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Amor constante, ms all de la muerte

Francisco de Quevedo

Cerrar podr mis ojos la postrera sombra que me llevare el blanco da, y podr desatar esta alma ma hora a su afn ansioso lisonjera; mas no, de esotra parte, en la ribera, dejar la memoria, en donde arda: nadar sabe mi llama la agua fra, y perder el respeto a ley severa. Alma a quien todo un dios prisin ha sido, venas que humor a tanto fuego han dado, medulas que han gloriosamente ardido, su cuerpo dejar, no su cuidado; sern ceniza, mas tendr sentido; polvo sern, mas polvo enamorado.

[Quevedo, Francisco de: Obra potica, tomo I, ed. de Jos Manuel Blecua Teijeiro. Madrid, Castalia, 1969-1971, pg. 657.]

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