última reacci6n, cambiada a su
vez de signo, r~presenta la acción que, sobre la chapa S" ejercen las
carga~ actuantes sobre S~ y Sa , acción que, compuesta con las fuerzas
aplicadas en S" nos permite determinar las reacciones en A y B en
la forma conocida.
El caso b) se resuelve determinando primeramente las reacciones
en e y N originadas por las cargas aplicadas en Ss . Cambiando el
sentido a la última de las reacciones mencionadas, obtenemos la acción
que las cargas actuantes en Ss ejercen sobre la S2' Finalmente, el con-
junto de las chapas S1 y S2 se resuelve como Wl arco a tres articula-
ciones, en la forma vista en 6. 1 . 11 .
El caso c) difiere Wl tanto de los anteriores. En' efecto, el conjWlto
de las chapas Sz y SI ' articuladas entre si en N. posee dos articu-
ladones fijas a tierra: C. apoyo fijo y M articulación a Wla chapa
fija, la SI" En consecuencia, configura un arco a tres articulaciones.
Resuelto el sistema S 2. Ss. la correspondiente reacción en M, cam-
biada de signo, corresponderá a la acción transmitida a S I por las fuerzas
aplicadas en SJ' Ss , y que corresponde considerar como una fuerza exte-
rior a componer con las directamente aplicadas en S" Finalmente, las
reacciones en A :)[ B de esta última chapa, se determinan en la forma
conocida.
En el caso d) se determinan en las chapas extremas, articuladas en R¡¿'
M y N y simplemente apoyadas en A y D respectivamente, las corres-
pondientes reacciones de vínculo. Cambiando el sentido de las reacciones
R~"
en M y N obtenemos las acciones transmitidas a la chapa S2 por las
chapas vecinas que corresponde considerar, como se ha dicho, como fuer-
zas exteriores aplicadas en S 2' Finalmente, la determinación de las re- Fi¡. 6.45.
acciones de vinculo en B y e se efectúa en la forma corriente.
LOS 8IST1tMAS PLANOS VINCULADOS 307 • 08 •
tres sistemas de fuerzas, cuyas respectivas resultantes -llamaremos R I I La determinación analítica de las reacciones de vínculo de la cadena
Rt , Y R a•
cinemática de tres chapas isostáticamente sUstentada significa la reso-
La determinación gráfica de las reacciones de vínculo se efectúa en
lución de un problema de cinco incógnitas, una por cada reacción o com·
a
forma similar a la utilizada para el arco tres articulaciones: se suponen ponente de reac:ción. Para ello es necesario 'plantear cinco ecuaciones
entre las cinco incógnitas mencionadas, '10 que siempre es posible. En
sucesivamente descargadas dos de las chapas y cargada la restante, deter-
minándose en cada CasO reacciones de vínculo parciales que, sumadas, en efecto, el sistema constituido por las fuerzas exteriores, activas y reactivas,
virtud del principio de superposición de efectos, nos permite obtener las debe encontrarse en equilibrio. De ahí que ~as condiciones necesarias y
reacciones definitivas. suficientes para asegurar dicho equilibrio, nos proporcionen tres de las
Comenzando por la chapa S), debemos analizar previamente en cinco ecuaciones necesarias. Las dos restantes las obtenemos al plantear
qué forma se encuentra sustentada. La misma posee un apoyo fijo en las condiciones particulares de equilibrio relativo entre las chapas, y se
A. Por otra parte, la biela NC (chapa S1) yel apoyo móvil B con- traducen en dos ecuaciones de momentos respecto de las dos articula-
figuran un apoyo lijo ficticio en F, para la chapa S~, que con el punto ciones intermedias, en las que intervienen exclusivamente las fuerzas, acti·
M, articu lación relativa entre S! y S), definen un apoyo móvil ficticio vas y reactivas, ubicadas a uno u otro lado de dichas articuls.ciones.
para esta última chapa, aplicado en M. En consecuencia, descompo- Dichas Gumas de momentos deben necesariamente ser nulas pues, de lo
niendo R I en las direcciones AE y EM, ~ cambiando el sentido a contrario, no existiría equilibrio. Llamando en forma simbólica H a lal
dichas componentes, obtenemos las reacciones en A y M debidas a Rt. proyecciones horizontales, tanto de las fuerzas activas como de las reac-
La reacción en M concurre en F con la normal al apoyo móvil B y ciones incógnitas, y V a las correspondientes verticales, el sistema de
la biela NC, por 10 que, descomponiéndola en dichas direcciones, obte- ecuaciones a plantear para cualquiera de los casos e) á a), será el ai-
nemos las reacciones R; Y R ~ . guiente:
Pasando a considerar la chapa S 2' vemos que se encuentra susten- l;H - O
tada por un apoyo móvil B y las dos bielas A M Y C N. En conse- l;V = O
cuencia, descomponiendo la resultante Rt de las fuerzas exteriores apli-
cadas a dicha chapa en las direcciones de las bielas mencionadas y de la
l;M' - O [6.231
normal al apoyo móvil B obtenemos, una vez cambiado el sentido de las l:M;- = O
mismas, las reacciones parciales R ~, R~ Y R ~. Para la descomposición
anterior se ha utilizado como recta auxiliar de Culmann la GG'.
l:M; =O
Finalmente, operando con la chapa S~ , el proceso es similar al uti- donde M' cbrresponde a la suma de los momentos de todas las fuerza.
lizado con la chapa S I' En efecto, la chapa S : . posee un apoyo móvil exteriores, activas y reactivas, respecto de un punto cualquiera del planoi
en B y la biela AM. Ambas determinan un apoyo fijo ficticio en G I Mi, a -la de los momentos de las fuerzas de la izquierda de M respecto
punto que, unido con la articulación relativa N, define la dirección nor- de dicho punto, y M: a la de las ubicadas a la derecha de N ecn r .
mal a un apoyo móvil ficticio aplicado a la chapa S, en N. Descom- pecto al mismo. El orden en que convenga resolver 1.. (¡¡atintas ecuaclo-
poniendo R o en las direcciones eH y NH, Y cambiando el sentido a nes depende, en cada caso, de la ubicación y distribución de '101 vinculo.
estas componentes, obtenemos las reacciones en C y N originadas por entre las distintas chapas, a efectos de simplif~car el problema de la deter-
R ~ . Esta última reacción, descompuesta a su vez en las direcciones B .G
minación de la. incó¡nitaa.
y AG, nos determina las reacciones parciales R .~" y R;¡'. Finalmtmte,
componiendo en cada apoyo las reacciones de vínculo parciales obtenidas
en 'la forma indicada, obtenemos las reacciones totales de vínculo (en
6.1..15. Cadenu cinem4ticas de mú de tres chapas.
la figura 6 . 45 hemos prescindido de la composición final indicada). Co-
mo control debe' tenerse que las reacciones definitivas R A,' R B Y R e
La determinación de las reacciones de vinculos en 101 si.tema. ~
debe'n formar, con las resultantes parciales R., R 2 Y R s , un polígono
tituidos por mú de tres chapas, no ofrece mayores dificultad...
de fuerzas Ci!rrado.
LOS SISTEMAS PLANOS VINCULADOS 309 310 KQUILlEIRlO PE CUERpOS VINCULADOII 6

. En 10 que se refiere a la determinación gráfica de las reacciones, el el número de ¡1rados de libertad de una cadena cinemática oo"ada e.s i¡1ual
proceso operativo es similar al analizado en los parágrafos anteriores. al número de chapas que la inte¡1ran.
En cuanto a 1a resolución analítica del problema, como hemos visto, Consecuentemente, para fijar a tierra una cadena cinemática cerrada
consiste en plantear tantas ecuaciones como incógnitas presente el pro- de n chapas, será necesario imponerle n condiciones de ví.nculo, distri-
blema. Para una cadena cinemática constituida por n chapas, que re- buidas en forma tal que ninguna chapa resulte vinculada a tierra por
quiere para su fijación a tierra la imposición de n + 2 condiciones de más de tres de ellas.
vínculo, la existencia de estos últimos implica la necesidad de determinar La cadena cerrada más simple es la constituida por sólo tres chapas,
n + 2 reacciones incógnitas, lo que requiere el planteo de n + 2 ecua- figura 6.46, que posee tres grados de libertad, es decir, el mismo número
ciones entre éstas y las fuerzas exteriores activas. Ello siempre es posible. que una chapa aislada en III plano. En consecuencia, una cadena cerrada
En erecto, el equilibrio del sistema de fuerzas exteriores activas y reacti- de tres chapas se comporta, desde el punto de vista cinemática, como
vas exige a las mismas el cumplimiento de tres condiciones, lo que nos una chapa rígida. Para fijar a tierra esta cadena será necesario imponerle
permite el planteo de tres ecuaciones. Siendo n el número de chapas, tres condiciones de vínculo las que, de acuerdo con la forma en que se
existirán siempre n - 1 articulaciones intermedias. Como el equilibrio encuentren distribuidas, conducen a las siguientes variantes en cuanto a
la sustentación; figura 6.46a, b, c.
relativo entre chapas exige que la suma de los momentos de las fuerzas
La determinación de las reacciones de vinculo en una cadena cerrada
ubicadas a uno u otro lado de cada articulación 'sea nula con respecto a
de tres chapas, solicitada por un sistema de fuerzas exteriores, no ofrece
la misma, podremos, en consecuencia, plantear n - 1 ecuaciones de este
mayores dificultades, tanto si se la encara por procedimientos gráficos
tipo, que sumadas a las tres anteriores nos completan el número necesario
como analíticos. En- efecto, siendo tres el número de incógnitas a deter-
para que el problema tenga solución.
minar, el problema encarado en forma analítica se resuelve mediante el
planteo de las ecuaciones derivadas de las condiciones generales de equi-
librio de 108 sistemas planos de fuerzas aplicados a cuerpos rígidos, ya
6. 1 14. Cadenas cinemáticas cerradas_ que la cadena se comporta como tal. En cuanto a la solución gráfica, es
la correspondiente a la chapa simple, sustentada mediante tres condiciones
En los parág~afos anteriores nos hemos ocupado del análisis del equi- de vinculo, por lo que no entraremos en mayores detalles.
~os ocuparemos a continuación sólo de la cadena cinemática cerrada
librio y de la determinación de las reacciones de vínculo originadas por
de cuatro chapas, por cuanto el estudio de las de mayor número de ellas
fuerzas aplicadas en cadenas cinemáticas constituidas por una serie de
escapa, por su complejidad, a los alcances del presente curso.
chapas articuladas entre sí, pero en ,las que las cha pas extremas sólo 10
Siendo cuatro el número de grados de libertad de la cadena cerrada
estaban a una chapa, mientras que las intermedias lo eran a dos. Tales
de cuatro chapas, será necesario imponerle cuatro condiciones de vínculo
cadenas cinemáticas se denominan abierl88, en contraposici6n a las cade- para sustentarla isostáticamente. De acuerdo con la naturaleza de los
nas cerradas. Entenderemos por cadenas cinemáticas cerradas aquellas
cadenas en que sus chapas extremas se articulan entre sí. Resulta así
que la totalidad de las chapas que integran la cadena se encuentran
articuladas a dos chapas vecinas.
Al estudiar los grados de libertad de una cadena abierta, vimos
que su número era de n + 2, siendo n la cantidad de chapas. Por
otra parte, sabemos que una articulación, fija o relativa, siempre res-
tringe dos grados de libertad. En consecuencia, si articulamos entre sí las
chapas extremas de una cadena constituida por n de ellas, obteniendo
una cadena cerrada, el número de grados de libertad de esta última será
id ) (b ) (e )
igual al de "la abierta que la origina menos la restricción debida a la articu-
lación entre chapas extremas, es decir n + 2 _ 2 = n_En otras palabras,
LOS SISTEMAS PLANOS VINCUL.UlOS

apoyos que materializan los VÍnculos y a su distribu~ión


311

entre las distintas


m

~) Una condición de vínculo en cada chapa.
chapas, resultan Jos ca.sos siguientes:
La figura 6.47 muestra en forma detallada los distintos éasos de
a) Tres condiciones en una thapa y una en una chapa adyacente. sustentación descritos.
b) Tres condiciones en una chapa y una en otra no adyacente. De los siete casos indicados, los seis primeros admiten una solución
e) Dos condiciones en una chapa y dos en otra adyacente. directa, sea gráfica o analítica, mientras que el último s610 es resoluble
en forma indirecta, como veremos más adelante al tratarlo en detalle.
d) Dos condiciones en una chapa y dos en otra no adyacente.
Analizaremos a continuación, para cada uno de los casos indicados,
El) Dos condiciones en una chapa y una en cada una de las chapas
la determinación de las
adyacentes. R, reacciones de vinculo
f) Dos condiciones en una chapa, una en una de las adyacentes y originadas por car¡81
otra en la no adyacente. aplicadat en 1.. diltin-
tas chapas.
N
,q, Caso a). - Supon-
--- gamos la cadena eme-
mática cerrada de la fi-
s, ¡ura 6.48, aujeta a la
,
R,'
acción de fuerzas cuya
resultantes en cada cha-
pa sean R 1 , R , • R . Y
R •. Las chapas 51 y
S., articuladas entre ti
en M y sustentadas
mediante cuatro condi-
ciones de vínculo, cora.-
Fi,. 6.48. tituyen un sistema isos-
táticamente sustentado.
En consecuencia, ~os puntos N y T serán fijos, y el conjunto de la. cha-
pas 5, y 56 se comportará como un arco a .t res articulaciones. Deter-
minadas las reacciones del mismo R N y R ", estas fuerzas, cambiadu
de sentido, constituyen nuevas cargas exteriores para el aiatema 51 ~ S.
que, sumadas geométricamente con R 2 y R 1 respectivamente, conducen
a las resultantes definitivas R: y R~ • .
La determinación de las reacciones de vinculo R A • R B Y Ro es
inmediata, tanto gráfica como analíticamente, por constituir el rriísmo caso
analizado en la figura 6.36 para la cadena cinemática de dos chapas.
Caso b).-En este caso, el conjunto de las chapas S •• S. y S.,
figura 6.49, se comporta como una cadena cinemAtica abierta de tres
chapas, con dos condiciones de vinculo en cada una de 'l as chapas exU&-
mas (puntos M y T, fijos por pertenecer a una chapa fija) y una en
Fil. 6.47. la chapa intermedia. La determinación de las reacciones en M. C y T
se efectúa en la forma indicada para el caso $) del parálP"afo 6.1.12.
LOS SlST&MAS PLANOS VINCULADOS 313 314

figura 6.51 b , hemos supuesto cargada la chapa S2 y descargada la
S.. Describiremos a continuación el proceso operativo, que es similar
para la situación inversa, es decir, cuando se encuentra cargada la chapa
Q S. y descar~ada la SI por lo que nos limitaremos al primer caso.
I

s,
R,

-R,
s,
Filo ti.4P. Fi¡r. ti.50.

CMO e). - El conjunto de las chapas SI y S2 constituye un arco


a tres articulaciones (figura 6.50). En consecuencia, los puntos N y T
serán fijos y el sistema formado por 5 , y 5, constituirá, a su vez, otro
arco a tres articulaciones. Una vez determinadas ~as reacciones R N y
R'r de este último arco a tres articulaciones, las mismas, cambiadas de
.igno, se consideran como fuerzas erleriores aplicadas al sistema 51 - S, ,
la determinaci6n de cuyas reacciones es inmediata.
Caso d) . - Para la determinación de las reacciones de vínculo co- .
rrespondientes a este caso es necesario considerar dos variantes: 19) cuan-
do las fuerzas exteriores activas actúan en chapas vinculadas directamente
a tierra, y 29 ) cuando las mismas se encuentran aplicadas en chapas "jn
vinculación directa a tierra.
En el sistema de la figura 6.51 a, para la determinaci6n de las reac- ,.
ciones de vínculo, supondremos primeramente descargadas las chapas 5,
y S, y cargadas las dos restantes.
Las chapas Ss y S" a los efectos de la sustentación de las otras
dos chapas, se comportan como dos bielas de direcciones M N y QT
respectivamente las que, a su vez, equivalen a una articulaci6n relativa
ficticia Al,. , ubicada en la intersección de las mismas. En consecuenci~,
el conjunto de las chapas S1. y S. se comportará como un arco a tres
articulaciones, cuyas reacciones en A y B. determinadas en la forma
conocida, constituyen las reacciones parciales debidas exclusivamente a
las fuerza. aplicadas en S1 y S . . Analizaremos a continuación la forma Fil, 6.51.
de determinar 'las reacciones de vínculo en A y B debidas a las fuerza.
actuantes Ul las dos chapas restantes. En primer término, correspo~de analizar en qué fonna se encue~:ra
Para ello, se consideran independientemente las acciones sobre cada sustentad~ 'Ia chapa S" es decir, cómo se materializan las tres condlC1~
chapa. sumándose luego las reacciones parciales así obtenidas. En la nes d~ 'vincul0 necesarias para su sustentaci6n.


LOS SfS1'EMAS PLANOS VINCULADOS 315 3 '0 EQU IUBRJO DE CUERPOS _VINCULADOS o
La chapa S, se articula en M y N con las S1 y S. , respectiva-
mente. Al estar estas últimas articuladas a tierra en A y B . podemos
admitir dos bielas AM y B N o, lo que es equivalente, dos aPoyos m6-
viles ficticios aplicados en M y N, de direcciones respectivamente
normales a las de las bielas mencionadas.
Por consideraciones análogas llegamos a la conclusi6n de que la
chapa S. posee dos apoyos m6viles ficticios aplicados en Q y T de
d irecciones normales a B Q y A T respectivamente, equivalentes a un
apoyo fijo, también ficticio, aplicado en K. P or otra par te, las chapas
S, y S. se encuentran articuladas entre sí por la articulacion relativa
ficticia A 2.. que, con K , define para la chapa S2 un apoyo inóvil fic-
ticio normal a KA 2 •• , que constituye la tercera condici6n de vínculo de
dicha chapa.
H allados así los tres apoyos móviles ficticios que sustentan la chapa
S" será necesario equilibrar la resultante de las fuerzas exteriores apli-
cadas en la misma, R mediante -tres fuerzas cuyas rectas de acci6n
"
sean AM, B N Y K Al... Las dos primeras nos dan reacciones parciales
,
en A y B ; finalmente, descomponiendo la tercera en las direcciones
AK y B K , obtenemos dos nuevas reacciones parciales que, sumadas
\ ,
M
geométricamente a las anteriores, nos dan las reacciones buscadas.
Csso e). - La determinaci6n de las reacciones de vínculo en este
caso resulta un tanto más laboriosa, siendo necesario cargar sucesivamente
cada chapa y determinar, en cada caso, la forma en que la chapa cargada
se e ncuentra sustentada. Una vez conocidos los tres vínculos, reales o (b)
ficticios, se procede a hallar las reacciones en los mismos. A continuación.
las reacciones en los vínculos ficticios se descomponen en las direcciones
que permitieron definirlos y que concurren a los restantes vínculos reales
del sistema, obteniéndose así las reacciones en los mismos. En la figura
. '\",------
K

\" ------
6.52 a, b y c, se han considerado las tres posibilidades distintas de
carga que presenta este caso, indicándose las construcciones que permiten
,\ , ~B N
--',,"'-''''''
determinar los vínculos de la chapa cargada, en cada caso. No se ha \
\ '
procedido a indicar los sucesivos pasos de descomposición de fuerzas, por
su sencillez.
N
Caso f). - E ste caso es similar al anterior, y se resuelve en forma
análoga, por lo que no entraremos en mayores detalles al respecto.
Csso ~). - Como dijéramos anteriormente, la determinación de las
reacciones d e vínculo de una cadena cinemática cerrada de cuatro chapas (C)
con una condición de vínculo en cada una de ellas y cargada en forma
cualquiera, no admite solución directa. Para resolver el problema es nece. Fic. 6 . 51.
I.08 IIS'l'IEMAI PLA.NOS VlNcut.A.DOS 311 318 aQUlLlIIRlO DE CuuPos VlNct1l.ADOS ,
sario recurrir a la soiuci6n indirecta de HenneberA", por cuanto, ·al no En especial, para el apoyo E que hemos agregado, 1a reacción será
existir ningún punto inmovilizado mediante vínculos directos a tierra, es R;(,¡ . Descarguemos ahora el sistema y hagamos actuar en B y en la
imposible establecer los vínculos de cada chapa. dirección de la reacción correspondiente al apoyo suprimido una fuerza
La solución indirecta de Henneberg permite encarar en dos formal unitaria y positiva U. Dicha fuerza originará en los distintos apoyos
distintas la solución del problema. La primera de ellas opera manteniendo
cerrada la cadena cinemática y en la segunda, se abre la cadena y ' se
reaccio~e, Re.} y, en especial, en el apoyo agregado E, una reac-
ción R :(.) . ~i hacemos actuar simultáneamente ambos estados de carga,
agregan las condiciones de vínculo exigidas por los grados de libertad el PI y el U, por el principio de superposición de efectos, las reacciones
conferidos al sistema al desarticular las chapas. serán iguales a las sumas de las correspondientes a los estados parciales
Consideraremos la primera forma de encarar la solución del proble- de carga, es decir
ma. Sea la cadena cinemática cerrada de cuatro chapas de la figura
6.53 a, con ..una condición de vínculo en cada chapa y cargada con fuer. [6.24]
zas exteriore. cuyas resultantes para cada chapa son Rl'" R, .
y, en especial para el apoyo móvil E,

R, 'n
[6.25]
_-,-~"
N_ , "J
Si en lugar de la fuerza Ü, hacemos actuar en B una fuerza de
X (kg) , las reacciones debidas a las mismas serán iguales a "las originadas
por U multiplicadas por X, es decir

[6.26]
y también

(O) R. = R;c.¡ + X .R~c.) • [6.27.]

Pi,. 6 . .53. Entre los infinitos valores que puede tomar X habrá uno que anule
la ecuación [6.27], es decir, que resulte
Suprimamos uno cualquiera de los apoyos móviles, el B por ejem-
plo. La cadena cinemática adquiere con ello un grado de libertad. Para R. = O. [6.28]
fijarla nuevamente y restituir el equilibrio debemos imponer otra condi-
ción de vinculo, lo que hacemos agregando en otra cualquiera de las cha- Pero, si se cumple la [6.28], no es necesaria la existencia del apoyo
pas, la 51 por ejemplo, un apoyo móvil en E. móvil en E para asegurar el equilibrio del sistema, el que se encontrará
El sistema así sustentado cae dentro de uno de los casos analizados en las condiciones primitivas, es decir, con tres apoyos móviles en A, e
anteriormente, lo que nos permite determinar las reacciones de vínculo y D Y uná (uerza X aplicada en B, cuya recta de acción coincide
correspondientes al nuevo sistema, que denominaremos sistema ~ubstituto, con la de la reacción R.. Esta fuerza, en consecuencia, será la reacción
indicando las magnitudes correspondientes al mismo con el subíndic~ ~ (o). de vínculo en B> Y 8U valor lo obtenemos despejándolo de la [6.27]
Tendremos asl, para cada apoyo móvil, una reacción debida a las fuerzi!-' i¡ualada a cero:
exteriores p" que denominaremos en (arma genérica R[C') • -

" La tolud6n IndiTecta da Henneber¡ ha .ido dMarrollada ori,ineriemant. p ....


[6.29J
la r • .aluel6n d. c..oe particular.. d. ~cuIado" pleno. o esp.dal••.
LOS SISTEMAS PLANOS VINCULADOS 320 EQUlLlBRIO DE CUEiU'OS VINCULADOS 6

Finalmente, para obtener el valor definitivo de las reacciones res- transmiten a través de la articulación relativa. Conocidas éstas, la deter-
tantes, basta introducir en la [6.26] el valor de. X deducido de la minación de las reacciones. en la cadena cinemática abierta, con los víncu-
(6.29], teniéndose así: los originales, es inmediata.
Para determinar el valor de la: reacción interna en la articulación
relativa M se procede en la forma siguiente: abierta la cadena y agre-
[6.30] gados los apoyos móviles E y F, se calculan las reacciones de vínculo
debidas a las cargas exteriores activas, obteniendo los valores genéricos
Rt(.) y, en especial par~ los vínculos agregados, R ~( .. ) y R~( .. ) .
La segunda forma de encarar la solución del problema consiste, como Luego se supone la reacción interna en M, descompuesta en dos
dijéramos, en abrir la cadena. Con ello se confiere a la misma dos grados componentes ortogonales, y se aplican sucesivamente en M y en las
de libertad, por lo que se hace necesario agregar dos condiciones de vinculo direcciones de las mismas, dos fuerzas unitarias U,. y U"' una vez en la
externo para restablecer el equilibrio. chapa S, y otra vez en la chapa S::. Para cada conjunto de dos fuerzas
se determinan las reacciones de vínculo correspondientes, cuyas expresio..
En la cadena cinemática de la figura 6.54, una vez quitada la arti· - -
nes genéricas son R j~:) y R j~:) y, en especial para los apoyos E y F:
culación M, es posible restablecer el equilibrio aplicando a cada una
de las chapas desarticuladas las reacciones internas U y - U que se R 11".
( 0 );
R h'(o)
Ü,
;
R 1'(0)
Ü.
Y
R ' "-
(0) '

Si en lugar de las fuerzas unitarias U I¡ y U" hacemos actuar fuerzas


X (kg) é Y (kg) respectivamente, las ~eacciones correspondientes resul-
tarán de multiplicar las debidas a UI¡ y V" por aquellos valores.
Cuando actúen simultáneamente los tres estados de carga PI J X é
Y, las reacciones de vínculo se obtendrán como suma de los valores par-
ciales determinados, es decir:

[6.31J

y, en especial, para las reacciones en E y F

[6 .32J

\(;) De los infinitos pares de valores de X é Y, habrá uno que anule simul-
táneamente las dos ecuaciones [6 . 32]. En tal caso se tendrá:

~ Rs=R,=O; [6.33J
\\;/(C )
es decir, que el equilibrio se logra para un par de valores de X é Y que
-V hacen innecesaria la existencia de los apoyos móviles E y F. En con·
secuencia, dichos valores de X é Y corresponden a las componentes de
Fil. 6.54. la reacción interna en la articulación relativa M.
2 LOS SISTEMAS UPAClALl;S VINCULADOS 32. 322 EQUILlBIUO DI: CUI:RPOS VINCUt..AOOS ,
Despejados los valores mencionados de las ecuaciones [6.32 ] igua. das, por ejemplo X II é YII , por cuanto la distancia a entre A y B
ladas 8 cero e introducidos e'l la [6.31], obtenemos directamente los debe permanecer invariable por la condición de rigidez que vincula ambos
valo res de las reacciones de vínculo en los cuatro apoyos m óviles que puntos. La tercera coordenada de B está ligada a las anteriores por la
sustentan el sistema.
relación

(X" - X/f) ;: + (Y., - YI¡)~ + (z., - ZIl) 2 = a~ [6.34)

Es decir que para fijar la posición en el espacio de dos puntos pertene-


cientes a un mismo cuerpo rígido, sólo disponemos de cinco coordenadas
libres, en lugar de las seis que, consideradas independ ientemente, poseían
en conjunto. Es decir que la condición de rigidez restringe un grado de
libertad.
6. 2. Los sistemas espaciales vinculados.
z

{) . 2. 1 . Grados de libertad de un sólido en el espacio.

Consideremos, figura 6 . 55, un punto material que, referido a una


terna de ejes %. y, 2 pasa de una posición inicial A a otra final B .
Esta última posición que-
da perfect amente estable- z
cida cuando se conocen ~--
tu tres coordenadas x", 0.. ____ _
x,
YIl Y ~JJ que definen la x¡¡-
posición del punto mate-
rial. Luego, un punto ma·
terial en el espacio posee
tres coordenadas libres -y,
en consecuencia, tres grao
dos da libertad. Vigo 6.56.
Supongamos ahora un
sólido materializado por y Sea ahora un tercer punto C. Por pertenecer a l mismo cuerpo rígido
el cubo de la figura 6 . 56, se encuentra ligado a los puntos A y B por la condici6n de rigidez,
referido a la terna ;r:, y, Fi&- 15 . .5.5. q ue exige que las distancias AC y BC permanezcan invariables. Es
z, y admitamos que el decir que, de las t res coordenadas libres que posee, considerado indepen-
m ismo ha pasado de una cierta posici6n inicial a la final indicada en la dientemente, las condiciones de invariabilidad de las distancias mencia--
figura . Vn punto del sólido, por ejemplo el vértice A. queda determinado ,I nadas fijan dos, restándole solamente una libre. En consecuencia, para
cuando se conocen sus tres coordenadas r A , YA Y Z A. Para otro de ," fijar la posición en el espacio de tres puntos pertenecientes a un mismo
los puntos, como ser el B, s610 nos es posible fijar dos de sus coordena- cuerpo rígido disponemos de se;3 coordenadas libres. P ero si tres puntos
, LOS SISTEMAS ESPACIALES VlNCtlLADOl
'"
de un sólido son fijos, éste también lo es. En efecto, cualquier otro punto
-oun.mRIo D& ctnRPOS VlNCUL0\D08

tanda ésta de ' donde proviene su denominación. En efecto~ si el apoyo
que consideremos perteneciente al mismo sólido tiene su posición perfec-
de primera especie está constituido por una biela aplicada en B (figura
tamente definida, por cuanto sus distancias a los tres puntos mencionados
6.57 a) y articulada a tierra en A , para desplazamientos finitos, el punto
son invariables por la condición de rigidez y, en consecuencia, no posee
B está obligado a moverse sobre una esfera de radio AB . Pero, si los
ninguna coordenada libre.
desplazamientos son infmitésimos, en el límite, el movimiento de B ten~
De lo anterior concluimos que un cuerpo rígido en el espacio posee drá lugar sobre un plano ,t angénte a la esfera en dicho punto y normal a
seis vados de libertad. AB. Cuando el vínculo 10 constituye el dispositivo de apoyo de la figura
6.57 b, el punto B tendrá el movimiento de este último, el que, como
es fácil de ver, necesariamente debe ser paralelo al plano y de apoyo.
En ambos casos el movimiento del punto en que está aplicado el vínculo
6.2.2. Vinculación de sólidos en el espacio. tiene lugar sobre un plano. Ambas formas de sustentación restringen un
grado de libertad por cuanto impiden el movimiento según AB en el
primer caso, y normalmente al plano y en el segundo.
Si queremos fijar un cuerpo rígido espacial será necesario restringirle
la totalidad de sus grados de libertad, imponiéndole un número igual de b) De segunda especie o apoyo lineal. Este vínculo restringe dos
condiciones de vínculo. . grados de libertad, y puede materializarse sea mediante dos bielas concu~
Al analizar la sustentación de una chapa plana, distinguimos tres trentes a un pWlto del cuerpo rígido al que se encuentran aplicadas,
clases de vínculos, denominados de primera, segunda o tercera especie, figura 6.58 a, o bien por el dispositivo de apoyo de la figura 6.58 b,
según restrinjan respectivamente uno, dos o tres grados de libertad. En similar en un todo al de la figura 6.57 b, salvo que en lugar de apoyar
el caso del sólido en el espacio, análogamente, podemos considerar los sobre un' sistema de esferas, lo hace por interposici6n de una sucesi6n
sieuientes vínculos : de rodillos paralelos.

a) De primera especie o apoyo superficial. Restringe un grado de


libertad y puede estar constituido sea por una bjela (figura 6.57 a) o
bien por un dispositivo de apoyo, de forma troncopiramidal. apoyado so-
bre un plano con interposición de un sistema de esferas, y que en su parte
superior se vincula con el cuerpo al cual sustenta mediante una rótula
(figura 6.57 b). Este tipo de vínculo impone a l punto del cuerpo rígido
en el que está a plicado, la condición de moverse sobre un plano, circuna-

Fig. 6.58.

La denominaci6n de lineal proviene del hecho que, en ambos casos,


se impone al punto en que se encuentran aplicados la obligaci6n de des-
plazarse sobr~ una recta perfectamente definida.
En efecto, si el apoyo de segunda especie está constituido por dos
(al
bielas concurrentes, cada una de eUas impone al punto en que se encuen~
tra aplicada la condici6n de desplazarse sobre un plano normal a su
dirección. Luego, la única posibilidad que le queda al punto es la de
Fi,. 6.57.
moverse sobre una recta, intersección de ambos planos. Dicha recta es,
LOS 81STBMAS ESPACLU.ZS VlHCULADOS
'" ". EQUILI8RIO D~ CUERPOS VINCULADOS

a su vez, normal al plano definido por las bielas. Si, en cambio, el vínculo ejemplo de la misma lo constituyen los cojinetes-guía, que permiten giros
está constituido por el dispositivo de apoyo de la figura 6.58 b, el punto y desplazamientos en el sentido de las generatrices de los mismos, impi-
B del mismo deberá desplazarse juntamente con el cuerpo del disposi- diendo todo otro movimiento.
tivo, el que, por la existencia del tren de rodillos, debe hacerlo en la direc- e) De quinta especie. Restringe cinco grados de libertad y, como
ción non, comcidente con la de rodamiento de estos últimos. los anteriores, son de aplicación en mecanismos y elementos de máquinas;
Ambas (ormas de sustentaci6n restringen dos grados de libertad, por como ejemplo de los mismos citaremos los cojinetes de ehlpuje, que s6lo
cuanto impiden los desplazamientos del punto B, al que se hallan apli- permiten giros.
cadas, en dos direcciones. En el caso de las dos bielas concurrentes, el f) De sexta especie o empotramientos espaciales. Restringen seis
punto B no puede moverse en las direcciones AS y Be y, para la grados de libertad al impedir todo movimiento al cuerpo rígido al cual
segunda forma de sustentación, el desplazamiento no puede tener luiar se encuentran aplicados.
ni en la direcci6n normal al plano de apoyo, ni tampoco se(Ún las gene- En lo que sigue, utilizaremos exclusivamente vínculos de primera,
ratrices de los rodillos. segunda y tercera espeCIes, por ser los que se utilizan normalmente en la
e) De tercera especie, denominado también apoyo fijo o rótula. Ma- sustentaci6n de los elementos constructivos de que se ocupa la Estabilidad
de las estructuras.
terializado en cualquiera de las dos formas que muestra la figura 6.59;
este tipo de vínculo restringe tres grados de libertad.
En efecto, si el vínculo está constituido por tres bielas concurrentes
y no ooplanares (figura 6.59 a), el punto B, al cual se encuentran apli- 6.2.11. El sólido isostáticamente sustentado.
cadas, resulta con sus tres grados de libertad restringidos y, en conse-
cuencia, es fijo, restando al cuerpo rígido al cual pertenece solamente tres H emos visto que un sólido posee seis grados de libertad y que, en
grados de libertad. Análogamente, en el caso de la figura 6.59 b, en que consecuencia, para fijarlo en tierra es necesario imponerle seis condiciones
de vínculo.
Consideremos el cuerpo rígido de la figura 6.60 y comencemos por
I
I fijar a tierra un punto cualquiera del mismo, por ejemplo el A. P ara
I
ello bastará aplicar en el mismo tres
bielas no coplanares que, en conjunto,
constituyen un vinculo de tercera es-
pecie, que restringe tres grados de li-
bertad. Si las tres bielas fueran copla-
nares, el punto podría desplazarse en
(d)
B direcci6n normal al plano definido por
las mismas, existiendo en consecuencia
un vinculo aparente.
Fi,. 6.S9. Fijemos ahora un segundo punto
Fil{. 6.60. B. Para ello nos bastará imponerle
el vinculo está constituido por un dispositivo de apoyo semejante a los s6lo dos condiciones de vínculo exter-
no, por cuanto el tercero, necesario para restringirle sus tres grados de
de las figuras 6.57 Y 6.58, con la sola diferencia de que la base de su
libertad, se encut:ntra implícito en la condición de rigidez que lo vincula
cuerpo está rígidamente ligada a tierra, el punto B resulta fijo.
al punto A: la distancia AB debe permanecer invariable. Estas dos
d) De cuarta especie. Esta (arma de vinculaci6n, utilizada princi- condiciones de vínculo externo las materializamos mediante dos bielas
palmente en Mecánica Aplicada como elemento de sujección de meca- aplicadas en B, que no deben ser coplanares con la recta A B pues, de
nismos y elementos de máquinas, restringe cuatro grados de liber·tad. Un serlo, B podda desplazarse normalmente al plano de las mismas.
, LOS SlSTEMAS ESPACIALES VlNCUUDOS ,
Fina lmente, fijando un tercer punto C . el sólido queda a su vez si el s istema se encuentra isostáticamente sustentado o si hay vínculo
fijado a tierra, por cuanto, de ser fijos tres puntos, 10 es también cual· aparente. Para establecer la existencia o no de esta última posibilidad,
quier otro punto perteneciente al mismo cuerpo rígido, por estar ligado nos valdremos del siguiente criterio general:
a los anteriores por la condición de rigidez.
En un sólido wstGntado a tierra mediante seis bie/&! hay vínculo apa-
Para fijar este tercer punto bastará imponerle solamente una con-
dición de vínculo externo, materializada en la figura 6.60 por una biela. renta cuando existe una recta que corta las seis bielas.
L as dos restantes condiciones necesarias, surgen de la cond ición de rigidez, La justificación de este criterio general se basa en las condiciones
que exige la invariabilidad de las distancias AC y Be. Es evidente que
de equilibrio de los sistemas gausos de fuerza s. Si cargamos un sólido
esta última biela no debe ser coplanar con las rectas AC y Be porque,
con una fue rza P y ponemos en evidencia las reacciones de vinculo X ,
de otro modo, el punto e sería susceptible de experimentar desplaza-
correspondientes a las seis bielas, tendremos un sistema de fuerz as no
mientos de d irección normal a l plano ABe.
concurrentes en el espacio P, X " X • ... X I que d ebe encontrarse en
La sustentación del sólido que nos ocupa podríamos haberla reali-
equilibrio. En el capítulo 3 vimos que las condici~nes necesa rias y sufi-
lizado e n forma distinta a la enunciada. En efecto, no es necesario que
tres de las seis bielas necesarias concurran a un punto. En el caso de la cientes para el equilibrio de un sistema gauso de fuerzas eran seis, y que
fi gura 6.61 a, la sustentación se ha logrado mediante seis bielas, aplicadas podían expresarse mediante seis condiciones de .nulidad de momentos
dos a dos en tres puntos distintos y, para la situaci6n de la figura 6.61 b , respecto de seis ejes, de los que tres no debían ser concurrentes. Si
empleando seis bielas, ubicadas en seis distintos puntos del s6lido. Aparte existe un eje que corta las rectas de acción de las seis reacciones incóg-
de los indicados, existen todas las variantes posibles intermed ias. nitas, de hecho los momentos de éstas respecto del eje mencionado resul·
E n el primer caso de sustentación analizado, se parte de un punto tan nulos. P ero. como 1a recta de acción de P no corta el eje,· su mo-
fijado a tierra en forma directa y si, para las restantes bielas, no se mento respecto del mismo es distinto· de cero y, en consecuencia, una de
cumplen las condiciones de coplanaridad indicadas al tratarlo, no existe las condiciones de nulidad de momentos no
se cumple, por lo que no puede existir equi-
librio.
En el caso de la figura 6.62 el sistema
no se encuentra isostáticamente sustentado.
En efecto, el eje n-n, como es fácil observar,
", corta las direcciones de las seis bielas, exis-
tiendo con ello, y de acuerdo con el criterio
general expuesto, vínculo aparente.
A título ilustrativo mencionaremos el
caso que muestra la figura 6.63. Se trata
de un sólido vinculado a tierra mediante
seis bielas, concurrentes tres a ,t res a los
Id) lb) Fi,. 6 .62. puntos A y B. De acuerdo con lo dicho
anteriormente, hay vinculo aparente, por
Fill:. 6 .61. cuanto existe un eje, el AH, que corta las seis bielas. Para una fuerza
tal como la P , la d eterminación de las reacciones d e vínculo constituye
vínculo apare nte y, en consecuencia, el sólido se encuentra isostática- un problema indeterminado. No obstante ello, existen posiciones d eter-
mente sustentado. minadas de la fuerza, que transforman el sistema de hipostá tico en hiper-
En los casos de sustentación en que no existe ningún punto unido a estático, por vínculo externo, o también, que permiten la determinación
tierra mediante un vínculo de tercera especie, no puede asegurarse a priori de las reacciones de vínculo. El primer caso se presenta cuando la recta
LOS SISTI!:MAS ESPACLU.J:S VINCULADOS
'"
330 EQUlLt8RtO DE CUERPOS VJNCULAOOS

de acci6n de la fuerza exterior
activa corta el eje (fuerza P'
de la fi gura 6 .63). En tal caso
existe equilibrio por cuanto, con 6 .2.4 . Determinación de las reacciones de vínculo en el espacio. Solución
respecto al eje AH. se cumple analítica.
la condici6n de nulidad de mo-
mentos, pero la determinación L a determinaci6n de las reacc iones de vínculo de un s61ido cargado
de las reacciones de vínculo no constituye un problema de seis incógnitas, una por cada reacci6n o com-
es posible realizarla utilizando ponente de reacción.
solamente las ecuaciones deriva-
Un vínculo de primera especie, si está constituido por URll biela, puede
das de las condiciones de equi-
reaccionar únicamente en la dirección de la misma o en dirección normal
librio de los sistemas gausos de F ia;.6.63.
fuerzas, s iendo, e n consecuencia, al plano de apoyo cuando se utiliza un dispositivo de apoyo a esferas. En
el sistema estáticamente indeterminado. En cambio, si la fuerza exterior cambio, para los de segunda especie, la reacción debe encontrarse contenida
activa ocupa una posici6n tal como la pn, resulta evidente que las e n el plano de las dos bielas que Jo constituyen o, de utilizarse un dispo-
reacciones en las tres bielas concurrentes en A son nulas, y las corres- sitivo a rodi llos. e n el plano paralelo a las generatrices de los mismos.
pondientes a las tres bielas restantes, fácilmente determinables, reducién- Finalmente, los apoyos de tercera especie o rÓtulas, reaccionan en cualquier
dose el· problem~ al de la descomposici6n de una fUerza en tres compo- direcci6n.
nentes concurrentes. Puestas en evidencia las reacciones, el sistema de fuerzas exteriores,
El caso explicado es un caso muy especial, y las circunstancias apun- activas y reactivas debe encontrarse en equilibrio y para ello, por tratarse
tadas se presentan cuando el sólido se encuentra solicitado por una única de un sistema gauso de fuer zas, deberá cumplir con las condiciones nece-
fuerza o por un sistema de fu erzas concurrentes. En el caso más general sarias y suficientes establecidas en el capítulo 3, para esta clase de sistemas
de un sistema de fuerzas no concurrentes, salvo circunstancias muy particu- de fu erzas.
lares, la determinaci6n de las reacciones de vínculo conduce a un problema D e las distintas formas en que se pueden expresar las condiciones de
indeterminado.
equilibrio mencionadas, la más conveniente desde el punto de vista de su
Para un sólido sustentado mediante seis bielas, existirá un eje que aplicaci6n es la que lo hace mediante el planteo de seis ecuaciones de
corte la totalidad de las mismas, en los siguientes casos : momento respecto de t res ejes entre las seis reacciones inc6gnitas y las
a) Si cuatro .(0 m ás) de las bielas ooncurren a un punto. En efecto, fuerzas exter iores activas.
siempre será posible trazar por el punto de concurrencia una recta que Esta forma de encarar el problema conduce, en general, a un sistema
se apoye sobre las dos resta ntes. de seis ecuaciones simultáneas con seis inc6gnitas. La resoluci6n de un
b) Si cuatro (o más) de las seis bielas son ooplanM9S. L as dos bielas sistema como el indicado resulta un tanto laboriosa, por lo cual convendrá,
restantes cortan, en este caso, el plano que contiene a las otras, en dos en todos los casos, encarar la elección de los ejes con respecto a los cuales
puntos que llamaremos M y N. La recta determinada por los mismos se toman momentos en forma tal que se. anulen algunos de éstos.
es coplanar cOn las cuatro bielas .que yacen en el plano considerado y, en El ideal sería poder ubicar ejes que cortaran cada vez cinco de las
consecuencia, las corta. Y como por otra parte corta las dos no coplanares, seis rectas de acci6n de las incógnitas, de modo tal que, al plantear la
corta las seis. correspondiente ecuaci6n de momentos, se anularan todos ellos menos los
c) Cuando las seis biellJS concurren tres a tres a dos puntos. La recta correspond ientes a las fuerzas exteriores activas y a uf,la de l as reacciones
definida por los puntos de concurrencia corta las seis bielas. inc6gnitas. De ser ello factible, el sistema de seis ecuaciones simultáneas
se transformaría en otro de seis ecuaciones independientes, con una incóg-
d) Si 1M seis bielas yaoen tres a tres en dos planos. La intersecci6n
de los dos planos define una recta que corta las seis bielas, por pertenecer nita cada una, de resolución inmediata. Ello es posible en ciertos casos,
a los dos planos. pero no en general.
, LOS SI!::TI':M ... S ESPACIALES VINCULADOS 33 1 ~IJILlaRIO DE CUERI"OS V/!'IIJJIAOOS 6

Cuando no es posible hallar ejes que corten cinco de 1as seis rectas p
de acción de las incógnitas, el problema admit e una simplificación menor, ....}(/
que consiste en determinar dos ejes que corten cuatro de lus rectas de
acción de lBS incógnitas. En esta forma se obtiene un sistema de dos ecua7
cion2s con dos incógnitas, que nos permite determinar dos de las seis reac-
ciones, ¡as X , y X ., por e jemplo. Eligiendo a continuación otro par de
ej es. que corten las rectas de acción de las incógnitas ya determinadas y
las X 3 y X " podemos hallar, mediante el planteo de un sistema de dos
ecuaciones con dos incógnitas, los valores de X . y X e • Finalmente, un
tercer pM de ejes que corte las rectas de ·acción de X" X . ,. X ¡, y X e ,
nos permite determinar en forma análoga los valores de X 3 y X~.
Esta solución siempre es posible por cuanto, dadas seis rectas no ca-
planares, existen siempre dos ejes (lue cortan cuatro de ellas. Para demos-
trar el enunciado anterior partimos del h p.cho de que tres rectas alabeadas
defin.~ n un hiperboloide de una napa. Consideremos, figura 6.64, las tres
directrices a, b y c y una recta cual-
quiera m-m, que cortará la superficie
del hiperboloide en dos puntos A y B.
Pero por cada uno de estos pu.ntos p.-::.sa
m
una generatriz del hiperboloide que, por
~er tal, se apoyará sobre tres directri-
ces y además cortará la recta m-m, es
decir que corta cuatro rectas.
Con el objeto de aclarar los con-
(b ) B
ceptos expuestos analizaremos los casos IV
de la figura 6.658. Y b. El primero Fig.6.64. Fig. 6.65.
de ellos se refiere a un sólido cargado
con una fuerza P y sustentado mediante seis bielas de las cuales las A F mas el valor de la reacción en la dirección de la biela BG. Un tercer
y BF concurren al punto F, Y las BG y CG lo hacen aG. Las eje que corta cinco rectas es e l llI.Ill, que pasa por el punto de concu-
dos condiciones de vínculo restpntes están · constituidas por las bielas AD rrencia de AD, AE y AF y también por el de BF y BG. Mediante
y A E, aplicadas en los puntos D y E respectivamente. una ecuación de momentos respecto del mismo, obtenemos la reacción
Para determimlr lp-,s rea~ci o nes de vínculo planteamos seis ecuaciones correspondiente a CG. Con respecto al eje IV -IV, definido por los pun-
de momento, respecto de seis ejes, entre la fuerza P y las reacciones tos A ya, se ánulan los momentos de las reacciones según AD, AF,
incógnitas X i . Con el objeto de simplificar las ecuaciones, tratemos de AE, BG Y CG. 10 que nos permite calcular de inmediato el valor de
hanar ejes que corten cinco de las r.eis direcciones de las incógnitas. la reacción según B F .
El eje I-I cumple con dicha condición, por ser coplanar con las Para la determinación de las dos reacciones restantes no es nece-
bielas AD, AF, BF, BG Y CG .. En consecuencia, tomando momen- sario encontrar ejes que corten cinco rectas,' las que, por otra parte, no
tos respecto del mismo despejamos directamente la intensidad de la reac- son ya de fácil determinación. Eligiendo como eje de momentos el V-V,
con respecto al mismo se anulan los momentos de las reacciones A F ,
ción correspondiente a la biela A E. Análogament.e, el eje U-Il resl.llta
B F, B G Y C G, apareciendo en la ecuación los correspondientes a
ser coplanar con las bielas AD, AE, AF, BF Y ca (con esta última
P, AD Y AE. Pero, siendo conocida la intensidad de AE, la ecuación
por ser paralela). De la correspondiente ecuación de momentos obtene-
, LOS SISTEMAS ItSPAct.\lZS VINCULADOS 333 334 EQUlLlDRIO DE CUERPOS VINCULADOS

contiene como incógnita únicamente la reacción AD. Finalmente, to- reacciones de vínculo definitivas serán la suma de las originadas por cada
mando momentos respecto de V I - VI, resultan nulos los de BG, CG y una de estas fuerzas. En consecuencia, operaremos con una de ellas, la
AE. e intervienen como elementos conocidos los correspondientes a P, R. prescindiendo de hacerlo con la R', por cuanto el procedimiento
AD Y B F, 10 que nos permite despejar el valor de AF. es similar.
El caso d; la figura 6.65 b corresponde a una placa triangular, sus- Una fuerza en el espacio es posible descomponerla en tres coml><>-"
tentada mediante seis bielas concurrentes dos a dos a los puntos D, E nentes concurrentes a un punto de su recta de acción, y que no sesn
Y F, Y cargada por la fuerza P. En este caso no existe ningún eje coplanares. Eligiendo sobre la recta de acción de R un punto cualquiera
que corte cinco bielas. Debemos,. pues, encarar la solución tomando mo-
mentos sucesivamente respecto de pares de ejes que corten cuatro bielas-
El eje 1-1, definido por los puntos E y F corta las bielas AF. CF,
BE Y CE. Además, el eje 11-11, por ser coplanar con las bielas AF y
e F por una parte y con las B E Y e E por otra, corta las cuatro. En
consecuencia, tomando momentos con respecto a dichos ejes obtenemos
un sistema de dos ecuaciones con dos incógnitas, que son las reacciones
correspondientes a las bielas A D y BD. Análogamente, los ejes nI- Ill
y IV-IV por una parte, y V-V y V I _VI por otra, nos conducen a siste-
mas de ecuaciones en que las incógnitas son, respectivamente, AF y CF
y BE Y CE. En esta forma queda completamente resucito el problema
de la determinación de las reacciones de vínculo.
Como cada caso constituye, eo general, un problema particular, al
plantear las ecuaciones derivadas de las condiciones de equilibrio, deberá
analizarse qué forma conviene darle a las mismas, es decir, si todas las
condiciones se expresan como condiciones de momentos o si conviene que
alguna lo sea en forma de ecuaciones de proyección.

Fill:. 6 . 66.

6.2 .5 . Determinación gráfica de las reacciones de VÚlculo en el espacio. M, este punto, unido con A. B y C define tres rectas concurrentes
en M y, por 10 tanto, podemos descomponer R en las tres direcciones
indicadas. Cambiando el sentido de estas tres componentes tendremos
La determinación de las reacciones de vínculo de un sólido isostá· tres reacciones que denominaremos R:\ , R ~ y R ~ . De estas tres re-
ticamente sustentado tiene solución gráfica directa cuando uno de sus acciones solamente la primera puede ser absorbida directamente por el
vínculos es de tercera especie, es decir, si el sólido posee un punto fijado vinculo y transmitida a tierra, por cuanto una articulación fija puede
directamente a tierra por tres condiciones de vínculo. reaccionar en cualquier dirección. No ocurre lo mismo con las restantes.
Consideremos el sólido de la figura 6.66 con una rótula en A (tres La n~acci6n R ~ podrla ser absorbida por la biela aplicada en B única-
bielas concurrentes), una. biela en B y dos bielas concurrentes en C. mente si su dirección coincidiera con la de esta última, cosa que en general
Supongamos que sobre el mismo actúe un sistema de fuerzas no concu- no ocurre. En consecuencia será necesario descomponerla a su vez en
rrentes en el espacio. En primer lugar, para poder operar en forma gráfica tres componentes, de las cuales una debe ser la de la biela. y las restantes
con el sistema de fuerzas, será necesario reducirlo. Vimos en el capítulo 3 las de las bielas ficticias AB y BC , cuya existencia deriva de la con-
las distintas formas de reducir un sistema. gauso de fuerzas. De entre dición de rigidez que vincula el punto B con A y C. La compon'ente
ellas, la más conveniente a nuestros propósitos es la que reduce el sistema según AB, R;, es absorbida directamente por la articulación A. En
a dos únicas fuerzas no coplanares. Supongamos que, operando de esta cambio, en C, tanto R ~ como R ;: no pueden serlo por las bielas
manera, hemos .reducido nuestro sistema a las fuerzas R y R'. Las concurrentes en C. salvo que ambas resultasen coplanares con las mis-
2 LOS SISTEMAS ESPAClAlZS VINCt1LADOS 335

mas. En consecuencia, será necesario hallar la resultante de R~ y R~


Y descomponerla a su vez en las direcciones de las bielas concurrentes
en e y la biela ficticia A e .
Finalmente, la resultante de las tres reacciones parciales R~ •R;
Y R::- constituye la reacción total en A que, descompuesta según la
dirección de las tres bielas que concurren a dicho pWltO. nos permite
obt~ner las restantes componentes de reacción.
338 SIST&MAS DI!: RETlCULADO 7

nulos aplicados a ambos puntos (figura 7.2 b). Estas nuevas fuerzas,
que reemplazan en sus efectos a la barra AB, en su conjunto se deno-
minan esfuerzo interno en la barra 0, más simplemente, esfuerzo en barra.
Cuando las fuerzas exteriores que solicitan a la barra tienen sentidos
7. Sistemas de reticulado. divergentes, originan en la misma un esfuerzo interno que se denomina
esfuerzo de tracción y que se materializa mediante dos fuerzas que se
alejan de los extremos de la barra (denominados nudos). Tal el caso de

7.1. Los sistemas de reticulado en el plano. -p


B
7.1.1. Definiciones.
/'A p~ -p
En lo que sigue denominaremos barra a toda chapa cuya dimensión
transversal sea pequeña en relación con su longitud, de modo tal que p
A /o....
P (C)
pueda representársela por su eje (figura 7.. 1). (di

Fil. 7.2.
B B
/
/ la figura 7.2 b. En cambio, si las fuerzas exteriores aplicadas en la barra
/ tienen sentidos concurrentes, los esfuerzos internos desarrollados en la
/ misma serán de compresión, y se materializan mediante ~os fuerzas que
/
/ .concurren a las nudos (figura 7.2c).
/
ce ) Por convención, designaremos como positivCM los esfuerzos de trac-
/ (b )
/ ción y como nellativos a los de compresión.
¿ A A

Fig. 7.1. 7 . 1 .2. Sistemas de 'reticulado. Su generación.

Si imaginamos una harra libre en el plano, la misma poseerá tres Supongamos, figura 7.3 a, tres barras articuladas entre sí, de modo
grados de libertad, los mismos de la chapa de la que deriva. que constituyan una cadena cinemática abierta, con cinco grados de liber-
Consideremos ahora dos puntos A y B (figura 7.2 a), unidos entre tad. Si articulamos en,tre sí las dos barras extremas restringiremos en el
sí mediante la barra A B. Supongamos aplicadas en A y B dos fuerzas conjunto dos grados de libertad, 'al que le restarán entonces s610 tres,
opuestas P y - P cuya recta de acción coincida con el eje de la barra. comportándose como una única chapa rígida.
Por tratarse de un sistema nulo aplicado a un mismo cuerpo rígido, el Hemos llegado así a la conclusión de que un triángulo formado por
sistema se encontruá en equilibrio. Si ahora suprimimos la barra que tres barras rígidas articuladas entre sí por sus extremos se comporta como
vincula los pwltos A y B, éstos, al encontrarse sometidos a la acción de una única chapa rígida e indeformable.
las fuerza s P y -P, tenderán a desplazarse en la dirección de las mis-
Si a dos cualesquiera de los vértices del triángulo así obtenido, les
mas, es decir, se habrá roto el equilibrio. Para restituirlo en cada uno
articulamos dos nuevas barras, el resultado será una nueva cadena cine-
de los puntos, será necesario aplicar a los mismos fuerzas P' = -P y
mática de tres chapas con cinco grados de libertad. Articulando entre sí
- P' = -(- P) = P que, con las anteriores, constituyan a su vez sistemas
los extremos de las dos barras agregadas al triángulo primitivo, restamos
LOS SISTEMAS DE. nnCULADO EN ltl. PLANO
"9 340 SISTEMAS DE R&TTCtJLADO 7

7. 1 .3. Condición de rigidez. Relación enue el número de barras y de

.~'
vértices.

d
En el parágrafo a nterior vimos que, para generar un reticulado plano,
partíamos de un triángulo rígido, constituido por tres barras y tres vérti-
ces. 'al que íbamos agregando pares de barras que, al a rticularse entre sí,
b originaban un nuevo vértice. Si llamamos n el número de pares de
b (b ) barras que se agregan al triángulo primitivo, el núme ro total de ba rras será
(a)

b b b = 3 +2 n. [7 . 1J
d
d
d Como cada par de barras da origen a un vértice, el número de éstos
será:
v = 3 + n. [7.2J

(e ) e (o ) e Despejando n de la [7 .2] Y reemplazando en la [7.1] se tiene:

F i ll:.7 .3. b = 3 + 2(v - 3) = 2v-3. [7 . 3J

al conjunto dos grados de libertad, con lo que el sistema resultante poseerá La ecuación [7. 3J corresponde B la condición de riAidez de un re-
únicamente tres, es decir, se comportará como una chapa rígida. Pro- t iculado plano, que establece, para que un reticulado sea estrictamente
siguiendo en esta forma; es decir, agregando pares de barras articuladas indeformable, que el número de barras del m ismo debe ser igual al doble
entre sí y a vértices del triangulado, obtendremos lo que se denomina un del número de vértices menos tres.
sistema de reticulado. La figura 7.4 muestra dos ejemplos: el caso a Esta condición de rigidez es necesaria, pero puede no ser suficiente
si la d istribución de las barras no es la conveniente.
En el caso de la figura 7.5 a , el reticulado cumple la condición [7.3)
y, el) consecuencia, es rígido e indeformable. P e ro si suprimimos la barra

F, F
G G
Id) (b)
e
Fia:.7 . 4.

B
constituye lo que se conoce como trianAulado simple, y su generación A
resulta de .agregar un nuevo par de barras a dos nudos o vértices conse- (b )
cutivos. En cambio, el caso b constituye un reticulado compuesto, por
cuanto, como es fácil de observar, la harTa m - n vincula dos tria ngulados E
simpleS, Tigidos independientemente y articulados entre si en el nudo b. Fia:. 7.5.
l..OS S ISTI:MAS OE RItTICUl..A.DO EN It!. PUNO 341 '42 8lSTtMAS OE RETlCULAOO 7

BG Y la reemplazamos por la AE , la condición b = 2v - 3 seguirá iados de libertad de la cadena cerrada y el de la chapa rígida; es decir,
cumpl iéndose, pero el sistema no será más indeformable. En efecto, con 8 _ 3 = 5. D ichos vínculos internos estarán constituidos por barras arti·
la sustitución de barras hemos transformado el sistema en una cadena culadas por sus extremos a los vértices del polígono, teniéndose finalmente
cinemática de dos chapas artic u~ adas en e con cuatro grados de libertad, el sistema de la figura 7.6 b.
uno más de los que corresponden a una chapa rígida. Por otra parte, la Como el número de grados de libertad de la cadena cinemática es
chapa A, B, . .. , E , no cumple independientemente con la cond ición igual al número de vértices de la misma, resulta que la cantidad de barras
f7 . 3). En efecto, siendo cinco el número de sus vértices, deberiamos a agregar para transformarla é'n una chapa rígida será
tener
b =2. 5 - 3 =7 [7 . 4J b" = v - 3. [7.6J

y, e n realidsd, existen 8 barras, es decir, una más que Iss necesarias, de y, en consecuencia, el número total de barras resulta ser
acuerdo con [7. 4]. Es decir q ue la chapa A , B , .. . , E es hiperestá-
tica por vínculo interno, a l poseer una barra más de las necesarias, o sea, b = b' + b" = v +v- 3 = 2v - 3 ; [7.7J
un vínculo inte rno superfluo.
L a expresión f7 .3]. que establece la condición de rigidez de un es decir, la misma expresión [7.3],
ret iculado, es comple ta mente general. Generalizaremos aún má's los conceptos ante rjores, considerando un
E n efecto, consideremos (figura 7.6a) un número cualquiera de sistema constituido por n reticulados, cada uno de los cuales cumple con
vértices V " V ~ . .. . • V . , y vinculémolos medi2nte barras articuladas la condición de rigidez: b = 2 v - 3. Si quisiéramos transformar el con-
junto de sistemas de reticulado en un único triángulo rígido, deberíamos
v. v, vincular entre sí las chapas estableciendo articulaciones relativas y agre-
V, gando barras, de modo de eliminar la posibilidad de desplazamientos rela-
v, t ivos entre las distintas chapas a que podemos asimilar los reticulados.
~ V, V, Siendo n el número de reticulados, será necesario introducir n - 1
v" vinculaciones internas. Supondremos en Jo que sigue que de estas
~ V, n - 1 vinculaciones, r estará constituida por tres bielas no concurrentes
y s por una a rticulación relativa y una biela, teniéndose

V, V, v, V, n - l = r + s. [7.8J
Fig, 7.6.
La figura 7.7 a y b ilustra respt,,-(ivamente ambas fo rmas de vincu'-
en los mismos, de modo de const it uir una caden¿¡ cinemática cerrada. En lación interna entre los reticulados.
este caso. el número de vértices será igual al número de barras; es decir,

b' = v , [7. 5J
Por otra parte, la cadena cerrada tendrá un número de grados de libertad
igua l al número de barras que la constituyen, es decir 8 en el caso
a nalizado.
Si quisiéramos transformar el polígono que constituye la cadena ce· F ig. 7 . 7.
rrada - polígono que por otra parte también puede ser cruzado- en
Siendo b ¡ el número total de barras de uno de los reticulados, y con-
una chapa rígida e indeformable, debemos agregarle un número de con· siderando que las vinculaciones internas constituidas por tres bielas agre-
diciones de vínculo inlerno igual a la diferencia entre el número de
LOS SISTEMAS DI': RETlCULAOO I':N I':L PLANO 343 344 SlsnMAS DE RETlCU1.AOO 7

gan cada una tres barras al sistema y las restantes sólo una, si llamamos
b. a las barras correspondientes al primer tipo de vinculación interna y
b. a las del segundo, tendremos que el reticulado rígido resultante poseerá 7.1 .4 . Distintos tipos de reticulados planOll.
un número de barras igual a
.
b = ¿b,+ b. +b, = ¿b,+ h + ,.
. [7.9]
Los sistemas de reticulados planos se utilizan para la construcción
de techos, tramos de puentes y torres para sostén de tanques b líneas
. , eléctricas aéreas de alta

~
tensi6n.
Reemplazando b , por su valor dado por la [7.3], y recordando
• Como es l6gico, es po-
que
,
I3 = 3n, la [7.9] se transforma en sible concebir las más va·
riadas formas de reticula·
• A 8 dos. No obstante ello, ra·
b = 2¿v;-3n
, +3 r +s. [7.10] ~..6.
Idl
zones prácticas, que no es
del caso analizar por no
Para determinar el número total de vértices del reticulado resultante corresponder a los alcances
debemos tener presente que las vinculaciones internas constituidas por del presente curso, han re-
tres bielas no agregan ningún nuevo vértice y que las formadas por una ducido los tipos que se uti-
articulación relativa y una hiela restan un vértice por cuanto dos de los lizan a un número relati-
existentes (uno por chapa vinculada) pasan a constituir uno. vamente limitado.
En consecuencia, si V ; es el número de vértices de cada reticulado, A Ibl 8
En la figura 7.8 he..
el número total será mas reproducido cuatro ti·
• pos de reticulados utiliza-
v = ~v. - s [7.11]
dos en la construcción de
de donde techos, principalmente en
• [7.12]
galpones y naves indus-
~v.· = v+". triales.
El tipo (ti) corres pon.
A B
Reemplazando la anterior en la [7.10] y agrupando términos llegamos a de a la form~ más simple,
y se construye generalmen·
b = 2v+3(r+s - n). [7.13] te de acero o madera. Cons-
tituye un sistema rígido
Pero, de la [7 .8 ] tenemos que: r + s - n = - 1 , valor que, reempla- que cumple con la condi·
zado en (7.13], nos conduce nuevamente a ción [7.3], poseyendo, en
consecuencia, tres grados de
b = 2v -3 [7.14] libertad y requiriendo para
su fijación a tierra la ¡m·
Hemos demostrado así que la condición de rigidez de los reticulados es posición de tres condiciones
completamente general. \ A (d i B de vínculo externo, constí·
Como dijéramos antes, esta condición es necesaria pero no suficiente, tuidas en la figura por un
por cuanto, de cumplirse, para que el reticulado sea indeformable, es Fi,. 7 . 8. apoyo fijo A y un apoyo
necesario que no exista vínculo interno aparente ni que existan barras móvil B . En el mismo ca·
superfluas o que parte del sistema tenga posibilidad de sufrir desplaza- ben distinguir dos tipos de harras: de cordón y de .alms, tales las 1_2 v
mientos relativos con respecto a la parte restante. 1-4 ó 1-5 respectivamente, en la figura 7.8 s. Las barras de alma ver·
LOS
. ,
SISTEMAS DE RETICULADO EN EL PLANO 345 346 SISTEMAS DE RETICULADO 7

ticales ( 1-4 j 3-6)


,)
reciben el nombre de montantes y las inclinadas. se ,
arco de parábola, recibiendo la primera denominación cuando los arran-
denominan dia49IJ~les. La figura 7.8 b muestra otro tipo de reticulad~, ques de la parábola coinciden con los nudos extremos del cordón inferior,
conocido por el -nombre de armadura inA/esa. Estos sistemas de reticu".: y la segunda si existen montantes extremos verticales, de cuyos extremos
lados constituy~~ ' en realidad viAas, denominadas de alma calada o d~ superiores arranca la parábola.
reticulado, por contraposición de las vigas de alma llena, que serán objeto En la figura 7.9 a, b ; c se muestran, respectivamente, 105 tres tipos
de un estudio detallado en el capítulo 8. Se acostumbra denominarlas de viga indicados, en los que se ha utilizado el sistema de reticulado deno-
cerchas o, impropiamente, armaduras para techo. minado PraN o viga N. Este tipo de reticulado posee montantes verti-
El sistema de la figura 7.8 c constituye en realidad \.ln reticulado cales y diagonales descendentes hacia el centro del tramo.
compuesto, conocido por el nombre de a~~adura Polanceau; y se lo em- Otro tipo de reticulado es el Warreno, que puede poseer o no mon-
_._ de cierta magnit~d.
plea para salvar luces Está formada por las dos tantes. Este reticulado se caracteriza porque sus diagonales cambian de
r, .
chapas reticuladas S, y S~ vincula4?~ mediante la articulación relativa dirección en mallas sucesivas. En ciertos casos, y con el objeto de dis~i­
e y la biela m ', de.i-" modo nuir la longitud de las diagonales, se suelen disponer contradiagonales.
a tierra por medio de
.:('
un apoyo
,i '
de constitu¡; una única chapa rígida vinculada
~

fijo A. '.i otro móvil' B. En la figura 7.10 a, b y c pueden observarse las tres variantes de la viga
"'.; '1 .::, ,.. " Warren.
Finalmente, la figura 7.8 d corresponde a un sistema más complejo,
La viga Warren con contradiagonales, es en realidad un reticulado
~onstituido por ~~~- ~~apas de reticulado 5, y S~ vinculadas '~~tre sí por compuesto. En efecto, el reticulado delimitado por los nudos A, 1 Y 2,
las bielas m :y '~: Configuran en conjunto un arco a tres articulaciones,
constituye una chapa rígida, así como también lo es el que limitan los
constituidas pór los dos apoyos fijos A y B y la articulac'ión relativa
nudos 2, 3 Y 4. Ambas chapas están vinculadas entre sí en ,forma
ficticia e, ; Q"picada en la intersección de las bielas menci~";;adas. Super-
rígida por la articulación
puesto a est~" arco a tres articulaciones existe un segundo, r~rmado por relativa 2 y la biela 1-3,
las chapas~. j; reticulado . S u y S " . con art~~ulaciones.. p,
~
en . E y F,
¿\Z\Z\Z\4 ocurriendo lo mismo con
y que C9,n.~!ituyen ~~a es- (d ) los reticulados parciales 4,
tructura aenominada lino
t,erna, cuyo objeto es pero
mitir el pasaje de la luz
diurna a través de las su-
perficies verii¿ales, general_
rs:rs;1214
,- .: ( d ). -. -
L1\ZI"'ZK/I\q (b) _
5,6, etc.
En las vigas Warfen
con contradiagonales, éstas
pueden ser inferiores -ca~

~IS;:IAJ~
so de la figura 7.10 c- o
mente provistas de vidrios
',Vl' ' l" superiores. En este caso, la
dispuestos en forma de per_

~
C<lntradiagonal partiría de
mitir simtÍltáneamente ~I
un nudo del cordón supe-
paS;8je de ¡ilire con fines de 2 4 6 8 10
~e'nti1ación.
., . A (e) B rior. Finalmente, menciona-
remos un cuarto tipo de
~s vigas de reticula-
reticulado, que es el que
40 para p~~'ntes pueden ser lb) -
muestra la figura 7.10 d.
dé cordories' paralelos, semi· Se trata de la denominada
parabóiica; o parabólicas. viAa K, cuya rigidez pue-
El -pdlile( 'tiPo no requiere de establecerse fácilmente
mayor aclaración. En cuan·
Fig. 7 . 10. tomt!D7.alJdo su análisis a
to a lai \'igas semiparabó.
ticas y;1parabólicas, corres. partir del montante central.
ponden a los casos en que El estudio de los distintos tipos existentes de reticulados para tramos
los nudos del cord6n supe~ de puentes, aparte de los mencionados, las. razones que abonan las dis~
rior están inscriptos en un Fig.7.9. posiciones d.e barras de cada uno de ellos, y el análisis de sus ventajas
1 LOS SISTEMAS DE RETictJ'LAOO I!:N EL PLANO ' 347 348 SISTEMAS DE RET1CULADO 7

e inconvenientes, corresponden al curso de Construcciones Metálicas, por el eje de la barra. Como dijéramos antes, el conjunto de las dos fuerzas
lo que no nos extenderemos sobre el particular. Inatehaliza el esfuerzo en la barra.
Las estructuras de reticulado tienen por misión transmitir a los apo- Entre los distintos procedimientos desarrollados para calcular el valor
yos las cargas que las solicitan por intermedio de las barras que las cons- y si'gno de los esfuerzos en las harras de los reticulados, existe el deno-
tituyen. En consecuencia, cada una de las barras soportará un determinado minado método de Culmann, que descritilremos a continuación, basado
esfuerzo -que en ciertas circunstancias podrá ser nul()--- de cuya deter- en el procedimiento homónimo para d~§ci:jmponer una fuerza en tres
mi~ación nos ocuparemos en los parágrafos siguientes. direcciones coplanares ha concurrentes. Es un procedimiento gráfico que,
Los esfuerzos exteriores que solicitan a los reticulados están cons- por su esencia, impone trabajar siiIiultáneamente con los esfuerzos en
tituidos por tres barras, cuyos ejes no deben ser concurrentes.
Consideremos el sistema de reticulado de la figura 7.11 a, sujettl a
a) peso propio;
la a cción de las cargas exteriores activas P " P 1 Y P , . El misma se
b) efecto del viento (en ciertas zonas eventualmente el peso de
la nieve;
c) sobrecarga, generalmente móvil.
Tanto el peso propio de la estructura como el efecto del viento cons-
tituyen, en realidad, cargas distribuidas sobre toda. la estructura o parte
de ella. En cambio, la sobrecarga móvil de los tramos de puentes, origi-
nada por el tránsito de vehículos o trenes, está compuesta por una ser,ie
de cargas concentradas. Para el estudio de los esfuerzos que se desarro-
llan en las barras de los reticulados, supondremos con suficiente aproxi-
mación que las cargas exteriores se transmiten a los nudos, por interme-
dio de estructuras secundarias auxiliares, en forma de cargas concentra-
das. Igual hipótesis adoptaremos en lo que respecta al peso .- propio, 10
que conduce a resultados suficientemente exactos, por cuanto los efectos
secundarios derivados del hecho de que el peso propio de cada barra
actúe distribuido sobre la longitud de la misma en lugar de hallarse con-
centrado por mitades en sus extremos, conducen a tensiones despreciables,
en general, frente a la magnitud de los esfuerzos axiles que solicitan a
las barras.

7.1.5. Determinación de esfuerzos en barras. Método de Culmann.

El principal problema que se plantea al proyectar una estructura


de reticulado es el de conocer los esfuerzos que, en las distintas barras
que la constituyen, originan las fuerzas exteriores. Fig. 7 .11.

Si en un sistema de reticulado, en equilibrio bajo la acción de un


sistema de fuerzas exteriores aplicadas en los nudos del mismo, supri- encuentra en equilibrio por estarlo el conjunto de fuerzas PI' P 2 Y P3
mimos una barra, el equilibrio se altera. Para restituirlo es ·necesario (activas) y R .l ' R /I (reactivas). Supongamos eliminadas las barras 3-4;
aplicar en los dos nudos en que se articulaba la barra suprimida, fuerzas 3-6 Y 6-7 afectadas por la sección tl- 'tl, con 10 que el sistema resultará
de igual intensidad y sentido contrario, cuya recta de acción coincida con dividido en dos chapas independientes, S, y S 2 ' que no se encontrarán
LOS SISTEMAS DE RIt1'ICULADO EN EL PLANO 349 350 SISTEMAS DE nTICULADO 7

en equilibrio por no estarlo los sistemas de fuerzas que solici.tan a cada chapas rígidas vinculadas entre sí por las tres barras mencionadas. Si el
una de ellas. número de barras afectadas por el corte es mayor que tres o si, afectando
Si queremos restablecer el equilibrio de las chapas será necesario apli- tres barras, las mismas fueran concurran tes (corte p - p de la figura
car a cada una de ellas fuerzas que compuestas con las actuantes, originen 7.11 b), el procedimiento de Culmann no es aplicable. Cuando el corte
sistemas nulos. Dichas fuerzas tendrán por rectas de acción los ejes de afecta solamente dos barras (corte m - m de la figura 7.11 a) el pro-
las barras suprimidas y materializarán los esfuerzos internos en las mismas. blema se reduce, como es evidente, a la descomposición de una fuerza en
En la figura 7.1 1 b hemos considerado la chapa S I y agregado a dos direcciones concurrentes. .
la misma, en los nudos 3 y 7, las fuerzas T~ ... ; T ,." Y T e.1 , dirigidas
según los ejes de las barras 3-4; 3-6 Y 6_7 respectivamente.
Las fuerzas P I . P 3 Y R ;. , que solicitan a la chapa SI' admiten 7. 1.6. Detenninación de esfuerzos en barras. Método de Ritter.
una resultante R ; , que denominaremos resultante izquierda, por serlo
de las fuerzas que actúan a la izquierda de la sección considerada, es E l método de Ritter, conocido también con el nombre de método de
decir, sobre la chapa S,. Dicha resultante izquierda debe encontrarse en los momentos, es simplemente la interpretación' gráfico-numérica de la
equilibrio con las fuerzas T .H ;' T a•G y T e.•. descomposición de una fuerza en tres componentes coplanares y no con-
Para hallar la intensidad y sentido de estas últimas fuerzas, bastará
descomponer R ¡ en las direcciones de aquéllas, cambiando luego el sen·
tido de las componentes. En la figura 7.11 a se ha utilizado como auxiliar
de Culmann la recta M _6, definida por el punto M de intersección de
la recta de acción de R ¡ con la correspondiente a la .f uerza T", .• y el
nudo ' 6 al que concurren las fuerzas T 3 • 6 y T~. l'
La resultante R d , de las fuerzas que actúan sobre la chapa 5 2 , la
denominaremos resultante derecha, por serlo de las fue rzas aplicadas a
la derecha de la sección non. Esta resultante es opuesta a la resultante
izquierda, por tratarse de resultantes parciales de un sistema en equilibrio
aplicado a un mismo cuerpo rígido. En consecuencia, la descomposición
de Rd según .las rectas de acción de las tres fuerzas coinciqentes con los
ejes de las barras afectadas por el corte non, pero esta vez aplicadas en
los nudos correspondientes de la chapa 51 , conducirá a fuerzas T a-l ;
T~_6 Y T 6 ' 7 de igual intensidad pero de sentido contrario a las obtenidas
al descomponer R ¡ .
Para cada una de las barras afectadas por el corte n-n, el conjunto
de las dos fuerzas T ¡.¡ materializa el esfuerzo interno en la barra. Su
intensidad se obtiene de la descomposición efectuada en el polígono de
fuerzas y, en cuanto al signo del esfuerzo, surge de la aplicación de la
regla establecida en 7. 1 . l . Así, para la barra de cordón 3 - 4, los sentidos
de las fuerzas aplicadas a los nudos 3 y 4 son tales que concurren a
los mismos. En consecuencia, conforme con la regla establecida, el esfuerzo
en la barra será de compresión (negativo). En cambio, para las barras (b) (e)
3-6 y 6 . 7. las fuerzas aplicadas a los nudos que subtienden las barras Fig. 7.12.
se alejan de los mismos, por lo que los esfuerzos en las barras serán de
tracción (positivos). currentes. Consideremos el reticulado de la figura 7. 12 a, en equilibrio
El procedimiento de Culmann es aplicable en aquellos casos en que bajo la acción de las fuerzas exteriores P I; P 2 (ac.tivas) y R A. Y RIJ
el corte que afecta tres barras divide el sistema de reticulado en dos ( reactivas). Suprimidas del reticulado las barras 2-3; 2-7 Y 7-8, el
LOS SISTEMAS DE UTICULAOO EN EL PLANO 351 7

mismo resulta dividido en las dos chapas S, y S I ' sujetas a la acci6n respectivamente, Que conducen a las siguientes ecuaciones:
de las resultantes R ¡ y R 4 respectivamente. La supresi6n de las barras
que constituian el vínculo interno rompe el equilibrio del .sistema, por lo R, .d: + T .d: _

J 1
O [7.17]
que será necesario aplicar, como viéramos antes, fuerzas T I., ; T ' .1 Y
[7.18]
T 1 • • a cada chapa en los nudos correspondientes y según los ejes de las
barras suprimidas, para restituir el equilibrio. de las que despejamos los valores de T.-.r y T , ...
Para calcular la intensidad de las fuerzas que actúan según las barras

_1 R~:; 1
suprimidas, y que con las respectivas resultantes R ¡ 6 R 4. deben cons-
tituir sistemas nulos, establecemos las condiciones necesarias y suficientes I T•..! [7 . 19]
para el equilibrio de sistemas planos de fuerzas no concurrentes, estu-
diadas en el capítulo 2. El procedimiento de Ritter consiste en expresar
diChas condiciones de equilibrio mediante tres condiciones de nulidad
de momentos, eligiendo précisamente como centros de momentos puntos
! T, .. I = 1 R~:: l· [7.20]

para los que se anulen dos de ellos, resultando, en definitiva, tres ecua-
ciones independientes con una incógnita cada una. Los signos de ambos esfuerzos se obtienen en la forma explicada y,
para el caso analizado, resultan ser de tracci6n (positivo) para la barra
Eligiendo como centro de momentos el nudo 7, con respecto al mis- 7-8 y de compresi6n (negativo) para la 2-7.
mo se anularán los momentos de las fuerzas T 2-T y T 1 • • , teniéndose,
El método de Ritter puede justificarse también en la forma siguiente.
con la notaci6n de la figura 7.12 b, Supongamos suprimida la barra 7-8, por ejemplo. En tal caso, el reticu_
lado se transforma en una cadena cinemática de dos chapas, SI y S"
[7.15]
articuladas en el nudo 2, Que no se encuentran en equilibrio. P ara res-,
tituirlo aplicamos, según la dirección de la barra suprimida, dos fuertas
ecuaci6n que nos per;mite despejar el valor de la intensidad de la fuerza de igual intensidad y sentidos contrarios, T 1 . . , en los nudos 7 y 8 .
T , .. : La chapa 51 bajo la acción de R , y T H debe encontrarse en equili-
brio. Pero, como hemos visto en capítulos anteriores, para que una chapa
[7.16] con una articulación -sea ésta absoluta o relativa- sujeta a la acción
de fuerzas exteriores se encuentre en equilibrio, es condición necesaria y
suficiente que la resultante de las fuerzas aplicadas pase por la articula-
expresi6n que nos da el valor absoluto de la fuerza Tt_~ aplicada en el ción. Y, para que ello se cumpla, es necesario que sea nula la suma de
nudo 2 según la direcci6n de la barra 2-3. El sentido de esta fuerza los momentos de las fuerzas que constituyen el sistema respecto de la
surge de la siguiente consideración: el cumplimiento de la ecuación [.7 . 15] mencionada articulación. Ello, como es fácil observar, conduce, para el
exige que el momento de T , _s respecto del centro 7 sea opuesto al de . caso de la barra 7-8, directamente a la ecuación [7.18] y, consecuen-
R ¡ respecto del mismo punto. En consecuencia, el sentido de T a_s debe
temente, a la [7.20].
ser tal que conduzca, en este caso, a un momento negativo respecto del Cuando dos de las tres barras afectadas por el corte son paralelas,
punto. 7, por ser positivo el correspondiente a R ¡ . Luego, T , __ debe
lo que ocurre en el caso de vigas de cordones paralelos, para la determi·
estar dirigida hacia el nudo 2. Como R d es opuesta a R" efectuando nación del esfuerzo en la barra de alma, sea diagonal o montante, el méto-
las mismas consideraciones respecto de la chapa S, se llega a que en el do de Ritter no es aplicable directamente en la forma descripta. En
nudo 3 actuará una fuerza T 2 _ a , de igual intensidad que la aplicada efecto, en el sistema de la figura 7. 13, para determinar el esfuerzo en la
en el nudo 2 y de sentido contrario. Ambas fuerzas configuran el es- barra 3·7 es necesario tomar momentos respecto del punto de intersec-
fuerzo en la barra 2-3 y, de acuerdo con la convención adoptada, por ción de las barras 3-4 y 7-8 que, por ser éstas paralelas, resulta ser el
dirigirse hacia los nudos respectivos, corresponden a un esfuerzo de com- impropio de la direcci6n de las mismas. Como no es posible tomar mo-
presión (negativo). mentos respecto de un punto impropio, por cuanto ello conduce a una
Para determinar los esfuerzas en las barras 2 _7 y 7-8, establece- expresión indeterminada, no es posible aplicar en la forma vista el prO:.
mos condiciones de nulidad de momentos respecto de los punto!, M y 2, cedimiento de Ritter.
LOS SIsttMAS DZ RETlCULADÓ EN EL PLANO '53 '54 SIS'T'ZMAS DI: RETICULADO 7

El inconveniente se salva en la fOTUla siguiente: Determinado pre-- los esfuerzos en la barra A-12 es necesario efectuar el corte m _m ,
viamel1te el esfuerzo en una cualquiera de las barras de cordón, la 1-8 pero el mismo afecta simultáneamente la barra B-15. En consecuencia.
por ejemplo, si elegimos como centro de momento.s el punto N en que al plantear la condición de nulidad de momentos respecto del nudo 14,
se cortan las rectas de acción de R j y la otra ~fl'a de cordón, se anula· aparecen como incógnitas en la ecuación los esfuerzos en las barras A-12 y
B-15. El problema se resuelve efectuando simultáneamente el corte n-n.

P,

Fig.7 . 13.

rán los momentos correspondientes a ambas, resultando una ecuación en


que aparecen los momentos de la fuerza T 1 -a , conocida, y de la T ' -f'
incógnita. Tendremos así
Fi,. 7.14.
[7.21]
de donde Este corte afecta, aparte de las barras 1-13 y 12-13, las barras
A-12 y B-15. Planteada con respecto al nudo 13 la condici6n de nuli-
[7.22] dad de momentos de las fuerzas que actúan sobre la chapa S. , en la
correspondiente ecuación aparecerán otra vez los esfuerzos correspon-
dientes a las barras A-12 y B-15. Tendremos así un sistema de dos
La determinación del signo del esfuerzo en la barra se efectúa en
ecuaciones entre las incógnitas T A - n: y T B _ 15 I que nos resuelven el pro-
la forma explicada.
blema y cuya expresión es la siguiente:
Existen ciertos sistemas de reticulado, generalmente constituidos por
varias chapas, para los cuales determinados cortes abarcan necesariamente
+ T d¡~u+ T dj~,~ _ O
cuatro barras. En tales casos ni el método de Culmann ni el de Ritter,
en la forma vista, son aplicables. El problema se soluciona mediante una
extensión del procedimiento de Ritter denominado método de lo. d~
R,.~ 01._ 12

Rtl.~ + T ".n dl~u+ TB_ud~u = O


B_U

} [7.23]

momento!, que explicamos a continuación.


Sea el reticulado de la figura. 7. 14 constituido por la. chap.. SI' donde R , Y R tl corresponden a la resultante de las fuerzas exteriores
5 2 , S . Y 54 articuladas entre si y vinculadas mediante las bielas de activas y reactivas que actúan, respectivamente, en las chapas S . y 5 , .
vínculo interno A-12 y B-15. El conjunto posee cuatro grados de liber- Cuando el reticulado es simétrico y se encuentra simétricamente
tad, que le son restringidos pór las cuatro condiciones de vinculo externo cargado, los esfuerzos en ambas barras son iguales, y el sistema [7.23]
constituidas por los dos apoyos fijos a tierra en A y B. Para calcular se reduce a una única ecuación co.n una incógnita, corno es fácil observar.
LOS SISTEMAS DI!: R!tTICUlJü)() EN BL PLANO 355 356 SISnMAS DE REncULADO 7

ticales trazadas por los apoyos determinan los puntos M y N, los que,
a su vez, definen una recta denominada lado de cierre del polígono funi-
cular. Trazando por el polo O una paralela a dicho lado de cierre, la
7 . 1.7. Utilización del poHgono funicular para la aplicación de los mé-
misma determinará sobre el polígono de fuerzas un punto que define los
todos de Culmann y Ritter.
vectores representativos de dos fu e rzas que serán las reacciones de vínculo
R I Y R H • En efecto, el sistema P I ' P t . . . , P" R ol Y R ,l debe en-
Los métodos de Culmann y Ritter para la determinaci6n de los contrarse en equilibrio, y la condición gráfica para que el mismo se veri-
esfuerzos en las barras de un reticulado se reducen, en última instancia, fique es que el sistema posea polígonos de fuerzas y funicular cerrados.
a determinar la posici6n y magnitud de la resultante izquierda (o dere- Si M -1 es uno de los lados del funicular de R ol ' el otro lado debe
cha) de las fuerzas exteriores activas y reactivas ubicadas a uno u otro corta rse con el a nterior precisamente en M. Otro tanto ocurre con el
lado de la secci6n que afecta tres barras. funiculAr de R ", cuyo segundo lado debe pasar por N. Ahora bien,
Cuando todas las fuerzas exteriores son paralelas, el problema de la si el polígono funicular del sistema debe ser cerrado, necesariamente el
determinaci6n de la resultante de las fuerzas ubicadas a un lado de la primer lado del funicular de R .I Y el segundo del correspondiente a R I/'
secci6n que se considera, se simplifica enormemente mediante el trazado deben coincidir. Por consiguiente, la recta M N corresponde a dichos
de un poligono funicular lados extremos del polígono funicular del sistema en equilibrio. El rayo
polar correspondiente será el rayo 6, obtenido trazando por O una
Sea, por ejemplo, el reticulado de la figura 7. 15 cargado en los paralela a M N. En consecuencia, en el polígono de fuerzas el vector
nudos del cord6n superior con fuerzas verticales, y cuyo apoyo m óvil B representativo de R ol quedará definidó por el rayo 6 como primer rayo
es horizontal. En este caso, como es evidente, ambas reacciones de vínculo polar y el O como rayo extremo y, a su vez, R " lo será por los rayos
serán verticales. Trazando con polo O un polígono funicular de las fuer- 5 y 6 en ese orden.
zas a'c tivas exteriores, la intersección de sus lados extremos con las ver-
Si consideramos el corte n_n que afecta las b:uras 1-2 ¡ 1 -9 Y
9- 10. a la izquierdA del mismo sólo actúan las fuerzas P , y R I . En
P, , , p, consecuencia, la resultante izquierda relativa al corte n-n se obtendrá
n 2 3 4
Ps componiendo las dos fuerzas mencionadas. El polígono funicular de P l
5 y R, está constituido por los lados NM (primer lado); M - I y 1 ~ I1
(lado extremo). La recta de acción de la resultante R ¡ pasará por el
8
9
• punto de intersección de M N con 1-11 (punto K en la figura 7. IS)

~
y, por tratarse de un sistema de fuerzas paralelas, su recta de acción será
de la misma dirección que las fuerzas componentes. Su intensidad y
N
sentido surgen de inmediato del polígono de fuerzas.
Vemos así cómo el polígono funicuhr, en el caso dé u~ sistema de
,, fuerzas paralelas, nos permite determinar la resultante izq uierda (o dere-
, , '1, cha) en forma expeditiva para cua lquier sección.
'1,
V Si quisiéramos aplicar el método de Culmann para calcular los es-
J
fuerzos en las barras afectadas por el corte, bastaría determinar la recta

I O
.1 O/
I
IV " auxil ia r en la forms indicada en la figura 7.15 Y descomponer R ¡ en
el polígono de fu erzss. en la forma vista en 7. 1 . S (la descomposición se
ha omitido en la figura).
I 11, El polígono funicular permite simplificar la aplicación del método
de Ritter. En efecto, al estudiar en el capítulo 2 las propiedades y las
aplicaciones del polígono funicular, vimos que éste nos permitía determi-
Fi¡.7.15.
nar gráficamente el momento de una fuerza respecto de un punto cual-
LOS SISTI:M~S DI: RIIT1CUlADO I:N J!:L PLANO 357 358 SISTEM~S DE RETlCULADO 7

quiera de su plano, para 10 cual bastaba trazar por el centro de momen-


tos una paralela a la dirección de la fuerza e intersecar con la mism"
los lados extremos del polígono funicular. El segmento así determinado,
leído en la escala correspondiente, nos dará el momento buscado.
En el caso de la figura 7. 15, si aplicamos el método de Ritter para
calcular el ésfuerzo en la barra 1-2, debemos determ inar el momento
de R ¡ respecto del nudo 9. Ahora bien, R;, 'cualquiera sea la sección
a la que cbrresponda, siempre será vertical. Para la secci6n n-n, el
polígono funicular de R , lb constituyen' los lados KMN y K ... I _Il.
Trazando por 9 una vertical, la misma determinará, en su intersecci6n
con los lados mencionados, la ordenada ti .. que, leída en la escala de mo-
mentos, nos da el valor del momento de la resultante izquierda con res--
pecto a 9, es decir, el valor del producto

[7.24 J --- ....


1
U
Dividiendo el valor obtertido de la (7.24] por la distancia de la
barra 1-2 al nudo 9, obtenemos el valor absoluto del esfuerzo T, _: .
1 1-
En cuanto al signo, su determinación se efectúa en la forma explicada Fig. 7.16.
al analizar el método de Ritter.
Para la barra 9_ 10, el centro de momentos correspondiente es el trazando por S una vertical, la misma nos determina una ordenada )1.
nudo 1, no variandO R ¡ Mi su polígono funicular. El segmento inter- que, leída en la escala correspondiente, nos da el valor del momento de
secado por la vertical trazada por 1 será 11,. Observemos que tanto la resultante R ¡ CO~ respecto al punto S. Finalmente, dividiendo este
11 , como 11. son ordenadas comprendidas entre el lado de cierre y el
valor por la distancia entre la barra 1-9 y el punto S, obtenemos el
del esfuerzo T •. , . El signo correspondiente se determina en la forma
poligono funicular. ~n consecuencia, las ordenadas comprendidas entre
conocida.
el polígono funicular y el lado de cierre dan directamente, en la escala
correspondiente, los momentos de la resultante de las fue rzas qué actúan
a uno u otro lado de la vertical que se consideta respecto dI! un punto
cualquiera de dicha vertical. De ahí que, para determinar el momento 7 . 1.8. Determin ación analítica de los esCuerzos e n b arras de reticul ados.
de la resultante izquierda o derecha de una sección con respecto a un
nudo, basta bajar por el mismo una vertical y leer en la escala corres· U n sistema de reticulado puede ser imaginado como un conjunto
pondiente la ordenada comprendida entre el polígono funicular y el lado discreto de puntos materiales (los nudos) unidos entre sí por el vínculo
de cierre. Cuando se trata de determinar el esfuerzo en una barra diago- de la rigidez, materializado en este caso por las barras que los vinculan.
na l, para' la cua l el centro de momentos cae fuera de la zona compren· Si el reticulado se encuentra en equilibrio bajo la acci6n de las fuer·
dida entre apoyos, basta rá prolongar el lado extremo del polígono funi- zas exteriores activas y reactivas que lo solicitan; también lo estará cada
cular de las fue rzas ubicadas a un lado de la sección y, u na vez deter- uno de los puntos materiales (nudos) que lo const ituyen. Si suprim imos
minado el cent ro de momentos, bajar por el mismo una vertica l la que, las barras y las reemplazamos por los correspondientes esfuerzos inter-
en su intersección con dicho lado y el de cierre, determina el seimento nos, en cada nudo del reticulado tendremos un sistema de fuerzas con-
que, en escala, nos mide el valor del momento buscado. currentes que debe encontrarse en equilibrio.
Tal es el caso de la figura 7. 16 donde, para la barra 1 -9 , el centro A cada nudo o vértice del reticulado concurren dos, tres o más
de momentos se halla en la intersección de las barras 1_2 y 9.10; es barras, cada uno de cuyos esfuerzos constituye una incógnita del pro-
decir. el punto S. Prolongando el lado 1.11 del polígono funicular y blema y, para establecer el equilibrio del sistema de fuerzas que concu-
LOS SlSTEMAS DE RET1Ctl'LADO 'l';N 'l';L PLANO 359 360 SISTEMAS DE RETlCULADO 7

rren al vértice, deberemos establecer las condiciones necesarias y sufj· dos fuerzas aplicadas en 1, cuyas rectas de aCCiOn coinciden con los
cientes que debe reunir el mismo, las que, como sabemos, se pueden tra- ejes de las barras 1 _2 y 1·6, obteniendo en el correspo~~iÉmte polí-
ducir en dos ecuaciones de nulidad de proyecciones de las fuerzas sobre gono de fuerzas la intensidad y el sentido de las fuerzas bu~c;.~das. En el
dos ejes. Es decir que, por cada vértice del reticulado, podremos plantear
reticulado de la figura 7.17 a hemos colocado, en las dos barras que
dos ecuaciones. Si éste posee n vértices, el número total de ecuaciones
concurren a l , en correspondencia CO~ ) iiUS extremos coincidentes con
que es posible plantear se eleva a 2 o .
aquél, flechas indicativas de los sentido'~ ' cÍ~ las fuerzas, Aislando ahora
Siendo o el número de vértices, el reticulado estará constituido por
el nudo 6, tenemos que al mismo concurre una fuerza de la dirección
20-3 barras y, en consecuencia, el número de esfuerzos incógnitos será
de la barra 1-6 de la misma intensidad que la aplicada en el nudo 1
de 20.3, uno por barra, a los que habrá que agregar las tres incógnitas
pero de sentido contrario.
correspondientes a las reacciones de vínculo, 10 que hace un total de 20
incógnitas. Siendo el número de incógnitas igual al de ecuaciones de El conjunto.. ' de ambas
'l·· · ,.
fuerzas constituye, como se ha dicho, el es-
que se dispone, el problema tiene solución analítica perfectamente defi- fuerzo en la barr~ ~_~, q,ue será de tr9;cción, por cuanto las dos fuerzas
nida. Cabe hacer notar que no se trata de un sistema de 2 o ecuaciones se alejan de los nud,os a los que se hallan aplicadas. Al nudo 6 concu-
simultáneas entre las 2 n incógnitas, sino de un sistema encadenado que rren, además, dos' fuerzas incógnitas, ' l~s correspondientes a las barras
es posible resolver por pasos sucesivos, comenzando por aquellas que 2-6 y 5-6. En la figura 7.17 c hemos construid~ el correspondiente
" correspondan a nudos en que sólo aparezcan dos esfuerzos incógnitos, polígono cerrado de f~erzas que .nos permite obtener sus inte~sidades y
situación que, salvo casos especiales, se presenta en los nudos extremos sentidos. Pasando ahora al nudo 2, resiiltan aplicadas al mismo tres
de la mayor parte de los reticulados corrientes. fuerzas cono'cidas: T ,.? , T2_~ y P" y doi desconociqas; T2.~ y"'·Tf_~ '
Construido el polígono de las tres primeras"Cfigura 7 .17 d), equilibramos
la resultante de las mismas con las fuerzas~ T 2 - 3 Y T ~ .., . Procediendo en
forma similar, llegamos finalmente al nud6 4, para el cual la resultante
7.1 . 9 . Determinaci6n de los esfuerzos mediante el diagrama de Maxwell·
de las fuerzas actuantes según las barras· 3".4 y 4-5 debe s;;? bpuesta a
Cremona. la reacción ~. pára· que exista equilibrio. El procedimie~{~ explicado
resulta laboriBso, "SObre todo si se trata de reticuladós cOn "giá'ti. número de
La determinación de los esfuerzos en las barras que concurren a nudos, por 'é·~~nto es necesario efectuar numerosas construcciones gráficas.
'1 , .. ,'
los nudos puede efectuarse gráficamente. En efecto, sabemos que la con- El proceqimiento de MaxweIl.Cremona simplifica el trabajo material
dición gráfica para el equilibrio de un sistema de fuerzas concurrentes de la construcción de los polígo~os de fuerzas correspondientes a cada
consiste en que el correspondiente polígono de fuerzas resulte cerrado.
nudo, reuniéndolos en un ú·nicó diagrama, conocido corrientemente con
Fara que la solución gráfica sea posible es menester que, de las n fuerzas
el nombre de diagrama d,e, «?~~mona.
que concurren al punto considerado, n-2 sean conocidas, es decir, que
'estemos ante un problema de sólo dos incógnitas. Como dijéramos en Para el trazado del diagrama de Cremona se procede en la forma
el parágrafo anterior, en los reticulados de uso corriente existe siempre que explicamos a continua~i6";: ilustrado con el ejemplo de la figura 7 . 18.
por lo menos un nudo al que concurren sólo dos barras, nudo que gene· Una vez determinadas l¡; reacciones de vínculo en la forma conocida..
ralmente corresponde al lugar en que el reticulado se encuentra vinculado mediante un polígono fu~¡cular o bien analíticamente, se adopta un orden
a tierra, Tal el caso del reticulado de la figura 7.17 a: en los nudos ~ícIíéo (dextrorso en el cs·so' de la figur~ 7,18), y se tr~zl un polígono
1 y 4 concurren respectivamente las barras 1.2; 1-6 y 3-4; 4·5, de fú~rzas llevando los vectores :' representativos ié las mismas en el
Además, en dichos nudos se encuentran los vínculos externos que fija orde~,r en que aparecen en la estructura al recorr~r· s·ü contorno en el
el sistema a tierra. ó~d'eií cíclico adoptado. En nuestro caso, el orden ~~ que se han llevado
Determinadas las reacciones de vínculo R , y R. vemos que, si lo~c ~ectores representativos de ¡as fuerzas es: R, : .p" P? , R . Y P 3 •
ponemos en evidencia los esfuerzos en las barras que concuren a los Luego se considera un nudo al que sólo concurran dos barras. En nues·
nudos 1 y 4, será posible descomponer aquéllas en las direcciones tro caso hemos comenzado por el 1, al que concurren R , (conocida)
correspondientes a estas últimas, para luego, cambiando el sentido de di- y los esfuerzos en las barras 1.".' ,. 2 y 1·6. Procedemos ahora a desccm-
chas componentes, obtener en intensidad y sentido los esfuerzos internos poner (y no a equilibrar) en el polígono de fuerzas Rl en dos fuerzas
buscados. En la figura 7. 17 b hemos procedido a equilibrar R 1 mediante cuyas nictas de acción sean losl"ejes de las barras 1-2 y . 1-6, en form~
3.2 SISTEMAS DE RZ'nCULADO 7
36'
tal que en el polígono de fuerzas R 1 , T l - 2 Y T l - 8 aparezcan en el mis-
mo orden que resulta de recorrer el nudo en el orden cíclico establecido,
es decir, primero Rl (fuerza conocida), luego T l -2 y fina lmente TI_a .
Una vez efectuada la descomposición, indicamos en las dos barras, en los
extremos q ue corresponden al nudo considerado, los sentidos de los es-

(e)

(b) 7;-3
,,
T,- T~,
A " ,,
,,
P, 13-4 , P,

Ij (e)
3 P,
T2 -3 ~-4
y
(d)
13-5

F ig. 7.18.

fuerzos opuestos a los hallados, y los de éstos en los extremos contrarios


(¡ ) de las barras. En esta forma, es decir, d~scomponiendo en lugar de equi-
librar, tenemos orientados directamente los esfuerzos que corresponden a
los otros extremos de las barras, de modo que,' al proceder a analizar el
nudo siguiente, no es necesario cambiar el sentido de ninguna fuerza, apa-
reciendo éstas, en el polígono, ubicadas según el orden ciclico establecido.
LOS SISTEMAS DE RIrr1CULADO EN EL PLANO 363 SISTJtMAS DE RETtCULADO 7

El segundo nudo a considerar es el 6, por cuanto al mismo concu- de Bow, una fuerza, sea ésta exterior o corresponda a un esfue~zo en
rren s6lo dos esfuerzos incógnitos y uno conocido, obtenido de la descom- barra, queda individualizada por dos letras, que corresponden a las que
posición efectuada en el nudo 1 (esfuerzo T, _~ ). Una vez determinados individualizan las zonas del plano que divide su recta de acción. En
los esfuerzos en las barras 5-6 y 2.6 , estamos en condiciones de ana- cuanto al sentido, el mismo queda definido por el orden sucesIvo en que
lizar el nudo 2, en el que las incógnitas son los esfuerzos T~.~ y T N • aparecen las fuerzas al recorrer el
Recorriendo el nudo 2 en el orden cíclico aparece primeramente T ,_q , nudo en el orden cíclico preestable-
luego T' _1 y finalmente P,. Si observamos el diagrama de Cremona
vemos que los vectores representativos de estas tres fuerzas aparecen
ubicados uno a continuación del otro, en el mismo orden indicado. En el
nudo 2, de acuerdo con el orden cíclico, luego de P, aparece la barra
2-3 y, finalmente, la 2-5. Luego, en el polígono de fuerzas, corres-
ponderá trazar por el extremo del vector representativo de p . una
< ( b/ d e
J t -C- - ~
l
cido. Consideremos, por ejemplo, la
fracción de reticulado de la figura
7 . 19. En el mismo, la fuerza exterior
que actúa en el nudo del cordón su-
perior será b-c, si adoptamos un
orden cíclico dextrógiro. La reacción
páralela a 2-3, y por el origen del de T ,.n otra a 2_5, de modo que se f de vínculo quedará definida por a-b,
cumpla la condición impuesta de observar el orden cíclico.
Continuando en la forma indi~ada con los nudos restantes del reticu-
f"-------k-_t y los esfuerzos en las barras que con-
curren al nudo, b-d y d-a, El pri-
lado llegamos finalmente al nudo 4, donde debe tenerse presente que la I d mero de ellos, al considerarlo apli-
res.ultante de los esfuerzas en las barras 3,-4 y 4-5 debe ser opuesta a la
I cado al ntldo opuesto de la barra,
I cambia de sentido, denominándose en
reacción R" 10 que es evidente por razones de equilibrio.
Fi¡". 7.19. consecuencia d-b, lo que surge de
Corresponde hacer notar que al resolver un reticulado mediante el inmediato al recorrer este nudo en el
diagrama de Maxwell-Cremona debe cuidarse mucho la exactitud del orden cíclico establecido, para el cual la barra en cuestión separa las
dibujo y, sobre todo, la precisión con que se trazan en el polígono de zonas d y b en este orden, correspondiéndole la designación d-b, De lo
fuerzas las paralela! a las barras, por cuanto, de otro modo se van acu- anterior surge de inmediato que, en el polígono de fuerzas, no es necesario
mulando errores que hacen que, al llegarse al último nudo, el polígono indicar los sentidos de las fuerzas, por cuanto el mismo surge, para cada
de fu erzas correspondiente no resulte cerrado. Para evitar la acumulación riescomposicióh, de la secuencia en que aparecen las letras que designan
de errores conviene, una vez determinadas las reacciones de vínculo grá- ;l cada fuerza.
ficamente, proceder a su verificación analítica.
Para aclarar los conceptos anteriores desarrollaremos el cálculo de
El trazado del diagrama de Maxwell-Cremona se simplifica si se la determinación de los esfuerzos en las barras del reticulado de la figura
utiUza la denominada notación de Bow. 7.20, empleando la notación de Bow. Determinadas las reacciones de
Al proceder al trazado del diagrama de Maxwell-Cremona en los vínculo, designamos las zonas del plano delimitadas por las fuerzas exte-
ejemplos que hemos tratado, numeramos ios nudos en forma correlativa riores y los esfuerzos en las barras con las letras a, b, _.. '. J, Y adop-
y, como es corriente, indicamos cada una de las fuerzas exteriores, tanto tamos un orden cíclico dextrógiro. De acuerdo con la notación de B~w la
activas como reactivas, mediante símbolos, efectuando otro tanto con los reacción en A recibe la designación a_b, la fuerza PI' b-c; la reac-
esfuerzos en las barras para su identificación. Por otra parte, era pre- ción en B, o-d Y la fuerza P2' d-a.
ciso, en el polígono de fuerzas, prestar atención a la orientación de las Construimos a continuación un polígono de fuerzas llevando a éstas
flechas indicativas de los sentidos de los esfuerzos. en el orden cíclico establecido, y designando el origen y extremo de cada
La notación de Bow prescinde de todo ello, limitándose a designar vector representativo de las fuerzas con la letra que corresponda .en la
con una letra las zonas del plano delimitadas por las rectas de acción secuencia establecida. Así, el origen del vector representativo de la reac-
de las fuerzas exteriores y/ o los ejes de las barras. Por lo demás, en el ción de vínculo en A se designa con a y su extremo con b, por ser
trazado del diagrama de Maxwell·Cremona se procede en forma seme- éste el orden en que aparecen dichas letras al recorrer el nudo en el
jante a la explicada anteriormente, observando las reglas del orden cíclico oreten dclico.
en lo que se refiere a la ubicación relativa de los vectores representativos El tr~ado del diagrama de Maxwell-Cremona se efectúa, como he-
de las fuerzas en el polígono y al recorrido de los nudos. En la notación mos dicho, partiendo de W'I nudo al cual concurren sólo dos esfuerzos
- - --- - - - -_.- - -- - --
LOS SISTEMAS DE RETICl1!..ADO EN EL P!..ANO 366 SISTEMAS DE RE1'lCULADO 7
16'
decir, de b á e y de e á a, sentidos que indicamos en las barras del
R reticulado que concurren al nudo A.
Pasando al nudo del cordón inferior, tenemos primeramente la fuerza
d-a y, a continuación, el esfuerzo en la barra, que tendrá sentido con-

/
/
/
\
, trarío al e-a, es decir, que será a-e. Si observamos el diagrama vemos
que este último esfuerzo aparece en el mismo ubicado a continuación
\
e , del d-a. Inmediatamente después debe aparecer el e-l. por lo que,
\ por el extremo e del vector a-e, trazamos una paralela a · la barra 8-1
\ y por el origen d otra paralela a la barra I_d. La intersección de ambas
,8 nos dará el punto f .
R, Considerando ahora el nudo del cordón superior tendremos prime-
d \\ ramente el esfuerzo I-e, luego el e-b y, a continuación, el b~c. Obser-
\ vando el diagrama vemos que en el mismo aparecen los correspondientes
\
vectores representativos en la secue.ncia indicada. Ahora bien, en el nudo
que estamos considerando sólo existe un esfuerzo incógnito en la barra:
el c-I. En consecuencia, en el diagrama, el segmento c-I debe resultar
paralelo a la barra c-i, por cuanto corresponde al vector representativo
del esfuerzo en la misma.
Finalme nte, en el nudo B debe- existir equilibrio entre la reaccián
d
cAd y los esfuerzos d_1 y I-e, lo que efectivamente ocurre por cuanto
en el diagrama los vectores e_d ; d-I y I-e forman un polígono cerrado.
En cuanto a los sentidos de los esfuerzos en cada nudo, quedan
r definidos en forma indubitable por la secuencia de las letras, de acuerdo
con el orden cíclico que corresponda al nudo. Así, por ejemplo, para la
barra c-i, el sentido para el nudo izquierdo será c-I, por ser ésta la
secuencia que resulta de recorrer el nudo en el orden cíclico. En cambio,
• para el extremo B de la misma barra, el sentido del esfuerzo será con-

.'
trario, es decir I- e I como corresponde, lo que surge por otra parte de
e
la secuencia que resulta de recorrer el nudo B en el orden dc1ico es-
L 9 esca la del polígono de fuerzas usado para ,It·t erm;na r R , y R~ el doble
tablecido.
de I~ corres pondiente al diagrama de M axwe ll. Cremona.

Fig. 7.20. 7 . l. 10. El método de Henneberg o de fa lsa posición.

incógnitos. En el caso analizado se ha comenzado por el nudo A. Trl!~ El t razado del diagrama de Maxwell.Cremona no puede realizarse
zando yor .el origen a de l vector a-b una-E!lrale!! a J!l•.erimera barra directamente en aquelJos sistemas de reticulado que no cumplan con la
que aparece inmediatamente a continuación de la luerz!! s-l? al reC.9 rr~ condición imprescindible de presentar algún nudo al que sólo concurran
el nudo__eE el..2!..c!!~.E..slic o, y por el extremo b otra a la barra restante, dos barras. Tal el caso del reticulado de la figura 7.21 8, cuya resolución
la intersección de dichas rectas define un punto que llamaremos e. Ten- directa mediante el trazado de un diagrama de M axwelJ-Cremona es im-
dremos así un pol ígono cerrado a-b-e-a entre las fuerzas a-b; b-e y posible por las razones indicadas. Para resolver el problema es necesario
conocer previamente el esfuerzo en la barra AB, e introducirlo luego en
e-a. con los sentidos correspond ientes a las secuencias de las letras, es
el sistema como dos fuerzas exteriores, de igual intensidad y sentido con-
LOS SISTEMAS DE RIITICULADO EN EL PLANO 367 36. SISTEMAS DE ~CULADO

trario, aplicadas en los nu. esfuerzo en la barra sustituta debido a U = 1 será T~'1 . Si en lugar
dos A y B. Una forma P, de actuar fuerzas U = 1 en los nudos A y B, según la direcci6n de
de proceder seria aplicar la barra suprimida, lo hicieran fuerzas de intensidad X (t), los esfuerzos
el método de Ritter al en las barras del sistema sustituto de la figura 7 . 2 1 e resultarían multi-
corte que afecta las ba- plicadas por X. De acuerdo con el principio de superposición de efectos;
rras 3_4 j 10·4 Y A·B. si para el sistema sustituto suponemos actuando simultáneamente el sis-
No obstante ello, el méto- tema de cargas exteriores y el sistema U = X , los esfuerzos resultantes
do de Henneberg, de falsa en las barras los obtendremos como suma de los correspondientes a cada
posici6n o de sustitución B estado de carga, es decir:
A~________~________~8
de barras, resuelve el pro-
(di
blema en forma más ele- [7.25]
gante. P,
El concepto del método y, en especial, para la barra sustituta:
P,
es el mismo explicado an·
teriormente para la deter· P, _3~--~k---~~ [7.26]
2 6
minación de las reaccio-
10 JI
nes de vínculo en cadenas ~__-'}.7
Entre los infinitos valores que puede tomar X, habrá uno que co-
cerradas de cuatro chapas 9 '2 rresponderá al verdadero valor del esfuerzo en la barra A -B del sistema
con una condici6n de IJ
rea l y para dicho valor del esfuerzo en A-B el esfuerzo en la barra
vínculo en cada una de 8 sustituta es nulo, por cuanto dicha barra no existe en el sistema' real.
ellas. (b ) En consecuencia, en la [7.26], T H ,.lI será nula cuando el valor de X
Si en el sistema de la corresponda a T A _B' lo que nos permite despejar el valor de X:
ngura 7.21 a suprimimos
la barra A B Y la reem- 3 , T 1o-U
[7 .27]
plazamos por una barra
2
- TI~l1
sustituta que vincula los
nudos 10 y 11; por Conocido el valor de T A_B' el valor de los esCuerzos ·en las barras res-
ejemplo, el reticulado se- tantes del sistema real se obtienen por simple sust ituci6n de X = T A_B
rá resoluble mediante el
trazado de un diagra- A~_8-:U"1 U.I_'_3--'~8 en la [7 .25], es decir:

ma de Maxwell-Cremona. (e I _ T ~I).ll
Ello nos permitirá .cono- T "' I = T :.¡ T~.I . [7.28]
T ~I)_ll
cer los -esfuerzos --debi- Fi¡. 1.21.
dos a las cargas exteriores El método de H enneberg es a plicable cuando, para proceder a la
actuantes- en las distintas barras, no del sistema dado sino de otro que resoluci6n de un reticulado mediante el tra¡;ado de un diagrama de M ax-
llamaremos sis tema sustituto, que muestra la figura 7.21 b. Llamare- well-Cremona, sea necesario sustituir dos barras. En tal caso, luego de
mos a estos esfuerzos T tJ y, en especial, T :O- l l al de la barra sustituta. haber determinado los esfuerzos en las barras del sistema sustituto, se
Supongamos ahora descargado el sistema sustituto y apliquemos en A procederá a aplicar, según la direcci6n de las barras suprimidas, dos si$-
y B dos fuerzas opuestas de intensidad U = 1, actuando según )a direc- temas de fuerzas unitarias fj = 1 y V = 1 . calculando fas esfuerzos
ci6n de la barra suprimida. Las correspondientes reacciones de vínculo originados por las mismas. El proceso conducirá, en última instancia, a
serán nulas y los esfuerzos en las distintas barras, calculables por un dia- un sistema de dos ecuaciones simultáneas con dos inc6gnitas: 109 esfuer.
grama de Maxwell-Cremona, las denominaremos T:. J
• En especial, el zas en las barras suprimidas.
2 LOS SISTEMA", 0& REnCULAOO ESPAClALQ 370 SISTEMAS DB RETICULADO 7
lO'
pueden estar constituidos por una biela fija a tierra; los segundos por
dos concurrentes al punto que se desea fijar, y los terceros por tres bielas
concurrentes y no coplanares.
7 . 2. Los sistemas de reticulado espaciales.
Si designamos con A ,. A 2 Y As los apoyos de 1'.2' Y 3' especies,
respectivamente, el número de bielas de
vínculo externo podemos expre-
sarlo mediante
7 .2. l . Generación de los reticulados espaciales.
[7.30]
de donde
Sea, figura 7.22, un punto A en el espacio. P or poseer tres grados
de libertad, si deseamos fijarlo a tierra, debemos imponerle tres condi-
B + Al + 2A + 3A~
2 = 3V . [7.31]
ciones de vínculo materializadas por tres bielas no coplaOlues. Para fijar
la posición en el espacio de un segundo punto B , podemos aplicarle De lo anterior surge que, si reemplazamos una barra de vínculo inter-
tres bielas no concurrentes o, como indica la figura, vincularlo al punto A. no por una biela de vinculo externo o viceversa, la condici6n [7.29) o
mediante una barra rigida y a tierra por intermedio de dos bielas no su equivalente [7.31] continuarán cumpliéndose. Deberá, sin embargo,
coplanares con la barra A B. En forma semejante podemos ir fijando tenerse presente que, al efectuar la sustitución, la nueva barra que se
a tierra una sucesión de vértices tales como D y E. El vértice e, agregue no signifique un vínculo aparente o superabundante, por cuanto,
en cambio, lo hemos inmovilizado de ser as!, el sistema o parte del mismo resultaría con un grado de libertad.
vinculándolo con los vértices fijos En el sistema de la figura 7.22 es posible suprimir la barra Be,
B y D mediante dos barras rígi- G siempre que coloque mos en e una tercera biela a tierra, no coplanar
das y aplicando finalmente una bie- con las dos ya existentes. En esta forma se asegura la inamovilidad del
la a tierra, no cap lanar con las ba- vértice e. Análogamente podríamos suprimir una de las; dos bielas que
rras mencionadas. Finalmente, el o vinculan a tierra el vértice B, siempre que introdujéramos una barra
vértice O lo hemos fijado en los entre B y E, por ejemplo. De esta manera el vértice B resultaría
vértices B , e y F, ya fijoS; me- rígidamente vinculado a los dos puntos fijos A y E existiendo, ade-
diante las tres barras rígidas no co- más, un vínculo de primera especie a tierra. En cambio, si reemplazamos
plana res DO, BG y FG. la barra Be por una tercera biela aplicada al vértice B, este último
De las consideraciones anterio- resultaría con un vínculo superabundante y el vértice e, conjuntamente
res inferimos que, para fijar un vér- con los F y O , cuya inamovilidad depende de la del primero, con un
tice en el espacio, se requieren t res grado de libertad.
bielas, sean éstas de vínculo exter- L a expresión [7.29) establece la condici6n de rigidez de un conjunto
no (vértice A) , de víncu lo interno de vértices vinculados entre sí por barras rígidas y a tierra mediante
o barras rígidas (vértice G) o bien bielas, conjunto qu'e requiere la exis~encia de estas últimas para ser inde-
una combinación de ambas (vérti- Fill:.7.22. "formable, ya que por sí sólo no 10
ces B , e, etc.). En consecuen- o es. Veremos a continuación qué
cia si llamamos B a l número de barras de vínculo interno, S' al número condici6n debe satisfacer un con-
de' bielas de ~íncu)o externo y . V al de vértices a fijar, tendremo3 la junto de vértices en el espacio,
siguien te relación: e ""::.----hi<¡I----~F vinculados mediante barra~ rígidas.
B + B' = 3V. [7.29] pero libre, para que resulte rígido e
indeformable.
Al estudiar los sistemas espaciales vinculados vimos que existían Consideremos los puntos A, S
A
tres tipos de apoyos: de 1',2' y 3' especies, denominados también apoyos Y e de la figura 7 : 23 vinculados
superficiales, lineales y fijos o rótulas, respectivamente. Los primeros entre sí por tres barras rígidas. Co-
Fir;. 7 23. mo sabemos, el conjunto constituye
2 LOS SISTEMAS DE RrnCULADO ltSPACIAUS 311 312 SISTEMAS OE RETlCULADO 1

un triángulo rígido en el espacio. Para fijar --con respecto al triángulo


mencionado-- un nuevo punto D. es preciso vincularlo a los vértices del
triángulo mediante tres barras AD, BD y en. Cada nuevo vértice
que queramos fijar rígidamente en el conjunto anterior, requiere el agre-
gado de tres nuevas barras. En consecuencia, si llamamos b al número
de barras y v al de vértices del reticulado espacial generado a partir de
un triángulo rígido con tres barras y tres vértices, tendremos:

b = 3 + 3(v - 3) = 3v - 6 . [7.32J

Ahora bien, el reticulado así concebido, constituye un conjunto discreto


rígido de puntos. En consecuencia, poseerá seis grados de libertad. Para
fijarlo será preciso imponerle tantas condiciones de vínculo como grados
de libertad posee, es decir, seis. Materializados en forma de seis bielas,
tenemos
b' = 6. [7.33J
Sumando miembro a miembro las [7.32] Y [7.33] resulta
Fig. 7.24.
b+b' = 3v-6+6 = 3v [7.34J
y una biela a tierra. Para fijar el punto E, se lo vincula al A me-
expresi6n idéntica a la [7 . 29J. diante una barra rígida, y a tierra mediante dos bielas no coplanares con
En la práctica, la generación de los reticulados espaciales procede la anterior. Finalmente, el punto D lo fijamos con las barras que lo
a partir de lo que se denomina anillo de. base, entendiéndose por tal una vinculan con los vértices e y E -fijos- y una biela a tierra. Tenemos
serie de puntos que constituyen los vértices de un polígono, regular o así el polígono de barras A, B le, D, E rígidamente vinculado a
no. Los vértices mencionados pueden hallarse en un mismo plano o cons- tierra, cumpliendo el conjunto, como. es fácil comprobar, con la condi-
tituir un polígono alabeado. El anillo de base tiene por objeto establecer ción [7.29}.
un conjunto de puntos fijos sobre el qué, apoyarse para generar el reticu- Ahora bien, si en el anillo de base -rígido e indeformable-- de la
lado espacial. figura 7.24 b quitamos una biela de las que vinculan a tierra el vér-
tice e y la aplicamos en B, la condición (7.29] continúa satisfacién-
dose y, como existe el vértice A fijo en tierra mediante tres condiciones
7.2.2 . Condición de rigidez del anillo de base. de vínculo, podemos asegurar que el anillo vinculado en la forma que
muestra la figura 7.24 e, también es rígido e indeformable.
Sea el conjunto de puntos A, B, e, D, E elegidos para cons- Pero, si a l punto A le quitamos ahora una de las bielas que lo
tituir un anillo de base (figura 7.24). Una primera forma de originar vinculan en forma directa a tierra, para aplicarla en el vértice D, si
bien la condici6n [7.29] se satisface por cuanto s610 se ha cambiado la
el anillo consiste en fijar a tierra todos y cada uno de los puntos men-
cionados mediante tres bielas no coplanares (figura 7.24 a). ubicación de una de las bielas de vínculo externo, no es posible asegurar,
La condición [7.29] se cumple, por cuanto el número de vértices es a priori, que el anillo de base resultante, que muestra la figura 7.24 d, sea
rígido e indeformable, por cuanto no existe en el mismo nmAún punto
cinco, el de barras de vínculo interno es cero y el de bielas, quince. Otra
fijo directamente a tierra por el número necesario de condiciones de
forma de generar el anillo de base sería el indicado en la figura 7.24 b,
vínculo. Llegamos así a la conclusión de que la condici6n expresada por
que consiste en fijar a tierra, mediante tres bielas, el punto A, por ejem-
la (7.29], en lo que respecta al anillo de base cerrado, es una condici6n
plo. Luego, proceder del mismo modo con el vértice c. El B se fija
necesaria pero no .uficiente.
media nte dos barras rígidas que lo unen con los vértices A y e -fijo~
, LOS IISttMAS DE RETlCULADO ESPACIALES 373 374 7

En la figura 7.24 d. los distintos vértices que co"nfiguran el a nil19 positivo para las barras el Que resulte para las mismas al recorrer el cua-
considerando únicamente su vinculaci6n directa a tierra, son suscep- dri látero en el sentido dextrorso. Demostraremos a continuaci6n qué con-
tibles de experimentar desplazamientos normales al plano definido por diciones geométricas deben verificarse entre las direcciones de las barras
las dos bielas aplicadas a cada uno de ellos (lineas de puntos en la del cuadrilátero y las de los desplazamientos posibles de sus vértices
figura mencionada). En consecuencia, para que el sistema resulte inde~ para que el mismo resulte ,deformable, para así, estableciendo las condi-
formable. es necesario que cumpla una condición geométrica adicional ciones opuestas, determinar la condición complementaria de rigidez e in-
que relacione la dirección del desplazamiento posible de cada vértice deformabilidad del mismo. Para ello aislemos una de las barras, la AB
con la dirección de las barras de vínculo interno que concurren al mismo. por ejemplo (figura 7.26) y ubiquemos una terna de ejes coordenados
condición que estableceremos a continuación.
Consideremos el cuadrilátero de barras A. B, C. D de la figura
7 . 25, Y supongamos que se encuentre sustentado mediante dos bielas
articuladas a tierra y aplicadas a cada vértice. Admitamos ·que los apoyos
lineales que constituyen los par:es de bielas permitan a los vértices despla-
zarse en las direcciones nA ' n 1l , n c y nI). Si los · vínculos son de na-
turaleza tal Que el cuadrilátero resulta deformable, como las 10hgitudes
de las barras permanecen constantes durante la deformación, si el vér- \ A' 11
tice A pasa a ocupar la posición A ' corriéndose hacia el interior del
cuadrilátero, el B lo hará necesariamente hacia el exterior, disponiéndose
/
en B~ . Lo mismo ocurrirá con los vértices e y D y, en definitiva, ten- o x
dremos Que A ', B ' , e', D' será la configuración Que adoptará el cua-
drilátero una vez deformado.
Supondremos, en lo que sigue, como positivoa los corrimientos expe- /8 '
rimentados por los vértices en la dirección de los desplazamientos permi- ./
/
tidos, cuando ellos ocurren hacia afuera del cuadrilátero, y negativos si /
!I
tienen lugar en el sentido opuesto. Además, adoptaremos como sentido Fig. 7.26.

ortogonales, haciendo coincidir el semieje positivo x con la direcci6n


+no positiva de la barra A B. Sea A' B ' la posición de esta última una vez
O'
+ deformado el cuadrilátero. Llamemos a " y 8 B respectivamente los
n, corrimientos absolutos de los puntos A y B en las direcciones impues-
tas por las condiciones de vínculo. Conforme con la convención de signos
e adoptada, el primero de ellos será positivo y el segundo negativo. Descom-
" c~ poniendo, según la dirección de los ejes coordenados, cada corrimiento,
\
\ tend remos las componentes a.I , ' a ,. , a I y 8 11: a/I . ' a 1l , •
\
\ Llamando 1,'/J a la longitud de la barra, tendremos que la longitud
+ n,
", del segmento A'" B'" -proyección de la longitud de la barra en su
A n. \
" \
\
posici6n linal sobre el eje x - será:
\
"
8' +
A'" B '" = 1 '11 +I 8 .1, 1- 1a s. 1. [7,35]

Llamando respectivamente a ~" y a ~\8 a los ángulos que fonna la


Fil. 7 25.
dirección posit;va de la barra AB con las direcciones positivas de los
2 LOS SISTEMAS DE RlITICULADO ESPAClALES 375 7

desplazamientos de los vértices A y B (ángulos que llamaremos izquier. que n os expresa que si el cuadr ilátero es deformable, 1M proyet:.'Oio~ de
do y derecho), tenemos: los corrimientos de lo.s ertremos de la barra sobre la direcci6n de la misma.
. .son iAuaJe/t I!JTltre .tí.
=
B AI

a /l, = aB
Bol .cos a ! B

.cosa~B } [7.36]
Planteando para las barras restantes la misma condici6n tenemOl:

a •. cosa!o - 8(1.COla:O

BA
Reemplazando estos valores en la [7.35], Y teniendo en cuenta que
> O. aH < O, <O
y cosa.~B > O por tratarse de ángulos d el
cosa! B
segu ndo y primer cuadrantes respectivamente, resulta:
80 ·cosaJD
BD , COSa1 ..
-
-
BD·cosa: D
Bol .cosa~A
} [7.43]

A'" B'" = 1.18 - 8 A • cos a!B+ Ss • ces a dAS' [7.3 7] Si multiplicamos miembro a miembro las igualdades [7 .42] y [7 . 43]
llegamos fina lmente, luego de simplificar términos iguales, a:
Trazando por B'" una paralela a A ' A'" y por A ' otra al eje x, de-
terminamos un punto M , Y trazando ahora por este último una paralela
al eje y y por B' una al eje z, definimos un segundo punto N. Pa-
que nos expresa que, cuando el cuadrilátero es deformable, el producto
demos escribir
-_. _.
A'B' = JAn
--,
= A' M +MN +NB'.
-_. --,
[7.38]
de los cosenos de los ángulos izquierdos debe ser igual al producto de los
cosenos de los ángulos derechos.
De lo anterior deducimos que, en general, para que un polígono
cerrado de barras cualquiera resulte rígido e indeformable, el producto
Pero M N es la suma de las componentes según el eje y de los corri-
mientos de A y B , 'es decir, teniendo en cuenta los signos: 8 11 - a ,I .
Análogamente tenemos A' M = A'" B'" Y NB' = a", - a ,I,'
. .
Sustitu-
de los cosenos de los ángulos izquierdos debe ser distinto del producto de
los cosenos de los ángulos derechos.
Consideraremos a continuación algunos de los casos más usuales.
yendo en {7:381: Sea el anillo cerrarlo hexagonal regular de la figura 7.27 a, cuyos
-, ---, vértices se encuentran vincularlos a tierra mediante sendos apoyos lineales,
l AB = A'" B'" + (a H. - . + ..
a ,I) " (a B - S.l ) " . [7.39] dispuestos en forma tal que los desplazamientos permitidos sean radiales.
Por tratarse de un polígono regular y de desplazamientos radiales,
Los corrimientos a.1 Y a R son magnitudes infinitésimas con rela- todos los ángulos izquierdos resultan ser iguales entre sí, ocurriendo otro
ci6n a la longitud de las barras, por lo que también lo serán sus proyec- tanto con los ángulos derechos. Por otra parte, y por las mismas razones,
ciones sobre los ejes coordenados. En consecuencia, los cuadrados de las
diferencias que aparecen e n la expresión [7.39] son inlinitésimos de orden
supe.r ior y, por ello, pueden ser despreciados sin mayor error, resu ltando:

l!B
---,
= A'" B '" . [7.40]

En C;'l!lso.'cuencia, la [7.37 ] puede escribirse como sigue:

IAB =-IAU - ~l .cosa!. + aB·cosa~B • [7 . 41]

lo que nos conduce finalmente 8"

aA . cosa~B =an.Cosa~n [7.42]


Fi¡. 7 . 'l7.
2 LOS SlsnMAS DE RETICULADO ESPACIAL" 377 J78 SISTEMAS DE n'nCUl..\DO 7
los ángulos izquierdo y derecho correspondientes a cada barra son suple-
desplazamientos permitidos coincida con las bisectrices de los ángulos
mentarios. En consecuencia, la condición que expresa la rigidez del anillo (figur a 7 .28).
será, en este caso (y para todo polígono regular con apoyos radiales),
llamando genéricamente a' y a" a los ángulos izquierdos y derechos,

(cosa')" -F (-cosa ")" . [7 . 45] 7 .2 . 3 . Cúpulas de configuración simple. CÚ!lUIa Schwedlcr.

Para que la desigualdad se cumpla es necesario que el polígono posea Supongamos querer cubrir una superficie de planta circular mediante
un número impar de lados. En tal caso e l anillo será indeformable. Por una cúpu la cuya estructura resistente esté constituida por un reticulado
consiguiente, si el anillo de base se encuentra sustentado por apoyos linea· espacial isostático, inscripto en una semiesfera.
les radiales, para que el mismo sea rígido e indeformable es condición
necesaria que el número de sus lados sea impar, por cuanto de ser par En el ejemplo de la figura 7.29 hemos adoptado un an illo de base
no cumpliría con la condición [7.45 J y resultaría deformable. hexagonal de vértices 1 , 2, 3 , 4 , 5 , 6, que procedemos a fijar a
tierra mediante tres rótulas ubicadas en los vértices pares y un apoyo
Consideremos ahora el caso en que los apoyos lineales permitan des- de primera especie en cada uno de los tres nudos impares.
plazamientos tangenciales, es decir, según la dirección de la tangente, en
el punto considerado, a la circunferencia en la que se inscribe el polígono Trazamos luego tres planos diagonales verticales, denominados meri-
de los vértices. En este caso, figura 7.27 b, aparte de la igualdad de dianos, que pasen por e l centro del hexágono base y que cada uno con-
los ángulos izquierdos de todas las barras, lo mismo que la de los dere- tenga dos vértices opuestos. Luego, a alturas preestablecidas. trazamos
chos, se tieDe, como es fácil observar en J1a figura , que para cada barra dos pla nos paralelos a la base, los que en sus intersecciones con los planos
los ángulos derecho e izquierdo son iguales entre sí. La condici6n [7.45] meridianos nos determ inan la posición de los vértices 7 á 18 de la cúpula.
se transforma en P ara fijar el vértice 7 ( figura 7.29 b) bastará vincula rlo mediante barras
con los vért ices vecinos 1, 6 Y 2, fijos por pertenecer al anillo base. Pro-
[7.46] cediendo en forma análoga con los vértices impares restantes del segundo
paralelo, fijamos los puntos 9 y 11. El vértice 8 lo fij amos mediante las
que no se cumple para ningún valor de n , sea par o' impar. En conse- barras 7.8; 2-8 Y 9-8. En forma similar establecemos la inamovilidad de
cuencia, si el anillo de base es un polígono regular y los apoyos permiten los vértices 10 y 12, con lo que hemos originado un segundo anillo rígido
desplazamientos tangenciales, no e indeformable constituido por los vértices 7 á 12. P~ocediendo e n
será posible sustentarlo rígida. forma semejante para los nudos del paralelo superior, obtenemos la cúpula
mente, cualquiera sea el número de configuración espacia l más simple. El conjunto es rígido e indefor-
de sus lados. mable por cua nto, como es fácil verificar, cumple con la condici6n de
Vemos que para los anillos rigidez establecida por la [7.29). Observando la figura, v~os que a cada
de base constituidos por poligo- nudo impar concurren dos diagonales ascendentes, y a cada nudo par, dos
nos regulares de número par de descendentes. Si huso por medio invertimos el sentido de las diagonales,
lados, no es posible fijarlos en obtenemos el reticulado de Ja figura 7 .29 e, que se conoce con el nombre:
forma rígida e indeformable de cúpula de Schwed ler.
cuando los apoyos lineales son El nuevo reticulado cumple también con la condición [7.29 ] , por
radiales o tangenciales. En tales cua nto el mismo difiere del anterior no en el número de barras sino en
casos, si la sustentación debe la ubicación de algunas de ellas. Por otra parte es fácil establecer la
efectuarse exclusivamente me- rigidez del mismo. En efecto, cada uno de los anillos correspondientes
diante apoyos lineales, en bene- a los d istintos paralelos se encuentra idénticamente sustentado con res·
ficio de la rigidez resultante, con- pecto al inmediato a nterior, por lo que será suficiente establecer la rigidez
viene disponer los mismos de de uno cualqu iera con respecto al precedente para que resulte asegurada
modo tal que la dirección de los Fig. 7 . 28. la del conj unto del sistema.
2 LOS S ISTEMAS DE RETICULADO ~PACI¡\LES 379 380 SISTEMAS DE RltTTCULAOO 7

Supongamos rígido el anillo 7 . 8 • . . . , 12. Las dos barras que


vincula el vértice 13 con los 7 y 12 configuran un apoyo lineal que
14
permite desplazarse a l vértice 13 según la dirección norma l al plano
definido por ambas barras. Dicha dirección aparece en la figura 7.29 e
dada por su proyección icnográfica. Para los vértices restantes del para-
, lelo superior, Ja situaci6n es análoga. Como el anillo superior es un polí.
,,
(O )
gano regular de número par de lados, para que sea rígido e indeformable
I es necesario que los apoyos lineales aplicarlos en los vértices no sean ni
I
_J. ~~ ______~______~~ radiales ni tangenciales. En el caso analizado, la posibilidad de despla-
zamiento de los vértices del anillo, como consecuencia de su vinculación
con e l anillo inmediato inferior, no corresponde a ninguna de las dos
posibilidades mencionadas, por lo que podemos asegurar que e l anillo e'3
rígido e indeformable. En consecuencia, todos los anillos serán rígidos e
indeformables si lo es el anillo de base.
5 J
\ lb)

(
7 .2.4 . Determinación de los esfuerzos en las barras de los reticulados
e5)laciales. Solución general analítica.

Análogamente a lo admitido para los sistemas de reticulado p la.-


nos, supondremos q ue las cargas que solicitan a los reticulados espa-
6' ciales -sean éstas su peso propio, sobrecargas permanentes o útiles o el

~.
efecto del viento-- lo ha·
cen en forma de fuerzas
P. concentradas aplicadas en
los nudos.
Supongamos (figura
7.30) los nudos y j de
j

" ," un reticulado espacial isos-.


¡ \
1 " lj, ..- tático, vinculados por la
(e) I - barra i - j, a cada uno de
¡ - - J los cuales concurren n bao
)"'__+i ______---+-:.-x
O I rras del reticula do. Los
nudos mencionados se en·
cuentran solicitados por las
fuerzas exteriores P i y PI
y respectivamente. El equili.
brio de un nudo exige que
Fil. 7.30. sea nula la resultante de
la fuerza exterior y los es-
fuerzas correspondientes a las distintas barras que concurren al mismo.
(La condición de momento nulo queda implícita en la condición de rQSul·
Fil. 7.29. tante nula por tratarse de un 3istema de fuerzas concurrentes). Si llama·
2 LOS SISTEMAS DI; RETlCULADO UPAClALES 381 382 SISTEMAS DIE REnCULADO 7

mos P I • • P I, Y P b a las componentes de P i según las direcciones de


los tres ejes coordenados, T il en forma genérica al esfu erzo en 1as di:.;tin~
tas barcas que concurren al nudo i y cos a; j. cos ~ IJ y COS yl¡ a los
7 .2.!J. Detenninación de los esfuerzos en barras de reticulad05 espaciales.
cosenos d irectores de da3 d irecciones de las mismas, la condición de equi~
Soluciones gráfica y gráfico-numérica.
librio del nudo, expresada a nalítica mente, será :

P I., + ~, T ij .cosaH = O En lOs reticulados espaciales que poseen nudos a los cua les concurre n
s610 tres barras con esfuerzos incógnitos, la deter minación de los mismos
• puede efectuarse mediante procedimientos gráficos o gráfico-numéricos.
P •• + t:Ti/.COS ~lI = O [7.47J El problema, e n última instancia, consiste en equilibrar una fuerza (fuerza
exterior aplicada al nudo o bien la resultante entre ésta y el esfue rzo con!>
• cido correspondiente a una barra) mediante tres fuerzas cuyas rectas de
P b+ ~T., .COS Y¡J
, = O
acción coinciden con los ejes de las barras que concurren al nudo. El
Para determina r el signo eje los cosenos directores de los esfuerzos en las problema tiene solución si el número de esfuerzos desconocidos es tres.
barras, supondremos a los mismos como de tracci6n, es decir, esfu erzos T a nto el procedimiento gráfi co o método de Culmann ext endido al espa·
que se a l ~an de los nudos. En consecuencia, cuan40 pasamos del nudo j cio, como el gráfico·numérico, que consiste en tomar momentos respecto
al nudo j, debemos tener presente que T il = - T H y que, además, de tres ejes ubicados en form a tal que se anulen los momentos de dos
cosCa, ~, y) ,/ =-cos(a, ~ , Y) j¡ . de los esfuerzos inc6gnitos (procedimiento de Ritter) , han sido exhaus.
D e acuerdo con la condición [7. 29J el número total de incógnitas tivamente tratados en el capítulo 3 relativo a Sistemas Espaciales de
que corresponde a un reticulado espacial isostático cargado en sus nudos Fuerzas, por lo que no volveremos sobre el particular.
será de 3 v . siendo v el número de nudos. Estas incógnitas corres·
panden tanto a los esfuerzos en las ·barras de vínculo inte rno como a
los de las bielas de vínculo externo. Ahora bien, por ' cada vértice es 7 .2 .6 . Método de Henneberg o de falsa pos ición.
posible plantear tres ecuaciones, de modo que eÍ1 total disponemos de
3 v ecuaciones entre las 3v incógnitas, que nos permiten resolver el
problema. Cuando en el reticulado espacial no existe ningún nudo al que sólo
Cuando en el reticulado existe por lo menos un nudo al que concu· concurran tres barras, la resolución analítica resulta compleja y laboriosa
rren únicamente tres barras, las ecuaciones de rivadas de establecer el por el elevado número de ecuaciones simultáneas que es preciso resolver.
equilibrio del mismo resultan independientes de las correspondientes al Por otra parte, no es posible utilizar ni la solución gráfica ni la gráfico--
resto del sistema y, e n consecuencia, es posible determinar directamente numérica. En estos casos, cualquiera sea el camino que se siga para la
los valores de los esfuerzos en dichas barras. resoluci6n del sistema, la aplicación del método de H enneberg facilita
Además, si el reticulado ha sido engendrado en forma tal que a los sensiblemente la tarea.
restantes nudos concurran -aparte de la fuerza exterior y el esfuerzo Sea el reticulado espacial de la figura 7 . 31 a todos cuyos nudos con·
correspondiente' a una barra que procede de un nudo resoluble indepen- curren cuatro ba rras de vínculo interno, encontrándose además todos ellos
dientemente- s610 tres barras de esfuerzos incógnitos, es posible calcular solicitados por fuerzas exteriores cualesquiera. La soluci6n analítica me-
la totalidad de los . ~sfuerzos en las barras resolviendo sistemas de tres dia nte el planteo de ecuaciones independientes para cada nudo no es
ecuaciones con tres incógnitas. posible, lo mismo que la utilización de los procedimientos de Culmann y
Si las condiciones indicadas .no se cumplen, ea decir, no "eX1Íste nin- Ritter. Si suprimimos la barra 5.8 > por ejemplo, de modo de dejar en
gún nudo al que concurra n sólo tres barras, no será aplicable el proce- el nudo 8 únicamente tres barras concurrentes, será necesario agregar
dimiento indicado en el pá rrafo anterior, o sea, no podremos agrupar las una nueva barra al sistema pa ra que continúe siendo rígido e indefor-
3v ecuaciones en v grupos de tres ecuaciones con tres incógnitas cada mable. Al ubicar la barra sustituta, deberá cuidarse que la misma n~ sig-
uno. En tal caso, la resolución analítica es sumamente laboriosa, por nifique un vínculo superabundante que, al mismo tiempo, deje parte del
cuanto conduce a la resolución de sistemas de 3v 'CCU8ciones ·¡¡imultáneas. sistema con movilidad. T al sería el caso si colocásemos la barra sustituta
2 l.OS SISTEMAS DE NI ! rCUI..ADO .l;$PAClALES 383 384 SISTEMAS 01;; flETICliL AOO

y, en especial, para la barra sust ituta:


4""', -_ _ _..... 3
[7. 49 ]

Entre los infinitos valores que puede asumir X , habrá uno que
5 6 anule la expr~sión (7.49 ]. Pero si T 4 • 5 es nula, ello significa que el
esfuerzo X es el que corresponde a la barra 5-8 en el sistema primi-
tivo por efecto de las cargas exteriores, pudiendo en tal caso suprimirse
,1!{-----==="K;2 la barra sustituta sin que el equilibrio del sistema de reticulado resulte
(d) (b)
afectado. E n consecuencia, podemos despejar el valor de X de!a [7. 49]:

4 ""'_ _ _ _--,, 3
_ - - - -..... 3 (7.50]

Reemplazando el valor de X dado por la anterior en la (7.48],


obtenemos la expresión genérica del valor del esfuerzo e n todas las barras
del reticulado:

"---~::::::;l.! 2
(e ) (d) T~ (7. 51]

Fig. 1.3 1.
quedando con ello resuelto el problem a.
en la posición 6·8 (figura 7.3 1 e), por cuanto el nudo S podría des~ E n lugar de ubicar una barra sustituta que vincule dos vértices del
plazerse según la dirección n-n, normal al plano definido por las barras reticulado, puede fijarse el nudo que resulte móvil, luego de suprimida
1_5 y 6-5. La ubicación correcta es la que indica la figura 7.3 l b. En la barra, m ediante una biela a t ierra, de la misma dirección que la barra .
este sistema sustituto estamos en condiciones de calcular los esfuerzos en suprimida (figura 7.3 1 d). En tal caso e l esfuer zo auxiliar no es más
las distint as barras q ue Jo constituyen, comen zando por el nudo 8, al un esfuerzo en barra sino una fuerza exterior. La resolución del sistema
que sólo concurren tres barr.as ;;;iendo, en consecuencia, de aplicación tanto procede en forma similar a la indicada.
el método analítico simplificado como los procedi m ientos de Culmann y
R itter. Conocidos en el sistema sustituto los esfuer zos debidos a las cargas
exteriores, q ue denom inaremos genéricamente T ri ' aplicamos en los. 7 . 2 .7. Determinaci6n de esfu erzos en bllrras en casos especiales.
nudos 5 y . 8 del sistem a descargado, según la dirección de la barra
suprimida, dos fuer2as opuestas que materialicen un eslueno U = 1 de
tracción. Como consecuencia, se originarán en las barras del reticulado En ciertos casos, según se(j. la configuración del sistema de cargas
espacial esfuerzos T :j. Si la intensidad del esfuerzo auxil ia r aplicado exteriores o la disposición del reticulad o, aunque no exista ningún nudo
según la ba rra suprim ida fu era X(t) 'e n lugar de ,oser un esfuerzo uni- al cual concurran sólo tres barras, es posible determinar tos esfuerzos en
tario, los esfuerzos correspondientes a las d istintas barras resultarían mul· tas barl<ls en forma simple" sin recurrir a l método de H enneberg.
tiplicados por X. Superponiendo ambos estados, se tiene : Considere mos la cúpula hexagonal de la figura 7 . 32, sujeta única·
mente a la acción de la carga P aplicada en el nudo 9. A primera vista
pareciera que, por concur rir cuatro barr as al nudo indicado, no es posible
(7.48 ]
, LOS SISTEMAS 1lI!; RETlCUl.ADO E!lPAClALBS 385 38. SISTEMAS DE RETlC1JL.WO 7

resolverlo directamente. Pero no es asi. las cargas que concurren a los nudos de un mismo paralelo son, en este
Analicemos un momento el nudo 8. Al p caso, iguales entre sí y verticales.
mismo concurren tres barras coplanares Consideremos la cúpula de planta cuadrada inscripta en una semi-
-7.8; 1-8 y 2-8- Y una cuarta, la esfera de la figura 7.33, de la que se nos p~de calcular los esfuerzos en
8-9, no contenido en dicho plano. Por 6 las barras debidos al peso de la cubierta. :e;ste actúa distribuido sobre la
otra parte, el nudo se encuentra descar- superficie de la cúpula y cada nudo de un mismo paralelo estará afec-
gado. El equilibrio del nudo exige que la tado de igual superficie cargada. En consecuencia, tendremos que P 1 t=
resultante de tres de los esfuerzos sea = P : = P , = p. y, por las mismas razones, para el paralelo intermedio
opuesta 91 cuarto. Considerando los esfuer_ se verificará que p . = p . = P T = P,.
zos correspondierlt~ a las tres barras co- Fig.7.32.
planares, su resultante debe lógicamente
encontrarse en el mismo plano y, como la cuarta barra es exterior a éste, P, t3 ,q
la única posibilidad para que el equilibrio se verifique es que la resultante ~"'¡i:'r::>I¿3 . p;.
de los tres esfuerzos copla nares sea nula, de donde resulta que el csft: crzo
5,f"~--~6C---~1
en :.' barra 8~9 es nulo.
Razonando de la misma manera para los nudos 7, 12, 11 y 10,
llegamos a que los esfuerzos en las barras 7-8, 7-12, 12-11 Y 11-10 son
todos nulos.
Volviendo ahora al nudo 11 nos encontramos que, de las cuatro
barras que concurren al mismo, dos tienen esfuerzo nulo (la 10-11 y la
11-12). En consecuencia, los esfuerzos en las dos barras restantes tam-
bién deben valer cero. Por análogos razonamientos llegamos a que los
>{.1/l
esfuerzos en las barras 5-12; 6-12; 6-7; 1-7 j 1_8 y 2-8 son nulos.
Sólo resta ahora descomponer la fuerza P en las direcciones de las barras
2-9 j 3-9 Y 9-10 Y luego el esfuerzo según esta dirección en la de las
M4 (d )

barras 4-10 y 3 -10.


9
Si, en lugar de estar cargado solamente el nudo 9, lo fueran todos
menos uno, el 7 por ejemplo, el problema 10 resolveríamos partiendo
de este último nudo, para el que se cumpliría que el esfuerzo en la barra
7 -8, pOr las razones anteriores, es nulo. En consecuencia, es posible
comenzar la determinación de esfuerzos por el nudo 8, al que ahora
concurren sólo tres barras de esfuerzo desconocido y continuar luego el
proceso por los nudos 9, 10 , introduciendo en cada uno de ellos el Fig. 7.33.
esfuerzo transmitido por la barra que vincula el nudo inmediato anterior
Por s imetría de fi gura y por encontrarse simétricamente cargados los
como una fuerza externa, que se compone con la exterior aplicada.
nudos del paraielo superior, las barras del mismo que concurren a un
Cuando existe simetría de figura y simetría de cargas, el problema mismo nudo soportarán esfuerzos iguales. Considerando el nudo 1 ten-
se simplifica aún más pues, en tal caso, basta determinar únicamente los dremos que T .. = T u. En consecuencia, la resultante de ambos esfuer-
esfuerzos de las barras que concurren a los nudos de un s610 meridiano, zos tendrá por recta de acción la bisectriz del ángulo 4 - 1-2 y resulta ser
por cuanto las 'de los restantes son iguales por razones de simetría. Esta coplanar con P, y la direcci6n de la barra 1-5 . Como la cuarta barra
situación se presenta e n el caso de cúpulas que admiten un eje de simetría que concurre al nudo 1 es exterior a dicho plano, el esfuerzo en la misma
vertical cuando se trata de determinar los esfuerzos en las barras origina- debe necesariamente ser nulo. En consecuencia, equilibrando P, con dos
dos por el peso propio y las cargas permanentes. Por razones de simetría, .fuerzas dirigidas, una según la bisectriz del ángulo que forman las dos
, LOS SISTEMAS DE RltTlCULADO ESPAClALM 387

barras del paralelo que concurren al nudo y otra según el eje de la barra
1.5, Y descomponiendo luego la primera según las direcciones 1·2 y
1-4, obtenemos los esfuerzos en las barras que concurren a l . Los
correspondientes polígonos de fuerzas aparecen en la figura 7.33 a. Pa-
sando ahora al nudo 5, componemos el esfuerzo transmitido por la barra
5.1 con la carga exterior P a , Y luego equilibramos la resultante R~
de las mismas con fuerzas actuando según la dirección de la barra 5-9
y la bisectriz del ángulo 8-5-6. Finalmente, esta última la descompo-
nemos en las direcciones de las barras 5-6 y 5-8, con lo que tenemos
establecido el equilibrio del nudo, resultando nulo, como es obvio, el
esfuerzo según la diagonal 5-12 (figura 7.33 b).
En el nudo 10, una vez conocido el esfuerzo T ,o-t := To~&, se 10
equilibra mediante tres fuerzas cuyas rectas de acción sean los ejes de
las barras 10~9 y 10-11 y el de la biela vertical aplicada en 10, lo
que nos permite obtener el valor de los esfuerzos en las mismas.
390 LOS SISTaMAS D& AUlA LLII:NA
8

8. Los sistemas de alma llena.

8. l . Sistemas pJanos de alma llena.


\
8. 1 . l . Definiciones.

En el capítulo 7 nos ocupamos del equilibrio de los sistemas discretos R,


de puntos materiales, vinculados entre sí mediante las condiciones estric·
tamente necesarias para mantener sus distancias relativas invariables. Ta- (d)
les sistemas, que denominamos sistemas de reticulado, reciben también
el nombre de sistemas de alma calada.
Sea, figura 8.1 a, 8-S una línea plana contenida en "Un plano l"t y
F una figura cualquiera normal a aquélla, que se desplaza en forma tal
que su baricentro pertenezca en todo momento a la línea. En su despla-
zamiento, la figura engendrará un sólido, que podemos imaginar como
un conjunto continuo de puntos materiales, cuyas .distancias relativas se
mantienen invariables por el vínculo de la rigidez. Si la figura es simé-
trica con respecto al plano :rt. el sólido engendrado por la figura al des-
plazarse a lo largo de lJ-lJ, también será simétrico con respecto a :rt. Si
además las fuerzas aplicadas al sólido se hallan simétricamente dispuestas
con respecto al mismo plano, cada par de c!lrgas P: y P~' admitirá una
resultante P, cuya recta de acción se hallará contenida en el plano de (e)
., simetría de la figura. Si, fin almente, los vínculos son también simétricos,
sus reacciones podrán ser reemplazadas con fuerzas reactivas R 1 , ac-
tuantes en e l 'Plano 11: . De ahí que, a los efectos del estudio del equilibrio
del sólido, podamos reemplazarlo por una chapa -materialización del
plano :n: de simetría- denominada de alma llena, sujeta a la acción del
sistema P I . contenido en la misma. El equilibrio de una chapa de esta
naturaleza establece el correspondiente al sólido primitivo.
Supongamos que la chapa de la figura 8. 1 a. se encuentra en equi-
librio bajo la acción del sistema de fuerzas P" RJ Y R , activas las
primeras y reactivas las dos últimas. Imaginemos una sección n-n cual-
quiera, normal a la curva directriz. (d)
Llamemos R, a la resultante de las fuerzas que actúan a la izquierda (e)
F i¡. 8.1.
de n-n (en lo sucesivo, resultante izquierda) y R, = -R,. a la de las
SISHMAS PLANOS Da ALMA LLENA 391 LOS SlST1tMAS DI!: ALMk LLl!:NA 8

que actúan a la derecha de la sección considerada (resultante der~ha). El momento f1exor, el esfuerzo de corte y el esfuerzo normal cons-
Por razones de equilibrio ambas resultantes son fuerzas opueStas que in- tituyen los tres esfuerzoa característicos, o simplemente características, de
tersecan la sección non considerada en un punto A. Reduciendo ambas la secci6n considerada, y pueden ser concebidos también como resultado
resultantes al baricentro de la sección mediante la aplicaci6n en el mismo de .Ja descomposición de las resultantes izquierda y derecha en tres com-
de un nuevo .s istema nulo R; = -R;, de rectas de acción paralelas a ponentes cuyas rectas de acción sean la recta impropia del plano (par)
las del anterior y tal que IR. I = I R í I (fig. 8.1 b), obtenemos. tanto y dOl rectas propias, una normal a la sección que pase por su baricentro
pal'a el sistema que actúa a la izquierda de la sección como para el que y otra con\tenida en el plano de la misma.
lo hace a su derecha, dos nuevos sistemas equivalentes, constituidos cada Volviendo a la figura 8.1, si imaginamos suprimida la parte de la
uno por un par y una fuerza aplicada ~n el baricentro. chapa ubicada a la · izquierda de la sección n-n , la pa'r te derecha no 'Se
Los momentos de los pares valen encontrará más en equilibrio. Para restituirlo será necesario aplicar a
la sección una acci6n equivalente en sus efectos a la parte suprimida, es
M.
Md
=
=
R • .d
R d. d
} [8.1J
decir, la resultante izquierda o bien sus tres componentes .7vf, :N. y Q
mencionadas (figura 8.1 d). Si, en cambio, se suprime la parte derecha,
deberá aplicarse a la sección la resultante derecha o sus componentes
donde d es la distancia que separa ambas rectas de acci6n, siendo sus (figura 8 . 1e).
sentidos contrarios. Por otra parte, a. las fuerzas R: y R; aplicadas Los tres esfuerzos característicos de una secci6n podemos obtenerlos
también en la forma indicada en la figura 8 . 2. En lua:ar de reducir la
en el baricentro 'de la sección podemos descomponerlas e n componentes
resultante izquierda (o derecha) al baricentro,
normales a la secci6n y contenidas en el plano de la misma, indicadas
la suponemos aplicada e n el punto A en que
con :N. y Q en la figura 8.1 c.
su recta de acción corta la sección, y la des-
El .conj unto de los dos pares M y -:Al! constituye lo que en lo
componemos según las direccione¡ normal a la
sucesivo denominaremos momento l1exor en la secci6n y cuya definición
sección y contenida en la misma, reduciendo
es la siguiente:
luego la componente normal al ·baricentro de
Se denomina momento l1exor .M en una secci6n, el par de pare3
la sección, lo que nos conduce a un sistema
que actúan normalmente a uno y otro lados de la misma, cuyo.! momento.!
equivalente constituido por el par de momen-
corresponden a los momentos con respecto al baricentro de la &eeci6n de
to M = N~ . e y a la fuerza axil N aplicada
las resultantes jzquierda y derecha, y cuyo siAn<> viene dado por el mo-
en el baricentro. El momedto del par así obte-
mento de la resultante iZqUierda, o el de la derecha con siAno contrario.
nido es igual al de la resu1tante izquierda res-
AnálOAamente, definiremos como esfuerzo de corte o tan¡ferlciaJ en
pecto de G, 10 que es fácil de comprobar por
una secci6n al conjunto de las dos fuerzas Q, cuyas rectas de acci6n se
Fil. 8.2. aplicación del teorema de Varignon.
encuentran contenidas en el plano de aquélla, y cuyas intensidades corres..
Esta forma de concebir los esfuerzos ca-
ponden a las pro}'IeCCiones de las resultantes izquierda o derecha sobre
racteristicos de una sección facilita la determinaci6n de los mismos en
el plano de la sección y cuyo signo 10 define la proyecci6n de la resul-
ciertas eStructuras mediante el trazado del denominado políl?;ono de pra-
tante izquierda.
Finalmente, las proyecciones de las reB ultant~s iz.q uierda y derecha sit)ne!, en el caso que la carga esté constituida por fuerzas concentrada'3,
normales a la sección nos permiten definir como esfuerzo normal o esfuerzo o de la curva de presiones cuando la carga es distribuida.
axi! al conjunto de las dos fuerzas aplicadas en el bsricentro de la &ecc;ón
romiderada, cuyas rectas de acción ron normáles al plano de la misma y
cuylNl intensidades corresponden a las proyecciones sobre dicha direccl6n 8. 1.2. Determinación de los esfuerzos caracteristicos.
de la resultante izquierda y derecha. El signo del esfuerzo normal depende
de si la sección resulta solicitada por tracción o compresi6n. En el primer Los tres esfuerzos característicos de una secci6n constituyen las rea<>
caso será positivo, y negativo en el segundo. En cuanto a los signos del clones internas de la misma. En efecto, hemos visto en el parágrafo ante-
momento de la resultante izquierda y de su proyección sobre el plano rior que, efectuada una sección en una chapa de alma llena, en equilibrio
de la sección, corresponden a la convenci6n adoptada en el capitulo 1. bajo la acci6n de un sistema de fuerzas exteriores, si se suprimía la parte
SISTSMAS PLANOS DE ALMA LLENA 396 LOS IUSTEMAS DE ~ LLENA 8
393

ubicada a un lado de aquélla, el equilibrio se rompía y que, para resti-


tuirlo, era necesario aplicar a la parte remanente los tres esfuerz03 carac-
terísticos de la secci6n. Esta situación es semejante a la que se presenta 8. l. 3. Diagramas de esfuerzos característicos.
cuando en un sólido vinculado sujeto a un estado de cargas determinado,
se suprime uno de los vínculos. P ara restituir el equilibrio, es necesario
Sea el sistema de alma llena de la figura 8.4, representado por su
aplicar, en lugar del vínculo suprimido, la reacci6n -en este caso exter- eje, en equilibrio bajo la acción del sistema de fuerzas exteriores activas
na- que aquél es capaz de desarrollar. P, y reactivas R .. y R s' Supongamos haber determinado, para dis-
En una chapa de alma llena, sujeta a la acci6n de un sistema de tintas secciones s -a del
fue rzas exteriores en equilibrio, en general, tanto el momento flexor como mismo, Jos valores de .M ,
los esfuerzos de corte y normal varían de secci6n en secci6n. Como vere- Q y :JI(. Si, a partir d e
mos más adelante, en ciertos sistemas de alma llena y para determinados un eje de referencia cual-
estados de carga, puede ocurrir que los -esfuerzos característicos, o por lo quiera M N Y en una di-
menos uno de ellos, se mantengan constantes en una determinada parte o recci6n arbitraria -verti-
en todo el mismo. cal en el caso de la figu-
Interesa conocer, pues, cómo varían de secci6n en secci6n los esfuer- ra-, llevamos, en corres-
zos característicos de las mismas. pondencia con la vertical
de cada sección, segmen-
Consideremos el sistema de alma llena de la figura 8.3 a, vinculado
tos KK' que, en una es-
a tierra mediante una articulación aplicada en A y un apoyo móvil
cala determinada, repre-
en B, sujeto a la acci6n de las fuerzas concentradas P " ... , p •. Deter-
senten los valores de los
minadas las reacciones de vínculo, sea gráfica o analíticamente, trazamos
correspondientes momen-
un polígono funicular de las cargas ubicando el polo del mismo en el
tos flexores (figura 8.4
origen del vector representativo de R " en el polígono de fuerzas. Si
a), el lugar geométrico de
hacemos pasar el primer lado del funicular por A , el mismo coincidirá
Jos puntos así obtenidos,
con la recta de acci6n R A , por cuanto el primer rayo polar, del que es
constituyen una figura de-
paralelo, se confunde con el vector representativo de R " . nominada diaArama de
El segundo lado del funicular pasará por M, intersección del pri- momentos flexores. Proce-
mero con la recta de acción de p . y será paralelo al segundo rayo polar diendo en forma similar
R ¡. El último lado del fu nicular coincidirá con la recta de acción de R II , con los esfuerzos de corte
por ser paralelo al último rayo polar, que precisamente coincide con el y normales, es posible
vector representativo de aquella reacción. construir diagramas aná-
El polígono funicular osi trazado A , M , N, S, T, B recibe log~s para ambos esfuer-
el nombre de políAono de p nesiones y, para una secci6n cualquiera, tal zos característicos (figura
como la n-n, el lado del funicular mencionado que corta la m isma cons- 8.4b y e).
tituye la recta de acci6n de la resultante izquierda (o derecha) de la Los diagramas de mo-
F i¡.8.4.
secci6n considerada. estando dadas su intensidad y sentido por el rayo mentas flexores, esfuerzos
polar correspondiente. En efecto, el primer lado del funicular coincide de corte y esfuerzos normales, permiten obtener de inmediato y para
con la reacción R" , que es la resultante izquierda para todas las sec- cua'l quier secci6n el valor del esfuerzo característico correspondiente. Bas-
ciones comprendidas entre A y M' -punto este último determinado tará para ello trazar por la sección considerada una recta de la direcci6n
por la intersecci6n del eje de la chapa con la recta de acción de p.- para la cual ha sido trazado el diagrama. El segmento definido por
por cuanto entre ambos puntos no actúa ninguna otra fuerza. Al pasar ésta entre el eje de referencia y el diagrama propiamente dicho, leido en
a una secoión ubicada a la derecha de M I la resultante izquierda la oh- la escala correspondiente, da el valor de la característica buscada en
SISTBMAS PLANOS DE ALMA LLE-NA '97 '98 LOS SISTEMAS DIt ALMA LL&NA 8
magnitud y signo, por cuanto los diagramas se orientan conforme con las no!; ocupa, todas las fuerzas -activas y reactivas--- son verticalfS; es
convenciones adoptadas. Permiten, por otra partel formarse una compo- decir, paralelas al plano de la sección, la resultante de las mismas también
sición de lugar sobre la forma en que varían de sección a sección los lo será y, en consecuencia, su componente normal a aquélla, es decir, el
esfuerzos característicos, y en cuáles de ellas alcanzan sus valores máxi- esfuerzo normal, será nulo.
mos, mínimos y nulos. Para la viga simplemente apoyada, el trazado de los diagramas de
características puede realizarse tanto gráfica como gráfico-numéricamente.
Si las cargas aplicadas a la viga son continuas, cabe también la deter-
8.1.4. La viga simple de eje rectilíneo. minacitÍn analítica de funciones que nos den las variaciones del valor de
las tres caracterlsticas a lo largo del eje de la viga.
Entre los sistemas de mayor utilización en la práctica de las cons- Consideraremos primeramente la determinación gráfica de los dia-
trucciones se encuentra la denominada viga simple de eje reotilíneo o, gramas de momentos flexores y esfuerzos de corte de una viga simple-
más comunmente, viga simplemente apoyada. mente apoyada, de eje horizontal, sujeta a la acción de un sistema de
Imaginemos un sistema de alma I1ena, de longitud muy grande con fuerzas concentradas (figura 8.6).
respecto a sus dimensiones transversales, cuyo eje baricéntrico (enten. Hemos visto en 7. 1 . 7 que, para un sistema de fuerzas paralelas en
diendo por tal el lugar geométrico de los barlcentros de las sucesivas equilibrio, las ordenadas del polígono funicular de las mismaSj referidas
secciones) sea una recta, y que se encuentre sustentado a tierra mediante al lado de cierre, nos dan los valores de los momentos de la resultante
un apoyo fijo y otro móvrl, este último de dirección vertical. El sistema izquierda Con respecto a los puntos ubicados sobre la vertical coinci·
asi concebido se denomina villa simplemente apoyada. Para la misma, dente con la ordenada. Ahora bien, de la definición de momento flexor en
cuando las cargas, concentradas o distribuidas, son verticales, también una sección sabemos que precisamente éste resulta, en valor absoluto y
lo serán las reacciones de vinculo (figura 8.5 a). El caso más corriente signo, igual al momento de la resultante izquierda de la sección consi-
es aquél para el que el eje de la viga es horizontal (figura 8.5 b). En derada con respecto a su baricentro. En consecuencia, el polígono funicu-
este caso, como veremos de inmediato, para todas las secciones el esfuerzo lar, refl'¡fido al 'iado de cierre, nos da, en este caso, directamente el dia-
normal es nulo. grama de momentos flexores de la viga simplemente apoyada.
En la figura 8.6, una vez llevados uno a continuación de otro -por
tratarse de fuerzas paralelas- los vectores representativos de las distin-
tas fuerzas en el orden en que aparecen al recorrer la viga de izquierda a
derecha, elegimos un polo arbitrario O y trazamos un poligono funicular .
cuyos lados extremos, al cortarse con las verticales de los apoyos, deter-
minan dos puntos M y N que, unidos mediante una recta, definen el
A A lado de cierre del polígono funicular. Trazando por O una paralela a
dicho lado de cierre, la misma determina sobre el poligono de fuerzas
IR
,I
I
A (d)
t. I
I
un punto K que define los vectores representativos de las reacciones
de vínculo R A, y R s'
Como el polo O fue elegido en forma arbitraria, el lado de cierre
I I
resulta inclinado, Interesa generalmente que los diagramas de caracte-
Fil. 8.'. rísticas estén referidos a ejes horizontales. Para que ello ocurra es nece-
sario que el lado de cierre también lo sea. En consecuencia, si se desea
En efecto, siendo el eje de la viga horizontal, todas sus secciones rectificar el diagrama de momentos flexores, bastará trazar por K en
serán verticales. Por otra parte, hemos definido el esfuerzo normal como el polígono de fuerzas una horizontal (rayo polar paralelo al ,lado de
el conjunto de dos fuerzas aplicadas al baricentro de la sección y actuan- cierre) y ubicar sobre el mismo el nuevo polo. Si deseamos Que el dia-
tes a uno y otro lado de la misma, cuya intensidad está' dada por la pro- grama rectificado resulte en la misma escala que el primitivo, será nece-
yección normal al plano de la sección de la resultante de las fuerzas sario mantener la misma distancia polar, por lo que el nuevo polo O '
situadas a la izquierda o a la derecha de aquélla. Como en el caso que se encontrará en la intersección de la horizontal trazada por K y la
SISTllMAS PLANOS DE ALMA LLENA '99 400 LOS S ISTEMAS DE ALMA LLENA 8

vertical bajada por O. Tratando con este polo un nuevo polígono funi- de cuyo momento flexor resulte de un análisis simple. Para la sección
cular, como es fáCil de observar en la figura, los lados extremos del mismo n_n. la resultante izquierda se reduce a la reacción R" y su momento
determinan sobre las verticales de los apoyos dos puntos M 1 y N 1 ubi- respecto de n_n es, de acuerdo con la convención adoptada. positivo.
cados sobre una recta horizontal. En consecuencia. la ordenada M .. , que en el diagrama mide el valor de
dicho momento flexor. será positiva. Como, en el caso presente, todas
P, las ordenadas del diagrama de momentos f1exores quedan ubicadas de
un mismo lado del eje de referencia, serán todas positivas, siendo éste,
en consecuencia, el signo del diagrama.
En lo que sigue. para la representación de los diagramas de momen-
tos flexo res en vigas simplemente apoyadas, convendremos en llevar hacia
lse. ~ ("erUj ex RglCI'rl abajo las ordenadas positivas y hacia arriba las neAativa3.
Ese. de/ang. {3m/cf\'\
Al trazar gráficamente el diagrama de momentos f1exores,' debe pres-
Ese. de ., / CX.¡3.h R9"Vcrn
tarse atención a la ubicación del polo con respecto al polígono de fuerzas,
con el objeto de que el diagrama resulte orientado de acuerdo con la
convención adoptada. Para que ello se- cumpla, basta observar la sencilla
regla s iguiente: para una sección cualquiera, el signo del momento res-
pecto del polo del vector representativo de la correspondiente resultante
izquierda debe ser igual al de ésta con respeeto a l baricentro de la sec-
ción. Por ejemplo, en la figura 8.6, para la sección n-n el momento de
R A es positivo. En el polígono de fuerza~ el !IJlomento del vector repre-
sentativo de ~ A respecto de O (ó de O') también lo es. En conse-
cuencia, el diagrama resulta orientado de conformidad con la convención
adoptada. Es fácil observar que, si el polo O lo hubiéramos elegido a
la izquierda de los vectores representativos de las fuerzas, el poligono
funicular, y con él el diagrama, hubieran resultado ubicados por encima
del eje de referencia, es decir, en sentido contrario al correspondiente a
la convención.
El trazado del diagrama de esfuerzos cortantes, una vez determina-
das las reacciones de vínculo, es inmediato por cuanto, para cada sección
que se considere, el esfuerzo de corte viene dado directamente por la
resultante izquierda, en magnitud y signo. El diagrama de esfuerzos de
corte será discontinuo y estará constituido por tramos paralelos al eje
Fig. 8.6.
de referencia, estando ubicadas las discontinuidades en coincidencia con
La rectificación del diagrama de momentos flexores puede realizarse las verticales de las fuerzas aplicadas. En efecto, para cualquier sección
tambié n sin necesidad de recurrir al trazado de un segundo polígono comprendida entre la extrema izquierda y la infinitamente pró"ima a la
funicular. Basta para ello trazar el eje M , N , horizontal, y llevar nor- izquierda del punto de aplicación de P iel esfuerzo de corte será CMS-
malmente al mismo, sobre las verticales de las fuerzas aplicadas, seg- tante e igual a R ". Para la sección infinitamente próxima a la derecha
mentos S I T I = ST, utilizando para ell.o regla o compás de punta seca. del punto de aplicación de p ), la resultante izquierda se obtendr~ res-
Uniendo mediante se¡zmentos de recta los puntos sucesivos, obtenemos el tando P 1 de R ". y su valor se mantendrá constante hasta la sección
diagrama rect:ificado. infinitamente próxima a lIi izquierda del punto de aplicación de PI' Al
Para determinar el signo del diagrama de momentos f1 exores se pro- pasar a la derecha de este último, será necesario restar el valor de P I '
cede como sigue: Consideramos una sección tal como la n-n, el signo
Ratonando en forma semejante, llegamos finalmente hasta la sección infi-
SISTltMAS PLANOS DE ALMA LLENA 401 402

nitamente próxima al extremo derecho de la viga (B) Y. para esta sec- q.
ción, por razones de equilibrio, es evidente que R ¡ = - Rll .
Gráficamente, el trazado del diagrama de esfuerzos de corte se efec-
A
túa de la manera siguiente: ubicado en el polígono de fuer zas el punto K,
que define las reacciones 'de vínculo, se adopta como eje de referencia
una horizontal que proyecte al mismo. Trazando ahora una horizontal
por el extremo del vector representativo de R /I, ' la misma constituirá
la ordenada del diagrama de esfuer zos de corte para la parte de viga
comprendida entre el extremo izquierdo y el punto de aplicaci6n de P ,.
Proyectando luego horizontalmente el extremo del vector representativo
de P" dicha horizontal será el diagrama para la parte comprendida
entre P , y P a. Procediendo en forma análoga para las fu erzas restantes,
completamos el trazado del diagrama. El signo del esfuerzo de corte en
una secci6n será directamente el de la resultante izquierda correspond ien-
te a la misma. Tenem03 así que, para la sección extrema izquierd~ el
esfuerzo de corte es directamente R A y, como su vector representativo Fig. 8.7.
está dirigido según el semieje negativo de las y, gerá, en consecuencia,
negativo. D~ modo que a la parte del diagrama ubicado por encima del En esta última expresi6n el signo (-) indica que el sentido de R Á es
eje de referencia corresponde signo negativo, y positivo a la parte inferior. contrario al supuesto; es decir, Que está dirigida hacia arriba.
Para el trazado del diagrama de momentos flexores por el proce- Proyectando el sistema sobre el eje y:
dimiento gráfico-numérico es necesario previamente determinar las reac-
ciones de vínculo, lo que en general se efectúa analíticamente.
Por tratarse del equilibrio de un sistema de fuerzas paralelas, las [8 .4J
condiciones necesarias y suficientes para establecerlo son dos, expresa bIes
sea media nte dos condiciones de nulidad de momentos respecto de dos despejando R ll e introduciendo R .. con su signo:
puntos cualesquiera o bien por una condición de nulidad de momentos
y una de nulidad de proyección sobre un eje. E!ita última forma es la
que se acostumbra a emplear, eligiendo como centro de momentos uno [8.SJ
de los apoyos y como eje de proyección el coincidente con la dirección
de las fuerzas. Conocidas las reacciones de vínculo, estamos en condiciones de calcu-
Consideremos la viga de la figura 8. 7. en la que hacemos coincidir lar los valores de los momentos f1exores en puntos determinados Que,
con el.extremo B el origen O de un par de ejes coordenados ortogona- representados gráficamente en una cierta escala a partir de un eje de
les, cuyo semieje positivo z coincida con el eje de la viga. Llamando referencia, nos definen el diagrama buscado. Para hallar dichos valores
genéricamente Z ¡ ,la abscisa de ·los puntol de aplicación de las fuerzas, aplicaremos simplemente la definición de momento flexor, Es evidente
l la luz de la viga, y suponiendo R .l positiva, tomamos momentos res- que en las secciones A y B los momentos flexores deben ser nulos, por
pecto del apoyo B: cuanto la resultante izquierda para la primera y la derecha para la
segunda son respectivame':lte R /I, y R B Y ambas pasan por los bari-
[8.2J centros de las secciones consideradas.
de donde P ara las secciones comprendidas entre A y i!l punto de aplicación
• de P I. el momento flexor será igual al momento de R .. con respecto
.zp¡.z. al baricentro de la misma. Llamando z la abscisa de una cua lquiera de
[8.3J de ellas, tendremoo M~ = R.A (1 - z), es decir una variaci6n lineal para
SISTEMAS PLANOS VE ALMA U,2NA 404 LOS SISnMAS DE ALMA u.&NA 8
403

el valor del momento flexor.. El val~r máximo ocurrirá para la sección


más alejada de A, es decir, en coincidencia con P , . Será suficiente
calcular este valor para poder trazar el diagra,ma entre A y P,.
Tenemos asi:
[8.6] Ese f/.lerzas Ct kg/em
Ese. long_(3 mlcm
Análogamente, la variación del momento flexor para secciones compren- Ese . ,';1., . C( .(3. h Il.gm/''''
didas entre dos fuerzas consecutivas también será lineal, por lo que será
suficiente calcular solamente los valores de los momentos flexores en las
secciones coincidentes con los puntos de aplicación de las sucesivas fuer- - -t,
zas. Las expresiones de los mismos, de acuerdo con la notación de la
figura, son:

M , = R,.(l-z,)-P,(z,-z,) )
M , = R " . (1- za) - P , (Zl - Z3) - p=(%~ - %3)
[8.7]
M. = R,¡. ( l - ~4) - Pl(Z¡ - z , ) - P 2(Z2 - z,) - •
- P s(zs - z.) .

Adoptando un eje de referencia M N, Y llevando en una escala conve- Fig. 8.8.


niente a partir de aquél, segmentos que, en coincidencia con las verticales
de las fuerzas, representen los momentos flexores .J/II" "', .J/II. y, Trazado el polígono de fuerzas y adoptada una distancia polar h,
uniendo luego mediante rectas los extremos de los mismos, se complela los lados extremos del correspondiente polígono funicu lar definen sobre
el trazado del diagrama buscado. las verticales de los apoyos dos puntos M y N que, unidos, determinan
Consideremos ahora el caso de una viga sometida a la acción de una el lado de cierre. La paralela al mismo por O, en su intersección con
carga distribuida según una ley cualquiera (figura 8.8). En este caso el polígono de fuerzas, conduce al punto K que define los vectores repre-
el polígono funicular de las carga3 se transforma en curva funicular que, sentativos de las reacciones de vínculo. Ahora bien, el polígono funicular
referida como antes al lado de cierre, nos proporciona el diagrama de referido al lado del cierre no constituye el diagrama de momentos flexores
momentos flexores buscado. ,Para trazar la curva funicular es necesario buscado. En efecto, por tratarse de una carga distribuida, necesitamos
descomponer la carga en cargas parciales, en forma tal que resulte posible completar el trazado para obtener la curva funicular.
determinar el valor de las correspondientes resultantes y sus rectas de Conforme con lo visto en 5.5, la curva funicular se halla inscripta
acción; es decir, que sea posible ubicar las verticales que pasan por los en el polígono funicular de las resultantes parciales, cuyos lados son tan-
baricentros de los diagramas parciales. Para que ello sea posible, estos gentes a la misma en los puntos en que éstos son cortados por las verti-
últimos deben responder a formas que puedan asimilarse sin mayor error cales trazadas en coincidencia con las líneas divisorias de cargas. Obte-
a figuras geométricas conocidas, tales como trapecios, rectángulos o trián- nemos así los puntos S, T, U, V Y W que nos permiten completar
gulos. el trazado del diagrama de momentos flexores.
En la figura 8.8 el diagrama de cargas ha sido dividido mediante En cuanto al trazado del diagrama de esfuerzos de corte, se procede
las divisorias de carga 1-1; 2-2; ... ; 5-5, en seis superficies, de las en forma similar a la vista para la viga simplemente apoyada sujeta a
que la primera puede asimilarse a un rectángulo, y las restantes, a trape- la acción de un sistema de cargas concentradas, con la única diferencia
cios. Las respeCltivas ~reas nos dan las intensidades de las correspondien- qUe el diagrama obtenido ya no será discontinuo.
tes resultantes R" .. : , R 6 , cuyas re<:tas de acción, vertic;:ales, pasan En efecto, trazado el eje de referencia M' N', obtenido proyectando
por los. haricentros de las respectivas figuras. horizontalmente el punto K, proyectamos primeramente el extremo del
SISTXMAS PLANOS DE ALMA LLI:NA.
4" 406 LOS SISTEMAS DE ALMA LLENA 8

vector representativo de R Ao , lo que nos permite obtener el punto M il, ejemplo. El segmento N N o = a( cm) re presenta el momento de la resul-
que determina la ordenada del diagrama que m ide el valor del esfuerzo tante R de la carga distribuida res~ de B. Es decir, que te nemos
de cort e e n la sección extrema izquierda A . En las secciones que se
suceden a la derecha de A , el esfuerzo de corte varía de una a otra, M.=R. lh l =1J2 Pr-=a(cm) . Escala d e M ; [8 . 9]
por cuanto la carga actuante es continua, y las correspondientes ordenadas de donde :
del diagrama irán disminuyendo en valor, por cuanto debemos ir restando I>pl'(kgm)
cargas que se suceden en forma continua. Al llegar a la sección 1-1 , Escala de M = [8 . 10]
a(cm)
coincidente con la primera línea divisoria de cargas, la carga a restar a
R Ao será R 1 , obteniéndose el punto S ' . Pero entre M il y S' el dia- En cuanto al diagrama de esfuerzos de corte, resulta ser una recta,
grama no será constante sino que variará en forma continua. D e manera por las razones que damos a continuación.
análoga obtenemos 10$ puntos T ', 'U ' ... W ' , Y N U
que, unidos m e- P or simetría de cargas y de figura, las dos reacciones de vínculo
diante una curva que contenga a todos ellos, nos da el diagrama de son iguales entre sí e iguales a la
mitad de la resultante de la carga
esfuer zos cortantes. distribuida, es decir
Cuando la carga es uniformemente di3tribuida; es d ~ir, si [8.11]
p(z) = p = C le. [8.8] Trazado un eje de referencia horizontal M ' N ' Y llevando por sus extre-
m os dos segmentos M' M il y N' NN, iguales reapectivamente a R A y
la curva funicular correspondiente es una parábola de segundo grado. - R s • tendremos dos puntos por donde pasará el diagrama de esfuerzos
En este caso, el trazado del diagrama de m omentos fl exores se simpl ifica, de corte.
pues basta proceder a l trazado de la curva funicular, por tangentes, por D ividiendo ~a carga distribuida en cargas parciales e iguales e nt re sí
ejemplo, en la lorma vista anteriormente, y referirla a la r ecta determi- R1 , R ' .. = p A., siendo A la separación entre divisorias de carga, lle-
nada por los puntos en que las tangentes extremas a la mismo cortan las vamos "sobre la ver tical de la primera de ellas y a partir de la horizonta l
vertiQ8les de los apoyos ·(puntos M y N de la figura 8.9). La eiOcala
trazada por M il un vector representativo de R ¡, en la escala en que
en que resulta e l diagrama así trazado se obtiene prolongando las tan- hemos repraentado la R .. . El extr emo de dicho vector será un punto
gentes extremas hasta cortar la vertical de uno de los apoyos, el B, por
d el diagrama de esfu erzos de corte. Procediendo en forma análoga con
las cargas R -l , R a , etc., obtenemos nuevos puntos del d i?grama, puntos
que evident emente se hallan sobre la recta M il N " por cuanto, como es
dable observar, los segmentos M " T 1 , T I T " T I T I , etc., tienen todos
A la misma pendiente.
Si la carga distribuida varía según una ley linea l ( car ga triangular
o trapecial) , la curva funicular correspondiente es una parábola cúbica.
En consecuencia, para el trazado del diagrama de m omentos f1 exores pue-
de procederse sea descomponiendo la carga en cargas pa rciales y operando
con las correspondientes resultantes como si se trat a ra de fuerzas con-
centradas, en la forma vista al considerar el trazado de los diagramas de
momentos flexores y esfuerzos de corte correspondientes a una car ga que
responde a una ley arbitraria, o bien simplemente proceder a l trazado
de la curva funicular en la forma vista en 5.1. 6 (figura 5.10) Y refe-.
rirla luego a la recta definida por las intersecciones de las tangentes
extremas con las verticales de los apoyos. En cuanto al diagrama de
esfuer.zos de corte correspondiente a este caso, sólo diremos que responde
a una función de segundo grado (parábola cuadrát ica), lo que justifica-
remos en los parágrafos siguientes.
SISTEMAS PLANOS DI!: ALMA LLENA 407 408 LOS SISTEMAS DE ALMA LL'tN A 8

Puede presentarse el caso en que las cargas actuantes estén consti- momentos fIexores entre M y T estará constituido por dos arcos de
tuidas por fuerzas concentradas y cargas distribuidas que actúen simulo parábola con una discontinuidad en S, por cuanto, sobre la vertical de
táneamente (figura 8.10).1 Para el trazado del diagrama de momento' este último actúa la fuerza concentrada P l • Los lados del funicular que
flexores, se hallan las resultantes de las cargas distribuidas y se comienza se cortan sobre la vertical de esta fuerza (punto S) serán las tangentes
operando con ellas como si la viga estuviera sujeta a la acción de un. extremas en dicho punto a los dos arcos de parábola mencionados. El
primer y cuarto lados del funicular serán tangentes en M y T respec-
tivamente a dichas parábolas.
En cuanto a la parte del diagrama de momentos f1exores correspon-
d iente a la zona de la viga sujeta a la acción de la carga triangular de
intensidad máxima P., estará constituida por una parábola cúbica cuyas
tangentes extremas serán los lados quinto y sexto del funicular, con puntos
de tangencia en U y N respectivamente. Para el t razado de la parábola
cúbica se procede en la forma conocida, explicada al estudiar en el capí-
tulo correspondiente a la construcción gráfica de la curva funicular.
En cuanto al diagrama de esfuerzos de corte, su trazado se efectúa
en la forma indicada anteriormente, y resultará discontinuo, con zonas
de variación lineal -correspondientes a la carga uniforme- y un arco
de parábola de 2° grado para la t,ma en que actúa la carga triangular.
Las discontinuidades corresponden a las verticales de los puntos de apli-
cación de las fuerzas concentradas.

8.1 .5. Relaciones analíticas entre las {undones que definen los diagramas
dep ,QYiM .

Sea, fi gura 8.11, M M', una curva continua expresable por una fun-
ción p = p (z) que define la línea de carga correspondiente a una cierta
carga distribuida aplicada a un tramo de eje rectilineo. Supongamos
conocidos los correspondientes diagramas de esfuerzos de corte y momen-
tos flexores, definidos a su vez ·por dos funciones continuas y derivables
Q(z) y .M (z) respectivamente.
Llamemos R . a la resultante de las fuerzas ubicadas a la izquierda
ststema de cargas concentradas. Cuando una fuerza concentrada incide de una sección cualquiera S -S, de abscisa z.
sobre una carga distribuida, tal el caso del ejemplo de la figura 8.10 se Por definición de esfuerzo de corte, para dicha sección tenemos:
considera la recta de acción de la primera como divisoria de cargas, tra-
bajándose con las resultantes parciales corresp~lDdientes. R. = Q(z) . [8.12)
Una vez trazado el polígono funiculal· y determinad&. la línea de
cierre M N en la forma conocida es necesario corregirlo, por cuanto el Consideremos ahora una sección S' -S' distante dz de la anterior. La
diagrama de momentos f1exores estará constituido por una suoesi6n de resultante izquierda correspondiente a la misma, será igual a R . incre-
trozos de curvas funiculares y de lados del polígono funicular, corres· mentada de la resultante de la carga distribuida correspondiente al entorno
pendiendo las primeras a las partes de la viga sujetas a la acción de las dz, es decir
cargas distribuidas. En el ejemplo de la figura 8.10, el diagrama de
[8.13)
SISTEMAS PLANOS DE ALMA LLEN A .09 410 LOS IilSTEMAS Da ALMA LL&NA 8

donde d es la distancia de la sección considerada, a la recta de acción


de R , . Al pasar a la 'Sección S' -S' I distante dz de la anterior. el
momento flexor para la misma será igual al correspondiente a S -S incre-
mentado de dM (z) Y. de acuerdo con la definición de momento flexor.

M(.) + dM(.) = R; d' . [8.18]

Como desconocemos la recta de acción de R[ I resultante izquierda


. correspondiente a S' -S'. expresamos la [8.18] en función de las com-
ponen'1es de R; I es decir R. y p(z).dz, obteniendo:

M(,) + dM(,) = R . (d
d.' .
+ d,) + p(,) -2- [8.19]

Desarrollando el paréntesis, re~tando la [8. 17] Y despreciando el término


en que aparece dz 2 por tratarse de un ¡nfinitésimo de orden superior,
resulta:
d34(z) = R ,.dz . [8.20]

Pero R, = Q-'(z), de donde, reemplazando en [8.20], tenemos


Fil. 8.11.
dM(,) = Q(').dz [8.21]
P ero, diferenciando la [8.12] se tiene y finalmente

dR. = dQ(') (8.14]


Q(') = dM(,)
d,
(8.22]

de donde, reemplazando en la [8.13] y simplificando términos iguales: expresión que nos dice que la función que establece la ley de variación
del esfuerzo de corte es la derivada primera de la función que define la
d Q(z) = p(z) .dz (8.15] ley de variación del momento f1exor.
y finalmente Comparando las [8.16] y (8 . 22 ], resulta
dQ(')
p(z) = ; [8.16]
dz p(z) = -d'M
-o
dz'
(8.23 J

es decir, que la función que establece la ley de variación de la carga espe-


cífica corresponde a la derivada primera de la función que define la ley Integrando las expresiones [8 . 16] y [8.22] tenemos
de variación del esfuerzo de corte.
De acuerdo con la definición de momento f1exor e n una sección, el Q(') = f p(,) .dz + e [8 . 24]
correspondiente a la S-S tiene por expr~sión: y

M(z) = R ¡.d , (8.17] M(z) = f Q(z ) .dz + e, . (8.25]


SI$T1I.MA.S PLANOS DE ALMA. U,llNA. 411 412 LOS SI$T1I.MAS D& ALMA LLENA. B

Las expresiones anteriores nos permiten, conocida la función que define e integrando
uno de los diagramas, conocer por integración o derivación, según el caso, z,
las correspondientes a cualquiera de 105 otros. Q(z) = \c\P -I- + C, [8 . 28]
Sea por ejemplo la viga de la figura 8. 12, simplemente apoyada y
La constante de integración la determipamos en la forma s iguiente: para
sujeta a la acción de una carga distribuida según una ley lineal que res-
z= 1 el esfuerzo de corte es directamente la reacción de vínculo en A ,
cuyo valor determinamos tomando momentos respecto de B

-R ... . l - lhpl.%I = ° [8 .29 ]


-pI
RA = -3-' [8.30]
Es decir que se cumple

[8 .31]

El té rmino pI' 121 está afectado del signo ( - ) por tratarse de una
fuerza que viene de la derecha.
Despejando e:
C _ pI [8.32]
6
y reemplazando en [8.28], previo cambio de signo al primer término del
miembro derecho, llegamos a la expresión analítica del esfuerzo de corte :

Q( z) = - V:z P Z2 + p 11ft 1. [8 . 33]


1

La expresión anatitica de la fun ción que estableCe la variación del mo-


mento flexor la obtenemos integrando la expresión anterior :

Fi¡¡:. 8.12.
lM(z) = JQ(Z) = J - 'hp ZI' dz+Jp./,ldZ + C, [8.34]
penda a un diagrama triangular;· cuya ordenada máxima valga p . Lla- de donde
mando z a la abscisa de una sección cualquie ra, medida a partir del pz e plz
apoyo B , la ley de variación de la carga específica será: .:;I1(z) = - 61 + -
6- + C" [8.35]

p(z) •
= PI_ [8.26]
Para Z=O, &(z)=O , luego

[8 . 36]
R eemplazando en la [8.24] resulta: es decir que
p ( [8.37]
M (z) ="6 Z' )
lz--I-
Q(z) = p J~ . dz +e [8.27]
expresión que corresponde a una parábola cúbica.
SISTEMAS PLANOS DE ALMA LLI:NA .13 41. LOS 81SttMAS DI!; I<LMA LUNA 8

Conocida la expresión que define la variación del momento flexor, corta la vertical del centro de la luz, dicha recta será la otra tangente
es fácil determinar su valor máximo y la abscisa de la sección corres- ext;rema buscada. El trazado de la parábola se completa por puntos y
pondiente. En efecto, el máximo de la expresión [8.37] corresponde a tangentes.
aquel valor de % para el cual su derivada primera se anula. Ahora bien, Trazado el diagrama de momentos f1exores en cualquiera de las for-
siendo Q (%) .= dM (z) / d %, bastará para ello anular la expresión [8.33] mas explicadas anteriormente debemos tener que, para la secci6n en que
y despejar Zi obteniendo: el momento flexor es máximo, la tangente a la curva debe ser paralela
al eje de referencia adoptado, horizontal en el caso analizado. En efecto,
J hemos v isto que, en correspondencia con la sección en que el momento
z = _ 0,577 .1 [8.38J
V3 f1exor es máximo, el esfuerzo de corte es nulo, precisamente porque la
expresión analítica de la función que define este último es la derivada
primera de la función que establece la variación del momento f1exor. Pero
valor que, reemplazado en la [8.37], nos conduce al valor del máximo
por otra parte, dicha derivada nos está midiendo la pendiente de la tan-
momento f1exor.
gente geométrica a la curva en el punto correspondiente a la sección
[8.39J considerada. Además, como control, debe verificarse que la abscisa para
la cual se a nula el esfuerzo de corte, debe coincidir con la que corres-
Las relaciones analíticas que hemos visto nos facilitan, por una parte, ponde a Mmu '
el trazado gráfico de los diagramas de características y, por la otra, el Las expresiones analíticas de las funciones que definen los diagramas
control de la corrección de dichos trazados. En efecto, sabemos qUe el de momentos flexores y esfuerzos de corte pueden determinarse, conocida
diagrama de esfuerzos de corte correspondiente a la viga simplemente la ley de variación de la carga distribuida, sin necesidad de integrar esta
apoyada de la figura 8.12 es una parábola de segundo grado. Las orde- última función, sino simplemente aplic.ando las correspondientes defini-
nadas extremas de dicho diagrama tendrán por valor las intensidades ciones, como veremos a continuación.
de las reacciones de vínculo en A y B . Trazado un eje horizontal de Consideremos la viga simplemente apoyada de la figura 8.13 sujeta
referencia M N. llevamos por M y N. en una escala cualquiera de a la acción de una carga uniformemente distribuida de intens\dad con$-
fuerzas, dos segmentos representativos de las intensidades de dichas reac- tante igual a p . Por razones de simetría ambas reacciones de vínculo
ciones. El correspondientp aRA lo Jlevamos hacia arriba y el relativo resultan de igual intensidad, siendo su valor
a R tf hacia abajo, conforme con la convención de signos adoptada. Por
los extremos de dichos segmentos pasará la curva que define el diagrama [8.40J
de esfuerzos de corte que, como hemos dicho, es una parábola cuadrática,
la que quedará completamente determinada una vez conocidas sus tan- Supongamos una sección cualquiera 5 -5 , ubicada a una abscisa z
gentes extremas. del apoyo B. Por definición de e¡¡fuerzo de corte, para la sección con-
La expresión [8.16] nos dice que, para una sección cualquiera, la siderada, siendo la carga exterior activa y las reacciones de vínculo para-
ordenada de carga correspondiente mide la pendiente -con respecto al lelas y normales al eje de la viga, el esfuerzo de corte correspondiente
eje z - de la tangente geométrica al diagrama de esfuerzos de corte en será directamente, en intensidad y sentido, la resultante de las fuerzas
el punto del mismo ubicado en correspondencia con la sección considerada, situadas a la izquierda de la sección, es decir
pues tal es la interpretación geométrica de la derivada de una función.
En consecuencia, la tangente en N 1 al diagrama de esfuerzos de corte Q(z) = -'/, pI + p(1 - z) = '/, p(1 - 2z) [8.41]
debe necesariamente ser horizontal, por cuanto la ordenada del diagrama
de cargas sobre la vertical de dicho punto es nula. Conocida esta tangente, expresión lineal, cuyos valores extrem os, para z = 1 y z = O son
obtenemos de inmediato la restante tangente extrema, ya que ambas, por
una conocida propiedad de la parábola cuadrática, deben cortarse sobre Q( z) 1.-, = - V2 pi
la vertical del punto medio de la cuerda correspondiente, que a la vez [8.42J
coincide con el centro de la luz de la viga. En consecuencia, uniendo el
punto M I (figura 8.12) con el punto 5 en que la tangente en N .
Q(z) l... = + 1> pI
SlSnMAS PLANOS DI: AJ.WA UZNA 4 16 LOS SI STEM AS P E ALMA LLENA 8

obtener e l va lor de la abscisa z de la sección correspondiente y que


reemplazada en la [8. 44] , nos da e l m á ximo buscado.
D erivando e igualando a cero :

= % p(I -2z ) = O , [8. 4SJ


de donde:
z= IAd . [8.4 6J
R eemplazando en la expresión del momento flexor :

[8.47J
Sust ituyendo z = %1 en la [8.4 1J, obtenemos

Q(z) ] .r ~, = %p(l - 1) = O [8 . 48 J
que confirm a el resultado dado por la [ 8.43J .
E n la construcción del d iagrama de esfu erzos de corte, una vez cono-
$=ida la ordenada del mismo en correspondencia de una determinada sec-
ción, si se desea t razar la tangente
en dicho punto puede aplicarse la
siguient e construcción, q ue no es
Fig. 8 . 13. A'J;-_ ' ' __'· ~11~'P;';-(:'::L"":f
:. ,-""_' ,,'1:':"·'- -7>:8 otra cosa q ue la interpretación
I gráfica de la expresión
y que corresponden, como era dado esperar, el pr imero a la reacción d e
vínculo e n A y e l segundo a la reacción en B cambiada de s igno. P or 1 dQ(,)
p(z) = - -c¡;- .
otra parte, el diagrama corta el eje de referencia, por razont:!s de simetria, I
en e l centro de la luz, lo que es fácil verificar, anulando la expresión
[8.4 1 J y despeja ndo %: Sea K un punto del d iagra-
ma de esfuerzos de cort e de la viga
Va p(1 - 2 ,%) = O z = Y.:!1 [8 . 43J de la figura 8. 14. L levando hor i-
zonta lmente a partir del mism o
La expresión del mom ento flexor en la sección s-s la obte nemos en la esca la de longitudes un seg-
tom a ndo momentos con r especto a su baricentro, de las fuerzas situadas mento K K ' = a (m) , y por el
a su izquierda, es decir : extremo de l m ismo verticalmen-
F ig. 8 , 14. te hacia abajo, e n la escala de
M(,) = y, pl ( 1 - ,) - p(I -,).'h.(I - ,) fuerzas, Cltro segmento K ' K " =
[8. 44J = p ( k g/m), a(m) = p. a ( kg ) , la recta K K " será la ta ngente en K
M(,) = 'h p , (I - .) , al d iagrama de esfuerzos de corte. En efecto, con la not ación de la figura
y , llamando r:p e l ángulo que forma la t¡:m gente geométrica en K con el
que corresponde a una par ábola de segundo grado. eje de referencia, tenemos .
El valor del máximo momento fl exor 10 obtenemos derivando la
p .•
segunda de las [8 . 44] e igualando la derivada a cero, lo que nos permite - - = p = t g l:p [8.49 J

SlrrBMAS PLANOS DE ALMA LL&NA 418 LOS SISTEMAS DI!; ALMA LLENA 8
y como p =- d Q/ dz, dicha recta resulta ser efectiva m ente la tangente Determinada la tangente n~n en un punto cualquiera S de la curva
buscada. funicular, por un polo O arbitrario trazamos paralelas al eje z. a la
En lugar de llevar un segmento de longitud a( m) puede llevarse línea de cierre m~m y a la tangente n-n . las que nos definen sobre
uno de 1 m. En tal caso e l segmento vertical trazado por su extremo será una recta vertical ubicada a una distancia cualquiera de O, los puntos
igual a p(kg/ m) leído 1, 2 Y 3 respectivamente. De la figura tenemos :
e n la escala de fue rzas.
La construcci6n del 3-1 _ (0-1) tg 'P [8.53]
diagrama de esfu erzos 2-1 _ (0-"1) tg w [8.54]
de corte, partiendo del
diagra ma de momentos 3-2 = (O-l)(tglp - tgw). [8.55]
f1exores, puede efectuar·
se gráficam ente, conci· Pero, de acuerdo con la [8.52]
biéndolo como diagrama
!;lerivado de l último, me. 3-2 = (O-l).Q(') [8.56]
diante una simple deri· de donde
vaci6n gráfica de la curo 3-2
va funicular que define Q(') - [8.57]
0-1
e l diagrama.
Sea, fi gura 8 . 15, la En la expresión anterior, 3-2 debe ser leído en la escala de momentos
curva funicular de una flexores y 0-1 en la de longitudes, o bien, interpretando el segmento
determinada carga d is- 0-1 como una distancia polar, el esfuerzo de coflte estará dado direc-
Fig. 8 . lS.
tribuida que, referida al tamente por el segmento 3-2 leído en una escala igual al cociente entre
eje m · m (línea de cierre), constituye un diagrama de mome ntos fl exores. la escala de momentos f1exores y la longitud representada por la distancia
Llamando w el á ngulo que fo rma la línea de cierre con el eje z, de po"lar. En cuanto al sentido de Q (z) será tal que origine I"espe<:to tle
acue rdo con la notación de la figura, tenemos: O , un momento del mismo signo que el momento flexor en la secci6n
considerada.
Si e l eje de referencia (línea de cierre) coincide con la dirección
.:M (z) _ y - z .tg w . [8 .50] de z, es decir, es hori20ntal, resulta tg w = O ,- confundiéndose el punto
2 con el 1"
Derivando respecto de z:

d&(,) dy 8 . 1 "6" La viga con voladizos.


d,
= - - tgw. [8.51]
d,
El trazado de los diagramas de momentos flexores y esfuerzos de
corte para el caso en que la viga se prolongue más allá de sus apoyos, es
d&(,) dy decir, si sus extremos se hallan en voladizo, se efectúa gráficamente en
P ero, por ser
d, Q(') y t glp = d';"' reemplazando resulta:
forma similar a la vista para la viga simplemente apoyada.
Sea la viga /;le la figura 8.16, sustentada mediante un apoyo fijo en
Q (') _ tg'P - "ro . [8 .52] A y otro móvil en B, con dos voladi2os CA y BD. sujeta a ha acción
SISTEMAS PLANOS DE ALMA LLENA
LOS STS'ttMAS DE ALMA LLENA

de una carga distribuida según una ley lineal, de intensidad nula en el
extremo D y máxima (igual a p) en el c.
Dividimos primeramente la carga distribuida en tres cargas parcia-
les, adoptando como divisorias de carga las verticales de los apoyos. H a-
lladas las correspondientes resultantes parciales R " R I Y R s , trazamos
con polo O a rbitrario un polígono funi cular de las mismas, trazado que
completamos construyendo --en la foona conocida- la curva funicular
correspond iente que, por tratarse de una carga de variaci6n lineal, será
una parábola cúbica.
Consideremos ahora el tramo en voladizo e A. En una secci6n
cualquiera del mismo, el momento flexor estará dado en valor absoluto y
signo, por el momento de la ' resulta nte de las fuerzas que actúan a su
izquierda, momento que, como sabemos, se obtiene gráficamente leyendo
en la escala correspondiente el segmento determinado 'SObre la vertical de
la sección por la tangente extrema izquierda y la curva funicular. En
conlO:eCUenciA, lA curVA funi culAr comprendida entre IAIO: verticAlell de e
y A, referida a la primera tangente extrema, constituye el diagrama de
momentos f1exores correspondiente al tramo CA. Otro tanto ocurre con
el rest ante tramo en voladizo B D , para el que el diagrama de momentos
f1exores estará constituido por la curva funicular referida a la última
tangente a la misma.
P ara obtener ·el diagrama de momentos f1exores correspondiente al
tramo entre apoyos, bastará seguir el mismo criterio utilizado en el caso
de la viga simplemente apoyada, es decir, prolongar los lados extremos
del polígono fun icular -tangentes extremas en nuestro caso-- hasta coro
tar las verticales de los apoyos, definiendo de esta manera dos puntos M
y N que, unidos mediante una recta, nos determinan el lado de cierre
M N , referida al cual, la curva funic ula r entre A y B nos da el corres-
pondiente diagrama de momentos f1exores.
El diagrama así trazado está referido a un eje quebrado LM NT .
Para rectificarlo, es decir, obt ener un diagrama referido ti un único eje•
. que por comodidad elegimos horizonltal, procedemos de la ma nera siguien-
te: en el vo ladizo CA, las únicas fuerzas que producen momentos flexo-
res son las resultantes de la carga distribuida sobre la longitud 1\ y, por
10 que hemos visto, el diagrama de momentos flexores está dado por la
curva funicular referida a la tangente extrema, que es el eje de referencia.
Si quere mos que dicho eje sea horizontal. deberá serlo también el rayo
polar correspondiente. En consecuencia. trazando en el polígono de fuer-
zas, por el origen del vector representativo de R 1 , una horizontal, la
Fig. 8.16.
misma será el primer rayo polar del polígono funicular que n05 conduce
a un diagrama de momentos f1exores para el voladizo, referido a un eje
SISTEMA S PLANOS DE AL MA L LENA 421 422 LOS Sl STEMAS DE ALMA u.:BNA 8

hor izon tal. Elegido e l palo O ' mant eniendo la distancia polar a efectos ción lineal, la curva representativa de la función que define la variación
de no modificar' la escala, y uniéndolo con e l extremo del v ector repre- de l va lor de los momentos flexores será una pará bola cúbica, la que, para
sentativo de R" obtenemos el segundo y últim o rayo polar. Trazado e l cad a uno de los voladizos, deberá pasar por el extremo del mismo (mo-
funicula r correspondiente de lados l ' y lI', los mismos serán las tan- me nto nulo por no existir fuerzas a la izquierda, o derecha) y por el
gente~ extremas a la parábola cúbica que define el diagrama de mom en tos extremo de la ordenada (M' ó N' según el caso).
Ilexores entre e y A. E l segmen to M oM ' , en la esca la correspon- Por otra parte, para las secciones extremas de los voladizos el esfuerzo
d iente, nos da e l valor del momento flexor en la sección en correspon- de corte es nulo (no existen fuerzas a la izquierda o derecha) y por ser
dencia con e l apoyo A. Q = d M / dz , resulta ser nula la pendiente de la !tangente en la sección
P rocediendo en forma análoga para el voladizo B D , obtenemos un extrema del diagrama de momentos flexores. En consecuencia, la primera
segundo polo O "', ubicado ahora sobre la horizont a l trazad a por el tangente al diagrama en el voladizo e D y la última en el B D, coin-
extremo del vector representativo de R .1 , por cuanto el t razado d el ciden con el eje de referencia.
funicu lar correspondiente 10 efectuamos viniend o de la derecha, obtene- Conocidas las direcciones de las tangentes extremas, el trazado de
mos e l diagrama de momentos flexores correspondiente a l voladi zo BD . los diagramas correspondientes a los dos voladizos es inmediato, pues se
P ara ubicar e l tercer polo O ", correspondiente a la part e del polí- reduce al trazado de pará bolas cúbicas de las que se conocen dos puntos
gono fu nicular relativo a l tramo entre apoyos, r ecordemos que el lado d e y las correspondientes tangentes.
cierre del mismo debe ser horizon tal en e l d iagrama rectificado y que, Para el tramo entre apoyos conocemos dos puntos por donde debe
por otr a parte, el correspondiente rayo pola r, en su intersección con e l pasar el diagrama de momentos flexores: M' y N ' . Además, sabemos
polígono de fuerzas, define sobre el m ismo un p unto K que determina que la curva que define al mismo es una parábola cúbica, que qued aría
los vector es representativos de las r eacciones de vínculo. En consecuen- completamente determinada si conociéramos sus tangentes en los pwltos
cia, bastará t razar por K -conocid o- u na horizontal y ubicar en ésta, M' y N ' . Para ha llarlas recorde mos que las mis mas d etermina n sobre
a la m ism a d ist ancia polar que antes, el polo O ". T razando por M I una la vertical de A, un segmento que, leido en la escala de momentos, nos
pa ralela al primer rayo po lar 2", y por su int ersección con la recta d e da el valor del momento de R~ respecto de A. El valor de este mo-
acción de R 2 otra al rayo polar 3", si la construcción ha sido realizada mento es
correctamente, esta segunda paralela deberá necesariamente pasar por el
punto N ' . [8.60]
S i, en lugar d e utilizar el procedim iento gráfico, se desea emplear el
método gráfico-nu mérico, e l trazado del diagrama de momenltos fle xores representando en la figura por el segmento M' M; , que por ser .M A. po-
se realiza en la forma que se explica a contin uación. sitivo, está dirigido hacia abajo. Uniendo ahora M; con N' obtenemos
Adoptado un eje de referencia horizonta l L ' T ', se ca lculan a na- la tangente en este último punto a l diagrama de momentos flexo res. La
líticamente las reacciones de víncu lo en la forma conocida. Luego se ta ngente en M' se corta con la, anterior en el punto F J ubicado sobre
determ inan los valores de los moment os fl e xores correspondien tes a la s la recta de acción de R~ . Conocidas ambas tangentes extrema s, el trazado
secciones en los apoyos. Llamando p .1 y P H a las intensidades de las de la parábola cúbica es inmediat o.
cargas específicas sobre A y B, r espectivam ente, tendremos : Si observamos el diagrama de momentos flexores construido por
e l procedüniento gráfico, con eje de referencia quebrado, vemos que -l a
gMA=-t Pq - ¿P,.I ~ = -i(2P + P.~ )1 ¡ [8 .58] quebrada LM NT constituye en r ealidad un políAono funicular de la s
reacciones de vínculo, de modo que, genera lizando, podemos expresar que,
para los sistemas de ejes rectilínos, el diagrama de momentos fle xores
04
vO'.lTl = -"61 P I1
/'
~ [8 . 59] resulta de referir el polígono ( o curva) funicular de las cargas exteriores
activas al polígono funicular de las reacciones.
F ijada la escala de momentos fl exores, \levamos, a pa rtir del eje d e Para el trazado del dia grama de esfuerzos de corte, una vez ublcado
referencia, y en coincidencia con las secciones correspondien tes, dos seg- un eje de referencia, horizontal pOI" conveniencia, llevamos sobre la ver-
mentos M~ M ' y N oN' que, en la escala adoptada, representen los valo· tical de A, hacia abajo, un segmento M;M" que, en la escala de fuerzas
res d e M .\ y M TI . Sabemos que, por t ratar.<;e de una carga de varia- adoptada, corresponda a la intensidad de la resultante parcial R , . Dicho
SIsnM'AS PLANOS DE ALMA LLENA 42' 424 LOS SISTEMAS DE AI;MA LLl:NA

segmento representa la ordenada del diagrama de esfuerzos de corte ~ Una vez determinadas las reacciones de vínculo RA. y R,. en cual-
rrespondiente a una sección infinitamente próxima a la izquierda de A, quiera de las formas conocidas, suprimamos las partes en voladizo. Es
por cuanto, para la misma se tiene que QA. = RI' En e, el esfuerzo evidente que, para que el tramo central continúe en las mismas condi-
de corte es nulo, por cuanto no existen fuerzas a la izqwerda de la misma. ciones de equilibrio que en el sistema primitivo, debemos aplicar en las
Entre e y A la variación del esfuerzo de corte responde a una secciones extremas de la viga simplemente apoyada la resultante de las
parábola cuadrática, por ser la función que la define integral primera acciones que las partes suprimidas le transmitían.
de la función de carga, y ser ésta lineal. Al paSar a una sección infinita· La reducción al punto A de las cargas exteriores activas actuantes
mente próxima a la derecha de A, el esfuerzo de corte se incrementa sobre el voladizo CA da origen a un esfuerzo de corte Q J. Y a un par
el valor R A. ' En consecuencia, llevando a partir de M" el segmento M,¡ cuyas intensidades son, respectivamente:
M" M"'. representativo de la intensidad de RA.' obtenemos el 'punto
M'" por donde pasará el diagrama de esfuerzos de corte correspondiente QA = %(p+pA. )I, [8.61]
al tramo AB que, por las mismas razones anteriores, será también un
arco de parábola de segundo grado. Pasemos ahora al voladizo B D . [8.62]
Repitiendo el razonamiento efectuado para el voladizo CA, el segmento
N; N'" corresponderá al esfuerzo de corte en la sección infinitamente '
pr6xima a la derecha de B. Su signo es negativo, por cuanto R. , que Operando en forma similar con el voladizo B D obtenemos
define su intensidad, es positiva, pero la misma actúa a la derecha de la
sección y, en consecuencia, es necesario cambiar de signo. Llevando a -QII = lJ:;¡ PBI, [8.63 ]
partir de N '" y hacia abajo, por la raz6n indicada, el segmento NflI'lNH, Ps la~
representativo de la intensidad de R B , obtenemos el punto N U , por Mil = - 6 - [8 . 64]
el que también pasará la parábola cuadrática que define el diagrama de
' esfuerzos de corte para el tramo AB. En consecuencia, el tramo central, considerado como viga simplemente
Analizaremos a continuación el trazado de los tres arcos de parábola. apoyada, se encontrará en equilibrio bajo la acción de la carga distribuida
En primer lugar, tenemos que las tangentes en M" y Mm deben teqer de variaci6n lineal y ordenadas extremas P A y PII , las reacciones de
la misma pendiente, por corresponderles la misma ordenada de cargas vinculo RA. y R s ' las fuerzas concentradas aplicadas en A y B de
p " . Otro tanto ocurre con las tanientes en N" y N"'. Por otra parte. intensidades Q ,~ y -Q 11 respectivamente, y los pares M A. Y M il '
la tangente al diagrama de esfuerzos de corte en T" debe ser horizontal (fig. 8.17 a).
por ser nula la ordenada del diagrama de carga para dicha sección. ea.. Consideraremos independiente cada una de estas acciones, determi-
nacida la tangente en T" es inmediata la obtención de la correspondiente
a N"', por cuanto ambas se deben cortar sobre la vertical del centro nando las corre:¡pondientes expresiones analíticas del momento flexor en
de 1, . Determinada la tangente en N"', conocemos la que corresponde una sección genérica las que, sumadas, nos darán la expresión buscada.
a N", por ser ambas paralelas entre sí. En forma semejante determi- Para ello hagamos coincidir el origen de un par de ejes coordenados
namos las restantes tangente'3 que, una vez conocidas, nos permite com· con el apoyo B, y sea z la abscisa de la sección genérica.
pletar el diagrama de esfuerzos de corte. Llamando R : la reacci6n en A originada exclusivamente por la
En la determinación analítica de los momentos flexo res en la viga carga distribuida, que actúa entre 'A y B, tenemos!
con voladizos es necesario calcular independientemente para éstos y para
el tramo central entre apoyos las expresiones que los definen, por cuanto,
como hemos visto, el diagrama de momentos f1exores presenta, en este
caso, discontinuidades sobre las verticales de los apoyos. Analizaremos a
continuación la deducción de las expresiones correspondientes al tramo La ordenada del diagrama de carga correspondiente a la abscisa z será:
entre apoyos, remitiendo al parágrafo siguiente, relativo a la viga empo·
trada, para la obtención de las relativas a los voladizos, por tratarse del
mismo problema. [8.66]
SISTEMAS PLANOS De ALMA L1.ENA 426 LOS SISTEMAS DE A-LMA LUNA 8

y sus sentidos, opuestos, tales que el signo del par resulte, en este caso,
positivo, por ser negativo el par activo.
Po Para la sección genérica de abscisa z, por comodidad, caJcularemos
O la expresión del momento flexor, considerando las fuerzas de la derecha.
8 O En" consecuencia:
-+--- -~_.- ~ ~ ._-_._- /'- '
I-L
-' - --1, ,M'
a
= - IR'B I.z = _ ~.z,
1
[8.69]
2
I y
I
I -OB y reemplazando en la anterior el valor de M,1 dado por la [8.62], obte-
Po nemos finalmente:
) ,.. (d)
/'
¡¡, :iJ!f'• = - 6~2 (2p+p',, )z. [8.70]

Operando en forma análoga con el par aplicado en B tenemos:

IM.I [8.71]
.1 --1-,-

con los sentidos indicados en la figura 8. 17 c.


En este caso, para establecer la expresión del momento flexor, con~
viene utilizar las fuerzas de la izquierda de la sección genérica, teniéndose:

Fig. 8 . 17. [8 . 72]

En consecuencia, por definición de momento f1exor . la expresión del y reemplazando el valor de M H dado por la [8.64]:
mismo debido a la carga distribuida en la sección de abscisa z, será:

.
.JI4 : = ""6
/,
(2P., + p¡¡ )(l: - z) -
[8.73]

Finalmente, la expresión del momento flexor en la sección genérica,


[8.67]
ubicada en una abscisa z medida desde el apoyo B, resulta de sumar
las expresiones [8.67]. [8.70] Y [8.73], obteniéndose, como e ra dable
Consideremos ahora actuando únicamente el par M " . Las reac- esperar, la expresión analítica de una parábola cúbica,
ciones de víncu lo correspondientes deben evidentemente constituir, a su
vez, otro par opuesto al anterior. La intensidad de las fuerzas que cons-
tituyen el par de reacción será: 8 . 1 . 7. La viga empotrada.

=~ [8.68] ConsideremOl (figura 8.18) una viga de alma llena vinculada a


/, tierra mediante un vínculo de tercera especie en su extremo derecho, es
SIST1MAS PLA.NOS 0& ALMA LLBNA 427
428 LOS BIST1tMAS 011: ALMA ~A.

En cuanto al trazado del diagrama de esfuerzos de corte, no ofrece
mayor dificulta~ bastando para ello sumar, a partir de W1 eje de referen-
cia, horizontal por conveniencia, los vectores representativos de las inten-
sidades de las sucesivas fuerzas en el orden en que aparecen a l recorrer
A ~__ -+__-+__-+__-+__ ~8 la viga de izquierda a derecha, y en coincidencia con la sección en que
se encuentran aplicadas.
Empleando el método gráfico-nwnérico, el trazarlo de los diagramas
de características '$El efedtúa del modo siguiente (figura 8, 19):
Respondiendo el diagrama de cargas a una ley lineal con ordenada
nula en el extremo izquierdo A. las relaciones analíticas que vinculan
con las funcion,es que definen a los diagramas p, .J¡,1 y Q nos permiten
llegar a las siguientes conclusiones:
1Q L a fW1ci6n que rige la variación de los momentos flexores seré
una parábola cúbica, de ordenada nula en A y m áxima en B, siendo
el valor del momento flexor en esta última sección igual a _(pr' j 6).

Fig. 8. t8.

decir, empotrada en su secci6n extrema B, Y sujeta a la acción de .W1


sistema de fuerzas concentradas P I ' P~, ... , p .?~ .
Para determinar gráficamente el diagrama de momentos flexor es bas-
ta simplemente trazar un polígono funicular del sistema de fuerzas y
referirlo al primer lado. L as ordenadas comprendidas entre éste y el
polígono funicular, leídas en la escala correspondiente, nos dan los valores
de los momentos de las fuerzas ubicadas a la izquierda de la sección con-
siderada con respecto al baricentro de la misma, momentos que corres-
ponden en intensidad y signo a los momentos flexores respectivos.
Si se desea que el diagrama de momentos flexores resulte referirlo a
un eje horizontal, bastará para ello, como se ha efectuarlo en la figura 8 . 18,
elegir el polo sobre la horizontal trazada por el origen del vector repre-
sentativo de la primera fuena, porque de este modo el primer rayo polar
resulta horizontal y, en consecuencia, también lo será el primer lado del .
funicular.
SISTEMAS PUNOS DI: ALMA LLENA 429 430 LOS 8lS~MAS DE ALMA LLENA

Por otra parte, siendo el esfuerzo de corte nulo en A -por no existir Por definición de momento flexor, para la sección z tendremos:
fuerzas a su izquierda- la tangente extrema izquierda al diagrama de
momentos flexores coincidirá con el eje de referencia, siendo horizontal
cuando así se ao elige a este último. M. = [S.75]
29 El diagrama de esfuerzos de corte quedará definido por una fun~
ción de 29 grado (parábola cuadrática), de ordenada nula en A -por y reemplazando el valor dado por la [8.74]
no existir fuerzas a su izquierda- y máxima en B, siendo el valor del
esfuerzo de corte en esta última sección igual al de la resultante de la p(I - z)-*
carga distribuida, es decir, % pI en este caso. Por otra parte, por ser nula M. - [S.76]
6.1
la ordenada del diagrama de cargas en la sección extrema izquierda A,
la tangente al diagrama de esfuerzos de corte en correspondencia con expresión que alcanza su valor máximo ·para z = O, teniéndose
dicha sección coincidirá con el eje de referencia, siendo horizontal en
caso que este último también lo sea. pi '
.M =-- {S.77]
De acuerdo con 10 anterior, elegido un eje de referencia horizontal ~'" 6
M N para el diagrama de momentos flexores, llevamos sobre la vertical
de B un segmento N N" hacia arriba -por ser negativo el momento En cuanto al esfuerzo de corte, tenemos
flexor-, que en la escala adoptada represente el valor pP/6. Ubicada (1 _ Z)2
la resultante R de ,la carga distribuida, uniimos el punto K en que su [S.7S]
1
recta de acción corta el eje de referencia con el punto N", obteniendo
la tangente en B al diagrama de momentos flexores (la tangente en A, cuyo valor máximo ocurre también paca z =O:
por lo dicho, coincide con M N). Obtenidas las tangentes extremas, se
completa el trazado por el procedimiento conocido. Qm.'" - :l{2 pI [S.79]
En cuanto al diagrama de esfuerzos de corte, adoptado un eje de
referencia horizontal M' N', llevamos sobre la vertical de B y hacia
abajo -por ser los esfuerzos de corte todos positivos en este caso--- un
8.1.8. La viga Gerber o en Cantilever, rectiHneas.
segmento N' N'" que, en la escal. elegida, corresponda al valor '-h pI.
La curva que define el diagrama de esfuerzos de corte pasará por M I Y
N"'. La tangente en el primero de los puntos mencionados coincide con Supongamos una pieza de eje rectilíneo, vinculada a tierra median-
el eje M' N' Y la correspondiente a N'" se cortará con la anterior sobre te un apoyo fijo en A y cuatro apoyos móviles en B, e, D Y E,
la vertical del centro de la luz, por tratarse de una parábola de 29 grado estos últimos verticales, fi gura 8.20. Evidentemente, siendo tres el nú-
(punto K ' ). La parábola se completa en la forma conocida. mero de grados de libertad del sistema, y seis el número de condiciones
de vínculo externo, aquél resulta ser hiperestático de tercer grado por
Determinaremos a continuación las expresiones analíticas de las fun-
vínculo externo, ya que existen tres condiciones superabundantes.
ciones que definen las variaciones del momento flexor y esfuerzo de
Mediante la introducción de articulaciones de vínculo interno en
corte a lo largo de la viga.
número suficiente, tres en el caso considerado, es posible transformar el
Consideremos para ello una se,cción genérica ubicada a una abscisa sistema en otro isostático. Los sistemas así concebidos, se denominan vigas
z, medida desde el empotramiento B. La ordenada del diagrama de Gerber o vigas en Cantilever. Según la ubicación relativa de las articula-
cargas correspondiente a dicha sección será: ciones, se pueden presentar las tres variantes b, e y d de la figura 8.20,
de las que la más común y conveniente, por razones constructivas, es la c.
-,(~1--;-,z)e... [S.74] La determinación de los diagramas de momentos flexores y esfuerzos
p. - p 1 de corte se efectúa en la forma que explicamos a continuación.
SISTEMAS PLANOS DE ALMA LLENA
", 432 LOS SllITKMAS DE A LMA lLBNA 8

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Sea, figura 8 .21, una viga Gerber de tres tramos, sujeta a la acción I A" 0 '· ,
de un sistema de cargas concentradas, con las articulaciones distribuidas
de acuerdo con el e3quema de la figura 8.20 b.
Con polo O. trazamos un polígono funicu lar del sistema de fuerzas F ig. 8.21.
que actúa en la viga Gerber. El punto N constituye, a los efectos de la
sustentación del tramo ND, un apoyo fi jo, por cuanto los tramos AM La intensidad y sentido de dicha reacci6n R N • la obtenemos en el
y M N, articulados en M, forman un sistema de dos chapas articula- polígono de fuerzas, como el vector cuyo origen y extremo quedan defi-
das con cuatro condiciones de vínculo externo, es decir, un sistema fijo. nidos por los rayos polares paralelos al lado llf del fun icular y el lado
D e ah! que el tramo N D pueda considerarse como una viga sim- de cierre N' D' . que precisamente se cortan sobre la vertical de N,
plemente apoyada, cuyo diagrama de momentos f1exores se obtiene refi- recta de acci6n d e la ret1cción R " . Dicho lado Ill , referido a la recta
riendo el polígonO funicular de las cargas exteriores que lo solicitan al C' N', prolongaci6n de la N' D', constituye el diagrama de momentos
lado de cierre. Este último queda definido por las intersecciones de los f1 exores para el voladizo C..N , por cuanto ambas recitas constituyen el
lados extremos del poligono funicular, con las verticales trazadas por los polígono funicu lar de - R ~,. Por consideraciones análogas obtenemos el
lado de cierre para el tramo BC, uniendo el punto C' con el M' ,
apoyos. En consecuencia, la. recta N' D', definida en la forma indicada,
det erminado por la intersecci6n del lado II del poligono funicu la r con la
constituye el lado de cierre para el tramo N D .
vertical trazada por la articulación M, donde necesariamente el mo-
Pasemos a considerar ab ora el tramo en voladizo CN. "Si elimi- mento flexor debe ser nulo. La prolongaci6n de dicho lado hasta encon-
namos del sistema el tramo N D, para que las condiciones de equilibrio trar la vertical de B , n03 determina el punto 8', que unido con A',
del resto del s istema no se modifiquen, es necesario aplicar en N, una define el lado de cierre para el tramo AB. En consecuencia, la cons-
fuerza vertical opuesta a la reacción de vínculo interno en dicha articu- trucci6n que acabamos de exponer nos conduce a obtener el diagrama
lación, que será la acci6n que transmite la parte N D, cuando se encuen- de momentos fl exores, referido a un eje quebrado A' B ' C ' D r , siendo
tre cargada. positivas las ordenadas que resulten dirigidas hacia abajo de dicho eje
SI8nMAS PLANOS OC ALMA LLaNA 433 LOS SISTEMAS DI!: -ALMA LUNA

quebrado, y negativas las que 10 sean en sentido contrario, es decir, las E n consecuencia, para obtener el diagrama de momentos flexores de
que queden por encima del eje. una viga Gerber, bastará referir el polígono funicular de las. cargas al
En cuanto al diagrama de esfuerzos de corte, su determinación es polígono funicular de las reacciones de vínculo.
inmediata, una vez conocidos los lados de cierre. Bastará para ello trazar Cuando la earga responde . a una función continua, el problema se
por el polo O 'del polígono de fuerzas, p aralelas a los sucesivos lados simplifica por cuanto no es necesario el trazado del poligono de fuerza s.
de cierre quedando definidas las distintas reacciones de vínculo por los
En efecto, sea la viga Gerber de la figura 8.22 sujeta a la acción de una
vectores comprendidos entre los rayos polares paralelos a los lados que
carga uniformemente distribuida de intensidad constante p .
se corten sobre la vertical de la reacción considerada.
Determinadas en esta forma las reacciones de vínculo, bastará trazar L a curva funicular correspondiente a dicha carga, será una parábola
un eje de referencia horizontal A" D" , Y elevar en las distintas seccio- cuadrática, cuya flecha vale p [f / 8 , siendo 1 la suma de las luces de los
nes, ordenadas que en la escala adoptada representen, en magnitud y distintos tramos de la viga Gerber. Construida la parábola por cualquiera
sentido, la proyección de ')a correspondiente resultante izquierda que en el de los procedimi~ntos conocidos, debemos ahora tra.zar el poligono (uni.
caso considerado, por ser todas las fuerzas actuantes verticales, se obtiene cular de las reacciones.
directamente del polígono de fuerzas. De acuerdo con lo expresado antes, el primer lado de este funicular
El trazado del diagrama de momentos flexores de la viga Gerber deberá coincidir con el primer lado del funicular de las cargas, es dedr,
puede realizarse también sobre la base de las consideraciones siguientes: con la primera tangente por 'tratarse de una curva funicul ar. Otro tanto
Supongamos conocidas las reacciones de vínculo de la viga Gerber ocurre con el último lado, que debe coincidir con la tangente extrema
de aa figura 8".2 1, Y pong'ámolas en evidencia. La estructura se encon- derecha E' T '. El penúltimo lado del funicular de las reacciones, se
trará en equilibrio bajo la acción de las cargas exteriores y las reacciones
de vinculo. Trazado un poligono funicular del si.!'t ema P I de fuerzas
debe cortar con el último sobre la recta de acción de la reacción R..
sea, que pasará por el punto E '. Siendo por otra .parte S una articu-
o
exteriores, y prolongado el primer lado del mismo, las ordenadas como
lación, en la misma ·el momento flexor debe ser nulo. por lo que el penúl~
prendidas entre éste y el polígono funicular nos dan los valores de los
momento., de la resultante izquierda de la sección considerada, con res- timo lado del funicular de las reacciones debe cortar la curva funicular
pecto al baricentro de la misma. Tracemos ahora, con el mismo polo, un sobre la vertical del mismo, para que la ordenada resultante sea también
polígono funicular de las reacciones de vínculo. Análogamente, las orde- nula. En consecuencia, uniendo E ' con S ', Y prolongando d icha recta
nadas comprendidas entre dicho poligono funicular y la prolongación de su hasta cortar en D ' la vertical de D , recta de acción de R D , queda
primer lado, dan los valores de los momento! de las resultantes izquier- determinado el p enúltim..o lado del funicular del sistema. R I.
das respecto del baricentro de la sección que corresponda. Los dos sis- El cuarto lado se debe cortar con el quinto (penúltimo) en D '. Y
temas de ordenadas resultan en la misma escala, por cuanto la d istancia además debe cortar en N' la curva funicular, para que la ordenada resul-
polar es la misma para ambos polígonos funiculares. tante sea nula, ya que debe serlo el momento flexor en N . En conse-
Evidentemente, para una sección determinada, el momento f1exor cuencia, uniendo D ' con N ', y prolongando la recta hasta ~ortar ~n e'
será igual al momento de la resultante izquierda del sistema P I más el la vertical de e, obtenemos el cuarto lado. Procediendo en forma seme-
momento de la resultante izquierqa del sistema R I (reacciones de vínculo) jante, obtenemos el tercer lado, que en su intersecci6n con la vertical de
ambos con respecto al baricentro de la sección. P ero dichos momentos están B nos define el punto B ', que unido con A' determina el segundo lado,
representados gráficamente por las ordenadas, en correspondencia con la con lo que queda completado el polígono funicular de las reacciones, por
sección, comprendidas entre los polígonos funiculares mencionados y sus cuanto, como dijéramos antes, ~u primer lado coincide con la tangente
lados primeros. En consecuencia, sfel polígono funicular de las reacciones extrema izquierda a la curva funicular. Las ordenadas comprendidas
de vínculo lo trazamos de modo que su primer lado sea paralelo al primer entre esta última y el polígono funi cular de las reacciones, nos dan, en
lado del funicular de las cargas exteriores, y hacemos coincidir ambos lados, la escala correspondiente, los valores de los momentos flexores para lal
las ordenadas comprendidas entre ambos polígonos funiculares resultarAn distintas secciones.
ser la suma algebraica de las ordenadas que nos dan los momento3 de las Finalmente, es pasible también trazar el diagram a de momentos flexo.
resultantes izquierdas de los sistemas P I y R " es decir, las ordenada! res por el procedimiento q ue ilustra la figura 8 . 22 b . En lugar de cons-
del diagrama de momentos flexores. truir la curva fun icular de toda la 'carga distribuida•. como biciéramos en
SISTEMAS PLANOS DI!: ALMA LLBNA 435 4,. LOS SISTBMAS 'Dlt ALMA LLENA 8

~.

Fi¡. 8.22.

el procedimiento que acabamos de explicar, adoptamos un eje horizontal


A" E" Y referimos al mismo la curva funicular correspondiente a cada
tramo. Las mismas serán parábolas cuadráticas, cuyas respectivas flechas
valdrán plUS, donde 1, es la luz del tramo correspondiente.
Uniendo E" con S", intersección de la vertical de S con 1~ Cllr"-
funicular del tramo DE, Y prolongando la recta así obtenida hasta D". JI'I¡. 8.23.
SISTEMAS PLANOS DS ALMA LLENA 437 438 LOS SISTEMAS DH: ALMA LLBNA 8

sobre la vertical de D. obtenemos el lado de cierre para el tramo DE. exterior. La intensidad de cada una de las reacciones valdrá
Análogamente. uniendo D" con N" y prolongando hasta en, obte-
nemos el correspondiente al tramo eD. yen forma similar el del BD. IR, I= IR.I = -IMI
¡- [8.80]
Finalmente, uniendo BU con A" queda determinado el ládo de cierre
del primer tramo. e'.itando R A dirigida hacia abajo y R B hacia arriba.
En cuanto al trazado del diagrama de esfuerzos de corte, una vez Consideremos ahora una sacción genérica ubicada a una distancia z
determinados los lados de cierre de los distintos tramos (procedimiento del apoyo derecho, comprendida entre las secciones extrema izquierda y
de la figura 8.22 a) bastará trazar por el polo del poligono de fuerzas, de aplicación del par. Para dicha sección, la expresión del momento
paralelas a los mismos, y proceder en la {arma explicada para el caso de flexor será
la figura 8.21. M(l-z)
En la figura 8.23 se ha desarrollado un ejemplo de viga Gerber
-R ... . (I-z) 1 . [8.81] =-
para la cual, en un tramo, existen dos articulaciones (N y S). Supuesta
La representación gráfica de esta (unción es una recta, de ordenada nula
la existencia de una carga uniformemente distribuida de intensidad p,
hemos trazado el diagrama de momentos flexo res según los dos procedi- para z =
1 Y máxima, de valor -M, para z O. Esta recta queda =
limitada al tramo de viga A-s.
mientos que acabamos de explicar (figura 8.23 B Y b). En este caso,
Para una sección de abscisa z', ubicada a la derecha de la sección
el primer lado de cierre que se determina es el correspondiente ai tramo
s-s, la expresión del momento flexores
e D, donde se hallan ubicadas las dos articulaciones. Siendo necesaria-
mente nulos los momentos flexores en coincidencia con dichas secciones, M; = -R., (l - z') + M. [8.82]
el lado de cierre quedará definido uniendo los puntos N' y S', en que
las verticales trazadas por 'Ias articulaciones cortan la curva funicular. La S H El primer término del miem-
A B
recta, así determinada, prolongada, determina sobre las verticales de los
4' SO A
bro derecho de la expre.iión an-
apoyos e y D los puntos e' y D', que unidos con los puntos M' y
B', definen los lados de cierre de los tramos inmediatos. El trazado del ~
¡ T i d terior, es idéntico al de la [8.81].
Siendo M = C i •.• el diagrama
diagrama se completa para el primer tramo en la forma antes indicada.
, I z --j ~ de momentos flexores entre s y
I - --=-- I E
r ' ":J B será, en consecuencia, tam-
,"
Si se deseara rectificar el diagrama de momentos flexores, es decir,
referirlo a un único eje horizontal A III E'" por ejemplo, bastará para I i ---mnI!IlIIIIIJ-¡
----1'El bién una redta, obtenida por un
. :M desplazamiento paralelo E F =
ello llevar, a partir de dicho eje, sobre las verticales de los apoyos inter-
---IIIIIIIIII I I ~IIIIIIII: 'E"
~~
nos, ordenadas B;" B"' , c ~" e'" etc., respectivamente iguales en mag-
A l 18
= E' P' = M de la recta que
nitud y signo a las B;' B" . e;' e" etc. del diagrama de la figura 8.23 b. define el diagrama de momentos
Y colgar de los extremos de dichas ordenadas las parábolas representativas flexores a la izquierda de s-s.
)
8
1 " El diagrama de esfuerza;; de cor_
de las curvas -funiculares de cada uno de los tramos.
I111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111 Q te será una recta paralela al eje
Fig. 8.24. de referencia A' B' , por cuanto,
cualquiera sea la sección consi·
8.1.9. La viga simple sujeta a la acción de pares. derada, la resultante izquierda será siempre la misma, es decir, R .. .
Supongamos ahora el caso d e la figura 8.25, 'Eln que la viga simple-
Sea la viga simplemente apoyada de la figura 8.24, de luz 1, soli-
mente apoyada se encuentra sujeta a la acción de dos pares - M I Y +
citada por un par de momentQ M, aplicado en una sección 6-S ubicada
+ .JI4z, de signos contrarios y tales que I M. I > I M, l. actuando M,
a una dista!1cia d , del apoyo derecho, y M . a d 2 del mismo apoyo.
a una dis'tancia d "del apoyo derecho. Se pide trazar los diagramas de
Las reacciones de vínculo, que deben constituir un par, valen
momentos flexores y esfuerzos de corte.
Para eUo, es necesario determinar previamente las reacciones de -IM,J+'M,j
vínculo. &tas, necesariamente, deben constituir un par, opuesto al par
IR, I = IR. I - ¡ [8.83]

!
440 8

Por ser M , < O Y La viga A, B l. está solicitada por dos fuerzas concentradas aplica-
M I > O Y mayor que el das en los puntos M' y N'. constituidas por las accioDeI transmitidas
anterior, el par resultante por la estructura AM N B •
será positivo. y en conse.
cuenda R ,¡ estará dirigida
hacia abajo y R /I hacia
arriba, pues deben consti-
t uir un par negativo.
P ara las secciones
comprendidas entre A y
s, el momento f1exor será
igual al producto de la in_
tensidad de R ,\ por la di-
Fig. 8.2.5.
fe rencia de abscisas entre A
y la sección considerada. Su variación lineal y el diagrama estará repre-
sentado por una recta de ordenada nula en . A. Siendo ' negativo el roo..
mento de R ,L respecto de cualquiera de las secciones, las ordenadas del
diagra ma entre A y ti también '¡O serán. Al pasar ahora a una sección
ubicada a la derecha de IhS, el momento de la resultante izquierda se
incrementa del valor del par M , . Siendo éste también negativo, el d iagra.
ma de momentos flexores experimentará un desplaza miento paralelo del
mismo signo, válido hasta la acción $' . s' > en que actúa el segundo par.
Como M t es de signo contrario a l de M.~ , al pasar a la derecha de
s' -s', el desplazamiento del diagrama será de signo contrario al de las
ordenadas, e igual en escala· a la intensidad de M , .
El diagrama de esfuerzos de corte será constante, por cuanto para
cualquier sección la resultante de las fuerzas de la izquierda, se redUCe a
I R ,t ' y estará representado por ana recta paralela al eje de referencia

l A" B n .

8 . 1. 10 . Transmisión indirecta de cargas.


I En cierto tipo de estructuras, las cargas no actúan directamente sobre
la parte de las mismas en que se~desea conocer el diagrama de momentos
f1exores. Tal el caso de la figura 8.26, donde la carga distribuida p,
aplicada en la estructura de barras articuladas A M N B, es transmitida Fig. 8.26.
a la estructura portante, constituida la viga simplemente apoyada A , B "
por intermedio de las bielas M M ' Y N N '. Como es fácil omervar,
el conjunto constituye una estructura isostáticamente sustentada. En efec· Una form a de resolver el problema del trazado del diagrama de
to, siendo A y M' puntos fijos, también 10 será M . Análogamente, N momentos flexores para el tramo A , B " seria determinar las reacciones
también resulta ser fijo y, en consecuencia, la barra N B sólo requiere en M y N. debidas a la carga P . considerando los tramos AM. M N
un vínculo adicional de primera especie para encontrarse fija. y N B como vigas simplemente apoyadas. Cambiando de tigno a dichas
SISTEMAS PLANOS DE ALMA LLENA 441 442 1.011 SISTEMAS DE ,u,MA LlZl'f A

reacciones, obtenemos las accione3 correspondientes sobre A , B " Y luego, En cuanto al trazado del diagrama de esfuerzos de corte, una vez
~l trazado del polígono funicular de las mismas, referido a la línea de determinadas las reacciones de vinculo R A Y R " , ea inmediato, por lo
cierre correspondiente, resuelve el problema. que no entraremos en mayores detalles al 'rell~
No obstante, el problema se simplifica, mediante la construcci6n
gráfica que pasamos a describir, y que involucra los sucesivos pasos que
hemos mencionado. 8 , I , 11, Trazado de diagramas de caracterÍliticas para cargas mixtas, con-
Tracemos primeramente la curva funicular de la carga p, referida a centradas y distribuida¡.
la recta A' 8' . Su flecha valdrá, como sabemos, pP / 8. Determinemos
ahora los puntos M" y N" en que las verticales de M y N cortan Suelen presentarse casos en Que la solicitaci6n externa de una viga
la curva funicular. Trazando las rectas A' M" , M" N" Y N" 8' , la esté constituida por cargas concentradas y distribuidas, El trazado de
poligona l A' M" N" B' será el polígono funicular de las cargas concen- 10'3 diagramas de momentos flexores y esfuerzos de corte, no difiere de

tradas Que inciden sobre la viga A , 8, . lo que hemos visto.


Basta para ello reemplazar las cargas distribuidas por sus corres-
En efecto, el arco de parábola A' M" es la curv.a fu nicular de la
pondientes resultantes, y trazar el polígono funicular del sistema de car-
carga parcial AM, Y la recta A' M" puede considerarse como el corres-
gas. Este polígono funicular debe ser corregido en correspondencia con
pondiente lado de cierre. Trazado un polígono de fuerzas de la resultante
las cargas distribuidas, trazando las curvas funiculares inscriptas en el
pI y elegido un polo O simétrico, la's paralelas a las tangentes en A' y
polígono, que generalmente serán parábolas de segundo o tercer grado.
M" a la curva funicular trazadas por O , definen la intensidad de la
Refiriendo luego el polígono funicular 21 lado de cierre. se tiene el dia-
resultánte de la carga parcial aplicada sobre el tramo AM. Conocida
grama de momentos flexores buscado.
ésta, la para le la por O a A' M" determina en el polígono de fuerzas las
Qtro tanto ocurre con el diagrama de esfuerzos cortantes, que debe
reacciones en A y M correspondientes, En forma análoga, las paralelas
también corregirse para las zonas correspondientes a las cargas distribuidas.
trazadas por O a las tangentes en M" y N", definen la resultante de
Puede ocurrir que una carga concentrada incida superpuesta con una
la carga actuante sobre M N Y la paralela al lado de cierre M" N"
carga distribuida. En este caso, se elige la recta de acci6n de dicha fuerza
determina las reacciones correspondientes en M y N. Procediendo en
concentrada como línea divisoria de la carga distribuida, ' operando con
forma semejante obtenemos las reacciones en N y B re lativas al tramo
dos resultantes parciales.
N8. La curva funicular presentará un punto singular en correspondencia
Ahora bien, la acción transmitida a la viga inferior por la biela con la recta de acción de la carga concentrada. Las dos tangentes extre-
M M ' será opuesta a la suma de las reacciones concurrentes en M , es mas Que se cortan sobre dicha recta de acción son, a la vez, los lados
decir, Rj( =R~ +R;; Y los rayos polares que pasan por el origen y del funicular de la carga concentrada.
extremo de su vector representativo, son respectivamente paralelos, por
construcción, a los lados de cierre A' M" Y M " N". los que, en conse-
cuencia serán los lados consecutivos del funicular de dicha fuerza. Otro
tanto ocurre con la acción transmitida por la biela N N'. En consecuen-
X
8 , 1, 12 , P6rticos. Definiciones.
cia, e l polígono de los lados ' de .cierre es el polígono funicular de las Denominaremos p6rtioo en 10 que sigu~ a 'toda estructura constituida
acciones transmitidas a través de las bielas, a la viga inferior, Trazando por una sucesiÓn de barras, de eje rectilíneo o curvilineo, vinculadas entre
ahora el lado de cierre definitivo A; B~ uniendo los puntos en que las sí y a tierra, de modo de constituir una estructura isostát icamente susten-
vertiCales de los apoyos de la estr'uctura inferior cortan los lados extre- tada. Cuando los ejes de las barras son curvos, suele denominárselos
mos del funicular, obtenemos ,el diagrama de momentos nexores buscado. 8l'C()8. La figura 8.27 muestra ejemplos distintos de pórticos, constituidos

La construcción que hemos descrito, permite obtener simultánea- los (o) y (b) por una única chapa, los (e), (d) y (e) por dos chapas, y
mente los diagramas de momentos nexores correspondientes a las barras el (1) por tres.
AM , MN Y NB. Están constituidos por los arcos de parábola A' M" , Distinguiremos entre pórticos simples y múltiples, correspoitdiendo
M " N " Y N" B', referidos respectivamente a las rectas A' M" , M" N~' la primera denominación a aquellos p6rticos de u.n,a sola hu: o tramo, la
Y N " B ', como es fácil demostrar. segunda a los de dos o más (figura 8.27/).
SfST1.""AS PLANOS DE ALMA LL1:NA 443 444 LOS SfsnM AS DIt .o.LMA LlANA 8

Fig. 8 28.

Al analizar más adelante, en detalle, el trazado de 10.; diagramas de


características en pórticos, estudiaremos las relaciones que vinculan entre
sí las tres formas de expresar las cargas distribuidas en piezas inclinadas.
Antes de proceder al trazado de los diagramas de características, es
(e) (dJ
necesario establecer las convenciones de signo a seguir.
Estas convenciones son las siguientes:

a) Momentos flfttores.

Para piezas horizontales o indinadas, el momento flexor estará dado

Ell , 1 1
en magnitud y signo, por el momento de la resultante de las fu erzas de
la ,izquierda de la sección considerada, con respecto al baricentro de la
misma, o de la derecha con signo contrario.
Para las piezas verticales, se tomará el momento de la resultante de
las fuerzas ubicadas por debajo de la sección considerada, o el de la
Filt> 8 . 27. resultante de las que quedan por encima, con signo contrario.

Los elementos verticales o indinados de los pórticos se denominan b) Esfuerzos de oorte.


pilares, y los horizontales, viAa o dintel del pórtico. Para piezas horizontales o inclinadas, se considerará en magnitud y
"
La figura 8.27 e muestra un tipo de p6rtico denominado atirantado. signo, la componente paralela al plano de la sección considerada, de la
Está constituido por dos chapas articuladas entre sí y vinculadas por una resultante de las fuerzas a la izquierda de la misma. En caso de trabajar
biela (o tirante), e rticulada a cada una de las chapas. El conjunto es con las fu erzas de la derecha, se cambiará el signo.
rígido e indeformable, poseyendo tres grados de libertad, por lo que re· Para piezas verticales, se considerará la proyección sobre el plano
quiere tres cond iciones de vínculo a tierra para su fijación. de la 'sección considerada, de la resultante de las fuerzas ubicadas por
Las cargas que solicitan a los pórticos pueden ser concentradas o debajo de aquélla, o la correspondiente a las que actúan por encima de
distribuidas, o una combinación de ambas. En cuanto a su dirección, la sección, pero con signo cambiado.
pueden ser verticales, horizontales o normales a la dirección de las piezas
indinadas. Para estas últimas, las cargas distribuidas pueden estar dadas e) EsJuerzos normales.
por metro lineal de proyección (vertical u horizontal), por metro lineal Tanto para piezas verticales, horizontales o inclinadas, el esfuerzo
de desa rrollo de la pieza o bien normales a la misma. lJa figura 8.28 normal estará dado en magnitud por la proyeceión normal al plano de
aclara los tres casos mencionados. la sección, de la resultante de las fuerzas ubicadas a un lado de la misma.
SIST1!MAS PLANOS DI: ALMA LutNA 445
446 J,.()S SUITEMAS DE AI:.WA t.L&NA

En este caso, es indistinto que se trabaje con las fuerzas de la izquierda o cular de las fuertal que actúen IObre el mismo. .t.ste, referido al primer
de la derecha, de abajo o de arriba, por cuaRto el signo del esfuerzo no rmal lado comenzando por la izquies-da --o por abajo según el calO-- nos dará
resulta de 'Si la componente axi! de la resultante considerada com prime o el diagrama de momentos f1exores buscado. Dicho primer lado le hace
tracciona la secci6n. En el primer caso el esfuerzo normal será ne¡jldivo coincidir con el eje del tramo correspondiente, a e fectos de que el die-
y en el segundo, pmitivo. /Vama de momentos flexor es resulte referido al eje de la pieza.
Finalmente, es necesario establecer una convención para la repre- Considerem os el pórtico de la figura 8.29, sujeto a la acción de dOl
sentación de los distintos diagramas. En lo que respecta a los diagramas cargas concentradas P I y P" aplicadas en los pilares, y una carga uni-
de momentos flexores , convendremos en llevar las o rdenadas positivas formemente distri buida de intensidad P. actuando sobre el dintel El
en el sent ido en que actúan las fuerzas aplicadas en e l tramo para el q ue pórtico posee un tramo en voladizo DE.
se traza e l diagrama, y las neAativas en sentido contra.rio. Determinadas las reacciones de vínculo -gráficamente en e l ejemplo
Para el diagram,a de esfuerzos de corte, llevaremos las orden,adas con considerado-, construimos un polígono de fuerzas, comenzando por R ...
el mismo sentido que la componente de la resultante izquierda o de abajo, Y llevando una a continuación de la otra, las fuerzas y reacciones, en el
q ue da origen al esfuerzo de corte. E n cuanto al di,agram.a de esf.uerzos orden en que aparecen recorriendo la estructura en sentido cíclico.
normales, es indistinto el sentido en que se dibujen los di.agramas. No Considerem os primeramente el tramo A C. Sobre el mismo actúan
obstante convendremos en representar hacia la derecha y hacia abajo, la reacción R ... y la fue rza exterior P I. El momento de R... respecto
las ordenadas positivas. del baricentro de una secci6n cualquiera será, de acuerdo con el !teorema
P or ettar los pórticos conMituidos por una sucesión de tramos, los de Varignon, igual a la suma de los momentos de sus componentes nor-
diagra mas de car acterísticas 'Se subdividirán en diagram as parciales, co- m a l y paralela al eje de la pieza. D e estas últimas, la aegunda tiene
rrespondiendo uno a coda 'tramo. E stos diagramas parciales se acostumbra momento nulo respecto del baricentro de cualquier lección, por pasar I U
a referirlos a los ejes de las distintas bar-ras que constituyen el pórtico. recta de acción por el mismo. En consecuencia, interesa sólo el momento
Existen tres procedimientos para el trazado de diagra mas de carac- de la componente normal al eje de la pieza. Lo mismo ocurre con las
terística~ en pórticos: fuerzas exteriores aplicadas. En este caso especial, por ser PI normal
al eje de la pieza, IU componente &xii es nula.
a) Gtilfioo.
Trazado en el polígono de fuerzas un eje m-m, normal a l eje de
b) Grifioo-numérico. la pieza A C, proyectamos el origen y extremo de los vectores represen-
c) Numérico o anaHtico. tativos de R ... y Po¡, obteniendo los vectores l~O y 2-1, que corres-
ponden a las componentes normales al eje de AC de las fuerzas que
A continuación, trataremos los tres métodos, desarrollando ejemplos
actúan sobre el mismo. E l polígono funicular de estas fuer zas, referido
a ·los efectos de aclarar conceptos.
a su primer lado, será el diagrama de momentos flexores para e l tramo
" AC . Como dicho primer lado debe coincidir con el eje del tramo, el
rayo polar correspondiente, que debe pasar por el origen del vector 1-0
8 . 1 . 18 . Método grMico para el trazado de diagramas de características debe ser paralelo a A C . Trazando, en conaecuencia, por O una paralela
en pórticos. a AC obtenemos el primer rayo polar, sobre el qUe d ebe encontrarse
e l polo 0 1.
a) MomentO/J /lexot"OB. La distancia polar h , la fijamos de modo que el diagra ma de mo-
mentos f1exores resulte en una escala conveniente. F a lta sólo ubica!' 1a
Hemos visto a nteriormente, que las ordenadas comprendidas entre posición del polo. P ara hacerlo, razona mos como ligue :
el polígono funicula r de un sistem a de fuerzas paralelas y su primer lado, En una sección infinitamente próxima a la derecha de A, el m~
en la escala correspondiente, nos dan los valores de los momeotos de las m ento flexor tendrá el signo del momento de R J. respecto del baricentro
fuerzas ubicadas a un lado de la sección que se consid.ere. Como por de la m isma, es decir, positivo en este caso. Como hemos convenido en
definici6n, este último concepto corresponde al del momento (laxar, en representa r las ordenadas positivas en el sentido en q ue actúan lal fuerzal
u.n pórtico determinado bastará trazar, para ca da tramo, el polígono funi- exteriores. corresponde que dicha ordenada esté dirigida hacia adoniro
/
/
SI SttMAS PLANOS DE ALMA LLENA 447 448

del pórtico, y .como relsulta med ida entre el segundo y el pri~ er lados del /
/
funicular, se t iene que este segundo .lado debe estar dirigido hacia el /
interior del pór tico, siendo su pendiente con respecto a la horizontal tra- Fig. 8 .29
zada por A , menor que la del primer lado. E n consecuencia, el polo O,
1 deberá encontrarse ubicado hacia afuer a, a efectos de q ue la pendiente
I,, del rayo polar 0 , . 1 resulte menor que la del 0 , - 0 . Ubicado en esta
forma el polo O 1 trazamos e l polígono funicular haciendo coincidir su
primer lado con el eje del tramo A c. El segundo lado pasará por A ,
punto en que el primer lado corta la recta de acción de la componente
tangencia l Q" de R " . E l segundo lado corta la recta de ·acción de PI
en M, punto por donde pasa el tercero y último lado que, prolongaClo R
hasta la normal a AC trazada por C, define la ordenada ce', que
representa en la escala correspondiente, el momento flexor. en la sección
extrema derecha de la pieza A C . (a )
Pasemos a analizar ahora el dintel del pórtico. La concurre ncia en
D de t res p iezas: CD , BD y D E, hace necesario considerar inde-
pendientemente dos partes del d intel, el tramo e n y el voladizo DE .
Si imaginamos reducido el sistema R " , P , - fuerzas aplicadas en / P,
//

/\--Ro -----
AC- al centro de reducción C, nos enconrtTamos que en el nudo e ac- / lA.
túan una resultante y un par de reducción. La re"3ultante de reducción
lo se rá de las fuerzas R ,1 Y P l1 Y el par tendrá por momento al mo-
o~/
/
mento respecto de C de aquéllas dos fuerzas, es decir que su intensidad ~, \
será la del momento f1exor en e, representado en el diagrama por la '\ ............. \
ordenada ee'. '\,'~\' R
En consecuencia, al analizar el t ramo e D , debemos considerar las ,
\ \ "
sigu ientes acciones exteriores: una fuerza R e Y un par M fJ , aplicados
en e, y la carga distribuida sobre C D, cuya resultante es R ; = pi, . ',\ 1>,', Ro
El efecto del par será consttante a 19 largo de la pieza, 10 que gráficamente
equivale a trasladar el eje de r~érencia CD paralelamente, asimismo,
de la distancia CC" = ce', que en escala representa el momento flexor
" en e ( igual al momento del par).
Estamos ahora en condiciones de t razar el diagrama de momentos
flexores para el tramo C D. Proyectando en el polígono de fuerzas los
vectores representativos de R o y R~ sobre el eje n _n normal a CD.
obtenemos los vectores 1..() y 2-1, representativos de las componentes
tangenciales de R e y R ;, respectivamente.
El primer rayo polar debe ser paralelo a C D . Trazando, en conse-
cuencia, por O una paralela a C D, ubicamos sobre -esta recta el polo
O 2 a la misma distancia polar h utilizada para el polígono funicu lar
correspondiente al tramo AC, con el objeto de mantener la escala del
diagrama de momentos flexores.
Un razonamiento análogo al efectuado para el t ramo A C. nos con-
d uce a que el polo debe estar ubicado hacia afuera del polígono de fuer-
449 450 LOS SISTEMAS OE ALMA LUNA 8

zas. El primer lado del funicular será paralelo a e D y pasará por e",
concurriendo en este punto con el segundo lado. que a su vez cortará la
recta de acción de R ; en S, punto éste por donde pasará el tercero y
último lado. El tercer lado determina sobre la vertical de D , un seg-
mento DD" que en la escala de momentos representa el momento f1exor
en la sección extrema derecha de la pieza e D , es decir, infinitamente
próxima a la izquierda del nudo D.
Por tratarse de una carga distribuida uniformemente, el segundo y
tercer lados del funicular aSl trazado son las tangentes extremas del arco
de parábola que constituye la curva funicular correspondiente. Trazada
la parábola en la forma conocida, queda completado el diagrama de m~
mentos llexores para el tramo eD.
Cabe hacer notar que, en este caso, dada la configuraci6n del sistema
y las magnitudes relativas de las fuerzas exteriores aplicadas, el diagrama
de momentos f1exores para el tramo e D resulta ubicado en su totalidad
por encima del eje de referencia, es decir, que todas sus ordenadas son
, negativas.
'a
t;------'''''':;I 2 P asamos ahora a considerar el tramo en voladizo DE. Por razones
de sencillez operativa, conviene en este caso trabajar con las fuerzas que
actúan a la derecha de las secciones consideradas, cambiando el signo a
los momentos resultantes, para obtener los momentos flexores..
A la derecha de la sección extrema jzquierda del voladizo, es decir,
infinitamente próxima a la derecha del nudo D . actúa la carga repartida
P. sobre la longitud lt , siendo su resultante R;' = p/ t .
Para que el polígono funicular de esta carga, que referido a su primer
lado nos dará el diagrama de momentos f1exores, resulte orientado de
acuerdo con la convención adoptada, en lugar de cambiar de signo a los
momentos, cambiamos el sent ido a R ~. En consecuencia, el primer rayo
polar pasará por el extremo del vector representativo de R;'. en lugar
de hacerlo por su origen. Luego, trazando por O, extremo de la pr~
yecci6n de R ~' sobre n·n, una hotizontal, ubicamos sobre la misma y
hacia afuera, a una drstancia h (la misma anterior) el polo O ~ . El
primer lado del funicular, paralelo a 0.0 3 , lo trazamos cointidente con
el eje del voladizo, hasta cortar en T la recta de acción de R ~. Por
dicho punto pasará el segundo lado del funicular, que determina sobre la
vertical de D un segmento DD' que eU' la escala correspondiente nos
da el valor del momento f1exor en la sección extrema izquierda de la
pieza DE , es decir, infinitamente próxima a la derecha del nudo D .
En la sección extrema derecha E . el momento flexor es nulo, por
.?(ÍI'ig. 8.29.
cuanto a la derecha de la misma no existen fuerzas aplicadas.
Los dos lados del polígono funicular que hemos trazado, constituyen
(escala ' dobíe) las tangentes extremas de la parábola cuadrática que corresponde a la

(d)
StST&MAS PLANOS DE ALMA LLENA 4S1 452 8

curva funicular de la carga p, la qu~ trazada en la forma vista completa fuerzas opuestas, tangenciales y normales, pero prescindiremos de ellas
el diagrama de momentos flexores para el voladizo DE. pues no interesan a los efectos de nuestra demostración.
Consideremos finalmente el pilar B D. Sobre el mismo actúan la Aislado el nudo, nos encontramos que en las tres car8'3 de las sec·
reacción R lJ (de la que únicamente nos interesa su componente tangen· ciones actúan pares M 1 ; M , Y M~ que representan, respectivamente,
cial Qs) Y la fuerza P" las que aparecen en ese orden al recorrer el los momentos de las resultantes izquierda, derecha y de abajo con respecto
pilar de abajo hacia arriba. Proyectando ambas fuerzas sobre la normal a los baricentros de las mismas. Como el nudo pertenece a un sistema
s -s al eje del pilar, encontramos que el orden en 'que aparecen en la de puntos materiales en equilibrio, considerado aislado, debe continuar
proyección se encuentra invertido con respecto al indicado antes. Si cam· en equilibrio_ En consecuencia, para que éste se verüique debe tenerse:
biamos sus sentidos, el orden correspondiente se restablece, pero entonces,
para conservar el signo de los momentos flexores y a fin de que su dia· (8.84]
grama resulte orientado conforme con la convenci6n adoptada, es nece.
sario invertir simultáneamente la posición del polo, que debe ubicarse de donde
hacia adentro. (8.85]
En consecuencia, trazando una paralela al eje del pilar por el extre-
mo de la proyecci6n del vector representativo de Ro --que por el cambio Ahora bien, siendo M,el momento de las fuerzas de la izquierda
de sentido se convi~rte en origen 0 - ubicamos hacia adentro y a la de la sección considerada, respecto de su baricentro, corresponderá en
distancia h, el cuarto polo O •. Completados 103 rayos polares, trazamos magnitud y signo al momento flexor en aquélla, es deeir que tendremos
por B, punto en que el primer lado del funicular -coincidente con
BD- corta la recta de acción de Qs. el segundo lado que a su vez corta (8.86]
la recta de acci6n de P, en N, punto éste por donde pasa el tercero
y último lado, que determina sobre la horizontal de D el segmento En cambio, para la seeción infinitamente próxima a la derecha del
D D '" . Este segmento, leído en la escala de momentos f1exores da el valor nudo, MI, que representa el momento de las fuerzas de la dereeha con
del correspondiente a la sección extrema superior del pilar, es decir, infi· respecto al baricentro de la misma, tendrá igual intensidad pero signo
nitamente próxima abajo del nudo D_ contrario al del momento f1exor en la sección, es decir .
Como control de cierte, el segmento D' D " debe ser igual al DD"',
por las razones que expondremos a continuación. (8 .87]
Consideremos, figura 8.30, un nudo al que concurren tres barras
de un pórtico, sujeto a un estado determinado de cargas. Imaginemos que
Finalmente, siendo M s el momento de las fuerzas ubicadas abajo
cortamos las piezas que concurren al nudo por sus secciones infinita·
de la sección infinitamente próxima por debajo d~1 nudo, coincidirá en
mente próximas a la izquierda, derecha . y abajo del mismo. Para man·
magnitud y signo con el correspondiente momento flexor, o sea
tener el equi librio es neeesario aplicar en cada sección dos pares (M, y
- M I ; M I Y - M I ; M I y -M 3 ) opuestos entre sí, actuando uno en
(8.88]
cada cara de la sección. Además, es necesario aplicar conjuntos de dos

Reemplazando estos valores en la [S. SS] llegamos a

(8.89]

expresión que establece el equilibrio del nudo, y que constituye un con-


trol de cierre.
( b¡ Aplicando la expresión anterior al ejemplo desarrollado en la figura
8.29, tenemos
Fig. 8.30. :.M, <O (8 .90]
SISUMAS PLANOS DE ALMA LL&NA
". LOS SlSTEMAS DI!: ÁLMA u.JtNA

reemplazando signos en [8.89] corresponde al recorrer la pieza de izquierda a derecha, pero si lo estarán
si cambiamos el sentido de aquéllas. Este cambio de signo de las pro-
M. = -(-M, + .M. l [8.91) yecciones hace que el diagrama, eligiendo el polo hacia afuera, resulte
orientado, . por cuanto debe recordarse que el polígono funicular referido
pero siendo IMI l> I M Il . la suma del paréntesis es < O, es decir al lado extremo, nos da en este caso los momehtos de las fuerzas ubicadas
que el momento rtexor en la sección extrema superior del pilar B D debe a la derecha, al que es necesario cambiar de signo para obtener el mo-
ser positivo, cosa que efectivamente ocurre, como resulta del diagrama. mento f1exor.
La expresi6n [8.89] nos permite trazar el diagrama de momentos
flexores para el pilar, partiendo de su extremo superior. En efecto, cono-
cidO"i los valor" de los momentos flexores en las ~ecciones extrema dere_
cha de la pieza CD y extrema izquierda del voladizo, mediante la [8.89]
calculamos en magnitud y signo el momento f1exor en la sección extrema I
I
superior del pilar, que leído en la escala correspondiente, nos permite I
I
representar, orientada, la ordenada DD"'. El punto D'" será el de I Ro
arranque del polígono funicular. En este ca~o, al proyectar sobre el eje I
I
s·s las fuerzas actuantes sobre el pilar, las proyecciones resultan ubicadas I
en el orden que corresponde, como es fácil observar. No obstante, como I
I
P,
estamos considerando ahora fuerzas que actúan por encima de las distin- \ I I
I

ip'
I I S
tas secciones, para que el diagrama resulte orientado es necesario cambiar

el signo de los momentos resultantes, o lo que es 10 mismo, invertir la po_
sici6n del polo, el que en lugar de encontrarse ubicado hacia afuera del
polígono de fuerzas, debe encontrarse hacia adentro del mismo.
Como es dado observar, la construcción resulta idéntica a la utilizada
al efectuar el trazado del polígono funicular comenzando por el extremo
inferior del pilar.
Si el pilar derecho del pÓrtico de la fiiUra 8.29, en IURar de ser
. vertical fuera inclinado, las consideraciones para el trazado del corres- Fi¡. 8.31.
pondiente polígono funicular, así como también la expresión [8.89], cam-
bian. En efecto, si la pieza es inclinada, el momento f1 exor tiene el signo Resulta de interés destacar que la simple variaci6n de inclinaci6n
del momento de las fuerzas de la izquierda. Supongamos que en el pórtico del pilar, cambia el signo de los momentos fIexores -en el mismo! hecho
de la figura 8.29, el pilar derecho fuera ligeramente inclinado hacia la que se debe exclusivamente a las convenciones adoptadas.
izquierda, es decir, que el punto B estuviera desplazado hacia la derecha. En lo que se refiere a la expresión [8.89], cuando el pilar derecho
La configuraci6n general de los diagramas de momentos f1exores en es inclinado, se tiene que
los tramos A C, C D y D E no se modificaría sustancialmente, salvo .M 3 = -.MI [8 . 92)
ligeras variaciones en la magnitud de los momentos flexores.
Ahora bien, estando Q8, componente tangencial de R s , dirigida resultando, en consecuencia,
hacia la izquierda, figura 8.31, su momento respecto d el barÍcentro de
una sección infinitamente pr6xima a la izquierda de B será positivo, y [8.93)
el momento f1exor en dicha sección, negativo. En consecuencia, corres-
ponde que la ordenada que lo represente en el diagrama, esté dirigida
b) E sfuerzos de corte.
hacia la derecha, es decir, en sentido contrario a la fuerza P z. Proyec-
tando las fuerzas sobre B~ _SI, normal al eje del pilar, encontramos nue- En la sección A del pÓrtico de la figura 8.29, el esfuerzo de corte
vamente que las proyecciones no se encuentran ubicadas en el orden que está dado en intensidad y signo por la proyecci6n Q" sobre el plano de
SISTEMAS PLANOS DE ALMA LLENA 4SS

la ' sección, de la ;reacción de vínculo R A ' Dicha proyección, por tener En las secciones sucesivas, hasta llegar a aquella en que actúa P ~ ,
a su vez proyección positiva sobre el eje director z, será positiva. al no existir ninguna nueva fuerza, el esfuerzo de corle se mantiene cons-
Para cualquier sección comprendida entre A y el punto de aplica- tante, y su diagrama representativo será una recta paralela al -sje de
ción de P " la resultante izquierda es siempre la misma, es decir, R A • y referencia. Al pasar a la sección inmediatamente por encima de la que
en consecuencia el esfuerzo de corte será constante e igual a QA ' Por lo actúa P" el esfuerzo de corte se incrementa en la intensidad de esta
tanto, en dicha zona, el diagrama de esfuerzos de corte será una recta última fuena, siendo su vector representativo el 2·0 en el polígono de
paralela al eje de referencia. Al pasar a la derecha de la sección en que fuerzas de polo O., manteniéndose luego constante hasta la sección
actúa P" se suma ésta en toda su intensidad, por ser normal al eje de extrema superior del pUar.
AC. El valor del esfuerzo de corte para la sección infinitamente próxima
a la derecha, está dado por el vector 2·0 en el polígono de fuerzas de c) EBfuerzoa norms.lee.
polo O , . No actuando entre dicha sección y e ninguna nueva fuerza,
el esfuerzo de corte se mantendrá constante, por lo que su diagrama será En la sección A, extrema izquierda del tramo AC, el esfuerzo
otra recta paralela al eje de referencia. normal es igual a la componente de R A según la dirección A C I Y su
Pasemos a considerar ahora el tramo e D. La resultante de las vector representativo es el N A en el polígono de fuerzas. Dicho esfuerzo
fuerzas Que actúan a la izquierda de su sección extrema izquierda es R e , normal es ne~ativo, por cuanto tiende a comprimir la. sección. Por otra
Que proyectada sobre el eje vertical non nos da el vector 1.0. repre- parle, la única fuerza actuante eritre A y C es Pt ~ que por ser normal
se ntativo del ~fuerzo de corte en dicha sección. Enconltrándose cargado a AC tiene proyección axil nula. En consecuencia, a 10 largo de AC el
el tramo eD con una carga uniformemente distribuida, la variación del esfuerzo normal será constante, y su diagrama representativo, una recta
esfuerzo de corte a lo largo del mismo será lineal. En consecuencia, para paralela al eje de referencia. Otro tanto ocurre con el tramo C D. En
trazar el diagrama correspondiente, bastará conocer la ordenada corres- efecto, para la sección extrema izquierda de este tramo, el esfuerzo normal
pondiente a la sección extrema derecha, representativa del esfuerzo de está dado por la proyección sobre la dirección e D de la resultante R e
corte en la se;cción infinitamente próxima a la izquierda de D. Dicho de las fuerzas Que actúan a la izquierda de C, siendo su vector repre-
esfuerzo de corte será igual a la proyección 's obre la normal a e D , de la sentativo el N e en _el polígono de fuerzas de polo 0 1 • Su sentido será
resulitante de las fuerzas ubicadas a la izquierda de D, Y su vector repre- negativo por cuanto tiende a comprimir la sección. Por otra parte, la
sentativo será el 2 -1 en el polígono de fuerzas de polo O~ . Conocidas carga distribuida a lo largo de C D es normal a dicho ltramo, 'Siendo nula
las ordenadas extremas del diagrama, éste Queda definido por la recta su componente axil. En consecuencia, el esfuerzo normal se mantendrá
C, D, de :a ,f igura 8,29 c. El 's igno del diagrama surge de la consideración constante, y su diagrama representativo será una recta paralela al eje
del signo de los vectores }·O y 2 -0, El primero será negativo por -e star de referencia.
dirigido hacia arriba (proyección negativa sobre e l eje y) y el segundo En el tramo en voladizo, el esfuerzo normal es nulo para todas las
positivo, por ser d e sentido contrario al anterior. secciones. En efecto, cualquiera sea la sección que consideremos, las fuer·
Para el tramo en voladizo, basta ~nocer el esfuerzo de corte en su zas que actúan a la derecha de la misma son normales al eje del voladizo
sección extrema izquierda, que será igual en ·intensidad pero de sentido y en consecuencia serán nulas sus componentes axiles.
contrarip al de la resultante R;', Llevando este valor. con el signo co- Finalmente, en la sección B del pilar B D. el esfuerzo normal será
rrespondiente en la escala de esfuerzos de corte, sobre la vertical de D, igual a la componente axi! de la reacción R s , cuyo vector representativo
Y uniendo el extremo del segmento así determinado con E, obtenemos es N s en el polígono de fuerzas. Como dicha componente tiende a com-
el diagrama buscado, Que debe resultar paralelo a la recta e, D " por primir la sección, el signo del esfuerzo normal será negativo. Siendo la
cuanto la intensidad de la carg.e. p se mantiene constante en ambos ;tra- fuerza ·P 2 normal al eje de B D, su componente axit será nula, y el
mos. En la secci6n B, extrema inferiar del pilar B D, el esfuerzo de esfuerzo nonnal, para cualquier sección comprendida entre B y D serÁ
corte es igual a la componente tangencial OH de la reacción R a , Y constante, y su diagrama representativo Wla recta paralela al eje de
será positivo por serlo la proyección de Qs sobre el eje director z. referencia.
SIST~M AS PLANOS D~ ALMA LLENA

F ig. 8.32.
8. 1. 14. Mél.odo gráficl>Dumérico p ara el trazado de d iagramas de carac-
terísticas e n p6rticos.

E l procedimiento gráCico-numérico consiste en determinar analítica-


mcote los valores de los esfuerzos característicos e n determinadas seccio-
nes de los pórticos, y luego de representado.:;, completar el 1trazado de los
diagramas util izando los procedimientos gráficos que en cada caso co-
rresponda.
Para aclarar conceptos, a nal izaremos el trazado de los diRgrRmRs de
momentos flexo res, esfuerzos de corte y norm::des, del pórtico de la Bgura
8.32. Se trata de una estructura isostática, vinculada mediante una arti-
culaci6n fija en A y un apoyo móvil, vertical, e n B , sujeta a la acción
de una carga ·triangula r de intensidad máxima p , aplicada normalmente
a l pila r AC y otra uniformemente distribuida por unid-ad de longit ud
sobre la proyección horizontal del dintel, y de intensidad constante p z .
En prime r término, es ne<:esa rio determinar las reacciones de vínculo,
para lo que emplearemos el método analítico, utilizando dos ecuaciones
de proyecci6n sobre los ejes z é y , y una ecuación de momentos con
respecto a A , elegido por comodidad. El planteo de las t res ecuaciones
nos condUCe a las s iguientes expresiones:
¿
V A + R 'I + P2(l. + 1~ ) = 0 I------~------l R8
V.
"t
HA - 1f2p,h¡ =O
R lr h + I /u p¡ h f + V2 p ~ (l l + ll1 ) 2= 0 .
} [8.94 ]

Despejados los valores de H " , V:. y R B , resultan ser positivo el


primero y negativos los dos últimos. Conocidos los valores de las reac-
ciones de vínculo, bastará calcular analíticamente los valores de los es-
fuerzos característicos en las secciones extremas de las p:ezas AC, C D ,
DE Y DB, representarlos gráficamente conforme con las convenciones
adoptadas, y luego hacer pasar por los extremos de las ordenadas que
los representan, las curvas o rectas, según el caso, que representen las
func iones que definen las variaciones de los esfuerzos característicos a
19 largo de la pieza considerada. Analizaremos a continuaci6n, indepen-
dientemente, la construcción de los tres diagramas.

a) Dia~rama de momentos flexores.


Consideremos el pilar A C. E n la se<:clon extrema infer ior A, el
momento f1exor es nulo, por cuanto la reacción R .. pasa por el baricentro
de aquélla. En la sección extrema superior e, el momento f1exor será
igual a la suma de los momentos, respecto de su baricentro, de H AY
SIsn!:MAS PLANOS DE ALMA LLENA ... LOS SIST&MAS DI!. ALMA LL1:NA 8

R " por cuanto el momento·de VA es nulo. Como las dos primeras cons-
tituyen un par, de acuerdo con la segunda de las [8 .94] , el momento
flexor en e valdrá:

[8 . 95]

siendo su signo positivo.


Adoptada una escala de momentos flexores, llevamos, a partir de e ,
horizontalmente y hacia la derecha, un segmento ee', que en la escala
adoptada represente el momento f1exor en e, dado por la [8 .951 . La
curva representativa del diagrama de momentos f1exores entre A y C
será una parábola cúbica. P ara trazarla es necesario conocer sus tan-
gentes extremas.
Recordemos que las tangentes extremas de una curva funicular se
cortan sobre la recta de acción de la resultante de la carga correspon-
diente. Por otra parte, dicha3 tangentes extremas definen sobre la paralela
a la resultante trazada por uno de los puntos extremos de tangencia, un
B' segmento que en la escala de momentos llezores representa el momento
de la resultante respecto de dicho punto.
Llevando, en consecuencia, horizontalmente, a partir de A el seg-
mento AA', representativo en la escala adoptada del momento de R ,
respecto de A , obtenemos el punto A' que unido con el C, determina
la tangente en este último punto a la curva funicular de la carga trian-
gular, que referida a A C corresponde al diagrama de momentos f1exores
buscado. L a segunda tangente extrema la obt enemos uniendo A con el
punto K en que la primera tangente eOJita la recta de acción de R , .
Considerando ahora esta última como divisoria de cargas, completamos
el t razado de la parábola cúbica por tangentes y tenemos así comple-
tado el diagrama de momentos f1exores para el pilar A C .
P asamos ahora al tramo CD . El momento flexor en la sección ex-
trema izquierda del tramo e D es el mismo que para la sección extrema
superior del AC, que acabamos de determinar. En consecuencia, reba-
t iendo hacia abajo y sobre la normal en C al t ramo CD el segmento
CC', obtenemos un punto C" por el que pasará el diagrama de momen-
tos f1 exores de CD. La fun ción que define este diagrama será una pará·
bola cuadrática. P ara trazarla necesitamos conocer en primer lugar otro
punto de la misma : la ordenada en la sección extrema derecha D , que
corresponde al momento flexor en la misma. Su expresi6n será:
B'

En el caso que estamos analizando, como no conocemoil los valores


F ig. 8.32. numéricos de los distintos términos d e la [8 . 96], no podemos determinar
8ISTZMAS .PLANOS DS ALMA. LLaNA. 461 462 LOS SISTEMAS DI!; ALMA LLItNA

el valor absoluto ni el signo del momento flexor M~. No obstante Pero como ambas cargas son equivalentes, debemos tener
ello, determinaremos su signo en base a las consideraciones siguientes. El
momento flexor M'; en la sección extrema izquierda del voladizo es
negativo y el M;', en la sección extrema izquierda del 'Pilar B D, po-
R = pI = p"s [8.99J
de donde
sitivo, por cuanto R B es negativa, pero se trata de Wla fuerza que actúa 1
a la derecha. Por otra parte, es evidente que R B es mayor, en valor Po = p-. [8.100J
absoluto, que R 3. En consecuencia, resulta 1M;:' I > I M;: I . •
Reemplazando en la [8.93] y despejando M~, tenemOl Llamando o. al ángulo que forma la dirección de la barra con la
horizontal, se tiene
[8.97J :::;: cosa [8.10IJ

es decir que el momento flexor M~ será en este caso, pÓsitivo. Si bien
no conocemos su valor absoluto, supondremos que sea un poco menor de donde, reemplazando en [8.100]
que el de :Al! c . Llevando por D y normalmente a C D el segmento
D D' que en escala represente el valor de M;, obtenemos un se~do PQ :::;: p.cosa . [8.102J
punto por donde pasará el diagrama de momentos f1exores.
Sea ahora la misma carga p distribuida sobre la proyección hori-
Para trazar la curva funicular, que referida a CD representará di-
zontal de la longitud de una barra AB, y nos interesa conocer la inten-
cho diagrama, debemos tener en cuenta que la carga distribuida, lo es
sidad de la catga distribuida p' sobre la longitud 8 de aquélla, que
por unidad de longitud de proyección horizontal del tramo CD.
actúa normalmente a la misma, y cuya resultante es la proyección normal
Consideremos, figura 8.33 a, una barra AB sobre la que actúa una a AB de la resultante R de la carga p.
carga de intensidad p, distribuida sobre la proyección horizontal de la Llamando R' a la resultante de p' tenemos
barra. Llamemos Po a la intensidad de la carga vertical equivalente,
distribuida por unidad de longitud de la pieza, cuya longitud es 8. La R' :::;: R.cosa [8.103J
resultante de la primera será

R :::;: pI. [8.98J pero R ' = p' s ; luego reemplazando en [8.103] y pasando s al segundo
miembro
R.cosa
p' =
, [8.104J

1IIIIIIIIIIIIilllllllllllll!I!11111111111111111111111111111! p
¡------ .- -- - .--1 Pero R = pI; de donde reemplazando en [8.104] y teniendo en cuenta
I ,q, que 1/s = cos a, resulta finalmente
I
I
I p' :::;: p.cos 2 a . [8.105J
I
I
La curva funicular de la carga p' será una parábola de 29 grado,
\ cuya flecha, como sabemos, vale f ::;;:¡ p ' s~/ 8. Ahora bien, teniendo en
(di \
cuenta qUe 1:::;: s. cos a y que p' = p. cos 2 a, reemplazando valores en
la [8.105] llegamos a

p . COS~(l.P p.f2
= = [8.106J
Fi¡. 8.33. 8 .cos 2 a 8
StST I!:M AS PLA NOS DI!: ALMA LLltNA 463 8

E s decir que la fl echa de ·la curva funicula r de la componente nor- en dicho punto, pasará por K", en que la tangente extrema derecha
mal a una pieza inclinada de una carga d isltribuida por unidad de lon- corta la recta de acción de la proyección normal a D E de la resul-
git ud, d é¡ proyección horizontal, es igual a la fl echa de la parábola que tante R s .
re presenta la curva funicular de esta última. Finalmente, el diagrama de momentos f1exores ' correspondiente al
Volviendo ahora a la figura 8 . 32, la curva fun icula r que pasa por pilar B D, será una recta, de ordenada nula en correspondencia con B.
e" y D ' , corresponde a la carga distribuida a lo la rgo de e D y c uya En efecto, por el baricentro de la sección B pasa la recta de acción de
R lJ , única fuerza que actúa a la derecha de aquélla, siendo nulo, en con-
inte nsidad es P~C= P2'COS ! U. P e ro, de acuerdo con la [ 8. 106 ] no es
secuencia, su momento. Por otra parte, entre B y D no actúa ninguna
necesario determina r previamente el valor de Po, s ino que bast ará lleva r
nueva fuerza . El máximo valor del momento flexor ocurrirá para la
a pa rtir del punto medio de la rect a e" D' y en dirección normal a eD,
sección extrema izquierda, es decir, inmediatamente a la derecha de D
en la escala de momentos f1e xores, el va lor 1 = P~ / 8 que nos define el
y su valor aedo
vérrtice de la pa rábola. D icho segmento, duplicado, nos da el punto de
intersección de las ta ngentes extremas a l arco de pa rábola. Conocidas [8.108]
éstas, el trazado de la parábola es inmediato.
Si bren el momentO 'de R lJ respecto del baricentro de la sección ex-
La determinación de las t angentes extremas al a rco de pará bola,
trema izquierda es negativo, el momento flexor correspondiente resulta
puede ta mbién efectuarse en la forma indicada pa ra el tramo AC , es de signo positivo, por tratarse de fuerzas que actúan a la derecha de la
decir, llevando a continuación de D D' un segmento de D' D'" que en la sección.
escala de momentos flexor.!s represente el momento de R ~ cos a con res-
pecto a D . El extremo de d icho segmento, unido con el punto C" de-
tenn ina la ta ngente en este últ imo punto a la curva fun icula r. La tangente b) Dü.tArBma de esfuerZ05 de ccrte.
en D ' se obtiene uniendo este punto con K ', punto e n que la pr imera
Comenzando por la sección A del pilar A C, tenemos que el es-
tangente corta la recta de acción de la proyección de R I sobre la normal
fuerzo de corte en la misma es igual ert magnitud y sentido a la compo-
a CD . nente H A. de la reacción en A. Dicha componente es positiva por serlo
En el tramo en voladizo DE, el diagra ma de momentos flexores su proyección sobre el eje director z _ En consecuencia, el esfuerzo de
tam bién estará representado por una parábola de 2 9 grado. corte en A también será positivo. Llevando en escala a partir de A y
La parábola pasará por E , por cuanto en dicha sección el momento hacia la izquierda, de acuerdo con la convención adoptada, un s egmento
1
fl exor es nulo, a l no existir fuerzas a la derecha de la m isma. P or otra AA , se obtiene la ordenada inferior del diagrama de esfuerzos de corte
parte, esta misma circunsta ncia' hace que en dicha sección también el correspondiente al pilar AC . En la sección extrema superior del mismo,
esfuerzo de cotte sea m~lo_ D e ahí que la tangente extrema e n coinci- es decir, infinitamente por debajo de C el esfuerzo de corte es nulo. En
dencia con E a l diagra ma de momentos f1 exores coincida con el eje de efecto, las únicas fuerzas que actúan por debajo de C y que dan origen
refe rencia, por cua nto su pendiente mide el valor de la ordenada corres- a esfuerzos de corte son H A Y la carga distribuida linealmente cuya re-
pondiente del diagra ma de es ~ue r zos de corte. sultante es R ¡ . Pero esta última resulta en este caso de igual intensidad
y sentido contrario a HA.' En consecuencia, la suma de sus proyecciones
En la sección extre ma izquierda del voladizo, es decir, inmediata-
sobre la normal a AC es nula.
mente a la derecha d e D , el momento flexor es igual al momento de la
resultante de las fue rzas de la derecha, con signo cambiado, es decir : Por otra parte, siendo nula la ordenada del diagrama de cargas en
correspondencia con la sección C del pilar, la tangente en dicha sección
[8.107] al diagra ma de esfuerzos de corte tendrá pendiente nula, es decir, su
dirección coincidirá con la del eje de referencia A C. Estamos ahora en
condiciones de trazar la parábola de segundo grado, representativa de la
E ste valor, representado en la escala de momentos fl exores nos con-
función qUe define la variación del esfuerzo de corte a lo largo de AC.
duce a la ordenada D D", por cuyo ext remo pasará la pa rábola que La misma pasará por A' y C y tendrá en este último punto tangente
define el diagra ma de momentos flexores buscado. La tangente al m ismo vertical. El trazado se completa por tangentes en la forma conocida.
SISTEMAS PLANOS DE ALMA LLENA 465 466 8

En la sección extrema izquierda del dintel eD, es decir, inmedia- En la sección extrema izquierda de la pieza CD el esfu~rzo normal
tamente a la derecha de e, el esfuerzo de corte será igual en magnitud será igual a la proyecci6n de V,¡ sobre la direcci6n del eje de la pieza,
y signo a la proyección sobre la dirección normal a CD de VA , por por cuanto la suma de las proyecciones de H,¡ y Rl sobre dicha direc-
cuanto la suma de las proyecciones de H AY R. es nula. ción es nula. La variación a lo largo de e D será lineal, y su diagrama
Tendremos así que representativo una recta que pasará por e" y D' , siendo D D' la
ordenada qUe en escala representa el valor del esfuerzo normal en la
Qnc = v;.. cos a [8.109]
sección extrema derecha de e D ; Y cuya expresi6n es
con signo positivo, por serlo su proyeccion sobre el eje director z.
:J(~ :a: V ... •aena- p..l¡.sena. [8.111]
La variación del esfuerzo de corte a lo largo de e D responde a una
función lineal, por ser constante la función de carga. En consecuencia,
para el trazado del correspondiente diagrama, s610 es necesario conocer No existiendo fuerzas a la derecha de la secci6n E del voladizo, el
otro punto del mismo que en este caso será el extremo de la ordenada esfuerzo normal en la misma es nulo. El diagrama correspondiente a
representativa del esfuerzo de corte en la sección extrema derecha del DE será una recta, de ordenada nula en E y máxima en corresponden-
tramo. Su expresión será: cia con la secci6n extrema izquierda, y de valor

QDa = ~,.cosa-p~.I I. cosa [8 . 110] [8.112]

y su signo negativo, por ser R~ mayor en valor absoluto que V ,(. Ubi- Finalmente, el diagrama de esfuerzos normales para el pilar B D se
cado el punto D', unido mediante una recta con el e', obtenemos el reduce a una recta, paralela al eje de referencia por ser constante el
diagrama de esfuerzos de corte correspondiente al tramo eD. esfuerzo de corte a lo largo de la pieza. En efecto, sobre la misma actúa
Para el tramo en voladizo, el trazado del diagrama de esfuerzos de únicamente la reacción R o Y la expresión del esfueuo normal será:
corte es simple. En efecto, siendo la ordenada del diagrama de carga:.'!
de ambos tramos la misma, la pendiente de los diagramas de esfuerzos [8 . 113]
de corte correspondientes, será también la misma. Por otra parte, al no
existir fuerzas a la derecha de la sección E, el esfuerzo de corte e~ donde ~ es el ángulo que forma la dirección de R B con la de B D .
correspondencia con la misma será nulo. Luego, si por E trazamos una
recta paralela a la que define el diagrama de esfuerzos de corte del tramo
e D, obtenemos el diagrama buscado. Su signo será positivo por cuanto,
para cualquie r sección del voladizo, la resultante de las fucrzDs de la 8.1.15. Método analítico (o numérico) para el trazado de diagramas de
derecha tiene componente tangencial cuya proyección sobre el eje direc- características en pórticos.
tor z es negativa, por lo qUe el esfuerzo de corte será positivo.
Finalmente, para el pilar B D el esfuerzo de corte será constante El procedimiento analítico, o numérico, es de aplicación en aquellos
para cualquier sección del mismo, e igual a la proyección, con signo con- casos en que, por la configuraci6n del sistema o por la naturaleza de las
trario, sobre la normal a B D, de la reacción R u . cargas, no son de aplicación ninguno de los métodos analizados en los
parágrafos 8.1.13 y 8.1.14.
c) Diagrama de esfuerzos normales. El procedimiento consiste simplemente en calcular numéricamente
el valor del esfuerzo característico qUe se considere, para una serie de
Para el pilar Ae. tanto H " como R¡ tienen componentes axiles secciones conveniente~ente elegidas. Luego, representar dichos valores
nulas. En consecuencia, para cualquier sección comprendida entre A y mediante ordenadas orientadas y paralelas a las correspondientes seccio-
e, el esfuerzo normal será constante e igual en intensidad a V". Su nes, y unir mediante una curva los extremos de las mismas. La curva 8'31
signo será negativo por tratarse de un esfuerzo que tiende a comprimir obtenida, referida al eje de la estructura o apaItte de la estructura, nos da
las secciones. el diagrama de la característica considerada.
. 1 '67 '68 LOS 8lSTD4AS D& ALMA. LLENA.

Aclararemos los conceptos anteriores, desarrollando el ejemplo de B la mitad izquierda de la misma. Evidentemente, en este caso no son
la figura 8 . 34, limitándonos a la determinación del diagrama de mo- aplicables los procedimientos gráfico ' y gr6:fico-numérico.
mentos f1exores. Para resolver el problema, consideramos una sucesi6n de secciones
normales 1-1; 2-2; ... ; 7-7, que dividan la carga distribuida en
forma que 10$ diagramas parciales resultantes puedan similarse sin mayor
error a diagramas triangulares o trapeciales. Determinadas luego las res-
pectivas resu'tantes parciales R 1 , R,. . .. , R T • mediante la construc-
ción de un polígono funicular --omitido en la figura- hallamos la re-:
sultante total R . que nos permite determinar las reacciones de vínculo
R A y R •.
Consideremos ahora una sección genérica s-ti, coincidente con una
divisoria de cargas y sean z. , y. las coordenada$ de su baricentro, con
respecto a un par de ejes z, y de origen O coincidente con el apoyo
móvil B.
Descomponiendo cada una de las resultantes parcialei ubicadas a
la izquierda de la sección considerada en una componente horizontal H.
y otra vertical V, y la reacción de vínculo R A en sus componentes HA
y V A' si z., y, son las coordenadas del punto de aplicación de las
primeras y Z A ' YA los de las últimas, siendo Y A =
O, la expresión del
momento de las fuerzas que actúan a la izquierda de "~,, con respecto
a su baricentro será:

Ii .'1 que corresponde por definición al momento flexor en 8-8.


Calculado el valor de $1. , llevamos a partir de N y orientado, el
_ ....·~C=-_ _ _-"C"
segmento M M' que 10 representa, normal a la tangente en N al eje
de la estructura.
.~ -
Repitiendo el proceso para cada una de las secciones coincidentes
con las divisorias de cargas, obtenemos una serie de puntos que, unidos,
determinan la curva AC' que define el diagrama de momentos flexores
entre A y C.
Para las secciones ubicadas a la derecha de C, el procedimiento
se simplifica. En efecto, al no aparecer nuevas cargas, la resultante iz-
quierda correspondiente a cualquier sección será siempre la misma, e
igual a la resultante de R A Y R. Ahora bien, por razones de equilibrio,
la resultante izquierda correspondieJ;lte a una sección, es opuesta a la
Fi¡;.8.34. resultante derecha, la que en este caso se reduce a RII . En consecuencia,
bastará tomar momentos de R s con respecto a los baricentros de las
distintas secciones y cambiarles el signo, para obtener los correspondien-
Se trata de un arco de eje parabólico, simplemente apoyado, sujeto
tes momentos flexo res. En el caso particular que estamos analizando,
a la acción de una carga distribuida según una ley arbitraria, normal en
en que la reacción en B es vertical, el momento de la misma respecto
cada sección a la tan¡ente en la misma al eje de la estructura, y limitada
~el baricentro de una sección cualquiera será igual a) producto de la
2 SISTltMAS ESPACIALES OJt A.t.MA LL~NA 469 470 LOS SISTEMAS DE AI...M A LI.ENA 8

intensidad de la misma por la abscisa z" correspondiente. Y como RII Ubiquemos una terna de ejes coordenados en fonna tal qUe su origen
es constante para todas las secciones, la abscisa z .. , salvo escala, nos da coincida con el nudo A, el eje y con la barra CA y la barra AB con
directamente el valor del momento flexor. En con!lecue~~ia, volviendo a el plano x y. Supongamos, además, por comodidad de exposición, que
la figura 8.34 el diagrama de momentos flexores correspondiente a la la resultante R esté ubicada en el plano zy.
parte CB del arco estará dado por la recta de acci6n de R B referida al
Para determinar los esfuerzos característicos en la sección B, debe--
eje del arco. Hacemos notar que las ordenadas ce' y ce" representan
mos simplemente reducir el sistema R al baricentro de la sección B .
ambas un mismo valor, el momento flexor en e, y que si en la figura
no coinciden es debido a que ambos diagramas parciales aparecen en Para ello, reduzcamos en un primer paso, R al punto A, lo que da
escalas distintas. origen a un par de reducción de momento M A = R. d, cuyo vector,
En cuanto al trazado de los diagramas de esfuerzos de corte y nor- z
males, se efectúa en forma similar, determinando para cada sección la
resultante de las fuerzas ubicadas a la izquierda de la misma, que des- ,
compuesta en sus componentes tangencial y normal, nos da los valores ,, ,
de los esfuerzos de corte y normal, respectivamente. Estos valores, repre-- , R ~R
sentados en escala mediante ordenadas normales al eje de 'Ia estructura,
y convenientemente orientadas, nos dan puntos que, unidos, determinan
los correspondientes diagramas.

i 8 . 2. Siste~as espaciales de alma llena.

8 . 2. l. Conceptos generales. !I

En 8. 1 nos hemos ocupado de la detenninaci6n de esfuerzos carac-


terísticos en sistemas constituidos por una o más barras, ub~cadas en un
mismo plano y solic.i tados por sistemas de fuerza coplanares con aquéllas. Fig. 8.3l.
Existen, sin embargo, sistemas de barras rectas o curvas, en los que
éstas no se encuentran ubicadas todas en un mismo plano. Tales sistemas reprt:sentativo, aplicado en A, estará dirigido según el semieje positivo
reciben el nombre' de sistemas espaciales de alma I1t:ma. x, y a una fuerza, R' El!! R, también aplicada en A. Al reducir ahora
En estos sistemas, según sea el estado de cargas que los solicitan, el sistema (R' ,M , ) al baricentro de la sección B , tendremos': una
aparte de los tres esfuerzos característicos definidos para los sistemas fuerza R" == R' apl icada en dicho punto, y dos pares de reducción. Uno
planos; momento fleJt.or, esfuerzos de corte y normal, aparece un cuarto de ellos, M:, será idéntico a M" y el restante, M;; será el par de
esfuerzo característico: el momento torsor. reducción de R' al punto B. Su vector representativo se encontrará
El momento torsor aparece también en aquellos sistemas constituidos ubicado el! el plano:!, normal a AB. Descomponiendo ahora el vector
por una única barra, cuyo eje responde a una curva alabeada. M' /! en dos corr,')onentes dirigidas una según la dirección AB y la otra
Consideremos, figura 8.35, un sistema constituido por una sucesión normal a la anter.ur y, (":n consecuencia, contenida en el plano jT, obte-
de barras rectas no coplanares, sujeto a la acción de un sistema de fuerzas nemos los vectores MI;" ." ..';11 t . El primero, compuesto con el M'; nos
en equilibrio. Supongamos la sección B, contenida en un plano 1[. nor- da el vector / 111, contenido en el plano II .
mal a A B Y sea R la resultante de las fuer:zas que actúan a la izquierda ,'jI"f, corresponde a un par contenido COl un p lano normal a A B . el
de dicha sccci6n. plano de la sección considerada, y se 10 defin'e como momento torsor o
, SISTEMAS ESPACl"LJ;:S DI': ALMA LLl':NA 411 472 LOS SISTEMAS VI!: ALMA LLENA 8

momento de torsión. Es el cuarto esfuerzo característico que mencioná- ocurre en el caso de los sistemas planos, en los que se parte de dicha
ramos anteriormente. suposlclon. El plano en que yace el par flexor es normal al eje del
En cuanto al momento flexor , resulta definido por el vector M f , vector momento. Este caso de flexión recibe el nombre de flexión des-
que corresponde a un pa r que yace en un plano que contiene al eje de viada o flexión oblicua. Descomponiendo el vector .JyJ1 según las direc-
la barra AB. ciones de los ejes z é y, obtendremos los momentos flexores :M. y
La fuerza R" , aplicada en el baricentro B de la sección, no se M w , actuando los pares correspondientes en los planos xy y XZ.
encuentra ubicada en el plano de la misma. D escomponiéndola en una
Otro tanto ocurre con el vector Q, que define el esfuerzo de corte
componente coplaoar con ella y otra contenida en AB , obtendremos los
valores Q y :J( que corresponden a los esfuerzos de corte y normal, en la sección, el que admite dos componentes, Q~ y Q~.
res pectivamente." En general, esta situación es la que se presenta en los sistemas espa-
Supongámos ahora que la sección B admita un eje de simetría, y ciales de alma llena, salvo que las fuerzas exteriores se encuentren ubi-
que el mismo esté dirigido según el eje z (fig. 8.36 a). cadas en uno de los planos que contienen a los ejes principales de inercia
Co mo es dable observa r, en el caso analizado el vector {Al! f ' no coin- de la sección, o en planos paralelos a los mismos.
cide con ninguno de los dos ejes principales de inercia de la sección, como
,
8.2.2. J'raiado de los diagramas de características.

Para el trazado de diagramas de características de los sistemas es-


!
paciales, debemos distinguir los sistemas constituidos por una sucesión
de barras rectas o curvas, o una combinación de amba~, no coplanares, de
aqueHos, constituidos por una barra o combinación de barras cuyos ejes
respondan a curvas alabeadas.
Para ambos tipos de sistemas, es previa la determinación de las reac-
y ciones de vínculo. Como nos ocuparemos exclusivamente de sistemas cons-
.~ tituidos por un único cuerpo rígido, para la determinación de las reac-
\ ciones !lerá necesario plantear las ecuaciones derivadas de las seis condi-
ciones necesarias y suficientes para establecer el equilibrio de las fuerzas
exteriores activas y reactivas. En general, y salvo casos especiales, con-
viene siempre encarar la solución analítica del problema, prescindiendo
de la gráfica.
En los sistemas constituidos por sucesiones de barras ~ectas o curvas
no coplanares, se determinan en primer lugar los esfuerzos característicos
. .---. en los distintos nudos, numéricamente. Conocidos los valores de los
(b) y
mismos, podemos aislar cada barra, las que se encontrarán en equili-
brio bajo la acción de las fuerzas exteriores que las solicitan y los es-
fuerzos característicos aplicados en sus secciones extremas. Descompo-
Fig. 8.36. niendo luego unos y otros según ·los planos que contienen al eje de la
,.. .Jlf, , '»1r , Q y "JI( corresponden a las comp onen tes del par de redu cción y de
barra y a los ejes principales de inercia de las secciones, reducimos el
la resu ltante de reducción de las fuenas que se encuentra n entre e y la secc ión consi- problema espacial a dos problemas planos, siendo, en consecuencia, apli-
derada. La. reducción de lag fue rzu ~ituadas en el resto de la estructura conduce a
vectore~ opuestos a los anteriores, que, conjuntamente con éstos. definen los esfuerzos
cables los procedim}entos analizados en el capítulo anterior. . En lo que
carac terísticos. respecta al diagrama de momentos torsores, su trazado se efectúa por el
2 St$TKMAS ESPACIALES DE ALMA LLItNA 473

procedimiento numérico, determinando los valores correspondientes a sec-


ciones convenientemente ubicadas. Conocidos éstos, y representados en z
una cierta escala, tomando como eje de referencia el eje de la pieza, se
unen los extremos de las ordenadas, así obtenidas, mediante rectas, que 8
en conjunto constituyen el diagrama buscado.
En los sistemas constituidos por barras de eje alabeado, s610 es pasi.
O
ble aplicar el procedimiento numérico, es decir, calcular para una sucesión
de secciones los correspondientes esfuerzos característicos. Luello, adop- P,
tando una direcci6n cualquiera, se representan los valores calculados en (b )
escala, mediante ordenadas, cuyos extremos unidos por una curva nos dan 8
el diagrama que corresponda. h
Con el objeto de aclarar los conceptos anteriores desarrollaremos a
continuaci6n algunos ejemplos.
P,
Sea el sistema de alma llena espacial de la figura 8.37 (8), constitui·
do por un pilar AS y dos :tramos rectos B e y De E, normales entre
sí y con el primero. Supongamos que el sistema se encuentre empotrado A (e)
en su secci6n extrema inferior A, ':( que sobre el mismo actúen las fuer·
zas PI, p.. y PI ' cuyas rectas "de acción y puntos de aplicación se y .x B
indican en la figura. (d)
Ubiquemos una terna de ejes coordenados haciendo coincidir su ori·
gen con el extremo A del pilar, el semieje positivo z con AS y de
modo que Be resulte contenido en el plano xz. La pieza DCE resul·
tará dirigida según el eje y. (d)
• La determinaci6n de las reacciones de vínculo se efectúa planteando

t-J
las seis condiciones necesarias y suficientes para el equi1ibrio de los siste-. p.
31. I I
mas gausos d. fuerzas., es decir:
" .
e

l:, Z, + R. = O l:Mt
, +M - 2
O

• •
l:, Y, + R, = O ~Mr+M!I
, - O [8 . 115]

• •
l:X,
, + R~ = O l:M:+
, M~ =0

En el caso que estamos analizando, para el·trazado de ·los diagramas


de caracteristicas, no es necesario conocer a priori las reacciones de víncu· (9)
lo. En efecto, tratándose de un sistema empotrado en una· sección ex·
trema, es posible ir recorriendo la estructura partie~do de extremos libres, Diagramas de momentos (Iexores
y calcular los esfuerzos caracteristicos en base a la ~ · fuerzas ubicadas a un
lado de la sección que se considere, las que son' todas conocidas. Ello
es lo que efectuaremos a continuaci6n. Fir. 8.37
2 476 LOS SIST~MAS DE "Ói.!:A I.-LENA

Previamente al trazado de los diagramas, es imprescindible. estable- Ahora bien, siendo P , y p . normales entre sí, los respect ivos pares
cer las convenciones de si8no correspondientes., que necesariamente deben de flexión actuarán también en planos norrriales. P or esta razón es que
diferir de las adoptadas para los sistemas planos, por tratarse ahora de en I¡;¡ figura 8.37 (b), ambos diagramas Se han representado norma les el
estructuras con elementos orientados según las tres direcciones del espacio. uno a l otro. · En cuanto a l signo de los momentos flexores a lo largo de
En 10 que respecta a los psres, mantendremos la convención adoptada BC, observemos que para cualquier sección, el par de reducción de P ,
en el capítulo ~, es decir, que serán positivos cuando un observador ubi- es positivo pero, por provenir de la reducción de una fuerza que no se
cado según el sentido del vector reprelentativo del par, 10 vea girar de encuentra u bicada entre el origen de coordenadas y la sección, es necesario
izquierda a derecha. cambiar de signo para obterter el del momento flexor. En consecuencia,
A los momentos flexores convendremos en asignarles el signo de la el diag.rama entre E y e será negativo.
c;omponente normal a la - secci6n del par originado por la reducción, al Analizaremos aho ra el tramo Be . La reducción a e de las fuerzas
baricentro de la sección considerada, de las fuerza, actuantes entre esta aplicadas en De y EC conduce a la situación que muestra la figura
última y el extremo de la estructura en el que se _encuentre ubicado el 8.37 (e). Po r una parte tenemos dos fuerzas: P , y P 2 , la primera
origen de coordenadas, es decir, las fuerzas que van apareciendo cuando normal a Be y la segunda coincidente con esta últi~a dirección, y por
recorremos la estl;uetura desde el origen de coordenadas a la sección.
otra,. dos pa res <.7v1'., y -/11(., . E l primero actúa en el plano de la sección
Para el eifuerzo de corte, consideraremos el signo de la proyección
extrema e de la pieza Be y en consecuencia: la solicita solamente por
sobre el planO" de la se;cci6n, de la resultante de reducci6n al baricentro
torsión, no de.ndo o rigen a momentos flexores. Por esta razón P.O cos
de la mifmp., -de las fuerzas ubicadas entre el oriKen de coordenadas y
la secci6n. En cuanto al ~fuerzo normal, la convenci6n no varía. El mismo ocuparemos momentáneamente del mismo, dejándolo para cuando proce-
será positivo cuando tracciona la secci6n, y negativo en caso contrario. damos a t razar los diagramas de momentos torsores.
Finalmente debemos considerar la convención de signos para el A 10 largo del tramo Be existen momentos flexores que actúan en
cuarto esfuerzo característico: el momento de torsi6n. Convendremos en dos planos normales éntre sí: xz y xy, por encontr arse ubicadas en
asignar el signo de la componente que ·actúa en el plano de la sección los mismos las acciones qua los originan.
del par de reducción al bancentro de la misma, de las fuerzas ubicadas Consideraremos primeramente los momentos flexores para los que
entre el origen de coordenadas y la secci6n misma. el plano de flexión es el xz. P ara las secciones comprendidas entre e
Establecidas las cÓnvenciones anteriores, comenzaremOl con el tra- y . B el m omeJ;lto flexor, salvo signo, corresponderá al momento de P ,
zado de· los diagramas de momentos flexores. respecto del barieentro de las mismas.
·Para la pieza DC, la variaci6n del momento flexor a lo largo de la Además, su variación será lineal y su valor será nulo para la sección
mis~ es lit:teal, siendo nulo su valor para la secci6n extrema D en la e y máximo para la B, donde su expresión será
que actúa la fuerza P" y máximo para la secci6n e , · en donde vale
I 1M". I = I P ,(h + ',) l· [8.ll8J
[8.11~]
E n cuanto al signo, el correspondiente ai par de reducción de P , al
baricentro de B es positivo, pero por tratarse de una fuerza que no se
Para todas las seeciones comprendidas entre D y e, el momento
encuentra ubicada entre el origen de coordenadas y la sección, e l signo
flexor ·será positiv'o. En efecto, el par de reducción de P t al baricentro
del momento flexor será contrario, es decir, negativo.
de cualquiera de ellas, es negativo, pero romo dicha fuerza no se encuen-
tra ubicada entre el origen de coor~enadas y la secci6n, es necesario, de En el plano x y actúan la fuer~a P~ y el par Me,' "Entre C y
acuerdo con la convenci6n ad9Ptada, cambiar el signo al par para obtener la sección en que se encuentra aplicada P." el diagrama de momentos
e l del momento flexor. flexores será constante, siendo sus ordenadas iguales en valor a :A1 e,
Otro tanto ocurre en el tramo EC, donde también el dia grama será por cuanto P 2 no produce momentos, y su signo positivo. por ser
IineaJ, con ordenada nula en E y máxima en C . de valor un par negativo, al que es necesario cambiar de signo por t rata rse de
una acción que proviene de una parte de la estructura no comprendida
1M, I = IP,.I, I [8.11 7] entre e l origen de coordenadas y la sección considerada,

2 SISTEMAS BSPAClALES DE ALMA u,.e"'A LOS SiSTEMAS PE ALMA UJtHA 8

P a ra las secciones comprendidas entre el punto de aplicación de P s en A Y su signo positivo, es decir opuesto al de los m omentos debidos a
y la sección extrema B. el diagrama de momentos flexore! se obtiene P I ' Según M B• resulte igual, mayor o menor que P • . h, e l m omento
por superposición de dos: uno constante, correspondiente al efecto del M A, resultará nulo, negat ivo o positivo respectivamente. En nuestro ejem-
par M e•• Y otro lineal, debido a p • . En el caso analizado, como es plo hemos supuesto le segunda situación.
evidente, ambos diagramas son de signo contrario, ocurriendo la ordenada
La figura 8.38 (a) muestra los diagramas de momentos tersares. los
máxima para la sección B , en que la expresión del momento flexor es
que s610 ocurren pa ra los tra mos Be y AB, como hemos visto ante-
riormente. La sección extrema e se halla solicitada en 8U plano por el
[8. 119]

Según I P, .I, J resulte igual, mayor o menor que I M e I .:!vl/l será


nulo, negativo o posit ivo, respectivamente. En la figura 8:37 (d) ~ (e )
se han represent ado los diagramas de momentos flexores correspond ientes
tes al tramo Be.
Consideremos a hora el pilar AB. La reducción de las fuerzas que
actúan sobre Be, D e y E e al baricentro de la sección extrema supe-
rior de AB, conduce a l sist ema que muestra la figura 8.37 ( / ), consti- (01
tuido por tres fuerzas P 1 , P , y P 3 , dirigidas según los tres ejes coor-
üfuerzos de corte
Nomen/os !orsores
denados, y tres pares M fJ ~ , M n,, = M cT y M c%= M u: , que actúan en los
planos }( %, Y z Y otro paralelo al }( y. respectivamente.
M JI, no origina momentos de flexión a lo largo de A B , Y si mo-
mentos torsores. M .II. conjuntamente con P I conducen a moment'os flexo..
res que actúan en el plano y %j M il. Y p . 10 h3cen en el plano }( z, y
P, sólo origina esfuerzos normales.
T a nto para el plano xz como para el yz, los diagramas de mo-
mentos f1exores a lo largo de AB serán lineales. Para e l primero de (el
ellos, la ordenada correspondIente a la sección B es igua l a M .II. ' Y esfuerzos
siendo este par positivo, el momento nexor será negativo por las razones de corte
expresadas anteriormente. Para secciones comprendidas entre B y A ,
el momento flexor será igual, salvo signo, a la suma de los momentos
del par y de P~ , y por ser a mbos del mismo signo, el diagrama crecerá
linealme nte hasta la sección A , en que alcanzará su valor máximo

[8. 120]
Fis:. 8.38.

siendo todas las ordenadas negativas.


par M o. ' pa r que se m antiene constante para cualquier otra sección
P ara el plano y z, el diagrama de momentos flexores 10 obtenemos
también por superposici6n de dos diagramas: el correspondiente a M tu comprendida e ntre e y B . En consecuencia, el correspondiente dia-
y el originado por P~ . E l pr imero tendrá ordenadas constantes, iguales gram a será una recta paralela a Be, ,cuyas ordenadas correspo.ndan en
en valor al del par, y de signo contrario, es decir negativas. El segundo. escala al valor de· M o~ ' De acuerdo con la convención adoptada, el
en cambio, será lineal con ordenada nula en B y máxima, igual a P~ . h , signo del diagrama será negativo.
2 SISTEMAS ItSPAClAl..ES DI> "LMA l.LE.NA 480 LOS SISTEM AS DE "LMA LLENA 8

El p ilar AB se encuentra sujeto en su sección extrema B a la -p. en consecuencia, en equil ibrio. Consütuye una estructura formada
acción del par M il,. coplanar con la misma, por lo que la solicita por por una única barra de eje alabeado, engendrada por una generatriz de
torsión. Dicho par se mantiene constante a lo largo de A B Y por otra secci6n circula r que se desplaza normalmente a una directriz constituida
parte no aparece ninguna nueva acción que solicite a la pieza por torsión. por una hélice circular, manteniendo su baricentro apoyado sobre la misma.
En conset:uencia, también para AB el diagrama será una recta paralela Ubiquemos una t erna de ejes coordenados en la forma que muestra
al eje de referencia, y de acuerdo con la convención adoptada, su signo la figura 8.39 (a) y .(d) , Y consideremos una sección cua lquiera s-s
negativo. normal a la hélice directriz. Las consideraciones que~ efectua remos a con· .
Los diagramas de esfu erzos de cor,te aparecen representados en las tinuación para la sección s-s. son extensibles a cualquier otra sección
figuras 8.38 (b) Y (e). En la primera de ellas, figuran los correspondien- normal a la hélice directriz, por cuanto el resorte posee simetría centra l
tes a los tramos Be , e D y e E, Y en la segunda, los del pilar. y la solicitación exterior coincide con el correspondiente eje de simetría.
El tramo en está sujeto a la acción de la fuerza P I exclusiva- La única fuerza aplicada en un lado ·de la sección analizada (en el
mente, aplicada en el extremo D. El esfuerzo de corte a lo largo del caso presente consideramos la fuerza P que actúa en la parte superior
mismo será constante y de intensidad igual a la de P" y su diagrama del resorte) es P . Su· reducción a G , baricentro de la secci6n s·s da
una recta paralela al eje de referencia, que hemos representado e n el origen a un sistema constit uido por la fuerza P aplicada en G y un par
plano e n el esfuerzo de corte, es decir, el xy. D e acuerdo con la con· de momento M = P . R , donde R es el radio de la hélice directriz. Dicho
vención, el signo será negativo. par yace en el plano determinado por G y el eje de la hélice d irectriz,
P ara el tramo CE, el diagrama también estará constituido por una
recta paralela al eje de referencia, por cua nto el esfuerzo de corte es
constante e. igual en intensidad a P I ' pero en este caso positivo por
convención, y actuando en el plano zy. 1~z
A lo la rgo de B e actúan esfuerzos de corte según dos planos orto--
gonales: z x é y x. Para el primero de ellos, el esfuerzo de corte es cons· WB-W
III II
tante y de igual intensidad y signo contrario a PI. Para el segundo, será
nulo entre e y el punto de aplicación de Pa y constante e igual en
I . I
I ,I
intensidad y signo contrario a l de esta última, entre su punto de aplica· I I
ción y B. En cuanto a los esfuerzos de corte a lo largo del pilar AB ,
serán constantes y ocurrirán según los planos x z é yz. Para el primero
-!!fir:"
----\ V.a..
de ellos su valor será igual a la intensidad de p . y su signo contrario, y
para el segundo, corresponderá a la intensidad de P" siendo también
" lb)
/"'lt
p ,~ I
negativo . , ,
Finalmente, consideraremos los diagramas de esfuerzos normales, re- I
presentados en la figura 8.38 (d). Como es fáci l observar, las piezas CD I
y e E, no se encuentran solicitadas axilmente. Para la pieza Be el (d) : I
I I
esfu erzo normal es constante e igual e n intensidad a P 2 , lo que conduce -p
a un d iagrama constituido por una recta paralela al eje de refere ncia.
Por tratarse de una fuerza que tiende a traccionar la sección, el signo del
,, ---ti)'Q
--'1.
'_ - __ ,G .__
n
diagrama será positivo. En cuanto al pilar AB , se e ncuentra solicitado y R\
,, .
(d) (e)
por la fuerza P" que produce un esfu erzo de compresión ( negativo)
igual para todas las secciones. En consecuencia, el correspondiente dia- \ ,, , , J
grama será también una recta paralela al eje de referencia.
Consideremos ahora el caso de la . figura 8 . 39 (a). Se trata de un
11
, " /

X
I resorte sujeto por sus extremos a la acción de dos fuerzas opuestas P y Fig. 8 . 39.
1 BISTEMU ItSPACL\1.&S De ALMA LLltNA 481

estando, en consecuencia, $ U vector representativo dirigido según la ta n-


gente a la proyección de aquéll~ sobre el plano xy. figura 8.39 (e).
D escomponiendo el vector M en sus com ponentes normal y coin-
cidente con el plano de la sección s-s. obtenemos los vectores represen-
tativos de los momentos torsor y flexor, respectivamente, y MI Y M,.
Llamando a al ángulo que la tangente a la hélice forma con la horizontal,
los correspondientes valores serán

M, = M .sen a [S. 121]


y
MI = M.cosa. [S. 122]

El par de Ciexi6n actúa en un plano normal a la sección S·". y cuya


traza en la misma es la recta n-n.
Considerando ahora la fuerza P aplicada en G , su descomposici6n
según dos direcciones, una normal y otra contenida en el plano de la
sección nos conduce a los vectores :J( y Q, representativos de los es.
fue rzas normal y de corte, respectivamente.
Por las razones de simetría indicadas anteriormente, los esfuerzos
característicos tendrán el mismo valor y signo, cualquiera sea la secci6n
considerada, de modo que los diagramas representativos tendrán sus orde-
nadas constantes, y serán hélices concéntricas con la hélice directriz. .

"

\
'S' EL PRINCIJ>JO 0& LOS TRABAJOS vmTUALd

z Como consecuencia
B
de ·Ios mismos, Uegará a
a una posici6n final. E s
decir, el punto habrá su-
9. El principio de los trabajos virtuales. frido un corrimiento re-
A sultante, definido por un
__ __
~o~ ~ ~~~x vector que será el resul-
---7.::....-----.J.... . . . tante de los vectores re--
/

9 . 1 . Complementos de cinemática plana. I / presentativos de los dis-.


y ____ J. . . . . . tintos corrimientos expe.
rimentados por el punto y
Fi¡.9 :2.
que se obtiene mediante
9 . 1. 1. Desplazamiento de un punto material. Corrimientos.
la construcción de un polígono vectorial, figura 9 . 3. Como en éste, 'e l:
vector resultante es independiente del orden en que se ·lIeven los distintos
Sea, figura 9 .1, un punto material que se desplaza sobre una tra~ vectores componentes, es evidente qUe el corrimiento resultante del ~to '
yectoda cualquiera $, pasando de una posici6n inicia l A a otra final B . también será independiente del orden en que tengan lugar los distintos
El simple ca mbio de lugar del punto - independientemente del ti em~
corrimientO&.
po requerido y de la trayectoria seguida, que podría haber sido otra cua l~
z
quiera, tal como la .'- se define como oorrimiento del punto. Como

z "'- - 8
,
sI" I A'·
/ I
I
s Iz, ~o~
A
________ ______
~ ~x
I
A I
I
( o x
IZA // I ..<;.i
- - - -- + - - - -,.L____ J./ i'.I
y
I // Xs
I /'..- ~
y ----------
.>;.
Fig. 9.3.
Fig.9. 1.
Es posible siempre descomponer Wl corrimiento en otros tres, para·
puede observarse, el corrimiento de un punto es independiente del camino lelos a tres ejes no copIan ares.
recorrido, y depende exclusivamente de las posiciones inicial y final del Dichos corrimientos componentes resultarán definidos por los vec~
mismo. Será, en consecuencia, Wla magnitud vectorial, representable por tores componerttes del representa~ivo del corrimiento. Si dos de Jos mis~
un vector, fi gura 9 . 2, pa ralelo a la direcci6n del corrimiento, cuyo módulo mas son coplanares con el corrimiento dado, el tercero, evidentemente,
o intensidad es igual a la longitud del segmento determinado por las resulta nulo.
po5iciones inicil:al y fina l, y dirigido de la primero. o lo. segunda. Consideremos, figura 9.4, el corrimiento a del punto A descom~
En 10 que sigue, convendremos en designar con a al vector repre. puesto en las direcciones de los ejes coordenados componentes que coin·
sentativo del corrimiento de Wl p\Ulto. ciden con las correspondientes proyecciones y que denominaremos corri.
Un p\Ulto puede, 16gicamente, experimentar diversos corrimientos, mientas horizotal y vertical de A. indicándolos ron ~ y TJ respecti.
definidos cada uno de ellos por su correspondiente vector representativo. vamente.

I
COMPLEMENTOS DE CINEMÁTICA PLANA 485 486 BL PRINCIPIO DB LOS TRABAJOS VIRTUAL!:I ,
La convención de signos que uti- sistema de dos ecuaciones simultáneas con dos incógnitas (al Y 42) que
lizaremos en lo que sigue para los
z o
nos resuelven el problema. Las mismas ecuaciones permiten resolver los
corrimientos, es la siguiente: ~A/ ,s distintos casos que, aparte del indicado antes, se pueden pres~tar en el

[Y1
El corrimiento de un punto será problema de descomposición de un corrimiento, es decir:
positivo cuando lo sea su proyección : Q
sobre el eje z, salvo para corrimien_
tos verticales, cuyo signo viene dado -----
~ : a) Conocida la dirección e intensidad de un corrimiento componente,
hallar las correspondientes al segundo.
por el de su proyección sobre ,el
b) Conocida la dirección de uno de los corrimientos componentes y
eje y.
Llamando <p al argumento de la intensidad del restante, hallar la intensidad del primero y la dirección
Fig. 9.4. del segundo.
la dirección del corrimiento, defini-
do en la misma forma que para las fuerzas, tenemos como expresiones de c) Conocidas las intensidades de ambos corrimientos componentes,
los corrimientos vertical y horizontal
hallar sus direcciones.
=
11
~ _
a.senq'l
a.cosq'l . } [9.1]

Si un ,punto A experimenta distintos corrimientos al; a.; ... j a" ,


9. 1. 2. Desplazamientos finitos de chapa. rígidas.
las expresiones analíticas de los corrimientos resultantes vertical y hori-
zontal serán las siguientes
. Al tratar en 6. 1 los sistemas planos vinculados, definimos como sis-
tema de puntos materia~es o sistema rígido a un conjunto de puntos mate-

"" = ,•
~ ai sen,q'l¡
riales sujetos al vínculo de la rigidez, es decir, un sistema en el que, para

~It =, ka; cos<p¡ } [9.2] cualquier desplazamiento, la distancia entre dos puntos cualesquiera se
mantenia invariable.
En el presente capítulo nos ocuparemos del estudio de los desplaza-
La intensidad del corrimiento resultante será, en consecuencia, mientos de aquellos sistemas rígidos cuyos puntos se encuentran ubicados
en un mismo plano, y que hemos definido en 6. 1 .2 como chapas.
[9.3]
Los desplazamientos que puede experimentar una chapa en su plano
quedando definida su dirección por su argumento qlR. dado por la expresión pueden ser de dos clases: traslaciones o rotaciones.
Se dice que una chapa experimenta una traslación cuando los corri-

tg<pR. = 1;' "" [9.4]


mientos de todos sus puntos son iguales entre sí. En cambio, el despla-
zamiento de la chapa será una rotación cuando sus puntos describan tra-
Las expresiones [9.2] nos permiten hallar analíticamente las compo- yectorias comttituidas por arcos de circunferencia con centro en un punto,
nentes según dos direcciones dadas del corrimiento de un punto. En denominado polo de la rotación, que permanece fijo.
efecto, si a, y a2 son las intensidades de los corrimientos incógnitos, q'l l De lo anterior deducimos que si una chapa experimenta una trasla-
y q'l2 sus respectivos argumentos, y 1") y ¡; las componentes vertical y ción, la misma queda completamente determinada si se conoce el corri-
horizontal del corrimiento conocido, las [9.2] nos permiten exp.r esar: miento de uno de sus pWltoS.
Si una chapa experimenta un desplazamiento para el que los corri-
= + a2 sen q'l2
1]

¡; _
a, sen qJ,
a, COSq'l¡ + a 2 COS<P2 } [9.5] mientos de dos de sus pWltos son iguales, el desplazamiento es una
traslación.
487 488 EL PRINCIPIO DE LOS TRA1JA,)OS VIRTUALES 9

En efecto, sea la pasará a la pOS1Clon B'. Ahora bien, estando los ·puntos de la chapa
chapa de la figura 9.5 en sujetos al vínculo de la rigidez, sus posiciones relativas en la chapa no
que ·Ios puntos A y B
z o se alteran, cua·lquiera sea el desplazamiento experimentado por ésta. En
han experimentado igua. consecuencia, tenemos:
les corrimientos a, pa· < <
sando a ocupar, respecti. AOB A'OB' [9.6)
vamente las posiciones A'
a <
y B'. Al ser iguales 10$ Sumando a ambos miembros el ángulo A'OB resulta
corrimientos de ambo. a
puntos, el segmento A' B' < < < <
resultará igual y paralelo a AOB + A'OR = A'OB' + A'OB [9.7)
al AB. o sea
< <
Consideremos ahora un ADA' = BOB' . [9.8]
tercer punto e de la cha· y
pa. Por estar sujetos los A este ángulo c.onstante que form a n las posiciones final e inicial de
puntos de la chapa al Fig. g. s. la recta definida por el polo y un punto cualquiera de una chapa que
vínculo de la rigidez, las experimenta una rotación, 10 denominaremos intensidad de la rotación y
distancias AC y AB no se modifican cualquiera sea el desplaza- lo designaremos en lo sucesivo con e.
miento experimentado por la chapa a la que pertenecen los puntos. En 6.1.4 demostramos que todo desplazamiento de una chapa en
En consecuencia, los triángulos ABC y A'B'C' resultan congruentes su plano era una rotación en torno de un polo, propio o impropio. Como
y por ello AC II A'C' y Be II B'C', de donde ca ll AA. Es decir,
consecuencia de ello podemos considerar la traslación como un caso límite
que el punto e de la chapa, elegido arbitrariamente, experimenta el
de una rotación en que el polo de ests; última ' es impropio.
mismo corrimiento 8 que Jos puntos A y B.
Al estar determinada la traslación de una chapa por el corrimiento
de uno de sus puntos, resulta evidente que, si la misma se encuentra
sujeta a n traslaciones definidas por tos corrimientos al, experimentará 9. 1.3. Desplazamientos infinitésimos de chapas rígidas.
una traslación resultante cuya intensidad, dirección y sentido será Ja del
vector resultante de componer los vectores representativos de los como Consideremos, figura 9.7, una chapa que experimenta una rotación
mientos a,. O en torno de un polo O y supongamos que el ángulo que mid.~· ~u inten-
Consideremos ahora sida d sea desp.~edable en magnitud con relación a la de los ángulos finitos.
la chapa S de ·la figura z o Diremos que dicha r~tación es
9.6 que experimenta una z .o infinitésima.
cierta rotación en tomo Sea ahora un punto M
de un polo O. de la chapa. Como consecuen·
Un punto A descri· cia del desplazam'iento experi-
birá una trayectoria que ,~:;:::::".!
a 11,
mentado por ésta (rotación en
es un arco de circunferen_ torno de O) el punto M se
I
cia y pasará a ocupar la .,--.; desplazará sobre una trayecto-
posición A', y la recta I toria que es un arco de circun-
AO, la A'O, girando un ferencia, y pasará a ocupar la
ángulo a. Asimismo, otro y p'osición final M " experimen-
punto cualquiera de la Ündo el corrimie nto a = M M ,.
chapa, el B por ejemplo, Pie. 9.6. Fig.9.7. A:hora bien, siendo e in-
.8. .90 •
~

finitésit1)8, también lo será el arco M MI Y la cuerda M M , Y. en últi- una traslaci6n. Cuando los corrimientos conocidos son de sentido contrario
ma instancia, el segmento M M~ definido sobre la tangente a la circun- y sus direeciones normales a la recta determinada por los puntos a los
ferencia en M por la prolongación del radio O M " que corresponden los corrimientos, figura 9 :8 e, la ubicación del polo
En consecuencia, podemos escribir:

Siendo, por otra parte


[9.9)
A?i
\\
,
B
a

\ \
\ \
~ . \ /
MM, = OM.a [9.10) \./0..,
resulta
a=MM2 =OM.O. [9.11)

<
Como el ángulo M, MM, es del mismo orden de magnitud que el
que mide la intensidad de la rotación e.
resulta despreciable en rela- (e )
ción al MM,O. recto en M . Es decir que, sin mayor error, pode- Fil. 9 . 8.
mos admitir que la dirección de a coincide con MM, . Como conse-
cuencia tenemos que: reeulta indeterminada. En efecto, al coincidir ambaa normales a los corri·
un punto cualquiera perteneciente a una chapa que sufre una rota- tnientot, lo único Que se sabe es Que el polo pertenece a dicha recta pero,
ción in/inilésima de intensidad 8, experimenta un corrim iento de direc- para ubicarlo, es necesario conocer el corrimiento de un tercer punto no
ción norrrud a lB: recta que une al mismo con el polo, cuya magnitud está alineado con A y B.
dsda por el producto de la distancia del punto al polo par la intensidad Si se conoce el corrimiento a A de un punto A, figura 9.9, y la
de la rotación, y cuyo sentido coincide con el de esta última. intensidad 6 de la rotación Que lo origina, la determinaci6n del polo
De 10 anterior surge Que, conocido el corrimiento de un punto, el polo correspondiente es inmediata.
de la rotaci6n Que 10 origina, sea propio o impropio, se encontrará ubicado En efecto, d e acuerdo con la {9.11] sabemos que:
sobre la recta normal al corrimiento trazada a partir de la posici6n inicial
de aquél. Esta consideraci6n nos permite ubicar de inmediato el polo si [9.12)
se conocen los corrimientos de dos puntos. En efecto, sea la chapa de la
siendo d la distancia del punto A al polo O.
figura 9.8 a, en Que los puntos A y B han experimentado los corri· A
En consecuencia, resulta

I140
~
mientos AA y &11 respectivamente.
Si, de acuerdo con 10 visto, el polo de la rotaci6n infinitésima d~be
encontrarse, por una parte, sobre la normal a A A. trazada por A y, por
d. I
I
I
Idl --101
1-. l. [9.13)
otra, sobre la normal a aB trazada por B, es evidente Que el único
punto Que cumple simultáneamente ambas condiciones es el determinado Trazando por A la normal a a A. y llevando
por la intersecci6n O de las normales Que, en consecuencia, será el polo a partir del mismo la distancia d . Queda ubicado
de la rotación infinitésima. el polo; s610 f"Ita establecer a qué lado de aA. es
necesario llevar d.
Si ambos corrimientos fueran paralelos y del mismo sentido, las co-
rrespondientes normales también resultarían paralelas y, en consecuencia, Ello surge del signo de e.
En efecto, la ubicaci6n del polo debe
el polo seria impropio . En este caso el desplazamiento de la chapa sería ser tal que a" tienda a hacer girar la chape en tomo a O en un
COMPLEMENTOS DB CINEMÁTICA PLANA .91

sentido cuyo sigIlo corresponda al de a.En el caso analizado, hemos Consideremos ahora el triángulo DOC de la figura 9.10 s y su
supuesto a o.
> correspondiente D ", p .. C.. de la figura 9.10 b. Dichos triángulos tie-
En cambio, si se conoce el corrimiento .itA de un punto y la ubi· nen los ladoo p .. D.. Y p . C. respedivamente normales a Jos lados O D
cación del polo, es posible determinar la intensidad y sentido de la rote- Y OC, por construcci6n. Por otra parte, siendo
ción corr~pondiente, despejando a de la expresión [9.12], por cuanto
se conoce la distancia d entre el punto y el polo. = p .. C.. = a.do

9 . 1. 4 . Diagrama de WiJliot-Mobr.
al)
ao

= P.. D", = e . dl) } [9.14]

resultan P", C • . y p .. D IO proporcionales respectivamente a O e y O D.


Sea, figura 9.10, una chapa S que experimenta una rotaci6n e En ·consecuencia, los triángulos DOe y D IO p .. e. tienen dos lados
e n torno a un polo O. Como consecuencia de dicha rotaci6n, los dis- correspondientes normales y proporcionales, por lo que los terceros lados
tintos puntos de la chapa sufrirá n corrimientos 8" los que serán nor- D ", C IO y De también serán normales entre sí y proporcionales. Luego,
males a las rectas definidas por cada punto y el polo, siendo sus magni- los dos triángulos resultan ser normales entre si y semejantes. Como es
tudes proporcionales a las distancias de los puntos al polo, figura 9 .10 a.
posible extender el razonamiento a los restantes triéngulos que integran
la figura, llegamos a la conclusión de que:
A
El diaArama de Williot·Mohr constituye una figura normal y sem~
jante a la fitura de la chapa qUe experimenta la rotaci6n.
/ La conclusión anterior es de suma importancia para el trazado del
diagrama de Witliot-Mohr ya que, de acuerdo con la misma, para su
trazado bastará conocer el corrimiento de un solo punto de la chapa
que experimenta la rotaci6n.
En efecto, sea la chapa de la figura 9. 11, que sufre una rotación
en torno al palo O . Como consecuencia de la misma, el punto A
F il. 9.10. ezperimentaré un corrimiento A A'
Si a partir de un punto cualquiera del plano p .. llevamos en una
escala cualquiera vectores equipolentes con los corrimientos al expe-
rimentados por los puntos A , B, C, etc., obtendremos nuevos puntos
A IO , B "" e.. . .. etc., que, unidos mediante una línea, determinan una "",\
\ \ 8
figura denominada diagrama de Williot·Mohr (fig. 9.10 b).
F.ste diagrama e~ un diagrama polar de corr imientos, y facilita enor· o
0;;\ \ //
,\
memen:te la determinación de los mismos. Al punto P"', origen común
0,\ a.. .. e .~
de los vectores representativos de los corrimientos, se 10 denomina polo
del diagrama de WilIiot·Mohr.
,\ ,\
,\
Conocido el diagrama de WiIliot-Mohr correspondiente a una rota- ,\
ci6n de una chapa, para determinar el corrimiento de uno cualquiera de
( d) e ( b¡
sus puntos, el M , por ejemplo, bastará trazar por p. una paralela a
la direcci6n del corrimiento posible del punto. Fig. 9.11.
El vector definido por la intersecci6n de dicha paralela con el dia·
gra ma de WiIliot-Mobr y el polo P." nos determina en magnitud y Llevando a pa rtir de un punto P", cualquiera y en una escala con-
sentido, el corrimiento S1l experimentado por el punto M . venientemente elegida, un vector equipo1ente con a A (fig. 9.11 b) ,
OOMPLltMENTOS DE ClNItMÁTICA Pt.ANA 493 494 EL PRINCIPIO Ol!: LOS TRABAJOS VIRTUALES 9

tendremos representado el punto A.". que ser' un punto del diagrama ladón. Por ello, al coincidir todos 103 puntos del diagrama de Williot-
de WilIiot-Mohr. Consideremos ahora el triángulo AOB . Sabemos que NIohr, éste desaparece como tal y degenera en un punto.
éste y e l triángulo formado en el diagrama por P to, Ato Y el punto B o.
correspondiente a B, son figuras normales y semejantes y que, en con-
secuencia, los lados correspondientes de ambos triángulos t ambién serán
normales entre si. Por ello, para ubicar el punto B o. bastará trazar por 9 . 1. 5. COl'rimielltos c!t'hidos a rotaciones infinitési mas. Elaciones. Dia-
Av una norma l a AB . y por P o. otra a OB. La intersección de ambas gram as cartes ianos dI' corrimientos.
normales define el punto Bo. buscado. En forma análoga, y partiendo
de B ... , ubicamos C"" 10 que también podríamos haber realizado par- Consideremos, figura 9.13, una chapa S que experimenta una rota-
tiendo de A... es d ecir, trazando por este último punto una normal a ción O en torno al polo O y en la misma un punto A que, por efecto
A C, la que en su intersección con la normal a O C determina el punto de la rotación de la chapa, sufrirá un corrimiento a, de intensidad
C", . Finalmente, el punto D "" lo podemos ubicar en la misma forma que a = ti .. d. E ste corrimiento admite dos corrimientos componentes, uno ver-
la indicada para BOl} y Co. o bien, sin recurrir a p w • considerando que
los triángulos ACD y A .. C." D." deben ser normales y semejantes, co- z O
nocidos A.. y C w , trazamos por los mismos rectas norma'ies respectiva- ~o\
vamente a AD y AC, las que en su intersección definen ei punto D IO' z,
Conocidos A.. , Bo., C to y D..,. los segmentos de recta Ato B .. , /
B .. Co.. Co. D ", y D o. A .. constituyen en su conjunto el diagrama ~e
d
!I,./
WilIiot-Mohr de la figura dada. I ZA

- Cuando el desplazamiento que experimenta la chapa es una trasla- !!l


ción, el dia grama de WiUiot_Mohr degenera y, de una figura notnlal y
semejante a la dada, se transforma en un punto. En efecto, sea la ChlopA' S
1---b
de la figura 9.12 que experimenta una traslación definida por el vectur B. I
L
~
A"
S ~
z·A

Y
Fig. 9 . 13.

lical y otro ho rizontal, Que hemos denominado 11 y ~ respectivamen te y


cuyas inte nsidades, en fun ción de a y del argument o de su dirección, resul-
taban de las expresiones:
Fig.9. 12.
==
Elegido un p unto POI} como polo del diagrama de WiTliot-Mohr, y llevando
1'\
; =
a.sen<pn
a.cos <p~
} [9.15 ]

a partir del mismo un vector equipolente de a, su extremo defiue un


punto que será el representativo, en el diagram a de Williot,.Mohr, de la Llamando a al ángulo que forma la recta OA =d con el eje z.
tota'lidad de los puntos de la chapa. En efecto, por tratarse de una trasla- tenemos
ción, todos los puntos de la chapa experimentarán el mismo corrimiento, [9.16]
igual en magnitud, dirección y sentido a los del vector que define tia tras.-
COMPLEMENTOS DE ClN':MÁ'nCA PLANA .., .96 EL PRINCIPIO DE LOS TAABAJOS VIRTU,o\LES

valor que, reemplazado en las [9. 151 conduce a La transformación del punto A, de coordenadas z" ' Y" en el
punto A'. de coordenadas <.'
Y:., puede suponerse como resultante
de dos transformaciones parciales; una que lleve el punto A a la posición
I'}-

<_a.sen ¡a¡
a.cosl6j
} [9. 17J A", Y otra que traslade el punto A" a su posición final. En efecto,
imaginemos que apliquemos a los puntos de la chapa una transformación
tal que, para los mismos, vanen únicamente sus ordenadas, manteniéndose
Introduciendo finalmente en 'as [9.17] el valor de a en función de O constantes la3 abscisas, es decir, que para un punto tal como el A, se
resulta tenga:
e.d.cas¡a¡
"-
<= 6.d.sen¡b¡ } [9.18J z~: = z,. 1
J
[9.22J

expresiones Que nos dan los valores de los corrimientos vertical y hori- Como consecuencia de esta transformación parcial, el punto A pasará a
zontal del punto A, en función del ángulo, que su distancia al polo forma ocupar la posición A" y todos los puntos de la chapa habrán experimen-
con el eje z. tado corri mientos paralelos al eje y y nulos en la dirección del eje z.
Si interpretamos a la distancia d como un vector de intensidad I d ¡ Efectuado lo anterior, apliquemos una segunda transformación, de
Y diriAido del punto al polo, y llamamos z'¡ ' y., y Z o I Yo respectiva- naturaleza tal que los puntos de coordenadas ZN, y" pasen a la posición
mente a las c90rdenadas de A y O, tenemos que fina l que les corresponde como consecuencia de la rotación experimentada
por la cha pa '8 la Que pertenecen. Dicha transformación debe desplazar
a un punto ta l como el A", paralelamente al eje z, manteniendo cons-
d.cos 16 I =d,
d.sen 16 1= d ,
= Zo

= YO-YA
-ZA.
} [9.19J tante su ordenada y::.
La transformación que hace cumplir 10 anterior al punto A es la si-
guiente:
Reemplazando en los (9. lB), resulta·

= 6.d
z~

y~
=
=
z~ - O(Y tl- Y.)

y~;
} [9.23J
TI

~
t - 6(zo - 2.\ )
= -8.d, =· -8(y" - YA. ) } [9.20J
Si en la (9 . 23) reemplazamos los valore~ de r'~, y;; correspondien-
tes a la primera transformación aplicada y dados por las [9.22] ten-
Por efecto de la rotaci6n e,
el punto A, de coordenadas Z A ' YA.'
dremos:
ha pasado a ocuRar una nueva posición A' cuyas coordenadas son:

z~ =ZA + ;= Z,, - O(Yn - Y A.)= z ,,-O.d,


} [9.21J y~ = y ,\ + O(.i"o- z,)
} [9.24J

Y,l = YA. + 1] = y,¡ + Bezo - z,.) = Y ... + e .d~


Para cualquier otro punto de la chapa que consideremos, llegamos a expresiones que coinciden con las (9.21 l, que definían la posición final
expresiones aná logas para las coordenada:; de su posición final. En con- del punto A, luego del corrimiento originado por la rotación O.
secuencia, la rotación de una chapa transforma los puntos de coordenadas A cada una de estas transformaciones la denominaremos elación,
ZI, y ¡ en puntos de coordenadas dadas por las expresiones [9.21], es
definiéndola como una transform acióri biunívoca del plano por efecto de
decir, Que una rotación infinitésima es una transformación biunívoca del la cual todos los puntos experimentan corrimientos en una misma dn-ec-
plano.
ción. De acuerdo con 10 anterior; una elación paralela al eje y, produ-
cirá en un punto A un corrim iento vertical.
>
• Por se r (y .. - y~ ) < O Y O O, e$ necesario· afectar la 2' de l• • (9 . 201 con
[9.25J
e l.i¡no (- ) para que; resulte > 0. ~ = O.d,
COMPLEM ENTOS DE CINEMÁTICA PLANA <9. ,
Si imaginamos dicha verticales de loe puntos de una chapa que experimenta una rotaci6n de
elación como un v ector intensidad 8. vanaD linealmente en funci6n de su distancia a la recta
paralelo al eje y, apli- z O d e acción de la correspondiente elaci6n. ocurriendo otro tanto con lo. ~
cado e n el polo O, Y de rrimientos horizontalH.
Zo
intensidad y sentido igua-
les al de la rotación O,
figura 9.14, el corrimiento
/
O
Yo 1-
1
--- z.
En consecuencia, e1 diagrama que referido a una recta represente
la ley de variación de los corrimienb en una determinada direcci6n,
ser' Otra recta.
-6

~ '"
vertical '1 del punto A . 1 P ara que 1'\ se anule en la primera de las [9.27] , es necesario
1
debido a la misma, puede ¡ Ao d que Zo = z", lo que ocurre para los puntos ubicados sobre la vertical
interpretarse "como el mo- y del polo, ocurriendo otro tanto para los corrimientos horizontales, que se
1
mento estático. o de primer ___ ~ A__ anularán para los puntos ubicados sobre la horizontal trazada por el polo.
orden, del vector elaci6n En consecuencia, los diagramas representativos de los corrimientos
con respecto al punto A ,
siempre que a los efectos
6
A' A'I'Z-~
~
A"
verticales y horizontales t endrán ordenadas nulas en correspondencia con
la vertical del polo el primero y la horizontal el segundo.
de la determinaci6n del Consideremos la chapa S de la figura 9 . 15 que experimenta una
signo se considere la dis-
Y
rotaci6n a o > en tomo a un polo O , Y de la que pretendemol trazar
tancia como un vector di· los diagramas cartesianos de 101 corrimientos verticales y horizontales de
ri gido del punto a la recta Fig. 0;1 . 14. sus puntos.
de acción del vector elación. Para ello, ele¡imos un punto cualquiera A . Y mediante la. expre-
Conforme con 10 anterior, y dado que el corrimiento horizontal de siones [9 . 27] calculamos sus corrimientos 1'\ y ;. P ara traza r el d ia-
A tiene por expresi6n : ¡rama de corrimientos verticales, adoptamos un eje de referencia cual-
(9,,26] quiera, el n-n por ejemplo, y trazamos la vertical de O, recta de ac-
ción del vector 8 I representativo de la elación vertical, que determina
puede interpretárselo como el momento estático o de primer orden del sobre el eje n-n, el punto O'. Adoptada una escala de corrimientos
vector elación, paralelo al eje z, de intensidad igual a la de la rotaci6n
pero de signo contrario.
D e lo anterior surge que una rotación infinitésima puede interpre-
ta rse como resultante de dos elaciones O y -O, paralelas a los ejes y
y % respectivamente, y aplicadas al polo de la rotaci6n.
Consideremos nuevamente las expresiones que definen los corrimien-
tos vertical y horizontal del punto A de la figura g. 14:

~
= e(z, - z.)
- O(Y U-Y A )
} (9 ,2 7]

Un punto tol como el A o , situado sobre la vertical de A , tiene la


misma abscisa ZA que este último. En consecuencia, el corrimiento ver-
tical será el mismo para ambos. Otro tanto ocurre con el punto A 1 , si-
t uado sobre la horizontal de A, en lo que respecta a su corrimiento
horizontal, que será idéntico a l de A. Por otra parte, si en la primera
de las [9. 27) hacemos variar Z .l , 11.1 variará linealmente con Z A, por
cuanto O y Z~ permanecen constantes. E s decir que los corrimientos
Fil. 9 . 15.
CONI'UNtl:NTOS Da ClNaMÁTlCA PUNA 500 El. PIUNClPlO Of.; LOS TRABAJOS vnrruALES
,
a(m/ cm), llevamos en la misma, y a partir de A~ . intersección de la
vertical de A con' n-n. con su signo, el segmento A. A' , representa-
tivo de 11.1 ' De acuerdo con la convención adoptada en 9 .1 . 1, si 11.1
es positivo, el segmento que lo represente deberá llevarse hacia abajo del
eje de referencia. Uniendo A' con O', y prolongando dicha recta hasta
las verticales extremas de la chapa (trazadas por M y N), tenemos s
completado el diagrama de corrimientos verticales. Las ordenadas ubica-
das por debajo del eje de referencia, serán positivas, y negativas las que
lo sean por encima.
El ángulo que forman el eje de referencia y la recta M' N', en
cierta escala, mide la intensidad de la rotación a. Más rigurosamente,
la intensidad de la rotación a eStá expresada, en una cierta escala, por la n
tangente trigonométrica del ángulo que forman ambas rectas.
Para el trazado del diagrama de corrimientos horizontales, se pro-
cede en forma análoga, eligiendo un eje de referencia m-m y proyec-
tando horizontalmente el polo O y ~l punto A en O" y A: respec-
tivamente. LlevandO horizontalmenle, a partir de A~ y con su signo, en 1I'i¡. 9 .16.
la misma escala adoptada para el diagrama de corrimientos verticales.
un segmento ··A~ A", representativo de ;4 ' obtenemos un punto A" Que
Para ello, recordemos que la tangente trigonométrica del éngulo que
unido con O" nos da el diagrama de corrimientos horizontalea. En este
diagrama, limitado por las horizontales trazadas por T y R puntos
formen las rectas M i N' y n-n. mide la intensidad de rIa rotación a.
Si a parltir de O' llevamos horizontalmente un segmento que en la e'.icala
extremos superior e inferior de la chapa, tendrá, de acuerdo con la con-
de longitudes represente una cierta longitud b(m) y por su extremo tra-
venci6n adoptada, sus ordenadas negativas situadas a la derecha del eje
zamos una vertical, esta última determina en el diagrama una ordenada
m-m y las positivas a la izquierda.
I¡(cm) tal que
Si bien los ejes de referencia pueden ser de cualquier dirección, con-
viene por razones prácticas elegirlos horizontal para el diagrama de corri- 11 (cm) escala de corrimientos
mientos verticales y vertical para el de los horizontales. = O [9.28J
b(m)
Sea ahora la chapa S de la figura 9.16, que experimenta una rota- de donde:
ción6 > O.
Los correspondientes diagramas de corrimientos verticales y horizon- Escala de corrimientos = e ~ ( ;: ) . [9.29J
tales pueden trazarse sin haber determinado previamente los corrimientos
de un punto, como veremos a continuación.
Para el trazado del diagrama de corrimientos horizontales elegimos
Aplicados en el polo O los vectore3 a y - o que corresponden a
un eje de referencia vertical m-m y proyectamos horizontalmente el polo
las elaciones paralelas a los ejes y y z respectivamente, trazamos un
O en O". Si adoptamos para este diagrama la misma escala que para
eje horizontal n-:n y proyectamos sobre el mismo el polo O. obteniendo
el de corrimientos verticales, el diagrama estará dado por una recta nor-
el punto O' . Trazando por éste la recta M' N' que forme con n-n un
mal a M' N' trazada por O".
ángulo cuyo sentido coincida con el de a (positivo en el caso presente)
obtenemos un diagrama de corrimienfus verticales. Para que las ordenadas En efecto, si para ambos diagramas la escala es la misma, como la
de este diagrama correspondan a los verdaderos corrimientos verticales pendiente de cada diagrama con respecto a su eje de referencia mide la
experimentados por los puntos de la chapa como consecuencia de la rota- intensidad de la rotación O, y ésta es única para los dos, las pendientes
ción a, debemos determinar la escala en que es necesario medir las deben resultar iguales. En consecuencia, al ser octogonales los ejes de
ordenadas. referencia, también deben serlo las rectas que constituyen los diagramas.
COMPLEMENTOS DI: ClN5MÁTlCA PLANA SOl 5" lU. PIllNCIPtO 05 LOS TIl.\BA,]OS VlltTUALES

En lo que respecta al signo de los mismos,. si las rectas que los definen
han sido orientadas de modo que el sentido de los ángulos que forman con
los respectivos ejes de referencia coincidan cpn el de la rotaci6n, corre....
ponderá signo positivo a las ordenadas ubicadas por debajo y a la izquier-
da de los ejes de referencia. 9.1.6. Composición de rotaciones infínitésimaJ.
Conocido el diagrama de corrimientos de una dirección determinada,
es posible determinar la dirección, intensidad y sentido del corrimiento Si una chapa se encuentra sujeta a dos rotaciones a,
y 2 de polos a
efectivo de cualquier punto de la chapa. En efecto, sea
la chapa de la O y O', respectivamente, el desplazamiento resultante que experimenta
figura 9.17, de la que conocemos su diagrama de corrimientos verticales la misma, será, como hemos visto anteriormente, una nueva rotaci6n. El
11, debidos a una rotación 6 > O, referido al eje horizontal n-n. Se problema se reduce entonces, a la determinación del polo e intensidad de
pide determinar el corrimiento la rotación resultante. Previo a ello demostraremos que: Si una chapa
efectivo a" de un punto cual- fUperimenta rotaciDt1eJ en 'tomo de dO$ polO$ distintos, el corrimiento
quiera A. Para ello, determina.. resultante para un punto cualquiera de la misma se obtiene componiendo
mos en el diagrama el corrimien- los corrimientO$ orilinados aisladamente por cada rotsci6n.
to vertical 11". Uniendo luego Sea la chapa S de 'la fi¡ura 9. 18 que experimenta sucesivamente
A con O y trazando por el ori- dOI rotaciones infinitésimas O, y 6" en tomo de los polos O y O,.
mero una normal a O A obtene-
mos la dir~ón del desplaza-
miento efectivo a" buscado. z o
Trazando por el origen del
vector representativo de 1')" una
paralela a la dirección de lt" , Y
desproyectando sobre la misma
el extremo del vector '1" obte- n
nemos la magnitud y sentido del
vector a". El vector horizontal
definido por los extremos de los A'
vectores 'lA y a " corresponde
al vector representativo del ca- Fil. 9.17,
rrimiento horizontal de 'A, es
decir !i,t ' Las ordenadas del diagrama dan directamente 10s corrimientos
efectivos de los punfus de la chapa que pefltenecen a una recta horizontal
trazada por O, tal como el B. En efecto, para d-ichos puntos los corri·
mientos horizontales son nulos, por serlo el momento estático del vector
-O con respecto a los mismos. En consecuencia, siendo
0, 0,
[9,3<»
Fil. 9.18

al ser nulo !i. resulta


Aplicamos primeramente la rotación 6, en el polo O" que des-
al! = T)JI • [9,31] compuesta en las elaciones 6 1 y -a" paralelas a los ejes y y Z' respec-
COMPl.EMENTOS DI!: CINI!:MÁTIC¡\ Pl.¡\N¡\ 503 504 IU. PIUNCIl'IO lllt LOS TRABAJOS VlRTUALU 9

tivamente, origina en un punto A cualquiera de la chapa los corrimientos Sea ahora la chapa S de la figura 9.19 que experimenta una rotación
o
61 <O en torno del polo O , . Si aplicamos en este último una elación
'1.1 . , = H,. d : •.1.l' (vertical) l 6, paralela al eje y , como consecuencia de la misma el polo O z sufrirá
[9 .32J
; . 1.1 = -H,. d . '-' .ll (horizontal) ,I un corrimiento vertical ']2 y pasará a ocupar la posición O; y la recta
0 1 0 ; se transformará en la 0 , O; .
pasando A a ocupar la posición A " .
Simultá neamente, el punto O"' polo de la segunda rotación, expe- z o
rimentará corrimientos

'h .\ = O , .d~ c ~ .lI

;~ . , -O, .d~ ,,:,) 1


J
[9.33J
0, 0, s
III
Como consecuencia de estos corrimientos, el punto O~ pasa a ocu-
par la posición O ~' . ,A" e
Al hacer actuar la segunda rotación, que como en el caso de la pri- dZ (A-'. !'_
,
I //
mera, descompbne mos en dos elac iones p3.ralelas a los ejes coordenado3, 1
los vectores O ~ y -0" deberán aplicarse no ya en O~ , sino en O ~J.
"'loO,
A'!
En consecuencia, los corrimientos vertical y horizontal de A" debi-
dos a O serán o, N- O
[
A
9,<0 ~. 'lA.2
-A ~
tl. , .~ = U,, (d ,I.1."' + ;"., + ~ .t., ) = ~,

,
h
= O " . d ,¡l. ~ ' + 11, . ;,., + O". ;; t .• 1- .-< P

~ .I.' - Ot (d)JI.I. " + tb ., + t1. I.' ) =

- O". d~I.' .::1 - O". l l~ , - O:: . '1.1. 1


) [9.34J O',

2
n
m
e
S,
e
y
Por ser tanto la rotación como los corrimientos magnitudes infinité- IP
simas, el producto de dos cualesquiera de ellas será un infinitésimo de J
i
orden superior al producto de una de ellas por una magnitud finita.
Flg.9 .19.
En consecuencia, en las expresiones [9.34] , O:: !; ~. l; ti::; .t .• Y
O, 'b. , ; 0" '1 .1. ' será n despreciables frente a 0".d : lo 1. 21 y O".dM(,u) ' es
decir que L as ordenadas comprendidas entre 0 1 0 ; Y 0 1 O 2 referidas a esta
última, miden la magnitud de los corrimientos verticales de todos los pun-
= Ot. d ::" .. ::,
Y\... ~
l; ... :: = - O, .d r lo lo "
} [9.35J tas de la chapa ubicados sobre una misma ' vertical. Sometamos ahora la
chapa a una segunda rotación a:
< O. Aplicada en O ~ la elación e,
para'lela al eje y, como consecuencia de ella O sufrirá un corrimiento
o, lo que es lo mismo, podemos suponer que O~ no ~u fre corrimientos vertical 1"]1' Y pasa a ocupar la posición transformándose la recta O; ,
debidos a O, y que, en consecuencia, las elacionNi O~ y - O" están apli_ 0;0, en la O~O;.
cadas directamente en O"' y admitir además, que para determinar los Las ordenadas comprendidas entre ambas rectas y referidas a la pri~
corrimientos de A debidos a O"' dicho punto no se ha desplazado por mera, miden los corrimientos verticales de los puntos de la chapa ubica-
efecto de O , . dos sobre una misma vertical.
COMPLEMENTOS 0.& CINEMÁTICA PI.ANA sos S06 &L PJl INC;IPIO DE LOS TRABAJOS VIRTUALU ,
Un punto ta l como e l A , por efectos de la primera rotación pasa a Por un punto P cua lquiera, tracemos tres rectas 1 ,2 Y 3 , res·
ocupar la posición A' experimen tando un corrim iento vertica l 't l.1 . Co· pectivamente paralelas a las rectas O, O~ ; O , O ; Y O ; O ~ . Si a una
mo consecuencia de la segunda rotación, sufre el corrimiento vertical distancia h cualquiera de P trazamos una recta vertical, la misma de·
+
't.... · El corrimiento resultante será evidentemente 1b == '1 01 • 1 '1.t.I ' termina en su intersección con 1,2 Y 3 los punio~ m , n y p
es decir, la ordenada comprendida entre las rectas O: O;y 0 , 0 1 , re- Por construcció n, los ángulos m P n y ~ Pp son iguales respectiva·
ferida a esta última, E llo se cumple t ambién para cualquier otro punto mente a O, y O ~ , yen consecuencia:
ubicado sobre la vertical de A , tal el Ao .
L
En consecuencia, la recta O: O; referida a la recta O, O, consti. mPp == O, + O ~ = e. [9 . 38]
t uye u n d iagrama de los corrimientos verticales resu ltantes de los puntos
de la chapa '& ujeta a la acció n de las dos rotaciones. Por otra parte, ~f ser O, Y O~ infinitésimos, res ulta;
Es evidente que los puntos ubicados sobre la vertical de M , inte r-
sección de O , O. con O; O ; experimentan corrimientos verticales nu los = h O,
y en consecuenda e l po;o. O d e la rotación resultante debe pertenecer
a d icha vertical.
mn
np = h 01 } [9.39 ]

Si aplicamos ahora las elaciones O, y O. en los polos O , ~ O ~


respectivamente, de d irección O , O z , los puntos ubicados sobre la recta es decir que los segmentos mn y n p son respectivamente proporciona·
O, O 2 no experimentarán corrimientos en dicha dirección. les a los vectores el~ción O, r
O~ , siendo el factor de proporc ionalidad
, : .,
la dl~fancia polar h,
En consecuencia, e l punto M , por pertenecer a O. O: no sufre
corrimientos e n dicha dirección, y como por lo manifestado antes, tamo Por ,o tra parte, las rectas q( p~ = 1 Y O , O ; == I! , además de
poco experimentaba corrimientos verticales, resulta inmóvil y en conse- cortarse sobre el vector ~Iación O" son respectivamen~e para lelas a las
cuencid, coincidente con el polo. rectas 1 y 2, que pasan por el origen y extremo del segmento mn.
L legamos así a la siguiente conclusión: ~n consecuencia, pod,emos considerarlas com~ J~dos .c~ n secutiv~s de

El polo de la rotación resultante de dos rotaciones, .se encuentra ali-


un polig,~ no funicular del vector elación O" aplicad,o en .q.
ExtendIendo
lo antenor a la e lación O ~ aplicada en O" llegamos a Hue la recta de
neado con los polos de fas rotaciones componentes,
acción d~1 vector representativo de la elación vertical ·resultante debe e
Consid eremos ahora en la figura 9 .19 el triángulo O, O O; . pasar · {;or el punto de intersección de los lados extremos del polígono
E n el mismo tenemos: fu~ i~ular correspondi~nte a las elacio:nes verticales 0, y O~, interpreta.
das como vectores y aplicadas en sus respectivos polos.

[9.36 ] Conocida la recta <;le acción de la e lación vertica l resu lta nte, la ubio
cación d el polo de i~' ;otación resultante es in mediata, por cuanto debe
, L L encontrarse sobre la vertical de la ' ¿lación (.) y a lineado con O , , y O~· ·.
pero O, 0 1 O = 01 ; O, O; O == O2 , y llamando e a l ángulo ,-:
Para determ inar ana líticamente el polo y la intensidad d e In rota-
O; O O~, res ulta: ción resultante de 'aO$;' rotaciones de polo conocid o se proced e en la
e ::;:: e, + e. [9.3 7] forma q ue explicamos a ¡ c~ntinuación.
Sea la chapa S de la figura 9.20, q ue experi.m enta las !otaciones
es decir que:
0, y.PT de polos O, y O~ , definidos por sus coordenadas z" y, y
La intensidad de la rotación resultante es jAual a la suma de 1M z~, y~ ~;specti vamente.
rotaoionoo componentes.
De~ompuestas ambas rotaciones en sus elaciones paralelas a los ejes
N os falta aún determinar la u bicación d e l polo buscado. z é y 'y halladas su's respectivas resultantes e y -8, las coordenada;;
""
508 I.L PRINCIPIO DE LOS 11V.BAJOS VlRTU.u.a

z o z
J o
Y,
O, I -o, Q
r,
-""------
o • Z,

" o -9
Q O -6
s z. a. O,

/J , El ., z,

y
O,
- 6,
Fill:. 9.20. W'
6,
del polo de la rotación teil\tltante estarán dadas por las dirtanciu de J
estas últimas ~ a los ejes cootdenados. 4

Tendreinos así que J


e IUIV v 5 O.
9=8, +6 • . [9_40J e, e, O, 8. O,
W
• O,
6
Y
. Tomando momentos de las elaciones respecto de los ejes y y z
resulta: Fi¡. 9.2 1.

O,z.+6. %J, =
- OI Y'- 8.Yt = - 9yo
8Zo
} [9.41J
e..
Si en lugar de dos rotaciones se tratara de n rotaciones e•• el .. .
aplicadas en polos O, . 0 1 ... O.. , la determinaci6n analítica del polo
y la intensidad de la rotación resultante es inmediata. Basta para ello
y teniendo en cuenta la [9.40] extender las ell:presiones [ 9 .40] y [9.43] a n elementos, obteniéndose :

+ e,) Zo = 6 %1+0. -.
(01.
-(O, + O. )Yo = -6,7,- 6 y,
1

1
} [9 .42J e •
= ¿8.
,
d¡, donde
e,,,,+9~ zt
= Zo =
11, + 8, •
Zo

Yo = 61 y,+9' YI
O, + 9.
) [9.43J ¿, O. [9.44J

expresiones que nos definen las coordenadas del polo O de la rotaci6n Yo = -c.,----
resultante. ¿, 8,
COMPL&MENTOS DE CJNlI:M1nCA. PLANA 509
SlO .EL PRlNCD'IO DE LOS TRABAJOS VlRTU.u.u

En cuanto a la solución gráfica, procede en la forma indicada. en la Aplicada en O la elación vertical ey trazado el correspondiente
figura 9. 21. pollgono funicular, los lados extremos determinan en su intersección con
Aplicados en los polos O, los vectores elaci6n paralelos al eje y, las rectas de acción de las elaciones verticales, incógnitas O, y Oz, apli-
se determina mediante un polígono funicular de los mismos el vector cadas en O, y O. respectivamente, dos puntos M y N, que unidos
elaci6n resultante e
de la dirección y. Procediendo ané.logamente para definen el lado intermedio del funicular de O, y 01 • Trazandb por P
la dirección ., en la intersección de los vectores elaci6n y -9, pa- e una paralela a su intersección con el vector representativo de e, ésta
ralelos re'3pectivamente a y y z. se tiene. el polo O de la rotación determina dos vectores, que serán representativos de las intensidades de
resultante. La segunda elación podría aplicarse en o tra dirección cual- O, y O•.
quiera, p ero si se la hace coincidir con z, se simplifica el trazado, por La solución analítica se obtiene mediante las expresiones [9 . 41] .
cuanto los lados del segundo polígono funicular resultan normales a los En efecto, en las mismas, son conocidos los valores de Zo, Yo , z" y, •
correspondientes del primero. Zl YI, 10 que conduce a un sistema de dos ecuaciones. simultáneas con
dos incógnitas O, y O2 que resuelven el problema.
Sea ahora el caso de la descomposición de una rotación de polo O
9 . 1 .7. Descomposici6n de rotaciones in(initésimal en rotaciones com~ e intensidad e conocidos, en tres rotaciones a" 01 Y a. de polos co-
nentes. nocidos.
El problema se resuelve descomponiendo la rotación e
en una de
El problema de la descomposición de una rotación de polo e inten- las rotaciones (la O. en el caso de la figura 9 . 23) y en otra auxiliar,
sidad conocida, en dUas dos, de po1os dados, exige, para que la soluci6n cuyo polo queda definido por la intersección de las rectas determinadas
sea posible, que los tres polos se encuentren alineados. por Jos palos de dos de las rotaciones por una parte, y por la otra, por
Sea la chapa S de la figura 9 . 22, que experimenta una rotación de el polo de 'la rotación restante y el de la conocida.
intensidad a de polo O , y se desea conocer las intensidades de dos
La solución analitica se efectúa mediante las ecuaciones [9 . 44] , en
rotaciones componentes de polos O, y 0 1 , las que se conocen l8s coordenadas de los cuatro polos y la intensidad de
O la rotación dada, siendo incógnitas las intensidades O" 01 Y Oz de lal
rotaciones componentes. Se llega así a un sistema de tres ecuaciones simul-
táneas c~n tres inc6gnitas, que resuelven el problema.
Y,
Y, En este problema, si dos de los polos de las rotaciones incógnitas
Y; , -9, se encuentran alineados con el polo de la rotación conocida, es evi-
O -9
z O
z
o. - 9, z.
z, - - - -- ---- OJ

9, . N
p O
II IfN e, 9
O,
9,
9
e, Y
Y

Fig. 9.22. Fi,. 9 . 23. Fi,. 9 . 24.


COMPLEMENTOS DE CINEMÁnCo\ PLANA 5ll SI2 EL PRINCIPIO DB LOS TRABAJOS VIRTUALES ,
dente que 'la intensidad de la tercera rotación componente es nula. Si, en polo desplazado en la dirección normal a la de 1a traslación, de una
'cambio, los tres polos de las rotaciones incógnitas estuvieran entre sí distancia
alineados, el problema sería indeterminado. 1-1
Cuanq.o uno de tos polos es el punto impropio de una dirección, el 6~
Idl -m [9.45]
de 'la figúra 9.24' por ejemplo, el problema se reduce a descomponer la
rotación en una rotación auxlIiar de polo O' y una traslación normal a El problema inverso consiste en la descomposición de una rotación
00', equivale':lte a la rotación de polo impropio, procediéndose luego a en otra rotación de polo conocido y una traslación, de dirección también
descomponer la rotación auxiliar en las rotaciones de polos O, y 0 1 , conocida. Este problema sólo
es posible si la dirección de la
En el parágrafo siguiente analizaremos entre otros el problema de
tras1ación es normal a la recta
la descomposición de una rotación en otra rotación y una traslación. \ definida por ambos polos.

y~
\ o z/ Sea la chapa S de la fi·
gura 9.26, que experimenta una
9.1 .8. Rotaciones y traslaciones, composiciones y descomposiciones varia6.

lal ole l. ldl


S Y§ O,
- O
'
rotación El de polo O. que
se pide descomponerla en una
rotación de polo 0 1 y una tras-
Sea la chapa de la figura 9.25, que experimenta una rotación ede lación de dirección z-z. Apli.
po'lo O y una t raslación definida por el corrimiento 8:.
Fig. 9.26. cada en O la elación e de
Hacemos actuar primeramente la rotación 6, descompuesta en dos dirección paralela a z· z, el pro-
elaciones 6 y -6 normales entre sí y paralela esta última a la direcci6n blema se reduce a determinar un par de vectlores que traslade al vector
del corrimiento 8: que define la traslación. representativo de 8 al polo O, . El momento de dicho par está dado
Como consecuencia, los puno por la expresión:
tos de la recta n-n, normal a la l al = I S I · l d l · [9.46]
dirección de 8: sufrirán corri-
mientos paralelos a esta última, La expresión [9.46) nos da la intensidad de la traslación compo-
pasando a ocupar la posición nente. En cuanto a la rotación 61 , su intensidad será
n'-n'. Aplicando ahora la tras-
lación 8:, todos los puntos de la [9.47]
chapa experimentarán el mismo
corrimiento y la recta n'-n' ocu· Consideremos ahora la chapa de la figura 9.27, sujeta a una tras-
pará una nueva posición ·n" -n" , laci6n a.
paralela a la anterior pero des· n ' Supongamos un par de elaciones al'
tal que su momento, si llama-
plazada el valor a. El punto n mos d la distancia entre las rectas de acción de los vectores, tenga por
A, perteneciente a la recta n·n expresión
Fig. 9 . 25.
cuyo corrimiento debido a la ela- 8: = 91 ,d. [9.48]
ción -O es de igual magnitud que a pero de sem ido contrario, al aplicar
la traslación, experimentará un corrimient'o opuesto, y en consecuencia Consideremos ahora dos puntos, A ', y B. ubicados cada uno de
su corrimiento resultante en direcci6n normal a non será nulo. Como su ellos sobre la recta de acción de una de las elaciones.
corrimiento en la dirección de ·n·n también es nulo por pertenecer a la Por efecto de la elaci6n 61 , el punto B experimentará un corri-
recta de' acción del vector elación 6, el punto resulta inmóvil. miento que, de acuerdo con la [9.48] valdrá precisamente a y que lo
Como existe un solo punto que cumple con esta 'condición, dicho traslada a la posición B'. La recta A B se transforma en la AB'. PQr
punto es necesariamente el polo del desplazamiento resultante, que resulta su parte, 1a elación -6, ltrasladada en su dirección al punto A, que
ser una rotación de igual intensidad y signo que la componente, pero de experimenta un corrimiento a, transformándose la recta A B' en la A' B' ,
COMPLV4ENTOS DI!: ClNaMÁnCA PLANA 513 514 EL PRINCIPIO DI!: LOS 'l'1tABAJOS VIRTUALB8 ,
paralela a la AB. Es decir que, por aSÁ. el de B respecto de
efecto del · par de elaciones, dos puntos A, es decir que
de la chapa han experimentado un z o
[4.49]
mismo corrimiento, '10 que, como sa~
hemos, define una traslación. ~ efecto, suponga·
En consecuencia, una traslaci6n mas que ambos puntos es..
equivale a un par de &1acioniNJ de su \ tén sujetos a una trasla·
misma dirección y de momento igual Q ción definida por el COIT.i-
a la intensidad de la primera. mien~ aB. El puRto A
Volviendo a la figura 9.27, su· se desplazará paralela-
pongamos den puntos O y 0 1 , per~ mente a'l B, experim~n­
tenecientes el primero a la recta de tanda el mismo corrimien-
acción de 61 , y el segundo a la de to que éste. Como conse-
-6 1 , y ubicados sobre una normal a Fig. g. 27. cuencia de dicho corri-
ambos. Apliquemos en dichos puntos miento, el punto B pasa·
dos elaciones de intensidad 6 1 , pero opuestas. t:stas, con las aplicadas '1 rá a ocupar ia posición
según la direcci6n del desplazamiento a. configuran un par de rotacio- B', que será definitiva,
Flg. 9.28. mientras que el A se en-
nes opuestas, de intensidad 61 y de polos O y O,. Como las elaciones
normales a: 8 1 por ser opuestas conducen a corrimientos nulos, conclui- contrará en A" .
mos que una traslaci6n puede reemplazarse por un par de rotaciones, de Para llevar ahora A a la Posición definiltiva A' que le corresponde
momento igual a la intensidad de la traslación y cuyos polos "Se encuen- por efecto del corrimiento 8 A impuesto, es necesario hacerle experimen-
tren sobre una normal a la dirección de la última. tar un nuevo corrimiento A" A', que coincide en intensidad, dirección y
sehtido con el vector oSA; ' del diagrama de Williot, como es fácil obser-
:v~r y que constituye el desplazamiento relativo de A respecto de B.
. Si hubiéramos apliC'~do primeramente el corrimiento s A a ambos
puntos, el punto A hábría pasado a ocupar su posición definitiva A',
9.1.9. Corrimientos relativos. Variación de distancia entre dos puntos. mientras que el ¡j- se encontraría en B n y para llevarlo· a su Posición
final B' set:ía · necesario que experimentara un nuevo corrimiento
Sean dos puntos A y B, figura 9.28, que experimentan los ca- B" B' = aSA '; '''corrimiento relativo de B respecto de A.

rrimientos definidos por los vectores S A y Sil respectivamente, y que A los coÍTimientos aA Y a. los denominaremos corrimientos abso-
como éonsecuencia de -los mismos pasan a ocupar las posiciones A' y B' . luto! de Jos puntos.
Si analizamos las posiciones relativas de ambos puntos, antes y desi)U~ En lo que respecta al signo, tanto de 'los corrimientos relativos como
de haber experimentado sus respeo'tivos corrimientos, vemos que las mis- absolutos, el mismo corresPonderá al de · la proyección del corrimiento
mas difieren. Los puntos, uno con respecto al otro, han experimentado sobre el eje :z, salvo para los corrimientos verticales, en que se analizará
un cierto corrimiento, que denominaremos corrimiento relativo. La mag- el signo de la proyecciótfsobre el eje y.
nitud, direcci6n y sentido de dicho corrimiento relativo, 10 determinamos Sean ahora los pu1,.tos A y B de la figura 9.29 que experimentan
mediante el trazado de un diagrama de Williot-Mohr. los corrimientos s A y a S pasando a ocupar respectivamente las posi~
Llevando a partir de un punto p",. elegido como polo del diagrama, ciones A' y B'. La longitud del segmento AB, como C'Onsecuencia
vectores equipolentes con los corrimientos experimentados por los puntos de los corrimientos experimentados por los puntos qu·é lo definen; habrá
A y B, sus extremos definen los puntos A", y B.... El vector dirigido sufriao ·tma variación, denominada variaCIón de distaiicia entre ambos pun-
de B", a A.. que indicaremos con a AB determina en intensidad, direc- tos, y ·que, en lo sucesivo, indicaremos "Coil. b. AS·e ·~ AS indica la variación
ción ·y sentido, el corrimiento relativo de A respecto de B y el opuesto, de diSt'áncia entre A y B.
s., U. PRINCIPIO DE LOS TRABAJOS VIRTUALES ,
J B Resumiendo, diremos que para hallar la variación de distancia entre
dos puntos que experimentan corrimientos determinarlos, bastará trazar
B'" el correspondiente diagrama de Williot-Mohr y proyectar sobre la direc-
ción determinada por los puntos, el vector que define el corrimiento rela-
B" tivo de uno de ellos con respecto del otro. Dicha proyección mide la
-----__-éaj,~.~~~ magnitud de la variación de distancia buscada. En el caso de la figura
B'
9.29 'si suponemos fijo el punto A, el B se habrá alejado de A ', como
F i¡. 9.29. es fácil observar. H ay aumento de la distancia y en consecuencia la
variación de distancia será positiva. Al mismo resultado habríamos llegarlo
Para detenninar la variaci6n de distancia, tracemos por A' una para-
si hubiésemos supuesto fijo el punto B, por ser el corrimiento relativo
lela a AB y por B otra a AA'. La interseccÜm de ambas, BU, deter-
B An opuesto al aBA.' También A se habría alejado de B, es decir,
mina por una parte el segmento A' BU = AB y porbtra el vector BB" =
= a A • Como BB' =
as podemos interpretar el triángulo BS' Su como
hay aumento de distancia entre ambos.
un diagrama de Williot-Mohr en el que B :e= P", y el vector Su S'.:=
= aBA corresponde al corrimiento relativo de B respecto de A.
La nueva distancia entre A y S será A' B'. Si prolongamos 9.1 . 10. Desplazamientos relativos de chapas rígidas.
A' Su y proyectamos sobre ella el punto B' en B'" tendremos
, Consideremos, figura 9.30, las chapas SI y S1 que experimentan
A' S'" = A' B' cos S' A',S'" [9.50] respectivamente las rotaciones 01 > O y Oa < O en torno de los polos
O, y 0 1 Y nos proponemos hallar el desplazamiento relativo de S2 res-
pero, por ser a AB infinitésimo, también lo será el ángulo B' A' B". En pecto de S,.
consecuencia s,
AB'" = A' B' . [9.51]

salvo infinitésimos de orden superior.


" La variación de distancia buscada será la diferencia
o,
bAB = A'B'-AB = A'B"'-AB = o,
= A' B'" - A' B" = BU B'" . [9.52]
s, s,
pero BU B'" es la proyecci6n de aBA sobre la direcci6n de AB .
En consecuencia, diremos que la variación de distancia entre dos pun-
tos que experimentan corrimientos cualesquiera, está dada por la pl'Oyec-
z z
ción del desplazamiento relativo de uno de los puntos respecto del otro,
sobre la dirección definida por ambos,
s,
La variación de distan~ia es una rnagnfuld escalar y su signo depen-
derá de si los puntos correspondientes se acercan o se alejan el uno del
otro, como consecuencia de los corrimientos que experimentan. Si los
puntos se alejan, hay aumento de distancia emre ellos y, en consecuencia
n O", m
la variación de distancia será positiva. En cambio, si los puntos se acercan,
la distancia entre ambos disminuirá, siendo en este caso ne~tiva la varia·
ción de distancia. Fil[. 9.30.
&1. PlUNCIPlO DE LOS TRA.JlAJ08 VIRTUALU ,
Este desplazamiento relativo, necesariamente es otra rotación, cuyo
polo debe encontrarse alineado con los polos 0 .1 y O2 , Para hallarlo,
apliquemos en estos últimos las elaciones 61 y 61 de una dirección cual·
quiera, vertical en el caso analizado. 9 . I . 11 . DesplazamientOl de cadenas cinemáticas de un grado de libertad.
Elegido un eje de referencia z·z su intersecei6n con las rectas de
acción de los vectores elación determinan dos puntos O: y O; por los En el capítulo 6 definimos como cadena cinemática a un conjunto
que pasarán las rectas m-m y n-n. que.-definen 'los diagramas de corri· de chapas, vinculadas entre sí mediante articulaciones reales o ficticias,
mientos verticales correspondientes a ambas elaciones. Dichas rectas for· propias o impropias estas últimas, estableciendo que el número de grados
man con el eje z·z los ángulos 61 y 6:r que en cierta escala miden la de libertad de las mismas era de n + 2, siendo n el númefd de chapas
intensidad de las rotaciones correspondientes. Por otra parte, ambas rectas que integraban la cadena.
se cortan en un punto 0:. 1
• Consideremos una cadena de dos cha~as SI y S. (figura 9.31),
Los desplazamientos experimentados por las chapas, pueden supo.- vinculadas entre sí mediante dos barras K L y M N, que definen una
nerse ge~erados en la forma siguiente: articulación ficticia propia A ,.1 , ubicada en la intersección de las mismas..
Admitamos las dos chapas rigidamente vinculadas entre si y sujetas
a la rotación 61 ,
La chapa SI habrá pasado a ocupar su posición definitiva, y el polo
O:, por efecto de la elación vertical 61 , habrá experimentado un corri·
miento vertical O: O;'. Pero por ser polo, dicho punto, en la posición
final de la chapa ~, debe permanecer inmóvil. En consecuencia, será
necesario darle a la chapa una cierta rotación de sentido opuesto a 01 ,
tal que su correspondiente elación vertical lleve el punto O ~' al O; y
la recta que define el correspondiente diagrama de corrimientos verticales Fll[< 9.31.
forme .con z·z un ángulo que, en cierta escala, mida la intensidad de 62 ,
Para todo desplaza miento infinitésimo del mecanismo constituido par
En consecuencia, el punto 0 ~.1 intersección de las rectas m·m y
ambas chapas vinculadas, el despluamiento relativo de una de ellas res-
n·n se encontrará sobre la recta de acción de la elación vertical relativa
pecto de la otra, se traduce en una rotadóñ en torno de la articulación A l.I '
6u cuya intersección con la recta 0 1 0 2 define el polo 0 1.1 buscado.
El signo de la rotación relativa será en este caso nega tivo, por cuanto la En efecto, el desplazamiento relativo de SI respecto de SI' corree·
recta n·n ha girado con respecto a la tn·m, en torno de 0;.1 en 8en· pande al desplazamiento absoluto que experimentaría S . ai SI perma·
neciera fija.
tido negativo.
' Suponiendo en consecuencia que SI permanece inmóvil, laa barras
En cuanto a la intensidad de Su, de la observación de la figura
K L y M N se comportarán como vínculos externos de primera especie y
surge que es igual a 62 más 6 1 con signo cambiado, es decir
la única posibilidad de desplazamiento de los puntos L y N, ser' que
experimenten corrimientos normales a K L Y M N respectivamente.
Pero dichos puntos pertenecen también a la chapa S2 para la que,
en consecuencia, se imponen los corrimien'tOs de dos de sus puntos.
o sea la diferencia de las rotadones.
Pero, en 9. 1 . 1 vimos que conocidos los corrimientos de dos puntos
Es fácil observar que la rotación relativa de S, respecto de S I es
de una chapa, quedaba definido el polo de la rotación, propio o impropio,
opuesta a la de esta última respecto de la primera, es decir que daba origen a dichos corrimientos, el que se encontraba ubicado en
la intersección de las normales a las direcciones de los corrimientos, tra·
61.1 = -01.1 [9.54 J zados por los puntos mencionados.
de donde En el caso de la figura 9.31, las normales a los corrimientos de los
[9.55] puntos L y N coindden con las direcciones de las barras KL y M N,
51' 520 EL PRINCIPIO DE LOS TRABAJOS VIRTUAL!tS 9

las que, prolongadas, se cortan en el punto A I • 1 , denominado articulaci6n En el primer caso, o bien tiene un punto fijo o quedan determinadas
ficticia relativa entre las chapas S, y 52 y que será el punto en !tomo al las direcciones de los corrimientos de dos de ellos, y en el segundo resulta
cual gira la chapa 5 2 con respecto a S1. experimentando así una rotaci6n fija, con lo que queda demostrado lo que nos proponíamos. En efecto,
relativa ato" liJ' funcionamiento del mecanismo sería el mismo que resul- si posee un punto fijo, el único desplazamiento posible de la chapa es una
taTÍa de supon~r prolongadas las chapas S, y 5, Y !llticuladas en forma rotación en torno del mismo. Si, en cambio, resultan impuestas las direc-
real en el punto A l." previa supresión de las barra;" ~L y MN. ciones de los corrimientos de dos puntos, sabemos que el desplazamiento
Si, como muestra la figura ~. 32, las barras K L y ' M N que vinc,u1an posible de la chapa será una rotación, de polo propio o impropio, ubicado
a ambas chapas, fueran paralelas, el desplazamiento relativo de las' mis.. en la intersección de las normales a las direcciones de los corrimientos.
mas resultaría una traslación rela~iva. Finalmente, si la chapa posee tres condiciones de vínculo resulta
En efecto, supuesta fija la" chapa SI' las direcciones de los corri- inmóvil y las chapas vinculadas con la misma podrán experimentar rota-
mientos Posibles de los punt~.s . L y N resultan paralelas entre sí e 'ciones en torno de los puntos en que se articulan a la chapa fija, puntos
iguales, por cuanto deben necesariamente ser normales a las direcciones que serán los polos. En este caso, se dice que la chapa que resulta inmó-
vil se encuentra sujeta aI vínculo del desplazamiento idéntico.
KL y MN, respectivamente, y éstas a su vez ~~bién son paralelas

L 9 . 1-. 12 . Determinación de polos en cadenas cinemáticas de un grado de


k 5, libertad.
s, \
Consideremos, fi gura 9.33, una cadena cinemática cualquiera, y su-
N
pongamos conocido el polo O., de una de ellas.
Si Au es la articulación relativa entre las chapas S. y S2' con-
FIII:. 9.32. sideremos el punto como perteneciente a. S., la dirección del único corri-
miento posible del mismo, para una rotación infinitésima de la chapa a
entre sí. Pero hemos visto que cuando los corrimientos de dos puntos de la que pertenece, será el de la normal a la recta O. A1.lI •
una chapa eran iguales y paral~l&, .el desplazamiento de la misma era
una traslaci6n. ''' ' '. .
En consecuencia, el desplazamiento relativo de la chapa S2 respecto
de la 5, es una trasladón relativa, resultando la art¡Úllación ,relativa
ficticia ser' el punto impropio de la dirección 'común .8. 'Ias dos barras.
A"
Nos ocuparemos en lo que sigue, exclusiva~ente' del análisis de los
desplatamientos posibles de las cadenas cinemáticas que poseen solamente
un gradó de libertad: es decir, de aquellas a .las que se han impuesto 0,
n+ 1 coO(;li,~.iones de :vinculo. "
l;)emostraremos a continuación que en toda cadena cinemática de un Fig. 9.33.
~radó ; d-;" 'libértad, '¡uHa' cua1qui~ desplazamiento de la mis~; ' 188 chapas Pero A •. 2 pertenece también a la chapa S 2' y en tal condici6n su
que' fa '.oonsÚjoy.e n experimentan cada una de ellas, rotaciones en tONJD de corrimiento será el mismo impuesto por la rotaci6n de la chapa S,.
punt~ fijos determinados, propios o impropios, denominados polos. Interpretado dicho corrimiento como originado por una rotaci6n de la
Para cualquier cadena cinemática, ello se verifica por lo menos para c~apa S 2' el polo de la misma, propio o impropio, deberá encontrarse
una de las chapas. En efecto, si la cal;lena cinemática tiene s6lo un grado ubicado sobre la normal a la dirección del corrimiento, /\:razada por AI,2,
de libertad, ello significa que se le' hari ' impuesto n +
1 condiciones dé es decir, 's obre la prolongación de O , A , ,2 ' '10 que nos permitió concluir
vínculo; como el número de chapa-s' es" n' , por lo menos una de ellas resulta que en toda cadena cinemátn de un Arado de libertad, los polos ~ doo
con no menos de dos ni más dé tres condiciones de vinculo. chapas oomecutiva.s se encuentran alineados ocm la articulaci6n relativa.
COMPJ"ltM1NTOIII D& ONUoÚTICA PLAN.
'" ltL PlUNC1PJO DE LOS TRABAJOS VlRTUAUUI

Como corolario de lo anterior se tiene que, si se conocen los polca anteriormente, su polo será el punto O., intersección de las direcciones
de dos chapas no consecutivas, la determinación del polo de la chapa de los apoyos móviles mencionados.
intermedia es inmediata. En efecto. volviendo a la figura 9.33, vimos En cuanto al polo de la chapa S. , debe encontrarse alineado con
que el polo de la chapa S , debía encontrarse ubicado sobre la recta los polos de las chapas inmediatas O. y O. y sus correspondientes
O, A ,,1 ' Supongamos ahora que conocemos también' la ubicación del polo articulaciones relativas.
O, de la chapa S , . Por un razonamiento análogo al efectuado antes, La articulación relativa A uCI> es improp i"!o En consecuencia, tra-
llegamos a que 9, debe encontrarse sobre O, At.. . En consecuencia, zando por O, una paralela a la dirección de 1::> dos barras que definen
concluimos que debe necesariamente ser el punto O,. intersección de A 2 .,CI> ' sobre dicha recta debe encontrarse O,. Como, además, O, debe
las recta~ O, A" , Y O, A iI", estar alineado con O~ y Aa.• , la recta O. A a.. en su intersección con
Sentado lo anterior, estamos en condiciones de determinar los pola. la O, A,.... determina la posición del polo O, buscado.
de una cadena cinemática de un grado de libertad, tal la que ilustra la
figura 9 . 34, constituida por cuatro chapas 5,.,. S., articulada. entre
si mediante las articulaciones relativas AI.t (propia); ~. , (impropia) y
A" . (propia y ficticia) y vinculadas a tierra por un apoyo móvil A 9.1.15. Extensión del diagrama de Williot-Mohr al caso de cadenas cine-
aplicado en S I ' otro fijo B ubicado en S, y dos apoyos móviles e y máticas de un grado de libertad.
D en S ••
El punto B es un punto fijo y por lo tanto coincidirá con el polo Las cadenas cinemáticas de un grado de libertad constituyen meca-
O, de S • . nismos susceptibles de experimentar desplazamientos, compatibles con la.
condiciones de vínculo impuestas. Como consecuencia de dichos despla-
El PUJlto A de la chapa S" por la condición impuesta por el vínculo
zamientos (rotaciones o traslaciones), los puntos de las distintas chapas
aplicado al mismo, s610 podrá experimentar corrimientos normales a la
sufren corrimientos, perfectamente definidos.
direcci6n de aquél, por lo que el polo O, de S" necesariamente debe
encontrarse sobre la recta que corresponde a la dirección del apoyo móvil. Al definir el diagrama de Williot·Mohr dijimos que se trataba de
Por otra parte, hemos visto que el polo de 0'1 debe estar alineado con un diagrama polar de corrimientos, que constituía una figura normal y
semejante con la figura dada, y que una vez conocida, nos permitía deter-
minar de inmediato el corrimiento experimentado por cualquier punto de
la chapa, para un desplazamiento dado de la misma.
Estos conceptos se extienden al caso de sistemas constituidos por
mAs de una chapa, En efecto. sea el mecanismo de un grado de libertad
--- .. de la figura 9.35, constituido por 3 chapas S I' St Y S . . articulada.
entre s í y vinculadas a tierra mediante cuatro condiciones de vínculo,
B~O.2
Los polos de las chapas S , y S , conciden en este caso con los
,
I
s, puntos A y B, donde se encuentran aplicadas sendas articulaciones
I fijas en tierra.
I
El polo de la chapa S ~ debe encontrarse alineado con 0 1 A l,. por
lA una parte, y con O, A t ,3 por otra. En consecuencia, serári el punto O,
intersección de 0 1 A l ,t Y O 2 A 2 ,3 '
Fig. 9.34. Determinados los polos en la forma indicada, damos a una cualquiera
de las chapas, la S I por ejemplo, una rotación 9 1 > O . Como conse-
A,., Y el polo O,. En consecuencia será el punto 0 1 intersección de cuencia de la misma, el punto A l.1 experimentará un corrimiento .. A, ..
O. Al" con la dirección del apoyo móvil A . de dirección normal a 0 1 A l., Y de intensidad
P asando ahora a la chapa S.. vinculada a tieITa por intermedio
de los apoyos móviles e y D, vemos que, por las razones expuestas [9.56J
OOMPLEMENTOS DE CINEMÁTICA PLANA
'" 524 IU. PRINCIPIO DE LOS TRABAJOS VIRTUALES

Elegido un punto cualquiera P,," como polo. estamos en condiciones pes, Al.! . que permite el pasaje de una a otra de ellas en el diagrama de
de proceder al trazado del diagrama de Williot-Mohr correspondiente a Williot-Mohr, es un punto impropio.
la chapa S, . Una vez hallados los polos de las chapas en la forma conocida y
El punto A _ O" por "t.' r un p~ , nto fijo, coincidirá con PO" Lle- determinado el corrimiento a¡.. del punto K, que define el punto K."
vando a partir de p~. el vector P ~_ A I~ . equipolente con a L ~ • su ex- consideramos a una de las barras que constituyen la articulación relativa,
tremo define el punto A,._. En la forma indicada en 9.1.4 procedcmo.~

~
s, ___---.-j A,,~
IJ!I!>.~"L --- -- _------
/
s,
.- _ ~
----. L"
.q,
Kw
Fig. 9,36.

como una chapa auxiliar S•. La determinación del polo de la misma el


inmediato, y será el punto O. intersección de las rectas O, K Y O'l L .
Conocido O. ubicamos L .., como intersección, en el diagrama de Williot-
Mohr, de las normales a LK y LO., trazados por k.., y P .." respec-
Fig. 9.35. tivamente. Una vez determinado L ..,. el trazado del diagrama se continúa
en la forma conocida.
a continuación a ubicar los puntos C,.. y D ... , obteniendo la figura P .,. ,
A ,.: ... , C ... . D.,. normal y semejante a la A , A ,.1 , e, D .
Pasando a la chapa S~, en el diagrama de WilIiot-Mohr su polo
O ~.,. coincidirá con p ... por tratarse de un punto fijo y A, ,: . conside- 9. l . 14 . Trazado de diagramas cartesianos de corrimientos de puntos de
rado como perteneciente a 5 : coincidirá en el diagrama con A , .~ ... por cadenas cinemáticas sujetas a desplazamientos.
cuanto A l. : es común a ambas chapas.
La determinación de A J . " ... es inmediata, bastando para ello trazar Para el trazado de los diagramas de corrimientos de dirección deter-
por A I. ~'" y P,.. sendas normales a A".., A , . ~ Y A ~., O~ , En la misma minada, de puntos de cadenas cinemáticas de un grado de libertad sujetas
forma ubicamos E ... , a desplazamientos compatibles con los vinculos, se procede en forma seme-
Finalmente, en la chapa 5~ sólo es necesarlo ubicar F .. , por cuanto jante a la vista para el caso de una única chapa.
O"" coincide con P,.. y A ~ . ;"c ya 10 hemos hallado. Trazando por p ", Sea por ejemplo la cadena cinemática de la figura 9.37, de la que
Y A ~. a ... normales <! FO" y FA".._. respectivamente, en su intersección se pide el trazado del dia grama 'de corrimientos verticales, originados por
obtenemos el punto buscado. una rotaci6n 6 1 > O de la chapa 5, .
Cuando la articulación relativa entre dos chapas es un punto impro- Determinados los polos de las distintas chapas aplicamos en 0 1 ,
pio, es decir, si las mismas se encuentran vinculadas entre sí mediante dos polo de 5" una elación vertical O, > O Y adoptamo3 un eje de referen-
barras paralelas, tal como -en el ·caso de la figura 9,36, para el trazado cia m - m horizontal. El diagrama de corrimientos verticales de la chapa
del diagrama de WilIiot-Mohr es necesario proceder dé la manera que 5. será, como sabemos, una recta que pasará por la proyección O: del
explicamos a continuación. por cuanto el punto común a ambas cha- poJo O , por cuanto la ordenada del diagrama debe ser nula en corres-
, aL PRINCIPIO DI: LOS TRABAJOS VIRTUALBS

/ Oeterminada la ubicación de los polos, el correspondiente a la chapa
S. resulta ser el punto impropio de la dirección común de los apoyos.
En consecuencia, los desplazamientos absolutos de S, sólo podrán ter

Fil. 9.37.

pondencia ron la recta de acción del vector representativo de la elación


m
91 , Dicha recta será válida entre las ordenadas extremas de la chapa S1'
El corrimiento vertical del punto A1.I será común a las chapas S,
y S ,. En consecuencia, la recta [52]' · representativa del diagrama de
corrimientos verticales de la chapa SI. deberá pasar por A~.1 • inter-
sección de la vertical de A l,! con [S , ] y ·por ~. proyección de O.
sobre m-m, y se extenderá hasta encontrar la vertical extrema de la Fig. 9.38.
chapa S • •
En cuanto al diagrama representativo de los corrimientos verticales traslaciones, y como para una traslación de una chapa los corrimientos
de S • • será una recta paralela a [SI ] que pasará por O; . proyección absolutos en una dirección cualquiera son iguales para todos los puntos
sobre m-m de O•. En efecto, el desplazamiento relativo de S. respecto de la misma, resulta así que las ordenadas del diagrama correspondiente
de SI es una traslación ó por cuanto la articulación relativa entre las mis- serán también iguales entre sí, reduciéndose éste a una recta paralela al
mas es impropia y, en consecuencia, los corrimientos relativos entre Jos eje de referencia.
puntos de ambas chapas y por ende sus proyecciones en cualquier direc- De acuerdo con lo anterior, trazando en la figura 9.38 una recta
ción, son todos iguales entre sí. Y como las proyecciones vfi!rticales de cualquiera paralela al eje de referencia, la misma constituirá el diagrama
los mismos están medidos en una cierta escala por las ordenadas com- de corrimientos verticales de la chapa S •• limitado por los puntos A'M
prendidas entre las rectas [S3] y [S2] , al ser iguales para cualquier y A ~:I' intersecciones de dicha recta con las verticales trazadas por
punto que se considere, dichas réctas necesariamente deben ser paralelas. las articulaciones relativa'3 A,.I y A '.3 respectivamente. Uniendo A:. t
Cuando una de las chapas de la cadena cinemática posee dos condi-
ciones de vínculo, constituidas por dos apoyos m6vi:1es pa ralelos, el dia-
con O;. proyección de O, sobre el eje de referencia, obtenemos el
diagrama de los corrimientos verticales de S , y efectuando análoga ope-
grama de corrimientos, cualquiera sea la dirección del mismo, es una ración con A'u y O; definimos el correspondiente a S.. El signo de
recta paralela al eje de referencia.
las distintas partes del diagrama, resulta del desplazamiento experimen-
En efecto, sea el sistema de la figura 9.38, cuya chapa se encuen- tado por S.. Si éste. es de sentido tal que sus corrimientos verticales
tra vinculada a tierra mediante dos apoyos móviles B y e, paralelos. resulten positivos, la recta paralela al eje de referencia que materializa
COMPUM~NTOS DE ClNEMÁTlCA PLA N A 528 EL PRINCIPIO DE LOS TRABAJOS VIRTlJALES

el correspondiente diagrama deberá trazarse por debajo de aquél, resul-
tando así el diagrama orientado. En cuanto a la escala, si el corrimiento
vertical de los puntos de la chapa S ~ (uera de a (m) y las ordenadas
(todas iguales) del diagrama correspondiente fueran de II(cm), la escala
resultante sería a(m) / 11{cm).

9 . 1. 15 . Articulaciones relativas entre chapa~ no conset:u tivas.

En todo mecanismo de un grado de libertad, constituido por una


suces ión de chapas vinculadas entre sí, al desplazarse una cualquiera de
-1
las mismas, las restantes, como hemos visto, tambié n experimenton des-
plazamientos.
En ciertos problemas interesa, y a veces es necesario, conocer para
I
dos chapas no consecutivas, es decir, que no se encuentran vinculadas
directamente e ntre sí, el punto del plano en torno al cual gira una de
e'lIas, supue"sta fija la otra, o sea, su articulación relativa. Consideremos,
por ejemplo, el sistema de la fi gura 9 . 39 Y veamos la forma de determinar
la articulación relativa e ntre las chapas 5, y S." es de:::;r, A ,.• .
Supongamos por un momento que la chapa 5, se encuentra fija. La -- ---- ---
cha pa S. está vinculada con la S , por intermedio de la S~ , que desde
el punto de vista cinemático se comporta como una biela de dirección
A ,.• A ~, • . Por otra parte, al eslar S , y S~ articuladas directamente a
A g. 9 . 39.
tierra, podemos adm itir esta última como una chapa rígida a rticulada a
las anteriores en O , y O" respectivamente, chapa que cinemática mente
se comportará como una segunda biela de dirección O , O • . En conse-
cuencia, .Ias chapas S , y S o, estarán vinculedes por las biela'3 A ,.• A ~.",
Y 0 , 0 " , que equivalen a una a rt iculación r.!lativa ficticia A 1.., ubicada 9 . l . 16 . Variación de distancia entre puntos de una cadena cinemática
en la intersección de las 'rectas prolongación de las mismos. de un grado de libertad.
D e lo expuesto deducimos que la a rticu lación relativa e ntre dos cha-
pas no consecutivas, se encuentra alineada con los polos de las mismas y Interesa en ciertos problemas conocer la variación de distancia que
con las articulaciones relativas con la chapa intermedia. experimentan dos puntos determinados, pertenecientes a distintas chapas
de una cadena cinemática, como consecuencia de un desplazamiento de
Trazado el diagrama de corrimientos de una dirección cualquiera,
la misma,
vertical en el caso de la fi gura 9.39, vemos que la articulaci6n relativa
El problema puede resolverse, sea con el trazado de un diagrama de
A , .3 se encuentra ubicada sobre la vertical del punto de intenlección A'...
Williot-Mohr o bien mediante un diagrama de corrimientos en una deter-
de las rectas que definen los diagramas de corrimientos de las ctiapas minada dirección.
S, y 5". Sea, por ejemplo, el mecanismo cinemática de la figura 9.40, del
Ello es ev idente, por cuanto el corrimiento vertical del punto A u que se pide hallar la variación de distancia experimentada por los puntos
considerado como perteneciente a la chapa S , debe ser el mismo que A y B, como consecuencia de una rotación 6 1 > O aplicada a la
experimenta cuando se lo consídera sobre la chapa S 3 . chapa SI '
529 530 EL PJI:lNCIPIO DE LOS TRABAJOS VIRTUALZII 9

A l, ... respectivamente. El punto A" I. es el único que nos interesa de


la chapa S , . por ser el que nos permite pasar a la chapa S • .
Ubicado At .... . determinamos a continuación B • . El vector A... B ..
corresponde, como sabemos, al corrimiento relativo 4." y el opuesto al
A a. .... La proyección de cualquiera de ellos sobre la dirección AB DOS
da la variación de distancia 6A.a buscada. Como puede observarse. en
//
/ /
este caso ti". es positiva, por cuanto, para el despluamiento experi-
S, / / mentado por el mecanismo, Jos puntos se alejan el uno del otro.
/ 1 La variación de distancia puede determinarse también mediante el
a, / / / trazado del diagrama de corrimientos en una dirección determinada. Con-
/ A _-- lideremos para ello el mecanismo cinemático de la figura 9.41, del que
/ , se pide hallar la variaci6n de distancia lIJflf para una rotación 0 1 > O.
/,."' ....
--
/
:,,;q
/¡! \
/

/ /1 \
/ 11
/ 1 \
A, I \
1
1
1
1
1

Fi,. 9 . 40.

Resolveremos el problema mediante el trazado de un diagrama de


Williot-Mohr, que para el caso no requiere la obtención de las figuras
normales y semejantes en su totalidad, sino !micamente la ubicación de
aquellos puntos que nos pennitan conocer el desplazamiento relativo de
A respecto de B (o su recíproco). Determinados los polos en la forma
conocida, comenzamos por calcular el corrimiento efectivo de un punto
de la chapa S) > el A~,2 por ejemplo, como consecuencia de la rotaci6n
6\ aplicada a la misma, L'l amando d la distancia de A I ,~ al polo 0 1 >
dicho corrimiento será de intensidad

[9.57J

Elegido el polo P"" del diagrama de Williot-Mohr, llevamos a partir


del mismo un vector P oo A u "" = a.t, .• cuyo extremo nos define el punto
A" .", y luego, en la forma explicada anteriormente, ubicamos el punto
A"" Conocido A1.2oo pasamos a ubicar A~,~"" que se encontrará en la
intersección de las normales de A2 . l O, y A ~.~ A, ,:l trazadas por P". y
Vic. 9 .41.
COMPLEMENTOS DE C1NEMÁnCA PLANA 531 1':L P IUh'C1P10 ' DE LOS TRAlIAJOS VIR"TIJ A I.I!S 9

De terminados los polos de las chapas S, y 52' trazamos un diagrama Ahora bien, como puede observarse en la figura, dicho corrimiento,
de los corrimientos verticales debidos a O" que nos permite determinar en valor absoluto, coincide con la variación de distancia 5",.\· , por ser la
'1 M y 1] .... . proyección normal de a ,·.I/ sobre la dire<:ción M N. P or otra parte, en
Por otra parte, como conocemos las direcciones de los Corrimientos
efectivos de M y N, normales respectivamente a 0 1 M Y O. N , tra·
zando por el origen de 1],11 una paralela a la normal a O , M Y despro-
yectando su extremo sobre esta última dirección, obtenemos el vector
representativo de 8J1 en intensidad, d irección y sentido. Procediendo en
forma a náloga con 1)\' obtenemos a,· y llevando a partir de un punto \
\
P ", vectores equipolentes a au y a l'>', el vector definido entre los extre- \
mos de los mismos, con uno u otro sentido, nos da a", ,\, 6 tJN,II según s, \
\
el caso.
\
Finalmente, proyectando cualquiera de estos vectores sobre la direc· S,. \
ción de la recta M N, obtenemos la variación d e distancia b.ll,v. \
Analizando el diagrama de corrimientos verticales vemos que como
consecuencia del desplazamiento experimentado por el mecanismo, la chao
pa S~ ha sufr ido con respecto a la S, una rotación relativa O2 . 1 < O.
En consecuencia, el punto N se aleja del M y la variación de distancia
resulta ser positiva. A la misma conclusión habríamos llegado si hubié·
sernas considerado la rotación relativa 0,.1 de la chapa S, respecto
de la S •.
E xiste una última forma de establecer la variación de distancia entre
dos puntos de una cadena cinemátjta, y es partiendo del diagrama de
corrimientos. Sea el mecanismo de un grado de libertad de la figura 9.42,
del Que se pide calcular la variación de distancia e ntre ·Ios puntos M y Fil. 9 . 42.
N debida a una rotación O, < O de la chapa S, .
D eterminados los polos y t razado el diagrama de corrimientos verti- el diagrama de corrimientos verticales el ángulo O; A',.~ T mide, en
cales llevamos a partir de A',." horizonta lmente, un segmento t igual a cierta esca la, la intensidad de la rotación O2 ,, , y por ser ésta infinitésima
la distancia de A ,,: a la recta M N definida por los puntos de los que tenemos
deseamos hallar la vari~ción de distancia.
T razando por el extremo de dicho segmento una vertical, la misma 1",., I .ltl= TT". [9.59]
determina en su intersección con las rectas O ~ A ;.~ y O ~ A; .2 un seg·
mento TT' cuya longitud nos da la magnitud de la variación de dis- Comparando la [9 .59 ] con la [9.58] y teniendo e n cuenta Que I a ,~.1 ==
tancia buscada. == IliM~' I resulta finalmente
En efecto, admitamos por un momento fi ja la chapa S" En tal
caso, la rotación relativa 0" , Se transforma en absoluta, y el polo de la I TT'I = I ~.,I· [9 . 60]
misma será el punto A" • .
N! ,
Si aplicamos en este punto la elación \J 2.'. de la d~recci6n ~ como En cuanto al signo de la variaci6n de distancia, surge de considerar el
consecuencia de la misma el punto N expenmentara un corrimiento en sentido d e la rotación relativa. En el caso analizado, resulta O ~.I > O por
. dicha dire<:ci6n de intensidad: lo que el punto N se acerca al M, resulta ndo con ello negativa la
[9.58] variación de distancia.
~ a; I = I 6,., I . I t i·
COMPLEMENTOS DE ClNEMÁT:lCA PLANA
'33 53. EL PRINCIPIO DE LOS TRABAJOS VIRTUALES 9

por lo que resulta a priori imposible ubicar el polo O, . que debe encon-
9 . 1. 17 . Casos particulares en la determinación de polos y trazado de trarse en la intersección de la dirección del apoyo móvil e con la recta
diagramas de corrimientos. O : A z,a'
Pero esta última recta no se puede trazar por ser O: inaccesible.
El problema se resuelve mediante la proposición de Desargues. Elegido
En determinados casos, sea por la configuración del mecanismo cine-
mático o bien por la disposición de los vínculos, la determinación de los un punto cualquiera K sobre la recta BO, construimos el triángulo
polOS o el trazado de los diagramas de corrimientos, o bien ambos, pre- A •. : K I A J • 3 • Luego, por un punto cualquiera L de ¡a recta 0 1 A I , 2 tra·
senta algunas dificultades. zamos paralelas a A •.: A2.~ y a Al •• K.
Sea, por ejemplo, el sistema de un grado de libertad de la figura Esta última corta a BO. en M. Trazando por este último una
9 .43. El polo de la chapa S . se encuentra en la intersecci6n de la recta paralela a K A ,,3 ' en su intersección con la paralela a A,.: AJ " deter-
O, Al.2 con la recta que corresponde a 'Ia dirección del apoyo móvil B. mina un purlto N que unido con A 2.! define una recta Que pasa por O: .
Pero dicha intersección Queda ubicada fuera de los 1ím.ites del dibujo. Como, además, por construcción pasa por A •. s . sobre la misma debe
encontrarse el polo O" que Queda determinado por la intersecci6n de
dicha recta con la Que define la dirección del apoyo móvil C .
• 0,
Una segunda dificultad se presenta para el trazado del diagrama de
10, corrimientos verticales.
En efecto, elegido un eje horizontal de referencia, y proyectados los
polos O, y O" obtenemos los puntos O: y O;, en correspondencia
,N
de los cuales tendrán ordenada nula los diagramas de corrimientos corres-
s, pondientes a las chapas S, y Ss . No ocurre lo mismo con O. por ser
.inaccesible, por lo que una vez trazada la recta O; A~. 2 ' nos vemos im-
posibilitados de continuar con el trazado del diagrama.
El problema se resue'lve determinando la articulación relativa A •. ,
A,.3
A_q /
0" •
entre las chapas S. y S s , que se encontrará en la intersección de las

rectas O. 0 3 Y A •• ! A t ,3 '
Ubicado A L" prolongamos la recta O: A'•.• hasta encontrar en A'. ~
la vertical trazada por A,." Por dicha intersección pasará 'l a recta que
define el diagrama de corrimientos de S , . Como éste debe tener ordenada
nula en O:. uniendo este último punto con A;,.a ,queda definido el
diagrama.
En cuanto al diagrama correspondiente a 5,. debe pasar por A~.2
y por la intersección de O; A~ .3 con la vertic.al de A:,! , con 10 que queda
resuelto el problema.
En el caso de la figura 9.43, si la dirección del apoyo m6vil e fuera
tal que su intersección con A 2 • J O. también resultara inaccesible, debemos
recurrir para el trazado del diagrama de corrimientos verticales al trazado
de un diagrama auxiliar, como muestra la figura 9.44.
En la misma, para la determinación de la articulación reIativa A ,.~
Fig. 9 . 43. se ha recurrido a una segunda proposición de Desargues.
'3> '" ItL PRlNClPrO DE LOS T'RABAJOS VlRTUALItS

su signo 11 ' ,.1 y 11 ,4 • SUS extremos, unidos, nos definen el dialfama
correspon~ iente a la 'c'hapa S 2. Uniendo A :.1 así determinado, con O :
obte nemos el d iagrama de la chapa SI. que prolongado define en su
intersección con la vertical de A,.s el punto A~ ., . que unido finalmente
con A ~,J ' determina el diagrama de Ss'
Sea ahora el sistema de la figura 9.45. El polo de la chapa S I coin-
cid e con la articulación A y el correspondiente a S , será el punto im-
propio d e la dirección común de los apoyos m óviles para lelos B y c.
\
\
\
"\
e
A,,J

o;

Q', rs,/

Fil. 9 ."5.
Fig.9 . 44.

L as a rticulaciones relat ivas entre las chapas 5 ,-51 y 5 1 -S, !Ion


Conocida A ,,) es' posible trazar un diagrama de corrimientos de la
también impropias, por esta r unidas dichas chapas dos a dos por pares
dirección del apoyo móvil e, por cuanto el polo 0 , se encuentra sobre de bielas pa ralelas.
dicha recta, y si elegimos un eje de referencia normal al apoyo e, se
El polo de la chapa S I debe encontrarse .lineado con 0 , A '.2'" Y
proyecta e n ·la dirección de este último.
con O C" A".,y. . Siendo esta última recta la impropia del p lano, el polo
Una vez trazado el diagrama de la dirección indicada, podemos de- O: será, e n consecuencia, el punto impropio de la paralela trazada por
terminar los corrimientos efectivos 8 .01", y 8 .4.,.• de los puntos A I,l y O , a las bielas que vinculan S , con S, . Es decir que 0 200 &ilI A ' .I '"
Au que desproyectados sobre la dirección vertical nos permite conocer resultando con ella la chapa 5 , con dos puntos fijos: O, y Al., ,,, , este
los corrimientos verticales "lA y "l A ' es decir, de dos puntos de la último por coincid ir con O ~"" , En consecuencia, resulta inmóvil.
chapa SI . con lo que qued~ perfect~mente determinado el desplaza- Si da mos un desplazamiento cualquiera al sistema, al trazar el dia-
miento de ·la misma. grama de corrimientos de una dirección determinada, vertical por ejem-
Adoptando ahora un eje de referencia vertical y llevando a partir plo, el correspondiente a 5 , se confunde con el eje de referencia, por
del mismo sobre las proyecciones de Al.I y Au respectivamente y con cuanto los corrimientos de sus puntos son nulos.
COMPLltMaNTOS Da ClHaM1T1CA PLANA. S37 ' 38 ltL PRlNCO'JO Dtt LOS TlIA8o\}OS VIRTUALES

Al estar ta chapa S : vinculada mediante dos bielas pl!ralela. a una
chapa inmóvi~ el único desplazamiento absoluto que puede experimentar
es una traslac'i9~' Por lo que el correspondiente dia&rama de '~fr4riientos
será una re:~~ paralela al eje de referencia.
La chapa S. se encuentra en análogas condiciones, por cuanto está
vinculada coñ tierra mediante dos apoyos móviles paralelos. Como, ade--
más, está vinculada con la S2 pejr una articulación relativa impropia, la
recta que d efine .u diagrama de corrimientos,
. ,¡ .
resulta aparentemente inde--
terminada.
Para trazar el diagrama de la chapa SI debemos recurrir a una
chapa auxiliar, la S" ' por ejemplo. . El polo de la misma' se encuentra en
la intersección de las paralelas a 0.,01«1 y a la dirección común de B
y C, trazadas por M y N respectivamente.
.. Uniendo M', proyección de M lobre [S.] con O; y proyec·
tando el punto N, sobre la recta así obtenida, obtenemos el N', 'q ue
define el corrimiento vertical de N. Y como N pertenece a S" ~Fa.
Pig. 9 . 46 .
zando por N' una paralela al eje de referencia, obtenemos el diagrama
correspondiente ~ esta última chapa.
a poyo móvil B . Para determinar O" es necesario previamente hallar
A 1 •3 , articulación relativa entre S , y S. , Considerando 'las c ha pas 52
y S. como dos bielas, A ". se e ncontrará en la intersección de A l .• A s.•
9 . 1 . 18 . Determinación de polos en cadenas cinem'ticas Cltrradu (k un con A l:! A :¡.:: . U niendo O , con A 1 .:t Y O:¡ con A :!.:t, e n su intersección
grado de libertad. obtenemos Oa.
Finalmente, pl'OCediendo en forma similar, encontramos O. . Como
La determinaci6n de los polos de las cadenas cinemáticas cenadas control, deben resultar 0 3 y O. a lineados con A~ .• .
de cua tro chapas, que son las únidÍs d~: tas que noa ocuparemos, no ofrece Si el a poyo móvil B estuviera aplicado e n 5. en lugar de 5 = el
mayor dificultad, salvo en aquelloS 4~s en que las tres condiciones de ca mino a seguir pa ra la d et erminación de los polos es el mismo.
vínculo están distribuidas una por chapa.
Tratándose de 4 chapas y tres condiciones de vinculo, los ca~ poli·
bIes son tres: '
a) dos condicione! de vínculo en una chapa, y la re,!~ante en una
adyacente. " .
b) dos condiciones de vínculo en una chapa y la tercera en la opuesta.
. " .~
c) una condición de vínculo en cada una de tres chapas.
Analizaremos a continuaci6n los tres casos mencionado~,

C880 a)
Consideremos la cadena cerrada ~~ cuatro chapas de la figura 9 . 46,
'. con dos condiciones de vinculo en SI). una en S, . El polo 01 de S I
coincide con la articulaci6n A. El correspondiente a S, se encuentra
Fig. 9.47.
en la intersección de 01 At.2 con la recta que .define ·la dirección del
COMPL~ENTOS DE CINJtMÁTICA PJ.ANA 540
'" E!. PRINCIPIO DE LOS TRABAJOS VIRTUALES

Supongamos por un mome nto suprimido el apoyo móvil C y reem.


9

Caso b)
Determinada h. articulación rsiativa A u el polo de la chapa S ,
plazado por otro apoyo móvil aplicado en S" en el punto A:
Si bien
la cadena cinemática continúa teniendo un grado de libertad, sus condi-
queda determinado por la intersección de la recta definida ppr 0 1 " A ciones de sustentación han cambiado, pero es posible ahora determinar los
Y A" con la dirección del apoyo B. polos de las distintas chapas, por cuanto una de ellas, la SI, posee dos
Conocido O a , la determinación de O 2 es inmediata. Basta para condiciones de vínculo. El polo O~ se encontrará en [a intersección de
elio unir · O" con A ~ . ~ y O; con A' .2' rectas que en su intersección
definen el polo O. buscado. Para la determinación de O. se procede
las direcciones de los apoyos móviles A y A'. El polo O:
resulta
ubicado en la intersección del apoyo móvil B con la recta O; A 1.. Y
en ¡orma análoga. finalmente el polo de la chapa 5, resulta de la intersección de las rectas
O' A . :> Y O; A ~ .,
j Por el momento no interesa conocer ·la ubicación
Caso c) de O;.
En los casos anteriores, la determinación de los polos tiene solución Los polos hallados no son Jos que corresponden al sistema en las con-
en forma directa por cuanto existe siempre una chapa con un punto fijo, diciones de sustentación dadas. En efecto, para un desplazamiento de la
si está articulapa. o se conoce la dirección del desplazamiento de dos de cadena cinemática, la chapa 5 " experimentará una cierta rotación e~
sus puntos, si posee dos vínculos de primera especie. en torno de O;:
y como consecuencia de ella el punto C sufrirá un
Es decir que se conoce a priori el polo de una de las chapas, a partir corrimiento efectivo a;,
normal a la dirección O; C. Pero dicho corri-
del cual la determinación de los polos restantes no ofrece mayor dificultad. miento es incompatible con la existencia del apoyo móvil C, que sólo
En cambio, si ninguna chapa posee dos condiciones de vinculo, no permúe al punto e corrimientos absolutos normales a la dirección del
existe ningÓn polo del cual partir, por 10 que es necesario recurrir a pro- mismo.
csdimientos indirectos, como veremos a continuecióI1- Quitemos ahora de A' el apoyo sustituto de la chapa S, y ubi-
Sea la cadena cerrada de la figura 9 .48, sustentada a tierra por quémoslo en otro punto cualquiera A" de la misma, determinando en
medio de 3 apoyos móviles A, B y e, ubicados en las chapas S\, S. la forma conocida los nuevos polos O ~', O;' Y O;' que tampoco serán
y 53 respectivamente. Jos definitivos, por cuanto corresponden a condiciones de sustentación
que no son las reales impuestas al sistema.
Para cualquier desplazamiento de la cadena cinemática, S 3 rotará
en torno de O;' y C experimentará un corrimiento a ~' , normal a 0:' e
Que también será incompatible con las verdaderas condiciones de sus-
/
tentación,
/' Ah or~ bien, siemprf' es posible dar a la chapa S, dos rotaciones
O' y O" en torno de los polos O; y O:' respectivamente, tales que
compuestas conduzcan a un corrimiento de C compatible con la exis-
tencia en dicho punto del apoyo móvil C que corresponde a las verda-
deras condiciones de sustentación de la, cadena cinemática.
Ahora bien, hemos visto en 9.1.6 que al componer dos rotaciones,
A,2 el polo de la rotación resultante se encuentra alineado con los polos de
las rotaciones componentes. En consecuencia, el polo de la rotación que
s, (bl conduzca para 'el punto C a un corrimiento compatible con las reales
condiciones de sustentación del sistema debe, necesariamente, encontrarse
sobre la recta O; O ~' . Pero dicho polo, será el polo \'erdadero de 5 3'
(di
y como éste necesariamente debe e ncontrarse sobre la reota que define la
dirección del apoyo móvil C, será el punto de intersección de esta última
F¡g. 9.48. aJn O; O;' .
541
'" aL PRINCIPIO DIt LOS TRABAJOS VIRTUAL&S

De la anterior deducimos que, en una cadena cinemática cerrada de


un grado de libertad, si el polo de una chapa ~ desplaza sobre una recta,
10$ polos de las chapas restantes también se desplazan sobre rectas.
Una vez hallado el polo real de S • • la det8l'rnin,aci6:n de loe polos
de las chapas restantes es inmediata
El procedimiento indicado admite una simplifice.cián. En efec¡to, su-
pongamos, figura 9 . 49, suprimido el apoyo móvil e de la chapa S s y
reemplazado por otro aplicado a la chapa S t , en una posición tal que
el polo resulte ser el punto O , .
En la misma forma explicada, determinamos 101 polo. O; Y O,;
Pasamos ahora 8 cambiar la posición del apoyo móvil, y supon¡amoe que
su nueva ubicación en S, sea tal que el pcilo O~' coincida con el punto
de intersecci6n de las direcciones de los apoyos m6viles A y B . En tal
caso, en dicho punto coinciden también O; y O,:.

l O',
o

\ A1.4 ,,-A.

\ O;
o; Oj'

,
,-0;-0;
Ar.J

Fig. 9.49.

En efecto, como es fácil observar en la figura 9.50, el polo de la chapa A~.3


S , debe encontrarse sobre la dirección de B y sobre I.a recta O ;' A l.• .
Pero la intersecci6n de las mismas coincide con O ~, de donde O;' _ O:'
Por un razonamiento análogo llegamos a que O:' _ O;', de donde
reluIta O ~' _ O ~' EIIIIi O; .
En consecuencia, para hallar el polo efectivo de S, bastará fij ar un
polo arbitrario a la chapa 5 1 ubicado sobre la recta que define la direc-
ci6n del a poyo móvil aplicado a la misma, y partiendo de éste d etermina r
luoesivamente O: O:.
y Lue¡¡:o, uniendo O;
con el pu.nto de inter
sección de los apoyos móviles A y B , hallamos la intersección de dicha Q
recta con la dirección del apoyo móvil real de la chapa S . , que nos
define O •• Filio 9 . 50.
COMPLEMENTOS DE CINltMÁTlCA PLANA 543 544 EL PRINCIPIO OE LOS TRABAJOS VIRTUALES

Es posible también ubicar los polos en el caso que estamos anali-
zando, mediante el trazado de diagramas de corrimientos, como veremos
a continuación.
Quitado el apoyo móvil A de la cadena cinemática de la figura 9 . 2 . Trabajo virtual.
9.50 Y aplicado en e' el apoyo sustituto, determinamos los polos
O; ." O; ,
Luego damos al sistema un desplazamiento cualquiera y trazamos el 9.2. l . Desplazamientos virtuales.
diagrama de corrimientos de la dirección delllpoyo suprimido A, Como
consecuencia de la rotación de la chapa S s , el punto A de aplicación En g, 1 hemos analizado distintos problemas relativos a desplaza-
del apoyo móvU, experimenta un corrimiento '1 ~ ,. que es incompatible mientos infinitésimos de chapas o sistemas de chapas, libres o vinculados.
con las condiciones reales de sustentación de .Ia chapa, por cuanto el apoyo Definiremos a continuación el concepto de desplazamiento virtual,
móvil original impide precisamente los corrimientoS de su dirección para diciendo que es' todo. desplazamiento infinitésimo de un punto o sistema
el punto A. rígido de puntos materiales, compatible con sus condiciones de vínculo.
Diremos que un desplazamiento virtual es reversible, cuando dado
Ubicando el apoyo sustituto en una nueva posición de la chapa 5 a ,
a partir de una cierta posición inicial, es siempre posible dar otro despla-
punto e", determinamos los polos correspondientes, y damos ahora al
zamiento de igual intensidad pero de signo contrario. Cuando no exista
sistema un segundo desplazamiento, tal que sumado al anterior conduzca esta posibilidad, el desplazamiento será irreversible.
para el punto A a corrimientos comp?tibles con su condición de vínculo
Los desplazamientos virtuales dependen de los vínculos. En conse-
primitivo.- Es decir que el corrimiento resultante para el punto A debe cuencia, la reversibilidad o irreversibilidad de aquéllos será también fun-
ser tal que su proyección sobre la dirección del apoyo móvil sea nula. Si ción de la naturaleza de los vínculos.
llamamos '1:( al corrimiento vertical de A debido al segundo desplaza- Los vínculos de un sistema serán bilaterales cuando permitan única-
miento del sistema, debemos tencr mente desplazamientos virtuales reversibles, y unilaterales, cuando alguno
de ellos pueda ser irreversible.
[9.61J Supongamos, por ejemplo una chapa articulada en un punto O. Im-
puesta a la misma una rotación infinitésima e cualquiera, siempre será
En conse.cuencia, si proyectamos sobre el eje de referencia adoptado posible dar a la chapa una rotación de igual intensidad pero de sentido
el polo O;' y lo unimos con el punto N, extremo de la ordenada del contrario, en tomo del mismo polo O. Es decir que el desplazamiento
diagrama que corresponde a 'I"j:', la recta así obtenida, referida a la recta que experimenta la chapa es reversible, y como los únicos desplazamientos
[5~] que corresponde al diagrama de corrimientos vertica'les de 5 3 para posibles de ésta son rotaciones de polo O, el vínculo constituido por la
la primera posición del apoyo móvil, nos da el diagrama de corrimientos articulación será bilateral. Consideremos ahora un punto A material
verticales de la chapa 5 3 en su verdadera condición de sustentación. De- vinculado con un punto fijo O mediante un hilo inextensible. El punto
terminando ahora la intersección Q de dicha recta con la vertical de podrá sufrir un desplazamiento infinitésimo en la dirección de la tangente
A",., obtenemos un punto que, unido con la proyección sobre el eje de al arco de circunferencia de centro O y radio OA. Dicho desplaza-
referencia de 0.;', determina la recta [S:'] que a su vez, referida a miento es evidentemente reversible, por cuanto puede ocurrir en dos sen-
tidos contrarios. Pero, aparte de dicho desplazamiento, el vínculo mate-
[5:] corresponde a l diagram,a de corrimientos de 54 para su verdadera
rializado por el hiJo permite al punto un desplazamiento en la direcci6n
condición de sustentación.
del radio de la circunferencia y dirigido hacia el centro de la misma, no
En consecuencia, la intersección M de [5~] con [5;] corresponde a siendo posible el desplazamiento opuesto debido a la inextensibilidad del
un punto de 54 de corrimiento vertical nulo, por lo que el polo 0 4 debe hiJo. Es decir que es posible un desplazamiento virtual irreversible.
encontrarse sobre la vertical del mismo. Trazada dicha vertical, su inter- En consecuencia, el vínculo es unilateral
sección con la dirección del apoyo móvil e define el polo O, de S • . Un punto perteneciente a una chapa que experimenta un desplaza-
Conocido éste, la determinación de los polos restantes es inmediata. miento virtual, sufrirá un determinado corrimiento iilfinitésimo, corrimien-
,.. .., IU. Ptl l NCIP10 D6 LOS 1'RABAJOS VIRTUALQ

~ /a!y
te que no podrá ser cualquiera, sino que su dirección queda impuesta por
A
los vínculos de'! sistema material a que pertenece el punto. Por esta razón
será un cordmiento virtual.
Dos desplazamientos virtuales son equivalfmt8.! cuando es posible C;~.~
pasar del uno al C?tro multiplicando por una constante la intensidad de $(0 <1> -0
<1» 0
los corrimientos originados por uno de ellos.
FIg. 9.52.
Un desplazamiento o corrimiento virtual de un sistema, es depon-
diente cuando es resultante de dos o más desplazamientos o corrimientos Supongamos para ello una chapa S que experimenta una rotación
experimentados por el mismo sistema. En cambio, será independiente si e en tomo de un polo O (figura 9 . 53) y
que en el punto A de la
no depende o equivale Q alguno o varios de ellos. misma actúen las fuerzas P , y p~ cuya resultante es R .
Como consecuencia de la rotación impuesta a la chapa, el punto A
experimentará un corrimiento a A normal a DA de intensidad
9 .2.2. Trabajo de una fuerza .
BA =8.DA. [9.63]
Sea, figura 9 . 51, un punto A de una chapa en el que se e ncuentra
a plicada una fuerz a P. Supongamos que el punto experimenta un deter· Lla mando ({JI, 4l'J y ()~ a los trabajos desarrollados d urante el
minado corrimiento a. -, corrimiento virtual a A por P 1 • P"/. y R respectivamente, y al, a, y
Defiñitemos como trabajo ~ desarrollado por la fuerza P durante a~ los ángulos que sus direcciones
el desplazamiento a de su punto de apli.
caci6n, al producto de la intensidad de
fonnan con la de
" . tendremos

P por la proyecci6n d~ <'a sobre ·la di-


s <1>, - PI.a A cosa}
recci6n de P, es deci/ '

= P .acasa = P.6 ~
~. - P •• a.. cos el,
} [9 .64]

/~
<fl [9.62] o <1>. = R.a A cosa.

Si el corrimiento del punto de apli. A· Pero como P , cos a. P I cos el, y


caci6n de la fuerza es un corrimiento vir- Fil. 9.53. COS Q R corresponden a las pro-
R
tual, diremos que el trabajo desarrollado yecciones de cada u na de las fuer-
... por P es un trabajo virtual. En lo que Fi¡. 9 . 51. zas y de la resultante sobre 'la dirección de 8 A , resulta:
sigue, nos ocuparemos exclusivamente del
trabajo desarrollado durante desplazamierltos virtuales, es decir, de tra- [9.65]
bajos virtuales.
Cuando el sentido de la proyección del corrimiento del punto de apli. Sumando miembro a miembro las dos primeras ecuaciones [9.64] y
caci6n de la fuerza ·'t6incide ' con el de ésta, el .t rabajo será positivo, y sacando factor común ti: A :
ne¡Jativo en caso contrari~. Finalmente, si la dirección del corrimiento es
normal a la recta de acci6n de la fuerza, el trabajo desarrollado por ésta
es nulo. En la figura 9. 52 se ilustran los tres casos indica dos.
D emostraremos ahora que el trabajo desarrollado por un sistema de fuer. y reemplazando el valor del paréntesis dado por la [9 . 6Sl se tiene:
%8S aplicado en una chapa que experimente un cierto desplazamiento, es
igual al -trabajo de su resultante. [9 .67]
,: :,
, TRABAJO VIRTU.\L ., '"mientos coincide con la común de
El. PR INCIPI O DE LOS TRABAJOS VIRTUALES 9
que pOr comparación con la tercera de las [9 . 64] nos conduce a: P y - P , las eJrpresiones de los res-
pectivos trabajos serán
=
Es decir que el trabajo de la resultante es igual a la suma algebraica de
los trabajos de las fuerzas componentes.
41 1
(I)~ =
- P. s ..
+ p .s" } [9.72 ]

La demostración se generaliza para un sistema constituido por un y la suma de ambos nos da el trabajo realizado por el par, es decir
número cualquiera de fuerzas, mayor de dos, considerando primeramente
dos de ellas y su resultante, y luego ésta y otra cualquiera, haSta llegar [9.73]
n la resultante total.
R eemplazando en esta última expresión los valores de s" y So da-
dos por las [9.70] y (9.71] resulta:

9.2.3 . Trabajo de un par de fuerzas. [9.74]

El trabajo de un pa r de fuerzas aplicado a un chapa rigida que pero d H - d" = d . luego


experimenta una rotación es igual al producto de la intensidad del par
por la intepsidad de la rotación. 4>,1( = P.O.d. [9.75]
Para demostrarlo, consideremos la chapa de la figura 9.54, que ex~
perimenta una rotación O > O Y sobre la que actúa un par de momento .T e niendo en cuenta que P. d = M, llegamos finalmente a
M positivo.
Supongamos materializado el par ~ ., = M.e. [9 .76 ]
por dos fuerzas P y - p. aplicadas
en dos puntos A y B de la chapa, Como corolario tenemos que si el desplazamiento de la chapa es una
alineados con el polo O y separa~ traslación, el t rabajo desarrollado por el par es nulo. En electo, sabemos
dos de una di~tancia d tal que se que para una traslación, los corrimientos de todos los puntos de la chapa,
cumpla en cualquier d irección, son de igual intensidad y sentido. D e acuerdo con
ello, tenemos que d y = d A ' por 10 que e l segundo m iembro de la
P .d = M. [ 9.69] [9.74 J es igual a cero, resultando
Fig. 9.54.
D e acuerdo con el sentido del o. [9.77]
par, y la ubicación rela tiva de A y B respecto de O los sentidos de
las fuerzas aplicadas a los mismos son los que se indican en 'Ia figura.
Como consecuencia de la rotación, el punto A experimentará un corri- 9 .2.4 . Tl'abajo de dos fuerzas opuestas.
miento
[9 .70] Consideremos dos fuerzas opuestas p ., =- P IJ ' aplicadas respecti-
yel B otro vamente en los puntos A y B , que experimentan corrimientos s" y
[9 . 71 ] S il (figura 9.55).

Construido un diagrama de Will iot~Mohr, proyectamos sobre la recta


Por ser e > o el signo de a A será opuesto al de P y el de 81J coinci~ m -m , paralela a la dirección AB , los vectores equipolentes con s ,
dirá con el de - P. Como, por otra parte, la dirección de ambos corri~ y a.
2 ,.. sso IU. PRINCIPIO DE LOS 'I'1tABAJOS VIRTUAUts

El trabajo de P A será

~A - P A ·a~ , [9.78]
y el correspondiente a P s .

[9.79]
y el trabajo total

[9.80]
(a)
(b)
Teniendo en cuenta que p ... = -p11' reemplazando tenemOI
Fi,.9 . 56,
1) = PB(a~ - a~) . [9.81]
El trabajo total de ambas, de acuerdo con lo demostrado, tiene por
Pero a~ - a ~ = a~A es 'la expresión
proyección sobre m-m, y
en consecuencia sobre 18 [9.83]
dirección AB, del corri-
miento relativo a aA d el Lla mando T al esfuerzo en la barra MN, t enemos I T I I T..,I = =
punto B respecto del A , =IT 11 l · Además, por ser a~,y la proyección sobre la dirección M N
le donde del desplazamiento relativo aMN. resulta

[9.82] [9 .84]
de donde
En consecuencia, el tra- m
b Eljo d esarrollado por dos [9.8S]
'usrzas opuestas para co-
rrimientos cuales"luiera de m Cuand9 T es positiva, es decir si el esfuerzo es de tracci6n, y la pro-
sus puntos d e aplicaci6n, yección aj"JI d e l corrimiento relativo 8.1111 también 10 es el trabajo des--
es i¿ual 81 producto d e la arrollado resulta positivo. Pero si a;JI es positivo, e l punto N le acerca
Fig. 9. SS.
intensidad de cuaJqu ie;'s a'l M y, de acuerdo con la con vención adoptada, la variación de distancia
de clIas por la proyecci6n sobre BU direcci6n d el oorrimiento relativo de es negativa. Entonces, para que la [9.85] se corresponda con la [9.83]
.su punto de aplicllc16n respecto de la otra fuerza. también en signo. es necesario considerar la variación de distancia con signo
Consideremos ahora el sistema de la figura 9.56 constituido por dos cambiado, es decir
chapas articuladas entre si y vinculadas mediante una barra M N de
[9.86]
modo de constituir un sistema rigido e indeformable, en equilibrio bajo
la acción de un sistema P I de f~erzas exteriores.
Resumiendo tenemos que, conforme con las convenciones adoptadas,
Suprimida la barra M N. el sistema no se encontrará más en equi-
el trabajo d el esfuerzo interno de una barra es igua l a l producto d e la
librio. Para restituirlo, es necesario aplicar en M y N. dos fuerzas
intensidad del mismo por la variación de distancia entre sus puntos extre-
opuestas que materialicen las reacciones internas ejercidas por la barra
mos cambiada de signo.
en los puntos M y N. Si damos a l sistema un desplazamiento cualquiera,
los puntos M y N experimentarán corrimientos de direcciones determi-
nad as y las fuerzas T JI' Y T N desarrollarán trabajo.
, TRABAJO VIRTUAL 'SI
'" EL PfUNClPlO DE LOS TRABAJOS VIRTUALES
'.
su magistral tratado sobre "Resolución estática de sistemas planos" justi-
9 . 2 .5 . E l principio de los trabajos virtuales. fica las razones que abonan esta denominación.
En el capítulo 1 dijimos que, si bien R~ra el desarrollo de Jos distintos
Sea un conjunto de puntos materiales, sujetos al vínculo de la rigidez, capítulos de la Estática nos apoyaríamos en el principio del paralelogramo
sobre el que actúa un sistema de fuerzas. Para cualquier desplazamiento de fuerzas, era también posible realizarlo so,?re la Qase 'de otros principios,
del sistema material, los puntos de aplicación de las distintas fuerzas expe- el
por ejempl,o, de los trabajos virtuales.
rimentan corrimientos virtuales, y en consecuencia las mismas desarrollan A título de ejemplo, veremos e continuación, cómo la aplicación del
trabajo. Denominaremos trabajo virtual del sistema de fuerzas, al trabajo principio de loS; trabajos virtuales a chapas rígidas sujetas a sistemas de
que desarrollarían durante el desplazamiento virtual del sistema de puntos fuerza~. ~onduc~n a las condiciones necesarias y suficientes para el equi-
materiales. librio de un sistema plano de fuertas.
El s istema de puntos materia les podrá o no encontrarse e n equilibrio
Se~l figura 9. S 7., una chapa S, libre en su plano, sujeta a la acción
bajo la acción del s istema de fuerzas aplicado. El principie;¡ de los trabajos
virtuales, establece precisamente, las condiciones que se deben cumpl ir de un sistema de fuerzas no concurrente,s, de intensidades P, y direc-
para que pueda existir equilibrio. ciones de argumento <Pi.
Su enunciado es el siguien'te: Como sabemos, las condiciones necesarias y suficientes para que
Es condición necesaria y suficiente para que un sistema de puntos dicho sistema de fuerzas se encuentre en equilibrio son tres, expresablea
materiales, sujeto a vinculas determinados, se encuentre en equilibrio en entre otras, mediante las tres ecuaciones sig~ientes:
una determinada posición bajo la acción de un sistema de luerz~u cuales-
quiera, que el trabajo desarrollado por las mismas, para cualquier despla-
zamiento virtual del sistema de puntos materiales, dado a partir de dicha
posición, sea nulo o ne~ativo,
~ P , COS <P i
, =O
El principio de los trabajos virtuales es más restrictivo en el caso de •
desplazamientos reversibles que en el de irreversibles, exigiendo para los
~ P,
, sen qJ i =O [9 .87J
primeros que el trabajó sea nulo y permitiendo para los segundos que •
resulte negativo. ~P ; .dj
, =O•
En efectC1, si los desplazamientos posibles del sistema son reversibles,
y para uno de ellos el trabajo desarrollado fuera negativo, existiría siempre
la posibilidad de conferir al sistema un desplazamiento opuesto, con lo que donde d i son las distancias de las rectas de acción de cada una de las
el trabajo resultaría positivo. De acuerdo con el enunciado del principio, fuerzas al centro de I1).omentos elegido, que en nuestro caso es el origen
si el trabajo es positivo no puede haber equilibrio. En consecuencia, para de coordenadas O.
desplazamientos virtuales reversibles, el trabajo desarrollado, necesaria- Una chapa posee en su plano tres grados de libertad y en conse-
mente debe ser nulo. cuencia es suscept ible de experimentar tres desl>la'zamientos independien-
Dado que los vínculos utilizados hasta ahora son todos bilaterales, y, tes: dos traslaciones y una rotaci6n. ."
en consecuencia, los desplazamientos infinitésimos compatibles con los mis-
Si damos a la chapa una traslación paralela al eje z de intensidad
mos son reversibles, y como, además, no nos ocuparemos de otros tipos de
vínculo, en lo sucesivo, al aplicar el principio de los trabajos virtuales lo a =, todos los puntos y en especial los de aplicación de las fuerzas P i
haremos estableciendo que el trabajo desarrollado es siempre nulo. experimentarán corrimientos iguales, de intensidad a;:
Para que la chapa
El principio de los trabajos virtuales ha recibido y recibe otras desig- se encuentre en equilibrio bajo la acción del sistema Pi, de acuerdo
naciones. Especialmente en algunos textos se acostumbra a denominarlo con el principio de los trabajos virtuales, debemos tener
,.:/',
principio de las velocidades virtuales, Otros autores lo llaman de los mo-
melitos virtuales. H emos mantenido la denominación de trabajos virtuales, •
siguiendo con ello a la autoridad del ingeniero ENRIQUE BUTTV, quien en 4> _ L, Pi a¡ cos <Pi O. [9.88J
2 553 554 EL PIUNCIPIO DI: LOS TRABAJOS VIRTUALES ,
Pero los corrimientos B¡ son todos iguales ~tre si e iguales a a... por y el trabajo virtual desarrollado por el sistema, que de acuerdo con el
tratarse de una traslación; de donde

¿, P I 8, costp¡ _
.
B~ ~ PI COS tp¡ = O [9.89]
enunciado del principio de los trabajos virtuales debe ser nulo, tendrá
por expresi6n:
• • •
y finalmente ~ PI.a~
, = ¿PIS.d
, i - a ¿, P I di = o [9.94]
• =
¿p,coscp¡
, O [9 .90] de donde

¿Pid, = O• [9.95]
expresi6n que corresponde a la primera de las [9.87] . ,
z o expresión idéntica con la tercera de las [9.87].
>,
,
~'
,, Pn../
,, /
Pn I
" d,,'
9.2 .6. Aplicación del principio de los trabajos virtuales a la determina-
ción de incógnitas estáticas en sistemas estáticamente determinados.

Consideremos 'la chapa de la figura 9.58 (8) , ·isostáticamente sus-


tentada y sujeta a la acción de las cargas P I . El sistema de puntos
materiales se encuentra en equilibrio. Quitemos una de las condiciones
de vínculo, el apoyo móvil B , por ejemplo, con lo .q ue la chapa adquiere
un grado de libertad, no encontrándose más en equilibrio.
P ara restituirlo, debemos aplicar en B y en la dirección del vínculo
y suprimido una fuerza X, que materialice la reacdón que este último es .
capaz de desarrollar. La operación de quitar el vínculo y poner en su
Fig. 9.57. lugar la reacción, se denomina ponM en evidencia la incóW1ita, extendién-
dose el concepto tanto a las reacciones de vínculo extterno como interno,
Da ndo ahora un desplazamiento a,. paralelo al eje y, y planteada
sean estas últimas esfuerzos normales o de corte.
la correspondiente ecuación de trabajos virtuales, tenemos


IJ) = ~ P,
, al sen epi a,~Plsenep,
, = O, [9.91]

de donde
"
~Plsen<pi = O [9.92]
,
que se corresponde con la 2' de las [9.87]. 8 s 8
Finalmente, para una rotación e
de la chapa en torno del polo O, s x
si aplicamos en éste elaciones 6 de la dirección de cada una de las fuer-
zas, tendremos que los corrimientos de cada uno de sus puntos de aplica- A
A
ción según la dirección de las mismas valdrán ( b)
(a)
[9 .93] Fig. 9 • .5&.
, TRABA,JO VIRTUAL 55' ':; 56 EL PIIlNCIP10 DE LOS rn'-'UAJOS VIiITUALItS ,
Si X es capaz de mantener en equilibrio e l sistema de puntos mate- ser rotaciones U en torno al polo O coincidente con el apoyo fijo A .
riales, para un desplazamiento virtual cualquiera del mismo, d e acuerdo Si la chapa experimenta una rotación O, por ser las direcciones de las
con el principio de los trabajos virtuales, el trabajo desarrollado por e l fuerzas P I . P2 Y X paralelas entre si y normales a l eje de la viga, los
sistema (Pi , X) debe ser nulo, teniéndose, en consecuencia, corrimientos etectivos de sus puntos de aplicación originados por la rota-
ción, se proyectarán en verdadera magnitud sobre la dirección de las
iuerzas, es deci r, que
L, PI a; + X a~ = O [9 .96]
a~ ¡¡¡¡¡¡ 8i • [9.98]
donde a ; y a; corresponden a las proyecciones sobre las direcciones
de P I y X, respectivamente, de los corrimientos efectivos de sus pun. La expresión de la ecuación de trabajos virtuales es
tos de ap licación.
D e la [9 .96] deducimos que (9.99]

Pero a, = 0./.,; a., = 0./" Y a.r = 6./


x = [9 .97]
en consecuencia, reemplazando estos valores en [9.99) , tenemos

expresión que nos permite calcula r el valor de la incógnita X, q ue en P, 01, +P. 61,+ X .O.I = O, [9. 100]
este caso es una reacción de vínculo. Los valores a~ y a; pueden obt e.
nene analíticamente. de un d iagrama de WiIlidt·Mohr, o bien mediante y finalmente, dividiendo por O
el trazado de un diagrama de corrimientos en una dirección cua lquiera.
A continuación ac:lararemos mediante algunos ejemplos específicos, P , I ,+ P7 1~+ XI = O (9 . 101)
los conceptos a nteriores.
de donde

a) Determinación de reacciones de vínculo externo. x = (9. 102)


Sea la viga simplemente apoyada de la figu ra 9. 59 (8), sujeta a la
acción de las fuerzas P , y p . , de la que se pide calcular la reacción expresión idéntica a la que conduce la aplicación de las condiciones de
en el apoyo móvil B . equilibrio estático.
El primer paso consiste en poner en evidencia la incógnita, supri-
miendo el v.ínculo v apli: b) Determinación de esfuerzos en barras.
ca ndo en B la fuerza ' 10 P,
incógnita X, positiva y Consideremos la viga de reticulado, simplemente apoyada, sujeta a
A !1 N
de la dirección en que la acción del sistema de cargas de la fi gura 9.60, de la que se pide calcu-
!, lar el esfuerzo en la barra M N .
es capaz de reaccionar el 1, (d)
vinculo suprimido (figura Puesta en evidencia la incógnita, suprimiendo la barra y reemplazada
I
9.59(b) . )--- . por dos' fuerzas T y - T, que materializan un esfuerzo de tracción (posi-
La chapa posee aho- p, P, tivo), el sistema se transforma en un mecan ismo de un grado de libertad
ra un grado de libertad, y O-A I !1 N constituido por las chapas S , y S" articuladas en C.
es susceptible de experi- Para un desplazamiento virtual del sistema, la correspondiente ecua-
men ta r desplazamientos ción de trabajos virtuales será:
que, dada su Corma de
vinculación, sólo pueden Fil[. 9.59. x [9.103]
, TRAB"-lO vurrUA.L 55' 5" ~L PRINCIPIO D& LOS TRABAJOS VIRTUALItS
,
P, Aná logamente, a plicando en O, la ~lac ión vertica l O2 obtenemos para
P,
el punto de aplicación de P I el siguiente corrimiento vertical:

[9.105J

En consecuencia
Jv, '
--~ A [9 . 106J
1= I
- --J
I p, I
El corrimiento vertical de A'. 2 ' común a ambas chapas, será
I I
= 0,2;" = O,;' [9.107J
I I 111,2

-O, y la variación de distancia


11I.II,\' I = I ° 2 .1 , el [9.108J

Si 0, > O resultan 11, > O y ~.l( .\' < O.


Por otra parte, de la figura tenemos

[9.109J
Fil. 9.60. de donde
1
0" =- 0 1-:-, [9.110J
donde ~"'N es la variación de distancia entre los puntos M N Y 1], I '112 .
ll_ los corrimientos verticales de los puntos de aplicación de las fuerzas.
-.
I
"
Supongamos que la chapa S, experimenta una rotación 6 1 > O. R eemplazando en la [9.106] O2 por su valor dado por la [9.107]
Como consecuencia de la misma, la S, sufrirá a su vez otra rotación 6 resulta
que será en este caso negativa. Los polos de las mencionadas rotac:iones "
serán, para la. c:hapa 5 " ~a artic:u'lac:ión fija A y para la 5 . el punto B [9 . 111J
por enc:ontrarse alineado con 0, y A ,.t!i!ii- e y sobre la direcc:i6n del
apoyo móvil B. Finalmente, de acuerdo con las [9.108], [9.110] Y [9.111] Y te-
Si aplic:amos en O, una elac:ión vertic:al (por ser verticales las fuer- niendo e n cuenta el signo de 6JlN , la [9. 103] se transforma en
zas actuantes) de intensidad e, y llamamos" a la longitud de la malla
del reticulado, los corrimientos ve(ticales de los puntos de aplicaci6n de
P , y p . valdrán respectivamente [9. 112]

Despejando T Y considerando que 3}. = I .

} [9.104J
T =- P 1 +3 P z + 2P 3
6/
"
'
[9.113J
2 TRABAJO VIRTUAL
' 59 '60 EL PRINCiPiO DE LOS TRABAJOS VIRTUALIItIi

expresión que nos da en intensidad y signo, el esfuerzo en la barra M N . za de la parte izquierda a la derecha o viceversa, pero no así un par, por
cuanto éste ha ría gira r la chapa en la cual estuviera aplicado, e n torno
a dicha art iculación.
c) E sfuerzos ca ract erísticos en sistemas de alma JIena.
Introducida la articulación, el sistema se transforma en una cadena
H emos visto que para poder aplicar el principio de los trabajos vir- cinemática de dos chapas, con tres condiciones de vínculo. En conse-
tuales a la determinación de incógnitas estáticas, es necesario ponerlas cuencia, posee un grado de libertad, y como se encuentra cargada, no
previamente en evidencia, confiriendo al sistema de puntos materiales estará más en equilibrio, experimentando cada una de las chapas despla·
un grado de libertad, para que en esta forma pueda experimentar des-- zamientos que, en el caso de la figura, serán rotaciones en torno de polos
plazamientos. propios.
En el caso de las reacciones de vínculo externo o esfuerzos en barras L a chapa de la d~recha experimentará con respecto a la de la iz-
de reticulado, la incógnita la evidenciábamOll suprimiendo el vínculo ex- quierda una rotación relativa e n torno a la articulación introducida.
terno o interno, y haciendo actuar en su reemplazo, la reacción que era Para restituir el equilibrio, y evitar la rotación relativa entre las partes,
capaz de desa rrol!a r. imaginemos dos chapas empotradas en las secciones extrem as de cada
parte del sistema, inmediatas a la articulación, y supongamos actuando
Vea mos ahora la forma de poner en evidencia los tres esCuerzos carac- dos pares opuestos, uno en cada chapa, tales que se opongan a la rotación
terísticos de una sección cualquiera de un sistema de alma llena: momento relativa (figura 9.61c).
flexor. esfuerzo !ie cort e y esfuerzo normal.
I mpedida de girar una parte del sistema con respecto a la otra, éste
Consideremos para ello el sistema de la fi gura 9. 6 1.!1, isostáticamente se encontrará en las cond iciones iniciales, es decir, se ha restit uido el
sust entado, y -sujeto a un estado de cargas P , . En una sección cualquiera equilibrio y al mismo tiempo evidenciado un par de pares, opuestos, que
s-s, las fuerzas exterio-
res, activas y reactivas,
ubicadas a uno u otro la-
do de la misma, al ser \ \ rI (al
por definición materializan el momento f1exor.
Supongamos ahora el mismo sistema de la figura 9.61 cortado en
la sección s-s, y separadas ambas caras de la misma una distancia

r4 ~
infinitésima di (fig. 9.628). Si vinculamos ahora las dos partes por
reducidas a l baricentro
medio de dos bielas paralelas y normales a la S'eCción (fig. 9.62 b) , el
de fa sección dan origen -.,11 :;1'1
desplazamiento relativo posible de una parte r.especta de la otra es una
a un momento flexor, un traslación de dirección normal a la de las bielas, resulta ndo impedida toda
esfuerzo de corte y un rotación relativa y cualq uier traslación de la dirección de aquéllas. Por
esfuerzo axil o normal.
Si pretendemos po-
ner en evidencia el mo-
mento fIexor, debemos
idea r un mecanismo ci- (e)
nemática que, ubicado
en la sección que se Onrl-
lice, no permita la pro- -Q

~
pagación de momentos a Fig. 9.51. (b)
través de la misma.
Pero d icho mecanismo sí debe permitir la transmisión de los esfuer-
zos normales y de corte.
El m ecanismo mencionado se logra simplemente disponiendo una -O (e)
articulación en coincidencia con el baricentro de la sección considerada
(fig. 9.6 1 b). Dicha ar ticulación es capaz de transmitir cualquier Cuer- F iC. 9 62
• ,
'"
otra p arte, el mecanismo indicado, permite transmitir pares y esfuerzos
'62 &J,. PRlNC[pIO DE LOS TRABAJOS VIRTU.u.&I

de las bielas, o bien de esfuerzos de corte, materializarlos por dos fueuas,


normales entre las dos .partes del sistema, p ero no así esfuerzos de corte. también coincidentes con aquéllas. En cambio, el esfuerzo axil, constituido
En efecto, las dos fuerzas que constituyen el par pueden considerarse de por dos fuerzas opuestas normales al plano de la sección, y en consecuen~
rectas de acción coincidentes con los ejes de las b ielas, y ' como éstas son da a las bielas, t iende a pr1ucir un desplazamiento relativo de ambas
capaces de absorber esfuerzos colineales con ellas, están en condiciones caras de aquélla, o a impedirlo.
de transmitir las fuerzas que forman el par, de una parte a la otra del En la figura 9 . 63 (b) indicamos la forma esquemática de repr~
sistema Lo mismo ocurre con el esfuerzo normal, que aplicado en el sentar dicho mecanismo.
barice ntro de una cara de ' la sección y siendo normal a la misma, puede L a figura 9.64 (a) muestra un sistema isostáticamente sustentarlo,
ser descompuQsto e n ' dos fuerzas paralelas coincidentes con los ejes d e: sujeto a un estado de cargas PI al que hemos puesto en evidencia el
las bielas. esfuerzo de corte en una
No ocurre lo mismo con fuerzas contenidas en el plano de la secci6n, sección s -s.
tal el esfuerzo de corte, por cuanto las mismas tenderlan a producir des- P a ra ello. hemos cor-
plazamientos relativos entre las dos partes del sistema, precisamente de tado en la secci6n y a pli-
la direcci6n que permiten las bielas. carlo a 18 misma el meca-
Prácticamente, cuando se opera con sistemas de alma llena y se los nismo cinemático de la
'representa por su eje, el mecanismo que permite poner en evidencia el figura 9.62, con lo que el
esfu erzo de torte se indica esquemáticamente en la forma que muestra la (al sistema a.d quiere un grado
figura 9.62--(c). de libertad. Por encontrar-
Se hace notar que las dos fuerzas Q y -Q que mat erializan el es- se sujeto a la acción de las
fuerzo d e corte en la secci6n, si bien aparecen como desplazadas, en rea-
5 cargas p,.
no se encon-
t rará más en equilibrio y
lidad tienen la misma recta de acci6n, estando aplic~das cada una de ellas 5 las dos chapas en que ha
a una de las caras de la secci6n, infinitamente próximas entre si.
quedado dividido el siste.
Para evidenciar el esfuerzo normal recurrimos a un mecanismo cine. ma, tenderán a desplazarse
mático constit uido también por dos bielas paralelas, pero d ispuestas para- eb)
relativamente en direcci6n
lelamente al plano de la secci6n en la form a que indica la figura 9.63. Fil. 9.64. normal a las bielas, es de.
Este mecanismo sólo permite desplazamientos rel~tivos entre 'las dos: cir, paralelamente al plano
partes del sistema, de direcci6n normal a la direcci6n de las bielas, impi~ de la secci6n. Para restituirlo, a plicamos en a mbas caras de la misma,
diendo tanto las rotaciones relativas como las traslaciones relativas de la fuerzas opuestas que tiendan a evitar dicho desplazamiento relativo, y que

direcci6n de las mismas.' Por otra parte, permite la propagaci6n de pares, máteria'liza n el esfuerzo de corte. En forma similar, hemos puesto en evi-
.J'~empl azados por dos fuerzas de rect as de acci6n ' coincidente con los ejes dencia el esfuerzo normal en la sección, lo que ilustra la figura 9.64 (b) .
De acuerdo con la convención adoptada, el signo del momento flexor
\5 coincide, para piezas horizontales e inclinadas, con el signo del momento
de la resultante de las fuerzas ubicadas a la izquierda de la secci6n, con
respecto al baricentro de la misma, y con el de la resultante de las ubica-
das por debajo, si la pieza es vertical. En consecuencia, de los dos pares
que materializan el momento flexor en la figura 9.64 (e), el que define
el signo del mismo es el aplicado a la parte derecha del sistema, por cuanto
es el que equilibra a la misma si se suprime la parte izquierda. Para una
pieza vertical, el signo del momento flexor corr~pondería al par aplicado
PIe. 9 . 63. a la parte superior de las dos en que se divide la pieza.
2 TRABAJO VIRTUAL 563 564 EL PRINCIPIO DE ~S To/'8AJOS ViRTUALES 9

La situación es análoga para el esfuerzo de corte, en que el signo del Análogamente, para la ch,apa 52 tenemos:
mismo se corresponde con el de la fuerza aplicada a la cara derecha de
la sección, o a la BUperiOI'. si la pieza es vertical.
[9.116J
Para el esfuerzo normal, el signo resulta de si la componente normal
a la sección de WlO u otro lado de la misma, la comprime o tracciona.
En este caso es indistinto considerar una u otra de las dos fuerzas que El trabajo de los dos pares será, llamando ..::A4 al momento f1exor,
materializan el esfuerzo axil.
[9.117J·
Establecida la forma de poner en evidencia los tres esfuerzos cantc-
terísticos de una sección, veremos a continuación la forma de determinar
y de acuerdo con el principio de los trabajos virtuales debemos tener
sus valores aplicando el principio de"los trabajos virtuales.
Sea la viga simplemente apoyada de la figura 9.65, sujeta a la acción [9.118J
de una carga distribuida de intensidad constante p ", " d~ la que pretende-
mos calcular el valor del mo~ Pero de la figura:
mento flexor .)'11 en la sección
s-s ubicada a una distancia 1, I 0, I = I 0, 1 ~ 1, I
del apoyo A.
Puesta en evidencia la in-
cógnita, introduciendo una arti-
-0, - - -
!
l - t,
} [9.119J

culación en s-s y aplicando


dos pares opuestos MI = -M2 valores que reemplazados en [9.118] conducen a
en los extremos de las dos cha-
pas en que ha quedado dividi-
da la viga, damos Un desplaza- [9.120J
miento cualquiera al sistema,
previa la determinación de los de donde
polos, que es inmediata. M = %(p/ I)[I - l¡)U I = %p[ll, - ln· [9.121J
Supongamos que S, expe-
rimente .una rotación- A, > o _ Si, en cambio, deseamos calcular el esfuerzo de corte en la sección
El trabajo desarrollado por ~ ~ {-tI indicada, lo ponemos en evidencia introduciendo en la misma el meca-
carga pa.rcial distribuída Que nismo correspondiente (fig. 9.66).
actúa sobre aQll:élla, será igual Fig. 9.65. Si el e2
y son las rotaciones experimentadas por las chapas S, y
al producto de la intensidad de S2 durante el desplazamiento del sistema, como el desplazamiento rela-
su resultante R, = pI, por el corrimiento de su punto de aplicación e
tivo de 2 respecto de e,
es en este caso una traslación, resulta
en la direodón de R Que coincide con el corrimiento efectivo S , Y el = e2.En consecuencia, tenemos
cuyo valor es: "

[9.114J pO,- t.
2

1
[9.122J
y el trabajo desarrollado -p
°1
(! -
2
4)'

[9.115J El trabajo del conjunto de las dos fuerzas Que materializaD el e90
, TRABAJO VIRTUAL
'65 '66 EL PRINCIPIO DE LOS TllAIlAJOS VIRTUALES

fuerzo de corte es, como sabe- Los corrimientos verticales de los puntos M y N de aplicación de
mos, igual al producto de la in- las resultantes parciales R, y R " respectivamente, valen
tensidad de una de ellas por la
proyección sobre su dirección del
corrimiento relativo de su -punto
de aplicaci6n. En este caso, di-
} [9 . 128J

cha proyección coincide con el


corrimiento relativo, por cuanto y los trabajos desarrollados por R. y R s
las fuerzas Q y -Q son de la
dirección de este ú ltimo. Consi-
derando, para la expresión del
trabajo, la fuerza Q aplicada a Fig.9.66.
} [9.129J

la chapa de la derecha, por cuan-


to coincide en signo con el esfuerzo de corte, resulta: El t rabajo correspondien-
IIII I III I I I I II .IIIII I I I I I I I IIIIII IIIIOOljllll1111!p te a la fuerza N aplicada e n
[9 . 123J
,/ 1
~ 1 T~
,r. N,'....~,~
la chapa dere<:ha, llama ndo
1 I
I . fN. al esfuerzo normal ya; .l
" I 5
, S, I. a la proyecci6n sobre su di-
por ser negativo el corrimiento relativo B z,.' 1
En consecuencia, la ecuación de los trabajos virtuales será
i
.,N'~ -<X i
XI
$\''
!
I
i
re<,:ción del corrimiento rela ~
tiv8 a ., 1 de su punto de apli-
I1 . , cación, será
[9. 124J i I A,..2oo !
q I , 1
P ero, de la figura tenemos: I : ! !"' , 1= 1.1'{ ·a;.,1 [9.130J
O~ --r~JQ--
la", 1 = 10, 1, 1+ 10, (1 - 1,) 1= 10,11 , [9. 125J '. ~0'-L ,'l" i O¿,1 i 0 02.1 La dirección de a 1 • 1
coincide con la de N por ser
\ i las dos bielas que constitu-
expresión que reemplazada en [9. 124] conduce a: \ 1
yen el mecanismo, normales
a l eje de la viga.
'hpO ,[I ; - (l-~)'] - Q Il, 1= 0 [9.126J En consecUE"ncia a;.1 _
Ii!i! a,.I .
de donde, despejando ' Q : Fil'. !L67. Por otra parte, de la fi-
gura tenemos
Q = p(l, - 'lo 1) . [9 . 127J

Sea finalmente hallar el esfuerzo normal en la sección s-s del sis- [9.131J
tema de la fig ura 9.67 constituido por una viga con apoyos a distintos y
niveles, sujeta a la acción de una carga de intensidad p por unidad de
longitud de la proyección horizontal de la viga. 10 .•
11 1 = 16,.1 1 [9.132]
Puesta en evidencia la inc~gnita mediante el mecanismo correspon- Como 1l! .• < O, resulta
diente y dado un desplazami:en to posible a l sistema, previa dErt:erminaci6n
0,1
de los polos, por las mismas razones expuestas para el esruerzo de corte, a~.l = [9,133J
resulta 6, = O2 , ",na
, TRABAJO VIRTUAL 567

En consecuencia, la ecuación de trabajos virtuales será:

[9. 13 4]

y despejando :J.( .

8X = psen o.(fl - 'h 1). [9. 135]

1,
570 SISTEM~S PLANOS SUJf;TOS A CARGAS MÓVI LES 10

2 9 ) La influencia de un sistema de fuerzas cualesquiera Pi es sobre


una incógnita X determinada, igual a la suma de las influencias de
cada una de las fuerzas componentes.
Supongamos ahora fijado el punto de aplicación y la recta de acción
10. Sistemas planos sujetos a cargas móviles. de una fuerza. Es evidente que su influencia sobre una incógnita X será
directamente proporcional a la inrtensidad de la primera, es decir que pode-
mos escribir:
JO.l. Teoría de las líneas de influencia. 'X = iP [lO .1]

donde i, es el coeficiente de proporcionalidad, y se lo define como coefi-


10 . l. l. Definiciones. ciente de influencia. Este coeficiente es independiente de P, siendo
función de la naturaleza de la incógnita, de la configuración del sistema
En capítulos anteriores nos hemos ocupado del estudio del equilibrio y de la forma de sustentación del mismo. Despejando j de la [10.1] te·
de sistemas planos sujetos a cargas fijas y de la determinación en los nemos
mismos de las reacciones de vínculo interno y externo. En el presente, x [10.2]
desarrollaremos los procedimientos que nos permitan conocer los valores p
de dich~ magnitudes, cuando las cargas que solicitan el sistema no ocupan
una posición fija y determinada, sino que, al contrario, pueden desplazarse expresión que nos permite interpretar el coeficiente de influencia como el
a lo largo tle una línea de la estructura, ocupando cualquier posición. valor de X originado por una fuerza unitaria.
Sea el sistema de la figura 10.1, que puede ser de alma llena o ~ ea ahora el sistema de la figura 10.2 y una línea cualquiera m-M

reticulado, sujeto a 1a acción de la fuerza P aplicada en m, del que nos del mismo. Supongamos que en el punto A de esta última actúe una
interesa conocer el valor de una in- fuerza P que descomponemos en sus componentes vertical P e Y hori·
cógnita cualquiera que llamaremos X zontal P A •
y que por el momento no especifica-
remos. L a misma puede se.r una re-
acción en un apoyo móvil, el esfuerzo f1
en una barra, ~ esfuerzo caracterís-
tico de una sección. pero no así la B
reacción en un -apoyo fijo o un em-
pateamiento, pOI:" signi~icar en estos A
casos la existencia de dos o tres in-
cógnitas respectivamente. Fig. 10 . 1.
Denominaremos en lo sucesivo
influencia de P sobre X, al valor de esta última magnitud originado
por P.
De acuerdo con el principio del paralelogramo de fuerzas, el efecto
de la fuerza P es equivalente al de sus componentes P l y P 2 ",gún
dos direcciones cualesquiera. Pig. 10.2.
Basándonos en ello, y en el hecho de que e l efecto de un sistema
plano de fuerzas es equivalente a l de su resultante, podemos establecer: Si X es una incógnita cualquiera, su valor originado por P será,
19 ) La influencia de una fuerza P sobre una incógnita X deter- de acuerdo con lo que dijéramos anteriormente
minada, es igual a -la suma de las influencias de sus componentes P t
X = P.,.Vi + PA.h, [10.3]
Y P2 según dos direcciones cualesquiera.
TEORfA DE LAS LÍNEAS DE INPLtmNClA 511 SlSTteMAS PLANOS SUJETOS A CARGAS MÓVILEs 10

donde Vi Y h l corresponden, respectiva mente, a los coeficientes de in- Por construcci~, las ordenadas de las líneas de influencia se corres-
fluencia sobre X de las componentes vertical y horizontal de p . cuando ponden con las rectas de acción de las componentes de las fuerzas, sean
está aplicada en A. éstas verticales u horizontales. De ¡nodo que, elegido un par de ejes
Supongamos ahora que el punto de aplicación de P se desplaza coordenados %, y, paralelos respectivamente a las direcciones en que
sobre la linea m-n, ocupando sucesivas posiciones sobre la misma. P a ra se desea trazar las líneas de influencia, la posición de las componentes de
cada una de dichas posiciones de , p . el valor de la incógnita variará,
siendo expresable por la misma expresión [10 .3 ], teniéndose para cada
posición un valor distinto tanto de V ¡ como de h ¡ .
Si á partir de un eje, generalmente horizontal, y en coincidencia con
las verticales t razadas por los sucesivos puntos de aplicaci6n de la fuerza
)
P que recorre la línea m-n, llevamos en una escala cua lquiera ordenadas
que representen Jos sucesivos valores del coeficiente de influencia vertical
V i . el lugar geométrico de los extremos de dichas ordenadas configura
una línea, denominada línea de influencia vertical correspondiente a la
incógnita X.
Procediendo en forma semejante con los coeficientes de influencia
horizontales hi, obtenemos la líllCd de influencilt horizontltl.
El signo de la línea de influencia de una determinada dirección depen-
derá del :Signo de los coeficientes de influencia, y el de éstos, a su vez, de
la convención adoptada en cada caso para el signo de la incógnita X.
Teniendo en cuenta que el coeficiente de influencia puede interpre- Fig. 10.3.
tarse como el valor de la incógnita originado por una carga unitaria,
diremos que: la fuerza actuante para una determinada posición, queda definida por la
Línea de influencia de una incógnita en una determinada dirección coordenada z si la fuerza es vertical, o por la y, si es horizontal. En
&.'1 un diaArama cuyas ordenadaa miden, en una toierta escala, el valor de consecuencia, como para un mismo sistema, tos coeficientes de influencia
la misma cuando una fuerza, unitaria y positiva, se desplaza fObre una de una incógnita son función del punto de aplicación de la fuerza resulta:
línea del sistema, manteniéndose paralela a dicha dirección.
D e lo expuesto deducimos que, para calcular el valor de una incóg- =
nita cualquiera de ·un sistema sujeto a la acción de cargas p ¡ de direc-
ciones e intensidades cualesquiera, basta conocer las líneas de influencia
Vi

h, _
fez)
<p(Y) } [10 . 5]

de la incógnita, en dós direcciones.


E~ efecto, sea el sistema de la figura 10 . 3, del que hemos trazado Es decir que el t razado de las Iín~s de influencia se reduce a la deter-
las líneas de influencia vertical y horizontal correspondientes a una det er- minación de las funciones indicadas en 10.5.
minada incógnita X. Las líneas de influencia de magnitudes estáticas en sistemas isostá-
Supongamos que en el sistema actúan las fuerzas P I. Descompues- ticos, únicas de Jas que nos ocuparemos, están siempre constituidas por
tas en sus componentes vertical y horizontal, si V i y ni , son respect~ rectas o combinaciones de rectas, es decir, poligonales.
vamente las ordenadas correspondientes de las líneas de influencia ver~
tica t y horizontal, el valor de la incógnita X será, de acuerdo con lo visto:
10.1.2. Influencia de una carga unifonnemente distribuida.

X = ¿Pi " i • . h;
" . V ;+ ~P flO.4)
• • Consideremos un tramo de una estructura, sujeto a la acción de una
carga uniformemente distribuida de int:oensidad constante p (fig. 10.4),
debiendo leerse tanto VI como · h i en la escala correspondiente. Y supongamos trazada para el mismo, la línea de influencia de una incóg~
TWRfA 1)~ LAS ÚNEAS 1)E INFLUENCIA 573 SISTEMAS PLANOS SUJHOS A CARGAS M6VlUtS
,.
nita X en la dirección de la carga. Hagamos coincidir el origen de un Como p es constante, resulta:
par de ejes coordenados z, y. con el extremo derecho de la: ' Iongitud 1
cargada. En una sección cualquiera ubicada en una abscisa s, consi- x = p ¡'vez) dz r10.8]
de~mos un entorno dz, sobre el que actuará una fuerza elemental
dP= pdz.
pero la integral representa el área de la superncie del diagrama, limitada
por las ordenadas extremas correspondientes a la longitud cargada. En
consecuencia, llamando F a dicha área, tenemos:

x = pF. [10.9]

Ahora bien, multiplicando y dividiendo por 1 el segu!1do miembro de


(10.9] resulta:
[10.10]

pero pI = P, resultante de la carga distribuida, y F / l = v "" ordenada


media de la linea de influencia, de donde

x = P.v", [10.11]

es decir, que la influencia de una carga uniformemente distribuida es igual


al producto de su resultante por la ordenada media del tramo de la línea
de influencia correspondiente a la parte cargad~.

Fi,. 10.4. 10.1 . 3. Influencia de una carga que varía linealmente.

Sea ahora el mismo caso de la figura 9.66, pero sujeto a la acci6n


Si ~(z) "es la ordenada de la línea de influencia en correspondencia de una carga que varía linealmente, siendo su intensidad nula en el extre-
con la abscisa z, de acuerdo con la definici6n de coeficiente de influencia mo derecho de la zona cargada (fig. 10.5). Considerando la carga ele-
tenemos que la influencia de dP sobre la inc6gnita X será: mental dP = p(z) dz, que actúa a la distancia z del origen, y razo-
nando como en el caso anterior, llegamos a la siguiente expresión para la
dX .= vez) dP _ v(z) pdz [10.6] influencia total de la carga:

y la influencia de la totalidad de la carga p la obl'endremos sumando


las influencias de las infinitas fuerzas elementales que actúan sobre la
x = i l
p(z) v(z) dz . [lO .12]

longitud l, es decir, integrando entre "los lírnrtes O y 1:


Abora bien, por tratarse de una carga cuyo diagrama representativo
es triangular, tenemos que p(z) = p(z/ l) , siendo p la ordenada extre-
x = .1.' v(z) pdz . [10.7] ma del diagrama de cargas. .
, 'rEOIiíA. m
DE LAS LfNhS DE INPLUJtNClA
'" SISTEMAS PLANOS SUJETOS A ClJWAS M6vn.as 10

Reemplazando en [10.12] resulta: . donde F = área de la superficie de la línea de influencia cOrrespondiente


a la zona cargada y Z o = distancia a la ordenada extrema medida desde
,
,.
X::::;!!....f. vez) zdz. [l0.13J
el baricentro de la superficie mencionada, se tiene, reemplazando en
[10.14J
pF
donde la integral corresponde al momento estático del área de la super. X _ - ,- 20 = PV.ZQ [10.16J
licie de la parte cargada de la línea de influencia con respecto 8 la arde-
comp expresión d e la influencia de una carga distribuida según un dia·
grama triangular.

Z 10 . 1. 4 .' Influencia de un sistema de cargas concentradas paralelas.

Consideremos primeramente una línea de influenda constituida por


~n imico tramo rectilíneo, y supongamos que la misma esté car¡:ada con
un sistema de fuerzas P, (fig. 10 .6).

II


1
Fig. 10.5. y
Fil. 10 .6.
nada correspondiente al extremo del diagrama de cargas en que li. mten
sidad de ésta es nula. Si llamamos S~ a dicho momento estático, kI. Sea z, la distancia genérica de las rectas de acci6n d~'las fuerzas
[10 : 13] se transforma en: P, a un extremo del tramo cargado. R la resultante de las mismas y

P
z. ,su distancia al mismo extremo.
X - TS~ [10.14J La influencia del sistema P, sobre ~I valor de la inc6gnita X a
,'q ue corresponde la linea de influencia será
y teniendo en cuenta que:

S, - P . zo , [10.15J X=:l:p ¡ V¡ [10 . 17]
noRfA D& LAS LfNItAS DE INFLUENCIA 571 SISTEMAS PLANOS SUJETOS A CARGAS M6VlLBS 10

Si 1 es la distancia entre las ordenadas extremas de 'la línea de in_ Multiplicadas éstas por las correspondientes ordenadas de la línea
fluencia y a el ángulo que la misma forma con el eje de referencia de influencia, la suma de los productos nos da la influencia sobre la incóg-
horizontal, tendremos nita del sistema de fuerzas, es decir: '

= [10.23]
VI

VJl
(l - z. )tga
(l - Z Jl ) tg a } [10.18]

10. 1 . 5. Influencia de cargas transmitidas en forma indirecta.


Reemplazando este valor de v. en la [10.17]:
En ' ciertos sistemas, 'las fuerzas aplicadas no actúan directamente so-
X
" (l - z¡ )
= ~Pi
, tga = .
"
tga~P¡ (I - z ¡ ) [10.19] bre la estructura portante sino que lo hacen en forma indirecta, por inter-
medio de elementos estructurales secundarios.
Consideremos, por ejemplo, el caso de la figura 10.8, donde S es
Pero L", P ¡( l - Z¡ ) representa la suma de los momentos de las fuerzas parte del elemento estructural resistente al que se transmite el efecto de
respecto del punto A, que es igual al momento respecto del mismo punto
de la resultante R. En consecuencia,

tgCl L", P ;(l - z; ) = tgCl R(l - zn) [10. :i0]

y reemplazando en [10.19]

x = tgaR(I - zR) ' [10.21]


s
P ero, de acuerdp con la 2'" de las [10.18], tg o.(l - z n) = V n , d e donde
resulta finalmente
x = RVn. [10.22]

Es' decir que, si la línea-de influencia está constituida por un único tramo
rectilíneo, "la influencia , de un
sistema de fuerzas paralelas es
igual a la influencia de su re-
sultante.
La conclusi6n anterior no
es aplicable cuando la línea de Fig. 10 . 8.
influencia esté constituida por
dos ' o ' más tramos rectilineos. la fuerza P por intermedio de una superestructura constituida por barras
articuladas.
En este caso, figura 10.7,
es necesario considerar las re- Llamemos A la longitud de la barra AB sobre la que actúa P y
Fig. 10.7. supongamos conocida la línea de influencia de una incógnita cualqUiera
sultantes parciales de las fuer-
zas que actúan sobre cada tramo. X de la estructura portante.
TKORf" DE LAS LfNU,S DE INFLUENCIA 579 580 SISTEMAS PLANOS SU]lrl'OS A CAROloS M6vn.xs 10

D escompuesta P en dos componentes paralelas P .t Y P ti aplicadas


en A y B , si z es la distancia de B al punto de aplicación de P
tendremos:
10'. 1.6. Influencia de UD sistema móvil de cargas concentradas.
P. _ P z
.- T
p. .-z }
- p-.-
[10 . 24]
Supongamos que la línea de influencia correspondiente a una inc6g-
nita X de un sistema dado sea triangular (fig. 10 .9), Y que la estruc-
tura esté cargada con un sistema de cargas concentradas que se desplaza
En consecuencia, como la influencia de P sobre X es igual a la suma a lo largo de la misma,
de las influencias de sus componentes, si v,\ y V B son las ordenadas de manteniéndose inva riable
la línea de influencia en correspondencia con p .1 y P H respectivamente, la distancia entre fuerzas,
que en el caso de la figura,
hemos supuesto igual para
[10.25]
todas ellas. Las considera-
ciones siguientes son igual-
y reemplazando P ,\ y P lJ por sus valores dados por las (10.24] mente válidas cuando las
'f uerzas son todas distintas,
[10.26] o iguales entre si y sus dis-
Fil. 10 .9.
tancias mutuas difieren de
o también una fu erza a otra, o son constantes, o bien existen grupos de fuerzas de
igual intensidad.
[10.27] P a ra uná posici6n determinada del sistema de fuerz as, la influencia
del mismo sobre la inc6gnita X tiene por expresión :
Si en la línea de influencia unimos mediante una recta los puntos
M y N, ext~emos de las ordenadas V A y v" respeetivamente, dicha •
X _ L P,V¡ [10 .30]
recta define en' su intersección con la vertical trazada por el pu.n to de ,
aplicación de P una ordenada v, cuya magnitud es
Al variar la posici6n de las fuerzas, varían las correspondientes orde-
nadas de la línea de influencia, con lo que el valor de X es cambiable.
[10 . 28] y entre todos los valores que puede tontar, habrá uno que será máximo.
A la posici6n del sistema de fuerzas que hace máximo el valor de la
como es dado observar en la figura. inc6gnita lo de~ominaremos posición de máximo. Analizaremos a cont':
R eemplazando este valor en la [10 .27 ] resulta: nuaci6n la forma de determinar la. posición áe máximo.
E l sistema de fu erzas de la figura 10.9 corresponde generalmente
x = Pv. [10 . 29] al peso d e los ejes de un convoy de cargas y, en consecuencia, las c$"gas
pueden recorrer la estructura en sentido inverso, es decir, invirtiéndose el
En consecuencia, cuando una fu erza se transmite a la estructura en orden . de sucesión de las fuerzas. Es evidente que para que el valor de
forma ind irecta, es necesario corregir la línea de influencia, en la zona X resulte un máximo, es nece~rio que los productos P, Vi sean del
que corresponda, mediante una recta. L a influencia de la fuerza sobre ' la mayor valor posible.
inc6gnita se obtendrá, en este caso, multiplicando directamente la inten- Como para cada fuerza la intensidad es invariable, resulta evidente
sidad de la fuerza por la correspondiente ordenada medida hasta la recta que Vi debe ser lo más grande posible. D e ello deducimos que para
de correcci6n. que X alcance un máximo, es necesario:
Twm 582 SISTEMAS PLANOS SUJETOS A CARGAS MÓVILES 10
OE LAS LÍNEAS OE lNFLUENCIA 58'

19 ) Hacer entrar el convoy de cargas del lado en que la linea de Desplacemos ahora el sistema de fuerzas una pequeñ~ distancia
influencia tiene menor pendiente, pues de este modo la variación de lal Al, hacia la derecha, por ejemPlo, con lo que todas las"fuerzas sufrirán
ordenadas será menor. el mismo desplazamiento. Para la nueva posición del sistema, las orde-
" nadas de la línea de influencia en correspondencia de .las fuerzas habrán
2 9 ) Hacer incidir las fuerzas de mayor intensidad, que generalmente
son 11I;s ubicadas adelante, en correspondencia oon las ordenadas mayores variado, y la incógnita tomará otro valor, incrementándose en una cierta
de la línea de influencia cantidad Ax teniéndose:

Sentado lo anterior, demostraremos a continuación este teorema: "


X'=X+6.X "= ~P;v:" [10.32]
Para que una posición del sistema de fuerzas pueda rorresponder a •
un máximo valor de la incóAnita, es necesario que una de las fuerzlU Llamando Av¡ al incremento de v¡ resulta:
incida sobre un vértice de la línea de itúIuencia.
La justificacióp de este enunciado la efectuaremos demostrando la [10.33J
sftuación inversa, es decir, que una posición para la que ninguna de las
fuerzas incida sobre un vértice de la línea de influencia, no puede ser valor que reemplazado en la [10.32] conduce a:
posición de máximo.
Para demostrarlo, consideremos (fig. 10.10) la línea de influencia "
X + Ax = " p ¡(v ¡ + 6.v ;. )
~ [l0.34J
de una incógnita X y supongamos una posición del sistema de fuerzas •
tal, Que n~¡una de ellas incida sobre el vértice.
Desarrollando el paréntesis 'y restando [10.31] de [10.34] llegamos a:

[10.35.J

Llamando a al ángulo que forma el tramo de la línea de influencia


con el eje de referencia horizontal, de la figura 10.10 (b) resulta:

Av, = ól t ga [10.36]

y reemplazando en [1.0.35]
"

" ¡ Altga = llltga.LP,


6X = ~p " [1O.37J
(b) • ,
de donde,
6x
[10.38J
FI,.'10.10.
TI
Si hacemos tender Al a cero, tenemos finalmente
Para dicha posición, el valor de la inc6gnita será:
dX
x = l:p¡ dt = tga~Pi [1O.39J
, V; [10.3IJ
584
58' SlsnMAS PLANOS SUJETOS A CARGAS M6vnzs 10

La expresión [10.39] 'no es nula, por cuarrto tga y .I• Pi tienen


donde a y ~ son .Ios ángulos que Connan con la horizontal Jos dos tra-
mos de la línea· de influencia. Reemplazando valores y procediendo en

valores definidos. En consecuencia, cualquiera sea el sentido del despla- forma análoga al caso anterior, llegamos finalmente a:
zamiento Al, no se
anula y en consecuencia
X nunca puede alcanzar
P,
!J.x = Al [tga i
.1:+1
.Pi + tg~ip/J , I
[10.42]
un valor máximo. D e
A~~~~____~~~~~C Y
ahí que, para que pueda •
haber máximo necesaria-
menté debe incidir una
fuerza en corresponden-
i
1
i
a

(d)
1

1
1
!J.X
TI - tga
...
~ p,+ tg~~P,

Si el desplazamiento ó.! tiene lugar hacia la izquierda a partir de la


[10.43]

1 j
cia con e'l vértice. En posición inicial (fig. 10.11 e), ·la fuerza P k pasa a pertenecer al sis-
1 1
efec~o, conslderemos la tema P i, obteniéndose para este caso las siguientes expresiones corres-
misma línea de influen- i i pondientes co.n las [10.42] Y (lO .43]:
cia y un sistema de fuer-
i 1

zas del que hacemos in- 'Al i ' C Ilx = ó.l[tga*Pi+tg~ k~l PI]' [10,44] ,
cidir una de ellas, la p. C<
I
en correspondencia del 1 !J.X lO .1:_1
~
vértice de-Ia linea de in- 1 (h) Tl= tgaLp,+tgf}

P, [10.45]
fluencia, figura 10. 11 a. 1
Llamemos P. a laa 1 Ahora bien, tg a y tg f} son de signo contrarlo. En consecuencia, el
fuer~s .que inciden ~ i signo del segundo miembro de las (10.43] y [10.45] dependerá del valor
bre el tramo AB y P,
a las que lo hacen sobre A~~,"c<~--~~~~~~C
relativo de las sumatorias. Es decir que. para una cierta posición del
sistema de fuerzas, o sea, cuando una fuerza determinada incide sobre el
el Be. vértice de la línea de influencia, al desplazarlo hacia uno u otro lado de
La (uerzl\ PI<, que (e) la posición de origen, los correspondientes incrementos de la incógnita
incide sobre el vértice, pueden ser del mismo signo, o sea que ésta pasa por un máximo o mínimo.
8
puede considerarse indis- Si hacemos tender ÓI a cero, y llamamos R , y R ¡ a las resultan·
tintamente como perte- Fi¡. 10.11. tes de las fuerza s que inciden sobre cada tramo. para que la función X
neciente a uno u otro pase por un máximo o por un mínimo deberá cumplirse:
.iatema. . En este caso: suponemos que pertenezca al P"
·Para la posición indicada. el valor de la incógnita X será dX
dl = tgaR¡ + tgf}R , = O [10.46]

X

= .t+1 •
l: P.¡V¡+l:P, V j. [10.40]
1
Prácticamente, para hallar la posición de máximo, se recurre a un proce-
a
dimiento gráfico debido Winkler. conocido con el nombre de políAot'108
Si desplaa:amos el si!tt~ma hacia la derecha de Al. la incógnita expe- de W in/cler·.
rimentará un incremento ÓX. como consecuencia de los incrementos Supongamos una línea de inIluencia triangular (figura 10.128) Y un
Av¡ y Av¡ de 1u ordenadas de la. lÍnea. de influencia. incrementoe que !I!!ltema de fuerzas que !le desplaza, y del que desearnos hallar la posici6n
serán iguales 8 de máximo.
Para ello. ubiquemos la primera fuerza en correspondencia con el

AVI = Altg~
} [10.41] vértice de la línea de influencia, lo que denominaremos primera posici6n
del sistema de cargas.
1 TEORÍA DC LAS LiNEAS DE INPLlJENCl.\
'85 58. SISTEMAS PLANOS SUJETOS A CARGAS MÓVILES 10

la vertical trazada por el extremo del vector P I determina un segmento


11 ,
113 1" 1" lA11'3 1" 1 / (1 Posician MM, = :rp¡ tga
, = tgaR , [l0.47]

dirigido hacia abajo.


Desplazando luego el sistema hacia la derecha, PI pasa a incidir
sobre el tramo Be y se resta a la resultante R l . Si por el extremo del
vector P z trazamos una vertical, y por su intersección L, con la paralela
a AB, trazamos L, M . 1I Be , el segmen'to Lu M~ representa P, tg~ Y
,
LL, = L, P , tga, de donde

[10.48]

P ero MMt y MM 1 son del mismo signo, para desplazamientos 61


opuestos. Como MM ! y MM z constituyen la representación gráfica
(b) del término entre paréntesis de la expresión [10.42] , resulta que la primera
posición del sistema de cargas no corresponde a una posición de máximo,
por cuanto los incrementos !1X son de signo contrario.
En consecuencia, es necesario probar una segunda posici6n, ubicando
la segunda fuerza en correspondencia con eJ vértice de la línea de innuen-
cia. Como es fácil observar en la figura, esta segunda posici6n tampoco
,
L" corresponde a un máximo de X, por cuanto· los segmentos M M 2 y
MM J son del mismo signo. Recién para la tercera posición, en que la
11, fuerza P, incide sobre el vértice de la línea de influencia, los segmentos
~~p'~~,,~~p'~~A~~P,~~R
~'-r~R
~,~ (e) M M ~ y M M 4, obtenidos al desplazar el sistema a uno y otro lado de
IK p la tercera posición, tienen signo contrario, por lo que, de acuerdo con la
I (10.42], X pasa por un máximo.
I
I Existe un procedimiento más expeditivo que permite determinar direc-
K tamente la fuerza que debe incidir en correspondencia con el vértice de
Fii. 10. 12, la línea de influencia para obtener un máximo valor de la incógnita, y
es e l que muestra la figura 10.12 e y que interpreta gráficamente la
expresi6n [10.46].
En una escala cualquiera, nevamos horizontalmente, uno a continua-
ci6n del otro y en el orden en que aparecen las fuerzas, vectores repre- Consiste en llevar como antes, uno a continuaci6n del otro y en el
sentativos de las mismas. Si damos un desplazamiento al sistema hacia orden en que aparecen las fuerzas, vectores representativos de las mis-
la izquierda, la fuerza P pasa a incidir sobre el tramo AB . mientras mas y en trazar por el origen y extremo de dicho polígono de fuerzas,
que el Be resulta descargado. paralelas a los dos tramos de la línea de influencia.
Trazando por el origen del vector representativo de la última fuerza 'Su intersecci6n K proyectada sobre 'el polígono de fuerzas en K'
J.lna paralela al tramo AB de la línea de influencia, su intersecci6n con indica cuál es la fuerza que debe incidir sobre el vértice de la línea de
TEORÍA DE LAS LiNEAS DE INFLUENCIA 587 588 SISTEMAS PLANOS SUJETOS A CARGAS M6VlLKS 10

influencia, que en este caso resulta ser p;{ . En efecto, los segmentos En nu~o caso, por ser tg a = -tg ~, se transforma en:
K' K Y K K' tienen sentidos contrarios e igual magnitud, representan-
do el primero tg a R ¡ Y el segundo tg ~ R i ' En consecuencia, cuando tgaR. = tg~R t . [10.51]
la fuerza así determinada incide sobre el vértice de la línea de ¡nflue.ncia,
se cumple la [10.46], correspondiendo a la incógnita un valor máximo. Para la carga distribuida parcial, si m y n son las distancias de
sus extremos al vértice de la línea de influencia, en la posición de máximo
debemos tener:
tgapIn = tg~pn, [10.52]
10.1.7. Influencia de una carga distribuid., móvil.
de donde

Consideremos una carga uniformement(, distribuida sobre una lon- · In a-n tg~
--= = tga [10.53]
gitud a, de intensidad p, que se desplaza a 10 largo de una estructura, n n
de la que hemos trazado la línea de influencia correspondiente a una
cierta incógnita X (Eg. 10.13). Pero, de la figura resulta

a
V mb = l,tga = l.tg~, [10.54]
1IIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIillllllllllllllllp
de donde

tg~ 1,
=1; [10.55]
tga

I valor que reemplazado en [10.53] conduce a

I~I
K d. ~
8-n = n1;'
1,
[10.56]

Fig. 10.13. Finalmente, despejando n:

Para determinar la posición de máximo de la carga distribuida par- n = a - 4- - _ a4


- [10.57]
cial, definida por la distancia n de su extremo al vértice de la linea de 1, + l. l
influencia, utilizamos la expresión [10.46].
con lo que queda perfectamente determinada la posición de la carga dis-
dX tribuida que corresponde a un máximo de X.
di = tgOoR. +tg~RJ - O [10.49]
El problema puede también resolverse gráficamente, en la forma que
muestra la figura 10.13, que consiste en llevar horizontalmente un vector
quien, para cumplirse, exige que representativo de la intensidad de la resultante pa de la carga distri-
buida, y trazar por sus extremos paralelas a los dos tramos de la línea
tgOoR¡ = -tg~RJ_ [10.50] de influencia.
, DlITElI.MINACl6N AN.únCA DIt ÚNEAS DE lNFLutNCl4
".
'"
L a intersección de las mismas determina un punto K . que proyec.-
SIsn.M4S PLANOS SUJETOS A CARGAS M6VlLS8

tado en K ' sobre ps, define dos vectores pm y pn que constituyen


la solución del problema.
En efecto, de la figura se tiene: 10 .2.2. Lineas ' de influencia de reacciones de vínculo externo.

K'K = pmtga Sea el sistema de la figura 10.14. simplemente apoyado, sujeto a la


l [10 . 58] acción de una fuerza vertical P cuya posición, variable, queda definida
KK ' = pn tg~ J por la abscisa z de su punto de aplicación. Para determinar la ecuaci6n
de la línea de influencia de la reacción eJl el apoyo móvil A. ponemos
y por ser ambos segmentos opuestos, resulta:
z
pmtga = pntg~ [10.59] A~ __________ ~ ____ ~~

es decir, que se cumple la [10.52].


Conocido pn, la determinación de ~ es inmediata, con 10 que queda
resuelto el problema.

10.2 . Delerminación analítica de líneas de influencia.

I_z
P
z ,I
JO .2. l . Consideraciones generales. -',
A'
H emos visto en 10 . l . 1 que para proceder al trazado de las líneas
.B
de influencia 'de incógnitas X cualesquiera, bastaba establecer las fun-
ciones
Vi

hl
=
=
f(z)
cp(y) } [10.60]

que d efinían, respectivamente, las variaciones de los coeficientes de in·


fluen cia vertical y horizontal a lo largo d e una línea de la estructura. A·
En los parágrafos siguientes nos ocuparemos de la forma de establecer
Fi¡¡;, 10 . 14,
dichas funci ones para las distintas incógnitas, que se presentan en .Jos sis-
temas estáticamente determina'dos, a saber: componentes de reacci6n en en evidencia la inc6gnita R A Y determinamos su valor mediante una
apoyos fijos, reacciones en apoyos móviles, esfuerzos en barras y esfuerzos condición de nulidad de momentos respecto de B,
característicos en secciones.
Limitaremos el análisis al establecimiento de las ecuaciones corre&- [10.61]
pendientes a líneas de influencia para cargas verticales, por cuanto las
de ~onde
relativas a cargas horizontales se deducen en forma similar, sin presentar z
mayores dificultades. R, - -P
T [10.62]
2 tl~RMINACf6N ANAÚTiCA DI!; LÍNEAS DE INPLUENClA s• • ,., SIST1tMAS PUNOS SU]ET'OS A CARGAS M6vn.u
••
Dividiendo por P expresión que dividida por P nos da la ecuación de la línea de influencia
R, de v.:
[10.63J
P v.= --,-
1_ .
[lO .•• J

pero, por definición de coeficiente de i~fluencia R A / P = V A ' o sea la


L a fun ción es lineal en z. Para representarla, damos valores extre-
ordenada variable de la línea de influencia de R A' de donde
mos a la variable, teniéndose:

• ,-
VA =-T [l0.64J

E s decir q u~ la ecuación de la línea de influencia de la reacci6n R A res-


para
{
z = O
[l0.69J

ponde a una ley lineal. Para representar la fun ción, que será una recta,
Adoptado un eje de referencia horizontal m' .n' , llevamos en coinciden-
basta conocer dos de sus puntos. panda a z los valores extremos z = O
cia con z = O Y hacia arriba, un segmento a( ~m) que en escala repre-
y z = 1 resulta
sente la unidad. Uniendo su extremo con el pWlto A' de ordenada nula.
, =O la recta así obtenida será la línea de influencia de V B. SU signo será
para
{z = l
·v ,
v,
= O
= - 1 } [l0 .65J negativo, como surge de [10.65] y la escala en que deberán leerse sus
ordenadas l / a(cm).
Supongamos ahora el caso más general de la figura 10 . 15, en que el
Adoptando un eje de referencia horizontal m-n. llevamos con signo apoyo móvil A no es vertical, sino que su direcci6n forma un ánlulo tp
negativo (hacia arriba del eje) y en coincidencia con z =
l un segmento con la horizontal
s(cm), cuyo extremo unimos con el punto B ' de ordenada nula. La
recta aSl determinada, referida al eje m-o será la línea de influencia
z
buscada; figura 10.14 a . De acuerdo con la (l O. 63], su signo será nega-
tivo. En cuanto a ·Ia escala en que se leerán las ordenadas V A ' será
l / s(cm) . '.
Considerando ahora el apoyo fijo B . la reacción en el mismo queda"
definida por sus componentes vertical y horizontal. P ara la fuerza P
vertica l, es evidente que la últUna de las componentes siempre será nula.
Para ' determinar la ecuaci6n de la línea de influencia de la compo-
nente vertical, reemplazamos el a poyo ·fij o por dos apoyos m6viles concu-
rrentes en B, uno vertical y otro horizontal y ponemos en evidencia la
incógnita suprimiendo el primero. I
El valor de VII lo determinamos mediante una condición de nulidad
de momentos respecto del punto A.
Fig. 10.15.
V n.l+ P(l - z) = O, [10.66J
Puest a en evidencia la incógnita, calculamos su valor tomando mo-
de donde
v. ,- ,
- -P-,- [10.67J
mentos respecto de B :

O. [10.70J
, DETERMINACIÓN ANALfTlCA DE LÍHUS DIt INJ'LUZNClA 5. 3 594 10

D espejando R ,4. Y d ivid iendo a mbos miembros por P, obtenemos la y reemplazando en [10 . 75]
ecuaci6n de la línea de influencia, cuya expresión será :
H• -= p-'-
ltg ep [10.77]

VA = - •
lsencp [10 . 71]
y finalmente, dividiendo ambos miembroa por P
D ando a z valores extremos tenemos :
[10.78]
v,,= O }
[10 . 72]
ecuación de una recta. de ordenada nula para %-= 0 , Y que para z = 1
v, =-,.!" adquiere el' valor

Llevando, como en los casos a nteriores, a partir de A ' y con su signo [10.79]
( negativo en este caso) un segmento a ( cm) que e n escala represente '
l/sen q> , su extremo A" unipo con B ' determina una recta, que será Llevando sobre la vertical de A y a p artir de A' un segmento .A' A" =
la línea de influencia buscada. Sus ordenadas serán todas negativas, y e n = a( cm ) y uniendo su extremo A" con el punto de ordenada nula ubi~
c ua nto a la escala, será l / asen ep . Ahora bien, si por A " trazamos un~ cado sobre la vertical de B, obtenemos una recta que es la Hnea de
paralela 8 'la dirección del apoyo móvil A , Y proyectamos sobre ésta la
longitud del segmento a, obtendremos una nueva longitud a , ta"l que
z
al = asencp [10 . 73]

y, en consecuencia, la escala r esulta ser directamente l / a ,(cm ).


E n el caso de la figura 10 , 15, la ecuaci6n de la línea de influencia
d e la comPonente vertical V B de ia reacci6n B se determina en la misma
forma que en el caso de la figura 10,14, por lo que no entraremos en
mayor~s detalles, En cambio, pare la componente horizontal H /J , se
p rocede"en lá forma que describimos a continuaci6n :
P uestas e~ evide'ncia las reacciones R j y R /¡, esta última mediante sus
componentes V /1 Y 'H B , si proyect amos las fuerzas exteriores, activas y
reactivas, sobre un eje horizontal, por t ratarse de un sistema en equilibrio,
debemos tener: Fil' 10,16,

[10 . 74]
influencia de v H • Su signo, de acuerdo con la [10 . 78] es positivo,' Y
la esca la en que •deben leerse las ordenadas será 1/a tg cp . Ahora bien,
d e donde
.H B == -R j COScp • [10.75] si por Al! trazamos una normal a la direcei6n de R A obtenemos en". u
intersección con el eje de referencia un punto A"' . Llamando a , (cm)
D e acuerdo con la [10 . 70] al segmento A' AI1I , tendremos:
z
--P~ [10.76]
,sen cp [10.80]
, DBTU:MINACl6N ANAúndt.. DE ÚNIt"S Da lNPLUl:NCIA 595
596 SIST!:MAS PLANOS SUJETOS A CARGAS M6VILBS 10

y en consecuencia en 105 vínculos A y B serán

1 1
a(cm) tgtp
[10.81] Ril =-pf
es decir que la inversa de la longitud 8t medida en cm. es directamente
la escala.
R ¡¡= -P _1-_ _
1
% .
1 )
[10.82]

Puesta en evidencia la inc6gnita mediante la supresión de la barra


M N Y su reemplazo por las fuerzas T y - T aplicadas en .Ios nudos M
10.2.3. Línea ' de influencia de esCuerzos en bartas de reticulado. y N, Y que materializan un esfuerzo de tracción, el sistema se transforma
en una cadena de dos chapas articuladas en C.
~) BatrB$ de cord6lL Supongamos primeramente que la fuerza P se desplaza sobre la
chapa ubicada a 'Ia derecha de C. es decir, entre e y B. El equilibrio
Sea el sistema de reticulado <;le la figura 10.17, del que nos propo- de la chapa izquierda exige que la suma de los momentos de las fuerzas
nemos determinar las ecuaciones de la línea de influencia del esfuerzo aplicadas a la misma, sea nula con respecto.a la articulación e, es decir:

R A(l-b ) + T . t = O, [10.83]
de donde
R , ( l -b)
I TI - [10.84]
t

[10.85]

valor que reemplazado en [10.84] conduce a:

.(1 - b)
ITI [10.86]
11

Dividiendo pOr P tenemos

Iv, I = I .(1 ~ b) I [10.87]

ecuaclon de una recta válida entre z ~ O Y z = b Y que corresponde


Fii. 10 . 11. a la línea de influencia del esfuerzo T para cargas que actúan entre e
y B.
en la barra M N del cordón supe"rior, para fuerzas verticales que se des- El momento de R .f. respecto de e es positivo, por cuanto R .f. tiene
plazan a lo largo del cordón inferior. signo negativo. En consecuencia, para que se cumpla la [10.83] debe ser
Supongamos una fuerza P, cuya posición quede definida por la. negativo el momento de T respecto del mismo punto. Como es dado
abscisa z de su punto de aplicación. Las. expresiones de las reacciones observar en la figura 10 . 17, para que esto último ocurra es necesario que
2 DltTERMINACJ6N AN"-LinCA DE LÍNEAS DE INFLUENCIA
'97 '98 SISTEMAS PLANOS SUJETOS A C-'RGAS MÓVILES 10

la fuerza T ~p'licada en M concurra a dicho punto. Consecuentemente, M debe ser opuesta, por lo que ambas materializan un esfuerzo de com-
la fuerza opu~sta -T aplicada en N también debe 'concurrir al nud~1 presión, es decir, negativo. Por esta razón, la [10.92] se transforma en
por lo qu~ ambas materializan un esfuerzo de comp'resión, es de!,ir, nega~
tivo. De ahí que las ordenadas de la línea de i~f14encia entre e y B (/- z)b
sean negativas. En consecuencia, la [10.87] se transforma en Vf' =- It
[10.93]

z(1 - b) Las dos rectas a que corresponden las [10.88] y [10.93] se cortan en
v, _ [10:88]
lt un punto ubicado sobre la vertical de la articulación relativa C. En
efecto, igualando ambas expresiones, tenemos
Consideremos ahora a la fuerza P actuando entre A y e, y en lugar
de analizar el equilibrio de la chapa ubic~da a la izquierda de Por e, z( / - b)
=
(¡-z)b
[10.94]
razones de simplicidad Jo haremos con la que se encuentra a la derecha It It
de dicha articulación. En efecto, sobre dicha chapa actúan únicamente
la reacción Rn Y la fuerza - T aplicada en el nudo N. de donde, despejando z:
Su equilibrio exige, como antes, que la suma de lo~ momentos de
z :;:::::b [10.95]
dichas fuerzas sea nula con respecto de e, teniéndose en consecuencia
es dedr que para z = b, ambas expresiones tienen el mismo valor y
R/I.b - T.t = O. [10.89]
precisametlte z = b es la abscisa de la artibulación relativa c.
Despejando T: El trazado de la línea de influencia 10 efectuamos dando valores
extremos a la [10.93}:
ITI=!R;': ! [10.90]

para
v, = - : } [10.96]
y reemplazando R B por su valor dado Por la segunda de las [10.82}, re· VT = O
sulta:

[10.91] Elegido un eje de referencia horizontal, proyectamos los puntos A y B


en A' y B' respectivamente y llevamos verticalmente a partir de este
último un segmento B' B" = m( cm), que en escala representa bi t.
y dividiendo sn,lbos m~embros por P: Uniendo B" con A' obtenemos una recta que es la representación grá-
fica de la función [10.93]. Uniendo el punto e', intersección de dicha
(1 - .)b recta con la vertical trazada por e, con B, obtenemos una segunda
It l· [10.92] recta que constituye la representación gráfica de la [10.88] y que pro-
longada determina sobre la vertical de A un punto A'' '. El segmento
.A' A" corresponde, en escala, a (l - b) / t, que es el valor que adquiere
La [10.92] es la ecuación de una recta, de ' ordenada nula en correspon·
la [10,88] para z = l. La línea de innueneia buscada será la poligona.l
dencia con z :;::::: l y que corresponde a la ecuación de la línea de influencia
A' e' B' y su signo será negativo por que, tant~ la [10.88] como la
del esfuerzo T cuando las cargas actúan entre A y e, es decir, válida
[lO. 93], son negativas para cualquier valor de z. En cuanto a la escala
entre z=b y %=1.
en que debemos leer las ordenadas, teniendo en cuenta que el valor bit
Por ser negativo el momento de Rtf respecto de e, para que se lo hemos representado por m(cm) será:
cumpla la [10.89], el momento de T con respecto a dichD punto debe
ser positivo, y para que ello ocurra, la fuerza T aplicada en N debe b
concurri~ a este último punto. Consecuentemente, la fuerza aplicada en Escala = ..,.-;c.....,..
t.m(cm)
[10.97]
, DETatMINACl6ti "NAúna DB LÍtBAs na lNI'LUKNQA 59. 600 SI8TI:MIUI PLANOS SUJETOS A CAROloS M 6vn.u ,.
o, a nálogamente, de cordón superior, por lo que no entraremos en mayores detalles. En
l- b este caso, el signo de la línea de influencia para cargu verticales positi- .
vas, resulta negativo. E n efecto, cuando la fuerza P se desplaza aqbre
t.n(cm)
el cord6n inferior de la chapa derecha, las únicas fuerzas aplicadas a la
cha pa izquierda son R A Y T . esta última en el' nudo U . La suma de
La escala puede determinarse en la forma siguiente: llevando a partir de los momentos de ambas con respecto a e debe ser nula, y al ser positivo
C' , horizontalmente, un segmento de longitud t , Y trazando por su extr~ el momento de R ". es necesar io que el de T sea nea;ativo.
mo una vertical, ésta, en su intersecci6n con C' B' y la prolongaci6n de
En consecuencia, la fuerza T aplicada en U en la dir~ci6n de la
A' C' define un segmento KK1= a(cm).
barra UV debe atejarse del nudo. P or consideraciones análogas llegamos
De la semejanza de los triángulos KKl C ' y B ' B " C ' tenemos: a la conclusi6n de que la fuerza - T aplicada en el nudo V tambi~ se
aleja del mismo. En consecuencia, ambas fuerzas, e!.'l conjun.to, materia..
t b Iizan un esfuerzo de tracción, es decir, positivo, por lo que las ordenadas
a(cm)
- m(cm)
[10 . 98]
d e la Unea de influencia, en este caso todas del mismo signo, serán positivas.
de donde Cuando se trata de reticulados del t ipo del · d e la figura 10 . 19, es
necesario corregir la línea de influencia de las barras de cord6n inferior,
1 b
.(cm) = t.m(cm) [10 .99] para cargas que se desplazan sobre el mismo, como puede observarse en
la figura .
En efecto, cua ndo la fuerza P actúa sobre la chapa izquierda, puede
pero como el segundo miembro corresponde a la e~cala, ésta resulta ser
desplazarse entre A y U , Y cuando lo hace sobre la chapa derecha,
también l / a(cm).
entre V y B . Entre U y V la transmisi6n d e cargas a la estructura
Para una barra de cord6n inferior, tal como la UV del reticulado
de la figura 10.18, el procedimiento a seguir pa ra la determinaci6n de las
ecuaciones de la línea de influencia del esfuerzo en la misma, y su ulterior
representaci6n gráfica, es similar al que hemos descripto para una barra

I'f&. 10.lL
Fia:. 10.19.
2 DETERMINACiÓN ANALÍncA DE LÍNEAS DE INPLUENCIA '01 '02 SISTEMAS PLANOS SUJETOS A CARGAS MÓVILES 10

portante se efectúa en forma indirecta, por lo que es necesario corregir Consideremos primero la fuerza P despla~~ndose entre V y B.
la línea de influencia entre verticales trazarlas por dichos puntos, mediante El equilibrio de 5 1 exige que la suma de los momentOi con respecto a
ia recta U' V~ ; obteniéndose como linea de influencia la poligonal A' C. de las fuerza s aplicarlas en la misma, sea nula, es decir:
U / V'B'.
-RA b - T.t = O [10.101]
b) Barras de alma.
de donde
Analizaremos en primer término la determinación de las ecuaciones
de la línea de influencia de esfuerzos en barras de alma, diagonales o
montantes, de estructuras de reticulado de cordones no paralelos, consi-
1TI = I R, ~ I . [ID .102]

derando para ello la barra NU de'¡ reticulado de la figura 10.20, sobre


cuyo cordón inferior se ,desplaza una fuerza P. Reemplazando el valor de R A "dado por la [10.100] y dividiendo ambos
Las expresiones de .la,; reacciones de vínculo son miembros por P, resulta

%.b I
R, = _pi 1 ¡U:r ! = I -¡¡- "
[10.103]
/..
..
, [10.100]
/- % Considerando a hora que la fuerza P se desplaza sobre la 'chapa 5 I entre
R. s ~
- - p - /- -
.'
J A y U, el equilibrio de 5 2 exige que

Puesto 7'n evid, @q~ ia el esfuerzo en la barra NU, el sistem!'l- ~e transforma


en una cadena cinemática de dos chapas 5 . y 53 articula41ils en e me-
-R.(/ + b) + T' = O [10.104]
diaiife las bielas MN y UV. • " ' ' ....
.1" de donde, reemplazando R B por su valor dado por la (10.100] y divi..
N diendo por P

O + b)(I - %) ·1
1",1= lt . [10.105]
e __ - ~_ ....
1
-'Y- ----- Cuando la fuerza P actúa sobre la chapa 5 2' al ser negativo el momento
í
de R A respecto de e , el de T aplicada en U debe ser positivo, lo que
exige que esta última fuerza esté dirigida hacia el nudo U, Consecuen-
temente, la fuerza -T aplicada 'en N, también converge a éste, por lo
que ambas materializan un es{uerzo de compresión, es decir negativo. Por
esta razón la [10.103] se tr~sforma en:

%. b
U:r - --1-'-'. [10.106]

Análogamente, ~uando la fuerza P actúa sobre la chapa SI el momento


de R s respecto de e es negativo, exigiendo el equilibrio de S3 que el
momento de - T. aplicada en N , sea positivo con resPecto al mismo pun-
to. Para que ello se verüique; es necesario que - T se aleje del nudo N.
Fig. 10.20. La fuerza aplicada en U será opuest a, y ambas ma te rializarán un esfuer-
, D1TERMINACI6N ANALiTICA DE ÚNEAS D!: INFLl1ENCUL 603 604 SISTEMAS PUNOS SUJETOS A CAJIGAS MÓVILIIS 10

zo de tracción, es decir, positivo. En consecuencia, la (10.105] tendrá de donde


por expresión b 1
t.m(cm) a(em)
Ur = . ..c+..::b-ó-)(c:-I_-..::z:-)
+ _(,;..1 . /t
[10.107]
};
'es decir que, al ser la escala, también 10 será en 1
Las ecuaciones [10.106] Y [10.107] correspcmden a dos rectas, de orde- t.ffi(i::m) a(cm)
nada nula en correspondencia con z = O Y z = l respectivamente, que En la figura 10.21 hemos procedido al trazado de la línea de in-
constituyen la línea de influencia del esfuerzo en la barra N V. Ambas fluencia de la barra diagonal MV. No entraremos en mayores detalles
rectas se cortan sobre la vertical de C. En efecto, igualando {lO. 106] Y al respecto, por cuanto las ecuaciones de las que deriva, Sé piantean en
[10.107] tenemos la forma vista para el montante NU de la figura 16.2Ó f SOn -en UD
lodo semejantes a ¡as que corresponden a éste.
(l+b)(l-z)
= (10.108]
lt
y despejando z
(10.109]

La representación gráfica de las ecuaciones la efectuamos ·trazando por los


puntos A'- y B ' , proyecciones de A y B sobre un eje horizontal de
refeJ"encia, oos rectas que se corten sobre un punto cualquiera e' de la
vertical de e.
La recta de ordenada nula en A' corresponde a la línea de influencia
de esfuerzo T para cargas que se desplazan entre A y V !y, en con-
secuencia será válida desde A hasta su intersección V' con la vertical
de U. La segunda recta, de ordenada nula en B'"', será na ~¡nea de
influencia para cargas que actúan entre V y B, la que será vá.lida entre
B y su intersección V' con la vertical de V. Entre U y V, la varia-
ción del coeficiente de influencia será lineal, y la correspondiente línea
de influencia será la recta V' V".
Las 'ordenadas definidas por la recta A' U' serán positivas (ecuación
[10.107]) y las que lo' son por la V' B', negativas (ecuación [10.106]).
En lo que respecta a la escala, observemos que para z = 1, la ex-
Fig. 10.21.
presión [10.106] toma eJ valor .
La determinación de los signos se efectúa en forma similar, anali-
(10.110] zando el equilibrio de una chapa cuando la fuerza P actóa en la restante.
En cuanto a la -escala de la línea de influencia, se establece llevando
que en la figura está representado por el segmento A' A" = m(cm). horizontalmente a partir de e la distancia t y trazando por su extremo
b una vertical, cuya intersección con las rectas e' V' y e' V' define un
En consecuencia, la escala resulta ser . Pero, por otra parte, segmento K.K 1 ·= a(cm), cuya inversa es la escala, es decir, l/a(cm).
A t.,m(cm) A
de la semejanza de los Úiángul<,>S C ' A" A" Y C ' V" U" se tiene En el caso de una viga de cordones paralelos, figura 10.22, al poner
en evidencia el esfuerzo en una barra diagonal (o montante) la articu-
[10.111] lación relativa entre las dos chapas que constituyen el mecanismo resul·
= tante, resulta ser el punto impropio de la dirección común de las dos
10
2 6O'
(aentido positivo del eje y). De ahí que Ja fuerza T aplicada en !ti
barras de cordón. Cuando la fuerza se desplaza lobre el cordón inferior
se aleje del nudo y, en consecuencia; también -T, aplicada en V. mate-
de la chapa S • • el equilibrio de la chapa 51 lo establecemos teniendo
rializando ambas un esfuerzo de .t racción, es decir, positivo. En conse-
en cuenta que la resultante de las fuerzas aplicadas a la misma (R .. y T),
cuea.cia
debe pasar por la articulación C.., . En consecuencia, dicha resultante
será paralela a la dirección común de las harras de cordón, equivaliendo [10.116]
la condición de paralelismo a una condición de nulidad de proyeccionel
sobre la dirección normal. Llamando a
al ángulo fonnado por la direc- Cuando P act6a en 51. el equilibrio· de S, exige que
ción de la barra M V con la vertical, tenemOl
R. + (-T) cos~ = O [10.117]
R A +Tcos6 =::: O [10.113]
de donde, teniendo en cuenta el valor de R B lIegamOl a

1- z 1 [10.118]
l uiI'! = 1 lcosl!
Al ter negativa R., (- T) C09 a
deberá ser positiva (dirigida hacia aba-
jo) y la fuerza -T aplicada en V tiene que concurrir al nudo, ocu-
rriendo otro tanto con su opuesta T. Ambos materializan por ello un
I
eefuerzo de compresión, ea decir negativo, por 10 que
I
,
I
1- z
I
U'j' _ __ '-~
Uf' =- l~a . [10.119]

Las expresiones [10 . 116] y [10.119] sOn las ecuaciones de doa rectas,
que corresponden a la línea de influencia del esfuerzo T, Y que se anu-
lan para z = O Y z = l respectivamente. Dichas rectal son ·paralelas.
En efecto, para ' .1'= 1 en la [10.116] se tiene uiI'= ·l/cosa Y para
.1'=0, en la [10.119] uf'=-(l/cos6).
Filo 10.22. Para representar la línea de influencia, elegido un eje de referencia
horizontal, trazamos por lal proyecciones A' y B' de A y B dOI rectas
de donde
paralelas cualesquiera. La recta de ordenada nula en A' corresponde a

I T 1= 1 c::~ 1
[10.114] la' Unea de influencia de T cuando P actúa so~re la chapa S, y en
consecuencia es válida entre A' y su intersección U' con Ilr vertical del
nudo U. límite de la chapa St .
pero R A = -P(z/l) , de donde, reemplazando y dividiendo ambot miem-
La segunda recta corresponde a la línea de influencia de T cuandq
broa por P
P actÍ1a sobre la chapa S" Y es válida entre B .Y su intersección 'tr~
[10.115] con la vertical de V. Entre U' y V' la línea de influencia será la recta
U'V'. .
El ligno será negativo para las ordenadas limitadas- por A' U' ~
a
Por ser R A negativa, T 008 tiene que ser positiva con el fin de que se
positivo para Isa restantes.
cumpla 1a (10.113], y, en consecuencia, debe 'estar diri¡ida hacia abajo
, DB1'UMlNAOÓN ANAÚTICA DE:ÚNEAS 1)& INFLUENCIA. 607 608 10

Hemos Jisto que, pera z=l. la [10.116] toma el valor lIcos6 , P or ser paralelos ambos tramos de la línea de influencia, se tiene
= m(cm) . En conse-
representaQj en la ,figura por el segmento A'A "
V" V ' = A' A" = m(cm) . [10.122J
cuencia, la escala de la línea de influencia resulta ser 1 . Si
. . cos6.m(cm)
por A' trazamos una paralela a la dirección de la barra MV y proyec- Llevando a partir de U ' I horizontalmente la l ongitud t. Y trazando
por su extremo una vertical, ésta determina en su intersección con A' U'
tamos A" sobre la misma en A"' , obt~nemos un llegmento ArAIII =
y U;'V ' un segmento KK¡ = a( em) cuya inversa, de acuerdo con la·
= a(em) tal que [10 . 121] será la escala de la línea de influencia. En efecto, de la seme-
~(cm) = m(cm) cosa. [10 . 120J janza de los triángulos U ' KKt y U' V " V' resulta:

de donde V " V' m(cm)


= KK,
= KK¡ (cm)
pO . 123J
1 1
[10.121]-
a(em) .- cosa.m(cm) de donde
1 A
por 10 que la escala es directamente l / a(cm). [10.124J
KK 1 (cm) t.m(cm)
Existe, sin embargo, otra forma más simple de detenninar la escal.,
similar a la deducida para las barr89 ~e cordón y cuyo detalle puede Pero, c:omo es fácil observar en la figura
verse en la· figura 10.23 que reproduce, ampliada, parte de la figura 10.22.
A 1
[10 . 125J
t - cosa

y reemplazando en [10. 124]

1
[10.126J
cosa. m(c:m)

Por c:omparaci6n c:on [10 . 121] llegamos finalmente a que

1 1
[1O.127J
KK ,(c:m) = a(c:m)

es decir, la esc:ala de la linea de influencia.

10 . 2 . 4 . Lineas de influencia de esfuerzos característicos en sistemas de


alma Iléna.

a) Momento Flexor

Sea el sistema de la figura 10.24, del que se pide determinar las ec:ua·
dones de la línea de influencia del momento flexor en la sección /t • • ,
{l'i¡. 10 .23 para c:argas verticales que se desplazan sobre el mismo.
, OZTI;ANINACIÓN ANALfn~ nI: tJNE.41 DE INPLU&NC!A ... 61. SlSTI:MAS PLANOS SU]rl'OS A CARGAS N6vn.a
••
Cuando la fuerza P se desplaza a la izquierda de ~ _ 8, establecemos
la expresión del momento fIexor en la sección partiendo, por sencillez, de
la resultante derecha. que en este caso se reduce a R • • cambiando el
signo a su momento. Obtenemos, en consecuencia

.' M . = R. b = P
b
(I - z) [10 . 131]
T
Dividiendo por P resulta

.'M.
n(cm)
P = UM = Tb (1 - z) . [10 . 132]

expr\.si6n de una recta, de ordenada nula en correspondencia con z = 1,


B" que representa la linea de influencia del momento f1exor en S -I!l para
cargas que se desplazan 8 la izquierda de dicha sección. Esta recta y la
Fi,. 10.24.
:definida por la [10.130] se cortan sobre un punto de la vertical de la
sección w. En efecto, igualando [10.130] con [10.132]
Las 'expreJiones de las reacciones de vínculo debidas a P I son laa
mismas que en los casos anteriores, es decir
1 . . ,. . b
--z
1
= -b1( I - z ) [10 . [33]
%
R, - -P
T
R. - -p
(1- %)
1
} [10.128] c;te donde obtenemos z = b como abscisa de la sección en que la
nada de la Unea de influencia es la misma en las dos expresiones indicadas.
Elegido un eje horizontal de referencia, trazamos por las proyeccio-
oroe-

'.
nes A' y B ' de los apoyos, dos rectas cualesquiera que se corten en un
Supongamos que la fueria P se desplaza a la derecha de la seJ:ci6r¡ s -s.
punto S ' d e la vertical de la sección considerada, rectas que constituyen
P ara una posición cua lquiera de la misma, el momento flexor en s-s será,
en magnitud y signo, igual al momento de la resultante izquierda, que en la linea de influencia del momento flexor en S-ti . Su signo serll en este
éste se reduce aRA •. En consecuencia caso positivo, por cuanto, tanto la [lO .130J como la [10.132] son posi-
tivas para cualquier valor de z positivo. Para determina;r la escala en
M .= R A, (I - b) =+ P l-;b z [10.129]
que deben leerse sus ordenadas, observemos que, para z =
O , la [10. 132]
toma el valor "JI'
= b(m) y que este valor está representado en la figura
por e l segmento B' B" = n( cm). En consecuencia, la escala serll
y dividiendo por P
b(cm) / n(cm). Llevando a partir de S' en la escala de longitudes hon-
1- b zontalmente una distancia de l(m) de longitud y trazando a dicha dis-
v. = --/-%, [lO .130]
tancia de S ' una recta vertical, ésta determina en su intersecci6n con 109
tramos de la línea de influencia un segmento KK1 = .(cm). De la •
C<:).Iaci6n de una recta, válida entre z = O Y z =
b, de ordenada nula mejanza de los triángulos S ' KKl" y S' S' B " resulta
para la primera de dichas abscisas, y que corresponde ~· la línea de influen_
cia del momento flexor en s-s. para cargas aplicadas 1entre dicha secci6n b(m) l(m)
[10.134]
y el extremo B. .. 1 Ii(ero) = a(cm)
I 7 DETERMINACIÓN ANALfTtCA OS ÚNUS DS INPLUl:NCIA

pero, como hemos visto, el primer miembro corresponde a la escala que,


en consecuencia, también tendrá por expresión l(m) / a(em).
611 6 17

z
IUS'ttMAS PLANOS IU]B1'09 Ji. CAJlGA8 M6vn.a 10

b) E8Iu&rzo de corte

El esfuerzo de corte en la sección s·s de "la estructura de la figura


10.25, cuando la fuerza P actúa entre la sección y el apoyo B. estA
dado en intensidad y signo, por la proyección sobre el plano de la sección,
de la reacción R A . Llamando cp el ángulo que forma ~a normal a la
sección con la horizontal, tenemos

!Q.I = IR,""'",I, [lO .135]


8'
pero RIl. = -P(z/l) de donde, reemplazando y dividiendo por P am-
1IIIIIll1JllllDD'-1 (d)

bos miembros

(10.13]6

Teniendo en cuenta que Q. es positivo, de acuerdo con la convención


adoptada, resulta finalmente

,
". - %""''''
1
[10.137]
Fi,. 10 . 25.
Cuapdo la fu·erza se desplaza a la izquierda de la secci6n, expresamos el
esfuerzo de corte en función de la reacción R B cambiada de signo, lle- que en la "CUra está representado por el segmento A' A" = m(cm). Eft
gando a la si¡uiente expresión: consecueMla, la escala será cos~/m(cm) .
Sl pOr el extremo S" del segmento S' S" trazamos una paralela á.
(1-%) cos<p la secci6n 8-8. la desproyección de S' sobre' dicha dirección determitUl
tlq = [10.138]
1 un punto S'" que define un segmento S" S"'. para el que se verifica

Las [10.137] Y [10.138) son las ecuaciones de dos rectas paralelas, de S 'S" = m (
S"5'" = .--:..........-
)
cm
ordenada nula para z = O 'la primera y z = l la segunda.
[10.139]
cosCf cos cp
Elegido un eje de refer~cia horizontal, figura 10, 2S a, trazamos por
sus extremos A' y S', dos rectas paralelas cualesquiera, limitadas por Llamando a( cm) a la longitud de dicho se¡mento, resulta
la vertical trazada por la sección considerada, rectas que constituyen la
linea de influencia buscada. El signo será positivo para las ordenadas 1 COI,!,
limitadas por la recta B' S" y negativo para las restantes. :para deter- -..,..:'-:--
.(cm)
- m(cm)
[10.140]
minar la escala en que deberán leerse las ordenadas de la linea de influen-
-cia, observemos que para z = l la ·[ 10. 137] toma el valor tlq = ros CJ!I es decir, que la escala está dada directamente por l/.(cm).
-,

, nrfJ!.RMINAC16N ANALfnCA DI!: ÚNEAS DI: INf'LlJZNClA 614 IUS1'&MAS PLANOS SUjST08 A. CA.RGA.S M6vn.q 10

de donde
e) Esfuerzo normal,
1 oen'P
[10.147]
El esfuerzo normal en la sección 1!1-8 de la estructura de la figura .(Cm) m(cm)
10.25, cuando la fuerza P actúa a la derecha de aquélla está dado en
magnitud por la proyección de la resultante izquierda, en este caso El segundo miembro define, como hemos visto, la escala de la línea
RA • sobre la direcci6n normal al plano de 18 sección, es decir de influencia, por lo que ésta resulta ser directamente l / a(ero).

[10.141]

Reemplazando el valor de R ,. y dividiendo por P tenemos:


10 .3. Método cinemático para el trazado de líneas de influencia
de magnitudes estáticas.
I-xl = ¡ zs~n~ [. [10.142]

Como puede observarse en la figura, la proyecCión :N.. de R A comprime 10 . 5 . l. Co~ideraciones generalCl.


a la secti6h. En consecuencia :J{ seU negativo y la [10.142] se trans-
forma en El método cinemático para el trazado de líneas de influencia de
magnitudes estáticas se basa en la aplicación del principio de los trabajos
[10.143] virtuales, del que nos ocupáramos en 9.2.5. Constituye un procedimien-
to simple a la vez que elegante. y que permite trazar con facilidad las
Cuando P actúa a la izquierda de s-s, expresamos :Jo{ en fUhción de líneas de influencia en cualquier dirección, para cualquier inc6gnita, y
R s llegando a la siguiente expresión en el sistema más complejo.
El procedimiiento consiste en lo sigUiente: dado un sistema cual-
\IN = + c(,--I_-_%"")-'t .,e_n--,'Pc. [10.144] quiera, isostáticamente sustentado, sujeto a la acci6n de una carga P de
una dirección detenninada. al poner en evidencia una incógnita cualquiera
X. confiriendo al sistema un grado de libertad, lo transformamos en un
con signo 'posnivo, por cuanto la proyección de de R . tracciona :x. mecanismo cinemático capaz de sufrir un desplazamiento independiente.
la sección.
Las expresiones [lO .143] y [lO. 144) son análogas a las [lO : 137] y Si damos al sistema un desplazamiento virtual, la$ fuerzas aplicadas
[10.138), con la única diferencia de que en las primeras aparece senq> al mismo P y X . producirán cada una un trabajo cuya suma, de acuer-
y en las segundas cos cp . En conitec\l~ncia, la línea de influencia del es- do con el principio de los trabajos virtuales, debe ser necesariamente nula.
(ueno normal será igual a la del esfuerzo de corte, difiriendo en signo Llamando TI,. al corrimiento en la dirección de P de su punto de apli-
y escala. i=ación y a s'l correspondiente a X. tendremos
Para determinar la escala, observemos C¡ue la [10.143], para z = 1
toma el valor PTjp+ X.a = O [10.148]
\IN = -senq> [10 .145] de donde

representado eQ la figura 10.25 b por el segmento A'A" = m(cm) I por x ~,


[10.149]
p-
10 que la escala resulta ser sencp/m(cm). Si por el extremo S" del •
segmento S' S" trazamos una paralela a la normal a la sección y de8- .
De acuerdo con la definición de coeficiente de influencia
proyectamos S ' S u sobre la misma. obtenemos un segmento 5 '" 5'" =
.= s( cm). para el que se verifica
x = \/- [10.150]
5'5" = m(cm) _ a(cm)senep, [10.146] p

"
I
3 MÉTODO ClNEMÁTICO PARA. BL TRÁZAOO DB LfNItAS DI: INFLUENCIA 615 ." SISTEMAS PLANOS SU.JrI'OS Á CARGAS M6VIU:8 10

y en consecuencia 39 ) Se rtraZQ un diagrama de corrimientos de la dirección e;n que


se desea trazar la línea de influencia.
\l~ = -~a [10.151] 4 9) Se determina el desplazamiento correspondiente a la inc6g.
nita, en magnitud y signo, que permite conocer la escala d~ la linea de
Trazado un diagrama de corrimientos '1(z) de la dirección de la fuerza influencia y su signo.
P, la expresi6n [10 . 151] nos dice que las ordenadas T)(z) del mismo Al estudiar el trazado de diagramas de corrimientos, vimos que los
corresponden, salvo escala y signo, a las ordenadas "x
de la linea de correspondientes a dos direcciones perpendiculares, estaban constituidos
influencia de la incógnita X, para esa dirección. por tramos reCtilíneos ortogonales entre si. En consecuencia, conocida la
La escala resulta ser 11a , donde a es el despla'z amiento del punto línea de influencia de una determinada direcci6n, la obtenci6n de la co-
de aplicaci6n' de la incógnita proyectada en la direcci6n de la misma, que rrespondiente a la dirección normal es inmediata.
genéricamente denominaremos desplazamiento correspondiente a la in: A continuación analizaremos en detalle el trazado. de las líneas de
oógnifa. influencia de las distintas incógnitas.
El desplazamiento correspondiente a la inc6gnita varia según la natu-
raleza de la misma. En el cuadro siguiente hemos resumido los despla-
zamientos que .corresponden a ,las distintas incqgnitas. . 3,2 , Lineas de influencia de reacciones de vlnculo externo.

DESPLAZAMIENTO CORRESPONDlENTE Sea el sistema de la figura 10.26, del que se pide la línea de influen-
NATURALUA DE LA INCOGNITA
cia de l~ reacci6n R s.
Fuerza Corrimiento en su dirección p Pu;;:;ta en evidencia
la incó~ita suprimien-
{Conim;ento relativo . ..gún la do el apoyo móvl1 B
Dos fuerzas opuestas dirección común. el polo de la c~Ra coin-
Variación de distancia 90'" cide con la at1iculación
,
I
Par Rotación absoluta
fija A. Aplicatldo en el
mismo una el~~j?:~ ver-
Par de pares Rotación relativa
9 >0 tical Q> O , tI.'~J8mos
1 un diagrama de corri-
mientos verticales posi-
El signo de la línea de influencia resulta directamente de la expre- bles TI , que s~á una
si6n 110.151]. En efecto, la misma nos dice que, para corrimientos 11 recta de ordenada nula
positivos, el signo (fe v es contrario al de a. por estar afectado el se- en A'. Con la notación .. ,
gundo miembro del signo ( - ) . De 10 anterior deducimos la siguiente de la figura, la corres-
regla general para establecer el signo de la línea de influencia: pondiente ecuación de
A la parte positiva del diajframa de corrimientos corresponde ~ Fig. lQ . 26. trabajos ~irtuales será
', ', "
contrario al del desplazamiento correspondiente a la in06tnita.
., En resumen, para trazar la linea de influencia de una incógnita X
[I0.152J
,
por el método cinemático, s,e procede en la: forma siguiente: de dónde
19) Se ~e en evidencia la incógnita, confiriendo a'1 s~stema un
grado de libertad.
2 9 ) Se determinan 10$ polos del meCanismo cinemático resultante, P a ra determinar a, corrimiento correspondiente a I,a inc6gnita, trazamos
y se da al mismo un desplazamiento virtual. por ' B' una paralela a la dirección del corrimiento efectivo de iJ. . que
"
3 MiTODO ClNItMÁTlCO PARA z.L. TRAZADO DB. LiNEAS DE INFLlJ1I:NCIA 6" SISTEMAS PLANOS SU}&TO$ A CARGAS MÓVILES 10

es normal a la dirección O) B. Desproyectando sobre la misma el punto


B " en Bn; , obtenemos el vector aB , representativo del corrimiento
efectivo de B, que proyectado a su vez sobre la dirección de R s , nos
da a, corrimiento correspondiente a la incógnita cuyo signo es ne¡ativo
por serlo su proyección sobre el eje director z.
En consecuencia, la escala de la linea de influencia será l / a(cm)
y i u signo positivo, por corresponder a las ordenadas positivas del dia-
grama de corrimientos signo contrario al de a, y ser éste negativo.
Determinaremos a continuación la,5 .líneas de influencia de las com-
ponentes vertical y horizontal de R A •
Para trazar la línea de influencia de VA' reemplazamos el apoyo
fijo A (figura 10:27) por dos apoyos m6viles, uno horizontal y otro
vertical. La inc6gnita la ponernol! en evidencia, suprimiendo el último de
ellos, y reemplazándolo por la componente de reacci6n VA' El polo de
la chapa es el punto O de intétsección de las direcciones del apoyo m6~
vil B con el que queda en Á. Aplicada en O una elaci6n verti~al
O > O. trazamos el correspondiente diagrama de corrimient?s verticales
referido al eje Al B', figura ld:27 (a), limitado por las ordenadas ex-
tremas Al Al! Y B' B" en correspondencia con les verticales de A y B .
En este caso particular, el corrimiento vertical de A coincide con
el efectivo, por encontrarse el ¡X;lo O sobre la horizontal de aquel punto
y, además. con el corrimiento correspondiente a la inc6gnita por ser 6\,1
., direcci6n vertical, es decir,

(10.154]

En esta forma queda determinada la escala, que será l / a(cm). En Fi&- 10.27.
cuanto al signo de la línea de influencia, resulta ser negativo, por ser
a > O_ . A tiene componente vertical nula. En consecuencia, para determinarlo
es necesario recurrir al trazado del diagrama de corrimientos horizontales,
En la misma fig~ra hemos procedido al trazado de la línea de influen-
que es inmediato. En efecto, eligiendo un eje vertical de referencia A~ B;
cia de la componente horizontal HA' Para ello hemos suprimido el apo--
proyectamos en O:' el polo O, y por dicho punto trazamos una recta
yo m6vil horizontal, reempiazándolo por la fuerza H.... El polo O, se
normal a la A' B" de la figura 10.27 (b). Dicha recta, limitada por las
encuentra ubicado én la intersecCi6n de los apoyos m6viles B y el ver~
proyecciones horizontales de A y B I corresponde al diagrama de corri·
tical de A. Aplicada en 0'; una elación vertical O, > O, trazamos el
mientos horizontales. La ordenada A~ A~ del mismo nos da, en magnitud
diagrama de corrimientos verticales correspondiente, referido a la hori-
y sentido, el corrimiento efectivo del punto A, que por ser HA. horizon-
zontal A' B' • figura 10.27 (b).
tal será igual al corrimiento a correspondiente a la incógnita. En conse-
El diagrama será una recta, de ordenada nula en O: _
A', pro-
cuencia la escala de la línea de influencia será l / a(cm).
yección del polo 0 1 sobre el eje de referencia.
En cuanto al signo, al ser a > O corresponde, a la parte positiva del
La determinaci6n de la escala de la Hnea de influencia no es post- diagrama de corrimIentos, signo contrario, es decir, negativo debajo del
.ble, en este caso, en forma directa, por cuanto el corrimiento efectivo de
3 MtroDO ClNBMÁTICO PARA BL TRAZADO DE LiNEAS Da INl'LUZNOA .19 620 &lSTZMAS PlANOS 8U.JXTOS A CAllGAI! atÓVILa 10

eje de referencia para la línea de influencia vertical, y a la izquierda En consecuencia


del eje para la horizontal. T
La determinación del corrimiento correspondiente a la incógnita, en v,. = P
[10 . 159)
magnitud y sentido puede, en este caso, efectuarse también sin recurrir
al trazado del diagrama de corrimientos horizontales. Como hemos visto en 9.2 .4 la variación de distancia tiene por expresión
En efecto, el corrimiento efe(:tivo de A, coincidente con a. puede
expresarse en función ~e la rotación 1)1 impuesta a la chapa, teniéndose I ~MNI = 16•.•.t l · [10.160)

[10.155) En consecuencia llevando horizontalmente a partir ~e A ~, t la di..


tanda t y tro.zando por su extremo una vertical, su intersección con los
donde t es la distancia 0 1 A . .
Llevando horizontalmente a partir de O ~ en el diagrama de corri-
mientos, dicha distancia t y trazando por su extremo una vertical, en
su intersecci6n con el eje de referencia y la reota A' y B" , determina
dos puntos K y K'l que definen un segmento KK1 =
a(cm) para el
que se verifica, como hemos visto anteriormente,

[10 . 156)

10.3.3. Linea. de influencia de esfuerzos en barras de reticulado.

Sea el sistema de reticulado de la figura 10 .2 8, del que p ret endemos


trazar la 1íDe~ de -influencia del esfuerzo en la barra M N, para cargas
verticales. Puésta en evidencia la incógnita. el sistema se transforma en
un mecanismo cinemática de dos chapas artiCuladas en A,.1 • La deter~ File_ 10.28.
minaci6n de los polOs es inmediata, así como también el trazado del dia-,
grama de corrimientos verticales pa ra un desplaza miento cualquiera del dos tramos de la línea de influencia determina los puntos K y K , Que
sistema, ~onstituido por dos rectas de ordenada nula en correspondencia definen el segmento KK ,= a = I aM/t I cuya inversa será la escala, es
con las proyecciones de los polos y que se cortan sobre la vertical de la decir 1/a(cm).
articulaci6n relativa A1 •2 • En 10 Que se refiere al signo, observemos que la rotaci6n relativa
La ecuaci6n de los trabajos virtuales tiene, con la notaci6n de la 91 •1 es negativa y que, como consecuencia, los puntos M y N se acercan
figura, la siguiente expresi6n: mutua mente. D e ahí que la variación de distancia resulte negativa, y con
ello a > O _ En consecuencia, el signo de la línea de influencia será nega-
PfJp+T.a = O [10.157) tivo en correspondencia con las ordenadas positivas (por debajo del eje)
del diagrama de corrimientos verticales.
donde T es el esfuerzo en la barra M N y a el desplazamiento corres- P a ra las barras de cordón inferior, el trazado de la tinea de influen-
pondiente a la inc6gnita, que en este caso e5I igual a la variaci6n de dis- cia se efectú~ en forma análoga a la descripta, por lo que no entraremos
tancia entre los puntos M y N cambiada d e signo, es decir en mayores detalles.
En la fi¡ura 10.29 hemos procedido al trazado de la línea de influen-
[10.158) cia del esfuerzo en la barra diagonal M V _ Puesta en evidencia la incóg-
, MtTODO CINEMÁTICO PARA EL TRAZADO DI!: LÍNEAS DE INPLtI1!:.NCIA 621 622 SISTEMAS PLANOS SU,JZTOS A CARQAS MÓVILES 10

nita, la articulación relativa Al" entre las dos chapas resultantes queda tenece a la chapa S". En consecuencia, la variación de distancia ¡hrl'
ubicada en la intersecci6n de las bielas MN y UV que las vinculan. puede calcularse mediante la rotación relativa 6«,1 de la chapa S« con
Determinados los polos en la ,f orma conocida, trazamos un diagrama de respecto a la SI. ·Por ello, llevando a partir de U' , horizontalmente la
corrimientos verticales. La recta A~.2 O~ que corresponde al diagrama distancia t i ' la vertical trazada por su extremo determina entre las rec~
de corrimientos de la chapa 51 queda limitada entre O ~ y su intersec~ tas O; U' y U ' V' un segmento K' K; = 6c•l • t 'es decir que
ción U ' con la vertical trazada por U, extremo derecho de la chapa. "
K' K~ = a = I {l ..v I . [10.161]

En cuanto al signo de la Unea de influencia, la rotación 6,,1 es negativa,


por lo que el punto V se acerca al M. De ahí que la variación de dis~
tancia resulte negativa ya> O.
En consecuencia, a -la parte positiva del diagrama de corrimientos.
es decir, las ordenadas ubicadas por debajo del eje de referencia, les
corresponde signo contrario, o sea, negativo.

I 10.3.4. Líneas de influencia de esfuerzos característicos en sistemas de


alma llena.

II a) Momentos flexor6!J.
Consideremos el sistema de alma nena de la figura 10.30, del que
I nos proponemos trazar la línea de influencia del momento f1exor en la
! sección 8~8. para cargas verticales.
I Cargado el sistema con una fuerza P , si introducimos en 8~8 una
articulación, confiriéndole con ello un grado de libertad, se rompe el
I equilibrio. Para restituirlo debeq¡os aplicar en las secciones extremas de
las chapas en que ha quedado dividido el sistema, dos pares opuestos
Fig. 10.29.
[10.162]
La recta O: A~ ,I \ que corresponde a la chapa S2 resulta limitada

i entre O: y V' , proyección sobre la misma de V, extremo izquierdo de


S~ . Considerando la barra UV como una chapa intermedia S ... articu~
lada en U y V, con S, y S2 respectivamente, su diagrama de corri~
que restituyan el equilibrio y que en conjunto materializan el momento
flexor .JJ1 en la sección. El signo del momento f1exor está dado por el
del par M 2 aplicado en la chapa S2' por cuanto rept:esenta el momento
de las fuerzas que actúan a la izquierda de Ja sección.
mientas verticales será la recta U' V' . Determinados los polos 0 1 y O 2 , si damos un desplazamiento
Análogamente al caso anterior, la escala será el valor inverso de la virtual cualquiera al sistema, las chapas que lb integra n experimentarán
variación de distancia. Para determinar este último valor, llevamos la dis- rotaciones 6 1 y 6 2 y las fuerzas aplicadas desarrollarán trabajo, cuya
tancia t de A1.2 a la dirección de la barra MV horizontalmente a suma, de acuerdo con el principio de los trabajos virtuales, debe ser nula,
partir de A~ 2 ' La vertical trazada por su extremo determina en su por cuanto el sistema debe encontrarse en equilibrio.
intersección c~n las rectas 0~A~,2 y 0;A',,2 un segmento KK 1 a == L a ecuación de trabajo será
= I {l..v 1; siendo l/a(cm) la escala buscada, que también puede deter-
minarse en la forma que explicamos a continuación. El punto V per- [10 . 163]
3 MtTOOO ClNEMÁTlCO PARA EL TRAZADO DE LiNEAS DI: INFLUENCIA
'" '24 S¡SnMAS Pt.A.NOS SUJETOS Ji. CAJIGAS MÓVILU 10

Para determinarla, llevamos horizontalmente a partir de A~ " un


segmento que e n la escala de longitudes corresponda a t(m) y tra;amos
por s u extremo una vertical, cuya intersección coñ las rectas O{ A /¡ " Y
A~,'I 0~ determina dos puntos K y K l que definen un segmento KK¡'=
.= a(cm). Por tratarse de una rotación infinitésima tenemos

6 2 . " l ( m) = a(em) [10 . 167)


de donde
I(m) 1
[10 . 168)
a(em) - 62 •1 '

es decir que la escala resulta ser l(m) / a(em),


La rotación 62, 1 , desplazamiento correspondiente a 'la incógnita, es,
en este caso, negativa. En consecuencia, a la parte positiva del diagrama
de corrimientos le corresponde signo contrario, por lo que las ordenadas
de la línea de influencia ubicadas por debajo del eje serán positivas y
negativas las restantes.
Fill:. 10 .30.
b) E~uerzos de corte.
P or ser M . = - M I Y correspondiendo este último, en valor y signo al
fl)omento f1éxor, reemplazam~o tenemos Puesta en evidencia, en la forma conocida, el esfuerzo de corte en la
sección fJ·fJ del sistema de la figura 10 .3 1, Y cargado el mismo con la
fuerza P , para un desplazamiento virtual cualquiera del sistema, la
ecuación de trabajos virtuales es
Pero 01 - Oi ~ 61 . ; , de donde
PfI,.+ Q·a=O (10.169)
P '1,. + :J4 0 1, 1 O• [10 . 165] de donde
y f4talm ente Q
= '\Jo = _.1!!.. [10.170)
P a
[10.166]
D e las dos fuerzas Q que materia1izan el esfuerzo de corte, en la
El diagrama de corrimientos verticales, está constituido por dos rec· ecuación anterior, hemos considerado la aplicada al baricentro N de la
tas de ordenada nula el1< correspondencia con las proyecciones O: y O ~ sección extrema izquierda de la chapa $ 3' porque la misma corresponde
de los polos sobre el eje de referencia, rectas que se cortan sobre la ver~ en magnitud y signo al esfuerzo de corte. En cuanto a a, corrimiento
tical de la articulación relativa A l,l ' correspondiente a la incógnita, es en este caso la proyección sobre la
dirección de Q del corrimiento relativo del punto N en que está apli.
Como puede observarse en la [10.166] , en el caso del momento flexor,
cada Q respecto de M, en que lo es - Q . Si bien Q y -Q son fuerzas
el d esplazamiento correspondiente a la incógnita es la rotación relativa
opuestas, no cabe en este caso expresar el !trabajo desarrollado por el
9 2 I de la chapa S~ en que actúa el par que corresponde en valor y signo conjunto de ambas en función de la variación de la distancia de sus
al ' momento flexor, con respecto a la chapa izquierda S •. La inversa de puntos de aplicación, porque al ser- coincidentes éstos, no existe distancia
dicha rotación sen\ la escala de la línea de influencia entre los mismos.
3 MÉTODO CINEMÁTiCa PARA EL TAAZAOO DE LíN!.AS Df: INFLUENCIA
626 SIS1'EMAS PLANOS SUJETOS A CARGAS MÓVILES
(.
A,,200
p

Fig. 10 . 3 1.

El diagrama de corri mie ntos verticales estará constituido en este case Fig, 10,32.
por dos rectas paralelas, por ser A ... impropia, y de ordenada nula, en
correspondencia con las proyecciones de los polos. L a recta representativa un desplazamiento virtual del mismo, el trabajo desarrollado por las fuer~
del diagrama de corrimientos de la chapa S , queda limitada por el zas P; N y -N t iene por expresión
punto SJ, de intersección con la vertical de la sección, la que a .su vez
determina el punto S", límite de l diagrama de corrimientos de S~ . P1l¡. + N.a = O [l0 . 17 1]
E l segmento S' $" representa el corrimiento vertical r elativo 'l\".tl
del punto N respecto del M . P or ser las bielas que definen la articu- donde N es la fuerza normal aplicada al baricentro V de la sección
lación relativa ' A L, .... , normales a la direcc ión de Q, el desplazamiento extrema izquierda de S , y a el corrimiento correspondiente a la incóg~
relativo efectivo a ' JI resulta de la dirección del esfuerzo de corte. En nita, que en este caso es la proyección sobre la dirección de N del corri-
consecuencia trazando por S' una paralela a la dirección de Q, la dcs~ miento relativo al'{ D e la [ 10, 171 1 se tlene
proyección de S" sobre la misma determina un punto SIII que define'
=
el vector . S' $1/1 a'JI', corrimiento rela tivo efectivo de N respecto de P ~,
[lO. 172]
M. Para obtener el co'rrimiento correspondiente a la incógnita, debemos
N 8
proyecfar aY.lf sobre la dirección de esta última. P ero como ambas direc~
ciones coincid en, resulta 8" y= 8. En consecuencia, la escala de la línea Por ser A u impropia, el diagrama de corrimientos verticales -como en
de influencia del esfuerzo de corte será l /a(cm). En cuanto a l signo de el caso del esfuerzo de corte- estará constituido por dos rectas paralelas
la misma, observemos que a ~s negativo, por serlo su proyección sobre de ordenada nula en correspondencia con las proyecciones O; y O; de
el eje director z , por.lo que corresponderá signo positivo a la parte del los polos,
diagrama ubicado por debajo del eje de referencia.
P ara determinar la escala, dada por l /a( m), trazamos por S una
paralela a la dirección de N y proyectamos sobre la misma el punto S'
c) E sfuerzo normal. en $''', obteniendo un segmento $' S'" = a n' , corrimiento relativ o
Cargado el sistema de la fi gura 10 .32 con la fuerza P y puesto en efectivo de V respecto de U y que coincide con 8, por cuanto tiene la
ev idencia el esfuerzo normal mediante el mecanismo correspondiente, para misma dirección que N.

1
3 MiToDO ClNItMÁTlCO PARA EL TRAZADO DE LfNEAS D& INII'LUUlCIA 628 SISTEMAS PLANOS SUJETOS A CARGAS MÓVILES tu
627

Por otra parte a es negativo por serlo su proyección sobre z. En


consecuencia, a la parte positiva del diagrama de corrimientos corres-
ponde asignarle, para obtener la línea de influencia, signo positivo.

(d)
JO .~ . 5 Líneas de influencia de las componentes de reacciÓn en un
empotramiento.

Por considerarlo de interés analizaremos el trazado de las líneas de


(b)
influencia de las componentes de reacción en un empotramiento.
Como sabemos, un empotramiento constituye un vínculo de tercera
especie, que implica la existencia de tres incógnitas. s,
Se acostumbra c'legir como incógnitas el par de empotramiento y (e)
las componentes vertical y horizontal de la reacción, que denominaremos
M . , V . Y H . respectivamente,

a) Línea de jnfluencia de M • .

El sistema de la fi gura 10 . 33 está constituido por dos chapas S , y Fil[. 10 .33.


SI articuladas entre sí y se halla sustentado por medio de un empotra·
miento en A y un apoyo móvil en C. lógico, por cuanto el par opuesto al M~ se halla aplH:ado a la chapa S o
que es fija , por lo que el trabajo correspondiente es nulo.
Consideremos la tierra representada por una chapa S o fija, en la
La determinación de la escala y signo procede en la forma conocida,
que se encuentra empotrada la S, por su sección A . En consecuencia,
por 10 que no nos extenderemos sobre ella.
cargado el sistema' con la fuerza P , si articulamos en A la chapa S,
habremos roto el equilibrio, que restituimos a plicando en la sección extre-
b) Línea de influencia de H .
ma izquierda de dicha chapa un par M . que materializa el momento
de e m potramiento. Consideramos, como en el casa anterior, la chapa S , del sistema de
P ara un desplazamiento infinitésimo cualquiera del sistema, la ecua· la fi gura 10.34 empotrada en A en la auxiliar S o y a ésta, sustentada
ción de trabajo será mediante t res apoyos móviles, dos verticales y uno horizontal. Cargado el
sistema con la fu erza P, suprimimos el apoyo m6vil horizontal y para
(lO.173J restituir el equilibrio aplicamos según la dirección del mismo la reac"
ción H . . .
de donde
Para un desplazamiento infinitésimo del sistema, la ecuaci6n de tra·
M• .
¡;-= (10.174J bajo tiene la expresión s iguiente:

El trazado del correspondiente diagrama de corrimientos verticales o (10.175J


se efectúa en la forma conocida. de donde
Como puede observarse en la [10 . 174], el cornmlento correspon· H, ~,
diente a la incógnita es en este caso la rotación absoluta 6 Ello es --¡;- = = (10.176J
"
\/H,

M&TODQCINEMÁTICO P¡\.R¡\. EL TRA ZADO DE LíNEAS DE INFL.UE NCIA 630
'29
I

So

Q',~

F'ig . 10 . 35 .

suprimiendo el último apoyo mencionado y haciendo actuar en su reem·


Fi¡. 10.3 4. plazo V • .
P ara un desplazam iento virtual cualquiera, la correspondiente ecua·
Como el polo de la chapa S o es improp io, el desplazamiento de ción de trabajo será:
todos sus puntos, incluso e l del punto de aplicación de H e , es el mismo,
ya que la cbapa experimenta una t raslación horizontal. P. 11/'+ V <. 8. = O [lO. 177 ]
En consecuen cia, a será el corrimiento hor izontal de un punto cual- de donde
quiera 9~ la chapa So , o de la S " por cuanto ambas están rígidamente ~,
= ( 10.178]
unidas entre sí. Para determinar a. recurrimos a un diagram a de Wi-
lliot-Mqhr, determinando primero el corrim iento efectivo del punto B ,

partiendo del corrimIento vertical 118 . Ubicado B"" , la determinación En este caso, a, corrimiento correspondiente a la incógnit'.!-, será el
de C", es inmediata, y por pertenecer e a la chapa S " el vector P I(> C'" corrimiento efectivo común de todos los puntos de las chapas Sv y S"
nos da en magnitud y signo e.I corrimiento a correspondiente a la incóg. por cuanto e l único desplazamiento posible de las mismas es una tras.-
nita. L a escala de la línea de influencia será l /a (cm) y el signo nega· lación vertical.
tivo, por ser a > O . Trazado el diagrama de corrimientos, el correspondiente a S I será
una recta paralela al eje de referencia y el de la S 2 otra de ordenada
c) Línea de influencie: de V • . nula en la proyección O ~ de O ~ y que se cor ta con la anterior sobre
la vertical de A 1.~ ' La escala será l / a( cm) , donde a es e l corrimiento
Para la dete rminación de la línea de influencia de V ., sustentamos vertica l común de los puntos de S I y el signo de .la línea de influencia
la chapa auxiliar-mediante dos apoyos móviles horizontales y uno verti· será negativo en la parte ubicada por debajo del eje de referencia, por
cal y ponemos en evidencia la incógnita, una vez cargado el sistema, cuanto a es positivo.
4 DIAGRAMAS B.NVOLVltNTES
." ." SISTEMAS PLANOS SUJETOS A CARGAS M6VJLES 10

10.4. Diagramas envolventes. 10.4 .2. Diagramas envolventes de momentos f1cxorcs y esfuerzo de corte
en vigas simplemente apoyadas.

10.4 . l . Conceptos generales. a) Caso de una única carga concentrada,

En el Capítulo 8 hemos analizado el trazado de diagramas de es- Sea la viga simplemen~e apoyada de la figura 10.36, sujeta a la
fuerzos característicos en sistemas de alma llena. Dichos diagramas co- acción de una carga concentrada de intensidad P , normal a su eje, y
rrespondían a posiciones fijas de las cargas aplicadas y sus ordenadas nos supongamos que su posición quede definida por la abscisa z al origen
daban, en una cierta escala, el valor del esfuerzo caractedstico en las le coordenadas, coincidente con el apoyo B .
Clistintas secciones de la estructura, para una determinada posición de
p
las cargas.
Tratándose de cargas que pueden desplazarse a lo largo de una línea
de 'la estructura, el problema cambia, por éuanto, para una determinada
sección, el valor del esfuerzo característico variará con la posición de la
carga, pudiendo adquirir valores variables y aún cambiar de signo.
Es evidente que para proceder al dimensionamiento de las secciones
de una es'tructuia, problema del que se ocupa la Resistencia de materia-
les, es necesario conocer, para cada sección, el máximo valor de los esfuer- (d)
zos característicos que se puedan originar en los mismos.
Si en una estructura determinada calculamos para cada secci6n el
valor máximo que puede alcanzar en la misma un esfuerzo caracteristico
cualquiera, debido al efecto de un sistema de cargas que pueden ocupar
cualquier posición, y en coincidencia con cada sección representamos, a
partir de u~ eje de referencia, mediante una ordenada, dicho valor máximo,
el lugar geométrico de los extremos de dichas ordenadas constituye 10 que (b )
denominamos dia~ram~ envolvente del esfuerzo característico.
En 10 que sigue distinguiremos los siguientes tipos de cargas:
a) Carwu permarentes: Cargas concentradas o distribuidas, cuya po-
sid6n e intensidad permanece invariable.
b) Cargas móviles: Cargas concentradall, de intensidad y direcci6n
(e)
constantes, cuyo punto de aplicación puede ocupar cualquier posición en
la estructura.
c) Cargas úfiles: Cargas ' distribuidas, de intensidad constante, pero
cuya longitud cargada puede variar y al mismo tiempo ocupar cualquier
posición. p
Sentado lo anterior, pasamos a ocuparnos del trazado de diagramas (d)
envolventes dt; momentos flexores y esfuerzos de corte correspondientes
a determinadas estructuras y tipo de cargas. Fig. 10 .36.

¡l
4 OlAGRAMAS ENVOLVENTES 633 6.. IIl81'ZMAS PLANOS 8UJKTOS A CARGAS MÓVILa 10

P ara dicha posici6n de la carga, el diagrama de momentos flexores centrada móvil es una parábola de 29 grado, simétrica respecto del centro
es triangular, con ordenarlas nulas en coincidencia con los apoyos y máxi· de 'la luz y cuya ordenada máxima vale Y4 p I (fig. 10.36 b).
ma en correspondencia con el punto de aplicación P (fig. 10 .36 a). En la figura 10 .36 e hemos representado el diagrama de esfuerzos
Si cambiamos la posición de P obtendremos un nuevo diagrama de de corte correspondiente a la posición z de P. Al pasar ésta a ocupar
momentos flexores, también triangular, pero cuya coordenada máxima la posici6n :6', el diagrama cambia, como es dable observar, pero man~
diferirá en posición y magnitud de la anterior.
teniendo siempre ordenadas de signo ne¡'ativo a la izquierda de la aecci6n
No obstante, vemos que, en cualquier caso, la ordenada máxima del en que está aplicada P, y de signo positivo a la derecha de la miama.
diagrama coincide con el punto de aplicación de la carga, es decic, que z Vemos por otra parte que siempre el diagrama se mantiene constante en
será. la abscisa comón de P y de la sección solicitarla por el momento valor y signo entre el apoyo izquierdo y la vertical de P; para cambiar
flexor de valor máximo. de signo y de valor, al pasar a la derecha de la misma, manteniéndose
Si establecemos el valor del momento fl exor en la sección en que otra vez constante hasta el apoyo derechO. En consecuencia deberemos
está aplicada P, en funci ón de z. obtendremos una expresión que nos
analizar dos diagramas envolventes del esfuerzo de corte: uno pasa máxi~
dará el valor de .7v1 máx para cualquier sección.
mas negativos y otro pasa máximos positivos.
L a reacci6n de vínculo R JI tiene por expresión
Para una posici6n de P tal como la de abscisa :6 . el esfuerzo de
z corte negativo está dado directamente por R JI ' Y el positivo por R.
R JI = -P T , [10 . 179] cambiada de signo, es decir

y, en consecuencia, el momento f1exor en una sección de abscisa z resulta QH = RA = - P •


T
.'jJ/f~ = -R (1- z) = P
(1 - z)
1 z , [10 .180 ] Q(+l = -R s = P1-.
--
1
} (10.184]

que es la expresión del diagrama envolvente de momentos flexores en la Como los valores dados por las [10.184] son los máximos que pue~
viga simplemente apoyada, sujeta a una carga concentrada móvil P. Es den ocurrir en la sección, las expresiones [10 . 184] corresponden a las
una parábola de 29 grado, de ordenada nula para z O Y z =
l . El = ecuaciones de los diagramas envolventes de Q~-¿ y Q:.:¿, respectiva~
valor máximo ~e M 2' que será el maximo maximórum de los momentos
flexores, ocurre para la sección cuya abscisa z anula la primera derivada
mente y representan dos rectas. La primera se anula para z =
O y ad~
quiere su máximo valor.
de [10 . 180]. En consecuencia, derivando la anterior e igualando a cero

dM. P QH",hIDO = _P
= - (1- 2 z) = O [10 . 181]
, d. 1
para z = l . La segunda tiene valor nulo para z = 1 Y máximo para
de donde z-= O
[10.182] Q~i.mú = +P. [10.186]
2
Ambas rectas han sido representadas en la figura 10.36 d .
es decir que el máximo maximórum ocurre para el centro de la luz. Re-
emplazando este valor de 210 en la [10 .180] tenemos
b) Caso de dos carA- oorncentradaa m6viles.
PI
:A1mhmb = 4'" [10.183] Sea la viga de la figura 10 . 37 sujeta a la acción de dos cargas con~
centradas que se desplazan manteniendo constante 8U distancia mutua.
R esumiendo, diremos que el diagrama envolvente de los momentos flexo- Supongamos que Pl. > P,: Y que esta 61tima actúa a la derecha de
res máximos en una viga simplemente apoyada, sujeta a una carga con~ la primera. Si trazamos la línea de influencia del momento flexor en una
4 DlAORAMAS ENVOLVENTItS 635 636 SISTEMAS PLANOS SUJETOS J¡. CARGAS M6vn.u 10

sección cualquiera, vemos que para obtener un ,máximo valor de la incóg-


nita es necesario ~cer incidir la fuerza mayor sobre la ordenada maxima
y la restante sobre el tramo de menor pendiente, figura 10.37 (a). Lla-
mando '\l y 1'\2 a las ordenadas correspondientes a la Posición mencio-
nada tenemos A B
l(m)
:Mz = (Pl 1l1+ P :1']2) a(cm) [10.187]

siendo l(m) / a(cm) la escala de la línea de influencia.


De la figma tenemos

~, z·
= Z-A
[10.188]

de donde
Z-A
= [10 . 189]

Por otra parte


1'\a th--z-. ·
A'r-li!lllDillillll.
l(m)
_ (/- z) [10.190]
.(cm)
y
-:..!1!.-_ A'A" [10.191]
Z 1

Reemplazando-en [10.187]

[lO .192J

&. = CP1 + P2 Z-¡).) yO-z) [10. 193J

z(l - z) (z-I..)(l-z)
= P1 l + p~. l [10.194]

La expresión [10.194] corresponde a la suma de dos parábolas. La pri-


mera, que se anula para z = O y z =
l, es simétrica respecto del centro
de la luz, en que alcanza un valor máximo igual P l (l/ 4) y corresponde a
la dada por "la [10.180]. I,.a segunda parábola se anula para z = l y
z :::; 1 y su ordenada máxima, de valor P2( 1/4)[ 1 ~ (l/e )2] COITes-
ponde a una abscisa z = Y2(l l.). +
4 DIAGRAMAS ENVOLVENTES 637 638 81S1"1.MAS PLANOS SUJETOS A CARGAS M 6vlUlS 10

Llamando R 8 la resultante de P I y P2. Y r a su distancia a la El valor del momento flexor será. como aJites.
fuerza más próxima (PI en este caso, por ser P , > PI) resulta
I (m)
:M'~= (P¡lll + P 2T}2) a(cm) • [10.201J

r=
p ••
R
} [lO . 195J pero de la. figura tenemoS

El valor máximo de M . lo obtenemos igualando a cero la derivada de


[l0.194J'
P ¡(l - 2 z) + Pz(l + J.. - 2 z) = O (10 . 196J
B' B U 1lm)
1 t aCero) =. [10.202J

l(m) l-z
de donde - 1
- -'%
f\~. a(em) -
(10. 197J
de donde, reemplazando y efectuando operaciones, llegarnos finalmente a
P ero P , + P 1 = R y P~ ').= R.r; luego reemplazando
.:M; = PI [
%(l - . ) -Z' ]
L + P I (1-.).
L [10.203J
[1O.198J
d e donde expresión que corresponde también a la suma de dos parábolas, y que
proporciona los valores máximos del momento flexor en la zona en que
[ 10 . 199J sus ordenadas resultan mayores que los obtenidos mediante 18 [10.194] .
Para delimitar la zona de validez de ambas expresiones., 'las igualamos
La expresión (10.199] nos dice que el valor m áximo de M z expre- para de terminar así la absica z en que &; =
M . > llegando final
u.do por 19 (10 .1 94] ocurre cuando las . fuerzas estÁn uh1cRdRs en una mente a
posici6n tal que la resultante R y la fuerza mayor equidistan del centro
de la viga.
[10.204J
Dicho valor máximo, que corresponde al máximo maxim6rum, lo ob-
tenemos reemplazando en [10 . 194] el valor de z dado por la [10.199]: como valor de la abscisa que define el punto K de intersecci6n de ambas
, curvas. El m áximo maxim6rtpn de la- expresión [10.203] no interesa,
por ser inferior a l de la [10.194].
:JYl rnbrnb = [P¡ +P. (1- l~ r )] P-;tt .. • [10.200J En la figura 10 .37(c) hemos representado el arco de parábola que
.interesa, entre K y Bo resultando finalmente como diagrama envolvente
E n la figura 10 .37 (e) hemos representado las dos parábolas de la expre- de momentos fl exores máximos la curva compuesta A oMKBo .
si6n [10.184] y su s uma. Ob~ervemos que para valores z < l. , la fuerza Como caso particular, interesa el que corresponde a dos fuerzas de
igu~1 intensidad. Si P I= PZ=P, las [10 . 194] y [10 .2 03] se trans.-
P i sale fuera de 'la viga. En consecuencia, debemos analizar la posición
fonnan respectivamente e n
que corresponde a la fuerza ,P f actuando sobre la sección. Es evidente
que, en este caso, la situación será m ás desfavorable s610 para secciones
cercanas al apoyo B . Consideremos, en consecuencia, la línea d e influen-
cia de la figura 10.37 (b), actuando P I en coincidencia con la ordenada
M. = + (1 - .)(2 z - , ) }
[10 .2051
P%
máxima. 1M', = T [ 2(1-.) - 'J
4 OlAGItAMAS J:NVOLVE.NTE8 63' 640 SISTEMAS PLANOS SUJETOS A CARGAS MOvn.aS ,,,
expresiones que corresponden a dos p~ábolas simétricas, cuyos máximos
ocurren para z = (l +
r)/2 en la primera. y z == (1 - r)/2 en la
segunda. Teniendo para ambas en cuenta que r 1/ 2 : = A
p I
.'M.... = .'M~ .. = TI [/- (Af 2)]' . [10.206]

Consideraremos a continuación el trazado de los diagramas eovo)·


ventes de esfuerzos de corte, y supondremos como antes P I > P I . sepa-
radas de una distancia )..
Trazada ,la línea de influencia del esfuerzo de corte en una teeci6n
genérica ubicada a una distancia z del extremo B de la viga, vemos
que el mismo tiene dos signos. En consecuencia debemos proceder a l
análisis de dos diagramas envolventes: Q~h y Q ~1... .
Como puede observarse en la figura, el máximo esfuerzo de corte ne-
gativo en la sección considerada, ocurre cuando la fuerza P , incide a una
distancia infinitamente pr6xima a la derecha de la sección, teniéndOlle

1
Q. = -(Pi 1'11 + P I 1'):) (
• cm
) [10.207]

De tia figura resulta

Th -
S-A
1'11---

aCem)
1
~. -,:.,-''-c;- •
=T
} [10.208]

de donde, reemplazando
Z 2-).
Q. = -P1T- P2 - -I - · [10.209]

,
expresi6n que corresponde a la suma de dos reotas. 4 primera de ellas

[10.210]

, Fig. 10.38.
se anula para z = O Y $U ordenada m.Axima Q~.= -P, corresponde a
z = l. La segunda En la figura 10.38 (b) hemos representado las dos rectas, así como
[10 .2 11J también la suma de ambas, que constituye ElI diagrama envolvente de
Q~L. .
se anula para z =}.. y alcanza su valor máximo Q;' = -PI
l-A
- r para P ara obtener el diagrama envolvente de Q ::l•• debemos cargar la
x =l. pante positiva de la línea de influencia, haciendo incidir la fuena P I a
4 DIAGRAMAS ElIIVOLVRNTES 641 , .. 10

una distancia infinitamente pequeña a la izquierda d e la sección. T ene-


mos así: IIIi,mlllllilltllllWlllllilml p
m I
I
Q~ = (p 1 r¡l'+ Pt T) ~' ) a(em)
1 [10.212J
A
Pero de la figura resulta

8'
~on-j (al

--,-
aCem) } [ 10.213J

y, en consecuencia, r~mp1azando en [10.212]

l-z-').. l-z (bl


Q~ = PI l +P t --,- [l0.214J

L a r10 .2 141 corresponde a la suma de dos rectas:

l -Z-A
Q; = P ,

}
1
[10 .2 15J

(C)
La priméra se anula para z = 1 - 1. y alcanza su valor máximo
P , -,-
-, - A para z = • se a nu Ia para z
O . L a segunda, en cambIo, = , y
es máxi~a también para z = O .
En , la figura 10 : 38 (b) hemos representado ambas rect8.9,. Qsí como
también su suma, con la que queda 'Completado el trazado de los diagra-
mas envolventes.

e) Caso de carAa útil uniformemente distribuida.


Consideremos la viga s ifuplemente apoyada de la fi gura 10 .39 Y
suponga mos que sobre la misma actúa una carga útil de intensidad p . Fi¡. 10 . 39.

Trazada la línea de influencia del momento flexor en una sección Pe",


genérica de abscisa z. vem os que para que & : sea máximo, es ne<::esario
car gar la totalidad de la línea de influencia con la carga p. ¡lO 217J
Llamando F al área de la superficie de la línea de influencia resulta debierldo leerse '1..,,,, en 'la escala de la Unea de influencia, Q.ue resulta
ser (1 - .)/A'A". POI' otra .parte, tenemO$
.Mz = p .F . [l0.216J
4 DIAGRAMAS ENVOLVENTES
SISTEMAS PI.ANOS 5UJZTC/S A CARGAS MÓVILES 10
643

Análogamente, el máximo esfuerzo de corte positivo en la sección lo


' A' A" - l [l0 .218 J
- 1J"""Z obtenemos cargando únicamente la parte de la línea de influencia de ,¡¡no
positivo, es decir, entre el apoyo A y la sección considerada. En tal caso,
de donde, reemplazando, el esfuerzo de corte es directamente la reacción R II cambiada de signo,
es decir
l-z p(l _ Z) 2
F = %l.ll mú A' A" - = 1/2(l-z)z [10 . 219 J [ 10.223]
21
y fina lmente
Esta expresión corresponde a una segunda parábola, antimétrica de
iM~= p+ (l-z) ' [ l O.220} la anterior respecto del eje de referencia. La misma tiene ordenada nula
en correspondencia con z :-= 1 y alcanza su máximo valor + p 1- para z = O.
ecuación de una parábola de segundo grado, que se anula para z = O Y E n la figura 10.39 (d) hemos representado am bas parábolas, que cons-
z = 1 y cuyo valor máximo para z = (1/2) es tituyen los diagramas envolventes Q~,:~ y Q~,¡~.

[ 10.22 1J 10 .4.3. D iagramas envolventes de momentos flexores y esfuerzos de corte


en vigas em¡Jotrap,as.
Es decir, que el diagrama envolvente de los máximos momeQtos flexo-
res de una viga simplemente apoyada sujeta e. la acción de una carga útil a) Caso de uns carAa concentrada móvil.
P , coincide con el diagrama de momentos f1exores de la misma viga, car-
Consideremos la viga empotrada de la figura 10.40, sujeta a la acción
gada con dicha carga en la totalidad de su longitud.
de una ca rga concentrada móvil P , y traemos la línea de influencia del
Para el trazado del diagrama envolvente de esruerzos de corte, pro-
momento flexor en ,una sección genérica ubicada a una distancia z del
cedemos a analizar previamente la línea de influencia de dicho esfuerzo
empotramiento.
característico (fig. 10.39 e). Vemos que la misma tiene dos signos. En
Del análisis de la misma vemos que, para que el momento f1exor en
consecuem: ia, habrá dos diagramas envolventes, uno para los máximos
.8·8 sea máximo, es necesario que la fuerza P incida · en el extremo de la
positivos y oiro para los negativos.
viga, en correspondencia de la ordenada máxima de la línea de influencia.
Para la dete rminación de las ecuaciones correspondientes podemos La expresión del momento f1exor será, en consecuencia:
proceder de dos maneras: cargando la línea de influencia, o bien en la
forma que describimos a continuaci6n : .'M, = -P(l - z) [l0.224]
Observando la ¡inea de influencia, vemos que pa ra obtener en la
sección considerada 'Q (-) , debemos cargar la totalidad de .la línea de ecuación de una recta que represent"' el diagrama e nvolvente de M ...h '
""'
influencia de signo negativo, es decir, la parte de la viga comprendida en- por cuanto nos da el mayor valor que puede alcanzar el momento f1exor
tre la sección considerada y el apoyo B . En tal caso, el esfuerzo de corte en cualquier sección, por efecto de P . D icha recta, de ordenada nula
está dado directamente por la correspondiente reacción R",: para z = 1 y máxima igual a - PI, para z = O, ha sido representada
en la figu ra 10.40 (b).
[10.222] En cuanto al d iagrama envolvente de esfuerzos de corte máximos,
observemos que para cualquier sección, el esfuerzo de corte está dado
directamente por la proyección de la resultante izquierda, qut: en ,..- te
expreslon de una parábola de 29 "grado, de ordenada nula, en correspon- caso se reduce a P, la que por ser normal al eje de 'la viga, se. 'Jyecta
dencia con z=O y máxima, de .valor -(pl/2), para z = l_ Por otra en verdadera. magnitud. Tendremos' así:
parte, como es fácil observar, dicha parábola es tangente al eje de refe-
rencia e n % = O . Qmb = C te. _ p [l0.225J

p
DIAGRAMAS ENVOLVENTES .., ... 10

La [10.226] representa la suma de las ecuaciones de dot rectaa:

Ar-----~7S--------_4 8 31; = -P1(l- 21)


:M;' = -P1(l-}. - z) } [10.227]

La primera de ellas tiene ordenada. nula. en correspondencia con ;z = 1, y


alcanza un valor máximo de -P I 1 para iJ = O.

Fig. 10.40.

y el diagrama se 'reduce a una recta paralela al eje de referencia. que


define una ord'e nada constante igual a P, figura 10.40 (e).

b) Csso de dos carAas concentradas móviles.

Supondremos do" cargas PI > P2 . separadas de l., que pueden


Fi(. 10A1.
ocupar cualquier posición en la viga de la figura 10.41.
Para una sección s-s ubicada a una distancia z de B, la linea de La segunda también es máxima para % = O, donde vale - P: {l - k) ,
influencia del momento flexor es igual a la de la figura 10.40, Y de su pero se anula para % = l - A. En la figura 10.41 (a) hemos representa-
análisis vemos que la posición del conjunto de cargas que conduce a do ambas rectas, así como su suma, que corresponde al diagrama envol-
un máximo valor del momento flexor en la sección considerada, es aque- vente de momentos flexores.
lla para la cual las fuerzas inciden en correspondencia con Jos oroenadas En lo que respecta al diagrama envolvente de esfuerzo. de col'te, ,i
máximas de la línea de influencia, es decir, P, ubicada en el ellltremo de no existiese la fuerza P I' el diagrama correepondiente a PI seria el
la viga. Para dicha posición de las cargas, el momento flexor en s-e vale: mismo de la figura 10.40. Ahora bien, al .umarse P2 .u efecto sólo
influye en las seccionee ubicadas a la dececha de su punto de aplicación,
porque p&I'8. ellas P I entra a formar parte de la resultante izquierda,
(10.226] cuya proyección eobre el plano de la secci6n determina en valor y Iipo
4 64'
el esfuerzo de corte. En cambio, para aquellaa seccion. ubicadu entre
'" SIS11tMAS PLANOS SUJETOS A CARGAS MÓVll..&s'

p
ambe.a fuerzas, la resultante izquierda se reduce a PI '
De ahí que el diagrama envolvente de Q"'Ú se obten ,a como suma
de los COITespondientes a PI y P, . que serán recta. paralelas al eje de
referencia, válida la primera en toda la luz de la viga, y la sepnda úni-
camente entre el empotramiento y la sección en que actúa P , cuando I
I
P I lo hace en el extremo. En la figura 10.41 (b) &e ha representado el
A'
diarvama suma, es decir el diagrama ~nvolvente de Q =b • t--1II:II!DIn (di

e) Caao de carla distribuid. útiL


Del antilisí, de la linea de influencia del momento flexor en 11-11 de
la figura 10.40, llegamos a la conclusi6n de que, para que M. sea máxi-
mo, es necesario cariar la totalidad de as IÚlea de influencia, es decir, la
longitud (l - z) medida desde el extremo A de la vías. En consecuen- (b)
cia, el v8'lor del momento flexor en 11-11 será. si P et la intenai.dad de
la carp.:
M. = -If.lp(l- z) ' • [lO,228J

ecuaci6n del diagrama envolvente de M mú ' que será una parábola de Pi,. 10.~.U.
29 gradok Dicha parábola tiene ordenada nula en correspondencia con
z = " donde, además, su tangente coincide con el eje de referencia, es
decir, es horizontal en este caso. Su valor máximo 10.4 .4 . Diagramas envol ventes ele &m;'~ )' Qmh IJara una viga con
extremos en voladizo.
pI'
M m.ú: mú = - -2- [10.229]
Sea la viga d e la figura 10 .43, que supondremos cargada con una
carga permane nte uniforme mente distribuida , de inte nsidad ~ , y una car·
corresponde a • = O , es decir en el empotramiento. La curva ha sido ga út il p.
representada en la figura 10.42 (a). Hacemos notar que el diagrama E:I trazado de los diagramas envolventes de M mb y Q mú exige
envolvente coincide . con el diagrama de momentos flexores de la viga ~ -eonsidera r independientemente las dos cargas.
talmente cargada. La carga pe rmanente g actúa siempre y sobre toda la ext ensi6n de
Para determinar la ecuación que define el diagrama envolvente de la viga. En consecuencia, conducirá a un único diagrama envolvente, re-
Qm/oo: ' observe mos que para la sección N, Q será máximo cua ndo lo presentado en la figura 10.43 (a) , y sobre cuyo trazado no entra remos
sea la resultante izquierda de dicha sección y para que ello ocurra es en mayores d etalles, pues corresponde directamente el diagrama d e mo-
necesario que la carga útil actúe desde el extremo A hasta la secc:i6n mentos flexores d e la viga totalmente cargada, tema exhaustivamente tra-
considerada. En consecuencia, tendremos tado en el Ca pít ulo 8. La situación es distinta cua ndo entra mos a consi-
dera r la carga útil.
Q, = + p(I - z) [10,230] En la fi gura 10.43 (b) hemos trazado la línea d e inHuenCla del
momento flexor en una sección cualquiera del t ra mo de viga ent re a poyos
ecuaci6n de una recta de ordeóada nula para z = " es decir, e n el extre- y vemos que la misma tiene dos signos. En consecuencia, para obtener
mo A y máxima igual a pi, para • = O, Y que corresponde al dia¡rama un valor máximo del momento flexor positivo en una sección ubicada en-
envolvente de Qm/oo: ' representado en la figura 10.42 b . tre apoyos, es necesario cargar exclusivamente la pa rte de viga com pren-
• DIAGRAMAS ZNVOLVltNT.a
." 650 SISTEMAS Pu.NOS SU.rnos A CARGAS MÓVILES
,.
m Para trazar 109 diagramas envolventes correspondientes a 109 vo1adi_
zos, podemos considerar cada uno de ellos como una viga empotrada
por su sección extrema. En consecuencia, será necesario, como hemos visto
antes., cargar la totalidad del tramo en voladizo para obtener el corres-
pondiente diagrama envolvente. Dichos diagramas aparecen en la figura
10 . 43 (d) Y (e).
Estamos ahora en ..cndicianes de proceder 8'. trazado del diagrama
envolvente definitivo. que involucra los efectos de A y P. lo que hemos
efectuado en la figura 10.44.

~~_...j (d)

(e )

Fig. 10.44.

Para obtener el diagrama envoivente de M!:L en el tramo AB


hemos combinado los diagramas (8) y (e) de la figura 10.43, utilizando
únicamente la parte de la parábola ubicada por debajo del eje de re-
ferencia.
Combinando los diagramas (a), (d) ,Y (e) obtenem09 los envolven-
' Yi,. 10.43. tes para los voladiz09, y 109 correspondientes a M :-..-~ en el tramo AS .
Pasamos a ocupar ahora et trazado de los diagramas envolventes
dida entre los mismos, mientras que si se cargan los extremos en voladizo,
de Qmb .
se obtendrá el máximo momento negativo en la sección considerada.
En primer término debemos considerar el efedto de da caTga ,. Por
En la figura 10 .43 (e), (d) y (e) hemos representado 10$ diagra-
tratarse de una carga permanente, el -.correspondiente diagrama envolvente
mas de moment09 flexores correspOndientes a los casos m encionados, es
será directamente el diagrama de esfuerzo de corte de la viga totalmente
decir cuando se encuentran cargados el tramo entre apoyos y los dos vola-
cargadacon A, figura 10.45 (a).
dizos, independientmente.
4 DIAGRAMAS J:NVOLVlr.NTES <; 51 S IS"RMAS PLANOS SUJETOS A CARGAS MO~ 10
'"

-,

(bl

Fig. 10.46.
(e )

Tracemos ahora la linea de influencia del esfue.rzo d e corte en una


sección cualquiera del tramo AB . figura 10.46 ( b). El a nálisis de la
misma nos dice que debemos considerar dos diagramas envolventes para
dicho tramo, de Q~ ,! y de Q! . . lx • P ara que Q alcance un valor máxi.
(di
mo negativo en una sección cualquiera, es ne<:esario cargar las partes
negativas de la línea de influencia, es decir, el voladizo izquierdo y la
parte negativa entre A y B.
Cargando el voladizo izquierdo, el correspondiente diagrama de es-
..'
=_.., ( e)
fuerzos de corte es el que muestra la figu ra 10.45 c.
En cuanto al diagrama envolvente correspondiente a la parte central,
cuando no están cargados los voladizos, es la parábola que muestra la
figura 10.45 d, deducida al estud iar la viga simplemente apoyada su-
(r) jeta a la acci6n de una earga útil:
P ara el diagrama e nvolvente correspondiente a Q~¡~ e n el tramo
entre apoyos, de acuerdo con lo indicado por ,la línea de influencia debe-
mos car 2ar totalmente el voladizo d erecho y la parte de ordenadas posi-
tivas de la línea de influencia entre A y B . Obtendremos así los día·
gramas de la figura 10 . 45 e y f , similares a los anteriores.
En cuanto a los diagramas envolventes de Jos tramos en voladizo, el
" Fil[. 10.4S. del izquierdo será una recta, que corresponde al diagrama de esfuerzos
• DIAGRAMAS ENVOLVENTES
6"
de corte del voladizo totalmente car gado, ya representado en la figura
10.45 e, ocurriendo lo mismo con el voladizo derecho, cuyo diagrama
envolve nte aparece e n la figura 10.45 e. )
Finalmente, el diagrama envolvente resultante es el de la figura JO. 46,
obtenido por suma de los siguientes diagramas :
a) Para los tramos en voladizo; los diagramas correspondientes de
(a), (e) y (d).
b) Para los máximos negativos en el tramo AB. los diagramas 00-
rrespondientes de (8), (e) y (e).
e) Para los máximos positivos en el tramo A B , los diagramas ce-
rrespondientes de (8), (e) y (/).
Los diagramas suma de los casos (b) Y (e) serán válidos en las zonas
en que 6US ordenadas sean respectivamente negativas o positivas.
'56
cond ición de dgidet. ' eticulado libre _ - virtual.., 544.
pacial. 369. determinación, ana litiea d. reaccionel d.
- , reliculadOl planOOl. 3"0. vincu lo, 280.
condiciones d. equili b rio. ,istema. "pa- - ¡rMka de re.ccione. de víneu lo, 277.
dal... 128, 158.
di.~ma, de earecteri.tic.. en p6rtieOl.
- •• itt.mal planot. "0. 65. 76. método numérico. 466.
índice alfabético. condicionel de vincu lo. 264.
- de Maxwell·Cremona. 359.
convención de ,i,nOl e n pórtiCOl. ""4.
- d. Williot-Mohr. 491.
corrimiento relativo, 513.
- de Williot-Mohr, eadena. cinemÁtie..,
corri m ien tos. 483. 522.
- . ar¡umento. 485. - envolvente de mom.ntOl nelore., 632,
- . diagram a cart"iano. 494. 634, 641. 644. 645, 647, 648.
ecclón y r.acción! principio de. 10. cadenal, cinemática. abierta., 286,
- ci nem ática. celTad .., 309. - , .scala. 500. - polar d. corrimi e nto., 491.
a lma ll ena. l il temal esp.d.I ••, 469.
- dnemáticas ce rrad .., d eterminación cu.rto princi plo da la E l tá t ic.. 10. diagn!lm.., ca r tes iano. de co rrimie ntOl,
_, , ist. ma. planOl d •• 389.
de po lo., 53 7. c úpu l. Sc hwed ler. 378. 494.
ángulOI, derec hoR, 316.
- cinemática., de.pluamientoa, 518. c u rv. funic ula r, determinaci ón an.Htic •• - de car.cterístic••• carg.. mixta., 44 2.
- Izquierdo., 376.
cinemática., di.",mal d. Williot- H9. - d. característica. en pórticOl, tolución
enillo de bate. condición de rígider, 371.
Mohr, 522. _. ecuación diferancial , 257. ¡ráfico-nu mérica. 457.
apoyo. doble, 268. - de más d. tres chapa., J08. - . tensión. 259. - de earaete rí stiea. e n p6nieOl, traudo
_ ficticio. 272. - de tnn c hapas, 303. ,réfico. 445.
- , trazado a:;rá fico, 247.
- fijo, 268. carga, m óvil, 631. - de earacte rÍttiea.. en viiaa, tr atado,
- fijo e.pac ial. 325. - distribuida móvi l, influencia de, 587. chapat. coneepto. 261. 396.
lin.al, 324. - móvil, , i'temas plano-, 569, - , dalpl uemientoa, 265. - d e ea.-.cterí.tic• ., relacion .. analíticaa,
_ móvil, 268. - permanente, 631. 408.
- , de$p lazamientOl finitol, " 86.
- limpie. 268. - útil, 631. - de corrimientol, eIIdena. cinemátic.a,
- , d ..p lazamientOl in (in it6s imoa, "88.
",rg." ' indirecta .. ~39. 524.
- luperficial, 323. - , desplaz.mientol relativoa, 516.
- triple, 268 ... indir«:ta.. influencia de, 578. - de eorrimientos, casos particular.a,
_, vi nculada., tq.uilibrio. 273. 533.
areo a t ral articul.cion.., 297. - minas, di'pama, de caracteríttic••,
442. - envolventet, eoncepto, 63 1.
articulac:ión. 268. descompotición d. fu.rl:.... 29.
centro, de luarzas paralel.., 103 . - envolvente. d. esfuer_ d. corte, 632.
- espacial, 325. _ de fuerzal. aplieación d.1 polí¡ono fu·
_ d e fue",,, paralelaa en . 1 •• ptteio, 165. 634. 6"1. 644. 645, 647. 648.
_ relativa, 286. nicu lar, 9 1. - envolventes e n v igas limpio. 632.
a rtieul aciones relatives, 527- - de momento&, 11.
- de fuerza. paralela, .n el plano. 97. distancia polar, 61.
- de reducción, 148. _ de fuertas, tolución en.lítica, 39.
cinemática plana, co mplementO', 483. - de rotaciones ¡nfinité.im... 509.
Baumann, m'todo d o, 211. circu nferencia d. Moh r, 228. eje central, 131.
- d e un. fuerza en se i. componentes es-
bulee ntro. definición , 172. coeficiente de influencia, 570. ejes, conjugado. de ¡narda, 201.
pae ia le., 161.
baricen tro., de Hn.". 173. complementotl de cine má tica pl ana, 483. _ d. una fu.rza .n tr •• component••, 32. - polare •• 41, 13 1.
- d e line.., determinación. 177. cOffipollición, de fuerza., 27, 44, 93, 109, _ de una fu.na en t rel componentes - prineipales de inerd., 201, 202.
_ de l uparficiel, 173. 112. coneurrental y no coplaner.., 122. eladonea, "94.
- de .uparficiea, det.rminación. 182. _ d. par y fuern, 20. d esplazemien to idé ntico, 520. empotramiento, 268.
biele. 262. - de rotaeione. infi nité.inu •• 502. del plaz.miento., de l punto meterial, 483. - espaci.l, 326.
biel .., 269. - de rotacion.. y tr..lec:lone •• 511. - finita. de e hapal, 486. - , reacción. 279.
Bow, notación, 363. . condici6n de ri¡ide •• enillo de b .... 371. - infinitétimol de chapa., 488. equilibrio, condicionel an.elitiea., f ueral
bruo de pe l.nc., 11. _. reticul.do ..pacial vinculado. 371. - relativOl de chap.., 516. eoncurrente. _.n . 1 ..pacio, 128.
INDICZ ALFABtTIco .57 os. iNDICZ ALF ABtnco

erados, de libertad del punto material en M~II-Cremona, die¡rama, 359.


equilibrio. condicionet ..,alític.., fuerut elrueTZOl, en barra., retic:uladOl planOl,
método de Henneberg, 366 . e l plano, 262. método de, B eumann, momento de inercia,
gausas, 158.
- normal.. en p6rt iCOl, 456, 46 5. de libertad del IÓlido en el eapacio, 211.
_ de fuerzas concurrentes e n el p la no,
321. - Culmann, 80.
$Olución gráfica, 33. eIcontricided, 395.
- de fuerzas parale la. en 0)1 p le no, 97. - Culmann, mom ento de inercia, 207.
_ de fuerzas paralelas en e l pleno, $Olu- - Culmann, reticuledot espac iales, 382.
H enneberg, método de, 366.
ción a nel ídca, 101. fuer%a, concepto, 1. - Culmann, reticul ado. planos, 347.
_, método de, reticula dOl elpacia les, 382.
_ de sistemas planOl concu rrentes, 101u- - . reprelMlntaci6n, 2.
- Hennebe~ reticuladol elpadala.,
hipere.tático, siste me, 273.
ción analítice, 40_ - . h"*bajo de una, 545. 382.
fuerza., concurrant.. en el especia, com- hipo.tátic:o, siatema 273.
_ de liste mos plaDOl no concurrentes, _ Hennebe rg, reticul adOl planot, 366.
OS. posición analítica, 112. - Mohr, m omento de inercia, 209.
ellCela, de corrimientOl, 500. - coneun-entas en e l "pacio, composi- - Ritter, 82.
ción gráfica, 109. inc6gnita, de!phu:amiento corre.pondiente,
- de Culmenn, 209. 615. - Ritter, ret lculadol e.paciales, 382.
- de fuerzas, 2_ - concurrente. e n el especio, equilibrio - Ritter, reticuladOl planos, 366.
y descomposición, 111.
incógnitas, poner en evidencia, 554.
_ de Mohr, 210_ momento, centrífu go, 192_
- concu rrente. e n el plano, 27. inercia, momento de, 193.
- de momentos. 62_ _ centrífugo, tri6ngu lo, 221.
_, momento de, figu ras compue.ta., 225.
- dinribuidal, 242. - de inercia, 193.
_ de la circunferencia de MOh r, 23U_ - polar, m omento de, 193, 197.
- di.tribuida. sobre líneas resultantft, - de inercia, 'ilUru compuestas, 225.
esfuerzo de corte, definición, 391. 245. influencia, carga concentrada, 576.
- de inercia polar, 193-197.
_ linea da influencia, 6 11, 624. _ no concurrentetl en el "pacio, reduc- - . carga diltribuida móvil, 587.
- , determinación gráfica, 61.
etfueru:> normel, definkión, 391. ción, 147. - , carga lineal, 574. - estático de una fuerza, 10.
_, Iíneal de influencia, 611, 623. - no concurrente. e n el piaDO, 44. -,car¡a uniforme, 572. _ estát ico d. ma.a, determi nación grá-
elfuerzOl, carac:terí.tiCOI, definición, 39l. - opuena., trabajo. 548. - , cargas indirectas, 578. fica, 169,
- característicos, determinación, 391. paralela. distribuid as sobre una línea, _ , coeficiente, 570. - estlÍtico d e una masa respecto de un
_ carac:terísticot, dia¡ rama l , 396. 243. eje, 167.
- , líneas de, 569.
- característicos, Une .. de influencia, paralelas en e l elpacio, reducción ena- - estático, re prel8nteción vectorial , 12.
.
_
608, 622. _
.
de corte, dia¡"remu envolvente., 632, _
lítica, 142.
paralela. en e l espacio, relultante, 141.
- . .i.tema de cargas móviles, 580.
intenaidad de carga, 242.
- , eIpresiÓD anelítica, 24.
- f1e][or, definición, 391.
634,641,64-4,645,647,648. invariante, escalar, 150.
- paralelal en e l pla no, determinación - fleIor, línea de influencia, 608, 622.
- de corte en pórtico-. 454. analítica de la re. ultante, 99. - vectorial, 149.
- respecto de ajes, 115.
- e n balTU, ceaos especial.. en reticu- _ peoralela. en el p lano, reducción, 93. i_titico, sistema, 273.
- félpeeto de ejel, expresión analítica,
laclOI elP"Cialel, 384. .
- , polígono de, 28. 120.
en bar1-as, determina ~ión analítica,
_, repreaentac:iÓrl gráfica, 2 1. momentot, de inercia de figuras irrelUla-
358. línea de influencia, definici onel, 569. res, 206, 222.
- en barras, líneal de influencia, 595. _, . igno del vector reprelMlntativo, 23,-
- , determinaci6n analítica, 589. - de inercia, figuTll' geométrica., 213.
- e n barras, método de Cul ma nn, 34 7. - , tra!lac ión, 19.
-,elfueuo de corte, 611, 624. - de inercia, método de Baumann, 2 11.
- en borras, m étodo de R itter, 350. _ , triánlUlo de, 6.
- , esfuerzo normal, 61 1, 1523. - de ine rc ia, método de Culmann, 207.
_ en barral, reticuledOl e.paciel~.- mé- _, elfuerzos cerac:terístic:oa, 608, 622. - de inerc ia, método de Mohr, 209.
todo de C ul mann, 382.
grl do de hiperestaticidad, 273. - m ueuoa eo balTa., 595, 619. - de 20 o rden, 191 .
- . en barras, reticuladot ..paciale., nlé-
gr.dot, de libertad, 262. - , método cinemático, 614. - de 20 orden, ejes oblicUOl, 204.
todo de H enneber¡, 382.
_ de libertad de u na chapa en el plano, -,mom ento . fleIOr, 608, 622. - de 20 ord.n, f6rmulal de giro de ejes,
an barras, reticuladOl espac iala., mé-
263. - , reac:c:iones de empotramiento, 622. 199.
todo de Ritter, 382.
_ de libertad del punto rpaterial en al - , reacciones de víncu lo, 590, 616. _ de 20 ord.u, f6rl1lUlllll de trupuo de
- en barras, reticuladot etlpaciala., aolu-
dón ane1ític:a, 380. espacio, 320. - . reglal de signot,. 615. .jes, 199.
[ fNDlCE ALFABÉTICO

momentos, flexores, diagramal envolven- p6rticOll, pilBCM, 443_


660 bo/DlCE .uPASáT¡CO

reticulados, espadales, esfuerzos en barras, teorema, t ransmisibilidad de fuerza", 8_


tes, 632, 634, 641, 644, 645, 647, 648. primer principio de la E nátic .., 5_ 382_ teoremas de Pappus, 189.
flexore! en párticos, 445, 457. principio, de acdón y reacción, 10_ - espada les, generación, 369_ teoría da lal línea, de influencia, 569.
flexores en vigas, 391. planos, 337_
- dO! lo! t rab ajos virtuales, 483, 551.
, - de los trabajos vi rtualal, aplicadón planos, generación , 338.
tereer principio de la Estática, 8.
torsor de fuerzas, 151.
I planos, rigidez, 340_
r,, notación de Bow, 363. al tnu:ado de línaas de influenda,
614_ - plano., tipo., 344.
trabajo, de fuenas opuestas, 548.
de un par, 547_
de los trabajos virtuales, determina- rotación relativa, 517.
- de una fuerza, 545_
P appus, teoremas de, 189. ción de incógnitas, 554. rotadones, 486.
- virtual, 544.
par, de fuerzas, 14, 64. de los trabajos virtuales, esfuerzos ca- - , composidón, 502.
racterísticos, 559_ trabajos virtuales, principio, 483, 551.
- de reducci ón, 149. - , descomposi ción, 509.
transmi sibilidad de una rue ~za, 8_
- , proyección sobre un ej... 24. de los trabajos virtuales, eseueDos en - infinitésimas, 494.
barras, 556 _ t ransmis ión indirecta de cargas, 439.
_ resultante, 16. - , polígono, 508
de lo. trebajos virtuales, reaccione, de tra$!¡¡ciones, 486.
- , trabajo de un, 547. - , polo, 486.
vínculo, 555. triángulo de fuerz as, 6_
pares, en el espacio, composición, 135. rótula, 325_
del paralelogramo, 5_
- en el espacio, compos ición analítica,
137. producto de inercia, 192_
variación, de distancia, 513.
- en el espacio, condiciones de equili_ punto, material, corrimiento, 483. segundo principio de la E stática, 8.
- de d ista ncia, cadena. cinemática" 528_
b r io, 139. - principal de inercia, 230. s istema, hiperestático, 273.
Varignon, teorema de, 12.
- en el e.pacio, representación ve<:torial, h ipo.¡tático, 273_
vector momento, 12_
136. - iSOlltático, 273.
viga, Cantílever, 430.
- en el plano, propiedadell, 14, 15. radio de, giro, 193, 219_
- móvil de cargas, influenda, 580.
- con volad izos, 418.
- en el plano, representación vectorial, - giro polar, 197. s istemas espaciales de alma llena,
_ empotrada, 426.
18. reacdones de, empotramiento, línea de in_ 469.
fluencia, 627. Gerber, 430.
plano, transformación biunívoca, 495. - espadales de alma Llana, diagramas
po lígono, de fuerzas, 28. vínculo, 273. de características, 472. Pratt, 346.
- de presione~, 393', vínculo, limlas de influencia, 590, 6 16. - espaciales de reticulado, 369. simple sujeta a pares, 437.
de HItaciones: 508. vínculos espada las, solución analítica, - espacia]es v inculados, 321. .implemente apoyada, 397.
funicular, casos particulares, 65. 330. - planos concurrentes, 27_ Warren, 346.
funicular por tres puntos, 56. _ vínculos espaciales, solución uifica, - plano. de a lma llena, 389_ vincu lación, de chapas en el pleno, 271.
funicular, propiedades, 47_ 333. - planos de reticulado, 337. - de sólidos en el espacio, 323.
funic,\lar, Ritter y Cu'lmann, 355_ reducdón de fuerza, espaciales, solución víncu lo, 262.
- planos no concurrentes, rMultante, 45.
analítica, 155.
polígono. de Winkler, 584~ - planos vinculados, 261. aparente, 271.
_ si$temas concurrentes plano!, 27. _ superabundante', 273_
polo, cadenas cerradas, 537_ sólido isostáticamenta sustentado, 326_
_ sistamas no concurrentes planos, 44_
- , casos particulares, 533_ sól idos, en e l espacio, grados de libertad, - superfluo, 273_
reducciones de sistemas concurrentes pia- 321. vínculos, 264, 268.
- , circunferenda de Mohr, 229_
nos, solución analítica, 34.
- , determinación, 520_ - en el espacio, vinculación, 323_
regla de signos, líneas de influencia, 615.
- , polígono funicu lar, 45_ WiJliot-Mohr, cadenas cinamáticas, 522.
representación vectorial de pare" de fuer-
- , rotaciones, 486_ zas, la._ teorema, de Steiner, 195_ - , diagrama, 491-
- , Will iot·Mohr, 49l. resultante, 5_ - de Varignon, 12_ Winkler, polígonOI de, 584_
pórticos, 442_ - de reducción, 148_
- , convendón de signos, 444_ - de un par, 17,
- , dintel, 442_ reticulados, espaciales, condiciones de ri-
- , equilibrio de nudo s, 451. gidez, 369, 371.
La EDITORIAL KAPELUSZ S.A. dio término a la presente ti rada d. la Ul r<;era
edieibn de es.. obra. q .... eonsta d. 3.000 .j.mplares, en e l mes d. seti em bre d.
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