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EN BUSCA DEL SPONDYLUS

R U T A S Y S I M B O L I S M O

PABLO MARTIN-RAMOS
“Saqué del mar, abriendo las arenas,
la ostra erizada de coral sangriento,
Spondylus, cerrando en sus mitades
la luz de su tesoro sumergido,
cofre envuelto en agujas escarlatas,
o nieve con espinas agresoras”

(Pablo NERUDA. Molusca Gongorina).

“El Spondylus "pan de los dioses"


Agua Blanca reliquia primera,
Machalilla ermita cimera
son joyeles del suelo natal”

(ANÓNIMO. Himno de Puerto López).

“ ... Fonga Sigde, tras la ceremonia de purificación, envió a sus hijos a las
profundidades del mar para que recogieran la roja comida que agradaba a
Naylamp, el dueño de nuestros días.
Los hijos de Fonga Sidge buscaron la comida sagrada y la recolectaron” .

(APÓCRIFO. Historia de Yampallec).

“ ... Todo esto (objetos de oro y plata, mantas de lana y algodón y


esmeraldas) trayan para rescatar por unas conchas de pescado de que ellos
hacen quentas coloradas como corales y blancas, que trayan el navío
cargado de ellas ...”

(Bartolomé RUIZ. Páginas finales del Códice CXX de la Biblioteca


Nacional de Viena, también llamadas Relación Sámano-Xerez).

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El Spondylus y sobretodo, la concha del Spondylus princeps ha sido un objeto
emblemático y ceremonial de las culturas prehispánicas americanas. El molusco se
reproduce en las cálidas aguas del Pacífico nororiental, adherido a rocas sumergidas a
una profundidad que oscila entre 20 y 60 metros, lo cual hace difícil y arriesgada su
extracción y le convierte en un bien codiciado. Su presencia presagiaba la aparición de
lluvia y la fertilidad, por lo que su posesión fue señal de buenos augurios. Su empleo en
la fabricación de collares y otros objetos de uso ritual reforzó su fuerza simbólica.
También fue instrumento de intercambio comercial, característica que le transformó en
verdadero antecesor de la moneda americana. Las rutas de su comercialización
(marítima, costera y serrana) cumplieron un papel equivalente al Camino de Santiago
en la Europa Occidental, curiosamente también asociado a la concha de un molusco,
Pecten maximus. Hoy, se pretende rescatar el contenido simbólico del Spondylus para
potenciar la cooperación entre Perú y Ecuador, y con ella el progreso económico y
cultural de los habitantes de la América centroandina.

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Introducción

Las conchas, probablemente como ningún otro producto de la naturaleza, han


desempeñado un importante papel en la historia de la humanidad, unas veces como
símbolo en el que se encarnaban creencias míticas y religiosas, otras como valioso
objeto de comercio o como material para fabricar toda clase de adornos, instrumentos
musicales o simples enseres domésticos; y la mayoría de las veces como fuente de
inspiración estética para crear obras artísticas y arquitectónicas de singular belleza.
Hasta donde los hallazgos arqueológicos y antropológicos permiten saber, las
conchas constituyeron un símbolo sexual como encarnación de lo femenino,
formaban la parte central de las ceremonias religiosas y su poder se prolongaba más
allá de la muerte.
El significado de las conchas como símbolo religioso en las épocas
prehistóricas del hombre pasó a incorporarse, aunque con otras características, a
civilizaciones como las mesopotámicas, la griega y la romana o la hindú. Así, en el
sur de Babilonia, en la tumba de Shub-ad (una soberana que reinó en Ur hacia el
2500 a.C), los arqueólogos encontraron un conjunto de conchas del género Cardium,
que posiblemente constituyeron una ofrenda. En las mitologías clásicas europeas se
cuenta, por ejemplo, cómo Afrodita o Venus, diosa del amor y la belleza, nació del
mar y una concha. En la civilización hindú, las conchas levógiras son consideradas
un poderoso símbolo y a Vishnú, dios protector de la vida, se le representa asiendo
con uno de sus cuatro brazos una de tales conchas.
Las civilizaciones precortesianas de Iberoamérica emplearon también con
profusión cierto tipo de conchas en sus ceremonias religiosas. Se decía que
Quetzalcóatl emergió de la concha de un gasterópodo. La mayoría de los templos
dedicados a este dios estaban ricamente decorados con conchas y es frecuente su
representación sentado en un pedestal con forma de ellas, como sucede en el templo
que le fue dedicado en Teotihuacan, México. No obstante, el referente americano
más antiguo es el Spondylus princeps (Fig. 1), original de las antiguas sociedades
agro-alfareras aldeanas de Valdivia, en la costa de Ecuador, quienes desarrollaron un
rito propiciatorio de lluvias en el que se utilizó esta concha. El culto se llevó hacia el
sur andino ecuatoriano y de allí a los Andes del norte de Perú, donde se convirtió en
la insignia de un culto de lluvia, agua y fertilidad. Esta concha espinosa de valvas
encarnadas fue valorada como un emblema sagrado, pero también como materia
prima para joyería y como dinero primitivo.
La utilización de las conchas de moluscos como moneda ha estado muy
generalizada. Con la almeja Venus mercenaria, abundante en las costas de América
del Norte, los indígenas fabricaban el wampum que utilizaban en sus transacciones
comerciales. La especie Spondylus americanus, originaria de los litorales del Golfo
de México que vive también en las Antillas y el Caribe, así como en el Océano
Pacífico, desde México hasta Panamá, también era muy usada por aztecas y mayas
como objeto de valor que se entregaba en tributo a los emperadores y como ajuar
fúnebre de personajes importantes.

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Aún en la actualidad, ciertos pueblos se sirven de ellas, como algunos
africanos y australianos que utilizan el caurí (Cypraea moneta). Se cuenta que en
África Occidental hasta muy recientemente el varón podía comprar una esposa
ofreciendo entre 20 y 60 mil de estas conchas. Los nativos de Sudán también utilizan
a los cauríes como dinero o como ornamento, colocando en todo su cuerpo cadenas
de tales conchas.
Un equivalente al Spondylus en el hemisferio norte es la "almeja peregrina"
(Pecten maximus) que habita en las costas de Galicia, España y que recibe este
nombre porque con ella adornaban sus hábitos los peregrinos que acudían a Santiago
de Compostela a visitar el sepulcro del apóstol. Esta concha fue adoptada como
símbolo por la compañía petrolera Shell Oil Co. que publicó en 1957 el hermoso
libro The Seas Scallop Studies of Shell and Influences on Humankind, editado por In
Cox London Shell Transport and Freeman Co. y que constituye la mejor revisión en
malacología.

El Spondylus

El Spondylus sp. es un género de moluscos de la clase de los lamelibranquios, orden


de los tetrabranquios, ostráceos, familia de los espondílidos. Se trata de un bivalvo
que habita exclusivamente en las aguas marinas cálidas, entre 20 y 60 metros de
profundidad, generalmente formando colonias. Se conocen cerca de un centenar de
especies dispersas en las Antillas, océano Indico, Australia, China, Filipinas, océano
Pacífico, costa Oeste de América, Canarias y Litoral mediterráneo. La fuente de
extracción más importante se halla en las costas de Ecuador, principalmente en el
Golfo de Guayaquil (zona que, como se sabe, ejerció una gran atracción para las
culturas precolombinas que florecieron en la América centroandina). Una
localización también importante, aunque secundaria, es el Golfo de California.
De todas las especies de Spondylus, sólo dos son oriundas de las costas
ecuatorianas: Spondylus princeps y Spondylus calcifer. Precisamente, ambas se
encuentran presentes en los contextos ceremoniales del Perú Antiguo y son a las que
vamos a dedicar toda nuestra atención. La especie más difundida es la de Spondylus
princeps, también conocida como el mullu de los Incas (una voz de origen quechua
con que se le designó tardíamente), que se caracteriza por su fuerte color rojo coral y
la presencia de espinas en la parte externa de las valvas. Dadas sus características
estéticas y simbólicas fue utilizada, en antiguos rituales, tanto en su forma natural
como desprovista de sus partes blandas y reducida a polvo rojo. Sus atractivas
conchas encontraron aplicación en la elaboración de joyas y accesorios ceremoniales.
La otra especie de Spondylus citada y que se localiza a menores profundidades que el
S. princeps es la Spondylus calcifer, conocida también como Ostión, y que se
caracteriza por el color rojo-púrpura de la banda interna de las valvas. La utilización
de esta especie, menos ostentosa, quedó limitada a la fabricación de pectorales,
cuentas para collares, y otros adornos.
Los Spondylus tienen conchas macizas, infladas, opacas y no esmaltadas,
constituidas por las dos valvas mencionadas. Poseen un costillar radial, en general
con protuberancias espinosas, muchas veces bastante largas (en ocasiones fioláceo-
lamellosos en la valva inferior). Las charnelas presentan una compleja articulación y

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son muy robustas, de un aspecto que recuerda las vértebras humanas (de aquí el
nombre).
Las dos valvas que componen la concha de Spondylus no solo difieren en
cuanto a su forma sino también a la función que cumplen en el crecimiento y
alimentación del molusco. Mientras una de las valvas fija y sostiene al animal a un
sustrato (roca, madrépora o, incluso, restos de barcos), la otra lo nutre. La anatomía
del Spondylus refleja una cierta complementariedad entre ambas partes, una suerte de
dualidad en la función de ambas valvas, la cual posiblemente haya tenido un paralelo
con la cosmovisión andina de la época. Por otra parte, la dualidad de colores
presentes, rojo y blanco (Fig. 2), se prestó a asociaciones sangre/tierra-semen/agua,
con connotaciones de procreación, rejuvenecimiento e inmortalidad. No podemos
olvidar que uno de los significados de la voz mullu es sangre de los dioses.

El descubrimiento del mullu

Desde muy antiguo (2600-2250 a.C.), los sacerdotes de la cultura Valdivia (que tuvo
por núcleo la costa de la actual provincia ecuatoriana de Manabí) observaron el
comportamiento del Spondylus y llegaron a la conclusión de que el molusco
abandona su hábitat en aguas profundas justamente antes de la llegada de las lluvias,
momento en el que emergen colonias enteras y enrojecen la superficie del Pacifico,
como si se tratara de una señal. Por ello, lo consideraron mensajero de los dioses ante
los hombres y, más tarde, correo o vehículo de comunicación en ambos sentidos.
Los sacerdotes valdivianos también pudieron conocer que puesto que el
molusco solo se reproduce en aguas cálidas, noticias de su eventual presencia al sur
de Tumbes (en las costas peruanas) era indicadora de un aumento de la temperatura
del mar (claro síntoma del "fenómeno del Niño"), lluvias muy abundantes y una mala
cosecha. Por el contrario, si la presencia de Spondylus sp., era o es escasa en esa
región quiere decir que las aguas del norte (habitualmente calientes) han bajado su
temperatura media. Esto genera un fenómeno inverso al del Niño, y con seguridad
será un año de sequías. De este modo, el control de los avistamientos de mullu pudo
ser muy importante para planificar las campañas agrícolas.
Las anteriores consideraciones nos permiten comprender la veneración dada
al mar o Mamacocha y el papel que tienen las conchas como intermediarias entre el
mar y el agua de lluvia o agua dulce. Por ello, el mar, los lagos importantes y las
fuentes de agua fueron concebidas y tenidas como pacarinas, lugares especiales en
los cuales tuvieron su origen los antepasados. En este sentido, los Spondylus están
ligados también a los rituales de los ancestros o a la fiesta de los muertos.
Fue a través de esta relación con el agua y con la fertilidad, con la vida y con
todo lo positivo como el Spondylus se convirtió en ingrediente fundamental y
obligatorio en todos los rituales y fue colocado en las sepulturas junto a los difuntos
de alto rango, a fin de asegurarles un dialogo fructífero con el más allá. Otras veces,
llega a emplearse como material para representar a los mismos ancestros
(urcuyayas).

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Derivaciones económicas de un símbolo religioso

La valoración del Spondylus como principio religioso por la cultura de


Valdivia encontró una aceptación generalizada (incluso suplantó como símbolo al
molusco de agua fría Choromytilus chorus, anteriormente adoptado) que propició el
nacimiento de una trama comercial, en la cual se complementaban la pesca, la
manufactura y la distribución del bivalvo. Así pues, el Spondylus dio lugar, por obra
de los sacerdotes del grupo Valdivia, al inicio de un interesante movimiento
mercantil, destinado a convertirse en una de las principales fuentes de riqueza para
los pueblos que lo explotaron.
Subsiguientemente a su buen conocimiento del medio y al auge del
Spondylus, los sacerdotes de Valdivia se hicieron con el control del poder y
organizaron la sociedad alrededor de un eje espiritual bastante definido. Con ello, dio
comienzo el desarrollo de una fórmula económico-religiosa que se va a imponer, a
medio o largo plazo, en casi todos los grupos andinos: la teocracia.
Esta espiritualidad y la capacidad de organización socio-económica de los
valdivianos se manifestó también en otros aspectos de interés panandino, como la
fundación de ciudades y la estructuración en clases. Se acepta que el grupo Valdivia
fue pionero en el diseño urbanístico de un centro ceremonial, el de Real Alto (costa
sur de Ecuador), con una serie de cabañas de planta elíptica y paredes de caña o
madera, que se ubican alrededor de un espacio central, la plaza. En ella se elevan dos
montículos artificiales, concebidos para el establecimiento de los santuarios. En las
últimas etapas de este enclave, al conjunto de los templos se añaden silos para
almacenar alimentos. Al mismo tiempo, sin embargo, se produce una disminución
del número de habitantes permanentes. Por lógica, se debe suponer que en esta
sociedad valdiviana existía ya una noción rudimentaria de clase, y algunos de sus
miembros se habrían liberado, total o parcialmente, de los trabajos agrícolas y de la
pesca y recolección de mariscos.
Otros asentamientos que dan indicación de la extensión geográfica de la
cultura Valdivia, más allá de Manabí, son los límites meridionales de la costa de las
Esmeraldas, la península de Santa Elena, la isla Puná y la provincia de El Oro.
Después de la cultura Valdivia, en la costa se desarrollaron Machalilla (1800-
1000 a.C.) y Chorrera (1200-500 a.C.). En la Sierra norte alcanzó gran importancia la
cultura Cotocollao (2000-500 a.C.); en la Sierra sur, los asentamientos de Cerro
Narrío o Chaullabamba (1500-500 a.C.); y en la Amazonia, la Fase Pastaza y los
pueblos vinculados a la misteriosa cueva de los Tayos, donde también se han
encontrado Spondylus.
Durante la etapa de Desarrollos Regionales (500 a.C. a 750 d.C.) se produjo
un florecimiento cultural tanto costero como serrano del que dan cuenta culturas
como Tumaco-Tolita, Jama-Coaque, Bahía, Guangala, Jambelí, Tejar-Daule y
Guayaquil por una parte (Fig. 3) y Capulí, Tuncahuán y Panzaleo, por otra. En la
costa siempre fueron importantes la pesca y recogida de mariscos y moluscos (sobre
todo de Spondylus), al igual que la caza en todo el espacio considerado.

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El comercio marítimo del mullu. Bases económicas de la Confederación de
Mercaderes

Los pueblos de la costa septentrional desarrollaron desde el periodo Formativo


habilidades marineras, que encontraron su máxima expresión en cuanto a
navegabilidad (las grandes almadías oceánicas, de velas cuadradas, podían llevar
hasta 50 hombres, mas una carga de 30 toneles) y a uso práctico en lo que se viene
llamando la Confederación de Mercaderes. (Esta denominación, basada en el relato
de Bartolomé Ruíz recogido en el Códice CXX de Viena, fue acuñada por Jijón y
Caamaño en 1938).
Se ignora a partir de qué momento los manteños, huancavilcas y punenos
inician la alianza que dio lugar a la mencionada Confederación. Hay autores que
remontan al 500 a.C. la alianza entre los Mantas y los Huancavilcas de Puná y algo
posteriores las formadas con Milagro-Quevedo y Atacames, pero existe suficiente
acuerdo en estimar que no resultó consolidada hasta que se alcanzó el auge comercial
en torno a la comercialización masiva del mullu (hacia 900 d.C.). Posteriormente, se
fortaleció por la necesidad de disponer de un potencial defensivo mayor frente a las
incursiones cuzqueñas, que desde tiempos de Tupac Yupanqui y a lo largo del
reinado de su hijo, Huayna Cápac (entre 1493 y 1527), intentaron conquistar la parte
meridional del territorio de la Confederación.
Cada grupo tuvo su capital, donde residía el curaca (o cacique). En los
últimos años el señor de los huancavilcas fue también la máxima autoridad de la
Confederación y residió en Salango.
Comercialmente, explotaron el mullu, la sal y las maderas de la zona del
Guayas. También distribuyeron productos serranos, como la obsidiana y
manufacturaron otros para su venta en distintos mercados (tianguez). Establecieron
enclaves coloniales en el mismo territorio ocupado antiguamente por gentes de La
Tolita - Tumaco, cuando estas declinaron culturalmente. De ellos aprovecharon, para
fines comerciales, los antiguos lugares-santuario (isla de La Tolita, en la
desembocadura del río Santiago) y de ellos obtuvieron elementos de intercambio de
origen colombiano o de la sierra ecuatoriana, como esmeraldas, oro y coca.
Crearon dos tipos de moneda: una en forma de hoja de hacha, con múltiplos y
divisores, para fines profanos; y otra, el Spondylus, para fines religiosos o afines.
Esta última, que era un requisito importante para el culto, actuó de propulsor del
comercio en toda el área andina.
La especialización de los distintos gremios productores fue muy alta.
Comerciantes, pescadores, artesanos que manufacturaban el mullu, agricultores y
tejedores ocupaban zonas definidas para realizar sus actividades. La isla de La Plata,
el más antiguo puerto de intercambio del mullu (2600 a.C.), después santuario Bahía
(500 a.C. - 500 d.C.), se convirtió también en centro transformación del Spondylus,
así como Salango. En Agua Blanca (en el sur de Manabí) se cultivaron y procesaron
gran cantidad de alimentos, excesivos para el numero de habitantes locales, de modo
que se hizo precisa la ampliación de su red de venta. En la Sequita, población al
norte de Manta, la gran cantidad de fusayolas (torteros) indica una alta concentración
de la industria textil.
La Confederación de Mercaderes se comportó como una alianza de naciones
ricas y organizadas (interesantes para ser anexionadas por el imperio incaico), con
una gran voluntad de independencia (que hizo fracasar una tras otras las incursiones

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de los emperadores incas) y una irrenunciable vocación comercial. Esta característica
hizo que, incluso en periodos de guerra, sus mercaderes especializados (mindala)
mantuvieran la actividad comercial sobre el mullu con los funcionarios incas
especializados en su provisión (los llamados mullu chasqui camayoc).

El comercio terrestre del Spondylus. Rutas de intercambio y entrada del


Spondylus a la región centroandina

La presencia del Spondylus en los Andes centrales desde el período Precerámico


Tardío en adelante permite suponer la existencia de rutas terrestres de intercambio
entre la zona norandina (actual territorio de Ecuador) y centroandina (actual territorio
del Perú). Estas rutas, sin duda complejas y cambiantes debido a las coyunturas
económicas y sociales de cada época, habrían sido tan importantes como, para
Europa, la ruta del ámbar y, más tardíamente, el camino de Santiago.
La utilización prioritaria de la vía terrestre frente a la marítima fue sugerida
por primera vez por Anne Marie Hocqenghem. Esta autora considera que el acceso al
Spondylus por parte de las sociedades centroandinas se llevó a cabo,
fundamentalmente, por vía terrestre debido (entre otras razones) a la gran dificultad
de la navegación en contra de la corriente de Humboldt, de norte a sur. Los caminos
prehispánicos de la sierra y de la costa habrían sido los grandes ejes de comunicación
entre los Andes centrales y septentrionales. Las evidencias arqueológicas desde el
período Formativo hasta el Imperio Inca indican las relativas variaciones en estas
rutas y la existencia de diversos centros de intercambio (tianguez) en la zona de
interacción. Éstos habrían sido Cerro Narrío, Chongoyape y Cupisnique durante el
Formativo, la zona de Vicús (Mochica) durante el Período Intermedio Temprano, la
zona de la margen izquierda del río Piura durante el Horizonte Medio, y Tumbes
durante el Período Intermedio Tardío (Chimú) y el Horizonte Tardío (Inca).
Sin negar la complejidad de tales rutas terrestres, la observación de la
localización de estos centros de intercambio sobre un mapa permite advertir su
posicionamiento costero (con la excepción de Cerro Narrío) a lo largo de una “ruta
mayor”, de la que constituirían un primer tramo. El segundo tramo, que comenzaría a
partir de Chongoyape o Cupisnique, se abre con dos opciones: la costera (desde Chan
Chan a Pachacamac y Nazca) o la serrana, con desviación hacia Cajamarca, Huaraz y
Jauja para acceder, por Huamanga, a Cuzco. De estas opciones, la segunda aparece
como más probable para constituir el segundo tramo de la “ruta mayor” pues la
costera peruana, a causa de su carácter desértico, no llegó a competir ni con la
comunicación marítima de cabotaje. De hecho, la “ruta mayor“ propuesta parece
coincidir con la seguida por Pizarro para la conquista del imperio Inca (Fig. 4). Las
rutas secundarias estarían constituidas por los márgenes de los ríos que desembocan
en el Pacífico. El cuadro vial se completa con la carretera cañari que partiendo de
Quito pasa por las ciudades de Ambato, Achupallas (al sur del actual Chimborazo),
Ingapirca y Tomebamba (la actual Cuenca) y Catamayo (Fig. 5) y serviría para
conectar Quito y Cuzco más directamente. A este respecto, Jorge Luna-Yepes indica
que “los indios preferían en sus vías la línea recta, pareciendo importarles poco las
gradientes a cambio de la cortedad del espacio”.
De un modo resumido, podemos hablar de dos grandes rutas, una costera y
otra serrana, más varios ramales transversales que las conectaban; y de una “ruta

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mayor” constituida, probablemente, por la ruta costera ecuatoriana y la ruta serrana
peruana.
De confirmarse la existencia de esas rutas como vías de difusión del
Spondylus, podría hablarse de los “caminos del Spondylus” de modo similar a como
en Europa se habla de los “caminos de Santiago” (camino Francés, camino del Norte
o Primitivo, camino Inglés, camino de Fisterra, camino Portugués, Vía de la Plata y
ruta del mar de Arousa-Río Ulla). Tal analogía sería útil para enriquecer, si cabe, el
pleno contenido simbólico de ambas rutas con las resonancias mutuas.

Cerro Narrío, distribuidor comercial de Valdivia

Cerro Narrío, surgió como ocupación temprana (hacia 2850 a.C.) en la provincia del
Cañar, en la sierra del Ecuador y aunque siguió las mismas pautas que el resto de
grupos contemporáneos (la búsqueda de la estabilidad, basada en la agricultura y en
la progresiva utilización de técnicas en curso de aparición) poseyó una característica
única del mayor interés: se constituyó en el primer intermediario en el comercio que
estableció Valdivia. Esta particularidad le proporcionó una personalidad específica,
que mantuvo y potenció en épocas posteriores.
Así, durante la práctica totalidad del Formativo (2200-1300 a.C.) estableció
una relación de permanente intercambio con la costa. La razón del éxito de esta vía
de comunicación costa-sierra hay que buscarla en la especial situación geográfica de
Cerro Narrío (cercano a Cuenca), que lo convierte en asentamiento clave para las
comunicaciones. Es sabido que, en la época prehispánica, éstas siguen los cursos
naturales del agua, y Cerro Narrío se encuentra en el vértice entre la vertiente
oriental, que se dirige a la cuenca amazónica, y la vertiente occidental que se dirige
al Pacífico. O lo que es lo mismo, en la encrucijada de una fácil ruta natural que
sigue los drenajes de los ríos Pastaza y Paute.
Según Lavallée, la mayor parte de la actividad redistribuidora del mullu por
parte de Cerro Narrío se realizó utilizando el valle del Marañón. De hecho, este gran
río, paralelo a la costa, sirve de paso hacia puntos vitales en la zona peruana, como
Kotosh (1200-870 a.C.), en la región del Huanuco y Chavín (850-200 a.C).
Cerro Narrío fue también un lugar de transformación del mullu. Entre las
producciones locales destaca la de pequeñas piezas, de las que hay una notable
variedad de diseños durante el periodo conocido como Cerro Narrío Medio.
Algunos arqueólogos subrayan el papel de Cerro Narrío no solo como centro
de transformación del mullu (con una gran parte de su población dedicada al
procesado del Spondylus en forma de cuentas) sino como centro de intercambio del
molusco con la Amazonia, donde el diseño de la concha aparece en muchas de las
cerámicas descubiertas allí.

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La Confederación Guayacuntur

Se trata de una alianza integrada por los grupos étnicos Ayahuaca, Caxas y Paltas,
distribuidos por las montañas del norte de Perú y la selva alta piurana, que llegaron a
controlar uno de los centros de intercambio comercial más importante del Spondylus:
la zona de Frías. Su operatividad parece estuvo asegurada desde el Formativo
Temprano (1000 a.C.) aprovechando su privilegiada ubicación geográfica, a medio
camino entre las altas tierras de la montaña y las polvorientas tierras del bajo Piura y
todo el bosque seco. En este lugar se darían cita las grandes caravanas de camélidos
que desde el sur traerían cobre, piedras preciosas y tejidos teñidos y bordados, y los
comerciantes de Guayaquil que, desde el norte portarían el codiciado mullu y
diversos objetos de fina orfebrería en oro y platino.
La existencia de la Confederación Guayacuntur está testimoniada por el
cronista Miguel Cabello de Balboa (1586) y el expediente de Diego de Figueroa
Caxamarca, recopilado por Espinoza en 1975. Por ellos se sabe también que la
Confederación Guayacuntur fue asimilada con éxito por los Incas durante el
gobierno de Huayna Cápac.

Los mercaderes chinchanos

La extensión del comercio del mullu por la costa y hacia las latitudes más
sureñas se realizó a través de los chinchanos o chinchays (800 – 1400 d.C.),
pobladores de la isla de Chincha y la actual costa sur del Perú. Según documentos
coloniales muy tempranos, la numerosa población de Chincha excedía a sus
posibilidades agrícolas y hubieron de fomentar su actividad comercial
intercambiando el cobre de las regiones productoras de Bolivia y Chile por la madera
de balsa y el mullu de la costa ecuatoriana (Fig. 6). Simultáneamente, liquidaban sus
excedentes pesqueros.
Algunos investigadores, como María Rostworowski, creen que los
mercaderes chinchays habrían navegado hasta Puerto Viejo, en la actual provincia
ecuatoriana de Manabí, y desde allí habrían transportado las conchas de Spondylus
hasta las costas meridionales. Se sabe que en la ciudad de Chincha, en 1530 (a la
llegada de los españoles), había 10.000 personas dedicadas al comercio de oro,
esmeraldas y espóndilos, y en 1570, al menos 6.000. De Chincha al interior (área de
Cuzco), el transporte habría sido terrestre.
Luego de ser conquistados por los Incas, siguieron ejerciendo sus actividades
mercantiles a pesar de que, en principio, quedaron fuera de las premisas de la
organización incaica. Su acreditada calidad de expertos comerciales a los ojos de los
incas y sus fuertes contactos con la Confederación de Mercaderes, les convirtieron en
excelentes intermediarios ante ambos colectivos. Se dice que el comercio del “oro
rojo” permitió a los chinchanos alcanzar un estatus de igual a igual ante los Incas.

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Los mercaderes chimúes y el tianguez de Tumbes

Contra la opinión de María Rostworowski, investigadores de la talla de


Daniel Sandweiss consideran que antes del control Inca, no eran los Chincha, sino
los Chimú (habitantes de la costa norte peruana) los que monopolizaban el acceso al
mullu, lo cual podría estar corroborado por la abundante presencia de objetos y
representaciones del Spondylus en contextos y sitios Chimú y la virtual ausencia de
los mismos en contextos Chincha. Sin embargo, es preciso tener en cuenta que la ruta
del mullu era un asunto político y, como tal, hubiese sido peligroso quizás dejarlo en
manos de un reino tan poderoso como el Chimú, de tal manera que al consolidarse el
dominio de los Incas, estos habrían preferido que el reino de Chincha monopolizara
este tráfico.
Mediando en esta discusión, Anne Marie Hocqenghem cree que tanto en el
Período Intermedio Tardío (Chimú) como en el Horizonte Tardío (Inca), el principal
centro de intercambio del mullu fue Tumbes. Además, tal como se verá más adelante,
Tumbes funcionó como taller principal de la transformación del Spondylus.

La recolección de las conchas sagradas

La adquisición de las conchas de Spondylus se inicia por el proceso de extracción del


molusco de sus lechos de arena en las profundidades marinas. Si bien la explotación
de las conchas de Spondylus podría haberse realizado tanto por buceo como por
arrastre, es definitivo que la recolección de estas conchas era una tarea de
especialistas. Las imágenes más detalladas relativas a este proceso, se presentan en
ornamentos, principalmente de plata, de las culturas Lambayeque y Chimú. En
orejeras, narigueras, broches y cuencos se representa a los buzos (Fig. 7), nadando
con cuerdas atadas a la cintura recogiendo Spondylus, siendo en algunas ocasiones
clara la imagen de otros personajes sosteniéndolos en plataformas de buceo. Otras
veces, las representaciones han sido bastante simplificadas, pero se puede identificar
por asociación con las imágenes más complejas. En las orejeras, la nariguera y el
huso de plata presentados en la famosa exposición “Spondylus, ofrenda sagrada y
símbolo de paz” (conmemorativa del Tratado de Paz entre Perú y Ecuador y que tuvo
lugar en el Museo Arqueológico Rafael Larco Herrera, desde el 14 de mayo hasta el
22 de Agosto de 1999) se pudieron apreciar versiones distintas de la escena de
recolección de las conchas de Spondylus.

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El transporte de las conchas

El transporte de las conchas desde los lugares de extracción, en el mar, hasta los
almacenes se realizaba, en bolsas de red (para evitar en lo posible la rotura de las
espinas o excrecencias), sobre pequeñas embarcaciones de juncos o madera de balsa
(Fig. 8).
Para la comercialización masiva se utilizaban grandes balsas de vela análogas
a la que utilizó en 1521 el piloto Bartolomé Ruíz a lo largo del Tumbes y que estaba
maniobrada por 20 personas y transportaba “lingotes de oro y plata, coronas,
diademas, cinturones, cascos y armaduras, pectorales, tenazas, campanas, collares,
espejos decorados de plata, mantas de algodón, camisas y vestidos” (Relación
Sámano-Xerez). Transportaban todo esto para cambiarlo “por esas conchas con las
que hacen cuentas de color coral...”.
En tierra, las conchas eran transportadas probablemente por porteadores o,
más al sur, por caravanas de llamas, como se dijo más arriba.

Talleres de transformación del Spondylus

El Spondylus es un material difícil de trabajar. Poco es lo que se conoce acerca de los


talleres y la talla del Spondylus en el área central andina. Algunos talleres han sido
identificados en las zonas de La Plata, Batán Grande (Lambayeque) y Tumbes.
Desde 1978, las excavaciones de J. Marcos y P. Norton han evidenciado en la isla de
La Plata una factoría que funcionó desde la fase Valdivia III (aproximadamente 2500
a.C.) hasta la llegada de los españoles. Hallaron que el suelo estaba recubierto con
centenares de conchas sucias, limpias o medio trabajadas, mezcladas con fragmentos
de cerámica pero en un determinado lugar, se encontraron centenares de conchas que
habían sido limpiadas cuidadosamente. Según estos arqueólogos, solo la parte rojiza
del molusco (chaquira colorada) parecía ser apreciada.
A partir de las evidencias arqueológicas encontradas en los talleres de
Tumbes y Rica Playa, Anne Marie Hocquenghem nos ha brindado información
acerca de los instrumentos y técnicas utilizados en la talla del Spondylus y de otros
materiales malacológicos. Son principalmente instrumentos de piedra tales como
cantos rodados, piedras porosas y lascas las que se utilizaron para raspar, pulir,
cortar, tallar y perforar las conchas, que fueron definitivamente seleccionadas según
la especie, edad y belleza. Al trabajar las conchas, se obtenían concreciones, de las
cuales se prepararían los nódulos alisando los contornos. Los nódulos se recortaban
con lascas hasta obtener las figuras deseadas, que se perfeccionaban mediante el
pulido.
En los diversos ornamentos que figuran en las exposiciones y fondos
museísticos, podemos apreciar los distintos tipos de trabajo de la concha del
Spondylus, desde las diminutas cuentas o chaquiras, cada una de las cuales habría
demandado horas de trabajo, hasta los collares formados por nódulos pulidos (Fig.
9), pasando por los collares con pendientes que representan diversas figuras logradas
por los artesanos del mullu aproximadamente mil años atrás, sin olvidar los
espectaculares pectorales (Fig. 10).

13
Spondylus y posiciones de poder en las sociedades centroandinas

Desde tiempos muy tempranos, el Spondylus estuvo presente en la cosmología y los


rituales andinos. Tanto los objetos confeccionados con la concha de este molusco,
como las representaciones del mismo en cerámica y otros materiales aparecen en
contextos funerarios y ceremoniales desde el período Precerámico Tardío. Piezas de
cerámica en tumbas Cupisnique/Chavín costera (800-300 a.C.) representando al
Spondylus, conchas de Spondylus pulidas y pectorales de cuentas de Spondylus en
tumbas de la élite Mochica (100 a.C. - 700 d.C.) (Fig.11), orejeras y narigueras de
plata con la escena de obtención de este molusco por buzos, frecuentemente
representada en la iconografía Lambayeque (900 d.C.), talleres Chimú de confección
de objetos de Spondylus (1300 d.C.), figuritas y adornos de Spondylus acompañando
a personajes de alto estatus de la sociedad Inca (1500 d.C.) son sólo algunos de los
ejemplos de la presencia del Spondylus en las sociedades que se desarrollaron en el
área central andina.
Si bien es constante, esta presencia varía en frecuencia. Por ejemplo, hay que
mencionar que las representaciones y ornamentos hechos de Spondylus son
prácticamente inexistentes en el arte Nazca, haciéndose mucho más frecuentes a
partir del año 800 d.C., lo cual puede observarse en los contextos Huari (Fig. 12) y
Lambayeque (Fig. 13). Ya para tiempos Chimú, la representación del Spondylus
constituye uno de los motivos más recurrentes en el arte de esta cultura (Fig. 14) y
son abundantes los ornamentos fabricados con la concha de este molusco (Fig. 15).
La asociación entre el Spondylus y las posiciones de poder de las sociedades
precolombinas se hace más clara a partir de los relatos que aparecen en las crónicas
(Cabello de Balboa y Rubiños de Andrade) en las que se cuenta la famosa leyenda de
Naylamp o Naymlap, héroe fundador del reino Lambayeque que llega en balsas a las
costas norteñas de Perú acompañado de sus esposas, concubinas y 40 sirvientes.
Entre sus seguidores se destaca la presencia de Fonga Sigde, personaje encargado de
derramar polvo de Spondylus en el camino por donde había de pasar su señor.
Por las evidencias etnohistóricas, arqueológicas e iconográficas es de suponer
que la extracción, el depósito y la trasformación del Spondylus en objetos de alto
valor simbólico estuvo dirigido por un grupo de funcionarios especializados ligados a
la estructura social dominante de la época. Alguien tuvo que ser el encargado de
establecer contactos directos y formar acuerdos a fin de poder tener acceso al
Spondylus, monopolizado por el reino ecuatoriano de Salangone. Por lo tanto, podría
sugerirse, como lo hace Alana Cordy-Collins, que el oficio de Fonga Sigde
aparecería en tiempos Lambayeque y a partir de este entonces el comercio de este
bien se institucionalizaría.

14
Spondylus en la cultura Moche: los Señores de Sipán

Los mochicas son uno de los pueblos peruanos más conocidos y divulgados a
través de su inigualable cerámica. Su cultura, centrada en los valles de Moche y
Chicama, llegó al valle de Lambayeque por el norte y englobó culturas menores
como la Virú. No tuvieron ciudades pero sí dieron lugar a una arquitectura
monumental (pirámides de adobe), producciones cerámicas y pinturas murales. Por
ellas sabemos que diferenciaban entre jefes políticos y religiosos.
En febrero de 1987, un grupo de arqueólogos peruanos detuvo el saqueo y
destrucción de uno de los lugares más significativos de la costa norte: Sipán, ubicado
a 40 Km. al sureste de la actual Chiclayo. Aunque una importante tumba de cámara
ya había sido expoliada por los profanadores, los arqueólogos pudieron rescatar del
saqueo un pectoral de recortes alargados de concha, una máscara de cobre de 25
centímetros de ancho y un espectacular bastón o cetro de cobre fundido de 1 metro
de longitud y cuatro kilos de peso.
Tras estos primeros hallazgos, la excavación de la parte superior de la
estructura funeraria proporcionó 1150 vasijas de cerámica, restos de alimentos, 4
coronas de cobre, huesos de llamas y el esqueleto de un hombre, dispuestos para que
acompañasen a alguien de muy alto rango ("El Señor" o Siec, en idioma Mochica).
Sucesivamente y en perfecto orden aparecieron los restos fragmentados del cráneo de
quien ya se llamaba "El Señor de Sipán", con dos pares de orejeras de oro y
turquesas a ambos lados. Luego, tres lanzas agudas y discos de cobre. Los pies del
Señor, calzados con sandalias de plata, estaban orientados hacia el norte cardinal y la
cabeza hacia el sur. Alrededor del fardo funerario, originalmente envuelto en mantos
de algodón, se encontraban muchas conchas de Spondylus traídas desde el Golfo de
Guayaquil. Progresivamente, se fueron desvelando estandartes cuadrados con figuras
humanas en cobre laminado representando un personaje con los brazos y puños en
alto, un par de réplicas en oro de los ojos del Señor y dos ligeras narigueras de oro.
Luego, se pudo ver que el cráneo del Señor descansaba sobre un casquete también de
oro y se halló un tercer par de orejeras en oro y turquesas que representaban a un
venado en actitud de correr.
Entre los hallazgos más llamativos de la tumba del Señor de Sipán (270 a.C.)
se incluyen 11 “pectorales” de pequeñas cuentas de conchas rojas, blancas y
anaranjadas de Spondylus, dispuestos no solo sobre el pecho sino también sobre las
piernas y debajo del cuerpo. Destaca un pectoral blanco compuesto por 68 hileras de
cuentas blancas organizadas sobre cuatro armazones de cobre con perforaciones (Fig.
16). Además. cientos de cuentas de turquesas de apenas 2 milímetros formaban los
elegantes brazaletes del Señor. Y sobre el pecho, aparecieron dos filas con un total de
20 frutos metálicos de maní; la mitad de oro y la otra mitad de plata. Esta simbólica
dualidad o bipartición resultó una importante constante entre los objetos rituales del
entierro, pues el Señor al estar orientado de sur a norte, su lado derecho estaba
asociado al naciente, es decir, al sol; y la plata de la mitad izquierda ligada al
poniente, o sea a la luna. Este orden dual se encontró en otros importantes objetos y
ofrendas del ajuar funerario. Así, un lingote de oro reposaba sobre la mano derecha y
otro similar de cobre en la mano izquierda. La derecha sujetaba también el más
importante símbolo de su poder y jerarquía terrena: una especie de cetro y cuchillo
coronado por una vistosa pirámide invertida de oro, con relieves en los que un jefe

15
guerrero ricamente ataviado, tomaba por el cabello a un prisionero y dirigía con la
otra mano un mazo hacia el rostro.
Excavaciones más recientes en la zona han permitido descubrir otras dos
tumbas, la del Sacerdote y la del Viejo Señor de Sipán, esta última especialmente
rica en hallazgos de Spondylus trabajados. Formando parte del atuendo funerario del
Viejo Señor y debajo del pectoral, se encontró un primer juego de collares
representando a un personaje sobrenatural con ojos alargados y amenazadora boca
felina, de agudos colmillos, conformada por perfectas incrustaciones rojas de concha
Spondylus que resaltan su expresividad (Fig. 17). Un segundo grupo estaba integrado
por rostros más pequeños con la boca replegada en actitud de mostrar los dientes,
confeccionados también con Spondylus pero sin alcanzar la felinización de los
anteriores. El último juego tiene un tamaño intermedio y representa cabezas humanas
de formas semejantes pero de formato absolutamente realista y sin ningún atributo
especial.

La sacerdotisa y el Spondylus

Una de las más inquietantes representaciones del Spondylus es la encontrada en san


José de Moro en la que una sacerdotisa mochica ofrece la concha (una concha
simétrica de Spondylus) a una diosa (Fig. 18). Tal escena, fechada poco antes de la
invasión Huari, presenta particularidades interesantes. La primera es que la oferente
es la única mujer de alto estatus que ha aparecido representada en las excavaciones
arqueológicas de la cultura Moche y una de las pocas representadas en el arte
precolombino (las mujeres de Bonampak son también sacerdotisas). Otra es que el
Spondylus aparece asociado con la izquierda (mientras que para los indios de la
Columbia las conchas aparecen vinculadas con la derecha y los varones). De este
modo, y puesto que en la cultura moche la plata está asociada con la izquierda y las
mujeres, parece consistente asociar al Spondylus con este metal. La asociación puede
extenderse si incorporamos correspondencias de culturas próximas como la Luna
con la plata:

Spondylus – mujer – izquierda - Luna – plata

Volviendo con la representación de la sacerdotisa y el bivalvo, parece existir


acuerdo en la interpretación de la función del Spondylus como copa contenedora de
sangre. La asociación del Spondylus con la sangre es clara, pues cuando no es la
sangre de los dioses, es la sangre para los dioses o una copa para contenerla y cuando
no, un sustituto de la sangre (como lo fue el cinabrio).

16
Spondylus y tumis en la cultura Lambayeque

La cultura Sicán (a la que anteriormente nos hemos referido como cultura


Lambayeque), que fue posterior a la Mochica y anterior a la Chimú, floreció en la
zona de Batán Grande, La Leche y Zaña entre los años 700 y 750 d.C. y destacó por
su ideología religiosa y tradición funeraria.
Según el Dr. Izumi Shimada, director del Proyecto Arqueológico Sicán, es
rara la excavación en la que no se encuentren conchas de Spondylus, lo que da una
idea de la intensidad comercial con las costas ecuatorianas.
En una tumba expoliada (huaqueada) en Batán Grande (en la que se
extrajeron algo mas de 200 objetos de oro y plata y entre ellos un tumi con el Señor
Sicán alado) el relleno de la tumba se hizo con capas superpuestas de 1 a 2 m de
Spondylus, esmeraldas, lapislázuli, y cinabrio.
Como es sabido, el tumi es un cuchillo de mango rectangular y hoja
semicircular que ya era conocido en el periodo Vicús-Mochica. Los tumi planos de
cobre se hallan tanto en contextos domésticos como funerarios mientras los de oro
servían para propósitos ceremoniales. Las representaciones que se plasman en la
cúpula del tumi incluyen animales, Spondylus, a Naylamp y, en el caso que nos
ocupa, al Señor Sicán (para algunos autores, el propio Naylamp) en una serie de
posiciones y diferentes atributos.
El Señor Sicán suele presentar un tocado semicircular (muchas veces
compuesto por tres spondylus) con incrustaciones de turquesa, lapislázuli y
spondylus, decorado en la cresta con hilos de oro en forma de olas, y con pendientes
de pájaros en los lados; una cara estilizada, una túnica, rodilleras y sandalias. Reposa
sobre una plataforma o un cojín. En algunos casos aparece con los brazos
flexionados, agarrando en cada mano una esfera; otras, asiendo una copa con ambas
manos; y en alguna ocasión, con las piernas cruzadas, alado y con una esfera en una
mano y un tumi en otra.

Spondylus en las culturas Huari e Inca: la fundación de Pikillacta y el Inti Raymi

La importancia del Spondylus en la culturas posteriores a la Chimú puede ser


estimada a partir de su presencia, como elemento ritual, en la fundación de ciudades
y en la celebración de festividades.
Con el establecimiento de la cultura Huari (800-1200 d.C.) parece ir parejo la
utilización del Spondylus en las ofrendas fundacionales de ciudades y fortalezas. Un
bello ejemplo es el constituido por los hallazgos en los cimientos de la fortaleza de
Pikillacta, cercana a Cuzco: está compuesta por un gran clavo de cobre, unas valvas
de Spondylus pictorum y un conjunto de figuritas de turquesa en tamaño decreciente
(Fig. 19). Los personajes están finamente trabajados y aparecen ataviados con
vestidos diferentes, a excepción de un prisionero desnudo.
Para los Incas, el Inti Raymi fue sin duda la más grande y espectacular
festividad que se tuvo en época prehispánica. Se llevaba a cabo en el solsticio de
invierno del Hemisferio Sur (el 21 de junio de cada año), en la gran Plaza Principal
del Cuzco. Estuvo destinada a rendir culto al Sol o Inti, enaltecer al Inka, agradecer
las cosechas y pedir protección para los hijos. Los preparativos debían llevarse a

17
cabo en el Corikancha o Templo del Sol y en el Haukaypata que era el sector
nororiental de la gran Plaza Principal, reservada a la nobleza. A la salida del Sol, la
población debía saludar al Dios Sol con la much'ay (emitiendo besos sonoros
ofrecidos con las manos) y luego entonando cánticos con llanto (wakay taky).
Posteriormente, el Inka tomaba en sus manos dos vasos ceremoniales de oro (akilla)
que contenían chicha (cerveza de maíz) y los ofrecía uno al Sol y otro, tras haber
bebido, a los nobles. El Sumo Sacerdote (Willaq Uma) debía efectuar, con un tumi, el
sacrificio de una llama completamente negra o blanca y con las manos, extraerle el
corazón palpitante y otras vísceras para efectuar predicciones. Después, debía
producir el fuego sagrado recibiendo los rayos del sol en un medallón cóncavo que
además contenía algún material resinoso para que entrara en ignición.
Sucesivamente, se debía consumir el sanqhu, una especie de alimento sagrado
preparado en base a harina de maíz y sangre de la llama sacrificada (que comparte
con el Spondylus los colores blanco y rojo que caracterizan la comida de los dioses).
La fiesta tenía lugar, simultáneamente, en el resto del imperio y terminaba
con el reparto gratuito de comida y chicha abundante, a cargo del Inka o de los
depósitos públicos. De modo paralelo, en los templos y oratorios, se realizaban
innumerables sacrificios de llamas de color negro, doncellas y niños (hasta 500) y
ofrendas de Spondylus.
En la actualidad, se escenifica el Inti Raymi en el Chukipanpa o la explanada
de Saqsaywaman, el día de San Juan (24 de junio).

Spondylus como ofrenda a los apus

Juanita es la momia de una niña que fue sacrificada cuando tenía entre 12 y 14 años.
Su cuerpo congelado fue encontrado, el 8 de septiembre de 1995, en el nevado
Ampato (región de Arequipa, sur de Perú), a 6300 m de altitud, por el antropólogo
Johan Reinhard y el arqueólogo José Antonio Chávez. La doncella inca habría sido
sacrificada, según estudios, hace más de 500 años a los apus o montañas sagradas. La
ofrenda, al parecer, tuvo por finalidad aplacar la furia de los volcanes Misti y
Sabancaya que por esa época, año 1466 aproximadamente, estaban en plena
erupción. Su ajuar consta de 25 objetos: figurillas de oro y plata, Spondylus, vasos,
cántaros y platos de cerámica, así como alfileres o tupos con los que sujetaba sus
ropas y textiles. El objeto más bello de este ajuar es, sin duda, la figurita de una
llama fabricada en concha de Spondylus (Fig. 20).
En 1996, patrocinado por la National Geographic Society, Reinhard volvió a
hallar otra momia similar a Juanita en las alturas del nevado Picchu Picchu, en la
zona de Arequipa.
Figuras de llamas y conchas de Spondylus están también presentes en los
ajuares funerarios de las momias infantiles de Salta y en los cerros Aconcagua (6960
m) y El Plomo (5200 m)(Fig. 21), que pueden corresponder al ritual apacocha
(ceremonia para celebrar el nacimiento del inca, coronación, enfermedades, muerte o
participación en alguna guerra, en la que el niño moría por congelación en vez de
golpeado).

18
La pérdida de un símbolo de identidad

Pedro Cieza de León, al describir los pueblos de Manabí, nos dice: “Traen en su
personas algún adornamiento de joyas de oro y algunas cuentas muy menudas, a
quien llaman chaquira colorada, que era rescate extremado y rico. Y en otras
provincias he visto yo que se tenía por tan preciada esta chaquira, que se daba hasta
cantidad de oro por ella”.
Esta situación contrasta drásticamente con la que pocos años después se
produciría con la imposición de los criterios económicos y culturales de los
conquistadores: las conchas dejaron de tener valor a todos los efectos y la actividad
de extracción y trabajo del mullu fue declinando paulatinamente hasta casi
desaparecer. Cien años después de la presencia española, toda actividad en torno al
Spondylus resultaba falta de interés económico, pudiendo justificarse con toda
propiedad el cantar:

“Muchachos, a trabajar
si quieren tener mujer;
pues no la han de mantener
con las conchitas del mar”

El Spondylus ha llegado a nuestros días con un bagaje económico y espiritual


minimizado (relegado a elemento de colección o de fetichería) que, sin embargo,
puede ser activado y revalorizado, si ecuatorianos y peruanos así lo quieren. Esto
puede conseguirse de dos modos: recuperando su significado como elemento de
identidad cultural indígena y enriqueciendo su contenido simbólico con nuevos
objetivos.

La recuperación del Spondylus como símbolo de cooperación entre Perú y


Ecuador

Si en el pasado el Spondylus fue alimento de dioses, ofrenda a las divinidades


masculinas del mar y de la noche, símbolo de fertilidad, auspiciador de lluvias y
atributo de poder y prestigio, hoy en día, se ha enriquecido con otro significado: el de
símbolo de entendimiento y cooperación entre Perú y Ecuador.
La historia de los pueblos de América ha conocido épocas de amistad y de
discordia. En la actualidad, la amistad de los países andinos parece consolidada y
algunas fórmulas de cooperación están cobrando forma. De hecho, el entendimiento
de los dignatarios de Perú y Ecuador, alcanzado a raíz de la resolución del conflicto
de fronteras en 1998, ha constituido el primer paso para la deseada cooperación. El
siguiente paso es transmitir ese objetivo a ambos pueblos a través la adopción de un
símbolo común, que es la mejor manera de acceder al subconsciente colectivo.
La fe y los deseos son normalmente plasmados en símbolospara hacerlos
evidentes. Los símbolos son importantes porque ayudan a asociar algo con un
contenido, ayudan a comunicar sin que se hable, a sensibilizar valores sin tener que
explicarlos y a proyectar visiones. Tienen una connotación histórica que, a su vez,

19
trasmite un mensaje, e identifican al portador con un determinado credo y con un
proyecto de vida.
En el mundo andino, el dios Wiracocha (el jaguar con los dos báculos), fue
uno de estos símbolos y como tal fue representado, amplia y generosamente, desde
Nazca hasta Huari, de la costa a la sierra, en el norte y en el sur, integrando los
Andes a través de una visión común.
En ese mismo sentido, el Spondylus se convirtió, para la mujer y el hombre
precolombinos, en una posesión más valiosa que el oro, las esmeraldas u otras
piedras preciosas, más que los animales y la comida. Lo más importante que se podía
dar a los dioses, por debajo del sacrificio humano, era el Spondylus.
Hay muestras del Spondylus en los ajuares funerarios del Señor de Sipán y de
la momia Juanita, ya referidos . En Pachacamac se puede ver una puerta de adoración
con ocho Spondylus. En la parte superior de El Lanzón de Chavín de Huántar se
distingue, esculpido, al Spondylus. Su presencia es reconocible en los mantos
Paracas. Es una constante en la cultura Chincha y componente esencial de las demás
culturas preincas.
Sin embargo, el valor del Spondylus no sólo está en su bagaje histórico o su
carácter de pieza de intercambio cultural y comercial sino, principalmente, en el
simbolismo de unión que encierra. Su valor ha obligado a los políticos peruanos y
ecuatorianos, como a los antiguos buzos, a sortear las difíciles aguas de las
discrepancias de los últimos sesenta años de historia para rescatar dos mil años de
unión entre sus pueblos, al objeto de ofrecerles una perspectiva deseable.
El Spondylus es el símbolo de una paz con futuro y de un futuro con paz. Y
vuelve a ser, como lo fue para los antiguos peruanos y ecuatorianos, el bien más
preciado, porque un desarrollo en paz es el legado más valioso que se puede ofrecer a
las futuras generaciones.

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VV.AA.: “El "Mullo" (Spondylus princeps), Alimento de los Dioses Andinos”. En: Actas del
Seminario sobre la situación de la investigación de las Culturas Indígenas de los Andes
Septentrionales. Ediciones Cultura Hispánica, Madrid, 1985.

VV.AA.: “La América Antigua”. Ed. Folio. Sant Vicenç dels Horts, Barcelona, 1989.

ZEVALLOS MELÉNDEZ: “Estudio regional de la orfebrería precolombina de Ecuador y su


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XEREX, Francisco de: “Verdadera relación de la ocupación del Perú”. En:


Biblioteca de Cultura Peruana. Vol 2.: Los cronistas de la Conquista. París, 1938.

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Apéndice 1. Cronología de las culturas del Ecuador

Ecuador Ecuador
Costa Sierra
Inca
Atacames
Cañari
750 – 1533 d.C. Integración Manteña
Cuasmal
Milagro-Quevedo
Puruhá
Panzaleo

Tolita Tuncahuán
Jama-Coaque Carchi
500 – 750 d.C. Desarrollo Regional
Bahía
Guangala

1200 – 500 a.C. Formativo Tardío Chorrera Narrío

1500 – 1200 a.C. Formativo Medio Machalilla

3500 – 1500 a.C. Formativo Inicial Valdivia

7000 – 3500 a.C. Arcaico

Apéndice 2: Cronología de las culturas del área andina central

Costa Costa Costa Sierra


Norte Central Sur
1460-1532 d.C. Inca
Chimú Chancay Ica-Chincha Chanca
1200-1460 d.C. Lambayeque
800-1200 d.C. Huari
Mochica Lima Nazca Huarpa
400-800 d.C. Recuay
Virú
400 a.C.-400 d.C Vicús Paracas
2000-400 a.C. Cupisnique Chavín
7000-2000 a.C. Periodo arcaico

Apéndice 3: Horizontes y Cronología generales

Denominación
Denominación Lowe
Luis G. Lumbreras
1440-1532 d.C. Horizonte Tardío Imperio Inca
1100-1440 d.C. Periodo Intermedio Tardío Reinos y Estados Regionales

600-1100 d.C. Horizonte Medio Imperio Huari (Wari)

200 a.C.- 600 d.C Periodo Intermedio Temprano Culturas Regionales

1000-200 a.C. Horizonte Temprano Formativo Medio y Tardío


1700-1000 a.C. Periodo Inicial Formativo Temprano
2500-1800 a.C. Pre-cerámico Tardío Arcaico Tardío
4500-2500 a.C. Pre-cerámico Medio Arcaico Medio
6000-4500 a.C. Pre-cerámico Temprano Arcaico Temprano

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Pies de figuras

Fig. 1. Concha de Spondylus

Fig. 2. Dualidad de colores en la concha de Spondylus princeps

Fig. 3. Culturas de Ecuador

Fig. 4. Ruta de Pizarro

Fig. 5. Ruta Cañari

Fig. 6. Ruta del mullu

Fig. 7. Buzo

Fig. 8. Vasija Lima con escena de transporte de Spondylus


(reconocible por la presencia de tres pescadores sobre sus
respectivos caballitos de totora y la actitud del personaje
central mostrando un Spondylus)
Datación: 1-800 d.C.

Fig. 9. Collar a base de cuentas de Spondylus princeps.


Datación: 200 a.C. -1532 d.C

Fig. 10. Pectoral a base de cuentas de Spondylus princeps.


Datación: 200 a.C. -1532 d.C.

Fig. 11. Pectoral de chaquiras de Spondylus princeps, reconstruido


según modelo de pectorales provenientes de enterramientos
Mochica del valle de Virú.
Datación: 1-800 d.C.

Fig. 12. Vasija de cerámica Huari con dos cuerpos escultóricos que
representan Spondylus.
Datación: 800-1300 d.C.

Fig. 13. Pieza Lambayeque con dos cuerpos escultóricos que


representan conchas de Spondylus. Sobre uno de los
Spondylus se encuentra un personaje sentado.
Datación: 800-1300 d.C.

Fig. 14. Huso Chimú, en plata, que representa a un buzo con un


Spondylus en sus manos.
Datación: 1300-1532 d.C.

Fig. 15. Pendiente Chimú

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Fig. 16. Pectoral del Señor de Sipán

Fig. 17. Máscara del Viejo Señor.

Fig. 18. La Sacerdotisa y el Spondylus.

Fig. 19. Recreación de la ofrenda fundacional hallada en los cimientos


de la fortaleza de Pikillacta, cercana a Cuzco.
Datación: 800-1200 d.C.

Fig. 20. Ajuar de Juanita.

Fig. 21 Momia de El Plomo.

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