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FINAL FANTASY XIII

Episode Zero
Treasure - Capítulo 4

by Vanille
Final Fantasy XIII Blog
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Ella no mintió al decir "mañana". Estaba anocheciendo, pero finalmente se me permitió ver a
Dajh. Te dejé solo en la habitación porque estaba preocupado de que si vinieras Dajh no
pudiese adivinar cuál era su objetivo.

¡No te alteres! Papá de verdad quería que os conociérais. Pero la Teniente estaba en lo cierto
cuando hablaba de niños; si algo les llama la atención, se olvidan de todo lo demás. En ese
momento, no entendí lo que realmente querían decir con objetivo. No del todo. Pero me
sentía aterrorizado. Y no solo entonces, si no todo el tiempo. Estaba tan... preocupado.

¿Qué es lo que entiende un niño de seis años? ¿Acaso puede entender algo?
Es todo lo que podía pensar...

Cuando le dijeron a Sazh que entrase, era a una habitación diferente a la que había estado
ayer. En lugar de un monitor, había un cristal enorme. Desde él se podía ver la habitación de
al lado perfectamente. Pero desde aquella no se podía ver esta. Si se pudiera, Dajh le habría
visto y habría venido corriendo. Probablemente utilizaran esta habitación para observar a sus
sujetos.

"¿Quiere verle primero? ¿O quiere que le cuente lo que hemos averiguado?"

"Lo que habéis averiguado... por favor."

Tenía muchas ganas de ver a Dajh, pero estaba preocupado por los resultados de las
pruebas. Si pensara en eso cuando fuera a visitar a Dajh, haría que el niño se preocupara.
Así que creyó que sería mejor escuchar primero.

En la habitación de al lado había un oficial jugando con Dajh. El hombre, de unos treinta y
pocos años, tenía el pelo plateado con pinta chulesca y una cicatriz en su frente. Su aspecto
daba la sensación de asustar a los niños, pero a Dajh parecía gustarle. Seguro que a él le
gustaban los niños. Tenía un rostro sombrío que saltaba a la vista, aunque no se le notara al
estar jugando. Quizás solo era que se tomaba su trabajo en serio.

"Dajh es un buen chico. No es del todo tímido, escucha a los demás." Mirando a través del
cristal, Nabaat sonrió.

"Bueno, su madre murió cuando era muy pequeño. Ha tenido que pasar por montones de
niñeras y guarderías, así que se ha habituado a jugar con otros adultos. Es por eso que
cambié mi ruta de pilotaje de larga distancia por una local, para poder ejercer más como
padre."

Antes de que su mujer muriera, hace tres años, Sazh vivía por y para su trabajo. Su sueño
había sido siempre convertirse en piloto, y finalmente consiguió un contrato como piloto de
ruta de larga distancia. Cada día parecía perfecto.

Cuando cambió a piloto de ruta local fue por su hijo. Todo el mundo se sorprendió, incluso él
mismo pensó que era extraño. Había trabajado tan duro para luego, de esa forma, darse por
vencido tan repentinamente. Pero él no sentía haberse equivocado. Gracias a eso se dio
cuenta por primera vez de lo que era pasar tiempo con su hijo. Era divertido, y le aportaba
calidez.

No quería que Dajh estuviese solo, ahora que ya no tenía a su madre. Durante los últimos
tres años había trabajado y cuidado de él lo mejor que había podido. Pero, en realidad, era
Dajh quien le había salvado. Sus sonrisas y sus carcajadas se convertían en cosas por las
que valía la pena vivir.

"¿Qué habéis averiguado? ¿Podéis curarle de... ser un l'Cie?"

"No quiero perder la sonrisa de Dajh.", pensó Sazh. Pero la mirada de Nabaat se
ensombreció.

"Con la tecnología humana... Lo siento, pero simplemente no es posible."

"No...", dijo Sazh. Su voz parecía débil y lejana. Si Dajh no completa su objetivo, se convertirá
en un Cadáver Cie. Un monstruo. Si lo completa, se convertirá en un cristal. Los antiguos
textos decían: "Los l'Cie que completen sus objetivos se volverán cristales y se les concederá
la eternidad." Pero, para los humanos, algo así no es más que la misma muerte.

Sazh miró al otro lado del cristal. El oficial estaba llevando a caballito a Dajh, que reía y
aplaudía con entusiasmo. Su sonrisa era la misma de siempre, a pesar de que ahora fuera
un 'l'Cie'. Solo por una garabato en la mano, ya nunca podría volver a llevar una vida normal...

"¿Y si se pudiera quitar la marca? ¿Si hubiera alguna clase de procedimiento con el que se
pudiera borrar?"

Hasta en el peor de los casos, aunque tuvieran que abrirle la mano completamente, seguiría
siendo mejor que terminar convertido en un monstruo o en un cristal. Incluso si no pudiera
volver a usar su mano; por lo menos tendría una portunidad de llevar una vida feliz.

"No podemos. No sabemos lo que le pasaría a Dajh. Hay tanto que no sabemos sobre los
l'Cie... No, realmente no sabemos nada de nada."

"Pero..."

"Lamento que no podamos hacer nada al respecto. Pero ahora mismo tenemos que pensar
en averiguar los poderes y el objetivo de Dajh. El cortarle la mano sería un ultimísimo
recurso. No podemos evadir esto."

Eso era fácil de decir, pero no sabían cuánto tiempo restante había. El límite de tiempo para
completar su objetivo podría finalizar mañana, o el día después... No lo sabían. Podría ser
hasta dentro de un año o dos más...

"Aún así, ha habido algo de progreso."

"¿Progreso? ¿De qué estás hablando?"

"Bueno, es solo una hipótesis.", empezó a explicar Nabaat. "Parece que Dajh tiene el poder
de sentir a aquellos de Pulse. Probablemente nos podrá decir dónde están los l'Cie que
atacaron Ewleede, así como el fal'Cie que los controla."

La poca esperanza que le quedaba se convirtió en desesperación. Dajh podía saber dónde
estaban esos de Pulse. ¿Pero qué haría eso? No entendía nada. Se dio cuenta de que esa
era la diferencia entre PSICOM y él mismo. Para aquellos que protegen Cocoon de Pulse,
una habilidad como esa se podría ver definitivamente como un 'progreso'. Ellos eran iguales
que el fal'Cie, solo querían utilizar a Dajh.

No sabía exactamente lo que esperaba de PSICOM, del Sanctum. No podía fiarse ni de


Nabaat ni de nadie que estuviera ahí dentro. El único que haría lo que fuera por Dajh sería él
mismo.

"Por favor... déjame ver a Dajh. Déjame ver a mi hijo."

"Por supuesto. Por aquí, por favor." Nabaat se puso en pie y sonrió. Él no respondió el gesto
a causa del repentino cambio de sentimientos que había experimentado. Sintió que había
algo frío tras esa sonrisa suya.

"Dajh se ha emocionado mucho al saber que venías."


¿Qué es lo que intentaba que hiciera? No podía confiar en ella.

"¡Papi!"

Dajh irrumpió por la puerta nada más se abrió.

"¡Dajh!"

Dajh se le pegó al cuerpo y Sazh lo cogió. Se sintió como siempre. Cuando lo tenía en
brazos, se daba cuenta del dolor que le causaría su pérdida. No quería perder ese
sentimiento, esa calidez. Le protegería de toda forma posible.

"Eh, papi..."

Secándose rápidamente las lágrimas que brotaban de sus ojos, dejó a Dajh en el suelo.

"¿Qué pasa?" Se arrodilló y miró al niño a la cara.

"¡Quiero ver fuegos artificiales! ¡Los grandes!"

"¿Fuegos?"

"Sí, de los grandes. ¡Montones en el cielo! Como esto,", dijo Dajh, formando un gran círculo
en el aire con sus manos.

"Bueno, todavía te tienen que hacer muchas pruebas, así que a lo mejor ahora no..."

"¡No! ¡Fuegos! ¡Fuegos!"

Le quería dar a Dajh cualquier cosa que quisiese. Pero no creía que PSICOM le dejara.
Ahora que sabían que tenía el poder de sentir a aquellos de Pulse, seguirían haciéndole
pruebas hasta que conocieran su objetivo.

"Bueno, pues, ¿después de las pruebas?"

"¡No! ¡Los fuegos ya se habrán ido!"

Dajh estaba más insistente que de costumbre. Normalmente, incluso aunque pedía lo que
quería primero, eventualmente se daba por vencido y obedecía. Eso hacía que Sazh deseara
todavía más darle cualquier cosa.

"Pero ahora mismo hay pruebas..." Miró a Nabaat. Dajh era un buen chico. Si se le explicaba
que las pruebas eran importantes, lo entendería. Podría ponerse triste, pero aún así
obedecería.

Aunque Nabaat dijo algo completamente inesperado.

"Cuando dices que ya se habrán ido, ¿te refieres al festival de fuegos artificiales?"

Sí, habría ese festival de fuegos en Bowdam dentro de unos días. Sazh se preguntaba si
Dajh habría prestado atención a los carteles que había por la ciudad cuando iban camino a
visitar al fal'Cie.

"¿Por qué quieres ir? ¿Te gustan los fuegos artificiales?"

Dajh miró hacia arriba, como si buscara la respuesta. Apretó los labios.

"¿Qué pasa, Dajh?"

"... está allí.", susurró, aferrándose a Sazh.

"¿Qué está allí?"


Apretó su nariz contra el hombro de Sazh y sacudió la cabeza.

"Vale, Dajh. Iremos todos juntos a ver los fuegos artificiales.", dijo Nabaat, frotándole la
espalda. ¿Iba en serio?

"Teniente, ¿está segura de que deberíamos..."

"Creo que valdrá la pena." Se subió las gafas con la punta de un dedo, y le asintió al oficial.

"No hemos oído a Dajh decir nada así antes. Es posible que su poder de sentir a aquellos de
Pulse esté funcionando. Habrá algo en el festival de fuegos de Bowdam."

Por supuesto, cómo tratas a los demás y cómo tratas a tu familia son cosas diferentes. Sazh
se mantuvo tranquilo. Quizás querían que completara su objetivo tan pronto como fuera
posible, pero él solo quería llevarle al festival. No quería que le hicieran más pruebas.

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