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Se le condena a recordar cada vez los aromas y texturas propias de la ilusin Se le condena a continuar con las mentiras y falsas

promesas retumbando en su mente a cada momento Se le condena a revivir cada instante toda vez que asista a los lugares que recorri en su compaa Se le condena a ser humillado constantemente por la memoria y doblegado hasta en los momentos ms simples Se le condena a preguntar infatigablemente por qu sin obtener respuesta alguna Se le condena a despertar con sus demonios y padecer con tan terrible comitiva el resto de su existencia Se le condena a notar irremediablemente la presencia de la ausencia, de lo ya inexistente Se le condena a la muerte pero sin dejar de respirarla un solo instante Se le condena a odiar todo aquello que alguna vez am. Se le condena a no entender, a perder y a las lgrimas de sangre y estircol que brotarn de su ridcula misin Se le condena a vivir la traicin y todo lo que significa ello Se le condena a ser objeto de la praxis instrumental tpica del utilitarista Esta es la punicin que debe padecer aquel que construy entre la maraa Esta es la condicin de aquel que no sabe volar y que de manera absurda, por cierto, crey que saba hacerlo y que poda ensearlo. No es cuestin de tiempo, pues no existe; es cuestin de haber probado y de estar perdido por haber incurrido en estupidez e ingenuidad, por haber credo ciegamente y por no haber desconfiado un solo instante del maldito idealismo humano. Muere, sin morir an.

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