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La décima pista
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Ebook52 pages56 minutes

La décima pista

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About this ebook

Dashiell Hammet, el autor más respetado dentro del género de la novela negra, decidió que el protagonista de este relato, el hombre sin nombre conocido como el detective de la Continental, fuera su detective estrella. En este caso, el famoso investigador y un policía amigo, deben resolver un asesinato con una variedad de pistas extrañas y discordantes. En lugar de seguirlas hasta el violento final, el sagaz detective decide ignorarlas implementando un método alternativo.
LanguageEspañol
PublisherMB Cooltura
Release dateJun 19, 2019
ISBN9789877443189
La décima pista
Author

Dashiell Hammett

Samuel Dashiell Hammett (1894-1961) was an American novelist and short story writer, best known for his "hard-boiled" detective fiction and the iconic characters he created for his books, including the Continental Op (Red Harvest and the Dain Curse), Sam Spade (The Maltese Falcon), and Nick and Nora Charles (The Thin Man). Hammett is considered one of the finest mystery/detective writers of the 20th century. As a young man, Hammett signed up to be an operative for the Pinkerton Detective Agency, but the agency's role in strike-breaking soured Hammett to Pinkerton and he joined the Army in 1918 and served in World War I. While in the Army, Hammett contracted tuberculosis and the ill-effects of his consumption would plague Hammett for the rest of his life. In 1922, Hammett began to publish short stories in some of the popular mystery magazines of the era, particularly Black Mask, for whom he wrote a number of stories featuring his nameless private investigator, the Continental Op. He began producing these stories at a furious rate, eventually expanding into novels - Red Harvest and The Dain Curse - which he serialized in Black Mask prior to publication. In 1930, Hammett wrote The Maltese Falcon, which featured Sam Spade, one of the most popular characters in all of detective fiction. Then, in 1934, Hammett topped himself, creating Nick and Nora Charles, the protagonists of the wildly popular book The Thin Man. Both would later be adapted into successful motion pictures, the latter spawning five sequels. Once Hammett moved to Hollywood and began writing screenplays, his fiction writing almost entirely ceased. His activism in left-wing politics would eventually lead to Hammett being placed on the "blacklist." Hammett's career troubles were exacerbated by his alcoholism and his drinking, in turn, worsened his health. He died of lung cancer in 1961.Despite his life and career struggles later in life, Dashiell Hammett is still considered one of the greatest mystery writers of all time and his work proved to be an inspiration to an entire generation of young authors from Ernest Hemingway to Raymond Chandler and many others.

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    La décima pista - Dashiell Hammett

    Inhalt

    La decima pista

    • • •

    —Don Leopold Gantvoort no está en casa dijo el empleado que me abrió la puerta—, pero está su hijo, el señorito Charles, si desea verlo.

    —No. El señor Gantvoort me dijo que me recibiría cerca de las nueve. Son las nueve en punto y estoy seguro de que no tardará. Lo esperaré.

    —Como guste el señor.

    Se apartó para dejarme pasar, tomó mi abrigo, mi sombrero y me condujo a la biblioteca de Gantvoort situada en el segundo piso, allí me dejó solo. Tomé una de las revistas que había sobre la mesa, coloqué a mi lado un cenicero, y me puse cómodo. Pasó una hora. Dejé de leer y comencé a inquietarme. Otra hora... Comencé a preocuparme.

    Comenzaba a dar las once un reloj del piso bajo, cuando entró en la habitación un joven alto y delgado de unos 25 o 26 años, piel muy blanca, ojos y cabellos oscuros.

    —Mi padre no ha regresado todavía —me dijo—. Es una lástima que usted lo haya esperado tanto tiempo. ¿Puedo ayudarlo en algo? Soy Charles Gantvoort.

    —No, gracias —me levanté del sillón acoplando una despedida educada—. Llamaré mañana.

    —Lo siento —murmuró, y nos dirigimos juntos hacia la puerta.

    En el momento en que salíamos al pasillo, un teléfono situado en un rincón de la habitación comenzó a sonar con un ring amortiguado. Me detuve en el umbral de la puerta mientras Charles Gantvoort se acercaba a responder. Habló a mis espaldas.

    —Sí. Sí. Sí. —de pronto, bruscamente—. ¿Qué? Sí —y, luego, anonadado—. Sí.

    Se dio vuelta hacia mí, lento, con el auricular todavía en la mano. Tenía el rostro desencajado, grisáceo, un gesto de angustia, los ojos abiertos de par en par y la boca entreabierta.

    —Mi padre —murmuró—. Ha muerto. Lo han matado.

    —¿Dónde? ¿Cómo?

    —No lo sé. Era la policía. Quieren que vaya inmediatamente.

    Se enderezó con esfuerzo, recobró su postura y colgó el teléfono. Los músculos de su rostro se relajaron solo un poco.

    —Perdone mi...

    —Señor Gantvoort —lo interrumpí—, trabajo para la Agencia de Detectives Continental. Su padre llamó a nuestras oficinas por la tarde y pidió que le enviaran un detective esta misma noche. Dijo que lo habían amenazado de muerte. Pero teniendo en cuenta que aún no me había contratado, a menos que usted quiera...

    —Desde luego. Está usted contratado. Si la policía no encontró al asesino, quiero que haga usted todo lo posible por encontrarlo.

    —Bien. Vamos a la jefatura.

    Ninguno de los dos habló durante el camino. Gantvoort iba inclinado sobre el volante del automóvil lanzado a través de las calles a una increíble velocidad. Me quemaba el deseo de hacer cantidad de preguntas, pero me di cuenta de que para mantener aquella velocidad sin estrellarnos era necesario que concentrara toda su atención en la ruta. Así que opté por no molestarlo y guardé silencio.

    En la jefatura de policía nos esperaban media docena de oficiales. Estaba a cargo del caso el inspector O’Gar, un sargento de cabeza alargada que parece un sheriff de película, incluido el sombrero negro de ala ancha, pero que no por eso disfruta menos de mi respeto. Ya habíamos trabajado juntos en dos o tres casos, y

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