You are on page 1of 7

FINAL FANTASY XIII

Episode Zero
Treasure - Capítulo 6

by Vanille
Final Fantasy XIII Blog
http://novacrystallis.blogspot.com

La "decisión" de la que el Teniente Rosch había estado hablando era un confinamiento de


todo Bowdam y para todos sus residentes. Vinieron el día siguiente al festival. PSICOM
trabaja rápido. Pero lo que fue realmente rápido fue la prisa que se dieron en delimitar las
ruinas. Aunque yo me enteré de eso más tarde.

Parece que el equipo de investigación que se envió al interior de las ruinas nunca regresó. Ni
uno solo de los miembros. Tras haber enviado una transmisión inalámbrica en la que
avisaban de la presencia del fal'Cie, perdieron su posición. En lugar de mandar un equipo de
rescate, PSICOM clausuró las ruinas. Incluso aunque todavía pudieran estar vivos ahí dentro,
en alguna parte.

Bueno, los soldados pueden dejarlo todo correr, pero los civiles no. ¿Crees que lo aceptarían
sin más? No, por supuesto que no. Yo pensaba lo mismo. Sin explicaciones, solamente nos
dicen que no podemos irnos de la ciudad. ¿Quién se quedaría sentado y lo aceptaría?

Especialmente ese día, que no solo había residentes de Bowdam. Turistas de todo Cocoon
estaban allí. Ese día, después del festival, se desató la locura...

Cuando se terminó el festival, pasamos la noche en la fortaleza de las fuerzas de seguridad.


En principio, nos iban a llevar de vuelta al centro médico de Edén durante la noche, pero
cuando Dajh dijo "¿Ya nos vamos?", ellos cambiaron de planes. Pensaron que tal vez estaba
sintiendo algo de Pulse y por eso se quería quedar.

El personal de investigación que estaba haciéndole pruebas a Dajh había venido también al
festival, pero no podrían continuar sus investigaciones en la fortaleza. Separarles en
habitaciones diferentes habría parecido extraño también, así que finalmente se les dio
permiso para pasar el tiempo juntos.

Nabaat ya les había pedido que continuaran controlando a Dajh. Decía que cualquier cosa
que dijese el niño, por muy pequeña que fuera, podría ser una pista importante. Sazh no se
podía negar. Bueno, aunque se negara, habrían puesto una cámara oculta o grabadores de
voz. Iban a vigilarles, a padre y a hijo, sin importar nada. Sazh lo sabía muy bien. En cualquier
caso, Dajh estaba feliz. Saltaba en la cama con el chocobito bebé a su lado, y estuvo
correteando por la habitación hasta la media noche.

Sazh creía que Dajh se despertaría tarde al día siguiente, pero se levantó a la misma hora de
siempre, algo soñoliento. Se tomó el desayuno rápido y, cuando vio al chocobito jugueteando,
todo lo que quiso hacer fue jugar también, dejando de lado todo cansancio.

Probablemente quiso venir a Bowdam para escaparse de todas esas pruebas. Ahora mismo
nada parecía tener ninguna conexión con Pulse, o con cosas de Pulse, puesto que Dajh no
estaba en absoluto de la misma forma que cuando dijo por primera vez que quería venir a ver
los fuegos.

"¡Papi, quiero ver la tele!"

"¿Qué? Ah, vale, es la hora de siempre."

Solo era un programa de niños de quince minutos, pero Dajh siempre lo veía antes de irse a
la guardería. Siempre mientras Sazh se vestía, y cuando este terminaba, apagaba la tele y
los dos salían juntos por la puerta.

Sazh había pensado que hasta que Dajh no creciera lo suficiente como para dejar de ver los
dibujitos, continuarían todos los días con esa rutina. Una vez él terminara de trabajar, iría a la
guardería a recogerle y durante el camino a casa hablarían sobre qué cenar, pararían a
comprar cosas en el super...
Lo que había sido siempre una rutina diaria ahora parecía un milagro. Pero ese milagro se
había ido.

"¡Papi, la televisión está rara!", dijo Dajh tristemente. Sazh elevó la mirada, recordando donde
estaba.

"Todos los canales son iguales."

"Esa es... la Estación de Bowdam."

Mostraba a soldados en la estación, que estaba cerrada. La voz de una presentadora se


empezó a escuchar.

"La pasada noche, un fal'Cie de Pulse fue encontrado en las ruinas de la bahía de Bowdam.
El Sanctum ha tomado la decisión de clausurar por completo la ciudad de Bowdam y sus
alrededores."

La imagen cambió a una escena de las fuerzas aéreas sobrevolando la estación. Sazh corrió
hacia la ventana. Podía ver las aeronaves de alta velocidad despegar, y soldados recorriendo
los terrenos. El cielo en dirección a la estación estaba plagado de naves. La narración de la
tele continuó.

"El Sanctum ha revelado que el accidente ocurrido en la planta de energía del Cañón
Ewleede fue, de hecho, una destrucción causada por l'Cie de Pulse."

Se estremeció ante la palabra "Pulse". Había gente corriendo como loca por la estación, y los
soldados estaban haciéndoles retroceder. Probablemente eran turistas. "Ni siquiera vivimos
aquí", es lo que decían algunos, "simplemente nos ha pillado en este sitio. ¿Por qué nos tiene
que pasar esto a nosotros?"

Sazh podía entender su confusión. Él sintió lo mismo siete días atrás.

"Con la reciente cadena de acontecimientos, la ansiedad de la gente en esta ciudad está


aumentando. Algunos dicen que se deberían tomar medidas más severas que la propia
cuarentena."

No quería escuchar más. No quería ver a gente con esa expresión de desesperación en su
rostro. Sazh apagó la tele.

"No hay tele hoy. Tendrás que verlo mañana. Mira, quiere jugar contigo."

El bebé chocobo salió de su pelo. Dajh se rió y siguieron corriendo juntos por la habitación.
Seguro que se había olvidado ya del programa que quería ver.

Se escuchó un golpe en la puerta, como si alguien estuviera esperando justo ese momento.
Seguro que habían estado esperando. Después de todo, esta habitación estaba siendo
vigilada. Cuando Sazh abrió la puerta, Nabaat estaba al otro lado.

"Señor Katzroy, nos iremos de aquí tan pronto como sea posible. Por favor, prepárese."

"¿Estás segura? ¿Y qué hay de el sentir cosas de Pulse o como sea..."

Echó un vistazo a la habitación por encima del hombro de Sazh. Cuando vio a Dajh absorto
en jugar con el chocobito, dijo en voz baja:

"El Sanctum ha decidido forzar a todos los ciudadanos de Bowdam a abandonar la ciudad."

Lo que significaba que habían forzado a todos aquellos que tenían la posibilidad de ser de
Pulse a dejar la ciudad, a ser enviados a Pulse. Hablaba de ello como si fuera lo siguiente por
hacer después de haber puesto a la ciudad en cuarentena.
"Tras nosotros se anuncia que esperamos que haya bastante alboroto."

Eso era una subestimación de los hechos, dada por cómo se sentía la gente tras haber sido
obligada a abandonar la ciudad. El ser obligados a bajar a Pulse, al infierno, terminaría con
ciudadanos atacando a soldados. Era cuestión de tiempo que eso pasara.

"Sin duda, tenemos que apresurarnos en encontrar a los l'Cie de Pulse, pero mantener a Dajh
a salvo es lo más importante de todo. Una vez la nave esté preparada para salir, nos iremos."

Nabaat se dio la vuelta y salió de la habitación, dejando solo sus palabras tras ella.

Solo un corto lapso de tiempo después dejaron la fortaleza. No les dijeron si iban a regresar o
no al centro médico, solo sabían que tenían que subirse en la nave. Dajh dejó su habitación
sin resistirse ni armar escándalos.

Sazh pensaba que su hijo seguiría jugando con el chocobito tal y como hizo antes, en el viaje
a Bowdam; pero, en lugar de eso, estaba tranquilo. Sentado, mirando fijamente Bowdam a
través de la ventana.

"Papi, hay algo volando.", susurró Dajh.

"Los cielos de Bowdam están clausurados por las fuerzas aéreas de PSICOM, así que no es
ninguna sorpresa. Estoy seguro de que hay montones de... ¿eh?"

Al mirar afuera, vio "algo" que Dajh estaba señalando. Parecía una nave voladora militar de
alta velocidad normal y corriente, pero sus movimientos eran extraños.

"¿Qué están haciendo?"

Entonces supo por qué era tan extraño. Estaban siendo perseguidos por otras naves
militares. Incluso siendo atacados por ellos. La otra nave estaba intentando evadir los
ataques, balanceándose de un lado a otro, formando una trayectoria extraña. Se dirigía a las
ruinas, directa a ellas.

"¡Están cayendo!", gritó Dajh. La nave había sido golpeada, había humo negro saliendo de
ella, pero todavía seguían acercándose a la cima de las ruinas. Entonces, alguien saltó de
dentro.

"¿Un civil?"

Desde aquí, parecía que se trataba de una chica joven. Extendió la mano hacia la nave y gritó
algo. Claro, por eso estaban siendo perseguidos. Habían robado la nave. Y entonces, la chica
fue absorbida por las ruinas. La nave que había estado conduciendo desapareció de vista.
¿Qué acababa de pasar?

"Dajh, ¿has visto a alguien saltar de esa nave a las ruinas?"

Nabaat estaba detrás de ellos. Dajh asintió.

"¿Y les has visto desaparecer?"

"No han desaparecido. Están dentro."

Parecía que no se trataba de un engaño de sus ojos, la chica de verdad había sido absorbida
por las ruinas. Pero eso significaría que había gente dentro, atrapada por el fal'Cie de Pulse.

"Buen trabajo, Dajh.", dijo Nabaat, dándole palmaditas en la cabeza. "¿De qué estaba
hablando?", pensó Sazh. "¿No deberían estar intentando rescatar a esa chica?"

"Tenéis... ¡tenéis que rescatarla!"


"No, no tenemos que hacerlo. Esas ruinas serán llevadas a Pulse, clausuradas como lo están
ahora. Van a ir al mismo sitio que el resto de ciudadanos de Bowdam, así que no hay
problema."

Sazh no podía creer lo que estaba escuchando. ¿Las iban a mandar a Pulse? ¿Realmente
había dicho eso?

"Además, es altamente probable que ella fuera un l'Cie de Pulse. ¿No lo cree?"

Tu hijo es un enemigo, es lo que realmente quería decir. Miró a Dajh, que ya había perdido
interés en mirar por la ventana y estaba correteando por ahí con el chocobito. Dajh había
sentido algo más de Pulse, pero su objetivo todavía no estaba completado. Incluso aunque
había visto a una chica, que podía ser una l'Cie de Pulse, todavía no se había convertido en
cristal; lo que significaba que su objetivo era encontrar al fal'Cie de Pulse, o a los l'Cie, y
derrotarles.

"Dajh mostró interés en la nave que llevaba a la chica. Así que probablemente sea mejor que
enviemos las ruinas a Pulse sin involucrarnos con ellos."

Sazh sintió que algo se partía en su interior.

"Oh, ¿piensas que eso es lo mejor? ¿Qué coño pasa contigo? Si enviamos eso a Pulse..."

Si fueran enviadas a Pulse, entonces nadie en Cocoon podría llegar a ellas, y entonces Dajh
nunca podría completar su objetivo.

"¿Si las enviamos a Pulse? Entonces los ciudadanos de Cocoon estarán libres de amenaza."

"Puede que a ti te parezca bien eso, pero, ¿qué hay de Dajh? ¿Le dejarás convertirse en un
Cadáver Cie? ¿Entonces para qué habéis estado haciéndole todas esas estúpidas pruebas?"

Nabaat no se inmutó en absoluto.

"Por supuesto, estamos haciendo esto por la gente de Cocoon. ¿Está diciendo que hay algo
más importante que eso?"

"Qué..."

Nunca había estado tan enfadado, sus palabras atrapadas en su garganta. Apretó los puños,
que le temblaban incontroladamente.

"No malinterprete, señor Katzroy. Es mi trabajo proteger a los ciudadanos de Cocoon de la


amenaza que Pulse representa."

Sus palabras eran frías como el hielo. Una terrible sonrisa asomó en sus labios.

"No estaría bien gritar tanto, ¿no cree? Piense en cómo se está sintiendo su hijo en este
momento."

Sazh buscó a Dajh con la mirada. Esta no era una conversación que un niño debiera
escuchar. Afortunadamente, estaba tan absorto en trepar por los asientos que no se había
dado ni cuenta de la discusión. Aliviado, Sazh sintió toda la energía escurriéndose por sus
piernas. Se dejó caer en el asiento que había detrás, cogiéndose la cabeza con las manos.
Escuchó los pasos de retirada de la mujer, pero no pudo reunir la energía suficiente como
para hacer algo al respecto.

"No hay nada que pueda hacer.", pensó. Lo sabía desde el principio. Para PSICOM y para el
Sanctum, Dajh no era más que una herramienta a ser usada como desearan. Mientras
Cocoon estuviera a salvo, un simple niño no era nada para ellos. No solo para Nabaat,
también para todos los que estaban fuera de PSICOM; todo Cocoon pensaba lo mismo.

Para Sazh, claro, mientras Dajh estuviera a salvo el resto de Cocoon podía irse al infierno,
cosa que significaba que él era el único que podía hacer algo por su hijo. Solo tendría que
completar el objetivo de Dajh por él, con sus propias manos. No importaría si fuera
completado o no, de una forma u otra seguirían sin poder regresar a la vida que conocían. La
única cosa que le esperaba era la muerte o algo equivalente. Por lo menos, un cristal era algo
mucho mejor que un monstruo.

Él tendría que destruir al fal'Cie de Pulse. Pero, ¿podría? Era un nombre normal. ¿Podría un
hombre normal destruir algo tan poderoso como un fal'Cie? No, ese no era el problema.
Recordó a la chica gritando algo, en la cima de las ruinas. Era imposible que ella pudiera
estar ahí, no podría haber sido capaz de evadir a todos aquellos soldados y alcanzar las
ruinas. Pero lo hizo. Justo lo que Nabaat había dicho, probablemente eran enemigos de Dajh.
Pero le habían dado esperanza. Incluso aunque fuera algo que parecía imposible, tenía
motivos para intentarlo.

"Dajh..." A pesar de querer decirlo solo con su corazón, el nombre escapó de sus labios.

"¿Qué pasa, papi?"

Dajh estaba en los asientos de atrás. Se levantó de un salto y miró a Sazh a la cara.

"No... no es nada." Su visión se volvió borrosa. Miró por la ventana. "Papá va a echarse una
siesta, ¿vale?"

"Vale.", dijo Dajh, echando a correr. Sazh se reclinó en el asiento, con los ojos cerrados,
escuchando los gorjeos del chocobito bebé y los felices gritos de Dajh.

Cuando volvieron al centro médico, les pusieron en habitaciones separadas. Sazh quiso que
por lo menos el chocobito se fuera con Dajh, pero no se lo permitieron.

"¡No! ¡Quiero quedarme con papi!"

Dajh se agarró al dobladillo del abrigo de Sazh sin dejarle ir. Quizá el niño sabía lo que estaba
planeando: ir a destruir al fal'Cie en las ruinas antes de que tuvieran oportunidad de enviarlo a
Pulse.

"Lo siento, Dajh, pero tenemos pruebas que necesitamos hacerte. Solo tendrás que esperar
un poquito más. Mañana hasta te dejaremos jugar con tu padre un rato. ¿Te parece bien?"
Nabaat sonrió.

Dajh parecía perdido. Se sujetó con fuerza a Sazh.

"Una vez hayamos terminado con las pruebas, te compraré lo que quieras. ¿Qué te gustaría?
¿Un cuaderno de dibujo? ¿Un chocobo de juguete gigante?"

"¿De verdad?"

"Sí, de verdad. Lo que quieras, no tienes más que pedírmelo."

"¡Quiero ir al Parque Nautilus! ¡Quiero ver a todos los chocobos!"

Otra vez con el Parque Nautilus. También lo dijo durante el festival de los fuegos artificiales.
Realmente debía querer ir ahí a ver a todos esos chocobos. Había planeado que Dajh le
pidiera algo, así tendría una excusa para marcharse y dirigirse haca las ruinas. Pero Dajh no
pedía cosas. Pedía un lugar, quería pasar tiempo con su padre. Así que hizo una promesa.
¿Qué más podía hacer?

"Vale, cuando terminemos con las pruebas iremos juntos al Parque Nautilus."

El chocobito bebé pió como diciéndoles que no se olvidaran de él.

"Por supuesto que nos llevaremos también al pequeñín."

"¡Vale! Lo prometes, ¿verdad, papi?"


"Lo prometo."

Una promesa que nunca sería capaz de mantener. Si Sazh derrotara al fal'Cie, Dajh se
convertiría en un cristal incluso antes de que sus pruebas terminaran. Si no podía derrotarle...
sería un Cadáver Cie.

"Pórtate bien en las pruebas, ¿vale?"

Dajh asintió mientras Sazh lo dejaba en el suelo para que se fuera. Parecía muy contento a
causa de que por fin iría al Parque Nautilus. Estaba sonriendo. Esa sonrisa que siempre le
subía el ánimo a Sazh. Era su tesoro. "No te dejaré convertirte en un monstruo.", dijo.
"Aunque te conviertas en un cristal, quiero que sigas sonriendo hasta el final..."

Grabó el rostro de Dajh en su memoria, e intentó sonreír. Se preguntó si podía. No podía


dejarles saber ni a Dajh ni a Jihl que ahora mismo estaba diciendo adiós.

"Muy bien, Dajh, ¿volverás ahora a tu habitación? Estaré allí pronto."

"Vale. Papi, lo prometes, ¿verdad?", dijo él, y salió corriendo por la puerta. Como un instante
antes había estado ahí, ahora ya no estaba. Sazh apretó los dientes. Esto era lo mejor que
podía hacer...

"Gracias por cooperar, señor Katzroy."

"Uh, no, eso es..."

Era como si ella hubiera olvidado ya lo que habían estado hablando en la nave. Acto seguido,
le hizo una pequeña reverencia. Ella era buena, Sazh no sabía si sería capaz de ir en contra
suya. Pero tenía que encontrar una forma de burlarla. Trató de calmarse como mejor pudo
antes de hablar.

"Solo hay una cosa que me gustaría preguntarte."

Sabía que estaba siendo vigilado, así como lo estaba Dajh. Si iba a intentar ir a Bowdam,
primero tenía que poner una excusa para irse.

"Me gustaría ir a Palumpolum y comprar un cuaderno o un juguete, o algo. Ya sabes, para


Dajh."

Había una tienda enorme en Palumpolum que no tenía más que libros y juguetes para niños.
Cuando estaba de piloto en una ruta de larga distancia, normalmente paraba en esa tienda y
compraba toda clase de regalos para Dajh. En aquellos tiempos no sabía qué le gustaría a un
bebé, así que le compraría la primera cosa que viera. Eso hacía reír a su mujer.

"Bueno, ya sabes... debe ser difícil para un niño tan pequeño pasar por todas esas pruebas.
Me gustaría comprarle algo para que se entretenga, para que pare de pensar en ello. Solo
eso."

"Sí, estoy segura de que haría a Dajh muy feliz."

"Si me voy ahora, deprisa, puedo estar de vuelta mañana por la tarde. Pero si Dajh pregunta
por mí, ¿podrías no decirle a dónde he ido? No quiero que se preocupe."

"Por supuesto, entiendo.", dijo ella, sonriendo. Entonces añadió:

"Bien. Pues, ¿por qué no le llevamos en una de nuestras naves militares? Si va a ir a


Palumpolum llegará mucho más rápido así que en cualquier vuelo civil."

"Justo lo que pensaba.", dijo Sazh para sus adentros. Iban a seguir vigilándole sin importar lo
que hiciera. Se alegró de haber elegido Palumpolum. Si hubiera elegido un pueblo pequeño,
no habría sido capaz de librarse de ellos, pero, en una gran ciudad repleta de gente como
Palumpolum, sería fácil desaparecer.
"Eso sería una gran ayuda, gracias."

Esto tenía que funcionar. Tenía. Se forzó a sonreír.

You might also like