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2 Por todas estas cosas, Salomón, un rey que amaba la vida y poseía una gran
sabiduría bendecida por Dios, además de legendarias riquezas, escribió:
“Emprendí grandes obras; me construí palacios, me planté viñas, me hice
huertos y jardines... Poseí siervos y siervas… Atesoré plata y oro, tributos de
reyes y de provincias; me procuré cantores y cantoras, y toda clase de lujos...
Seguí engrandeciéndome más que cualquiera de mis predecesores en
Jerusalén, y mantuve mi sabiduría. De cuanto me pedían mis ojos, nada me
negué ni rehusé a mi corazón ninguna alegría… Entonces, consideré todas las
obras de mis manos y la fatigosa ambición de mi hacer, y vi que todo es
vanidad… bajo el sol (sobre la tierra) ningún provecho se obtiene, no hay
recuerdo permanente ni del sabio ni del necio… con el tiempo son todos
olvidados… Y he llegado a odiar la vida y todo lo que bajo el sol se hace, porque
todo es vanidad y correr tras el viento, y detesto todos mis fatigosos trabajos
bajo el sol, que dejo a mi sucesor”. (Eclesiastés 2:4-18) “…pues el hombre y
el animal tienen la misma suerte: muere el uno igual que el otro; tienen ambos
el mismo aliento de vida y en nada lo aventaja el hombre; todo es pues vanidad.
Corren todos hacia la misma meta: han salido todos del suelo y vuelven
todos al suelo”. (Eclesiastés 3: 19-20)
5 Sabemos por las Escrituras, que cuando el primer hombre se rebeló a las
disposiciones de Dios, toda “…la humanidad” aún no nacida, quedó “sometida a
la futilidad”; y si bien no fue “por voluntad propia, si no por la culpa de aquel
que transgredió”, (Romanos 8:20) también adquirió la muerte y las demás
consecuencias del pecado y de la rebeldía. El hombre había usurpado la
prerrogativa divina de establecer lo que es el bien y lo que es el mal y con esto,
la humanidad emprendió desde el principio un camino alejado de la justicia, que
la ha sometido al capricho de quienes ejercen sobre ella su gobierno. Desde
entonces “…el hombre domina sobre el hombre para su mal”, (Eclesiastés
8:9) y la humanidad vive “..en un estado mental deplorable, debido a la vanidad
de sus pensamientos y a la ignorancia que la insensibilidad de su corazón les
produce”, pues a pesar de que “lo que puede llegar a conocerse con respecto a
Dios es evidente… ya que tanto sus cualidades invisibles cómo su eterna
potencia y su divinidad, se ven con claridad desde la creación del mundo,
comprendiéndose a través de las cosas hechas… no le han dado gloria ni
gratitud… Considerándose sabios, se han desviado, sustituyendo la gloria del
Dios incorruptible por imágenes semejantes al hombre mortal, a los pájaros, a
los animales cuadrúpedos o a las criaturas que se arrastran”. (Romanos 1:19-
23) Así, “apartados de la vida que depende de Dios… se han abandonado a una
conducta disoluta más allá de cualquier sentido moral”. (Efesios 4:18-19) Y aún
si el hombre comprende que su propia “necedad” es lo que “pervierte su camino,
en su corazón, se irrita contra Yahúh”. (Proverbios 19:3)
6 Dios había entregado “…la tierra a los hijos del hombre”, (Salmos 115:16) y
les ha concedido el tiempo suficiente para que el resultado de su gestión pueda
quedar expuesto ante todos. Sin embargo sus designios son inalterables, el
hombre había sido creado para disfrutar de la vida y dar gloria al Creador con su
felicidad, porque él es “el Dios feliz”, (1Timoteo 1:11) que tiene para sus hijos
designios de vida, pues cómo dijo Jesús, “..el Dios de Abraham, el Dios de Isaac
y el Dios de Jacob, no es un Dios de muertos, sino de vivos”. (Mateo 22:32)
Él había prometido a los hombres fieles de la antigüedad, una vida sin muerte en
la tierra y cuando llegó el momento por él establecido, puso al alcance de los
hombres la vida eterna, y “esta esperanza” tiene que ser ”en nuestras vidas
cómo un ancla segura y firme que penetra más allá de la cortina del santuario,
el lugar donde entró Jesús cómo precursor nuestro”, (Hebreos 6:19) pues
sabemos que “todas las cosas que se escribieron, fueron escritas para
nuestra instrucción, para que por medio de la perseverancia y por el consuelo
que proviene de las Escrituras, podamos mantener la esperanza”. (Romanos
15:4) Una “esperanza en el Dios viviente, que es sin duda el salvador de la
humanidad y en particular de los que tienen fe”, (1Timoteo 4:10) porque su
generoso don “se ha hecho disponible para que todos los hombres puedan ser
salvados, y nos educa para rechazar la maldad y los deseos de este mundo”
para “vivir en él con sabiduría, justicia y lealtad, mientras estamos esperando
que nuestra bendita esperanza se realice, y nuestro excelso y divino salvador
Jesús Cristo se manifieste en la gloria”. (Tito 2:11-13)
8 Mientras Jesús vivió entre los hombres, mostró a sus discípulos la manera de
alcanzar la felicidad verdadera, diciéndoles: “Nadie puede servir a dos señores
porque renegará de uno para amar al otro, entregándose a uno y despreciando
al otro; no podéis pues servir a Dios y al dinero. Así que no debéis pasar por
la vida preocupados por lo qué comeréis, ni por cómo vestiréis vuestro cuerpo
¿No vale acaso más la vida que el alimento y el cuerpo que el vestido? Mirad a
las aves del cielo, que no siembran ni cosechan ni almacenan en graneros pero
las alimenta vuestro Padre celestial. ¿No valéis vosotros más que ellas?
Además ¿Quién de vosotros puede añadir al preocuparse, un solo codo a la
medida de su vida? Y ¿Por qué preocuparos en cuanto al vestido? Mirad cómo
crecen los lirios del campo, que ni se fatigan ni hilan y yo os digo que ni
Salomón en toda su gloria se vistió cómo uno de ellos; y si Dios viste así a la
hierba del campo que hoy está y mañana se echa al horno ¿No lo hará mucho
más con vosotros, hombres de poca fe? No estéis pues preocupados y digáis
¿Qué comeremos? ¿Qué beberemos? ¿Cómo nos vestiremos? Las naciones se
ajetrean por todas estas cosas, pero vuestro Padre celestial sabe ya que las
necesitáis. Buscad ante todo su reino y su justicia y todas esas cosas se
os darán por añadidura, y no os preocupéis del mañana ya que el mañana se
preocupará de sí mismo, pues ya tiene bastante cada día con su propia
dificultad”. (Mateo 6:24-34)
9 Y dirigiéndose en una ocasión, a una multitud que había ido a escucharle, les
habló de las cosas que pondría a su alcance la felicidad, diciendo: “Felices son
los que buscan para su espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.
Felices son los bondadosos, porque disfrutarán la tierra en herencia.
Felices son los que lloran (por las obras inicuas que ven, tal cómo se dice en
2Pedro 2:7-8) porque serán consolados. Felices son los que tienen hambre y
sed de justicia, porque serán saciados. Felices son los misericordiosos,
porque alcanzarán misericordia. Felices son los de corazón puro (ver
Filipenses 1:10-11) porque verán a Dios. Felices son los que cultivan la paz,
porque serán llamados hijos de Dios. Felices son los perseguidos por causa
de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos; debéis ser felices
cuando os censuren y os persigan y digan de vosotros con falsedad, cualquier
maldad por mi causa. Alegraos y exultad porque vuestra recompensa en los
cielos es grande, y así es cómo persiguieron a los profetas anteriores a
vosotros… Brille pues vuestra luz delante de los hombres, para que vean
vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos”.
(Mateo 5:3-12 y 16)
10 En armonía con estas cosas, Pablo escribe a los discípulos de Cristo: “No
seáis amantes del dinero; estad contentos con lo que tenéis, puesto que el
mismo Dios ha prometido: ‘Yo no te dejaré ni te abandonaré’, por esto
podemos decir con confianza ‘Dios es mi ayuda y no tendré miedo’.” (Hebreos
13:4-6) Además: “Haced de modo que vuestro amor sea sin hipocresía,
apegándoos a lo bueno y odiando lo malo, mostrando afecto fraternal unos por
otros y tomando la iniciativa en estimaros. No seáis indecisos, pues debéis
ser diligentes y servir al Señor con un espíritu ferviente, mientras os alegráis
por la esperanza, mostráis paciencia en la tribulación y constancia en la
oración… también debéis compartir las alegrías y los dolores de los demás,
pero siendo respetuosos al tratar unos con otros. En cuanto a los honores,
no los queráis para vosotros mismos ni os consideréis sabios, al contrario,
dejaos atraer por las cosas humildes. A nadie devolváis mal por mal, mientras
que ante todos vivís dedicados a cosas honradas. Si es posible, en lo que de
vosotros dependa, vivid en paz con todos y no os venguéis vosotros mismos
amados, dejad lugar a la ira, porque está escrito: ‘La venganza es mía. Yo
daré el pago merecido, dice el SEÑOR’ pero ‘Si tu enemigo tiene hambre dale
de comer y si tiene sed dale de beber, porque si haces estas cosas acumularás
carbones ardientes sobre su cabeza. No os dejéis vencer por el mal, debéis
vencer al mal con el bien”. (Romanos 11: 9-21)