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Proyecto “Conservación de la biodiversidad y manejo comunal de recursos

naturales en la cuenca del río Nanay”


IIAP- BANCO MUNDIAL/GEF

CUIDANDO NUESTRA SELVA

Cartillas para trabajo escolar

II. LA FAUNA AMAZÓNICA

José Álvarez Alonso


Dibujos: Jaime Choclote Martínez
Julio 2004
II.- FAUNA SILVESTRE AMAZÓNICA

ALGUNAS HISTORIAS PARA REFLEXIONAR

1.- El Chullachaqui y los cuatro amigos (*)


Hace muchos años, cuatro amigos campamento. Cada uno de los cuatro
Loretanos, Alfonso (conocido por sus amigos había hecho un corralito de
amigos como “Machín”), Rafael forma circular al lado del campamento,
(“Rafico”), Marcial (“Mashico”) y con palos duros clavados en el suelo,
Gerardo (“Gerucho”), estaban donde iba juntando sus motelos. Estos
trabajando madera en la cabecera animales se acostumbran rápidamente a
remota de una quebrada, el Tacsha vivir en cautividad, así que era fácil
Baratillo, en el alto Pucacuro, donde alimentarlos con chonta de shapaja,
había buenos manchales de cedro. El shebón o huicungo, hasta que venía el
lugar era tan apartado que necesitaban bote del patrón o bajaban con la balsa
remar quince días en canoa desde su de trozas de cedro a vender a la ciudad.
comunidad para llegar allí. El peque El motelo se convirtió en muchos
peque del patrón les llevaba víveres y campamentos de madereros de hace
pertrechos cada tres o cuatro meses años en una especie de “moneda” local,
(fariña, sal, azúcar, arroz, manteca, pues con él compraban al patrón en el
cartuchos, etc.) Como era un lugar muy lugar lujos tales como trago, o algún
apartado, había muchos animales, y enlatado, e incluso se dice que algunas
tenían carne en abundancia para comer. “visitadoras” que trabajaban en
Sin embargo, como la carne ahumada no campamentos madereros cobraban por
aguantaba más que una o dos semanas, sus servicios en motelos.
no servía cazar animales para negocio,
para llevar a vender en el pueblo o en la Un buen día, Machín, que era el más
ciudad, adonde bajaban una vez al año. joven y el mejor mitayero del grupo,
El único producto de cierto valor, mató una huangana. Como tenían harta
aparte de la madera, que podían carne de mono en la tuchpa, a Gerucho
“cosechar” en esos lugares lejanos y se le ocurrió una idea y les dijo a sus
conservarlo para vender en el pueblo o amigos:
en la ciudad eran los motelos. En aquella
zona había todavía bastantes. - “Cumpitas, podríamos hacer
trampa para cazar motelo y
Cada vez que encontraban un motelo en poner de empate la huangana,
el monte, lo amarraban con itininga y ¿Qué les parece?”
sus dos palitos, uno trabando las patas
delanteras y otro las traseras, se lo - “Me parece bien”, dijo el Machín.
echaban al hombro y lo llevaban al Pero sólo tenemos una huangana,

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y somos cuatro, cho. Además, yo Y así, los cuatro amigos se repartieron
no sé hacer trampa para motelo”. la huanganita, y en la tarde, después de
la chamba de librar las viales para
- “No seas chuncho”, le dice el revolcar las trozas hasta la quebrada,
Rafico. La huangana se puede cada llevó su cuarto y construyó su
partir en cuatro cuartos, uno trampa de motelo en un lugar apartado
para cada uno.” del monte.

- “Y la trampa de motelo es lo más


fácil que hay, shameco”, le dice el
Mashico, el más viejo del grupo.
Mira ve, te explico rapidito:
buscas un lugar bueno para el
motelo (un sogal, o un sacha
aguajal en el monte, por ejemplo),
y haces un hueco en el suelo con
el machete que tenga una boca
suficiente para que pase el
motelo más grande, y con el
fondo más ancho, para que el
motelo no pueda trepar. Luego
amarras el cuarto de huangana a
una altura de medio metro o así
del suelo, de modo que cuelgue
sobre el hueco. Cuando la
huangana comienza a pudrirse y a
Al día siguiente en la tarde, Machín
gotear, vas a ver que todos los
estaba pishtando pescado en el puerto,
motelos de la zona lo huelen y
en la popa de su canoa, cuando vio que
como el hambre les gana, por
bajaba boyando por la quebrada algo.
alcanzar el cuarto de carne
Con el remo lo jaló hacia la orilla, y por
“huañu huañu” caen al hueco como
la soga que había amarrada en un
si nada. Yo he llegado a coger así
extremo lo levantó. Se llevó tal susto
hace años hasta 10 ó 12 motelos
que casi se cae al agua desde la canoa:
de todo tamaño en una trampa en
¡Era el cuarto de huangana que él había
la que puse una pierna de
colgado encima de su trampa de motelo!
sachavaca.

Pálido del susto, subió corriendo al


- “Está bueno, yo voy a poner mi
campamento y les dijo a sus amigos:
cuarto de huangana en un aguajal
al fondo donde vi bastantes
- “Cumpitas, no saben lo que me ha
pisadas de motelo”, dijo alegre el
pasado. He encontrado bajando
Machín.
por la quebrada el cuarto de

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huangana que ayer puse en mi
trampa de motelo.” - “Pucha, eso me huele a mal
agüero”, dijo viejo Mashico, que
- “No seas shegue”, le dijo el también comenzaba a
Gerucho. “Seguro que es un preocuparse. Hay que fumar unos
pedazo de huangana que dejó el mapachitos para espantar al
tigre a la orilla de la quebrada maligno de por acá. En esta
por allá arriba”. soledad, esos diablos no dejan
nunca de fregar al mitayero, lo sé
- “No, cho. Tiene todavía la soga yo por experiencia”.
amarrada a la pata. Además lo
conozco bien, porque me acuerdo Y con la punta del remo empujaron el
que le puse doble soga para que pedazo de huangana para que siguiera
no lo pueda jalar el tigrillo”. bajando por la quebrada.
Puedes revisar si quieres, ahí
está apestando en el puerto.” Esa noche, los cuatro amigos fumaron
nerviosos los últimos mapachos que les
Los cuatro amigos bajaron al puerto y quedaban y se acostaron a dormir en su
analizaron el pedazo de huangana que tambito. Machín pasó muy inquieto esa
estaba ya hinchado, pues comenzaba a noche, y a la mañana siguiente, aún
pudrirse. Aunque ya las motas y caneros antes que amaneciera, despertó a sus
le estaban comenzando a comer por la amigos y se apresuró a contarles un
parte donde colgaba la carne, no tenía extraño sueño que había tenido:
marcas de que le hubiese comido algún
pedazo el tigre, y se notaba aún el - “Cumpitas, no saben lo que me ha
limpio corte de machete. Sin duda que hecho soñar la madre del monte.
era el pedazo de “su” huangana”. Les cuento. Iba yo por el monte
Además, en esa quebrada no había más con mi retrocarga, y de repente
gente trabajando madera. escuché como un ruido de
huangana en un palo grande
- “¿No lo habrá arrastrado a la hueco. Me paré para ver qué era,
quebrada el lluvión de anoche, y del hueco asomó un hombrecito
Machín?”, le preguntó así medio negro, que creo que era
preocupado el Gerucho, buscando el Chullachaqui, y me dijo:
todavía una explicación racional
al misterioso hecho. - “Mira, hombre. Yo soy el dueño
de todos los animales del monte.
- “No, cumpa. Yo lo puse en el No te mezquino que mates
aguajalito ese que hay al fondo animales para comer, pero lo que
de la trocha del huicungal, que no puedo permitir es que mates
queda como a una hora al centro. para hacer pudrir, que
Hay no hay quebradas ni qué desperdicies mis animales. El
vainas”. mitayero bizarro es el que busca

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el animal en el monte y caza sólo del monte y casi se muere.
lo que necesita. No seas Tuvieron que llevarle a un brujo
avaricioso. Es mi primer y último poderoso y recién se curó luego
aviso. La próxima vez que hagas de más de un mes de icaradas y
algo así, no te avisaré. Que sopladas, cho”, comentó Gerucho.
tengas un buen día de caza”.

Machín continúo contando su sueño a


sus amigos, que habían sacado sus
cabezas del mosquitero y escuchaban
impresionados:

- “Cuando entraba de nuevo en el


hueco, me fijé bien en su pie y vi
que uno era más pequeño que
otro, cumpas, acabó Machín.
Pucha, hoy si no voy a poner más
trampa de motelo.”

- “Ni yo tampoco”, contestó


Gerucho. “Ni loco para molestar
al Shapishico o Mayantu ése. Ya
me hizo una vez errar en el
monte, creo que fue porque le
quebré sin querer una rama del
caimitillo que tenía en esa chacra - “Por eso yo siempre que paso por
del Shapishico que hay en la una chacra de Shapishico le dejo
trocha a la Huarapal”. siquiera un mapachito en una
rama del caimitillo, con eso se
- “Yo sé de un amigo mío, que se le contenta y me ayuda a encontrar
ocurrió hacerle pendejada al los animales en el monte”, acabó
Shapishico, haciendo una vial le el viejo Mashico.
tumbó casi media chacra. Ese
pata se volvió afasi, cho, de lo Todos los cuatro amigos estuvieron de
que era buen mitayero nunca más acuerdo en que había que respetar las
pudo cazar harto, paraba reglas del Shapishico, y nunca más
escapando a los animales cuando hicieron pudrir animales para cazar
disparaba”, contó también el motelos, o tigres o tigrillos. A los pocos
Rafico. meses cayó una tremenda lluvia que
cargó de agua la quebradita en la que
- “Yo también conozco a un pata habían amontonado las preciosas trozas
que agarró manchari por una de cedro, y que ya estaba librada de
pendejada que le hizo al diablo troncos caídos para poder arrear la

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madera. Pudieron sacarla sin problema a d) ¿Conoces de alguna costumbre,
la quebrada grande, donde armaron su creencia o tradición en tu pueblo que
balsa, y a las dos semanas estaban en prohíba el desperdicio de recursos del
Iquitos con el patrón cobrando su bosque? ¿Alguna prohibición o norma
platita por tantos meses de trabajo. La que establezca reglas para
historia del Shapishico quedó atrás, aprovechar los recursos del bosque,
pero nunca más violaron la promesa sean los animales o los árboles?
hecha esa madrugada de respetar las Respuesta:
leyes de la selva, de no desperdiciar los
recursos del monte. e) ¿Qué deberíamos hacer para
evitar que los animales se sigan
(*7) Historia real narrada por el Sr. acabando? Da alguna idea para
Alfonso Isampa, Comunidad 28 de solucionar el problema de la gente
Julio, Río Tigre que hace desperdicio o mal uso de los
recursos del monte, especialmente de
Preguntas para el diálogo: los animales de caza...
Respuesta:
a) ¿Qué piensas de lo que hizo soñar
el Shapishico a Alfonso? Crees que
tiene razón el diablito del monte? f) ¿Conoces algún animal que se haya
Razona por qué. acabado en tu comunidad por culpa de
Respuesta: la caza excesiva? (Investiga con tus
padres o abuelos, y haz una lista)
b) ¿Conoces algún otro caso en que la 1.- Ejemplo, la maquisapa
gente abusa y desperdicia los 2.-
recursos del bosque? Descríbelos 3.-
1.- Ej., matar animales con cría (monos, 4.-
etc.) 5.-
2.-
3.- g) ¿Hay animales silvestres en el
4.- monte de tu comunidad que se están
5.- acabando por la caza excesiva? (Es
decir, que cada vez hay menos y son
c) ¿Crees que ahora hay más muy raros ahora)
animales, igual o menos que los que 1.- Ejemplo, la sachavaca
había antes en el monte? Investiga 2.-
con tu papá o tu abuelo, y averigua 3.-
por qué creen ellos que ha habido 4.-
cambios en la cantidad de animales
del bosque en los últimos años h) ¿Crees que debemos hacer algo
Respuesta: para cambiar esto? Sugiere algunas
ideas que se podría poner en práctica

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en tu comunidad para evitar que los 2.-
recursos se acaben. 3.-
1.- Ejemplo, prohibir que se siga 4.-
cazando animales que son ya muy
escasos

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2.- El bosque vacío (*)

La primera vez que caminé por un monte - “Porque nos les hemos comido toditos,
alto (bosque primario) en la selva pues”, me constó con una sonrisa casi
peruana fue en Intuto, en el curso culpable. “Por este monte yo solito he
medio del río Tigre, en 1984. Me baleado cantidad de monos estos años
acompañaba como guía Don Enrique de atrás, y aquí no vengo yo sólo a
Maynas, “Majo” para los amigos, un cazar”.
indígena Jíbaro – Achuar de amplísima
experiencia en la selva, que hoy - “¿Ya no quedan monos, entonces?”,
descansa con sus padres, cazando pregunté incrédulo.
sajinos seguramente en las amplias
selvas del paraíso. Para mí todo era - “Sí, pero más al centro”, me contestó
novedad en ese bosque, y preguntaba paciente Majo. “Antes yo salía a cazar
constantemente sobre lo que observaba tempranito, y a medio día ya estaba de
que me llamaba la atención. Enrique vuelta en casa con un sajino o un par de
tenía una paciencia infinita para machines, o dos o tres pucacungas.
contestar mis aburridas preguntas. En Ahorita tienes que caminar todo el día,
cierto momento, pasábamos por debajo y concentrarte tres o cuatro horas,
de un enorme shimbillo y observé que para poder hallar mono, y los sajinos
había una gran cantidad de frutos son bien mañosos, y cada vez hay menos
caídos pudriéndose en el suelo. Curioso también.”
del fenómeno, le pregunté a mi guía:
Efectivamente, no sólo los huayos del
- “Majo, ¿por qué se están pudriendo así shimbillo: debajo de cualquier árbol
estos huayos, ah?” frutal que nos encontrábamos en
nuestro camino pude observar que tenía
- “Porque no hay monos que lo coman, buena cantidad de frutos pudriéndose
pues ñaño”, me contestó. en el suelo. Sin embargo, después de
dos o tres horas de camino, a medida
- “¿Y por qué no hay monos, ah?”, insistí que nos adentrábamos más y más en la
ignorante. selva, pude observar que también se
incrementaban las huellas de animales y
cada vez se veían menos frutas

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pudriéndose y se observaba las señales - “Igualito pasa en el monte, Majo”, le
de los dientes del mono, del majás o del contesté yo. “Imagínate la cantidad de
venado en las frutas a medio comer. Era animales que podían estar engordando
obvio que la abundancia de fauna se con todos esos huayos de shimbillo,
incrementaba a medida que nos ungurahui, huasaí, caimitillo, chimicua,
alejábamos del pueblo. Este mismo sacha zapote, y cuántos más que hemos
patrón lo he observado en cada visto que se están pudriendo en el
comunidad loretana que he tenido la monte. ¿No crees?”.
oportunidad de visitar en los años
siguientes. - “Tienes razón”, me contestó Majo. Si
no hubiésemos acabado con todos esos
animales, ahorita podríamos haber
vuelto con uno o dos sajinos. Pero
fíjate, hemos caminado cinco horas y no
hemos visto más que pichico y
puquiador, qué bruto. Ni siquiera una
pucacunguita para canga de mis hijos
hemos podido balear.

- “Así es Majo”, le completé yo. “El


bosque es como un inmenso pastizal,
donde en vez de torurco hay árboles
frutales, y en vez de vacas, sachavacas,
venados y otros animales. Si la gente
fuese más consciente, no abusaría de la
caza y los animales abundarían cerca de
sus comunidades. Cualquier morador
podría cazar muchos más animales en
menos tiempo y sus hijos no pasarían
hambre. Es como si tuvieses en tu
De vuelta a la comunidad, la trocha huerta dos o tres gallinas. Si no te
pasaba al lado de un hermoso pasto de privas de comer huevos y gallina por
varias hectáreas, donde el torurco unos meses, no pueden aumentar, pero
crecía a su antojo. En un extremo, dos si las dejas que aumenten hasta siquiera
vaquitas pastaban plácidamente. tres o cuatro docenas, puedes comer
gallina y huevo cada pocos días. Eso se
- “Mira ve el güevón del dueño de este llama “inversión” o “ahorro”, cho. ¿Qué
pasto”, me comentó Majo. “Tiene el me dices?”
mejor pasto de todo el río, y sólo tiene
dos reses, cuando con este torurco bien - “Tienes razón, ñaño. Hay que hablar a
podría engordar a más de una docena. la gente para que no mate animales por
Vaya desperdicio”. acá cerca, para ver si aumentan. La
vaina es que la gente no piensa más que

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en comer hoy, no le importa lo que c) ¿Crees que vale la pena “invertir”
pasará mañana, con todo y sus crías los dejando de cazar en algunas zonas
acaban, no respetan nada”. ciertos animales escasos, para
permitir que aumenten y así poder
Ahí acabó nuestra conversación, porque cazar en el futuro muchos más
llegábamos ya al pueblo. Nuestros animales?
deseos de ver a los animales Respuesta:
recuperarse no se hicieron,
lamentablemente, realidad. La falta de d) Hay animales que siempre abundan,
reglas claras para aprovechar los por más que les cacen, y animales que
recursos del bosque amazónico no rapidito se acaban. Los últimos son
favorecían en esa época la aplicación de los que deberían tener normas de
cuotas de caza, vedas u otras medidas control de caza en las comunidades
de manejo de fauna. para evitar que se acaben. Enumera
cinco animales de cada grupo:
(*8) Hechos reales basados en el testimonio de Respuesta:
José Álvarez ♦ Animales abundantes, que soportan
bien la caza:
Preguntas para el diálogo: 1.- Ej., añuje
2.-
a) ¿Pasa lo mismo en tu comunidad 3.-
que en el pueblo de Intuto, que los 4.-
frutos se pudren en el suelo del
bosque por falta de animales que los ♦ Animales muy raros, cuya caza
coman? Descríbelo debería estar regulada para que no se
Respuesta: acaben:
1.- Ej., el choro
b) ¿Qué crees que se debería hacer 2.-
para evitar ese desperdicio? 3.-
Respuesta: 4.-

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3.- Historias de los viejos antiguos (*)

La abundancia de animales de caza en disponían los indígenas amazónicos en


tiempos pasados siglos pasados era extraordinaria.
Cuenta Fray Gaspar de Carvajal (*),
De acuerdo a los testimonios de cronista de la expedición de Orellana
exploradores y misioneros, la de 1540, la primera vez que europeos
abundancia de alimentos de que viajaron por el Amazonas, que en un solo

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pueblo del “País de Omagua” (en el “Y a hora de vísperas (= en la tarde)
Loreto actual, en algún lugar del bajo llegamos a un pueblo que estaba sobre
Napo), “había muy gran cantidad de la barranca y por nos parecer pequeño,
comida, ansí de tortugas, en corrales y mandó el capitán que lo tomásemos (...),
albergues de agua, y mucha carne y donde hallamos muy gran cantidad de
pescado y bizcocho, y esto tanto en comida, de la cual nos proveímos. En
abundancia, que había para comer un este pueblo estaba una casa de placer,
real de mill (= mil) hombres un año” (p. dentro de la cual había mucha loza de
71). Dice Carvajal que en todos los diversas hechuras, ansí tinajas como
pueblos en que desembarcaban podían cántaros muy grandes, de más de 29
encontrar comida suficiente para su arrobas, y otras vasijas más pequeñas,
gente, léase maíz, pescado y carne de como platos y escodillas y candeleros”.
monte. Algunas veces los mismos (p. 81) “El capitán mandó tomar puerto
indígenas les ofrecían la comida y otras en una población pequeña que estaba
ellos la tomaban a la fuerza. Por sobre el dicho río, y así se tomó sin
ejemplo: “Saltó el señor a tierra (...) y alguna resistencia, donde hallamos
mandó sacar de sus canoas mucha mucha cantidad de comida, en especial
cantidad de comida, ansí de tortugas, pescado, que de esto se halló tanto en
como manatís y otros pescados y abundancia, que pudiésemos bien cargar
perdices y gatos monos asados” (p. 59) nuestros bergantines, y esto tenían los
“Hallamos en este pueblo muy gran indios para llevar la tierra adentro y
cantidad de bizcocho y muy bueno, que vender” (p. 88). “Fuimos a tomar un
los indios hacían de maíz y de yuca, y pueblo donde los indios no se
mucha fruta de todos géneros”. (p. 80) defendieron: aquí se halló mucho maíz,
y ansí mesmo se halló mucha avena
como la nuestra, de que los indios hacen
pan, y muy buen vino, a manera de
cerveza, y ésta hay en mucha
abundancia. Hallóse en este pueblo una
bodega de vino, de que no se holgaron
poco nuestros compañeros, y hallóse
muy buena ropa de algodón” (p. 94)

(*) De Carvajal, Gaspar de. 1543. Relación del


nuevo descubrimiento del famoso río Grande de
las Amazonas. Edición de J. Hernández
Millares, Ed. Fondo de cultura económica.
México, 1955.

Un siglo más tarde, el P. Cristóbal de


Acuña descendió por el Amazonas hasta
la desembocadura acompañando al
capitán portugués Pedro Texeira y a sus
hombres.

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sustentan infinidad de patos y otras
Luego de hablar de la abundancia de la aves de agua, para cuando ellos quieran
pesca, y de su modo de pescar más aprovecharse de ellas. Y lo que más
habitual, con flechas, con lo que admira es el poco trabajo que cuestan
conseguían toda clase de pescado que todas estas cosas, como se puede
deseaban, el P. Cristóbal habla de “la colegir de lo que cada día
caza del monte y aves de que se experimentábamos en nuestro Real
sustentan”: (=campamento), de donde, después de
llegar a dormir, y después de ocupados
“Pudiera ser que hastiados estos los indios amigos que nos acompañaban,
habitantes de comer sólo pescado, en hacer barracas (=tambos)
aunque tan bueno, apetecieran, siquiera suficientes para todo el alojamiento, en
de cuando en cuando, alguna carne, y así que se consumía mucho tiempo, se
les previno la naturaleza a sus antojos, repartían unos por tierra con perros en
poblándoles la tierra firme con muchos busca de caza, y otros por agua, con
géneros de caza, como son: Antas solos sus arcos y flechas, y en pocas
(=sachavacas), que son del tamaño de horas veíamos venir a éstos cargados
una mula de un año y muy parecidas a de pescado, y a aquéllos con caza
ella en el color y disposición, y el gusto suficiente para que todos quedásemos
de la carne no se diferencia del de la satisfechos. Lo cual no era un día u
vaca, aunque toca algo en dulce. otro, sino cuantos duró nuestro viaje,
que fue tan cumplido como dije.
Hay también puercos montaraces Maravilla digna de admiración, y que
(=sajinos y huanganas), no jabalíes, uno sólo se puede atribuir a la paternal
y otro género, que tiene el ombligo en providencia de aquel Señor, que con
el lomo (por la glándula o ashnay), de solos cinco panes y pocos peces
que están pobladas casi todas las sustentó cinco mil hombres, quedándole
Indias; es muy buena carne y muy sana, el brazo sano y las manos llenas para
como también lo es la de otra especies mayores liberalidades”.
de estos mismos animales, que se hallan
en muchas partes, muy semejantes a los (*) Cristóbal de Acuña. 1642. En Informes
chanchos caseros nuestros. Hay de Jesuitas en el Amazonas, 1660 – 1684.
venados, pacas (=majás), cotias Monumenta Amazónica, Ed. CETA-IIAP,
1986. Pp. 52-54, Iquitos.
(=añujes), iguanas, yagutis (=achuni,
posiblemente), y otros animales,
En 1835, doscientos años después de lo
propios de las Indias, de buenas carnes
narrado por el P. Acuña, una expedición
y de buen gusto, que poco echan de
británica liderada por los tenientes W.
menos las más regaladas de Europa.
Smyth y F. Lowe descendió por el
Hay perdices en los campos y crían en
Ucayali y el Amazonas, y describió
sus casas algunas gallinas de las
también la enorme abundancia de
nuestras, cuya semilla bajó del Perú, y
alimentos de que disponían los
de unos a otros se ha ido extendiendo
indígenas.
por todo el río. En muchos lagos se

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b) ¿Conserva la gente en sus casas tanta
La abundancia de animales del monte comida para tiempos de escasez como
también es reflejada en este párrafo: cuentan que hacían los indígenas en el
“Nuestros indios se abastecían ellos pasado? De acuerdo a lo que describen
los viajeros, ¿crees que comían mejor los
mismos de carne; y, en cualquier
indígenas de antes, o la gente de hoy día
oportunidad en que hacíamos una
en las comunidades ribereñas? ¿Por qué?
parada lo suficientemente temprano en Respuesta:
el día para permitirlo, un grupo de ellos
iban al monte con sus arcos y flechas y c) ¿Abundan los animales en el monte y
cerbatanas (=pucunas), y nunca fallaban en el río igual que hace 360 años? ¿Los
de cazar algo, como monos, sajinos, y cazadores encuentran con tanta facilidad
aves”. (*) animales como en tiempos del P. Acuña?
Pregunta a los cazadores de tu pueblo y
(*) Smyth, W. And F. Lowe. 1836. describe la situación actual
Narrative of a Journey from Lima to Para, Respuesta:
the Andes and Down the Amazon. Longwood
Press, pp. 243-246: p. 259 London. d) ¿Qué crees que ha pasado en nuestra
tierra para que ahora haya tanta
escasez de animales en los bosques y en
Preguntas para el diálogo
los ríos?
a) ¿Existe la misma abundancia de
Respuesta:
alimentos en nuestras comunidades
amazónicas hoy como en los tiempos que
e) ¿Qué crees que se podría hacer para
describen los padres Carvajal y Acuña, y
remediar esta situación? ¿Crees que se
otros exploradores de siglos pasados?
puede volver a la abundancia de tiempos
¿Qué crees que está pasando? Razona tu
pasados? ¿Qué debemos hacer para que
respuesta
los animales vuelvan a aumentar?
Respuesta:
Respuesta:

----------------------------------------------------------------
4.- El último paujil (*)
A sus quince años, Armando era ya un Comunidad Nativa de San Antonio no
experto cazador. Desde jovencito había era en ese tiempo (y hablamos de los
acompañado a su padre muchas veces en años 70) lo que había sido en tiempos de
sus cacerías por los montes y quebradas sus abuelos: ya no había maquisapa ni
de San Antonio de Pintuyacu. No le paujil ni pava (los animales del monte
escapaba al majás en la noche, y era que primero se acaban con la caza), y
trome escuchando al añuje en las otros como la sachavaca, el choro y el
purmas y buscando al sajino en los coto ya eran escasos; en las cochas
huicungales de las quebradas. Sin hacía tiempo que habían desaparecido
embargo, la fauna silvestre que había en las charapas, las vacamarinas y los lobos
estos tiempos en el territorio de la de río.

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de blanco o en la barriga o en la cola,
Su bisabuelo Elías Guimack había sido aunque el color claro de la rama gruesa
fundador del entonces puesto de San donde estaba posado le hacía dudar de
Antonio en los tiempos del caucho, y le esto.
había contado muchas historias de la
abundancia de animales de otros -“Chucha, eso no parece un rinahui”,
tiempos. Para encontrar mitayo seguro pensó Armando. “De repente es un
ahora había que internarse muchas paujil, de los que mi abuelo me decía
horas monte adentro, o surcar el había antiguamente harto por acá”.
Pintuyacu varios días hacia su cabecera.

Un buen día, la mamá de Armando le


pidió que buscase algo de carne de
monte para su minga. Agarró la vieja
escopeta de su padre y se internó
temprano en el monte al otro lado del
pueblo, donde sabía que tenía más
probabilidades de encontrar siquiera
una manada de mono blanco o de
achunis; con suerte, podría toparse con
algún venado colorado para la sopa
minguera. Caminó varias horas por una
trocha vieja que conocía en una
restinga, sin hallar más que frailes y
algún que otro bocholocho.

-“Si no hallo nada”, pensó, “de vuelta


baleo tres o cuatro frailes, para no
volver sin nada”.

Como llevaba varias horas caminando sin


De pronto, entre los situllis de un
hallar nada, se animó a dispararle.
bajialito se escuchó un aleteo ruidoso.
Apuntó cuidadosamente al pecho y
Se quedó parado mirando, pensando que
disparó. El ave, sorprendida por el
quizás era algún rinahui que estaba
estruendo, intentó levantar el vuelo, y
comiendo pescado podrido. Vio entonces
dio unos pesados aleteos hacia un
levantarse con fuertes aleteos a un ave
costado, pero se desplomó
grande y negruzca, que se posó en una
pesadamente. Armando bordeó el bajial,
rama alta de una cumala al otro lado del
se dirigió a la cumala donde había
bajial. De lejos parecía ciertamente un
estado el ave, y buscó en el suelo con su
rinahui, con algo rojo en su cabeza, y
corazón palpitando con la emoción.
plumaje bastante negro. Pero le llamó la
Pronto encontró entre los situllis al
atención el movimiento nervioso de su
enorme pájaro, de barriga en el barro.
cola. También le pareció que tenía algo
Por encima parecía completamente

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negro, como un gallinazo, pero al darle cierto modo lamentaba tener que meter
la vuelta vio que tenía blanco en su en una olla minguera esa hermosa presa.
barriga y su cola. También observó con “Lindo hubiese sido regalarle a la
curiosidad el pico rojo. Chabuca”, pensó...

-“Pucha, qué suerte. Sí parece que es Subió a su canoa y remó aprisa hacia el
paujil. ¡Un paujil en San Antonio! Cómo pueblo. De repente, una duda terrible le
se va a admirar la gente, voy a ser la comenzó a comezonar como si le
envidia de los cazadores más viejos. hubiese cundido el pucacuro:

Arrancó entonces una itininga, le -“Chucha, ¿y si este pajarraco no es


amarró el cuello debajo de la cabeza y paujil? ¿Y si es rinahui, o alguna clase
se echó al ave en bandolera. Ya era casi de cóndor de la selva que yo no
medio día, y su madre estaría conozco?” Finalmente, era la primera
impacientándose esperando el mitayo vez que veía un paujil en su vida.
para la sopa, así que enfiló su trocha y
caminó deprisa hacia el río, pensando en De hecho, mirando bien al ave tendida
pasearse muy ufano por el medio del en el tabladillo, no se diferenciaba
pueblo con su trofeo. Se imaginaba con mucho del atatao, un gavilán grande que
gusto las miradas de las chibolas, y las varias veces había baleado de muchacho
preguntas que le harían sobre cómo y para canga. De hecho, tampoco había
donde había encontrado ese pájaro tan visto nunca un rinahui muerto (nadie
raro. Se acordaba que su padre le había balea esos hediondos carroñeros). No
contado que en tiempos de la pudo dejar de pensar con pavor en las
madereada, las enamoradas hacían risas y burlas que despertaría en el
pedidos de sus antojos a sus galanes pueblo si se presentase con un rinahui
para la vuelta del monte: unas pedían colgado diciendo que era paujil. Adiós la
que les trajesen un motelo hembra Chabuca y las demás huambras. Ya se
grande con huevos, pero las más pedían imaginaba los chistes que harían los
paujil, quizás el ave más apreciada de hombres, se contaría su historia en
toda la selva, por su carne blanca, suave toda minga en San Antonio por muchos
y abundante. Se acordó riendo de la años: “¿Se acuerdan de cuando el
expresión que los antiguos empleaban Armandillo trajo un rinahui pensando
para estos antojos: “calzón-pascana”. A que era un paujil?... Ja, ja, ja...”
decir de los viejos mañosos, con ese
regalo la hembrita le esperaría al No, eso no podía pasar de ninguna
marido o enamorado con su calzón forma. No podía arriesgarse a ser el
abajo. hazmerreír del pueblo. Armando decidió
entonces asegurarse. No quería pasar a
-“¡Qué tiempos aquéllos”, pensó con la historia de su pueblo por una güevada
cierta envida el Armando. “Parece que así. Decidió entonces esconder debajo
los antojos de las huambras han del tabladillo de la canoa al bicho, y
acabado con estos pobres animales”. En

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preguntar disimuladamente a alguien en preguntarle detalles de la cacería. El
el pueblo a ver cómo era el paujil. paujil fue y su cazador fueron esa
tarde el tema de conversación entre los
Visitó varias casas, y preguntó a varios mingueros, entre pate y pate de
vecinos, sin resultados. Nadie había masato.
visto jamás un paujil, no podían
ayudarle. Ya estaba por desistir,
pensando botar el bicho al agua sin más,
antes de arriesgarse a pasar vergüenza,
pero se acordó de una abuelita Iquito
que vivía en la punta del pueblo. Hacia
allá se fue.

La buena señora había acompañado a su


marido a la madereada y había vivido de
joven en las cabeceras, así que conocía
bien el paujil, ave que había tenido que
desplumar y cocinar muchas veces
cuando era joven. Armando le preguntó
cómo era, y ella le describió su pico rojo
y prominente, su barriga blanca, sus
plumas del pecho y cuello negras y
Armando fue esa semana el héroe del
tornasoladas, que los antiguos Iquito
pueblo, y por mucho tiempo tuvo que
usaban para sus adornos, y su cola larga
repetir en veladas y mingas la historia
y con borde blanco, que se usaba en el
de cómo había cazado el último paujil de
pasado para hacer aventadores para la
la Comunidad de San Antonio de
tuchpa. A Armando se le iluminó la cara,
Pintuyacu.
y la vida: ¡sí era un paujil lo que él había
matado!
(*) Historia real narrada por Armando
Guimack, de la Comunidad Nativa Iquito de
-“¡Gracias, abuelita, no sabes qué San Antonio de Pintuyacu, cuenca del Nanay.
alegría me has dado. Ya te traigo
cualquier rato unos suris para su huira, Preguntas para el diálogo
¿ya?”, le dijo el Armando muy contento.
1.- ¿Conoces tú el paujil? ¿Has visto
Fue corriendo entonces a la canoa, se alguno vivo alguna vez en el monte?
colgó el ave en bandolera, y con su ¿Por qué crees que se ha acabado?
escopeta y su remo recorrió ufano el Respuesta:
pueblo. Como había imaginado, toda le
gente miraba y le preguntaba por la 2.- ¿Qué otros animales han
misteriosa ave. En la minga, la sopa de desaparecido ya de los montes de tu
paujil preparada por su mamá fue todo pueblo (investiga con los más ancianos
un éxito y los mingueros no dejaron de y con los mitayeros o madereros)

15
Respuesta: Respuesta:

3.- La extinción de algunos animales 4.- ¿Qué deberíamos hacer para


del monte por caza excesiva es una evitar que los animales se acaben? ¿Y
gran pérdida, no sólo para la gente qué deberíamos hacer para que vuelva
que ya no los encuentra más para a haber otra vez paujiles, maquisapas
comer, sino para la misma selva. y otros animales en nuestros montes?
¿Sabes por qué son los animales Respuesta:
importantes en la selva?

-----------------------------------------------------------------
5.- La boa negra y la huangana: La unión hace la
fuerza (*)
Los dos amigos mitayeros habían
encontrado el rastro fresco de la - “Seguro que están comiendo en ese
huangana que había chimbado la ponal que hay tres vueltas arriba de la
quebrada. La huangana es un animal quebrada”, dijo Alfonso. “Varias veces
impredecible, y es siempre una gran he muerto yo huangana en esa restinga,
suerte tropezarse con una manada. Para hace años”.
los cazadores indígenas ésta es una
oportunidad que no desaprovechan, y -“Si la manada está en el ponal, nos
suelen cazar dos, tres o más animales, ahorraremos una buena cargada de
dependiendo de la habilidad del cazador vuelta al puerto, entonces. Vamos, no
para “correr” la huangana, y su hay que perder tiempo”, acotó
fortaleza para cargar luego los animales Armando.
hasta el puerto o el campamento.

Alfonso, el más experimentado de la


pareja, bajó de la canoa a revisar las
pisadas y le dijo a su compañero
Armando:

-“Deben ser más de 200 huanganas,


cho. Y el rastro es fresquito. No hace ni
tres horas que pasó por aquí la manada.”

-“Todavía es temprano, si le seguimos, Los dos amigos agarraron de la canoa


podemos alcanzarla antes de medio día sus retrocargas, media docena de
y balear unas cuantas”, contestó el cartuchos cada uno y su machete, y
Armando. “Con eso completamos lanzaron tras la pista de las huanganas.
nuestra carga y volvemos al pueblo”. El rastro de estos animales es bastante

16
fácil de seguir en la selva, sobre todo -“Pero la fuerza de la boa es tremenda,
cuando la manada es muy grande y cholo, en un segundo ya se le ha
caminan por bajiales o tierra fangosa. enroscado al cuerpo y le ha apretado, le
Son animales muy gregarios, y se ha quiebra las costillas y no puede
encontrado manadas de más de 500 respirar”, comentó Armando.
animales, aunque normalmente su
número habitual es más pequeño. -“Sea lo que sea, se podrá comer, digo
Dependiendo del ancho de la trocha que yo. Hay que taparla para que no la halle
abren, los cazadores suelen calcular el el tigre, y seguir a las otras, que para
tamaño de las manadas, y viendo las eso hemos venido”, contestó Alfonso.
raíces y brotes comidos, y los
excrementos, pueden calcular con Armando estuvo de acuerdo, y con unas
bastante exactitud la hora de su paso ramas y hojas secas hicieron un
por el lugar. escondrijo improvisado para el cadáver
del animal.
Luego de apenas 20 minutos de camino
tras el rastro de la manada, los dos Por la trocha adelante les esperaba una
amigos encontraron en una hondonada, nueva sorpresa. Observaron unas
al lado de una poza de agua de lluvia, manchas de sangre entre el barro
una huangana muerta. Armando se removido por las pezuñas de las
agachó a examinarla. huanganas, y el rastro inconfundible del
cuerpo de una boa. Un poco más
- “Está recién muerta. Y no parece que adelante les esperaba algo más fuerte:
haya sido el tigre, no tiene ni una Una enorme boa negra, de más de seis
herida. ¿Qué le habrá pasado, ah?” metros y del grueso del muslo de un
hombre, se movía lentamente por el piso
Alfonso, más experimentado, la examinó del bosque. Curiosos, los dos mitayeros
con más cuidado. Del hocico de la se acercaron por su atrás y observaron
huangana manaba un hilillo de sangre. Le un espectáculo que nunca olvidarían.
volteó la cabeza para examinar el otro
lado, y dio su veredicto de viejo El enorme animal aparecía cubierto
mitayero: completamente de enormes tajaduras,
por las que manaba todavía abundante
-“La boa negra ha sido. Mira ve la marca sangre. Solamente estaba libre de
de sus dientes en su trompa. Lo que me cortes la parte de la cabeza y el cuello.
admira es por qué no se la ha comido. La maltratada fiera se desplazaba
Tiene que haber sido una fiera bien lentamente, como adolorida de sus
grande, compadre, para poder sujetar heridas, sin hacer caso a lo que se
una huangana como ésta. De repente movía a su alrededor.
fue la Yacumama. ¿Te imaginas cómo
habrá pataleado la huangana cuando le -“La huangana le ha hecho eso, cumpa”,
agarró?”. comentó Alfonso. “Eso son cachetadas
de dientes de huangana. Segurito que la

17
boa le caceó a la que vimos muerta, sin
darse cuenta que estaba cerca el resto Luego del incidente, los dos mitayeros
de la manada, y cuando el pobre animal ya no tuvieron ánimos para seguir a la
se puso a gritar, las demás vinieron manda de huanganas. Volvieron a
corriendo a defenderla. No le han recoger la que la boa herida había
podido salvar ya la vida, pero le han abandonado, y con ella retornaron
dado una lección a la boa que no va a pensativos al campamento para
olvidar...” pishtarla.

-“Yo he oído a mi padre contar de un (*) Historia real narrada por Alfonso
tigre al que la huangana le mató porque Isampa, de la Comunidad Nativa “28 de
le había cazado a una; también le Julio”, río Tigre.
rodearon y le hicieron pedazos. Diz que
no quedó más que su cabeza y los Preguntas para el diálogo:
huesos grandes, todito le comieron”.
a) ¿Qué es lo que más te ha llamado
Mientras conversaban y observaban la atención de esta historia? ¿Crees
impresionados el triste espectáculo, los que si las huanganas anduviesen por el
dos amigos caminaron un trecho monte solas sufrirían más o menos
siguiendo a la boa herida. En ese punto ataques de las boas y tigres?
el rastro de las huanganas se había Respuesta:
acercado de nuevo a la quebrada. La boa
se dirigió hacia las negras aguas, y b) ¿Por qué crees que las huanganas
lentamente se sumergió en ellas, andan en manadas tan grandes?
dejando una mancha de sangre oscura Respuesta:
que tardó en disolverse en el agua.
Estuvieron un rato esperando, pero no c) ¿Conoces alguna historia de
la vieron salir de nuevo. personas en que la unión de un gran
número de personas haya ayudado a
-“Seguro que se ha metido al agua a solucionar algún problema? Cuéntala.
morir. Ni el más fuerte animal se puede Respuesta:
salvar luego de esa paliza, compadre”,
comentó Armando. d) Cuando oímos decir “la unión hace
la fuerza” o “el pueblo unido jamás
-“Ni se sabe”, contestó Alfonso. “Estos será vencido”, ¿a qué se refiere la
animales son diablos de la selva, tiene gente?
su madre y seguro que se ha ido al agua Respuesta:
a buscarla”.

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18
6.- La venganza de la selva (*)
Don Segundo Tafur Torres no era un
infractor o extractor ilegal cualquiera
en la Reserva Nacional Pacaya – Samiria.
Según los guardaparques, era el más
bravo que conocieron en muchos años.
Él no entraba, como ciertamente
muchos hacen hasta hoy día, para hacer
su mitayito para que coma su familia en
casa y para habilitar a sus hijos para el
colegio. Él pescaba y cazaba para
negocio, para emborracharse y
malgastar el dinero fruto de la venta de
su producto. Sacaba cualquier cosa:
paiche, tanto seco como sus alevinos,
carne de monte, alevinos de arahuana,
huevo de charapa, motelos, lo que
fuese. No respetaba nada ni a nadie,
El era infaltable en la temporada del
hasta con sus vecinos y parientes se
huevo de charapa, y sacaba a millares, a
peleaba por juntar más recursos para la
pesar de que en su comunidad, Obrero,
venta. Era uno de los infractores más
varias veces habían ido los
recalcitrantes y prepotentes, bien
extensionistas de la Reserva a explicar
conocido para la gente de la Reserva
a la gente que la charapa se estaba
por su carácter violento y agresivo, por
acabando, que sólo quedaban unos
su malcriadez y su irrespeto hacia las
cuantos cientos de ejemplares en el
leyes y a los guardaparques, con los que
Perú, justamente reducidos en la
se enfrentaba y amenazaba
Reserva Pacaya - Samiria, y que si estos
frecuentemente, por el simple hecho de
se acababan, se extinguiría para
realizar su labor.
siempre esa especie tan emblemática
para los loretanos. Le importaba un
pepino. Él no sólo se iba a sacar huevo,
también sacaba charapas adultas
cuando las sorprendía en plena postura
en las playas, para vender por 30 o
cuarenta míseros soles a los lancheros,
y luego pegarse una borrachera con sus
amigos para celebrar la hazaña. Agustín
y otros guardaparques encontraron
varias veces en las playas charapas
pudriéndose, a las que les habían

19
abierto (estando vivas) el casco a perdonaba ni cuando estaban con cría,
machetazos para sacarle sus huevos en plena veda. Más bien era cuando más
para vender. Algo horroroso, si se pescaba, porque los paiches en esta
piensa que estas pobres charapas que época son más mansos por proteger a su
quedaban en ese momento en la Reserva cría, y se pueden picar fácilmente.
eran las últimas hembras centenarias,
capaces de salvar la especie, nacidas - “Puta, la cantidad de alevinos de
quizás en la época del caucho. Hacía paiche que yo habré dejado sin
muchos años que ni un solo nido de madre”, alardeaba en sus
charapa se salvaba en la Reserva, todos borracheras Don Segundo.
eran saqueados por los infractores
como el Segundo, y además, cada año o Cuando el Naturalista Pekka Soini, que
robaban o mataban entre 40 y 50 de la vivía en los años 80 en la estación
forma antes dicha. En 1990 Pekka Soini biológica de Cahuana, en el medio
calculó que apenas quedaban en Pacaya Pacaya, comenzó a recolectar huevos de
Samiria 400 hembras reproductoras de las pocas charapas que quedaban en
charapa, la última población este río para incubarlos en playas
reproductiva del Perú. artificiales, el Segundo lo declaró su
enemigo, y se propuso saquear su playa
En cierta ocasión, Agustín Sánchez y de incubación, que tanto trabajo le
otros guardaparques lo sorprendieron al había costado preparar a Pekka y que
Segundo liderando a un grupo de cuidaba con esmero día y noche. Estuvo
infractores que estaban tratando de observándole varios días esperando una
llevarse a un grupo de charapas que oportunidad para atacar. Ésta surgió
sorprendieron desovando en una playa cuando el ayudante de Pekka tuvo que
cerca del puesto de Santa Cruz, en el viajar a por víveres a Bretaña, y tuvo
Pacaya. Habían volteado a los pobres que quedarse sólo.
animales, y estaban arrastrándolos
hacia el bosque en la parte de atrás de Pekka dormía en una carpa al lado de
la playa. Una enorme charapa, sus preciados huevos, y el Segundo
posiblemente centenaria, se resbaló por aprovechó una noche de torrencial lluvia
la pendiente y le apretó la mano a uno para saquear uno por uno los nidos de
de los infractores contra el casco de charapa. Pekka me contó luego que
otra charapa, chancándole los dedos de llevaba varios días con un terrible dolor
una forma horrible. Los guardaparques de muelas, y casi no podía descansar,
tuvieron que auxiliarle en el puesto de por lo que con la lluvia se durmió.
vigilancia, pues en esa soledad, el
peligro de infección y de gangrena era El pendejo del Segundo tuvo la
muy grande. precaución de volver a poner en sus
nidos los palitos con que Pekka marcaba
Segundo acostumbraba a alardear de la su ubicación en la playa, calculando que
cantidad de paiches que había fisgado iba a pasar un buen tiempo hasta que se
en su larga vida de infractor. No los diera cuenta del robo. Sin embargo,

20
Pekka monitoreaba la maduración de los
huevos, y se dio cuenta al día siguiente
del saqueo.

Pasó la voz a los guardaparques de


Yarina, que hicieron un operativo y
capturaron al inescrupuloso ladrón.
Recuperaron los huevos, pero
lamentablemente la mayoría estaban ya
incubados y no pudieron ser
recuperados, las charapitas o charitos
son tan delicadas que cualquier
movimiento del huevo en esta etapa las
mata. Irónicamente, al Segundo no le
hubiesen servido para nada dichos
huevos. Y, dado lo permisivo de las leyes
peruanas, se salió ileso de su aventura,
pues aparte de quitarle los huevos, no
sufrió ningún castigo.

Un día le avisaron a Agustín Sánchez, - “Me han hecho daño, cho”, dijo
guardaparque en ese tiempo en el con voz débil. “El médico dice que
Pacaya, que el Segundo estaba en su esto es brujería”.
casa muy grave, en San José de
Samiria, adonde se había mudado. Le - “¿Y sabes quién te ha brujeado”?,
visitó en su casa, y le encontró hecho un le preguntó Agustín
esqueleto, delgadísimo y con el vientre
hinchado. La gente del pueblo se - “Un día soñé que un tigre enorme
amontonaba en la casa del enfermo, por me mordía en mi costado. Me
curiosidad. Era un suceso en el pueblo estaba tratando con vegetales, y
por lo extraño de su enfermedad. Le un médico me sopló con mapacho
preguntó qué había pasado. la parte de la mordida. Entonces
aparecieron unas marcas
moreteadas, como de mordida de
un tigre”, le contó el enfermo.

Agustín no olvidaba sus fechorías y


amenazas de antaño, y le comentó:

- “Ésa es la maldición de la
naturaleza, compadre. Debe ser
la madre del monte que te está

21
cobrando todo el daño que has Nada más llegar el pueblo, se fue a
hecho en tu vida a la Reserva”. festejar a la bodega de su hermano, y
tomó dos botellas de champán. Cuando
- “De verdad me pesa todo lo he salió para dirigirse a su casa, se cayó en
hecho, me pesa todo lo que he el río y se ahogó. Todo el mundo
peleado con mi gente por sacar comentó que era increíble que ese
más producto de la Reserva, lo hombre, que sabía nadar tan bien, se
que he desperdiciado los ahogase en una parte poco profunda,
recursos, lo que he malgastado la bien encima, del río, y lo atribuyeron a
plata mal habida del paiche y de la venganza de la madre de la cocha de
los huevos de charapa... Aunque donde había sacado el paiche.
ahora es ya tarde para hacer
nada”, le contestó afligido el Cuando Don Agustín me contó estas
enfermo. historias, me hizo acordar de un suceso
ocurrido hace más de 10 años en el río
Y, ciertamente, Agustín recuerda cómo Tigre. Estaba yo por entonces viviendo
se adueñaba a veces de una cocha en en Intuto, alto Tigre, y un habilitador
plena reserva, y mezquinaba que otra de Iquitos, apellidado Ibáñez, visitaba
gente de su misma comunidad o de las frecuentemente la zona del Pucacuro
vecinas entrase a pescar, para ser él para sacar carne de monte. El río
solo el que sacaba el paiche. Pucacuro, aunque estaba deshabitado,
era la despensa de la gente de Intuto y
Todavía Agustín le volvió a visitar unos pueblos aledaños, y este habilitador se
días después, cuando estaba ya aprovechaba de la necesidad de la
prácticamente agonizando. gente para “habilitarles” con cartucho,
sal, pilas y trago para que se fuesen con
- “Agucho, hoy me arrepiento de él a cazar animales para vender en
todo lo que he hecho en mi vida, Iquitos, algo totalmente prohibido (la
me doy cuenta de que he hecho ley sólo permite la caza para consumo
mal”, le volvió a repetir con su en la localidad).
último aliento.
En cada viaje se bajaba hasta una
Agustín cuenta que un montón de gente, tonelada de carne seca, una auténtica
infractores que él ha conocido en sus masacre de animales, entre los que
largos años en la Reserva Pacaya – estaban maquisapas, choros y otros
Samiria, han muerto de mala manera. Él monos en peligro de extinción. Lo más
lo atribuye también a la venganza de la grave del asunto es que la gente que iba
madre de la selva. Por ejemplo, con él, después de 20 días de duro
recuerda de un tal Domínguez, de la trabajo, apenas sacaban de saldo para
misma comunidad de San José de tirarse una huasca en el pueblo y
Samiria, que volvió con un cargamento quedaban endeudados para el siguiente
de unos 500 kg. de paiche seco que viaje. Nunca salían de sus deudas, y los
había extraído ilegalmente del Samiria. animales se iban acabando.

22
a) ¿Qué piensas de la vida de don
Yo le llamé la atención al ilegal, y como Segundo Tafur? ¿Te gustaría llevar
no hiciese caso, le pedí al jefe del una vida como él? ¿Por qué? Razona
puesto policial que le avisase que no tu respuesta.
podía seguir con su ilegal actividad. Respuesta:
Ante eso, no le quedó más remedio que
dedicarse a otra actividad, pero juró en b) ¿Crees que la madre del bosque o
público vengarse de mi, hacerme matar de la cocha cuida sus recursos?
con algún brujo. ¿Cuándo crees que se venga?
Respuesta:
A los tres meses me enteré de que
había muerto en el alto Tigre de una c) ¿Qué sería usar bien los recursos
muerte repentina e inexplicable, ya que para ti, y usarlos mal? Haz una lista
aparentemente gozaba de buena salud. de lo que crees que está justificado
La noticia corrió como pólvora por toda (por ejemplo, pescar para dar de
la zona, y la gente quedó convencida de comer a la familia), y lo que no lo
que, de nuevo, la madre del monte se está (por ejemplo, echar barbasco
había tomado su venganza del abuso para pescar)
que, con afán de lucro, había cometido Respuesta:
el habilitador en el Pucacuro.
¿Qué recomendarías a la gente que
(*) Historia real contada por Agustín Sánchez se va al monte o a la cocha al
Oliveira, guardaparque de la Reserva mitayo, para que no les ocurra nada
Nacional Pacaya – Samiria. malo?
Respuesta:
Preguntas para el diálogo

23
LECTURA
Los indígenas amazónicos y su respeto a la naturaleza

Los grupos indígenas que habitaron la Amazonía por miles de años practicaban un uso
de los recursos naturales que hoy llamaríamos “sostenible”; esto es, no sacaban más
que lo que la naturaleza producía, y aprovechaban lo necesario para subsistir, de modo
que año tras año el bosque y las cochas seguían produciendo los recursos que
necesitaban. Muchos grupos indígenas tenían normas o rituales bastante estrictos
para aprovechar recursos comunes del bosque. Por ejemplo, antes de talar un árbol
para hacer canoa o para hacer chacra, pedían permiso con una ceremonia especial a la
madre del monte explicando cuál era el motivo de la muerte del árbol. Lo mismo con los
animales, cuando iban a cazar pedían permiso a la madre del monte y explicaban que
mataban sólo por necesidad, para alimentar a su familia. Debido a que solamente
cazaban, pescaban o talaban árboles para satisfacer sus necesidades, y porque
también había poca gente, los recursos abundaban y nadie pasaba necesidad.

Los europeos y el saqueo amazónico


Con la llegada de los europeos, la situación cambió dramáticamente. Con ellos llegaron
la avaricia y las ansias de acumulación, y comenzaron a explotarse masivamente
recursos para abastecer mercados nacionales e internacionales. Los europeos trajeron
consigo hábitos y costumbres de fuera, y herramientas nuevas, como machetes,
hachas de hierro, escopetas y, en el último siglo, motosierras y motores. Con esos
instrumentos resultó mucho más fácil talar árboles y cazar animales, y con los
motores se pudo llegar a los lugares más remotos a extraer y transportar recursos a
la ciudad.

También los europeos comenzaron a explotar recursos para exportar al exterior.


Antes de su llegada, los indígenas eran autosuficientes, todo lo que necesitaban para
su vida lo encontraban en el bosque y en el río. Pero con los años fueron adquiriendo
progresivamente hábitos de consumo de fuera, por lo que necesitaron vender más y
más productos para comprar muchas cosas que ya no se producían en la chacra: ropas,
herramientas (machetes, hachas, escopetas, cartuchos), fósforos, sal, aguardiente,
querosene, mosquiteros, azúcar y conservas, y muchas cosas más. También muchos
indígenas fueron obligados a extraer recursos a la fuerza para los europeos, sobre
todo en la época del caucho.

Como consecuencia de la creciente demanda de los mercados, que al principio eran


exteriores, pero luego también de las ciudades que se fueron formando en la selva,
como Iquitos, Yurimaguas, Nauta, Contamana y otras, los recursos que antes eran
abundantes y abastecían suficientemente a la población indígena comenzaron a
escasear. La charapa, por ejemplo, era una fuente de alimento importantísima para los
indígenas a la llegada de los europeos. Tan es así, que se dice que cada casa indígena

24
ubicada en las orillas de los ríos grandes, como el Amazonas, el Napo o el Marañón,
tenía en su patio trasero un estanque con cerco de caña brava lleno de charapas. Éstas
eran recogidas en la época de desove en las playas, y alimentadas con huama,
gramalote y otras hierbas acuáticas durante todo el año. Cada vez que tenían hambre
cocinaban una, y así nunca les faltaba qué comer.

En el siglo XIX fueron explotados de forma industrial los huevos de charapa: eran
recogidos por millones en las playas en la temporada de desove (en una sola playa del
Amazonas podían poner hasta 50,000 charapas), eran reventados en canoas, y el
aceite que rebalsaba era recogido, envasado en barriles y exportado a Europa para
alumbrar las casas. En pocos años, los millones de charapas que poblaban los ríos de la
Amazonía fueron reducidos a algunos cientos, y hoy la especie está en grave peligro de
extinción. Apenas quedan algunas poblaciones en ríos remotos y en la Reserva Nacional
Pacaya - Samiria.

Otro tanto pasó con la vaca marina o manatí, que era una de las fuentes de carne más
importantes para los indígenas. Como era muy manso, fue cazado hasta el exterminio
para hacer conserva con su carne, frita en su propia manteca (este chicharrón era
llamado “michira”). Este producto era exportado de Loreto hacia San Martín y
Amazonas, o vendido a los barcos de los comerciantes por los ríos Marañón, Ucayali y
Amazonas. Hoy sólo quedan unos cientos de ejemplares en algunos ríos remotos, y en
la R. N. Pacaya – Samiria. El paiche también ha sido explotado intensivamente,
antiguamente para exportarlo salado a San Martín, principalmente, y últimamente para
abastecer a las ciudades selváticas. Aunque no está en peligro de extinción, debido a
que su capacidad reproductiva es mucho más alta que la del manatí o la de la charapa,
y algunos individuos se pueden librar de los pescadores refugiándose en cochas
internas o cerradas, las poblaciones del paiche han disminuido tanto que ya no es un
recurso importante ni en la dieta de la población rural ni en la economía regional.

Las olas extractivas o “fiebres de la selva”


A fines del siglo XIX y todo a lo largo del siglo XX, una serie de “fiebres” u “olas
extractivas” asolaron a nuestra Amazonía. Primero fue el caucho, pero pronto le
siguieron otras resinas valiosas, como la balata y el leche caspi, el palo de rosa, luego
fueron las pieles y cueros de animales, y los animales vivos para mascotas, y luego las
maderas nobles. Millones de árboles de caucho, balata, leche caspi, copaíba, y palo de
rosa fueron talados hasta los últimos rincones de nuestra selva, para exportar su
precioso látex o su aceite. Cientos de miles de animales, especialmente lagartos,
jaguares (“tigres”), tigrillos, sajinos y huanganas, fueron exterminados solamente para
aprovechar su cuero. Toneladas y toneladas de carne de sajinos, huanganas y lagartos
se pudrieron en el monte y en las cochas por la avaricia del ser humano. Miles de
monos, sobre todo maquisapas, choros y cotos, fueron cazados con el único fin de
servir de cebo o “empate” para atraer a los tigres y tigrillos. La mayoría de ellos se
pudrieron en el monte, hoy vacío de estos y otros animales así sacrificados.

25
Todavía algunos viejos se acuerdan de ésta y otras olas extractivas del siglo pasado,
nombradas por gente del mundo rural de acuerdo a la especie explotada:
“shiringueada”, “tigrillada”, “lagarteada”, “loreada”, “lechecaspeada”, “balateada”... Hoy
algunos se lamentan del desperdicio de la carne de tantos animales que se pudrió en el
monte, soñando con que algún día volverán los tiempos de abundancia. Lo más triste de
esto es que todo ese saqueo, esa matanza, solamente enriqueció a unos pocos patrones
y comerciantes. Los pobladores rurales de la Amazonía recibieron miserias por cazar
hasta la extinción a los animales de “sus” bosques, y muchas comunidades hoy no sólo
no tienen ya casi nada que vender, salvo algunas maderas cada vez más escasas y
menos valiosas, sino que ni siquiera encuentran animales en el monte para cazar y
alimentar a sus hijos.

¿Quién siembra los árboles en el monte?


Es frecuente escuchar a los madereros decir a los comuneros que quieren impedirles
cortar árboles en su territorio: ¿Por qué mezquinas, ah? ¿Acaso tú lo has sembrado?
Algo parecido dicen a veces los pescadores comerciales de botes congeladores
respecto al pescado, para argumentar que tienen derecho a pescar donde, como y
cuanto les dé la real gana, porque el pescado no ha sido criado por el hombre.

Como vemos que la naturaleza se vale por sí misma, y se ha mantenido así por miles y
miles de años, no nos paramos a pensar qué hay detrás de ella. Vemos que el monte se
regenera, que aunque cortamos árboles otros vuelven a crecer, y no pensamos que esto
se puede acabar. La mayoría de los árboles amazónicos dependen de animales tanto
para la polinización (= fertilización) de sus flores, como para la dispersión de sus
semillas. Los frutos que hay en el bosque no están por gusto: son parte de un
mecanismo sabio de la naturaleza, en el cual todos salen beneficiados, animales y
plantas. Los animales obtienen su alimento de la parte carnosa de las frutas, y
dispersan las semillas del árbol para que la especie no se acabe y nazcan nuevos
árboles en otros lugares. En el caso de las flores, picaflores, murciélagos e insectos se
alimentan del néctar y polen de las flores, y a cambio éstas son fecundadas con polen
proveniente de las flores de otra planta de la misma especie, permitiendo así su
perpetuación.

Sin esta colaboración, no podría mantenerse esa maravillosa trama o red de vida, tan
compleja y rica, integrada por millones de plantas y animales, que es la selva
amazónica. Esta selva ha se ha regenerado así por millones de años, sin muchos
cambios, hasta hace pocos cientos de años. Muchos de los animales más vulnerables,
que generalmente son los mayores dispersores de las semillas de árboles y arbustos,
como los grandes monos, los paujiles y pavas, y los grandes animales acuáticos, como la
charapa, la taricaya y la gamitana, hoy han desaparecido de grandes extensiones de
nuestra selva. Hoy millones de hectáreas de bosques están realmente “enfermos”, sin
animales que dispersen las semillas de muchos de sus árboles, que se pudren en los

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árboles o en el suelo. Si esto sigue así, muchos árboles antes abundantes comenzarán a
escasear y pueden hasta llegar a desaparecer localmente, en las zonas más explotadas.
La desaparición local o disminución drástica de poblaciones de algunas plantas puede, a
su vez, provocar la desaparición, en cadena, de otros animales que dependen de ellos
para sobrevivir.

El huayruro y su amigo el trompetero


Un ejemplo nos ilustra este drama: Por millones de años, el árbol del hermoso
huayruro (Ormosia spp.) ha confiado en el trompetero y sus colegas el paujil, el
montete, la pava y la pucacunga para que siembren sus semillas en el bosque.
Efectivamente, los vivos colores del huayruro siempre habían intrigado a los
científicos, ya que normalmente los colores vivos son utilizados por las plantas en sus
frutos para atraer a los animales silvestres con el fin de que dispersen las semillas
que llevan dentro; pero en el caso del huayruro, se trata de una simple semilla
coloreada y venenosa, por lo que evidentemente no sirve para alimentar a los animales.

Recientemente se ha desentrañado el misterio: en la selva baja, donde no existen


piedras, las grandes aves que se alimentan de frutos y semillas caídas en el suelo,
como las citadas más arriba, utilizan el huayruro para ayudar a moler la comida en su
molleja, al estilo que la gallina hace con piedritas y pedazos de vidrio. Suele
escucharse historias de algunos cazadores que encontraron gruesas pepitas de oro en
el "ruro" o molleja de paujiles cazados en zonas remotas, en cabeceras de quebradas,
que presuntamente habían sido tragadas con ese mismo fin.

Ahora bien, la naturaleza no echa puntada sin hilo: el huayruro sólo puede germinar en
la selva si es tragado por una de estas aves, si pasa por el tubo digestivo y su dura
cáscara es ablandada por los jugos gástricos, de forma que el embrión pueda germinar.
Los ingenieros forestales saben muy bien eso, y cuando reforestan con huayruro
suelen dar a las semillas tratamientos con agua caliente y ácido, o simplemente le
levantan con una cuchilla la tapa al embrión de cada semilla. Pero eso obviamente no lo
pueden hacer los ingenieros con los millones de semillas que anualmente deben ser
sembradas por toda la selva para garantizar la supervivencia de esta especie. Los
animales dispersores de semillas son indispensables para esto.

De hecho, la mayoría de las 40,000 especies de plantas que hay en la selva amazónica,
donde la densidad de los árboles y el clima tropical no facilita la dispersión de semillas
por el viento, confían en los animales la importante tarea de transportar a otros
lugares las preciosas semillas y asegurar así la siguiente generación. Pero hoy, gracias
a la avaricia y miopía del ser humano, estos animales son cada vez más escasos.
Millones de hectáreas de bosques cercanos a las ciudades y caseríos más poblados de
la Amazonía están hoy vacíos de animales grandes, y especialmente aves vulnerables a
la caza como el trompetero, el paujil, el montete y la pava, y grandes monos, como la
maquisapa, el choro y el coto.

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Cuando uno camina por esos bosques, frecuentemente encuentra frutos maduros
caídos en el suelo y pudriéndose por falta de animales que los coman y dispersen sus
semillas. Esto significa no sólo un gran desperdicio de recursos valiosos, una gran
pérdida económica para la población amazónica, que cada vez está más desnutrida por
la escasez de animales silvestres. También es una catástrofe ecológica: Esos bosques
están enfermos, ya que sin dispersores de semillas, la cadena de la vida está rota.
¿Quién sabe qué otras especies de plantas, como el huayruro, estarán hoy en
problemas para dispersar sus semillas? No lo sabemos bien, la ciencia apenas está
comenzando a conocer apenas algunos detalles de la compleja trama de la vida en la
selva amazónica. Pero con seguridad son muchas. Los árboles son muy longevos y
podrían pasar decenas o cientos de años hasta que nos percatemos de que algunas
especies no están regenerándose, quizás cuando ya es demasiado tarde.

Hay, por otro lado, estudios que demuestran que en los bosques donde los animales
grandes han sido muy cazados, también tienen problemas para regenerarse las
especies forestales con semillas pequeñas (justamente las más valiosas para la
industria regional, como el cedro, la caoba y la lupuna, tienen semillas pequeñas).
Aunque no sean dispersadas por animales, las plántulas de las especies de semillas
pequeñas no pueden competir en el suelo del bosque con las plántulas de especies con
frutos y semillas grandes, que crecen mucho más rápido y cubren el suelo del bosque
en regiones donde no hay ya grandes animales frugívoros que se alimenten de ellas,
como sachavaca, sajino, huangana, majás, y grandes loros.

Es urgente que las poblaciones locales amazónicas comiencen a manejar la fauna


silvestre en sus territorios, no sólo para recuperar las poblaciones de especies sobre
explotadas, de modo que puedan hacer un uso sostenible de esta importante fuente de
proteína, sino para garantizar la salud de sus bosques y, por tanto, el aprovechamiento
sostenible también de la madera.

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