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A Través de la Noche

M. Gonzáles R.

Capítulo I

La puerta del salón de los sabios retumbo detrás de Raiquen, quien salió de la habitación
después de una fuerte discusión con los sabios, quienes quedaron tras de él con una
expresión inmutable que no daba a conocer lo que pensaban.

En el extremo más destacado de la habitación que Raiquen acababa de abandonar, se


erigían siete enormes tronos de mármol, en el trono del centro se encontraba lo que, a
simple vista parecería la estatua de una mujer, con rasgos afilados y simétricos, que
resultaban si ninguna otra explicación, simplemente hermosos, a ambos lados de ella, se
encontraban dos hombres, igualmente hermosos que la mujer, pero aún así muy
masculinos, si alguien viera esta imagen, sin ninguna referencia previa aseguraría que se
trataban de esculturas sorprendentemente hermosas y nada más, y sin duda se llevaría
un gran susto al darse cuenta de que las estatuas estaban hablando.

- No es una sorpresa que reaccione de esa manera –dijo finalmente la mujer- después
de todo, no se ha recuperado de aquel incidente. –habló una vez más la rígida figura
que, con un movimiento bastante ágil para lo que hacía unos momentos parecía una
estatua, se puso de pie-.

Se trataba de la mujer, Chiara, la única mujer que quedaba del consejo de sabios…

- Es cierto, lo que sucedió en ese entonces fue una tragedia, pero han pasado 500 años
desde que eso ocurrió, es demasiado tiempo, incluso para un inmortal. –dijo el
segundo miembro del consejo, Italo, quien se limitó a cambiar de postura,
sosteniendo su mentón con una mano-.
- Como sea, esto tiene que parar, desde la reaparición de Algrenón las cosas han
empeorado, necesitamos de Raiquen, de otro modo, seremos nosotros los siguientes
en perecer –exclamó el sabio que faltaba, Aloysha, quien de manera imperceptible se
puso de pie y se dirigió a una de las ventanas del salón y se limitó a observar el patio
principal del gran castillo, uno de los últimos bastiones que todavía no había caído
ante Algrenón- a pesar de todo hemos podido resistir, pero no puedo evitar

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preguntarme hasta cuándo podremos continuar de esta manera, Algrenón nos lleva
ventaja en todo, si no hacemos algo pronto quien sabe que sea de nosotros… o quizá
sea nuestro destino unirnos a nuestros cuatro camaradas –se refería a los cuatro
miembros del consejo que faltaban, quienes habían sido asesinados por Algrenón
durante los 500 años de batalla-.
- Aloysha tiene razón –dijo finalmente Chiara- si no hacemos algo pronto, todo esto
acabará muy mal para nosotros…
- Y para todo aquello que protegemos –dijo Italo de manera casi imperceptible,
dejando escapar a su vez un suspiro, mientras Aloysha seguía viendo por la ventana,
al parecer alguien en particular había llamado su atención-.

Esta organización, con miles de años de antigüedad, se dedicaba por entero a proteger a
los humanos y demás criaturas de amenazas de los monstruos que desde un inicio se
habían opuesto a la convivencia tranquila entre todos los que habitaban ese mundo, es
por eso que, con el objeto de restaurar el orden, los siete inmortales más poderosos
habían tomado el mando y habían formado un consejo que dirigía una fuerza militar
dedicada a proteger el balance natural del mundo que habitaban. Esta tarea no había
demostrado ser demasiado ardua, al menos no hasta hace 500 años, desde que el
enemigo más poderoso que habían tenido hasta el momento apareciera, o más bien se
revelara ante ellos…

700 años atrás…

Dos jóvenes inmortales entrenaban en el patio del gran castillo de la organización…

Eran dos jóvenes bastante distintos, aunque los dos eran bastante altos y de aspecto
atlético, eran ambos atractivos, de diferente manera, uno era de cabello negro y de
rasgos bastante duros, sin embargo sus ojos, eran de un azul profundo que transmitían
pura tranquilidad, que le daban una sensación extraña calidez a su aspecto, que
contrastaba bastante con su carácter frío, se trataba de Raiquen, a su lado, el otro joven
era de rasgos más afilados, más atractivos, de cabello castaño, y ojos color avellana, su
aspecto era completamente irresistible, y su carácter completamente amigable, sin
embargo sus ojos tenían un brillo que, aunque bastante seductor parecía esconder
grandes secretos y no todos buenos, este otro joven era el mejor amigo de Raiquen.

Este equipo conformado por mejores amigos se convirtió en un equipo imparable, el


mejor que la organización hubiera visto en toda su historia, los dos tenían una relación

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muy estrecha, ya que se criaron juntos y habían pasado gran parte de su vida viajando
hasta que decidieron unirse a la organización para finalmente establecer un rumbo fijo a
sus desordenadas vidas.

Así pasaron 100 años llenos de glorias, hasta que un día la razón de un sinfín de
acontecimientos llegó a sus vidas, una nueva recluta sumamente poderosa había llegado
a la organización, dando inicio a lo que sería la peor pesadilla de Raiquen.

Ainara era una joven amable, considerada y muy hermosa que, por sus enormes poderes
espirituales había sido reclutada por la organización, pero como no poseía habilidades
para la pelea fue puesta al cuidado del equipo de Raiquen, quien a regañadientes
accedió a cuidar y en medida de lo posible, entrenar a la frágil Ainara.

Como Raiquen anticipó, entrenar a Ainara no iba a ser tarea fácil…

- ¡Esto es ridículo! –exclamó Raiquen mientras se unía a su amigo en el comedor- esa


chiquilla podrá ser muy poderosa, pero, ¿De qué sirve si no puede defenderse? Los
monstruos la matarán antes de que ella pueda usar sus poderes.
- No seas exagerado –contesto el joven con una sonrisa de oreja a oreja-, ella en
realidad no debe defenderse, para eso estamos nosotros, además los monstruos
tendrían que pasar bastantes obstáculos para lograr hacerle daño, recuerda que al fin
y al cabo ella es inmortal y para matarla tendrían que atravesarle el corazón con la
daga Thais*, y no he escuchado que nuestros enemigos la tengan en su poder, así
que no tienes de que preocuparte.
- Te tomas las cosas demasiado a la ligera –fue lo único que Raiquen contestó, su
amigo no hizo más que responderle con una de sus resplandecientes sonrisas, lo que
le dio a Raiquen la impresión de que escondía algo-.

*Las dagas Thais eran 3 misteriosas dagas creadas por un antiguo hechicero, quien las
creo con el objeto de exterminar a los inmortales, se dice que dos de las dagas, junto con
su creador, fueron destruidas, sin embargo no se sabe el destino de la última daga Thais.

Pasaron algunos meses y Ainara mejoró considerablemente, gracias más que todo al
creciente interés que Raiquen había demostrado por su instrucción en los últimos
meses, el tiempo que pasaban juntos aumentaba y los altercados que Raiquen tenía con

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su mejor amigo aumentaban por razones para ellos ignoradas… sin embargo todo se
manejaba a un nivel tolerable, hasta que un día…

Un joven de apariencia impecable, de cabello castaño y ojos color avellana tocó a la


puerta de la habitación de Ainara, quien sorprendida lo dejó pasar... él se limitó a
agradecerle con una de sus resplandecientes sonrisas, lo que no pareció derretir el
corazón de Ainara, quien con el paso del tiempo había logrado demostrar que no era la
indefensa chiquilla que todos pensaban…

- Pasa –fue la seca contestación de Ainara, quien al contrario de todas las chicas que
había conocido en la organización, no se derretía por el apuesto joven que estaba en
el umbral de su puerta- siéntate –le dijo una vez hubo cerrado la puerta, señalando
una de las dos sillas que acompañaban a una improvisada mesa que servía de
comedor-.
- Te preguntaras a que he venido –dijo él finalmente-
- Me pregunto muchas cosas sobre ti, y si, la razón de tú visita es una de ellas –dijo
Ainara a su acompañante quien nunca le había inspirado el más mínimo nivel de
confianza-.
- Espero dar respuesta a esas preguntas algún día –dijo él galantemente- sin embargo
hay algo que quiero que me respondas primero…
- ¿Qué respuesta quieres?
- Desde el momento en que te vi llegar a esta organización me has robado el corazón
¿Quieres ser mi esposa? Si lo consideras la respuesta es bastante sencilla… -exclamó
con bastante confianza-.
- No –fue la seca respuesta de Ainara-.
- ¿Qué?
- He sido bastante clara, no quiero ser tú esposa, no sé por qué motivo me lo has
pedido, o si la petición es sincera o no, aun así, no quiero casarme contigo.

Ante esta respuesta el rostro del joven mostró una sonrisa que podría calificarse de
macabra, apartó la taza de té que Ainara le había servido hacía un rato y simplemente
dijo:

- No puedo decir que tú respuesta no me decepciona porque, aunque no lo creas, en


realidad esperaba que me dijeras que si, era lo que verdaderamente deseaba, sin
embargo no es para mí ninguna sorpresa, ya que se que estás enamorada de alguien
más… -ante esta afirmación Ainara casi deja caer la taza de té que sostenía cerca de

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su boca, al ver esto el joven concluyo-. No te preocupes preciosa, no le diré nada a
Raiquen, aunque deberías aprovechar el tiempo que te queda a su lado –estas
últimas palabras salieron de la boca del joven de una manera imperceptible, casi
como un suspiro que se pierde entre las corrientes de ruido de los alrededores, sin
embargo Ainara lo escucho como si fuera un grito, fuerte y claro…

Conforme pasaba el tiempo la relación entre los anteriormente llamados mejores


amigos se deterioraba cada día más, mientras los rumores crecían afirmando que
Raiquen y Ainara tenían una relación que iba más allá de cualquier obligación.

Dos años después de la llegada de Ainara a la organización, se celebraba su boda con


Raiquen, quien después de muchas luchas por mantener su malentendida dignidad
admitió estar enamorado de Ainara y finalmente la convirtió en su esposa, ese mismo
día, ante la sorpresa de todos, su antes mejor amigo desaparecía sin dejar rastro, sin
embargo esto no pareció disminuir su enorme felicidad…

Ainara y Raiquen viajaron juntos cada vez que podían, aunque pocas veces lograban
apreciar el paisaje propiamente, disfrutaban de cada momento juntos, se habían
convertido en un poderoso equipo, temido y respetado por todos, conforme pasaba el
tiempo la paz se asentaba en el mundo, mientras las facciones de Raiquen se suavizaban
y se volvían más amables, sus ojos mostraban una ternura que nunca habían conocido,
hasta que la tragedia mancho su destino…

La guerra se desató una vez más, 100 años después de la boda de Ainara y Raiquen, una
mañana soleada, Ainara despertó abruptamente ante la alarma general, no había tiempo
para hablar, tenían una batalla que pelear, Ainara y Raiquen se levantaron sin decir
palabra, se vistieron y cuando se preparaban para salir Ainara puso sus manos en el
pecho de Raiquen y le dio un suave beso en la boca, luego fue hasta la puerta y sin
voltearse simplemente le dijo “Cuídate mucho, te amo” y desapareció del umbral, con
Raiquen detrás de ella, en ese momento Raiquen no entendió por qué Ainara actuaba de
esa manera, pero lo entendería pronto, en cuanto a Ainara, ella recordaba todavía lo
que el amigo de Raiquen le había dicho en aquella ocasión, “deberías aprovechar el
tiempo que te queda a su lado”.

Al llegar al lugar de batalla Raiquen perdió de vista a Ainara, la batalla se estaba


tornando bastante complicada y Ainara podía cuidarse sola y, en caso de que lo
necesitara, bueno pues, ella sabía cómo hacérselo saber, los ataques parecían venir de

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todos lados, monstruos tan poderosos que lo dejaban agotado no dejaban de aparecer,
causando una masacre entre los humanos que servían a la organización, es más, aunque
parecía salido de su imaginación, Raiquen podía jurar que varios de sus compañeros
inmortales, quienes debían proteger a los humanos con poderes especiales, no estaban
por ningún lado, pero no era hora de preocuparse por eso, tenía que concentrarse en la
batalla, pasaron así las horas de batalla, hasta que el sol comenzaba a ocultarse en el
horizonte, las horas parecían segundos para Raiquen en medio de la batalla, y de
repente un grito proveniente del bosque que rodeaba el castillo logro que el tiempo se
detuviera… el grito era de una mujer… era de Ainara…

Raiquen corrió a gran velocidad hasta alcanzar el lugar de donde provenía, nada parecía
lograr detenerlo, hasta que se percató de algo, cada cierta distancia, colgado de uno de
los árboles estaba el cuerpo de uno de sus compañeros inmortales, habían 10 en total,
esta certeza solamente hizo que Raiquen corriera aún más de prisa, quien fuera que
estaba con Ainara, tenía la daga de Thais…

- Llegas por fin –dijo una voz conocida, la que logró por fin detener a Raiquen-. No has
tardado mucho, aunque debes saber que ya es tarde…

Sin pensarlo dos veces Raiquen se detuvo y elevó la vista hacia el lugar de donde
provenía la tan familiar voz, se trataba de su mejor amigo que, rodeado de un sin
número de monstruos y criaturas flotaba en el aire sosteniendo en un brazo a Ainara,
con el pecho cubierto de sangre, y en la otra mano sostenía orgullosamente una daga
ensangrentada, pero no era cualquier daga, era la daga de Thais.

- Llegas tarde mí buen amigo, ves –dijo sosteniendo a Ainara- al fin y al cabo tenías
razón, ella necesitaba mucha protección.

Como despertando de un sueño que transcurría en cámara lenta Raiquen logró por fin
hablar:

- Tú, tú maldito traidor ¿Qué has hecho? –diciendo esto Raiquen se abalanzó sobre la
flotante figura de su antiguo mejor amigo, pero antes de que pudiera alcanzarlo, los
monstruos que hasta entonces se habían mantenido inertes lo atacaron, mientras el
asesino se limitaba a reir a carcajadas-

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Durante toda la lucha la esbelta figura que sostenía el cuerpo inerte de Ainara se había
mantenido como espectadora de la batalla de Raiquen, hasta que por fin intervino,
cuando Raiquen parecía no poder más.

- Ya basta –dijo con vos potente y los monstruos dejaron de atacar a Raiquen,
lentamente se colocó al lado de Raiquen, quien yacía en el suelo, cubierto de sangre
proveniente de heridas que se habían cansado de sanar- no hay razón para luchar
Raiquen, ya que todo está perdido para ti.
- ¿Por qué hiciste esto? ¿Por qué nos traicionaste?
- ¡Traición! Vaya palabra la que usas, tú me traicionaste primero, luego lo hizo Ainara,
yo sólo devuelvo el favor…
- No…nosotros tt…te traicionamos, ¿Cuándo?
- Dos años antes de que te casaras con Ainara yo le pedí que fuera mi esposa y ella me
rechazó… por ti.
- No sabía eso… pero, solo por eso hiciste todo esto… porque ella te rechazó.
- No, esa no es enteramente la razón, la razón principal fuiste tú, quien era como mi
hermano y me abandonó por esta imbécil, por eso me fui, por eso decidí no confiar
más en nadie, y así fui aumentando mi poder durante todos estos años.
- Poder ¿Es eso lo que buscas? ¿Por qué matar a Ainara sólo por eso?
- No fue sólo por eso, aunque no sé de qué otro modo pueda conseguir lo que estoy
buscando.

Sin decir más, él metió la mano en el pecho inerte de Ainara y extrajo su corazón,
mientras Raiquen se retorcía por el dolor que sentía, de pronto una luz brillo sobre todos
ellos y Raiquen vio como el cuerpo de Ainara se desvanecía en el aire mientras su
corazón se convertía en un cristal luminoso.

- Antes de que me preguntes algo, quiero decirte que esta es la razón por la que la
maté, ella posee uno de los cristales Eshe, los cuales son capaces de darte un enorme
poder, y si reúnes todos, te concederán todo lo que deseas… ahora Raiquen, debo
irme, siento mucho tú pérdida, pero era inevitable.

Diciendo esto se desvaneció en el aire y el ataque se detuvo, los monstruos se


marchaban, mientras Raiquen seguía postrado en el suelo del bosque repitiendo una y
otra vez el nombre del que una vez fue casi un hermano para él… Algrenón

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En ese momento, en el patio del castillo se llevaba a cabo en entrenamiento de los
nuevos reclutas…

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