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Santiago Jorge Durante

EL ACTO DE CUIDAR
GENEALOGÍA EPISTEMOLÓGICA DEL SER ENFERMO

Editorial El Uapití
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13

INTRODUCCIÓN

E n mi experiencia docente, asistencial y de conducción dentro de la


enfermería, he tenido oportunidad de cotejar, durante años suce-
sivos, el hecho que un considerable número(1) de enfermeros profesionales
-incluso muchos licenciados en enfermería-, poseen serias dificultades
para describir con palabras aquello a que se dedican. Muchos, incluso con
una notable antigüedad en la profesión y otros con una vasta formación
complementaria. Dificultad instalada, incluso, desde la definición misma
del concepto de “enfermería” y de sus características definitorias o elementos
constitutivos, tales como: “sujeto cuidado”, “cuidado”, “experiencia de salud”,
“entorno”, entre otros.
Cuando se me brindó la oportunidad de asumir la titularidad de la
Cátedra de Enfermería General III, del Segundo Ciclo(2) de la Carrera
de Licenciatura en Enfermería de la Universidad Maimónides de Buenos
Aires, no tuve mejor idea que compartir con ellos estas reflexiones, obte-
niendo excelentes resultados. Este volumen transcribe algunas conversa-
ciones que he podido mantener con mis estudiantes, a fin de compartir
nuestra experiencia con el resto de la comunidad de enfermería.
Pero, volviendo al nudo de nuestro dilema, me gustaría agregar que,
con respecto a la definición del término “enfermería”, no sólo he corrobo-

(1) Nota del Autor: cotejado de datos de más de 1.000 encuestados.


(2) Segundo Ciclo: en Argentina, la formación de enfermería está organizada en dos ciclos:
un ciclo básico, mediante el cual se obtiene el título de Enfermero Profesional, y un Segundo
Ciclo, con el que se alcanza el título de grado académico de Licenciado en Enfermería.
14 el acto de cuidar - genealogía epistemológica del ser enfermo

rado más de ocho tipos distintos de respuestas -todas ellas con una concep-
ción particular del ser y del hacer enfermero-, sino que -y lo más alar-
mante de todo- un elevado porcentaje de los sujetos evaluados era incapaz
de esbozar cualquier definición de la profesión. Este hecho es particular-
mente significativo, ya que, más allá de la concepción que cada uno tenga
de lo que hace como profesión, o incluso como actividad laboral, considero
que debe dársele algún sentido desde la puesta en palabras.
No me refiero aquí al cuidado cotidiano, a la situación de cuidar que
puede darse dentro del seno familiar -la madre que cuida al niño-, sino que
me estoy refiriendo al cuidado como un proceso intelectual y deliberado,
producto y objeto de nuestra disciplina, es decir al cuidado profesional.
Habitualmente reafirmamos que la función primordial de la enfer-
mería es “el cuidado de la persona que en contacto con su entorno vive expe-
riencias de salud”. (1) Pero, ¿nos hemos detenido a pensar alguna vez cuáles
son los elementos implicados en el acto de cuidar y de qué manera influyen en
nuestro quehacer cotidiano?

Santiago Jorge Durante


Lanús, junio de 2OO7

(1) PHANEUF, M., “Cuidados de Enfermería. El Proceso de Atención de Enfermería”, España,


Interamericana McGraw-Hill, 1993.
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ALGUNAS ACLARACIONES PARA EL LECTOR

E l presente libro ha sido estructurado de acuerdo a los requisitos


pedagógicos de la primera etapa del segundo Ciclo de la carrera
de Licenciatura en Enfermería, criterios compartidos por casi todas las
instituciones educativas del país y Latinoamérica.
He tratado de mantener en toda su estructura argumental, una lógica
para el Aprendizaje Basado en Competencias (ABC), mediante la arti-
culación de contenidos conceptuales (conceptos), actitudinales (actitudes)
y procedimentales (habilidades).(1) Esta idea engloba tanto el “saber hacer”,
como el “poder hacer” y, sobre todo el “querer hacer”, a fin de consolidar
la forma de asumir el “yo profesional”, de involucrarme desde la voluntad
de brindar un cuidado profesional (más allá del cuidado vocacional o del
cuidado meramente técnico).
He introducido, además algunas herramientas del Pensamiento
Crítico, a través de ejercicios prácticos, a fin de guiar al lector en los procesos
del pensamiento aplicados a las distintas etapas del quehacer enfermero.
Cabe aclarar que muchos de los contenidos de esta obra son relecturas
y adaptaciones de los que podríamos llamar “clásicos” de la disciplina. Es,
por ejemplo el caso de buena parte de lo tratado en el capítulo del Método,
que hace referencia al Proceso de Atención de Enfermería. En lo que
respecta al resto de los contenidos, en su gran mayoría son construcciones
intelectuales originales, basadas o sustentadas en conocimientos no sólo
provenientes de nuestra profesión. En efecto, para el abordaje de determi-
nados temas, he acudido a autores provenientes de la sociología, la antro-
pología, la filosofía, la psicología, la medicina, además de la enfermería.
Cuenta de ello dan las citas bibliográficas que, oportunamente hallará el
lector a pié de página. Por otra parte, sugiero que sean consultados en
forma independiente los textos mencionados a fin de que el estudiante o
(1) Nota del Autor: el concepto de gestión por competencias nació en Harvard en 1973, con
David McClelland, experto en recursos humanos.
16 el acto de cuidar - genealogía epistemológica del ser enfermo

el profesional con curiosidad, pueda profundizar en los temas abordados


desde otra perspectiva.
Dicho esto, y aclarados los aspectos fundamentales de la presente
obra, los invito a la lectura crítica, el análisis objetivo y la reflexión profunda
de los temas que aquí se abordan. Su discusión y puesta en común se trans-
formarán, a mi humilde entender, en un importante paso de la maduración
de la disciplina enfermera.
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ESQUEMA GRÁFICO DE LA ESTRUCTURA


MACROTEXTUAL DE LA PRESENTE OBRA

Elementos constitutivos

Paradigmas

Cuidado Humano / Cultural

EL CUIDADO
PROFESIONAL
(Cap. 1)

Concepto de Salud

Normalidad

Relación Salud-Enfermedad
Unidad de cuidado

Necesidad / Problema LA EXPERIENCIA


DE SALUD (Cap. 2)
Homeostasis / Homeóresis

Respuestas Humanas Proceso de Atención


de Enfermería
LA PERSONA EL PROFESIONAL
CUIDADA (Cap. 4) La relación sujeto DEL CUIDADO (Cap. 3)
cuidado / profesional
Concepto de Enfermería
La comunicación
Arte / Ciencia / Disciplina
Etapas del PAE Profesión / Oficio / Vocación

El MÉTODO Competencias
(Cap. 5)
Rol / Identidad / Imagen
EL CONTEXTO
ESPACIO-
TEMPORAL (Cap. 6)

La organización como ámbito laboral

La organización como ámbito terapéutico

El tiempo terapéutico
El CUIDADO 19
PROFESIONAL

EXPERIENCIA
DE SALUD

PERSONA PROFESIONAL
CUIDADA DEL CUIDADO

MÉTODO

CONTEXTO
ESPACIO -

Capítulo 1
TEMPORAL

EL CUIDADO
“ELUCIDACIONES EN TORNO
AL ACTO DE CUIDAR”
Elucidar significa “pensar el acto”, reflexionar sobre aquello que hacemos y que
pasa desapercibido ante nuestros incautos ojos. A fin de empezar a adoptar
una actitud crítica sobre aquello que vivenciamos como “ la Enfermería” los
invito a realizar un ejercicio intelectual, una lectura reflexiva de nuestro
quehacer cotidiano.

ELEMENTOS CONSTITUTIVOS
DE LA SITUACIÓN DE CUIDAR

M e gustaría que podamos reflexionar sobre la situación específica


del “cuidado”, de modo tal que podamos analizar en profundidad
todos y cada uno de los elementos que están implicados dentro de ella.
Para emprender dicha tarea podríamos imaginar el cuidado como la repre-
sentación o puesta en escena de una obra de teatro. Allí observaríamos a
dos personajes principales, los protagonistas: la enfermera y el “paciente”.
La escenografía representaría más o menos fidedignamente(1) una sala
de hospital, con sus paredes azulejadas hasta el techo y sus pies de suero
diseminados entre las camas de hierro. Ahora bien: considero que lo más
prudente y, trayendo a colación el título del presente capítulo, sería tratar
de establecer si el cuidado es, en definitiva un acto. Y se confrontan aquí

(1) fidedigno: digno de crédito.


20 el acto de cuidar - genealogía epistemológica del ser enfermo

una serie de cuestiones ontológicas(1) que merecen ser, al menos analizadas


detenidamente.
En efecto, la concepción del cuidado ha atravesado de manera tangen-
cial(2) la totalidad de los paradigmas que han embebido de significado a la
disciplina enfermera, en forma particular, pero también a la humanidad
en su conjunto.
Desde sus orígenes el hombre ha practicado el cuidado del prójimo
como una forma de supervivencia de la propia especie. Tanto es así, que los
científicos determinan el cuidado como el elemento que ha determinado la
evolución y la adaptación de la humanidad a través de las distintas eventua-
lidades atravesadas durante su evolución. Ya el hombre primitivo, a partir
de haber experimentado la necesidad de socialización, conformó clanes o
tribus para dar respuesta a sus más inmediatas demandas de subsistencia
-comida, abrigo, seguridad- para lo cual se pone de manifiesto el origen
del grupo como unidad funcional de la sociedad.
Está ampliamente comprobado, por ejemplo, que los neanderthales
constituyeron sociedades complejas, con fuertes lazos entre sus miembros,
que desarrollaban distintas medidas sanitarias como el cuidado de los indi-
viduos heridos y el dar sepultura a los muertos(3).
No es difícil imaginar de que manera, desde sus inicios mismos, el
hombre ha adoptado para su adaptación al medio todo tipo de artimañas(4)
prehumanas o características del rei­no animal. Así, como un animal lasti-
mado que lame su herida para limpiarla disminuyendo de esta manera
el riesgo de contaminación; de la misma forma el ser humano primitivo
habrá cuidado de la contaminación sus propias lesiones de distinta natu-
raleza, según el tipo de riesgos a los que se veía expuesto. Podríamos, pues
estar frente a lo que llamaríamos proto-asepsia, para otorgarle un término
científico. Seguramente habrá utilizado primero su lengua, para más tarde
realizar la higiene valiéndose del agua de lagos, lagunas y ríos e incluso
incursionar en la utilización de la savia producida por determinadas plantas
-como el aloe(5), utilizada aún en la actualidad- o de productos como la miel
-lo cual quedó plasmado en los antiguos papiros egipcios como un trata-
miento eficaz para el cuidado de las heridas-. Lo mismo sucedería, segu-
(1) ontología: parte de la metafísica que trata de las propiedades trascendentes del ser.
(2) tangencial: que tiene algún punto de contacto con una superficie.
(3) CLARIN, “Historia Universal - Prehistoria y Primeras Civilizaciones”, Ed. Sol. Barcelona,
2004.
(4) artimaña: artificio, artilugio o astucia.
(5) aloe: planta perenne de la familia de las liláceas. De ella se extrae un jugo empleado en
medicina.
el cuidado 21

ramente con las fracturas: observando las conductas animales, podemos


ver claramente como inmovilizan de inmediato el miembro afectado por
la fractura. En forma refleja -ya sea por el dolor que les provoca moverlo
o bien por la limitación propia de la capacidad de movimiento provocada
por la lesión- el hecho de inmovilizarlo limita el daño a los tejidos circun-
dantes y favorece la consolidación del hueso. Es fácil, pues imaginar los
rudimentarios elementos de inmovilización de los que pudieron haberse
valido estos primeros homínidos(1).
Vemos también, como típico ejemplo del cuidado higiénico-sanitario
brindado a otros miembros de la comunidad, en los simios y demás primates
que se buscan y quitan los piojos
La palabra “vocación”, derivada de la
los unos a los otros. Muchos de
alocución latina “vocatio” -“ llamado”,
estos ejemplos se dan en la natu-
se usó originariamente para hacer
raleza, incluso en animales de
refe­rencia al “ llamado divino” del
distinta especie, como puede
sacerdocio, entendido éste como una
suceder en algunas relaciones de
entrega total e incondicional hacia
tipo saprofítica(2) o de “ayuda
dicha actividad. Aplicada al concepto
mutua”. Pero es aquí donde se
del cuidado de personas, ha hecho
establece, tal vez la primera gran
aún más distante la relación entre la
diferencia entre el sujeto humano
Enfermería y el sentido de profesión.
y el resto de las especies del reino
In­cluso ha influido negativa­mente en
animal: en su relación con el
los históricos reclamos por un posicio­
más débil, con el herido. El
namiento eficaz dentro del ámbito
ciervo más débil es aquel que se
laboral, sobre todo en cuestiones tan
desplaza con más dificultad y,
sensibles como el salario. Es por ello que
en consecuencia es el que cae en
hay que apli­carla con mucha cautela,
las garras del depredador y
sobre todo en la etapa de formación.
permite así la huída del resto de
la manada. Desde la madre que alimenta y abriga a sus hijos, hasta aquel
que acerca un poco de agua a la boca del sediento. La caridad, la solida-
ridad, la vocación de servir a quien más lo necesita, pueden considerarse
rasgos naturales del individuo, comunes en todas las épocas y en todas las
culturas y civilizaciones y ser la semilla misma de la naturaleza humana.
También la violencia, la intolerancia y la crueldad, son características
propias del género humano; pero, en todo tiempo, tras una batalla o luego

(1) homínidos: familia de primates que comprende una sola especie: el Homo sapiens.
(2) saprófito/a: dícese de un ser vivo que extrae de las materias orgánicas en descomposición
las sustancias que le son necesarias.
22 el acto de cuidar - genealogía epistemológica del ser enfermo

de una guerra, ha habido y habrá quienes se organicen en pos de brindar


alivio al que sufre, al que ha sido herido.
Tal vez, tan antigua como las primeras manifestaciones de humanidad
que han tenido nuestros primitivos ancestros, ha sido la vocación de brindar
cuidado. No es pues el espíritu del cuidador el que ha variado con el devenir
de los siglos, sino más bien, el concepto de necesidad de dichos cuidados y
las teorías que se han ido sosteniendo en las diferentes culturas en lo rela-
tivo al significado de salud y de enfermedad que cada una les ha dado.
Patricia Donahue hace referencia a la etimología(1) de la palabra
nurse –“enfermera” en inglés– y sus connotaciones históricas. Al respecto
menciona:

“La enfermería tiene su origen en el cuidado materno de los niños indefensos y


tiene que haber coexistido con este tipo de cuidado desde los tiempos más remotos.
La palabra inglesa nursery deriva del vocablo latino nutrire, "nutrir". El término
inglés nurse también tiene sus raíces en el latín, en el nombre nutrix, que signi-
fica "madre que cría". A menudo hacía referencia a una mujer que amamantaba
a un niño que no era hijo suyo, o sea un ama de cría. Con el tiempo, el término
nutrix se utilizó para identificar a una mujer que criaba, lo que suponía una
definición más amplia aunque todavía relacionada con la idea de engendrar. Los
vocablos latinos fueron la base de la palabra francesa nourrice y de la española
nodriza, que también se referían a la mujer que amamantaba a un niño, en
especial al hijo de otra.”(2)

Como vemos, los términos sajones -inglés y francés- se aproximan


mucho más al origen o génesis de la profesión, que el término castellano
de "enfermera", seguramente más reciente ya que hace mención directa a
la palabra "enfermo" o "enfermedad", que nos transporta a un pasado menos
remoto, y más acotado, limitando la actividad de enfermería a la atención
o cuidado del individuo enfermo(3).
Como práctica u oficio concerniente al cuidado de la salud, nace
la Enfermería Empírica(4), hija de la maternidad, la religión, la guerra y,
(1) etimología: origen de las palabras, razón de su existencia, de su significación y de su
forma.
(2) DONAHUE, P., “Historia de la Enfermería”. Mosby - Missouri, 1985.
(3) Nota del Autor: para analizar un poco más en profundidad el tema etimológico, puede
consultarse el capítulo “Ser o no ser”, del texto: DURANTE, S., “Claves para pensar la
Enfermería”. Ed.El Uapití-Universidad Maimónides. Buenos Aires, 2005.
(4) empirismo: sistema, método o práctica que se funda sólo en la experiencia, sin recurrir
al razonamiento ni al conocimiento teórico.
el cuidado 23

posteriormente la ciencia. Función compartida por casi todas las culturas y


destinada a la mujer desde los inicios de la historia, el cuidado de los más
débiles -enfermos, niños y ancianos- se fue convirtiendo con el pasar de los
siglos, desde una obligación casera hacia los miembros más cercanos de la
familia, en un deber para con Dios y un modo de servir a los semejantes y,
más tarde, una muestra de patriotismo cívico en la atención de los heridos
en combate, transformándose finalmente en lo que es hoy: una profe-
sión abrazada por hombres y mujeres, con profunda vocación de servicio,
inquietud de progreso profesional y una vasta curiosidad científica.
Ninguna ciencia o arte que pretenda crecer y desarrollarse en la
sociedad puede obviar sus orígenes, pues son aquellos esbozos los que
le han dado forma a su personalidad y, sobre todo, serán las bases para
conformar aquello que anhela ser en el futuro.
Por otro lado, y como ya afirmara antes, no es el tipo de cuidado
“ doméstico” -el de madre a hijo, aquel que se basta de la buena voluntad, amor
filial y el esfuerzo empírico- el que nos interesa tratar en este volumen, sino
el CUIDADO PROFESIONAL. Es decir, aquel cuidado que requiere
de determinadas competencias, entendiendo como tal al conjunto de apti-
tudes -procedimentales, técnicas, intelectuales, cognoscitivas, legales- y
actitudes -es decir, la forma de asumir el “yo profesional”, de involucrarse
desde la voluntad de brindar cuidado-.
Lo antedicho exige no sólo la capacidad de cuidar -el poder cuidar-,
sino también la voluntad y predisposición para brindar cuidado -el querer
cuidar-, asumiendo en todo dicha responsabilidad desde el punto de vista
ético.

“El cuidado significa además preocupación, interés, afecto, importarse, proteger,


gustar, significa cautela, celo, responsabilidad, preocupación. El verbo cuidar
específicamente asume la connotación de causar inquietud, entregar la atención
al otro”.(1)

El hombre ha forjado su evolución de acuerdo a la capacidad de satis-


facer sus necesidades en la constante búsqueda del equilibrio con el entorno.
En esta constante evolución fueron surgiendo nuevas necesidades, y por
ende, nuevas respuestas humanas a su satisfacción e insatisfacción. En la
habilidad de reconocer en el otro una necesidad como tal y poder actuar
para lograr su satisfacción está el espíritu del buen cuidador.
(1) WALDOW, V., “Cuidado Humano o resgate necesario”. Ed. Sagra Luzzatto. Brasil.
1998.
24 el acto de cuidar - genealogía epistemológica del ser enfermo

CONCEPCIONES BÁSICAS DE LA
DISCIPLINA ENFERMERA
“Un paradigma es una tregua entre dos buenas preguntas.”
Jorge Wagensberg

De este constante debate entre lo que podemos considerar como arte y como
ciencia, y desde qué lugar analizar la Enfermería, surgen algunas concepciones
básicas para una completa interpretación del problema.

EL CONOCIMIENTO CIENTÍFICO

D esde los albores(1) de la humanidad, desde que el hombre es hombre


ha existido la imperiosa necesidad de determinar, de alguna manera
la existencia de la verdad. La curiosidad por aquello que nos rodeaba, en
definitiva: la construcción de la realidad. A medida que la sociedad ha
ido avanzando en el tiempo, dichas realidades se han ido alterando en un
continuo fluir, de crisis en crisis, con algunos períodos de supuesta calma.
La herramienta universalmente aceptada para descifrar dicha
realidad ha sido siempre el conocimiento. Particularmente, en nuestra
cultura occidental, hubo una marcada preocupación para distinguir entre
un conocimiento azaroso(2), afirmativo y versátil(3) y un conocimiento que
asegurase en el más alto grado la adquisición de la verdad. Los griegos
llamaban al primero “doxa” (opinión) y al segundo “epísteme” (ciencia).
Hoy se concibe a la epistemología como “ la rama de la filosofía que se ocupa
de todos los elementos que procuran la adquisición de conocimiento, e investiga los
fundamentos, límites, métodos y validez del mismo”. (4)
También se sigue llamando “científico” al conocimiento cuyas carac-
terísticas más importantes son el rigor, la fundamentación de sus afirma-
ciones, la búsqueda sistemática de la verdad, la verificación de sus resul-
tados. Asimismo, se entiende por no científico o “vulgar”(5) al conocimiento
que no da justificación a sus hallazgos, o sencillamente todo conocimiento
cuyos resultados sean declarados dogmáticamente(6) verdaderos.
(1) albor: comienzo o principio de una cosa.
(2) azaroso: que proviene del azar o la suerte.
(3) versátil: de genio voluble, inconstante.
(4) CEBERIO, M. y WATZLAWICK, P., “La construcción del universo”. Herder. Barce-
lona, 1998.
(5) vulgar: perteneciente al vulgo, conjunto de quienes forman la mayor parte de la población.
(6) dogma: proposición que se asienta por firme y cierta y como principio innegable de una
ciencia.
el cuidado 25

EVOLUCIÓN DEL PENSAMIENTO OCCIDENTAL


Y LA CONCEPCIÓN DE ENFERMERÍA

S egún su perspectiva única y sus propios procesos de reflexión, concep-


tualización e investigación, las disciplinas tienen por objeto desarrollar
los conocimientos que servirán para definir y guiar la práctica. Es precisa-
mente gracias a la manera particular con la que los enfermeros abordan la
relación entre el cuidado, la persona, la salud y el entorno que se clarifica
el campo de la disciplina enfermera.
La ciencia no fue siempre como hoy podemos apreciarla, y segura-
mente no lo será tampoco en el futuro. Cada época ha tenido su forma
particular de explicar el mundo que la rodeaba, diferente de la anterior y
de la siguiente. En tal sentido es necesario precisar cuáles han sido aquellos
cambios históricos que nos han traído hacia donde nos encontramos actual-
mente y, por medio de la inducción podamos saber hacia donde vamos.

“Las grandes corrientes del pensamiento, o maneras de ver o comprender el


mundo, han sido llamadas paradigmas (...). Se han precisado los paradigmas
dominantes del mundo occidental, paradigmas que han influenciado todas las
disciplinas.” (1)

Thomas S. Kuhn(2), acuñó(3) el término de “paradigmas” para referirse


a realizaciones científicas universalmente reconocidas que, durante cierto
tiempo, proporcionan modelos de problemas y soluciones a una comunidad
científica.(4)
Difícilmente los hechos históricos y los cambios sociales tengan una
sola causa o un único origen, por lo general son multicausales(5). A su vez,
estas causas son de diferente origen: algunas están relacionadas con la esfera
económica, otras con la esfera social, algunas otras, con la dimensión polí-
tica, y otras con la dimensión cultural e ideológica. Existieron en la historia
de la ciencia occidental tres grandes paradigmas que marcaron el rumbo

(1) KÉROUAC, S., “El pensamiento enfermero”. Masson. Barcelona, 1996.


(2) Thomas Kuhn (1922-1996): filósofo, físico e historiador estadounidense. Su libro "La
estructura de las revoluciones científicas", es quizá el texto más citado de la historia de la
Filosofía.
(3) acuñar: dar forma a expresiones o conceptos, especialmente cuando logran perma-
nencia.
(4) KUHN, T., “La estructura de las revoluciones científicas” Fondo de Cultura Económica.
México, 2000.
(5) multicausal: aquello cuyo origen se debe a más de una causa.
26 el acto de cuidar - genealogía epistemológica del ser enfermo

del conocimiento en todas sus áreas. Estos paradigmas son: el empírico, el


simbólico y el crítico. La enfermería se ve atravesada por ellos y los renombra
como: de la categorización, de la integración y de la transformación.
Según el prestigioso escritor uruguayo Mario Benedetti(1), “el pasado
es siempre una morada y no hay olvido capaz de demolerla”(2), es por ello que no
podemos abordar seriamente los principios fundamentales de la enfermería,
sin analizar, aunque más no sea brevemente su contexto histórico-social.

1. Paradigma de la categorización (1850 - 1950): este período


inspiró dos orientaciones en la práctica de la enfermería:
• Centrada en la salud pública.
• Centrada en la enfermedad -íntimamente ligada a la práctica médica-.

Los fenómenos(3) son divisibles(4) en categorías, clases o grupos defi-


nidos, considerados como elementos aislables o manifestaciones simplifi-
cables. Así los elementos y las manifestaciones conservan entre sí relaciones
lineales y causales -relación “causa/efecto”-, y el desarrollo del conocimiento
se orienta hacia la búsqueda de leyes universales.
Este paradigma orienta el pensamiento hacia la búsqueda de un factor
causal responsable de la enfermedad.

Orientación hacia la salud pública (1850 - 1900): inicio de la sociedad


moderna occidental, no se sabe acerca de infecciones bacteriológicas, ni
propagación ni precauciones más elementales. Florence Nightingale(5) se
revela como persona capacitada para organizar los cuidados enfermeros en
los hospitales ingleses durante la guerra de Crimea (1854) y postula que “ la
preocupación del enfermero está al lado de la persona enferma o sana, y consiste
en proporcionar al paciente el mejor entorno posible para que las fuerzas de la
naturaleza permitan la curación o el mantenimiento de la salud.”(6)

(1) Mario Benedetti (1920): escritor uruguayo. Ha sido profesor de literatura en su país.
Ha cultivado todos los géneros, con iniciación en la poesía, los cuentos, la novela, y la crítica
político-social.
(2) BENEDETTI, M., “Perplejidades de fin de siglo”. Sudamericana. Buenos Aires, 2000.
(3) fenómeno: cualquier hecho que es captado por los sentidos o conocido por la conciencia.
(4) divisible: que se puede partir, separar en partes más pequeñas.
(5) Florence Nightingale (1820-1910): enfermera italiana, reformadora del sistema sani-
tario de su época. En 1907 se convirtió en la primera mujer en recibir la Orden del Mérito.
(6) NIGHTINGALE, F., “Notas sobre Enfermería, qué es y qué no es”. Masson-Salvat.
España, 1993.
el cuidado 27

Hay que tener en cuenta que en esa época el estudio de las ciencias
estaba vedado(1) a la mujer, los únicos estudios “apropiados” para las joven-
citas eran la música, las letras u otra actividad de neto corte artístico para el
deleite de los invitados en alguna tertulia(2) familiar. La enfermería, al no
penetrar los muros universitarios por la condición de desvalorización que se
tenía de la mujer en esa época, vio reducidas sus actividades a tareas simples:
alimentación para los enfermos, lavado y vendaje de heridas, cuidado de los
leprosos, atención de partos y cuidado de niños. Pese a lo cual Nightin-
gale sostiene la idea de la elaboración de un plan para la formación de
enfermeros competentes. Nightingale postuló esta concepción, aplicando
además sus conocimientos de matemática y estadística a la enfermería que
según ella, debía estar regida por algo más que la compasión.

El liberalismo(3) se convierte en el principal doctrinario(4) político, social


y económico del siglo XIX. Su ingreso en el escenario histórico marca, para
muchos historiadores el comienzo de la denominada “edad contemporánea”.
Son las motivaciones espirituales y humanísticas las que influencian
profundamente los cuidados enfermeros de la época. El ser humano es
concebido desde el punto de vista cartesiano(5): se divide en cuerpo y alma,
materia y espíritu -no existe aún la noción de psique(6)-.

El positivismo(7) dominó el desarrollo de las ciencias de esa época y


nace con él la era de la bacteriología.

(1) vedar: prohibir por ley. Impedir, estorbar.


(2) tertulia: reunión de personas que se juntan habitualmente para conversar.
(3) liberalismo: doctrina político-económica que aboga por el desarrollo de la libertad
personal individual y a partir de ésta, por el progreso de la sociedad. Hoy en día se considera
que el objetivo político del neoliberalismo es la democracia, pero en el pasado muchos libe-
rales consideraban este sistema de gobierno como algo poco saludable por alentar la partici-
pación de las masas en la vida política.
(4) doctrina: enseñanza que se da para instrucción de alguien.
(5) cartesiano: que tiene relación con el pensamiento filosófico de René Descartes.
(6) psique: conjunto de fenómenos psíquicos que constituyen la personalidad.
(7) positivismo: escuela filosófica, nacida del empirismo, fue fundada por Augusto Compte
en la época de la revolución industrial: en un mundo en que se valoraron por sobre todo la
ciencia y la técnica. Partiendo de la tesis del empirismo de que la fuente del conocimiento
es la percepción sensorial, el positivismo amplía la validez de dicha percepción tanto a la
inmediata como a la mediata, esta última, a través de registros y medidas instrumentales.
Afirma que no es posible conocer los principios y primeras causas de los fenómenos y que el
intelecto humano en el campo de la ciencia ha de centrarse en establecer relaciones de causa
efecto cuantitativas que permitan enunciar leyes científicas.
28 el acto de cuidar - genealogía epistemológica del ser enfermo

Surge la teoría evolucionista de la ciencia de corte hegeliano(1), según


la cual el espíritu humano recorre tres fases: la fase teológica, que ve la
presencia de la divinidad tras todo cuanto existe; la fase metafísica, que
reduce la realidad a las ideas; la fase de la ciencia “positiva”, que ya no
pregunta por los fines y los orígenes de la realidad, sino por sus causas, sus
leyes y sus relaciones.

“Entre 1780 y 1850, es decir, en menos de tres generaciones, una profunda revo-
lución sin precedentes en la historia de la humanidad cambió el aspecto de Ingla-
terra. Los historiadores, para expresar la idea de cambio drástico, han hecho
uso abusivo del término “revolución”; sin embargo, exceptuando quizá la del
Neolítico, no ha habido ninguna revolución tan auténticamente revolucionaria
como la Revolución Industrial. Ambas cambiaron el curso de la historia, es decir,
introdujeron un elemento de discontinuidad en el proceso histórico. La revolu-
ción neolítica transformó la humanidad: un conjunto de tribus de cazadores se
convirtieron en sociedades agrícolas más o menos independientes.
A su vez, la Revolución Industrial hizo a los granjeros y campesinos manipu-
ladores de máquinas impulsadas por energía inanimada. Antes de la Revolu-
ción Industrial, la mayor parte de la energía que los hombres necesitaban para
mantenerse, propagar la especie y ganarse la vida provenía del reino animal
y vegetal. La Revolución Industrial inauguró una era totalmente distinta de
nuevas e inagotables fuentes de energía, como el carbón, el petróleo, la electri-
cidad y la energía atómica.
La Revolución Industrial invadió el mundo, cambiando de forma absoluta
nuestra propia existencia y derribando las estructuras de todas las sociedades
humanas en el curso de sólo ocho generaciones.” (2)

La ciencia está ordenada jerárquicamente, y en la cúspide de esta jerar-


quía se halla la sociología, de la que Augusto Compte(3)(4) es fundador.
Por otra parte, este último establece una correspondencia entre estas
fases y los distintos tipos de sociedad, de forma que la fase “positiva” le
corresponde a la sociedad industrial.

(1) hegeliano: que tiene correspondencia con el pensamiento filosófico de Hegel.


(2) CIPOLLA, C. M., “Historia económica de Europa”, Ariel. Barcelona, 1979.
(3) COMPTE, A., “Curso de filosofía positiva”. Magisterio Español - Madrid, 1987.
(4) Augusto Compte (1798-1857): filósofo francés, considerado el fundador del positivismo
y de la sociología. Sus últimos años quedaron marcados por la alienación mental.
el cuidado 29

Esta concepción puso en circulación el concepto de “positivismo” -


limitación del conocimiento a los hechos demostrables científicamente- y
estableció las bases de la fe en la ciencia de los siglos XIX y XX.(1)
Recordemos que a mitad del siglo XIX, la mayoría de la población no
sabía nada acerca de infecciones bacteriológicas y sobre los medios de propa-
gación de la enfermedad, ignorando las precauciones más elementales.
En 1869 lord Joseph Lister (2) incorpora las técnicas de antisepsia en las
prácticas quirúrgicas.

Lister adhería a la idea de Luis Pasteur (3) de que los gérmenes pulu-
laban en el aire, basándose en el hecho de que las fracturas no expuestas
casi no se infectaban y las expuestas lo hacían con frecuencia. Ideó entonces
la venda oclusiva: un apósito de ocho capas impregnado, entre otras subs-
tancias, con ácido fénico. Con ello logró disminuir considerablemente la
incidencia de mortalidad causada por la infección de las heridas.
Veinte años más tarde, en 1889, el Dr. Juan B. Justo dictaba una confe-
rencia en el Círculo Médico Argentino preconizando el establecimiento de
la asepsia en las prácticas quirúrgicas. Este hecho abriría un nuevo pano-
rama en la medicina de nuestro país.
La idea que condujo a la asepsia era que los gérmenes del ambiente se
hallaban en mayor cantidad adheridos a objetos y no tanto en el aire. Con
estos métodos la cirugía salvó un gran obstáculo: la infección.
En 1876 el físico alemán Roberto Koch(4), aísla el bacilo del ántrax,
probando que los microbios podían causar enfermedades.
Si bien muchos de los hitos(5) históricos referidos en los párrafos ante-
riores tuvieron su hervidero en la Europa continental -cuna de la cultura occi-
dental-, aquí en América, y sobre todo en Argentina tuvieron su correlato(6)
(1) SCHWANITZ, D., “La cultura. Todo lo que hay que saber” Taurus. Buenos Aires, 2002.
(2) Joseph Lister (1827-1912): cirujano inglés, se le atribuye la invención de la sutura reab-
sorbible.
(3) Luis Pasteur (1822-1895): sabio, químico y biólogo francés, fundador de la bacteriología
moderna. Se le debe un procedimiento de esterilización mediante el calor y muy importantes
estudios sobre enfermedades contagiosas. En 1885 publicó su método de curación de la rabia,
cuyo agente patógeno descubrió. Sus descubrimientos sentaron las bases de la sueroterapia
moderna y han revolucionado la cirugía, medicina e industrias basadas en las fermentaciones.
(4) Roberto Koch (1843-1910): médico y bacteriólogo alemán. Realizó notables estudios
sobre la tuberculosis y descubrió el bacilo al cual va unido su nombre. Descubrió igualmente
el agente microbiano del cólera. Recibió en 1905 el Premio Nobel de Medicina.
(5) hito: mojón o poste de piedra, por lo común labrada, que sirve para conocer la dirección
de los caminos y para señalar los límites de un territorio.
(6) correlato: correspondencia recíproca entre dos o más cosas o series de cosas.
30 el acto de cuidar - genealogía epistemológica del ser enfermo

a través de las grandes olas de extranjeros llegados de aquellas lejanas tierras.


En efecto, a partir de la década de 1870, se fortalece un proceso que se había
iniciado en 1810 y cuyo pico máximo en nuestro país fue alcanzado hacia
1880: la inmigración europea a las Américas.
En la Constitución Nacional de 1853 quedan volcados los criterios de
Alberdi y Sarmiento, con el preámbulo: “para todos los habitantes del mundo
que deseen habitar el suelo argentino”. Y es que ambos ideólogos, con sus
diferencias, coincidían en algo: el concepto de la inmigración como factor
de progreso, sinónimo de “civilización”.
Todo este proceso se vio reforzado, luego por la Ley 817 de “inmigra-
ción y colonización”(1), sancionada durante la presidencia de Nicolás Avella-
neda. Así, entre 1875 y 1914 la Argentina recibió a más de cinco millones de
extranjeros: el catorce por ciento del movimiento migratorio mundial.(2)
La tendencia de las prestaciones de salud en Argentina giró en torno
de los temas de higiene, sobre los cuales ya había llamado la atención
Guillermo Rawson. Asimismo, sus seguidores -Pirovano, Wilde, Gutiérrez,
Argerich, Podestá, Ramos Mejía y otros- se interesaron por los problemas
patológicos, físicos y mentales derivados de la falta de asistencia pública, la
miseria de los sectores marginales, el hacinamiento en los conventillos, la
prostitución, el delito y la locura.

Orientación hacia la enfermedad (1900 – 1950): se sitúa a finales


del siglo XIX y primera mitad del XX, en un contexto(3) marcado por la
expansión del control de las infecciones, es decir, la mejora de métodos
antisépticos, de asepsia y de las técnicas quirúrgicas. La salud es conside-
rada como la ausencia de enfermedad, y a ésta última no se la relaciona en
nada con el entorno, sino que se la reduce a una causa única.
La erradicación de las enfermedades transmisibles es la prioridad de los
años 1900-1950. Aparece la formulación de los diagnósticos médicos basados
en la asociación de síntomas observados a partir de fallos biológicos.
El factor causal orienta el tratamiento, se dejan de lado los factores
personales o ambientales y el cuidado se orienta hacia los problemas, déficit
o incapacidades de la persona.
(1) Nota del Autor: esta ley instrumentaba diversos mecanismos para fomentar la inmi-
gración, tales como la instalación de oficinas especiales o consulados, el otorgamiento
gratuito de pasajes, el alojamiento a cargo del Estado en el Hotel de Inmigrantes durante
los primeros días, y el transporte sin cargo hasta su destino final.
(2) LUNA, F., “Historia de la Argentina”. Hyspamérica. Buenos Aires, 1992.
(3) contexto: entorno físico o de situación, ya sea político, histórico, cultural o de cualquier
otra índole, en el cual se considera un hecho.
el cuidado 31

Un dato significativo de esta época es el surgimiento, a principios del


siglo XX, de las escuelas hospitalarias de enfermeras, ofreciendo a dichas
instituciones una mano de obra joven, disciplinada y económica. Esto a
la vez propició la identificación con el modelo científico médico hegemó-
nico(1): los enfermeros dejan de centrar su mirada en el sujeto cuidado,
para pasar a asistir al médico. Los cuidados enfermeros están estrecha-
mente unidos a la práctica médica, se orientan al control de la enfermedad;
la enseñanza formal presenta un contenido orientado hacia los conoci-
mientos médicos.
El enfermero recibe formación técnica junto con entrenamiento para
la obediencia y el orden. La formación de los enfermeros resulta benefi-
ciosa para el hospital y la profesión médica.
Las primeras expresiones organizadas y sistematizadas de saber en
enfermería son constituidas por las técnicas de enfermería comúnmente
conocidas como cuidado de enfermería.
Estas técnicas consisten en detalladas descripciones de procedi-
mientos a ser ejecutadas paso a paso, especificando, también el material
que es utilizado -el famoso “ bandeja conteniendo” de nuestros docentes-. De
esta manera, el objetivo de enfermería no estaba centrado en el cuidado al
sujeto de atención, sino más bien, en la manera de ser ejecutada la tarea.
En el 1900 el existencialismo(2) y la fenomenología (3) - fundada por
Edmund Husserl(4)- se convierten en las dos escuelas dominantes de la filo-
sofía en la Europa continental.
En la misma época Sigmund Freud(5) publica “La interpretación de los
sueños”, obra en la que revela la existencia del inconsciente(6).

(1) hegemonía: supremacía que un estado ejerce sobre otros.


(2) existencialismo: escuela filosófica que parte de la proposición de que no existe ningún
espacio espiritual por encima del mundo material de la experiencia. El individuo, víctima de
la ansiedad y de la alienación, se dirige a una conclusión inevitable: el mundo es absurdo.
(3) fenomenología: escuela filosófica que parte de la premisa de que puede alcanzarse una
visión completa del mundo si se observan y describen las estructuras de la experiencia. Estos
fenómenos no están necesariamente confinados en los datos aportados por la experiencia
sensorial.
(4) Edmund Husserl (1859-1938): filósofo alemán considerado el fundador de la fenome-
nología, movimiento filosófico que describe las estructuras de la experiencia tal y como se
presentan en la conciencia. La influencia de su pensamiento fue especialmente notable en
Scheler y Heidegger.
(5) Sigmund Freud (1856-1939): neurólogo austriaco y fundador del psicoanálisis, método
de estudio de la estructura psíquica cuyo objetivo es la investigación de los significados
inconscientes del comportamiento, así como los sueños y fantasías del individuo.
(6) inconsciente: algo de lo que no se tiene consciencia.
32 el acto de cuidar - genealogía epistemológica del ser enfermo

“Probablemente, ningún científico ha transformado tan radicalmente como


Freud el modo como los individuos se entienden a sí mismos en nuestra cultura. Su
influencia es tan grande, y su pensamiento ha calado tanto en toda nuestra cultura,
que es difícil imaginarse cómo entendió el hombre su psique antes de Freud.”(1)

Antes de la difusión de su obra, se hablaba del alma humana como algo


inmortal, racional e inmutable. Aquello que hoy incluiríamos en la psique,
como por ejemplo las emociones, las pasiones, los impulsos, en aquella época
eran atribuibles al campo físico, al cuerpo. El carácter del sujeto dependía de
los fluidos orgánicos, o como se decía en aquel entonces: de los humores –de
allí el concepto de “mal humor” o “buen humor” -: flema, sangre y bilis.
La orientación hacia la enfermedad puede verse claramente reflejada en
la literatura a través de la experiencia que vive el joven Juvenal Urbino de la Calle
-personaje de la novela “El amor en los tiempos del cólera”, de Gabriel García
Márquez(2)- al volver de París tras culminar sus estudios de medicina:

“Su obsesión era el peligroso estado sanitario de la ciudad. Apeló a las instancias más
altas para que cegaran los albañales españoles, que eran un inmenso vivero de ratas, y
se construyeran en su lugar alcantarillas cerradas cuyos desechos no desembocaran en la
ensenada del mercado, como ocurría desde siempre, sino en algún vertedero distante.
Las casas coloniales bien dotadas tenían letrinas con pozos sépticos, pero las dos terceras
partes de la población hacinada en barracas a la orilla de las ciénagas hacía sus necesi-
dades al aire libre. Las heces se secaban al sol, se convertían en polvo, y eran respiradas
por todos con regocijos de pascua en las frescas y venturosas brisas de diciembre...” (3)

En 1904 Iván Pavlov(4) inicia los experimentos conductistas(5) que


hicieron famoso su apellido. Los perros que habían aprendido a asociar la

(1) SCHWANITZ, D., “La Cultura. Todo lo que hay que saber”. Ed. Taurus. Buenos Aires,
2002.
(2) Gabriel García Márquez (1928): escritor, periodista colombiano. Recibió el premio Nobel de
Literatura, y es considerado una de las figuras más representativas de la narrativa del siglo XX.
(3) GARCÍA MÁRQUEZ, G., “El amor en los tiempos del cólera”. RBA Editores. Barce-
lona, 1993.
(4) Iván Petróvich Pávlov (1849-1936): fisiólogo ruso conocido, en concreto, por su descu-
brimiento del reflejo condicionado.
(5) conductismo: corriente de la psicología que defiende el empleo de procedimientos estricta-
mente experimentales para estudiar el comportamiento observable (la conducta), considerando
la relación del sujeto con el entorno como un conjunto de estímulos-respuesta. Hacía hincapié
en una concepción del individuo como un organismo que se adapta al medio (o ambiente).
el cuidado 33

comida con el sonido de una campana, salivaban cuando la oían. Una respuesta
refleja aprendida que el fisiólogo ruso denominó “reflejo condicionado”.
En 1913 Henry Ford(1) implementa la primera cadena de montaje,
para satisfacer la demanda de automóviles, que en aquella época comen-
zaba a aumentar vertiginosamente(2).
Entre los años ’30 y ’40 aparece el sistema funcional(3) de prestación de
cuidados (resultado del Taylorismo(4)(5)). Con especial acento en la especializa-
ción y fragmentación, sistema de prestación que apela a la gestión centralizada.
Hacia la segunda mitad del siglo XX, la enfermería se comienza a nutrir de
la urgencia de los programas sociales -como respuesta a la gran crisis económica
de 1930, y al sufrimiento humano de la Segunda Guerra Mundial-. En 1947 la
World Healt Organisation (WHO)(6) establecía su estatuto fundacional.

Mientras, en nuestro país, el Dr. Carrillo, ministro de salud entre


1946 y 1954 afirmaba:

“Frente a las enfermedades que genera la miseria, frente a la angustia, la tris-


teza y el infortunio social de los pueblos, los microbios como causa de enfermedad
son unas pobres causas.”

2. Paradigma de la integración (1950 – 1975): prolonga el para-


digma anterior reconociendo los elementos y las manifestaciones de un
fenómeno e integrando el contexto específico en el que se sitúa. Este
contexto influenciará la reacción del individuo al agente infeccioso y su
respuesta al tratamiento.
Grandes obras marcan esta etapa del desarrollo histórico del intelecto
de la civilización: Claude Lévy-Strauss(7), publicaba su texto: “Antropología
(1) Henry Ford (1863-1947): industrial estadounidense conocido por sus innovadores
métodos producción de automóviles en serie, que revolucionaron la industria.
(2) vertiginosamente: que por su velocidad o rapidez causa vértigo.
(3) Nota del Autor: al mencionar el “sistema funcional” de distribución de tareas, me refiero
a la asignación de actividades por profesional, en oposición a la división por “pacientes”.
(4) taylorismo: sistema de organización racional del trabajo, ideado por F. W. Taylor.
(5) Frederic Winslow Taylor (1856-1915): ingeniero y economista norteamericano. Inventor
de los aceros rápidos y del Taylorismo.
(6) WHO: en inglés, Organización Mundial de la Salud (OMS).
(7) Claude Lévy-Strauss: antropólogo y etnólogo francés fundador del Estructuralismo, cuyas
teorías han sido aplicadas a diversos campos de la ciencia. Partiendo del lenguaje, formuló que
así como éste está formado por unidades constituyentes menores, que incluso se pueden analizar
por sí mismas, los fenómenos culturales también forman parte de un sistema de significación
mayor. Investigó sobre la mitología y los sistemas de parentesco en las sociedades primitivas.
34 el acto de cuidar - genealogía epistemológica del ser enfermo

estructural”; y el filósofo Michel Foucault(1), daba a conocer su libro “Historia


de la locura”.

Orientación hacia la persona: en esta etapa el cuidado va dirigido


a mantener la salud de la persona en todas sus dimensiones, salud física,
mental y social. El enfermero evalúa las necesidades de ayuda de la persona
teniendo en cuenta sus percepciones y su globalidad. Intervenir significa
“actuar con la persona”. Las concepciones de la disciplina enfermera han
sido recreadas a partir de la orientación hacia la persona.
El hecho de adoptar un proceso sistemático -recolección de datos,
análisis e interpretación de datos, intervención enfermera y evaluación-
basado en un modelo conceptual, transforma la actividad del enfermero,
que desde entonces centra su interés hacia el ser humano considerado
como un todo integrado en su contexto. La imitación de marcos teóricos
de otras disciplinas orientan la investigación hacia enfoques provenientes
de la educación, antropología, psicología y la sociología. Sin embargo, la
enfermería sigue a la sombra de la práctica médica, hecho que puede leerse
según los prestigiosos pedagogos Fenstermacher y Soltis:

“(...) cuando las personas privilegiadas de elevada condición social que son miem-
bros de la cultura dominante defienden una postura, hacen dos cosas: primero, fijan
normas sobre lo que es verdadero, bueno y correcto no sólo para ellas mismas, sino
para todos aquellos cuya vida esté afectada por el grupo dominante o mayoritario.
En segundo lugar, a menudo directamente o por implicación, degradan o impugnan
las formas diferentes, esas formas normalmente desarrolladas por las personas que
carecen de poder y de privilegio o que son miembros de culturas subordinadas o
minoritarias” (...) “creen que este es el modo en el que funciona el grupo dominante
en su relación con los grupos subordinados, el modo en que el grupo dominante
trata de preservarse como grupo y de conservar su poder y su privilegio.” (2)

(1) Michel Foucault: filósofo francés que llegó a ser mundialmente famoso por su búsqueda
de los distintos modelos de poder en la sociedad. Analizó la historia de instituciones tales
como hospitales, prisiones y manicomios a fin de investigar el lenguaje de las disciplinas que,
a través del uso del poder, definen y disponen qué es un hombre: la medicina, la burocracia,
la psiquiatría, la administración, etc. Lenguajes del poder que crean enfermos, criminales y
locos, con la potestad de excluir al individuo de la sociedad y determinar las condiciones de
su admisión en ella: capacidad jurídica, conciencia moral, funcionalidad corporal, respon-
sabilidad, etc.
(2) FENSTERMACHER, G. y SOLTIS, J., “Enfoques de la enseñanza”. Amorrortu. Bs.
As, 1999.
el cuidado 35

La investigación se inspira cada vez más en una base conceptual o


teórica de la disciplina. La experiencia clínica y la reflexión son el origen
de las concepciones explícitas del modelo conceptual de la disciplina. La
orientación hacia la persona se caracteriza por el reconocimiento de una
Disciplina Enfermera distinta de la Disciplina Médica y las investigaciones
enfermeras se elaboran alrededor del objeto de cuidado “persona-entorno”.
En este paradigma, el progreso de la Disciplina Enfermera se caracte-
riza por la introducción de los principios científicos orientados a la funda-
mentación teórica de todas las acciones de Enfermería. Si bien se muestra
una creciente preocupación por incluir algunos aspectos psico-sociales
en la atención de la persona cuidada, prevalece el énfasis en los aspectos
biológicos. Lo importante es que los cuidados de enfermería, las técnicas y
procedimientos de Enfermería, tienen ahora un respaldo científico.
En 1963 Thomas Kuhn escribe “La estructura de las revoluciones cientí-
ficas”, y en el mismo año comienza a desarrollarse el movimiento pro dere-
chos civiles de Martín Luther King(1) en los EE.UU.
Más tarde, en 1968 se desata la revolución social y estudiantil cono-
cida como “El Mayo Francés”. En una entrevista, el filósofo Jean-Paul
Sartre (2), pulicado en el número 183 de Le Nouvel Observateur, en París, el
20 de mayo de 1968 expresaba lo siguiente:

“Lo interesante de la acción que ustedes desarrollan es que lleva la imaginación al


poder. Ustedes poseen una imaginación limitada como todo el mundo, pero tienen
muchas más ideas que sus mayores. Nosotros estamos formados de un modo tal que
tenemos ideas precisas sobre lo que es posible y lo que no lo es.(...) La clase obrera
ha imaginado a menudo nuevos métodos de lucha, pero siempre en función de la
situación precisa en la que se encontraba. En 1936 inventó la ocupación de las
fábricas, porque era la única arma que tenía para consolidar y sacar provecho de
una victoria electoral. Ustedes tienen una imaginación mucho más rica y las frases
que se leen en los muros de la Sorbona lo prueban. Hay algo que ha surgido de
ustedes que asombra, que trastorna, que reniega de todo lo que ha hecho de nuestra
sociedad lo que ella es. Se trata de lo que yo llamaría la expansión del campo de lo
posible. No renuncien a eso.” (3)
(1) Martin Luther King (1929-1968): religioso estadounidense, premio Nobel de la Paz.
Fue uno de los principales líderes del movimiento para la defensa de los derechos humanos
y de la resistencia no violenta a la discriminación racial.
(2) Jean-Paul Sartre: filósofo y escritor francés. En 1964 se le concedió el premio Nobel de
Literatura; renunció a él, pero la Academia sueca se negó a tal petición.
(3) TARCUS, H., “El mayo francés, tan lejos y tan cerca”, revista Crisis, Nº 60. Buenos
Aires,1988.
36 el acto de cuidar - genealogía epistemológica del ser enfermo

Las enfermeras y enfermeros, para atender la demanda y controlar las


actividades, asumen totalmente la función administrativa.
Gradualmente, las actividades administrativas de las enfermeras
pasan a ser desarrolladas más en torno a las carencias de la institución
-sobre todo en el déficit cuali-cuantitativo del plantel de enfermería-, en
detrimento de las necesidades del paciente.
Los libros de texto de enfermería consisten en verdaderos tratados
de patologías y las acciones se refieren, normalmente, a un problema que,
en última instancia, representa síntomas o afecciones resultantes de una
condición patológica. Hacia el final de este paradigma, algunos textos han
presentado el cuidado de forma más humanística, priorizando el cuidar, a
la persona y al entorno.
Cabe mencionar también, que por esta época se inicia la era de la
tecnología, la computación. El hombre llega a la luna, es la era espacial.

Los instrumentos electrónicos permiten la incursión de nuevas


técnicas de diagnóstico, control y tratamiento. Esta época trajo consigo
modificaciones considerables en el ejercicio de la enfermería: la introduc-
ción de la alta tecnología en la atención del sujeto tuvo, sin lugar a dudas,
un fuerte impacto en el mundo hospitalario. La eficiencia en administrar
tratamientos sofisticados y nuevos medicamentos tornan las acciones de
enfermería más complejas.

3. Paradigma de la transformación (1975 - ?): este paradigma repre-


senta un cambio de mentalidad sin precedentes. Un fenómeno es único en el
sentido que no se puede parecer totalmente a otro. Algunos de estos fenó-
menos presentan similitudes, pero ningún otro se le parece totalmente.
Cada fenómeno puede ser definido por una estructura, es una unidad
global en interacción recíproca y simultánea con una unidad global más
grande: el mundo que lo rodea.
La OMS 1978 en la declaración de Alma-Ata reconoce las relaciones
entre la promoción, protección de la salud de los pueblos y el progreso
equitativo sobre el plan económico y social. Propone un sistema de salud
basado en la filosofía de que “ los hombres tienen el derecho y el deber de parti-
cipar individual y colectivamente en la planificación y la realización de las
medidas de protección sanitaria que le son destinadas”.(1)
Los cuidados primarios de la salud se proponen el desarrollo del
bienestar humano, lo que implica la lucha contra la pobreza, aspectos
(1) OMS - Organización Mundial de la Salud: Declaración de Alma-Ata, 1978.
el cuidado 37

nutricionales, saneamiento de la vivienda, protección del entorno, mayor


justicia social y económica.
Desde esta óptica -de los cuidados primarios de salud- los profesio-
nales de la salud no poseen el poder absoluto en las respuestas que se han
de dar a las necesidades de los individuos, sino más bien se presentan como
personas de recursos que caminan en el marco de un enfoque colectivo
con los individuos, las familias y las comunidades, con la intención de
ayudarles a encontrar las herramientas de respuesta necesarias en la satis-
facción de sus necesidades de salud, crecimiento y desarrollo.
El cuidado va dirigido al bienestar, tal como la persona lo define y
entiende. La persona es un todo indisociable, mayor que la suma de las
partes y diferente de ésta.
La salud, por su parte es a la vez un valor y una experiencia vivida
según la perspectiva de cada persona. También hace referencia al bienestar
y a la realización del potencial de creación de la persona.

La experiencia de la enfermedad
forma parte de la experiencia de la salud,
siendo ésta un aspecto significativo del proceso
de cambio y crecimiento de la persona.

En esta época cambia el mapa político mundial: en 1985 comienza


la “Perestroika”, que derivaría en 1989 en el derrumbe del comunismo de
Europa del Este y la disolución de la Unión de Repúblicas Socialistas
Soviéticas (URSS). Se unifica Alemania con la caída del muro de Berlín.
Es el final de lo que el mundo conocía como la “guerra fría”.
El científico inglés Timothy Berners-Lee desarrolla la World Wide
Web con el propósito de permitir el intercambio de información entre los
equipos de investigadores de física de altas energías del CERN de Ginebra,
Suiza. Al llegar a los hogares, a través de la Internet la información de toda
índole pasa a ser de consumo masivo –aún más que con la hasta entonces
hegemónica televisión-, consolidando aún más este concepto de la nueva
era de la globalización(1).
(1) globalización: según el Fondo Monetario Internacional (FMI) "La globalización es una
interdependencia económica creciente del conjunto de países del mundo, provocada por el
aumento del volumen y la variedad de las transacciones trans-fronterizas de bienes y servi-
cios, así como de los flujos internacionales de capitales, al tiempo que la difusión acelerada y
generalizada de tecnología". La Real Academia de la Lengua Española define globalización
como "la tendencia de los mercados y las empresas a extenderse alcanzando una dimensión
mundial que sobrepasa las fronteras nacionales".
38 el acto de cuidar - genealogía epistemológica del ser enfermo

Apertura hacia el mundo: tiene lugar a partir de mediados de la


década del ’70. Quedó marcada por los siguientes hechos: se abren las
fronteras culturales, económicas y políticas; grandes movimientos pobla-
cionales y de dinero transforman los mercados mundiales; las comunica-
ciones se intensifican y dan lugar a una proliferación de experiencias: el
postmodernismo(1) y la globalización.
Esta última se instala a partir de febrero de 1991, época en la que el
entonces presidente de EE.UU., George Bush -padre-, empleara la expresión
“nuevo orden internacional” (NOI). Surge, pues como proceso de “ fusión”
de las relaciones entre los estados y, particularmente de la economía, signi-
ficando a su vez, la supuesta desaparición de regionalismos y nacionalismos
con la caída de las fronteras y apertura de los mercados.
En la cruenta lucha por la hegemonía económica disputada entre
EE.UU., la Comunidad Económica Europea (CEE) y Japón, la globali-
zación comienza a presentar sus más graves contradicciones: se combina
homogeneización(2) con diferenciación. Es decir, se homogeneizan pautas
de producción y consumo, modas y conductas; pero se ahondan las
desigualdades entre las distintas clases sociales y entre las naciones del
primer y tercer mundo.
En 1960, el 20% más rico de la población mundial recibía 30 veces
más ingresos que el 20% más pobre; hoy capta el doble. Entre 1988 y 1991,
los países de ingresos medios redujeron su participación en el producto
mundial en un 40%, mientras que los países de ingresos altos la aumen-
taron un 10%. En el mismo lapso, en el hemisferio occidental la población
en condiciones de pobreza creció un 50%.
Estamos comunicados entre un extremo y otro del planeta, pero no
ha mejorado la calidad de vida de las personas, ni se avisora una disminu-
ción de la brecha cada vez más grande entre las distintas clases sociales.
Por el contrario, se está produciendo aquello que el notable economista
John Kenneth Galbrasth llama “ la cultura de la satisfacción”: una minoría de
satisfechos encerrados en fortalezas y sitiados por millones de marginados.
En nuestro país, esta imagen se refleja claramente a través de la prolifera-
ción de barrios privados y los más recientes “countries”.
Mientras tanto, UNICEF informa que trece millones de niños
mueren anualmente por desnutrición o enfermedades derivadas de ella.

(1) postmodernismo: descripción del esquema mental de la cultura occidental en la segunda


mitad del siglo veinte. Se caracteriza por la descripción de los fracasos del modernismo,
junto con una mezcla de sugerencias para una nueva orientación del pensamiento y la vida.
(2) homogéneo: de la misma naturaleza, formado por una misma sustancia.
el cuidado 39

Treinta millones de personas adultas mueren de hambre al año en los


países del tercer mundo.
El presidente de Egipto, Mubbarat, expresaba que “ de la población
mundial, 820 millones viven en países con ingresos de 20.000 dólares anuales, y
3.200 millones en países con ingresos anuales de 350 dólares.” (1)

El neoliberalismo(2), tal como se lo entiende y practica en la actua-


lidad deshumaniza los procesos de producción y consumo.

Los seres humanos no son simples datos estadísticos, son fines en


sí mismos y no pueden ser usados como medio de ningún sistema. En
ningún plan puede haber economía sin personas, ni trabajo sin trabaja-
dores. Está visto, además que la satisfacción individual de unos pocos no
garantiza el bienestar general.
La pobreza, la marginación social, la discriminación, la intolerancia
y otras plagas humanas no han sufrido merma con el sistema actual. Por el
contrario, en muchos casos, incluso se han encarnizado aún más.

“La salud no es un bien que se posee, un estado estable o una ausencia de enfer-
medad. Formando parte de la dinámica de la experiencia humana, la salud
se integra en la vida misma del individuo, la familia y los grupos sociales que
evolucionan en un entorno particular.”

Esta concepción se basa en la”teoría general de los sistemas”(3), según


la cual el hombre está en mutua relación con el conjunto de la naturaleza,
lo que significa que cada elemento del universo interactúa con los otros

(1) Mubbarat: Discurso inaugural de la Conferencia Internacional sobre población y desa-


rrollo. El Cairo, 05 de septiembre de 1994.
(2) neoliberalismo: orientación económica cuyo fin es propiciar el funcionamiento flexible
del mercado eliminando todos los obstáculos que se levantan a la libre competencia. Soste-
niendo la teoría del libre cambio en todas sus versiones, se ha apoyado en unas u otras
para justificar su concepción del mundo como un gran mercado donde todos compiten en
condiciones de igualdad entre cada país según sus posibilidades. Ello supone no solamente
la exposición de la economía a la competencia internacional, sino la adopción de tipos de
cambio flexible y el desmonte de todo tipo de protecciones, estímulos y ayudas a los produc-
tores. En esas circunstancias, la confianza en la flexibilidad de la economía y en el papel
de los precios para restaurar las situaciones de equilibrio, la regeneración de los equilibrios
comerciales por la vía de la apertura y el tipo de cambio libre se constituyen en las orienta-
ciones principales de la política económica.
(3) BERTALANFFY, L., “Teoría General de los Sistemas”. Fondo de Cultura Económica.
México. 1987.
40 el acto de cuidar - genealogía epistemológica del ser enfermo

elementos hasta el punto en que es imposible aislar la causa del efecto. No


hay punto de partida ni de llegada a un fenómeno, está en perpetuo movi-
miento y cambio. Se reaviva el enfoque holístico a partir de la interpreta-
ción de Koestler, quien aplicó el término holón para indicar la naturaleza
dual de los sistemas.

“Holón viene del griego holos, que significa todo, con el sufijo on, indicando
parte. El concepto holón concilia la aparente naturaleza paradójica del todo-
parte de los sistemas, al recordarnos que los sistemas sociales con los que estamos
interactuando como entidades supuestamente separadas nunca están realmente
escindidas. Existen siempre, influyen y son influidos por su contexto de otros
sistemas sociales. De ahí que estén interrelacionados y que sean interdependientes
con otros componentes de la sociedad”.(1)

Se produce un importante desarrollo de la disciplina, a partir de las


nuevas teorías de enfermería. Varios intentos son realizados por algunos
líderes de la enfermería mundialmente en el sentido de humanizar la asis-
tencia o el cuidado.
Parece que la fase actual por la que atraviesa la disciplina enfermera
es justamente la de elucidar y debatir sus conocimientos específicos, sus
roles, sus incumbencias y sus derechos profesionales. Las influencias polí-
tico-sociales y económicas, la propia historia de la enfermería y las prác-
ticas de cuidar y su interrelación con la categoría género, son actualmente
el foco de las discusiones.
Es una fase revolucionaria. Antiguos paradigmas son cuestio-
nados, existen diferentes visiones del mundo que han acompañado a
la enfermería.
Los cuestionamientos, las discusiones y los análisis por los que pasa la
enfermería actualmente deberían resultar en una madurez de la profesión.

Las investigaciones se han incrementado, lo que ha contribuido


con el avance del conocimiento generado por la disciplina. De la misma
forma crecen los cursos de postgrado, que en verdad, son los responsables
del aumento numérico y de calidad de las investigaciones. El cuidado
humano y cultural se pone en el foco de la disciplina como eje del ejer-
cicio profesional:

(1) HALL, J. y REDDING WEAVER, B., “Enfermería en Salud Comunitaria: Un enfoque


de sistemas”. OPS-OMS. Washington. 1990.
el cuidado 41

“La dedicación es fundamental para el cuidado. Cuando acaba la dedicación


acaba el cuidado. El cuidado se desarrolla en un proceso de superar obstáculos y
dificultades y la base de mi dedicación es el valor que yo reconozco en el otro”.(1)

Un nuevo paradigma se perfila(2) a partir de 1990, con una fuerte


orientación holística. Según este paradigma, la autoconciencia, la nece-
sidad de estar en contacto con su propia energía y el cuidado guían la
disciplina enfermera.
La relación entre la persona cuidada y el enfermero es recíproca, es
decir, los dos actores se benefician en la interacción y pueden crecer hacia
una mayor autoconciencia. Las actividades de cuidados incluyen entonces
el toque terapéutico y las diferentes técnicas de control de estrés tales
como el uso de imágenes, la visualización, la meditación, yoga, la terapia
musical, se añaden a las terapias tradicionales; no las reemplazan. Además
la promoción de la salud, la educación, el asesoramiento referente a la salud
son las actividades que guían el proceso de autocuración y de crecimiento
de la persona.
La persona es considerada en su globalidad y el enfermero centra su
atención en la persona global en proceso de autocuración.
Dicho de otra manera, la espiritualidad, la conciencia, el autocon-
cepto, el modo de vida y el bienestar son dimensiones que la práctica enfer-
mera tiene en cuenta -también para sí misma-. La persona es responsable
de su salud y de sus cuidados, cuando tiene necesidad de una ayuda tera-
péutica, la relación de colaboración prevalece.
En lo que se refiere a la salud, éste es un proceso de integración y
de armonía entre el cuerpo, el alma y el espíritu. Ocasión de crecimiento
y de expansión de la conciencia, la experiencia de enfermedad invita a la
persona a preguntarse y a reflexionar sobre diversos aspectos de su vida y a
realizar cambios que favorezcan la integración y la armonía.

“El cuidado es a la vez una manera fundamental


de estar en el mundo,
un ideal moral.”

(1) MAYEROFF, M., “A arte de servir ao próximo para servir a si mesmo”. Ed. Récord. Brasil,
1971.
(2) perfilar: determinar el perfil de una cosa.
42 el acto de cuidar - genealogía epistemológica del ser enfermo

EL CUIDADO HUMANO

C omo hemos visto, han existido, a lo largo de la historia un sinnúmero


de significaciones(1) en torno a la situación del cuidado. Reflejo de ello
es, sin duda la considerable cantidad de connotaciones(2) que se dan del
verbo cuidar en los diccionarios: poner atención y esmero en una cosa, atender,
velar, mimar, esmerarse, imaginar, pensar, meditar, asistir, aplicar la atención o
pensamiento, vigilar, tratar, prevenir.

No obstante ello, para enfermería el vocablo “cuidar” tiene un signifi-


cado mucho más amplio y se refiere básicamente al aspecto humano, así se
define como “ayudar al otro a crecer y a realizarse como persona. Es una manera
de relacionarse con alguien que implica un desarrollo”.(3) Incluso, el término
curar “es un sinónimo erudito de cuidado, en su forma más antigua, cura en
latín se escribe coera y era usada en un contexto de relación de amor y de amistad.
Expresaba actitud de cuidado, de desvelo, de preocupación y de inquietud por
la persona amada o por el objeto de estimación”.(4) Esto nos pondría en situa-
ción de confirmar, una vez más, la preexistencia del cuidar al curar -en
otras palabras: de la Enfermería a la Medicina-, pese a que muchos autores
sostienen lo contrario.
El cuidado como una condición humana debería constituir un impe-
rativo moral, una filosofía de vida, una forma de estar en el mundo.

COMPONENTES DEL CUIDADO HUMANO

A utores como Mayeroff (5) sostienen que el cuidado humano se cons-


truye a partir de la cohesión ineludible de ciertos elementos. La fina-
lidad del pleno conocimiento de los mismos por parte del profesional del
cuidado y de su aplicación es, en definitiva que ambos integrantes del
proceso -sujeto cuidado y sujeto cuidador- se sientan satisfechos. Los prin-
cipales componentes del cuidado según el mencionado autor son ocho:
(1) significación: sentido de una palabra, expresión o frase. En lingüística, la necesaria
relación que mantienen el significante y el significado.
(2) connotación: parentesco en grado remoto, relación existente entre dos o más conceptos.
Significar la palabra dos ideas: una accesoria y otra principal.
(3) MAYEROFF, M., “A arte de server…”. Ibíd.
(4) BOFF, L., “Saber cuidar. Etica do Humano-Compaixao pela Terra”. Ed. Vozes. Brasil,
1999.
(5) MAYEROFF, M., “A arte de servir ao próximo…”. Op. Cit.
el cuidado 43

Conocimiento: para cuidar de alguien, debo conocerlo. Necesito


conocer, por ejemplo, quién es el otro, cuáles son sus fortalezas y debili-
dades, cuáles sus necesidades y cómo responder a ellas. Debo saber qué es
aquello que conduce a su crecimiento. Pero sobre todo, debo conocerme a
mí mismo, saber cuáles son mis propios poderes y limitaciones.

Ritmos Alternados: no puedo cuidar en forma mecánica o por


rutina; debo ser capaz de aprender a partir de mi experiencia. Veo si mis
acciones fueron útiles, si ayudé o no, y a la luz de los resultados, mantengo
o modifico mi comportamiento de modo de poder mejorar. Es necesario
reconocer que no todos los sujetos cuidados poseen los mismos tiempos ni
herramientas para resolver distintas situaciones.

Confianza: como expresé en puntos anteriores, el cuidado humano


implica confiar en el crecimiento del otro en su propio tiempo y de su propia
manera. Al cuidar de otra persona confío en que él va a errar y a aprender
de sus errores. Confiar en el otro es dejarlo en libertad; esto incluye un
elemento de riesgo y un salto a lo desconocido, y ambos exigen coraje. Debo
tomar conciencia que el sujeto debe ser artífice de su propio crecimiento, mi
rol es de acompañarlo en dicho crecimiento, no el de reemplazarlo.

Paciencia: es necesario dejar crecer a la persona cuidada en su propio


tiempo, de su propia manera. Haciendo uso de la paciencia brindo ese tiempo
que el otro necesita y, por lo tanto le posibilito encontrarse a sí mismo. La
paciencia incluye la tolerancia. La tolerancia expresa mi respeto por el creci-
miento del otro, pero sobre todo, por su modo particular de crecer.

Valentía: confiar en el crecimiento del otro y en mi propia capa-


cidad de cuidar me da el valor suficiente para lanzarme a lo desconocido,
pero también es verdad que sin el coraje de lanzarme a lo desconocido tal
confianza sería imposible.

Franqueza: debo ser sincero con la persona cuidada y conmigo


mismo, debo ver al otro como él es en realidad y no como a mí me gustaría
que fuese, o como “ debería” ser. Si voy a ayudar a otro a crecer, debo corres-
ponder a sus necesidades de cambio de una manera realista. Pero además
de ver al otro como él es, debo también verme a mí como yo soy.
Soy sincero al cuidar, no por conveniencia, sino porque la sinceridad
es parte integrante del cuidado. Este punto es de vital importancia en mi
44 el acto de cuidar - genealogía epistemológica del ser enfermo

decisión de vida: ¿soy capaz de brindar un cuidado humano o seguiré el


resto de mi vida trabajando de técnico del cuidado?

Humildad: el que cuida es humilde por naturaleza. Lo demuestra


cuando se dispone a aprender más sobre el otro y sobre sí mismo, y sobre
todo aquello que el cuidado comprende. Una actitud de no tener nada más
que aprender es incompatible(1) con el cuidado. La humildad también está
presente al tomar conciencia que mi cuidado específico no es de ninguna
manera privilegiado. Lo que es significativo, en última instancia es ser
capaz de cuidar y tener a quien cuidar.

Esperanza: existe la esperanza que el otro crezca a través de mi


cuidado y la conciencia de que mi propio crecimiento estará condicionado
por esa relación. Tal esperanza es una expresión de plenitud del presente,
un presente vivo con una sensación de posibilidades. Al contrario, cuando
no podamos ver posibilidades de nuevo crecimiento habrá desesperanza.

El profesional de enfermería, para impartir cuidado humano debe


poseer actitudes, aptitudes y habilidades personales que le permitan aplicar
todos los componentes del cuidado humano, durante su vida personal y
profesional, en sus diferentes roles. A esta serie de elementos necesarios los
he desarrollado, más adelante -en el capítulo destinado al Profesional del
Cuidado- como “competencias”. No obstante ello, además de estos compo-
nentes, ya mencionados, es necesario que el profesional de enfermería -
como todo miembro del equipo de salud- brinde un cuidado solidario al
sujeto cuidado, ya que “en el cuidado solidario hay una disposición de ayuda
mutua entre el profesional y el paciente, que eleva sus niveles de conciencia, posi-
bilita el fortalecimiento de las relaciones de sociabilidad y contribuye para el
restablecimiento de la salud” (2).
Debemos abrir los ojos y tomar conciencia y hacernos cargo de nuestra
misión como miembros del equipo de salud en la sociedad, del cuidado de
la naturaleza que es fuente de vida, y que nuestra acción individual tiene un
efecto multiplicador -como una gota de agua que cae en el estanque, gene-
rando movimientos ondulatorios- que afecta a todo el ecosistema. Debemos
tener apertura hacia el conocimiento universal y producir nuevos conoci-
mientos. Esta visión ampliada nos ayudará a percibir nuestro entorno, a

(1) incompatible: impedimento para ejercer una función determinada, o para ejercer dos a
la vez.
(2) BETTINELLI, L., “Cuidado Solidario”. Passo Fundo: Pe. Berthier. Brasil, 1998.
el cuidado 45

tener conciencia del uso de nuestras manos para acariciar, hacer contacto
piel a piel, ayudar al otro a levantarse, a caminar: poner el cuerpo en
función del cuidado. El corazón es capaz de captar esas percepciones para
un cuidado digno del sujeto humano.
Debemos asumir el compromiso de un cuidado realizado con arte,
expresado a través de la música, la poesía, la pintura, la escultura, el sentido
del humor, el baile y muchas otras formas de expresión que contribuirán
a dar mayor belleza a nuestra labor y despertar en los otros sensaciones y
emociones que contribuyan a aceptar y considerar este cuidado como un
valor, como un derecho, como una necesidad de crecimiento espiritual.
Para ser un buen profesional de la salud es necesario, primero ser
una buena persona, sentir el calor humano del otro con nuestras manos
y nuestro corazón, es comprender al prójimo, brindarle cariño y afecto.
Es cuidar con conocimientos, dedicación, respeto, paciencia, franqueza,
confianza, humildad, esperanza y valentía. Es ayudar al otro a crecer, es
oírlo con atención, es mirarlo con brillo en los ojos y lograr que sus ojos
también brillen. Esta es la mejor comunicación entre dos seres humanos.

CUIDADOS CULTURALES

T ambién llamada “ de la diversidad y la universalidad”, la teoría de los


cuidados culturales de Madeleine Leininger sostiene que cada indi-
viduo internaliza y aplica su cuidado según sus costumbres, sus creencias
y desde el inicio del mundo estas técnicas de alguna manera le han servido
para sobrevivir y mantenerse en el tiempo. Básicamente hace hincapié en
la importancia de brindar un cuidado de enfermería acorde a la cultura del
sujeto al que se le esté brindando el cuidado. El conocimiento de la diver-
sidad como de la universalidad de la asistencia de enfermería, tal y como
lo plantea esta teoría es de extraordinaria importancia para fijar una base
sustancial de conocimiento y para convertir a Enfermería en una disci-
plina y una profesión transcultural. Esta teoría tiene una proyección hacia
el futuro y ha comenzado a despertar el interés a escala mundial, debido
a su enfoque holístico y a que incluye varios conceptos y constructos rela-
cionados con el entramado social, el entorno y el lenguaje, que cobran una
importancia excepcional para poder descubrir y obtener un conocimiento
basado en la cultura o sustentado en el mundo de la persona.
Nuestro país ha sido, desde hace ya más de un siglo, cuna de vastísimas
inmigraciones. Italianos, españoles, franceses, griegos, alemanes, holandeses,
46 el acto de cuidar - genealogía epistemológica del ser enfermo

ingleses, son sólo algunos de los orígenes europeos de aquellos que han llegado
a nuestras tierras a construir la nación. Dichos orígenes lejanos no han sido un
obstáculo mayor -más que el idioma desconocido, en muchos de ellos-, para el
cuidado de estos sujetos, ya que, en su gran mayoría, comparten con nosotros
una raíz cultural, costumbres y hábitos similares.
Pero no debemos olvidar que también poseemos puertas abiertas para
gentes de lugares más distantes -Arabia, China, Japón, Corea, países de
la ex URSS-, culturas y religiones muy disímiles -musulmanes, hindúes,
judíos ortodoxos, budistas-. Lo antedicho no debería generar conflictos en
nuestra actividad como cuidadores profesionales.
La Enfermería Cultural tiene sus orígenes en la enfermería y la antro-
pología, y se ha definido como una de las grandes áreas de la enfermería,
que se centra en el estudio y el análisis comparado de las diferentes culturas
del mundo, desde el punto de vista de sus valores asistenciales, de la expre-
sión y convicciones sobre la salud y la enfermedad y de los modelos de
conducta de los individuos y los pueblos. Mantiene como propósito desa-
rrollar una base de conocimientos científicos y humanísticos que permitan
una práctica de la atención sanitaria específica para cada cultura, a la vez
que universal, y con el tiempo se convertirá en un nuevo dominio del ejer-
cicio de la enfermería, que se reflejará en un ejercicio profesional dife-
rente, definido y fundamentado en principios culturales y diseñado especí-
ficamente para orientar los cuidados de la enfermería a los individuos, las
familias, los grupos y las instituciones.
Leininger sostiene que como la cultura y la asistencia son los medios
más generales y holísticos que permiten conceptuar y comprender a las
personas, afirma que la enfermería transcultural se ha de convertir en una
de las áreas más importantes, significativas y prometedoras del estudio
formal, la investigación y la práctica, debido al mundo multicultural en
que vivimos.
Predijo también que, para que enfermería tenga importancia y signi-
ficado frente a los sujetos cuidados y otros profesionales de este campo en
todo el mundo, es imperativo disponer de competencias capaces de orientar
las acciones y las decisiones, para obtener resultados positivos y eficaces en
este sentido. La cultura determina los patrones y estilos de vida que tienen
influencia en las decisiones de las personas, esta teoría ayuda a la enfermera
a descubrir y documentar el mundo del sujeto cuidado y utiliza sus puntos
de vista émicos -internos-, sus conocimientos y sus prácticas en conjunción
con una ética apropiada -conocimiento profesional- como base para adoptar
acciones y decisiones profesionales coherentes con los modos culturales.
el cuidado 47

La naturaleza no actúa sobre el sujeto -y viceversa- sino a través de


la cultura. Siempre la cultura se impone como una barrera semipermeable
-tamiz- entre uno y otro.
Incluso aquel que sea abandonado al nacer en medio de una selva
estará impregnado de cultura: características físicas, dadas por la herencia,
la alimentación de la madre durante el embarazo, memoria de voces y
sonidos, incluso existen estudios que demuestran que los bebés balbu-
cean en su lengua natal. La cultura, como construcción del hombre, lo
trasciende y se transforma a su vez en la “constructora” del sujeto. Los
cuidados culturales conforman la teoría integral de enfermería más amplia
que existe, ya que tiene en cuenta la totalidad y la perspectiva holística de
la vida humana y la existencia a lo largo del tiempo, incluyendo factores
culturales sociales, la visión del mundo, la historia y los valores culturales,
el contexto ambiental, las expresiones del lenguaje y los modelos populares
y profesionales.
El objetivo de la teoría de los cuidados culturales consiste en sumi-
nistrar una asistencia coherente con el entorno cultural, la enfermera debe
esforzarse para explicar el uso y el sentido de la asistencia, de forma que
los cuidados, valores, creencias y modos de vida culturales suministren una
base precisa y fiable para la planificación y puesta en marcha eficaz de una
asistencia específica de cada cultura y para la identificación de los rasgos
comunes o universales de esta actividad.

SUPUESTOS PRINCIPALES DEL CUIDADO CULTURAL

L os principales supuestos de la teoría de la diversidad(1) y universalidad(2)


de los cuidados culturales de Leininger son:
• Los cuidados constituyen la esencia de la enfermería y es el
elemento central, dominante y distintivo de esta disciplina.
• Los cuidados son esenciales para el bienestar, el crecimiento, el
desarrollo y la supervivencia, y también para afrontar la discapacidades o
la muerte.
• Los cuidados culturales son los medios holísticos más amplios
que permiten conocer, explicar, interpretar y predecir los fenómenos asis-
tenciales de la enfermería para orientar a la práctica de esta disciplina.

(1) diversidad: variedad, diferencia. Abundancia de cosas distintas.


(2) universalidad: cualidad de universal. Que comprende o es común a todos en su especie.
48 el acto de cuidar - genealogía epistemológica del ser enfermo

• La enfermería es una disciplina y una profesión humanística y


científica de cuidados transculturales, cuyo fin primordial es atender a los
seres humanos en todo el mundo.
• Los cuidados son esenciales para la curación, que no puede produ-
cirse sin ellos.
• Los conceptos, significados, expresiones, patrones, procesos y
formas estructurales tienen algo de diferente -diversidad- y algo de seme-
jante -universalidad- en todas las culturas del mundo.
• Toda cultura humana -local, popular o indígena- cuenta con
prácticas y conocimientos asistenciales genéricos, normalmente con una
dimensión profesional, que varía con respecto a las otras culturas.
• Los valores, las creencias, y prácticas culturales están influidos y,
con frecuencia, integrados en la visión del mundo, el bagaje(1) étnico(2), el
lenguaje y el contexto religioso-espiritual, de parentesco-social, político
o legal, educativo, económico, tecnológico, histórico y ambiental de cada
cultura en particular.
• Los cuidados de enfermería beneficiosos, saludables y que cubren
las necesidades culturales contribuyen al bienestar de las personas, las
familias, los grupos y las comunidades de una cultura.
• Una asistencia de enfermería beneficiosa o coherente(3) desde el
punto de vista cultural sólo puede producirse cuando la persona, el grupo,
la familia, la comunidad o los valores, expresiones y modelos de cuidados
culturales son conocidos y utilizados de manera adecuada por el profe-
sional de enfermería.
• En todas las culturas del mundo existen diferencias y semejanzas
culturales entre el profesional que presta la asistencia y el receptor de la
misma o sujeto cuidado.
• Las personas que reciben cuidados de enfermería que no
concuerdan razonablemente con sus creencias, valores y estilos de vida
mostrarán síntomas de conflictos culturales, insatisfacción, tensión y
preocupaciones éticas o morales.

(1) bagaje: conjunto de conocimientos de que dispone una persona.


(2) étnico: perteneciente a una región, nación o raza.
(3) coherente: que tiene conexión o unión con otras cosas.
el cuidado 49

ACTIVIDADES DE APLICACIÓN

1. Diferencie conocimiento vulgar de conocimiento científico.

2. Defina el concepto de paradigma.

3. Complete el cuadro enunciando las concepciones clave de cada


paradigma:
Paradigma de la Paradigma de la Paradigma de la
Categorización Integración Transformación

· Rol de enfermería. · Rol de enfermería. · Rol de enfermería.

· Concepto de salud. · Concepto de salud. · Concepto de salud.

· Concepto de persona. · Concepto de persona. · Concepto de persona.

· Influencia del entorno. · Influencia del entorno. · Influencia del entorno.

4. Complete el siguiente cuadro:

Paradigmas de la Enfermería

de la Categorización de la Transformación

Orientación hacia la salud pública Orientación hacia la persona Apertura hacia el mundo

Orientación

5. ¿A qué paradigma responde, según su criterio, nuestro sistema


de salud actual? Justifique su respuesta.

6. Con qué otro nombre se conoció al paradigma de la categorización.

7. ¿Qué características particulares asume la relación entre la persona


cuidada y el enfermero en el paradigma de la transformación?
50 el acto de cuidar - genealogía epistemológica del ser enfermo

8. ¿De qué manera influyó el modelo de Henry Ford en la


modlidad del trabajo de enfermería de la época?

9. ¿Qué influencia tuvo la creación de las escuelas hospitalarias de


Enfermería en la definición del modelo de enfermería de la época?

10. Defina con sus palabras los principios del cuidado humano.

11. Mencione los componentes del cuidado humano.

12. ¿En qué situaciones cree usted que es oportuno aplicar el


cuidado humano?

13. Defina con sus palabras las ideas principales del cuidado cultural.

14. Mencione los principios fundamentales del cuidado cultural.

15. ¿Considera usted que el cuidado cultural tiene alguna utilidad?


Justifique la respuesta.

16. ¿A qué se refiere Leininger cuando habla de “diversidad” de los


cuidados de enfermería?

17. ¿A qué se refiere Leininger cuando habla de “universalidad” de


los cuidados de Enfermería?
El CUIDADO 51
PROFESIONAL

EXPERIENCIA
DE SALUD

PERSONA PROFESIONAL
CUIDADA DEL CUIDADO

MÉTODO

CONTEXTO
ESPACIO - Capítulo 2
LA EXPERIENCIA
TEMPORAL

DE SALUD
LOS CONCEPTOS DE
SALUD Y ENFERMEDAD
"La salud es un estado raro que, a pesar de todo, no es un estado patológico."
L. S. Kubie

A lgunos más, otros menos, todos tenemos alguna idea acerca de lo que
significa el concepto de enfermedad. Resulta obvio que tal aproxima-
ción al significado de la misma
Son tres las significaciones originarias
tendrá que ver con nuestro bagaje
de los distintos nombres que los pueblos
de conocimientos, nuestra historia
más diversos han dado a la afección
personal y, entre otras cosas las
morbosa: daño o mal (nosos, morbus),
pautas sociales y culturales que
deficiencia o flaqueza (astehéneia,
nos han forjado como individuos
infirmitas) y sufrimiento (pathos,
pertenecientes a una u otra cultura
passio, dolentia). Lo que está claro
o grupo étnico. La Organización
es, que sea una u otra la acepción
Mundial de la Salud se expresó en
que se utilice, todas hacen referencia
los consabidos(1) términos:
a la alteración de alguna necesidad
del ser humano, y por ende, exige en
“La salud es un estado de completo
alguna u otra medida, la intervención
bienestar físico, mental y social, y
del cuidador con mayor o menor
no sólo la ausencia de enfermedad
urgencia. Hecho que coloca a la persona
o dolencia” (2)
“enferma” en situación de dependencia.

(1) consabido: que es sabido por los presentes. Conocido, característico.


(2) WHO – World Healt Organisation, 1947.
52 el acto de cuidar - genealogía epistemológica del ser enfermo

Esta definición alberga(1), al menos dos problemas sustanciales(2):


El primero, y más urgente, es la manifestación intrínseca de que la
salud se presenta como un estado utópico(3), con lo que podríamos caer en
el error de pensar que no existe -ni podrá existir jamás- ya que ningún
sujeto está en condiciones de gozar de un estado de completo bienestar.
En este sentido, muchos autores coinciden en referirse a la salud como
“grado de bienestar”, en lugar de “completo bienestar” (4).

De esta manera, se afirma que la salud no se trata de un estado de


total y absoluto bienestar, sino que es un proceso relativo y un continuo. Se
puede tener más o menos salud, la salud puede mejorar o empeorar. Esta
idea de salud como proceso gradual, dinámico y variable, y no como algo
estático, nos permite evaluar el estado de salud de una persona, familia,
grupo o comunidad, determinando el grado de bienestar, lo cual puede
establecerse fácilmente a través de distintas herramientas e instrumentos
de medición e investigación.
El segundo problema se nos presenta al confrontar el concepto de
enfermedad como opuesto al de la salud. En efecto: al expresar “no sola-
mente la ausencia de...” se nos da a entender, tácitamente(5), que la presencia
de enfermedad hace imposible la coexistencia(6) de la salud.
Desde nuestro modelo conceptual, al definir la salud como un
concepto gradual y continuo, como una escala, deja de tener sentido dicha
contradicción salud-enfermedad. Es a partir de este nuevo enfoque, que
la enfermedad se transforma en un factor más que disminuye el grado de
bienestar de las personas. Un factor que está inmerso en la idea misma
de salud. Y decimos “un factor más”, ya que existen muchísimos otros
elementos que influyen en la elevación o disminución de dicho grado de
bienestar – la actividad física, el trabajo, la vivienda, la alimentación, el
reposo y recreación, las relaciones interpersonales, la seguridad ambiental,
la forma de vivir la sexualidad, la manera en que ejerce los distintos roles
personales, la accesibilidad a distintas comodidades, la higiene y el sanea-

(1) albergar: hospedar, resguardar.


(2) sustancial: se dice de lo esencial de una cosa. Importante, no desdeñable. Perteneciente
o relativo a la sustancia misma de algo.
(3) utopía: toda idea, todo proyecto considerado como irrealizable, quimérico.
(4) PERALTA, J., “Los Escenarios de la Salud”, Ediciones La Llave. Colección Enfoques en
Educación. Buenos Aires, 1998.
(5) tácito: que no se dice formalmente, sino que se supone e infiere.
(6) coexistir: existir una persona o cosa a la vez que otra.
la experiencia de salud 53

miento ambiental, la educación, entre otros -. Ya no podemos decir que


alguien está totalmente sano o totalmente enfermo.
En resumen, una visión moderna del sujeto, desde el punto de vista
holístico, nos permitiría aceptar que la salud puede ser expresada como
toda experiencia vivida por el sujeto durante su crecimiento y desarrollo,
incluyendo la enfermedad.
Aceptando, pues estas dos concepciones: la de salud y la de enfer-
medad, dejamos resuelto de antemano el "ontologismo nosológico", es decir, la
idea de que la “enfermedad” es un ente real, sustantivo y determinante de un
modo de vivir cualitativa y radicalmente distinto del que llamamos "salud".
A la vez que estaríamos echando por tierra el famoso gráfico del “Conti-
nuum salud-enfermedad”. Gráfico que ponía a uno y a otro término como
polos opuestos de la experiencia humana. Así como también, estaríamos en
condiciones de asumir el hecho que trabajar para la salud significa mucho
más que prevenir, diagnosticar y tratar enfermedades, ya que sobre todo
consiste en bregar, con todos los medios a nuestro alcance, en mejorar el
estado de bienestar de las personas a través de una vida más saludable, de
un mayor cuidado de si mismas, de una mayor satisfacción con los logros
personales y colectivos, en suma, una mejor calidad de vida.
Ha habido, a lo largo de la historia y las culturas, numerosas inter-
pretaciones del hecho de enfermar. Desde las más folklóricas, correspon-
dientes a la etapa pre-científica de la humanidad, en la que se veía al sujeto
enfermo como invadido o poseído por espíritus malignos o demonios, la
escisión(1) y evasión del alma del cuerpo de la persona, y otros tantos que
pueden analizarse, incluso desde el punto de vista de la alienación, la culpa,
la marginación, el aislamiento y la muerte.
A partir del pitagórico siciliano Alcmeón de Crotona (500 a.C.)
comienza, lo que podría llamarse la nosología científica, o el estudio metó-
dico y sistemático de la “patología”.
La enfermedad es concebida ahora como un desorden de la physis o
"naturaleza" del hombre que la padece; consistente en el predominio exce-
sivo de una cualidad fisiológica sobre su contraria: lo caliente sobre lo frío o
lo frío sobre lo caliente, lo seco sobre lo húmedo o lo húmedo sobre lo seco;
idea fundamental que pasa constituir el Corpus Hippocraticum.
Asimismo se interpretan otros desórdenes en la mezcla o krasis de los
humores o "principios inmediatos" de la materia viviente -dyskrasia-, o conce-
bido en los escritos de orientación neumática, como una alteración desme-
dida en el flujo del pneuma a través de los poros del cuerpo -dysrroia-.
(1) escisión: corte, división, separación.
54 el acto de cuidar - genealogía epistemológica del ser enfermo

La interpretación humoral de la enfermedad es dominante en el


Corpus Hippocraticum. Nótese que la concepción de equilibrio, como punto
de referencia, es similar a la utilizada por la filosofía oriental -el Ying y
el Yang(1)-, e incluso ha sobrevivido hasta nuestros días -declaración de
Alma-Ata, definición de salud de la OMS-.
Ya al término de la civilización griega, Galeno (200 d.C.) resumirá en
una definición precisa el pensamiento que en la antigua Grecia se susten-
taba al respecto:

“La enfermedad (nosos) es una disposición preternatural del cuerpo, por


obra de la cual padecen inmediatamente las funciones vitales. Es una afec-
ción pasiva (phatos) de la actividad vital, producida inmediatamente por un
desorden instantáneo de la naturaleza individual (alteración "preternatural" o
parà physin) y mediatamente causada (etiología: aitía, "causa") por una "causa
externa" o "primitiva" (aitiá prokatarktikê: enfriamiento, veneno, etc.), que
actuando sobre un individuo sensible a ella o "predispuesto" ("causa dispositiva"
o " interna": aitía proêgumenê), determina en el cuerpo de éste una modifica-
ción anatomofisiológica anormal y más o menos localizada ("causa continente" o
"conjunta": aitía synektikê)”.

De esta forma surge, por vez primera en la historia, una patología


general sistemática. La idea galénica de la enfermedad constituyó el
canon(2) de toda la nosología medieval, y en cierto modo ha continuado

(1) YING - YANG (IN - IO en Japonés): en nuestra cultura occidental tendemos a separar
las cosas de tal forma, que el YING y el YANG aparecen como algo opuesto, cuando en
realidad son complementarios. La simple definición de negativo y positivo ayuda a mantener
esta confusión. El símbolo taoísta para estos conceptos (TAIKYOKU) lo expresa como un
círculo exterior que representa el TODO que envuelve al positivo y al negativo conteniendo
cada una de estas dos polaridades una pequeña parte de la opuesta. La sinuosa línea central,
al no ser recta quiere significar la contínua alternancia de energías y la complementariedad
de las mismas. En el cerebro humano, el hemisferio izquierdo (que controla el lado dercho
del cuerpo) actúa de manera intelectual o científica (YING). El derecho en cambio (contro-
lando el lado izquierdo del cuerpo) actúa simultáneamente pero de forma más intuitiva
(YANG). Ambos son necesarios, siempre se encuentran en actividad alternando el flujo de
información. El verdadero éxito no está en rechazar uno en favor del otro, sino en lograr una
armonía de ambos. Se asume la continua variación de la existencia: de lo bueno y lo malo, de
lo correcto e incorrecto. No se puede mantener una posición contraria al proceso natural de
cambio que se da en el universo. Tener una perspectiva amplia permite mayor libertad para
juzgar lo que en un momento determinado es apropiado o inapropiado.
(2) canon: regla o precepto. Norma establecida por la costumbre como propia de una actividad.
la experiencia de salud 55

vigente hasta nuestros días. Pero junto a ella o contra ella han surgido
otras, entre las cuales deben ser destacadas las siguientes:
1° El ontologismo nosológico(1) de Paracelso, Van Helmont y Jahn.
Según todos ellos, la enfermedad tendría realidad sustantiva, sería como
un parásito invisible del organismo que la padece.

2° El reactivismo de Sydenham. "Aunque sus causas dañen al cuerpo


humano -dice Sydenham-, la enfermedad no es otra cosa que un esfuerzo de
la naturaleza por exterminar la materia morbífica(2), procurando con todos sus
medios la salud del enfermo."
El vitalismo del siglo XVIII hará suya la concepción sydenhamiana
-cuya raíz se halla en la idea hipocrática de la physis- y atribuirá a una hipo-
tética " fuerza vital" esa operación reactiva.

3° La paulatina objetivación de la nosología galénica mediante los


recursos de la moderna ciencia natural de los siglos XIX y XX:
- La mentalidad anatomoclínica -Morgagni, Bichat, Laennec, Roki-
tansky, Charcot- tiene como fundamento la objetivación cientifico-
natural de la "causa continente" o "sintética" de Galeno, bajo la forma
de lesión anatomopatológica, y ve en ésta la consistencia real de la
enfermedad, aquello en que la enfermedad realmente consiste. A
su vez, la mentalidad anatomoclínica, tuvo su origen a partir de las
bases histológicas y citológicas determinadas a partir de la "patología
celular", de Virchow.
- La mentalidad fisiopatológica -escuela de Johannes Müller, Claude
Bernard, Traube, Frerichs, Naunyn- procede de la sistemática objetiva-
ción de los síntomas espontáneos mediante las técnicas que ofrecen la
Física y la Química, y concibe la enfermedad - el proceso morboso -
como un desorden más o menos típico en el flujo de materia y energía
en que la vida parece consistir.
- La mentalidad etiopatológica -Pasteur, Koch, Klebs- tuvo su parte
principal en la microbiología y en la toxicología. La "causa externa"
o "procatértica" de la patología galénica quedó con ella científica-
mente objetivada, y en la enfermedad se vio una reacción específica a
la especificidad del agente causal.

(1) nosología: parte de la medicina que tiene por objeto describir, diferenciar y clasificar las
enfermedades.
(2) morbífico: de mórbido. Que padece u ocasiona enfermedad.
56 el acto de cuidar - genealogía epistemológica del ser enfermo

Las ulteriores(1) vicisitudes(2) históricas de la nosología -patología


constitucional, mentalidades biopatológica y antropopatológica- pueden
ser consideradas como el resultado de estudiar científicamente la "causa
dispositiva" o "proegúmena" de Galeno.
La patología constitucional -Giovanni, Viola, Pende, Sigaud, Martius,
Kretschemer- ha actualizado la vieja doctrina(3) de los "temperamentos" -
sanguíneo, flemático, bilioso y melancólico- y, por tanto ha valorado
de nuevo lo que en la enfermedad pone la nativa constitución típica del
enfermo. A su vez, la mentalidad biopatológica -Jackson, von Monakow,
Goldstein, Selye- se ha esforzado por entender el proceso morboso desde el
punto de vista de la condición viviente del sujeto que lo padece.
Tanto como "padecimiento", la enfermedad es, en efecto, "reacción
vital". En fin, la mentalidad antropopatológica -Freud, y las escuelas psicoa-
nalíticas, Krehl, von Weizsäcker, patología psicosomática- se enfrenta con el
hecho de la enfermedad considerando de modo profundo y sistemático la
condición humana del individuo que la hace y padece.
Con ello el "sujeto" queda resueltamente introducido en el pensa-
miento patológico -von Weizsäcker-, y la enfermedad es formalmente
comprendida, desde todos los posibles puntos de vista -génesis, configura-
ción, estructura-, como un modo humano de vivir.
La patología se hace así, con toda deliberación y con toda conse-
cuencia, disciplina antropológica.
En resumen: la noción actual de experiencia de salud, permite
comprender como tales las situaciones vividas en relación al crecimiento,
al desarrollo y a las situaciones problemáticas, incluyendo la enfermedad.
Esta visión es totalmente novedosa ya que abandona la vieja idea de salud
– enfermedad como extremos opuestos para dar lugar a la concepción de
la enfermedad como situación contenida dentro del proceso de salud. La
enfermedad es vivida por el sujeto como un crecimiento, como una crisis
que resulta en cambio.

(1) ulterior: que se dice, sucede o ejecuta después de otra cosa.


(2) vicisitud: orden sucesivo o alternativo de alguna cosa. Inconstancia o alternancia de
sucesos prósperos y adversos.
(3) doctrina: enseñanza que se da para instrucción de alguien. Ciencia o sabiduría. Opinión
de uno o varios autores en cualquier materia.
la experiencia de salud 57

ACTIVIDADES DE APLICACIÓN

1. ¿Cuál es la definición de la OMS para el término “salud”?

2. ¿Qué cuestiones opone el autor a dicha definición?

3. Explique brevemente cuál es su postura al respecto.

4. ¿Por qué se interpreta a la salud como una experiencia de vida?

5. ¿Por qué se considera a la enfermedad como elemento integrante


de la experiencia de salud?

6. ¿De qué manera influyen en el sujeto sus costumbres, ideas,


creencias y conocimientos, en el hecho de padecer una enfermedad?

7. Justifique brevemente la respuesta anterior.

8. ¿De qué manera cree usted que la experiencia de salud que vivimos
como profesionales se verá reflejada en el cuidado de enfermería
que brindemos?

9. ¿Podría justificar su respuesta?


El CUIDADO 59
PROFESIONAL

EXPERIENCIA
DE SALUD

PERSONA PROFESIONAL
CUIDADA DEL CUIDADO

MÉTODO

CONTEXTO
ESPACIO - Capítulo 3
EL PROFESIONAL
TEMPORAL

DEL CUIDADO
EN BUSCA DE LA
ENFERMERÍA PERDIDA
Desde que iniciamos nuestros estudios, muchos docentes nos expresan con ojos
vidriosos que la enfermería es “arte y ciencia”. Sin embargo, con el devenir
profesional nos encontramos con que, si bien puede estar nutrida de ambos,
necesitamos una expresión acorde para lo que hacemos, sin caer en frases
hechas a modo de “eslóganes publicitarios” acerca de nuestra profesión.

EL ARTE DE CUIDAR
“El arte comienza cuando de un gran número de nociones suministradas
por la experiencia se forma una sola concepción general
que se aplica a todos los casos semejantes.”
Aristóteles - Metafísica, Libro primero

H ace algún tiempo hemos separado del ejercicio profesional de la


enfermería la concepción de “oficio” o la condición natural del género
femenino hacia el cuidado, que postulaba en gran medida la escuela de
Florence Nightingale, con afirmaciones tales como:

“Toda mujer ha tenido a su cargo en algún momento de su vida la salud


personal de alguien, sea un niño o un inválido - en otras palabras, cada mujer
es una enfermera -.” (1)

(1) NIGHTINGALE, F., “Notas sobre Enfermería: qué es y qué no es”. Masson. Barcelona, 1993.
60 el acto de cuidar - genealogía epistemológica del ser enfermo

No obstante ello aún se sigue afirmando que nuestra profesión posee


cierto carácter de arte. Intentar dilucidar el significado del arte, una
pregunta que permanece sin respuesta precisa, puede ser un ejercicio filo-
sófico profundo y a la vez divertido.

“La pregunta más repetida en relación con el arte de nuestra época es fruto de la
perplejidad: ¿qué significa? Pues su principal y revolucionaria característica es
el rechazo a la tradición. ¿Cuál es, entonces, el fundamento de ese arte que ya no
busca imitar selectivamente la realidad para plasmar su belleza? La respuesta es
la libertad.
“(…) Probablemente nunca llegaremos a una formulación definitiva acerca del
significado del arte, pero ello no nos priva de la experiencia y, por lo tanto, del
saber derivado de la historia de esa aventura.” (1)

Pero, ¿puede definirse y resumirse la función del arte con una sola
fórmula?
Es evidente que las definiciones y funciones del arte han cambiado
al cambiar la sociedad, por ende existen en la literatura e historia del arte
tantas definiciones y concepciones como paradigmas y movimientos histó-
ricos han habido.
La definición del arte como medio de fundirse con la totalidad de lo
real, como el camino del individuo para llegar al mundo en general, como la
expresión de su deseo de identificarse con lo que es, resulta hoy día dema-
siado romántica. Supuestamente para ser artista hay que captar y transformar
la experiencia en recuerdo, el recuerdo en expresión, la materia en forma.

(1) SERRALLER, F., “El arte contemporáneo”. Taurus. Madrid, 2001.


el profesional del cuidado 61

En sus orígenes el arte era una magia, una ayuda mágica para dominar
un mundo real pero inexplorado. En la magia se combinaban en forma
latente(1) o germinalmente(2), la religión, la ciencia y el arte, actualmente
son estos saberes los que ayudan a los hombres a conocer y modificar la
realidad social. El arte es necesario para que el hombre pueda conocer y
cambiar el mundo, pero también es necesario por la magia inherente a él.
En tal sentido puede considerarse al arte como una herramienta de
la libertad, una expresión de aquello que de otra manera no podría aflorar
en nosotros. Es por medio del arte que nos ponemos en contacto con la
sensible línea que separa la realidad de la imaginación. Que separa y que
a la vez une, ya que también es el arte la herramienta que poseemos para
modificar esa realidad.
Es, por lo tanto la creatividad -principal aliada del arte- uno de los
instrumentos más necesarios y a la vez menos explotados por nuestro
grupo profesional.
Toda ciencia humanística necesita desde sus cimientos estrechar
vínculos con el arte.
Henry David Thoreau (3) lo expresó de esta manera:

“Es importante ser capaz de pintar un cuadro o esculpir una estatua, y así
conferir belleza a unos pocos objetos. Pero mucho más glorioso es esculpir y pintar
la atmósfera en la que trabajamos a fin de mejorar la calidad del día: ésta es la
más sublime de las artes”.

En el desempeño de nuestro rol como cuidadores, en la creación de


un óptimo espacio en función de una adecuada y eficaz relación enfermero
/ persona cuidada, enfermero / familia, enfermero / grupo-comunidad,
desarrollamos, entre otros, el arte de la comunicación, de las relaciones
humanas, de la empatía.
No obstante ello, la vorágine(4) pro-científica o “cientificista” en la que
nos encontramos inmersos desde hace aproximadamente setenta años,
nos ha llevado a olvidar algunas cuestiones atinentes a la expresión crea-

(1) germinar: brotar, crecer, desarrollarse.


(2) latente: oculto y escondido.
(3) Henry David Thoreau (1817-1862): escritor, poeta y pensador estadounidense. Fue un
enérgico crítico social cuyo ensayo “Desobediencia civil” influenció a personalidades como
Gandhi.
(4) vorágine: remolino impetuoso de las aguas.
62 el acto de cuidar - genealogía epistemológica del ser enfermo

tiva, a la intuición y a la sensibilidad necesarias para ser un buen cuidador.


Patricia Donahue aclara:

“Durante mucho tiempo se ha definido la enfermería como una disciplina mitad


arte y mitad ciencia. Sin embargo, se ha puesto mayor énfasis en sus aspectos
científicos, sin tener apenas en cuenta su condición de arte.” (1)

En la comunicación está el eje de la atención al individuo sano o


enfermo, en nuestras habilidades conductuales, en nuestra certeza de
criterio. Y qué es esto sino arte. El arte de comunicarse y de relacionarse
eficazmente con los demás. El arte de transmitir ideas, de expresarlas.
Ante la pregunta del entrevistador “¿Qué siente un creador cuando
escribe?”, Jorge Luis Borges(2) respondió: “Carlyle(3) pensaba que toda obra
humana era deleznable, pero que su ejecución no lo es. Escribir es siempre un
placer, más allá del valor de lo que se escribe.” (4)
En efecto, en lo que respecta al arte tanto la obra como el artista son
meras circunstancias, totalmente azarosas. Lo que realmente eleva al espí-
ritu humano es el acto creativo en sí. Nadie debería escapar al embate del
arte, sea cual fuere su expresión.

ESA COSITA LOCA


LLAMADA CIENCIA
“Donde no hay ventilación se califica de malsano al aire limpio.
“Donde no hay religión la hipocresía se convierte en buen gusto.
“Donde no hay conocimiento la ignorancia se llama a sí misma ciencia.”
George Bernard Shaw (5)

E xisten numerosas y acertadas definiciones de la palabra “ciencia”,


tantas tal vez como sujetos que se han interesado en definirla. Y es
que su nombre lleva consigo la paradoja de adolecer de univocidad... pese
a intentar perseguir dicha finalidad en sus preceptos.

(1) DONAHUE, P., “Historia de la Enfermería”. Mosby - Missouri, 1985.


(2) Jorge Luis Borges (1899-1986): Escritor argentino consagrado como una de las figuras
más prominentes de las literatura universal.
(3) Thomas Carlyle (1795-1881): ensayista, historiador escocés e influyente crítico social.
(4) MONTENEGRO, N., “Jorge Luis Borges, Diálogos”. Nemont - Buenos Aires, 1983.
(5) George Bernard Shaw (1856-1950): escritor irlandés, considerado el autor teatral más
significativo posterior a Shakespeare.
el profesional del cuidado 63

“La ciencia se define como un conjunto unificado de conocimientos que se ocupa de


una materia específica, junto con métodos y habilidades necesarios para propor-
cionar dicho conocimiento.” (1)

Contrariamente a una creencia ampliamente difundida, el primer


objetivo del esfuerzo científico no es la eficacia en la acción sobre el universo
que nos rodea, sino la coherencia en nuestra representación de éste. Es,
ante todo, la búsqueda de lucidez. Sin embargo, puede ser utilizada como
un medio para hacer o actuar sobre el mundo que nos rodea.
En tal sentido muchas veces nos dejamos abrumar por la tecnología
que, como diría Silvia - el personaje de Ernesto Sábato(2) en su novela
Abaddon el Exterminador -: “... es amoral, está más allá de los valores éticos. Es
como un fusil: puede ser usado en una dirección o en la contraria”.(3)

También puede ser considerada como un medio para comprender los


sucesos que rigen el universo que nos rodea. Tal es el caso de la teoría de la
relatividad de Einstein.(4)

(1) MARRINER-TOMEY, A., “Modelos y teorías en Enfermería”. Mosby / Doyma -


Madrid, 1995.
(2) Ernesto Sábato (1911-): escritor argentino contemporáneo, autor, entre otras obras de
“El Túnel” e “Informe para ciegos”.
(3) SÁBATO, E., “Abaddón el exterminador”. Sudamericana Planeta - Buenos Aires, 1985.
(4) Albert Einstein (1879-1955): físico alemán, famoso por ser el autor de las teorías espe-
cial y general de la relatividad y por sus hipótesis sobre la naturaleza corpuscular de la luz.
64 el acto de cuidar - genealogía epistemológica del ser enfermo

Y por último están quienes opinan que el mejor aporte de la ciencia


es el de plantearnos mejor nuestros interrogantes sobre el mundo real. Los
progresos científicos más decisivos son los que nos dan el medio para inte-
rrogarnos mejor.

“En efecto, la mejor respuesta es aquella que nos


abre nuevos interrogantes.”

ARTE Y CIENCIA

P ero, ¿dónde está entonces la línea que divide nuestras acciones en artís-
ticas y científicas? Simplemente en la emoción y el método.
El arte es emoción, sentimiento, pasión. No podemos, por más que
querramos, abstraernos(1) de las sensaciones que nos generan las distintas
situaciones a las que nos enfrentamos cotidianamente.
Podemos, como profesionales, poner un coto(2) a la manifestación, a la
exteriorización de esas emociones, pero de ninguna manera podemos prohi-
birnos sentir. Estamos inmersos en un trabajo repleto de sentimientos.

El arte va más allá de realizar prolijamente una fijación o escribir


con linda letra un rótulo. Arte es emocionarse y poder trabajar con las
emociones y sentimientos del otro.
Educar, mitigar la ansiedad, tomar la mano del moribundo, brindar
consuelo, ofrecer una escucha activa, negociar, pautar, persuadir, convencer,
comunicarse eficazmente, establecer una adecuada relación enfermero -
persona cuidada, son todas obras de arte.
La capacidad de involucrarse emocionalmente en forma conveniente
- moderada y funcional- con la situación del sujeto de cuidado es también
un arte. Sin esta mirada somos incapaces de operar desde el rol profe-
sional. Así, la carencia de ese aspecto netamente humano y necesariamente
humanizante que es la emoción nos enajena de la realidad y nos aísla.
Esa misma armadura que alguna vez nos protegía es la que hoy obsta-
culiza nuestro ejercicio. Y es que uno siempre es enfermero, dentro y fuera
del hospital. La concepción de profesión marca esta diferencia. Si se tratase
de un oficio, uno dejaría de ser enfermero cuando se quita el uniforme,

(1) abstraer: separar intelectualmente las cualidades de un objeto para considerarlo en su


esencia.
(2) coto: límite, tasa.
el profesional del cuidado 65

pero sabemos que eso no ocurre con la mayoría de nosotros. Es por ello que
puede concebirse a la enfermería, no solamente como arte y ciencia, sino
también como una manera de pensar y concebir el mundo, una filosofía
enfermera; en definitiva una manera de asumir nuestra vida cotidiana y
nuestro propio proyecto de vida: una Cultura Enfermera.
En la actualidad estamos ante una crisis de los fundamentos del cono-
cimiento científico, del filosófico, y, en general, de los fundamentos del
pensamiento. Una crisis que genera incertidumbre en las cosas fundamen-
tales que afectan al ser humano. Y esto, precisa y paradójicamente, en un
momento en que la explosión y el volumen de los conocimientos parecieran
no tener límites. La ciencia y el arte de la enfermería no pueden abstraerse
de esta vorágine de cambios y renovaciones, y sus actores deben, por lo
tanto, asumir una activa participación en la dinámica de dichos embates.
El resultado de este entramado va a ser el fruto de nuestro esfuerzo
por tratar de comprender mejor la realidad que nos rodea e interactuar con
ella de una manera sensible y a la vez consciente. Espíritu y método, dos
condiciones fundamentales que debe fortalecer todo enfermero.

¿OFICIO O PROFESIÓN?

H asta ahora hemos abordado la actividad de la enfermería desde sus


aristas más conflictivas: como arte o como ciencia. Hemos visto
también que ambas concepciones no son contradictorias, sino que, por el
contrario, resultan complementarias.
Pues bien, ambos ríos – arte y ciencia – confluyen en el exquisito mar
de la profesión, es decir de la acción de cuidar como ejercicio deliberado,
producto de la formación y el desarrollo técnico e intelectual.
Pero el concepto de profesión, dentro del desarrollo histórico de la
disciplina es algo que no está tan claro, resultando incluso difícil trazar
una línea divisoria entre ésta y oficio. Lo que parece evidente es que el
adjetivo “profesional” se utiliza para hacer referencia a lo opuesto a aficio-
nado o a trabajo no especializado.
Si bien Everett Hughes sugiere que la profesión “es una etiqueta simbó-
lica de un status deseado”(1), la Sociología la define utilizando como refe-
rencia el requerimiento que la sociedad hace de un grupo ocupacional para
que éste cubra una necesidad concreta.

(1) HUGHES, E.C., “Men and Their Work”. Free Press, 1964
66 el acto de cuidar - genealogía epistemológica del ser enfermo

“Es decir que un profesional será


lo que la sociedad determina que deba ser,
y no tanto lo que éste quiera ser.”

Max Weber (1)(2) describe las ocupaciones según dos tipos:


a) Las negativamente privilegiadas y
b) las positivamente privilegiadas.
Histórica y culturalmente, los oficios han tenido la característica
tradicional de ser ocupaciones manuales, en tanto que las profesiones han
sido, ocupaciones intelectuales.
Un claro ejemplo de que la sociedad considere a los oficios como
“negativamente privilegiados” la encontramos en la historia al observar
como en la Grecia clásica se hablaba de dos tipos de artes. Por un lado las
artes serviles ejercidas por los siervos y esclavos, y por otro las artes libres
ejercidas por los hombres libres.
Las profesiones clásicas del mundo grecorromano y más tarde consoli-
dadas en la edad media son: el sacerdocio, el derecho y la medicina. Aunque
todas con un marcado carácter intelectual, sólo la medicina ha sido capaz
de asumir la ciencia moderna, convirtiéndose de este modo en paradigma
de profesión. Esto hace que pensadores como Foucault(3) entre otros, hayan
utilizado la medicina como base para realizar sus estudios sobre las profe-
siones y establecer este patrón como medida para otras ocupaciones.(4)

“La profesión es una creación humana, frente a los hechos naturales en sí mismos. Y
todo lo que es una creación humana, es una creación histórica, es decir, las creaciones
del hombre surgen en la historia, surgen en el tiempo y no se entienden bien cuándo,
cómo y por qué han surgido si no es dentro de la historia. Este es un fenómeno clara-
mente humano. ¿Por qué la enfermería es como es?. Eso, o se analiza en su gestación
o no se entiende. Y además un profesional ha de ser una persona que tenga conciencia
de su rol, y éste es un rol histórico-social creado por los hombres, por las sociedades”.(5)

(1) WEBER, M., “Economía y sociedad”, 1983.


(2) Max Weber (1864-1920): economista y sociólogo alemán. Estableció, a través de un
estudio histórico, que la relación causa-efecto histórica no sólo dependía de variables
económicas. En “La ética protestante y el espíritu del capitalismo” (1905), intentó demostrar la
influencia de los valores éticos y religiosos en el desarrollo del capitalismo.
(3) FOUCAULT, A., “El nacimiento de la clínica” Siglo Veintiuno Editores. Argentina, 2003.
(4) HERNÁNDEZ MARTÍN, F. y otros “La enfermería en la historia. Un análisis desde la
perspectiva profesional”, Ciudad Universitaria, Madrid.
(5) GRACIA GUILLÉN, D. (1992). Citado por HERNÁNDEZ MARTÍN, F. y otros:
“La enfermería en la historia...” Op. Cit.
el profesional del cuidado 67

Por otro lado está el carácter formal de lo que llamamos profesional,


es decir la habilitación social que se le endilga a un sujeto para ejercer tal
o cual actividad luego de haber cumplimentado la formación correspon-
diente. Adquiriendo así un carácter legal, al ser explícitamente reconocida
a través de un título “ habilitante”, y una matrícula “profesional”.

En efecto, un profesional “es una persona que ha completado un nivel de


estudios acerca de una porción de la realidad. Posee un cúmulo de conocimientos
de nivel científico referidos al área que abarca su profesión, una formación teórica
y una metodología de aproximación o abordaje del fenómeno del cual se ocupa.
La formación profesional introduce inevitablemente una suerte de modificación
(deformación, adaptación o desarrollo específico) de sus cualidades perceptivas,
ya que los conocimientos y/ o experiencias adquiridas configuran el conjunto de
categorías, valores y criterios a través de los cuales percibe, comprende, interpreta
e interviene en la realidad”(1) - ver más adelante “modelo conceptual”-

UNA DEFINICIÓN PARA


LA DISCIPLINA ENFERMERA

C omo ya se ha analizado, la expresión española “enfermería”, hace alusión


directa a “enfermedad” y “enfermo”. De allí que se haya destinado el
mismo vocablo para la acepción de “ lugar en el que se curan los enfermos”
desde su primera aparición en el Diccionario de la lengua castellana, de la
Real Academia Española en el siglo XVIII(2) hasta la fecha. Queda así limi-
tada nuestra actividad al “cuidado y atención de enfermos y heridos”. El término
anglosajón “nurse”, guarda a su vez connotaciones un tanto más complejas,
ya que su significado nos remonta a actividades domésticas propias de la
mujer que se encarga del cuidado de niños ajenos.

(1) RICHINO, S., “Estructuración del rol profesional, laboratorio en procesos institucionales”.
Kargieman - Buenos Aires, 1985.
(2) Real Academia Española: diccionario de la lengua castellana, en que se explica
el verdadero sentido de las voces, su naturaleza y calidad, con las frases o modos de
hablar, los proverbios o refranes, y otras cosas convenientes al uso de la lengua [...].
Compuesto por la Real Academia Española. Tomo tercero. Que contiene las letras
D.E.F - Madrid. Imprenta de la Real Academia Española por la viuda de Francisco
del Hierro. 1732.
68 el acto de cuidar - genealogía epistemológica del ser enfermo

La definición de enfermería del Consejo Internacional de Enfer-


meras enuncia:

“La enfermería abarca los cuidados, autónomos y en colaboración, que se prestan


a las personas de todas las edades, familias, grupos y comunidades, enfermos o
sanos, en todos los contextos, e incluye la promoción de la salud, la prevención de
la enfermedad, y los cuidados de los enfermos, discapacitados, y personas mori-
bundas. Funciones esenciales de la enfermería son la defensa, el fomento de un
entorno seguro, la investigación, la participación en la política de salud y en la
gestión de los pacientes y los sistemas de salud, y la formación”.(1)

Según la OMS, “ la misión de la enfermería en la sociedad es ayudar a los


individuos, familias y grupos a determinar y conseguir su potencial físico, mental
y social, y a realizarlo dentro del contexto en que viven y trabajan. Las funciones
principales de la enfermería deberían ser, por lo tanto, la promoción y el mante-
nimiento de la salud en buen estado, la prevención de la enfermedad, dar
cuidados durante la misma y la rehabilitación”.
La especificidad enfermera se ha de definir según un modelo concep-
tual enfermero que permita interpretar la realidad, persona, entorno, salud
y cuidados desde la disciplina enfermera. El modelo conceptual consti-
tuye, por tanto, las señas de identidad profesional y marca la diferencia con
otras disciplinas.
Necesitamos deconstruir el término castellano “enfermería” que nos
remite a enfermedad, e incluso el anglosajón de origen latino “nurse”, que
alude como vimos a funciones netamente empíricas y de puro corte servil.
Existen en nuestra bibliografía muchas definiciones de la palabra
“enfermería”. La más completa y sintética sea quizá la siguiente:

“La enfermería es una disciplina profesional


que se interesa por el estudio y el ejercicio del cuidado profesional
de las respuestas humanas de la persona que,
en interacción continua con su entorno,
vive experiencias de salud.” (2)

(1) Consejo Internacional de enfermeras: federación de 124 asociaciones nacionales que


representa a millones de enfermeras de todo el mundo. 
(2) Modificado de PHANEUF, M., “Cuidados de enfermería. El proceso de atención de enfer-
mería”. Interamericana McGraw-Hill - España, 1993.
el profesional del cuidado 69

Esta definición engloba seis conceptos fundamentales de los cuales


hace falta hacer un análisis detallado a fin de comprender el sentido
profundo de la misma.

“Una disciplina es un área de investigación y de práctica marcada por una pers-


pectiva única o por una manera distinta de examinar los fenómenos.” (1)

Decimos, en principio que la enfermería es una disciplina ya que


como área específica de la ciencia se ocupa de un fenómeno particular al
que llamaremos respuestas humanas, las que enlazadas al concepto de
cuidado, son el objeto de estudio de nuestra disciplina, son el fenómeno
enfermero. Asimismo se acota como profesional ya que es una disciplina
aplicada, es decir que no reconoce su hábitat en el laboratorio o en una
pizarra de fórmulas, sino en el ejercicio de su práctica con seres humanos,
a la vez que cuenta con todos los elementos para ser considerada una profe-
sión: posee un campo de acción específico, se ajusta a una normativa legal
vigente que determina incumbencias, derechos, obligaciones y prohibi-
ciones (en nuestro país, la ley nacional de ejercicio de la enfermería Nº
24.004), posee agrupaciones que la representan ante la comunidad (federa-
ciones, asociaciones profesionales, y otras), su formación está contemplada
dentro del sistema oficial de carreras terciaras y universitarias, según el
nivel que se desee alcanzar, participa activamente dentro de la vida insti-
tucional de las distintas empresas prestadoras de salud, sean estas clínicas,
sanatorios u hospitales, posee un elevado nivel de autonomía con respecto a
otros miembros del equipo de salud, contando además, dentro del esquema
organizativo institucional con su propio cuerpo de jefatura y supervisión.
A su vez, al hablar de respuestas humanas estamos refiriéndonos a
aquellos mecanismos que cada persona pone en juego a la hora de hacer frente
a determinada experiencia de salud. Varían de persona en persona e incluso
pueden no ser las mismas en el mismo sujeto en dos momentos distintos de
su vida (ver el capítulo dedicado al tema). Fenómeno que, a su vez se traduce
como diagnóstico de enfermería al ser interpretado por el profesional.
Como ya he manifestado, por experiencias de salud se entienden las
situaciones vividas con relación al crecimiento, al desarrollo y a las situa-
ciones problemáticas, incluyendo la enfermedad. Esta visión es totalmente
novedosa ya que abandona la vieja idea de salud – enfermedad como extremos
opuestos para dar lugar a la concepción de la enfermedad como situación

(1) KÉROUAC, S., “El pensamiento enfermero”. Masson - Barcelona, 1996.


70 el acto de cuidar - genealogía epistemológica del ser enfermo

contenida dentro del proceso de salud. En efecto, la enfermedad es vivida


por el sujeto como un crecimiento, como una crisis que resulta en cambio.
La noción de persona engloba tanto al individuo, como así también a la
familia, al grupo y a la comunidad. Se hace mención al grupo específicamente
con relación a los grupos operativos (grupo de estudio, grupo de trabajo, etc.)
si bien se entiende que la familia y la comunidad son también grupos.
El entorno comprende no sólo aquello que rodea a la persona, sino que
está compuesto por el medio interno y el medio externo. Como medio interno
entendemos aquellos elementos que forman parte de la persona en particular,
su historia, sus fortalezas y debilidades, sus creencias y su cultura.
Si hablamos de un sujeto podemos referirnos al medio interno como
las dimensiones física, psíquica, emocional y cognitiva (ver el capítulo
correspondiente).
Mientras que como medio externo tomamos todo aquello que rodea a
la persona, realidad socio-política, realidad histórico-cultural, medios con
los que cuenta, accesibilidad a los efectores de salud, presencia de factores
ambientales , espacio físico, etc.
Si nos estamos refiriendo a un sujeto en particular, el medio externo
estaría integrado por las dimensiones socio-culturales.
En tal sentido, entendiendo el cuidado como una actitud de respon-
sabilidad y envolvimiento afectivo con otro ser humano, “ la palabra cuidado
incluye dos significaciones básicas, íntimamente ligadas entre sí: la primera
la actitud de desvelo, de solicitud y de atención para con el otro. La segunda,
de preocupación y de inquietud, porque la persona que tiene cuidado se siente
envuelta y afectivamente ligada al otro”.(1)
El cuidado se entiende, pues como la esencia de la disciplina enfermera,
como núcleo de todo desarrollo de nuestra profesión. Es el eje mismo del
ejercicio profesional y fuente de investigación. Según Madeleine Leininger
cada individuo internaliza y aplica su cuidado y el de los suyos según sus
costumbres, sus creencias y desde el inicio del mundo estas técnicas de
alguna manera le han servido para sobrevivir y mantenerse en el tiempo.

(1) BETTINELLI, L., “Cuidado Solidario”. Passo Fundo. Brasil, 1998.


el profesional del cuidado 71

PARA SER ENFERMERO NO


BASTA CON SER ENFERMERO

E l accionar profesional está caracterizado por el tratamiento de la


realidad partiendo de un abordaje teórico, pero no concluye allí el
camino intelectual, de ninguna manera, sino que se hace necesario, además
el retrabajo de lo teorizado en función de la práctica vivida. La distancia
que existe entre la teoría y la práctica radica en nuestra incapacidad de
realizar eficazmente este segundo camino, el cual debemos transitar lo
antes posible y de manera conciente, a fin de completar un círculo virtuoso
que llamaremos profesionalismo.
Queda de manifiesto que este segundo trayecto - el tratamiento inte-
lectual y crítico del quehacer cotidiano - se impone durante el desem-
peño de la práctica profesional (es decir, una vez concluida la formación
del sujeto e inserto éste en el mundo del trabajo). Lo que no se contempla
a menudo es, justamente la voracidad de dicha práctica que, la mayoría de
las veces impone horarios ingratos y tareas agotadoras, transformando a
este enfermero en un simple ejecutor técnico.

“La sobreocupación y el desconocimiento como instrumentos o dispositivos de


dominación y control social. En efecto: un enfermero agotado no se perfecciona ni
se capacita debidamente; un enfermero sobreexigido no se repregunta las cosas,
no piensa ni crítica ni creativamente. Está limitado, inexorablemente por su
circunstancia, por la emergencia”.(1)

De esta manera, el enfermero al que nos estamos refiriendo -que


podríamos ser nosotros mismos- se encuentra enterrando cada vez más a
ese profesional crítico en lo que podríamos llamar un “proceso degenerativo
progresivo”, pero reversible.(2)

(1) DURANTE, S., “Claves para pensar la Enfermería”. El Uapití. Buenos Aires, 2005.
(2) Nota del Autor: para profundizar este tema puede consultarse “El antidarwinismo
enfermero(...)”, en DURANTE, S., “Claves...”. Ib.ídem.
72 el acto de cuidar - genealogía epistemológica del ser enfermo

EL PROFESIONAL CUIDADOR

E n tal sentido debemos mencionar, como elemento constitutivo del


PROCESO DE CUIDAR al profesional, al enfermero, que es el que
pone en marcha dicho mecanismo. El cuidador puede, según sea su forma-
ción, tratarse de una persona con estudios primarios, secundarios, tercia-
rios o universitarios; tener título de pregrado (Enfermera/o profesional),
de grado (Licenciada/o en Enfermería) o de posgrado (Magister o Doctor/
a en Enfermería), o, incluso, tratarse de un Auxiliar de Enfermería.

Estos últimos no son considerados profesionales (con el rigor que el


concepto implica), ya que no poseen estudios de tipo superior. No obstante
ello, dado el elevado déficit de personal profesional que aún existe, prodigan
en la mayoría de los casos cuidados de tipo profesional, sin responder a la
diferenciación de tareas prevista por la ley de ejercicio profesional(1), lo cual
se observa en la mayoría de los centros asistenciales de nuestro país.
No obstante ello, mi práctica particular y los años que tengo de expe-
riencia me bastaron para confirmar que “ hay muchos auxiliares que son
excelentes profesionales y muchos licenciados que son malos empíricos”.(2)
Por otro lado, somos el cuerpo más numeroso de profesionales en
funciones directamente relacionados con la persona cuidada(3) dentro de
la mayor parte de instituciones de salud, de cualquier especialidad. Sin
embargo, formamos parte de esa gran mayoría silenciada por una frag-
mentación fútil, de escasísima calidad operativa.(4)
Deben contemplarse en este punto aquellas convicciones que posea el
profesional con relación a la enfermería en sí. Es decir: ¿qué significa el ser
enfermero para quien lo ejerce?

En la publicación de un interesante trabajo de análisis institucional


llevado a cabo en una institución psiquiátrica con enfermeros, Marcelo

(1) Ley nacional de ejercicio de la enfermería Nº 24.004.


(2) GASCO, R., expresiones del director de la Carrera de Licenciatura de Enfermería de la
Universidad Maimónides de Buenos Aires, vertidas en sus exposiciones dentro del ámbito
académico.
(3) Nota del Autor: hago esta aclaración, ya que en los hospitales públicos de nuestro país
- a diferencia de lo que sucede en la mayoría de los sistemas de los países desarrollados -, los
médicos duplican e incluso triplican el número de enfermeros, pero la superposición de sus
cargos y roles hacen que sus funciones pocas veces tengan que ver con la atención al paciente
o hacen que sean éstas realmente prescindibles.
(4) DURANTE, S., “Claves…”, Op. Cit.
el profesional del cuidado 73

Percia, profesor de la cátedra de “Teoría y técnica de grupos” de la Facultad


de Psicología de la U.B.A., reflexiona lo siguiente:

“¿Cómo se atiende a un enfermo? ¿Cómo se acude a un llamado o se está junto a


alguien que no lo ha pedido? A cuidar ¿se enseña? (...)
“¿Adiestramiento o capacitación? Si el término adiestramiento se asocia con las
ideas de aleccionar (instruir con consejos), disciplinar (impartir órdenes y norma-
tivas) o amaestrar (ejercitar habilidades en criaturas inferiores); prefiero que la
palabra capacitación designe espacios para hablar y tiempos para pensar con
otros. Que se traduzca como capacidad de recepción. Como relato de prácticas que
no tienen palabras. Como pregunta por la cualidad de la experiencia personal.
Como vínculo entre experiencias y otros conocimientos. Como membrana precep-
tora de voces íntimas y secretas, de murmullos que se propagan entre muros y
chillidos que llegan desde la ciudad.
“Imagino la capacitación como promoción de un estado grupal para pensar. Como
instalación de un espacio deliberativo en la institución. Como extensión para
tratar, entre varios, los pro y los contra de un asunto clínico. Como modo colectivo
de liberar lo que vive callado en palabras y en actos usuales”.(1)

Además tenemos que considerar la capacidad que posea el cuidador


para cuidar, es decir, si más allá de su formación, está en condiciones de
brindar cuidados. En efecto: el estrés, el agotamiento, el malestar físico
son impedimentos para el ejercicio óptimo de la enfermería.
Es importante en este sentido desarrollar lo que antes habíamos
mencionado como autopercepción.
¿Soy capaz de detectar mis propias necesidades y trabajar para satisfa-
cerlas? O, por el contrario, ¿me expongo a situaciones de riesgo poniendo
en peligro mi integridad y la de la persona cuidada?
Es necesario aprender a detenerse a pensar si estamos en condiciones
óptimas de brindar cuidados al prójimo. Puede, por ejemplo suceder que
nos desempeñemos en un área crítica por décimo año consecutivo – cuando
los diferentes estudios al respecto aconsejan que no lo hagamos por más
de cinco – y nos neguemos a rotar a un servicio de baja complejidad como
medida higiénica preventiva. Es muy probable que ante esta situación no
hayamos detectado nuestros primeros síntomas del “ burn-out”: agota-
miento físico, mal humor y disminución del nivel de alarma, entre otros.

(1) PERCIA, M., “Volaban papeles como aves increíbles” en CIRIANNI, M. y PERCIA,
M. (compiladores): “Salud y Subjetividad – Capacitación con enfermeras y enfermeros en un
psiquiátrico”, Lugar Buenos Aires, 1998.
74 el acto de cuidar - genealogía epistemológica del ser enfermo

Tenemos que ser capaces de distinguir claramente las condiciones


de vida y las condiciones de trabajo fundamentado en el aporte que sólo la
enfermería está en condiciones de brindar a la sociedad, desde un marco de
referencia profesional, a fin de establecer claramente su existencia real.
Y me refiero a existencia real como entidad desde lo consciente, ya
que nadie está en condiciones de poner en duda la presencia de la enfer-
mería, no obstante lo cual podríamos discutir la verdadera influencia que
ésta ejerce dentro del esquema en sus distintos niveles.
En efecto: tanto la carencia o, al menos el déficit de sujetos a los que
podríamos llamar líderes de la enfermería, es decir referentes con mayor o
menor grado de representatividad dentro del conjunto, nos conduce paula-
tinamente a la desprofesionalización sistemática. Pero a no confundir: no
estoy poniendo en ese lugar a aquellos que han podido acumular a lo largo
de su vida un mayor número de títulos, sino a esas personas capaces de
influir positivamente en el resto.
Y esto no siempre se consigue en los claustros(1) académicos. Solemos
ponderar a aquel que por suerte o persistencia personal ha logrado deter-
minado grado de formación como Licenciado en Enfermería, en detri-
mento(2) del que sostiene hoy por hoy el sistema público de salud, es decir
el Auxiliar de Enfermería. Es aquello de lo que no se habla, aquello que
no se dice, lo que sin duda condiciona en gran medida nuestras relaciones
profesionales. Esta eterna lucha de “pobres contra pobres”, que no es otra
cosa que la puesta de manifiesto de nuestras propias frustraciones como
sujetos y como profesionales. Frustraciones que son, a su vez motivo de la
automarginación y la violencia horizontal(3). Dos temas que tampoco se
debaten muy a menudo.

ROL E IDENTIDAD PROFESIONAL

U n lugar común en el que caemos muchas veces los enfermeros a la hora


de buscar una posible razón a muchos de nuestros inconvenientes para
definir nuestro lugar como estructura disciplinar es, sin lugar a dudas la ya
(1) claustro: junta formada por los profesores de un centro docente y el director o rector del
mismo.
(2) detrimento: quebranto de los intereses. Daño moral.
(3) violencia horizontal: también llamado “síndrome de agresión sumisa”, es un tipo de
liderazgo en los grupos menos poderosos de una institución y se caracteriza por el odio a
su propia especie, deseo de ser como el opresor, y comportamiento rígido, determinante y
coercitivo (Leddy – Pepper, 1989).
el profesional del cuidado 75

remanida(1) sentencia de que carecemos de identidad profesional. Y es que


la identidad profesional es una construcción. Es un complejo entramado de
factores que se interrelacionan e interactúan hacia adentro y también hacia
afuera del cuerpo profesional.

Uno de los factores críticos constituyentes de dicha construcción está


representado por el rol.

ROL SITUACIÓN CONTEXTO

ACTO DE
DEFINIDO POR VARIABLES
CUIDAR
SOCIO-CULTURALES,
HISTÓRICO-POLÍTICAS,
GEOGRÁFICAS
Y ECONÓMICAS

Esquema de la construcción del rol

Rol entendido como papel que cumple un sujeto determinado ante


una situación y contexto definidos.

El contexto en el que se desarrolla la enfermería puede variar, según


la historia, la cultura o la geografía en la que se practique su ejercicio. Pero
la situación que nos define por excelencia es el acto del cuidado, sea cual
fuere ese contexto.
Existe un rol definido por la profesión en función de nuestra finalidad
específica, nuestro rol implícito. Este rol implícito, el que por naturaleza y
finalidad pertenece a todo enfermero es, sin duda el rol de cuidador.
En el actual paradigma de la salud, podríamos especificarlo aún más
como el rol de colaborador, ya que acompañamos, guiamos al sujeto que
vive distintas experiencias de salud en la satisfacción de sus necesidades y
en la consecución(2) de un óptimo grado de bienestar.

(1) remanida: aplicada o utilizada en exceso.


(2) consecución: acción y efecto de conseguir.
76 el acto de cuidar - genealogía epistemológica del ser enfermo

No obstante lo cual, muchas veces es ese mismo contexto, teñido


de intereses ajenos, incluso al acto de cuidar, el que nos desvía del propio
rol. En efecto: la institución en la que nos desempeñemos nos imprime o
impone roles, avalada muchas veces por la percepción errónea que se tiene
de nuestra función específica. Se trata del rol impuesto.
Un clarísimo ejemplo de estos roles es el rol de colaborador o auxiliar
del médico que, en nuestro país fue consolidado incluso desde el campo
legal mediante la promulgación y puesta en vigencia de la Ley N° 17.132,
en la cual se nos define como “actividad de colaboración” (pero de colabo-
ración del médico, no de la persona cuidada). Incluso, dicho sea de paso,
fue la ley que reguló el ejercicio de la enfermería hasta la sanción de la Ley
N° 24.004 y que nos identificaba como tales.
Una de las características definitorias de una “profesión” como tal,
es la autonomía, es decir, el libre ejercicio sin dependencias de otra acti-
vidad. Puede afirmarse, pues, que la enfermería nace como profesión para
la legislación nacional, a partir de la reglamentación y plena vigencia de la
Ley N° 24.004, hace poco más de diez años.
Entiéndase por Institución, no sólo al hospital o sanatorio, sino que
nos referimos a lo instituido como conjunto formal de sujetos, con sus
normas implícitas y explícitas. Este rol impuesto se transforma, con nuestro
consentimiento en un rol asumido. Y es asumido por las vías de la sumi-
sión, la comodidad, el desconocimiento o la mala voluntad. Todas estas
actitudes sumamente negativas para aquella construcción que habíamos
definido al principio como identidad profesional.

Lamentablemente, el hecho que la enfermería no haga suyo el rol


adecuado no quiere decir que dicha identidad no se constituya. Se cons-
tituye igual, pero se constituye en forma equívoca. Es lo que yo llamaría
una identidad negativa. En esta confusión radica, sin duda buena parte de
nuestra crisis de identidad profesional.
La formación de líderes, la construcción de espacios de participación,
la creación de sociedades científicas que nos representen, estar ahí donde
nos llaman y donde no nos llaman también. Sentarnos a la mesa en la toma
de decisiones. Tener voz y voto.
Involucrarnos es la clave, ya que involucrarse lleva consigo la toma
de posición, el hacerse cargo, el responsabilizarse.
Es, tal vez una tarea pesada, es una consigna que amedrenta(1), pero
estoy seguro que estamos preparados para asumir el desafío. Para asumir el
(1) amedrentar: infundir miedo, atemorizar.
el profesional del cuidado 77

compromiso. En definitiva, para asumir nuestro propio rol. Es necesaria la


construcción, estructuración, conformación y consolidación del rol profe-
sional: hacia la persona cuidada y hacia la profesión.

LA INTERVENCIÓN PROFESIONAL

E l accionar profesional está caracterizado por el tratamiento de la


realidad partiendo de un abordaje teórico, pero no concluye allí el
camino intelectual, sino que se hace necesario además, el retrabajo de lo
teorizado en función de la práctica vivida, de la cotidianeidad.
La distancia o brecha que exista entre la teoría y dicha praxis será
inversamente proporcional a nuestra capacidad de recorrer este segundo
camino. Camino que deberemos transitar lo más tempranamente posible
y de la forma más concienzuda a fin de completar el círculo virtuoso.
Queda de manifiesto que este segundo trayecto -el tratamiento intelec-
tual y crítico del quehacer cotidiano- se impone durante el desempeño de
la práctica profesional (una vez concluida la formación e inserto, el sujeto
profesional en el mundo del trabajo), y jamás se han brindado herramientas
en las distintas aulas para su tratamiento eficaz (sobre todo porque “de eso
no se habla”). Lo que no se contempla a menudo es justamente la vora-
cidad de dicha práctica, que muchas veces impone horarios ingratos, tareas
agotadoras y sueldos magros, transformando a ese enfermero en un simple
ejecutor técnico, enterrando cada vez más al profesional crítico, en lo que
podríamos llamar un “proceso degenerativo progresivo”, pero potencial-
mente reversible.

CONOCIMIENTOS
TEÓRICOS

2° A través de la
elucidación nos
permitimos 3° Retorno obligado
repensar nuestra a partir de la
1° Recorrido de
práctica en función modificación de
nuestros conocimientos
de la teoría nuestras actitudes
teóricos hacia el
hacia la asunción de
ejercicio laboral
un rol profesional
EJERCICIO
PROFESIONAL

Los recorridos del conocimiento


78 el acto de cuidar - genealogía epistemológica del ser enfermo

SUMISIÓN Y DEPENDENCIA DE ENFERMERÍA


¿CUESTIONES DE GÉNERO?(1)
“Hombres necios que acusáis a la mujer sin razón...”
Sor Juana Inés de la Cruz.

A ntes de la década del ’60 y los movimientos culturales que ésta llevó
aparejada -revolución sexual, feminismo, movimiento hippie, paci-
fismo, movimiento ecologista, mayo francés, etc.- la enfermería era una
profesión -por llamarla de alguna manera- destinada casi excluyentemente
al género femenino. Los textos y manuales de la época lo reflejan con
inequívoca claridad:

“Parecería difícil, dadas las exigencias de condiciones y deberes, encontrar quien


se desempeñe como enfermera. Sin embargo, no es así, pues comúnmente las
mujeres están capacitadas para ello, gracias a que la caridad, la piedad, la gene-
rosidad y el deseo de hacer el bien ante el sufrimiento ajeno están en la contextura
del alma femenina”.(2)

Este carácter de exclusividad que poseía el “sexo débil” para con la


profesión, se muestra en numerosos ejemplos. De hecho aún hoy la mujer
sigue teniendo mayoría numérica dentro de sus filas.
Nuestra sociedad occidental está, como es sabido basada en usos y
costumbres propios del patriarcado. El hombre, es decir, el género mascu-
lino ha sido el ombligo de nuestra cultura. Afianzada esta idea, incluso
desde la religión: el cristianismo afirma que Dios hizo a Eva a partir de
una costilla de Adán. Ni siquiera utilizó un hueso imprescindible.

Las mujeres, desde los orígenes de la historia han ocupado un lugar


secundario en ella. Han visto impedido su acceso a sitios de poder, decisión,
información, tanto en el ámbito del hogar como en el de la comunidad.

En textos más recientes las observaciones que se hacen al respecto son,


obviamente, más disimuladas. Por ejemplo en algunas ediciones figura en la
primera página la siguiente nota:

(1) género: relación social entre los sexos. Construcción sociocultural que responde a un
tiempo y espacio definidos y que contribuye a explicar la trama de las relaciones humanas.
(2) ANSCHÜTZ, G.E.E., “Primeros Auxilios”, Ed. López & Etchegoyen S.R.L., Buenos
Aires, 1940.
el profesional del cuidado 79

“Con el fin de facilitar la lectura, se ha empleado el término “enfermera” a lo largo


de toda la obra. Se entiende que esta denominación no es en absoluto restrictiva y
que engloba a los enfermeros”.(1)

Parece que el término “enfermera/o”, más apropiado y abarcativo(2), es


un distractor sumamente considerable a la hora de contabilizar lo engo-
rroso en que puede transformarse la lectura de un libro de estas caracterís-
ticas. Más parece una dulce venganza de las autoras de los libros de enfer-
mería, que escriben dirigiéndose a un público femenino: “ las enfermeras”.
Lo cierto es que la mujer no sólo es mayoría en lo que respecta al grupo de
enfermería, sino que, lo es también en todo el ámbito del trabajo de salud,
ya que las mujeres representan el 80% de la fuerza laboral remunerada en
salud y el 90% del voluntariado comunitario en salud.(3)

No obstante lo cual persisten con muy escasa presencia en aquellos


puestos de toma de decisión. Agregando que son las principales protec-
toras de la salud familiar, en donde ocurre el 80% de los actos de detección
oportuna y atención primaria de la salud.(4)
El dimorfismo de respuestas en base a la forma de los genitales
externos es uno de los aspectos más universales de interacción social y
humana, es por esto mismo que, investigando en el campo de la iden-
tidad de género (gender: roles) y especulando su origen, se ha llegado a la
conclusión que existe una diferenciación de carácter importante en cuanto
a la caracterización hombre/mujer.

“¿Cómo puedo educar sin estar envuelto en la comprensión crítica de mi propia


búsqueda y sin respetar la búsqueda de los alumnos? Esto tiene que ver con la coti-
dianeidad de nuestra práctica educando como hombres y mujeres. Siempre digo
hombres y mujeres porque aprendí hace muchos años, trabajando con mujeres, que
decir solamente hombres es inmoral. ¡Lo que es la ideología! De niño, en la escuela,
aprendí otra cosa: aprendí que cuando se dice hombre se incluye también a la mujer.
Aprendí que en gramática el masculino prevalece. Es decir que si todas las
(1) PHANEUF; M., “La planificación de los cuidados enfermeros – Un sistema integrado y
personalizado”, McGraw-Hill Interamericana, México, 1999.
(2) abarar: ceñir, rodear, comprender.
(3) OPS / OMS Informe “La Salud en las Américas 2002”. Washington, 2003.
(4) ROSES, M. (Médica argentina. Directora electa de la Organización Panamericana
de la Salud-OPS), “Desigualdades ocultas-Género y reforma del sector salud”, en Le Monde
Diplomatique, Edición Cono Sur, enero 2003.
80 el acto de cuidar - genealogía epistemológica del ser enfermo

personas aquí reunidas fueran mujeres pero apareciera un solo hombre, yo debería
decir “todos” ustedes y no “todas” ustedes. Esto, que parece una cuestión de gramá-
tica obviamente no lo es. Es ideología y a mí me llevó un tiempo comprenderlo”.(1)

La composición del grupo de profesionales de la enfermería está estruc-


turada a partir de una variedad inédita de orígenes, que traducen la hipótesis
de una reproducción del sistema social y biográfico(2) de cada uno de sus
agentes, sobre todo aquellos con determinado peso o representatividad.
Un somero análisis de este grupo nos permite percibir que se halla
dividido en dos bloques muy desiguales, tanto por su orientación ideológica
como por su mundo de origen y referencia: a) el bloque tradicional, compuesto
por un gran número de enfermeras de la “vieja escuela”, cuyo mayor anhelo
es el sostenimiento del estatus quo, y b) el núcleo progresista, integrado en
su totalidad por colegas con un marcado compromiso por el crecimiento
profesional y la involucración social de la disciplina. Asimismo, estamos
en condiciones de afirmar que se observa una constante tensión entre los
exponentes del tradicionalismo con las corrientes más progresistas.
La totalidad de la biografía de la disciplina enfermera sería, entonces,
paralela a la totalidad de un régimen marcado por la transición de una
sociedad tradicional a una sociedad moderna de carácter semi-desarrollado.
Algunos de los estandartes sostenidos por estos exponentes tradicio-
nales de la profesión, son la vocación, el servilismo, la dependencia de la
profesión médica y la condición de sumisión del género femenino.(3)
Su pensamiento se caracteriza por un marcado predominio del polo
afectivo frente al polo intelectual; los valores tradicionales de carácter
afectivo intensamente maternalizados priman y se anteponen, llegando a
aparecer como vía para el conocimiento. En este sentido, el discurso del
bloque tradicional puede, además, calificarse de un discurso predominante-
mente femenino-intuitivo.
Por el contrario, el núcleo progresista sostiene la prioridad del cono-
cimiento, la importancia de la investigación como eje de la generación de
nuevos fundamentos para la disciplina, como así también su independencia
(1) FREIRE, P., “El grito manso”, Siglo Veintiuno Editores Argentina, Buenos Aires,
2003.
(2) Nota del Autor: el estudio de cualquier grupo social nos pone siempre en presencia de
dos totalidades o estructuras significativas: la totalidad histórica que es la sociedad y la
totalidad biográfica y personal que es cada individuo.
(3) Nota del Autor: para profundizar en este tema en particular, es recomendable la lectura
del capítulo III: “Hurgando en la Biblioteca”, de DURANTE, S., “Claves para pensar la
Enfermería” El Uapití/Maimónides. 3ª Edición. Buenos Aires, 2005.
el profesional del cuidado 81

en torno a la cuestión del género. Otro tipo de independencia que postula


este grupo progresista, es el de la independencia profesional, la desvincu-
lación del modelo médico hegemónico.
El grupo de discusión resulta un instrumento metodológico privile-
giado para esta perspectiva motivacional, crítica y cualitativa.
El sentido del discurso en el grupo permite reconstruir de esta manera
los intereses de los actores en su contexto social e histórico, al tiempo que
expresa los elementos básicos que constituyen la identidad del grupo.
Dentro de la fracción de las enfermeras tradicionales, que comenzó a
ejercer en los años 50, la situación político-social condicionó, sin dudas, sus
visiones y, consiguientemente, sus posiciones personales acerca de la profesión.
Sus actitudes están ligadas, en general a un contexto social de discriminación
profesional de género. Semejante visión profesional constituía el reflejo de una
sociedad en la cual la mujer seguía una trayectoria profesional fuertemente
condicionada por el rol familiar que se le asignaba. Así, mientras que para la
mujer el ejercicio de la profesión de enfermera no suponía ninguna ruptura
con sus tradicionales roles, para el hombre, cuyo trampolín social era pensado
desde un horizonte diferente, no parecía constituir su lugar "natural".
Y a partir de dicho preconcepto, se comienza a relacionar al enfermero
varón con el homosexual, con lo cual, en un primer momento, la inserción
del hombre dentro de las filas de la enfermería no resultó en una reforma
considerable. Esta posición social subordinada se ve, además, de forma
consecuentemente reforzada por la minusvaloración socioeconómica de la
mujer, pues el valor del trabajo y promoción de la mujer es siempre recom-
pensado, en términos económicos, de manera inferior a la del hombre.
De hecho, a las mujeres se les paga menos. La lógica social coincide
con la lógica familiar: el lugar de la mujer se encuentra, o bien en el hogar, o
bien en aquellas formas de profesionalización deficiente o subalterna que le
permitan no alejarse de lo que han asimilado como obligaciones familiares.
De este modo, la profesionalización de la mujer enfermera sigue apare-
ciendo en la mentalidad del grupo como derivada, subordinada, respecto
de la posición familiar. Adoptando, de esta manera la posición de sujeto-
objeto dominado a través de la sublimación de la condición social femenina,
pero dentro del mismo principio de subordinación social de la mujer.
Mientras las enfermeras del bloque tradicional, aducen que los motivos
de la elección profesional deberían ser vocacionales y por amor al prójimo;
el núcleo progresista, defiende una visión profesional del proceso de cuidado
disociada(1) e independiente de la cuestión del género. En este sentido, y en
(1) disociar: separar una cosa de otra a la que estaba unida.
82 el acto de cuidar - genealogía epistemológica del ser enfermo

el propio núcleo central del grupo de discusión, la marcha del debate refleja
las contradicciones entre condición social femenina e imagen profesional.
A través de su malversada función de “satisfacer las necesidades del
paciente”, la actitud de sumisión y amorosa complacencia de la enfermera
responde, cuando menos, a una necesidad social: evitar críticas, ser acep-
tada, sentirse querida.
La enfermera representa, desde su condición femenina, una función
de autoridad subordinada que la convierte en centro de críticas y miradas.
Sufre un control doble derivado de dos condiciones: ser profesional
y ser mujer, ya que, en el espacio cerrado que representa el núcleo hospi-
talario, ella es el centro de las miradas. Y es a través de las miradas que la
enfermera se convierte en fetiche.
Así, la enfermera, gran madre-cuidadora-nodriza, se convierte en ese
objeto de deseo, cuya intensidad crece en la medida en que se hace más inal-
canzable. No es casualidad que la figura de la enfermera sea la imagen del
profesional más explotada por la industria pornográfica en todo el mundo.
En contraste con ello, y detrás del integrismo vocacional de la mujer
como naturalmente destinada al pasivo cuidado de los niños y de los más
débiles, aparece, en definitiva, el autoritarismo del orden patriarcal tradi-
cional que la destina socialmente a una posición de representante y reinte-
gradora del orden social de forma subordinada.
Para ilustrar lo hasta aquí mencionado y en referencia a otra rama
profesional abrazada históricamente por el género femenino, Sonsoles San
Román Gago afirma que:

“En último término, la ambigua experiencia de evolución de estas maestras tradi-


cionales, jóvenes representantes del neorregeneracionismo católico de los años 50,
aparece como una exigencia misma de la evolución del régimen en su paso, desde
una fase dogmática y contrarrevolucionaria, hacia una apertura modernizadora.
Pero, al mismo tiempo, en el largo proceso de la profesionalización del magisterio
español, esta misma experiencia biográfica y situación institucional educativa
pone de manifiesto la profundidad de la contradicción entre la concepción femi-
nizadora del magisterio y las exigencias de la emancipación social de las mujeres.
De esta manera, la constitución de una imagen democrática y abierta de la profe-
sión de magisterio parece depender de la superación de los, todavía existentes,
residuos de su asociación discriminatoria con una feminización subordinada”.(1)

(1) SAN ROMAN GAGO, S., “Género y construcción de identidad profesional: el caso de la
maestra en vías de profesionalización (de los años 50 a los 60 en el franquismo intermedio)” en
Education Policy Analysis Archives, Volume 9 Number 19 mayo 22, 2001.
el profesional del cuidado 83

ELEMENTOS DE LA COMPETENCIA

E xisten ciertos requisitos que deben estar presentes para que podamos
afirmar que estamos en condiciones de ser considerados enfermeros.
Margot Phaneuf(1), enumera tres elementos en los que -según ella- se
basa el ejercicio de la profesión de enfermería (modelo conceptual, cono-
cimientos específicos y método científico), a la vez que le confiere unas
características peculiares.
A su vez, es menester acotar que la gestión por competencias nació en
Harvard en 1973, con David McClelland, experto en recursos humanos(2).
Esta metodología no centra su análisis en el contenido de los puestos
de trabajo, sino en el estudio de las características comunes de quienes
desarrollan determinados tipos de tareas. La gestión por competencias se
diferencia de la gestión tradicional en que no sólo considera la parte de
los conocimientos que una persona puede tener y las habilidades que haya
demostrado, sino también -y por sobre todas las cosas- la actitud o predis-
posición para el rol que asume y la tarea que lleva a cabo. En pocas palabras
involucra el saber ser, el poder ser y el querer ser.

Teniendo en cuenta este análisis, me he tomado la libertad de agregar


a la enumeración de Phaneuf algunos elementos que considero imprescin-
dibles a fin de alcanzar el perfil del profesional de enfermería:

1. Autopercepción, primero como persona, luego como profesional


2. Actitud crítica ante la realidad propia y del entorno.
3. Desarrollo de los tres modos de razonamiento: crítico, creativo y
práctico.
4. Desarrollo de los modos de razonamiento lógico: inductivo y
deductivo.
5. Conocimiento de un modelo conceptual de los cuidados de enfermería.
6. Conocimientos específicos que sirven de base a los cuidados de
enfermería.
7. Conocimiento del proceso científico que sirve de base a los
cuidados de enfermería.

(1) PHANEUF, M., “Cuidados de Enfermería. El Proceso de Atención de Enfermería”.


Interamericana McGraw-Hill. España, 1993.
(2) KRIEGER, M., “Sociología de las organizaciones”. Prentice Hall. Buenos Aires, 2001.
84 el acto de cuidar - genealogía epistemológica del ser enfermo

» Primer elemento de competencia: autopercepción.

El profesional de enfermería necesita conocerse a sí mismo como


persona para luego desarrollarse como profesional, a su vez en la medida
que sea capaz de detectar y actuar sobre sus propias necesidades estará
espiritualmente habilitado para dedicarse a la satisfacción de las necesi-
dades del otro (persona cuidada).
La autopercepción más que un ejercicio intelectual o de introspec-
ción, es una forma de estar en el mundo, una filosofía de vida. Si no nos
percibimos a nosotros mismos como personas, como sujetos (con nues-
tras debilidades y fortalezas) no podremos percibir objetivamente al desti-
natario de nuestros cuidados, ya que estaremos expuestos continuamente
a depositar en él sentimientos o percepciones equívocas que no hemos
podido terminar de elaborar en nosotros mismos.
Un ejemplo claro de esto puede resultar la empatía. Si bien sabemos
que la empatía es una de las facultades necesarias para una adecuada rela-
ción sujeto cuidador / persona cuidada, también sabemos que esta capacidad
de “ponerse en el lugar del otro” es sumamente complicada, sino imposible.
¿Cómo podemos ponernos en el lugar del otro, si no hemos podido deter-
minar cuál es nuestro propio lugar, y por ende no lo hemos ocupado aún?
Pero el autoconocmiento significa, a la vez “ hacerse cargo”, asumir la
responsabilidad de uno y sus actos, adoptar un rol personal y, luego profe-
sional. Evitar este ejercicio del pensamiento mágico que nos mantiene en
la omnipotencia infantil del “nada me puede pasar” que nos aparta de la
realidad y nos instala en el mundo de las percepciones, deseos, deducciones
apresuradas, expectativas falsas y preconceptos.

“Quedar atrapado en el pensamiento mágico no sólo nos coloca en un lugar


ajeno como personas a la responsabilidad de lo que ocurre, sino que nos inhibe de
corregir errores, aceptar los límites, pedir colaboración, reconocernos desprovistos
de poderes todopoderosos y aceptar que una obra requiere una acción sostenida en
el esfuerzo y el trabajo”.(1)

Puede conjeturarse, también que muchos teóricos han visto a la enfer-


mería como lo que en sociología se da en llamar “grupo sometido”.

(1) ABADI, E., “Una mochila funesta” en revista “Debate”, Buenos Aires, 6 de junio de
2003.
el profesional del cuidado 85

Esta concepción, definida por primera vez por Felix Guattari(1),


engloba a aquellos grupos cuyas decisiones se toman en otra parte, sin que
se les consulte, con lo cual se presentan como separados de los diversos
sistemas de poder, carentes de una enunciación colectiva auténtica y objeto
de enunciados estereotipados(2).
El grupo sometido mantiene la ilusión de asegurar los mecanismos de
autoconservación grupal, mediante la exclusión de otros grupos, o de aque-
llos integrantes del mismo que intenten introducir acciones innovadoras,
con lo cual se impide el desarrollo de enunciados creadores. Las acciones
creativas son vividas como una amenaza a su propia existencia grupal.
A este mismo grupo, otro importante sociólogo -Lourau(3)- lo deno-
mina grupo objeto, y lo define como aquel que permanece siendo el objeto
de otros grupos, de los cuales recibe sus determinaciones. Jerarquizaciones
y modos de funcionamiento le son impuestos y lo sostienen como grupo
dentro de la institución.
La condición de su supervivencia es la producción de una actividad
encomendada o deseada por otros. El grupo objeto representa las tenden-
cias oficiales, instituidas por otro grupo, imaginado por ellos como real.
Este otro grupo más real representa la totalidad que anhelan para sí y
que intentan lograr mediante la exclusión de terceros.

» Segundo elemento de competencia: actitud crítica ante la


propia realidad y el entorno.

Es la actitud que nos permite reflexionar sobre aquello que acon-


tece a nuestro alrededor y tomar una posición determinada luego de haber
llegado a algún pensamiento concluyente sobre dicha situación. Es una
actitud activa y participativa opuesta a la actitud pasiva o expectante.
Entendemos crítica en oposición a ingenua. La tarea es la desmitifi-
cación, el corte a las ilusiones con relación a los hechos. Esto implicará un
cuestionamiento de estos hechos, un interrogar a los fenómenos, en busca
de su esencia. Reflexionar sobre los hechos. ¿Cómo se realiza esta crítica?.

(1) GUATTARI, F., “Psicoanálisis y Transversalidad”.


(2) estereotipado: se dice de los gestos, fórmulas, expresiones, etc., que se repiten sin
variación.
(3) LOURAU, R., “El Análisis Institucional”.
86 el acto de cuidar - genealogía epistemológica del ser enfermo

En primer lugar viviéndola, experimentándola, como primer paso


de todo conocimiento. Ya que, como diría Dietrich Schwanitz(1), “nuestro
órgano perceptivo es nuestra propia vida”.(2)
En segundo término rompiendo con lo obvio, con lo familiar.
La labor del gestor profesional de cuidados consiste en indagar las
dificultades que cada sujeto o grupo (que puede ser su familia, la empresa
donde trabaja, la escuela en la que estudia, la comunidad a la que pertenece)
tiene para desarrollarse plenamente. Esto da lugar a los distintos niveles de
acción (prevención, promoción, recuperación y rehabilitación de la salud).
El campo de acción del cuidador profesional es el de las respuestas
humanas (las que describiré más adelante), su tarea es esclarecer su origen
y el carácter de éstas, las que en última instancia pueden ser reducidas a
dos: eficaces e ineficaces.

Dentro de ese clima de necesidades humanas que toma el gestor profe-


sional de cuidados como campo de su tarea, sufrirá impactos provenientes
en forma también de incertidumbre, ligadas a su historia personal por un
lado y, por el otro, a la desconfianza o actitud doble del contratante que le
adjudica una omnipotencia excesiva en la resolución de los problemas y,
simultáneamente, mantiene una desconfianza crónica frente a los resul-
tados que tratará muchas veces de interpretar como productos del azar.
El cuidador profesional tendrá entonces que vencer fuertes resisten-
cias provenientes de sí mismo y de los otros, y podrá superar este cerco de
ansiedades y desconfianzas con una buena instrumentación.
Es decir, ser enfermero es tener una profesión que debe ser aprendida,
ya que no se nace con esa posibilidad. Pero debe ser también una actitud
frente al mundo, para lo cual se requiere que, quien se dedique a ello asuma
el papel de sujeto.
Asumir una actitud crítica es adoptar “una actitud de adentramiento con la
cual se va alcanzando la razón de ser de los hechos cada vez más lúcidamente”.(3)
Sólo cuando puede resolver sus propias ansiedades y sus perturbaciones
en la comunicación con los demás puede lograr una correcta interpretación

(1) Shwanitz, Dietrich, (1940 - ): estudió Filosofía inglesa, Historia y Filosofía en las
universidades de Münster, Londres, Filadelfia y Friburgo. De 1978 a 1997 fue profesor de
Cultura y Literatura inglesa en la Universidad de Hamburgo. Desde 1997 vive de su trabajo
como escritor. Ha publicado, entre otros libros, “El Campus”, “La historia cultural inglesa”,
“El Síndrome Shylock” y “El círculo”.
(2) SCHWANITZ, D., “La cultura. Todo lo que hay que saber”, Taurus. Buenos Aires, 2002.
(3) FREIRE, P., “La importancia de leer y el proceso de liberación”, Siglo XXI. México, 1998.
el profesional del cuidado 87

de los conflictos ajenos. En la medida en que el sujeto dispone de un buen


instrumento de trabajo, resuelve incertidumbres.

» Tercer elemento de competencia: desarrollo de los tres modos


de razonamiento: analítico, práctico y creativo.

Este punto se basa en la teoría tripartita de la inteligencia humana de


Robert Sternberg(1)(2), según la cual la inteligencia implica un equilibrio en
el tratamiento de la información analítica, creativa y práctica. Esto quiere
decir que existen al menos tres maneras diferentes de “ser inteligentes”.
1. Razonamiento analítico: capacidad de memorizar datos y
analizar las ideas de otras personas, comprensión lectora.
2. Razonamiento creativo: capacidad de concebir ideas
interesantes y llevarlas a cabo por su cuenta.
3. Razonamiento práctico: capacidad de adaptarse a
cualquier situación, calcular lo que necesita para
prosperar y llevarlo a cabo. En otras palabras, no se trata
de otra cosa que del conocido “sentido común”.
Cabe destacar que nuestro sistema educativo sólo contempla el
razonamiento analítico, basando en la memorización y comprensión lectora
su sistema de evaluaciones sumativas y calificaciones cuantitativas.
El razonamiento creativo se ve estimulado sólo por unos pocos
docentes que pueden ver en el alumno alguna capacidad especial a la hora
de crear - sobre todo en las asignaturas de arte: dibujo, música -.
A su vez el razonamiento práctico es el considerado “saber de la calle”,
no encontrando mucho eco en el ámbito académico formal al que estamos
habituados.
El desarrollo de estos tres tipos de razonamiento será de suma
importancia para el crecimiento intelectual del profesional y a la hora
de plantearse la resolución de problemas o la planificación de cuidados
conjuntamente con la persona cuidada. Incluso puede aplicarse esta
clasificación a la hora de planificar la educación de la misma.

(1) STERNBERG, R. J., “Estilos de pensamiento”, Paidós Ediciones. España, 2003.


(2) Robert J. Sternberg: actual presidente de la Asociación Americana de Psicología (APA),
profesor de Psicología y director del “Pace Center” de la Universidad de Yale.
88 el acto de cuidar - genealogía epistemológica del ser enfermo

» Cuarto elemento de competencia: desarrollo de los modos de


pensamiento lógico: inductivo y deductivo.

La ciencia, en su orden ideal se comporta como la estructura de


una pirámide en cuya base podemos encontrar aquellos hechos o sucesos
comprobables, observables, mensurables, denominados casos. En dicha
base se sustenta el nivel más inmediato de la pirámide que son aquellas
leyes o teorías que enuncian lo que los casos anteriores demuestran. En tal
sentido estas leyes tienen un orden de ínfima generalidad, puesto que se
refieren sólo a un hecho particular de la realidad.
Esas mismas leyes, tomadas como verdaderas sirven de sustento a
unas leyes superiores, esta vez más generales por cuanto engloban o hacen
mención a una mayor cantidad de sucesos, abarcando un espectro más
amplio de la realidad. Y así sucesivamente.
El orden lógico que hemos seguido en el relato anterior es el denomi-
nado “orden lógico inductivo”, por el cual partiendo de una serie de hechos
verdaderos puedo llegar a una conclusión también verdadera.
Por otro lado, es bueno aclarar aquí que existen ciertos pensadores -
David Hume (1), Karl Popper (2)- que refutan este orden lógico como carente
de fundamento -ver más adelante el apartado referido al “anti-inducti-
vismo”-, no obstante lo cual, lo presentamos aquí ya que es profusamente
utilizado en nuestro medio.
Pero el método científico también puede hacer el camino inverso, es
decir: partiendo de una ley de máxima generalidad puede inferir aquellos
sucesos menores o acontecimientos individuales. A este sentido del razo-
namiento se lo denomina “orden lógico deductivo”.
Pero no sólo en el tratamiento de leyes científicas hemos de aplicar los
métodos de razonamiento lógico e inductivo, sino que estos en particular
nos son de gran utilidad en el ejercicio cotidiano de la enfermería.
En efecto: cuando elaboramos un diagnóstico a partir de una serie
de datos estamos basándonos en el método inductivo, es decir que vamos
desde lo particular hasta lo general. Mientras que cuando hablamos de
población de riesgo, o inferimos que una persona puede llegar a padecer
tal o cual cosa como respuesta a una situación dada, estamos utilizando el
método lógico deductivo, es decir, de lo general a lo particular.

(1) David Hume (1711-1776): filósofo e historiador inglés.


(2) Karl Popper (1902 - 1994): filósofo considerado uno de los pensadores más prolíficos y
polémicos del siglo XX.
el profesional del cuidado 89

Nota: En la actualidad no solamente estamos ante una crisis de los fundamentos


del conocimiento científico, sino también del filosófico, y, en general, ante una
crisis de los fundamentos del pensamiento. Una crisis que genera incertidumbre
en las cosas fundamentales que afectan al ser humano. Y esto, precisa y paradóji-
camente, en un momento en que la explosión y el volumen de los conocimientos
parecieran no tener límites.

Anti-inductivismo: Cabe acotar que existe toda una tendencia filo-


sófica, basada en la obra de Karl Popper, que acuerda con los planteos
empiristas de David Hume acerca de que no hay fundamento lógico para
derivar enunciados universales a partir de enunciados que se refieren a
hechos singulares. La misma afirma que “ningún conjunto de enunciados
observacionales verdaderos puede justificar la pretensión de que una teoría
explicativa universal sea verdadera”.(1)

Orden lógico Déficit del patrón


inductivo respiratorio Diagnóstico de
relacionado con Enfermería
proceso infeccioso

Déficit del patrón Diagnóstico de Conclusiones


respiratorio Neumonía generales

Orden Síndrome Proceso infeccioso Conjeturas de


Dificultad menor
lógico febril respiratoria aguda con foco pulmonar
deductivo generalidad

Dolor Malestar Hiper- Taquip- Ciano- Ortop- Aumento Cultivos Rx tórarx


articular general termia nea sis nea leucoci- positivos “velada” Datos
tos

Esquema de los órdenes lógicos más comunes

(1) LAZO, E., “Los métodos de validación en ciencias naturales”, en DÍAZ, E. (editora): “La
posciencia, el conocimiento científico en las postrimerías de la modernidad”. Biblos, Bs. As.,
2000.
90 el acto de cuidar - genealogía epistemológica del ser enfermo

» Quinto elemento de competencia: Conocimiento de un


modelo conceptual.

“Y es que en el mundo traidor


nada hay verdad ni mentira;
todo es según el color
del cristal con que se mira.”
Ramón de Campoamor(1)

Un Modelo Conceptual es un conjunto de conceptos o imágenes


mentales que permite la representación de la realidad. En nuestra disci-
plina en particular, vehiculiza postulados y valores que forman la concep-
ción teórica en la que se apoya el concepto de cuidado.
Pensemos por un momento en la metáfora(2) anterior... es sumamente
clara: si yo coloco frente a mis ojos un vidrio de color rojo, veré al mundo
que me rodea con un tinte rojizo. Algo parecido te sucederá a si colocas
frente a tus ojos un vidrio de color verde: tu entorno será verdoso, según tu
óptica. Pero, ¿quién de los dos tiene razón?
La realidad es aquello que nos rodea y que nos ocurre -del latín
“ob-currere”, que corre hacia ti, frente a ti-, pero nuestra percepción de la
realidad está totalmente contaminada por nuestros sentidos, impresiones,
subjetividades, prejuicios, conocimientos e incluso desconocimientos. El
modelo conceptual proporciona a toda ciencia un encuadre particular de ver
el mundo, le coloca enfrente el vidrio que más se adecue a sus necesidades.
Por ejemplo, imaginemos un hecho lamentable pero cotidiano:
Un niño, en una esquina cualquiera de Buenos Aires, introduciendo su
mano en un tacho de basura, rebosante de agua sucia de la lluvia que aún sigue
cayendo, tratando de sacar quién sabe qué cosa para venderla como chatarra.
Imaginemos ahora 3 observadores: un físico, un filósofo y un enfermero.
- El físico pensará al ver el líquido que se derrama tras la mano del
niño: “Es claro, todo cuerpo que se sumerge experimenta un empuje de abajo hacia
arriba igual al peso del volumen desalojado... tal como diría Arquímedes”.(3)
- Por otro lado, el filósofo pensará -probablemente-: “¿Podrá este niño
pensarse a sí mismo y proyectarse más allá de su materia, de su estar en el mundo?”.

(1) Ramón de Campoamor (1817-1901): poeta español nacido en Navia (Asturias).


(2) metáfora: Aplicación de una palabra o de una expresión a un objeto o a un concepto, al cual
no denota literalmente, con el fin de sugerir una comparación y facilitar su comprensión.
(3) Arquímedes (287-212 a.C.): matemático e inventor griego. Escribió obras sobre geome-
tría plana y del espacio, aritmética y mecánica.
el profesional del cuidado 91

- A su vez al enfermero se le ocurrirán cosas como: “Este nene, todo


mojado y sin abrigo... se va a pescar una neumonía. Y encima está metiendo la
mano en ese balde todo mugriento sin utilizar al menos guantes de goma. Tal
vez ni siquiera tenga su dosis de antitetánica...”.
Los tres son hombres de ciencia, pero de distintas disciplinas; cada
cual con su modelo conceptual. Ante un mismo hecho surgen en ellos
interpretaciones o enfoques totalmente disímiles(1). Un modelo concep-
tual para la profesión de enfermería es menos abstracto que una "filosofía".
Proporciona una base explícita para realizar la recogida de datos y para
planificar las acciones de enfermería; precisa el rol de la enfermera, su fina-
lidad y todo lo demás.

UN SUJETO ...PENSEMOS, AHORA


ENCUENTRA UN QUE SE LES ENCARGA
TROZO DE PAPEL RESOLVER EL “DILEMA”
CON LA SIGUIENTE A CUATRO PERSONAS
INSCRIPCIÓN DISTINTAS...
INCONCLUSA:

MECÁNICO MAQUINISTA TURISTA ENFERMERO

CADA UNO TRADUCIRÁ EL TEXTO DESDE SU


PROPIO “MODELO CONCEPTUAL”

“TREN DE... “TREN DE... “TREN DE... “TRENDE...


LANTERO” VAPOR” LAS NUBES” LEMBURG”
Esquematización de la influencia del modelo conceptual en
la interpretación de la realidad por parte del sujeto.

(1) disímil: desemejante, diferente.


92 el acto de cuidar - genealogía epistemológica del ser enfermo

Si no se utiliza un modelo de cuidados enfermeros, se está utilizando


un modelo de otras disciplinas; la interpretación de la persona, familia y
comunidad será similar a la de otros profesionales, y los servicios estarán
orientados a resolver los problemas de otras disciplinas.

Para saber qué modelo conceptual enfermero responde mejor a los


criterios de utilidad social, coherencia y significación social, es preciso que
los profesionales de enfermería sientan la necesidad de tener un modelo
conceptual propio y luego lo utilicen en la práctica, formación e investiga-
ción, ya que de la evaluación comparativa se derivan las decisiones sociales.

Algunos profesionales de enfermería han encontrado en el modelo


conceptual de Virginia Henderson sus señas de identidad profesional,
convirtiéndolo en el marco de referencia para la prestación de los cuidados.
Sin embargo todos los elementos de un modelo pueden ser cuestionados
y modificados a la luz de hallazgos de investigaciones serias y rigurosas.
Un profesional debe estar en condiciones de explicar cuál es el servicio
que presta a la sociedad, y determinar qué es lo específico de él, como así
también desde que lugar simbólico postula sus principios fundamentales.

Analicemos, pues algunos de los componentes de nuestro modelo


conceptual:

Enfoque holístico: “Holismo” es una palabra derivada del griego hólos,


“que forma un todo, entero”. El Holismo es un movimiento filosófico que
pretende establecer la veracidad de que la totalidad de un sistema completo es
funcionalmente mayor que la suma de sus partes. (1) Es de suma importancia,
para los enfermeros adoptar el modelo holístico para valorar la situación
global de salud de la persona en su totalidad. No debemos perder de vista
esta “globalidad” del sujeto de cuidado, ya que haciendo hincapié solo en las
fuentes de dificultad del orden fisiológico, estaremos descuidando la gran
mayoría de percances sufridos por éste.

(1) Idea sostenida por Gestalt de Ehrenfels y otros.


el profesional del cuidado 93

HIPÓCRATES
PERSONA EN
GRECIA
SU TOTALIDAD
460 a.C.

ESPÍRITU
DESCARTES CARTESIANO
PERSONA:
CUERPO + ALMA
RENACIMIENTO LÓGICA
DEDUCTIVA

RACIONALISMO
CLAUDE CIENTÍFICO OBJETO DE
BERNARD ESTUDIO: LA
SIGLO XIX MEDICINA ENFERMEDAD
EXPERIMENTAL

J. SMUTTS
SIGLO XX
VISIÓN GLOBAL:
DEL INGLÉS
ALDOUS FILOSOFÍA DE
“WHOLE”,
HUXLEY (1958) LA PERENNIDAD
QUE SIGNIFICA
STANFORD “TODO”
H. HARMAN
RESEARCH
(1972 – 84)
INSTITUTE

Evolución del concepto de “holismo”

Si bien muchas veces no estaremos en condiciones de actuar sobre la


esfera social, económica o psicológica - por exponer algunos ejemplos - de
la persona, es necesario reconocer la influencia de las mismas a la hora de
elaborar un plan de cuidados eficaz y personalizado.

Pensamiento Sistémico: La teoría general de los sistemas comenzó


a desarrollarse luego de la Segunda Guerra Mundial y fue motivada por
el progreso de los sistemas informáticos. El pensamiento sistémico es la
actitud del ser humano, que se basa en la percepción del mundo real en
términos de totalidades para su análisis, comprensión y accionar, a dife-
rencia del planteamiento de los modelos mecanicistas y organicistas -
Compte, Spencer-. Este cuestionamiento lo llevó a plantear un reformula-
ción global en el paradigma intelectual para entender mejor el mundo que
nos rodea, surgiendo formalmente el paradigma de sistemas. Desde el cual
la sociedad es concebida como un sistema de interacción compleja, multi-
94 el acto de cuidar - genealogía epistemológica del ser enfermo

facética y fluida en el que se pueden verificar grados variables e intensi-


dades de asociación y disociación. Ludwing Von Bertalanffy (1) fue uno de los
precursores de este pensamiento, quien se abocó a la aplicación del mismo
en el análisis de los problemas de la Biología.
El pensamiento sistémico es integrador, tanto en el análisis de las
situaciones como en las conclusiones que nacen a partir de allí, propo-
niendo soluciones en las cuales se tienen que considerar diversos elementos
y relaciones que conforman la estructura de lo que se define como “sistema”,
así como también de todo aquello que conforma el entorno del sistema
definido. La base filosófica que sustenta esta posición es el Holismo -ver
páginas anteriores-.
Bajo la perspectiva del enfoque de sistemas la realidad que concibe
el observador que aplica esta disciplina se establece por una relación muy
estrecha entre él y el objeto observado, de manera que su “realidad” es
producto de un proceso de co-construcción entre él y el objeto obser-
vado, en un espacio-tiempo determinados, constituyéndose dicha realidad
en algo que ya no es externo al observador y común para todos, como lo
plantea el enfoque tradicional, sino que esa realidad se convierte en algo
personal y particular, distinguiéndose claramente entre lo que es el mundo
real y la realidad que cada observador concibe para sí.
Un sistema está compuesto por subsistemas en interacción que contri-
buyen a lograr un fin. Todo sistema tiene un propósito, proceso y contenido.
El propósito es la meta u objetivo, el proceso son las operaciones
mediante las que se consigue la meta y el contenido son las partes que
constituyen el sistema.
Se consideran sistemas abiertos a aquellos sistemas que tienen como
característica cambiar materia, energía e información con otros sistemas o
el exterior.
Todo sistema tiene mecanismos reguladores que son los encargados
de estabilizar las salidas de acuerdo a las entradas, y también de activar
otros procesos diferentes.
Las características de un sistema abierto es que construye o degrada
los componentes sin llegar nunca a un equilibrio estático –homeostasis-,
mantiene siempre un equilibrio relativamente estacionario mediante los
mecanismos reguladores, su composición permanece constante a pesar de
intercambio de energía, materia o información -homeóresis-.

(1) Ludwing Von Bertalanffy (1901): biólogo austríaco que posibilitó la unificación de la
ciencia a través de su gran obra: “La teoría general de sistemas”, que esencialmente se presenta
como una metodología válida para todas las ciencias.
el profesional del cuidado 95

La diferencia entre equilibrio estático y estacionario, está dada por el hecho


de que el último es estable pero puede ir cambiando, es dinámico.

• El sistema necesita de entropía(1) negativa.


• La comunicación interior del sistema se produce mediante
retroalimentación y el mecanismo regulador también
es por retroalimentación.

La persona es un sistema abierto formado por varios subsistemas


(sustratos), donde cada subsistema tiene su propio propósito o contribuyen
al propósito general del sistema manteniendo a la persona como un ser
viviente, inteligente, capaz de adaptarse, etc. y utiliza los estímulos que
provienen de su medio para aprender y necesita energía e información que
le ayuda a tomar decisiones, a llevar estrategias alternativas para llegar a
su grado de orden. Si se interrumpe la información de cómo cada sistema
debe comportarse en cualquier parte del organismo aumenta la entropía
(desorden), alterando el sistema (enfermedad) y si el sistema es incapaz de
lograrlo (da la muerte). Por eso es necesario que el sistema tenga cuanta
más información posible y ser más capaz de cumplir objetivos.
El sistema se autorregula mediante evaluación y regulación de la
información para realizar adaptaciones, ajustes, modificaciones, etc.
Muchos autores coinciden en que la utilización de esta teoría en
enfermería permite describir los fenómenos estructurales relevantes del ser
humano, del ambiente o de la sociedad y conocer lo que la sociedad hace
en relación con dichas estructuras con respecto a la población. Asimismo,
es un sistema en interacción, es complejo y no lo podemos separar de su
ecosistema pues se relaciona con otros sistemas de su ecosistema como
la familia, escuela, trabajo, amigos. Ganamos complejidad en la que se
produce el cambio de información entre sistemas y así vamos cambiando y
haciéndonos más complejos.
El Enfoque Sistémico contemporáneo aplicado al cuidado de la persona
plantea una visión transdisciplinaria que le ayudará a analizarla de manera
integral, con un enfoque global permitiéndole identificar y comprender
con mayor claridad y profundidad los problemas que la aquejan, sus múlti-
ples causas y consecuencias. Asimismo, viendo a la persona como un ente
integrado, conformada por partes que se interrelacionan entre sí a través

(1) entropía: término que encuentra su origen en el Segundo Principio de la Termodiná-


mica, que establece que, si bien el trabajo puede transformarse totalmente en calor, éste
nunca podrá brindar nuevamente el mismo trabajo (fenómeno irreversible).
96 el acto de cuidar - genealogía epistemológica del ser enfermo

de una estructura que se desenvuelve en un entorno determinado, se estará


en capacidad de poder detectar con la amplitud requerida tanto la proble-
mática, como los procesos de cambio que de manera integral, es decir a
nivel humano, de recursos y procesos, serían necesarios de implantar en la
misma, para obtener una adecuada manutención de un estado óptimo de
salud, prevenir la enfermedad, atender la adversidad y favorecer la recupe-
ración, en términos viables en el tiempo.
Es de gran utilidad en la relación cuidador profesional / persona
cuidada, dado que permite comprender las modificaciones constantes
de las estructuras en juego, en la adaptación a las condiciones externas
e internas, teniendo en cuenta intereses y conflictos de las mismas. Los
cuidados enfermeros se aplican a la persona cuidada, no en forma aislada,
sino dentro de un marco de interrelación en interdependencia con respecto
al resto de las disciplinas de salud y actores comprometidos en dicho
cuidado, de acuerdo con el ámbito de competencia. La influencia de los
cuidados de enfermería es recíproca e interactiva.

Son estos dos enfoques del sujeto -holístico y sistémico-, junto con los de
cuidado humano y cultural, los que cimentan el modelo conceptual de
enfermería en el paradigma de la transformación.

» Sexto elemento de competencia: Conocimientos específicos.

Los principales detractores(1) de la enfermería como ciencia se empeñan


en afirmar que ésta carece de un potencial teórico que le sea propio. En
efecto, se basan en que la enfermería se nutre de conocimientos de disci-
plinas afines como la antropología, la filosofía, la sociología, la nutrición,
la kinesiología, la medicina, la farmacología, la psicología, y muchas otras.
Por supuesto, todo esto es real. Lo que es equívoco es pensar que el
cuerpo cognitivo de Enfermería es ecléctico y que estos conocimientos
“tomados” de otras especialidades pueden volver a pertenecer a éstas una
vez adoptados y “adaptados” por nuestra disciplina.
Así es que, los conceptos de grupo, comunicación y relación profe-
sional, por ejemplo, tomados de la psicología y la sociología, son “remode-
lados” críticamente y abordados por la enfermería de manera particular.
Lo mismo pasa con el resto de conocimientos. No obstante ello, existen

(1) detractor: maldiciente, infamador.


el profesional del cuidado 97

numerosos conocimientos que han surgido de la profesión enfermera:


específicamente la concepción de cuidado y todo lo que lo rodea.
Este cuerpo cognitivo de los saberes de la disciplina enfermera se
relaciona con el plano científico, técnico, de relación, ético y legal.

• Conocimientos científicos: son el fruto de la compleja empresa


humana denominada ciencia (ver “Esa cosita loca llamada ciencia”) que por
medio de métodos fidedignos – método científico – se aplica a obtener
cuerpos teóricos y postulados.
La fuente de los mismos es la investigación en enfermería, cada vez
más avanzada en tanto que cada vez son más los profesionales que se capa-
citan para abordar los grandes y pequeños temas que hacen a nuestra disci-
plina de una manera más profunda.
• Las nociones y las habilidades técnicas: tienen como objetivo
la aplicación de estos conocimientos a los cuidados de enfermería. Están
compuestas por la destreza en el desempeño de los procedimientos en
forma metódica y sistemática. Son necesarias para una adecuada ejecución
de aquellas intervenciones de enfermería que hayamos planificado para el
tratamiento de la persona cuidada.
No obstante ello, las habilidades técnicas pueden no sólo ser manuales
o estar circunscriptas(1) exclusivamente al campo asistencial. En efecto, en
otras áreas de acción de la enfermería, por ejemplo la investigación, las
habilidades técnicas pueden estar compuestas por nociones sobre aplica-
ción de determinados cuestionarios o instrumentos de recolección de datos,
la elaboración de gráficos para representar eficazmente los resultados.
Dentro del gerenciamiento de servicios de enfermería, las habilidades
técnicas necesarias son, por ejemplo el manejo de cálculos eficaces de dota-
ción de personal, evaluaciones de desempeño y calidad de atención, etc.
• Los conocimientos de relación: permiten establecer adecuados
vínculos entre el enfermero y la persona cuidada, a fin de crear un clima
propicio a una comunicación cálida y significativa entre ellos.
Son útiles también para establecer contacto y colaborar con el entorno
familiar y grupal, para trabajar en el seno de un equipo multidisciplinario y
para realizar actividades dentro de la comunidad.
• Los conocimientos éticos: Tienen que ver con las normas y prin-
cipios que regulan el comportamiento del enfermero.
Existe en nuestro medio una serie de códigos deontológicos (por
ejemplo el del Consejo Internacional de Enfermeras, el de la Asociación
(1) circunscribir: reducir a ciertos términos o límites alguna cosa.
98 el acto de cuidar - genealogía epistemológica del ser enfermo

Panamericana de Enfermería, etc.), e incluso bibliografía acerca de la


ética de la enfermería. Aunque es claro también que no existe una ética
particular para nuestra profesión, sino que se trata de aquellos principios
que hacen a la ética de las personas adaptada a situaciones particulares o
dilemas de nuestra práctica.
Algunos teóricos han coincidido en llamar a la rama de la ética apli-
cable al medio de estudio y tratamiento de personas como “Bioética”.
• Los conocimientos legales: Se refieren específicamente a las
leyes que regulan el ejercicio de la profesión (en nuestro país la Ley Nº
24.004, la Ley Nº 298 en el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, y la
Ley Nº 12.245 dentro de la Provincia de Buenos Aires), como así también
a aquellas leyes referidas a higiene y seguridad laboral, calidad de aten-
ción, derechos de la persona cuidada, etc. Por ejemplo, las modernas leyes
de prescripción de medicamentos por nombre genérico, de procreación
responsable, de desregulación de Obras Sociales, etc.
Es importante señalar, también que la figura de perito forense se ha
instalado como una nueva rama del ejercicio profesional de la enfermería, la
cual requiere de una vasta gama de conocimientos dentro del área legal.

Desde esta óptica pueden agregarse a Enfermería tantos conoci-


mientos como áreas de desempeño o fuentes de influencia pueda tener la
disciplina enfermera; así podrían concebirse un “conocimiento gerencial”,
“conocimiento pedagógico”, “conocimiento epidemiológico”, etc.

EL PESO DE LA PALABRA

E pistemólogos, lingüistas, filólogos, etimólogos y filósofos varios, han


demostrado en reiteradas oportunidades la importancia que poseen el
discurso en general y la palabra en particular en nuestra civilización. A tal
punto que al hombre se lo considera hombre a partir del desarrollo de una
forma de comunicarse con el otro, y se llama historia a la historia a partir
de que ese hombre fue capaz de plasmar la palabra mediante la escritura.
Asimismo, la ciencia ha imbuido de una nueva jerarquía a la palabra,
determinando como característica distintiva de cada disciplina, la nece-
sidad de un lenguaje unívoco.
La enfermería no escapa a esta concepción. Dueña de una cada vez
más basta terminología, la Disciplina Enfermera cuenta con un marco
teórico fundado en definiciones y conceptos específicos.
el profesional del cuidado 99

Son estructuras conceptuales tan complejas como las taxonomías


diagnósticas de enfermería de la North American Nursing Diagnosis
Association (NANDA), o la Clasificación de Intervenciones de Enfer-
mería (CIE) del Proyecto de Intervenciones Iowa; sin mencionar el diag-
nóstico enfermero en sí mismo (propiamente dicho), o concepciones
tales como persona, cuidado, entorno, experiencia de salud, necesidad,
problema, respuestas humanas, autocuidado, problemas de dependencia,
fuentes de dificultad, etc.
El Consejo Internacional de Enfermeras (CIE) ha dado en llamar este
proceso CLASIFICACIÓN INTERNACIONAL PARA LA PRÁC-
TICA DE ENFERMERÍA (CIPE o en inglés: ICNP®). La ICNP®
proporciona una terminología estructurada y definida, una clasificación
para la práctica de la enfermería y un marco en el cual los vocabularios y
clasificaciones existentes pueden cruzarse para poder comparar los datos
de enfermería.
La CIPE® incluye tres elementos principales:

(1) Los Diagnósticos de Enfermería.


(2) Las Intervenciones de Enfermería.
(3) Los Resultados Esperados de Enfermería.

Los objetivos de la CIPE®(1) son:


• Establecer un lenguaje común que describa la práctica de enfer-
mería con el fin de mejorar la comunicación entre las enfermeras
y entre las enfermeras y los demás.
• Describir los cuidados que la enfermería dispensa a la población
(personas, familias y comunidades) en diversos contextos, insti-
tucionales y no institucionales.
• Permitir la comparación de los datos de enfermería entre distintas
poblaciones y contextos clínicos, zonas geográficas y tiempos.
• Demostrar o proyectar las tendencias de la prestación de los
tratamientos y cuidados de enfermería y la asignación de recursos
a los pacientes según sus necesidades sobre la base de los diag-
nósticos de enfermería.
• Estimular la investigación de enfermería mediante enlaces con
los datos disponibles en los sistemas de información de enfer-
mería y los sistemas de información de salud.
(1) Nota del Autor: los objetivos de la CIPE fueron establecidos por una propuesta inicial
del Consejo Internacional de Enfermeras (CIE, 1991).
100 el acto de cuidar - genealogía epistemológica del ser enfermo

• Proporcionar datos sobre la práctica de enfermería para influir


en la elaboración de las políticas de salud.

Resulta, pues fundamental saber específicamente de qué estamos


hablando cuando utilizamos tal o cual término, para el desempeño idóneo
como profesionales, y tomar conciencia que el lenguaje enfermero forma
parte de nuestro bagaje de conocimientos específicos.

LA DIFUSIÓN DEL CONOCIMIENTO

E n la actual sociedad occidental, en la que el sistema neoliberal domina


la totalidad de las esferas sociales (económica, política, social), la rela-
ción entre productores y consumidores está siempre eslabonada por una
serie de intermediarios.
El conocimiento no es una excepción: desde las escuelas, universi-
dades y editoriales, hasta ministerios, secretarías y demás oficinas guber-
namentales, se ha perdido por completo la acción de educar personalizada
(como sistema).
Tanto es así que para la adquisición de un título oficial, no es sufi-
ciente con haber sido discípulo de algún representante intelectual de la
disciplina. Sino que por el contrario, puede usted haber estudiado con
los más legos(1) en la materia - profesionales recién recibidos que deciden
dedicarse a la docencia, por ejemplo -, siempre y cuando se responda a un
burocrático programa de formación. Todos y cada uno de nosotros somos
gestores de la más grande empresa: nuestras propias vidas. Tenemos la
responsabilidad de llevarla hacia el éxito de la mejor manera posible. Para
lo cual poseemos dos herramientas fundamentales: el pensamiento y la
emoción. Ambos potencialmente “enriquecibles” a través del conocimiento.
Pero, incluso los mecanismos de adquisición de dichos conocimientos
y cada una de las características particulares de los mismos, deben ser objeto
de nuestra elección responsable. Porque al igual que nuestra visión global
del hombre, la libertad también debe concebirse desde un enfoque holístco:
podemos no ser prisioneros físicamente, en una cárcel, en el exilio... pero
en tanto y en cuanto no obremos a través de decisiones propias adoptadas
en forma conciente no seremos libres.
La libertad del cuerpo debe completarse con la libertad de la mente y
del espíritu. De igual manera que concebimos nuestra salud.
(1) lego: falto de instrucción o experiencia.
el profesional del cuidado 101

» Séptimo elemento de competencia: El conocimiento del


método científico.

El instrumento lógico y sistemático que sirve a la enfermería para plani-


ficar unos cuidados de calidad se denomina Proceso de Atención de Enfer-
mería (proceso científico). Se trata de una herramienta, un instrumento de
investigación, de análisis, de interpretación, de planificación y de evaluación
de los cuidados de enfermería. Propicia el desarrollo lógico y sistemático del
trabajo del enfermero respecto a la persona cuidada y le confiere cierto rigor
científico. El proceso es en sí mismo un proceso intelectual neutro, que debe
apoyarse en un marco conceptual para alcanzar la dimensión profesional y
humana requerida por la disciplina enfermera. Consiste, pues en la aplica-
ción del método científico a los cuidados de enfermería.
El enfermero consciente de su rol particular respecto a la persona
cuidada y provisto de un cuerpo cognitivo suficiente, debe someter todos
sus saberes y principios teóricos a un proceso riguroso. Esto le permitirá
realizar una planificación de cuidados orientada a la calidad, individuali-
zación y a la continuidad.
Algunas características de este método son:
• Sistemático: porque responde a la puesta en práctica de los
cinco pasos principales, en forma secuencial y ordenada.
• Comprobable: ya que mediante la confrontación continua del
marco de referencia teórico disponible con lo observado en la
práctica pueden tomarse medidas para su evaluación exacta.
• Reproducible: puesto que las acciones están fundamentadas en
criterios científicos factibles de ser llevados a la práctica, pueden
ser aplicadas reiteradas veces, incluso en individuos diferentes que
posean similar problemática, obteniéndose buenos resultados.
• Unívoco: el lenguaje que se utiliza para expresar el desarrollo
del PAE, en cualquiera de sus cinco etapas, debe poseer un
significado único, carecer de ambigüedad.
102 el acto de cuidar - genealogía epistemológica del ser enfermo

ACTIVIDADES DE APLICACIÓN

1. Mencione las diferencias entre el conocimiento vulgar y el científico.

2. Reflexione sobre las siguientes frases:


• “Enfermería es el arte y la ciencia de cuidar...”
• “Durante mucho tiempo se ha definido la enfermería como una
disciplina mitad arte y mitad ciencia. Sin embargo, se ha puesto mayor
énfasis en sus aspectos científicos, sin tener apenas en cuenta su
condición de arte”.

3. ¿Qué condiciones se consideran fundamentales en el enfermero?


Justifique la respuesta.

4. Dé un concepto de arte.

5. Dé un concepto de ciencia.

6. ¿Qué cosas diferencian al arte de la ciencia?

7. ¿Puede decirse que enfermería es un arte? ¿Por qué?

8. ¿Puede decirse que enfermería es una ciencia? ¿Por qué?

9. Desarrolle el primer elemento de competencia de enfermería:


Conocimiento del modelo conceptual.

10. ¿De qué manera se determina el rol de una profesión?

11. ¿Qué tipos de pensamiento debería desarrollar todo profesional?

12. Defina:
• el objeto de su profesión,
• la finalidad de su actividad,
• su rol,
• las dificultades con que tropieza la persona a la que atiende,
• la naturaleza de su intervención,
• sus consecuencias.
el profesional del cuidado 103

13. ¿En qué se equivocan los que sostienen que la enfermería carece
de un potencial teórico que le sea propio?

14. Defina el concepto de Sistema.

15. ¿Qué concepción del sujeto postula el Holismo?

16. Desarrolle los conocimientos específicos que determina el Sexto


Elemento de Competencia:
• Conocimientos científicos
• Nociones y habilidades técnicas
• Conocimientos de relación
• Conocimientos éticos
• Conocimientos legales

17. Mencione el Tercer Elemento de Competencia.

18. ¿Cuáles son los enfoques que cimentan el modelo de enfermería


propuesto?

19. Establezca la diferencia entre el orden lógico inductivo y el


orden lógico deductivo.

20. ¿Cuál es el instrumento lógico y sistemático que sirve a la


enfermería para planificar los cuidados de calidad?

21. ¿Qué significados poseen los términos “persona”, “cuidado”,


“entorno”, y “experiencia de salud” dentro del concepto de
disciplina enfermera?

22. ¿Por qué se afirma que la enfermería es una disciplina profesional?

23. ¿En qué consiste el rol de “colaborador” asumido por enfermería?

24. ¿Qué otros roles, según su criterio y experiencia, asume


enfermería durante el cuidado del sujeto?

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