ra, cuando lo explcito de nuestro ser-en-el-mundo tiene la ca-racterstica de constituir el medio ambiente como objeto de combate; cuando el terror de nuestra poca se define por un especializado saber medioambiental exterminador que ya no apunta con sus armas a los cuerpos discretamente considera-dos, sino a imposibilitar que el enemigo subsista en un medio carente de condiciones vitales. Con todo, que Sloterdijk afirme -9