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Reflexin de nuestro prroco

La liturgia de este domingo nos invita a encontrar una vida fecunda por
medio del contacto con Dios y su Palabra. Como bien nos dice la Escritura:
No solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de
Dios (Dt 8,3, Mt 4,4; Lc 4,4). Su Palabra le da vida al ser humano.
La Palabra de Dios es creativa, es operante, pues Dios tan solo dice y las
cosas son. Dios dice hgase la luz y la luz existe. Toda la creacin fue
hecha por Dios hablando. Adems, la Palabra de Dios es la que sustenta
todo lo creado.

Y esa Palabra que crea se hizo humanidad (Jn 1,14). De muchas maneras ya
haba hablado al ser humano, pero con su encarnacin Dios siembra por la
Palabra la gracia divina en el corazn del hombre, que se constituye en un
jardn llamado a producir frutos de santidad y justicia. Dios quiere crear en
el hombre un corazn nuevo, sabio y santo, capaz de colaborar con l en su
proyecto.

En este domingo el Evangelio presenta a Jess exponiendo una de las ms
hermosas parbolas de su repertorio. La misma es una analoga que presenta
cuatro perfiles distintos de discpulos, los cuales van a producir frutos en la
medida de su escucha de la palabra y permanencia en ella.

El primer perfil es el del discpulo que escucha sin entender, y la palabra
no puede anidar en su corazn superficial. El segundo perfil es el de aquel
que se alegra con la palabra, pero no profundiza en ella, no fortalece su vida
de fe a travs de su escucha. El tercer perfil es el del que escucha la palabra,
y le interesa mucho, pero le seducen otros amores; y esta palabra no le
ayuda a poner a Dios en el primer lugar, como el primer amor. El cuarto
perfil es el del que hace de la palabra su modus vivendi, es el que escucha
la palabra y la pone por obra, porque Dios sostiene toda su vida.

Tenemos que preguntarnos: A cul perfil pertenecemos nosotros? Qu
lugar ocupa Dios y su Palabra en nuestras vidas? En la medida que seamos
cada vez ms discpulos podremos entender las palabras de Pedro cuando
dijo: Seor, a quin iremos? T tienes palabras de vida eterna (Jn 6,68).

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