rancho La Soledad de la Grulla, o simplemente La Grulla, fue Juan Antonio Mara Melndrez, hijo de don Jos Guadalupe Melndrez Orantes y doa Susana Cesea Arrayos, quien desde joven fue reconocido por su carcter decidido no slo en La Frontera sino tambin al sur de la Alta California; era popular, adems, porque su padre, consumada la independencia, haba recibido un pequeo valle al norte de Santo Toms como compensacin por servicios prestados a la nacin; al lugar llegaban parvadas de grullas en el invierno, por lo que desde tiempo atrs haba recibido el nombre de La Grulla. Al igual que casi todos los jvenes de la poca, Antonio Melndrez se haba formado en el trabajo del campo, lo que le permiti conocer la perfeccin todo el territorio comprendido entre Ensenada y San Vicente, as como a los indios de la sierra, sobre todo a los pai pai, con quienes siempre tuvo una relacin fraternal. En ms de una ocasin se enfrent a intrusos norteamericanos para castigar sus fechoras, o a quienes lo buscaban con el propsito de matarlo, pero su fama se hizo legendaria por lo sucedido conforme a la historia que, transmitida oralmente de padres a hijos, aun se relata en el Ejido Uruapan. Se cuenta que un da en que Antonio se encontraba en Santo Toms, en la pequea fonda de su amigo y consejero don Antonio Sosa, lleg al lugar un norteamericano, quien tras breve charla con una de las hijas de don Antonio, se acerc a platicar con Melndrez; el imprudente forastero, sin saber con quin estaba hablando, expres que vena en busca de Antonio Melndrez para desafiarlo a muerte; al poco tiempo, como si fueran amigos, salieron los dos al patio trasero de la casa para divertirse un rato tirando al blanco con la pistola del yanqui, y cuando toc el turno a Antonio, ste tom el arma y la arroj contra una piedra con tal fuerza que se destroz, al mismo tiempo que se identificaba ante el extranjero. Este, aunque sorprendido al ver que todo ese tiempo haba estado junto al hombre que buscaba para asesinarlo, sac un cuchillo de su bota y se lanz contra el mexicano, lucharon cuerpo a cuerpo por un buen tiempo, hasta que se impuso la habilidad y condicin fsica del de La Grulla, quien acab quitando la vida al estadounidense. Debe sealarse desde ahora que los toques de la fantasa popular pudieran haberse agregado a los relatos sobre las acciones que realiz Melndrez, pero de que fue clebre por su valenta en ambos lados de la frontera no hay duda, ya que en los peridicos de San Diego llegaron a publicar algunas de sus hazaas.
Una página del pensamiento feminista en México: Diario de Emma Sánchez Montealvo (1934-1957) Prólogo y estudio introductorio de Mílada Bazant y Jan Bazant