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Divagaciones de una noche de verano

Es curioso ver como cambián los estados de ánimo de una persona, todo ello experimentado por
un servidor obviamente.
No cabe duda de que la actitud hacia la vida diaria tiene un peso fundamental en nuestro
comportamiento hacia los demás, y lo que es más importante, hacia uno mismo. Decía una
famosa canción de un grupo británico “viva la vida”, frase que se han agenciado, no de una
persona, sino de toda la humanidad y desde tiempos inimaginables.

Algo tan cotidiano tiene su razón de ser desde hace milenios, desde que existe el ser humano,
Homo Sapiens Sapiens como bien dijeron mis profesores de Prehistoria,. Y es que nuestro
objetivo, o al menos el mío, queda fuera de convencionalismos y tópicos creados por nuestra
sociedad. No me interesan las banderas – aunque cuelgue una debajo de mi televisor- tampoco
los nacionalismos ni las costumbres ni la religión, todo lo que me importa es mi felicidad por
muy egoista que pueda sonar, y por supuesto ello implica el de las personas a las que quiero
-que no son pocas afortunadamente-, y sin las cuales no tendría dicho bienestar.
Mientras unos gastan y desgastan sus esfuerzos en pensamientos negativos yo disfruto del
momento, mientras otros se maldicen de su suerte, yo doy gracias al azar y mi esfuerzo –y no a
Dios- de la vida que dispongo, y mientras otros sólo se consumen como un cigarrillo esperando
ser apagados en el cenicero, yo me esfuerzo porque cada calada de la vida me haga feliz.

Este no es un manifiesto sentimentaloide ni efímero sobre la felicidad, es un canto a pleno


pulmón de que la vida puede ser dulce si uno mismo introduce el azucar, y si uno mismo es
consciente de lo que tiene, yo creo saberlo y procuro no olvidarlo. Son muchos recuerdos los
dejados atrás, tanto buenos como malos, muchas personas queridas a distancias en las que el
tacto no puede entrar en acción y muchos momentos en los que la soledad te hace pensar si el
camino tomado es el correcto. Como dijo algún sabio alguna vez, “la vida es experimentación”,
necesario para evitar el estancamiento y la monotonía.

Si habéis llegado hasta aquí muchos pensaréis que se me ha ido la perola, quizás el alcohol me
dilate los pensamientos o quizás por el contrario me los aclare, lo cierto es que desde aquí yo le
hago un canto a la vida, a la familia, a los amigos y a todos los acontecimientos que hacen que
uno pueda sentirse feliz, y con estas divagaciones que todos pensamos en ciertos momentos me
despido no sin antes recordaros a los que me queréis, que yo también os quiero y os echo de
menos.

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